Un libro devocional de Instrucciones de Pablo a las Iglesias en Galacia y Éfeso
F. Wayne Mac Leod
Copyright © 2013 por F. Wayne Mac Leod
Segunda Edición: Mayo 2013
Revisada Febrero 2016
Publicado Anteriormente por Authentic Media, 129 Mobilization Drive, Waynesboro, GA 30830 USA and 9 Holdom Avenue, Bletchley, Milton Keynes, Bucks, MK1 1QR, UK
Todos los Derechos están Reservados. No se puede reproducir o transmitir ninguna parte de este libro de ninguna manera ni por ningún medio sin la autorización escrita del autor.
Gracias especiales a los lectores de prueba y revisores sin los que este libro habría sido más difícil de leer.
Tabla de Contenidos
- Prefacio
- Introducción a Gálatas
- 1 – Gálatas 1:1-10 – Otro Evangelio
- 2 – Gálatas 1:11-24 – La Revelación del Evangelio a Pablo
- 3 – Gálatas 2:1-10 – Pablo, el Apóstol a los Gentiles
- 4 – Gálatas 2:11-21 – Pablo contra Pedro
- 5 – Gálatas 3:1-14 – ¿Ley o Fe?
- 6 – Gálatas 3:15-29 – El Propósito de la Ley
- 7 – Gálatas 4:1-11 – Hijos y Esclavos
- 8 – Gálatas 4:12-31 – Agar y Sara
- 9 – Gálatas 5:1-15 – La Predicación de la Circuncisión
- 10 – Gálatas 5:16:26 – Vivir por el Espíritu
- 11 – Gálatas 6:1-18 – Comentarios Finales
- Prefacio a Efesios
- 12 – Efesios 1:1-14 – En Cristo
- 13 – Efesios 1:15-23 – Crecer en Él
- 14 – Efesios 2:1-10 – Vivo en Cristo
- 15 – Efesios 2:11-22 – Ya No Somos Extranjeros
- 16 – Efesios 3:1-13 – Pablo, Apóstol a los Gentiles
- 17 – Efesios 3:14-21 – La Oración de Pablo por los Efesios
- 18 – Efesios 4:1-6 – Vivir Vidas Dignas de Nuestro Llamamiento
- 19 – Efesios 4:7-16 – Él Dio Dones a los Hombres
- 20 – Efesios 4:17-32 – Revestirse de la Nueva Naturaleza
- 21 – Efesios 5:1-21 – Vivir en la Luz
- 22 – Efesios 5:22-33 – Esposos y Esposas
- 23 – Efesios 6:1-9 – Relaciones Piadosas
- 24 – Efesios 6:10 – Fortalecerse en el Señor
- 25 – Efesios 6:11, 13 – Ponerse la Armadura
- 26 – Efesios 6:12 – Fuerzas Espirituales de Maldad
- 27 – Efesios 6:14 – El Cinturón de la Verdad
- 28 – Efesios 6:14 – La Coraza de Justicia
- 29 – Efesios 6:15 – El Apresto del Evangelio
- 30 – Efesios 6:16 – El Escudo de la Fe
- 31 – Efesios 6:17 – El Casco de la Salvación
- 32 – Efesios 6:17 – La Espada del Espíritu
- 33 – Efesios 6:18 – Orar en el Espíritu
- 34 – Efesios 6:18 – Estar Alertas
- 35 – Efesios 6:19-24 – Observaciones Finales
PREFACIO
En el libro de Gálatas, el apóstol Pablo les habló a los creyentes de su época sobre el lugar de la Ley de Moisés en su recién establecida relación con el Señor Jesús. Él adoptó una actitud firme contra la predicación de la ley, pero apoyó enérgicamente la doctrina de la salvación solamente por la fe en Jesucristo. Él les recordó a los gálatas que por medio de la obra del Señor Jesús, ellos fueron liberados de la Ley y de sus exigencias y fueron adoptados como hijos Dios.
En el libro de Efesios, el apóstol les recordó a los creyentes de su posición y beneficios en el Señor Jesús. Él les ofreció un conjunto de directrices para caminar en el Espíritu y les mostró cómo prepararse para la batalla espiritual que cada uno de ellos enfrentaría inevitablemente. Él también compartió algunos principios prácticos de cómo tratar con la familia y las relaciones laborales.
Al igual que con todos los libros de esta serie, mi deseo es que usted lea el pasaje de la Biblia junto con este comentario. Si usted sólo lee este comentario, a usted le falta una parte vital de lo que estoy tratando de lograr. Este comentario no es un reemplazo para la Biblia. Es meramente una ayuda de estudio. Le aliento a leerlo junto con el pasaje de la Sagrada Escritura enumerado al principio de cada capítulo. Este libro no es tampoco un reemplazo para el Espíritu Santo. Aún cuando confío que el Espíritu de Dios me haya guiado en la escritura de este trabajo, reconozco que Él también le debe guiar en la lectura y estudio de él y la Sagrada Escritura está destinada a explicarlo. Pídale al Espíritu de Dios que le dé profundo entendimiento. Él puede elegir usar este comentario para darle ese entendimiento profundo, o Él puede desafiarle directamente. Lo que es importante es que usted deje al Espíritu de Dios guiarle en su estudio.
Cuando usted empiece este estudio, ¿tomaría usted un momento para traer algunos asuntos al Señor? Primero, por favor ore que Dios use este trabajo en su vida para acercarle más a Él. En segundo lugar, por favor ore a Dios para que bendiga este libro en las vidas de otras personas alrededor del mundo. Miles de copias de libros de esta serie están siendo enviados a pastores necesitados y trabajadores cristianos en todo el mundo. Por favor únase a mí en oración para que este libro y otros de la serie sean herramientas útiles en las manos del Espíritu de Dios para acercar a muchos más íntimamente a Cristo.
Que Dios le pueda bendecir ricamente a medida que usted se embarca en este estudio.
F. Wayne Mac Leod
INTRODUCCIÓN A GÁLATAS
Autor:
El apóstol Pablo se identifica a sí mismo en el primer capítulo del libro como el escritor de la epístola a los gálatas. Su autoría se vuelve incluso más clara por los detalles que él comparte acerca de sí mismo en los capítulos 1 y 2.
Trasfondo:
La carta es escrita a la iglesia de Galacia localizada en lo que se conoce ahora como Turquía. Es muy posible que el apóstol Pablo plantara esta iglesia y como tal sintiera una carga específica por ella. Él habla de ella en Gálatas 4:19 como “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto.”
Parece que los creyentes en Galacia estaban siendo influenciados por falsos maestros. Estos maestros creían que los cristianos tenían que seguir la ley y las tradiciones de los judíos para ser aceptados por Dios. Su fe era una mezcla de judaísmo y de cristianismo. Varios creyentes en la iglesia habían aceptado esta enseñanza (ver Gálatas 1:6; 3:1). Parece también por el contexto que estos falsos maestros estaban poniendo en tela de juicio a Pablo y su apostolado.
Pablo se ocupa de dos ideas centrales en la carta a los gálatas. Primero, él se ocupa de la pregunta de si un creyente en Jesucristo tenía que seguir las Leyes de Moisés para ser aceptado por Dios. El segundo asunto planteado aquí en la carta fue más personal en su naturaleza. Pablo tenía que reafirmar a los gálatas que él había sido llamado por Dios y que su enseñanza venía de Dios. Ésta es probablemente una respuesta a los que estaban poniendo en tela de juicio su apostolado. Una gran parte de los primeros dos capítulos de la carta son dedicados a la defensa de Pablo de su propio ministerio y llamado.
La Importancia de este Libro para Hoy:
Uno de los puntos claves que Pablo argumenta en la carta es que la salvación es por solamente la fe en el Señor, dejando aparte cualquier cosa que podamos hacer. La iglesia de la época actual todavía tiene que luchar con la creencia de que uno puede llegar al cielo por sus propios esfuerzos. Este libro ofrece mucha ayuda en este sentido. Sin embargo más allá de esto, recuerde que las personas a las que Pablo les estaba escribiendo eran creyentes que ya habían aceptado al Señor bajo su ministerio. Ellos también estaban siendo influenciados por la enseñanza falsa de su época y creían que en cierta forma todavía tenían que hacer ciertas cosas para ser aceptados por Dios. Pablo nos recuerda en este libro que ya somos aceptados y amados por Dios aparte de cualquier cosa que podamos hacer. Nuestra aceptación en Cristo está asegurada, somos liberados para servir con un corazón de devoción y amor. Esto también es un mensaje vital que la iglesia de nuestra época tiene que oír.
