Viviendo en las sombras del Jardín: Un estudio sobre Génesis 4:16
F. Wayne Mac Leod
Copyright © 2014 por F. Wayne Mac Leod
Publicado por Light To My Path Book Distribution, 153 Atlantic Street, Sydney Mines, Nova Scotia, CANADA B1V 1Y5
Todos los derechos reservados. No puede reproducirse ni transmitirse parte alguna de este libro sin el previo consentimiento por escrito de su autor.
Traducción al español: Dailys Camejo y David Gomero (Traducciones NaKar)
Todas las citas bíblicas, a menos que se indique otra versión, han sido tomadas de la Biblia Reina Valera Revisada (1960) (RVR60).
Especial agradecimiento a Diane Mac Leod y Pat Schmidt correctores del texto en inglés.
Tabla de Contenido
- Prefacio
Capítulo 1 – Introducción y Contexto
Capítulo 2 – Caín
Capítulo 3 – Salió Caín
Capítulo 4 – La Presencia del Señor
Capítulo 5 – Se Estableció en la Tierra de Nod
Capítulo 6 – El Oriente del Edén
Capítulo 7 – Viviendo en la plenitud del Edén
Prefacio
Este es un estudio sencillo sobre Génesis 4:16. Cuando al principio el Señor inquietó mi corazón para que escribiera sobre este pasaje, yo no estaba seguro de lo que podía encontrar en él. Sin embargo, a medida que dediqué tiempo para reflexionar en ello, el Señor me mostró la riqueza y la aplicación de este texto para mi vida.
De muchas maneras, la historia de Caín en Génesis 4:16 es también la nuestra. Esta es la historia de la rebelión de un hombre y su vagar lejos de la presencia de Dios. A medida que vemos a Caín alejarse de la presencia del Señor, nos damos cuenta de que nosotros también estamos tentados a descarriarnos de la plenitud de las bendiciones de Dios. Nos percatamos justamente cuánto nosotros también batallamos con las atracciones de este mundo y con nuestro propio corazón pecaminoso.
Sin embargo, este pasaje es mucho más que la historia de la rebelión de Caín; es una revelación del la voluntad de Dios para Su pueblo en general. Nosotros fuimos creados para vivir en el Edén. Aunque el pecado nos ha despojado del privilegio de experimentar la plenitud del Jardín, el Señor Jesucristo ha restaurado este privilegio por medio de Su muerte y resurrección a favor nuestro. Las bendiciones y privilegios del Edén están nuevamente al alcance de todo aquel que reciba el perdón que Jesús ofrece.
¿Abriremos nuestros corazones para experimentar nuevamente lo que Dios quiso para nosotros desde el principio de los tiempos? ¿Entraremos otra vez a la presencia de Dios y aprenderemos a deleitarnos en Él y en la realidad de quién es Él? Confío que este breve estudio capacite a cada lector para analizar nuevamente su vida; y mi oración es que nos sirva de estímulo para procurar vivir otra vez en la presencia de Dios, en el lugar de Su más abundante bendición.
Que el Señor nos bendiga según nos adentramos en este estudio.
F. Wayne Mac Leod
Capítulo 1 – Introducción y Contexto
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16, LBLA)
Para comenzar nuestro estudio de Génesis 4:16 es de suma importancia que consideremos el contexto. Han ocurrido una serie de eventos importantes que conducen a este versículo. Tomemos un momento para examinarlos.
Caín era el hijo de Adán y Eva, las primeras personas que Dios creó. Nosotros conocemos la historia de Adán y Eva y cómo, a causa del pecado, ellos fueron echados del Huerto del Edén. Caín nació después que Adán y Eva fueron expulsados del huerto. Él era su primer hijo. En el momento en que el pecado entró al mundo, todo era relativamente nuevo. El mundo en el que Caín nació, aunque bajo la maldición de Dios, no había visto el impacto total de la rebelión contra Dios que verían las generaciones posteriores. No había naciones en guerra contra otras; aún no existían religiones paganas; la tierra todavía no había visto asesinato, violaciones ni violencia contra otro ser humano. Como el primer hijo de Adán y Eva, Caín revelaría al mundo lo que los efectos del pecado causarían en la vida de sus hijos. No tardaría mucho antes que este pecado se manifestara en la vida de Caín. Lo que menos se imaginaban Adán y Eva es cuán devastadores serían los efectos del pecado sobre su familia.
Génesis 4 relata la historia del nacimiento de Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, y hermano de Caín. Cuando ellos crecieron tomaron diferentes profesiones. Caín trabajaba la tierra y cultivaba sus frutos; y por otro lado, Abel pastoreaba ovejas. Ambas eran profesiones nobles.
Llegó el momento en que ellos traerían ofrendas al Señor. Caín, como labrador, trajo una ofrenda del “fruto de la tierra”, y Abel, como pastor de ovejas, trajo el primogénito de su rebaño. Los muchachos ofrendaron al Señor lo que tenían. Ambas ofrendas eran legítimas.
Sin embargo, en Génesis 4:4-5 vemos que Dios aceptó la ofenda que Abel trajo, pero rechazó la de Caín. No se nos dice cómo estos chicos llegaron a entender esto, pero estaba claro que la ofrenda de Caín había sido rechazada. Existen muchas opiniones acerca del porqué Dios no aceptó la ofrenda de Caín. Unos piensan que fue por el tipo de ofrenda que trajo. Algunos creen que Caín debió haber traído un sacrificio animal como lo hizo su hermano. El problema con esta interpretación es que al pueblo de Dios se le había ordenado traer la primera producción de su cosecha al Señor (ver Éxodo 23:19; Levíticos 2:14 y 23:10). El fruto de la tierra era una ofrenda aceptable ante Dios; por tanto, esto nos lleva a creer que había otra razón para que Dios rechazara la ofrenda de Caín.
No tenemos que ir muy lejos para ver la respuesta. Veamos lo que dice Génesis 4:5:
…pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. (Génesis 4:5, LBLA)
Percatémonos que este texto nos dice que Dios no se agradó ni de Caín ni de su ofrenda. Esto nos dice que el problema no era solo con la ofrenda sino también con Caín. Cuando Caín vio que el Señor había aceptado la ofrenda de Abel y rechazado la suya, se “enojó mucho” y su semblante decayó. De hecho, el asunto se tornó tan grave que Dios le habló a Caín sobre su actitud, advirtiéndole que el pecado estaba a su puerta acechándole. ¿Qué nos dice esto sobre Caín?
El corazón de Caín era un terreno listo para que la maldad y el pecado crecieran. El hecho de que él se “enojó mucho” con Abel nos muestra que el corazón de Caín no estaba bien con Dios ni con su hermano. El rechazo de su ofrenda debió haber motivado a Caín para ir al Señor a indagar el porqué de lo sucedido. Entonces él podía haberse arrepentido y haber restaurado su comunión. Dios advirtió a Caín sobre el pecado que acechaba a su puerta. Él miró el corazón de Caín y vio allí al pecado como una presa lista para desbordarse; y le dijo que él debía dominar el pecado no sea que estallara, pero Caín no lo escuchó. En el versículo siguiente vemos que Caín se levantó y mató a su hermano en un arrebato de celo y luego le mintió a Dios sobre lo que había sucedido.
¿Qué nos revela este evento acerca del corazón de Caín? Él vino a Dios con un corazón celoso y amargado. Un corazón así no estaba a tono con Dios ni preparado para escucharlo. Este era un corazón lleno de pecado y rebelión; era un corazón homicida. ¿Pudiera ser que Dios no estuviera mirando ofrenda alguna? Quizás Él estaba mirando el corazón de estos dos hermanos que vinieron a Él ese día. Dios puede haber rechazado a Caín y a su ofrenda basado en su actitud pecaminosa, en su celo y rebelión.
