Una Mirada Devocional a las Cartas de Pablo a los Filipenses y Colosenses.
F. Wayne Mac Leod
Copyright © 2013 by F. Wayne Mac Leod
Segunda edición: Julio 2013
Publicado anteriormente por Authentic Media, 129 Mobilization Drive, Waynesboro, GA 30830 USA and 9 Holdom Avenue, Bletchley, Milton Keynes, Bucks, MK1 1QR, UK
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A menos que se especifique lo contrario, todas las citas se toman de la Nueva Versión Internacional de la Biblia (Copyright © 1973, 1978, 1984 Sociedad Bíblica Internacional. Utilizada con el permiso de Zondervan Bible Publishers, Todos los derechos están reservados.)
Agradecimientos especiales a los lectores de prueba y revisores sin los que habría sido más difícil leer este libro.
Traducido al Español por: Danilo Rodríguez Pérez.
Tabla de Contenidos
- Prefacio
- INTRODUCCIÓN A FILIPENSES
- 1 – Agradeciendo a Dios por usted
- 2 – Bien del mal
- 3 – En La Vida O En La Muerte
- 4 – Esta Misma Actitud
- 5 – Sin Murmurar
- 6 – Timoteo y Epafrodito
- 7 – Ninguna Confianza en la Carne
- 8 – Proseguir
- 9 – Enemigos de la Cruz
- 10 – Permanecer Firmes
- 11 – Contento En Cada Situación
- INTRODUCCIÓN A LOS COLOSENSES
- 12 – La Fe y el Amor de los Colosenses
- 13 – Él es
- 14 – Presentados Perfectos ante Su Vista
- 15 – Las Riquezas de una Completa Comprensión
- 16 – Cristo contra las Tradiciones Humanas
- 17 – Hacer Morir la Malvada Naturaleza
- 18 – vida en el cuerpo
- 19 – Relaciones en el Cuerpo
- 20 – Oración, Sabiduría y Gracia
- 21 – Saludos Finales
PREFACIO
En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo presentó al Señor Jesús como un ejemplo de humildad y mansedumbre. Él retó a los creyentes en Filipo a que tomaran al Señor Jesús como su ejemplo. Aunque él estaba en prisión, el apóstol alentaba a los filipenses a vivir en el gozo que proviene de conocer al Señor. Él les recordó que Dios estaba en todas sus pruebas y sus sufrimientos. Pablo les dijo cómo el Señor estaba usando su propio sufrimiento para lograr un gran bien para la iglesia. En esta carta el apóstol les habla a los que estaban sufriendo. Él los retó a que levantaran sus cabezas y a que consideraran gozosamente al Señor Jesús.
En Colosenses, Pablo presentó otra vez a Cristo como el tema principal. Él habla en esta epístola directamente del asunto del legalismo. Él confrontó a los falsos maestros de la circuncisión y les señaló a los colosenses el Señor Jesús y Su obra como suficiente para su salvación. Él demostró cómo Cristo y Su obra es el único medio de salvación. Él entonces retó a los creyentes de Colosas a vivir libres de la ley. Pablo concluye su carta con algún consejo acerca de las relaciones personales en el cuerpo de Cristo y animando a cada creyente a continuar hacia la madurez.
Confío que el Señor bendecirá este libro y lo usará para alentar a quienes lo lean. Por favor léalo con su Biblia en mano. Éste no es un substituto para la Biblia. Su propósito es hacer las cartas a los Filipenses y los Colosenses claras y prácticas. Consideraré este trabajo un éxito si le acerca incluso un poco al Señor. Que Dios pueda usar este libro para inspirarle en su relación con Él. Deje que Pablo le hable otra vez a través de este comentario devocional, y que el Espíritu de Dios capacite y aliente a todos los que lo lean.
F. Wayne Mac Leod
INTRODUCCIÓN A FILIPENSES
Autor:
El apóstol Pablo se presenta como el escritor de la carta a los Filipenses en el primer versículo. En esta carta, Pablo habla muy personalmente de su amistad con los filipenses y les recuerda específicamente cómo habían contribuido a su ministerio personal.
Trasfondo:
La ciudad de Filipo era la ciudad principal de la provincia de Macedonia. En la época de Pablo era una colonia romana (Hechos 16:12). La ciudad era un asentamiento militar y muchos soldados romanos caminaban por las calles en ese entonces.
Había mucha oposición en el ministerio de Pablo en la ciudad de Filipo. Mientras predicaba allí fue agredido, golpeado y lanzado a prisión (Hechos 16:22-24). Esto resultó, de cualquier forma, en la conversión del carcelero que estaba a cargo de él. La primera persona convertida en la región fue una vendedora de nombre Lidia (Hechos 16:11-15).
La iglesia que resultó de esta anterior obra de Pablo se mantuvo firme con él en su obra misionera. En Filipenses 4:15, Pablo recuerda a los filipenses que fueron la única iglesia en estar con él financieramente en su obra en Macedonia.
Al momento de escribir, Pablo estaba en prisión (Filipenses 1:7-13). Los filipenses estaban obviamente preocupados por esto y enviaron a Epafrodito para entregarle una donación en su hora de necesidad (Filipenses 4:18). Pablo gustosamente hizo retornar a Epafrodito con esta carta (Filipenses 2:25-28).
La epístola a los Filipenses es muy personal. La intención de Pablo parece ser aliviar la preocupación de los creyentes en Filipo por su tiempo en la prisión. Él también quiere agradecerles por la donación que le habían dado y su compañerismo desde el principio. La carta expresa su profundo amor por los creyentes de esa región. El agradece a Dios por ellos y su compañerismo. (1:3, él les dice que eran muy queridos en su corazón 5), (1:7), les llama queridos amigos (2:12) y habla de ellos como los que él amaba y anhelaba (4:1).
Usando su propio factor de vida como un punto de partida, Pablo exhorta a los filipenses a seguir adelante en sus propias luchas. Él comparte con ellos algunos consejos útiles sobre cómo tratar con el dolor y el sufrimiento que tendrían que afrontar.
La importancia de este libro para la actualidad:
La carta a los Filipenses tiene algunas lecciones importantes que enseñarnos acerca del sufrimiento. En esta carta Pablo nos recuerda que Dios es más grande que nuestras luchas y las puede usar para completar Su plan. La relación entre Pablo y la iglesia de Filipo es un ejemplo para nosotros, enseñándonos la importancia del cuerpo de Cristo y su papel para el ánimo y el apoyo. Es de particular importancia la enseñanza de Pablo referente al sufrimiento y las pruebas. No sólo vemos momentáneamente la actitud de Pablo acerca del sufrimiento, sino que, en esta carta, Pablo nos muestra cómo debemos enfrentar los problemas cotidianos de una manera piadosa. Él nos señala a Dios como el Señor sobre las pruebas y el sufrimiento. Él nos enseña cuál tiene que ser nuestra actitud y nos alienta a seguir en la fortaleza que el Señor brinda.
1 – AGRADECIENDO A DIOS POR USTED
Leer Filipenses 1:1-11
Pablo escribió esta carta para los creyentes de la región de Filipo. La ciudad de Filipo era conocida en particular como un asentamiento militar con muchos soldados caminando por las calles. Aquí en esta ciudad, había comenzado una obra grandiosa de Dios a través del ministerio de Pablo y Silas. Tenemos el registro de su visita a esta región en Hechos 16. Pablo introdujo al evangelio a una mujer de nombre Lidia. Ella abrió las puertas de su casa a Pablo, y a los interesados en oír su mensaje. No fue fácil para Pablo en Filipo. Él fue golpeado y encarcelado, pero aun en la prisión él encaminó al carcelero y a su familia al Señor. De este comienzo humilde, el Señor hizo una obra vigorosa y estableció una poderosa iglesia en esa ciudad.
Para cuando Pablo escribió esta carta, la iglesia había sido bien establecida. Fíjese en el versículo 1 que Pablo y Timoteo escribieron a los santos en la región así como también a los obispos y los diáconos. Esto muestra que la obra en Filipo había estado creciendo en la ausencia de Pablo. Pablo usualmente no se quedaba mucho tiempo en ningún lugar. Él se quedaba lo suficiente para predicar el evangelio y establecer un equipo de liderazgo, pero luego dejaba a los nuevos creyentes que continuaran lo que él había iniciado a través de la guía del Espíritu Santo y la Palabra de Dios.
Pablo empezó su carta recordándole a la iglesia de la gracia y la paz que procede del Padre y del Señor Jesucristo. La gracia es el favor inmerecido de Dios. La paz tiene que ver con estar en armonía con Dios y Sus propósitos para este mundo. Hay muchas personas que necesitan el inmerecido favor y la paz en sus vidas. Sin embargo, fíjese que Pablo habló aquí a creyentes. Incluso los creyentes necesitan del favor y la misericordia de Dios. Todos nosotros podemos no estar a la altura del estándar que Dios tiene para nosotros. La gracia no es sólo para el incrédulo. Como creyentes, estamos también necesitados de la gracia de Dios. Lo mismo es cierto de Su paz. Si bien nuestra relación con Dios está segura, muy a menudo no estamos experimentando la paz que Dios se propone que nosotros experimentemos en nuestra relación con Él. El corazón de Pablo se desbordaba con gratitud hacia Dios por los filipenses. Cada vez que ellos le venían a su mente, el apóstol agradecía a Dios por ellos. Pablo vivía en esta actitud de oración. Durante el día y cuando el Señor le traía personas a su atención, Pablo los elevaba a Dios en oración. Tenemos que aprender una lección de esto. ¿Cuán a menudo en el transcurso de un día, el Señor trae personas a nuestras mentes? A veces podemos no tener nada en particular en nuestro corazón que orar por ellos, pero podemos agradecer a Dios por ellos como Pablo.
Pablo les dijo a los filipenses que cada vez que él oraba por ellos, era con gran regocijo en su corazón. Los filipenses parecían ocupar un lugar especial en el corazón de Pablo. La iglesia en Filipo se había hermanado con Pablo en la propagación del evangelio. Desde la hora que Pablo los conoció, respaldaron su ministerio y perseveraron con él en oración. Iglesias como estas permitieron a Pablo continuar la predicación del evangelio. Aunque no estuvieron en el frente como Pablo, eran todavía de mucha importancia para la obra del reino.
Pablo les recordó a los creyentes en Filipo que él estaba seguro de que el Señor que había empezado una buena obra en ellos la perfeccionaría (versículo 6). Note un par de cosas en este versículo. Primero, es Dios quien hace la obra. Es verdad que Pablo había llegado a la región de Filipo. Él allí había predicado el evangelio, y bajo su ministerio varias personas habían venido a Cristo. Pero Pablo no veía esto como su obra. No había ninguna duda en su mente que la obra de la salvación en Filipo, era la obra de Dios. Tenemos que entender esto también en nuestros propios ministerios. Podemos intentarlo todo para cambiar a los que amamos, pero hasta que el Señor intervenga y haga posibles esos cambios, todos nuestros esfuerzos serán en vano. Cambiar el corazón de las personas es obra de Dios, somos llamados a ser instrumentos en el proceso de cambio, pero tiene que ser Dios quien inicie la obra y la lleve a su término.
¿Cuán a menudo he intentado con mi propia fuerza cambiar cosas en mi vida? A menudo he intentado orar más y disciplinarme más. He intentado no decir ciertas cosas o pensar ciertas cosas. Sin embargo la realidad del asunto, es que a no ser que el Señor esté en nuestros esfuerzos, no hay esperanza real de un cambio duradero. Si bien debemos ser compañeros dispuestos, la fuerza y el poder para el cambio, tienen que ser de Él. Cuando el Señor Jesús regresó al cielo, Él envió a Su Espíritu Santo a vivir en los corazones de los que le aceptaron. El cambio verdadero debe ser la obra de Dios a través del Espíritu Santo. Debemos dejar de intentar cambiarnos a nosotros mismos y dejar al Señor hacer estos cambios por nosotros. Dios termina el trabajo que Él empieza en nosotros.
Segundo, note en el versículo 6 que es la intención de Dios continuar obrando en nosotros hasta que Su Hijo vuelva. Puede que usted haya conocido personas que creen que ya han logrado la madurez espiritual completa. He conocido individuos que me han dicho que ya realmente no tenían nada más que aprender de la Biblia. Este pasaje pone en duda este tipo de persona. Pablo nos dice que Dios no dejará de obrar en nosotros hasta que Su Hijo regrese. En otras palabras, podemos pensar que lo hemos alcanzado, pero Dios tiene un mejor criterio. Él continuará formándonos y entrenándonos, mostrándonos cosas que incluso no sabíamos acerca de nosotros mismos que nos impiden una comunión más profunda con Él.
Dios nunca se rendirá. Él está interesado en finalizar lo que ya ha empezado en nuestros corazones y vidas. A través de los años Dios me ha mostrado varias cosas con las que tenía que tratar en mi vida. Yo frecuentemente he clamado a Él por estas cuestiones. Mi corazón desea ser más como Jesús. A veces me pregunto si alguna vez podré tener una victoria. Dios me promete aquí que Él continuará obrando en mí. Siempre y cuando Dios esté obrando en mí, hay esperanza. Él me está formando a través de todas las circunstancias de la vida. Una parte de esas circunstancias han sido muy difíciles. A veces nos resistimos a Su disciplina y entrenamiento. El reto aquí, como quiera, es que nosotros le dejemos continuar la obra que Él ha empezado en nosotros. Pablo estaba seguro de que Dios iba a continuar obrando en los filipenses.
Pablo estaba encadenado en este momento en su vida. A pesar de esto, Pablo tenía mucho de que estar agradecido. Él se regocijaba en oración por los filipenses. Sus circunstancias no cambiaron sus sentimientos hacia ellos. Él los veía como personas que compartían con él la misericordia y el favor especial de Dios. Eran colaboradores con él y juntos participaban en la gran gracia y la misericordia de Dios. Dios sabía cuánto anhelaba Pablo a los filipenses en el amor cristiano.
Pablo ora en el versículo 9 que estos creyentes experimentaran más y más del amor de Dios y crecieran en su conocimiento y su entendimiento de Su Palabra. Note el equilibrio aquí. Pablo quiere que ellos experimenten el amor de Dios en una forma más profunda, pero esto está relacionado con su conocimiento de la Escritura. Nuestro amor y experiencia de Cristo y nuestro conocimiento de Él como es revelado en Su Palabra, tienen que estar vinculados. Algunas personas enfatizan amar a Dios y reducen la importancia de estudiar la Biblia. Algunos hacen énfasis en que el conocimiento de Dios es importante, pero fallan en amarle verdaderamente con todos sus corazones. Pablo quería que los filipenses crecieran en su amor por Dios, pero también en su conocimiento de Él y Su propósito. Únicamente cuando los filipenses hubieran encontrado el equilibrio, podrían verdaderamente ser puros e irreprensibles ante Dios (ver versículo 10).
Este balance de conocimiento y amor es el terreno en el cual el fruto de la justicia crece (ver versículo 11). Las iglesias y los creyentes de todo el mundo tienen que buscar este equilibrio. Una iglesia enfatiza el amor sin el conocimiento, otra enfatiza el conocimiento sin el amor. Dondequiera que hay este desequilibrio, siempre habrá una falta de justicia verdadera. Debemos ministrar en amor, pero debemos hacerlo en el conocimiento de la verdad. El fruto de la justicia verdadera sólo puede crecer en un terreno donde el amor y la verdad estén en equilibrio. Sólo entonces podemos traer gloria y honor verdadero al Señor como iglesias y como individuos.
Pablo nos recuerda aquí que como creyentes ninguno de nosotros es perfecto. Dios no nos abandonará. Él promete continuar la obra que empezó en nosotros. Él quiere que crezcamos no sólo en el conocimiento de Él a través de Su Palabra, sino también en nuestra experiencia con Él en el amor. Voluntariamente debemos rendirnos a nuestro Padre amoroso cuando Él nos moldea y nos forja a Su imagen. El grito del corazón de Pablo por los creyentes de Filipo era que dejaran a Dios continuar la obra que Él empezó en sus vidas.
Para considerar:
¿Qué nos enseña este pasaje acerca del corazón de Pablo por los que él ministraba?
¿Qué hay en su corazón por los que usted ministra?
¿Por qué es importante que nos demos cuenta de que la obra del reino es obra de Dios, no la nuestra? ¿Cómo cambia esto el modo en que ministramos?
¿Qué ánimo toma usted del hecho que Dios desea continuar obrando con nosotros hasta que regrese Su Hijo?
¿Cuáles son las áreas en su vida en la cual Dios tiene que obrar?
¿Qué aprendemos aquí acerca del equilibrio entre la verdad (conocimiento) y el amor? ¿Ha encontrado usted este equilibrio en su iglesia y en la vida personal?
Para orar:
Pídale al Señor que le dé una mayor pasión por los que usted ministra.
Agradezca al Señor que Él aún no ha acabado con usted. Pídale que trate con los problemas que tienen que ser solucionados en su vida.
Pídale al Señor que le dé un equilibrio de verdad y amor en su iglesia y en la vida personal.
Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted no se ha rendido a Él y a Su obra en su vida
2 – BIEN DEL MAL
Leer Filipenses 1:12-19
Una de las pocas certezas de la vida es que las cosas malas ocurrirán con el paso del tiempo. Es a menudo difícil entender cómo estas cosas desagradables alguna vez pudieran traer algo bueno. Incluso el apóstol Pablo experimentó situaciones difíciles. En el momento que Pablo escribió esta carta, él estaba en prisión por la predicación del evangelio.
En el versículo 12 Pablo empieza por recordarles a los filipenses que lo que le había ocurrido había servido para adelantar el reino de Dios. Pablo tenía un ministerio poderoso. Muchas personas habían venido a conocer al Señor a través de sus esfuerzos. ¿Cómo podría servir el encarcelamiento del gran apóstol para posibilitar el avance del reino de Dios?
Los caminos de Dios son muy diferentes a los nuestros. Lo primero que parece ser una cosa terrible, puede ser en realidad para nuestra liberación. Cuando Jonás vio la boca abierta del pez que vino a tragárselo, él muy probablemente no lo vio como su liberación; pero esto es lo qué fue. Dios pudo haber usado un medio de transporte más agradable para la playa ese día, pero Él no lo hizo. No siempre tenemos que comprender por qué Dios elige usar los medios que Él usa, pero podemos estar seguros de que Él tiene un propósito muy real.
En el caso de Pablo toda la guardia del palacio llegó a entender que Pablo estaba en prisión por la causa de Cristo. Sin dudas un testimonio poderoso para el reino. Aquí había un hombre que no tenía miedo de defender su fe. Aquí había un hombre que estaba dispuesto a comprometer su vida por la causa en la que él creía.
En un viaje a las Filipinas, oí la historia de una pareja misionera que fue retenida como rehén por una facción extremista durante un período de casi un año, al final el hombre fue asesinado. Cuando hablé con un misionero que había conocido a este hombre, él me dijo que su testimonio había enardecido a los otros para preguntarse si ellos también estaban dispuestos a morir por el evangelio. Como consecuencia muchos misioneros se comprometieron más completamente a la causa de Cristo. Muy a menudo, podemos volvernos indiferentes y perezosos en nuestra fe. La persecución puede avivar el cuerpo de Cristo para la acción. En la persecución el cuerpo de creyentes se fortalece. Los hipócritas dan media vuelta y se van, pero los que están genuinamente convertidos y más comprometidos a la causa se quedan. Esto es lo que le estaba ocurriendo a Pablo.
Pablo les recordó a los filipenses que a causa de sus cadenas otros habían sido alentados a ser más audaces (versículo 14). Ellos siguieron el ejemplo de Pablo y se volvieron más valientes en compartir el mensaje del evangelio. Pablo se dio cuenta de que no todos estaban predicando con motivos correctos; algunos estaban predicando por envidia. Estaban motivados por una ambición egoísta y estaban tratando de promocionarse, puesto que Pablo estaba en prisión. Sin embargo todavía, había quienes también estaban predicando con la motivación correcta. Estos individuos entendieron que el apóstol había sido puesto en prisión por el evangelio y ellos asumieron la tarea de llenar el vacío creado por la ausencia de Pablo.
Hay cosas que nunca comprenderemos acerca de Dios y Sus caminos. El gran apóstol Pablo con todo su potencial estaba confinado en un calabozo, mientras estos que estaban predicando a Cristo por ambición estaban en libertad. Sin embargo los caminos de Dios son perfectos, y Él tenía un propósito y un plan en todo lo que hacía. Tal vez usted haya estado luchando en un obra pequeña por años, viendo poco o ningún resultado. Tal vez usted haya estado confinado en cama enfermo. Tal vez un problema detrás de otro parece asediarlo. Cuán fácil es pensar que porque afrontamos estas circunstancias, Dios nos debe estar castigando. Sin embargo este no era el caso del apóstol Pablo. Dios tenía un propósito específico en el confinamiento de Pablo. El Señor tiene un propósito para su prueba también.
Pablo no se preocupó excesivamente por lo qué otros estaban pensando y diciendo de él. Él incluso realmente no se preocupó en este momento por los motivos inadecuados detrás de la predicación de ciertos individuos. Lo que era importante para él, era que el evangelio fuera predicado. Tomemos un momento para examinar esto con más detalle.
Pablo no nos está diciendo que es aceptable predicar a Cristo con intención de promocionarnos. Todos nosotros deberíamos esforzarnos en predicar a Cristo con un motivo puro. Lo que él nos está diciendo es que el Señor puede utilizar a cualquiera que Él escoja. Vemos evidencia de esto incluso en nuestra época. Tal vez usted haya oído a predicadores que han predicado con la intención de hacer que las personas tengan un alto concepto de ellos. Estos predicadores trabajan para reunir un séquito para ellos mismos. Puede que su motivación esté mal, pero Dios los está usando todavía para alcanzar almas con el evangelio. Estos individuos mal intencionados ciertamente serán juzgados un día y sus motivos serán expuestos. Los que deseen estar a bien con Dios tendrán cuidado de observar sus motivos e intenciones. Cómo necesitamos agradecer al Señor que Él nos puede usar con todas nuestras imperfecciones. Si Él necesitara personas perfectas, ninguno de nosotros sería usado.
Hay un segundo argumento que tenemos que presentar aquí. No es de nuestra incumbencia juzgar los motivos y las intenciones de otros. Pablo le dejó este asunto al Señor. Cuán rápidamente juzgamos los motivos de las personas. Pablo nos reta aquí a seguir con la tarea de propagar el evangelio. Demasiadas personas gastan tiempo criticando a otros. La iglesia está llena de divisiones y crítica. Discutimos sobre toda clase de asuntos. No nos gusta la manera en que la iglesia de la calle adora o no estamos de acuerdo con su enfoque ministerial; así es que nos separamos y los condenamos. Fracasamos en ver cómo el Señor ha elegido usarlos.
Era cierto que Pablo habría predicado de una manera diferente, con motivos e intenciones diferentes, pero a pesar de estas diferencias el reino de Dios estaba avanzando. ¿Puede regocijarse usted en el hecho de que el reino de Dios está avanzando en la iglesia de esta calle, incluso aunque ellos son diferentes a su iglesia? ¿Puede usted regocijarse en el hecho de que el predicador en el siguiente pueblo está presenciando el maravilloso fruto de su ministerio, incluso aunque el difiere de usted en algunos asuntos doctrinales pequeños? El corazón de Pablo debió ver personas llegando a Cristo y escapando de las llamas del infierno. Él simplemente se regocijó de que Cristo fuera predicado.
En el versículo 19 Pablo reafirma su confianza en el Señor Jesús y Su divino propósito para su vida. Pablo estaba confiado que en la medida que aquellos creyentes se unieran a él en oración, Dios haría una obra maravillosa a través de sus sufrimientos y pruebas.
Yo no sé cuál es su lucha particular hoy, pero el mismo principio tiene aplicación. Dios está en el proceso de madurarnos y llevarnos al amplio conocimiento de Su Hijo. Él nos está liberando de las fortalezas del pecado en nuestras vidas. A veces los medios que Él usa son muy extraños para nosotros, pero Él todavía logrará su propósito – de esto, podemos estar seguros.
Para considerar:
¿Alguna vez usted ha visto a Dios tomar algo malo y usarlo para bien en su vida? Explique.
¿Qué aprendemos aquí de los propósitos y planes de Dios? ¿Él siempre hace las cosas de la manera que esperamos?
¿Qué aprendemos de juzgar a nuestros hermanos en Cristo? ¿Qué tipo de relación usted tiene con creyentes de otras iglesias? ¿Puede usted alabar al Señor por la forma que Él los está usando?
¿Cuál es la actitud de Pablo en su prueba? ¿Tiene usted la misma actitud?
Para orar:
Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted ha juzgado a su hermano en Cristo porque ellos eran diferentes a usted.
Agradezca al Señor que Él puede usar todas las situaciones de la vida para lograr Su gloria en nuestras vidas.
Pídale al Señor que le dé la actitud de Pablo en su prueba. Pídale que le dé una confianza mayor en Su propósito
3 – EN LA VIDA O EN LA MUERTE
Leer Filipenses1:20-30
En la última meditación vimos como Pablo les recordó a los filipenses que el Señor era capaz de usar para un buen propósito la maldad que había venido a su vida. Aunque el tiempo de Pablo en prisión estaba destinado a entorpecer su ministerio, Dios lo usó en lugar de ello para propagar el evangelio. Pase lo que pase, nuestro Dios tiene el control. Podemos tomar gran consuelo en este hecho.
En esta vida nunca realmente sabremos lo que va a pasar. Dios llamará algunos a una senda de pruebas y dificultades. La senda por la que ellos caminan estará llena de obstáculos. Ellos demostrarán la gracia y el poder de Dios al superar dificultades. Otros vivirán una vida de relativa comodidad y facilidad. Esto también Dios lo usará para cumplir Su gloria en sus vidas por Su reino. No nos atrevamos a juzgar a los demás basados en las circunstancias que afrontan en la vida. Dios hará a buena gente pasar a través del fuego para refinarlos en la preparación para lo que Él les tiene reservado. Es importante que honremos a Dios ya sea a través de las pruebas o de lo fácil.
La gran oración de Pablo para su vida era que él no se avergonzara cuando él estuviera ante el Señor Jesús. Él quería que el Señor fuera exaltado en su vida y en todo lo que él hiciera. Fíjese en el versículo 20 que él con impaciencia esperaba que este fuera el caso. Pablo podría esperar esto porque él lo dio todo para hacer esto realidad. Él se esmeró en vivir una vida que trajera honor y gloria al Señor Jesús. Él extendió la mano y usó sus dones para traer gloria y honor para su Salvador. Si Dios lo llamaba a permanecer en esta tierra, él lo haría para traer honra a Cristo en la manera en que él vivía.
Cuán diferente serían nuestras vidas si compartiéramos la meta de la vida de Pablo. Fíjese que Pablo nos dice que él quería honrar al Señor Jesús ya fuera “en la vida o en la muerte.” ¿Qué circunstancias está usted afrontando ahora mismo? ¿Ve usted lo que Pablo nos dice aquí? Él nos dice que lo que sea que Dios tenga para nosotros, tenemos que convertir en nuestro objetivo honrarle en esas circunstancias. Esto no siempre será fácil. Algunos serán llamados a la prisión y el sufrimiento. Algunos serán perseguidos. Recuerdo a un viejo que una vez encontré. Cuando hablamos, él me dijo que su máximo miedo en la vida era que él de algún modo deshonrara a su Señor – qué meta tan increíble en la vida. Quiero que mi vida honre al señor Jesús en mi sufrimiento y en mi enfermedad. Quiero honrarle en mi prosperidad y en mi bendición. Si soy perseguido y debo afrontar la muerte por mi fe, quiero hacer eso honrando al Señor por la manera en que muero. Ésta fue la meta de la vida de Pablo. También debería ser nuestra meta.
Cuando Pablo pensaba en las dificultades que afronta el creyente, él les recordó a sus lectores que aun si hicieran el sacrificio final y dieran sus vidas por el Señor Jesús, su muerte sería una ganancia para ellos porque la muerte significaría entrar a la presencia del Señor Jesús. Para los creyentes esto será la máxima alegría. Sin embargo, fíjese, lo qué Pablo les dijo a sus lectores en el versículo 21.
Él les dijo que vivir es Cristo. No podemos perder lo que el apóstol nos está diciendo aquí. Él nos está diciendo que aun cuando la muerte es una bendición para el creyente, también lo es la vida. Si usted conoce al Señor Jesús como su Salvador, entonces viva para experimentar Su presencia en su vida diaria.
Hace algún tiempo estaba lamentando el hecho que estaba enfrentando mucha oposición en el ministerio. Parecía haber tantos problemas en la iglesia en la que estaba trabajando. Traje esto al Señor. Oré, recordándole al Señor del tiempo en los Evangelios cuando los discípulos estaban con Él en el Monte de los Olivos. Le dije al Señor que quería experimentar Su presencia como ellos lo hicieron en la cumbre de la montaña aquel día. El Señor inmediatamente me recordó a los tres amigos de Daniel en el horno. Vi la comparación que el Señor estaba haciendo: tres amigos en la cumbre de la montaña y tres amigos en el horno ardiente. Entonces el Señor habló a mi corazón y dijo: “Wayne, ¿tu realmente piensas que los tres discípulos en la cima de la montaña tuvieron una mejor experiencia de Dios que los otros tres que estaban en el horno?” Pensé acerca de esto por un momento y me di cuenta de que la presencia de Dios era igualmente poderosa en el horno que en la cima de la montaña. Lo que estoy tratando de decir es que, Dios promete estar con nosotros tanto en la vida como en la muerte. Dios no está sólo con nosotros en los tiempos buenos. Él está también con nosotros en los tiempos malos. Su presencia es tan real en uno como en el otro. Pablo nos recuerda que morir es ganar, pero vivir es también ganar a Cristo y todo lo que Él ofrece.
Una de las ventajas de permanecer aquí abajo para Pablo era que él podría continuar sirviendo a la Iglesia. Continuar aquí en esta tierra quería decir que él podría ser una mayor bendición para los demás. Pablo tenía un corazón de siervo; él no vivía para sí mismo. El deseo de su corazón en la vida no era experimentar más de los placeres de esta vida. No fue acumular más riqueza y más posesiones. Si Pablo viviera, él estaría viviendo con un objetivo en mente: servirle al Señor y ministrar a las personas. ¿Cuál es la meta de usted?