1 – Otro Evangelio
Leer Gálatas 1:10
Ésta es una carta escrita a las iglesias en el área de Galacia alrededor de Asia Menor (la moderna Turquía). La carta no fue escrita para ninguna iglesia específica, sino para un grupo de iglesias en esta área general. Pablo había establecido iglesias en una parte de estas ciudades en su primer viaje misionero (Hechos 13:14-14:23). Pablo después les escribió a estas iglesias para enfrentar un problema muy particular – la tentación a regresar a la ley de Moisés y verla como un medio de salvación y una prueba de una vida plena en el Espíritu.
En el versículo 1 Pablo mismo se presenta como apóstol (el enviado). El papel de apóstol fue uno muy específico en los inicios de la iglesia. Dios había escogido a estos individuos para colocar los fundamentos de Su iglesia en la tierra. Fíjese que Pablo les recordó a los gálatas que su llamado a ser apóstol no procedía de los hombres. Él fue llamado por Dios para ejercer este papel. Fíjese concretamente que el apóstol fue llamado por Jesucristo y Dios Padre que le resucitó de los muertos. El Cristo resucitado personalmente se apareció a Pablo y lo llamó a ser apóstol (ver Hechos 9:1-9, 15).
Sin la obra misericordiosa de Jesucristo, el llamado de Pablo no habría tenido sentido. Sin la muerte del Señor Jesús a favor de él, Pablo, como cada uno de nosotros, habría sido destinado a una eternidad de separación de Dios. La muerte de Jesús y la resurrección conquistaron el pecado y la tumba. La esperanza y el mensaje de Pablo estaban enfocados en esta obra redentora del Señor Jesús.
Pablo envió saludos y transmitió la preocupación de los hermanos que estaban con él. No se nos dice quienes eran estos amigos, pero ellos compartían la preocupación de Pablo por el bienestar de la iglesia en Galacia.
En el versículo 3 Pablo envió sus deseos de gracia de Dios y paz a las iglesias en Galacia. La gracia es el favor inmerecido de Dios. El deseo de Pablo era que este favor inmerecido de Dios reposara en los creyentes gálatas. La paz que Pablo deseaba a las iglesias provenía de una relación correcta con el Señor Jesús. Esta paz puede ser posible, sólo cuando las personas han sido perdonadas y han sido traídas a una relación correcta con el Padre. El deseo de Pablo para los gálatas era que conocieran el favor de Dios y estuvieran seguros de una relación correcta con Él.
La persona del Señor Jesús es central a la introducción de Pablo a este libro. En el versículo 4 Pablo les recordó a sus lectores que fue el Señor Jesús el que se dio a sí mismo por sus pecados. Jesús voluntariamente murió en la horrible cruz del Calvario por ellos. Él sufrió los insultos de las personas que Él creó. Él voluntariamente aguantó el dolor y el sufrimiento infligido a Él por hombres pecaminosos. ¿Por qué Él hizo esto? Pablo nos recuerda aquí que Jesús hizo esto para librar a los creyentes del presente siglo malo.
¿Cuál es este presente siglo malo? Este siglo comenzó cuando Adán, el primer hombre, abrió la puerta para que el pecado entrara en el mundo. Desde ese momento toda la creación ha sufrido bajo la carga del pecado. El mundo físico y cada criatura comenzaron a sufrir y corromperse. La vejez y sus efectos se convirtieron en un recordatorio constante del hecho de que nadie puede librarse de las fauces de la muerte. Allí también estaba la ruptura en pedazos de las relaciones sociales. El propio hijo de Adán asesinó a su hermano. La ruptura de matrimonios, falta de respeto a los padres y a los que tienen autoridad, el crimen, la violencia y todos los sistemas corruptos del mundo se convirtieron en características de este siglo malo.
La entrada del pecado en el mundo trajo la separación entre Dios y las personas. La maldición de Dios cayó sobre toda la humanidad. La humanidad estaba destinada a permanecer eternamente separada de Dios y bajo Su ira divina. No había nada que pudiéramos hacer en nuestra propia sabiduría y nuestra propia fuerza para remediar este problema. Estábamos destinados a vivir en un mundo de enfermedades, enfermedad marcada por relaciones sociales rotas y el dolor. Finalmente moriríamos y quedaríamos separados de Dios eternamente.
La muerte de Jesús en la cruz del Calvario venció la maldición del pecado y ofreció esperanza a todos los que Le aceptaran. Por medio de Su obra fue posible nuevamente una relación con Dios. Ser restaurado a Dios mediante la obra del Señor Jesús significó que podríamos disfrutar de Su paz y favor eterno. El mero pensamiento de lo que el Señor Jesús había hecho apasionó a Pablo hasta el mismo centro de su ser. “A quien sea la gloria por los siglos de los siglos,” él dijo en el versículo 5. ¿Alguna vez podría haber algo más maravilloso que esto? Puedo ser liberado. Todos mis pecados pueden ser perdonados. Puedo disfrutar de la amistad con Dios por la eternidad. Tengo vida eterna. Y es todo por causa de Jesús y lo que Él ha hecho por mí.
Es en este contexto que Pablo declaró en el versículo 6 que él se maravillaba que los gálatas se hubieran apartado tan pronto del Señor Jesús y de la esperanza que tenían en Él. La palabra griega traducida como “maravillarse” es una palabra muy fuerte. Tiene la idea de esto: “No puedo creer que ustedes jamás se apartarían de la esperanza que ustedes tienen. Lo que ustedes han hecho desafía toda comprensión. Ninguna persona en su mente sana jamás haría lo que ustedes han hecho.”
Según Pablo, los gálatas les habían vuelto la espalda al evangelio verdadero de la gracia por una creencia legalista. ¿Cómo había ocurrido esto? Había profetas y falsos maestros entre ellos que los habían puesto en contra de la enseñanza clara de los apóstoles. Estos individuos malvados deformaban y corrompían el evangelio de Cristo. ¿Cómo ellos habían hecho esto? Pablo contestará esta pregunta a todo lo largo del resto de su carta. Sin embargo en resumen, habían estado enseñando que un creyente tenía que circuncidarse y observar la ley de Moisés para ser salvos y disfrutar del favor de Dios. Ésta, según Pablo, era una perversión del evangelio de la gracia. Examinaremos esto con mayor detalle a todo lo largo del curso de este estudio.
Fíjese en los versículos 8 y 9 cuán fuertemente Pablo sentía con relación a la perversión del evangelio añadiendo los requisitos de la ley. ¡Pablo les dijo a los gálatas que incluso si un apóstol o un ángel del cielo predicaran este mensaje pervertido del evangelio, él estaría eternamente maldito! Ésta es una declaración muy fuerte. ¿Quién entre nosotros tendría el coraje para maldecir a un ángel de Dios o uno de los apóstoles? Hay cólera en las palabras de Pablo. Esta cólera está dirigida hacia cualquiera, por muy importante que pueda ser, disminuya la verdad de la obra terminada de Cristo en la cruz por nuestros pecados. La obra de Cristo en sí misma es suficiente para salvar. Nada más puede agregarse. Decir que los gálatas necesitaban la ley para merecer el favor de Dios y la salvación, era decir que Cristo no hizo suficiente. Había que tratar de la manera más estricta con cualquiera que desvalorizara la obra de Cristo por la salvación de la humanidad.
A Pablo no le importaba lo que cualquier otra persona pensara acerca de sus puntos de vista en este asunto. Él no andaba buscando la aprobación de los gálatas. Él estaba dispuesto a arriesgar su relación con ellos por el bien de esta verdad. Como apóstol, era su papel proteger la verdad que Cristo le había transmitido. Pablo estaba dispuesto a hacer esto, aunque significara perder amigos. Si él estuviera tratando de complacer a los hombres, él no podría ser un siervo de Dios. Había que elegir. ¿Agradaría él a Dios y se mantendría firme por la verdad, o él agradaría a los gálatas y les dejaría continuar en su error? Pablo eligió agradar a Dios.
Estos primeros pocos versículos sientan el tono para toda la epístola. Es un libro de un duro lenguaje que habla la verdad sin disculpas. Pablo habla agudamente contra cualquiera que diluya el mensaje del evangelio de Cristo o desvalorice Su obra al añadir otras exigencias.