La acción de Caín ese día, a pesar de la advertencia del Señor, trajo la maldición de Dios sobre su vida. En Génesis 4:11 vemos que Dios maldijo la tierra que él cultivaba y le dijo que ya no produciría con abundancia. También le dijo que sería fugitivo y errante en la tierra, incapaz de establecerse en ningún lugar. Aunque Dios retiró Su bendición de Caín, Su gracia aún era evidente. Dios puso algún tipo de marca en él para protegerlo de cualquiera que procurara matarlo. Caín saldría de la región del Edén, encontraría esposa y tendría una familia. Aunque Dios le permitió este privilegio, Caín viviría el resto de su vida separado de su familia y lejos “de la presencia del Señor” (Génesis 4:16, LBLA).
El contexto de Génesis 4:16 nos deja ver los efectos del pecado en la vida de Caín. Él batallaba en su corazón con pensamientos de celo, rebelión y homicidio. Dios le advirtió por medio del rechazo de su ofrenda, y lo hizo personalmente al decirle que el pecado estaba acechando a su puerta, pero Caín no escuchó. En cambio, endureció su corazón y lo sometió a sus impulsos pecaminosos. El resultado no solo fue la muerte de su hermano, sino también una gran separación entre él y su Dios.
Para meditar:
¿Cuál fue el efecto del pecado en la tierra y particularmente en la vida de Caín? ¿Ves algún vestigio de esto en tu propia vida?
¿Cuán importante es la actitud del corazón cuando venimos a Dios en adoración?
¿Cómo Caín demostró falta de humildad y de disposición para escuchar a Dios y Sus advertencias? ¿De qué manera Caín podía haber actuado diferente?
¿Qué aprendemos aquí sobre el pecado y cómo éste acecha a nuestra puerta? ¿Cómo Dios nos advierte sobre este pecado en la actualidad?
¿Qué evidencia existe de la gracia de Dios en la vida de Caín, incluso a pesar de que sufrió las consecuencias de su rebelión?
Para Orar:
Pidamos a Dios nos dé la victoria sobre el pecado que está a nuestra puerta acechándonos. ¿Qué pecado en particular te acecha?
Pidamos al Señor que destruya cualquier rebelión en nuestro corazón que nos impida caminar en obediencia a Su propósito para nuestras vidas.
Pidamos a Dios que limpie nuestro corazón de cualquier celo, amargura o enojo.
¿Tienes algún hermano o hermana a quien necesitas perdonar? Ruega a Dios que destruya cualquier actitud pecaminosa en tu corazón hacia ese hermano o hermana.
Capítulo 2 – Caín
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16, LBLA)
En el capítulo anterior analizamos el contexto de Génesis 4:16. En este capítulo daremos un vistazo al nombre de Caín y a su significado. En Génesis 4:1 vemos cómo Caín, el primer hijo de Adán y Eva, recibió su nombre:
Y el hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del Señor. (Génesis 4:1, LBLA)
Génesis 4:1 nos da una idea del porqué Eva nombró a su primer hijo “Caín”. En este versículo se nos dice que fue porque ella había “adquirido varón con la ayuda del Señor”. La clave para entender esto se encuentra en el mismo idioma hebreo. La palabra que se traduce como “adquirido” en Génesis 4:1 es la palabra hebrea “qanah”, que literalmente significa obtener, adquirir o poseer. El nombre hebreo para Caín es “qayin”, el cual también significa poseer. Ambas palabras tienen el mismo significado en su raíz y el sonido es bastante similar.
Probablemente en este nombre haya implícito un sentido de amor y ternura maternal. Este niño era un tesoro que ella había adquirido “con la ayuda del Señor” (Génesis 4:1). Esta nueva vida que descansaba en los brazos de Eva le había sido otorgada por ese mismo Dios contra quien ella había pecado. Ese niño era una expresión de la continua bendición del Señor en su vida a pesar de su rebelión en el Huerto del Edén.
Aunque Caín era de su posesión, Eva sabía que él venía de Dios. Ella y su esposo Adán habían sido desterrados recientemente del huerto a causa de su pecado. Este jardín también se les había dado como propiedad, y por un tiempo ellos disfrutaron de su productividad, pero por su pecado les fue quitado. Probablemente esto le enseñó a Eva que realmente nada le pertenecía. Todo lo que ella tenía era de Dios. Ella simplemente era la administradora de todo lo que Él ponía en sus manos.
El nombre de Caín es significativo. Nos muestra que él no se pertenecía a sí mismo. Él era propiedad de Dios dado como un regalo a sus padres para ser alimentado y amado. Como tenía dueño, se debía a Aquel quien le dio la vida.
Escribiendo a los Corintios, el apóstol Pablo dijo:
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6:19-20)
¿Te percatas de lo que el apóstol le está diciendo a los Corintios? Él está diciendo que ellos no se pertenecían a sí mismos, sus cuerpos eran templo del Espíritu Santo. El Señor Jesús los había comprado y eran posesión Suya.
Como propiedad del Señor, el pueblo de Dios tenía una obligación hacia Aquel que era Su dueño. En 1 Corintios 6:20 el apóstol Pablo dijo a los creyentes que debido a que sus cuerpos eran posesión del Espíritu Santo, ellos debían glorificar a Dios en sus cuerpos.
El nombre de Caín (“posesión”) le recordaba que él no se pertenecía a sí mismo sino a alguien más, y era responsable ante Aquel que lo poseía. A dondequiera que iba, llevaba este nombre. Él era la posesión de Dios entregada a su madre para que lo criara. Como posesión de Dios, en él había un deber especial de preocuparse por glorificar el nombre de su Dueño y Señor, y conducirse de manera tal.
¡Cuán fácil perdemos de vista el hecho de que como cristianos, pertenecemos a Dios! Podemos vivir nuestras vidas sin apenas preocuparnos por lo que Dios desea y espera de nosotros, y volvernos egocéntricos. Caín nos recuerda que somos posesión de Dios. ¿Estamos preparados para vivir siempre con esta realidad ante nosotros? ¿Rendiremos nuestros propios deleites para buscar Su voluntad para nuestros cuerpos? ¿Rendiremos nuestros planes para caminar en Sus propósitos para nuestras vidas? Al final, todo lo que somos y tenemos le pertenece a Dios. ¿Nos someteremos a esta realidad y le dejaremos usar nuestras vidas y todo lo que nos ha dado para Su gloria y para la expansión de Su reino?
En este mundo, las personas han hecho valer su independencia y libertad. Hemos quitado la atención de Dios y la hemos desviado hacia nuestras propias metas y propósitos en la vida. Sentimos que los principios de pertenencia divina están pasados de moda, y que necesitamos ser libres para tomar nuestras propias decisiones y actuar como bien nos parece en la vida. ¿No es interesante que el primer niño nacido en este mundo llevara el nombre “posesión” (de Dios)? ¿No nos recuerda esto que fuimos creados para ser pertenencia divina? Esta no es una idea popular en la actualidad, pero sí es una idea que necesita volver a ser recordada. Hasta que no entendamos que fuimos creados por Dios y para Dios nunca experimentaremos la plenitud de lo que Él tiene para nosotros.
Pablo le recordó a los creyentes en Romanos 11:36:
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36)
Escribiendo a los colosenses, el apóstol dijo:
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:15-16)
Observemos en estos dos pasajes que Dios es el creador de todas las cosas y todo fue creado para Él. Esto significa que tú y yo fuimos creados para Dios. Nacimos para Su gloria y con el fin de servir para Su propósito supremo. Si queremos vivir nuestras vidas al máximo, debemos entender que somos del Señor, y que solamente experimentaremos nuestro mayor gozo y realización cuando nos rindamos a Él y a Su propósito para nuestras vidas. Como posesión de Dios, el mayor propósito de Caín en la vida era honrar a Aquel a quien pertenecía; y ese debe ser también nuestro mayor propósito y deleite.
Para Meditar:
¿Qué quiere decir el nombre de Caín? ¿Por qué su madre lo nombró así?
¿Qué importancia tiene el nombre de Caín? ¿Qué significaba esto para él?
¿Qué significa ser posesión de Dios? ¿Qué obligaciones esto nos trae?