Pablo sabía que los creyentes necesitaban que él se quedara en la tierra (versículo 24). Pablo no temía a la muerte; él estaba listo para presentarse ante el Señor. Él había vivido una vida completa y él no estaba avergonzado. Sin embargo, él sabía que su obra no había acabado todavía. Él necesitaba quedarse en esta tierra para terminar la obra que Dios tenía que él hiciera. Con esto en mente, Pablo se comprometió a quedarse y a ministrar en el nombre de Cristo. Dese cuenta de su objetivo en el ministerio en los versículos 25 y 26: él quería ver a los filipenses crecer en el gozo de su fe.
Durante una buena parte de mi vida, aparté el gozo. No veía la conexión entre la alegría y la fe. Para mí, la fe consistía en obedecer al Señor y creer en las doctrinas correctas. Luchaba con la idea de una relación muy personal e íntima con el Señor Jesús que trajera gozo a mi corazón. Sentía que mientras estuviera viviendo en la obediencia y creyendo las cosas correctas, estaba honrando a Dios. Es muy importante que veamos que en este contexto que habla de honrar a Dios, Pablo nos muestra la importancia del gozo.
La realidad del asunto es que es difícil honrar al Señor sin alegría. Si usted da una ofrenda con un corazón resentido, usted no honra al Señor. Dios ama a un dador alegre (2 Corintios 9:7). Si su corazón está lleno de cólera y rencor, usted no honra al Señor en su servicio. Es el deseo del Señor Jesús que le sirvamos con alegría en nuestros corazones. El Salmo 100:2 dice: “Servid a Jehová con alegría; venid ante Su presencia con regocijo.” Hay un pasaje maravilloso en el Salmo 85:6 que expresa lo que creo que es el avivamiento: “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” El Salmista entendió que el avivamiento ocurre cuando el pueblo de Dios encuentra gozo en Él otra vez. ¿Cuán a menudo hemos caído en la práctica de la fe descorazonados y sin gozo? Hacemos lo correcto y creemos en lo correcto, pero hemos perdido nuestra alegría. Tenemos que ser reanimados a fin de encontrar otra vez ese gozo. Las personas reanimadas han encontrado otra vez deleite en Dios. Ellas adoran y sirven con gozo renovado en sus corazones. Esto es lo que desea Dios. Dios no está interesado en la fe sin alegría. La fe que honra a Dios es una fe que se deleita y se regocija en Él. Dios quiere que nos entusiasmemos con Él y con lo que Él ha hecho. Él quiere que nosotros encontremos gran deleite en Él. Esto fue lo que el apóstol Pablo quería ver en las vidas de los creyentes en Filipo.
Pablo retó a los creyentes en el versículo 27 a conducirse de modo que fuera digno del evangelio. Esto no siempre era fácil. Dese cuenta que él les dijo a los filipenses que ellos tendrían que contender por la fe. La palabra “contienda” significa “pelear o forcejear”. Hay momentos en los que tendremos que luchar con el enemigo, quien quiere corromper la fe prostituyéndola. No tenemos garantía de una vida desahogada. Como los amigos de Daniel en el horno, tendremos que encontrar nuestra alegría a veces en el calor de las pruebas y la opresión, cuando contendemos por nuestra fe.
Pablo fue consciente de que había personas que se oponían a los filipenses. Él les dijo en el versículo 28 que no tuvieran miedo de estos individuos. Que en tiempos de una oposición fuerte, estos creyentes debían recordar que morir era ganancia y vivir era experimentar a Cristo y conocer Su presencia y capacitación. Pablo también les recordó a los filipenses que sus vidas piadosas y gozosas serían una señal para los que se les oponían, que ellos serían destruidos. En otras palabras, por su oposición a una verdad, ellos no podrían destruir dos cosas mostradas. Primero, que la verdad de Dios no podía ser destruida y segundo, que estaban oponiéndose a la verdad y serían juzgados por Dios.
En Hechos 5, los apóstoles fueron arrestados y llevados ante el Sanedrín para ser juzgados. El consejo gobernante judío se oponía a la enseñanza de los apóstoles y quería darles muerte. Gamaliel, un respetado maestro y fariseo entre ellos, les advirtió sobre tales acciones porque él dijo:
“Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios” (Hechos 5:38-39).
Los que se oponían a los filipenses se encontraban en una situación similar. No podrían impedir que los filipenses creyeran, no más que lo que podrían frenar a los apóstoles. Al oponerse a los creyentes, ellos estaban “peleando contra Dios.” Ésta era una batalla que nunca podrían ganar.
En el versículo 29 Pablo dijo a los creyentes que ellos no solo tenían el privilegio de creer en Cristo, sino también de sufrir por Él. Para Pablo, sufrir por Cristo era un honor. He tenido la oportunidad de vez en cuando de hablar con los que pelearon en una de las grandes guerras del mundo. Ellos me señalaron las cicatrices de balas que llevaban en sus cuerpos u otras heridas que les infligieron, de las que ellos hablaban con orgullo. Para ellos era un honor llevar las marcas del sufrimiento por su país. No se quejaban. Ellos entendían que luchar por un país implica sufrimiento, y tener que llevar las cicatrices de la batalla era un honor. Era así cómo Pablo veía su sufrimiento. Él tenía cicatrices en su cuerpo donde las piedras le habían golpeado cuando él estaba siendo apedreado por predicar el evangelio. Había marcas del látigo en su espalda que hablan de su dedicación a la causa del Señor Jesús. Esto no era nada de qué avergonzarse. Él se enorgullecía de haber tenido el privilegio de sufrir por la causa del Señor Jesús. ¡Cómo necesitamos tener esta actitud en nuestras vidas hoy!
Para considerar:
¿Cuál es su objetivo en la vida? ¿Cuál fue la meta de Pablo? ¿Qué le impide tener el objetivo de Pablo para su vida también?
¿Que nos enseña Pablo aquí acerca del privilegio de sufrir por Cristo? ¿Qué cosas usted ha sufrido por la causa del Señor Jesús?
¿Que nos enseña Pablo aquí acerca de la realidad de la presencia de Cristo en esta vida? ¿Es posible que nosotros nos enfoquemos tanto en el cielo que nos olvidemos de que Dios nos llama a vivir en Su presencia ahora?
¿Qué papel juega el gozo en su relación con Dios?
Para orar:
Pídale al Señor que llene su corazón de gozo cuando usted le sirve.
Agradezca al Señor por el ejemplo de Pablo en honrarlo en la vida o en la muerte. Pídale al Señor que le dé más de esta actitud.
Pídale al Señor que le muestre alguna manera en la que su vida actualmente no le trae honra a Él.
4 – ESTA MISMA ACTITUD
Leer Filipenses2:1-11
La vida del apóstol Pablo estaba dedicada a la causa de Cristo. En la vida o en la muerte, él quería traer honor a su Señor. Hubo ocasiones cuando este deseo lo condujo a atravesar algunas situaciones duras y difíciles. Él sufrió tremendamente por la causa del Señor Jesús. En esta siguiente sección el apóstol Pablo exhortó a los filipenses a adoptar la misma actitud que Jesús cuando afrontaran estos momentos difíciles en la vida.
El apóstol empezó por señalarles a los filipenses el ánimo que habían recibido al estar conectados con Cristo. Él les recordó que ellos podían conocer la presencia de Cristo en la vida y la muerte. En las luchas así como también en las bendiciones, el Señor siempre estaba allí. El Señor Jesús los ministraba y confortaba en todas sus circunstancias. Los filipenses habían experimentado este consuelo. Cuando Pablo usó la palabra “si” en este versículo, él no estaba cuestionando si los filipenses alguna vez habían sido alentados a estar unidos con Cristo. Él sabía que ésta era ya una realidad para ellos.
Fíjese en el versículo 1 que el ánimo de ellos provenía de estar unidos con Cristo. Estaban unidos con Él de muchas formas. Estaban unidos con Él en Su muerte; Es decir, cuando el Señor Jesús murió, Él murió por ellos personalmente. El Señor Jesús tomó la condena de ellos sobre sí mismo. Estaban también unidos con Él en la vida. Él había puesto a Su Espíritu Santo en ellos. Ellos ahora le pertenecían. Su poder y su capacitación fluían a través de ellos. El Espíritu Santo los unió con Cristo y a Su deseo y objetivo para las vidas de ellos. Qué bendición era esto. Estaban unidos con el Señor de los Señores y Su propósito. Eran de Él. Ellos conocían Su presencia. Compartían Su corazón y Su deseo. Ellos eran uno en el propósito, deseo, y corazón con el Señor Jesús y mutuamente en ese propósito.
Estar unido con Cristo era un estímulo para los filipenses. Que valentía le da al pueblo de Dios saber que están unidos con Cristo. Cuando estamos unidos con Él, podemos vivir con gran intrepidez. No estamos solos. Tenemos la victoria porque tenemos a Cristo en nosotros. Somos fortalecidos por Él y Su poder en nosotros. ¿Qué podría hacerles el enemigo después de que habían estado unidos con el Señor Jesús? ¡Qué esperanza tenemos en Cristo! Qué coraje esto nos da para afrontar la vida y la muerte.
Note la segunda declaración en el versículo 1: “si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor.” Aun cuando ninguno de los filipenses había conocido físicamente al Señor Jesús, ellos ciertamente habían experimentado Su amor. Ellos habían experimentado el amor del Señor Jesús en lo que Él había hecho por ellos. Él los había perdonado de sus pecados. Él vivía en sus corazones y hablaba en sus oídos espirituales. En sus luchas Su presencia era muy real. Ellos no le podían ver, pero sabían que Él estaba presente. Ellos no podían oír Su voz física, pero sabían lo que Él estaba diciendo. Sentían Su presencia y conocían Sus promesas. Sabían que Él los amaba. Qué consuelo era esto.
Por mucho tiempo, conocí las doctrinas del amor del Señor Jesús por Su pueblo, pero no estuve abierto a la experiencia de ese amor en mi vida. Me sentía indigno, y aunque no podía bloquear la realidad de Su amor, ciertamente bloqueaba mi experiencia de ello. No estaba siendo consolado por Su amor porque no le estaba dejando consolarme. Esto no cambiaba el hecho de que Él me amaba, pero cambió cuando experimenté Su amor todos los días. Pablo dio por sentado que los filipenses estaban abiertos a experimentar el amor del Señor y ser consolados por ese amor. Ellos podrían llegar a Cristo en sus pruebas y permitirle que los consolara. Ellos podrían abrir sus corazones para recibir lo que Él tanto anhelaba derramar en ellos.
Hay ánimo al estar unido con el Señor Jesús, y hay gran consuelo en Su amor. Note en el versículo 1 que hay también “la comunión con el Espíritu.” El creyente puede experimentar comunión con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene a ministrarnos y enseñarnos las cosas de Dios. Él viene a guiarnos en todas las cosas. A medida que nos movemos día a día, Él nos lidera, nos guía, y nos consuela. Él es la presencia real de Dios en nuestros corazones. Él conoce nuestros pensamientos y habla en nuestras mentes y nuestras almas. Podemos ir a Él en nuestras pruebas para recibir consejo y asesoramiento. Podemos saber de Él en los momentos cuando no sabemos a quién recurrir. No hay comunión tan dulce como la comunión entre el creyente y el Espíritu de Cristo.
Pablo les recordó a los filipenses que si habían experimentado estas bendiciones en Cristo y habían sacado provecho de Su ternura y compasión, entonces iban a demostrar esto en sus relaciones entre sí. Ellos debían amar a sus hermanos con el amor que habían recibido de Cristo. Debían ser uno en el Espíritu del mismo modo que el Espíritu Santo se había convertido en uno con ellos. Ellos debían tener un corazón y un propósito porque ellos estaban en el mismo Señor y Su propósito para ellos. Dese cuenta que los filipenses debían amar con el amor que habían recibido de Cristo. Tomaban como su ejemplo de unión, la unión que habían experimentado con el Espíritu Santo.
Note una cosa más en el versículo 2. Pablo les dijo que su gozo sería más completo si ellos vivieran en esta relación íntima entre ellos. La alegría es un fruto del Espíritu. Lo que tenemos que entender es que la experiencia del gozo puede ser mayor o menor, dependiendo de las circunstancias. El gozo de Pablo no le sería quitado. Él podía experimentar gozo como fruto del Espíritu de Dios en él, incluso en medio de las pruebas y las tribulaciones. Sin embargo, la experiencia inmediata de este gozo podría convertirse en completa, dependiendo de las circunstancias. El estado de la iglesia en Filipo le podría dar a Pablo una experiencia mucho más profunda del don del gozo en su vida.
Hay una conexión íntima entre mi experiencia del fruto del Espíritu y mis relaciones con los integrantes del cuerpo de Cristo. Cuando las cosas no están bien en mis relaciones, mi experiencia del fruto del Espíritu disminuirá. Es difícil experimentar la plenitud de la alegría y la paz de Cristo cuando estoy en conflicto con creyentes. La experiencia del gozo de Pablo se volvió mayor cuando él vio a sus hermanos en Cristo amándose. Nuestras vidas en el cuerpo están íntimamente conectadas. Puedo permitir a los demás experimentar el gozo y la paz del Señor en una forma mucho más profunda por mis relaciones con ellos.
En el versículo 3 Pablo alentó los filipenses a no hacer nada por ambición egoísta o vanidad. En lugar de eso, ellos debían poner a un lado la rivalidad y el orgullo para ayudar a otros con sus preocupaciones. Qué fácil es caer en la trampa de querer ponernos antes que otros. ¿Cuántas decisiones egoístas he hecho en la vida? ¿Cuán a menudo pongo los intereses de mi mujer antes que los míos? ¿Qué sacrificaría por mis amigos y mis seres queridos? ¿Cuántas decisiones tomo cada día con mis deseos como el enfoque central? Pablo nos alienta a que abramos nuestros ojos y nuestras mentes a las necesidades de los demás. Él nos reta a considerar las necesidades de los demás primero en nuestras decisiones y acciones. Pablo alentó a los filipenses en el versículo 4 a mirar no sólo sus propios intereses, sino también los intereses de los que les rodeaban. Qué mundo tan diferente sería éste, si todos los creyentes estuvieran más interesados en promover a los demás en vez de a ellos mismos. ¿Cuántos problemas en la iglesia han resultado de los que arrogantemente apartaron a otros creyentes del camino para lograr alguna meta egoísta?
En el versículo 5 Pablo les dijo a los filipenses que el Señor Jesús nos dejó un ejemplo de este estilo de vida desinteresado. En el versículo 6 Pablo les recordó cómo Jesús eternamente ha sido Dios (estando en forma de Dios”), y sin embargo Él no consideró esta igualdad con Dios algo que tenía que ser tan preciado o a lo que aferrarse, que Él no lo pudiera dejar a un lado por un tiempo. En otras palabras, aunque Jesús era Dios, Él no se aferró a los privilegios relacionados con la naturaleza divina. Durante una temporada Él eligió vivir como un hombre sencillo. Los hombres y las mujeres que Él conoció en esta tierra no le honraron como lo hicieron con el Padre. Aunque Él era igual al Padre, Él no reclamó derechos especiales, sino que permitió a los hombres escupirle y maldecirle. Aunque Él merecía todo el honor y la alabanza, Él se negó estos privilegios cuando Él caminó sobre esta tierra.
Jesús tomó la naturaleza de siervo (versículo 7). Él se convirtió verdaderamente en humano como nosotros (pero sin pecado). En su cuerpo humano Él guardó la ley y fue sumiso a sus padres. Él se permitió sufrir todo lo que sufrimos. Él fue tentado igual que nosotros. Él sintió las heridas y los dolores que sentimos. Como hombre sencillo, humilde, Jesús demostró su naturaleza verdadera de siervo por la obediencia completa al Padre (versículo 8). Jesús dependió enteramente del Padre y voluntariamente sufrió la muerte por Su creación. El Señor Jesús se sometió a la humillación de morir como un criminal en una cruz, para que todo el mundo lo viera.
¿Por qué hizo Él esto? Él lo hizo por ti y por mí. Él lo hizo a fin de que pudiéramos tener una relación con Dios. El Señor Jesús murió, tomando nuestro castigo, para que podamos ser libres. Él no se consideró a sí sismo. Él dejó a un lado sus privilegios divinos durante un tiempo. Él puso a un lado el honor que le era debido. Él sufrió la vergüenza de morir en una cruz. Dios no puede morir, pero Jesús cargó con nuestra naturaleza humana durante un tiempo y murió como ser humano. En todo esto, Él no estaba pensando en Su bienestar y preferencias personales. Él estaba sólo pensando en nosotros y nuestra salvación. Esto, dice Pablo, es cómo tenemos que vivir nuestras vidas –justo como Jesús. Debemos apartar nuestro orgullo. Tenemos que darnos por nuestros hermanos. Tenemos que dar nuestras vidas para servirles, tal como Jesús nos sirvió.
Fíjese en el versículo 9 que las acciones de Cristo no pasaron inadvertidas para el Padre. El Señor Jesús fue exaltado a la más alta posición por Su obediencia. Dios le dio un nombre que sería honrado por todas las naciones y tribus. Su nombre fue elevado más alto que todos los demás nombres. Cada rodilla un día se doblará ante el Señor Jesús. Todas las criaturas en el cielo y la tierra y debajo la tierra (los que han muerto así como también cualquier ser demoníaco) le reconocerán como Señor y se inclinarán ante Él en reverencia y respeto. Honrarán al Hijo de Dios para la gloria del Padre. No hay competencia entre el Padre y el Hijo. Honrar a uno es honrar al otro. Adorar al Hijo de Dios es adorar al Padre. Jesús es Dios e igual al Padre en naturaleza e igualmente merecedor de alabanza y honor.
La victoria de Cristo llegó por medio de humillarse. Éste es el desafío de Pablo para los filipenses. Él les retó a que ellos tomaran al Señor Jesús como su ejemplo. Puede que usted sea pastor o líder espiritual en su iglesia. ¿Está usted dispuesto a poner a un lado la dignidad de esa posición y morir a sus propios intereses y sus propios derechos, como hizo Jesús, para atender las necesidades de los que le rodean? Jesús hizo a un lado Sus derechos para alcanzar a este mundo. Él nos llama a hacer lo mismo. Él busca a un pueblo que arriesgue todo y muera a todas sus propias ideas y sueños para el propio beneficio del reino. Pablo nos llama a adoptar la actitud del Señor Jesús a medida que avanzamos para expandir el reino de Cristo. Lo que hemos recibido de Él debemos compartirlo con los demás. Él es nuestro ejemplo.
Para considerar:
Pablo habla aquí de valentía en la unidad con Cristo, consuelo en Su amor y comunión con Su Espíritu. ¿Ha usted experimentado estas verdades en su vida? Dé ejemplos.
¿Qué cosas usted ha alcanzado en su vida de las cuales se enorgullece? ¿Cómo esto afecta a su relación con los que le rodean? ¿Usted voluntariamente haría a un lado su ministerio por sus hermanos?
¿Cómo su relación con otros creyentes afecta su experiencia con el fruto del Espíritu? ¿Puede su actitud o acciones obstaculizar la experiencia del fruto en su vida o en las vidas de otros creyentes?
¿Cuántas decisiones en la vida usted toma basado en sus propios intereses y deseos? ¿Cuál es el reto en este pasaje?
Para orar:
Pídale al Señor que lo ayude a vivir su vida con un gran enfoque en las necesidades de otros.
Agradezca al Señor por el incentivo de la unión con Él, el consuelo de Su amor y el gozo que tiene con Su Santo Espíritu.
Pídale al Señor que le perdone por todas las ocasiones que usted ha sido egoísta en considerar las necesidades de los que le rodean.
Agradezca al Señor Jesús por como Él vivió Su vida teniéndolo presente a usted. Agradézcale por Su continuo interés en sus necesidades.
5 – SIN MURMURAR
Leer Filipenses 2:12-18
En la última meditación vimos como Pablo retó a los filipenses a tener la actitud del Señor Jesús en todo lo que ellos hicieran. Él los alentó a considerar los intereses de los demás como más importantes que los de ellos. Él les señaló el ejemplo del Señor Jesús y los retó a seguir Su ejemplo en sus relaciones entre sí.
Cuando Pablo había estado con los filipenses, ellos habían escuchado su consejo y habían obedecido al Señor. Ahora en su ausencia él estaba seguro de que ellos serían aun más diligentes (versículo 12). Él los alentó no sólo a seguir el ejemplo del Señor Jesús en sus relaciones entre sí, sino también a ocuparse en su salvación con temor y temblor.
¿Qué significa ocuparnos en nuestra salvación? Pablo hizo una interesante declaración en el versículo 13. Él les dijo a los filipenses: “porque Dios es el que en vosotros produce.” Los filipenses tienen que ocuparse, pero Dios obraría interiormente. El término ocuparse o ejercitarse (en inglés se usan las palabras “work out” para referirse
al entrenamiento con pesas en el fisicoculturismo) se usa frecuentemente en la actualidad en el ejercicio físico. Cuando hablamos de “work out”, queremos decir que estamos siguiendo una rutina de ejercicios. Pablo parece estar diciéndonos que los filipenses tenían que ocuparse o ejercitarse rutinariamente en lo que Dios estaba produciendo en ellos.
Dios nos da todo lo que necesitamos para vivir y servirle. Él nos dio su Espíritu Santo para que obre en nosotros y a través de nosotros. Aunque Dios obra Su salvación en nosotros, sigue siendo nuestra responsabilidad ejercitar esa salvación viviendo en obediencia al ministerio del Espíritu Santo. Ocuparnos en nuestra salvación consiste en ejercer nuestra fe viviendo en obediencia a Dios. Es flexionar nuestros músculos espirituales y fortalecer los dones que Dios ha puesto en nosotros.
Fíjese en el versículo 12 que debemos ejercitar la salvación que Dios nos ha dado “con temor y temblor.” Debemos hacer esto porque Dios está obrando esta salvación en nosotros de acuerdo con Sus buenos propósitos. En otras palabras, Dios nos está formando acorde a Su propósito. El Espíritu Santo está obrando en nosotros y guiándonos en el propósito y el plan de Dios. Esto es algo que no nos debemos tomar a la ligera. El Espíritu de Dios está haciendo una obra poderosa e impresionante en nosotros. Cuán poco apreciamos esta realidad. Escuche cuidadosamente lo que Pablo está diciendo aquí: Dios está obrando en usted. Su crecimiento espiritual no es el resultado de sus propios esfuerzos. Es el resultado de la obra poderosa de un Dios santo y todopoderoso que ha elegido tocar su vida y hacer un trabajo poderoso en usted. ¿Cuál es su respuesta a esto? ¿No deberíamos tomar esta obra en nosotros como algo serio? ¿No sería una cosa muy temible pelear
contra lo que el Espíritu de Dios estaba haciendo en nosotros? Los que verdaderamente entienden este concepto ejercerán los dones que Dios ha estado obrando en ellos. Elegirán vivir en obediencia a la conducción de su Espíritu. Demostrarán a todos el fruto que el Espíritu está produciendo en ellos. Estos individuos tiemblan ante la realidad de la presencia de Dios en ellos. Ellos temen no tanto en el sentido de estar asustados, sino en términos del deseo profundo de honrar y respetar la obra que Dios está haciendo a través de ellos.
Pablo les recordó a los filipenses que ya que Dios estaba obrando en ellos y a través de ellos, ellos no tenían razón para quejarse de lo que Él estaba haciendo. En su soberanía Dios los conducía a través de circunstancias como Él consideraba apropiadas, “por su buena voluntad.” Los filipenses debían respetar a Dios y Sus propósitos suficientemente para que ellos voluntariamente aceptaran lo que Dios trajera a sus vidas. Debían hacerlo todo sin murmuraciones y contiendas (versículo 14). Murmurar y contender es estar en desacuerdo con lo que Dios está haciendo. Ha habido cosas que he pasado a través de la vida que no parecieron agradables en el momento, pero yo he vivido lo suficiente para darme cuenta de que Dios tuvo un propósito para estas pruebas en mi vida. Mi disputa con Dios sólo mostró que no confié en lo que Él estaba haciendo en mí.
Pablo les recordó a los filipenses en el versículo 15 que debían resistir murmurar y contender por tonterías a fin de que pudieran ser hijos irreprensibles y puros de Dios. El deseo de Dios es crear hijos que sean “sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.” El Señor quiere que nosotros seamos ejemplos y luces para un mundo que se pierde en el pecado y la rebelión. Él quiere hacernos brillar como las estrellas en la oscuridad. Para hacer esto, Dios tiene que obrar su salvación en cada esquina de nuestras vidas. Esto quiere decir que otras cosas tienen que desaparecer y que Él tendrá que disciplinarnos y entrenarnos. Esto no siempre será fácil. Algunos de nosotros atravesaremos tiempos de crisis, pero todo el que se someta a Dios durante la tribulación aparecerá como estrellas brillando en la oscuridad. Los atletas deben entrenar y deben disciplinarse si esperan triunfar. Lo mismo es verdad para los soldados. En nuestras vidas espirituales hay momentos en los que debemos afrontar adversidad. El pecado y la rebelión deben ser aplastados y eliminados. Las fortalezas y los malos hábitos deben ser quebrados. Todo esto puede ser doloroso, pero es para nuestro bien. Debemos dejar que Dios se mueva en nosotros para lograr Su propósito, sin importar lo que cueste. Debemos resistir la murmuración y la contienda y debemos abrirnos para dejar al Señor hacer Su poderosa obra en nosotros.
Pablo les recordó a los filipenses en el versículo 17 que él mismo estaba siendo derramado como libación porque él estaba permaneciendo fiel a la palabra de vida en su servicio a Dios para los filipenses. En su ministerio para el crecimiento de ellos en la fe, él tuvo que sufrir. Pablo estaba dispuesto a hacer esto y se regocijaba, aunque su vida tuviera que ser derramada por ellos. Él sería fiel, sin importar el costo. Él voluntariamente sacrificaría todo a fin de que crecieran en Cristo.
Pablo pudo gozarse en su sufrimiento. Él pudo regocijarse porque él sabía que Dios estaba obrando en él una mayor medida de gracia y madurez. ¿Puede usted gozarse en su prueba o sufrimiento presente? Recuerde lo qué Pablo nos está diciendo aquí. Dios está obrando la salvación en nosotros. Él está obrando Su propósito en nuestras vidas y corazones. Sus propósitos son para nuestro bien. En lugar de quejarnos de nuestro destino, tenemos que tener la actitud de Pablo y aprender a regocijarnos porque Dios está haciendo una buena obra en nosotros.
Para considerar:
¿Qué es lo que Pablo quiere decir cuando él nos habla de ocuparnos en nuestra salvación?
¿Por qué deberíamos ocuparnos, con temor y temblor, en la salvación que Dios está obrando en nosotros? ¿Usted ha captado la esencia de lo que Pablo está diciendo en este pasaje?
¿Cuán a menudo usted se ha encontrado quejándose a causa de sus circunstancias? ¿Qué nos enseña Pablo acerca de esto? ¿Como usted puede agradecer a Dios por sus circunstancias actuales?
Para orar:
Pídale al Señor que le dé un profundo sentido de reverencia a medida que usted se ocupa en lo que Él está obrando en su vida.
Agradézcale al Señor porque Él está actualmente obrando su salvación en cada esquina de su vida. Pídale que le dé un corazón que este abierto a lo que Él está haciendo en usted.
Pídale al Señor que lo perdone y le de gracia para aceptar las circunstancias que Él está usando en su vida para acercarle más a Él.
6 – TIMOTEO Y EPAFRODITO
Leer Filipenses 2:19-30
Hay una relación muy especial entre los creyentes. En el Señor Jesús, estamos unidos en una unión maravillosa que se extiende a lo largo de la cultura, el lenguaje, y las épocas. Recuerdo un viaje a las Filipinas hace algún tiempo. Me pidieron que hablara brevemente acerca de mi ministerio de distribución. Después que hablé el pastor invitó a la audiencia a pasar adelante para orar por mí y este ministerio. Qué bendición era para mí ver estos líderes reunirse al rededor de mí y orar por la bendición de Dios en mi vida de escritor y personal. Antes de esta vez, nunca nos habíamos conocido; ahora estábamos con corazones unidos, llamando a Dios para bendecir y ministrar. Esto es sólo posible por la unión que existe a través del Señor Jesús. Vemos evidencia de esta unión maravillosa en los versículos que concluyen este capítulo.
Pablo les dijo a los filipenses en el versículo 19 que era su deseo enviarles a Timoteo. Recuerde que Pablo estaba en prisión, una visita suya no era posible. Él decidió en lugar de eso, enviar a Timoteo a ver cómo las cosas estaban marchando en la iglesia. Timoteo regresaría a Pablo con noticias de la iglesia. Fíjese que Pablo estaba confiado de que las noticias que él oiría serían positivas. Él esperaba que el informe de Timoteo lo animara.
Tenemos que ver dos cosas en este versículo. Primero, fíjese en la confianza que Pablo tenía en los creyentes de Filipo. Sus palabras eran alentadoras, aunque él no dejaba de corregir, cuando era necesaria la corrección. Sin embargo, en este caso él tenía gran confianza en el hecho de que estos creyentes avanzarían la causa de Cristo durante su encarcelamiento porque el Espíritu Santo los estaba guiando y fortaleciendo. Pablo estaba ansioso por escuchar las noticias de la obra del Señor en Filipo porque él estaba confiado en lo que el Espíritu de Dios podría hacer por medio de la iglesia allí.
En segundo lugar, fíjese en el amor de Pablo por los filipenses. Pablo no les predicó y los dejó. Él quiso saber qué les había estado ocurriendo. ¿Cuántos predicadores maravillosos han pasado por su iglesia? ¿Qué cantidad de ellos en verdad ha mostrado bastante interés en usted para volver sólo para a ver cómo le va a usted? Los filipenses no eran simplemente una estadística en papel. Eran personas legítimas que Pablo amaba tanto que él tuvo que enviar a Timoteo a ver cómo estaban.
