Una Mirada Devocional a la Segunda Carta de Pablo a los Corintios
F. Wayne Mac Leod
Light To My Path Book Distribution
Sydney Mines, NS CANADA B1V 1Y5
2 de Corintios
Copyright © 2018 by F. Wayne Mac Leod
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La citas de la Escritura marcadas “NKJV”” se toman de la Nueva Versión King James Versión®, Copyright © 1982 por Thomas Nelson Inc. Utilizada con permiso. Todos los derechos están reservados. La Escrituras marcadas KJV son de la Versión de la Biblia King James
Agradecimientos especiales a los lectores de prueba y revisores sin los que habría sido más difícil leer este libro.
Traducido por: Danilo Adrián Rodríguez Pérez.
Tabla de Contenidos
- Prefacio
- Introducción a 2 de Corintios
- 1 – 2 de Corintios 1:1-11 – Nuestro Consuelo en el Sufrimiento
- 2 – 2 de Corintios 1:12-24 – Planes Cambiados
- 3 – 2 de Corintios 2:1-11 – Una Carta Dolorosa
- 4 – 2 de Corintios 2:12-17 – Traficantes y Embajadores
- 5 – 2 de Corintios 3:1-12 – La Confianza del Apóstoles
- 6 – 2 de Corintios 3: 13-23 – Caras Descubierta Que Reflejan La Gloria
- 7 – 2 de Corintios 4:1-7 – El Ministerio del Evangelio
- 8 – 2 de Corintios 4:8-18 – Duramente Oprimidos, Pero no Aplastados
- 9 – 2 de Corintios 5:1-10 – Este Morada Terrestre
- 10 – 2 de Corintios 5:11-21 – Embajadores de Cristo
- 11 – 2 de Corintios 6:1-10 – Colaboradores
- 12 – 2 de Corintios 6:11-18 – Salgan de En Medio de Ellos
- 13 – 2 de Corintios 7 – Una Carta Dura
- 14 – 2 de Corintios 8:1-9 – La Gracia de Dar
- 15 – 2 de Corintios 8:10-24 – La Administración de un Don
- 16 – 2 de Corintios 9:1-15 – Las Bendiciones de Dar
- 17 – 2 de Corintios 10:1-11 – ¿Pablo el Tímido?
- 18 – 2 de Corintios 10:12-18 – Gloriarse en el Señor
- 19 – 2 de Corintios 11:1-15 – Ataque de los “Superapóstoles”
- 20 – 2 de Corintios 11:16-33 – Un Poco de Jactancia Mundana
- 21 – 2 de Corintios 12:1-10 – Un Aguijón en la Carne
- 22 – 2 de Corintios 12:11-21 – Ninguna Carga Para Ustedes
- 23 – 2 de Corintios 13 – La Perfección Como Meta
PREFACIO
La segunda epístola de Pablo a los corintios fue una carta de continuación a su primera carta. En esta primera carta (1 de Corintios) Pablo reprendió a los corintios sobre varios problemas graves en su iglesia. Él los exhortó a ocuparse de estos asuntos a fin de que no fueran un impedimento para la propagación del evangelio. Algunas personas malinterpretaron la dureza de esa primera carta. En esta segunda carta, Pablo intentó traer alguna reconciliación entre él mismo y los que habían malinterpretado sus intenciones.
Otro propósito de Pablo en esta segunda carta fue hablarles a los que estaban siendo inducidos al error por ciertos falsos maestros que afirmaban ser apóstoles. Estos individuos estaban tratando de socavar la autoridad y el ministerio de Pablo. Al hacer eso, estaban engañando a los corintios.
Pablo habla en esta carta largamente acerca del ministerio del evangelio. Los falsos apóstoles en Corinto habían estado dando un mal ejemplo. Pablo retó a los corintios a que fueran verdaderos embajadores de Cristo. Él les recordó que ellos tenían que reflejar al mundo la gloria de Cristo. Él les retó a recordar que sus cuerpos terrenales eran solamente temporales y si dieran sus cuerpos en servicio para el Señor, había nuevos cuerpos, cuerpos glorificados esperándolos en el cielo. Él los llamó a dar todo lo que tuvieran para el Señor y a sobresalir en la gracia de dar.
Pablo no promete que las cosas serían fáciles para los corintios. De hecho, algunos ya estaban sufriendo por la causa del Señor. Él quiso consolar a estos individuos en su sufrimiento y que enfocaran sus ojos en el Señor Jesús como su esperanza.
El libro de 2 Corintios es una guía de referencia para los que quieren honrar al Señor en el ministerio. En esta segunda carta los corintios se tratan las luchas en las relaciones personales, los malentendidos entre colaboradores, los falsos móviles, los sufrimientos físicos, las incertidumbres y las tentaciones terrenales. Todo él que quiere servirle al Señor a tiempo completo o parcial en un ministerio debe dominar los principios de esta epístola.
Tome tiempo para leer el pasaje de la Sagrada Escritura al que se hace referencia al principio de cada capítulo. Mi intención no es reemplazar la Sagrada Escritura, sino clarificarla. Soy completamente consciente de que en 2 Corintios hay mucho más que no he cubierto. Nadie podría jamás podría comentar completamente sobre todas las verdades y sus aplicaciones que son tratadas en esta epístola maravillosa. Sólo puedo esperar cubrir la superficie. Esta es la razón por la que cada lector debe buscar la conducción del Espíritu Santo en la aplicación de las verdades que este libro presenta. Mi oración es que los principios a los que me refiero sean usados por el Espíritu de Dios en su vida. Este libro es meramente una herramienta en las manos de Dios para conducirle a la Sagrada Escritura y la aplicación de la Sagrada Escritura a su situación individual. Quiera Dios de bendecirlo como tal en su vida.
F. Wayne Mac Leod
INTRODUCCIÓN A 2 DE CORINTIOS
Autor:
El autor es el apóstol Pablo junto con Timoteo (2 Corintios 1:1). Si bien es claro por el contexto que fue Pablo el que escribió la carta, Timoteo tenía pleno conocimiento de los contenidos y estaba totalmente de acuerdo con lo que Pablo escribió.
Trasfondo:
En 1 de Corintios tenemos el registro de una carta enviada a la Iglesia de Corinto hablando abiertamente y firmemente acerca de la inmoralidad, la división y los abusos que estaban ocurriendo en la iglesia. En 2 de Corintios 7:8, Pablo habla de una carta que había causado tristeza a los creyentes en Corinto. Muchos creen que la carta a la que Pablo se está refiriendo aquí es 1 Corintios. De esto entendemos que los creyentes no recibieron muy bien la carta de Pablo. De hecho, en 2 Corintios 12:21 y 13:2, Pablo reconoció que muchos se habían negado a arrepentirse de los pecados que él había tratado en la primera carta.
Parece que Pablo había visitado la iglesia en Corinto, pero esa visita no había sido buena. En 2 Corintios 2:1, Pablo dijo a los corintios que él no había venido a verlos porque él no quería hacer otra “visita dolorosa.” La razón para el “dolor” de esta visita está tratada en parte en esta carta. Ya hemos mencionado que algunos se habían negado a arrepentirse de los pecados que Pablo trató en su carta (2 Corintios 12:21; 13:2). En la iglesia hubo también personas que cuestionaron su autoridad como apóstol. Estos individuos afirmaron que sus cartas eran “pesadas y enérgicas,” pero él era un orador poco impresionante en persona (2 Corintios 10:10). Otros lo veían como inferior a los otros apóstoles (2 Corintios 11:7-9). Otros sintieron que él estaba tratando a la iglesia de Corinto como inferior a otras iglesias (2 Corintios 12:13).
En la carta, Pablo pasa una considerable cantidad de tiempo defendiendo su apostolado y su llamado. Él les recuerda que Dios lo había llamado a ser apóstol y que ellos eran la prueba de su apostolado en el sentido de que muchos habían sido convertidos y adiestrados bajo su ministerio. Él alentó a la iglesia a moverse hacia adelante en un estilo de vida piadoso y en particular a aprender a dar de su riqueza a los que no tenían lo que ellos tenían.
La Importancia del Libro para Hoy:
No hay muchos creyentes que nunca hayan tenido un problema con otro creyente en la iglesia. Es alentador ver que no estamos solos. El ministerio de Pablo había sido puesto en tela de juicio. Había personas en Corinto a las que él no les caía bien, no les agradaba su estilo ministerial o su personalidad. Pablo nos da un ejemplo maravilloso de Cristo.
Hay momentos en los que tenemos que expresarnos públicamente y hay otras veces cuando necesitamos poner distancia entre nosotros por el bien del cuerpo en su conjunto. Sin embargo, a todo lo largo de todo el proceso, Pablo permanece preocupado por la iglesia y por los que se opusieron a él. Su corazón se quebraba por ellos y por su relación tensa. Sin embargo, él continuó buscando la reconciliación y el bien de los que se opusieron a él y su ministerio. El libro es útil para todos los que están enfrentando problemas con las relaciones en el cuerpo de Cristo.
2 Corintios es también un recordatorio de cuán fácil es que nosotros ignoremos el pecado entre nosotros. A todo lo largo de este libro, el apóstol reta a los corintios a no tomar el pecado ligeramente, sino a tratar con él inmediatamente, no sea que obstaculice la obra del reino.
En la carta, Pablo revela la fuente verdadera de la fortaleza del creyente. Su jactancia no está en él mismo y sus fuerzas personales, sino en la obra del Señor en su vida. Él nos muestra cómo el Señor está dispuesto a utilizar al creyente más sencillo que ponga su confianza en Él.
Pablo revela en 2 Corintios la naturaleza del verdadero ministerio espiritual. No es un ministerio envuelto en el poder del mundo y las riquezas, sino uno que se ejerce en humildad y desinterés. A menudo necesitamos recordar esto en la actualidad.
1 – NUESTRO CONSUELO EN EL SUFRIMIENTO
Leer 2 Corintios 1:1–11
No hay dudas de quién es el autor de la epístola de 2 Corintios. Pablo claramente se identificó a sí mismo en el versículo 1. Fíjese que él se presentó como apóstol de Cristo por la voluntad de Dios. Él tenía un sentido claro de su llamado y de su cargo en el cuerpo de Cristo. Pablo estaba confiado en este ministerio y se dio a sí mismo enteramente para la gloria de Dios. Como apóstol, él tenía autoridad. Lo que él hablaba, había que considerarlo cuidadosamente como procedente del Señor.
Fíjese que la carta también procedía de Timoteo, él era hermano en el Señor. Juntos escribieron a la iglesia en Corinto y a los santos que estaban por toda la región de Acaya, la cual se conoce hoy como Grecia. Fíjese en la esperanza de Pablo de que la carta circulara entre las iglesias en la región.
Pablo saludó a los creyentes con la gracia y la paz de Dios el Padre y del Señor Jesús. La gracia es el favor inmerecido de Dios. El deseo de Pablo era que estos creyentes experimentaran esta bondad inmerecida en sus vidas. A la luz de la lucha interna de ellos, ésta no era una bendición hueca. Estos creyentes ciertamente necesitaban el favor inmerecido de Dios. Pablo también deseaba que experimentaran la paz de Dios. Esta paz llega a través de estar en una relación correcta con Dios. Proviene de vivir en comunión con Él, conocer Su presencia y control sobre cada circunstancia de la vida. Éste era el deseo de Pablo para sus lectores.
Pablo empezó en el versículo 3 ofreciendo alabanza a Dios, el Padre del Señor Jesús. Fíjese en particular que Pablo Le alabó por ser un Dios de compasión y consuelo. Esto no quiere decir que nunca tendremos que sufrir. Pablo les recordó a los corintios en el versículo 4 que este Dios compasivo consuela a Sus hijos en sus tribulaciones. Sufrir es una parte normal de la vida. Incluso el Señor Jesús sufrió mientras vivió en esta tierra.
Si bien el sufrimiento es parte de esta tierra maldecida por el pecado, tenemos un Dios que está lleno de compasión. Como Dios de misericordia, Él comprende nuestro dolor y nuestros sentimientos. Él puede respondernos con amor y bondad, incluso aunque seamos pecaminosos. Él llora y se regocija con nosotros (ver Juan 11:33–36).
Según Pablo Dios es también, un Dios de consuelo que está a nuestro lado en nuestra agonía. Su presencia nos reconforta y nos da confianza. Pablo nos dice que Dios siente lo que estamos sintiendo. Él se solaza en establecer contacto con nosotros en nuestra tribulación. Puede que Él no nos quite nuestra tribulación, pero podemos estar seguros de Su presencia maravillosa en nuestras pruebas. El Señor nos fortalecerá y nos alentará en todas nuestras aflicciones.
En el versículo 4 Pablo nos recuerda que Dios nos consuela en nuestro sufrimiento a fin de que podamos, a su vez, ofrecer ese mismo consuelo a otros. En estos últimos años el Señor me ha dado el privilegio de enfrentar varias pruebas. A través de este período he ganado un nuevo aprecio de lo que los otros han tenido que enfrentar. Escribo y hablo con mayor compasión y sentimiento por los que están enfrentando asuntos similares. Escribo y hablo a partir de la experiencia y no meramente del conocimiento teórico. Comprendo más fácilmente por lo que las personas están pasando, porque he recibido el privilegio de sentir también una parte de ese dolor. Con el privilegio del sufrimiento viene una mayor responsabilidad. Dios nos da esta experiencia para equiparnos para un mayor ministerio de compasión. Nosotros que hemos recibido el consuelo de Dios, somos llamados a ofrecer ese mismo consuelo a los que sufren alrededor de nosotros. Dios le está enseñando lo que es sufrir y experimentar el consuelo de Dios a fin de que usted pueda ministrar mejor a los que le rodean.
Pablo nos reconforta al decirnos que tal como Jesús tuvo que sufrir, así nosotros también sufriremos por la justicia en este mundo colmado de pecado (versículo 5). La promesa de Dios es que mientras mayor sea nuestro sufrimiento por Cristo, mayor será nuestro consuelo. Dios no nos abandonará en nuestro sufrimiento. Recuerde que el consuelo no es la ausencia de dolor y sufrimiento – es la fortaleza para enfrentarlo. La prueba puede continuar, pero el consuelo de Dios nos da fuerza para perseverar. El consuelo de Dios nos dará todo lo que necesitamos para ser triunfadores llenos de gozo.
Pablo les recordó a los corintios que hasta los apóstoles habían sido atribulados en sus vidas (versículo 6). Ellos aceptaban esa aflicción y se daban cuenta de que, en parte, era por el bien de los corintios. A través de sus sufrimientos, los apóstoles estaban siendo equipados para ministrar más eficazmente a los corintios y fortalecerlos en sus pruebas. Dios consoló a Pablo y Timoteo en sus aflicciones a fin de que ellos, a su vez, pudieran ofrecer ese mismo consuelo a los creyentes en Corinto y en cualquier otro lugar. Podrían dar testimonio de la bondad y la fuerza de Dios en medio del dolor y la prueba.
Fíjese también en el versículo 6 que el consuelo produce paciencia. La paciencia es la capacidad de perseverar o resistir bajo presión. Cuando consolamos a alguien, los estamos alentando a que resistan bajo la presión que están enfrentando, hasta que Dios haya logrado todo lo que Él se había propuesto por medio de ella. Ellos son fortalecidos a través de esto.
No deberíamos apresurarnos para escapar de nuestras pruebas. En lugar de eso, deberíamos pedirle a Dios que nos dé paciencia para resistir, a fin de que podamos aprender todo lo que necesitamos aprender de la experiencia. Es el deseo del Señor Dios formarnos en nuestro sufrimiento. Como un alfarero experimentado, Él aplica presión en la arcilla de nuestras vidas para moldearnos y hacernos la vasija que Él quiere que nosotros seamos. Nunca es fácil ser puesto bajo esta presión, pero es para nuestro bien porque nos conforma más a Cristo. Pablo estaba muy seguro de que a medida que los corintios compartieran los sufrimientos de los apóstoles también compartirían en su consuelo (versículo 7).
En el versículo 8, Pablo les recordó a los corintios cómo los apóstoles habían sufrido por la causa de Cristo en la provincia de Asia. La presión y el estrés bajo el que ellos habían estado en su ministerio, estaba más allá de lo que pudieron humanamente resistir. Incluso se preguntaron si podrían soportar. Temieron por sus vidas. Sintieron la sentencia de muerte en sus corazones y fueron quebrantados y llevados hasta el final de ellos mismos. Se había acabado su fortaleza humana. Quizás usted haya estado en ese lugar en su vida.
Fíjese lo que Pablo les dijo a los corintios en el versículo 9. Él comprendió que Dios estaba permitiendo este sentido de desesperación por una razón de suma importancia. Él estaba permitiendo que ocurrieran estas cosas a fin de que aprendieran a no confiar en ellos mismos, sino en Dios.
En mis propios momentos personales de prueba, Dios permitió que mi salud fuera atacada. Emotivamente, experimenté un tiempo real de depresión. Fui despojado de una parte grande de mi ministerio. Relaciones muy íntimas fueron puestas a prueba. Durante este tiempo, Dios estaba quebrantando mi confianza en la carne. Si iba a pasar a través de esta dura experiencia, iba a tener que aprender a confiar en Él porque ya no me quedaba fortaleza física, emocional, o incluso espiritual. Esto era lo que Pablo les estaba diciendo a los corintios aquí. Él les estaba diciendo que en Asia, él había sido traído a este punto en su vida a fin de que él aprendiera a confiar en el Dios que incluso podía resucitar a los muertos (ver versículo 9).
Después Pablo podría mirar atrás en el tiempo y podría dar testimonio de la gracia de Dios en salvarlo del sufrimiento extremo y la muerte. Él les escribió a los corintios para decirles que Dios había sido fiel al fortalecerle a él y sus colaboradores durante esta prueba y por fin librarles de ella. Como consecuencia, él tenía una renovada confianza en el poder de Dios para librar. Él había experimentado la fidelidad de Dios en una circunstancia extrema. Esto le dio a Pablo mayor confianza para enfrentar lo que viniera en el futuro. Fue también un testimonio maravilloso para los creyentes en Corinto. Dios también les permitía enfrentar sus propias pruebas y sus propios sufrimientos con mayor confianza en un Dios fiel.
Pablo les pidió a los creyentes en Corinto que oraran por él y sus colaboradores mientras ellos continuaban enfrentado los sufrimientos y las pruebas del ministerio. Él anticipó que llegarían más pruebas. Él no esperaba que las cosas fueran fáciles en su ministerio; él les dijo a los corintios en el versículo 11 que mientras que ellos oraban por él, muchas personas le darían gracias a Dios por contestar sus oraciones. El apóstol no pidió que él fuera liberado de las pruebas –eso nunca ocurriría en esta vida. Sin embargo, lo que él estaba pidiendo era la fuerza y el favor de Dios en ese sufrimiento, de modo que la gente que él conociera, vieran la compasión y el consuelo de Dios en él y él fuera bendecido.
Pablo nos dice en estos versículos que Dios utiliza las pruebas en las vidas de los creyentes para revelar más de Su consuelo, a fin de que Sus hijos puedan madurar en paciencia y esperanza y puedan consolar a otros que están sufriendo. Que podamos experimentar el consuelo de Dios en nuestro sufrimiento, a fin de que podamos traer ese consuelo para los hermanos hoy necesitados de él.
Para Considerar:
¿Es probable que seamos libres del sufrimiento en esta vida?
¿Qué quiere Dios lograr en nosotros a través de las pruebas de esta vida?
¿Qué es el consuelo? ¿Significa el consuelo la ausencia de pruebas?
¿Usted alguna vez ha tenido que enfrentar pruebas serias en su vida? ¿Qué logró Dios en usted a través de esas pruebas?
¿Cómo puede usar usted su experiencia del consuelo de Dios para bendecir a otros hoy?|
Para Orar:
Agradezca al Señor por las maneras en que Él promete consolarle en sus momentos de tribulación.
Pídale al Señor que abra sus ojos a las cosas que Él quiere enseñarle a través de su sufrimiento y sus pruebas.
¿Tiene usted un amigo o un ser querido que esté atravesando un tiempo de profunda prueba? Pídale al Señor que ministre a esta persona específicamente en este momento.
¿Hay personas que Dios quiere que usted consuele? Pídale al Señor que le guíe en este asunto.
2 – PLANES CAMBIADOS
Leer 2 Corintios 1:12–24
Aquéllos de nosotros que hemos estado en el ministerio durante algún tiempo sabemos que el Señor tiene una forma de movernos de un ministerio a otro. Él no siempre nos mantiene en un lugar. A veces Dios parece quitar nuestro deseo por un ministerio específico. A veces, debido a la salud afectada u otras circunstancias, ya no podemos continuar con el ministerio. Dios podría conducirnos a otra iglesia o pueblo. Definitivamente, no estamos al mando de las circunstancias que determinan nuestro destino. Todo lo que podemos hacer es tomar cada día como el Señor nos lo da. Solamente Él sabe los planes que Él tiene para nosotros. Aquí en esta sección de la Sagrada Escritura vemos que incluso el gran apóstol Pablo tuvo que cambiar sus planes para caminar en obediencia al Señor.
Pablo empezó esta sección recordándole a los corintios que, como siervo de Dios, él se había conducido a sí mismo en el mundo y en sus tratos con ellos en santidad y sinceridad. ¿Por qué Pablo debió mencionar esto en su carta? Obviamente, había habido dudas acerca de él y su ministerio. Pablo estaba defendiendo sus acciones en contra de acusaciones falsas. Después en esta sección, veremos que Pablo había pensado visitar a los corintios, pero esos planes habían sido cambiados. Es posible que algunos estuvieran criticando por esto a Pablo.
Pablo se sintió obligado en el versículo 12 a recordarles a los corintios que él no había estado haciendo sus planes con sabiduría terrenal, sino con la gracia de Dios. Esto inmediatamente trae a colación una pregunta. Si Pablo les dijo a los corintios que él estaba planificando visitarlos y él nunca lo hizo porque las circunstancias se lo impidieron, ¿estaba él actuando según la conducción del Señor cuando él habló de estos planes?, ¿o él estaba siendo guiado por la sabiduría humana?
¿Usted alguna vez ha sentido que usted estaba siendo guiado por el Señor hacia un ministerio específico y entonces observó el fracaso de ese ministerio? Tuve el privilegio de observar al Señor conducirme de este modo durante un período de ocho años. Le observé abrir puerta tras puerta, y también observé cerrarse cada una de esas puertas en mi cara. Un amigo mío recientemente me preguntó si necesitaba pasar por esa prueba. Pensé en eso y sentí que fue ciertamente la voluntad de Dios para mí en aquel momento en mi vida. Las lecciones que aprendí fueron tremendas. Estaba siendo despojado de tantas fortalezas que me retenían. Dios me estaba reenfocando y redirigiendo al ministerio que ahora tengo. A veces Dios nos deja “fallar” para enseñarnos lecciones. Solamente porque usted no alcanzó su objetivo en un cierto ministerio, no quiere decir que usted no fuera llamado para ese ministerio. Debemos ser fieles y Dios controla los resultados.
Hubo momentos cuando los apóstoles eran conducidos a un pueblo o una ciudad sólo para ser apedreados y expulsados fuera por la gente de allí (ver Hechos 7:58; 14:19). Jesús claramente les dijo a los discípulos que cuando fueran a una ciudad que rechazara su mensaje, debían sacudirse el polvo de sus pies y mudarse a otro pueblo (ver Mateo 10:14). Abraham recibió instrucciones de tomar a su único hijo y ofrecerlo como sacrificio al Señor (ver Génesis 22). Cuando él le ató en el altar, el Señor le dijo que no le clavara el cuchillo y proveyó a un carnero en su lugar. ¿Qué debemos entender de todas estas situaciones? Lo que tenemos que ver aquí es que los caminos de Dios son muy diferentes de los nuestros. A veces Dios nos conduce a lo que da la apariencia de ser un total fracaso para enseñarnos las lecciones que tenemos que aprender. A veces Dios nos llama a sacrificar los ministerios a los que Él nos ha llamado o devolverle las bendiciones que Él ha dado para probar nuestra fidelidad. A veces Dios nos permitirá hacer planes y luego nos pedirá que sacrifiquemos esos planes por Él.
Si usted ha caminado con el Señor durante cierto tiempo, usted comprenderá lo que estoy diciendo aquí. Dios le llamará a hacer muchos sacrificios para Su reino. Puede que sean planes que usted hizo cuando usted luchaba en oración con Dios. Usted sabe que esos planes no fueron hechos según la sabiduría terrenal. Estaban hechos para el bien del reino de Dios y Su gloria, pero Dios ahora le está pidiendo que los abandone.
Moisés condujo a los hijos de Israel por cuarenta años por el desierto hacia la Tierra Prometida. Él se propuso hacerlos pasar a esa Tierra Prometida, pero un día Dios se apareció ante Moisés y le dijo que él no era el hombre para hacer esto. Él debió dejar que Josué lo hiciera en su lugar (ver Deuteronomio 3:26–28). El amor de David por el Señor fue sin igual en los tiempos del Antiguo Testamento. Su deseo ardiente era ver un templo construido para la gloria de Dios. Él acaudaló tesoros y apartó su riqueza para construir un templo maravilloso para la gloria de Dios. Su corazón era para Dios sobre este asunto. Un día Dios le dijo que él no debía construir ese templo, sino dejar a su hijo Salomón hacerlo en su lugar (ver a 1 Crónicas 22:7–10). ¿Estaba David actuando con sabiduría terrenal al apartar sus tesoros para el beneficio de un templo? ¿Estaba David siendo egoísta al tratar de construir este templo para Dios? Creo que el corazón de Moisés y el corazón de David estaban bien ante Dios. Ellos tomaron sus decisiones para la gloria de Dios a través de una ardiente búsqueda de Su voluntad.
El deseo de Pablo de venir a Corinto estaba también hecho para la gloria de Dios y mediante la búsqueda del corazón de Dios. Sin embargo, lo que cada uno de estos individuos tenía que comprender, era que Dios se reserva el derecho de tomar estos planes y cambiarlos. Nunca es fácil sacrificar lo que es muy apreciado para nuestros corazones. ¿Usted estaría dispuesto a abandonar los ministerios que Dios le ha dado, si Él le llamara a hacerlo así? ¿Abandonaría usted sus planes? Dios le pidió a Pablo que abandonara su plan de ir a Corinto. Él no había hecho el plan en base a la sabiduría humana. Él había buscado a Dios. Pero él estaba dispuesto a colocar esos planes sobre el altar cuando Dios lo llamara a hacerlo.
Pablo estaba seguro de que los corintios comprendían lo que él les estaba escribiendo (versículo 13). Sin embargo, había algunos que estaban tratando de socavar el ministerio de Pablo. Estos individuos estaban tratando de encontrar una excusa para desbaratar su reputación en la región al usar este ejemplo de la ausencia de Pablo en Corinto, cuando él les había dicho que él tenía la intención de venir. Sin embargo, Pablo tenía confianza en que los corintios entenderían que Dios le había redirigido. Él tenía confianza de que ellos continuarían gloriándose de él y de sus colaboradores, del mismo modo que él se gloriaba de ellos (versículo 14).
La jactancia aquí no era pecaminosa. Pablo y los corintios se regocijaban mutuamente. Tal como un padre se enorgullecería de su hijo o su hija o un esposo se regocijaría de su mujer, así es que Pablo estaba orgulloso de y se regocijaría en los corintios. Él también creía que ellos se enorgullecían de él a pesar de su incapacidad para venir a verlos inmediatamente.
El versículo 15 nos recuerda que Pablo había pensado visitar a los corintios dos veces a fin de que pudieran recibir una bendición doble. Su intención era visitarlos en camino a Macedonia y regresar a verlos en su camino a Judea (versículo 16). En Hechos19 y 20 leemos acerca del viaje de Pablo a Macedonia y el problema que se desencadenó en esa región por su predicación. Pablo podía haber muerto si él se hubiera quedado. Como consecuencia, tuvo que cambiar sus planes para poder salvar su vida. Dios lo dirigió a tomar otra ruta.
Pablo les dijo a los corintios que cuando él planificó este viaje, él no lo hizo a la ligera (versículo 17). Él no hizo estos planes en una manera mundana (es decir, sin consultar al Señor). Todos nosotros hemos conocido individuos que dicen una cosa y nunca hacen lo que dicen. Hay individuos que tontamente hacen planes, sabiendo que nunca pueden cumplir esos planes; éstos son individuos con los que no podemos contar. Pablo no quería que los corintios lo vieran así. Él no era el tipo de persona que decía “sí” y “no” casi al mismo tiempo. Al contrario, él hizo todo lo posible para permanecer fiel a su palabra. El hecho de que Pablo estuviera escribiendo la carta era una señal de cuán seriamente él tomaba estos asuntos.
Debido a que Pablo había cambiado sus planes de viaje, algunas personas intentaron desprestigiar su ministerio y mensaje presentándolos como indignos de confianza. Pablo dijo en el versículo 18 que el mensaje que él les había traído era muy claro y veraz. El mensaje del evangelio no era un mensaje confuso, ni Dios es un Dios de confusión. Pablo les recordó a los corintios en el versículo 19 que el Señor Jesús les fue predicado a ellos muy claramente como el sólo y único mensaje de “sí”. Todas las promesas que Dios hizo son promesas de “sí”. Es decir, son promesas verdaderas y fieles. Son promesas sinceras con las que las personas pueden contar – siempre.
Fíjese la conexión aquí entre los comentarios de Pablo sobre la verdad y la confiabilidad del mensaje del evangelio y su propia incapacidad para visitarlos. Él quería que su vida fuera un reflejo de la verdad del evangelio. Es por esto que era importante para él ser fiel a su palabra. Cuando él no pudo venir a los corintios como él les había prometido, él estaba muy preocupado de que esto no afectara lo que lo corintios sentían acerca de la verdad del mensaje que él predicaba. Nuestras vidas reflejan el mensaje que predicamos. Si nosotros somos poco confiables e infieles, ¿qué es lo que esto revelará a las personas acerca del mensaje predicamos?
En los versículos 21 y 22, Pablo les recordó a los corintios que Dios les guardaría en Cristo. Él colocó su sello en ellos y puso Su Espíritu Santo en ellos como depósito garantizando la vida eterna. Dios es fiel y verdadero. Sus promesas todas se cumplirán. No hay obstáculos que puedan interponerse entre Dios y el logro de Sus promesas, como pasó entre Pablo y su deseo de venir a Corinto.
Pablo concluyó el capítulo recordándoles a los corintios que era por tener piedad que él no regresó a Corinto. Él no explicó completamente lo que él quiso decir con tener piedad de ellos. La presencia de Pablo en Corinto a esta hora bien pudo haber causado una conmoción entre la población incrédula. Había gente que querían matar a Pablo y crear problemas en las comunidades donde él iba. ¿Pudiera ser que esto fuera parte de lo que Pablo les estaba diciendo? Pudiera ser que en este momento, por la naturaleza de la persecución que él sufrió en Macedonia, no habría sido sabio traer esa misma persecución a la iglesia de Corinto.
En el versículo 24, Pablo les recordó a los corintios que no era su intención “señorear sobre su fe”. Señorear sobre alguien significa estar controlando. Pablo no tuvo en su ministerio la intención de estar controlando. Su deseo era ver que los demás maduraran y crecieran en la alegría del Señor. El hecho de que Pablo se vio forzado a mencionar esto, puede ser una señal más de la oposición en Corinto a su ministerio. ¿Había individuos afirmando que Pablo estaba controlando?
Pablo escribió la carta para reconfirmar a los corintios de su devoción por ellos. Él no había podido venir a ellos como él lo había planificado, pero su deseo era verlos crecer en alegría y fe a fin de que permanecieran firmes hasta el fin.
Para Considerar:
¿Ha encontrado usted alguna vez que sus planes están cambiando? ¿Le ha pedido a Dios alguna vez que sacrifique sus planes para Su gloria? Dé un ejemplo.
¿Usted estaría dispuesto a sacrificar todos sus planes para la gloria del Señor?
¿Ha sido responsable usted alguna vez de no cumplir sus promesas? ¿Qué le está diciendo Dios ahora de esas promesas?