¿Cuáles son las bendiciones de pertenecer a Dios?
Dedica un momento para examinar tu vida. ¿Cómo la manera en que vives revela que tú “no te perteneces”? ¿Existen áreas de tu vida que necesitas rendir al Señor? ¿Cuáles son?
Para orar:
Agradezcamos al Señor que como posesión Suya que somos, podemos estar seguros de Su cuidado y provisión.
Pidamos al Señor que nos revele cualquier área de nuestras vidas que no hayamos rendido a Él.
Pidamos a Dios nos ayude a vivir cada día sabiendo que Él es nuestro Señor y que le pertenecemos.
Capítulo 3 – Salió Caín
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16, LBLA)
Como ya vimos en el capítulo anterior, el nombre de Caín significaba que él era posesión del Señor. Debido a que le pertenecía, el Señor lo cuidaría y proveería para sus necesidades. Esto conllevaba que Caín tuviera la obligación de someterse al propósito de Dios para su vida. Era en ese propósito y bajo el cuidado de su Dueño y Señor que Caín experimentaría la plenitud de vida y gozo.
En el primer capítulo de este estudio analizamos el trasfondo de Génesis 4:16. Allí vimos cómo Caín mató a su hermano en un ataque de ira y celos a pesar de que Dios le había advertido que el pecado acechaba a su puerta. Hubiera sido fácil enfocarnos en el pecado de homicidio en este pasaje, pero este no es el único pecado de Caín.
El pecado de Caín comienza en el corazón. Incluso, antes de que trajera su ofrenda al Señor, ya había una semilla de celo y amargura morando en él. El hecho de que su ofrenda no fuera aceptada por Dios, lo confirma. Dios rechazó su ofrenda porque ésta no provenía de un corazón recto delante de Él.
El rechazo de la ofrenda era una advertencia de parte de Dios, y le mostraba a Caín que las cosas no estaban bien entre él y su Creador. Esto lo debería haber humillado y llevado a buscar al Señor en cuanto a la causa de este rechazo, pero no fue así.
A todo lo largo de las Escrituras vemos las veces que Dios ha dado advertencias a Su pueblo. En Amós 4:7 leemos:
También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. (Amós 4:7)
A través del profeta Oseas el Señor dijo:
Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. (Oseas 4:2-3)
Los eventos que Amós y Oseas detallaron fueron la manera en que el Señor advirtió a Su pueblo de que algo andaba mal entre ellos y Dios. Una ciudad recibía la bendición de la lluvia y la otra no. Un campo tendría lluvia y otro tendría sequía. Esto debía haber provocado que el pueblo de Dios se preguntara qué estaba sucediendo. Esta advertencia tenía la intención de llevarlos a escudriñar sus corazones a fin de descubrir la razón por la cual Dios estaba reteniendo Sus bendiciones.
Después que el Señor rechazó la ofrenda de Caín, le habló personalmente. Veamos lo que le dijo en Génesis 4:6-7:
Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo. (Génesis 4:6-7, LBLA)
Dios le recordó a Caí que la razón por la que su ofrenda no fue aceptada fue porque él no “hizo el bien”. Había un obstáculo que él necesitaba vencer antes de que su ofrenda pudiera ser aceptada. De hecho, Dios le advirtió que el pecado estaba a su puerta y lo acechaba. La imagen aquí es como un león agachado y listo para saltar encima de su presa. Dios le dijo a Caín específicamente que había peligro en el camino por donde transitaba. Él le advirtió que había un león delante listo para atacarlo y vencerlo.
Caín oyó estas advertencias, pero en lugar de ser humilde y buscar al Señor, escogió actuar de otro modo, continuando por el camino que había tomado; entonces se enojó y mató a su hermano. Él era culpable no solo por el pecado de homicidio, sino también por rechazar a Dios y negarse a tratar con el pecado de su corazón. En vez de confesarlo, decidió echarle leña al fuego y rendirse al pecado, en rebelión contra Dios y Su advertencia.
Cuando Dios le preguntó a Caín sobre el paradero de su hermano, Caín le dijo que no sabía porque él no era su guarda (Génesis 4:9). Percatémonos aquí de dos cosas. Primero, fijémonos que Caín niega cualquier obligación hacia su hermano, y muestra una total falta de preocupación por él. Las palabras “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” indican cierta distancia entre él y su hermano. Caín había permitido que las cosas se interpusieran entre él y Abel. Jesús dijo algo al respecto en Mateo 5:23-24:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
La actitud pecaminosa hacia su hermano era un obstáculo en su relación con Dios. Dios lo responsabilizó por esta relación quebrantada.
Lo segundo que aprendemos de este texto es que Caín le mintió a Dios. Él le dijo al Señor que no sabía dónde estaba su hermano. Una situación similar ocurrió cuando un hombre llamado Ananías y su esposa Safira vendieron una porción de su propiedad, retuvieron una parte del dinero para sí y dieron el resto a la iglesia. Sin embargo, ellos le dijeron a la iglesia que habían dado el monto total de la venta. El Espíritu Santo le reveló la mentira al apóstol Pedro, y Ananías fue acusado de mentir al Espíritu Santo (Hechos 5:3). Tan pronto como Ananías escuchó esta acusación, cayó y murió. Su falta de respeto al mentir a la iglesia trajo un grave castigo, y su esposa corrió la misma suerte.
Caín no solo permitió que estas cosas se interpusieran entre él y Abel, sino que también mostró un enorme irrespeto por Dios al mentirle abiertamente. Esta falta de respeto de Ananías en el Nuevo Testamento lo conllevó a la muerte, y tampoco quedaría impune en la vida de Caín.
La rebelión de Caín y su rechazo a obedecer y a humillarse trajo como resultado que Dios maldijera la tierra por lo que ésta ya no le volvería “a dar su fuerza” (Génesis 4:12). Él le dijo a Caín que sería errante y extranjero en la tierra. La respuesta de Caín a este castigo de Dios es interesante. Él dice en Génesis 4:13-14:
Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. (Génesis 4:13-14)
Estos versículos nuevamente revelan algo sobre Caín. Aún después de ser castigado por Dios, él no parece mostrar arrepentimiento. Observemos lo que él dice:
- Grande es mi castigo para ser soportado
- He aquí me echas hoy de la tierra
- De tu presencia (bendiciones) me esconderé
- Seré errante y extranjero en la tierra
- Cualquiera que me hallare, me matará
Su preocupación aquí era por él mismo, por las batallas que enfrentaría y los enemigos que tendría en la vida. Él no muestra ninguna señal de humillación ante Dios como consecuencia de este castigo, sino que continúa en su rebelión contra Dios y no es movido al arrepentimiento por este juicio.
Es en este contexto que vemos la próxima frase de este versículo “Y salió Caín”. Esta fue una decisión que él tomó por sí mismo. Esta historia es similar a la historia de Jonás, quien no quiso ir a Nínive y escogió subir a bordo de un barco que se dirigía en dirección opuesta. Este juicio de Dios sobre Caín no lo movió a someterse y rendirse a Dios. Su mayor pesar no fue porque él rompió su relación con Dios, sino porque su vida estaría en dificultades.
Ese día Caín “salió”. Esta partida no era precisamente un asunto de empacar sus maletas y mudarse a otra localidad. Para Caín, marcharse era mucho más que eso. Él no solo dejaba a su familia, sino también su relación con Dios. Él decidió divagar, negar su fe y hacer las cosas a su manera. La “posesión” de Dios ahora se rebela contra su Dueño y se marcha por su cuenta a vivir la vida a su manera. Él abandona la bendición y la comunión con Dios para convertirse en el dueño de su propio destino.