Fíjese en el versículo 20 que cuando Pablo envió a Timoteo, él hizo eso sabiendo que allí no había nadie como él. Timoteo tenía una preocupación genuina por los filipenses. Él compartía el corazón de Pablo por el bienestar de estos creyentes. Cuando Pablo envió a Timoteo, él estaba enviando lo mejor que él podía enviar. Timoteo había demostrado a todos que él era desinteresado en su ministerio (ver versículo 21). Timoteo no estaba en el ministerio por sus propios intereses. Hay muchos individuos en el ministerio por sus propios intereses. Le sirven al Señor a fin de que los demás los miren y les honren como grandes líderes espirituales. Disfrutan de la atención. Esto no era el caso de Timoteo. Él no estaba protegiendo sus propios intereses, sino los del Señor Jesús. Él era un siervo verdadero del Señor y puso a un lado su propia gloria, comodidad, y ganancia por la causa de Cristo. Timoteo había probado que él estaba dispuesto a sacrificar todo por su Señor.
Había otra manera en la que Timoteo se había probado a sí mismo. “Como hijo a padre,” Timoteo había servido con Pablo en la obra del evangelio (versículo 22). Hay varias cosas que tenemos que comprender por esta declaración. Primero, tenemos que ver la fidelidad de Timoteo. Él había servido con Pablo en las luchas y los buenos tiempos. Él nunca se dio por vencido. Él perseveró a través de los obstáculos en la senda. Él no fue desertor. Pablo no fue siempre una persona fácil con la que trabajar. Él tenía una pasión muy fuerte en el ministerio. Esa pasión lo condujo hacia lugares a los que la mayor parte de las personas nunca habría ido. Timoteo había estado allí al lado de él en todo el camino. Cuando Pablo fue apedreado, Timoteo estuvo allí también. Cuando Pablo fue expulsado de pueblos y ciudades por predicar el evangelio, Timoteo estuvo con él, demostrando ser fiel y confiable.
Fíjese que Pablo en particular mencionó que Timoteo había servido con él como un hijo. Hay un elemento de humildad aquí. Timoteo estaba feliz con el papel de hijo. Él respetaba a Pablo y sirvió bajo su guía. Él no buscó sus propios intereses, sino los intereses del Señor. Él había probado que él podía obrar como hijo bajo la autoridad de Pablo. Él no necesitaba tener el mando. Una cosa es ser líder y otra ser seguidor fiel. Timoteo estaba encantado de quedarse en el papel de ayudante.
Hemos encontrado individuos en el ministerio que muy rápidamente quieren estar al mando. Luchan por la posición más alta. Timoteo sirvió fielmente como hijo, en el papel de segundo lugar y lo hizo con un corazón contento. Esto dice mucho de Timoteo. Fue por esta razón que Pablo estaba totalmente confiado en que él podría enviar a Timoteo.
Hay muchas personas que quieren estar en una posición de responsabilidad que nunca han demostrado su valor en las cosas pequeñas. Quieren ser líderes, pero no han probado ser seguidores fieles. Quieren estar en el primer lugar, pero nunca han aprendido a estar en el segundo.
En el versículo 24 Pablo les dijo a los filipenses que él estaba seguro de que él sería liberado para también venir a verlos. Esto era por lo menos la esperanza de Pablo. Su deseo era ser liberado. Sin embargo tenemos que entender, que aunque él no se deleitaba en estar encarcelado, él todavía se regocijaba en el Señor (ver versículo 17). No es siempre fácil regocijarse cuando nos encontramos en una situación que no nos gusta. Sin embargo esta era exactamente la situación donde se encontraba Pablo. Él daba cualquier cosa por poder dejar su calabozo, pero él no dejaría que la celda de la prisión le quitara su gozo. Tal vez se encuentra usted en esta clase de situación. Puede que esté en un lugar que no le gusta. Puede que sea su trabajo o la ciudad en la que está residiendo. Puesto que usted sigue en esta situación, usted encuentra que ella le está quitando el gozo. En el versículo 25 conocemos a un individuo por el nombre de Epafrodito. En Filipenses 4:18 leemos que Epafrodito había sido enviado a Pablo con donaciones para él en su necesidad:
Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.
Epafrodito fue enviado por la iglesia en Filipo como una expresión de su preocupación por las necesidades de Pablo. Sin embargo aquí en el versículo 25, Pablo les vuelve a enviar a Epafrodito.
Es importante darse cuenta de que a Epafrodito no lo volvieron a enviar por ningún fracaso de su parte. Pablo aclaró en el versículo 25 que él era un hermano, colaborador, y compañero de milicia. Al decir esto, Pablo les dijo a los filipenses que Epafrodito era estimado por él no sólo como hermano, sino también como siervo muy útil para el evangelio.
La razón por la que Pablo se sintió forzado a volver a enviar a Epafrodito era porque él estaba muy preocupado. Él había estado enfermo y las noticias de su enfermedad habían alcanzado la iglesia en Filipo. Epafrodito, según Pablo, casi había muerto; sin embargo, Dios había salvado su vida. Pablo les recordó a los filipenses que al salvar la vida de Epafrodito, Dios también había salvado a Pablo de tremendo dolor, pues él amaba a este hermano entrañablemente.
Epafrodito sabía cuán preocupada había estado la iglesia en Filipo por él. Por esta razón, él quería ir visitarla a fin de que pudieran ver por ellos mismos que él estaba bien. Pablo vio este deseo en el seno de Epafrodito y decidió enviarlo de nuevo para consolar a la iglesia en Filipo. Él retó a la iglesia a darle la bienvenida otra vez con gran gozo. Él también los alentó a honrar a los hombres como él porque era por el evangelio que él arriesgaba su vida. Él se había enfermado en el transcurso de su servicio a Pablo. Por esta razón, Pablo le encomendó la iglesia.
Vemos algo de la relación familiar que existía en la iglesia de aquella época. Vemos la devoción de la iglesia de Filipo a Pablo en su necesidad enviando una donación a través de Epafrodito. Vemos la voluntad de Epafrodito en arriesgar la vida por Pablo. También vemos la devoción de Timoteo para ministrar al lado de Pablo y a cambio la tremenda confianza y respeto que Pablo tenía por Timoteo. También vemos qué tan preocupado Timoteo estaba por el bienestar de la iglesia en Filipo. Pablo también compartía la profunda preocupación de la iglesia. Los corazones de estos creyentes desbordaban de amor y devoción mutuamente. Qué ejemplo esto es para nosotros en el cuerpo de Cristo en nuestra época.
Para considerar:
¿Que vemos en este pasaje con relación a las relaciones entre los creyentes de aquella época? ¿Cómo la iglesia de usted se compara con esto?
¿Cuán importante es para nosotros ser leales en nuestro papel de seguidores? ¿Porque es tentador querer ser líder sin primero haber probado que somos buenos seguidores?
Pablo les dijo a los a los filipenses que Timoteo había ministrado de una manera desinteresada ¿Qué quiere decir ministrar de una forma desinteresada?
¿Se ha encontrado usted en un sitio que no le gusta? ¿Le ha robado esto su gozo?
Para orar:
Pídale al Señor que lo ayude a regocijarse en las circunstancias.
Pídale al Señor que le de la lealtad y la humildad de Timoteo.
Pídale al Señor que le de la humildad necesaria para ser un buen seguidor.
Pídale al Señor que renueve el amor y la devoción mutua en la comunión de su iglesia.
7 – NINGUNA CONFIANZA EN LA CARNE
Leer Filipenses 3:1-9
Pablo retó a los filipenses a gozarse en el Señor. Este llamado específico a gozarse en el Señor aparece en el contexto de una advertencia para que ellos tengan cuidado con los que estaban tratando de conseguir que los filipenses pusieran su confianza en la carne (ver versículo 3). La iglesia de Filipo estaba bajo ataque. Había falsos maestros instruyendo a los creyentes que regresaran a las leyes de Moisés si querían agradar a Dios.
Lo que es importante para nosotros es fijarnos que el regocijo era estar “en el Señor” (versículo 1). Los creyentes no fueron llamados a gozarse de sus propios esfuerzos. No fueron llamados a tomar gran deleite en decirle a Dios todas las buenas cosas que ellos habían hecho por Él para merecer Su aprobación. Su regocijo era estar en el Señor. El Señor había hecho todo lo necesario. Él había roto el poder del pecado. Él había muerto a fin de
que pudieran ser perdonados. Él había abierto la puerta para que ellos entraran en la presencia de Dios. Él había enviado su Espíritu Santo a vivir en sus corazones. Todo regocijo debía estar en lo que el Señor Jesús había hecho.
Pablo claramente declaró lo que él creía acerca de los falsos maestros. Él les llamó perros en el versículo 2. Recuerde que el perro era un animal impuro en tiempos Bíblicos. Así era cómo veía Pablo a estos maestros; eran animales impuros. Hay una segunda razón por la qué Pablo los llama perros. Él hizo eso porque eran “mutiladores de la carne.” Muy probablemente lo que Pablo está diciendo aquí es que tomaban gran deleite en la doctrina de la circuncisión. Este ritual ceremonial parecía ser su enfoque. Ellos creían que la única manera que un hombre podía ser verdadero cristiano, era si él se sometía a ser circuncidado. Fíjese cómo les dijo Pablo a los filipenses en el versículo 1 que su regocijo en el Señor Jesús proporcionaba protección contra el error doctrinal que se estaba difundiendo a través de la región. Si aprendemos a gozarnos en el Señor y Su obra, estaremos protegidos de toda clase de error espiritual. Todos los cristianos tienen que emplear tiempo pensando en lo que el Señor Jesús ha hecho. Tenemos que aprender a regocijarnos, deleitarnos, y confiar en Su obra. Esto nos resguardará del enemigo, quien intenta desviar nuestra atención del Señor Jesús y ponerla en nosotros mismos y lo que hemos logrado.
Pablo claramente declaró lo que él creía de los falsos maestros. Él les llamó perros en el versículo 2. Recuerde que el perro era un animal impuro en los tiempos bíblicos. Así era cómo Pablo veía a estos maestros; eran animales impuros. Hay una segunda razón por la qué Pablo los llama perros. Él hizo eso porque eran “mutiladores de la carne.” Muy probablemente lo que Pablo está diciendo aquí es que tomaban gran deleite en la doctrina de la circuncisión. Este ritual ceremonial parece ser su enfoque. Creían que la única manera en que un hombre podría ser un verdadero cristiano era siendo circuncidado. Como los perros hambrientos, estos falsos maestros eran mutiladores de la carne. Como judío, Pablo había sido circuncidado. Sin embargo Pablo hablaba de la circuncisión, como una mutilación de la carne. Él hacía esto porque él no veía ningún significado espiritual en la práctica. Sin embargo los falsos maestros en Filipo, enseñaban que si usted no se circuncidaba, no podía ser salvo.
En respuesta a estas objeciones, Pablo les dijo a los filipenses que la persona que estaba de verdad circuncidada era la que adoraba a Dios en el Espíritu y se gloriaba en el Señor Jesús. En la ley mosaica, la circuncisión era una señal de que una persona pertenecía a la nación de Israel. ¿Qué señal existe en nuestra época que muestra que nosotros pertenecemos a la familia de Dios? Esa señal es la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es el Espíritu Santo quien nos ha sido dado como una señal y sello de que somos hijos de Dios (Efesios 1:13-14; Romanos 8:9). Usted puede estar bautizado y pertenecer a una iglesia, pero si no tiene la presencia del Espíritu de Cristo en su vida, entonces no le pertenece a Él. Pablo claramente nos dice en Romanos 8:9 que si “alguien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” La señal de pertenencia al Señor Jesús es que el Espíritu de Dios viva en su corazón.
Los que verdaderamente le pertenecen al Señor Jesús hoy son los que se dejan guiar por el Espíritu de Cristo para adorar y glorificar a su Señor. Estas personas no ponen confianza en la carne. Saben que pueden ir a la iglesia regularmente y no ser hijos de Dios. Saben que pueden ser bautizados y todavía no ser parte de Su reino. La única señal y prueba que puede ser confiable es la presencia del Espíritu de Cristo en sus vidas. Cuando El Señor nos mira, Él está esperando ver si el Espíritu de Su Hijo mora en nosotros.
Pablo les recordó a los filipenses que si había alguien que podía haber puesto confianza en la carne era él. Pablo había sido circuncidado en el octavo día, como lo era todo buen judío. Él pertenecía a la tribu de Benjamín y se consideraba hebreo de hebreos. Por nacimiento, él era un judío puro. En la práctica también, Pablo había experimentado su fe judía. Él había formado parte de la secta farisea. Los fariseos eran conocidos por su estricta adherencia a las leyes de Moisés. Nadie en Israel era más cuidadoso que los fariseos en precisamente obedecer la ley mosaica. Con respecto al celo, Pablo había sido más celoso que cualquiera de su tiempo por la causa de la fe judía. Él había perseguido a la Iglesia cristiana porque él una vez creyó que amenazaba su fe judía. Él había creído que Dios le había escogido para librar el mundo de la amenaza del cristianismo. Él no podría ser sobrepasado cuando se trataba del esfuerzo humano religioso.
Pablo les recordó a los filipenses que cuando se trataba de la justicia que es en la ley, él era irreprensible. Cuando Pablo hablaba de justicia en la ley, él se refería a la obediencia ceremonial de la ley. Si usted fuera a examinar a Pablo en base a guardar externamente las leyes de Moisés, él era meticuloso. Tal vez usted haya conocido personas como esta. Parecen libres de culpa en sus esfuerzos humanos por agradar a Dios. Van a la iglesia, leen su Biblia, oran todos los días, y hacen muchas buenas obras. Son fieles en su relación con Dios y son irreprochables en las cosas que creen.
Lo que es importante que entendamos aquí es que aunque Pablo era externamente justo, él estaba todavía perdido en su pecado. Esto es difícil de entender para algunas personas. ¿Cómo puede un hombre o una mujer, que hacen y creen las cosas correctas, estar perdidos en su pecado? Pablo les dijo a los filipenses en el versículo 7 que él consideraba todas las ventajas del estatus externo y el comportamiento como totalmente carentes de valor, comparados con lo que ofrece Cristo. Al decir esto, Pablo distinguía entre la forma de justicia humana y la forma de la justicia de Cristo. Pablo llegó al lugar en su vida donde él abandonó lo que la ley le ofrecía y se convirtió a Cristo y lo que Él ofrece.
El versículo 8 nos muestra que Pablo había intentado el camino de la justicia legalista. Él cuidadosamente había seguido las leyes, pero un día el encontró otro camino. Un día el Señor Jesús se apareció ante él y cambió su vida. Cuando Pablo conoció al Señor Jesús, él encontró algo que la ley nunca podría darle. En el versículo 9 Pablo les dijo a los filipenses que en Cristo él encontró la verdad y la justicia completa. La justicia tiene que ver con estar en una relación correcta con Dios. Esto es algo que la ley nunca podría dar. La ley nunca podría completamente tratar con el pecado en los corazones de los hombres. Ofrecía una cobertura temporal para el pecado, pero no borraba la condenación. No podía cambiar los corazones de los hombres. Jesús, por otra parte, trató con el pecado de manera definitiva. Su sacrificio completa y eternamente satisfizo todas las demandas legales de Dios. Nunca más habría que hacer otro sacrificio por el pecado. Dios coloca Su Espíritu Santo en los corazones de los que Le aceptan. Él lidera y guía a los creyentes, permitiéndoles vivir la vida que nunca podrían vivir por su propia fuerza. Los que aceptan la obra de Cristo en su beneficio, entran en una relación con Dios que nunca les puede ser quitada. Pablo proclamaba que su deseo era la justicia de Cristo (versículo 9). En el camino de Cristo, había paz y perdón completo con Dios. En el camino de Cristo, había poder para lograr lo que nunca se podría lograr por el esfuerzo humano.
Lo que Pablo nos está diciendo aquí es que existe un modo de justicia legalista y existe el modo de la de Cristo. La justicia legalista es hecha por el hombre. Surge como resultado de la disciplina y la autonegación. Promueve la salvación por el esfuerzo humano. Las personas que creen en este enfoque, piensan que sus buenas obras pueden agradar a Dios y pueden ganarles un lugar en Su reino. Por contraste, la justicia de Cristo es un don dado a cualquier pecador indigno que lo pide. Los que aceptan esta justicia saben que son indignos de ella, pero abren sus corazones para recibir por gracia lo que no merecen.
La justicia que procede de Dios es “por la fe en Cristo” en vez del esfuerzo humano (versículo 9). No nos ponemos a bien con Dios porque hayamos hecho bien las cosas. Nos ponemos a bien con Dios porque Dios ha elegido perdonar nuestros pecados y arrojarlos de nosotros. Los que abren sus corazones al Señor Jesús y Su obra son perdonados de sus pecados. Están vestidos con el Espíritu Santo que viene a vivir en sus corazones. El Espíritu Santo les da una nueva vida y una nueva naturaleza.
Hay algo muy liberador en este pensamiento. Seré salvo no en base a cuan bueno he sido, sino mas bien por el hecho de que Cristo ha cubierto todo mi pecado y pagó la pena legal por mi redención. Hay personas no salvas que viven mejores vidas que nosotros como creyentes. A veces estas personas nos avergüenzan en su celo y su conocimiento de la Palabra. Ellos, como Pablo, pueden estar viviendo una buena vida con toda sinceridad, pero todavía no le pertenecen al Señor Jesús. El Espíritu de Jesús no vive en ellos. Tienen religión y doctrina, pero no tienen la vida de Cristo.
Lo que Pablo descubrió, fue Cristo. Él descubrió que lo que era importante, no era cuán bueno él era, sino cuán bueno es Cristo. Esa vida y esa justicia es un don dado a los que simplemente abren sus corazones para recibirlo. Usted no tiene que ser perfecto, pero usted necesita al Señor Jesús.
Para considerar:
¿Cómo el regocijo en el Señor nos protege del error?
¿Cuál es la única señal que garantiza que pertenecemos al Señor Jesús?
¿Cuál es la diferencia entre la justicia legalista y la justica que viene por la fe?
¿Cuál es la diferencia entre predicar la ley y predicar a Cristo?
¿Cómo es que lo que Pablo nos enseña aquí, influencia cómo vivimos nuestras vidas? ¿Cómo cambia nuestro entendimiento de Dios?
Para orar:
Pídale al Señor que lo ayude a regocijarse más en Él y lo que Él ha hecho por su salvación.
Agradezca al Señor que usted no tiene que merecer su salvación, sino que ella les es dada a usted como un don gratuito.
¿Conoces personas que creen en su justicia legalista? Tome un momento para orar a Dios y pedirle que abra sus ojos a Su obra en beneficio de ellas.
8 – PROSEGUIR
Leer Filipenses 3:10-16
En la última meditación vimos como Pablo les dijo a los filipenses que su máximo deseo en la vida era conocer a Cristo y Su justicia. Pablo había probado la religión y las buenas obras, pero eso le había dejado vacío. Cuando él encontró al Señor Jesús, él encontró lo que su corazón había estado anhelando. Ahora su deseo entero era crecer en Cristo y en su conocimiento de Él. Pablo continúa en este tema.
Fíjese en el versículo 10 que Pablo les dijo a los filipenses que él quería conocer a Cristo. La realidad del asunto es que él ya le conocía. Sin embargo el corazón de Pablo, no estaba contento de conocer a Cristo en la manera en que él actualmente le conocía. Pablo quería conocer a Cristo en una forma incluso mayor. Esto es donde todos nosotros tenemos que estar. Todos nosotros tenemos que tener corazones que clamen por conocer a Cristo más de lo que actualmente le conocemos. Demasiados creyentes se detienen en su salvación. Llegan a conocer al Señor Jesús en su salvación, pero no parecen crecer mucho desde ese punto. El gran apóstol Pablo nos dice que él quería conocer a Cristo más. ¿Cuán mucho más queremos conocerle? Cuán contentos estamos con conocer tan poco de Él. Cuán tonto es que nosotros creamos que verdaderamente lo conocemos del todo. Él es mucho más grande que nuestras ideas más grandes de Él.
Es importante que veamos que en el versículo 10 Pablo no sólo quería conocer más a Cristo, sino que él quería conocer el poder de Su resurrección. ¿Qué es el poder de la resurrección? Es el poder que conquistó la muerte. Es el poder que conquistó al pecado. Jesús cargó con nuestro pecado y murió en la cruz. Sin embargo la muerte no le pudo retener. En el poder de la resurrección, Él resucitó de entre los muertos. En el poder de la resurrección Él fue a estar con Su Padre. Éste es el poder que Pablo quiere conocer. El poder de la resurrección es el poder que conquista al pecado y la muerte en este mundo. Es el poder para superar el pecado. Es el poder para atravesar la muerte y entrar en la presencia del Padre, tal como lo hizo Jesús. Éste es el máximo poder que existe. Es algo maravilloso ver al Señor sanar a una persona de una enfermedad o padecimiento. Ésta es una verdadera demostración de poder. Sin embargo lo que es una demostración incluso mayor de poder, es el poder para superar el pecado y la muerte para entrar la presencia de Dios el Padre. Pablo quería vivir en este poder de la resurrección. Él quería conocer a Cristo y experimentar Su poder sobre este mundo de pecado y la maldad para entrar en la presencia de Cristo por siempre.
Esta victoria sobre el pecado y la muerte no llegarían fácilmente. Pablo ya había experimentado mucho sufrimiento en su vida. El enemigo había desatado toda su ira contra él. Satanás había enardecido a muchas personas para matar a Pablo. Sin embargo Pablo les dijo a los filipenses, que él también quería conocer la comunión de participar en los sufrimientos de Cristo. Él estaba dispuesto a afrontar el sufrimiento y la adversidad. Él quería conocer la comunión de Cristo en ese sufrimiento. Él quería compartir con Cristo en las pruebas de avanzar el reino. El no se echaría para atrás. Él no se retiraría de la batalla. Él defendería su posición y lucharía como su Salvador había peleado. Él quería ser como Cristo en su muerte. Él quería ser fiel hasta el fin. Él quería vivir para Cristo y estaba dispuesto a morir por Cristo, en la seguridad de que un día él también, como Cristo, resucitaría de entre los muertos y entraría en la presencia de su Padre celestial.
Lo que Pablo nos está diciendo es que conocer a Cristo no es siempre fácil. A veces el Señor nos conducirá a través de grandes pruebas y dificultades. ¿Quién entre nosotros no ha crecido al conocer al Señor Jesús en una forma mucho más profunda a través de las pruebas? Si usted quiere conocer a Cristo, usted tendrá que estar dispuesto a afrontar las dificultades, así como también los buenos tiempos.
Pablo les recordó a los filipenses en el versículo 12 que él aún no había llegado al completo conocimiento de Cristo. Pablo todavía tenía que crecer en su caminar con Cristo. Él estaba lejos de ser perfecto. Pablo no vaciló al decirle a los filipenses que él no era perfecto. Hay líderes que nos harían creer que ellos son totalmente maduros. Les da miedo admitir que ellos aún no han llegado, porque sienten que las personas no los respetarán. Pablo no tenía este miedo. Él abiertamente admitió que a él le quedaba un largo trecho por caminar en su relación con Cristo.
Si usted es líder espiritual, usted tiene que darse cuenta, que los que están bajo su guía, ya saben que usted no es perfecto. Le han visto fallar. En lugar de pasar el tiempo intentando mantener una falsa imagen, usted tiene que hacer lo que Pablo hizo. Él seguía adelante para alcanzar la meta que Cristo tenía para él. La frase seguir adelante indica que este esfuerzo no sería sin dificultad. Pablo tendría que afrontar pruebas ardientes en esta búsqueda de la meta que Cristo tenía para él. Sin embargo fíjese, que Pablo sabía que el Señor Jesús tenía en mente un propósito cuando Él le escogió. El Señor Jesús le había rescatado del pecado por una razón. Pablo quería presenciar ese propósito hecho realidad en su vida. Sin embargo para que esto ocurriera, Pablo tendría que enfrentar muchas dificultades. Él estaba dispuesto a hacerlo para llegar a ser todo lo que Jesús tenía propuesto para él.
¿Cuántos de nosotros en realidad alcanzaremos nuestro potencial para Cristo? Cuántas veces no hemos llegado a la meta que Cristo tiene para nosotros. Es cierto que sin el Señor Jesús y Su Espíritu, no podríamos hacer nada. La obra de volverse más como Cristo y alcanzar la meta que Él tiene para nosotros es un esfuerzo de cooperación entre el Espíritu de Dios y cada uno de nosotros. Puedo resistir lo que Él está haciendo en mi vida. Puedo elegir vivir en desobediencia durante un tiempo. Puedo demorarme en hacer lo que Él me está pidiendo que haga. Muchos creyentes viven sus vidas sin jamás alcanzar su potencial. Dejan que el miedo los detenga. Algunos están contentos dónde están. Pablo nos reta a que sigamos adelante. Él nos reta a que conozcamos a Cristo y Su poder en una forma más profunda. Sólo podemos hacer esto permaneciendo fieles. Para alcanzar nuestro potencial debemos estar listos para afrontar la batalla.
Nosotros, como Pablo, debemos estar dispuestos a sufrir si es necesario. No hay un camino fácil.
Otra vez en el versículo 13 Pablo nos dice que él aún no había alcanzado el objetivo para el que Cristo lo había salvado. Había todavía más trabajo por hacer en su vida. Había todavía más que el Señor Jesús quería lograr a través de él y en él. Sabiendo esto, Pablo les dijo a los filipenses que él olvidaba lo que estaba detrás y se esforzaba hacia lo que estaba por delante. Hay dos cosas que tenemos que ver aquí.
Fíjese que Pablo nos dice que él olvidaba lo que estaba detrás. El primer paso para avanzar es olvidarse del pasado. Usted no puede avanzar si usted está ocupado con el pasado. Para algunos de nosotros, esto significará perdonar a los que nos han ofendido. El resentimiento nos ata al pasado y nos impide avanzar.
Olvidar lo pasado quiere decir no sólo perdonar a otros, sino también significa aceptar el perdón de Cristo para nosotros. Todos nosotros le hemos fallado a Cristo alguna que otra vez. Todos nosotros hemos hecho cosas que debemos admitir. A menudo estas cosas nos pueden impedir avanzar. Nuestros fracasos pasados nos indisponen a avanzar ante el futuro. Vivimos derrotados. Tememos que pudiéramos fallar otra vez. Nos sentimos indignos de aceptar un nuevo ministerio por nuestro pasado. Si hay una cosa que sabemos del apóstol Pablo, es que él recordaba su pasado y su persecución de la iglesia. Él se llamaba el peor de los apóstoles porque él una vez había perseguido a la iglesia (1 Corintios 15:9). Olvidar el pasado para Pablo significaba que él había aceptado el perdón de Cristo por todo lo que él le había hecho a la iglesia. Cuán fácil habría sido para él vivir en un sentido de indignidad y derrota. Él le había causado mucho daño a la iglesia. Satanás se habría deleitado con mantener a Pablo en este lugar de derrota. Sin embargo Pablo se negó a quedarse allí. Él siguió adelante. Él aceptó el perdón de Cristo y caminó en la obediencia para su nuevo llamado en la vida.
Olvidar lo que queda atrás significa no quedarnos en nuestros éxitos pasados. Habría sido posible que Pablo empleara su tiempo enfocando la atención en todas las grandes y estupendas cosas en las que Dios había hecho en él y a través de él. Hay pastores y obreros cristianos que nunca avanzan porque se quedan atorados en algún éxito pasado. Seguir adelante es darle a Dios las gracias por los éxitos del pasado, pero no quedarse en ellos. Usted no puede avanzar si usted no puede pasar más allá de los éxitos del pasado. Queda más trabajo por hacer. Dios no ha acabado con nosotros. No se detenga después de que usted haya visto a Dios hacer una cosa estupenda a través de usted. Siga adelante. Deje de pensar en esos éxitos y avance. No deje al éxito del pasado nublar su mente e impedirle ver lo que tiene Dios para usted en el futuro.
Pablo no dejaría al pasado apartarlo de las bendiciones del futuro. Él no iba a darse por vencido. Él iba a aprovechar el tiempo que él Señor le había dado. En esta etapa final de la carrera de la vida, Pablo iba a impulsarse incluso más duro. Él ya había logrado mucho, pero él no iba a dejar que esto le impidiera avanzar aun más. Como tal él no había alcanzado la meta de la madurez perfecta, él se mantendría corriendo.
En el versículo 15 Pablo les dijo a los filipenses que cada creyente maduro debería tener esta actitud. La señal de madurez es este deseo saludable de conocer a Cristo aun más. Los cristianos maduros reconocen que todavía tienen que crecer en Cristo. El cristiano maduro es uno que puede dejar atrás el pasado y seguir adelante en el futuro. Un creyente maduro no dejará que los fracasos pasados o los éxitos obstaculicen el servicio futuro. Pablo confiaba en que Dios revelaría esta verdad en una forma más profunda a los que luchaban con ello en Filipo (ver versículo 15).
Pablo concluyó sus pensamientos en este asunto en el versículo 16 retando a los filipenses a seguir como ejemplo el conocimiento divino que ya habían logrado. ¿Qué lecciones le ha enseñado Dios ya en la vida? ¿Cuántas veces tenemos que aprender las mismas lecciones una y otra vez? Hay ocasiones que en lugar de avanzar parece que retrocedemos. Hay momentos cuando parece que incluso no puedo vivir las lecciones que ya había aprendido. Dios nos ha llevado a cada uno de nosotros hasta determinado lugar en nuestros viajes espirituales, y sin embargo a menudo vivimos por debajo de ese nivel. Él ha expandido nuestra fe en ciertas áreas, y sin embargo cuando llegamos a otro obstáculo, no parecemos capaces de confiar en Él. Él nos ha enseñado a caminar, pero todavía gateamos. Él demostró Su poder y nos abrió puertas maravillosas, y sin embargo fracasamos en confiar en Él para hacer lo que Él ya nos ha mostrado que Él puede hacer. Si vamos a seguir adelante, tenemos que empezar por recordar y caminar en la obediencia a las lecciones que Dios ya nos ha enseñado.
Para considerar:
¿Usted conoce a Cristo ahora? ¿Usted tiene pasión por conocerlo más? ¿Hasta dónde llegaría para conocerlo mejor?
¿Que nos enseña este pasaje acerca de alcanzar nuestro potencial para Cristo? ¿Ha alcanzado usted su completo potencial para Cristo? ¿Cuánto más piensa usted que Cristo hará en usted y a través de usted?