Para Considerar:
¿Qué requisitos le podemos añadir al evangelio hoy? ¿Podemos ser culpables de predicar otro evangelio?
¿Por qué son las personas atraídas a un mensaje que dice que nosotros tenemos que hacer esto o lo otro para ganar la aprobación de Dios?
¿Por qué es tan duro para nosotros aceptar el hecho de que la sola obra de Jesucristo es suficiente para salvarnos de nuestros pecados?
Para Orar:
Agradezca al Señor que no haya nada más que hacer por nuestra salvación, excepto rendirnos y aceptar lo que Él ya ha logrado en la cruz.
Agradezca al Señor que Él le acepta tal como usted es sin tener que hacer ninguna cosa para ganar Su favor por sus esfuerzos.
¿Conoce usted alguien que está atrapado en la enseñanza de otro evangelio? Tome un momento para pedirle al Señor que le revele a esta persona la suficiencia de Su obra.
2 – La Revelación del Evangelio a Pablo
Leer Gálatas 1:11–24
En la última meditación, vimos cuán fuertemente Pablo sentía acerca de la perversión del mensaje del evangelio. El evangelio se había convertido en su pasión en la vida. La vida de Pablo estaba dedicada a la proclamación del mensaje que Jesús murió por nuestros pecados y resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte. Esta verdad había cambiado radicalmente su vida. A medida que él la predicaba a otros, ellos también eran transformados por el poder de ese mensaje. Aquí en esta siguiente sección, Pablo nos dice cómo él llegó a entender este mensaje que había transformado su vida tan radicalmente.
Pablo quería que los gálatas se dieran cuenta que el mensaje del evangelio no llegó a él por enseñanza humana. No era una idea o filosofía humana transmitida a través de los siglos. El evangelio tuvo su origen en Dios mismo. El evangelio (“las buenas noticias”) es el plan maravilloso de Dios para la salvación de su pueblo.
Pablo declaró en los versículos 12–16 que él no había llegado a comprender el mensaje del evangelio por medio de hombres. La realidad del asunto era que, antes de venir a Cristo, mientras más personas le hablaban a Pablo del evangelio, él reaccionaba más enérgicamente contra él. El versículo 13 nos dice que Pablo odiaba cualquier cosa que tuviera que ver con el mensaje de Cristo. Él estallaba de ira en intensa persecución contra cualquiera que aceptara esta enseñanza que él consideraba cismática para el judaísmo que él practicaba tan fervorosamente.
El libro de Hechos nos cuenta la historia de cómo el apóstol (entonces llamado Saulo) (Hechos 9) iba camino a Damasco a perseguir la iglesia. En el camino él fue detenido por una gran luz que descendía del cielo. Una voz habló desde esa luz. Esa voz era la voz del Señor Jesús hablando y revelándose a Sí Mismo a Pablo. Este encuentro con el Señor que él había estado persiguiendo, transformó la vida de Pablo. Nunca fue él mismo. Él Nunca olvidaría las palabras que él oyó aquel día. Sus ojos y oídos fueron abiertos. Su corazón fue tocado. A partir de ese momento en adelante, él proclamaría con convicción profunda que el evangelio que él tan intensamente había desechado, no era sólo la verdad, sino la única esperanza de salvación de las llamas del infierno eterno.
¿Qué pasó con la experiencia de Pablo que le causó tal impacto? Él sin dudas había oído el mensaje del evangelio antes de esto, pero eso nunca le había impactado su vida. Él no estaba interesado en otra doctrina. Lo que transformó su vida y pensar fue el hecho de que Dios mismo le reveló este mensaje a él. Este mensaje no llegó a él directamente de labios humanos. Llegó directamente a él de Dios. Definitivamente, esto es lo que tiene que ocurrir a cada uno de nosotros. Dios tiene que revelarse a Sí Mismo a cada uno de nosotros personalmente. Si bien usted puede haber escuchado el mensaje a través de labios humanos, es sólo cuando el Soberano Dios mismo le habla directamente a su alma a través de Su Espíritu Santo que usted verdaderamente llegará a entender y aceptará las afirmaciones de este evangelio.
Fíjese en el versículo 15 que Dios tenía su mano puesta sobre el apóstol Pablo desde su nacimiento. Incluso a través de este tiempo de intensa persecución de la iglesia, Dios estaba trabajando en la vida de este hombre. Exteriormente, no había una clara prueba visible de que Dios iba a traerlo a la salvación, pero desde mismo comienzo del tiempo, Dios tenía un propósito para Pablo. El plan le fue revelado a su tiempo.
El versículo 16 tiene mucha importancia. Fíjese cómo Pablo dijo que agradó a Dios revelar Su Hijo “en” él. Hay una gran diferencia entre la palabra “en” y la palabra “a.” Hay muchas personas a quien Cristo es revelado. Estas personas tienen una comprensión de Su obra. Le pueden decir quién Jesús es y lo que Él vino a llevar a cabo en esta tierra. Sin embargo, Cristo no ha sido revelado en ellos. Cuando Cristo es revelado a nosotros, comprendemos intelectualmente quién es Él y lo que Él vino a hacer. Sin embargo cuando Cristo es revelado en nosotros, Él viene a residir en nuestras vidas con el propósito de transformarnos. Su presencia en nosotros nos capacita. Hablamos de Cristo no como de alguien que hemos oído y leído, sino como de alguien que conocemos personalmente. Cuando Cristo es revelado en nosotros, Su poder y sabiduría se vuelven parte nuestra. Su vida fluye a través de nosotros. Hay un cambio radical que ocurre.
Pablo nos dice en 2 Corintios 5:17 que si alguien está en Cristo, él es una nueva creación. Pablo estaba tan apasionado por el mensaje del evangelio porque él lo estaba experimentando personalmente en su vida. La comprensión de Pablo del evangelio no llegó a él por recursos humanos, sino por una revelación muy especial de Dios a él personalmente. ¿Se ha revelado Dios a usted de esta manera?
Pablo procedió en el versículo 16 a recordarle a sus lectores que aún después de su conversión a Cristo, él no consultó a hombres. La comprensión de Pablo del evangelio no sucedió como resultado de enseñanza humana, ya sea antes de su conversión o después de su conversión. Él hace constar que después de su conversión él no consultó a los otros apóstoles en Jerusalén, sino que fue a Arabia. Allí él fue quitado de los que le pertenecían al Señor. Como nuevo creyente, todo lo que él tenía era Dios y Su Palabra. Él no fue entrenado por hombres para creer de una cierta forma. Sólo después de tres años Pablo fue a reunirse con Pedro (con quien él se quedó durante quince días). Durante ese tiempo él nunca vio a ninguno de los otros apóstoles, excepto Santiago el hermano del Señor Jesús (versículo 19).
¿Por qué nos dice Pablo estas cosas y qué implicaciones tienen para nosotros hoy? Pablo nos está diciendo que las cosas que él predicaba no eran meras gemas de sabiduría humana. Lo que él predicaba era la sabiduría de Dios revelada a él directamente por Dios.
¿Qué tiene que decirnos este pasaje en la actualidad? ¿Qué tiene que decir acerca del discipulado de nuevos creyentes? ¿Deberían los nuevos creyentes ser dejados solos para que aprendan por sí mismos como Pablo? ¿Deberían pasarse los primeros años de su experiencia cristiana aislados de otros creyentes? ¿Estaríamos todos de acuerdo que esto no sólo sería tonto, sino también peligroso? Satanás está muy dispuesto a distorsionar y quitar la pequeña verdad que tiene un nuevo creyente.
¿Cómo debemos comprender aquí las acciones de Pablo? Me parece que la clave es que nosotros entendamos que es más importante que el nuevo creyente pueda escuchar de Dios que de nosotros. Demasiado a menudo los nuevos creyentes se convierten en clones de los que los discipulan. Cuando discipulamos a otros, a menudo empujamos nuestros sistemas religiosos y teológicos. Estamos a veces tentados a mostrar al nuevo creyente por qué tenemos razón y por qué los otros están equivocados. Les enseñamos a pensar como nosotros, a adorar como nosotros, y a asociarse con personas como nosotros. El nuevo creyente nos escucha, ¿pero él aprende a escuchar a Dios y estudiar Su Palabra? Cuando hemos terminado de conducirlos por nuestro programa de discipulado, ¿de quién han aprendido? ¿Han escuchado sólo a nosotros, o también han escuchado a Dios? ¿Les hemos dado el derecho de diferir de nosotros en su comprensión de las Escrituras? ¿Los estamos conduciendo a convertirse en lo que Dios quiere que se conviertan?, ¿o los estamos alentando a convertirse en lo que nosotros pensamos que tienen que convertirse? ¿Los estamos conduciendo a tener convicciones personales o simplemente les estamos transmitiendo nuestras propias convicciones?