¿Cuál es la diferencia entre hacer planes según la sabiduría humana y hacer planes buscando verdaderamente a Dios?
Si las personas ven a Dios a través de usted, ¿qué ven ellos? ¿Cómo puede convertirse usted en un mayor testigo del carácter de Dios? Sea específico.
Para Orar:
Agradezca al Señor que Él es siempre fiel a Su palabra y que nada puede impedir el cumplimiento de Sus promesas para con nosotros.
Pídale al Señor que le dé gracia para rendirlo todo a Él.
Pídale al Señor que le permita ser un mejor testigo para el mundo sobre Su carácter. Pídale que le muestre en específico donde tiene que madurar su carácter.
3 – UNA CARTA DOLOROSA
Leer 2 Corintios 2:1–11
En la última meditación, vimos cómo el apóstol Pablo se sintió obligado a explicar a la iglesia de Corinto por qué él no vino a visitarlos como él había planificado. Él se había visto forzado a dejar la región de Macedonia por la persecución. Ésta fue una razón para su cambio de planes. Hubo otra razón también. Parece que Pablo quiso dar a la iglesia en Corinto algún tiempo para arrepentirse de ciertos pecados antes de que él viniera a visitarlos. Nos enteramos por este capítulo que Pablo les había escrito una carta muy dolorosa. Es posible que la carta fuera 1 Corintios. Si este es el caso, podemos comprender lo que Pablo estaba diciendo aquí. En 1 Corintios Pablo habló muy denodadamente a la iglesia acerca de su falta de amor entre ellos. Él los retó a que dejaran de dividir la iglesia siguiendo sólo a sus líderes favoritos. Él los condenó por tolerar a un hombre que estaba teniendo relaciones sexuales con la esposa de su padre. Él los acusó de dividirse por el uso de los dones espirituales. La epístola de 1 Corintios es una carta muy intensa. Puede ser a esta carta, o a otra carta, que Pablo se estaba refiriendo en este capítulo.
Pablo les dijo a los corintios que él no los visitó porque él no quiso hacerles una visita dolorosa (versículo 1). Esto nos conduce a creer que la última vez que Pablo estuvo con los corintios había habido muchos asuntos difíciles que resolver. Pablo tenía una personalidad que no le gustaba dejar las cosas sin resolver. Él no dudaba en ocuparse de cosas que tenían que ser corregidas. Aunque esto era para el beneficio de las iglesias, podría ser a veces muy doloroso para ellas. Pablo fue comprensivo con el dolor que él causó. Él no quería abrumar a los creyentes en Corinto. Él comprendió su tendencia a querer corregir todos los males. Por esta razón, Pablo escogió no ir a Corinto. Él no quiso ir hacia allá y agrandar su dolor corrigiéndoles aún más. Él decidió darles tiempo para resolver sus problemas por ellos mismos.
Hay momentos en los que es mejor para los líderes cristianos no decir nada. Tiendo a tener algo de la personalidad de Pablo. Cuando veo problemas, quiero solucionarlos. Una cosa que he tenido que aprender es llegar a ser más tolerante con las debilidades de otros. Ha habido momentos en los que en realidad he desalentado a hermanos en el Señor intentando demasiado duro que cambien. A veces simplemente tenemos que encomendar los asuntos en las manos del Señor y confiar que Él se moverá en estas situaciones. Muy a menudo, intentamos hacer el trabajo del Espíritu Santo. Pablo no pasó por alto lo que él conocía que estaba mal en la iglesia de Corinto. Sin embargo él sabía que el Espíritu Santo haría un trabajo mucho mejor que el suyo. Él también entendió que su presencia podría abrumar a los creyentes. Él escogió, por consiguiente, darles algún espacio y tiempo. No era el momento adecuado para visitarlos. Ellos necesitaban a alguien con una forma más moderada de ministrar. Pablo se dio cuenta de que él no era ese hombre, así es que escogió no ir.
Pablo tenía otra razón para no afligir a estos creyentes más de lo que tenían que ser afligidos. Él necesitó su aliento y apoyo cuando él se desalentó (versículo 2). Es verdad que estos creyentes no eran perfectos. Ellos tenían un camino largo que recorrer en su andar con el Señor. Sin embargo al mismo tiempo, Pablo tuvo la humildad para reconocer que él todavía los necesitaba y que tenían algo que contribuir a su ministerio. Sin ellos, su ministerio y andar espiritual sufrirían. Esto nos muestra que si bien no somos espiritualmente adultos, todavía tenemos algo que contribuir al cuerpo de Cristo. También nos enseña que necesitamos ser lo suficientemente humildes para reconocer nuestra necesidad de incluso el creyente más débil. Cada miembro del cuerpo tiene un papel que jugar. Usted puede ser un gran pastor o un maestro, pero usted todavía puede aprender del miembro más débil de su congregación. Pablo tuvo la humildad para reconocer esto.
No fuimos diseñados para vivir y ministrar solos. Pablo comprendió su necesidad de que otros creyentes oraran por él y le alentaran. Hasta Pablo tuvo sus momentos de desánimo en el ministerio. En aquellos tiempos, Dios utilizó a creyentes para levantarle y alentarle en su fe y dones. Si usted está sintiendo este desánimo, usted necesita encontrar a otros que le puedan comprender. Usted necesita dejarles alentarle y bendecirle. No podemos ministrar por nuestra cuenta. Nos necesitamos mutuamente.
En el versículo 3 Pablo habló específicamente de una carta que él había escrito a los corintios. Él les dijo que él escribió la carta para que cuando él los visitara, él no estuviera angustiado. Él escribió a fin de que se ocuparan de los pecados en su asamblea. Cuando él los visitara, él quería ser alentado por lo que él viera. La carta previa que él les escribió fue muy difícil. Pablo les dijo a los corintios en el versículo 4 que fue una carta muy difícil de escribir. Su corazón estaba en gran desasosiego y angustia por ellos y lo que estaba ocurriendo en su iglesia. Él había escrito esa carta con lágrimas en sus ojos. Sin embargo, él había sentido que él necesitaba escribirla, por amor a ellos. Él no podía dejarlos continuar en su sendero. Él les amaba demasiado para no corregirlos. Aunque había sido difícil escribir la carta, era para su propio beneficio.
Pablo habló en el versículo 5 acerca de un individuo que le había causado mucha pena a él y a la iglesia en conjunto. No se nos da la identidad de este individuo. Sin embargo en 1 Corintios 5:1–3, leemos qué Pablo escribió sobre un cierto individuo en la iglesia en Corinto:
De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
Fíjese en específico que Pablo le dijo a la iglesia que debería estar llena de pesar sobre este hombre y su pecado. ¿Es posible que éste sea el Pablo que estaba hablando aquí en el versículo 5? Él les recordó a los corintios que no solamente de verdad él sentía tristeza sobre el comportamiento de este hombre, sino sobre toda la iglesia también.
Pablo le recordó a la iglesia que el castigo que había sido infligido a este hombre era suficiente. En 1 Corintio Pablo les retó a castigar al hombre culpable de inmoralidad sexual. Evidentemente, habían escuchado a Pablo. Puede que estuvieran siendo un poco demasiado severos con el hombre. Pablo les recordó que ahora necesitaban perdonarle y consolarle a fin de que él no fuera abrumado por tristeza excesiva (versículo 7). Pablo retó a los creyentes en Corinto que reafirmaran a este hombre y le reconfortaran de su amor por él, como iglesia.
Es interesante notar aquí la conexión entre cómo Pablo estaba tratando con los corintios y cómo él quería que ellos trataran con este hermano. Pablo escogió no visitar Corinto a fin de no ser una carga excesiva para los corintios. Él no quería abrumarlos con exhortaciones a cambiar y ocuparse de su pecado. Ellos solamente podrían soportar hasta un punto antes de desalentarse completamente en su caminar. Pablo quiso que los corintios encontraran este equilibrio también en su trato con el hombre que los había afligido en la iglesia.
Permítanme subrayar la importancia de lo que Pablo nos está diciendo aquí. Es importante que hagamos todo lo que podamos para mantener la santidad en nuestras iglesias. Sin embargo, debemos hacer eso dándonos cuenta de que si somos demasiado enérgicos, podemos quebrantar el espíritu de los que queremos ayudar. En la disciplina siempre debemos recordar el amor. Hay personas que han abandonado la iglesia porque fueron tratadas con desprecio y hostilidad excesiva. Quizás el deseo de la iglesia fuera ver que estos creyentes se ocuparan de su pecado. El defecto no estaba en el deseo de la santidad, sino en cómo buscó la iglesia alcanzar esa santidad. Necesitamos disciplinar a nuestros hijos, pero podemos estar tan deseosos de que vengan a Cristo y vivan para Él que los podemos abrumar y los podemos afligir. No es siempre fácil de encontrar el equilibrio entre el castigo y el ánimo.
Hay personas que han cumplido con el deber si han disciplinado a un niño o un miembro de su iglesia. La disciplina no es el objetivo. El objetivo es la madurez e integración en el cuerpo de Cristo como un miembro fructífero. Esto era lo que Pablo les estaba diciendo a los creyentes en Corinto. Habían disciplinado al miembro que los había afligido, pero no habían terminado la tarea. Después tenían que volver a recibir a este hombre y alentarle a la madurez en Cristo.
Aun cuando este hombre había afligido a Pablo seriamente, si la iglesia le había perdonado, Pablo también le perdonó de cualquier agravio que él hubiera hecho (versículo 10). Pablo le recordó a la iglesia que ellos tenían que ocuparse de este asunto y perdonar a este hombre a fin de que Satanás no los aventajara (versículo 11). Sería fácil que Satanás le impidiera a la iglesia perdonar. Esta renuencia a perdonar los alejaría de la bendición de Dios. Aun cuando este hombre los había afligido por sus acciones, la iglesia podría afligir al Señor Dios al no perdonarle.
Jesús también enseñó este principio en los evangelios. Escuche lo que él dijo en Mateo 18:6:
Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
Satanás es un enemigo muy ingenioso. Él puede hacer que los que verdaderamente aman al Señor y desean la verdad pierdan de vista el equilibrio del que Pablo habló aquí. La madurez espiritual es un proceso de toda la vida. No seremos perfectos en esta vida. Alabado sea el Señor que él nos puede utilizar como somos. Alabémosle también por los que amorosamente nos inspiran a continuar en ese andar hacia la madurez espiritual.
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de traer a un joven conmigo a un estudio de la Biblia que yo estaba conduciendo. Este joven había venido de un historial muy difícil. Él había estado atrapado en las drogas, el alcohol y la inmoralidad sexual. Dios había estado trabajando estupendamente en su corazón y le había dado victoria sobre las drogas y el alcohol. Le recuerdo diciéndome un día, “Wayne, los cristianos que conozco están siempre detrás de mí porque fumo cigarros. No se dan cuenta de las victorias que Dios ya me ha dado. Todo lo que pueden ver es que todavía estoy fumando.” Mientras reflexionaba sobre esta declaración en los días siguientes, me di cuenta de que muy a menudo esperamos la perfección instantánea. Los creyentes bienintencionados literalmente estaban desalentando a este joven en su caminar. Querían que él se deshiciera de todos sus malos hábitos pero, durante el proceso, pasaban por alto las cosas estupendas que Dios ya había hecho.
La madurez es un proceso de toda la vida para todos nosotros. Los creyentes no son perfectos, ni lo serán en esta vida. En nuestra avidez por presenciar madurez espiritual, no desalentemos a nuestros hermanos en Cristo. Si nos damos humildemente cuenta de nuestras propias debilidades, tendremos más compasión con las personas que están batallando.
Para Considerar:
¿Ha sido usted alguna vez desalentado en su fe por alguien que estaba demasiado ansioso por verle cambiar? ¿Cómo encontramos equilibrio entre disciplinar y alentar?
¿Qué aprendemos aquí en este pasaje acerca de la importancia de cada miembro en el cuerpo de Cristo?
¿A quién tiene usted alrededor suyo que le aliente y le bendiga en su tiempo de necesidad?
¿Alcanzaremos la perfección en esta vida? ¿Cuán fácil es mirar las imperfecciones de otros y descuidar las nuestras?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé discernimiento para poder promover la madurez en otros sin abrumarlos o desalentarlos.
Pídale al Señor que le rodee de creyentes que le bendigan y alienten. Pídale que le permita ser alguien que bendice y alienta al cuerpo.
¿Conoce usted alguien que ha sido muy herido por la iglesia? Pídale al Señor que abra oportunidades para ministrar y bendecir a esos individuos. Pídale a Dios que los restaure a la comunión con el cuerpo.
4 – TRAFICANTES Y EMBAJADORES
Leer 2 Corintios 2:12–17
Los caminos de Dios son muy diferentes a los nuestros. No es siempre fácil discernir los caminos de Dios, pero podemos tener la seguridad de que Sus caminos siempre nos conducen al triunfo y la victoria. Aquí en este pasaje, Pablo compartió tres apreciaciones profundas, importantes en su ministerio.
Llamado, No Necesidad
En el versículo 12, Pablo les dijo a los corintios que él había ido a Troas para predicar. Cuando él llegó, él se encontró con que una puerta estaba abierta de par en par para el evangelismo. Evidentemente, la gente de la región estaba dispuesta a escuchar y responder al mensaje de Pablo. Qué maravilloso tiene que haber sido eso para Pablo. A menudo las personas eran muy críticas de lo que él hablaba. A veces él fue expulsado de una ciudad, fue apedreado o golpeado por lo que él predicó. Pero en Troas, él encontró una puerta de oportunidad para el evangelio.
Sin embargo, Pablo les dijo a los corintios en el versículo 13 que si bien había una puerta totalmente abierta, él no tenía paz en su corazón al quedarse allí porque Tito no estaba en la ciudad. Evidentemente, Pablo había pensado encontrarse con este hermano y no lo pudo encontrar en Troas. Esto puso a Pablo en una situación difícil. Por un lado, la puerta estaba abierta para él; pero, por otra parte, él no tenía descanso en su espíritu para estar allí. Su corazón lo estaba llamando a encontrar a Tito. Pablo decidió seguir la conducción del Señor y salir de la región de Troas y abandonar la oportunidad de ministerio allí para salir a buscar a su hermano.
Cuando estaba preparándome para ir a la isla de Isla Mauricio como misionero, recuerdo que las personas venían a mí y me decían: “Wayne, ¿por qué te vas a la mitad del mundo a ministrar cuando hay muchísimas necesidades aquí mismo en Canadá?” Luché con esto durante algún tiempo, hasta que el Señor me mostró que no debía ir a ninguna parte solamente porque había necesidad. Debía ir porque era ahí donde Dios me estaba llamando. Hay muchas necesidades alrededor nuestro. Sin embargo, Dios tiene un lugar muy especial para cada uno de nosotros. Fui a la Isla de Mauricio, no por la necesidad, sino porque Dios quiso que yo fuera a un ministerio que Él tenía para mí allí.
En el libro de Hechos, encontramos que Felipe estaba ministrando alrededor de Samaria (ver Hechos 8). Dios estaba haciendo un trabajo poderoso en esa región y se estaba propagando el avivamiento. Entonces un día el Señor le habló a Felipe y le dijo que fuera al desierto para conocer a un solo etíope. Felipe dejó Samaria para atender a este hombre que estaba viajando a través del desierto. Dios tenía un propósito específico para Felipe. Dios no lo quería en Samaria donde estaba el avivamiento; Él lo quería en el desierto.
Esto es lo que está ocurriendo en 2 Corintios 2:12–17. Pablo vio la puerta abierta para el evangelio en Troas, pero él no tuvo la paz de Dios en su espíritu. Dios le estaba sacando fuera de esa región. Aunque Pablo se deleitaba en predicar el evangelio donde estaba siendo recibido, él sabía que era más importante escuchar el llamado de Dios. Él abandonó Troas, con todas sus oportunidades, para salir a buscar a Tito.
En la actualidad, hay personas que están ministrando en lugares donde hay tremenda necesidad, pero no están donde el Señor quiere que ellos estén. Se les debe admirar por su dedicación y su perseverancia, pero tienen que hacer un cambio. Tienen que ir donde el Señor los está guiando. Algunos tienen que cambiar sus ministerios. Puede que haya pastores que tengan que ir al campo misionero. Puede que haya misioneros que tengan que regresar a casa. Puede que haya diáconos o ancianos que Dios está llamando a ser pastores. Puede que Dios tenga un sitio para usted en otro trabajo o en alguna otra parte. Puede que sea hora de escuchar el llamado de Dios y obedecer como Pablo. Él abandonó Troas y fue a Macedonia donde él estaba sintiendo el llamado de Dios.
El primer principio ministerial que Pablo mantuvo fue éste: Pablo se negó a permitir que su ministerio se basara solamente en la necesidad y la oportunidad. El ministerio de Pablo se basó en la guía del Señor. Él voluntariamente dio su espalda a las oportunidades ministeriales para hacer lo que el Señor lo estaba llamando a hacer.
El Aroma de Cristo
Pablo sabía que Dios le guiaría triunfalmente cuando él diera el paso al frente en obediencia (versículo 14). Los caminos de Dios eran distintos a los suyos. Sin embargo, Pablo sabía que si él vivía en obediencia al llamado de Dios, él conocería la bendición de Dios. Dios guiaría a Pablo en procesión triunfal y se esparciría a través de él la fragancia de Cristo a todas las partes que él fuera. Pablo veía su ministerio como uno de esparcir el aroma de Cristo dondequiera que él viajara.
Pablo les recordó a los corintios que ellos representaban al Señor para el mundo en todo lo que hacían y decían. Eran un aroma de Cristo en el mundo. Para los que estaban pereciendo, eran olor de muerte. La presencia de Cristo en ellos les recordaba a estos individuos su condenación. Las vidas santas de los corintios traían convicción a los incrédulos recordándoles que habían estado resistiendo los propósitos del Señor Dios. El aroma de Cristo en las vidas de los creyentes condena y convence a los incrédulos; es olor de muerte para ellos.
Para los que pertenecían al Señor Jesús, los corintios si eran aroma de vida. La presencia de Cristo en ellos era un símbolo de perdón y aceptación ante Dios. El aroma de Cristo en ellos era un recordatorio de esperanza y salvación. A medida que Pablo se movía de un lugar a otro, él llevaba consigo un aroma de Cristo. Consideremos esto brevemente.
Como fragancia de Cristo, Pablo sabía que su ministerio y su estilo de vida tenían que ser por completo acerca de Cristo. Hay muchas personas que tienen olor a carne, legalismo, o tradiciones religiosas. Otros huelen a teología y debates interminables. Algunos tienen olor a denominacionalismo. A medida que nos adentramos en el ministerio, podemos tener olor a muchas cosas diferentes. Pablo quiso ser un aroma de Cristo. Todas estas otras cosas, tan importante como pueden ser o no, no debían tomar el lugar de Cristo. ¿Qué aroma huelen las personas en usted hoy? ¿Huelen a Cristo y todo lo que Él representa, o las cosas inferiores o nocivas han comenzado a diluir Su fragancia en su vida?
Traficantes y Embajadores
Hubo otro principio por el que Pablo vivió en su ministerio. Él procedió a recordarles a los corintios que él no era un traficante de la Palabra de Dios. Pablo no veía su ministerio como uno de intentar convencer a las personas para que compren un producto. Él no era un vendedor, sino un embajador. Como embajador, él no abarató el evangelio comparándolo a un producto que se compra o se vende. Pablo representaba a Cristo y hablaba con Su autoridad al mundo. El mensaje que él hablaba no podía ser discutido. No era una palabra para ser canjeada o comprada a cualquier precio. Era una palabra con autoridad para ser escuchada y obedecida como la Palabra del Todopoderoso Rey y Señor. Hacer caso omiso de esta Palabra era perecer.
Fue por esta razón que Pablo estuvo tan dispuesto a abandonar la región de Troas cuando había una puerta abierta para él. Él estaba dispuesto a partir porque él se veía a sí mismo como embajador de Cristo. Él habló con la autoridad de Dios a la gente a quien Dios le llamó. Sí, había una puerta totalmente abierta en Troas, pero Dios lo estaba llamando a Macedonia. Como vendedor, Pablo habría sido estúpido en dejar Troas. Había personas dispuestas a comprar su producto. Sin embargo, como embajador, Pablo sabía que él tenía que seguir la conducción y el llamado del amo que él representaba. Dios no lo estaba llamando a Troas.
La manera en que entendemos nuestro ministerio afecta la manera en que ministramos. Pablo basó su ministerio en el llamado de Dios y no en las oportunidades. Él vio que su papel consistía en esparcir el aroma de Cristo dondequiera que él fuera. Él les recordó a los corintios que ellos eran embajadores de Cristo llamados no a comerciar con el evangelio, sino a declararlo con autoridad dondequiera que su Señor les guiara.
Para Considerar:
¿Cuál es la diferencia entre un traficante y un embajador?
¿Qué le ha llamado Dios a hacer específicamente? ¿Está usted donde el Señor quiere usted esté?
Somos llamados a esparcir el aroma de Cristo dondequiera que vamos. ¿Qué otro aroma podemos esparcir?
¿Qué nos impide ser obedientes a la voluntad específica de Dios para nuestras vidas? ¿Es posible que hayan obreros cristianos involucrados en ministerios maravillosos que no están donde Dios quiere que ellos estén?
Como representante de Cristo, ¿qué clase de aroma esparce usted personalmente?
Para Orar:
Pídale al Señor que le muestre claramente Su voluntad específica y el propósito para su ministerio.
Dele al Señor las gracias por el privilegio que tenemos de ser representantes de Cristo. Pídale que le ayude a ser un buen representante.
5 – LA CONFIANZA DEL APÓSTOLES
Leer 2 Corintios 3:1-12
En la última meditación, vimos cómo Pablo les recordó a los corintios que él era un embajador enviado por Dios que hablaba con autoridad en el mundo. Él tenía una visión muy alta de su ministerio y su llamado. Es también obvio del contexto de 2 Corintios que no todo el mundo aceptaba el ministerio de Pablo. El contexto indicaría que algunas personas pensaban que Pablo ministraba con sabiduría terrenal y no por el Espíritu.
Pablo tenía conciencia de esta tensión en Corinto. En el versículo 1, él preguntó: “¿Comenzamos a recomendarnos a nosotros mismos otra vez?” Algunas personas pudieron haber sentido que Pablo se estaba recomendando a sí mismo ante los corintios para reparar el daño causado por los que cuestionaban su autoridad. Para tratar con esto, Pablo hizo otra pregunta en el versículo 1: “¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?”
¿Necesitaba Pablo que alguien patrocinara su ministerio para darle algún nivel de respeto? Pablo les recordó a los corintios que ellos mismos eran su carta de recomendación escrita en su mismísimo corazón y leída por todo el mundo. Pablo había trabajado en la región de Corinto y los corintios habían presenciado el resultado. Muchos habían venido a conocer al Señor a través de su ministerio. Él los había instruido en su fe. Solamente su testimonio era un testigo poderoso de la autoridad de Pablo y el ministerio del Espíritu Santo a través de él.
La carta de recomendación no fue escrita con tinta, sino por la presencia del Espíritu Santo en los corazones y las vidas de los corintios que habían llegado a la fe en Cristo a través del ministerio de Pablo. Cuando las personas miraban a estos creyentes, veían la realidad de Cristo. Ellos veían el milagro de una vida cambiada. Ellos veían la demostración del poder del Espíritu de Dios en ellos. Ésta era la prueba de la legitimidad del ministerio de Pablo.
Lo importante que nosotros debemos recordar aquí es que nuestras vidas son como cartas. Los que están alrededor nuestro las están leyendo. Ellos ven el poder de Dios y la presencia de Su Espíritu Santo en nuestras vidas. Ven a la persona de Cristo y Su carácter en nosotros. Algunos creyentes son mejores cartas que otros porque reflejan más del carácter del Señor Jesús. Todos nosotros somos cartas que las personas están leyendo. Su impresión del Señor Jesús dependerá, hasta cierto punto, de lo que ellos leen a través de nuestras vidas. Cuán importante es para nosotros que seamos cartas que lleven a las personas al Señor Jesús.
Pablo tenía confianza de que la obra que Dios estaba haciendo en las vidas de los corintios sería prueba que Dios estaba verdaderamente en él y obrando través de él. En el versículo 5, Pablo les recordó a los corintios que esta confianza que él tenía no estaba en sí mismo, sino en Dios. No era por sus esfuerzos personales que su ministerio era tan exitoso, sino más bien por la gracia de Dios. La confianza de Pablo estaba en Dios. Es vital que comprendamos este punto.
Hace algún tiempo estaba hablando con una estimada hermana en el Señor que me dijo que cuando ella enseñaba una clase en la escuela dominical, ella siempre se aseguraba de que ella había pasado un par de horas en preparación para la clase. Sin embargo le recordé a ella que aunque esto tenía mucha importancia, su confianza no debería estar nunca en su preparación. Nuestra confianza tiene que estar solamente en el Señor y Su Espíritu.
Tengo que admitir que ha habido momentos en los que he intentado convencer a las personas a entrar en el reino de los cielos. Ha habido momentos en los que he confiado en mis argumentos bien fundamentados y mi habilidad en persuadir. Pablo nos dice que en su ministerio, su confianza no estaba en estas cosas, sino en Dios. ¿Cuán a menudo ha utilizado Dios las palabras torpes de un hombre sencillo e inculto o una mujer para traer salvación a un pecador o reprimenda para los de mayor experiencia? Dios logrará más a través de la mujer u hombre sencillo que confía en Él que a través del predicador adiestrado y experto o el maestro que ministra con fortaleza humana. La confianza de Pablo no estaba en su carne, sino en su Dios.
El ministerio al que Dios había llamado a Pablo no era un ministerio de la letra, sino del Espíritu (versículo 6). Por “letra” Pablo parece haberse estado refiriendo a la ley. Cuando hablamos de la ley, hablamos del esfuerzo por complacer a Dios viviendo según Sus estándares. Las Sagradas Escrituras hacen constar que ninguno de nosotros, según nuestro propio esfuerzo, podemos vivir la vida que Dios requiere. Sin embargo hay todavía líderes cristianos que están predicando este mensaje de legalismo y obras. Enseñan que tenemos que estar a la altura del estándar que Dios requiere si vamos a ser salvados de nuestro pecado. Predican que tenemos que obedecer la ley de Dios si queremos llegar al cielo. Han olvidado que la salvación no tiene nada que ver con cuán buenos somos. A todo lo largo del Antiguo Testamento vemos cuán imposible era para las personas estar a la altura de los estándares de Dios por sus propios esfuerzos. Ninguno de nosotros podemos salvarnos intentando guardar la ley. Nunca alcanzaremos el estándar que Dios ha establecido para nosotros. Por esto es que vino el Señor Jesús – para ofrecernos salvación por gracia solamente por medio de la fe.
Pablo les recordó a los corintios que él no era un ministro de la ley, sino del Espíritu. Mientras la letra mata, el Espíritu da vida (versículo 6). Lo que nunca podríamos hacer en la carne, lo ha hecho el Señor Jesús por nosotros. El Espíritu de Dios nos señala a la obra del Señor Jesús a favor nuestro. Únicamente hay vida en lo que el Señor Jesús hizo por nosotros. Si queremos vivir la vida que Dios requiere, debemos hacerlo a través del Espíritu Santo. Es decir, tenemos que permitirle obrar en nosotros para lograr Su conducción y capacitación si vamos a ser lo que Dios nos llama a ser.
El mensaje de Pablo es que los humanos son incapaces de salvarse ellos mismos. Sólo Cristo puede salvar. Sólo por el Espíritu Santo podemos vivir la vida cristiana. Cualquier mensaje que disminuya la necesidad de Cristo para la salvación y del Espíritu Santo para la vida cristiana es un mensaje que no procede de Dios y conduce al fracaso y a la muerte.
Pablo les recordó a los corintios en el versículo 7 que cuando la ley fue dada por Moisés en el Antiguo Testamento, llegó con gran poder y gloria. En aquellos tiempos la montaña estaba llena de humo y fuego. La mano de Dios escribió las leyes en tablas de piedra. Dios trajo la ley a su pueblo con poder y demostraciones de santidad y gloria. En aquellos tiempos los israelitas incluso no pudieron mirar la cara de Moisés porque reflejaba la gloria del Señor. Si la ley que le mostraba al pueblo su condenación ante Dios, llegó con tal poder, ¿cuánto más glorioso sería el camino del Espíritu que trajo vida? La ley condenaba y sin embargo llegó con gloria. El camino del Espíritu trajo una relación correcta con Cristo y era aún más estupendamente glorioso.
Cuando Moisés bajó de la montaña, su cara brillaba con la gloria de Dios. Sin embargo, el problema era que la gloria revelada en la frente de Moisés se estaba desvaneciendo. Se eclipsaba más cada día. Pablo les recordó a los corintios que la gloria del Espíritu Santo duraría por siempre. Los que conocieron el perdón del Señor Jesús y el poder y presencia del Espíritu Santo en sus vidas experimentarían la gloria de Dios en una mayor medida por siempre. Solamente estas personas entrarían a la presencia de Dios y disfrutarían de Él por siempre. Vivirían por siempre viviendo con Cristo en la gloria, no porque lo merecieron por sus propios esfuerzos, sino porque el Espíritu de Dios vivía en ellos a través del perdón del Señor Jesús.
Pablo fue muy atrevido en su ministerio por estas verdades (versículo 12). Si él hubiera dependido de sus propios esfuerzos, él no habría podido tener tal confianza. Pablo no confiaba en sus propios esfuerzos; sin embargo, él confiaba en la obra del Espíritu Santo. Era por esta razón que Pablo podía predicar con gran intrepidez. Él ministró en el poder del Espíritu de Dios. Él obedeció la conducción y la dirección del Señor Dios que no podría fallar. Él pudo estar muy confiado de que cuando Dios guiara, Él también daría las fuerzas.
Pablo pudo también ministrar valientemente con gran confianza por el mensaje que él predicaba. Él no estaba predicando el camino de la ley. Nadie podría seguir ese camino y vivir. El mensaje de Pablo era el mensaje del Espíritu. Era un mensaje acerca del Espíritu Santo que quería ministrar a través del creyente y traer nueva vida. Sólo este mensaje podría traer esperanza para el creyente. Pablo estaba confiado en el ministerio del Espíritu a través de él. Él estaba también confiado en el mensaje que él predicaba. Él ministraba en el poder del Espíritu y proclamaba el camino del Espíritu que traía vida.
Había personas que estaban cuestionando el ministerio de Pablo y su autoridad. Humanamente hablando, si Pablo hubiera confiado en sus propios esfuerzos y su propia sabiduría, él habría tenido causa para estar preocupado. La confianza de Pablo no estaba en sí mismo. Él estaba ministrando en el poder del Espíritu de Dios. Su mensaje no era de sabiduría humana, sino de Dios a través del Espíritu. En esto él tuvo gran confianza para enfrentar la oposición de sus enemigos. Que Dios nos pueda dar esta misma convicción y esta seguridad cuando caminamos en obediencia a Su dirección y en el poder de Su Espíritu.
Para Considerar:
¿Cuál es la diferencia entre el camino de la ley y el camino del Espíritu?
¿Cómo puede distinguir si usted está ministrando según la carne o según el poder del Espíritu? ¿Cómo difieren estos ministerios?
¿Qué aprendemos en este pasaje acerca de la importancia de permitir al Espíritu de Dios facultarnos y dirigirnos en nuestro servicio y caminar con Dios?
¿Qué clase de “carta de recomendación” es usted en su estilo de vida y palabras?
¿Cuál es su confianza en el ministerio hoy? ¿Cuál fue la de Pablo?
Para Orar:
Agradezca al Señor la presencia del Espíritu Santo en su vida para que le faculte y le dé poder en el ministerio.
Pídale a Dios que le muestre si hay áreas de su vida donde usted está tratando de servirle en su propia fuerza y sabiduría humana.
Pídale al Señor que le permita confiar en Él más plenamente y seguir su conducción más claramente. Pídale que le dé una mayor intrepidez para ministrar como Pablo en la conducción del Espíritu y con poder.