¿Qué cosas usted tiene que olvidar a fin de avanzar espiritualmente? ¿Hay personas que usted tiene que perdonar?
¿Usted ha podido usted vivir a la altura de lo que usted ya ha logrado en Cristo? ¿Tiene Él que enseñarle la misma lección repetidas veces? Explíque.
Para orar:
Pídale al Señor que le incremente su deseo de conocerle más. Pídale que lo perdone por no seguir adelante.
Pídale al Señor que le permita vivir en Su poder de la resurrección con la victoria sobre el pecado y la muerte.
Agradezca al Señor porque Él lo ha perdonado por su fracaso en el pasado. Pídale que le dé un mayor coraje para avanzar ahora.
Pídale al Señor que le de gracia para aprender las lecciones que Él ya le ha enseñado.
9 – ENEMIGOS DE LA CRUZ
Leer Filipenses 3:17-21
Pablo expresó su deseo profundo de avanzar en su crecimiento espiritual. En esta sección el reta a los filipenses a seguir su ejemplo
Tenemos que entender que Pablo se dio cuenta de que él todavía tenía que ir muy lejos en su caminar espiritual. Él no invitó a los otros a seguir su ejemplo porque él tuviera todo arreglado en su vida. Él fue el primero en admitir que él aún no había llegado. Esto está muy claro en su anterior declaración en este capítulo:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Versículo 12-14).
Lo que Pablo les estaba diciendo a los filipenses que hicieran, era adoptar su actitud de seguir adelante para ser más como Cristo. Pablo sabía que él no estaba aún completamente maduro, pero él todavía estaba esforzándose por imitar a Cristo. Cuando se trata de nuestro desarrollo espiritual, hay realmente sólo una persona que verdaderamente podemos seguir: el Señor Jesús. Él sólo vivió una vida perfecta libre de pecado. Si nos convertimos en seguidores de alguna otra persona, nos quedaremos cortos. Pablo entendía esto cuando él les dijo a los filipenses que siguieran su ejemplo. Él quería que los filipenses lo imitaran tanto como el imitaba a Cristo. En su carta a Timoteo, él tuvo que decir esto de sí mismo:
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1 Timoteo 1:15).
Fíjese cómo él se considera el peor de todos los pecadores. Él no tenía delirios acerca de su perfección humana. Pablo sabía que él era pecador. Él luchaba con las mismas cosas que luchamos hoy. Otra vez, en Romanos 7:14-15 Pablo escribió:
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Sin embargo había una cosa, que Pablo si tenía que tenemos que tener: su deseo muy ardiente de conocer al Señor Jesús y convertirse en todo lo que Jesús quería que él fuera. No, él no era perfecto, pero él estaba avanzando hacia la perfección. Ninguno de nosotros podemos ponernos como ejemplo a seguir en todas las cosas. Sin embargo lo que podemos hacer, es adoptar la actitud de Pablo en avanzar en el servicio divino a Cristo. Las personas no verán perfección en nosotros, pero deben ver este deseo de avanzar. Ellas deberían ver que estamos creciendo en nuestro amor por Cristo y otros; es a esto a lo que Pablo está llamando a los filipenses a seguirle.
Pablo les recordaba a los filipenses que tendrían que tratar con los enemigos de la cruz a medida que continuaban conociendo al Señor Jesús. En el versículo 17 Pablo les dijo a los filipenses que tomaran nota de las personas que estaban viviendo según el patrón que el Señor Jesús les había dado y siguieran su ejemplo divino.
Afligía el corazón de Pablo que tantas personas vivieran como enemigos de la cruz (versículo 18). Sería agradable creer que todas estas personas estaban fuera de la iglesia. Sin embargo Pablo parece estar hablando aquí, de personas que habían entrado entre ellos. ¿Podría ser que éstas fueran la gente que Pablo mencionó tiempo atrás en esta epístola, que estaban enseñando el error que a menos que los creyentes se circuncidaran no podrían entrar en el reino de los cielos? Quienquiera que fueran estas personas, eran una verdadera amenaza en la iglesia.
Pablo describió a estos individuos en el versículo 19. En primer lugar, él escribió que los enemigos de Cristo estaban en una ruta que conducía a la destrucción final. El juicio estaba llegando y ellos iban directamente rumbo a ese juicio. Un día al doblar de la esquina en sus vidas terrenales, confrontarán a un Dios santo. Ellos alzarán la vista y se darán cuenta de que su fin ha llegado. Serán juzgados por lo que habían hecho contra la iglesia y la devastación que habían causado.
En segundo lugar, Pablo les dijo a los filipenses que el dios de estos enemigos de la cruz estaba en su estómago. Esto quiere decir que su única preocupación era satisfacer sus apetitos personales. Su deseo era llenar sus estómagos y sus vidas con las buenas cosas de este mundo. Su meta en la vida era conseguir cualquier cosa que pudieran para ellos mismos. Eran gobernados por sus lujurias y sus pasiones. Eran regidos por sus deseos y necesidades físicas. No estaban preocupados por asuntos espirituales. Pablo les dijo a sus lectores que las mentes de estos enemigos de la cruz estaban sólo en asuntos terrenales.
Finalmente, Pablo les dijo a los filipenses que la gloria de estos enemigos de la cruz estaba en su vergüenza. ¿De qué se jactaban estos individuos? Se jactaban de sus logros. Se jactaban de su riqueza. Se jactaban de sus fiestas bulliciosas y sus deseos pecaminosos. Hace algún tiempo pasé mucho tiempo escribiendo en cafeterías. Hay momentos en los que no puedo evitar escuchar las conversaciones de las personas que me rodean. Oigo a las personas jactándose de cuánta cerveza se bebieron la noche antes. Se jactan de sus aventuras sexuales y sus estilos de vida inmorales. Deberían sentir vergüenza de estas cosas, pero no lo hacen. Se jactan de cosas que definitivamente les traerán vergüenza.
Estos que verdaderamente le pertenecían a Cristo eran muy diferentes. Estos individuos seguían el ejemplo de Pablo en avanzar para conocer a Cristo. Su ciudadanía estaba en el cielo. Anhelaban el regreso del Señor Jesús que transformaría sus cuerpos a fin de que fueran como Él. Estarían libres de las lujurias y las pasiones de este cuerpo terrenal. En estos nuevos cuerpos, ellas entrarían en la presencia física de Cristo para vivir por siempre. Éste era su máximo deleite. Con empeño esperaban que el Señor viniera y los transformara. Sin embargo mientras tanto, continuaban avanzando para glorificarle en sus cuerpos frágiles, débiles y terrenales.
Tenemos que ver el contraste en este pasaje. Por un lado si estaban los enemigos de la cruz. Estos individuos buscaban las cosas de este mundo. Llenaban sus estómagos y colmaban sus vidas con todo lo que este mundo tenía que ofrecerles. Se deleitaban con ser respetados y honrados por los que les rodeaban. Sus mentes estaban en las cosas de esta tierra.
Por otra parte estaban los que avanzaban para conocer al Señor. Ellos apartaban sus ojos de este mundo y los enfocaban en el Señor Jesús. Las cosas de este mundo les parecían vacías y huecas. Su deleite y sus deseos estaban únicamente en el Señor Jesús, quién los llenaba y los satisfacía en maneras que nada en este mundo jamás vez podría hacerlo.
Todavía existen dos tipos de gente en este mundo: los que buscan a este mundo y los que buscan al Salvador. Todos nosotros encajamos en una de estas categorías. ¿Dónde encaja usted?
Para considerar:
Pablo describió dos tipos de personas en este pasaje. ¿Cuáles son? ¿Cual tipo se parece mucho más a usted?
¿Hasta qué punto su deseo de conocer al Señor Jesús influencia su vida personal?
¿Quien solamente es su ejemplo perfecto? ¿Hay otras personas quienes han sido un ejemplo de “proseguir” para usted personalmente? Explique.
Pablo fue un ejemplo en “proseguir”. ¿Hasta qué punto su vida es un ejemplo de este mismo principio?
¿Como usted ha crecido en su caminar con el Señor el año pasado?
Para orar:
Pídale al Señor que renueve su deseo de conocerle y experimentarle.
Pídale al Señor que lo perdone por las veces cuando su mirada se ha apartado de Él y colocado en las cosas de este mundo.
Pídale al Señor que le enseñe alguna área de su vida que le impide crecer en Él.
Agradezca al Señor Jesús porque nos ha dado el ejemplo perfecto que podemos seguir.
10 – PERMANECER FIRMES
Leer Filipenses 4:1-9
En las últimas meditaciones recientes vimos como Pablo desafiaba a los filipenses a proseguir en su relación con el Señor. Él los retaba a poner a Jesús como su ejemplo en todo lo que hicieran. No eran perfectos en esta vida, pero ellos debían entregarse a llegar a ser más y más como el Señor Jesús.
Aquí en esta sección Pablo retó a los filipenses en algunas áreas muy particulares de su vida cristiana. Primero, él reafirmó su relación con ellos. Él les dijo que él los amaba y los anhelaba. Él extrañaba no estar con ellos. Los creyentes en Filipo eran una bendición especial para Pablo. Él los consideraba ser su gran gozo y corona. Para un atleta la corona era un símbolo de victoria. Como un atleta Pablo apreciaba a los filipenses como su corona y el símbolo de la productividad de su ministerio. Él se regocijaba en ellos y su relación con el Señor.
Sin embargo Pablo les recordó a los filipenses, que si iban a permanecer firmes y convertirse en todo lo que el Señor quería que ellos se convirtieran, había varias cosas que tenían que suceder. Vamos a considerar cada tema planteado por Pablo en este pasaje.
Relaciones
Pablo empezó por ordenarles a dos miembros de la iglesia que aprendieran a ponerse de acuerdo; él incluso mencionó sus nombres. Evidentemente, Evodia y Síntique estaban teniendo problemas para llevarse bien. Este problema estaba afectando el trabajo del Señor en la asamblea. Fíjese que estas mujeres habían contendido con Pablo en la causa del evangelio. Pablo las reconocía como colaboradoras y creyentes verdaderas. Aun cuando eran siervas del evangelio, tenían problemas entre ellas. No se nos dice cuáles eran sus problemas, pero eran lo suficientemente significativos para romper la comunión entre las dos mujeres. Pablo retó a la iglesia de Filipo a ayudar a estas mujeres. Él no nos dice cómo él esperaba que la iglesia las ayudara.
Es interesante fijarse en que Pablo retó a estas mujeres a que se pusieran de acuerdo la una con la otra “en El Señor” (versículo 2). ¿Qué quiere decir Pablo? Reconozcámoslo, hay muchas áreas de la vida donde nunca estaremos completamente de acuerdo con nuestros hermanos. Algunos de nosotros preferimos un cierto estilo de culto, mientras que otros prefieren uno distinto. Hay muchas maneras en las cuales diferimos en el cuerpo de Cristo, y estas diferencias pueden ser saludables. Dios no nos está llamando a estar de acuerdo con todo el mundo en todas las cosas. Sin embargo Él nos está llamando a estar de acuerdo “en el Señor,”. Cuando hablamos de estar de acuerdo “en El Señor,” hablamos de concordar en las cosas en las que el Señor quiere que nosotros concordemos. Esto significa reconocer que aunque nuestro hermano difiere de nosotros en estilo, preferencia, y la comprensión de asuntos doctrinales pequeños, somos todavía hermanos en el Señor. Si bien no siempre podemos ver las cosas de la misma manera, nosotros tenemos que amarnos y respetarnos mutuamente. Dios nos llama a unir nuestras manos y unirnos en las áreas claves donde Él nos ha llamado a ser uno y a obrar hombro con hombro por Su beneficio. No estamos aquí hablando de los que niegan las verdades fundamentales de la fe. Pablo está aquí hablando de dos mujeres que amaban al Señor y le servían. Cuan a menudo dejamos que pequeñas diferencias de personalidad y preferencias nos dividan. Las preferencias nunca deberían dividir el cuerpo de Cristo. Muy a menudo, empleamos tiempo discutiendo sobre asuntos de menor importancia. Llega el momento en que tenemos que aprender a poner a un lado estas diferencias y estar de acuerdo en respetarnos mutuamente. Es a esto a lo que Pablo está llamando a la iglesia de Filipo. Por el bien del reino de Dios, estas dos señoras debían aprender a aceptar sus diferencias y reconciliarse.
La iglesia de nuestra época se ha dividido sobre muchos asuntos. A menudo enfatizamos nuestras diferencias. Una iglesia bautiza a las criaturas y otra bautiza sólo a adultos creyentes. Una cree que debemos honrar a Dios por un estilo sereno y reverente de culto mientras los otros se sienten en libertad de celebrar batiendo palmas y bailar. La lista de cosas que nos pueden dividir parece no tener fin. Si vamos a permanecer firmes, tendremos que aprender a ocuparnos de nuestras diferencias y aprender a trabajar entre sí. ¿Cuán a menudo estas diferencias entre los creyentes verdaderos han obstaculizado la obra del Señor? Es hora que nosotros reconozcamos que el Señor bendice a los que difieren de nosotros en el estilo de culto o asuntos teológicos pequeños. En lugar de pasar el tiempo discutiendo con otros creyentes, tenemos que aprender a trabajar hombro a hombro por el bien de Su reino.
Regocijarse
El segundo asunto que Pablo trae a los filipenses es el asunto de regocijarse. Para Pablo el gozo y el regocijo eran ingredientes claves en la vida cristiana. Escuche lo que Pablo dijo a los Romanos:
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).
Para Pablo el reino de Dios se podía resumir en tres palabras: Justicia, paz, y gozo. Es interesante que Pablo ve el gozo como algo tan importante.
Fíjese que Pablo les dijo a los filipenses que debían regocijarse siempre en el Señor. Él repitió esto para enfatizarlo en el versículo 4. El regocijo del que Pablo está hablando aquí es un regocijo en el Señor. Pablo no nos está diciendo que nos gocemos de la maldad que nos rodea. Él incluso no nos está llamando a gozarnos de las pruebas que afrontamos. Sin embargo, él nos está diciendo aquí, que se nos regocijemos en el Señor. Qué diferencia hay cuando conocemos al Señor. Podemos estar gozosos porque Él es Señor y resolverá todas las cosas para nuestro bien. Podemos estar gozosos porque le importamos sin importar lo que enfrentemos. Aun cuando no podamos sentir gozo en nuestro dolor y nuestro sufrimiento, nos gozamos del hecho que estamos en las manos de un Dios poderoso que nos ama profundamente. Cuando apartamos nuestros ojos de nuestro dolor y sufrimiento y los ponemos en el Señor, hay mucha razón para regocijarse.
Hay una conexión aquí entre permanecer firmes y gozarse en el Señor. Es el corazón de Dios que aprendamos a regocijarnos en Él. Nuestra relación con el Señor Jesús debe ser emocionante. La única manera en que podemos permanecer firmes en el Señor es aprendiendo a ver más allá de los problemas que afrontamos. Cuando aprendemos a gozarnos en Cristo y Su propósito para nosotros, qué diferencia hay en nuestro culto y el servicio. No honramos al Señor Jesús al venir a Él con un corazón que no está regocijado. Es el corazón de Dios que yo viva en la alegría de mi salvación. Mientras mis circunstancias pueden cambiar, el Señor Jesús no cambia. Su propósito y amor para mí siempre permanecerán. En esto puedo regocijarme. Si bien no puedo gozarme de mi sufrimiento y dolor, puedo gozarme del hecho que mi Salvador es más grande que todos ellos. Puedo gozarme en Sus promesas y provisión. Un cristiano alegre tiene un testimonio poderoso en el mundo, al mostrar al mundo que Dios es real.
Gentileza
En el versículo 5 Pablo retó a los creyentes a hacer evidente su gentileza a todos. Esta gentileza no sólo debía ser demostrada a sus amigos y sus seres queridos, sino también a sus enemigos. La palabra todo incluye a todo el mundo.
La gentileza es una cualidad que acepta cualquier cosa que venga a nuestras vidas con gracia. El Señor Jesús demostró esta gentileza cuando Él estaba siendo acusado y golpeado. Él respondía con ternura hacia Sus enemigos. Cuando Esteban estaba siendo apedreado, él le suplicó al Señor que no considerara responsables a sus enemigos por lo que ellos le estaban haciendo. La gentileza no busca venganza. La gentileza responde bendiciendo a los buscan hacer daño. La gentileza significa perdonar, ser compasivo, y demostrar gran paciencia con los que ofenden.
Fíjese que Pablo les dijo a los filipenses que debían ser gentiles porque el Señor estaba cerca. Esto significa que el Señor estaba cerca de ellos en su sufrimiento. Él estaba cerca cuando sus enemigos estaban ofendiéndoles o persiguiéndoles. Al estar cerca de ellos, el Señor veía lo que estaba pasando. Él no ignoraba lo que estaban sufriendo. Ellos le importaban a Él y Él se encargaría de los que los ofendían. Ellos no tenían que buscar venganza. Ellos tenían que vivir en obediencia y responder en amor y con gentileza. No tenían que responder de ninguna otra forma porque Dios juzgaría la maldad y los protegería.
No estar ansiosos
En el versículo 6 Pablo les dijo a los filipenses que no debían estar ansiosos por ninguna cosa. Muy a menudo nos ponemos ansiosos cuando sentimos que las cosas están fuera de nuestro control. Nosotros nos ponemos ansiosos porque no sabemos lo que traerán las siguientes horas. Sin embargo, como hijos de Dios, debemos aprender como presentar todas nuestras peticiones, nuestras cargas, y nuestras necesidades al Señor en oración. Debemos darnos cuenta de que Él es un Dios grande y amoroso, y somos Sus hijos. Debemos poner todas nuestras necesidades en Sus manos y confiar en Él. Fíjese que Pablo les dijo a los filipenses que debían orar y pedir al Señor con acción de gracias (ver versículo 6). Todos nosotros debemos hacer esto porque sabemos que Él cuida de nosotros. ¿Qué tenemos que temer si estamos en las manos de Dios? ¿Él es lo suficientemente grande para encargarse de nuestras necesidades? ¿No nos llama Él a presentarle nuestras necesidades? ¿No nos ama acaso como Sus propios hijos?
Pablo les dijo a los filipenses que si simplemente le presentaran sus necesidades al Señor y aprendieran a confiar en Él, entonces la paz de Dios llenará sus corazones. Esa paz protegerá sus corazones y mentes en Jesucristo. ¿Cuán a menudo la ansiedad nos ha conducido a perder nuestro gozo y nuestra paz? ¿Cuán a menudo nos ha conducido la ansiedad a agobiarnos y preocuparnos por nada? A veces esta ansiedad apartará nuestra atención del Señor Jesús. Nuestras mentes se llenan de incredulidad y desconfianza. Si usted quiere proteger su corazón y mente de la maldad, usted tiene que dejar que se llenen de la paz de Dios. Cuando usted se da cuenta que está poniéndose ansioso, usted tiene que tomarse el tiempo para encomendar sus problemas y sus necesidades al Señor. Usted tiene que tomar todos estos problemas y dejarlos a Sus pies. Usted tiene que esperar en Él hasta que la paz llene su corazón y le proteja. ¿Cuán frecuentemente la ansiedad ha destruido nuestro testimonio como creyentes? Pablo nos llama a desterrarla de nuestras vidas y confiar en Dios nuestro Padre que se ocupará de nosotros en todo lo que necesitemos.
Pensar en la vida
Hay otra cosa que Pablo retó a hacer a los filipenses. En el versículo 8 él les retó a que desterraran los pensamientos negativos de sus mentes. En lugar de eso, debían pensar en aquellas cosas que eran verdaderas, nobles, correctas, puras, preciosas, admirables, excelentes, y dignas de alabanza. Las imágenes y pensamientos impíos que permitimos que entren en nuestras mentes y nuestros corazones, se quedarán allí y nos causarán problemas. ¿Qué clase de cosas permite usted que entren a su mente? ¿Qué clase de cosas lee usted? Si usted tiene televisión, ¿qué clase de cosas ve usted? Si usted llena sus mentes de actitudes y pensamientos malvados, ¿esto no se hará evidente en su vida? Su cuerpo y su mente son el templo del Espíritu Santo. ¿Qué clase de influencias deja usted entrar en ese templo?
Pablo nos dice en el versículo 8 que en lugar de permitir entrar la maldad en nuestros corazones, debemos reflexionar sobre aquellas cosas que son puras, excelentes, y dignas de alabanza. En lugar de ser negativo y crítico hacia sus hermanos en Cristo, trate de encontrar sus buenas cualidades. Si usted planta pensamientos malvados en su mente, ¿qué tipo de fruto usted espera encontrar? Si, por otra parte, usted planta pensamientos e imágenes puras y excelentes ¿no afectará esto sus acciones y sus relaciones también?
Siguiendo el ejemplo de Pablo
Más allá de estos asuntos muy prácticos, Pablo retó a los filipenses a poner en práctica aquellas cosas que habían aprendido de él. Esto se relacionaba con la verdad que Pablo les había enseñado, pero también la verdad que él había demostrado en su propia vida mientras él estuvo con ellos. Pablo tenía confianza que él había vivido bien entre lo filipenses. Su deseo no era sólo enseñar la verdad, sino también experimentarla en la vida real. Él les recordó a los filipenses en el versículo 9 que en la medida que ellos buscaran poner en práctica estas cosas, el Dios de la paz estaría con ellos. Él los fortalecería y los equiparía a fin de que pudieran convertirse en todo lo que Dios los había llamado a ser.
Pablo era inmensamente práctico en esta última sección. Para Pablo la vida cristiana no se trataba solamente de doctrina y verdad, era también acerca de vivir en un mundo muy real. La vida cristiana se trata de tratar con personas que son diferentes a nosotros de muchas formas. Se trata de aprender cómo vivir en el gozo, a pesar de los obstáculos que vienen a nuestra vida. Se trata de aprender cómo desterrar la ansiedad y vivir en la gentileza del Espíritu, sabiendo que Dios nos cuidará. La lucha más grande en la vida cristiana no se trata de aprender la doctrina correcta, sino poner en práctica esa doctrina en nuestra vida de todos los días. Cuando el mundo escéptico nos mira, no están interesados en lo que decimos que creemos. Están más interesados cómo vivimos a la luz de la doctrina que profesamos.
¿Es usted creyente en la actualidad? ¿Es esto evidente en sus relaciones con los que le rodean? ¿Es evidente en el gozo que usted tiene en servir y conocer al Señor? ¿Es evidente en su actitud positiva y su gentileza en medio del sufrimiento y la prueba? Cuando Pablo retó a los filipenses a permanecer firmes, él les estaba desafiando a que aprendieran a vivir su fe en la vida real.
Para considerar:
¿Hay creyentes con los que ha tenido problemas actualmente? ¿Alguna vez estarán de acuerdo los creyentes mutuamente? ¿Qué nos reta Pablo aquí a hacer con las relaciones?
¿Cuánto se está usted regocijando en el Señor en la actualidad? ¿Qué se interpone en el camino para que usted experimente un gozo todavía mayor en el Señor?
¿Que ocasiona la ansiedad en su vida? ¿Qué nos reta Pablo a hacer con esta ansiedad?
Échele un vistazo a la clase de pensamientos que usted está permitiendo que entren en su mente actualmente. ¿Qué tiene usted qué hacer con estos pensamientos y actitudes?
Para orar:
Pídale al Señor que lo ayude a regocijase más en Él.
Tome un momento para entregarle su ansiedad al Señor. Pídale que lo llene con paz y Su conocimiento de que Él le cuidará.
¿Hay personas alrededor suyo que le maltratan y hablan de usted? Pídale al Señor que le dé un espíritu amable hacia ellas.
Tome un momento para orar por otra Iglesia en su comunidad. Agradezca al Señor por ellos y pídale que los bendiga verdaderamente en su ministerio.
11 – CONTENTO EN CADA SITUACIÓN
Leer Filipenses 4:10-23
En esta sección final de la epístola a los filipenses, Pablo expresó su acción de gracias a los filipenses por su apoyo y el ánimo en su época de necesidad. Pablo sabía lo que era tener necesidad. Incluso aunque él le servía al Señor, hubo ocasiones en las que él tuvo que prescindir de Él. Él entendía la necesidad. Esto le dio un profundo aprecio por las donaciones que los filipenses le enviaron.
En el versículo 10 Pablo les dijo a los filipenses que él en gran medida se regocijaba en el hecho de que ellos habían renovado su preocupación por él. Ellos siempre estaban preocupados por él, pero no siempre habían tenido la oportunidad de mostrar su preocupación. Muy probablemente, esta preocupación renovada fue demostrada en forma de una donación que vino a través de Epafrodito (ver versículo 18). Pablo ahora lo estaba enviando otra vez a Filipo porque él había estado enfermo (ver 2:25). Pablo apreció profundamente esta donación de la iglesia filipense.
En el versículo 11 Pablo le dijo a la iglesia que él no estaba buscando una donación de ellos. Él había aprendido a estar contento en cualquier situación en la que él se encontrara. Él estaba realmente feliz de continuar como él estaba, pero esta donación ciertamente hizo las cosas mucho más fáciles para él. Y por eso él estaba muy agradecido.
Había individuos que pretendían en el ministerio en la época de Pablo que dondequiera que fueran, el pueblo de Dios los cubriera de bendiciones. Incluso en nuestro día, hay pastores que escogen si irán a cierta iglesia por cuanta cantidad de dinero conseguirán en ella. Pablo se negó a dejar que el dinero fuera el factor que determinara si el viviría en obediencia. Él iría dondequiera que Dios lo enviara, hubiera o no dinero en eso. Él tuvo que aprender a estar contento con vivir en cualquier situación que él se encontrara. Si él tenía que pasar hambre por un tiempo, Pablo estaba dispuesto a hacerlo. Él no se quejaba de su destino en la vida. En la última meditación vimos como Pablo retó a los filipenses a no estar ansiosos por nada. En lugar de eso, debían traer todas sus peticiones al Señor y confiar en Sus propósitos y provisión.
La satisfacción verdadera sólo puede llegar cuando nos entregamos a la voluntad y el propósito de Dios. La satisfacción es el fruto de aceptar los propósitos de Dios para nosotros en cualquier estado que nos encontremos. Es el resultado de confiar en Dios y creer que Sus propósitos son para nuestro bien y la expansión de Su reino.
Para Pablo, Dios no controlaba sólo los buenos tiempos, sino los malos tiempos también. Pablo supo lo que era tener necesidad. Hubo momentos en los que él pasó hambre. Él también supo cómo era estar viviendo en la abundancia. Él tuvo que aprender a estar contento en ambas circunstancias. Pablo pudo estar contento en cada situación porque él tenía la fuerza que venía del Señor Jesús. Él les recordó a los filipenses que él hacía esto por medio de Cristo que le daba fuerza. Esta satisfacción era un don de Dios para Pablo.
Algunos podrían pensar que sería fácil estar contentos en la prosperidad, pero la realidad del asunto es que a veces los que viven en abundancia tienen más problemas para estar contentos que los que tienen muy poco. El hombre cuanto más tiene más quiere. Entre más nos rodea una cosa, más queremos de ella. Los que viven en la prosperidad también tienen que aprender a estar contentos.
La satisfacción es muy importante en la vida cristiana. Tomemos un momento para considerar el resultado de una falta de satisfacción. La falta de satisfacción puede conducir a la deshonestidad, la cólera, e incluso a rellertas. Es la tierra fértil en la cual los celos y la cólera aumentan. Esa es la razón por la que los países han ido a la guerra. Es esa la causa del asesinato, del robo, y de de todo tipo de violencia. La insatisfacción puede asumir el control de las personas y puede convertirse en su dios. Sus vidas se enfocan en buscar cada vez más. Con el paso del tiempo, la insatisfacción destruirá todo lo que conquista. Pablo había aprendido el arte de estar satisfecho. Cuán importante es que aprendamos, como Pablo, a estar satisfechos. El descontento desecha la voluntad y el propósito de Dios y busca su propio placer y su propio camino.
Pablo no estaba diciendo que él no apreciara la donación que los filipenses le enviaron. Al contrario, Pablo había aprendido a recibir donaciones del pueblo de Dios. No era su deseo rechazar ninguna cosa buena que Dios le podría dar, pero él no estaba en la constante búsqueda de las cosas materiales.
Pablo reconoció que los creyentes en Filipo habían sido una tremenda bendición para él durante todo su ministerio. Habían compartido lo que tenían con él cuando ninguna otra iglesia lo hizo. Nunca habían olvidado su ministerio. Pablo les recordó cómo lo habían ayudado cuando él dejó Macedonia. En el versículo 16 él escribió que en Tesalónica él había recibido muchas donaciones de Filipo. Ahora la iglesia en Filipo había enviado un regalo a través de Epafrodito (ver versículo 18). Estas donaciones eran fragantes ofrecimientos a Dios. Pablo sabía que al darle a él, la iglesia de Filipo le estaba dando a Dios. Dios no dejaría pasar desapercibida esta ayuda. Pablo se regocijaba del hecho que esta donación les sería tomada en cuenta a los filipenses en el cielo.
Pablo sabía que si bien estos creyentes tuvieron que sacrificarse para dar su donación, Dios satisfaría sus necesidades. Cuando ellos extendían la mano para satisfacer las necesidades de los que les rodeaban, Dios también les proveería. Hay un principio aquí que tenemos que entender.
Dios nos da para que podamos dar a los que tienen necesidad. Es verdad que también tenemos necesidades. Dios provee también para esas necesidades. Sin embargo, nuestros recursos, no son nuestros para almacenarlos y utilizarlos como nos dé la gana. Debemos poner a disposición del Señor todo lo que tenemos y estar abiertos a Su conducción por lo que respecta a la manera en que Él nos hará utilizar estos recursos. La promesa de Dios es que si usamos nuestros recursos como Dios dirige, Él también se encargará de nosotros en nuestra hora de necesidad. Ésta es la clara enseñanza de las Escrituras. El escritor de Eclesiastés nos dice: “Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.” (Eclesiastés 11:1). Este mismo pensamiento se repite en Proverbios 11:25: “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.”
Hay quienes tomarán esta instrucción y la usarán para enseñar un evangelio de prosperidad. Buscan volverse prósperos exigiéndole a Dios que recompense su generosidad con creces. Incentivan a las personas a dar a fin de recibir más a cambio.