Los años posteriores a la conversión de Pablo fueron años de escuchar de Dios. En esos años se formaron las convicciones personales. Estas convicciones no fueron verdades de segunda mano transmitidas a él por determinados maestros religiosos. Las convicciones de segunda mano no crean pasión por el servicio. Pablo nunca habría estado interesado en predicar la fe de otra persona. Su pasión en el ministerio surgió como resultado de sus muy profundas convicciones personales. Cristo era real para Pablo. Él estaba siendo revelado en Pablo. Él estaba revelando Su verdad a Pablo. El resultado fue que las personas vieron la diferencia en la vida de Pablo. Glorificaban a Dios porque veían lo que Él estaba haciendo en la vida de este antiguo perseguidor de la iglesia.
Para Considerar:
¿Ha sido Cristo revelado en usted? ¿Cuáles son las pruebas de esto en su vida?
Las convicciones que usted tiene, ¿son sus propias convicciones personales? ¿Cree usted lo que cree, porque usted está convencido ante Dios después de reflexionar y estudiar personalmente o porque otra persona le dijo lo que usted tiene que creer?
¿Hay diferencia entre predicar convicciones personales y predicar convicciones de segunda mano? ¿Cuál es la diferencia?
¿La verdad que usted ha creído, ha afectado su vida? ¿Tiene usted una pasión profunda en el corazón por la verdad que Dios le ha revelado? ¿Cómo le ha impactado esto su vida?
Para Orar:
Tome un momento para recordar el tiempo cuando el Señor le habló personalmente a su corazón y le convenció de la verdad del evangelio. Agradézcale a Dios que Él le haya revelado el evangelio tan personalmente.
Agradézcale a Dios que Él tenía Su mano puesta en usted, mucho antes de que usted llegara a un conocimiento de primera mano de la salvación que Él ofrecía.
¿Conoce usted a que alguien que, como Saulo, está huyendo de la verdad? Tome un momento para pedir que Dios que se revele a sí mismo a esta persona.
3 – Pablo, el Apóstol a los Gentiles
Leer Gálatas 2:1–10
Aún cuando es claro que Dios le había revelado el mensaje del evangelio a Pablo, tomó cierto tiempo para que le aceptaran en la comunidad cristiana. Inicialmente, incluso los apóstoles tuvieron problemas para aceptar que este gran perseguidor de la iglesia era ahora un creyente verdadero. Esta vacilación por parte de la iglesia, se complicó mucho más por el hecho de que la carga específica de Pablo era predicar este evangelio a la comunidad gentil y no exclusivamente a la judía, como era la tendencia de la época.
Aquí en esta sección de su carta, Pablo explicó cómo su ministerio llegó a ser aceptado por los otros apóstoles. Él empezó diciendo que luego de catorce años subió a Jerusalén con Bernabé y Tito. No estamos seguros del momento exacto de este viaje a Jerusalén. Algunos lo ven como que han pasado catorce años después de su conversión. El momento exacto no es importante. Lo que es importante es la razón de su viaje a Jerusalén. El versículo 2 declara que él fue en respuesta a una revelación de Dios. Él hizo eso para exponer ante la iglesia en Jerusalén el evangelio que él predicaba a los gentiles. En otras palabras, él fue a rendir cuentas de sus acciones y el mensaje que él estaba predicando a la comunidad de personas gentiles. Debemos entender aquí que había dos barreras principales que Pablo tuvo que vencer para predicar a los gentiles. Primero, estaba el hecho de que por tanto tiempo la comunidad gentil había sido vista como separada del plan de salvación global de Dios. Jesús les había dicho a los discípulos que llevaran Su mensaje a la casa de Israel (Mateo 10:5-7). Incluso en la iglesia primitiva, la evangelización fue inicialmente sólo para la comunidad judía (ver Hechos 11:19). Al predicarles a los gentiles, Pablo estaba yendo contra la tradición.
El segundo problema del que Pablo tuvo que ocuparse, fue el lugar de la ley judía en la forma de vida de los creyentes gentiles. Aun cuando había creyentes judíos que estaban dispuestos a ver a los gentiles venir a conocer al Señor, ellos de todas formas creían que los gentiles estaban obligados a vivir según la ley de Moisés. Ellos esperaban que una persona gentil masculina que se convirtiera a Cristo, se circuncidara y siguiera las tradiciones religiosas judías. Algunos judíos incluso hicieron de esto un requisito para la salvación de los gentiles. Ya hemos visto que en el capítulo uno Pablo rechazó esta doctrina. Él creía que los gentiles podían salvarse sin practicar la Ley de Moisés. Aquí otra vez Pablo fue en contra de una tradición fuerte.
Fíjese en el versículo 2 que Pablo fue a Jerusalén por una revelación de Dios. No se nos dice cuando esto ocurrió o cómo recibió él esta revelación. Sin embargo, evidentemente fue el propósito de Dios que Pablo le contara a la iglesia en Jerusalén sus convicciones en el asunto del plan de Dios para los gentiles. La iglesia de Jerusalén había sido resistente a predicarles a los gentiles, y Pablo fue a Jerusalén, guiado por Dios, a hablarles a sus líderes acerca de este asunto.
Es importante que nosotros notemos la estrategia de Pablo. Pablo fue en respuesta a una revelación de Dios. Sin embargo a pesar de este hecho, Pablo tuvo mucho cuidado en la manera en que él se acercó a la iglesia en este asunto. Él pudo haber venido con una actitud muy negativa y públicamente pudo haber reprendido a la iglesia de Jerusalén. Él pudo haber venido con una actitud de “Dios me dijo esto”. Sin embargo fíjese que en el versículo 2 él habló privadamente con los líderes. Él hizo eso con cierto miedo en su corazón de que él hubiera corrido en vano. Tenemos que examinar esta actitud de Pablo más detenidamente.
¿Cuán a menudo hemos sido apagados por individuos que llegan a nosotros con una actitud “Dios me dijo” que no demostró sabiduría y discernimiento en cómo comunicar el mensaje que Dios les había dado? Pablo habló aquí con mansedumbre y humildad. Aunque él tenía una profunda convicción en este asunto, él todavía quiso ser obediente a la iglesia. Pablo había comprometido su vida a predicar este mensaje de gracia a todo el que creyera sin tener en cuenta la nacionalidad. Él necesitaba que la iglesia respaldara sus esfuerzos por alcanzar a los gentiles y traerlos en igualdad de condiciones con los creyentes judíos. Él también buscó la unidad entre los apóstoles en el asunto del lugar de la ley mosaica en la vida del creyente. Si el plan de Dios era que Pablo predicara a los gentiles, y si la iglesia era sensible a la conducción del Espíritu Santo, reconocerían esta carga en él como procedente de Dios y le apoyarían en ella. Él puso su ministerio y comprensión del evangelio ante la iglesia para su consentimiento. Éste fue de verdad un paso humilde de fe.
De los versículos 3-5 entendemos que la decisión de la iglesia de Jerusalén de respaldar el mensaje y el ministerio del apóstol Pablo no llegó fácilmente. Tito, un gentil que estaba con Pablo, había sido la fuente de cierta oposición. Algunos judíos ejercieron presión para que él se circuncidara. Pablo llamó a estos individuos “falsos hermanos” que fueron mandados como espías. En otras palabras, estos hombres en secreto vinieron a descubrir si Tito había sido circuncidado.
Pablo se rehusó a ceder a la presión de estos falsos maestros. Si bien hubo momentos cuando el apóstol permitió la circuncisión por el propósito de un mayor ministerio (Hechos 16:1-2), esta no fue una de esas veces. Ceder sería decir que la obediencia a la ley mosaica era necesaria para la salvación. Era contra esto que Pablo estaba luchando. Evidentemente, su insistencia valió la pena al fin. El versículo 3 nos dice que Tito no se fue forzado a circuncidarse. Él fue aceptado tal como él era– un hermano gentil incircunciso en Cristo. Qué alegría esto debe haberle dado a Pablo.