Pídale al Señor que le permita ser un mejor testigo para Su gloria y poder.
6 – CARAS DESCUBIERTAS QUE REFLEJAN LA GLORIA
Si hay una cosa que el Antiguo Testamento nos enseña, es que nadie puede guardar perfectamente la Ley de Dios. De hecho, el propósito de la ley es mostrarnos que somos incapaces de complacer a Dios con nuestros esfuerzos humanos. Cada uno de nosotros no ha alcanzado el estándar de Dios, si no prácticamente en nuestras vidas, entonces en nuestros corazones y mentes.
Aquí en este pasaje, Pablo habló a los corintios acerca de la clara diferencia entre la gloria de la ley y la gloria de Cristo. Él empieza por recordarle a los corintios sobre Moisés al bajar de la montaña después de encontrarse con el Señor en Éxodo 34:30–. Cuando él bajó de la montaña, su cara resplandecía con la gloria del Señor Dios. El pueblo de Israel tenía tanto miedo de esta gloria que Moisés se cubrió la cara con un velo. Sin embargo, la vida y la muerte del Señor Jesús revelan más claramente la gloria de Dios que la Ley Mosaica.
En el versículo 14, Pablo les dijo a los corintios que dondequiera que la ley del antiguo pacto era predicada, hay evidentemente un velo. El propósito de la ley estaba todavía velado para los que la predican. Estos israelitas confiaban en cumplir la ley para salvarse. Dios había dado la ley para mostrar lo que es la santidad verdadera y que ninguno de nosotros alcanzamos el estándar perfecto. Nadie puede ganar la aprobación de Dios mediante la práctica de la ley.
La obediencia de una parte de la ley (ejemplo: No mentir; No matar) nos puede facultar a dar una buena fachada e impresionar a las personas con nuestra devoción, pero no cambia nuestros corazones y mentes. Puede cambiar nuestras acciones, pero no nuestras actitudes. Podemos obedecer los requisitos externos de la ley y aun así podemos estar llenos de culpabilidad y vergüenza. Como Adán y Eva, nos tapamos con hojas de higuera de obediencia a la ley, pero sentimos profundamente la vergüenza de nuestra desnudez ante un Dios santo. Como Moisés, ponemos un velo sobre nuestras caras y nos ponemos una buena fachada, pero conocemos en lo más profundo la vergüenza de la gloria que se desvanece.
“Incluso hasta el día de hoy,” dijo Pablo en el versículo 15, “cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” No hay esperanza en la predicación de la ley. La ley nos puede decir qué hacer, pero no nos puede dar el poder para obedecer. Nos puede mostrar donde nos desviamos del buen camino, pero no puede hacer bien las cosas. Como un velo, meramente enmascara nuestra condición verdadera. Podemos ir a la iglesia cada domingo. Podemos leer la Biblia cada mañana y podemos orar. Podemos vivir un estilo de vida que toma a Cristo como su ejemplo. Todo esto es bueno, pero sólo puede ser una máscara para esconder la condición real de nuestros corazones.
El Señor Jesús vino a tratar con lo que está detrás del velo. Él vino a tratar con la gloria que se desvanece y la vergüenza que todos sentimos por el pecado. Él vino a traer perdón. Cuando conocemos Su perdón, nos podemos quitar la máscara. No tenemos nada que esconder. Su perdón cubre nuestras fallas. Su Espíritu nos permite vivir una vida que progresivamente honra a Dios y revela Su gloria develada a un mundo perdido.
Qué diferencia hace el Señor Jesús. Pablo les dijo a los corintios en el versículo 17 que donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. La libertad de la que Pablo habló aquí es la libertad de culpabilidad, condenación, vergüenza, esclavitud al pecado, muerte e infierno. Cuando el Espíritu del Señor viene a vivir en nuestros corazones a través de la obra del Señor Jesús, somos absueltos del juicio y la condenación de Dios. La sangre de Cristo satisfizo la ira de Dios en contra de nuestros pecados del pasado, del presente y del futuro. Como creyentes, podemos levantar nuestras cabezas. No tenemos nada que esconder. La vergüenza de nuestra culpabilidad y nuestra gloria desvanecida se acabó.
Pablo concluyó en el versículo 18 recordándole a los corintios que podían, a cara descubierta, reflejar la gloria del Señor. A diferencia de Moisés cuya gloria se estaba desvaneciendo, ellos estaban siendo transformados cada vez más en la misma imagen del Señor Jesús. El pecado y la maldad fueron conquistados. El Espíritu de Dios estaba controlando más y más sus vidas y corazones. Estaban acercándose al Señor. Esta gloria no era de ellos. Era la gloria de la presencia en continuo aumento de Cristo en sus corazones y vidas. La gloria en la cara de Moisés había sido una gloria que se desvanecía, pero la gloria que los corintios estaban experimentando estaba aumentando en sus vidas. La obra del Señor Jesús marcó la diferencia.
Para Considerar:
¿Qué diferencia ha hecho el Señor Jesús en su vida?
¿Qué hace el Señor Jesús con nuestra culpa y vergüenza en nuestras vidas?
¿Qué aprendemos de este pasaje acerca de la imposibilidad de agradar a Dios por medio de la ley? ¿Cómo es la Ley de Moisés como un velo? ¿Qué cubre?
¿Qué hace el Señor Jesús que la ley nunca puede hacer? ¿Cómo trae Él libertad?
¿Está experimentando usted una revelación que aumenta cada vez más la gloria de Cristo en su vida? ¿Qué impide que esa gloria se revele más plenamente en usted?
Para Orar:
Pídale al Señor que le ayude a abrir su corazón más plenamente a la obra del Espíritu Santo para hacerle más como Cristo.
Agradezca al Señor por el perdón maravilloso que Él ha dado y por el hecho de que en Él usted es libertado completamente de la ley de culpa y vergüenza, de pecado y muerte.
¿Conoce usted a personas que están atrapadas en intentar agradar al Señor por sus propios esfuerzos? Tome un momento para orar a fin de que vean que la salvación pertenece al Señor y que Él está dispuesto a salvarlos tal como ellos son.
7 – EL MINISTERIO DEL EVANGELIO
Leer 2 Corintios 4:1-7
En el capítulo 3 Pablo les recordó a los corintios que ellos eran las cartas de recomendación leídas por los incrédulos de este mundo. El incrédulo vería el carácter y la persona del Señor Jesús en ellos. Eran aroma de Cristo donde quiera que fueran. Éste era un ministerio estupendo y uno que Pablo quería examinar con mayor detalle en esta siguiente sección.
Pablo les recordó a los corintios en el versículo 1 que tenían este ministerio maravilloso mediante la misericordia de Dios. ¿Por qué debemos ser escogidos para representar al Señor y ser el aroma de Su carácter y presencia en este mundo? Éste es un misterio que ninguno de nosotros jamás podremos entender. Dios no nos escogió porque fuéramos dignos de este ministerio. Él no nos escogió porque estuviéramos calificados. Él nos escogió porque Él nos amó y quiso obrar por medio nuestro. Él hizo eso para demostrar Su poder maravilloso a través de nosotros como vasijas débiles, endebles. Es sólo por Su gran misericordia que podemos ser utilizados de este modo para expandir Su reino en tierra.
Lo que es importante que nosotros entendamos aquí es que el ministerio del evangelio nos ha sido dado por Dios. Por esta razón, Pablo les dijo a los corintios que nunca deberían desalentarse. Es fácil desalentarse en el ministerio del evangelio. Las personas no siempre aceptarán el mensaje de la cruz. A menudo los que predican el evangelio son rechazados y criticados. Estamos en el centro de una batalla espiritual. El enemigo trata de destruirnos porque él aborrece al Señor y el mensaje que traemos a este mundo. En épocas como esta, tenemos que darnos cuenta que el Creador de este mundo nos ha escogido para ser Sus instrumentos. Qué alegría debiéramos tener en ser los siervos del Dios Todopoderoso, especialmente escogidos para ser Sus embajadores para este mundo. Cómo nos debería animar esto a perseverar. Nuestro deseo es agradarle y honrar Su nombre. Ministramos con autoridad y bajo la bendición del Dios Todopoderoso. Caminamos en Su unción y bajo Su protección y capacitación. Pase lo que pase, somos los seres queridos de Dios, y él nos guardará y nos fortalecerá. Él no olvidará a los Suyos, así es que no nos desalentamos.
Hay una segunda cosa que Pablo quiere que sepamos mientras compartimos el mensaje del evangelio. Porque somos embajadores de Dios, debemos tener el cuidado de renunciar a los modos de actuar secretos y vergonzosos (versículo 2). En particular, Pablo retó a los corintios a que no usaran el engaño en su ministerio o a distorsionar la Palabra de Dios. Consideremos esto más detalladamente.
En nuestro ímpetu por hacer avanzar el reino de Dios, es fácil para nosotros querer ver que grandes números de personas vengan a Cristo. A veces en nuestro entusiasmo, recurrimos a técnicas mundanas. A veces por el temor de ofender, podemos retener algunas verdades. Podemos evitar predicar de ciertos pecados. Si predicamos un mensaje de librarnos de la lucha y una vida llena sólo con prosperidad, estamos ignorando que las Sagradas Escrituras están llenas de ejemplos de creyentes que fueron torturados por causa del evangelio. Pablo retó a los corintios a que no torcieran el mensaje del evangelio para atraer a multitudes. Al contrario, ellos tenían que exponer llanamente todo el consejo de Dios.
Pablo se puso a sí mismo como ejemplo a los corintios de cómo debían predicar el evangelio. Su predicación era simple y clara. Él no torcía el mensaje para atraer un grupo de seguidores y Dios bendijo el ministerio de Pablo de maneras maravillosas. Había dificultades y luchas en este ministerio, pero Pablo tenía la conciencia en paz ante Dios. Él había representado la verdad exactamente. Él no había diluido el evangelio, sino que lo había predicado claramente y sencillamente, tal como Dios se lo había dado. Él retó a todos los ministros del evangelio a predicar la verdad de la misma forma.
No todo el mundo comprenderá la pura verdad. El evangelio está encubierto para los que se pierden en su pecado (versículo 3). Satanás ha cegado las mentes de los incrédulos a fin de que no puedan ver la verdad. Los incrédulos están ciegos a la luz de Cristo y de Su gloria. No pueden comprender lo que Él ha hecho. Cuando predicamos el mensaje del evangelio, estaremos peleando contra Satanás. Le estamos pidiendo a Dios que haga milagros por medio de nosotros. Le estamos pidiendo que abra los ojos de los que han quedado ciegos por un gran enemigo espiritual. Le estamos pidiendo a Dios que dé la vista a los que nunca han visto la verdad. La realidad del asunto es que de no haber sido porque Dios nos envió y equipó en este ministerio, habría sido una tarea imposible expandir el reino de Dios en la tierra. Tenemos frutos sólo porque Dios está obrando en nosotros y a través de nosotros, milagrosamente dando vista espiritual y entendimiento a los que escuchan.
Recurrir a tácticas humanas es entender mal el ministerio al que Dios nos ha llamado. El ministerio de predicación del evangelio a los pecadores endurecidos es un ministerio que requiere la obra del Espíritu de Dios. Solamente la obra milagrosa del Espíritu de Dios puede cambiar el corazón humano. Por esta razón, Pablo retó a los corintios a que se mantuvieran firmes en su dependencia del Espíritu de Dios en su predicación de la verdad.
En el versículo 5, Pablo les dio a los corintios a recordar otro principio en el ministerio del evangelio. Él les recordó que no debían predicar de forma egocéntrica, sino predicar a Jesucristo como Señor. Es fácil que nosotros prediquemos por motivos personales. Muchas veces he estado en frente de una congregación y he querido que ellos tengan un alto concepto de mí. A veces estamos tan preocupados por el tamaño de nuestra iglesia y su reputación en la comunidad que perdemos de vista a Cristo. El ministerio del evangelio no se trata de nosotros. El ministerio del evangelio consiste en enfocar a las personas en Cristo.
Si las personas están mirándole, usted tiene que quitarse del medio y señalarles al Señor Jesús. Si las personas vienen a su iglesia por el pastor o por los programas de la iglesia, entonces usted tiene que hacer lo que haga falta para que ellos pongan sus ojos en el Señor otra vez. El ministerio del evangelio no se trata de estilo de adoración, o personas amistosas – se trata de Cristo. Todas estas otras cosas solamente sirven como vehículos para señalar a otras personas a Cristo.
Las personas deben ver a Cristo. Su luz debe brillar en nosotros y a través de nosotros en este mundo (versículo 6). Dios ha puesto Su luz en nosotros. Tenemos el poder de Dios viviendo en nuestros corazones. Somos, según Pablo, simples vasijas de barro, pero Dios ha elegido establecer Su morada en nosotros. Él quiere mostrar Su poder a través de nosotros. Qué honor ser la vasija que lleva la luz y el poder de Dios al mundo.
¿Podemos decir que nuestras vidas demuestran claramente la luz y el poder de Dios? Pablo nos dice que esto es lo que Dios quiere que hagan nuestras vidas. Él quiere que las personas nos miren y vean a Cristo. Él quiere que las personas entiendan que la única manera en que podemos vivir moralmente y victoriosamente en las pruebas es porque el poder de Dios está en nosotros. Les estamos predicando mediante nuestras acciones. Lo hacemos así al apartar la atención de nosotros y enfocarlos a Cristo.
Dios nos ha llamado a ser ministros de la gloria del evangelio. Debido a que somos llamados por Dios para ser Sus siervos abiertamente, ministramos con denuedo. Nosotros presentamos claramente y verdaderamente el mensaje que Él nos ha dado. No torcemos o distorsionamos ese mensaje para satisfacer nuestras propias necesidades. No desvalorizamos el ministerio usando técnicas humanas. Presentamos a Cristo poderosamente por el Espíritu. No queremos que las personas nos alaben a nosotros o a nuestra iglesia. Queremos que ellos honren a Jesús. Para facultarnos en este ministerio, Dios nos ha llenado de Su Espíritu Santo. Ministramos por el poder infinito y sagrado de ese Espíritu. Nuestro ministerio es un ministerio espiritual y es victorioso porque está capacitado y bendecido por Dios.
Para Considerar:
¿Se ha desalentado usted alguna vez en el ministerio al que Dios le ha llamado? ¿Qué ánimo encuentra usted aquí en este pasaje?
¿Cuán grande es la tentación a hacer que las personas se enfoquen nosotros en el ministerio? ¿Qué tentación particular enfrenta usted en este sentido?
¿Hasta qué punto es evidente el poder de Dios en su vida? ¿Cuáles son los signos claros de que el Espíritu de Dios está en usted, obrando con usted y a través de usted?
¿Es posible desvalorizar el ministerio del evangelio mediante métodos y programas mundanos?
Para Orar:
Agradezca al Señor por el privilegio maravilloso de ser Su instrumento escogido para ministrar el evangelio.
Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted se ha enfocado en su propia persona y ha atraído la atención en el ministerio.
Pídale al Señor que abra su corazón cada vez más al obrar poderoso del Espíritu Santo en su vida. Pídale que le permita ser un testigo poderoso de la presencia de Cristo en usted.
8 – DURAMENTE OPRIMIDOS, PERO NO APLASTADOS
Leer 2 Corintios 4:8-18
Hay quienes enseñan que nunca deberíamos tener que sufrir en la vida cristiana. Presentan un evangelio que enseña que cuando aceptamos al Señor Jesús, todo irá bien para nosotros. La realidad del asunto es que muy a menudo el caso es lo contrario. A menudo seremos oprimidos y criticados por nuestra fe. Algunos tendrán que dar sus vidas por el Señor y el evangelio. La vida cristiana no es una vida fácil. Pablo sufrió tremendamente a mano de sus enemigos. Él habla en este pasaje por experiencia.
Pablo usó su propia vida y su propio ministerio como un ejemplo de las adversidades que a menudo acompañan la evangelización en un mundo hostil. Él les recordó a sus lectores que él y sus colaboradores a menudo habían estado presionados por todas partes (versículo 8). Es decir, experimentaron pruebas y opresión de diferentes fuentes. Pablo les dijo a los corintios que esto era de esperarse. Sin embargo, fíjese que aunque ellos estaban presionados por todas partes, no estaban aplastados. La idea aquí es que no estaban totalmente rotos. Cuando las uvas son exprimidas en el lagar, producen vino. Pablo estaba diciendo que Dios usa la oposición para buenos propósitos.
Pablo también les dijo a los corintios que hubo muchas veces cuando él había quedado perplejo. No siempre comprenderemos lo que Dios está haciendo. No siempre podremos descifrar Sus caminos. Los caminos de Dios son muy diferentes de los nuestros. Él usa medios extraños para moldearnos. Hay momentos en los que no sabremos lo que está haciendo Dios o incluso cómo podría Él sacar algo bueno en nuestra situación. Mientras que a veces estaremos perplejos, Pablo nos recuerda que no tenemos razón para la desesperanza. Podemos tener confianza en el Señor nuestro Dios. Él sabe lo que tiene que hacer y nos guiará. Con tal de que Él sea nuestro Dios y nosotros seamos Sus hijos, tenemos todas las razones para cobrar valor. Él es un Señor soberano que reina sobre todo. Nada le puede dominar. Él promete que todo obrará para nuestro bien (Romanos 8:28). No podemos entender, pero podemos confiar en Él.
La persecución puede estallar en contra de nosotros (versículo 9). Nuestros semejantes pueden no apreciar lo que representamos. Pueden estallar de ira y pueden buscar hacernos daño. Pablo había sido maltratado, pero no abandonado. Dios siempre estará a nuestro lado. Él nunca nos abandonará. Las personas nos pueden derribar a golpes físicamente, pero no seremos destruidos espiritualmente. Tenemos la promesa del Dios Todopoderoso que Él será nuestro guía y nuestra protección. Podemos vivir confiadamente en la seguridad de que Dios es por nosotros. Él nos mantendrá bajo Sus alas y nos protegerá. La promesa aquí es que aunque incluso seamos perseguidos, conoceremos Su presencia maravillosa.
Los tres amigos de Daniel conocieron al Señor su Dios en el horno al que los lanzó el rey Nabucodonosor (ver Daniel 3). Daniel conoció esta presencia del ángel de Dios cuando él fue echado adentro de la guarida de leones (ver Daniel 6). Esteban fue apedreado (ver Hechos 7:58). Los apóstoles fueron golpeados (ver Hechos 5:40–41). Cada uno de estos hombres enfrentaron tremendos problemas y dificultades por su fe, y Dios los honró en su hora de necesidad. Él no los abandonó en su prueba. Tenemos esta promesa de Dios que Él irá con nosotros a través de cada prueba que enfrentemos. Esto nos da confianza para enfrentar cualquier cosa que el enemigo pueda lanzar contra nosotros. En el versículo 10, Pablo les recordó a los corintios que los apóstoles siempre llevaban en sus cuerpos la muerte del Señor Jesús. Tal como Jesús sufrió, así ellos también sufrirían por causa de Su nombre. Así como Él fue rechazado, los que le representan en esta vida, así también serían rechazados. Ellos estaban llamados a vivir de la manera que Jesús vivió. Tenían que morir a ellos mismos, tal como Jesús murió por ellos. Su carne debía ser crucificada diariamente. Tenían que extinguir sus deseos carnales a fin de que Cristo pudiera mostrarse en sus vidas.
En esta vida hay que esperar pruebas. Por medio de esas pruebas Dios nos está despojando de las fortalezas del enemigo que aún permanecen en nuestra carne. Ésta no es una experiencia agradable, pero es necesaria. Cuán frecuentemente resistimos lo que el Señor está haciendo en vez de poner nuestra confianza en Él. No podemos comprender los caminos de Dios, pero entre más le permitamos crucificar la vieja naturaleza que hay en nosotros, la vida de Cristo se revelará más. Pablo nos dice aquí que siempre llevamos la muerte de Cristo en nuestros cuerpos. En otras palabras, mientras estemos viviendo en esta tierra, tendremos que continuar muriendo a nosotros mismos de manera continua y frecuente a fin de que la vida de Jesús sea mostrada al mundo.
En la medida que morimos más y más a nuestras ambiciones personales, la justicia de Cristo se hará más evidente en nosotros (versículo 11). Ésta es la única manera para nosotros crecer en nuestro caminar con el Señor. El desarrollo espiritual sólo puede tener lugar por medio de la muerte de nuestra naturaleza pecaminosa. Es nuestra carne pecaminosa la que se interpone entre nosotros y nuestro Señor. El pecado que vive en nosotros tiene que ser conquistado y puesto a muerte si vamos a acercarnos más al Señor Jesús. Dios está trabajando en nosotros a través de las pruebas y las luchas de esta vida para conquistar la carne. Cuán frecuentemente nos aferramos a cosas que el Señor quiere eliminar de nosotros. Demasiadas veces resistimos lo que Dios quiere hacer.
Pablo experimentó este morir al ego en su ministerio (versículo 12). Repetidamente, él sufrió por predicar el evangelio. Él fue apedreado y ridiculizado, pero a medida que él perseveraba, el reino de Dios continuaba expandiéndose. Sus sufrimientos extremos trajeron vida a los corintios porque a través de su ministerio ellos habían venido al Señor. Su sufrimiento no fue en vano. El evangelio seguía hacia adelante y el reino de Dios continuaba construyéndose. Todos los ministerios exitosos son el resultado de sacrificar ambiciones personales.
En el versículo 13, Pablo citó del Salmo 116:10. Aquí Pablo les recordó a los corintios que lo que él estaba a punto de decirles, él lo creía totalmente: “Creí; Por eso he hablado.” ¿Cuál era la convicción de Pablo? Él les dijo a los corintios que si Dios resucitó a Jesús de los muertos, Él también los resucitaría de los muertos y los presentaría ante la presencia del Padre (versículo 14). Tendrían que sufrir en esta vida, como Jesús. Algunos de ellos incluso tendrían que dar sus vidas por el Señor Jesús, pero la victoria verdadera sería definitivamente de ellos. Él que resucitó al Señor Jesús, también los resucitaría y los traería a Su presencia. Si soportaban en su cuerpo la muerte de Cristo, también participarían en Su resurrección.
Pablo moría diariamente a su pecado cuando él enfrentaba los sufrimientos que Cristo enfrentó. Él siguió los pasos de su Señor y Salvador. Él lo hizo para el beneficio de los que llegarían a Cristo a través de él. Él voluntariamente dio su vida diariamente a fin de que la gracia y el perdón de Cristo pudieran extenderse a más y más personas y pudiera sobreabundar en acción de gracias y alabanza al Señor (versículo 15).
Donde no hay sufrimiento, hay poco fruto. Si usted no está dispuesto a morir usted mismo, entonces usted no experimentará la vida y el poder de Cristo en usted. Si usted no está dispuesto a dar su vida como una semilla en el suelo y dejarla morir, entonces usted no verá una cosecha espiritual. Hay una conexión entre morir al ego y la bendición que traemos a otros. Los atletas no pueden ganar a menos que estén dispuestos a perseverar y resistir la adversidad durante el entrenamiento. Un ejército nunca ganará la batalla a menos que sus soldados estén dispuestos a dar sus vidas. Esperamos que ocurran cosas estupendas, pero a veces tenemos pocos deseos de hacer los sacrificios necesarios. Queremos ganar la guerra sin pelear la batalla. Pablo nos está diciendo explícitamente aquí que si vamos a seguir al Señor Jesús, tendremos que caminar en Sus pasos. Sus pasos estuvieron llenos de sufrimiento y prueba, pero condujeron a la victoria.
En el versículo 16, Pablo nos dice que en la vida cristiana podemos parecer que nos estamos desgastando exteriormente, pero interiormente estamos siendo renovados cada día. El dolor y el sufrimiento pueden abundar, pero nuestra alegría y nuestra paz abundarán todavía más. Dios quiere renovarnos cada día. Él quiere derramar Su poder y fuerza maravillosa en nosotros y a través de nosotros. Somos vasos frágiles, pero Él es el Poder Todopoderoso que llena esos vasos.
Tenemos la promesa de Dios de que los problemas que experimentamos aquí abajo son leves y temporales. Pablo no tenía la intención de desvalorizar nuestro sufrimiento terrenal. Él simplemente estaba comparando lo que tenemos que sufrir en la tierra con lo que nos espera en el cielo. La más grande lucha aquí abajo es absolutamente como nada comparada con la gloria que nos espera en el cielo (versículo 17). ¿Quién entre nosotros no cambiaría un momento de sufrimiento por una eternidad de gloria? Los tormentos más brutales y crueles no se pueden comparar en ninguna manera con la gloria de la eternidad en la presencia de Dios. Cuando miramos en retrospectiva a través de la perspectiva de la eternidad, veremos que valió la pena todo el dolor y el sufrimiento.
Por esta razón, cuando enfrentamos nuestras pruebas, tenemos que fijar nuestros ojos en la eternidad. Tenemos que mirar más allá del dolor temporal a la gloria futura. Tenemos que mirar más allá de los insultos al rostro del Salvador. Tenemos que mirar más allá del sufrimiento a la dicha eterna del cielo. Lo que experimentamos aquí sólo durará poco tiempo. Lo que el Señor nos ofrece en la eternidad durará para siempre.
Lo que vemos en este pasaje es que como creyentes, tendremos que enfrentar pruebas y sufrimientos en esta tierra. Ésta es una parte normal de la vida cristiana. Soportamos en nuestros cuerpos los sufrimientos de Cristo. El Señor nos deja sufrir a fin de que podamos acercarnos más a Él. Él nos deja enfrentar pruebas a fin de que la confianza en nosotros mismos sea crucificada y que aprendamos a confiar en Él. Si queremos producir fruto para el reino, tendremos que estar dispuestos a sufrir. La promesa de Dios es que Él no nos abandonará en nuestro sufrimiento. Él irá con nosotros a través del sufrimiento. No podemos comprender lo que Él está haciendo, pero podemos tener la seguridad de que la victoria será nuestra. Dios nos podará y nos moldeará a través de nuestras pruebas para convertirnos en mayores instrumentos para Su gloria. Cuando perseveramos en la fe, Él honrará nuestra fe y traerá bendiciones más allá de cualquier cosa que alguna vez podríamos imaginarnos.
Para Considerar:
¿Podemos esperar vivir la vida cristiana sin tener que sufrir?
¿Cuáles son las promesas de este pasaje para los que mueren a sí mismos y a la carne?
¿Qué incentivo encuentra usted en este pasaje cuando usted enfrenta sus luchas cada día?
¿Contra qué lucha usted hoy? ¿Cómo está usando Dios lo que usted está enfrentando para extender Su reino y acercarle más a Él?
Para Orar:
Agradezca al Señor que Él estuvo dispuesto a sufrir por usted.
Pídale al Señor que le ayude a confiar más en Él en el sufrimiento que usted está enfrentando hoy.
Pídale al Señor que le dé mayor valentía para andar por fe sin tener en cuenta el sufrimiento que usted pueda tener que resistir.
Pídale al Señor que le sostenga en su sufrimiento. Agradézcale por las promesas maravillosas que Él le ha dado a todos los que enfrentan pruebas en esta vida como creyentes.
9 – ESTE MORADA TERRESTRE
Leer 2 Corintios 5:1–10
En la última meditación, Pablo habló a los corintios acerca de las luchas que él y sus colaboradores enfrentaban en su ministerio por el evangelio. Él manifestó que ellos llevaban en sus cuerpos la muerte de Cristo. Esto lo conducía a hablar de la esperanza que tenían en el Señor Jesús. Pablo continúa aquí con el tema de la vida en medio de la muerte y la gloria que sigue una vida de sufrimiento.
Pablo les dijo a los corintios que si esta morada terrenal se destruye, tenemos un edificio de Dios que es una casa eterna en el cielo, no hecho con manos humanas. La morada de la que Pablo hablaba aquí es el cuerpo humano. Cuando perdemos este cuerpo terrenal, tendremos algo incluso mejor en el cielo.
Fíjese que Pablo les dijo a los corintios que esto era algo que ya tenían. Todos nosotros perderemos nuestro cuerpo terrenal, nuestra morada temporal. Algunos lo perderán por causas naturales. Otros lo perderán de repente por su defensa del evangelio. Sin embargo, el consuelo que tenemos como creyentes es que tenemos esperándonos algo mucho mayor que este cuerpo terrenal – un cuerpo celestial glorioso que nunca se enfermará o envejecerá.
Mientras tanto, estamos viviendo en este tabernáculo temporal. Gemimos con dolor y sufrimiento que es parte de este cuerpo terrenal, mortal (versículo 4). Tenemos debilidades y limitaciones físicas. Muy profundamente en nuestros corazones, anhelamos el día cuando nos despojaremos de este cuerpo terrenal y recibiremos ese cuerpo inmortal y glorioso.
Algunos de ustedes que leen este comentario tienen cuerpos que están arruinados de dolor. Usted anhela el día cuando usted no sufrirá más dolor en presencia de su Salvador. Hay quienes enseñan que no deberíamos nunca sentir dolor y sufrimiento en esta vida. Sin embargo, el hecho es que la Biblia enseña que estamos viviendo en un cuerpo terrenal que sufre los efectos del pecado. El pecado trajo una maldición con su enfermedad y muerte. El Señor puede aliviar el dolor y el sufrimiento terrenal durante un rato, pero este cuerpo terrenal nunca estará completamente curado. Envejecerá y se debilitará con la edad. Sólo en nuestro cuerpo nuevo y glorioso estaremos finalmente libres de todos los efectos del pecado y su maldición.
Se está acercando el día cuando seremos revestidos con un cuerpo celestial. Si usted es creyente, el Espíritu de Dios ha venido a vivir en su corazón. Sin embargo, Él viene a vivir en un cuerpo imperfecto. No estamos aún completos. Gemimos en estos cuerpos, pero vivimos en la seguridad de que un día entregaremos este cuerpo terrenal moribundo por nuestro nuevo cuerpo celestial. Dios ha puesto Su Espíritu Santo en nosotros como un pago inicial y garantía de una cosa mejor por venir. La presencia del Espíritu Santo es nuestra seguridad de que Dios completará lo que Él ha empezado en nosotros (versículo 5).
El Espíritu Santo es el comienzo de una obra maravillosa que Dios quiere hacer en nosotros y a través de nosotros. Este trabajo recién ha comenzado. Hemos sido salvados de la culpa del pecado, pero todavía luchamos con la vieja naturaleza y el viejo cuerpo. Un día el Señor completará lo que Él empezó cuando Él puso Su Espíritu en nosotros. Él romperá la esclavitud de la carne pecaminosa. Toda tentación y todo deseo del pecado serán desbaratados. Él eliminará nuestra naturaleza pecaminosa y nos dará un cuerpo nuevo y glorioso no afectado por el pecado y los efectos de su maldición.
Pablo les recordó a los corintios en el versículo 6 que mientras estuvieran en cuerpos terrenales, estaban ausentes del Señor. Esto no quiere decir que el Señor no está con los creyentes. Él prometió que nunca nos abandonaría. Su presencia espiritual es maravillosa y alentadora. Sin embargo, un día entraremos a la presencia física del Señor. Estos cuerpos terrenales no pueden entrar a la presencia física del Señor Dios. Sólo cuando los desechemos entraremos en Su presencia donde siempre estaremos con Él y disfrutaremos de Él por siempre.
Aceptamos estas promesas maravillosas por la fe. Creemos que lo que Dios ha prometido, lo cumplirá. No perdemos el valor en esta vida. Aunque este cuerpo terrenal a veces falla, vivimos con la certeza de un cuerpo nuevo y glorioso. Cuán a menudo el enemigo desearía desalentarnos. Cuán a menudo él intentará que nos enfoquemos en el momento actual. Pablo retó a los corintios que levantaran sus ojos para ver las promesas de Dios y vivir en la realidad de esas promesas. Sí, había enfermedad y sufrimiento alrededor de ellos y tenían que atravesar la muerte. Sus cuerpos terrenales se estaban volviendo frágiles. Sin embargo todo esto era pasajero. Dios tenía algo glorioso guardado para ellos. Él tenía un cuerpo nuevo y glorioso esperándoles.