Esto debe haberle causado gran dolor a Dios, quien lo veía marcharse; pero Él no detuvo a Caín ese día. Caín ya había tomado una decisión. Él recibió el castigo de Dios y se marchó para siempre, para nunca regresar. Esta frase “Y salió Caín” debería ser una advertencia para nosotros hoy. Puede ser que por nuestro pecado se quebrante la comunión con Dios. Hemos conocido individuos que se niegan a aceptar su culpa y a confesar su pecado. Quizás haya pecados que no estamos listos para tratar en este momento y sobre los cuáles el Señor nos ha estado alertando. Es posible que nos resistamos a las advertencias de Dios como lo hizo Caín. Por nuestra constante rebelión y rechazo a escuchar las advertencias de Dios, nosotros también tomamos la decisión de alejarnos del Señor y de la intimidad que podíamos compartir con Él.
Caín se alejó. La “posesión” preciada de Dios se rebeló y escogió su propio rumbo. Él abandonó la comunión y la bendición de Dios para seguir su propio camino; eligió poner su orgullo por encima de su intimidad con Dios; escogió rebelarse antes que humillarse a Su Señor. Quiera Dios darnos corazones sensibles para prestar atención a Sus advertencias, y corazones humildes para confesar nuestro pecado a fin de que podamos reconciliarnos con Él y caminar en Su presencia.
Para Meditar:
¿Cuáles fueron los pecados de Caín?
¿Cómo Dios alertó a Caín sobre su pecado y sus consecuencias, y cómo él respondió a esas advertencias?
¿Qué evidencias tenemos de que la decisión que tomó Caín de alejarse de Dios fue de su propia elección?
¿Tenemos nosotros libre albedrío? ¿Podemos elegir rebelarnos contra Dios? ¿Podemos rehusar someternos al propósito del Señor para nuestras vidas? ¿Cuáles son las consecuencias?
¿Existen pecados en tu vida sobre los cuáles el Señor te ha estado alertando? ¿Cuáles son? ¿Qué necesitas hacer al respecto?
Para Orar:
Tomemos un momento para confesar nuestros pecados al Señor. Pidámosle que nos perdone y nos dé un corazón humilde para andar a tono con Él.
Pidamos al Señor que nos revele cualquier cosa que nos impida una mayor comunión con Él.
Si al igual que Caín, has elegido caminar lejos de Dios, pídele que te perdone y que restaure tu comunión con Él.
Pidamos a Dios que no nos deje caminar lejos de la plenitud de Su comunión y bendición para nuestras vidas.
Capítulo 4 – La Presencia del Señor
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4.16, LBLA)
A medida que continuamos este estudio de Génesis 4:16, observamos que este versículo nos dice que Caín salió de “la presencia del Señor”. Tomemos un momento para analizar esta frase en nuestro estudio de este importante pasaje.
El rey David reflexionaba en esto en el Salmo 139:7-12 cuando decía:
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz. (Salmo 139: 7-12)
Percatémonos en esta porción cómo el salmista usa la palabra “presencia”. Esta es la misma palabra hebrea que se usó en Génesis 4:16. Sin embargo, el salmista nos dice que él no podía huir de la presencia de Dios. A dondequiera que él iba, Dios estaba allí, mirándolo. ¿Entonces cómo debemos interpretar Génesis 4:16 a la luz de lo que enseña el Salmo 139:7-12? ¿Qué significaba para Caín salir de la presencia del Señor?
Este no es el único versículo del Antiguo Testamento que habla acerca de individuos que procuraron alejarse de la presencia del Señor. Génesis 3:8 registra cómo Adán y Eva se escondieron de la presencia del Señor.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. (Génesis 3:8)
Lo interesante en este pasaje es que cuando Adán y Eva se escondieron de la presencia del Señor entre los árboles, Dios entabló con ellos una conversación:
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis 3:9-10)
Obviamente, ellos no eran capaces de esconderse de tal forma que Dios no los encontrara. A partir del contexto de Génesis 3, podemos entender que Adán y Eva se escondieron por la vergüenza a causa de su desnudez. El Dios que los creó los había visto. Sus ojos que todo lo ven continuaban mirándolos. La reacción de Adán y Eva fue la reacción natural al experimentar vergüenza. Ellos trataban distanciarse de Dios debido a su vergüenza. Su intimidad con Dios se había afectado por la entrada del pecado, y ellos ahora sentían la necesidad de cubrir sus cuerpos.
El profeta Jonás también trató de huir de la presencia del Señor. En Jonás 1:3 leemos:
Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. (Jonás 1:3)
Jonás intentó huir de la presencia del Señor. La razón radicaba en que el Señor lo había llamado a ir a Nínive y Jonás no quería ir. Nuevamente veamos lo que sucede cuando Jonás procura huir de la presencia del Señor.
Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. (Jonás 1:4)
La historia completa de Jonás es la historia del profeta que trataba de huir de Dios y Dios lo perseguía. Jonás no podía huir de la presencia del Señor. Sus intentos de escape fueron nuevamente una reacción humana. Era la reacción de un hombre que no quería caminar en obediencia a Dios y a Su propósito. Él no podía permanecer donde estaba. De alguna manera se había distanciado de Dios y de Su llamado.
Tal vez, tú hayas experimentado una situación similar. Puede ser que hayas estado en un servicio donde el Espíritu de Dios estuvo hablándote poderosamente acerca de un área de pecado en tu vida. Según te sentaste en esa reunión la presencia de Dios te convencía más y más de pecado. Fuiste confrontado con la necesidad de tomar una decisión, ya sea rendirte a lo que Dios estaba diciendo, o levantarte y abandonar la reunión tratando de huir de esa convicción que Dios ponía en tu vida. Aunque nunca puedas encontrar un lugar donde Dios no pueda verte, sentirás la necesidad de hacer algo para escapar de esa voz interior que te condena.
Existen muchas maneras en las que intentamos huir de la presencia del Señor. Adán y Eva se escondieron entre los árboles. En la actualidad, nosotros nos escondemos detrás de otras cosas. He conocido personas que se esconden detrás de su trabajo o de sus vidas sociales en un intento de escapar de la presencia del Señor que les convence de pecado. Otros se esconden en los placeres de este mundo o en argumentos intelectuales en un intento de huir de la acusadora presencia de Dios.
Alejarnos de la presencia del Señor no se trata tanto de marcharnos a un lugar donde Dios no nos pueda encontrar, sino más bien de bloquear de nuestra mente, corazón y actitud cualquier pensamiento y propósito de Dios. Esto puede suceder de diferentes maneras. Para Caín significó dejar a sus padres y la fe que ellos le habían enseñado. Él no podía quedarse en el lugar donde adoraban y obedecían a Dios; necesitaba encontrar un lugar donde nunca le recordaran su pecado y rebelión. Él necesitaba encontrar un lugar donde nadie hablara de este Dios.
¿Cómo puede alguien permanecer bajo la presencia de Dios que convence de pecado si no está listo para rendirse a Él? Haríamos cualquier cosa para escapar de esa declaración de culpa. Yo creo que Dios hubiera perdonado el arrepentimiento de Caín y hubiera restaurado su comunión con Él, sin embargo, Caín no estaba listo para esto. Él eligió otro camino –un camino que obstaculizaba la presencia de Dios en su corazón y mente, llenándolos, en cambio, de otras cosas.
Hay muchos otros caminos que también nos alejan de la presencia de Dios. Algunos de ellos son de naturaleza religiosa. Quizás has conocido personas que se han escondido detrás de falsas doctrinas para justificar sus pecados. Tal vez has conocido a otros que se meten de a lleno en el servicio cristiano, creyendo que si están ocupados trabajando para Dios, no tendrán que lidiar con Dios mismo. Cuando Dios quiere hablarles de sus actitudes o acciones, ellos obstruyen Su voz al recordarse a sí mismos lo mucho que están haciendo para el Señor. Al hacer esto, ellos se distancian de Dios y de Su propósito. Algunos abandonan la comunión con la iglesia porque no quieren lidiar con el constante recuerdo de su pecado. Aun así, otros se llenan con los placeres y las cosas buenas de este mundo en el intento de ensordecer la voz de Dios que les llama.