En los versículos 6-7 Pablo les dijo a sus lectores que los líderes en la iglesia en Jerusalén (“los que tenían reputación de ser de algo”) no le agregaron nada a su mensaje. ¿Cuál era su mensaje? Era que los gentiles podían ser salvos sin practicar la ley de Moisés. Al fin, incluso hasta los líderes de Jerusalén aceptaron este mensaje sin añadir ningún requisito más. Ellos confirmaron a Pablo como apóstol a los gentiles y respaldaron su mensaje de “salvación a los gentiles sin la ley.” Del mismo modo que Dios había utilizado a Pedro para predicar el mensaje a los judíos, Dios también le había estado utilizando para predicar a los gentiles. Habiendo confirmado su ministerio y mensaje, extendieron a Pablo y Bernabé la “diestra en señal de compañerismo,” enviándolos a los gentiles con total aprobación de corazón, emplazándolos también a recordar a los pobres (versículos 9-10).
Para Pablo, nada podía ser añadido al mensaje de salvación. Las personas son salvadas solamente por la gracia de Dios sin esfuerzo de parte de ellas, excepto para recibir, por la gracia de Dios, lo que ya ha sido hecho. Poner cualquier requisito adicional sobre alguna persona sería desvalorizar la obra de Cristo. La insistencia de Pablo sobre este asunto hizo que la iglesia primitiva se ocupara de las falsas nociones de la salvación más la ley. La sola obra de Cristo era suficiente para la salvación. Pablo fue muy influyente en alinear la iglesia con el corazón del Señor Jesús para las misiones al mundo gentil.
Para Considerar:
¿Podemos ser culpables de presentar un mensaje de salvación a través de Cristo más obras? ¿Qué requisitos podemos poner hoy en los incrédulos para su salvación?
¿Se ha encontrado usted alguna vez tratando de merecer el favor de Dios por sus buenas obras? ¿Dios nos quiere más porque le servimos fielmente? ¿Nos ama Él menos si somos infieles?
¿Se ha encontrado usted alguna vez dudando en aceptar que una persona verdaderamente le pertenecía al Señor porque ella no creía las mismas cosas que usted cree? ¿Podría ser posible que nosotros también seamos culpables del mismo pecado que la iglesia de Jerusalén?
Pablo tuvo un llamado muy claro de Dios para emplazar la iglesia de Jerusalén acerca del error de creer en una salvación a través de Cristo y la Ley de Moisés. La iglesia de su época no estaba caminando en conformidad con el corazón de Dios. A pesar de su convicción, ¿cómo se acercó Pablo a la iglesia?
¿Hay áreas donde su iglesia no está a tono con el corazón claro de Dios? ¿Cuáles son esas áreas? ¿Qué hace falta hacer para llevar a la iglesia al lugar de tener el mismo corazón de Dios?
Para Orar:
Pídale a Dios que le revele cualquier prejuicio que usted pudiera tener contra un hermano en Cristo que no cree o ve las cosas en la manera que usted las ve.
¿Pídale al Señor que alinee a la iglesia con Su corazón?
Pídale a Dios que le dé gracia para ser humilde como Pablo cuando él se ocupó de este delicado asunto en la iglesia.
¿Conoce usted a algunos hermanos que son de una iglesia donde el evangelio de la salvación solamente a través de Cristo, no es claramente predicado?
Tome un momento para orar por ellos. Pídale a Dios que les revele la verdad de la salvación solamente a través de Cristo.
4 – Pablo Contra Pedro
Leer Gálatas 2:11–21
La preocupación de Pablo por ver a los gentiles integrados en la iglesia le hizo entrar en conflicto con el liderazgo judío. En la última meditación vimos cómo él defendió esta visión ante la iglesia en Jerusalén. Si bien la iglesia en Jerusalén le confirmó en su ministerio, no fue fácil para los líderes cambiar sus costumbres mosaicas profundamente arraigadas y su esquema de pensamiento. Pablo se vio incluso forzado a reprender al gran apóstol Pedro por su hipocresía.
Antes de que examinemos el conflicto entre Pedro y Pablo en Antioquía, es útil que nosotros comprendamos el trasfondo. Primero, la iglesia en Antioquía tenía una historia de lucha con las diferencias entre judíos y gentiles. Cuando esta iglesia comenzó, era la costumbre de los cristianos judíos evangelizar únicamente a los judíos (Hechos 11). Sin embargo Dios impulsó a algunos creyentes de Cirene y Chipre, a compartir el evangelio también con los gentiles en la región. Esto condujo a un mover más grande del Espíritu de Dios entre los gentiles y la fundación de la iglesia en Antioquía.
La iglesia parecía poder funcionar durante algún tiempo tanto con los judíos como con los gentiles adorando juntos. Esta pudo haber sido una de las razones para la bendición del Señor en esta iglesia específica. Estos creyentes estaban aprendiendo a abandonar generaciones de prejuicio y aceptarse mutuamente como hermanos en Cristo. Sin embargo en Hechos 15, los falsos predicadores vinieron a Antioquía predicando que para que los gentiles fueran salvos, tenían que guardar la Ley de Moisés. Esto condujo a una controversia importante en la iglesia. Pablo fue enviado de Antioquía a Jerusalén para resolver este conflicto. El resultado fue que la iglesia en Jerusalén decretó que la salvación no tenía nada que ver con la Ley de Moisés. La salvación de los judíos y los gentiles era por solamente por la fe en Cristo aparte de guardar la ley.
Sin embargo cuando Pedro vino a Antioquía, él fue influenciado por algunos individuos que le enseñaron esta noción falsa de que los creyentes gentiles eran inferiores a los creyentes judíos porque no practicaban la Ley de Moisés. Antes de escuchar a estos individuos, Pedro había estado comiendo con los gentiles y aceptándolos como iguales hermanos en Cristo. Sin embargo él fue intimidado por estos falsos maestros y comenzó a separarse de los creyentes gentiles (versículo 12).
Por causa del alto perfil de Pedro en la comunidad creyente, él influenció a muchas personas a seguir su manera de actuar. Hasta Bernabé comenzó a separarse de los creyentes gentiles. Afligió a Pablo ver esta perversión del evangelio y el desbaratamiento de la unidad. Pedro sabía que Dios había aceptado a los gentiles como a iguales participantes en la salvación. Él sabía que la salvación no era por medio de la Ley de Moisés, pero él no estaba demostrando esto con su estilo de vida y su ejemplo.
Es una cosa decir que creemos que nosotros nos salvamos solamente por nuestra fe en Jesús, pero cuán frecuentemente ponemos obligaciones sobre los nuevos convertidos. Les decimos lo que tienen que creer, cómo tienen que vivir, y con quién tienen que relacionarse, si van a ser aceptados como creyentes en Cristo.
La vida de Pablo estaba dedicada a ver que los gentiles aceptaran el mensaje de la salvación y se integraran en la iglesia. La negativa de Pedro de sentarse con los gentiles enojó a Pablo porque era inconsistente con la verdad. Pablo no dudó en reprender a Pedro “cara a cara” y “delante de todos” sobre este asunto (versículos 12, 14).
El argumento de Pablo aquí tiene mucha importancia. Él empezó por recordarle a Pedro de su inconsistencia. “Si tú, siendo judío” Pablo le dijo, “vives como los gentiles.” ¿Qué él le estaba diciendo aquí a Pedro? Él le estaba recordando a Pedro que aunque él era judío por nacimiento, él no vivía según las leyes ceremoniales y dietéticas de los judíos. Él había sido liberado por Dios de todas estas reglas y regulaciones (Marcos 7:18-19; Hechos 10:9-22). Aunque Pedro mismo no vivía como judío, él estaba imponiendo costumbres judías en los gentiles. Él estaba exigiendo que los gentiles comieran separados de los judíos.
No sólo el estilo de vida de Pedro era inconsistente con la verdad, sino que él estaba siendo alentando por falsos maestros y falsa doctrina. Pedro sabía en su corazón, que nadie podía ser salvo guardando la Ley de Moisés, y que la salvación era sólo a través de la obra del Señor Jesús en la cruz. “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo” (versículo 16). La separación de Pedro de los gentiles parecía promover una división entre judíos y gentiles y subvertía la clara enseñanza acerca de la igualdad de judíos y gentiles por medio de la obra de Cristo.