Tenemos que ser precavidos con esta enseñanza por diversas razones. Primero, si enseñamos que debemos dar para recibir más a cambio, promovemos la avaricia y el descontento. Lo que Pablo nos está diciendo aquí es que tenemos que aprender a estar contentos en cualquier situación en que nos encontremos. Alentar a las personas a entregar cosas con la consigna de que recibirán beneficios materiales a cambio, es promover una actitud materialista. Es enfocar su atención en las cosas de esta tierra y no en los asuntos espirituales.
Segundo, esta enseñanza no se ajusta a la vida de Cristo y los apóstoles. Nadie dio más que el Señor Jesús, y sin embargo Él nos dice que Él incluso no tenía ni siquiera un lugar donde recostar su cabeza. En Lucas 9:58 Jesús dijo:
“Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”
Pablo nos dice que hubo momentos en los que él pasó hambre. Todo el contexto de este pasaje es uno de aprender a estar contento no sólo en la prosperidad, sino también en la pobreza. Nadie dio más que Jesús y el apóstol Pablo, pero ellos vivieron con muy poco para llamarlo suyo en esta vida. Estaban completamente bendecidos, pero no tenían casa o posesiones terrenales.
Lo última cosa que tenemos que ver aquí es que a menudo cuando les enseñamos a las personas a dar para recibir a cambio, creamos un verdadero problema con relación al motivo detrás de dar. Cuando Jesús dio, É lo hizo en una forma caritativa. En otras palabras, Él no dio esperando recibir a cambio. Si la única razón por la que damos es para recibir algo a cambio, no estamos dando para el Señor, sino para nosotros mismos.
Después de haber dado estas advertencias, la verdad permanece. Al dar a la causa de Cristo, la iglesia de Filipo fue bendecida. Estaban haciéndose tesoros en el cielo. Si Dios le está conduciendo a dar y poniendo necesidades en su corazón, no dude en obedecer. Él sabe lo que Él hace. Viva en la obediencia y Dios se encargará de usted en su necesidad. La clave aquí es ser obediente a Dios en el uso de sus recursos. Pablo había experimentado gran bendición en dar como Dios le guiaba. Él esperaba que los filipenses fueran ricamente bendecidos también por su generosidad. Por esto Pablo le da la gloria al Señor su proveedor (ver versículo 20).
Pablo concluyó su carta con algunos saludos personales de los hermanos que estaban con él (versículo 21). Los saludos especiales llegaron de los siervos de la casa de César. Estos fueron muy probablemente los que habían sido convertidos durante la estancia de Pablo como prisionero. Dios tenía un propósito con Pablo. Incluso en su encarcelamiento, Pablo estaba siendo usado por Dios para alcanzar almas para Su reino. Pablo estaba contento en su encarcelamiento, pues en él, él había encontrado el propósito del Señor.
Pablo tiene mucho que enseñarnos en este pasaje acerca de la satisfacción. Debemos dar por tener un corazón satisfecho y gozoso. Debemos buscar a Dios en cada circunstancia que nos encontramos. Si somos francos, le encontraremos a Él y Su propósito, incluso en las pruebas que nos llegan. En esto podemos regocijarnos. ¿Pablo aprendió el arte de la satisfacción – lo hemos aprendido nosotros?
Para considerar:
Aquellos que están contentos han sido capaces de ver a Dios en su situación y rendirse ante Sus propósitos. ¿Está usted de acuerdo con esta definición? ¿Cómo se relaciona esto con donde usted se encuentra hoy?
¿Por qué estar contento es tan importante? ¿A dónde conduce el descontento?
¿Por qué es tan importante tratar con la actitud de dar para recibir a cambio? ¿Es esto una verdad bíblica?
¿Cuál es la diferencia entre dar para recibir y dar por obedecer?
Para orar:
¿Está contento en las circunstancias en las que se encuentra ahora? Pídale al Señor que le enseñe cómo estar contento.
Pídale al Señor que le dé un corazón dispuesto a escuchar y a dar cuando Él le impulsa a dar.
Agradezca al Señor porque Él le ha encomendado Sus recursos. Pídale que lo perdone por pensar que esos recursos son solo suyos.
INTRODUCCIÓN A LOS COLOSENSES
Autor:
Como era su costumbre, el apóstol Pablo se identifica a sí mismo como el escritor de la carta a los colosenses en Colosenses 1:1. Al momento de escribir, Pablo estaba preso en Roma. Esto es evidente por los comentarios hechos en Colosenses 4:10 donde él les dice a sus lectores que su “compañero de celda Aristarco” les envió saludos. Él también les pidió a los creyentes en Colosas que lo recordaran en sus cadenas (Colosenses 4:18).
Trasfondo:
Colosas era una ciudad de cierta importancia comercial en la región de Frigia. Si bien no hay evidencia de que el apóstol Pablo haya visitado está iglesia, sin embargo el había escuchado de su amor y fe, y oraba por ellos regularmente (1:4-9).
El líder espiritual clave en la iglesia había sido un hombre de nombre Epafras. Epafras era bien conocido por Pablo que le llamó “estimado consiervo” (Colosenses 1:7). En su carta a Filemón (un residente de Colosas), Pablo llamó a Epafras un “compañero de celda” (Filemón 1:23) mostrándonos que él probablemente estaba en prisión con Pablo cuando fue escrita la carta a los colosenses. Pablo le envía saludos de Epafras a la iglesia en Colosas y les dijo cuanto este fiel siervo había estado preocupado por su bienestar (Colosenses 4:12). Tíquico, acompañado por el esclavo Onésimo (ver el libro de Filemón) trajo esta carta de Pablo a los colosenses (Colosenses 4:7-9).
Hay indicios en toda la carta que varias enseñanzas falsas estaban circulando en la ciudad de Colosas. En Colosenses 2:8 Pablo retó a los creyentes a que no los engañaran por medio de “filosofías y huecas sutilezas.” Él hace referencia también a la tendencia hacia el legalismo judío (Colosenses 2:16-17) y la costumbre de adorar a ángeles (Colosenses 2:18). Era realmente importante para Pablo y Epafras que la iglesia no callera presa de estos errores.
La carta a los colosenses fue escrita para alentarlos a mirar hacia Jesús y Su obra y no salirse de la vía principal por los falsos maestros en su ciudad. En los capítulos tres y cuatro Pablo da algunas instrucciones prácticas para vivir santamente en la comunidad cristiana. Él retó a los colosenses a vivir vidas santas al morir a la naturaleza malvada y consagrarse mutuamente en el amor. Su deseo era que continuaran sobresaliendo en amarse.
La importancia de este libro para la actualidad:
La iglesia de Colosas era una iglesia conocida por su fe y amor, pero ella estaba rodeada por la enseñanza falsa. Esta carta nos muestra que el enemigo estaba realmente activo intentando distraer el pueblo de Dios de la verdad de Su Palabra. Colosenses habla a la tendencia hacia el legalismo en muchas iglesias de nuestra época, alienta a poner toda nuestra confianza no en lo que nosotros podemos hacer por Cristo, sino en lo que Él ya ha hecho por nosotros. En el libro Pablo da importantes instrucciones sobre lo que significa vivir y funcionar en la comunión de los creyentes. Este libro es un reto a la iglesia de nuestra época para proteger la verdad y caminar en amor y devoción mutuos.
12 – LA FE Y EL AMOR DE LOS COLOSENSES
Leer Colosenses 1:1-12
Ésta es una carta del apóstol Pablo a los creyentes en Colosas. Fíjese cómo Pablo les envió saludos de Timoteo también. La mención de Timoteo nos muestra algo de la relación entre Pablo y Timoteo. Algunos creen que Timoteo actuaba como el secretario de Pablo. Pablo estaba en prisión cuando él escribió esta carta.
Fíjese como a medida que empezamos, Pablo declaró ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios. Ésta no fue una posición que Pablo había buscado para sí mismo. Había muchos en aquellos tiempos que querían ser apóstoles. Muchos declaraban tener este oficio en la iglesia, pero eran falsos apóstoles. El Señor tuvo un propósito específico para Pablo. Él no tuvo que andar buscando esa posición u oficio; le fue dado por Dios. He conocido a muchas personas que han buscado posiciones y oficios en la iglesia. También he conocido a personas que han recibido esas posiciones por Dios. Si usted está buscando la voluntad del Señor, Dios le revelará ese lugar a usted. Será evidente a todos los que le rodean, que esta posición le ha sido dada por Dios, quien le abrirá las puertas. Él bendecirá lo que Él le ha llamado a hacer. Pablo sabía que él era apóstol porque el Señor se lo había dejado bien claro.
Pablo envió sus saludos a los colosenses. Fíjese en el versículo 2 lo que él dijo acerca de estos creyentes. Él los llamó “hermanos santos y fieles.” Esto dice algo de la iglesia en Colosas. Era una iglesia santa, apartada para Dios y Sus propósitos. No sólo era consagrada a Dios, sino que también era fiel. Aquí había una iglesia que había permanecido leal al evangelio y tenía el testimonio de ser santa y fiel. Pablo los alabó por esto.
Pablo les dijo a los colosenses que cuando él oraba por ellos, él siempre agradecía a Dios por ellos porque él había escuchado acerca de su fe y amor por los santos (versículo 3). No sólo se amaban mutuamente, sino que amaban también a todos los demás creyentes. Eran conocidos por su amor. Qué testimonio tan poderoso era esto. Pablo tomó tiempo en examinar esta fe y amor de los colosenses. Él les dijo que tanto la fe como el amor brotaban de la esperanza acumulada en el cielo a través del mensaje del evangelio. Examinemos lo que Pablo estaba diciendo aquí.
La fe y el amor brotan de la esperanza acumulada para nosotros en el cielo. ¿Cuál es esta esperanza? Nuestra esperanza como creyentes es el perdón de nuestros pecados a través del Señor Jesucristo y Su obra en la cruz. Nuestra esperanza es que a través de este perdón entraremos un día en la presencia de Dios y viviremos por siempre con Él, libre de los efectos del pecado. Nuestra esperanza es que viviremos en perfecta comunión y compañerismo con nuestro Creador.
Si ésta es la esperanza que tenemos, ¿cómo esto produce fe y amor en nosotros? Cuando miramos lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros, somos fortalecidos en nuestra fe. Las pruebas pueden llegar, pero cuando miramos al cielo, somos fortalecidos en nuestra determinación. Podemos enfrentar nuestras pruebas porque sabemos que el cielo es nuestro hogar. Lo que sea que nos suceda aquí no es el fin. ¿Se imagina dónde usted estaría hoy, si usted no tuviera la seguridad de esta esperanza en el cielo? ¿Dónde estaría usted, si usted no pudiera mirar al cielo y pudiera ver que su nombre está en el libro de la vida? ¿No nos fortalece nuestra esperanza en el cielo en nuestra fe aquí abajo?
Esta esperanza en el cielo también nos fortalece en nuestro amor. La esperanza que tenemos se relaciona con el perdón del Señor Jesús. Él nos alcanzó y nos amó tal y como éramos. Saber que somos amados y que Jesús ha preparado un lugar en el cielo para nosotros, nos alienta a amarle a cambio. También nos alienta a amarnos, como Él ordenó. Los que han llegado a conocer al Señor Jesús y la esperanza que Él tiene para ellos, naturalmente amaran recíprocamente. Podemos amar porque Él primero nos amó. Podemos amar porque la esperanza que tenemos nos llena de amor para otros. El amor proviene de lo que Jesús ha hecho por nosotros y la esperanza que tenemos en el cielo.
Fíjese también en el versículo 5 que esta esperanza se nos comunica por medio de la verdad del evangelio. Nunca habríamos sabido de esta esperanza maravillosa, si no hubiéramos oído el mensaje del evangelio, el cual nos dijo las buenas noticias de un Salvador que vino a salvar a un mundo pecaminoso. ¡Qué increíble verdad nos trae el evangelio! Tenemos esperanza por medio del evangelio. Hay muchas personas que nunca han oído este mensaje y la esperanza que pueden tener en el Señor Jesús. Nosotros debemos decirles.
Pablo les recordó a los colosenses que este mensaje simple del evangelio estaba trayendo fruto en el mundo entero. El mensaje del evangelio no es un mensaje complicado. Sin embargo, se revelan los tesoros del cielo y las noticias del perdón del pecado a los aquellos que quieren escuchar. Los que creen esta verdad y la aceptan son cambiados radicalmente. El evangelio puede dar frutos en corazones fértiles. Dondequiera que hay un corazón que está abierto para recibir la verdad del evangelio, este mensaje simple hará su trabajo y transformará esa vida. La luz aparece y la oscuridad es echada fuera. La vida comienza a tener sentido. Allí está el significado y el propósito de la existencia. Los creyentes en Colosas habían oído este mensaje y él transformó sus vidas. La semilla del evangelio produjo el fruto de la fe y el amor en sus corazones.
En el versículo 7 Pablo nos dice que los colosenses escucharon este simple mensaje del evangelio de un siervo llamado Epafras. Pablo elogió a este hombre como un ministro fiel del evangelio. Fue a través de Epafras que Pablo había oído de la fe y el amor de los colosenses.
Lo que tenemos que ver aquí es el poder del simple evangelio. Epafras predicó ese evangelio en Colosas. El resultado fue una obra poderosa del Espíritu de Dios para transformar la ciudad. El secreto del éxito del ministerio de Epafras fue que él compartió la simple verdad. Fue el evangelio que fue capacitado por el Espíritu Santo para producir un cambio en los corazones y las vidas de los colosenses. Este simple mensaje tiene el poder de cambiar vidas. Este mensaje echa fuera la oscuridad y abre los ojos de los ciegos espirituales. No nos atrevamos a menospreciar el poder de este simple mensaje. Cambió la ciudad de Colosas y muchos pueblos y ciudades como esa.
Cuando Pablo escuchó acerca de la fe y amor de los colosenses, él comenzó a orar por ellos. Fíjese lo que él pedía para los colosenses. Pablo le pedía a Dios que los llenara del conocimiento de Su voluntad a través de la comprensión y la sabiduría espiritual. Era maravilloso que Dios hubiera salvado a los colosenses, pero la salvación era sólo el comienzo. Después tenían que buscar la voluntad y el propósito de Dios en su salvación. Dios los había salvado por un propósito. ¿Por qué Dios lo ha salvado a usted? ¿Cuál es Su propósito para usted como hijo de Él? ¿Qué dones Dios le ha dado a usted? ¿Dónde Él quiere que usted le sirva ahora? Éstas eran las preguntas que los colosenses tenían que responder, después de que llegaron a conocer el plan de salvación de Dios a través del evangelio. Pablo oraba que Dios les diera sabiduría para conocer Su voluntad y Su propósito.
Fíjese que este conocimiento no era un conocimiento natural. Pablo les dijo a los colosenses que él estaba orando que Dios los llenara de conocimiento y entendimiento espiritual. Hay una gran diferencia entre la sabiduría natural y la espiritual y la comprensión natural y la espiritual. La oración de Pablo era que Dios les diera a los colosenses la mente de Dios en lo tocante a Su propósito y plan para ellos, ahora que habían llegado a conocer al Señor Jesús. Pablo quería que ellos se convirtieran en todo lo que Dios quería. Pablo también oraba para que los colosenses vivieran vidas que fueran dignas del Señor Jesús, agradando a Dios en todos los aspectos (versículo 10). Pablo procedió a explicar cómo ellos podrían agradar a Dios. Primero, agradarían a Dios produciendo fruto. Es la voluntad de Dios que Sus hijos sean fructíferos para el reino. Dios se deleita en vernos usando nuestros dones espirituales para Su gloria. Si usted quiere agradar a Dios en todos los aspectos, usted tendrá que crecer en los dones que Él le ha dado, para producir fruto para Su reino.
En segundo lugar, Pablo escribió que agradar a Dios en todas las formas, implicaba crecimiento en el conocimiento de Dios. Esto se puede lograr de dos formas: buscándole en las Sagradas Escrituras y experimentándole en la obediencia a Su Palabra. Es una buena cosa estudiar la Biblia con el objeto de saber más de Dios, pero si usted no experimenta la realidad de la verdad en su vida diaria, usted en realidad no conoce a Dios del todo. Usted puede leer acerca del amor de Dios y puede conocerlo en su mente, pero usted en realidad no conoce Su amor hasta que usted también lo experimente en la vida real. Usted puede leer acerca de cómo Dios capacita a los creyentes en el servicio y provee para cada necesidad de ellos, pero usted en realidad no conoce esto hasta que usted lo haya experimentado personalmente. Crecer en el conocimiento de Dios no sólo es comprender la verdad acerca de Él, sino también es experimentarle en la vida real.
En tercer lugar, Pablo les dijo a los colosenses que si iban a agradar a Dios en todos los aspectos, tendrían que ser fortalecidos por Su poder (versículo 11). Necesitaban Su poder por tres razones: resistencia, paciencia, y acción de gracias. Tenían que fortalecerse a fin de tener gran resistencia. La vida de servicio a la que Dios los había llamado no iba a ser fácil. Habría dificultades y pruebas por todo el camino. Si querían agradar a Dios en todos los aspectos, necesitarían fortalecerse para resistir la adversidad hasta el fin.
También tenían que fortalecerse para tener paciencia. La paciencia es la capacidad para quedarse bajo una pesada carga sin darse por vencido. Cuando la presión aumentara y las cosas comenzaran a ponerse difíciles, los colosenses necesitarían tener gran paciencia para mantenerse bajo esta presión hasta que el Señor los liberara o lograra todo lo que Él quiso a través de esto. Serían en esos momentos de presión, que ellos serían moldeados y fortalecidos. Pablo rogaba que los colosenses no huyeran de sus problemas, sino que los problemas los fortalecieran en su devoción y compromiso con Cristo. Si usted es cristiano, usted enfrentará oposición. Si usted quiere agradarle a Dios en todos los aspectos, usted dejará que esa oposición le fortalezca. Usted no huirá de ello, sino que permanecerá fiel en ello.
Los colosenses también tendrían que ser fortalecidos a fin de dar gracias a Dios gozosamente. No sería fácil mantener el gozo. Cuando las cosas se ponen difíciles, la tendencia natural es murmurar y quejarse. Pero si ellos querían agradar a Dios en todos los sentidos, ellos tenían que ser personas agradecidas. Nadie puede agradar a Dios murmurando y dudando. Los colosenses tenían que estar agradecidos porque Dios estaba cumpliendo Su propósito mediante las pruebas que le llegaban. Ellos tenían que estar agradecidos porque cualquier otra actitud no cumpliría el propósito de Dios.
Pablo concluyó por recordarle a los colosenses que ellos tenían mucho de que estar agradecidos. Él les dijo en el versículo 12 que Dios los había capacitado para compartir en la herencia del reino de los santos. No calificaban por ellos mismos; Dios hace la calificación. Él hace eso a través de Su Hijo Jesús. A través de Su Hijo, el Señor Jesús les ofreció a los colosenses perdón de pecado y les hizo Sus hijos. Como Sus hijos perdonados, estaban calificados como herederos de Su reino de luz.
El deseo de Pablo era ver que los colosenses crecieran en su fe. Él no estaba contento con simplemente verlos venir a Cristo. Él quería que ellos maduraran y se convirtieran en todo lo que Dios quería que ellos se convirtieran. Éste era su deseo para cada uno de nosotros. ¿Crecemos nosotros en nuestro conocimiento y nuestra experiencia de Dios y su propósito maravilloso para nuestras vidas?
Para considerar:
¿Cómo nuestra fe se fortalece por la esperanza que tenemos? De un ejemplo.
¿Qué es lo que aprendemos aquí acerca del poder del evangelio simple?
¿Cuál es el propósito particular de Dios en salvarle? ¿A qué Él lo ha llamado a ser o hacer?
¿A qué pruebas le ha llamado Dios a soportar como creyente? ¿Como Él le ha fortalecido para soportar y ser paciente en estas pruebas?
Para orar:
Agradezca al Señor por la esperanza que le ha dado en el cielo.
Pídale a Dios que haga claro Sus propósitos y planes para su vida.
Pídale al Señor que incremente su gozo y su gratitud.
Pídale al Señor que le capacite para conocerlo no solo intelectualmente, sino también para experimentar la realidad de quién es Él.
13 – ÉL ES
Leer Colosenses1:13-20
En la última meditación, Pablo habló a los colosenses y les recordó su oración por ellos. Él oraba que avanzaran de la salvación que habían experimentado hacia el crecimiento y la productividad. Ésta era su única respuesta razonable al Señor por lo que Él había hecho por ellos. En esta siguiente sección del capítulo 1, Pablo les recordó a los colosenses lo que el Señor Jesús había hecho por ellos. En particular, él enfatizó quién es Jesús.
Pablo empezó por recordar lo que el Señor Jesús había hecho por los colosenses. Él les dijo en el versículo 13 que el Señor los había librado de “la potestad de las tinieblas.” Estas tinieblas eran el reino de Satanás de pecado y rebelión. Hay muchos que están atrapados en este dominio de maldad actualmente. Están atados por las cuerdas de la esclavitud del pecado. Viven para este mundo y sus placeres y no pueden ver la realidad del Señor Jesús y la esperanza que Él trae. Tienen que ser rescatados de este reino porque todos los que pertenecen a él, un día serán juzgados por Dios.
Pablo habló de la potestad de las tinieblas. La palabra dominio es realmente importante. En la lengua griega esto puede querer decir “el poder, la autoridad o el control.” Pablo les estaba diciendo a los colosenses que en un tiempo las tinieblas demoníacas los habían controlado. Habían estado atrapados bajo su poder y su autoridad. Esto nos conduce a entender que había sido imposible que ellos salieran de este poder malvado con su propia fuerza. Habían quedado bajo la dominación del pecado y el control hasta que alguien vino y los rescató. Habían estado en un grave problema. Habían sido incapaces de liberarse, y estaban irremediablemente destinados al juicio de Dios, a menos que algo ocurriera.
Pablo les recordó a los colosenses que fue el Señor Jesús quien los rescató del poder de las tinieblas y el castigo eterno de Dios. Cristo rompió el poder de la maldad y los liberó de sus cadenas. El Señor los trasladó “al reino de Su amado Hijo.” Fíjese que los creyentes son trasladados al reino del Hijo. Esto revela algo de cómo siente el Señor hacia nosotros. Él nos ha adoptado y nos ha colocado en el reino de Su propio Hijo. Nos convertimos en herederos con Jesucristo de la eternidad y la intimidad con Dios.
A través del Señor Jesús hemos recibido muchas bendiciones. Pablo nos dice en el versículo 14 que ha recibido redención y perdón del pecado. Cuando algo es redimido, es vuelto a comprar. Por el pecado fuimos enemigos de Dios y habitantes del reino de las tinieblas. El Señor Jesús nos rescató de ese reino de las tinieblas al precio de Su vida. Él pagó el precio extremo para comprarnos del enemigo a fin de que pudiéramos convertirnos en hijos de Dios, vestidos con perdón. Fuimos pecadores y rebeldes contra Dios, pero ahora todo eso ha sido perdonado. Estamos limpios cuando estamos de pie ante el Padre, como si nunca hubiéramos pecado. No merecemos esta misericordia, sino a través de la muerte de Cristo que es libremente ofrecida nosotros. Ahora cuando el Señor nos mira, Él nos ve como Sus hijos, purificados por el perdón que Jesús ha traído. Dios nunca pondrá nuestros pecados contra nosotros porque han sido pagados por su Hijo.
Pablo proclamó que Jesús es “la imagen del Dios invisible” (versículo 15). Una imagen es una representación o una similitud exacta de algo distinto. En este caso, Pablo nos dice que Jesús es una demostración visible del Dios invisible. En otras palabras, cuando Jesús vino a vivir entre nosotros, Él nos mostró quién es Dios. Cuando miramos a Cristo, vemos al Padre. Vemos las características del Padre en el Hijo. Vemos el corazón de Dios en el Señor Jesús. Si queremos saber quién es Dios, deberíamos mirar a Jesús en las Sagradas Escrituras, porque Él es una imagen clara y perfecta de quién es Dios.
El versículo 15 también nos dice que Jesús es “el primogénito de toda la creación.” En tiempos bíblicos el primogénito en una familia disfrutaba de un lugar muy especial. Él también tenía una responsabilidad única – él heredaría la hacienda o el reino del padre y sería el líder de la familia. Como el primogénito, él debía ser honrado y respetado de una manera distintiva. Jesús disfruta de esta posición sobre toda la creación. El Padre colocó todas las cosas bajo su control. Jesús es el Hijo supremo y el eterno Dios y el gobernante sobre todo. Como tal Él es digno de respeto y dignidad. Él es la cabeza de la nueva familia espiritual que Dios el Padre está estableciendo en la tierra. Ésta es una familia de individuos perdonados y redimidos que se han convertido en hijos de Su Padre.
Fíjese en el versículo 16 que todas las cosas fueron creadas por Jesús y para Él. Jesús no fue creado, sino que es el Creador. Pablo nos dice que todo en el cielo y la tierra fue traído a la existencia por Cristo y para Cristo. La tierra y todo lo que contiene, tanto visible como invisible, son de Él. Las montañas visibles y los vientos invisibles son Suyos y creados por Él. Todos los poderes angelicales han sido creados por Él y definitivamente le traerán gloria. Todos los reinos y gobernantes humanos le han prestado servicio a Sus propósitos. Todos ellos se arrodillarán delante de Él y le reconocerán como Señor de todo en el día del juicio.
Pablo nos recuerda en el versículo 17 que el Señor Jesús era antes que todas las cosas; Él existió antes de todo lo que vemos en esta tierra. Él es el Dios eterno quien es digno de toda nuestra alabanza y adoración. Al igual que Dios, Jesús sostiene el mundo y le da vida y aliento a toda Su creación.
En el versículo 18 Pablo dijo a los colosenses que este mismo Jesús es la cabeza de la iglesia, el cuerpo de los creyentes. La iglesia verdadera consiste en aquellos que han sido redimidos del reino de las tinieblas y perdonados de todos sus pecados. Jesús es su gobernante soberano.
Pablo procedió a decir que Jesús “es el comienzo.” Ya hemos visto esto como se refiere a la creación del mundo. Él es también el comienzo de la creación espiritual que Dios está preparando para sí mismo. A través de Su muerte en la cruz, el Señor Jesús creó una iglesia, un nuevo reino de sacerdotes para sí mismo. Su muerte nos abrió la puerta para volver a nacer espiritualmente en Su familia. Jesús es también el origen de esta nueva creación.
Jesús es también “el primogénito de los muertos.” Él resucitó de los muertos, conquistando a la muerte que no le podía retener. Jesús quebró el agarre de la muerte en la humanidad. Esto nos da esperanza como creyentes. A través de Él nosotros también podemos conquistar la muerte. Nuestra esperanza de la victoria recae sobre Él.
En todo Él merece tener supremacía. En otras palabras, Él merece recibir el primer lugar en todas las cosas. Él es digno de toda nuestra alabanza y nuestra adoración. Él es nuestro Creador y el que nos mantiene día a día. Él es nuestro Salvador y Cabeza. Sin Él, no tendríamos nada. Sin Él, no existiríamos. Le debemos todo a Él.
En el versículo 19 Pablo les dijo a los colosenses que Dios estaba encantado de tener toda la plenitud en Cristo. Es decir, todo lo que el Padre Eterno es, el Hijo de Dios también lo es. Jesús tenía la plena potencia y la autoridad de Dios en Él. Él es Dios en toda la extensión de la palabra. Honrar al Hijo de Dios es honrar al Padre también. El Hijo de Dios es tan merecedor de alabanza y culto como el Padre. Deshonrar al Hijo de Dios es deshonrar al Padre. El Hijo de Dios es completo y con creces.
A través del Hijo de Dios, el Padre eligió reconciliar todas las cosas Consigo mismo, ya sean las cosas en la tierra o las cosas en cielo (versículo 20). Él hizo esto haciendo la paz a través de la sangre del Hijo derramada en la cruz. Hay un par de cosas que tenemos que ver aquí.
Fíjese en el deseo del Padre y del Hijo. Era el deseo de ellos reconciliar todas las cosas con ellos mismos. En particular, Pablo nos dice que Dios reconcilió tanto las cosas en el cielo como las cosas en la tierra. El pecado trajo una división entre Dios y el hombre. Dios pudo haber dejado que este mundo se perdiera. Dios pudo haber elegido dejar que pereciéramos en nuestro pecado y nuestra rebelión. Sin embargo Él no quiso hacer esto. Él quiso restaurarnos a una relación con Él. Éste es el corazón de Dios. Puede que usted se sienta indigno de esta atención y amor. Puede que usted haya vivido en el pecado y la rebelión y usted no piensa que Dios realmente le podría perdonar. Fíjese aquí que el deseo del Creador, Sustentador, y el Gobernante del mundo es alcanzarnos por amor, rompiendo todas las barreras a la comunión entre el hombre pecaminoso en la tierra y un Dios santo en el cielo. Su gran deseo es restaurarnos a la comunión. Puede que usted no comprenda esto, pero no permita que esto le impida recibir lo que Él quiere ofrecerle. Dios verdaderamente lo quiere a usted para Él. Él voluntariamente envió a Su Hijo a vivir y morir a fin de que usted pudiera ser rescatado del reino tenebroso del pecado. No Le rechace.
La segunda cosa que tenemos ver aquí, es que Pablo nos dice que es el deseo de Dios reconciliar todas las cosas consigo mismo. La realidad es que toda la creación sufrió los efectos del pecado. A partir del día que el pecado entró en el mundo, esta tierra entera ha estado gimiendo bajo su maldición. Adán tuvo que trabajar duramente para producir cosecha para su familia. Las cosas se corrompen y se vuelven viejas. La enfermedad y los padecimientos han devastado la tierra. Las plagas y las tragedias se han hecho ordinarias. Toda la creación padece a causa del pecado.