A la luz de estas promesas maravillosas, tenemos que convertir en nuestra meta morir a nosotros mismos y vivir para el Señor Jesús (versículo 9). No será fácil continuar viviendo en estos cuerpos terrenales, pero tenemos Sus promesas para inspirarnos. No siempre estaremos en estos cuerpos terrenales, pero convirtamos en nuestro máximo deseo que mientras estemos en ellos, haremos todo lo que podamos para agradarle y honrarle.
El enemigo usará el dolor y el sufrimiento que sentimos en estos cuerpos para desalentarnos. Él agobió a Job en el Antiguo Testamento con tremendo sufrimiento en su cuerpo para intentar obligarlo a apartarse de Dios. Este cuerpo terrenal es una herramienta excelente del enemigo para desanimarnos. A todo lo largo de la historia de este mundo, el enemigo se ha aprovechado del dolor físico. Él ha quemado a los santos en la hoguera o les ha colgado en cruces en un intento de obligarles a negar al Señor Jesús. Él ha torturado sus cuerpos terrenales en un intento de inducirlos a blasfemar el nombre de Cristo. Él ha lisiado a algunos y ha golpeado a otros para quebrantar su espíritu. Algunos han caído víctima de sus ardides. Sin embargo, otros han resistido y se han negado a ceder. Perseveraron hasta el final, incluso entregaron sus cuerpos terrenales a la muerte. Sabían que si su cuerpo terrenal se destruía, Dios les había prometido algo mejor – un cuerpo celestial nuevo y glorioso. Estas personas hicieron suyo el compromiso de honrar al Señor Jesús en este cuerpo terrenal sin importar el costo, creyéndole a la promesa que Dios tenía algo mucho mejor para ellos.
Pablo nos recuerda que mientras el costo puede ser enorme, la promesa es mayor. Él nos recuerda que nosotros un día compareceremos ante el tribunal del Señor Jesús y recibiremos nuestra recompensa por nuestro servicio terrenal a Cristo. Pablo nos está diciendo que tenemos que poner nuestras mentes en lo que es eternamente valioso, independientemente de la dolencia que esto pueda traer a nuestros cuerpos terrenales corruptos. No debemos tener temor de este sufrimiento. En vez de eso, debemos levantar nuestros ojos a las maravillas que Dios ha prometido más allá de esta vida y, con gratitud en nuestros corazones, cumplir con nuestro llamado terrenal.
Ministramos en cuerpos endebles, demostrando a todos el poder de Cristo. Porque tenemos una esperanza de algo más grande, no nos aferramos a este cuerpo o excesivamente enfatizamos su bienestar. Nuestro deseo más fuerte no es por esta morada terrenal, sino por nuestro edificio permanente en el cielo. Pablo les recordó a los corintios que en esta vida sufrirían. Sin embargo, él los retó a la luz de las promesas de la eternidad, a voluntariamente soportar la aflicción y la muerte por el reino de Dios. Debían enfocarse en las cosas de arriba y las recompensas de la eternidad como la motivación para el servicio diligente aquí abajo.
Para Considerar:
¿Qué consuelo encuentra usted en el hecho de que Dios ha prometido nuevos cuerpos para nosotros en Su presencia?
¿Qué efecto tiene el pecado en nuestros cuerpos terrenales?
¿Promete la Palabra de Dios que nunca tendremos que sufrir? ¿Qué consuelo tenemos en nuestro sufrimiento?
¿Por qué supone usted que Dios permite el dolor y el sufrimiento en nuestras vidas? ¿Qué ha logrado Dios a través del dolor y el sufrimiento en su vida?
Si bien Dios a menudo sana nuestros cuerpos terrenales para Su gloría, ¿quedan alguna vez estos cuerpos completamente sanos? Explique.
Para Orar:
Agradezca al Señor que Él le ha prometido un nuevo cuerpo a todos los que le aman.
Pídale al Señor que le dé fuerza para honrarle en su cuerpo terrenal. Agradézcale que Él puede usar el sufrimiento y las pruebas en su vida para lograr Sus propósitos.
¿Conoce usted a alguien que está sufriendo actualmente? Tome un momento para llevar a esta persona ante el Señor. Pídale que la sane, pero más importante aún, que traiga honor a Su nombre a través de este sufrimiento.
Pídale al Señor que le dé fuerza para voluntariamente dar su morada terrestre por Su reino.
10 – EMBAJADORES DE CRISTO
Leer 2 Corintios 5:11-21
Pablo les recordó a los corintios en el capítulo 4 que habían recibido de Dios un ministerio de exponer la verdad explícitamente (4:1–2). Eran embajadores de Cristo para el mundo. Vimos en la primera sección del capítulo 5 que ser un embajador de Cristo no sería fácil. Somos embajadores en cuerpos terrenales. Puede que tengamos que sufrir persecución e insultos de los que no aprecian el mensaje que compartimos. Sin embargo, Pablo retó a los corintios a que se dedicaran a honrar a Dios en sus cuerpos. En esta siguiente sección, Pablo dio las pautas a los corintios para ser embajadores del Señor Dios. Él les dijo el mensaje que tenían que llevar y cómo tenían que compartir ese mensaje.
Fíjese en el versículo 11 que la motivación para el servicio era el temor al Señor. Es porque conocemos el temor al Señor que buscamos persuadir a las personas. No debemos comprender este temor como terror. Temer al Señor es honrarle y adorarle por Su carácter y obra. En la primera parte de este capítulo, Pablo retó a los corintios que demostraran ese respeto y esa reverencia estando dispuestos a morir por el reino de Dios. Él les recordó a los corintios aquí que este honor por el Señor y su obra les motivaría a extender la mano a los perdidos para persuadirles de la verdad del evangelio de Cristo.
Honrar o temer a Dios no sólo se hace al predicar o enseñar, se hace también viviendo vidas santas. Cualquier cosa que decimos y cualquier cosa que hacemos se reflejan en el Señor Jesús y Su obra. Mostramos al mundo que somos los hijos de Dios por la manera cómo vivimos y actuamos. Le representamos como Sus embajadores donde quiera que vayamos. Pablo les recordó a los corintios que él estaba vigilante en sus responsabilidades espirituales porque él sabía que él sería recompensado por su buen servicio. Su integridad era conocida por Dios y por los corintios (versículo 11).
En el versículo 12, Pablo manifestó que él y sus colaboradores no estaban tratando de hacer alarde de sus personas ante los corintios, sino ser siervos y seguidores sinceros de Dios. Los que intentan exaltarse a sí mismos están buscando su propia gloria. Quieren que la gente se fije en ellos. Quieren que otros tengan un alto concepto de ellos y los respeten. Algunos incluso recurrirán al engaño para ganar la aprobación de otros. Los predicadores que están tratando de alabarse a sí mismos usarán técnicas que destacan su habilidad y conocimiento.
Por otra parte, hay quienes tratan de traer honor al Dios que representan. Los hijos que quieren que sus padres estén orgullosos de ellos, harán todo lo que puedan para honrar a sus padres. Un siervo verdadero de Dios se comporta de tal manera que trae gloria a Dios en todo lo que él hace. Los apóstoles no ministraban a fin de poder alabarse y hacer que todo el mundo tuviera un alto concepto de ellos. Sirvieron de tal manera que trajeron honor a Dios en todo lo que hicieron. No querían que Dios o los corintios se avergonzaran de ellos y de sus acciones.
Hubo quienes criticaron el ministerio de los apóstoles. Estos adversarios señalaron los problemas que los apóstoles suscitaron en las varias ciudades donde predicaron el evangelio. Señalaron la persecución que los apóstoles soportaron y al hecho de que hubo ocasiones cuando los apóstoles produjeron muy poco fruto por sus esfuerzos. Estos enemigos usaron estas circunstancias para desprestigiar la autoridad de los apóstoles. La gente hizo lo mismo con Jesús. Lo acusaron de ser amigo de pecadores e incluso de estar poseído por Satanás (ver Mateo 11:19; 12:24). Las personas nos pueden mirar de la misma manera.
Pablo nos dice que había personas en la región que estaban criticando su ministerio por las apariencias externas en vez de desde el corazón. Percibían todas las imperfecciones en el ministerio de los apóstoles. Las personas no siempre apreciaron el mensaje que estos apóstoles predicaron porque traía convicción de pecado. A muchos en Corinto no les gustaron los apóstoles o sus métodos. Pablo les recordó a los corintios que su deseo no era alabarse a sí mismo ante estos individuos. Realmente no tenía importancia para él lo que estos individuos pensaban. Su deseo era ministrar de tal manera que Dios se enorgulleciera de él. Si eso significaba ser rechazado por algunos, entonces él estaba dispuesto a ser rechazado.
Cuán importante es que comprendamos lo que Pablo nos está diciendo aquí. Como embajadores, debemos ministrar con corazones sinceros de tal manera que Dios se enorgullezca de nosotros. Nuestra atención no debe estar en nosotros mismos y lo que otros piensan. Dios no está interesado en tener siervos cuyo deseo sea usar sus posiciones para darse honor a sí mismos. Él quiere embajadores que voluntariamente mueran a lo que otros piensan de ellos a fin de que puedan dedicar sus vidas a traerle honor y gloria a Él.
El versículo 13 puede darnos otra pista en lo que se refiere a lo que las personas estaban pensando acerca de los apóstoles: “Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros.” ¿Pudiera ser que hubo personas en Corinto que creían que Pablo y sus colaboradores estaban locos? Estas personas no podían comprender por qué los apóstoles arriesgarían voluntariamente sus vidas para predicar el evangelio.
El mundo no nos comprenderá a nosotros o nuestro ministerio. Habrá incluso momentos cuando los miembros de nuestra propia iglesia no nos comprenderán. ¿Por qué alguien en su sano juicio se jugaría el todo por el todo para llegar más lejos con el mensaje de la cruz? En el versículo 14, Pablo les dijo a los corintios qué era lo que le motivaba en el ministerio. Él les dijo que era el amor de Cristo lo que lo constreñía. El amor de Pablo por Cristo y el amor de Cristo en él eran tan poderosos que él no podía quedarse sin hacer nada mientras que incontables almas entraban a una eternidad de la ira de Dios. Pablo creía que Cristo murió como substituto por los pecadores, tomando su lugar bajo la ira de Dios. Él murió para que nosotros nos convirtiéramos en sus hijos y embajadores. Qué honor y privilegio es esto.
Pablo les recordó a los corintios que nunca deben ver a las personas desde un punto de vista mundano, externo (versículo 16). Sin embargo, cuán a menudo juzgamos a los ministerios y siervos de Dios por las apariencias. Pensamos que si tienen un grupo grande de seguidores, deben estar bien con Dios. Jesús fue desacreditado como fanático y rechazado por el mundo de su época. Los apóstoles también fueron incomprendidos y maltratados. Los profetas de antaño fueron perseguidos como tontos. Hicieron cosas y predicaron cosas que estiraron los límites de las zonas de comodidad de las personas. Fueron vistos como fanáticos y tontos desde la perspectiva del mundo. Pero desde la perspectiva de Dios, estos hombres fueron guerreros y héroes espirituales. Asumieron una postura como siervos verdaderos que no les importaba lo que el mundo pensara de ellos. Estaban constreñidos y motivados por un amor extremo y profundo por Dios.
En el versículo 17 Pablo les recordó a los corintios que cuando ellos vinieron a Cristo, se convirtieron en una nueva creación. Todos los que están en Cristo han muerto para los estilos de vida pecaminosos. Tenemos una nueva vida dentro de nosotros y somos llamados a morir a los viejos caminos del mundo. El Espíritu de Dios transforma nuestras mentes y nuestros corazones. Él nos faculta para ver las cosas de una manera diferente. Ya no pensamos como el mundo. Nos malentenderán y considerarán tontos, porque los caminos de Dios son muy diferentes a los del mundo. Todo esto es el resultado de la obra de Dios en los que ponen su fe en Cristo y Su obra en la cruz.
Cuando Dios envió a su Hijo a morir por nosotros, Él lo hizo para traernos a una relación con Él como nuestro Padre celestial. Él también nos ha dado el ministerio de la reconciliación (versículo 18). En otras palabras, Él nos ha traído a nosotros a Sí Mismo a fin de que podamos conducir a otros a Él. Somos embajadores, representando a Cristo con la meta de traer a hombres, mujeres y niños a un conocimiento más profundo de su Creador y Salvador.
Dios nos llamó como embajadores a ir con la noticia de que Cristo vino a restaurar a las personas pecaminosas a una relación con Dios. Cristo vino a pagar las consecuencias por el pecado (versículo 19). A través de la obra de Cristo y el perdón que Él ofrece, podemos ser perdonados de todo pecado y restaurados a una relación correcta con Dios el Padre. Dios envía Su Espíritu Santo a darnos nueva vida. El Espíritu Santo nos cambia completamente desde el interior. Él es la garantía de Dios de lo que vendrá: una garantía de vida eterna en presencia de nuestro Salvador, un cuerpo nuevo y glorioso en el cielo y el fin de todas las pruebas de la vida que tenemos en esta tierra maldecida por el pecado.
Dios envió a su Hijo a morir a fin de que pudiéramos convertirnos en Sus siervos. Él puso Su Espíritu Santo en nosotros y nos dio vida y esperanza. Él nos llama a ser Sus embajadores para proclamar un mensaje maravilloso de restauración. Pablo nos dice que andamos con la autoridad de Cristo, como si Dios atrajera a las personas a través de nosotros. Hablamos con el mensaje de autoridad de Cristo: “Reconcíliense con Dios” (versículo 20). Es una palabra de un Salvador perfecto e inmaculado que tomó el castigo por nuestro pecado sobre Sí Mismo a fin de que pudiéramos ser perdonados y limpiados. Éste es un mensaje que el mundo necesita escuchar. Ellos están tratando de llegar a Dios por sí mismos a través de la religión y las buenas obras. Dios nos llama a predicar un mensaje de perdón y una relación correcta con Dios que no tiene nada que ver con nuestros propios esfuerzos, sino que viene como un regalo a través de la fe a todo que lo reciba.
Es importante que comprendamos que aunque todos nosotros tenemos este ministerio, todos nosotros no proclamamos este mensaje de la misma manera. Tengo el privilegio de escribir este mensaje en los libros que Dios me capacita para escribir. Otros tienen el privilegio de proclamar públicamente este mensaje regularmente en el marco de una iglesia o en un estudio bíblico. Sin embargo tenemos que ver, que hay mucho más en ser un embajador, escribir, enseñar y predicar la Palabra. Hay una necesidad desesperada en todo este mundo para los que vivirán este mensaje en el lugar de trabajo. Tenemos que ver a las personas que establecerán contacto con sus prójimos en actos prácticos de bondad en el nombre de Jesús. El mensaje tiene que ser predicado en forma de acciones. Podemos hablar todo lo que queramos, pero a veces la única cosa que las personas comprenden es la bondad hecha en nombre del Señor. Una comida traída a una familia necesitada en el momento oportuno es una demostración muy práctica del mensaje del amor de Dios.
Hace algún tiempo luché en mi corazón con no ser el evangelista que sentí que tenía que ser. Le pregunté al Señor sobre esto. Nunca se me olvidará cómo el Señor habló a mi corazón aquel día y dijo: “Wayne, la cosa más grande que puedes hacer para la causa de evangelismo mundial, es ayudar a los cristianos a llegar a ser todo lo que ellos tienen que ser.” Ese es el papel que Dios me ha dado. Como embajadores, todos nosotros representamos al Señor de diferentes maneras. Tenemos que buscar al Señor y preguntarle de qué manera Él quiere que nosotros ejercitemos ese ministerio y lo hagamos con todo nuestro corazón, no para alabarnos a nosotros mismos ante las personas, sino para la gloria de nuestro Dios y el honor de Su nombre.
Para Considerar:
¿Se ha encontrado usted alguna vez buscando alabarse a usted mismo y hacer que las personas tengan un alto concepto de usted? ¿Qué reto le trae Pablo a usted aquí?
¿Cuál es la motivación detrás de su servicio al Señor? ¿Cuál fue la motivación de Pablo?
¿Qué ministerio o papel específico le ha dado Dios, como embajador de Cristo?
¿Usted ha estado ejercitando su ministerio de tal manera que Dios se enorgullezca de usted?
¿Qué nos enseña este pasaje con relación a juzgar a otros según los estándares del mundo? ¿Ha sido culpable usted de esto alguna vez?
¿Hasta qué punto le motiva el amor de Dios a tener mayor alcance en el nombre de Cristo por otras personas?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé un sentido muy claro de su papel como embajador para Él.
Pídale al Señor que le faculte para ser un siervo del que Él no se avergonzaría.
Agradezca al Señor por el privilegio de ser Su embajador y por la manera en que Él tomó todo su pecado sobre Sí Mismo.
Agradezca al Señor por Su Espíritu Santo, a quien Él ha puesto en su corazón para facultarle a ser el embajador que usted tiene que ser.
11 – COLABORADORES
Leer 2 Corintios 6:1-10
En el capítulo 6, Pablo les habló a los corintios sobre ser siervos de Dios y colaboradores en el reino. El apóstol les recuerda aquí en este capítulo de sus responsabilidades como colaboradores en el reino. Ya que trabajaban juntos en el ministerio del reino de Dios, habría retos y obligaciones. Sus acciones y sus actitudes impactarían los ministerios de sus hermanos en Cristo. Pablo tiene algunos consejos para los corintios en esta próxima sección de su carta acerca de trabajar juntos como colaboradores en el reino de Dios.
No recibáis la Gracia de Dios en vano
En el versículo 1, Pablo empezó por decirles a los corintios que no deberían recibir la gracia de Dios en vano. Para comprender lo que Pablo quiso decir, tenemos que mirar el versículo 2. Aquí Pablo les recordó a los creyentes en Corinto cómo Dios les había oído y los había alcanzado, trayendo Su salvación. Habían recibido una bendición maravillosa de Dios. Sus pecados fueron perdonados y fueron adoptados en la familia de Dios. Eran receptores de la gracia del Señor Jesús. Pablo retó a los corintios a que no ignoraran o malemplearan esta gracia y bendición de Dios.
Piense por un momento lo que el Señor ha hecho por usted. Considere que Él ha perdonado su pecado. Considere la esperanza que usted tiene en el Señor Jesús. Considere todas sus bendiciones en esta vida y la siguiente. Nosotros que hemos sido tan ricamente bendecidos tenemos una obligación para con Dios para alcanzar a otros durante este día de salvación.
Pablo les recuerda a los creyentes acerca de esta salvación maravillosa citando Isaías 49:8:
“En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido.”
Dios nos alcanzó con Su favor. Él oyó nuestro clamor por salvación y extendió Su mano. Que privilegio es conocer este favor y esta salvación de Dios. Ésta no es una oferta que podemos rechazar. Ahora es el tiempo de recibir esta salvación y este favor del Señor.
Hay muchos que reciben de Dios, pero no usan lo que han recibido para honrarle. Ellos han recibido dones espirituales, pero no han utilizado estos dones para ministrar a los perdidos o a los hermanos creyentes. Han sido salvados de la esclavitud de pecar, pero vuelven a sus antiguos caminos. ¿De qué sirven estas bendiciones si no las utilizan para el Señor y Su reino? Pablo retó a los creyentes a emplear las bendiciones de Dios para Su gloría.
En Lucas 19:11–27, Jesús contó la historia de un amo que dio a cada uno de sus siervos una suma de dinero para administrar en su ausencia. Uno de esos siervos eligió enterrar su suma y no la usó o la multiplicó mientras su amo estaba ausente. Hay muchas personas que hacen lo mismo. Han sido ricamente bendecidos por Dios, pero ellos no han destinado estos dones para la gloria del amo. Cuando el Señor regrese, ¿verá Él que usted ha utilizado lo que Él le dio para Su gloria? ¿Él verá que usted ha sido fiel con los dones y talentos que Él le dio o será usted culpable de recibir la gracia de Dios en vano?
Piedras De Tropiezo
El segundo reto del apóstol Pablo a los corintios en este capítulo fue que sean cuidadosos de no dar ofensa en ninguna cosa por el bien del evangelio. Pablo les recordó a los corintios en el versículo 3 que cualquier ministerio podría ser desprestigiado por piedras de tropiezo. Los años de discipulado pueden ser desbaratados por un individuo que ofende a los otros, induciéndoles a pecar. Las personas observan nuestras vidas. Los siervos fieles del Señor deberían vivir cuidadosamente para no desprestigiar sus ministerios. Muchos se han desviado de la fe por un mal ejemplo de otro creyente. Como colaboradores, trabajamos juntos por el reino. Si por mi mal ejemplo estoy desalentando a otros, tengo que arrepentirme y empezar una nueva vida. Pablo nos reta a vivir nuestras vidas de tal manera que nunca obstaculicemos la obra que Dios está realizando en los hermanos creyentes y por medio de hermanos creyentes. Esto requerirá sacrificio de nuestra parte por el bien de nuestro hermano o nuestra hermana. Sin embargo, tenemos que recordar que estamos trabajando en equipo y que cuando un miembro sufre todos nosotros sufrimos.
Recomiéndese Usted Mismo en Todos los Aspectos
En lugar de ofender, Pablo y los otros apóstoles vivieron vidas ejemplares para recomendarse en todos los aspectos. Esto parece contrario a lo que Pablo dijo antes:
“No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.” (5:12).
Pablo les dijo a los corintios que él no estaba tratando de recomendarse a sí mismo a ellos en el capítulo 5, pero en el capítulo 6, él les dijo que él se estaba recomendando a sí mismo en todos los aspectos. Tenemos que ver la diferencia aquí. Hay quienes se recomiendan a sí mismos por razones egoístas. Su deseo es ministrar de tal manera que las personas se fijen en ellos y tengan un alto concepto de ellas. Son individuos orgullosos que emplean el ministerio para la ambición egoísta.
Este no es el tipo de recomendación de la que Pablo está hablando en el versículo 4. Este versículo entra en el contexto de colocar una piedra de tropiezo delante de otros. La recomendación de la que Pablo está hablando aquí tenía que ver con vivir nuestras vidas de tal manera que las personas vean nuestro ejemplo y miren hacia el Señor. Nuestro deseo no debe ser que las personas se fijen en nosotros, sino más bien que se fijen en Jesús y Su Espíritu en nosotros para la gloria de Dios.
Todos tenemos que vivir vidas dignas de alabanza. Las personas nos están observando cómo creyentes y no queremos hacer que ninguna se aparte del Señor por nuestra causa. Pablo ilustró lo que él quiso decir en los siguientes versículos. Él usó sus propias experiencias y las de sus colaboradores para probar que no habían recibido la gracia de Dios en vano. Él urgió a los corintios a ser ejemplos de resistencia durante todas las adversidades y tribulaciones (versículo 4). Los apóstoles sufrieron golpizas encarcelamiento y motines causados por personas que resistían su mensaje. Una cosa es ser un buen testigo ante otros cuando las cosas andan bien. Otra muy distinta es ser testigo en momentos difíciles. Pablo desafió a los corintios a ser buenos ejemplos en todo momento. Qué poderoso testimonio es para el mundo ver a los cristianos sufrir y aun así alabar al Señor y vivir para Él. El mundo tiene que ver esto. Ellos tienen que ver que nuestra fe puede sustentarnos durante las crisis severas.
Por años he padecido de depresión. Oré por liberación, pero todavía estaba consciente de esta característica en mi vida. Hace algunos años llegué a entender que ésta era una oportunidad maravillosa para demostrar el poder de Dios. El Señor me lleva a través de los momentos cuando mis emociones están por el suelo y yo parezco que no siento nada. Él me da fuerza para enfrentar los momentos cuando me siento abrumado. Él me ha dado fuerza para pararme frente a Su pueblo y predicar la verdad de Su Palabra cuando he tenido la impresión de que no tenía nada que dar. En todo esto veo Su gracia y Su victoria en la batalla continua con la depresión clínica. No se nos prometieron vidas libres de dificultad; en realidad, se nos promete aflicción (ver Juan 16:33). Dios permitirá que algunos de nosotros enfrentemos pruebas para utilizarnos para demostrar al mundo que Su gracia es suficiente.
Si usted está experimentando una dificultad ahora mismo, considérela como una oportunidad de ser testigo de Cristo de una forma especial. No permita que su situación le conduzca a deshonrar al Señor y a poner una piedra de tropiezo a un hermano o una hermana. Vea esto como una oportunidad de señalarles a los hombres y a las mujeres el amor y el poder glorioso del Señor. Nuestro deseo es vivir una vida por la que seamos recomendados al ser verdaderos siervos de Dios en cualquier situación que Él nos haya puesto.
Habrá momentos en los que en nuestros esfuerzos por el bienestar del reino, pasaremos noches sin dormir. En este ministerio incluso podemos pasar hambre, como le sucedió a Pablo (versículo 5). Puede que tengamos que renunciar a un trabajo bien pagado para caminar por fe. El ministerio del evangelio no será fácil. Los que han ministrado en cualquier tiempo comprenden las dificultades que vienen a través de la obediencia al Señor y por permanecer en la senda estrecha de la justicia. La presión y el estrés del ministerio a veces pueden ser apabullantes. En esto también, Pablo retó a los corintios que siguieran su ejemplo. Él los desafió por el poder de Cristo a llevar esas cargas.
Tengo que admitir que ha habido momentos en los que el ministerio le ha quitado la alegría a mi vida. Confieso que no siempre he demostrado el fruto del Espíritu como quise hacerlo bajo la carga y el estrés del ministerio. Ser testigo del evangelio no es sólo predicar y enseñar. Ser testigo también tiene que ver con cómo vivimos bajo el estrés del ministerio. Podemos predicar bien, pero podemos crear una piedra de tropiezo por la manera en que manejamos el estrés de las personas y la carga del ministerio. Si vamos a vivir vidas que sean recomendables, tendremos que enfrentar bien nuestras pruebas.
En el versículo 6, Pablo comenzó a nombrar algunas virtudes que Dios había producido en él a través de las pruebas que él sufría por el reino. Él les recordó a los corintios que tenían también una obligación ante Dios de crecer en estas virtudes en sus relaciones personales, si es que iban a ser los ejemplos que Dios les estaba llamando a ser. Consideraremos estos elementos de gracia separadamente.
Pureza
Pablo les recordó a los corintios que los consiervos de Cristo, tenían que vivir vidas de pureza. Esta pureza se relacionaba con sus intenciones hacia las personas. Sus intenciones debían ser sinceras y honestas. Toda hipocresía tenía que ser desterrada de sus relaciones y ellos debían interactuar con integridad y decencia moral.
Comprensión
Pablo les dijo a los corintios que debían también ser comprensivos unos con otros. Eso significaba que tenían que escuchar y no siempre imponer su propio criterio. Ellos debían ser compasivos con las necesidades de los que les rodeaban y tratar de alentarlos. También tenían que tener conocimiento de la fe cristiana y ser sensibles a la voluntad de Dios.
Paciencia y Bondad
Él les dijo posteriormente que tenían que ser pacientes mutuamente. Esto significaba soportar las diferencias mutuas y apoyarse mutuamente, aun cuando las cosas no anduvieran bien. La bondad tiene que ver con extender la mano en actos de compasión y ternura. La bondad requiere acción. Se demuestra por medio de acciones prácticas y palabras que edifican y alientan.
Hablar Sincero
Parte de la pureza en las relaciones tiene que ver con la honradez en el hablar. La adulación y los comentarios insinceros no edifican al cuerpo. Las relaciones que duran se basan en la verdad. Las relaciones crecen cuando sabemos que podemos confiar en lo que otros dicen. La deshonestidad sólo crea inseguridad. Pablo les dijo a los corintios que debían ministrarse mutuamente en el hablar sincero.
Armas de Justicia
Pablo les dijo a los corintios en el versículo 7 que tenían que ser un pueblo que ministrara en el poder de Dios con armas de justicia en ambas manos. Esto quería decir que tenían que combatir al enemigo con herramientas espirituales, en la fuerza del Espíritu Santo y en el poder de una vida obediente (ver Efesios 6:10–18). Ellos no debían ministrar según sus propias fuerzas. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Si usaban la sabiduría humana, sólo estaban obstaculizando la obra de Dios y definitivamente poniendo piedras de tropiezo ante otras personas. Pablo retó a los corintios a que ministraran en el poder de Dios y Su justicia a fin de que no causaran división en el cuerpo de Cristo. Cuando cada uno de nosotros hace lo que sentimos que es correcto según nuestra manera de ver, el cuerpo de Cristo estará dividido. Cuando abandonamos nuestras propias agendas personales y buscamos al Señor, el resultado será unidad en el reino de Dios.
No siempre nos entenderán o apreciarán en nuestro caminar con el Señor. Habrá tiempos de gloria, pero también los habrá de deshonra. Habrá buenos tiempos como malos tiempos. Podemos ser sinceros en nuestras intenciones, pero las personas todavía nos pueden mirar como impostores (versículo 8). Pueden dar sus espaldas a nosotros y a nuestro mensaje (versículo 9).
Nuestras vidas se caracterizarán por la muerte. Tendremos que morir a nosotros mismos y a las cosas de este mundo. Tendremos que morir a las relaciones e incluso a nuestras propias metas y nuestras propias preferencias. Sin embargo, encontraremos vida a través de esto. Seremos golpeados, pero la mano de Dios estará sobre nosotros; seremos preservados y bendecidos.
Tendremos tiempos de profunda tristeza, con todo y eso, profundamente en nuestros corazones, brotará el gozo del Señor (versículo 10). Podemos no tener nada en esta vida, pero estaremos enriqueciendo a muchas personas con el mensaje de salvación que ofrecemos en el nombre de Jesús. Aunque podamos poseer poco de los bienes de este mundo, todo lo que tenemos es de valor eterno.
Pablo no se guarda nada aquí. Al usar sus propias experiencias como ejemplo, él mostró a los corintios explícitamente que la vida cristiana no es fácil. Él les dijo que habría sufrimiento, pruebas y malentendidos. Él los llamó como colaboradores a convertir en su objetivo no recibir en vano la gracia de Dios. En vez de eso, debían usar todo lo que habían recibido para el bienestar del reino de Dios, como él y los otros apóstoles ya estaban haciendo. Los corintios tenían que enfocarse en nunca poner una piedra de tropiezo delante de otras personas. Ellos tenían que vivir sus vidas de tal manera que cada acción y palabra señalara al Señor Jesús.
Cuanto ama el enemigo la división en la iglesia. A él le gusta hacernos competir entre nosotros y destruir los esfuerzos mutuos. Sin embargo, Pablo nos recuerda que somos colaboradores en el reino. Es por medio de nuestras palabras excelentes, acciones y actitudes que estamos edificando al cuerpo de Cristo y fortaleciendo el trabajo mutuo. Que Dios nos pueda dar la gracia para vivir de tal modo que Su reino no sea obstaculizado, sino expandido a través de nosotros.
Para Considerar:
¿Qué significa recibir la gracia de Dios en vano?
¿Cómo ha usado usted los recursos y dones que Dios le ha dado?
Tome un momento para considerar su vida y su ministerio. ¿Ha habido alguna manera en la que usted haya sido una piedra de tropiezo para otras personas?
¿Alguna vez se ha encontrado usted confiando más en su propia sabiduría y su propia fuerza que en la sabiduría y la fuerza del Señor? ¿Cómo obstaculizó esto el trabajo del reino de Dios?
¿Qué aprendemos aquí de la importancia de nuestro testimonio en la edificación del reino de Dios?
Para Orar:
Pídale al Señor que le muestre los lugares en su vida que son piedras de tropiezo para otros.
Pídale al Señor que le faculte para no recibir la gracia de Dios en vano. Pídale que le faculte eficazmente para usar todo lo que Él le ha dado.
Agradezca al Señor por el hecho de que usted no ministra solo. Agradézcale por los hermanos en su comunidad que también están edificando al cuerpo de Cristo.