Uno de los temores de los que promovían la observancia de la Ley de Moisés, era que si una persona era libre de los mandamientos, no habría incentivo para vivir vidas piadosas. Creían que la libertad de la Ley promovería vidas pecaminosas e indisciplinadas entre los creyentes. Por esta razón, ellos insistían en la salvación más la observancia de la ley mosaica.
Pablo retó esta creencia. Si Cristo vino a ofrecer salvación sin ley, ¿eso quiere decir que Cristo es ministro de pecado (versículo 17)? Pablo rechazó enérgicamente esta idea. “¡En ninguna manera!” dijo. Al contrario, Cristo vino a ofrecernos victoria sobre el pecado – algo que la ley no podía hacer. Él vino a cambiarnos desde el interior. La ley no podía cambiar el corazón del hombre. Todo lo que podía hacer era revelar la pecaminosidad y la necesidad de ese corazón.
La ley nunca fue destinada como medio de salvación. La salvación siempre ha sido por el arrepentimiento y la fe (Salmo 51:14-17; Habacuc 2:4). La ley simplemente sirvió como espejo para revelar el pecado en el corazón humano y mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador que pudiera cambiar esos corazones. Esto es lo que el Señor Jesús vino a hacer.
Pablo experimentó este cambio en su propia vida:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Versículo 20).
Pablo era consciente de una nueva vida. Pablo experimentó una nueva fuerza y poder para vivir la vida que Dios esperaba de él. Él era una vasija en la cual el Espíritu de Cristo podía vivir. Cuando él le permitió a Jesús vivir en él, fue quebrado su deseo por el pecado. Él se dio cuenta de que él podía hacer todas las cosas a través de Cristo que era su fortaleza (ver Filipenses 4:13). La vida que él ahora vivía era muy diferente de la vida legalista que él vivió anteriormente. Esta nueva vida fue una vida de fe en lo que el Señor Jesús estaba haciendo en él (versículo 20). En el pasado su confianza había estado en lo que él podía hacer por Dios. Ahora su confianza estaba en lo que Dios estaba haciendo en él.
Cuán diferente es cuando conocemos la presencia del Espíritu de Dios en nuestras vidas. La ley nos mostraba lo que teníamos que hacer, pero el Espíritu nos capacita para hacer lo que tenemos que hacer. La muerte Jesús abrió la puerta al Espíritu de Dios para que more en la vida del creyente. Los que conocen el poder del Espíritu de Dios saben que Él quita el deseo por el pecado. Él da gracia para resistir la tentación. Él da sabiduría para andar en la senda que el Padre ha dispuesto para nosotros. La libertad del camino de la ley no promueve el pecado – nos abre la puerta para que conozcamos el poder de Dios para vivir en victoria sobre el pecado.
Pablo le recordó a Pedro en el versículo 18 la insensatez de reconstruir lo que había sido demolido. Después de experimentar el poder de la vida de Cristo, ¿cómo podría regresar alguien a la futilidad de su vida anterior? Era inconcebible para Pablo que un creyente que conocía el poder de la vida de Cristo y la justicia verdadera, hubiera incluso de desear regresar a una religión de ineficiente esfuerzo humano. Lo qué Pablo enseñó aquí es de suma importancia, si vamos a comprender en lo que consiste la vida cristiana. Muchos de nosotros nos hemos visto atrapados en una religión de obras. Hacemos todas las cosas correctas. Creemos y enseñamos todas las doctrinas correctas, pero estamos vacíos. Pablo nos enseña que el secreto de la vida cristiana es dejar a Cristo vivir Su vida en nosotros y a través de nosotros. Aquí y solo aquí hay victoria, paz y justicia verdadera. “¡Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo!” (Versículo 21).
Para Considerar:
¿Promovemos un evangelio de ley? ¿Qué requisitos ponemos en las personas antes de aceptarlas hoy como creyentes?
¿Qué cosas causan divisiones en la iglesia actualmente? ¿Puede aceptar usted a un hermano que difiere de usted?
¿Cuál es la diferencia entre el esfuerzo humano para agradar a Dios y la vida y el poder de Cristo en nosotros?
Para Orar:
Pídale a Dios que le revele las áreas de su vida donde usted no se ha rendido a la obra de Su Espíritu en usted. Entréguele estas áreas de su vida.
Pídale a Dios que le perdone las veces que usted verdaderamente creyó que usted podría agradarle por sus propios esfuerzos.
Agradézcale al Señor que Él le acepta tal como usted es. Agradézcale que el Señor Jesús ha hecho toda la obra necesaria para su salvación.
Pídale al Señor que le ayude a aceptar a sus hermanos que difieren de usted. Agradézcale que Él los acepta tal como son, tal como Él le acepta a usted.
5 – ¿Ley o Fe?
Leer Gálatas 3:1–14
Pablo ha estado hablando a los gálatas de la vida de Cristo en el creyente. Él les recordó que la ley no los podía salvar o podía hacer sus corazones justos ante Dios. Los gálatas comprendieron que tenían que aceptar al Señor y Su obra en favor de ellos para ser salvos de la ira de Dios. Sin embargo el problema era que después de aceptar al Señor Jesús por fe, entonces intentaron vivir su nueva vida cristiana por medio del esfuerzo humano.
Pablo les recordó a los gálatas cuán tontos eran por caer en esta trampa. “¿Quién los fascinó?” él preguntó (versículo 1). ¿El falso profeta había encantado y engañado a los gálatas con argumentos aduladores y floridos? Pablo les recordó a los gálatas que el significado de la crucifixión les fue claramente presentado. Él claramente les había enseñado que la muerte de Cristo suministró un pago total por su pecado. Nada más era necesario para su salvación. Debería haber sido obvio para ellos que los que predicaban una salvación a través de la ley, negaban la necesidad de la muerte de Cristo. ¿Cómo podían ser tan tontos los gálatas como para caer en una doctrina que negaba la suficiencia de la cruz de Cristo para la salvación y una justa posición ante Dios?
Habiéndoles mostrado cómo la doctrina de la salvación por obras de la ley negaba la necesidad de la venida de Cristo, Pablo entonces les habló acerca de su experiencia del ministerio del Espíritu de Dios. En el último capítulo, Pablo les recordó que la diferencia entre creyentes e incrédulos era la presencia del Espíritu de Cristo. ¿Cómo habían recibido al Espíritu Santo? ¿Habían recibido al Espíritu Santo por guardar la ley de Dios o Él les había sido dado como un regalo cuando creyeron el evangelio (versículo 2)? ¿Da Dios sólo Su Espíritu Santo a los que están a la altura del estándar perfecto de Dios? Los gálatas sabían que este no era el caso. Algunos de ellos eran de origen gentil. Ellos no habían crecido con la Ley de Moisés, ni habían vivido vidas piadosas, y sin embargo conocieron la presencia del Espíritu de Dios. Si se les hubiera exigido cumplir con un estándar perfecto antes de recibir el Espíritu Santo, entonces ninguno de ellos jamás Le habría recibido.
Pablo les recordó a los gálatas que el Espíritu Santo les fue dado como un regalo de Dios cuando vinieron a Cristo (versículo 3). Indignos como eran, habían recibido este maravilloso don de Dios (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13). No tuvieron que obrar para recibir el Espíritu Santo. No tuvieron que estar a la altura de cierto estándar. El Espíritu Santo fue un regalo de Dios para sellar su relación recién descubierta con Él y capacitarles para vivir la vida que Él exigía.
¿Alguna vez le ha dado usted a alguien un regalo porque usted sabía que lo necesitaba, sólo para enterarse que después de recibirlo, lo colocó en un estante y jamás lo usó? Era así cómo los gálatas estaban tratando al Espíritu Santo. Nunca habían aprendido a dejarlo ministrar a través de ellos. Nunca habían aprendido a escucharle. Sabían poco de Su capacidad de facultarles y calificarles en sus vidas. En lugar de eso, Le colocaron en un estante para admirarle y continuaron con una vida normal, sirviendo en su propia fuerza y su propia sabiduría. Qué insulto era esto para Dios. Dios nos dio Su Espíritu Santo porque nosotros necesitamos Su guía y capacitación. No nos atrevamos a darle la espalda y tratar de crecer y servir en nuestra propia fuerza.