Cuando Pablo nos dice que es el deseo de Dios reconciliar todas las cosas, él incluye la creación en esto también. Es el corazón de Dios restaurar la bendición a la tierra como a Sus hijos. Vemos evidencia de esto en el Antiguo Testamento. Cuando el pueblo de Dios le dio la espalda a Él, sus cosechas sufrieron por eso. La bendición de Dios fue eliminada no sólo de las vidas de sus hijos, sino también de la tierra. Vemos un ejemplo claro de esto en el libro de Oseas:
Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán! ’” (Oseas 4:1-3)
Hubo una conexión clara entre la desobediencia y el número de peces en el mar. Los peces se están muriendo en el mar por la infidelidad en la tierra. Lo mismo fue cierto para las aves del aire y las bestias del campo. La consecuencia del pecado en esta tierra es devastadora.
Cuando recurrimos a Dios con todo nuestro corazón, las cosas ocurren no sólo en nuestras vidas, sino en nuestra tierra también. Escuche las palabras de 2 Crónicas 7:13-14:
“Si yo cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
La tierra estaba sufriendo por culpa del pecado de la gente. El escritor de 2 Crónicas nos dice que si el pueblo de Dios se hubiera humillado y apartado de su pecado, entonces Dios no sólo los habría sanado a ellos, sino su tierra también.
Vemos de esto, que es el deseo de Dios no sólo reconciliarnos, sino a Su creación también. Él quiere restaurar toda la creación otra vez a su condición original. Él creó esta tierra para ser una fuente de bendición para nosotros. A través del pecado se ha convertido en una maldición. El deseo de Dios es revertir esta maldición. Satanás y el pecado nos han despojado de la bendición de Dios. El pecado ha despojado también a esta tierra de su bendición. Dios quiere extender su bendición a través de Cristo a cada lugar donde se encuentre esta maldición. El poder de perdón de Cristo puede restaurar todo lo que la maldición del pecado nos ha quitado.
Para considerar:
¿Qué bendiciones hemos recibido de Cristo de acuerdo a este pasaje?
¿Qué es lo que Pablo quiere decir cuando nos dice que Cristo es el Primogénito? ¿Cuál es la implicación de esto?
¿Qué es el corazón de Dios para su creación?
¿Por qué es tan difícil para algunas personas abrir sus corazones a lo que el Señor Jesús quiere hacer en ellas?
¿Qué era estar bajo el control y el dominio de las tinieblas? ¿Qué diferencia ha hecho en su vida ser parte del reino de Su Hijo amado?
¿Qué efectos ha causado el pecado a la creación?
Para orar:
¿Agradezca al Señor Jesús por lo que ha hecho al rescatarle del dominio de las tinieblas?
Si aun no sabe que usted ha sido rescatado de la potestad de las tinieblas, pídale al Señor que lo libere hoy.
¿Qué particular bendición ha recibido de Cristo? Tome un momento para agradecer al Señor por esa bendición.
Si usted tiene amigos o seres queridos amados que aún permanecen bajo la potestad de las tinieblas, pídale al Señor que los libere.
14 – PRESENTADOS PERFECTOS ANTE SU VISTA
Leer Colosenses 1:21-29
Pablo les dijo a los colosenses que es el deseo del Padre reconciliar todas las cosas Consigo mismo a través de la cruz de Su Hijo Jesús. Había individuos en Colosas que habían sido reconciliados con Dios a través del mensaje del evangelio. Estos individuos aceptaron la obra del Señor Jesús y fueron restaurados a una relación correcta con el Padre. Pablo quería que los colosenses conocieran que la salvación era sólo el comienzo. Puesto que fueron salvados de la ira de Dios, tenían que crecer en esta relación con Él. Pablo sentía que era su ministerio preparar el cuerpo de Cristo para conocer al Señor. Él quería presentar los colosenses al Señor en una condición perfecta y santa.
El apóstol les recordó a los colosenses de su condición antes de que vinieran a conocer al Señor. Estaban separados de Dios y eran enemigos en sus mentes. En un tiempo no quisieron tener que ver nada con Dios. Ellos estaban contra todo lo que Dios significaba. Dios significaba pureza y ellos vivían en pecado. Dios significaba moralidad; ellos vivían en la inmoralidad. Dios era la cosa más lejana de su mente. Sin embargo más allá de esto, como sus enemigos estaban destinados al juicio. Estaban encaminados a una separación eterna de Dios en el infierno. Estaban bajo su ira y sufrirían las consecuencias de su ira contra ellos por su pecado y su rebelión.
Si bien en un tiempo fueron enemigos de Dios, los creyentes colosenses habían sido reconciliados con Él a través de la cruz. El castigo para el pecado es la muerte (Romanos 6:23). Merecían morir, pero Jesús murió por ellos. Él tomó su castigo sobre Sí mismo y pagó el precio por ellos. Al aceptar la obra de Cristo, estos colosenses estaban liberados del castigo del pecado. La barrera entre ellos y Dios fue eliminada y su relación restaurada.
Fíjese que si bien habían sido reconciliados con Dios por el pago de Cristo de su castigo, no eran aún perfectos. Pablo les dijo a los colosenses en el versículo 22 que Dios los reconcilió a través de Cristo para presentarlos santos ante Sus ojos, libres de mancha y acusación. La palabra “para” también podría ser traducida “a fin de.” Pablo estaba diciendo que los colosenses estaban unidos con Cristo por un propósito. Ese propósito era que pudieran ser liberados del pecado. La salvación fue sólo el comienzo de lo que Dios quería hacer en sus vidas.
Como creyentes, sabemos que hay todavía cosas de las que tenemos que ocuparnos en nuestras vidas. La Sagrada Escritura nos desafía a que libremos la guerra contra el pecado y la carne. Aun cuando el castigo por el pecado esta pagado, esto no quiere decir que nunca caigamos en pecado. El Señor nos llama a morir a nuestra vieja, malvada naturaleza y vivir para Él (Romanos 8:13). Éste es un proceso en curso en nuestras vidas espirituales.
Pablo aclaró a los colosenses que este asunto de tratar de la carne y sus deseos malvados no serían sin esfuerzo de parte de ellos. Él les dijo en el versículo 23 que la única manera en la que podrían ser santos y sin mancha o sin acusación ante Dios era que ellos continuaran en su fe, establecidos e inconmovibles de la esperanza ofrecida en el evangelio. Esta esperanza es el mensaje del Señor Jesús que vino a rescatar a un pueblo desobediente de su pecado. Como creyentes, no debemos perder de vista esta esperanza. Nunca debemos dejar que el mundo o la carne nos impidan vivir en la realidad de nuestro perdón en Cristo. Debemos permanecer firmes en esta esperanza, pues nuestra victoria solo está en Cristo.
Continuar en la fe implica lucha. Dios nunca prometió que el viaje cristiano sería fácil. Algunos han afrontado tremenda oposición e incluso la muerte. Incluso creyentes, que han sido reconciliados con Dios a través de la obra del Señor Jesús, todavía tienen áreas de sus vidas que no han sido completamente entregadas a Dios. Puede que usted haya aceptado el sacrificio del Señor Jesús y se ha convertido en Su hijo, ¿pero lucha usted por la santidad? El reto de Pablo a los colosenses y a todos nosotros los creyentes es que hagamos nuestra meta ser santos en todas las cosas.
Pablo se veía a él mismo como un siervo del Evangelio (versículo 23).Él había comprometido su vida a predicar este evangelio y ayudar a la gente a vivir en la realidad de esta esperanza. Pablo sintió que era su deber no sólo señalar al pueblo a la salvación que se ofrecía en Cristo, sino también ayudarles a madurar en esa salvación. El evangelismo y el discipulado caminan de la mano. No damos a luz a un bebé y nos alejamos de él. Nosotros lo nutrimos, lo alimentamos, y nos ocupamos de ese bebé hasta que sea adulto. Esto es lo que sintió Pablo acerca de su obra con los colosenses. Él lo veía cómo su responsabilidad, no sólo verles entrar en el reino de Dios, sino también ser presentados a Cristo como hijos santos y libres de culpa.
El versículo 24 puede ser algo difícil de entender. Pablo les dijo a los colosenses que él se regocijaba en sufrir por ellos y cumplir lo que faltaba de las aflicciones de Cristo. ¿Cómo debemos entender esto? Tenemos que ver que Pablo no tenía la intención de disminuir la obra terminada de Cristo en la cruz. Por su sufrimiento en la cruz, el Señor Jesús logró todo lo que se tenía que lograr para nuestra salvación. Él soportó todo el sufrimiento que Él tuvo que soportar para nuestra completa y entera redención.
Pablo nos recuerda en 2 Corintios que los sufrimientos de Cristo abundan en nuestras vidas:
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. (2 Corintios 1:5).
Como hijos y seguidores de Cristo, nosotros también debemos sufrir por Cristo. El reino de Dios es expandido en este mundo a través del sacrificio. Si la obra de Dios va a avanzar en esta tierra y Su reino a ser establecido, será primero por el sacrificio y sufrimiento de Cristo. Será porque nosotros también seguimos Su ejemplo. Ningún soldado pretende que la batalla sea ganada sin dolor, ni lucha. En nombre de Cristo nosotros también lo arriesgamos todo para la gloria de Su nombre y la expansión de Su reino en esta tierra. Participamos de Su sufrimiento cuando avanzamos Su causa.
En el versículo 25 Pablo les recordó a los colosenses que él había sido comisionado por Dios para presentar la Palabra de Dios en su plenitud. Esta palabra había estado escondida desde hacía mucho tiempo, pero ahora había sido revelada a los santos, tantos gentiles como judíos. ¿Cuál era esa palabra que había estado escondida? Pablo nos dice que era “Cristo en vosotros” (versículo 26). Examinemos esto en más detalle.
Desde el principio del tiempo, ha habido un problema común para cada ser humano. Ese problema es el pecado y cómo nos separa de Dios. Por este problema, la humanidad ha sido destinada hacia una eternidad de separación de Dios. En el jardín del Edén, Dios prometió que él rompería el control del pecado. En las generaciones que siguieron, el hombre se preguntó cuándo y cómo tendría lugar esto. ¿Cómo alguna vez podrían estar unidas personas pecaminosas y un Dios santo? Éste era un gran misterio. El Salvador del mundo y el plan de salvación estuvieron ocultos a muchas generaciones de personas. Sin embargo, Pablo les recordó a los colosenses, que a través del Señor Jesús ese plan ha sido revelado.
Dios iba a colocar al Espíritu de Su Hijo en las vidas y los corazones de Su pueblo. Por este medio, Él no sólo los perdonaba de sus pecados, sino también los capacitaba para ser forjados en Su imagen. Su Hijo en ellos les daba una esperanza de gloria en la presencia del Padre. El Señor Jesús solo era la garantía de que un día serán presentados como pueblo santo para el Padre, inmaculados y libres de culpa (Mateo 10:32). Por esta obra en la cruz y por su constante morada en los corazones y vidas de los creyentes, Cristo lograría en ellos el plan y el propósito del Padre.
Qué privilegio el que tenemos en los tiempos que corren. Hemos visto el despliegue del plan de Dios. Hemos conocido al Salvador. Hemos experimentado la realidad de su Espíritu Santo viviendo en nosotros. Conocemos en nuestros corazones la esperanza maravillosa de la gloria en la presencia del Padre. Nosotros debemos compartir esta esperanza maravillosa con otros. En el versículo 28 Pablo les recuerda a los colosenses que él proclamaba este misterio mediante la amonestación y enseñanza.
Amonestar significa advertir o alertar. Pablo amonestó a sus oyentes. Puede que necesitemos oír la advertencia de este mensaje otra vez en nuestra época. Hay implicaciones serias a este mensaje de Cristo en nosotros. Si el Espíritu de Dios está en nosotros, no nos atrevemos a afligirle. Si entendemos que el Espíritu de Cristo está en nosotros, seremos cuidadosos con lo que decimos, donde vamos, y lo que hacemos. Con el Espíritu de Cristo en nosotros, somos personas especiales. Tenemos un testimonio que mantener ante el mundo. Somos representantes del Señor Jesús. Nuestros cuerpos son el lugar de residencia del Espíritu Santo. Esto debe cambiar cómo vivimos y cómo hacemos las cosas. El corazón de Pablo debía ver que los creyentes maduraran y se convirtieran en todo lo que tenían que ser en Cristo.
Hay otro aspecto de la amonestación. ¿Cuántas veces han intentado las personas vivir la vida cristiana por sí mismas? Creen que las buenas obras son suficientes para merecer una posición en el reino de Dios. Este mensaje de “Cristo en vosotros” nos recuerda que no hay otra vía para salvarnos. Cristo solo es nuestra salvación. Él solo puede traer reconciliación entre nosotros y Dios. Pablo advirtió la futilidad de confiar en esfuerzo humano para la salvación. Él les recordó a sus lectores que la única esperanza de gloria que tenían, era la presencia del Espíritu de Cristo en ellos.
Pablo enseñaba esta verdad a todas las partes que iba. Como ya hemos visto, hay muchas implicaciones para esta verdad acerca de que Cristo está viviendo en nosotros. Esta verdad debe cambiar nuestras vidas y nuestras maneras. El deseo de Pablo era enseñarles a los cristianos cómo vivir después de que tenían la presencia de Cristo en ellos. Fíjese que la razón por la que Pablo amonestaba y enseñaba esta verdad era a fin de que los que la oían pudieran ser perfeccionados en su carácter (ver el versículo 28). Si usted quiere madurar y ser como Cristo, usted tiene que comprender este mensaje de “Cristo en vosotros.” Usted tiene que dejar de intentar vivir la vida cristiana en su propia fuerza y en lugar de eso dejar al Espíritu de Dios ser su guía y la fuerza. Solo Él le puede perfeccionar.
El gran clamor del corazón de Pablo era ver que los creyentes crecieran a la perfecta madurez. Fíjese en el versículo 29 que él obró y luchó con toda su energía para hacer esto. Los que están involucrados en este ministerio de perfeccionar a los creyentes se dan cuenta de cuán difícil es esta tarea. Alabado sea el Señor por aquellos que ministran de este modo. Con este fin, Dios ha levantado a pastores, maestros, y evangelistas. Ministran a través de visitar, escuchando, aconsejando, y exhortando a los creyentes. Ellos emplean largas horas y noches sin dormir preocupados por el cuerpo de Cristo. Oran, predican, y sollozan. Hacen esto porque, como Pablo, su máxima alegría es ver a los creyentes siguiendo adelante hacia la perfección.
Hay un detalle más, muy importante que tenemos que ver en el versículo 29. Fíjese que Pablo trabajaba y no luchaba con su propia energía, sino con la energía que le era dada por el Espíritu de Cristo, que moraba en él. Cuán fácil sería para nosotros perder este argumento. La energía ilimitada de Pablo no era del. Él atribuía su energía a la obra poderosa del Espíritu de Dios en su vida. Cuanta diferencia hay cuando dejamos al Espíritu de Dios guiarnos y liderarnos en todas las cosas. El ministerio de perfeccionar santos es el ministerio del Espíritu Santo. Si somos francos, el Espíritu de Cristo nos guiará y nos motivará. Él nos fortalecerá y nos equipará en esta tarea. Cuánto necesitamos que Él obre a través de nosotros.
Vemos en este pasaje que Dios nos ha alcanzado para salvarnos y perfeccionarnos en Cristo. A través del Señor Jesús la puerta ha sido abierta para el Espíritu para ministrar en nosotros y a través de nosotros. El gran deseo de Pablo era ver que los que habían empezado su vida con Cristo terminaran bien. Pablo quería verles estar ante Cristo en ese día final, sin sentir vergüenza, inmaculados, y santos. Con este fin él trabajó y luchó. Puede que Dios levante en nuestra época un pueblo cuyo corazón clame por acercarse a Cristo. Que el Espíritu de Cristo tenga el total control de nuestras vidas para que en Su capacitación y guía nosotros lleguemos a ser todo lo que Dios se ha propuesto que seamos.
Para considerar:
¿Por qué Dios nos ha salvado del pecado? ¿Es la salvación el final o el comienzo? Explique.
¿Qué es lo que aprendemos aquí acerca de la importancia de Cristo en nosotros? ¿Por qué es importante que entendamos el mensaje de Cristo en nosotros?
¿Cómo usted sabe que Cristo esta en usted? ¿Cuales son las evidencias?
¿Cuál es el corazón de Pablo para los creyentes en este pasaje? ¿Compartimos esta misma carga en la iglesia actualmente?
Para orar:
Agradezca al Señor por haber puesto a Su Espíritu Santo en su vida.
¿Que necesita ser perfeccionado en usted? Pídale al Señor que rompa todo lo que necesita ser roto y sane todo lo que necesita ser sanado. Pídale que lo acerque más a Él y Su propósito para su vida.
Pídale al Señor que le enseñe como usted puede ser un instrumento en Sus manos para ayudarlo en el perfeccionamiento de los Santos.
Pídale al Señor que le de gracia para rendirse más completamente a la perfecta obra de Su Espíritu en la vida de usted.
15 – LAS RIQUEZAS DE UNA COMPLETA COMPRENSIÓN
Leer Colosenses 2:1-7
Si hay una cosa que aprendemos acerca del apóstol Pablo, es que él llevó una tremenda carga en su corazón por la madurez y el crecimiento de los creyentes. En la última meditación, el apóstol nos dijo que su gran preocupación era presentar a los colosenses puros y libres de culpa a Cristo. Pablo era conducido por una pasión por ver a los creyentes crecer en el Señor y convertirse en todo lo que Dios quería que ellos fueran.
Cuando empezamos el capítulo 2, continuamos viendo la pasión de Pablo por los colosenses y su crecimiento en Cristo. Él les dijo que él quería que ellos supieran cuánto él estaba empeñándose en ellos y los creyentes alrededor de Laodicea. Pablo nunca había conocido a muchos de estos individuos, pero él todavía luchaba en su corazón por ellos.
Encuentro interesante ver cómo las luchas de Pablo están en su propia alma y mente. Hay un tiempo para nosotros para descansar y hay un tiempo para que nosotros seriamente nos afanemos. Hay quienes dicen que nunca debe haber lucha en la vida cristiana. Sin embargo, alguien que tiene pasión por avanzar el reino de Dios, experimentará esta lucha. Tenemos que recordar que estamos en una batalla entre el bien y el mal (Efesios 6:12). Si estamos preocupados por el reino de Dios, sentiremos dolor y agonía cuando la gloria del Señor esté en riesgo. Sentiremos pena por los que se perdieron en el pecado. Nos acongojaremos por aquellos que se están lastimando y forcejeando con fortalezas del pecado en sus vidas. Clamaremos a Dios por la expansión de Su reino en las vidas y los corazones de los hombres.
Pablo fue un hombre de pasión por el reino de Dios, y fue esta pasión la que causó su profunda batalla y su deseo de trabajar incansablemente por la gloria de Dios. Todos nosotros tenemos que tener este tipo de pasión. ¿Qué causa la batalla en su ministerio? ¿Qué rompe su corazón? ¿Cuál es su pasión particular por el reino? Hay momentos en los que el Señor no nos dará descanso. Él hace esto a fin de que seamos dirigidos a ministrar. Esa lucha nos resguardará de volvernos cómodos, descuidados, y perezosos en nuestras vidas espirituales.
Pablo les dijo a los colosenses en el versículo 2 la naturaleza de su lucha. Su corazón tenía la carga de ver a los colosenses y los laodicenses alentados en el corazón y unidos en amor a fin de que tuvieran las riquezas de un completo entendimiento de su posición en Cristo. Tenemos que examinar lo qué Pablo estaba diciendo aquí.
El deseo de Pablo era que estas personas fueran animadas en el amor de Cristo. Podemos asumir que estos individuos ya conocían al Señor Jesús como su Salvador. A pesar de que eran hijos de Dios, todavía necesitaban ánimo. Incluso hasta los creyentes pueden ser cegados a la realidad de lo que tienen en Jesús. Los cuidados y preocupaciones de este mundo pueden esconder la belleza de Cristo. La carga del cuidado y la responsabilidad nos pueden oprimir. El ministerio nos puede abrumar. A menudo necesitamos ser reconfortados y renovados en nuestra relación con Cristo de vez en cuando.
Pablo también quería ver a estos creyentes unidos en amor. No es de extrañar que los creyentes tengan prioridades y personalidades diferentes. No siempre vemos las cosas de la misma forma. Esto puede conducir a la división en el cuerpo de Cristo. Estas divisiones nos pueden cegar a la realidad del amor de Cristo por nosotros. Al extender la mano en el amor y la aceptación demostramos el amor de Cristo en maneras prácticas por nuestros hermanos. Ellos ven su amor a través de nosotros. Cuando comprendemos cuanto ama el Señor a Sus hijos, estaríamos menos dispuestos a hablar mal de ellos. Pablo quería ver el cuerpo de Cristo unido en su amor mutuo. Ésta era una demostración práctica del amor mutuo y al mundo del amor de Dios por Sus hijos.
Fíjese que Pablo quiso que los creyentes se animaran y se unieran en amor “a fin de que pudieran tener la plenitud de las riquezas de un completo entendimiento” (versículo 2). Hay una conexión clara entre su ánimo, su unidad en el amor y su comprensión de sus riquezas en Cristo. Tenemos que ver esta conexión.
La desunión en el cuerpo nos cegará a la plenitud de nuestras riquezas en Cristo. Muy a menudo el Señor utilizará Su pueblo para ser los vehículos de Su amor. Cuando el Señor quiere alentarnos, Él a menudo lo hará enviando a un hermano. Cuando Él quiere suplir nuestras necesidades, Él le pedirá a alguien que tiene lo que necesitamos que lo comparta con nosotros. Él utilizará a hombres piadosos para aconsejarnos cuando necesitamos guía y dirección. Sin embargo, qué sucede, ¿cuando el cuerpo se rehúsa a oír al Señor y a caminar en obediencia a su incitación? Cuanto mucho más difícil es para nosotros ver la plenitud de nuestras riquezas en Cristo, cuando todo lo que podemos ver alrededor nuestro son creyentes discutiendo y protegiendo sus propios intereses. Vemos la plenitud de nuestras riquezas en Cristo cuando el cuerpo ministra en Su nombre mutuamente. El mundo también ve la plenitud de Cristo en cómo nos ministramos mutuamente.
Pablo rogaba que los colosenses y los laodicenses se animaran y se unieran en amor a fin de que tuvieran las riquezas de una comprensión completa de lo que tenían en Cristo. Sin embargo, fíjese, que esta comprensión de lo que tenían en Cristo, no era el fin. Pablo quería que ellos tuvieran las riquezas de una comprensión completa para que pudieran conocer a Cristo, el misterio de Dios revelado a ellos. Usted puede saber lo que usted tiene en Cristo, sin realmente conocer a Cristo. Usted puede hablar de la paz y alegría que viene del Señor Jesús y aún así no la puede experimentar en realidad. Usted puede citar todo los versículos en la Biblia que hablan de la provisión de Dios para cada necesidad suya, ¿pero ha vivido usted en esta realidad? Hay muchos cristianos que conocen sus riquezas intelectuales, pero no están viviendo en la realidad de esas riquezas todos los días. Ellos se parecen a y viven como sus vecinos impíos. El conocimiento intelectual no es suficiente. Tenemos que conocer a Cristo y experimentarle. La teología también debe estar acompañada de la experiencia.
Pablo nos recuerda en el versículo 3 de la riqueza de conocer a Cristo. Él les recordó a los colosenses que en Jesús están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. Ya hemos visto que el universo fue creado por el Señor Jesús. Por siglos hemos estudiado este universo y aún no hemos penetrado las profundidades de él. La sabiduría del Señor Jesús en la creación de este universo ha desconcertado las máximas mentes humanas. Sin embargo, más allá de todo esto, Dios está desplegando sus propósitos espirituales para este universo a través del Señor Jesús. Dios está creando a un pueblo para sí mismo. El Señor Jesús es el centro de este propósito. Sin su obra nunca habríamos sido unidos con el Padre. Él derrotó la muerte y la tumba. Él doblegó a Satanás y al pecado. Él creó y sustenta el universo, y cada aliento que respiramos se lo debemos a Él. Él es la fuente de toda nuestra capacidad de pensar, trabajar, y hablar. Todos los tesoros de la sabiduría están en Él. Él sabe todas las cosas. Nada existiría sin Él. Pablo comprendió que él le debía todo al Señor Jesús.
Pablo enseñaba estas cosas a fin de que los colosenses no fueran engañados por los argumentos de aquellos entre ellos que enseñaban el error. Estos individuos cuidadosamente habían razonado argumentos que parecían muy inteligentes, pero eran lo contrario a lo que habían aprendido de Cristo. Pablo les estaba pidiendo a los colosenses que consideraran por un momento, que Cristo es la fuente de toda sabiduría. No importa cuán expertos fueran estos falsos maestros, había cosas que no comprendían simplemente. ¿Le creerá usted a Aquel por medio del cual el propósito del Padre Eterno se está desarrollando o le creerá a humanos pecaminosos cuya comprensión es limitada? Los argumentos de los falsos maestros fueron cuidadosamente razonados, pero eran contrarios a Dios. Debemos escuchar a Dios y únicamente a Él. Pablo temía que la iglesia en Colosas fuera engañada por estos maestros hábiles, pero falsos. Pablo estaba preocupado por estos creyentes, y si bien él físicamente no podía estar con ellos, él estaba con ellos en espíritu (versículo 5). Su corazón y sus oraciones eran a favor de ellos. Le deleitaba que estaban siendo fieles. Él oraba para que siguieran fieles y no se dejaran engañar por falsos profetas y maestros que entraban en medio de ellos.
Estos falsos profetas existen todavía hoy. Parecen muy atractivos. Tienen argumentos lógicos y racionales. Convencen a muchos por su razonamiento. Sin embargo, nuestra autoridad, no es humanamente lógica y razonable. Es la Palabra de Dios. Esta palabra viene de Dios que es la fuente de toda sabiduría.
Ser maduro en Cristo no significa no sólo conocer la verdad que Él enseña, sino también vivir fielmente en esa verdad. En el versículo 6 Pablo retó a los colosenses a caminar con Cristo justo como ellos lo habían recibido a él. En este contexto Pablo estaba hablando acerca de los falsos maestros que habían llegado a Colosas. Estos maestros tenían argumentos bien razonados, pero enseñaban un evangelio falsificado. Estaban promoviendo un estilo de vida que era contrario a los principios que Cristo les había enseñado. Pablo les dijo a los colosenses que debían vivir en Cristo tal y como le habían recibido. ¿Cómo ellos habían recibido a Cristo? Lo habían recibido por la fe. Simplemente oyeron Su voz y le obedecieron. Abrieron sus corazones para recibir lo que Él enseñó y dio.
Hay algo profundamente simple acerca de esta fe filial. Ella acepta la verdad como Dios la enseña, porque Él es la fuente de toda sabiduría y todo conocimiento. Los que aman al Señor confiarán en Su palabra. No serán engañados por argumentos astutos o nuevas enseñanzas de origen humano. Miran hacia Dios como la fuente de sabiduría y deleite para vivir y caminar en la obediencia a Él. Tenemos que ver más de esta actitud actualmente.
Para considerar:
¿Qué riquezas usted tiene en Cristo?
¿Cuál es su pasión particular en el ministerio? ¿Con qué le ha llamado Dios a luchar en el ministerio?
¿Cuál es la diferencia entre conocer las riquezas que tenemos en Cristo y experimentarlas en la realidad?
¿Qué quería decir Pablo cuando él les dijo a los colosenses que ellos debían vivir de la manera que habían recibido a Cristo?
¿Cuán fácil es que nosotros nos dejemos engañar por doctrinas y enseñanzas de origen humano? ¿Cuál es el consejo de Pablo a los colosenses con relación a esto?
Para Orar:
Agradezca al Señor por la manera que Él le ha bendecido con abundancia.
Pídale al Señor que le abra su corazón para ser un instrumento en Sus manos.
¿Se ha encontrado usted perdiendo de vista al Señor Jesús en su situación o en su ministerio? Pídale que renueve su entendimiento de Su presencia.
Pídale al Señor que le dé una fe que confié en lo que Él ha enseñado en Su Palabra. Pídale que le guarde de enseñanzas falsas de origen humano.
16 – CRISTO CONTRA LAS TRADICIONES HUMANAS
Leer Colosenses 2:8-23
Del contexto de este libro, comprendemos que ciertos individuos habían llegado a Colosas con una enseñanza que era contraria a lo que Pablo había enseñado. Estaban promoviendo la necesidad de seguir un conjunto de tradiciones y leyes para ser salvados. Pablo adoptó una actitud firme en contra de estos individuos en este capítulo.
En el versículo 8 Pablo empezó por decirle a los colosenses que debían ser muy cuidadosos para no ser tomados cautivos por medio de la filosofía vacía y engañosa. La filosofía es un intento humano para hablar racionalmente del universo. Fíjese lo que Pablo tiene que decir acerca de esta filosofía: dependen de tradiciones humanas y los principios básicos de este mundo, pero no sobre Cristo. Los que promovían esta clase de filosofía no recurrían a las Sagradas Escrituras o a Cristo por respuestas. En lugar de eso, ellos recurrían a su propio razonamiento. Eran muy lógicos y hábiles en su presentación, pero estaban equivocados. Pablo no quería que los colosenses fueran engañados por estos falsos maestros y su filosofía.
Cualquier intento para comprender el significado de esta vida aparte de Cristo siempre fallará. Solo en Él la vida cobra sentido. Pablo les recordó a los colosenses en el versículo 9 que la plenitud de la deidad vivía en el cuerpo humano de Jesús. En otras palabras, Jesucristo es Dios y el creador del universo y todo lo que hay en él. Él conoce el propósito de la vida. Él vino a esta tierra como hombre para transmitir este significado y este propósito para nosotros. Según Pablo, entender la vida requería un regreso a Cristo el Creador y Salvador.
De este punto de partida, Pablo siguió adelante para decirle a los colosenses algo de su posición en Cristo y el propósito para el cual Él los había creado. Pablo empezó en el versículo 10 recordándoles que a ellos se les había dado total suficiencia para cada necesidad en Cristo, quien es la cabeza sobre todo poder o toda autoridad. No hay poder o sabiduría superior a Cristo. Él es el Señor de todos los señores y el Rey de todos los reyes. Pablo les estaba diciendo a los colosenses que ellos tenían el privilegio como creyentes de estar llenos de Cristo, quien es la única fuente de verdadera comprensión espiritual. No tenían que mirar al mundo en busca de sabiduría.