Caín salió de la presencia del Señor, pero esto no significaba que él pudiera ir a alguna parte donde Dios no lo encontrara. Significaba que él escogía bloquear la presencia del Señor en su vida y llenarla con otras cosas. Él decidió que ya Dios no sería el centro ni el deleite de su corazón, que viviría su propia vida, tomaría sus propias decisiones y haría lo que quisiera. Ya Dios no sería parte de sus planes.
No es fácil vivir en la presencia del Señor. Aquellos que allí habitan deben reverenciarlo como Señor. Esto significa que deben rendirse a Su propósito y plan para sus vidas. Ellos deben reconocer que Él es su Señor y Rey, y ellos Sus siervos. Vivir en la presencia del Señor es darnos cuenta que debemos tratar con cualquier pecado que lo ofenda. Es escoger una vida santa y que camine en obediencia a nuestro Dios. Esto significa que debemos estar dispuestos a morir a nosotros mismos y a nuestras ideas. La obediencia puede llevarnos a circunstancias incómodas y difíciles; sin embargo, el Señor promete plenitud de gozo a aquellos que caminan en Su presencia (ver Salmo 16:11). Él también promete que incluso, si tenemos que atravesar el “valle de sombra de muerte” Él estará con nosotros (ver Salmo 23:4).
Caín tomo su decisión. Él escogió alejarse de la presencia del Señor. Escogió cerrar la puerta de su corazón al propósito de Dios, su creador. La preciada “posesión” de Dios le daba la espalda y lo excluía de su vida. Ojalá este no sea tu caso.
Para Meditar:
¿Podemos ir a algún lugar donde Dios no pueda vernos o alcanzarnos?
¿Cómo respondemos humanamente ante Dios cuando estamos avergonzados o hemos caído en un pecado al cuál no queremos renunciar?
¿Qué tipo de cosas hacemos para escapar de la culpa y de la santa presencia de Dios en nuestras vidas?
¿Has estado procurando huir de la presencia del Señor en tu vida de alguna manera específica?
¿Qué significa vivir en la presencia de Dios? ¿Qué demanda esto de nosotros? ¿Cuáles son las bendiciones de habitar en esa presencia?
Para orar:
Agradezcamos al Señor que no existe lugar alguno donde podamos ir que Él no nos vea o no pueda alcanzarnos.
Pidamos al Señor que haga nuestros corazones sensibles a Su presencia. Pidámosle que nos dé un corazón humilde, capaz de obedecer y someterse.
Pidamos a Dios que nos muestre si hay alguna área de nuestra vida donde estamos haciendo resistencia a la convicción de pecado causada por Su presencia. Ríndele esa área hoy.
Pidamos al Señor que nos revele más de Su presencia y nos dé mayor disposición para caminar en ella en humildad.
Capítulo 5 – Se Estableció en la Tierra de Nod
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16, LBLA)
Caín había tomado una decisión consciente de abandonar la presencia de Dios. Este versículo continúa diciéndonos que salió de la presencia de Dios y “se estableció en la tierra de Nod”. En esta frase hay un par de detalles que debemos ver.
Abundan los testimonios de hombres y mujeres que por algún tiempo se descarriaron de la verdad de Dios y de su comunión con Él. Con el paso del tiempo, algunos de ellos se dieron cuenta de que no habían podido ser felices lejos de su Señor. Esta es como la lección del hijo pródigo registrada en el libro de Lucas. Él abandonó la presencia y comunión de su padre para experimentar el mundo y todas sus atracciones. Cuando perdió todo lo que tenía se dio cuenta que estaba mejor con su padre; regresó humillado y con un entusiasmo renovado de permanecer con su padre y vivir en armonía con él.
En Génesis 13 vemos la historia de Abraham y Lot. La bendición del Señor sobre sus vidas era tan grande que el territorio no sostenía a las dos familias. Lot decidió dejar a Abraham e irse a la región de Sodoma y Gomorra. Génesis 13:13 narra algo sobre la tierra que Lot escogió.
Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. (Génesis 13:13)
Cuando Lot escogió dejar a Abraham, estaba escogiendo andar lejos de Dios y de Sus caminos. Él escogió traer a su familia a una región que era conocida por su maldad y su pecado contra el Señor. Al igual que Caín, él escogió salir de la presencia de Dios y esta decisión resultó ser muy riesgosa para Lot. No solo perdería a su esposa por las atracciones de la ciudad, sino que al final vería la destrucción de todo lo que él había logrado con esfuerzo. 2 Pedro 2:7-8 nos dice que su alma estaba atormentada cuando vivía en aquellas ciudades y miraba la maldad a su alrededor.
Si rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos). (2 Pedro 2:7-8, LBLA)
Lot no pudo ser feliz lejos de la presencia de Dios. Su decisión egoísta fue desastrosa para él y su familia, y atormentaba su “alma justa”.
Percatémonos lo que Génesis 4:16 nos dice sobre Caín. Saliendo de la presencia del Señor, Caín “se estableció” en la tierra de Nod. La palabra hebrea “establecer” puede ser traducida como “permanecer”, “habitar” o “morar”. Establecer encierra el sentido de arraigarse. Esta palabra tiene un carácter definitivo. Ahora éste vendría a ser el hogar de Caín. Sería allí donde él viviría y levantaría su familia. Ahora las generaciones venideras vivirían en este lugar lejos “de la presencia del Señor”.
La decisión de Caín de irse de la presencia de Dios y establecerse en Nod no solo lo impactaría a Él, sino también a las generaciones venideras. Las generaciones futuras estarían separadas de la bendición del Señor y crecerían sin conocer a Jehová Dios. Es interesante que notemos que Génesis, antes de continuar la historia de Adán y Eva, traza la línea de Caín por cinco generaciones hasta un hombre llamado Lamec. Veamos lo que Génesis 4:23-24 nos dice acerca de este hombre:
Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será. (Génesis 4:23-24)
Esta historia de Lamec es interesante porque nos muestra cómo él justifica su asesinato de un joven sobre la base de lo que su antecesor Caín hizo años atrás. También nos muestra el impacto que el pecado de Caín tuvo sobre las generaciones posteriores.
Caín escogió dejar la presencia de Dios. Si esta decisión fue mala, la decisión de “establecerse” en Nod fue peor. Si hay algo peor que salir de la presencia de Dios, sería “establecerse” en rebelión y nunca regresar.
Observemos algo más en esta frase “se estableció en la tierra de Nod”. La palabra hebrea “Nod” literalmente significa “extravío”. Caín se estableció en la tierra de los “extraviados”. Él decidió finalmente que sería allí donde viviría. Él echaría raíces (se establecería) en una tierra de errantes; caminaría lejos de Dios y nunca regresaría. Se llevaría a su familia con él, y las generaciones futuras crecerían separadas de Dios y de Sus bendiciones.
Observemos que Dios no detuvo a Caín. Él le dio la libertad de escoger en medio de este asunto. Caín, de su propio libre albedrío, escogía establecerse en la tierra de Nod (tierra de extravío). Viviría en esa tierra hasta morir y nunca volvería a experimentar la plenitud de la bendición de Dios sobre su vida y la de su familia. Las generaciones futuras continuarían lejos de Dios como errantes, y finalmente traerían la ira de Dios sobre ellos.
Nuestras decisiones de hoy impactarán a las personas que nos rodean. ¡Qué cosa tan triste es ver padres que se extravían de la fe y crían hijos que no conocen al Salvador! ¡Cuánto le debe doler al Señor ver naciones enteras desviadas de los principios de Su palabra y sufriendo las consecuencias de su extravío!
Extraviarse no solo es un pecado en el que incurren los incrédulos. Aún los creyentes pueden ser culpables de este pecado. Algunas veces escogemos caminar en desobediencia y vagamos lejos de la plenitud de la presencia de Dios. La iglesia de Laodicea en Apocalipsis 2 era culpable de haber perdido su primer amor, se había alejado de Dios. Las iglesias pueden perder su enfoque y los creyentes pueden perder su gozo. Podemos descarriarnos de nuestro llamado y perder la vista del propósito de Dios para nuestras vidas. Hasta los creyentes pueden llegar a establecerse en la tierra de Nod.