“¿Tantas cosas habéis padecido en vano?,” les preguntó Pablo en el versículo 4. Si los gálatas sufrían por causa de la vida de Cristo en ellos, esa era una cosa. Otra diferente era sufrir por vivir una religión de obras. ¿Les había dado Dios el beneficio de que el Espíritu Santo viviera en ellos, para que simplemente Le pusieran a un lado? ¿Estaba Dios haciendo milagros entre ellos porque guardaban la ley (versículo 5)? Si los gálatas tenían que sufrir, Pablo quería que ellos sufrieran por una fe verdadera y duradera y no sólo por una religión de esfuerzo humano.
En los versículo 6–14 Pablo trató de mostrar a los gálatas la base teológica y bíblica de lo que él les estaba diciendo. Él los hizo regresar a Abraham. Él les recordó que en Génesis 15:6 Dios dijo que la fe de Abraham le fue contada por justicia. En otras palabras, se consideró que Abraham estaba en una relación correcta con Dios, no porque su conducta era perfecta, sino por su confianza en Dios. A este hombre de fe, Dios le prometió que un día todas las naciones serían bendecidas (hasta los que no sabían nada de la Ley de Moisés). Las personas de cada tribu y nación serían traídas a la familia de Dios no porque guardaron la ley y merecieron el favor de Dios, sino porque ellas, como Abraham, creyeron el evangelio que les había sido predicado. Los que tienen fe en las palabras de Dios son bendecidos junto con Abraham (versículo 9). Nos convertimos en hijos de Abraham siguiendo su ejemplo de fe.
Lo que Pablo les estaba mostrando a estos judíos era que incluso su reverenciado padre espiritual Abraham se le acreditó justicia, no por sus obras, sino por su fe en Dios. Fue la fe y no las obras la que llevó a Abraham a la comunión con su Creador.
Habiéndoles señalado a Abraham, Pablo regresó a un segundo pasaje de la Sagrada Escritura. Aquí él les recordó lo que Moisés escribió en Deuteronomio 27:26. En ese pasaje Moisés le recordaba a su pueblo que la persona que no continuaba haciendo todo lo que estaba escrito en la ley era maldita. ¿Cuántos de nosotros nunca han incumplido la Ley de Dios? Decir que nunca hemos desobedecido la Ley de Dios sería decir que éramos perfectos. Cada uno de nosotros ha fallado en alcanzar el requisito de Dios. Todos estamos bajo la maldición de la ley. La ley nos puso ante un estándar imposible. Los que trataron de vivir según la ley se estaban condenando ellos mismos a ser maldecidos por Dios por su desobediencia. No había esperanza bajo la ley ¿Por qué los gálatas se ponían bajo un estándar tan imposible? Si vivían bajo la ley, serían condenados. Nadie podía estar a bien con Dios por medio de la ley (versículo 11).
Habiendo dicho esto, Pablo les recordó a los gálatas del plan de Dios para la salvación aparte de la ley. “El justo vivirá por la fe,” él les dijo, citando Habacuc 2:4. Él les recordó de cómo el Señor Jesús vino a rescatar a las personas de la maldición de la ley. Él tomó la maldición de la ley en Sí Mismo y les ofreció a las personas una salvación aparte de sus propios esfuerzos. Por Su muerte en la cruz Él proveyó un medio legal de perdón por el pecado y liberación de la maldición de la ira divina. A través de la muerte de Cristo, hasta los gentiles podían entrar en una relación con Dios y podían pasar a formar parte de una familia espiritual que tenía sus raíces en el ejemplo de fe de Abraham (versículo 14).
Pablo les recordó a los gálatas que era la intención de Dios que vivieran por fe. La ley no podía ofrecer esperanza. Su única esperanza estaba en la obra de Cristo a favor de ellos. Su confianza de una relación con Dios tenía que encontrarse en lo que el Señor Jesús había hecho por ellos. Fueron completamente perdonados y aceptados en Él. Nada que pudieran hacer los haría más aceptados.
Su fe estaba también en la obra del Espíritu de Dios en sus vidas como creyentes. Habiendo recibido al Espíritu de Dios por la fe, ahora debían confiar en lo que Él estaba haciendo en sus vidas. Tenían que rendirse por fe a la obra interior de ese Espíritu y encontrar su fuerza y su capacitación en Él solamente para vivir y crecer en su servicio y su relación con Dios. Su fe estaba en la obra de Cristo para proveerles salvación y en Su Espíritu para facultarles a vivir esa salvación en su experiencia diaria.
Para Considerar:
¿Alguna vez ha sentido usted que tenía que servir más, creer más, o tener más fe para ser aceptado por Dios? ¿Qué este pasaje tiene que decir acerca de esto?
¿Por qué Dios le ha dado Su Espíritu Santo? ¿Hasta qué punto depende usted del Espíritu Santo en su ministerio y su servicio?
¿Ha sentido usted alguna vez al Espíritu Santo guiándole? ¿Cómo conoció usted la diferencia entre el ministerio del Espíritu Santo y su propia sabiduría y esfuerzo humano?
¿Cuál es la diferencia entre servir a Dios en un intento de ser más aceptado por Él y servirle desde una actitud de total aceptación?
Para Orar:
Pídale a Dios que le perdone por las veces que usted no fue sensible a la conducción y capacitación del Espíritu Santo.
Pídale a Dios que le perdone para las veces que usted fracasó en comprender que usted era completamente aceptado en Cristo. Pídale que le dé gran confianza en Su obra terminada.
Agradezca a Dios que Él le acepta completamente. Pídale que le permita servirle por amor y devoción, en vez de por el deseo de ser más aceptado.
6 – El Propósito de la Ley
Leer Gálatas 3:15–29
Pablo ha estado diciéndoles a los gálatas que no eran sólo salvos por la fe, sino que ellos tenían que vivir también por esa misma fe. Él les recordó que nunca podrían salvarse por la ley. Esto, por supuesto, le provocaba un problema al judío que malinterpretaba el propósito de la ley y pensaba que la salvación llegaba mediante el cumplimiento de la ley y por ser descendiente físico de Abraham. Si era el objetivo de Dios salvar a un pueblo aparte de la ley, ¿por qué Él le dio la ley a Moisés? Pablo se ocupa de esta pregunta en esta siguiente sección de su carta.
El apóstol comenzó con el pacto que Dios le dio a Abraham y a sus descendientes. Esto era fundamental para la religión judía. Los judíos se veían como parte de una familia especial. Dios los había apartado desde el tiempo de Abraham para Sus propósitos. Sin embargo Pablo les recuerda a los judíos que el pacto que Dios hizo con Abraham prometía que todas las naciones serían bendecidas a través de él.
Fíjese en el versículo 16 que Pablo les recordó a los gálatas que la promesa que Dios hizo a Abraham no fue a sus “simientes” queriendo decir muchos pueblos, sino a “la simiente” de Abraham o a una persona específica. Al decir esto, Pablo les dijo a los gálatas que este pacto debía encontrar su cumplimiento no tanto a través de todos los descendientes físicos que Dios daría a Abraham, sino por medio de un individuo específico (una simiente específica de Abraham). Esa persona era el Señor Jesús. La promesa dada a Abraham que señalaba a Jesús.
A través de este pacto a Abraham, Dios prometió ser Dios de sus descendientes y ellos a cambio serían su pueblo. Si bien Dios pudo cumplir totalmente su parte del pacto, los descendientes de Abraham no pudieron simplemente cumplir la parte de ellos. Sin importar cuánto lo intentaron, el pueblo de Dios fue incapaz de estar a la altura del estándar establecido por Dios para ellos en la ley que Él les presentó 430 años después en la época de Moisés (versículo 17).
Si Dios sabía desde el mismo comienzo que los descendientes de Abraham no podrían cumplir la ley, ¿por qué Él se la dio a través de Moisés? Pablo les dijo a los gálatas en el versículo 19 que el propósito de la ley y todas las regulaciones era “por causa de las transgresiones hasta que hubiera llegado la Simiente a quien se refería la promesa.” En otras palabras, la Ley de Moisés revelaba a los israelitas la necesidad de la misericordia de Dios. Les mostraba cuánto necesitaban un Salvador. Preparó el terreno para la solución al problema del pecado. Mostró a los hijos de Abraham que Dios era un Dios misericordioso dispuesto a perdonar y extender Su mano de misericordia y gracia. Sin embargo también les mostró, la justicia de Dios al tratar con el pecado. La transgresión de la ley exigía pago. El pago sería hecho a través de la Simiente que Dios había prometido. Exactamente como la promesa de Dios a Abraham señalaba a Jesús, así la ley dada a través de Moisés también señalaba a Él y encontró su definitivo cumplimiento únicamente en Él.