12 – SALGAN DE EN MEDIO DE ELLOS
Leer 2 Corintios 6:11-18
Pablo empezó esta sección final del capítulo 6 con una expresión de su amor por los corintios. Él les recordó cómo él había hablado libremente con ellos y les había abierto su corazón. Él había, durante el curso de los 6 primeros capítulos, compartido con ellos su sufrimiento y sus pruebas en el ministerio. Él los retó a que vivieran audazmente por fe. Él los alentó a dar sus vidas por el Señor, sabiendo que había gran bendición esperándoles en el cielo. Él se comunicaba con ellos, no sólo por palabras, sino también por su vida y su ejemplo. Pablo vivía lo que él hablaba. Él sufrió mucho por presentarle el evangelio a los corintios. Muchos de los que estaban leyendo su carta habían sido salvados a través de su ministerio.
El versículo 12 nos dice que mientras Pablo lo había hecho todo por los corintios, no todos los corintios lo aceptaron. Pablo había sufrido por traerles la salvación y el crecimiento espiritual, pero muchos en Corinto no estaban correspondiendo ese afecto. Estos individuos en verdad estaban negándole el amor a Pablo (versículo 12). Una parte de estos individuos tenían verdaderos problemas con el apóstol. Pablo escribió la carta para aclarar una parte de estos malentendidos.
Pablo entendía lo que era amar y no ser correspondido. El Señor Jesús experimentó esto también en Su ministerio. En el versículo 13, Pablo les suplicaba a los corintios que le abrieran sus corazones. Pablo los llamó a tratar estos obstáculos para que se reconciliaran con él.
¿Hay personas a las que usted tiene en un lugar especial de su corazón hoy? ¿Usted está dispuesto a arriesgarse a abrirles el corazón otra vez? ¿Usted está dispuesto a renovar sus afectos para con ellos? Una cosa es cierta – si usted está dispuesto, Dios lo está. Confíe En él. Escúchele y permítale traer la sanidad que es necesaria.
Es interesante en este pasaje que si bien los corintios habían cerrado sus corazones al apóstol Pablo, se los habían abierto a los incrédulos. En el versículo 14, Pablo les dijo a los corintios acerca de unirse con incrédulos. Imagínese a un buey arando el suelo con un burro enyuntado a su lado. Puesto que el buey es más fuerte, el burro no podría continuar el paso y uno estaría obrando en contra del otro. El buey cansaría al burro y posiblemente incluso lo mataría. El trabajo definitivamente sufriría porque los animales no eran iguales en la fortaleza.
Pablo nos está diciendo que este mismo principio se aplica a la vida cristiana. ¿Qué ocurre cuando los creyentes están asociándose todo el tiempo con incrédulos? ¿No sufre su caminar espiritual por ello? ¿Qué ocurre cuando usted escoge a un incrédulo para esposo o para esposa? ¿No sufre usted en su caminar espiritual por eso? Puede que usted haya intentado forjar una sociedad mercantil con un incrédulo. La manera en que usted conduciría el negocio sería muy distinta de cómo lo haría el incrédulo. ¿Qué ocurre cuando metemos al incrédulo en la iglesia para involucrarse en el ministerio? ¿No sufrirá la iglesia como consecuencia de esto? Es verdad que en ciertas circunstancias no podemos evitar trabajar al lado de incrédulos, pero Pablo nos recuerda aquí en cuanto a los beneficios de estar de acuerdo en asuntos espirituales.
“¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?” Pablo preguntó en el versículo 14. ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? La verdad del asunto es que uno obra en contra del otro. En el versículo 15, Pablo les recordó a los corintios que no hay realmente armonía entre Cristo y Belial. La palabra hebrea Belial quiere decir “falta de valor” o “maldad.” El hecho de que es escrita con mayúscula indica que se usa aquí como nombre para alguien en específico. La mayoría de los comentaristas están de acuerdo que “Belial” aquí es Satanás, quien es el padre de lo que carece de valor y de la maldad. ¿Qué tiene Satanás en común con el Señor Jesucristo? Satanás se opone a todo lo que representa Jesús. Satanás es el enemigo de todo lo que Jesús vino a hacer y decir. Pablo fue un paso más allá y les recordó a los corintios que los hijos de Satanás no tienen nada en común con los hijos de Dios. Imagínese pedirle al enemigo que se una a usted en combate durante un tiempo de guerra. Si usted lo hiciera, él usaría la oportunidad para pelear contra usted. Como creyentes, tenemos un enemigo real que está dispuesto a destruirnos (ver 1 Pedro 5:8). Satanás a menudo utiliza a los incrédulos para intentar desbaratar la causa de Cristo.
Este principio es verdad también en el contexto de la iglesia. ¿Qué acuerdo puede existir entre el templo de Dios y los ídolos? Una rápida mirada a la Palabra de Dios nos mostrará claramente que Dios se pronuncia tajantemente en contra de la adoración de ídolos o algún otro dios (ver Éxodo 20:3–4; Levíticos 26:1; 1 Samuel 12:21). Él toma estos asuntos muy seriamente. Usted no le puede servir al Dios verdadero y al mismo tiempo les puede servir a los dioses falsos de este mundo. Usted tiene que decidirse. ¿A quién va usted a servir? Usted no puede servir a Dios sirviéndole a otro dios o doblegándose ante un ídolo. Imagínese un marido que dice que él ama a su mujer y sin embargo sale y comete adulterio a cada rato. ¿Cómo podemos decir que amamos a nuestros cónyuges si no les estamos siendo fieles?
Pablo les recordó a los corintios que si habían aceptado al Señor Jesús como su Salvador personal, sus cuerpos eran el templo de Dios (versículo 16). Dios puso Su Espíritu Santo en ellos. Él prometió caminar con ellos y ser su Dios siempre. Donde quiera que fueran, estaban en Su presencia.
A la luz de esta verdad maravillosa, Pablo les dijo a los corintios que tenían que salir de entre los incrédulos y sus caminos. Como templos de Dios, tenían que mantenerse puros y santos (versículo 17). Como hijos de Dios, tenían que conducirse como Sus hijos santos (versículo 18). Esto quiso decir que hubo momentos cuando tuvieron que romper relaciones con los incrédulos. Había lugares a donde tenían que dejar de ir. Había cosas malvadas a las que tenían que dejar de exponerse.
Hay muchas maneras que podemos introducir la maldad en el templo de Dios. Hay muchas puertas para entrar en el templo. Hay momentos en los que tenemos que cerrar la puerta de nuestros oídos o nuestros ojos. A veces tenemos que cerrar la puerta a nuestros pensamientos y nuestras actitudes. A veces tenemos que separarnos nosotros mismos de amigos o seres queridos porque están introduciendo deshonra en nuestro templo del Señor.
Los corintios tenían una lección muy práctica que aprender. Habían cerrado sus afectos a Pablo y a los otros apóstoles, pero estaban abriendo sus afectos al enemigo. La puerta de su corazón estaba cerrada a Dios, pero abierta de par en par al mundo. Pablo les habló tajantemente aquí. Él les recordó de la gravedad de lo que estaban haciendo y les retó a que se separaran de los incrédulos y sus malos caminos.
Para Considerar:
¿En qué formas puede un creyente formar una asociación con el incrédulo?
¿Cómo son los caminos del incrédulo diferentes de los de Dios?
¿Qué nos enseña esta sección acerca de la necesidad de hacer una separación clara entre el mundo y Cristo?
¿Se ha encontrado usted culpable de cerrar su corazón a un hermano o una hermana en Cristo? ¿Qué puede hacer usted para abrirles el corazón?
¿Con qué tentaciones mundanas específicas lucha usted hoy?
Para Orar:
Pídale al Señor que le ayude a ver cualquier área donde usted tiene que cerrar una puerta al mundo y sus caminos.
Pídale a Dios que le permita mantener el templo de su cuerpo puro para Él.
¿Hay algunos creyentes a los que usted ha cerrado el corazón en la actualidad? Pídale al Señor que abra su corazón a ellos.
13 – UNA CARTA DURA
Leer 2 Corintios 7
Ya hemos tenido indicios en este libro de un problema entre Pablo y ciertos individuos en Corinto. Uno de los propósitos de Pablo al escribir esta segunda carta a los corintios era resolver una parte de estos asuntos y reconstruir la relación entre él y estos individuos específicos.
En el último capítulo, Pablo trató el hecho de que los corintios eran hijos de Dios y como tal tenían que separarse de las impurezas de este mundo. Él les recordó a estos creyentes que Dios se deleitaba en llamarles Sus hijos. Él se enorgullecía de ser su Padre. Qué privilegio tan maravilloso tenemos de ser hijos de Dios. ¿Qué esperanza tenemos para el futuro? Cuándo Pablo comenzó el capítulo 7, él les recordó a los creyentes corintios que ya que tenían estas promesas maravillosas de Dios, tenían que ser un pueblo puro y justo ante Él.
Se está acercando el día cuando el Señor vendrá a llevarnos para estar con Él por siempre. Qué vergüenza sería para nosotros no estar listos para cuando Él venga por nosotros. Pablo retó a los corintios a que vivieran en pureza. Él los retó a eliminar de sus vidas cualquier cosa que contaminara sus cuerpos o sus almas. Tenían que vivir en una santidad creciente por reverencia a Dios y Sus propósitos. “Perfeccionando la santidad” significa volvernos cada día más y más como Cristo (versículo 1).
Tome un momento para examinar su vida. ¿Se está volviendo más y más como el Señor Jesús? ¿Tiene usted más y más victorias sobre el pecado y la maldad en su vida? ¿Está usted más cerca del Señor este año de lo que lo estuvo el año pasado?
Parte de volverse cada vez más como Cristo y perfeccionar la santidad tiene que ver con las relaciones personales. En el versículo 2 Pablo apeló a los corintios, en su búsqueda por una santidad más profunda, a darle a él y sus colaboradores su afecto completo (ver 6:11–13). Otra vez vemos que había una tensión en la relación entre los corintios y Pablo y era importante que se ocuparan de esto. La implicación de este versículo es clara. Si usted quiere crecer en santidad, usted tendrá que ocuparse de las relaciones tensas. El perfeccionamiento de la santidad exige reconciliarse con otros en Cristo.
Pablo les recuerda a los corintios en el versículo 2 que él no había hecho nada incorrectamente. Él había examinado su relación personal con Dios y tenía una conciencia limpia. En el versículo 3, él les dijo que él estaba realmente dispuesto a vivir o incluso morir por ellos. Aunque Pablo no había hecho nada malo, la relación entre los corintios y él estaba todavía tensa. Pablo se sentía obligado a reafirmar su amor y perdón a los corintios en un intento por romper cualquiera diferencia que existieran.
Ha habido momentos en mis relaciones con otros que sentí esta tensión. Yo a veces he examinado mi corazón y no he sentido amargura, cólera, o nada negativo hacia la persona que parecía tener problemas conmigo. Mi tentación en estos tiempos fue pensar que éste no era mi problema porque no tenía nada en contra de esa persona.
Pablo no tenía problemas con los corintios. Los corintios tenían problemas con él, pero fue Pablo el que intentó traer sanidad a la relación. Él no dejó que los corintios se ocuparan de esto. La verdad del asunto es que cada vez que hay relaciones rotas entre creyentes, el reino de Dios sufre.
Jesús tuvo algo que decir en cuanto a este asunto en Mateo 5:23–24:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Fíjese aquí en específico que Jesús no dijo, “Si usted tiene algo en contra de su hermano.” Él dijo, “Si su hermano tiene algo en contra de usted.” Usted puede no tener un problema con su hermano, pero él tiene un problema con usted. Jesús le pidió al adorador que se ocupara de esta relación rota. Esto es lo que estaba haciendo Pablo aquí. Él era inocente, pero él era el que estaba tratando de resolver el problema.
Es cierto que resolver los problemas que las personas tienen con nosotros no será fácil. Hay momentos en los que simplemente no podemos resolver nuestras diferencias. Sin embargo, Pablo nos reta al menos a intentarlo.
En el versículo 4, Pablo les dijo a los corintios que él tenía gran confianza en ellos. Él creía que ellos se ocuparían de este asunto y le abrirían sus corazones a él. Él les recordó de sus profundos sentimientos por ellos y que él se enorgullecía de ellos. Es verdad que había todavía cuestiones de las que había que ocuparse. No eran perfectos, pero todavía Pablo se deleitaba con ellos y se enorgulleció de ellos. Eran una bendición para él. Incluso en sus problemas profundos y aflicciones, estas personas traían alegría a su corazón. Él podía estar seguro del continuo trabajo de Dios en sus vidas (ver Filipenses 1:6).
Cuando Pablo estaba en Macedonia, él sufrió tremenda persecución. En el versículo 5 él les dijo a los corintios que su cuerpo no tenía descanso. Él pasaba largas horas en el difícil servicio al reino. Él era acosado por todas partes cuando él entró en esta región. Había conflictos y disputas todas en torno a él y él se sentía agobiado. Él admitió que él experimentó temor. Los conflictos y la resistencia al evangelio fueron tan fuertes en esta región que Pablo no sabía si él iba a vivir o morir.
En este tiempo de dificultad en el ministerio, Dios le extendió la mano a Pablo y le dio a Tito como compañero. El gran apóstol Pablo comprendió que él no podría ministrar solo. Él a menudo trajo a otros con él en sus viajes misioneros porque él sabía cuánto necesitaba él su camaradería y su ánimo.
Durante muchos años de mi ministerio, he trabajado solo. A veces el ministerio puede ser solitario. He crecido en mi aprecio por la necesidad de compañeros en la obra del Señor. ¿Cuántos pastores o trabajadores cristianos han sentido como que quieren rendirse? La razón fundamental para esto es que han estado solos en el ministerio y no han sido apoyados y han estado animados por colaboradores que entiendan y lleven la carga con ellos.
En el versículo 7, Pablo también les informó a los corintios que en su tiempo de tribulación en Macedonia, no sólo Dios le trajo consuelo a través de Tito, sino que él también encontró gran consuelo en las noticias que Tito trajo de la iglesia en Corinto. Tito había llevado a los corintios la carta antagónica de Pablo y ellos habían reaccionado correctamente a ella. Se habían acongojado por su pecado, se habían arrepentido y habían sentido pesar por añadir angustia al ministerio de Pablo. Cuando Pablo oyó esta noticia de Tito, él sintió mucho consuelo y alivio. Qué bendición encontró Pablo en simplemente saber que él le importaba todavía a los corintios y que sus palabras les habían fortalecido.
Tal vez usted también ha sido animado al saber de otros. Puede que fuera una llamada telefónica, una visita, o una palabra de consuelo que le mostró cuánto le importaba a alguien. A menudo he sido bendecido por cartas recibidas de pastores u obreros cristianos que han recibido copias de mis libros y escribieron para hacerme saber que los libros les estaban ministrando. Nunca sabemos el poder de un simple gesto para alentar y bendecir otra persona. Al demostrar nuestro amor en una forma simple y práctica, podríamos ser la persona que bendiga y aliente a un creyente o trabajador cristiano a continuar en la buena obra del Señor.
En el versículo 8, Pablo expresó algunos de sus sentimientos por la áspera carta que él les había enviado mediante Tito. Algunos creen que la carta fue la epístola de 1 Corintios, en la cual Pablo planteó algunos problemas muy serios en la iglesia. Él reprendió a los corintios por dejar que un hombre permaneciera en comunión mientras estaba acostándose con la esposa de su padre. Pablo los retó también acerca de las facciones que existían entre ellos. Él los reprendió por su falta de amor y su mal uso de los dones espirituales.
La carta causó una conmoción entre los creyentes así como también mucha tristeza y dolor. Como consecuencia, algunas personas se volvieron contra Pablo y él se preguntó si él había sido tan severo que él había desalentado a la iglesia. Sin embargo, por otra parte él entendió que aunque la carta los lastimara, había que traer corrección. Él sintió que era su obligación señalar el pecado en su iglesia.
Imagínese a un padre que no le habla a su hijo de su mala conducta. Imagínese a un padre que nunca disciplina o enseña a su hijo. Les hacemos tremendo daño a nuestros hijos si no les señalamos sus errores. Si los amamos, los corregiremos y les enseñaremos lo correcto. Es así como Pablo vio lo que él había hecho. Esta corrección severa por parte de Pablo condujo a los corintios al arrepentimiento. La carta de Pablo los despertó a la gravedad de lo que estaba ocurriendo en su iglesia.
Hay veces cuando como líderes espirituales Dios nos llamará a hablar palabras duras. Estas palabras no siempre serán bien recibidas, pero son necesarias para el fortalecimiento del cuerpo de Cristo. Al final Pablo se regocijó porque esas palabras duras trajeron una santidad más profunda para la iglesia de Corinto. La iglesia se fortaleció y tuvo un testimonio más vibrante en su comunidad. El agravio se corrigió y la santidad fue restaurada. Su tristeza piadosa trajo arrepentimiento y los condujo a una relación más profunda con su Salvador.
En el versículo 10 Pablo hizo una comparación entre la tristeza piadosa y la tristeza mundana. La tristeza piadosa conduce al arrepentimiento y la victoria sin pesar. En otras palabras, la tristeza piadosa abre el corazón para abrazar la corrección. La carta de Pablo entristeció a los corintios por un tiempo como Dios se propuso. Los corintios crecieron en santidad. Los creyentes cambiaron sus mentes y comportamiento y fueron liberados de varias situaciones pecaminosas.
La tristeza del mundo se diferencia de la tristeza piadosa en lo referente a que no está enfocada en Dios y en la santidad. Está enfocada en el orgullo herido de una persona. La tristeza del mundo se lamenta de que una reputación ha sido empañada o que un deseo no se cumplió. Se lamenta por una pérdida de algo de valor temporal en este mundo. El centro no está en Dios y lo que Él quiere lograr por medio de esa pérdida, sino en deseos egoístas y la autocompasión.
Los corintios estaban muy entristecidos porque el corazón de Dios estaba entristecido (versículo 11). Esta tristeza procedía del Espíritu Santo y condujo a la iglesia al arrepentimiento. El resultado fue una sinceridad y seriedad más profunda en su fe. Esta tristeza lanzó a la iglesia a una mayor santidad.
La severa carta de Pablo les mostró algo más a los corintios. Les mostró que estaban luchando por el mismo propósito – la gloria de Dios. Pablo aclaró a los corintios que él escribió la severa carta para que pudieran ser uno ante el Padre (versículo 12). La carta y el arrepentimiento resultante no sólo restauraron la iglesia y les reafirmó que eran uno con Pablo, sino que también trajo tremendo estímulo a Tito (versículo 13). Tito fue bendecido al ver cómo la iglesia había estado tan dispuesta a ocuparse de su pecado. Tito fue refrescado en su caminar espiritual a través de esta iglesia cuando él vio su avidez por ocuparse de los asuntos que los separaban de Pablo y del Señor.
Pablo se enorgulleció de los corintios. Él se glorió con Tito de ellos y su deseo por el Señor (versículo 14). El resultado fue que Tito tuvo un mayor amor y afecto por la iglesia en Corinto. Cuando Tito fue a Corinto a ministrar, la iglesia le recibió con los brazos abiertos y una profunda reverencia. Todas estas cosas le dieron a Pablo una gran confianza en la obra de Dios en esta iglesia. La carta de Pablo para ellos fue severa, pero los llevó a una relación más profunda con Dios. Se convirtieron en mayores instrumentos para el reino de Dios.
Para Considerar:
¿Ha estado usted alguna vez en una situación donde usted fue confrontado por su pecado? ¿Fue ésta una experiencia fácil? ¿Cuál fue el resultado de confesar su pecado?
Tome un momento para considerar si hay relaciones rotas en su vida. ¿Qué le mandaría Dios a hacer con estas relaciones?
¿Cuál es la diferencia entre la tristeza piadosa y la tristeza del mundo ¿Se pueden confundir a veces?
¿Qué usted está dispuesto a hacer para volverse más como Cristo y crecer en una santidad más profunda? ¿Qué le impide ser más como Cristo?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé un corazón que busque Su gloria y una santidad más profunda.
Pídale al Señor que traiga sanidad a cualquier relación rota en su vida.
Pídale al Señor que abra su corazón para recibir la reprensión de un hermano o una hermana y hacer los cambios necesarios.
Agradezca al Señor por los que le han acompañado en el ministerio. Pregúntele a Dios si hay alguien a quién Él quiere que usted aliente hoy.
14 – LA GRACIA DE DAR
Leer 2 Corintio 8:1-9
No solo el apóstol Pablo quería que los corintios se reconciliaran entre sí y se ocuparan de los asuntos que los dividían, sino que él también quería que ellos fueran una iglesia generosa. En este capítulo Pablo insistió en el ministerio de dar.
Pablo comenzó en el versículo 1 recordándole a los corintios lo que él vio y experimentó en la región de Macedonia. Él dijo a la iglesia de Corinto que Dios había dado una gran gracia a las iglesias en Macedonia. ¿Qué es la gracia? Es el favor inmerecido de Dios con nosotros. Es Su bendición a pesar de ser quiénes somos. Es su capacitación a pesar de nuestra pecaminosidad y nuestra debilidad. Las iglesias en la región de Macedonia habían recibido un favor especial de Dios en sus vidas y Pablo quería contarles a los creyentes en Corinto.
Pablo informó que las iglesias de Macedonia estaban pasando por pruebas severas y pobreza extrema. Estas iglesias enfrentaban mucha dificultad y oposición. Sin embargo, fíjese que a pesar de este tremendo sufrimiento, las iglesias estaban desbordando de alegría y rica generosidad (versículo 2). Esto fue debido a la gracia de Dios que les había dado la capacidad de convertir su extrema pobreza en maravillosa generosidad. Desbordaban de alegría incluso durante el severo sufrimiento.
Qué bendición es conocer a personas como éstas. No tienen más que dificultad en sus vidas, pero están llenos de gozo. Ellos no tenían mucho de los bienes de este mundo, pero daban generosamente. Muchos de nosotros bajo una severa persecución y sufrimiento nos abrumamos con tristeza y nos preocupamos. Qué bendición es poder enfrentar las luchas inevitables de la vida con gozo desbordante en nuestros corazones. Este es un enriquecedor don de Dios y esto es lo que Dios les dio a estos creyentes. Él les dio alegría desbordante en sus corazones en medio de la persecución. El fruto del Espíritu brotó en ellos e inundó sus almas. Si sólo todos nosotros pudiéramos experimentar esto.
Pablo les dijo a los corintios que el Espíritu de Dios se movió de tal manera en la vida de estos santos pobres que dieron todo lo que pudieron dar y aún más. Nadie les pidió que contribuyeran, pero dieron de su propia libre voluntad por causa de un corazón desbordante de gratitud a Dios. Pablo vio esto como un don maravilloso de gracia de Dios a los macedonios. Estos creyentes no necesitaron que Pablo les dijera que dieran; hicieron esto bajo la dirección y la guía del Espíritu Santo que los estaba moviendo. Fíjese en el versículo 4 que “rogaron urgentemente” a Pablo por este privilegio. Estos macedonios suplicaron el privilegio de aliviar a otros que sufrían como ellos.
Sin personas generosas como estas, la obra del reino no pudiera progresar. Las personas que dan con tremendo esfuerzo, son una parte vital del ministerio. Ellas facultan a los ministerios a continuar al suministrar necesidades prácticas. En el versículo 5, Pablo les dijo a los corintios que los creyentes en Macedonia no dieron como él había esperado. Los macedonios primero se dieron al Señor. Es decir, ofrecieron todo lo que tenían, ellos mismos y sus posesiones, al Señor. No consideraron nada de lo que tenían como que fuese de ellos. Fue todo dado al Señor para Su gloria. Fue por este compromiso que le dieron al ministerio de los apóstoles y a las necesidades del reino en otras áreas.
Es posible que las personas den sin primero darse a sí mismos y todo lo que tienen al Señor. Los que dan de este modo creen que sus posesiones les pertenecen. Sienten que están siendo generosos, bondadosos y compasivos regalando una parte de su propio dinero y recursos. Sienten que le están haciendo un favor a Dios al darle para su obra. Ésta no fue la actitud de los macedonios. Ellos reconocieron que todo su dinero y sus posesiones ya pertenecían a Dios. Cuando dieron, no era como si le estuvieran haciendo un favor a Dios, sino más bien simplemente enviando Sus recursos a los lugares donde Él quería usarlos. Eran meros administradores de los recursos de Dios.
Los macedonios nos dan un ejemplo poderoso a seguir. Primero, se dieron y todo lo que tenían al Señor. Entregaron todo. No reclamaron nada para sí mismos. Todo era de Dios. Simplemente canalizaron estos recursos como el Señor consideró que era conveniente dirigirlos. ¿No es así cómo debiera ser para nosotros? No deberíamos contentarnos con dar a Dios una parte de nuestros recursos. Debemos darle todo lo que tenemos. No deberíamos retener ninguna cosa. Ésta, según Pablo, es la voluntad de Dios para todos Sus hijos. Primero, debemos darnos nosotros mismos y todo lo que tenemos a Dios y entonces tenemos que permitirle que nos dirija en cómo utilizar Sus recursos. Todo debe ser entregado a Dios y estar listo para que Dios lo use como le agrade a Él (ver Romanos 12:1–2).
Pablo les dijo a los corintios en el versículo 6 que él había instado a Tito a promover este don de dar en la iglesia de Corinto durante su visita. Pablo quería que la iglesia en Corinto fuera una iglesia generosa que siguiera el ejemplo de las iglesias en Macedonia. Pablo reconoció que los creyentes en Corinto habían sobresalido en otras áreas. Ellos eran ejemplos en la fe, palabra, conocimiento, seriedad y amor. Él los instó a completar lo que les estaba faltando en su fe al sobresalir en esta gracia de dar también. Pablo les estaba diciendo a los corintios que dar es una parte vital de la vida de una iglesia. Una iglesia que no ha sobresalido en la gracia de dar es una iglesia que necesita madurar. Es el corazón de Dios que seamos un pueblo generoso.
En el versículo 8, Pablo aclaró que él no les estaba ordenando a los corintios que dieran. Aunque él les pudo haber ordenado que dieran, pero entonces no lo harían de corazón. Las iglesias en Macedonia no necesitaron recibir instrucciones para dar. Ellas dieron por su propia libre voluntad, motivadas por el amor de Dios y el Espíritu dentro de ellas. Pablo no quería forzar a los corintios a que dieran. Él quería que ellos dieran libremente de sus propios corazones.
Fíjese en la filosofía del ministerio de Pablo. Él sabía que era posible que él les dijera a las personas lo que tenían que hacer, pero al fin eso no sería de ningún beneficio. El legalismo les dice a las personas cómo deben actuar y los disciplinan cuando no siguen las reglas y regulaciones. Sin embargo, el legalismo no cambia el corazón. Usted puede hacer todo bien por fuera, pero puede estar muy distante de Dios por dentro. Dios no mira la acción externa, sino al corazón. Pablo pudo haberles indicado a los corintios la dirección correcta en este asunto de dar, pero los corintios tenían que hacer de esto un asunto del corazón. Pablo no quería que ellos simplemente obedecieran alguna ley por compulsión o porque Pablo o sus líderes de la iglesia les dijeran que dieran. Debían dar porque desearan hacerlo, porque el Señor los estaba moviendo a dar. ¿Cuántos dones han perdido su significado eterno porque no han sido ejercidos desde el corazón, sino por culpa y obligación?
En el versículo 9, Pablo señaló a los corintios al Señor Jesús y lo que Él había hecho por ellos. Él les recordó de la gracia del Señor Jesús hacia ellos. Él era rico, pero se hizo pobre por ellos. Él ofreció Su vida en la cruz a fin de que pudieran venir a conocer al Padre. Él dio Su vida perfecta a fin de que pudieran conocer el perdón de pecados. Él dio a fin de que pudieran experimentar Sus riquezas. Pablo puso a Cristo ante los corintios como un ejemplo a seguir y como una motivación a dar tal como Jesús les había dado a ellos. Que el ejemplo del sacrificio amoroso de Cristo pueda ser también nuestra motivación.
Para Considerar:
¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de dar? ¿Por qué es este ministerio tan importante en el reino de Dios?
¿Qué diferencia hace cuando primero nos damos al Señor Jesús antes de que demos a otros?
Tome un momento para considerar cómo da usted. ¿Usted da por un sentido de obligación y de culpa o por un corazón que verdaderamente ama al Señor?
¿Hay alguna cosa que usted duda en darle al Señor?
Para Orar:
Tome un momento para ofrecer todo lo que usted tiene al Señor. Agradézcale que todo lo que usted tiene procede de Él.
Pídale al Señor que le muestre cómo Él quiere que usted use los recursos que Él le ha dado. Pídale que le muestre dónde Él le haría contribuir a la obra de Su reino.
Agradezca al Señor Jesús por la manera en que Él se dio a Sí Mismo por usted.
15 – LA ADMINISTRACIÓN DE UN DON
Leer 2 Corintios 8:10-24
En la primera parte de este capítulo, Pablo habló a los corintios acerca de la gracia maravillosa de dar. Él les recordó cuán importante es este ministerio en el reino de Dios. Pablo tenía una carga en su corazón por ver a la iglesia en Corinto sobresalir en este don de dar. Aquí en esta sección final del capítulo 8, él les dio a los corintios algún consejo de cómo deberían dar.
Den Gustosamente Y Continuamente
Pablo empezó por recordarles a los corintios de la importancia de la buena disposición en el asunto de dar. En el versículo 10, Pablo les dijo que en el año pasado, habían sido los primeros en dar para su ministerio. Fíjese que ellos no sólo tienen el deseo y la buena disposición, sino que continuaban con él. Aprendemos aquí que en este ministerio de dar, hay dos cosas que tenemos que recordar. Lo primero es la buena disposición y lo segundo es continuar con esa buena disposición.
¿Cuántas veces ha visto usted una necesidad específica y se ha dicho a usted mismo que debería hacer algo respecto a esa necesidad? Puede que usted tuviera la intención de dar, pero usted no lo hizo de inmediato y entonces utilizó el dinero para un propósito diferente. Lo que tenemos que comprender aquí es que la guía del Señor es a veces una guía muy discreta. Al igual que Pablo, el Señor no nos obliga a dar. Un regalo a la fuerza o por obligación no es en realidad un regalo. Dios puede poner una carga en su corazón o le puede mostrar cómo aliviar la necesidad de un hermano o una hermana. Puede que usted tenga de verdad la intención de hacer algo, pero nunca lo llega a realizar. Esto es un verdadero problema en lo que se refiere al ministerio de dar. El Señor está constantemente impulsando a las personas a dar, pero no todo el mundo responde a ese llamado si bien han sentido la dirección del Señor. Cuando se trata del don de dar, Dios anda buscando a personas que no solamente sean solidarios con los necesitados, sino que también harán algo al respecto. El deseo y la buena disposición sin acción no son nada. Usted puede tener la buena disposición, pero mientras el dinero se quede en su bolsillo, usted no ha ministrado.
El otro problema experimentado en el ministerio de dar es la motivación. Hay muchas razones para dar. A veces las personas dan por obligación y culpa. A veces dan para que los vean. A veces dan porque es lo que todo el mundo está haciendo. Puede que usted se haya encontrado en estas situaciones también. Usted dio, pero su corazón no estaba en ello. En el versículo 12, Pablo nos recuerda que si la buena disposición está ahí, la ofrenda es aceptable. En otras palabras, si usted quiere que su ofrenda sea aceptable, usted necesita tener un corazón recto ante Dios en la acción de dar su ofrenda. Usted no honra a Dios si usted no da su ofrenda con amor y con un corazón dispuesto.
Dé Según Lo Que Usted Tenga
El segundo principio que Pablo dio a los corintios con relación al ministerio de dar fue que Dios sólo espera que nosotros demos lo que tenemos (versículo 12). Esto debería sobreentenderse, pero la realidad es que los que tienen buen corazón para dar constantemente lucharán contra este principio.
Hace algún tiempo visité Haití. Estaba sobrecogido por las necesidades que veía en todas partes adonde miraba. La verdad es que una persona sólo tiene una cantidad limitada para dar. Cuán fácil es sentirse culpable porque no tenemos suficiente para todos los necesitados. Esta culpa puede volverse abrumadora muy rápidamente. Tenemos que entender que Dios no pide que demos lo que no tenemos. Dios sabe que una ofrenda puede dar la apariencia de no ser mucho comparado con la tremenda necesidad que existe. Como una pequeña gota de agua en un gran océano de necesidad, una ofrenda puede parecer que no cambia nada. Dios puede usar esta ofrenda en las formas que nunca podríamos imaginarnos. Si damos como Él indica, Él la multiplicará como Él considere conveniente.