Nod es un lugar de rebelión y extravío; un lugar de rendición y orgullo, lejos de la plenitud de la bendición de Dios –lejos de la plenitud de Su presencia. Vivir en la presencia de Dios requiere sumisión al Señor y a Su propósito para nuestras vidas. No todos están dispuestos a hacer este compromiso.
Nos preguntamos: ¿Qué provocaría que alguien dejara la presencia del Señor para “establecerse” en la ciudad de Nod? No obstante, nosotros conocemos la tentación en nuestro propio corazón y la atracción de la carne. Definitivamente es el orgullo y la rebelión lo que nos lleva a alejarnos de la presencia de Dios. El hijo pródigo regresaba a su padre; Lot se liberaba del tormento de la ciudad de Sodoma y Gomorra, pero Caín escogía “establecerse” en su extravío. ¿Y tú?
Para Meditar:
¿Cuál es la diferencia entre Lot, el hijo pródigo y Caín?
¿Qué implica la palabra “establecerse” en Génesis 4:16? ¿Qué nos enseña esta palabra acerca de la decisión y la actitud de Caín? ¿Alguna vez has conocido personas que tienen esta misma actitud de Caín?
¿Cómo impactó la decisión de Caín las generaciones futuras? ¿Cómo nuestras decisiones impactan a nuestros hijos y a las generaciones venideras?
¿Qué significa el nombre de “Nod” y que nos enseña sobre la decisión de Caín?
¿Qué nos retiene en un lugar de extravío, separados de Dios?
Para Orar:
¿Te encuentras alejado de Dios actualmente? Pídele al Señor que te dé gracia para apartarte de tu descarrío y regresar a Él.
Pídele a Dios que perdone tu extravío y que te capacite para poder impactar de una manera positiva a las generaciones venideras.
Pide a Dios que abra tu corazón para ver cualquier área de tu vida que aún no se ha sometido a Él.
Agradezcamos al Señor porque la puerta está abierta para que entremos a Su presencia y experimentemos la plenitud de Sus bendiciones.
Capítulo 6 – El Oriente del Edén
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16. LBLA)
Hasta el momento hemos visto cómo Caín escogió salir de la presencia del Señor y establecerse en la tierra de Nod, pero hay un detalle más que debemos ver en este versículo. Percatémonos que Nod se encontraba al “oriente del Edén”. En este capítulo analizaremos la frase “oriente del Edén” y veremos su implicación en nuestras vidas.
Edén era la tierra donde Dios colocó a Adán y a Eva. Fue aquí donde ellos vivieron en armonía e intimidad con Dios y Su propósito para sus vidas. En el huerto del Edén, Caín y sus padres experimentaron la plenitud del propósito de Dios para sus vidas hasta que la entrada del pecado destruyó su comunión.
La palabra “Edén” en el idioma hebreo significa “placer”. Dios colocó a Adán, a Eva y a sus hijos en el Jardín del Placer y el Deleite. Hay algo sumamente increíble al respecto. Al colocar a Adán y a Eva en el “Edén”, Dios les estaba mostrando Su propósito para sus vidas. Dios quería bendecir a Adán y a Eva y llenarlos de deleite y satisfacción. Él llenó sus vidas de cosas buenas y escogió establecer con ellos una relación íntima y profunda. No podía haber mayor satisfacción y realización que ésta.
¿Por qué Dios deseaba poner a Adán y a Eva en el Huerto del Edén (del placer)? ¿Qué motivaría a un Dios santo a desear satisfacer a Sus criaturas con tal gozo? Estas son preguntas para las cuáles realmente no tenemos respuestas; sin embargo, lo que sí está claro es que este es Su gran deleite.
No me mal interpreten. Dios no es un sirviente cuyo único propósito es complacer a los seres humanos. Él es el Dios santo e inmenso que merece nuestra adoración y obediencia. Nosotros somos sus siervos y debemos reconocerlo como nuestro soberano Señor y Rey. Sin embargo, esto era lo que hacía al Edén un lugar tan increíble. Edén es el regalo de Dios a personas que no lo merecen. Es el regalo de gracia de un Dios Santo a Sus criaturas. Es una muestra inmerecida de Su amor y devoción a nosotros como Su pueblo.
Aunque inmerecido, Edén es el deseo de Dios para Su pueblo. Él anhela satisfacer profundamente el deseo de nuestro corazón, anhela llegar a ser el mayor deleite y placer que jamás hayamos experimentado. Su deseo desde el principio de los tiempos era que viviéramos en el Jardín del Placer y el Deleite experimentando la plenitud que tiene para nosotros. Él anhela llenarnos, y sabe exactamente lo que nos traerá el mayor placer y deleite.
En la actualidad hay muchas cosas en las que encontramos placer y deleite. La mayoría de ellas son temporales y algunas dañinas. Es cierto que Dios nos da muchas cosas maravillosas en este mundo. Limitar los placeres a las cosas de este mundo es malinterpretar seriamente la plenitud del deleite que Dios quiere dar. Él puede deleitarnos más que cualquier cosa de este mundo. Nuestro mayor placer no estará en las cosas que este mundo ofrece, sino en nuestro Creador y Salvador en sí. Solo Él puede satisfacer el clamor de nuestra alma.
Caín se estableció en el oriente del Edén. Él escogió permanecer fuera de la plenitud de los placeres y deleites de Dios. Él se quedó por algo menos que lo que Dios tenía para él. ¿Pudiera ser ésta una imagen de nosotros en el presente? ¿Acaso hemos llegado a conformarnos con algo menos valioso que lo mejor que Dios tiene para nuestras vidas?
Es cierto que no merecemos la plenitud que Dios quiere darnos. Yo sé quién soy yo como pecador, y entiendo que no estoy a la altura de los estándares de Dios. Fallo en mi caminar con Dios al decir y hacer cosas que no le agradan. Si no fuera por Su perdón y Su gracia, no tendría esperanza. Sí, no soy merecedor de la plenitud de Dios. Sin embargo, la realidad es que Dios me creó para que disfrutara de Él y encontrara pleno deleite y satisfacción en Él; y aunque soy indigno, todavía este es Su deseo para mí. Yo no me atrevo añadir a mi rebelión el pecado de rechazar a Dios y Su deseo de deleitarme plenamente.
Vivir como alguien que es indigno y rechazar la experiencia de la plenitud del placer de Dios, es pecar contra Dios y conformarme con menos de lo que Él desea. También es pecar contra Su propósito no solo para mi vida, sino también contra Su propósito a través de mí para el beneficio de Su reino. Nunca alcanzaremos nuestro potencial para la gloria de Dios y la expansión de Su reino si no aprendemos a vivir en la plenitud de Su bendición y capacitación.
Ese fue el pecado que desterró a Adán y a Eva del Huerto del Edén. Ese fue el pecado de Caín que lo alejó de la presencia del Señor. Sin embargo, por medio de Su Hijo Jesucristo, Dios ha quitado el obstáculo del pecado para que nosotros podamos volver a la plenitud de la comunión y al deleite en Él para siempre. Dios tomó tan a pecho este asunto de retornarnos al Jardín del Edén, que voluntariamente sacrificó a Su único Hijo a fin de que pudiéramos ser restaurados y regresáramos a la intimidad y al deleite con Él.
Tenemos que admitir que el pecado en nuestras vidas es un estorbo para la plenitud del deleite que Dios tiene para nosotros. En esta vida, del Oriente del Edén, no se puede esperar disfrutar todo lo que experimentaremos en el cielo; pero aún así Dios nos ha dado el privilegio de experimentar los deleites del Edén en esta vida. Jesús dijo a las personas de Su época:
… Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Juan 7:37-38)
Jesús continuaba diciendo en Juan 10:10
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10)
Observemos lo que Jesús dice en estos versículos. Cuando venimos a Él y creemos en Él, Él crea ríos de agua viva en nuestros corazones. Hay frescura y gozo –agua viva que nos refresca y nos restaura. Él nos recuerda que la razón por la que Él vino a esta tierra fue para que experimentáramos vida abundante. ¿Estamos nosotros experimentando estos ríos de agua viva en nuestras vidas hoy? ¿Estamos experimentando la vida abundante que Jesús nos vino a dar?