Segundo, en el versículo 11 Pablo les recordó a los colosenses que en Cristo estaban circuncidados al echar de ellos el cuerpo pecaminoso carnal. Esta circuncisión no era una circuncisión física, sino una circuncisión espiritual. En otras palabras, cuando ellos llegaron al Señor Jesús, Él extirpó su apego a la naturaleza pecaminosa. Recibieron nuevos corazones y nuevas mentes. Por primera vez, podían comprender el propósito y el plan de Dios. La atracción a los deseos pecaminosos fue quebrada. El Espíritu de Dios cambió sus corazones y maneras de pensar. La vieja naturaleza fue eliminada completamente (circuncidada). Eran un nuevo pueblo cuyos pensamientos fueron transformados. Ya no dependían de filosofías humanas fútiles, sino que estaban conectados a la fuente de toda sabiduría.
Pablo procedió a decirles a los colosenses en el versículo 12 que habían sido sepultados con Cristo en el bautismo y resucitados con Él a través de la fe en el poder de Dios. Pablo les dijo primero que ellos fueron bautizados con Cristo. Este bautismo fue la muerte de Cristo. Jesús habló de esto en el Evangelio de Lucas:
De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! (Lucas 12:50).
Cuando el Señor Jesús habló estas palabras, Él ya había sido bautizado por Juan, así que Él estaba aquí hablando de otro bautismo. Es obvio del contexto de Lucas 12 que la razón por la que Jesús estaba tan preocupado por este bautismo, era porque el bautismo del cual Él habló era su muerte.
Pablo también habló acerca de la muerte como un bautismo en Romanos:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bauti zados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (Romanos 6:3).
Cuando Pablo les dijo a los colosenses que estaban sepultados con Cristo en Su bautismo, él les estaba diciendo que cuando el Señor Jesús pasó por Su bautismo de muerte en la cruz, ellos murieron con Él en un sentido espiritual y legal. Él fue levantado en esa cruz por nuestro pecado. Fue nuestro castigo el que Él tomó en la cruz. Dios miró desde el cielo y vio nuestros pecados en los hombros de Su Hijo. El Padre apartó la cara de su Hijo y le castigó con santa ira a fin de que pudiéramos ser perdonados. Fuimos legalmente ejecutados en esa cruz con Cristo, cuando Él cargó con nuestro castigo. Era como si nosotros mismos hubiéramos sido castigados y hubiésemos muerto.
Pablo procedió a decir que tal como morimos con Cristo, también resucitamos con Él (versículo 12). Cuando el cadáver de Jesús fue puesto en la tumba, nuestra vieja naturaleza de pecado fue también sepultada. Cuando el Padre levantó a Jesús de la tumba con un cuerpo glorificado, Él nos levantó también para vivir victoriosamente. Nos beneficiamos de Su victoria. El hecho que Dios levantó a Cristo de la muerte es la señal que Dios aceptó el precio que Cristo pagó. Dios estaba proclamando que el poder del pecado fue quebrantado. La pena está pagada. Estamos perdonados.
En el versículo 12 Pablo continuó explicando que en un tiempo todos estábamos muertos en nuestros pecados y viviendo en la incircuncisión de nuestra naturaleza pecaminosa. Es decir, antes de que la naturaleza pecaminosa fuera suprimida completamente, estábamos viviendo bajo su control. Jesús tomó nuestro pecado sobre Él en la cruz. Habiendo conquistado el pecado y pagado la pena, el perdón fue otorgado a quienes aceptaran el pago de Cristo a favor suyo.
Jesús murió por los pecados del pasado, presente, y futuro. Esto tiene una aplicación de suma importancia. Si todos mis pecados han sido pagados, entonces no hay nada más que pueda hacer para merecer la salvación. Todo se ha hecho. Pablo les dijo a los colosenses en el versículo 14 que la muerte de Jesús canceló el acta de los decretos (la ley) con todas sus reglas. Jesús cumplió con la ley, y entonces Dios tomó la ley y la clavó en la cruz con Jesús (versículo 14). Esto quiere decir que nadie puede salvarse por medio de la ley. Jesús es el camino de la salvación. Cualquier pecado que cometemos ahora está cubierto por la cruz. En lo que se refiere a la salvación, la ley no tiene valor. Pensar que en cierta forma podemos llegar al cielo observando la ley y haciendo buenas obras es fallar al entender lo que el Señor Jesús hizo en la cruz por nosotros. Pablo está tratando de comunicar la insensatez de la falsa enseñanza de la época que hacía hincapié en la salvación por medio de seguir un conjunto de enseñanzas y regulaciones. Creer que siguiendo un conjunto de reglas podremos ir al cielo, sería negar la necesidad de Jesús como nuestro único Salvador.
No sólo Jesús trató con la cuestión del pecado en la cruz, sino que Él también despojó a las potencias y las autoridades (versículo 15). ¿Quiénes son estas potencias y autoridades? Por un lado, pueden ser aquellas potencias terrenales con todas sus filosofías mundanas. Este mundo tiene sus ideas del significado de la vida, excepto que todas estas filosofías son huecas. Jesús nos mostró la verdad. Los que le encuentran, encuentran la verdad en la vida. Por Su muerte en la cruz, el Señor Jesús le mostró al mundo la insensatez de estas filosofías mundanas.
Sin embargo, más allá de esto Jesús también despojó a las autoridades y potencias espirituales. Satanás y sus ángeles mantenían a este mundo en las tinieblas. El mundo estaba bajo el poder de Satanás. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, Él quebrantó el agarre legal de Satanás sobre la raza humana. Las Fuerzas espirituales levantaron al Señor en esa cruz, burlándose de Él y escupiendo sobre Él, pero Jesús las venció. Él rompió su poder. Ahora, en el nombre de Jesús, Satanás y sus ángeles huyen. Han sido derrotados. No tienen poder legal en aquellos que están en Cristo. Las fuerzas del mal pueden oprimir y pueden dar a los creyentes grandes problemas y dificultades en esta vida, pero estas fuerzas definitivamente fracasarán. Han sido neutralizadas. La cruz rompió el poder y el agarre legal de Satanás y sus ángeles en los que están en Cristo.
La pena del pecado ha sido pagada, y Satanás ha sido neutralizado. Cristo lo ha hecho todo. Por lo tanto, Pablo les dijo a los colosenses, que a consecuencia de estos hechos, nunca deberían dejar que nadie los juzgue en base a lo que comen y beben o si celebran un cierto festival religioso o practican el sábado judío. En otras palabras, su salvación no tenía nada que ver con que ellos hicieran estas cosas o no. Pablo estaba seguro aquí. Si nuestra salvación se logró completamente por Jesús en la cruz, no podemos juzgar si otros individuos están en una relación correcta con Cristo con base en la ley. Todo lo que importa es si ellos han aceptado al Señor Jesús y el pago que Él ha hecho para ellos en la cruz.
La ley había provisto a Israel del estándar sagrado de Dios para la justicia. La ley les había mostrado a los israelitas que eran pecadores, que no podían guardar los requisitos de Dios. La ley y todas sus obligaciones, eran amablemente dadas para preparar los corazones del pueblo de Dios para la llegada de su Cristo, quien lograría lo que ellos no pudieron lograr con sus propios esfuerzos a través de la ley.
Pablo les dijo a los colosenses que no debían dejar que nadie los descalificara para el premio. Los falsos maestros estaban predicando otro evangelio. Estaban instruyendo a los creyentes que adoraran a los ángeles. Estos maestros afirmaban tener grandes visiones y sueños. Ellos hacían detalladas descripciones de estas imágenes maravillosas (versículo 18). Intentaban lucir espirituales, pero eran mundanos. Ellos tenían toda clase de ideas e instrucciones que darles a los que les escucharan, pero los estaban apartando del Señor Jesús, lo que Él había hecho y la verdad de Su palabra. Pablo les recordó a los colosenses en el versículo 19, que estos falsos maestros habían “perdido la conexión con la Cabeza” (el Señor Jesús).
Pablo usó la ilustración del cuerpo humano. Cristo es la cabeza y los creyentes son el cuerpo. Exactamente como el cuerpo no puede funcionar sin la cabeza, así es que los creyentes necesitan estar conectados con Cristo, su cabeza. El momento que dejamos que nuestros ojos se desvíen del Señor Jesús, perdemos de vista todo lo que es importante. Nos encontramos en una pista que nos guiará al camino incorrecto.
Pablo alentó a los colosenses en el versículo 20 a recordar que ellos habían muerto con Cristo a las filosofías y los principios de este mundo. Jesús había dado Su vida para mostrarles la verdad. No debían ser engañados por falsos maestros. Había creyentes que estaban viviendo como si su salvación dependiera de guardar la ley. Las vidas de estos individuos consistían en un conjunto de reglas y regulaciones: “¡No manejes! ¡Ni gustes! ¡Ni aun toques!” (versículo 21).
Los falsos maestros predicaban la ley y las tradiciones. Su énfasis no estaba en el Señor Jesús, sino más bien en todos los pros y contras de la ley. Juzgaban la espiritualidad de las personas en consideración a si guardaban ciertas reglas. Pablo les dijo a los colosenses que estas reglas estaban basadas en mandamientos y enseñanzas humanos y no en Cristo. Estas reglas tenían apariencia de sabiduría, pero no procedían de Dios. Los que vivían de acuerdo con estas tradiciones en verdad se adoraban ellos mismos. Como los fariseos, se enorgullecían de sus estilos de vida y su habilidad para obedecer un conjunto de reglas. Se presentaban a los demás como personas disciplinadas y espirituales dispuestas a sacrificar todo. Trataban sus cuerpos severamente y sacrificaban mucho. Quizás ayunaban y se negaban a los placeres de este mundo. Pero todas estas costumbres realmente no valieron para cambiar sus corazones hacia Dios. No estaban cerca de Dios al seguir todas sus tradiciones. Más que todo, estaban más lejos de Él porque negaban su necesidad real de Cristo y Su obra.
Pablo no estaba enseñando que podemos vivir como nos da la gana. Sin embargo, él estaba diciendo que, la ley nunca nos salvará. Pablo entendió que cuando apartamos nuestros ojos del Señor y su obra en la Cruz, perdemos de vista todos estos asuntos. Nuestra esperanza debe estar arraigada sólidamente sólo en el Señor Jesús.
En esta sección vemos cómo Pablo retó a los colosenses a tener cuidado con los que les enseñaban otro evangelio. Pablo centró su atención en el Señor Jesús, Su vida y Su muerte. Pablo retó a sus lectores a desechar cualquier enseñanza que no enfatizara la obra de Cristo únicamente para la salvación y vivir santamente. Todo debía comenzar y terminar con Cristo.
Para considerar:
¿Qué significado tiene la vida sin Cristo? Explique. ¿Por qué es importante que nosotros busquemos significado en Él?
¿Qué es lo que Pablo nos dice acerca de lo que Jesús ha hecho por nosotros en la cruz?
¿Qué tipos de cosas pueden distraernos de centrarnos en Cristo y Su obra solamente por nuestra salvación?
¿Cuál es la diferencia entre confiar en la ley y confiar en Cristo?
¿Confiar en Cristo únicamente por nuestra salvación significa que ya no tenemos que preocuparnos acerca de cómo vivimos? ¿Cuál es la respuesta de los que comprenden lo que Cristo ha hecho por ellos?
¿Hay falsos maestros en tu región que enseñan una salvación aparte de la obra de Cristo?
Para orar:
Agradezca al Señor Jesús por cubrir todos sus pecados en la cruz.
Pídale al Señor que le enseñe más completamente lo que la muerte de Cristo significa para usted.
Agradezca al Señor por no tener que merecer nuestra salvación.
Pídale al Señor que lo llene incluso más mediante su Espíritu Santo de manera que usted esté cada vez más motivado a servirle con un corazón de amor.
Agradezca al Señor por protegerlo de las falsas filosofías y doctrinas de origen humano. Agradézcale que Él nos ha dado Su palabra como guía hacia toda la verdad.
17 – HACER MORIR LA MALVADA NATURALEZA
Leer Colosenses 3:1-10
En el último capítulo, el apóstol Pablo habló a los colosenses acerca de la obra del Señor Jesús en la cruz. Él les recordó que cuando el Señor Jesús murió en esa cruz, Él tomó los pecados de ellos con él. Cuando Él resucitó de entre los muertos, ellos directamente se beneficiaron. Su muerte pagó su pena. Su resurrección les dio victoria sobre el pecado y la muerte. Jesús resucitó no sólo para sí mismo, sino también para nosotros. Si morimos con Él legalmente en la cruz, también nos beneficiamos de Su resurrección. Cristo actuó en nuestro beneficio cuando Él murió. Cuando él resucitó de entre los muertos, Él hizo esto por nosotros también. Siendo este el caso, hay una aplicación muy clara para nosotros.
Pablo les dijo a los colosenses en el versículo 1 que porque fueron resucitados con Cristo, debían colocar sus corazones en las cosas de arriba, donde Cristo estaba sentado. No debían colocar sus mentes en las cosas de esta tierra. Esto no quiere decir que no podamos disfrutar de las buenas cosas que Dios nos ha dado aquí abajo. Sin embargo, lo que significa es que las cosas de esta tierra nunca deberían ser nuestro foco central. Dios nos ha dado muchas cosas estupendas para disfrutar. El mundo en el que vivimos es un regalo de nuestro Creador para nuestro beneficio. Sin embargo, hay quiénes se enfocan enteramente en las cosas de esta tierra. Este mundo comienza a significar más para ellos que las cosas de Dios. Son atraídos por los placeres y posesiones de este mundo y colocan sus mentes en estos. Dios es relegado.
Jesús vino a liberarnos de la búsqueda fútil de bienes mundanos. Todas estas cosas perecerán al final. No valdrán en la eternidad. Podemos tener todas las posesiones de este mundo y aún así podemos pasar una eternidad sin Cristo. Fuimos creados por Cristo y las cosas de esta tierra nunca nos satisfarán completamente. Cristo vino a abrirnos el camino para encontrar el significado de la verdad y el propósito de la vida. Él vino a abrirnos la puerta para que entremos en la presencia del Padre perdonados y purificados de todas nuestras impurezas. Por esta razón, Pablo nos reta a todos a colocar nuestras mentes en los asuntos celestiales divinos. Sólo en esto encontraremos significado y satisfacción verdadera.
En el versículo 3 Pablo les recordó a los colosenses que ellos legalmente murieron con Cristo, quien cargó nuestros pecados en Sus hombros cuando Él fue a la cruz. La cruz no fue el final, sino el comienzo de algo nuevo. Tal como una semilla es plantada en el suelo y muere, así también nosotros fuimos a la cruz con Cristo y morimos. Tal como esa misma semilla brota y produce nueva vida, así también nos fue dada nueva vida en Cristo. Quienes han recibido esta nueva vida deben aprender a vivir en ella. Debemos matar cualquier cosa que corresponda a la naturaleza terrenal y vivir según la nueva naturaleza. La madurez en Cristo no es un acontecimiento instantáneo. Es algo que viene con el paso del tiempo, cuando aprendemos a aceptar y morir a la vieja naturaleza propensa al pecado.
Como pecadores, éramos esclavos de Satanás y la carne. Nuestra lealtad era a la carne y su forma de pensar. El Señor Jesús nos compró de Satanás al precio de su vida. Satanás y la carne están todavía alrededor y quieren controlarnos. Sin embargo, porque hemos sido comprados por un nuevo amo, nosotros ahora debemos permanecer leales al Señor Jesús y la obra de su Espíritu en nuestras vidas. Es posible que nosotros todavía codiciemos la manera de ser de la vieja naturaleza, pero debemos resistir esa tentación. Satanás no tiene más derecho legal sobre nosotros. Debemos colocar nuestras mentes en Cristo como nuestro nuevo amo. Debemos aprender a deleitarnos en Él y Sus caminos en nuestras vidas.
La naturaleza terrenal anhela ser alimentada. Usted no tiene que vivir muchísimo para experimentar la atracción de la lujuria y la avaricia. Si vamos a ser fieles al Señor Jesús, tendremos que apartarnos de las cosas que alimentan lo terrenal, la naturaleza pecaminosa. Si usted lucha contra lujurias sexuales, entonces usted tendrá que abstenerse de aquellas cosas que le tentarán y alimentarán esos deseos malvados de la carne. Hay lugares de los que usted tendrá que alejarse y cosas que usted tiene que dejar de leer o mirar. Para morir a la carne y la naturaleza terrenal debemos disciplinarnos y estrangular esa naturaleza. Éste es un proceso de toda la vida. Ya que vivimos en un cuerpo terrenal, nuestra naturaleza de pecado clamará la satisfacción de sus lujurias. Debemos hacer decisiones conscientes para escoger lo correcto. No es fácil matar los gritos pecaminosos de la carne. Separarnos de esas cosas que satisfacen la naturaleza terrenal será difícil. Morir al pecado es negarle la satisfacción que él desea.
Pablo les recordó a los colosenses en el versículo 6 que el Señor Jesús vino a liberarlos de estos deseos malvados. Estos deseos satisfacen la carne por un momento, pero al final destruyen a todos los que caen en su trampa. El día viene, dijo Pablo en el versículo 6, cuando la ira de Dios será revelada contra estas cosas. No hay esperanza en los caminos de este mundo. El mundo definitivamente no puede satisfacer las necesidades humanas. El Señor juzgará la tierra y a los que se aferran a los caminos terrenales. Los sabios pondrán sus mentes en las cosas de Dios.
Los colosenses solían vivir para complacer estos deseos y lujurias malvadas. Pero desde que el Señor Jesús murió por ellos y perdonó sus pecados, debían cambiar estas cosas y vivir para Él. Ira, furia, malicia, calumnia, y lenguaje obsceno corresponden a esta naturaleza malvada. ¿No ha habido ocasiones en su vida cuando usted estalló de ira contra una persona? ¿Hay algo en nuestra naturaleza pecaminosa que se satisface con tales arranques? La cólera comienza a hervir en nuestra carne y en un instante estalla en nosotros. En ese momento los deseos pecaminosos del corazón son satisfechos. Sin embargo, al darle paso a la carne, afligimos al Espíritu de Dios en nosotros. Cada decisión que hacemos en el transcurso del día será, ya sea una decisión para alimentar lo terrenal, la naturaleza pecaminosa o para agradar al Espíritu de Dios.
En lugar de alimentar esa naturaleza terrenal, Pablo retó a los colosenses a “revestirse del nuevo hombre” (versículo 10). En lugar de dar rienda a esa cólera y ese rencor, debían ponerse la túnica del perdón. En lugar de dejarse vencer por la lujuria, ellos debían ponerse las ropas de la pureza y alabanza. En lugar de ceder a la naturaleza terrenal, debían dirigirse al Espíritu de Dios y buscarle a Él y Sus propósitos.
Pablo les recordó a los colosenses en el versículo 10 cómo estaban siendo renovados en la imagen de su Creador. Éste es un proceso en curso en la vida de los creyentes. Diariamente debemos crecer cada vez más como nuestro Creador.
Es importante que veamos lo que Pablo habló de esta muerte a la naturaleza terrenal en el contexto de su discusión de la ley. Cristo llevó la ley con Él a la cruz. La ley no tiene más beneficio en lo que se refiere a la cuestión de la salvación. Todos nuestros pecados están cubiertos por la sangre de Cristo. El perdón es nuestro aparte de la ley. Sin embargo, esto no quiere decir, que podemos vivir como nos da la gana. Debemos aprender a reconocer la naturaleza terrenal y morir a ella. Debemos aprender a escuchar al Espíritu de Dios y vivir según Sus maneras. La ley nos dice qué hacer y qué no hacer, pero no nos puede capacitar a hacer lo que exigía. El Señor Jesús hizo lo que la ley jamás podía hacer. Él nos perdona de la pena de nuestro pecado y pone Su Espíritu Santo en nosotros para permitirnos vivir. Ya no confiamos en nuestra habilidad para obedecer la ley. Confiamos en la obra del Señor Jesús en la cruz para ser perdonados y la correcta posición con Dios. Nuestra confianza no está en nuestra capacidad humana, sino en el Espíritu de Cristo en nosotros. Confiamos en Él para cambiar nuestros corazones cuando caminamos en obediencia a Su enseñanza y liderazgo. Confiamos en Él para quebrantar nuestra rebelión y nuestra dureza de corazón. Nos rendimos a Él y lo que Él quiere hacer en nosotros.
Pablo nos reta a negarle a la carne su satisfacción. Hay que matar a la vieja naturaleza. Cristo vino para capacitarnos a hacer esto. Él murió para liberarnos del poder del pecado y la muerte. Él murió a fin de que el Espíritu Santo pudiera venir a vivir en nosotros. Debemos confiar en el ministerio del Espíritu Santo en nosotros. Únicamente a través de la obra de Cristo y el ministerio de Su Espíritu, podemos crecer a la madurez y nos convertimos en todo Dios nos ha llamado a ser.
Para considerar:
¿Por qué el Señor Jesús vino a esta tierra? ¿Qué significa esto para nosotros y cómo debemos vivir hoy? ¿Qué significa morir a la naturaleza terrenal?
¿Cómo podemos reconocer la naturaleza terrenal?
¿Cuál es la diferencia entre vivir por la ley y vivir por el Espíritu?
Para orar:
Pídale al Señor que le muestre las áreas de su vida en las que usted tiene que morir.
Agradézcale al Señor que Él le ha dado Su Espíritu Santo para capacitarle a vivir la vida que Él exige.
Comprométase a morir a los deseos de su naturaleza terrenal. Pídale a Dios fortaleza para hacer esto
18 – VIDA EN EL CUERPO
Leer Colosenses 3:11-17
En la última meditación, vimos cómo Pablo retó a los colosenses a morir a la naturaleza terrenal. Debían hacer esto porque Jesús había venido a liberarlos de este mundo y de sus deseos pecaminosos, el cual los guiaba a desesperarse y morir. Si bien la salvación no depende de cuán bien los creyentes guarden la ley, Pablo les retó, teniendo en cuenta quiénes ellos eran en Cristo y lo que el Señor Jesús había hecho por ellos, a vivir una vida que se conformara a la imagen de su Creador.
Pablo entonces pasó a discutir sobre las relaciones en el cuerpo de Cristo. Él les recordó a los colosenses que en el cuerpo de Cristo todos los creyentes son uno en el Señor. El judío y el griego estaban en pie de igualdad cuando llegaron a la salvación. No tenía importancia si estaban circuncidados o no. Podían ser de una tribu bárbara e incivilizada o podían ser un pastor escita rural y aún así podían ser parte de la familia de Dios. Tanto el esclavo como el libre eran iguales ante Dios. En el versículo 11 Pablo les dijo a los colosenses que “Cristo es el todo y en todos.” No deberíamos ver por esto que Cristo está en toda persona. Lo que Pablo quiso decir fue que Cristo está en todos los que confían en Él para la salvación, sin tener en cuenta el rango en la sociedad o la nacionalidad. Toda persona que confíe en Cristo igualmente puede conocer Su Salvación.
Puesto que el Señor Jesús salva a personas de todas las razas y estatus social, son todos ellos igualmente nuestros hermanos en el Señor. Por lo tanto el Señor espera, que como pueblo escogido y santo, nos amemos mutuamente. Pablo retó a los colosenses a vestirse con compasión (versículo 12). Debían sentir los dolores y las luchas de sus hermanos y responder con bondad hacia a ellos. Ellos debían voluntariamente sacrificarse para establecer contacto con los que les rodeaban. Debían tener una actitud de bondad y compasión hacia los necesitados.
Este asunto de ministrarse mutuamente no debía proceder del orgullo o la ambición egoísta. Pablo alentó a sus lectores a actuar por humildad, mansedumbre, y paciencia. Como creyentes del cuerpo Cristo, no siempre veremos las cosas de la misma forma. Tendremos diferentes prioridades. Cuando nos ministramos mutuamente, necesitaremos gran paciencia. Nos inclinamos a servir con humildad. Ministramos con un espíritu afable que bendice y alienta. La única manera en que podemos hacer esto es haciéndonos siervos como Jesús, quien consideró que las necesidades de las otras personas eran más importantes que Su comodidad momentánea.
El versículo 13 nos dice que debemos soportar a nuestros hermanos y perdonar cualquier queja que tengamos en su contra. Al decir esto, Pablo reconoció la realidad de los problemas en el cuerpo Cristo, la iglesia. Los problemas se interpondrán entre los creyentes. ¿Qué hacemos cuando somos agredidos o heridos por otro creyente? Pablo nos dice que debemos ser pacientes mutuamente y perdonar.
La palabra soportar significa “tolerar o aguantar.” La idea es que debemos aceptarnos mutuamente, aún cuando en particular no nos gusta la manera en que la otra persona hace las cosas. A veces otros creyentes nos tratarán equivocadamente. Pablo nos dice que aguantemos. Él nos dice que tenemos que estar dispuestos a tolerar los fracasos de otros en el cuerpo. Pablo no estaba ciego al hecho de que los creyentes tendrían tropiezos entre sí. Como hijos en la misma familia, los creyentes tendrán sus peleas. Sin embargo, en lugar de tolerarnos mutuamente, a menudo nos empeñamos en la crítica y el ridículo. Tenemos que soportarnos mutuamente siendo corteses, humildes, y amables. Así es cómo nos trata Cristo. Él espera que nosotros no hagamos menos con nuestros hermanos.
Pablo procedió en el versículo 13 a decirles a los colosenses que debían perdonarse mutuamente. Las personas nos lastimarán y las lastimaremos. En estos momentos debemos recordar cómo nos trató el Señor Jesús cuando éramos Sus enemigos. Él perdonó todos nuestros pecados. Él nos amó a pesar de nuestra rebelión. Así es cómo debemos tratar a los que nos lastiman. Debemos perdonarlos tal como el Señor nos perdonó. Hay quienes quieren guardar culpa en sus corazones. Estas personas piensan que tienen derecho a estar enojados y amargados, pero esto sólo los destruirá por dentro y les impedirá madurar. Pablo nos dice que perdonemos.
En el versículo 14 Pablo les recordó a los colosenses que sobre todo se “revistieran de amor.” El amor es el pegamento que une a todas estas otras virtudes. Verdaderamente no podemos demostrar mansedumbre, humildad, paciencia, y perdón si no amamos. La razón por la que no perdonamos es porque no amamos como Cristo nos amó. Hemos puesto condiciones en nuestro amor. Amaremos con tal de que la otra persona nos trate de cierto modo. La razón por la que no mostramos mansedumbre es porque carecemos de amor. Si queremos demostrar la bondad, la humildad, y la paciencia de la que se habló en este capítulo, tenemos que ir a nuestras rodillas y pedirle a Dios que nos ayude a amar.
No sólo debemos nosotros aprender a amarnos mutuamente en Cristo, sino Pablo también nos dice “que la paz de Cristo gobierne” en nuestros corazones. La razón por la que esta paz debe gobernar es que somos todos miembros del mismo cuerpo llamados a vivir en paz. Hay una conexión entre hacer que la paz de Cristo gobierne nuestros corazones y estar en paz entre sí. A veces es realmente fácil dejar que otros nos contraríen. En esos momentos podemos recurrir al Señor Jesús y le podemos contar nuestro problema. Podemos mirar hacia Él y podemos percatarnos que si bien este problema parece abrumador y hemos sido heridos, nuestro Señor se encargará de eso. Él hará lo correcto. Él puede tomar las pruebas y dolores que estamos afrontando y los puede usar para bien. Sólo cuando nosotros miramos hacia el Señor en nuestra hora de prueba podemos conocer esta paz. Él nos conforta y nos fortalece. Él nos capacita para vivir por encima de los problemas que estamos enfrentando. Qué diferencia hace en nuestras relaciones entre sí, cuando la paz de Dios esta dominando en nuestros corazones. Esa paz se demuestra en nuestra relación con hasta los que nos lastiman o hacen difícil nuestra vida.
Fíjese en el versículo 15 que Pablo añadió algo distinto a su discusión acerca de la relación de hermanos en Cristo. Él les dijo a los colosenses que ellos tenían que aprender cómo estar agradecidos. ¿Cómo podemos estar agradecidos cuando las cosas son difíciles? ¿Cómo podemos estar agradecidos cuando alguien nos ha dañado o ha dicho algo contra nosotros? El factor del asunto es que si enfocamos la atención en las cosas que los otros nos han hecho, muy probablemente no estaremos agradecidos. Muy a menudo las cosas con las que luchamos en nuestras relaciones nos impiden ver algo bueno. Quizás es sólo una cosa la que oscurece una relación. Esto no quiere decir que todo lo demás sea malo. Satanás quiere que nosotros enfoquemos la atención en lo negativo, en lugar de ver lo positivo. Tome un momento para considerar algunos aspectos positivos de una relación difícil que usted tiene con otra persona y enfóquese en esos aspectos positivos. Aprenda a buscar y gozarse en las bendiciones, y agradezca que el Señor tiene el control. Tómese su tiempo de forma regular para darle al Señor las gracias por las buenas cosas que Él le ha dado o ha estado haciendo a través de esas circunstancias y relaciones difíciles. Deje que este agradecimiento transforme la manera en que usted ve su situación.
En nuestra relación con otros en el cuerpo de Cristo, necesitamos dejar a la palabra de Cristo morar en nosotros ricamente. Esa palabra nos mantendrá y nos guiará en las veces que estamos tentados a expresarnos públicamente o actuar en cólera contra nuestros hermanos. La Sagrada Escritura será nuestro guía en cómo necesitamos responder a las circunstancias y personas difíciles. Haga su compromiso no responder en la carne, sino a caminar en la obediencia a la enseñanza clara de la Palabra de Dios. Más allá de esto, deje a la Palabra de Dios convencerle de su propio pecado. Déjese acercar más al Señor. Haga su compromiso, cuando usted esté enfrentando personas difíciles saturarse con la verdad de la Sagrada Escritura y caminar en sus principios. La Biblia y su instrucción le resguardarán del pecado y le permitirán caminar como Dios requiere en esos momentos difíciles.
Cuando vivimos juntos como hermanos en Cristo, debemos enseñar y amonestar o advertirnos mutuamente con sabiduría. Debemos ministrarnos mutuamente y tener cuidado con cada uno de nosotros. No podemos madurar en Cristo por nosotros mismos. Necesitamos el apoyo y el ánimo de los demás en el cuerpo de Cristo. Esto requerirá alertarnos mutuamente de peligros, desafiándonos mutuamente en tiempos de tentación y de respaldo mutuo en la recuperación.