Busque La Igualdad
El tercer principio que Pablo les enseñó a los corintios tenía que ver con luchar por la igualdad en el cuerpo de Cristo. En el versículo 13, Pablo les recordó a los creyentes corintios que no era su deseo ayudar a una persona a expensas de otra. En otras palabras, si atiendo a una persona a expensas de otra, realmente no he cambiado la situación. Pablo les recordó a los corintios que la meta de dar es traer una mayor igualdad al cuerpo, no transferir la necesidad de una persona a otra. La meta es que las que tienen más de lo que necesitan compartan con los que tienen menos de lo necesario, a fin de que todos tengamos lo que es necesario.
Para subrayar su argumento, en el versículo 15, Pablo cita de Éxodo 16:18. Este pasaje particular habla del tiempo cuando los israelitas estaban recogiendo maná en el desierto. Los que recogían demasiado encontraban que la cantidad extra no duraba. Se echaba a perder. Dios le estaba enseñando a Su pueblo que no debían buscar más de lo que necesitaban, sino que al contrario, debían contentarse con lo que tenían. Por esta razón, cuando recogían demasiado, el exceso se echaba a perder. El reto de Pablo es que no dejemos echar a perder nuestros recursos cuando hay otros que los pueden usar.
Se Nos Dio Para Demos
En el versículo 14, Pablo les recordó a los corintios que el excedente de algunos podría ministrar la escasez de otros. En otras palabras, se nos da para que demos. Cuán fácil es para nosotros enfocarnos tanto en nosotros mismos y nuestras necesidades futuras que no nos damos cuenta de las necesidades de los que nos rodean. Es verdad que hay sabiduría en guardar dinero y recursos para los momentos de gran adversidad, pero debemos ser precavidos en no descuidar extender la mano en la actualidad a los que les faltan las cosas necesarias. Pablo se refería a Éxodo 16:18 con relación a la recogida de maná por los israelitas en el desierto. A nadie le faltó lo que necesitó. Dios nos da a fin de que a través de nosotros sean satisfechas las necesidades del cuerpo.
Otra vez el principio aquí es uno de igualdad. Si usted tiene lo suficiente y a su hermano le falta algo, hágase la pregunta, ¿“Por qué he recibido yo tanto?” Considere que Dios le pudo haber dado de más a fin de que usted pueda tener el privilegio de ministrar a otra persona en su pobreza.
Somos Responsables
Hay muchos problemas que se levantan en lo que se refiere al uso del dinero en el reino de Dios. Pablo les recordó a los corintios de la importancia de ser responsables ante Dios y otras personas en el uso y la administración de los recursos financieros.
Es importante que comprendamos un poco más del contexto de este capítulo. En el capítulo 9 veremos que la iglesia en Corinto había prometido una ofrenda (ver 1 Corintios 16:1–39:5;). Parece que si bien habían prometido esta ofrenda, no había llegado a su destino. Los corintios habían ahorrado dinero, pero no había sido enviado a los necesitados. Fue por esta razón que el apóstol Pablo sintió que era necesario enviar algunos hermanos a la iglesia para alentarlos a continuar con sus promesas.
En el versículo 16, Pablo les dijo a los corintios que Dios había puesto una carga en el corazón de Tito en ver que la iglesia en Corinto sobresaliera en la gracia de dar. Había necesidades reales en el cuerpo de Cristo. El cuerpo más grande necesitaba los recursos que la iglesia de Corinto había estado ahorrando. Había llegado el tiempo de hacer algo para conseguir el dinero para los que lo necesitaban. Tito compartía esa misma carga. Por esta razón, Tito decidió visitar la iglesia de Corinto y alentarlos a continuar adelante con su promesa.
Junto con Tito, Pablo consideró conveniente enviar a otro hermano que había demostrado su valor en el servicio del evangelio. No se nos dice quién era este hermano, pero entendemos que él se había ganado el respeto de la mayoría de la comunidad. En el versículo 19, Pablo les recordó a los corintios que la única manera en que podrían honrar al Señor en este asunto era seguir adelante con su promesa de dar.
Pablo consideró a la iglesia de Corinto responsable en este asunto de la ofrenda prometida. Él también envió a los hermanos de confianza a llevar esta ofrenda a su destino a fin de que pudieran evitar cualquier crítica mientras administraban esta ofrenda. Pablo les recordó que él se esforzaba en hacer lo que era correcto, no sólo delante de Dios, sino también delante de los hombres. Él no quería que nadie tuviera motivos para dudar que esta ofrenda fuera cuidadosamente administrada. Estos hermanos respetados eliminarían cualquier duda de cómo el dinero era protegido y distribuido. Especialmente en este asunto de dar y del uso del dinero, Pablo no quería que nadie cuestionara la honradez y la integridad de la iglesia y de los que traían la ofrenda a los necesitados. En este respecto, Pablo confirmó a Tito como un verdadero siervo de Dios y uno que traía honor a Su nombre. Pablo animó a la iglesia en Corinto a recibir a estos hombres que venían a ellos en amor.
Lo que tenemos que ver aquí es el trabajo que Pablo se tomó para ver que la iglesia fuera considerada responsable de dar lo que prometió. Él también se empeñó en asegurarse de que los que llevaran la ofrenda para los necesitados estuvieran libres de dudas en cuanto a su carácter y honradez.
¿Cuántos problemas surgen por causa del dinero en la iglesia? ¿Cuántas veces los creyentes han sido tentados por el dinero? Pablo reconoció la importancia de proteger la reputación de la iglesia al hacer un esfuerzo muy especial para encontrar gente de integridad para manejar este delicado asunto. Nosotros también haríamos bien en empeñarnos para que nuestra reputación no sea empañada. Muchos ministerios han fracasado en esta área de las finanzas. Deberíamos tener cuidado de tener presentes los principios que Pablo enseñó en este pasaje sobre cómo administramos los recursos del reino.
Para Considerar:
¿Qué papel juega nuestra actitud en el asunto de dar?
¿Usted alguna vez ha fracasado en continuar dando para una ofrenda? Explique.
¿Cuál es el principio de igualdad del que Pablo habló aquí? ¿Cómo influencia esto la manera en que usamos lo recursos que Dios nos ha dado?
¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de la responsabilidad en este asunto de las finanzas en la iglesia? ¿Por qué es la responsabilidad importante en lo tocante a las finanzas del reino?
Para Orar:
Pídale al Señor que abra sus ojos a las necesidades del cuerpo de Cristo alrededor suyo. Pídale que le faculte para continuar en su deseo de dar.
Pídale al Señor que resguarde a su iglesia de los problemas que pueden surgir cuando se trata de los asuntos monetarios del cuerpo.
Pídale al Señor que estimule al cuerpo de Cristo para traer mayor igualdad entre los creyentes.
16 – LAS BENDICIONES DE DAR
Leer 2 Corintios 9:1-15
En las última dos meditaciones vimos cómo el apóstol Pablo alentó a los hermanos en Corinto a destacarse en la gracia de dar. Pablo estableció algunas indicaciones prácticas para dar. Él también les dijo que él estaba enviando a hermanos confiables a Corinto para alentarles a cumplir con su promesa de hacer una colecta para la iglesia pobre en Jerusalén.
Pablo tenía confianza en los corintios y su comprensión de la necesidad de dar para la expansión del reino de Dios. Los corintios estuvieron muy conscientes de la importancia de este ministerio en el cuerpo de Cristo. Pablo sabía que ellos estaban muy preparados para ayudar a los necesitados. Él incluso se había gloriado con otros de las ansias de los corintios por contribuir. Él les había mencionado esto a los macedonios y los había alentado (versículo 2).
Aunque Pablo estaba animado por el entusiasmo de los corintios, él sintió la necesidad de enviarles hermanos para retarles a continuar adelante con sus promesas. Él no quería que su gloriarse de ellos fuera en vano (versículo 3). Él quería que ellos llevaran a cabo su deseo de dar. En la última meditación, hablamos de cuán fácil es para nosotros tener el deseo de dar, pero no seguir adelante con ese deseo. Pablo no quería que esto sucediera en Corinto.
Los hermanos que Pablo envió a los corintios debían completar los preparativos para la colecta que los corintios habían prometido. Estos hermanos que vinieron a Corinto tenían un triple ministerio. Primero, tenían la tarea de administrar los recursos que habían sido prometidos. En otras palabras, se les dio la responsabilidad de asegurarse de que toda la colecta y el proceso de distribución fuera realizado con total integridad y honradez.
La segunda responsabilidad de estos hermanos tenía que ver con alentar a continuar dando. Los corintios habían hecho una promesa de una ofrenda. Era su responsabilidad seguir adelante con esa promesa. Los hermanos que estaban arribando a Corinto debían animar la culminación de esta ofrenda. Vinieron a responsabilizar a los corintios con su promesa y a ayudarles a seguir adelante con ella.
El aspecto final de su ministerio en Corinto era ver que la ofrenda fuera dada con una actitud correcta. El versículo 5 nos cuenta que como resultado de la visita de estos hermanos, la ofrenda sería una generosa donación y no una dada de mala gana o con una actitud de queja. Pablo sentía que la actitud era una parte importante de la donación. Él envió a estos hermanos a promover la actitud correcta en dar.
Tenemos que entender que el ministerio de dar es una parte esencial de la expansión del reino de Dios. Pablo pudo hacer su trabajo porque las finanzas fueron puestas a su disposición por dadores dispuestos y alegres. El ministerio de dar era tan importante que Pablo retó a los corintios a que las personas que dieran tuvieran mucho cuidado de hacerlo con la actitud correcta y con responsabilidad. El enemigo sabe cómo usar el dinero para desbaratar los esfuerzos del reino. Él tentará a los que son responsables de su administración. Él hará que los que dan, den con la actitud equivocada. Él nos tentará a postergar nuestro dar hasta que ya no esté en nuestros pensamientos y mentes.
Pablo les recordó a los corintios en los versículos 6 y 7 de la bendición del ministerio de dar. Él les dijo que Dios honra a los que dan con un corazón feliz. Cuando damos alegremente para la obra del reino, plantamos semillas que producirán fruto. Pablo les recordó a los creyentes en Corinto que si sembraban semillas escasamente, también cosecharían escasamente. En otras palabras, si no plantaban muchas semillas, no podrían esperar tener una abundante cosecha. Es así como es en el ministerio de dar. Si damos con un corazón feliz, Dios multiplicará lo que damos.
Es verdad que Dios puede usar cualquier donación que llega a Él, pero Él se deleita especialmente en las donaciones que son dadas con un corazón alegre. ¿No es lo mismo para nosotros también? ¿No hay ofrendas que son muy especiales para nosotros? Quizás esa ofrenda vino de un ser querido. Quizás fuera un regalo que nuestro hijo nos lo dio con tremendo sacrificio y los ponemos en un lugar de honor. ¿No es de esta manera con Dios? ¿No se deleita Él con ofrendas dadas con amor y alegría? ¿No les dará Él a esos regalos un lugar de honor especial en el reino, sin importar cuán grandes o pequeños puedan ser?
Es por esta razón que Pablo retó a los creyentes de Corinto a dar alegremente lo que Dios puso en sus corazones que dieran. Él les recordó que Dios ama al dador alegre. Únicamente cuando ellos dieran con esta actitud alegre y amorosa podrían honrar a Dios y podrían bendecir Su corazón. Dar a regañadientes por compulsión u obligación no Le honra.
Sabemos que esto es verdad en nuestras propias vidas. Si nosotros supiéramos que la gente que nos está dando un regalo sólo lo estuviera haciendo por obligación, ¿cómo nos sentiríamos con relación al regalo? ¿Honramos a nuestros seres queridos si les ofrecemos un regalo con una actitud amarga o resentida? Nuestra actitud en dar es importante para Dios y para las personas.
En el versículo 8, Pablo les dijo a los corintios que Dios puede hacer abundar su gracia en los que dan con un corazón feliz. Él proveería todo lo que los corintios necesitaban si estaban dispuestos a dar. Del mismo modo que proveyeron para otras personas así también Dios les proveería. Dios bendice a las personas en la proporción que ellas bendicen a otras (ver Proverbios 19:17; Lucas 6:38).
Fíjese que Pablo citó en el versículo 9: “Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.” Esto es del Salmo 112:9. Dios estaba llamando a Su pueblo a ser un pueblo justo que abriera sus manos a los pobres y ministrara sus necesidades. El corazón de Dios siempre ha estado con los necesitados. Si tenemos su corazón, seguiremos su ejemplo. Una prueba de una relación correcta con Dios se ve en cómo ministramos a los que nos rodean.
Pablo hizo entender a los corintios que Dios estaba realmente dispuesto a aumentar su semilla a fin de que tuvieran una abundante cosecha de justicia (versículo 10). Fíjese que la cosecha prometida aquí no es una cosecha física, sino una cosecha espiritual de justicia. Dios nos suministra los recursos necesarios a fin de que los podamos plantar para una cosecha espiritual.
Hay quienes enseñan que el deseo de Dios es darnos una cosecha física y material para nuestro propio beneficio. Nos alientan a dar a fin de que podamos recibir todavía más para nosotros mismos. Se equivocan en el asunto que Pablo está enseñando. La cosecha es una cosecha espiritual de justicia. Damos nuestros recursos no para recibir más para nosotros mismos, sino a fin de que haya una cosecha de justicia. Damos a fin de que la justicia crezca en la tierra y las personas vengan a nuestro Salvador.
Pablo subrayó este argumento otra vez en el versículo 11. Aquí les dijo a los corintios que habían sido enriquecidos para que por su generosidad se elevaran acciones de gracias a Dios. En otras palabras, recibieron riquezas a fin de que las pudieran usar en alcanzar a otras personas y como consecuencia, muchas alabarían a Dios. Estas riquezas no eran para ambiciones personales, sino para otras personas y la expansión del reino de justicia. Dios da a fin de que Él nos pueda madurar para expandir Su reino. Somos meros administradores de Su dinero y de Sus recursos.
Fíjese que cuando damos hay varias cosas que ocurren. En el versículo 12, Pablo nos dice que nuestro dar satisface las necesidades del pueblo de Dios. Los que tienen necesidades son ministrados en nombre del Señor Jesús. Son aliviados de su pesada carga y se les da esperanza. Estas necesidades son suplidas por nuestras ofrendas.
Fíjese también en el versículo 12 que las ofrendas que damos también traen como resultado un desbordamiento de acciones de gracias a Dios. Puede que usted haya recibido semejante ofrenda. ¿Cuál fue su respuesta a una ofrenda dada en el nombre de Jesús que satisfizo una necesidad muy específica en su vida? ¿Alabó usted al Señor y Le agradeció? He visto esto en el ministerio de redacción y distribución de libros que el Señor me ha dado. Yo he recibido muchas cartas de creyentes alrededor del mundo que comenzaban con las palabras, “agradezco al Señor.” La primera respuesta fue agradecer a Dios que movió a los creyentes a suministrar lo que era necesario. Cuando damos, Dios recibe la gloria y la honra. Cuando damos, otros alzan sus voces a Dios en acción de gracias. El dar es una forma maravillosa de promover la adoración a Dios. Cuando las personas ven la manifestación práctica del amor de Dios por medio de dar, sus corazones son movidos a alabarle.
Algunas de las más grandes alabanzas y adoración a Dios han sido el resultado de hermanos que al escuchar a Dios, adentran la mano en sus bolsillos y dan lo que Dios puso en sus corazones que dieran. En el versículo 13, Pablo les recordó a los creyentes de Corinto que las personas alabarían a Dios por la obediencia que acompañaba su confesión de Cristo. En otras palabras, cuando los creyentes de Jerusalén y otros escucharan acerca de que los corintios que estaban respondiendo al impulso interior del Espíritu de Dios a dar, ellos serían animados por la fe de los corintios y levantarían una voz de acción de gracias a Dios.
Hay otro resultado del ministerio de dar: El pueblo de Dios es movido a traer al dador ante el Señor en oración (versículo 14). Una vez más, he visto esto en mi ministerio. Alabo al Señor por los creyentes alrededor del mundo que están orando por mí porque recibieron un libro en el correo. Esto, a su vez, me permite continuar en este ministerio. Nunca sabré aquí abajo cuanta influencia han tenido esas oraciones. Esas oraciones han movido al Espíritu de Dios a darme el entendimiento profundo que necesito mientras continúo escribiendo. Ellas me han impulsado a perseverar en este ministerio y sin ninguna duda, han dado como resultado mayores oportunidades y provisión de Dios. Cuando usted da, usted recibe el beneficio de la oración del pueblo de Dios por usted. Su cosecha de justicia aumenta.
Pablo terminó este capítulo con las siguientes palabras en el versículo 15: “¡Gracias a Dios por su don inefable!” Es posible que el don del que se habla aquí sea el don de dar, el cual resulta en una bendición tan maravillosa en las vidas de los que dan y los que reciben el don. Sin embargo, ese don se ve también más plenamente en la persona del Señor Jesús, quién es el máximo don que jamás fue dado y la motivación detrás de nuestro dar. Pablo dio alabanzas a Dios también por el don de Cristo.
Para Considerar:
¿Qué aprendemos en este capítulo acerca de la importancia del don de dar en la expansión del reino de Dios?
¿Es importante nuestra actitud al dar? Explique.
¿Qué nos enseña Pablo aquí acerca de la importancia de administrar cuidadosamente las finanzas en la iglesia en la actualidad? ¿Cómo son administradas las finanzas en su iglesia?
¿Qué clase de cosecha deberíamos buscar cuando sembramos en el reino de Dios?
¿Cómo puede decirse que el que da es un líder de adoración?
¿Cuál es el resultado de dar? ¿Cómo recibe Dios alabanza a través del ministerio de dar?
Para Orar:
Pídale al Señor que examine su actitud en dar. Pídale que le dé una actitud correcta.
Pídale a Dios que abra sus ojos a las oportunidades de generosidad que están alrededor suyo.
Agradezca al Señor por las veces que Él ha suplido su necesidad a través de otras personas en el cuerpo.
Tome un momento para orar por los que han sido usados por Dios para darle a usted en su tiempo de necesidad.
17 – ¿PABLO EL TÍMIDO?
Leer 2 Corintios 10:1-11
Hemos visto indicios de problemas entre Pablo y ciertas personas en Corinto. Pablo si tenía gente que se oponían a él. Había falsos maestros y otras personas a las que sencillamente no les gustaba el ministerio de Pablo y trataban de socavar su autoridad. Pablo estaba muy consciente de estos problemas y trató de ocuparse de ellos.
Fíjese en el versículo 1 que algunos individuos en la iglesia de Corinto estaban diciendo que Pablo era muy atrevido en su escrito, pero muy tímido cuando él estaba cara a cara. Tenemos que entender que estos individuos estaban tratando de desprestigiar a Pablo acusándolo de inconsistencia. Estos individuos estaban diciendo que Pablo les escribía con audacia cuando él estaba lejos, pero realmente no tenía el valor de respaldar lo que él decía cuando él estaba cara a cara.
En parte, estos individuos estaban reaccionando a una carta que Pablo había enviado a los corintios con relación a algunos problemas en su iglesia. No apreciaban lo que Pablo había dicho en la carta, así es que recurrieron a socavar su autoridad.
Pablo apeló a sus acusadores mediante la mansedumbre y la gentileza de Cristo. En otras palabras, él no estaba respondiendo con cólera y rencor en su corazón. Él hablaba con un corazón de humildad y mansedumbre. Todos nosotros sabemos cuán fácil es responder con cólera a los que nos critican. La carne quiere estallar de ira y buscar venganza. Pablo no estaba actuando según la carne aquí. Él hablaba como le guiaba el Espíritu. Al enfrentar las saetas de acusación, Pablo sacó sus armas de humildad y gentileza. Así era como él iba a pelear esta batalla.
Pablo admitió que sí hubo momentos en los que él tuvo que ser audaz en su ministerio. Sin embargo, él escogió ser cortés donde fuera posible. Él les rogó a los corintios en el versículo 2 que se ocuparan de este asunto antes de que él viniera, para no tener que ser enérgico con ellos durante su visita.
Había quienes decían que Pablo y los apóstoles estaban viviendo de acuerdo a los estándares de este mundo. Pablo no tomó a la ligera estas acusaciones porque difamaban el carácter de los siervos de Dios. Estas acusaciones tenían por objeto obstaculizar el adelanto del reino de Dios por medio de arrojar dudas de sus líderes claves. Había que acallar estas críticas en la iglesia porque estaban causando división. Pablo estaba realmente dispuesto a venir y tratar con estos individuos personalmente. Él estaba dispuesto a demostrarles cuán osado él podía ser. Sin embargo, él prefería venir a ellos con gentileza, por lo tanto él le encargó a la iglesia que se ocupara de este asunto por sí misma, tan pronto como fuera posible.
Es importante que nosotros veamos el peligro de hablar públicamente contra los siervos de Dios. Una cosa es tratar con un líder que está conduciendo la iglesia por mal camino. Otra muy distinta es condenar y ridiculizar a un hombre o una mujer de Dios porque a usted no le gusta la manera en la que hacen las cosas. En cualquier caso tenemos que tener mucho cuidado. No queremos ser culpables de socavar la autoridad de los que el Señor ha puesto entre nosotros para nuestra edificación personal y ánimo. Hacer esto es pelear contra Dios.
David es un ejemplo claro de alguien que respetó y honró a los que Dios colocó en autoridad por encima de él. Aunque Saúl trataba de matarle, David continuó honrándole en sus palabras y acciones. Tenemos que seguir su ejemplo.
Pablo les recordó a los corintios que si bien los creyentes viven en este mundo, no hacen la guerra como el mundo. Ya hemos visto un ejemplo claro de esto en el primer versículo. Pablo eligió usar las armas de la gentileza y la mansedumbre. Él sabía que el camino del mundo es muy diferente. El mundo busca venganza. Se amarga y se resiente. Estalla de ira en un intento por desquitarse. Devuelve mal por mal. Pablo les recuerda a los corintios que estas armas no son de Dios y no tienen cabida en la iglesia.
Las armas del Espíritu son más poderosas que las armas del mundo. Las armas espirituales pueden destruir fortalezas. El amor puede abatir más barreras que el odio. La gentileza derrotará al poder del enemigo, mientras que, el orgullo sólo fortalece el poder el enemigo. La paciencia triunfará, mientras que la impaciencia sólo empeorará las cosas. Todas estas armas son el fruto del Espíritu de Dios en nosotros. El Espíritu Santo obra en nosotros y a través de nosotros para derribar el poder del enemigo a través de los dones y el fruto del Espíritu. Sin embargo, muy a menudo nos rebajamos a las formas del mundo. Podemos hacer tremendo daño si recurrimos a las armas del mundo. Es posible buscar hacer el bien en el reino de Dios, pero hacerlo según la carne. Las iglesias pueden ejercer la disciplina según la carne. Los predicadores pueden predicar mensajes que vienen de la carne. Estuvo bien para Pablo condenar osadamente la maldad en la iglesia de Corinto. Sin embargo, él hizo un esfuerzo especial para hablar y obrar en el Espíritu.
Hay quienes creen que si andamos en el Espíritu y en amor, nunca seremos estrictos o condenatorios. Este no es el caso. Es muy posible enojarse en el Espíritu. Cuando Jesús entró en el templo y vio a los cambistas de dinero, él se enojó. Él hizo un látigo y ahuyentó a los cambistas de dinero del templo. Dios mismo está lleno de ira en contra del pecado y la maldad. La realidad del infierno como un lugar de castigo eterno es un testimonio de la justicia de Dios y Su ira justa. Hay quienes enseñan que si verdaderamente amamos a las demás personas, simplemente aceptaremos el pecado de las personas. Cualquier padre sabe que el verdadero amor requiere a veces disciplina rigurosa. A veces el amor tiene que arriesgarse a causar dolor temporal para desarrollar el carácter.
En el versículo 5, Pablo les dijo a los corintios que a través del poder y la guía del Espíritu Santo, podrían demoler todos los argumentos y toda altivez que se levantara en contra del conocimiento de Dios. En otras palabras, el Espíritu de Dios en los creyentes pelea con armas espirituales para demoler las filosofías y los métodos de este mundo que se oponen a Dios y a Sus propósitos.
Pablo usó palabras muy fuertes para describir la actividad de los creyentes en el mundo. Estamos demoliendo fortalezas del enemigo. Estamos demoliendo filosofías malvadas. Estamos desgarrando las cercas que Satanás ha levantado. Estamos rescatando a personas de las garras del diablo que quieren destruir sus almas.
Los que andan en el Espíritu y ministran con armas espirituales no son débiles. Son personas que están llenas de pasión por la gloria de Dios. Han visto la devastación que el enemigo ha infligido. Es por esta razón que los creyentes pelean por derrotarle. Ellos saben que la única solución para los problemas de este mundo es el conocimiento de Dios y Su salvación. Arriesgarán sus vidas por esta causa. No combaten con armas mundanas, sino que están llenas de pasión e ira santa contra Satanás y sus ardides.
La tentación es muy real para nosotros, a medida que entramos en batalla, de hacer cualquier cosa que esté de acuerdo con nuestra carne. Estaremos tentados a enojarnos y amargarnos. Estaremos tentados a tomar las armas del enemigo y combatirle con sus propias armas. Sin embargo, Pablo nos recuerda aquí en el versículo 5 que tenemos que llevar cautivo a todo pensamiento y llevarlo a la obediencia al Señor Jesucristo. Para el soldado cristiano, esto significa llevar cautivo esos pensamientos y actitudes malvadas y vengativas. Significa morir a lo que procede naturalmente de la carne y hacer las cosas a la manera de Dios. Significa llegar a Jesús para la sanidad del rencor y actitudes equivocadas. Significa perdonar a los que nos han lastimado. Significa negarse a pelear la batalla usando motivaciones equivocadas. Tenemos que detener cada pensamiento malvado o mentira y tomarlos prisioneros mediante la verdad de la Palabra de Dios. Debemos enfrentar al enemigo con la mente y el corazón del Señor Jesús.
Hay muchos que están batallando al derredor de ellos, pero no están combatiendo interiormente. Están tratando de adelantar el reino de Dios, pero están resentidos y son antipáticos. Han tomado las armas de los celos y la venganza. Han perdido la batalla interior en contra de su propio pecado. Incluso pueden luchar por los mismos principios que su hermano, pero están peleando con armas mundanas. Sólo cuando entendemos esto es que podemos verdaderamente hacer guerra espiritual de la manera correcta y pelear por Cristo y no en Su contra.
En el versículo 6, Pablo les recordó a los corintios que él estaba listo para castigar todo acto de desobediencia, una vez que los fieles se hubieran separado de los que estaban viviendo en pecado. Pablo quería las líneas bien delimitadas entre los dos bandos antes de su llegada. Si los obstinadamente desobedientes se negaban a arrepentirse, Pablo ejercería la disciplina necesaria.
En el versículo 7, Pablo les dijo a los que le habían estado criticando abiertamente que sólo habían estado mirando en la superficie de las cosas. En otras palabras, no estaban considerando todos los hechos. Sólo estaban viendo las cosas como querían verlas. Él les recordó que él pertenecía al Señor Jesús tanto como ellos. Fíjese que Pablo no pone en tela de juicio la salvación de ellos. Él consideraba a estos individuos ser hermanos en el Señor. Tenían una unión espiritual común. Pablo les estaba diciendo a estas personas que estaban en el mismo equipo. Tenían que considerar cómo esperaban ganar la guerra si, en lugar de dispararle al enemigo, volvían sus armas a los soldados del mismo ejército.
¿Qué ejército esperando derrotar al enemigo pasaría su tiempo intentando socavar a sus propios líderes? Si nosotros estamos en el mismo equipo, ¿por qué pasamos tiempo discutiendo entre nosotros en lugar de librar batalla contra nuestros adversarios? Cuán frecuentemente nos ha dividido el enemigo. Tantas iglesias han fracasado en sus intentos por adelantar el reino porque se han pasado todo su tiempo criticándose y discutiendo entre ellas.
Pablo les recordó a sus hermanos acusadores que tenían que darse cuenta de que el Señor Jesús le había dado a él y a sus compañeros apóstoles autoridad. Esta autoridad les había sido dada para edificar la iglesia y no para destruirla. Los acusadores de Pablo habían estado oponiéndose a la obra que el Señor les había llamado a hacer. El Señor había escogido y había equipado a Pablo para este ministerio. Esto había sido confirmado por todos los apóstoles y la iglesia corintia misma. La mano de Dios estaba sobre Pablo con el propósito de edificar la iglesia de Dios.
Pablo les recordó a sus acusadores en el versículo 8 que él no tenía nada de qué avergonzarse ante Dios. Él había vivido y había ministrado con una conciencia limpia con la autoridad que Dios le había dado. Antes de socavar la autoridad de Pablo, estos individuos estaban peleando contra el siervo fiel del Señor. Ésta era una posición muy peligrosa para que ellos estuvieran en ella.
En el versículo 9, Pablo procedió a decir que no era su intención amedrentar a los corintios con sus cartas. Había personas que estaban diciendo que las cartas de Pablo eran pesadas y enérgicas, pero que sus mensajes eran sin sentido y poco impresionantes. Sin embargo, la intención de Pablo era edificar el reino de Dios ya fuera en sus cartas o en su predicación. Hubo momentos en los que Pablo tuvo que hablar enérgicamente en ciertos asuntos. Sus propósitos eran honrosos y su deseo era ver que el reino se expandiera en Corinto. Pablo les dijo a sus acusadores que cuando él fuera a ellos, él les probaría que no eran sólo sus cartas que eran enérgicas, sino que él también podía ser enérgico en persona. Él no vacilaría en hablarles y tomar la acción apropiada para ocuparse de su rebelión en contra de Dios.
Para Considerar:
Había individuos que no aceptaban el ministerio de Pablo. Jesús también tuvo muchos enemigos. ¿Deberíamos esperar que todo el mundo nos ame?
¿Ha estado tentado usted alguna vez en pelear contra el enemigo usando las armas de la carne? Explique. ¿Puede usted salir victorioso con estas armas?
¿En qué formas ha sido el enemigo exitoso en dividir a creyentes en la iglesia hoy?
¿Se ha encontrado usted alguna vez tentado a criticar a los que están en autoridad por encima de usted? ¿Qué aprendemos aquí de los peligros de hacer esto?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé gracia para aceptar las diferencias que existen entre creyentes y usted mismo.
Agradezca al Señor que Él nos usa tal como somos.
Tome un momento para confesar cualquier actitud equivocada que usted tenga hacia otro creyente en Cristo. Pídale a Dios que le permita ser un alentador.
Tome un momento para orar por los que están en autoridad por encima de usted. Pídale a Dios que los bendiga y los mantenga fieles a Él y a Su Palabra.
18 – GLORIARSE EN EL SEÑOR
Hemos visto cómo el ministerio del apóstol Pablo había sido puesto en dudas por ciertas personas en Corinto. Estos individuos cuestionaron su carácter y su autoridad y habían causado divisiones en la iglesia de Corinto. Pablo se vio forzado a hablar al respecto a los corintios. Algunas de las cosas que Pablo dijo habían sido mal interpretadas por sus enemigos como que eran jactanciosas. En la última meditación, por ejemplo, él les dijo a los corintios que él había sido llamado y ungido para ministrar como apóstol y que él no había hecho nada para deshonrar ese ministerio. Estas palabras pudieron haber sido torcidas por el enemigo para parecer jactanciosas.
Esto condujo a Pablo a una discusión breve acerca de jactarse. Jactarse es gloriarse en un objeto. Es regocijarse en y estar orgulloso de algo o alguien. Ciertamente hay momentos cuando nuestra jactancia es infructífera e incluso pecaminosa. Sin embargo, no toda jactancia tiene que ser considerada de la misma manera. Consideremos lo que Pablo dijo aquí acerca de jactarse.