Es bastante fácil ver el deleite de Pablo en su relación con el Señor cuando dijo en Filipenses 1:21 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Pablo encontraba su mayor deleite en su relación con el Señor Jesús. Dejar esta vida con todo lo que ofrecía era entrar a los brazos de Aquel a quien amaba y anhelaba.
No importa lo que le pasó en la vida, el apóstol Pablo conocía la presencia y las delicias de Dios. Escribiendo a los filipenses dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Pablo enfrentó grandes obstáculos en esta vida. Él sufrió más que cualquier otro apóstol y fue perseguido por su fe en el Señor Jesús. En todas estas cosas, Pablo experimentó la abundante fortaleza del Señor que lo sostuvo hasta el fin. ¿Hemos experimentado la misma fortaleza y capacitación que el apóstol Pablo para el ministerio al cual el Señor nos ha llamado?
¡Qué gozo es experimentar esta capacitación de Dios en nuestras vidas y ministerios! Esto no significa que todo será fácil para nosotros. A menudo he visto que la fortaleza y la comunión de Dios son más tangibles en las batallas y en las pruebas de la vida. Muchas veces es en la debilidad que experimentamos la mayor fortaleza y consuelo de parte del Señor.
Los mayores placeres del Edén se encuentran en la comunión con nuestro Creador quien camina junto a nosotros en este jardín. Por medio de Jesús nosotros aún podemos deleitarnos en los placeres del jardín. Dios anhela restaurarnos todas las bendiciones que el pecado nos ha quitado. Él se deleita en restaurar nuestra comunión e intimidad con Él. Dios nos dará todo lo que necesitamos para experimentar la plenitud de Su propósito para nuestras vidas.
La pregunta que debemos hacernos es esta: ¿Estamos experimentando hoy las delicias del Edén? ¿Estamos andando en la intimidad que Dios desea para nosotros? Nosotros fuimos creados para el Edén; fuimos creados para deleitarnos en Dios y en Su propósito. ¿Acaso nos habremos conformado con menos?
Para Meditar:
¿Qué significa la palabra “Edén” y qué nos enseña acerca del propósito de Dios para nuestras vidas?
¿Qué cosas nos privan de experimentar las delicias del Edén en nuestros días?
¿Merecemos nosotros que Dios procure satisfacernos y llenarnos con Su gozo? ¿Constituye para nosotros un pecado el hecho de no entrar en la plenitud de las delicias de Dios?
¿Por qué hemos llegado a conformarnos con establecernos en Nod y no experimentar la plenitud de los placeres del Edén?
¿Has experimentado la plenitud del propósito de Dios para tu vida? ¿Qué necesitas que suceda en tu vida para que salgas y disfrutes esa plenitud?
¿Acaso deberíamos esperar batallas, decepciones y dolor en este mundo? ¿Experimentaremos las delicias y el gozo de Dios en momentos como esos?
Para Orar:
¿Qué satisfacción en Cristo experimentas en el presente? Toma un momento para agradecer al Señor por el gozo y las delicias que Él te brinda.
Pídele al Señor que te muestre si hay alguna parte de tu vida donde no se encuentran Su deleite y placer. Pídele que te enseñe a regocijarte en Él en esta área específica de tu vida.
Agradezcamos al Señor que aun cuando vivimos en este mundo de pecado, todavía podemos experimentar las delicias del Edén. Pidamos a Dios que nos ayude a experimentar más y más las delicias del Edén a medida que crecemos en nuestro caminar con Él.
Capítulo 7 – Viviendo en la plenitud del Edén
Y salió Caín de la presencia del Señor, y se estableció en la tierra de Nod, al oriente del Edén. (Génesis 4:16, LBLA)
En el transcurso de este estudio de Génesis 4:16 hemos visto cómo Caín tomó la decisión de salir de la presencia del Señor y establecerse en la tierra de Nod. En los capítulos anteriores analizamos brevemente cómo Dios se deleita en llenarnos y satisfacer nuestras almas. En este capítulo final, quiero examinar a partir de este texto lo que hemos aprendido acerca de cómo vivir en la plenitud del propósito de Dios.
Podríamos escribir un libro completo sobre este tema de cómo experimentar la plenitud del Edén a medida que vivimos en este mundo. Sin embargo, este es un estudio de Génesis 4:16, y por lo tanto, mi propósito es ver lo que este versículo en particular tiene para enseñarnos sobre vivir en la plenitud de Dios en un mundo caído. Concluyamos este estudio resumiendo por un momento lo que este versículo y su contexto enseña.
FUIMOS CREADOS PARA EL EDÉN
Lo primero que aprendemos del contexto de Génesis 4:16 es que Dios nos creó para vivir en la plenitud del Edén. Dios colocó a Adán y a Eva en el Huerto del Edén para que experimentaran sus delicias, bendiciones y privilegios. El pecado los despojó de la plenitud de estos privilegios, pero Dios aún seguía siendo fiel a ellos. Sus bendiciones todavía se evidenciaban en sus vidas mientras vivían fuera del Jardín. Nosotros también, en nuestros tiempos, podemos experimentar todavía en nuestras vidas destellos del Edén. Las Escrituras hablan de muchas de estas bendiciones.
Pablo le habla a los Filipenses sobre una paz que sobrepasa todo entendimiento en Filipenses 4:7. Santiago nos dice que Dios nos dará abundante sabiduría si la pedimos (Santiago 1:5). Pablo declaraba que él lo podía todo en Cristo que lo fortalecía (Filipenses 4:13). Jesús prometió que los que creyeran en Él, de su interior correrían ríos de agua viva (Juan 7:38). Jesús le recordó a Sus seguidores que el Padre era glorificado cuando ellos producían mucho fruto en sus vidas (Juan 15:8). También prometió que si pedíamos cualquier cosa en Su nombre, Él lo haría (Juan 14:14). Estos son algunos de los tantos versículos que hablan sobre las bendiciones del Edén que podemos experimentar en este mundo. Jesús vino a restaurarnos estas bendiciones. Él entregó su vida para que pudiéramos experimentar esta plenitud a medida que caminamos cada día en las sombras del Edén.
Si hoy queremos experimentar la plenitud del Edén, primero debemos recordar que fuimos creados para vivir en el Edén y nuestro mayor placer y gozo en la vida se encontrará en la presencia de Dios y bajo Sus bendiciones. También debemos aceptar que este es el propósito de Dios para nosotros. Él nos creó para vivir en el Edén, y cuando el pecado nos despojó de esto, Dios envió a Su Hijo a morir para que esas bendiciones pudieran ser restauradas. No somos dignos de este gran privilegio, pero Dios se deleita en nosotros y desea llenarnos y capacitarnos para Su gloria, para nuestro deleite y para la expansión de Su reino.
SOMOS POSESIÓN DE DIOS
El segundo principio que aprendemos de Génesis 4:16 se encuentra en la palabra “Caín”. Ya recordarás que la palabra “Caín” significa literalmente “posesión”. Caín era posesión de Dios. Si queremos experimentar la plenitud del Edén debemos hacer que esta verdad se asiente en nuestras mentes y voluntades. No nos pertenecemos; fuimos creados por Dios y para Dios (Romanos 11:36). Pablo nos recuerda en 1 Corintios 6:20 que también fuimos comprados por precio –la muerte del unigénito Hijo de Dios. Su muerte nos redimió del pecado y nos hizo hijos de Dios. Ahora somos siervos de Dios; le pertenecemos y Él es nuestro Dueño y Señor.