El versículo 16 deja claro que este asunto de alertar y enseñarse mutuamente se puede hacer en una forma muy creativa. Pablo les dijo a los colosenses que hacían esto cuando cantaban salmos, himnos, y canciones espirituales con gratitud en sus corazones a Dios. Si usted está involucrado en un ministerio musical, usted tiene que mantener este enfoque. La música no es solamente para entretenimiento y culto. Es también con el objetivo de enseñar y alertar al cuerpo. Dios se complace en que se tomen Sus palabras y las conviertan en música y bendigan, adviertan, e instruyan a Su pueblo.
Pablo concluyó su discusión en las relaciones en el cuerpo con una declaración acerca de hacer todo como en El Señor. Cuando le hablamos a un hermano o cuando tenemos mayor alcance para ministrar por alguna acción, debemos hacer eso en nombre del Señor Jesús. Si usted hace algo en nombre de Jesús, lo hace representándole. Si usted le representa, usted tiene que tener cuidado cómo actúa o habla. Usted debe ser un buen representante. Usted debe hablar como Él hablaría. Usted debe actuar como Él actuaría. Sin embargo, más allá de esto, tenemos que darnos cuenta de que cualquier cosa que les decimos a los creyentes, también se la estamos diciendo a Cristo, quien murió por ellos. Si los maltratamos, tendremos que responder ante Cristo.
Pablo habla aquí de nuestras responsabilidades mutuas. Si bien él nos dice que ya no estamos bajo ley, él tiene el cuidado de recordarnos que esto no quiere decir que seamos un pueblo sin principios. Dios tiene un estándar por el que nosotros tenemos que vivir. Ese estándar es el mismo Cristo. Debemos mirar hacia Él, no sólo como nuestro ejemplo, sino también para nuestra capacitación.
Para considerar:
¿Hay individuos a los que a usted le cuesta mucho trabajo aceptar? ¿Qué nos dice Pablo sobre soportarse mutuamente?
Tome un momento para considerar a la persona que le cuesta trabajo aceptar. ¿Qué hay en esta relación por la que usted puede estar agradecido?
¿Cómo podemos dejar que la paz de Cristo gobierne en nuestros corazones? ¿Cómo esto nos ayuda en nuestras relaciones con los demás?
¿Qué papel le ha dado Dios en el cuerpo de Cristo? ¿Cómo los dones de usted ayudan en el cuerpo?
Para orar:
Pídale al Señor que le dé un amor más grande para las personas que les son difíciles de amar.
Tome un momento para agradecer al Señor por alguna persona que le cuesta amar.
Pídale al Señor que lo llene con Su paz para que usted pueda ser paciente con los que le cuesta trabajo amar.
19 – RELACIONES EN EL CUERPO
Leer Colosenses 3:18-4:1
Pablo había estado hablando a los colosenses acerca de las relaciones en el cuerpo de Cristo en general. En esta sección final del capítulo 3, Pablo retó a la iglesia en algunas relaciones muy particulares. Aquí él dio algunas instrucciones prácticas para grupos familiares cristianos.
Pablo comienza con una palabra para las esposas. Él las retó a que se sometieran a sus maridos. La palabra griega usada aquí para someterse es la palabra hupotasso. Esta palabra, cuando se usa en un contexto militar, significa “disponerse bajo el mando de un oficial de alto rango.” Cuando se usa en contexto no militar, la palabra habla de una cooperación voluntaria. El que se somete es el que coopera con los demás. El que somete toma sobre él la carga de la persona a la que se ha sometido. Cuando Pablo hablaba de una esposa que se somete a su marido, él estaba convocando a una respuesta voluntaria de la esposa a cooperar voluntariamente con su marido y asumir la responsabilidad de sobrellevar la carga con él y por él. Pablo les recordó a las esposas que este asunto “es como conviene en el Señor.” En otras palabras, así es cómo el Señor ha diseñado que funcione la familia.
Esposas
Esposas, Dios las ha llamado a cooperar con su esposo. El hecho que la esposa debe someterse al marido indica que el marido ha recibido un papel de dirección. Él es responsable ante Dios por la familia y su bienestar. La esposa debe estar dispuesta cooperar sobre este punto. Ella no debe pelear contra su marido, sino darle apoyo, para así traer unidad a la familia.
Maridos
Pablo sabía que algunos hombres tomarían este asunto de ser la cabeza de forma equivocada. Muchos hombres han creído que porque eran la cabeza de la casa, podían exigir cualquier cosa de sus esposas y sus hijos. Pablo les recordó a los maridos que no debían ser duros con sus esposas, sino amarlas. Mansedumbre, compasión, y humildad impedirían que estos maridos fueran ásperos. Ellos debían respetar a sus esposas y ser considerados con ellas en amor. Ellos debían tomar ejemplo de Cristo y Su amor por ellos.
Cristo nos ama con gran cariño y compasión. Su amor por nosotros es tal, que Él voluntariamente entregó Su vida. Así es cómo los maridos tienen que amar a sus esposas. Si usted verdaderamente ama a su mujer, usted dará su vida por ella. Esto quiere decir que usted morirá a usted mismo, sus comodidades, y sus intereses cuando sea necesario ministrarla. Un marido piadoso sacrificará lo que sea necesario por su mujer. Ella a su vez en compensación cooperará con él, como ayuda idónea y compañera. Es realmente fácil ver cómo esta clase de relación funcionaría, con cada persona desinteresadamente sirviéndole a la otra.
Hijos
Pablo les dijo a los hijos que obedecieran a sus padres en todo porque esto es lo que agrada al Señor. Esto requiere de un sacrificio de los intereses y deseos del hijo por el padre. La suposición aquí era que estas familias eran familias cristianas. También habría habido familias gentiles en Colosas. Estos padres gentiles podrían desear que su hijo hiciera algo contra la voluntad y el propósito de Dios. En tal caso, el hijo tendría que obedecer a Dios en vez de los padres (Hechos 5:29).
Padres
Pablo habló luego a los padres. Él les ordenó que fueran cuidadosos para no irritar a sus hijos. Debían ser especialmente cuidadosos para no frustrar a sus hijos, induciéndoles a perder el entusiasmo. Es muy posible hacer tantas exigencias a un hijo que quebrantemos el espíritu del hijo. Esto puede traer como consecuencia que el hijo se vuelva amargado y se desaliente. Pablo entendía este problema y retó a los padres en particular a tener cuidado de tomar en consideración la naturaleza de sus hijos. Debían amarlos y alimentarlos, pero no debían aplastarlos, no fuera que los hijos perdieran la esperanza. Como padres a veces tenemos que aflojar nuestras expectativas de nuestros hijos a fin de no agobiarlos, de forma que los induzcamos a perder las esperanzas. Debemos ser alentadores de nuestros hijos.
Esclavos
La esclavitud era común en Colosas. Pablo no alentó esta costumbre. Él creía que los esclavos eran tan importantes en el reino como los hombres libres. Él habló de la esclavitud aquí simplemente, porque era ya parte de la sociedad colosense.
Pablo les dijo a los esclavos que obedecieran a sus amos terrenales en todo. Debían obedecer aunque el amo los estuviera observando o no. Como esclavos, debían hacer su mejor esfuerzo para ganar el favor de sus amos. Debían servirles a sus amos con reverencia y corazones sinceros por el Señor Dios. Pablo hizo una conexión entre el servicio del esclavo al amo y la reverencia al Señor.
Este mismo principio se aplica en la obra que hacemos hoy. Todos nosotros tenemos jefes o personas a quienes tenemos que rendir cuenta en esta vida. Debemos servirles con corazón honesto y sincero. Cuando hacemos esto, mostramos reverencia al Señor que nos ha puesto en esta posición. En el versículo 23 Pablo nos desafía a que hagamos todo, con todo nuestro corazón, porque en realidad estamos obrando para el Señor. Las personas no podían ver lo que estamos haciendo, pero Dios si lo ve y Él nos hará responsables. Él nos recompensará o nos juzgará según nuestras acciones y nuestras actitudes. Nosotros debemos ver nuestro servicio a una autoridad terrenal como una forma de honrar a Dios.
En el versículo 25 Pablo les recordó a los esclavos que cualquier persona que actuara mal, debía ser castigada por actuar mal. No debía haber favoritismo. Pudo haber sido que había esclavos cristianos que esperaban que porque sus amos eran cristianos, no debían ser castigados por actuar mal. Sentían que podían tomarse ciertas libertades con un amo cristiano porque eran hermanos en Cristo. Pablo les dijo a los esclavos que esto no era así. No hay ningún tratamiento especial a los esclavos cristianos. Ellos iban a ser castigados tal como los esclavos impíos.
Amos
Pablo entonces retó a los amos a proveer para sus esclavos (4:1). Los amos no debían engañar a los esclavos o maltratarles de ninguna manera, más bien ser cuidadosos de proveerles todo lo que necesitaban. Estos amos llenos del Espíritu debían ser generosos con sus esclavos y tratarles con respeto. Debían hacer esto, según Pablo, porque ellos también tenían un amo en el cielo. En otras palabras, eran responsables ante Dios, así como sus esclavos eran responsables ante ellos. Tendrían que rendir cuentas a Dios por la manera en que trataban a sus esclavos.
Lo que Pablo nos está diciendo aquí es que porque hemos sido unidos con Cristo en Su muerte y resurrección, tenemos una obligación especial hacia Dios. Por lo que Él ha hecho por nosotros, estamos obligados no sólo a honrar a Dios, sino también a honrar a nuestros prójimos.
Para considerar:
¿Qué es lo que significa para las esposas someterse a sus maridos? ¿Esto significa que el marido puede controlarla y decirle que haga cualquier cosa que él desee?
¿Como el amor verdadero impide que el esposo controle a su esposa? ¿Cómo el Señor Jesús demostró a los maridos el significado de amar a sus esposas?
Tome un momento para considerar su trabajo. ¿Usted sirve en el trabajo de tal manera que Dios esté complacido con usted?
¿Qué es lo que Pablo tiene que decir aquí acerca de quebrantar el espíritu de un hijo? ¿Cómo se puede quebrantar el espíritu de un hijo, hasta llevarlo al desanimo?
Para orar:
Si usted es esposa, pídale al Señor que le ayude a cooperar voluntariamente con su esposo.
Si usted es esposo, pídale al Señor que le ayude a amar a su esposa y a usted voluntariamente negarse por las necesidades de ella.
Pídale al Señor ser un padre que no desalienta a sus hijos.
Pídale al Señor que lo ayude a hacer su trabajo como si estuviera trabajando solo para Él
20 – ORACIÓN, SABIDURÍA Y GRACIA
Leer Colosenses 4:2-6
Mucho de esta epístola a los colosenses está dedicado a retar a los creyentes a vivir la vida que Dios exigía de ellos. A medida que he ido trabajando en este estudio, personalmente he estado luchando contra la tensión entre cómo empezó Pablo esta carta y cómo la terminó. Pablo tomó mucho tiempo en el comienzo de su carta para mostrar a los colosenses que la ley no tiene valor cuando se trata de la salvación. Él dejó muy en claro que Jesús murió en la cruz, ya no había otra cosa que fuera necesaria hacer para lograr la salvación. Jesús tomó nuestros pecados y la ley con Él en esa cruz.
A medida que Pablo siguió adelante hacia la segunda mitad de su epístola, él pasó mucho tiempo explicando a los creyentes cómo tenían que vivir su nueva vida en Cristo. Pablo retó a sus lectores a que buscaran ser perfectos en su carácter y su comportamiento. Él los llamó a actuar honorablemente con todas sus relaciones en el cuerpo de Cristo. Él entró en detalles para mostrarles que tenían una obligación con Dios por lo que el Señor Jesús había hecho por ellos. Pablo retó a los colosenses a tener cuidado con la manera en que ellos representaban al Señor en su comunidad. La pregunta que he estado haciéndome es ésta: “Si nosotros no estamos bajo ley, ¿por qué tenemos tantas obligaciones?” Antes de examinar lo que Pablo tiene que decirnos en el capítulo 4, quiero hablar brevemente de este asunto.
Tenemos que entender que cuando nos colocamos bajo la ley, estamos diciendo que lo que Jesús hizo no es suficiente. Si sentimos que necesitamos guardar la ley para llegar al cielo o quedarnos en el buen favor de Dios, hemos fallado en entender lo que el Señor Jesús hizo en la cruz. Lo que Él hizo en la cruz fue suficiente para cubrir todo mi pecado. Fallaré en varias ocasiones en esta vida, pero la muerte de Jesús lo cubre todo. Puedo tener la seguridad de que Su muerte es suficiente para mi completa salvación. No tengo que añadirle ninguna cosa a Su obra. Puedo descansar completamente en lo que Él ha hecho por mí para mi total seguridad. Creer que tengo que hacer algo más es insultar la obra de Cristo en la cruz. Es sólo por la muerte de Cristo que soy salvo. La ley no tiene nada que ver con mi salvación. Incluso los que vivieron bajo la ley mosaica, no se salvaron cumpliéndola, sino mediante el arrepentimiento y la fe (Salmo 51:16-17; Habacuc 2:4).
Lo segundo que tenemos que entender aquí, es que si nos ponemos bajo la ley, debemos vivir de acuerdo con la ley y debemos cumplirla completamente. Si usted elige intentar llegar al cielo por medio de la ley, usted tiene que percatarse que si usted falla incluso una vez, usted no podrá llegar. Aparte de Cristo no hay una sola persona en esta tierra que pudo guardar la ley perfectamente. Somos culpables de infringir la ley de Dios en nuestra carne, en nuestra mente y pensamientos (Romanos 3:23). Más allá de esto, el hecho es que nacimos en pecado. Esto en sí es suficiente para condenarnos aún antes de que tengamos posibilidad de desobedecer.
Tenemos que entender que no es el corazón de Dios que nos enfoquemos en obedecer un conjunto de reglas y regulaciones. Su deseo es que nos enfoquemos en Él y responder de nuestro corazón en amor. Podemos hacer lo correcto, ¿pero si no es hecho en amor qué es lo que significa (1ra Corintios 13:3)? Demasiada gente levanta a la ley como un ídolo y se doblega ante ella, creyendo que lo que están haciendo es adorando y honrando a Dios. En realidad son culpables de idolatría. El enfoque central de los creyentes no es la ley, sino Cristo. Vivimos para Él no para un estilo de vida de obediencia a un código escrito de reglas. Reconocemos nuestra culpabilidad y entendemos que nunca podremos ser perfectos, pero nos gozamos de la perfección de Cristo y lo que Él ha hecho por nosotros. Nos deleitamos desde el corazón a seguirle y ser como Él.
Soy salvo de mis pecados a través de Cristo, sea que cumpla la ley o no. Esto no quiere decir que puedo vivir irresponsablemente. No quiere decir que no tenga obligaciones para Cristo. Sin embargo, esto quiere decir, que no depositaré mi confianza en la ley para traerme a una buena posición con el Padre. Confiaré en lo que Jesús ha hecho. Sigo los principios que Dios ha diseñado en Su palabra, no porque son la ley y me concederán favor especial con Dios, sino porque son correctas y buenas y yo me deleito en complacerle.
Habiendo dicho esto, es importante que sigamos adelante para hablar acerca de Pablo a los colosenses en los versículos 2-7. En el versículo 2 Pablo retó a los colosenses a consagrarse en la oración. La palabra consagrar indica que debían ser firmes en este punto. Consagrarse a algo es entregarse continuamente para el objetivo de la devoción. Esto es a lo que Pablo estaba desafiando a los colosenses a hacer. Una de las cosas que tenemos que entender es que estamos en constante necesidad del Señor, Su sabiduría y dirección. A través de la oración le buscamos a Él y Su dirección. Pablo les estaba recordando a los colosenses que tenían que ser un pueblo guiado por el Espíritu. Esto quería decir que tenían que encomendar sus caminos a Él en todo lo que hacían. Ellos debían buscarle a Él, Su consejo y guía a través de la oración y entonces escucharle para esa dirección. Pablo les dijo que ésta debía ser una práctica constante. Si tenemos que vivir como el Señor desea, tendremos que obtener Su sabiduría y fuerza a través de la oración. No se puede vivir la vida cristiana en la fuerza humana. La debemos vivir en el poder del Espíritu de Dios. Podemos conocer esa capacitación por la oración y la obediencia.
Fíjese en el versículo 2 que Pablo les dijo a los colosenses que a medida que se consagraran a la oración, tendrían que ser vigilantes y agradecidos. La vigilancia podría tener varios aspectos. Los que están vigilantes en sus oraciones esperan una respuesta. Ellos oraron y entonces esperaron en la expectativa segura a ver cómo contesta el Señor. ¿Tenemos este tipo de fe? Los que oran con fe, vigilan con ahínco la respuesta.
Otro aspecto de la vigilancia implica buscar guía en el contenido de las oraciones. Hay muchas necesidades a todo nuestro alrededor en este mundo. ¿Cuántas personas nos traen en el transcurso del día? Él nos trae estas personas a fin de que las podamos ministrar. Él las trae a nosotros para que podamos levantarlas en la oración. Si miramos cuidadosamente, Dios nos mostrará específicamente por lo que Él quiere que oremos en el curso del día. Mire a ver las necesidades que Él trae ante usted. Ore por esas necesidades en particular y con fe encomiéndelas a Él.
Pablo también les dijo a los colosenses que fueran agradecidos cuando oraran. Los creyentes sólo pueden estar agradecidos cuando reconocen que Dios está al mando de todo lo que ocurre. Si vamos a estar agradecidos, necesitamos estar entregados a Dios y lo que él está haciendo en nuestra vida. ¿Cuántas veces nos hemos quejado y refunfuñado con Dios por las cosas que nos estaban ocurriendo? Pablo nos está diciendo que tenemos que ser agradecidos en la oración. Tenemos que entregarnos a Dios y aceptar Su propósito. Tenemos que quitarnos de encima nuestra refunfuñadura y quejadera y aprender a agradecer a Dios que está al mando y nos ama. Orar con agradecimiento es orar con confianza en el plan de Dios. Es orar con confianza en Su propósito. Es entregarse a Él y Su voluntad. No podemos comprender lo que Dios está haciendo, pero venimos con fe y confianza en que Él sabe lo mejor. Oramos con un corazón agradecido.
En el versículo 3 Pablo les pidió a los colosenses que oraran por él también. Él les pidió que oraran en particular para que se abriera una puerta para él para predicar el evangelio. Fíjese que él estaba en cadenas al momento de este escrito. Sin embargo, sus cadenas no le desalentaron. Incluso en sus cadenas, Pablo le pidió a Dios que le utilizara y le diera oportunidades para compartir la palabra con claridad. Qué fácil sería para Pablo sentir que él ya no podría evangelizar en sus cadenas. La cuestión del asunto es que no importa dónde estemos y no importa en qué circunstancia nos encontremos, podemos compartir la verdad de Dios. Puede que no sea tan fácil. Puede que no sea de la manera que hemos estado acostumbrados a compartir, pero donde quiera que estemos el Señor nos llama a abrir nuestros ojos a las oportunidades delante de nosotros. Éste fue el clamor de Pablo. Él les pidió a los colosenses que oraran por él a fin de que él viera que las oportunidades abundaran alrededor de él para compartir el amor del Señor Jesús.
Sabiduría
Pablo les dijo a los colosenses que debían también ser sabios en la manera en que actuaban hacia los forasteros. Pablo retó a los colosenses a tener mucho cuidado en cómo vivían sus vidas ante el mundo que les estaba observando. Como cristianos, representaban al Señor Jesús en todo lo que ellos hacían. Ya sea que estuvieran en sus negocios comerciales o en sus familias, estaban compartiendo a Cristo por medio de su ejemplo. Las personas tienen que ver la realidad del poder de Dios demostrado en nuestras vidas a través de la actividad ordinaria. Ellas tenían que ver que lo que estamos predicando es real. Podemos mostrarles esto por la manera en que vivimos ante ellos. Debemos tener mucho cuidado de demostrar en la vida real la verdad de lo que predicamos.
Fíjese que Pablo dijo a los colosenses en el versículo 5 que debían aprovechar al máximo cada oportunidad. En otras palabras, tenían que usar cada oportunidad para demostrarle al mundo la realidad de lo que el Señor Jesús había hecho en la cruz. Si nuestros prójimos tienen necesidad, debemos extenderles la mano. Si tienen hambre, debemos alimentarlos. Hay muchas maneras que podemos demostrar el amor del Señor. Debemos esmerarnos en aprovechar estas oportunidades. Es importante que prediquemos el evangelio, pero es igual importante que experimentamos su realidad. La sabiduría es la aplicación práctica de la verdad a la vida real. Somos llamados a ser un pueblo sabio, demostrando la aplicación práctica de nuestra fe en Cristo en todo lo que hacemos.
Gracia
En el versículo 6 Pablo les dijo a los colosenses que debían hacer que su conversación estuviera llena de gracia. La palabra griega para conversación aquí es la palabra logos, que literalmente quiere decir “palabra.” La idea es que no importa qué palabras hablemos, ellas deben estar llenas de gracia. Cuando nuestras palabras están llenas de gracia, son palabras que traen bendición. Ellas son agradecidas, honestas, y amables. Estas palabras edifican y no derriban. Demuestran una actitud gentil y positiva. Cuando estamos con alguien cuyas palabras son gentiles, somos animados. Somos alentados y bendecidos. ¿Ha estado usted alguna vez con alguien que es negativo? A menudo he tenido que ir al Señor para pedirle ayuda para ver las cosas de una perspectiva más positiva. No pienso que estoy solo en este problema. Dios quiere que nuestras palabras edifiquen y bendigan a los demás.
Fíjese que Pablo les dijo a los colosenses que sus palabras tenían que estar sazonadas con sal. Hay varias cosas acerca de la sal que necesitamos entender. La sal purifica y preserva. La sal realza el sabor de la comida y destaca lo mejor en esa comida. Esto es lo qué Pablo estaba diciendo. Cuando les respondemos a las personas, especialmente a los que nos contrarían, debemos sazonar nuestras palabras con sal purificada. Debemos dejar a la sal del Espíritu Santo sacar de nuestro espíritu lo mejor. Debemos dejar que la sal del Espíritu purifique y limpie nuestras palabras a fin de que traigan honor para el Señor Jesús.
Pablo nos está diciendo que tenemos que ser un pueblo que represente correctamente el Señor Jesús en todo lo que hacemos. Debemos buscarle seriamente y continuamente en oración. No debemos compartir al Señor Jesús sólo en palabra, sino también de hecho. Pablo nos reta a buscar oportunidades para compartir al Señor Jesús demostrando Su amor en las maneras prácticas. Debemos ser positivos y gentiles en cómo hablamos. Cómo vivimos y hablamos refleja lo que verdaderamente creemos. Como un pueblo que ha sido perdonado y cambiado por el Señor Jesús, nuestras vidas ya no son lo mismo. Es nuestro deseo vivir como Él vivió y hacerles a los demás lo que Él ha hecho por nosotros.
Para considerar:
¿Qué nos enseña Pablo acerca del agradecimiento en la oración?
¿Cómo Dios quiere que usted use sus circunstancias actuales para compartir su amor?
¿Qué aprendemos aquí acerca de compartir el amor de Dios por medio de nuestras acciones? ¿Cómo usted ha estado haciendo esto? ¿Cómo usted puede ser mejor en esto?
¿Por qué es importante que aprendamos a hablar con gracia? ¿Cómo le impacta esto a nuestro testimonio para el Señor Jesús?
Para orar:
Pídale al Señor que le enseñe cómo dedicarse más completamente a la oración.
Pídale al Señor que le muestre las oportunidades que Él está trayendo para usted cada día para compartir Su amor de manera práctica. Pídale que le dé fuerza para ser obediente.
Pídale al Señor que le ayude a ser positivo y gentil en sus palabras a fin de que usted se fortalezca en el cuerpo de Cristo.
Pídale al Señor que le dé un corazón para ser más como Él en Sus palabras y acciones.
21 – SALUDOS FINALES
Leer Colosenses 4:7-18
En esta sección final del capítulo 4, Pablo envió saludos de una colección variada de individuos para la iglesia en Colosas. Examinaremos a cada uno de estos individuos separadamente.
La primera persona que Pablo mencionó fue un hombre de nombre de Tíquico. Pablo estaba enviando a Tíquico a la iglesia en Colosas para que él compartiera con ellos cómo Pablo estaba. El apóstol consideraba a Tíquico un estimado hermano. Él también había probado ser un obrero fiel para el evangelio. Pablo quería que Tíquico alentara a la iglesia en Colosas con noticias de sus condiciones. Obviamente, la iglesia estaba muy preocupada por Pablo, sabiendo que él estaba en prisión. Es realmente interesante ver que en medio del encarcelamiento de Pablo, su preocupación no era por él, sino por los que podrían estar doliéndose por él. Pablo envió a Tíquico para animar a la iglesia y aliviar su preocupación por él.
Tíquico no iba solo a Colosas. Él estaba llevando con él un hombre de nombre Onésimo. Leemos acerca de Onésimo en el libro de Filemón. Él era un esclavo que había robado a su amo, Filemón. Después él escapó, él vino a conocer al Señor y probó ser muy útil para Pablo en su encarcelamiento. Pablo le devolvió a su amo en Colosas. Pablo consideraba a Onésimo un hermano muy estimado en Cristo. Onésimo había perjudicado a su amo, pero él había venido a conocer al Señor y estaba dispuesto a hacer las cosas bien. Pablo pasó por alto lo que había hecho Onésimo y miraba a su presente utilidad y su nueva relación encontrada con el Señor.
Aunque Pablo estaba enviando a Tíquico y Onésimo, otros hermanos no pudieron visitar la iglesia en Colosas. Pablo habló en el versículo 10 de un compañero de celda de nombre Aristarco. De Hechos 19:29 y Hechos 27:2 comprendemos que Aristarco era de la ciudad de Tesalónica y fue un compañero de viaje del apóstol Pablo.
Pablo envió saludos de Marcos, el primo de Bernabé. Marcos había sido un compañero de viaje con Pablo, pero le había abandonado durante un viaje misionero. Bernabé eligió tomar a Marcos en un subsiguiente viaje misionero, pero Pablo estaba en tan gran desacuerdo con esta decisión, por lo que Pablo y Bernabé se separaron y fueron por sus propios caminos. Lo importante aquí es que Pablo parece haber resuelto las diferencias que existían entre él y Marcos. Pablo retó a la iglesia en Colosas a recibir afectuosamente a Marcos.
En el versículo 11 Pablo escribió de un hombre de nombre Jesús que fue también llamado Judío. Él era un judío que había venido a conocer al Señor Jesús. Él, junto con los otros mencionados aquí, había probado ser un verdadero consuelo para Pablo en su hora de necesidad. Dios utilizó a los creyentes para atender a Pablo en su tiempo de encarcelamiento.
Los saludos también llegaron de Epafras, quien era de la región de Colosas. Él había dejado Colosas para atender a Pablo en prisión (ver Colosenses 1:7). Él envió saludos a la iglesia en esa ciudad. Epafras en particular luchaba en oración por los colosenses. Su clamor a Dios era para que esta iglesia permaneciera firme en la voluntad de Dios. Su deseo era que fueran maduros y completamente confiados en su fe. Pablo les dijo a los colosenses que Epafras estaba trabajando muy duro para ellos al ministrar a Pablo y sus necesidades.
El viejo compañero de viajes de Pablo, Lucas que era doctor, envió saludos a la iglesia en Colosas. Démas también saludó la iglesia. De 2 Timoteo 4:10 comprendemos que Démas eventualmente abandonó a Pablo. Él hizo esto a causa de su amor por el mundo.
Pablo personalmente envió saludos a la iglesia de Laodicea y en particular a una mujer de nombre Ninfas, que tenía una iglesia en su casa. Pablo retó a la iglesia en Colosas a pasarle esta carta a la iglesia en Laodicea a fin de que la pudieran leer. Él también les dijo que él había escrito una carta a la iglesia en Laodicea que ellos deberían leer. Si bien la carta a la iglesia Laodicense no está contenida en las Sagradas Escrituras, fue todavía escrita por Pablo. No todo lo que Pablo escribió se encuentra en las Sagradas Escrituras, sino que tenemos sólo lo qué Dios consideró darnos para nuestra instrucción en toda justicia (2 Timoteo 3:16-17).
En el versículo 17 Pablo le dijo a la iglesia en Colosas que le dijeran a Arquipo que completara la obra que él había recibido del Señor. Leemos acerca de Arquipo en el versículo 2 de Filemón. No se nos dice qué obra este hombre había emprendido. ¿Podría ser que él se hubiera desalentado en su ministerio? Lo que Pablo le dijo aquí es que habría sido un reto para él continuar.
Para concluir, Pablo escribió un saludo a los colosenses de su propia mano. Un secretario escribió muchas de sus cartas, pero en ocasiones, para hacer una carta más personal, Pablo les escribía algunas palabras por sí mismo. Él concluyó pidiéndole a los colosenses que recordaran sus cadenas. En otras palabras, debían mantenerlo en oración ante Dios.
En todo esto vemos cuán personal era Pablo. Él conocía el nombre de los individuos, no sólo en Colosas, sino también en el resto de las áreas donde él trabajó. Para Pablo, el ministerio en el que él estaba involucrado se trataba de personas. No era acerca de cuántas iglesias él empezó, sino acerca de personas legítimas y necesidades reales. Nosotros haríamos bien en recordar esto en nuestros ministerios.
Para considerar:
¿Qué nos cuenta esta sección sobre la preocupación de Pablo por las personas?
¿Podría decirse que Pablo tiene más preocupación por los demás que por sus propias necesidades? Explique.
¿Qué evidencia hay aquí en este capítulo que muestra que Pablo pudo pasar por alto fallas pasadas y seguir adelante en sus relaciones con las personas? ¿Cómo está usted en esto?
Para orar:
Pídale al Señor que le dé una mayor preocupación por las personas.
Pídale al Señor que le libere de pensar sólo en sus necesidades y sus problemas. Pídale que Él abra sus ojos a las necesidades de otras personas a su alrededor.
Pídale al Señor que le perdone por las veces cuando el ministerio se ha convertido más en números y programas que acerca de las personas.