Jactándose Con Base en el Estándar Equivocado
Pablo empezó en el versículo 12 diciéndoles a los corintios que él no se atrevía a clasificarse o compararse a sí mismo con otros que se alababan a sí mismos. Cuán fácil es compararnos con otros. Si sentimos que somos iguales a ellos o incluso mejor que ellos, sentimos que tenemos motivos para estar seguros y orgullosos de nuestra condición. Pablo les dijo a los corintios que él no se atrevía a hacer esto. La realidad del asunto es que el estándar por el cual vivimos no es determinado por otros, sino por la Palabra de Dios.
Muy a menudo, utilizamos a las personas para ser la vara de medida por la cual nos comparamos a nosotros mismos. El enemigo se complace en hacernos juzgar nosotros mismos por estándares humanos en vez de por la Palabra de Dios. Pablo les dijo a los corintios que él no se atrevía a compararse con los que se alababan a sí mismos por sus propios estándares mientras que ignoraban los estándares de la Palabra de Dios.
Repetidas veces en la historia de la iglesia las personas han sido víctimas de esta táctica del enemigo. El pueblo de Israel muy a menudo se apartó de la Palabra de Dios y estableció sus propios estándares. Es completamente posible jactarnos en el hecho de que somos mejores que alguien más cuando, en realidad, todavía estamos viviendo por debajo del estándar que Dios ha establecido para nosotros.
Los que se comparan con otros y se miden a sí mismos según sus propios estándares no son sabios. Al final, el juicio de Dios no se basará en comparaciones humanas. Dios juzgará basado en un único estándar y ese es el estándar de Su Palabra. Una persona puede ser tan buena como otra o mejor que otra y aun así puede perecer. Tenemos que levantar nuestros ojos. Tenemos que compararnos a nosotros mismos únicamente con la Palabra de Dios.
Jactarse en Lo Que Dios Ha Dado
En segundo lugar, Pablo les dijo a los corintios que su jactancia estaba confinada al área que Dios le había dado (versículo 13). La jactancia de Pablo estaba en lo que Dios lo había llamado a hacer. Pablo se deleitaba con su llamado. Él fue un apóstol escogido y se regocijaba de ser utilizado por Dios para alcanzar a innumerables almas gentiles. Pablo estaba orgulloso de ser un siervo de Dios.
Si el líder de su país le pidiera que fuera su representante, ¿no estaría usted agradecido de tener ese puesto? Si su iglesia local le reconociera como siervo ungido por Dios y le apartara para el ministerio del evangelio, ¿no se regocijaría usted al tomar este llamado?
Pablo estaba agradecido de ser usado por Dios en el ministerio. Él se deleitaba de que Dios hubiera traído tantas almas al reino a través de él. Él se gozaba del hecho de que Dios le había usado para traer consuelo y ánimo al cuerpo de Cristo. Pablo no se avergonzaba de lo que Dios estaba haciendo en él y por medio de él. La jactancia de la que Pablo hablaba aquí no era una jactancia en sí mismo o sus capacidades naturales. Él sabía bien que era el poder de Dios el que había logrado todo lo que era bueno en su ministerio. La jactancia de Pablo estaba en el Señor. Él se jactaba en lo que Dios estaba haciendo en él como un simple siervo.
¿Qué le ha dado Dios? ¿Cuál es su llamado en su vida? Ejerza ese llamado con gratitud y alegría. Levante su cabeza. Usted es un hijo de Dios y Su siervo escogido. Lleve puesto su uniforme con orgullo. Reconozca sus propias debilidades y su propia falta de mérito, pero deléitese en Su deseo de utilizarle. Que eso emocione su corazón y llénese de alegría por ser Su siervo. Alábele por escogerle y usarle. Enfóquese en Él y en lo que Él ha estado haciendo y no en usted mismo. Pablo se jactaba de las cosas estupendas que Dios le había dado mientras que al mismo tiempo, tenía presente su propia falta de mérito.
Hay muchos que se jactan en sus ministerios, que han perdido el sentido de asombrarse en que Dios los haya escogido. Pablo nunca perdió ese sentido de asombro y estupefacción. Sabemos que hemos cruzado la línea cuando comenzamos a sentir que en cierta forma merecemos nuestra posición o llamado. Nuestra jactancia entonces comienza a tomar un sabor diferente. En lugar de centrarse en Dios, está centrada en nosotros. Perdemos el sentido de alabanza de que Él tuvo a bien escogernos. En lugar de eso nos volvemos arrogantes y nos consideramos mejor que otros por nuestras bendiciones. La jactancia de Pablo estaba confinada a lo que Dios estaba haciendo.
Jactarse en el Trabajo de Otros
En el versículo 15, Pablo les recordó a los creyentes en Corinto que su jactancia no estaba en lo que otros habían hecho. ¿Se ha encontrado usted alguna vez queriendo atribuirse el mérito por algo que otra persona había hecho? Pablo tenía un ministerio poderoso entre los corintios. Sin dudas, hubo muchos que vinieron al Señor bajo el ministerio de Pablo. Cuán fácil habría sido para Pablo decir, “Si no fuera por mí, nada habría ocurrido en Corinto.” Cuán fácil habría sido que Pablo se atribuyera el mérito de todo el desarrollo espiritual entre los corintios.
Tal vez mientras usted lee este comentario, usted está siendo influenciado por la enseñanza de la Palabra. Puede que usted entonces tome lo que usted ha aprendido aquí y lo comparta con otra persona. Puede que esa persona sea tocada y una vida sea cambiada como resultado de que usted compartió lo que he escrito. ¿Puedo atribuirme el mérito de su testimonio?
A veces podemos desesperarnos tanto por sentirnos útiles que trataremos de encontrar cualquier cosa que podamos para tomar el crédito. Aquí se nos alienta a que no caigamos en esta trampa. No nos atribuimos el mérito del ministerio de otros, pero nos deleitamos con nuestro sencillo papel (ver 1 Corintios 3:4–7).
Fíjese que el deseo de Pablo no era alcanzar unas cuantas almas y dejar que esas almas hicieran el trabajo mientras él se recostaba y se atribuía el mérito. Su deseo era continuar trayendo fruto a través de su propio trabajo. Su esperanza en el versículo 15 era que la fe de los corintios creciera de modo que él pudiera quedar libre para ir a otros lugares con el evangelio. Él quería que los corintios maduraran y se gozaran del trabajo que Dios les había dado. Él quería que ellos participaran en la gloria y la alegría de dar frutos.
El regocijo y la jactancia de Pablo estaba en el privilegio que él tenía en ser siervo de Dios. Él no se jactaba de sus propios logros, sino que se jactaba en la obra de Dios, ya sea que fuera a través de su trabajo o a través del trabajo de otros.
Pablo concluyó en el versículo 18 recordándole a los corintios que el autoelogio es sin sentido. Dios es el juez verdadero de la vida de todo el mundo. A veces podríamos intentar consolarnos alabándonos por nuestros logros. Pero lo que pensamos no es realmente importante porque, definitivamente, lo único que importa es lo que Dios piensa. Únicamente Cristo juzgará nuestras vidas (ver también 1 Cor 5:10).
Déjeme resumir lo que Pablo nos está diciendo en este pasaje. Él nos recuerda que hay personas cuya jactancia se basa en el estándar equivocado. Se comparan con otros y no con la Palabra de Dios. Él también nos recuerda que nuestra jactancia debería estar en las cosas que Dios está haciendo en nosotros. Si en lo que nos estamos jactando no es nuestro, sería necio querer ser el centro de la atención. La atención y la alabanza deben ir únicamente a Dios. Sin embargo, estamos orgullosos de levantar nuestras cabezas como Sus siervos, deleitándonos en la manera que Él ha elegido utilizarnos y agradecidamente gastar nuestras vidas por Su reino. El foco de nuestra jactancia está en Dios y Su maravillosa obra en nosotros.
Para Considerar:
¿Por qué es tan peligroso compararnos con otros en lugar de compararnos a la Palabra de Dios?
¿Se deleita usted con la obra que Dios está haciendo en usted? ¿Cuál es esa obra?
¿Cuál es la diferencia entre jactarnos en nosotros mismos y en lo que Dios está haciendo?
Para Orar:
Agradezca al Señor por el ministerio y los dones que Él le ha dado.
Pídale al Señor que le perdone por cualquier vergüenza que usted pudo haber sentido como Su siervo. Pídale que le haga andar agradecidamente y alegremente en el ministerio que Él le ha dado.
Pídale al Señor que le permita mantener Su Palabra como su único estándar.
Pídale a Dios que le ayude a no jactarse en sus propios esfuerzos, sino en la obra maravillosa que Él ha elegido hacer en usted.
Pídale a Dios que le permita vivir la vida de tal manera que Él se sienta orgulloso de usted.
19 – ATAQUE DE LOS “SUPERAPÓSTOLES”
Leer 2 Corintios 11:1-15
Uno de los problemas con la iglesia en Corinto era que en ella había personas que se llamaban apóstoles, pero no lo eran. Estos individuos estaban socavando la autoridad de Pablo y los otros apóstoles verdaderos. Pablo estaba preocupado por las mentiras que estos individuos estaban enseñando y que podrían inducir al pueblo de Dios al error. Él se ocupó de este asunto aquí en el capítulo 11.
Pablo empezó por pedirle a la iglesia que le tolerara. “Ojala me toleraseis un poco de locura,” él les dijo en el versículo 1. Esto no debía implicar que Pablo realmente creía que lo que él estaba diciendo era en verdad locura. De lo que él hablaba aquí era de asuntos que pudieron haber parecido triviales para otras personas, pero para Pablo eran muy graves. Él hablaba de estas preocupaciones como tonterías porque no todo el mundo comprendía su pasión por ellas.
De un modo parecido, no todo el mundo comprenderá su ministerio o su enfoque. La carga que Dios ha puesto en su corazón no será la misma carga que lleva otra persona. Había momentos en los que la iglesia no comprendía la carga que Dios había puesto en el corazón de Pablo. Esa carga era tan grande que Pablo no podía quedarse callado. Estos asuntos ardían en su corazón. Aunque las personas le vieran como tonto, él tenía que hablar del modo que el Espíritu le guiaba.
La tontería específica de Pablo aquí era el celo por la iglesia en Corinto. Su celo era una virtud divina. Era una pasión en su corazón ver a la iglesia de Corinto crecer en madurez y ser la novia pura de Cristo. Pablo había encomendado ésta al Señor Jesús y su deseo profundo era que ella fuera presentada al Señor Jesús como una virgen pura, libre y limpia de toda impureza. Tan grande era su celo por esto que la gente lo veía como exagerado. Este es el por qué Pablo les pidió que toleraran su tontería.
Esta pasión por la pureza de la iglesia condujo a Pablo a grandes sufrimientos. Él sufriría los insultos y el rechazo de muchos por sus celos profundos por ver que la iglesia de Dios fuera una novia pura e inmaculada para el Señor Jesús. Él finalmente sacrificaría su vida por ver realizada esta pasión.
¿Cuál es su pasión en el ministerio? Sin pasión no vamos muy lejos en el servicio por el reino. Sin pasión somos lanzados de una cosa a otra. La pasión nos da incentivo y motivación. Nos mantiene operando cuando las cosas son difíciles y todo parece estar en contra nuestra. Nos permite no hacer caso a los comentarios de otros y tener la vista puesta en el objetivo. La pasión de Pablo es muy clara.
En el versículo 3 Pablo les dijo a los corintios que él temía que exactamente tal como Eva fue engañada en el Jardín del Edén por Satanás, así también ellos estuvieran siendo engañados y apartados de su pura devoción a Cristo. Fíjese que Pablo usó la frase “la devoción pura.” No había duda en la mente de Pablo que la iglesia estaba encomendada al Señor Jesús. Se estaban reuniendo regularmente en el nombre de Jesús, y no vacilaban en llamarse cristianos o seguidores de Jesús. Sin embargo, Pablo estaba preocupado de que su devoción no fuera pura. Se estaban distrayendo en su compromiso con el Señor Jesús. Estaban abandonando la sencilla devoción a Cristo por los errores de los falsos maestros.
La preocupación de Pablo era que la esposa de Cristo estuviera completamente dedicada a Cristo. Pablo no estaría contento mientras la iglesia no estuviera pura en su compromiso con el Señor. Tal vez esto es lo que lo puso en problemas con otros creyentes de su época. Pablo no estaba interesado en que la iglesia tuviera un pie en el mundo y el otro pie en la fe. Él quería ver una iglesia que estuviera entregada completamente al Señor Jesús. Él quería presentar al Señor Jesús una iglesia que estuviera completamente enamorada de Él y fuera leal a Él y solamente a Él. Cuán fácil es para nosotros ser poco entusiastas en nuestra relación con Dios. Decimos que Le amamos, ¿pero estamos nosotros completa y totalmente comprometidos con Él? Qué desafío es este versículo para nosotros.
Pablo se dio cuenta que la iglesia de Corinto realmente no tenía la madurez necesaria para distinguir la verdad del error. Él les recordó a estos creyentes que estaban soportando a los que no estaban predicando el evangelio puro. Los falsos apóstoles no estaban predicando al mismo Cristo que Pablo predicaba y los corintios no estaban rechazando este ataque de Satanás. Ellos estaban permitiendo que las mentiras continuaran sin exponerlas. Esto hizo encender la llama del celo de Pablo.
En el versículo 5, Pablo habló de estos individuos como “superapóstoles,” no porque él creía lo que ellos decían, sino por cómo se presentaban. Entraron en la iglesia de Corinto dando la impresión que tenían la verdad. Empezaron a encumbrarse sobre los verdaderos apóstoles. Vinieron con pretensiones jactanciosas e intentaron socavar la autoridad y la enseñanza de Pablo.
Pablo le recordó a la iglesia en Corinto que él no era un orador experto como estos superapóstoles. Ser un orador convincente era algo muy respetado en la cultura de esta época. Aunque él no era tan elocuente como estos llamados superapóstoles, Pablo había sido llamado por Dios y no era en ningún modo inferior a ellos. Él les recordó a los corintios en el versículo 6 que él les había comunicado la verdad.
Las personas son fácilmente engañadas por buenos oradores. Estos individuos son fáciles de escuchar y son amenos. Predican con fuerza y saben justamente cómo conmover a la multitud. Reúnen un grupo grande de seguidores de las personas que son fáciles de persuadir. Los oradores suaves no siempre dicen la verdad. La iglesia de Corinto corría el riesgo de caer en la trampa de cambiar la verdad acerca de Cristo por una predicación amena.
Había otro asunto que los acusadores de Pablo usaron en contra de él. No sólo era que Pablo no era un orador adiestrado como los superapóstoles, sino que él también ofrecía el evangelio gratuitamente. Cuando Pablo entraba en una región, él no venía esperando que las personas le sirvieran. Él no les exigía que le pagaran por predicar. Para mantenerse, él hacía trabajo manual. Los falsos apóstoles sentían que el trabajo manual estaba por debajo de su dignidad. Nunca habrían sido sorprendidos con una pala o un martillo en sus manos. Eran arrogantes, vagos y exigían respeto. Ellos esperaban que las personas les pagaran por lo que tenían que decir.
Pablo era humilde y estaba listo para trabajar con sus manos. Cuando él necesitó dinero, él trabajó como fabricante de tiendas para apoyar su ministerio (ver Hechos 18:3). Él escogió no tomar sueldo de las iglesias en las cuales él ministró, sino que trabajó gratuitamente entre ellas. Cuando las personas veían a Pablo con sus viejas, sucias ropas de trabajo, les pudo haber dado mucho trabajo respetarle como a un gran líder espiritual. ¿Cómo podía ser él un apóstol ungido si tenía que trabajar duro para ganar su sustento igual que el hombre de la calle? Las personas no estaban sólo siendo engañadas por la manera en que los superapóstoles hablaban, sino también por la manera en que se vestían, se comportaban y les exigían que les pagaran.
Las ropas caras no hacen de nadie un gran líder. Tener una casa preciosa o un coche maravilloso no simboliza éxito en el reino de Dios. Jesús evitó estas cosas y vivió una vida muy sencilla. Pablo seguía los pasos de Jesús. Los falsos apóstoles, por otra parte, intentaron alzarse por encima del nivel de la persona promedio, demandando un tipo de respeto mundano. Muchos cayeron en su trampa y los escucharon porque tenían dinero y se vestían con ropas caras. Las personas estaban siendo engañadas por apariencias externas. Algunos de los más grandes santos se han vestido de ropas de trabajo viejas, andrajosas y han vivido vidas que no atrajeron la atención de este mundo.
La carga de Pablo era compartir el evangelio gratuitamente para que sus motivos hubieran sido vistos como puros. Sin embargo, los falsos maestros usaron esto en contra de él, sugiriendo que él era un fraude y que no merecía que le pagaran. En el versículo 7, Pablo les preguntó a sus acusadores cómo podría ser su comportamiento malinterpretado como pecado, cuando él se había humillado para levantar a los corintios de su pecado. Otras iglesias habían sufrido financieramente a fin de que los corintios pudieran recibir el evangelio gratuitamente (versículo 8). Pablo pudo ministrar en Corinto sin pedir dinero por causa de las abundantes ofrendas de otros creyentes (versículo 9). Los hermanos habían venido de Macedonia para suministrarle a Pablo una ofrenda para permitirle continuar predicando en Corinto. El apóstol Pablo tuvo luchas financieras. Él no era un hombre rico, pero él ofrecía el mensaje del evangelio gratuitamente a quienes lo recibieran.
Pablo no vaciló en revelar o incluso jactarse de cómo fue él mantenido en su ministerio. Él comparó sus métodos humildes a la manera orgullosa de los falsos apóstoles que estaban en Corinto. Él hizo esto por su amor profundo a los corintios y para promover su devoción verdadera a Cristo y Su evangelio. Pablo no quería ver a los corintios caer en una trampa que les impidiera llegar a ser una novia completamente pura de Cristo. Los falsos maestros hablaban bien, vestían bien y exigían un alto sueldo – todos estos comportamientos eran respetados en esa cultura – pero estos hombres eran en verdad enemigos de la iglesia.
Pablo quería desenmascarar a estos enemigos y mostrar quienes eran realmente. Él continuaba expresándose públicamente severamente en su contra para socavar sus malvadas intenciones. Él quería serrucharles el suelo bajo sus pies para que no continuaran disfrutando del respeto de los apóstoles verdaderos (versículo 12). Al negarse a aceptar sostén económico de los corintios, Pablo se distanciaba de los falsos maestros.
En el versículo 13, Pablo le dijo a la iglesia que estos hombres eran impostores. Eran engañadores que llevaban puesta la máscara de apóstol. Pablo habló en su contra sin reparo y severamente. Él les dijo a los corintios que estos individuos eran agentes de Satanás quien es el maestro del disfraz. Satanás se exhibe como ángel de luz cuando él es, en realidad, el padre de la oscuridad. Esto es lo que estos superapóstoles estaban haciendo. Se escondían detrás de sermones amenos y ropas caras. Sin embargo, debajo de su apariencia externa, eran lobos y agentes de Satanás que había venido a desbaratar la obra de Dios en Corinto. El apóstol verdadero le recordó a la iglesia corintia que el día llegaría cuando estos falsos apóstoles quedarían al descubierto y recibirían su justa recompensa (versículo 15).
Esta sección nos llama a que estemos más atentos a lo que está ocurriendo alrededor nuestro. Satanás no dudará en enviar a sus propios agentes a nuestras iglesias vestidos como siervos de justicia. Cuán cuidadosos tenemos que ser no sea que seamos engañados por los superapóstoles de nuestra época.
Para Considerar:
¿Quiénes eran los superapóstoles de los que Pablo habla en este pasaje? ¿Cómo se disfrazaron?
La pasión particular de Pablo aquí era que la iglesia fuera presentada como una novia puramente dedicada al Señor Jesús. ¿Se ha contentado usted con una devoción que sea menos que pura? Explique.
¿Qué pasión particular le ha dado el Señor? ¿Cómo ha sido usted fiel en esa pasión?
¿Usted piensa que Satanás todavía envía a sus superapóstoles a la iglesia para engañar e inducir al error? ¿Cómo podemos estar en guardia en contra de tales personas?
Para Orar:
Pídale al Señor que abra sus ojos a la pasión que Él quiere que usted tenga. Pídale que le dé intrepidez para ministrar en esa pasión.
Pídale al Señor que le revele cualquier impureza en su propia devoción a Él.
Pídale al Señor que desenmascare a los falsos apóstoles de nuestra época para que ya no puedan engañar a la iglesia e inducirla al mal camino.
Pídale al Señor que le dé más dones de discernimiento a la iglesia a fin de que el error y la falsa enseñanza queden al descubierto.
20 – UN POCO DE JACTANCIA MUNDANA
Leer 2 Corintios 11:16-33
Hemos visto que en esta epístola el apóstol Pablo se sintió obligado a presentar sus credenciales ante los que le acusaban. Había personas en Corinto que cuestionaban su autoridad como siervo de Dios. Estos individuos intentaban alzarse ellos mismos por encima de Pablo. En la última meditación, vimos cómo eran los superapóstoles en verdad pseudo apóstoles y exigían respeto y dinero de los que les escuchaban. A diferencia de Pablo, creían que el trabajo manual estaba por debajo de su dignidad. Muchos fueron engañados por la apariencia externa de estos falsos maestros.
Hay personas en nuestra época que están siendo engañadas como los corintios. A menudo he encontrado frustrante ver cuánto énfasis colocamos en nuestra época en los grados educativos y los títulos. En cierta forma somos conducidos engañosamente a pensar que si las personas tienen una cierta educación, serán buenos líderes. Demasiadas veces respetamos a estos individuos no porque son siervos apasionados de Dios, sino porque tuvieron el dinero para conseguir una buena educación. Demasiadas veces se les niegan cargos a personas con dones poderosos porque no tienen un certificado o un diploma de una escuela bíblica o del seminario. Por favor no entienda mal lo que estoy diciendo aquí. No estoy diciendo que no debiéramos entrenar a los pastores y los trabajadores cristianos – mi ministerio está dedicado a este fin. Sin embargo, lo que estoy diciendo es que debemos tener mucho cuidado de no considerar solamente las apariencias externas. Hay muchos siervos maravillosos de Dios que no tienen una educación formal fuerte. Algunos sirven en humildes lugares de trabajo, pero son siervos poderosos de Dios.
Pablo se dio cuenta de que las personas habían estado hablando mentiras acerca de él en la iglesia de Corinto. Ya hemos visto que algunos le consideraron ser un tonto. En el versículo 16 Pablo se ocupó de este asunto directamente: “Qué nadie me tenga por loco,” él les dijo. Pablo sabía que él estaba calificado para hacer el ministerio que Dios lo había llamado a hacer, a pesar de lo que otros estaban diciendo. Él les suplicó a los corintios que escucharan lo que él tenía que decir, aunque le consideraran ser un loco. Si le veían como un loco, entonces él les hablaría como un loco. Aunque él pensaba que era tonto que insistieran en credenciales, él les mostraría sus credenciales.
Pablo les dijo a los corintios que al jactarse de sus credenciales, él no estaba hablando como el Señor hablaría (versículo 17). Porque los corintios estaban impresionados por las credenciales mundanas, él se bajaría a su nivel para probar su apostolado. Pablo no se jactó para alabarse personalmente. Él dejó bien claro que todas las cosas que él iba a decir acerca de sí mismo, eran una manera mundana de considerar la autoridad. Él sabía que la comprensión de las credenciales del Señor es muy diferente a la del mundo.
Aunque estoy agradecido por mi educación, he llegado a entender que mis grados teológicos no significan absolutamente nada para el Señor. Mi entrenamiento ha sido de ayuda. Me ha equipado para el ministerio que Dios me ha dado, pero mi dependencia no puede estar en mi educación. No son los diplomas o los grados teológicos los que expandirán el reino de Dios. Usted puede no tener un solo grado o diploma colgando de su pared. Usted puede no ser un gran orador o un gran maestro, pero si el Espíritu de Dios le está llamando y usted está viviendo en obediencia, usted puede tener la seguridad de que Dios le utilizará en las formas que usted nunca podría imaginarse. El Señor Jesús anda buscando corazones dispuestos y abiertos. Pablo comprendía esto.
Pablo les recordó a los corintios cómo ya habían estado escuchando a los necios – los falsos apóstoles en su asamblea (versículo 19). Habían dejado a estos falsos maestros despojarles de la libertad en Cristo y de dinero también. Los corintios toleraban a impostores que les intimidaban espiritualmente. Los corintios abrazaban toda esta herejía y esta falta de respeto.
En el versículo 21, Pablo les dijo a los corintios sarcásticamente que él era “demasiado débil” para abusar de ellos de diferentes maneras. Lo que él quiso decir fue que él no explotaba y aplastaba al pueblo de Dios por sus ambiciones personales. Él no los pisoteaba para conseguir respeto. A diferencia de estos falsos apóstoles, Pablo mostraba gran amor y cuidado por los corintios. Esto le hizo parecer débil ante sus ojos. Porque no se habían separado de los valores de la cultura griega, los corintios eran engañados a honrar a sus falsos maestros ricos que exigían respeto mientras que descartaban a los humildes, pero verdaderos apóstoles del evangelio.
Pablo se tomó el tiempo para jactarse mundanamente. Él ya había dicho que las credenciales realmente no significaban mucho para él, pero al hablar de sus cualidades mundanas para el ministerio, él estaba tratando de mostrar a los corintios que él tenía incluso mejores cualidades para el liderazgo espiritual que los que estaban en medio de ellos induciéndoles al error.
Pablo empezó por decirles a los corintios en el versículo 22 que si estos superapóstoles eran hebreos, él lo era también. Si eran israelitas, así también lo era él. Él también era descendiente de Abraham. En la ascendencia de Pablo y la educación, él era de tan de pura sangre como estos falsos maestros.
Porque los falsos apóstoles afirmaban ser siervos de Cristo, Pablo se mostró a sí mismo que era superior en el servicio. Otra vez en el versículo 23 Pablo expresó su renuencia a jactarse: “Como si estuviera loco hablo,” pero él creía que él tenía que hacerlo para defender su autoridad. Pablo no enumeró aquí sus éxitos mundanos, sino sus sufrimientos. La estrategia de Pablo era desprestigiar a los falsos maestros mostrando que no eran como Cristo que sufrió grandemente por el reino de Dios, como sufría Pablo. Pablo les recordó a los corintios que comparado a los impostores, él había trabajado mucho más duro, había sido encarcelado más frecuentemente, fue azotado más severamente y estuvo en peligro de morir en más ocasiones durante su servicio al Señor Jesús que cualquiera de estos falsos apóstoles que estaban entre ellos.
Cinco veces Pablo recibió treinta y nueve azotes de los judíos. La ley mosaica permitía cuarenta azotes, pero los judíos daban uno menos para no violar la ley al castigar a alguien. Ese no fue el final del sufrimiento de Pablo por el Señor. Él fue también golpeado con varas, apedreado tres veces y naufragó durante sus viajes misioneros. Él pasó una noche y un día en alta mar con olas que amenazaban con ahogarle (versículo 25). Él constantemente estaba viviendo en peligro. Él había estado en peligro de ríos, bandidos, gentiles e incluso de sus propios compatriotas. Él sufrió persecución en las ciudades dondequiera que él iba y también tuvo que tratar con la oposición de falsos maestros (como los de Corinto).
Como siervo de Dios, Pablo se había esforzado, se había extenuado trabajando y había sufrido falta de sueño, comida y agua. Él sabía lo que era tener hambre, tener frío y no tener ropas que ponerse. Además de todos estos asuntos, Pablo se preocupaba por las iglesias en su mente y en su corazón. Solamente esto era una presión que muchos no querrían soportar. Pablo les dijo a los corintios en el versículo 29: ¿“Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?
¿Ve usted lo que Pablo estaba diciendo aquí? Cuando alguien en una de las iglesias era débil y fallaba, él sentía esa debilidad como si fuera suya. Cuando alguien era llevado a pecar, su propio corazón ardía de dolor y santa ira. Como pastor para estas iglesias, Pablo sentía su dolor muy personal y profundamente. Éste es el corazón de un pastor piadoso. Cada pastor debiera personalmente sentir lo que la iglesia está atravesando.
Para verdaderamente cuidar a una iglesia, usted tiene que sentir las penas y las alegrías de esa iglesia. Usted necesita acongojarse por los que están en descomposición moral. Usted tiene que llorar con los que están clamando en la tribulación. Usted tiene que ser sensible a lo endeble en la fe de los miembros de esa iglesia. Mucho más que la sencilla enseñanza, el pastor tiene que emocionalmente participar por lo que su iglesia está pasando. Ese es el por qué ser pastor no es una tarea a la que todo el mundo debería aspirar. Usted no puede ser un verdadero pastor si usted no tiene la capacidad emocional para amorosamente identificarse con los que Dios ha puesto bajo su cargo. Ésta es la compasión de Cristo ardiendo en el corazón de Su verdadero siervo.
Al jactarse en sus humillaciones y sus sufrimientos, Pablo glorificaba la gracia de Dios que le había sustentado durante las adversidades. Él no vivió una vida desahogada y de comodidad como la vivían los falsos apóstoles. Su vida era difícil y él sufrió mucho por los rechazos y los insultos. Dios sabía que él estaba diciendo la verdad (versículo 31). Para la mentalidad griega, Pablo era débil y estaba derrotado; para la mente cristiana, él llevaba una vida triunfante.
Cuando Pablo estaba en la ciudad de Damasco, el rey Aretas puso en estado de alerta a toda la ciudad para arrestarle (versículo 32). Si los creyentes en esa ciudad no le hubieran bajado en una cesta por el muro de la ciudad, Pablo habría sido arrestado y tal vez incluso habría sido ejecutado. Pablo estuvo al borde de la muerte constantemente por el avance del evangelio. El gran apóstol tuvo que humildemente esconderse en una canasta mientras que otros creyentes le ayudaron a escapar para salvar su vida.
Los falsos maestros en Corinto no tuvieron que enfrentar tal oposición de Satanás porque eran sus agentes. Ellos estaban cómodos y vivían prósperamente y libres de preocupaciones. No tenían que preocuparse por su próxima comida o donde iban a dormir. No tenían que andar desnudos por no tener ropa que ponerse. Dormían con total seguridad en camas cómodas por la noche. Por estos logros mundanos, la gente de Corinto los respetaba.
Pablo, por otra parte, estaba en la primera línea de la batalla, guerreando con el enemigo cara a cara. Él estaba siendo bombardeado con todo lo que el enemigo podía lanzar contra él y con todo y eso perseveraba triunfalmente por la gracia maravillosa de Dios. Que Dios nos ayude a rechazar los valores impíos de nuestra cultura y pelear la buena pelea por la expansión del reino sin importar el costo.
Para Considerar:
¿Qué nos enseña esta sección acerca del problema en la iglesia de Corinto con relación a cómo veían a sus líderes? ¿Podemos caer en la misma trampa hoy?
¿Qué cosas buscamos en los líderes de la actualidad? ¿Cuál es la diferencia entre la forma mundana de mirar a las cualidades de un líder y lo que el Señor está buscando?
Si bien es importante alcanzar el entrenamiento necesario para hacer avanzar el reino, ¿por qué está mal confiar únicamente en el entrenamiento y la educación? ¿En qué debiéramos confiar?
Para Orar:
Agradezca al Señor por el hecho de que Él ha puesto Su Espíritu Santo en nosotros para facultarnos y equiparnos en el ministerio.
Pídale al Señor que le libere de la tentación de ser respetado por su educación y entrenamiento. Pídale que le ayude a ver la insensatez de esto.
Pídale al Señor que le dé el coraje de Pablo para perseverar hasta el final.
Agradezca al Señor que Él puede utilizarle como usted es. Rinda su vida de nuevo a Él para que la utilice.
21 – UN AGUIJÓN EN LA CARNE
Leer 2 Corintios 12:1-10
En la iglesia de Corinto, había individuos que estaban luchando contra Pablo y sus métodos. Falsos apóstoles habían entrado en la iglesia y estaban poniendo a sus seguidores contra Pablo. Pablo se vio forzado a defender su liderazgo espiritual para los corintios. Para hacer esto, él expuso sus cualidades como apóstol.