Como siervos de Dios, nuestra misión en la vida es honrar y glorificar Su nombre. Si queremos experimentar la plenitud de Sus bendiciones, debemos estar dispuestos a morir a nuestras propias ideas y planes y rendirnos completamente a Él y a Su propósito. Al igual que Caín, nosotros también somos posesión de Dios. Hasta que nos rindamos y aceptemos esta realidad nunca podremos experimentar la plenitud de las bendiciones de Dios en nuestras vidas. Solamente en completa sumisión podremos conocer las verdaderas y plenas bendiciones del Edén. Él ha de ser dueño de mi vida y de todo lo que tengo. Él debe tener control absoluto sobre cada detalle de mi vida. Nunca experimentaré la plenitud del Edén si no estoy dispuesto a dejarle ser mi Dueño y Señor.
LAS ABUNDANTES BENDICIONES DEL EDÉN SE ENCUENTRAN SOLAMENTE EN LA PRESENCIA DE DIOS.
El tercer principio que encontramos en Génesis 4:16 sobre vivir en las bendiciones del Edén se encuentra en lo que sucedió cuando Caín salió de la presencia del Señor, y cuando sucedió esto, también se alejó de la plenitud de Sus bendiciones. En otras palabras, las bendiciones del Edén solo se pueden encontrar en la presencia de Dios. Dios es la bendición del Edén. El Edén no ofrece bendiciones sin Dios.
Hay muchas personas que quieren experimentar las bendiciones de Dios, pero no están listos para permanecer en Su presencia. Permanecer en la presencia de Dios significa ser confrontado por nuestra pecaminosidad. Permanecer en Su presencia requiere que tratemos con todo lo que constituye una ofensa a la santidad de Dios. Permanecer en la presencia de Dios demanda sumisión a Su voluntad y a Su propósito. No todos están dispuestos a hacer esto. Muchos desean las bendiciones de Dios pero también quieren vivir en la tierra de Nod, apartados de la presencia del Señor.
No podemos dejar a Dios atrás y experimentar las bendiciones del Edén. Él es la bendición. Todas las bendiciones del Edén se encuentran en Dios. Lo que nos llena son Su paz y Su gozo; son Su fortaleza y sabiduría las que nos guía. Si caminamos lejos de Dios, estaremos caminando lejos de la fuente de todas Sus bendiciones. Si deseamos la bendición de Dios, necesitamos a Dios. Si deseamos a Dios, necesitamos someternos a Él y a Su propósito.
Si queremos experimentar la bendición de Dios en cualquier área de nuestra vida, Él debe ser parte de esa área. Debemos aprender a caminar con Él y a buscarlo en todas las experiencias de nuestra vida. Él debe tener acceso a nuestros pensamientos y actitudes; debe estar en nuestra familia, vida y trabajo. Su presencia debe estar en todo lo que hagamos. Debemos comprometernos a nunca salir de la presencia de Dios. Solo en Su presencia podemos experimentar la plenitud de las bendiciones del Edén.
NO DEBEMOS ESTABLECERNOS EN NOD
Por último, percatémonos de que Caín se “estableció” en la tierra de Nod (extravío). Caín escogió hacer de Nod su hogar y le agradaba vivir en la tierra del extravío. He conocido creyentes que se conforman con vivir en Nod. No estoy diciendo que ellos se están rebelando contra Dios de una manera desafiante. No obstante, lo que quiero decir es que ellos se complacen en permanecer donde están. Su deseo de experimentar más de las bendiciones del Edén se ha desvanecido. Su sed de Dios y de Su voluntad se ha “detenido”. Ellos no han alcanzado su potencial para el Señor o no han experimentado todo lo que el Señor tiene para ellos, sino que de cierta forma, se sienten cómodos en el lugar donde están. Allí hay dones espirituales que permanecen sin usar, hay fronteras en su vida espiritual que nunca han sido exploradas; hay batallas que nunca han sido libradas y victorias por obtener. Sin embargo, parece que ellos se conforman con vivir en las sombras del Edén, probando solamente una porción de la plenitud de Dios. Ellos desean mucho la plenitud de la vida venidera, pero experimentan muy poco en esta vida presente. Se deleitan en las glorias pasadas de los días vividos en el Edén y esto parece satisfacerlos.
Aquí en Génesis 4:16 vemos algo de lo que Dios desea para nosotros como Sus hijos. Él nos creó para vivir en Su presencia y disfrutar de Él y de Su propósito para nuestras vidas. También nos creó para ser Su posesión más preciada. Como Suyos que somos, Dios nos protege y nos guarda. Sin embargo, como Su posesión, no nos pertenecemos a nosotros mismos. Él es nuestro Dueño y Señor, y hasta que lo asimilemos en nuestras mentes y corazones, nunca experimentaremos la plenitud que Él quiere traer a nuestras vidas. El pecado y la rebelión contra el Señorío de Cristo nos alejarán de la presencia de Dios y de Su plenitud. Solo en Su presencia podemos experimentar las bendiciones y los placeres que Él quiere para nosotros. Cuando Su presencia está en nuestra vida cotidiana, no importa cuán agradables o difíciles puedan ser las cosas, estamos bendecidos y satisfechos. Esa presencia bendijo a los tres amigos de Daniel en el horno de fuego ardiente; bendijo a David en los momentos en que huía de Saúl; bendijo a Esteban mientras lo apedreaban. Todos estos hombres se regocijaron y experimentaron las bendiciones del Edén aún en las aflicciones y en las pruebas de la vida porque se encontraban en la presencia de Dios.
Nod es una tentación para todos nosotros. Establecernos en el “oriente del Edén” parece cómodo, pues nos alivia de las acusaciones que nos causa Su presencia. Nos libra de los desafíos de salir tras lo desconocido. Sin embargo, Nod es un río estancado; un lugar donde todos los deleites y placeres que experimentamos han sido en el pasado; es un lugar donde los años se amontonan en un charco cada vez más profundo de dones y oportunidades desperdiciadas.
Hoy Dios nos llama a abrir nuevamente nuestros corazones a Él. No dejes que tu corazón se establezca en Nod. No te sientas cómodo con rendirte.
Clama hoy a Dios y dile: “Señor, anhelo tu presencia en mi trabajo, en mis placeres, en mi caminar contigo. No quiero salir de esa presencia nunca”. ¡Cuántos creyentes en la actualidad viven sus vidas fuera de esta presencia! Viven como los no creyentes, sin procurar la presencia de Dios en todo lo que hacen. Ellos han resuelto vivir en Nod, lejos de la presencia de Dios. Hasta que estemos dispuestos a traer a Dios cada aspecto de nuestras vidas, nunca experimentaremos la plenitud de Su bendición. Que Dios nos dé gracia para resistir la tentación de establecernos en Nod cuando podemos experimentar las bendiciones del Edén en la presencia de nuestro Creador y Salvador.
Para Meditar:
¿Qué evidencia muestra la Biblia de que somos creados para vivir en las abundantes bendiciones del Edén? ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que Dios promete a aquellos que le pertenecen?
¿Qué significa vivir como posesión de Dios? ¿De qué manera vivir en sumisión a Dios nos abre las puertas para experimentar la plenitud de Sus bendiciones?
¿Podemos experimentar la plenitud de las bendiciones de Dios fuera de Su presencia?
¿Cómo hacemos a Dios parte de todo lo que hacemos?
¿Has llegado a conformarte con algo menos valioso que la plenitud de Dios en tu vida? ¿Estás consciente de Su presencia en lo que haces? Explica.
Para Orar:
Tomemos un momento para agradecer al Señor por la manera en que Él desea llenarnos y usarnos para Su gloria. Agradezcamos por el placer que nos brinda.
Pidamos a Dios nos dé gracia para rendirnos más plenamente a Él y a Su propósito para nuestra vida. Pidamos nos revele las áreas de nuestra vida que no están rendidas a Él.
Pidamos a Dios que esté presente en todo lo que hacemos, y que sea parte de nuestros pensamientos, actitudes y actividades.
Roguemos a Dios nos dé mayor pasión para llegar a ser todo lo que Él desea que seamos. Rindamos nuestras vidas nuevamente a Él para que las use como Él estime conveniente.