En los versículos 1–7, Pablo continuó hablándoles a los corintios de sus experiencias y sus cualidades. Pablo no le daba gran valor a todas estas cualidades. Él las enumeró para los corintios porque esto apelaba a su estándar mundano, pero Pablo no iba a basar su autoridad en su educación y su experiencia. Su intención no era promocionarse como los falsos maestros, sino promover a Cristo. A pesar de que Pablo no quiso ser atrapado en estos asuntos, él procedió a hablar más detalladamente de sus cualidades mundanas como siervo de Cristo. Él hizo esto por el bien de los corintios y su relación con ellos. Al mostrarles sus cualidades, Pablo estaba estableciendo su credibilidad como apóstol a los ojos de los escépticos corintios.
En el versículo 1, Pablo habló de sus visiones. Éste era un asunto de suma importancia para Pablo porque estas visiones tuvieron un impacto poderoso en su vida. El libro de Hechos registra seis de las visiones de Pablo y los libros de Gálatas y Efesios hablan de más revelaciones que él recibió.
Pablo les dijo a los corintios en el versículo 2 que él conocía a un hombre que estaba en Cristo, quién, hacía catorce años, había sido llevado al tercer cielo. Hay algunas cosas que tenemos que comprender aquí.
Fíjese primero que el apóstol Pablo habló de un cierto hombre que él conocía. Los comentaristas están de acuerdo en que este hombre fue el mismo apóstol Pablo. Pablo parece distanciarse del acontecimiento. Él habló así quizás para minimizar cualquier jactancia y enfatizar su falta de mérito de tal honor.
Fíjese en segundo lugar que Pablo fue arrebatado al tercer cielo. Los judíos creían que había tres cielos. El primer cielo era el cielo atmosférico. Éste era el lugar donde las aves vuelan. Rodeaba la tierra como la conocemos. El segundo cielo era donde se ubican las estrellas, el sol y la luna. Llamábamos a éste espacio exterior. El tercer cielo en la mente judía era el lugar donde Dios vive.
En el versículo 2, Pablo les contó a los corintios cuán real fue esta visión para él. Él les dijo que hasta el día de hoy él no sabía si él había sido arrebatado en el cuerpo o fuera del cuerpo. La visión fue tan real que él sintió que él estaba físicamente en la presencia de Dios. La visión fue tan poderosa que Pablo todavía no podía imaginarse que él la hubiera experimentado. Esto es el por qué él habló de ella como que le sucedió a “un hombre” y no habló fácilmente de ella como que fue su propia experiencia personal, si bien lo fue.
Pablo les dijo a los corintios que él fue llevado al paraíso (versículo 4) y oyó cosas inefables que a él no le era dado expresar. Dios le reveló cosas a él, pero él no debía hablar de ellas con nadie. ¿Por qué mostraría Dios a Pablo cosas que a él no le era permitido compartir con nadie más? Pueden haber diferentes razones para esto. En parte, pudo haber sido debido al hecho que Dios quiso impactarle a Pablo y su ministerio. Esta visión le habría comunicado algo muy poderoso a Pablo. Le daría el incentivo e impulso para seguir hacia adelante en su ministerio con nuevo fervor y esfuerzo. También podría ser que el Señor le mostró a Pablo estas cosas para comunicarle la profundidad de la intimidad que Él tenía con él. Como un antiguo perseguidor de la Iglesia Cristiana, Pablo tenía que conocer esta intimidad y llamado en su vida en una forma especial.
Hay cosas que sólo compartimos con determinadas personas. Estas personas son especiales para nosotros. Por ejemplo, si usted está casado, hay cosas que usted comparte con su cónyuge que usted no compartirá con nadie más. Dios compartió cosas con Pablo que Él no compartió con otras personas. Pablo nunca reveló estas cosas privadas. A través de esta experiencia, Dios fortaleció su fe para resistir mucho sufrimiento por el evangelio y perseverar hasta el final del plan de Dios para su vida.
Pablo les dijo a los corintios que él se jactaría en este hombre, pero no en sí mismo, salvo en su debilidad. Este hombre que Pablo describió aquí, estuvo en la mismísima presencia de Dios. Él estaba en tal nivel de intimidad con Dios que él conocía los secretos de Dios y experimentó a Dios en su vida de una manera que otros nunca han experimentado. Pablo podría jactarse de un hombre como este, pero ésta no era su experiencia actual. Pablo sabía que él estaba muy distante de este nivel de intimidad con Dios en su carne.
Lo que Pablo vio aquel día le mantuvo humilde. Él nunca olvidó su experiencia. Sin embargo, en este momento, él también estaba consciente de cuán lejos estaba de ser humilde. Sí, él era un gran apóstol. Sí, Dios le había utilizado en una forma increíble, pero la visión de Pablo le había mostrado que no importaba cuán alto él fuera elevado en esta vida, ello no era nada comparado con lo que él había experimentado en esa visión en la presencia de Dios. Él sabía que él no podía jactarse en sí mismo y todos sus logros después de esa experiencia. Él eligió jactarse de sus debilidades y cómo le usó Dios a pesar de esas debilidades (versículo 5).
Cuán débil y necia es realmente nuestra jactancia. Imagínese un matemático mundialmente conocido jactándose de que él conocía sus tablas de multiplicar. Imagínese un gran doctor jactándose de que él sabía cómo poner un vendaje en una herida. Imagínese un gran maratonista jactándose de que él caminó hasta la casa contigua de su amigo sin cansarse. Esto es todo lo que era toda jactancia mundana para Pablo – todo ello parecía tan tonto y vacío. El ver cosas celestiales le despojó de todo deseo de jactarse de cualquier tipo de logros terrenales. Puede que todos nosotros necesitemos ver esa misma visión.
Al regresar de la perspectiva celestial a las cosas de este mundo, Pablo supo que él tuvo una razón mundana para jactarse en la carne (versículo 6). Humanamente hablando, él había logrado más que cualquier otro. Él había sufrido y había visto más que cualquier otro. Pablo no quería hablar de todas estas cosas no fuera que las personas le fueran a ver como que era más de lo que él era en realidad. Él sabía que él era un hombre corriente como cualquier otro. Él conocía la debilidad de su propia carne humana pecaminosa. Él estaba tentado a enorgullecerse por sus logros, como cualquier otro.
En el versículo 7, Pablo les dijo a los corintios que Dios le había dado un aguijón en la carne para impedir que se volviera demasiado orgulloso y engreído. No se nos dice lo que era ese aguijón en la carne. Pablo lo describió como un “mensajero de Satanás” que vino a atormentarle. Algunos ven este aguijón como la vista de los ojos de Pablo. Sin embargo, esto no está claramente indicado.
Tenemos que aprender una lección importante aquí en el versículo 7. Este mensajero de Satanás fue dado a Pablo para una razón específica – para impedir que se volviera orgulloso. Satanás recibió permiso para acongojar a Job en el Antiguo Testamento y Dios usó ese tormento para lograr Sus propósitos. Hay momentos en los que Dios decreta sufrimiento a fin de que podamos ser usados más eficazmente. Las visiones de Pablo y las revelaciones normalmente habrían sido demasiado para él manejarlas. El orgullo se habría establecido y su ministerio habría sufrido o sido destruido.
Fíjese en el versículo 8 que Pablo rogó al Señor tres veces que le quitara esta aflicción, pero el Señor no lo hizo. En vez de eso, Dios le dijo a Pablo que Él quería que él fuera débil en esta área para que a través de su debilidad el poder de Dios pudiera ser demostrado. Cuando Moisés estaba en la plenitud de su vida, Dios lo envió al desierto. Allí en el desierto durante un período de cuarenta años, Dios quebró el orgullo de Moisés. Éste fue el aguijón que Moisés tuvo que soportar durante cuarenta años.
Pablo recibió instrucciones de soportar la aflicción. Él recibió instrucciones de aguantar a un mensajero de Satanás que había venido a atormentarle. La victoria de Pablo sobre este mensajero no vendría por medio de quitarle el mensajero, sino por Dios que suministraría la gracia necesaria para que Pablo perseverara mientras este mensajero constantemente le pisaba sus talones. Dios nos puede dar victoria sobre una aflicción al quitárnosla o Él nos puede dar victoria dándonos fuerza para resistirla. Todos nosotros queremos ser liberados de nuestro sufrimiento, pero Dios a veces nos llama a enfrentar al enemigo frontalmente y luchar con él hasta el final.
Cuando él era bastante joven, mi hijo jugó en un equipo de béisbol. Hubo ocasiones cuando su equipo ganó el partido porque no se presentaron suficientes jugadores del equipo contrario para jugar. Cuando esto ocurría su equipo ganaba el partido sin incluso jugar. En el juego de la vida, hay momentos en los que Dios nos dará victoria sin que nosotros jamás tengamos que luchar contra el enemigo. Sin embargo, hay otras veces cuando nos llamará a jugar el partido y batallar. En uno u otro caso, la victoria está asegurada.
Dios llamó a Pablo a observar las reglas del juego y enfrentar al enemigo de frente. Él le pidió a Pablo que perseverara y luchara hasta el final con este aguijón de aflicción. Y eso fue lo que hizo Pablo. Pablo habló con altanería de sus debilidades porque él presenció el poder de Cristo en esta debilidad. Él sabía que vivir triunfante y fiel no era por causa de su fuerza natural, sino por causa de la gracia de Dios. Toda la gloria era para Dios. Hubo muchas luchas para Pablo. Él a menudo entró en conflicto con el enemigo y tuvo que jugar duro para ganar el partido. Él tuvo que luchar de esta manera con un mensajero de Satanás durante todo el camino. Por medio de este sufrimiento Pablo aprendió a depender completamente del Dios de toda gracia. Mientras más comprendemos nuestra debilidad, más comprenderemos la gracia poderosa de Dios que utiliza todas las circunstancias para nuestro bien y Su gloria.
No sé cuál es el aguijón que está en su carne. Personalmente he luchado por largos años con la depresión. Aunque he tenido momentos cuando me pregunté si iba a lograr salir de ella, a menudo he visto la victoria del Señor. Sé que Dios puede quitarme esto completamente, pero también sé que si Él hubiera de elegir llamarme a combatir a este mensajero de Satanás hasta el final, recibiré la fuerza necesaria para triunfar. Estoy también consciente de que Dios lo usará en mi vida para mantenerme humilde y permitirme ministrar más eficazmente por medio de ello a otros.
Para Considerar:
¿Cómo la visión de Pablo le ayudó en el ministerio? ¿De qué manera tener una visión celestial nos impide jactarnos de nuestros logros?
¿Cuál era el propósito del aguijón de Pablo en la carne? ¿Tiene usted un aguijón en la carne? ¿Cómo Dios ha estado usándolo en su vida?
¿Cómo da testimonio nuestra victoria en medio del sufrimiento actual de la gracia y la capacitación de Cristo?
Para Orar:
Agradezca Dios que Él nos puede dar victoria permitiéndonos soportar nuestra aflicción. Agradézcale que Él también nos puede dar victoria quitándonos el sufrimiento.
Si usted tiene un aguijón en su carne que Dios ha escogido no quitar, encomiéndese a derrotarlo por medio de perseverar hasta el final.
Pídale a Dios que use su aflicción para permitirle ministrar más eficazmente por Su reino.
Pídale a Dios que le ayude a ver la insensatez de jactarse en las cualidades humanas. En vez de hacer eso, agradézcale por Su gran gracia y misericordia en su vida.
22 – NINGUNA CARGA PARA USTEDES
Leer 2 Corintios 12:11–21
En la primera mitad de este capítulo, el apóstol Pablo habló de su aguijón en la carne. En la segunda parte de este capítulo, Pablo les dijo a los corintios que no era su objetivo ser un aguijón en su carne o una carga para ellos. Él quería mostrarles en lugar de eso, que todo lo que él hacía era para su beneficio y bendición porque él los amaba cariñosamente.
Pablo les recordó a los corintios que él había hecho un tonto de sí mismo porque ellos lo habían llevado a eso. Él hizo esto al jactarse de sus cualidades mundanas. Él fue también considerado un tonto por su intensidad y devoción a Cristo y Su causa. Él estaba dispuesto a dar su vida para la causa de su Señor y por los que él servía. Él sufrió mucha aflicción y mucha persecución por esto, pero él no se rindió. A los ojos del mundo, ésta también era una gran insensatez.
En Corinto ciertos individuos se habían proclamado apóstoles. Estos individuos alardeaban de sí mismos y exigían respeto y dinero por su predicación. Eran del tipo que se negaban a ensuciarse con trabajo manual. Ellos llegaban a una comunidad y esperaban que la comunidad proveyera todas sus necesidades. Se vestían con ropas finas y las personas los admiraban. Pablo no era como estos individuos. Él no habría sobresalido en una multitud. Él era un hombre sencillo y común que trabajaba tan duro como cualquier otro. Él sostenía su ministerio mediante el trabajo físico, por lo que él podía predicar gratuitamente en cualquier parte que él iba. Él sufría mucho por el mensaje que él hablaba y fue a menudo rechazado, golpeado y amenazado de muerte. Él era considerado un tonto por esto.
Fíjese cómo Pablo les dijo a los corintios que ellos fueron los que lo habían conducido hacia esta locura de explicar todas estas aflicciones como una forma de mostrar su autoridad espiritual. Sus mejores credenciales eran las vidas cambiadas de los corintios a los que él había ministrado. Muchos se habían salvado y se había establecido una iglesia. Estos corintios deberían haber hablado en defensa de Pablo en lugar de guardar silencio y obligarlo a hablar en defensa de sí mismo (versículo 11). Él había recibido su apostolado por gracia y no porque él fuera alguien especial. Él no era inferior en ningún modo a los falsos maestros en Corinto, aunque él ministrara en una forma tan diferente como la noche y el día. Todas las marcas de un apóstol verdadero estaban claramente a la vista en su vida (versículo 12).
Pablo les dijo a los corintios que las marcas de un apóstol verdadero eran señales, maravillas y milagros. Esto no quiere decir que sólo los apóstoles demostraron estas marcas. Tenemos indicación de otros que no fueron apóstoles que recibieron también estos dones (Esteban: Hechos 6:8; Felipe: Hechos 8:13).
Jesús nos dijo en Juan 10:38 que Sus milagros no sólo tenían un propósito compasivo detrás de ellos, sino que también estaban dirigidos a probar que Él era de Dios:
Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Lo mismo era cierto para los apóstoles. Estos individuos estaban ungidos por Dios de tal manera que podían realizar grandes milagros. Esto era a fin de que las personas creyeran lo que tenían que decir. Pablo les recordó a los corintios que si bien él no se vestía como los falsos apóstoles en su asamblea, él era un apóstol verdadero de Dios. Los milagros y las maravillas que Dios hacía a través de él eran señales de Dios de su genuina autoridad espiritual.
Mientras estuvo en Corinto, Pablo escogió no ser una carga para los corintios, como lo hicieron los superapóstoles (versículo 13). Él habló con sarcasmo cuando él pidió perdón por no ser una carga para ellos. La realidad del asunto era que había personas en la iglesia corintia que parecían respetar únicamente a los que eran arrogantes y exigentes. Entre más exigían estos falsos maestros, más recibían de la gente. Porque Pablo no tomó dinero de los que él ministró, no le respetaron tanto como a los que exigían grandes honorarios. Pablo no hizo nada incorrecto aquí. Él se dio a sí mismo gratuitamente a los corintios, pero esta generosidad sólo trajo su crítica. Lo que llega gratuitamente no es siempre apreciado.
En el versículo 14 Pablo les dijo a los corintios que él estaba listo para venir a visitarlos por tercera vez. Él no haría nada diferente esta vez. Él no les exigiría dinero porque él no estaba interesado en sus posesiones, sino en los corintios mismos. Su deseo era darles y no quitarles. Él se veía como su padre espiritual y como padre era su responsabilidad proveerles a sus hijos. Por su amor paternal a los corintios, era su gran deleite darles todo lo que él pudiera. Él amaba y cuidaba a los corintios como sus propios hijos. Con este fin, él gustosamente gastaba por ellos todo lo que él tenía.
La motivación de Pablo estaba libre de dudas. He conocido individuos cuya decisión acerca de si iban a ministrar en una determinada iglesia o área se basó en lo que obtendrían para ellos mismos. Fue el amor de Pablo lo que lo llevó a ministrar gratuitamente. Éste no es el tipo de vida que el mundo comprende (versículo 15).
En el versículo 16, Pablo se ocupó de un asunto que había llegado a su atención. Había personas que no confiaban en él. Estaban diciendo que él los había engañado y de algún modo los estaba engañando para obtener dinero. Pablo ministró sin aprovecharse de nadie. Él ministró sin buscar nada a cambio.
Para las personas esto era muy difícil de entender. Creían que en cierta forma él debía estar buscando algo para sí mismo. ¿Por qué alguien sería tan generoso? ¿Por qué ministraría alguien consistentemente de tal manera? Sin duda, algunos pensaron que la colecta hecha por Tito para los santos pobres en Jerusalén fue un ardid para obtener dinero para sí mismo.
Pablo, sabiendo que estas preguntas estaban en las mentes de los corintios, los invitó a examinar su ministerio y el ministerio de sus colaboradores. En el versículo 17 él les pidió que examinaran si él alguna vez se había aprovechado de ellos a través de cualquiera de sus colaboradores. Él les había enviado a Tito y Tito estaba acompañado de un hermano no nombrado (versículo 18). No estamos seguros de quién era este individuo, excepto de que él era bien conocido por Pablo y por los corintios.
Pablo les pidió a los corintios que recordaran el tiempo que Tito estuvo con ellos y examinaran sus métodos. Pablo sabía que él y el Tito estaban unidos en espíritu. Él sabía que su deseo de madurez espiritual para los corintios, era el mismo deseo de Tito. Tito no se aprovechó tampoco de los corintios. Él ministraba con integridad entre los corintios tal como Pablo lo hizo. Ni Pablo ni sus colaboradores jamás intentaron engañar o abusar de los corintios. Esto contrastaba impactantemente con el estilo de los falsos apóstoles en Corinto.
En el versículo 19, Pablo aseguró a los corintios que lo que él les había dicho era verdad ante Dios. Él era definitivamente responsable ante Dios y no ante sus acusadores humanos. Él no se avergonzó de lo que él les había contado sobre su autoridad apostólica (10:1–12:18). Él también tenía la seguridad que alguien quien honestamente examinara su ministerio se encontraría con que él sirvió a los corintios sin hipocresía.
Qué ejemplo tan poderoso nos da Pablo aquí. ¿De cuánto de lo que decimos tener nos hemos avergonzado? ¿Pudiéramos estar delante de un Dios santo y dejarle examinar nuestras palabras y nuestros móviles? ¿Pudiéramos estar ante Dios y dejarle examinar las actitudes y las intenciones de nuestro ministerio? ¿Hemos sido nosotros fieles en cómo hemos ministrado? ¿Todo ha sido para el fortalecimiento del cuerpo de Cristo?
En el versículo 20, Pablo les dijo a los corintios que él temía que cuando él viniera a ellos, él fuera humillado. Esta humillación consistiría en ver que los corintios todavía estaban en su pecado. Él tenía temor de que a pesar de la manera en la que él los había instruido, todavía estuvieran viviendo en disturbios e inmoralidad. Él estaba preocupado porque todavía hubiera disputas, celos, excesos de cólera, división, calumnia, chisme, orgullo y desorden en su asamblea. Él temía también que él se dolería al ver que los pecados sexuales no habían sido confesados y limpiados de su congregación. Él trató una parte de estos pecados en su primera carta a los corintios (ver 1 Corintios 5:1–13; 16:13–17). Él estaba preocupado de que ellos no hubieran madurado en el Señor como debían haberlo hecho.
Si los corintios no habían escuchado al apóstol Pablo, no fue porque él no lo hubiera intentado. A veces incluso los mayores esfuerzos posibles que hacemos quedarán sin recompensa. No todo el mundo aceptará nuestro ministerio sin importar cuán limpias y puras sean nuestras intenciones. El apóstol se dio a sí mismo completamente para la obra del Señor, pero él no podía garantizar cómo responderían las personas. Todo el mundo que oye nuestro mensaje debe hacer una decisión personal por sí mismo.
Para Considerar:
¿Cuál es la diferencia entre cómo ministraba Pablo y cómo lo hacían los falsos apóstoles en Corinto?
¿Se encuentra usted luchando contra temas egocéntricos en el ministerio? ¿Cuáles son? Explique.
¿Podemos garantizar resultados en el ministerio? ¿Podemos tener la actitud y móvil correctos y aun así no ver resultados?
Para Orar:
Pídale al Señor que examine sus móviles en el ministerio.
Pídale al Señor que proteja sus labios de hablar cosas que no traen honor a Su nombre.
Pídale al Señor que le dé más de la actitud de Pablo en el ministerio.
23 – LA PERFECCIÓN COMO META
Leer 2 Corintios 13
Al escribir este capítulo final, Pablo parece tener dos objetivos principales. Primero, él quiso recordarle a los corintios que él iba a venir a ellos, así es que tenían que prepararse para esto ocupándose de su pecado. En segundo lugar, él quiso animar a los corintios a luchar por la perfección en su caminar con el Señor.
Pablo empezó en el versículo 1 recordándoles a los corintios que era su intención llegar a ellos para una tercera visita. Fíjese que en este versículo él les recordó a los corintios que, a la luz de su llegada, cada asunto tenía que quedar establecido por el testimonio de dos o tres testigos. Cuando Pablo dijo esto, él estaba declarando la verdad de la ley de Dios como aparece escrita en Deuteronomio 19:15. Al recordarle esto a los corintios, Pablo parece haberles dicho que él venía a juzgar. Había muchos asuntos que no habían sido tratados en la iglesia de Corinto y Pablo vendría a corregir esto. Él buscaría a fondo la verdad. Él saldría a buscar a testigos de los agravios que estaban siendo hechos en la iglesia y castigar a los que estaban viviendo en el pecado, como exigía la ley del Señor.
Había muchas historias circulando en la iglesia. Una parte de estas historias eran falsas. Otras hablaban de pecados reales que había que corregir. ¿Qué iglesia en nuestra época no padece de estas cosas? Pablo iba a buscar a fondo la verdad en estos asuntos con base en dos o tres testigos y a tratar con estos asuntos cuando él viniera.
En la segunda visita de Pablo a los corintios, él había retado a la iglesia a buscar la verdad y a tratar con los pecadores dentro de ella. La iglesia no había hecho esto y esto afligió al apóstol.
¿Cuán frecuentemente en esta época los pecados han sido ignorados en la iglesia? ¿Cuán frecuentemente nuestro temor a la gente nos ha impedido buscar la gloria de Dios? Esto es lo que estaba ocurriendo en Corinto. Pablo retó a los corintios a hacer algo al respecto. Si no se ocupaban de estos asuntos, él les dijo que él mismo vendría a disciplinarlos. Afligía al corazón de Pablo ver a la iglesia en tal estado de agitación e inmoralidad. Para Pablo estaba en juego la gloria de Dios. Esta iglesia había obstaculizado su madurez al permitir que estos pecados anduvieran por la libre. Esto era inaceptable.
Ciertas personas en Corinto habían estado cuestionando la autoridad de Pablo. Estaban pidiendo prueba de que Cristo realmente estaba hablando a través de él. Habían acusado a Pablo de ser débil. Esto era en parte por la forma en que él ministraba. Él no ministraba como los falsos apóstoles de aquella época. Él no vino con ropas lujosas y con grandes palabras. Él no exigió que la iglesia le pagara por sus servicios. En lugar de eso, él estaba dispuesto a ofrecer sus servicios gratuitamente. Él trabajó con sus manos para financiar su ministerio, no tomando ninguna cosa de los corintios. Los corintios no comprendían esto.
En los versículos 3 y 4, Pablo les recordó a los corintios del poder del Señor Jesús y Su obra salvadora en ellos. Él también les recordó que el Señor Jesús había sido insultado y había sido ridiculizado, había sido rechazado y había sido crucificado. Las personas le volvieron sus espaldas. Él vivió una vida simple y a veces Él no tuvo un sitio donde descansar su cabeza. Él se vistió como todos los demás y no en túnicas de realeza. Él no dudó en identificarse y tocar a la persona más baja en la sociedad. Mientras Él colgaba de la cruz, el mundo se burlaba de Él por ser débil, pero Él estaba siendo obediente poderosamente a la voluntad del Padre. Similarmente, Pablo dio la apariencia de ser débil según las ideas y estándares de este mundo. Pero cuando él viniera a Corinto, todo el mundo vería el poder de Dios en él cuando disciplinara a los infractores.
Cuán fácil es juzgar a nuestros líderes por los estándares de este mundo. Cuán fácil es caer en la trampa de creer que el poder y la autoridad se demuestran por la ropa que las personas traen puesta, la cantidad de dinero que tienen o la cantidad de respeto que exigen. Jesús no sobresalía en una multitud. Él no tenía dinero o posesiones, ni las personas le respetaban, pero Él era el hijo de Dios. Su poder estaba revestido de humildad.
La autoridad es una cosa muy peligrosa. Muchas personas han sido destruidas por ella. Muchos la han malempleado y han destruido congregaciones enteras del pueblo de Dios. La única manera en que podemos manejar la autoridad es por medio de llevarla en una bolsa de humildad. Sólo los que son de verdad humildes genuinamente pueden soportar la autoridad de Dios. Es así cómo era para Jesús y para Pablo. Llevaron la autoridad de Dios en una bolsa de humildad. Si usted quiere autoridad en el ministerio, pídale a Dios primero que le dé humildad para manejarla. La iglesia en Corinto fracasó en entender este concepto.
En el versículo 5, Pablo retó a los creyentes de Corinto a examinarse ellos mismos para ver si Cristo estaba en ellos. Si Cristo vivía en ellos, ¿por qué era tan difícil creer que Él podía estar viviendo en Pablo y hablando a través de él? Al decir esto, Pablo los retó a ver más allá de las apariencias. Habían estado mirando a las cosas equivocadas. Veían el dinero y las ropas caras de los falsos apóstoles y pensaban que éstos eran hombres que merecían respeto. Pablo les retó a que vieran más allá de las ropas, que vieran al corazón. Él les retó a que se hicieran una pregunta: ¿Es evidente la presencia de Cristo en este hombre? Si es así, entonces él era digno de su respeto.
No se deje engañar por el traje y la corbata. No se deje engañar por la casa cara y el carro lujoso. Éstas no son las cosas que dan autoridad. Sólo la presencia de Cristo da autoridad divina. Los que llevan la autoridad de Cristo lo hacen en bolsitas de humildad.
Pablo estaba esperanzado de que los corintios verían más allá de las apariencias externas y verían que el Señor Jesús estaba ciertamente en él. Él no quería que ellos le escucharan por la manera en que él se vestía o porque él tenía dinero. Él quería que ellos fueran atraídos por la presencia de Cristo que era evidente en lo que él decía.
La esperanza de Pablo y su oración eran que la iglesia corintia haría lo que era correcto (versículo 7). Parece que, en las primeras dos visitas, Pablo no había visto la iglesia de Corinto arrepentirse de estos pecados específicos. Él tenía la esperanza que donde él parecía haber fallado en este asunto, ellos tendrían éxito. Se puede ver evidencia de la humildad de Pablo en el hecho de que él no se sintió obligado a ser el que debía causar el cambio. Cuán a menudo queremos ser el que lleva el crédito y la alabanza humana por la victoria y las conversiones a Cristo. Aunque Pablo hizo su parte, no era importante que él fuera el que viera el fruto. Con tal de que el reino de Dios estuviera siendo expandido, él estaba realmente dispuesto a moverse a un lado y dejar que otros trajeran la cosecha.
Fíjese en el versículo 8 que él no quería pelear contra la verdad, sino trabajar por la verdad. Si él peleara por ser el que trajera la cosecha, él estaría peleando la batalla equivocada. Muy a menudo, podemos pelear contra la verdad luchando por la gloria de nosotros mismos. Queremos tener la honra de ser el que debe traer la victoria final. Queremos que nuestro nombre esté asociado con un determinado éxito. Sin embargo, en la batalla por la verdad no podemos permitirnos el lujo de combatir entre nosotros por el reconocimiento. Esto sólo obstaculiza el avance del reino.
Fíjese en el versículo 9 que Pablo les dijo a los corintios que no tenía importancia que él y sus colaboradores parecieran débiles y los corintios parecieran fuertes. Si él encontrara a los corintios fuertes y viviendo en la verdad, él estaría contento de permanecer débil y no ejercer una recia disciplina. Todo lo que él quería era ver a los corintios fortalecidos en la verdad. La preocupación de Pablo era por el adelanto de la verdad, no por su propio progreso personal.
¿Qué importancia tiene si otra iglesia que cree en la Biblia en su ciudad tiene más miembros que la suya? ¿Por qué debería tener importancia si otro pastor ve más conversiones para Cristo que usted? ¿Qué importancia tiene si las personas responden más a la predicación de otro predicador que al suyo? Lo que es importante es que el reino de Dios sea expandido. Nuestra preocupación debería ser no recibir gloria y reconocimiento para nosotros mismos, sino ver que Dios reciba la gloria a medida que Su reino avanza.
Pablo les escribió a los corintios para alentarles a ocuparse de los problemas en su asamblea para que cuando él viniera no tuviera que ocuparse de ellos (versículo 10). Él prefería venir a ellos con ánimo y bendición en vez de tener que usar su autoridad para corregirlos severamente.
Como su reto final para los corintios, Pablo les dijo que aspiraran a la perfección en su caminar espiritual (versículo 11). Si iban a hacer esto, tendrían que escuchar lo que él les estaba diciendo. Tendrían que ser severos con el pecado y cortarlo de raíz. También tendrían que aprender a vivir en paz entre sí y con Pablo. Había que resolver todos los asuntos que separaban y dividían a los creyentes.
El resultado de ocuparse del pecado y restaurar relaciones sería que el Dios de paz estaría con ellos. Muy a menudo, queremos que Dios esté con nosotros en paz y poder, pero no queremos ocuparnos de las cosas que nos impiden experimentar esto. Queremos que Él nos use poderosamente, pero no queremos ocuparnos de las relaciones rotas. Pablo retó a la iglesia en Corinto primero a luchar por la perfección por medio de ocuparse de sus pecados y relaciones rotas. Sólo entonces podrían esperar vivir en la paz de Dios.
En conclusión, Pablo llamó a los creyentes a saludarse con un beso santo. Éste era un saludo muy especial para los más íntimos con ellos. Pablo quería ver una relación íntima entre los creyentes. Él les recordó que no estaban solos en sus empeños de servir y honrar al Señor. Otros santos también enviaron saludos. Eran un cuerpo grande, el cuerpo internacional de Cristo.
Su oración era que la gracia (el favor inmerecido de Cristo), el amor del Padre y la comunión maravillosa del Espíritu Santo estuvieran con ellos. Fue esta gracia y amor que tuvo mucha paciencia con ellos en este tiempo de lucha espiritual. La comunión del Espíritu Santo era lo que los mantendría y los facultaría a vivir obedientemente como Dios los estaba llamando a vivir. Pablo los encomendó a esta gracia, amor y comunión divina.
Para Considerar:
¿Cuál era la diferencia entre la comprensión de Pablo de la autoridad y la de los corintios y los falsos apóstoles?
¿Qué papel tiene la humildad en la autoridad?
Compare la actitud de Pablo hacia el pecado en la iglesia de Corinto con la actitud de los líderes de esa iglesia. ¿Cuál era la diferencia?
¿De qué asuntos espirituales tiene que ocuparse su iglesia hoy? ¿Qué hay de usted personalmente?
¿Qué nos enseña este capítulo acerca de lo que tiene que ocurrir si vamos a ver la presencia de Dios aumentar en nuestras iglesias y en nuestras vidas personales?
Para Orar:
Pídale al Señor que le muestre las áreas de su vida con las que usted tiene que tratar a fin de que usted pueda acercarse más íntimamente a Él.
Pídale al Señor que le dé la misma actitud de humildad que Pablo demuestra en este capítulo.
Pídale al Señor que le dé la actitud de Pablo hacia el pecado. Pídale a Dios que le perdone por las veces que usted ha elegido vivir en pecado en vez de cortarlo de raíz.