La ley, según el versículo 19, fue promulgada por medio de ángeles. Generalmente no pensamos en que los ángeles formen parte de dar la ley. En Deuteronomio 33:2 Moisés nos dice:
Jehová vino de Sinaí, Y de Seir les esclareció; Resplandeció desde el monte de Parán, Y vino de entre diez millares de santos, Con la ley de fuego a su mano derecha.
Según Moisés, las miríadas de santos (los ángeles) estuvieron presentes en el Monte Sinaí cuando fue dada la ley.
Cuando Esteban mismo se defendió ante el concejo gobernante judío, él dijo: “vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.” (Hechos 7:53). Hay un sentido claro en estos versículos que los ángeles estuvieron involucrados en la promulgación de la ley. Esto se añade a la majestad de la ley. La ley era tan importante para los propósitos de Dios que él encargó a sus ángeles que la preservaran por todas las generaciones. Satanás conocía el poder de la ley porque le indicaba al pueblo de Dios su necesidad de un Mesías. Podemos estar convencidos que Satanás hizo lo imposible por oponerse a esta ley y su comprensión de ella por el pueblo.
Sin embargo después de haber dicho esto, debemos ver en los versículos 22–23 que esta ley, dada y puesta en efecto por ángeles, literalmente nos encarcelaba. Revelaba que estábamos separados del Dios santo. Sus restricciones nos aplastaban bajo una carga imposible. Nos mostraba nuestra pecaminosidad. Definitivamente nos mostraba nuestra necesidad de salvación por la gracia y la misericordia de un Dios santo. La ley mosaica preparó el terreno para que viniera la promesa de Dios (la salvación a través de la Simiente).
Pablo les dijo a los gálatas en el versículo 25 que la fe en Jesucristo sacó a los creyentes de la tutela de la ley. En otras palabras, nuestra esperanza está en Cristo y Su obra y no en nuestra capacidad para guardar la ley. Está en la obra del Espíritu de Dios en nosotros para facultarnos a ser lo que exige Dios y no en nuestra sabiduría y esfuerzo humano. Los creyentes son hijos de Dios, no por la práctica de la ley, sino por la fe en Jesucristo y Su obra.
Todos nosotros hemos fracasado en nuestro intento de alcanzar el estándar de Dios por medio de la ley. Todos somos culpables. Sin embargo, los que aceptan la obra de Cristo, están revestidos de Cristo (versículo 27). ¿Qué significa estar revestido de Cristo? Pablo explicó esto al decir que los creyentes son bautizados en la muerte, resurrección y justicia de Cristo.
El agua, en la cual somos bautizados, nos cubre. Ésta es una imagen de lo que el Señor Jesús hace por nosotros. Él viene a lavarnos por completo y darnos Su justicia como una ropa. Cuando Dios Padre nos ve vestidos con la pureza de Cristo, Él ve la obra de Su Hijo y no nuestras deficiencias y nuestros fracasos. Todos esos pecados y esos fracasos han sido perdonados por la cruz. Quienquiera que seamos, podemos experimentar este revestimiento de Cristo. Este bautismo en Cristo es prometido no sólo al judío, sino también al gentil. Ambos, esclavos y libres, varón y hembra pueden conocer la presencia del Señor Jesús por fe.
Usted no tiene que ser un descendiente físico de Abraham para ser hijo de Dios. Usted no tiene que poder obedecer perfectamente la Ley de Moisés. Si usted quiere ser hijo de Dios, usted tiene que estar revestido con Cristo y su perdón. Usted necesita Su presencia sobre su vida. Usted tiene que pertenecerle (versículo 29).Todos aquellos que le pertenecen a Cristo son considerados descendientes de Abraham y herederos de las bendiciones espirituales prometidas por Dios a Abraham a través de Su Simiente, el Señor Jesucristo.
Pablo aquí les recuerda a los judíos del pacto que Dios hizo con Abraham y cómo encontró su cumplimiento en la Simiente (el Señor Jesús). Él también les recordó que la ley que le fue dada a Moisés se proponía indicarles su necesidad de un Salvador (el Señor Jesús). La ley y los pactos nos indican a Jesús y Su obra. Pablo parece estar mostrándoles a los gálatas aquí, que encontrar a Cristo es encontrar todo lo que indicaban la ley del Antiguo Testamento y los pactos.
Para Considerar:
¿Cuál dice Pablo que era el propósito de la Ley de Moisés? ¿Puede obedecer usted perfectamente el estándar que Dios estableció en el pacto mosaico?
¿Ha experimentado usted la realidad de estar revestido por la obra de Cristo? ¿Qué cambios han ocurrido en su vida por causa de esto?
¿Ha rendido usted su vida y su ministerio al Señor Jesús, o usted ha estado batallando para hacer las cosas a su manera? ¿Hay áreas de su vida que usted necesita entregarle al Señor Jesús?
¿Cómo es Cristo el cumplimiento de la ley y los pactos? ¿Al recurrir a Cristo abandonamos la ley o la cumplimos?
Para Orar:
Agradezca a Dios que Él hizo provisión para sus fracasos en la persona del Señor Jesús.
¿Conoce usted a alguien que ha estado intentando merecer el favor de Dios por medio de vivir una buena vida? Pídale a Dios que le revele a esta persona lo inútil de este estilo de vida.
Agradezca al Señor por la manera en que Él vino como cumplimiento de la ley y los pactos. Agradézcale por Su perdón y capacitación.
7 – Hijos y Esclavos
Leer Gálatas 4:1–11
¿Cuál es la diferencia entre el heredero de una gran fortuna que todavía no la ha obtenido y un pobre esclavo? Mientras que el heredero potencialmente tendrá una suma muy grande de dinero cuando le sea entregada por el actual dueño, el esclavo no tiene ninguna herencia a que aspirar. Sin embargo de muchas formas, la posición actual del heredero no es mejor que la del esclavo. La riqueza potencial no es de ningún valor actual porque no hay acceso a ella.
En el tiempo del Nuevo Testamento, un joven heredero masculino estaba subordinado a un tutor tal como un esclavo estaba subordinado a un amo. Aunque un joven fuera el heredero de una gran suma de dinero, hasta que él alcanzara la edad de heredar, su tutor controlaba su vida. Él no podría usar su riqueza hasta la edad que su padre determinó que él era lo suficientemente mayor y lo suficientemente maduro como para manejar la responsabilidad.
Pablo usó este argumento para ilustrar una lección importante para los gálatas (versículos 1-5). Todos ellos habían sido esclavos de la ley. Pablo dijo que la ley los había encarcelado (3:22–23). Bajo la ley habían estado constantemente esforzándose por agradar a Dios, pero nunca pudieron hacerlo. Al final, no estaban más cerca de Dios. A Su tiempo, el Padre liberó a su pueblo de la ley, cuando envió a su Hijo a morir por él. Por su muerte en la cruz, Jesús misericordiosamente proveyó perdón y restauró la relación con Dios Padre a través de la fe. Esto, según Pablo, era la manera de ser liberados del control de la ley tutora y entrar en la riqueza de ser hijos de Dios.
Dios envió al Espíritu de Su Hijo a los corazones de los creyentes. Según el versículo 6 la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas nos da la seguridad de una relación correcta con Dios nuestro Padre. El Espíritu que Dios puso en nosotros grita “Abba, Padre.” En estas palabras hay una profunda seguridad e intimidad. Éste no es el grito de alguien que está inseguro de una relación con Dios. Éste es el grito confiado de un hijo por un papá amoroso y tierno. La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas nos coloca en la familia de Dios y nos da la seguridad de una relación con Él como nuestro amoroso Padre celestial.
No sólo esto, sino que el Espíritu también libera los recursos de Dios en nuestras vidas. Porque ya no somos esclavos, sino hijos, somos herederos de todo lo que Dios tiene en reserva para nosotros en Su Hijo. El Espíritu Santo coloca a nuestra disposición toda la autoridad y riqueza de Dios. Cuando Él viene a vivir en nuestros corazones, Él trae Sus dones con Él. Él viene a entregarnos nuestra herencia en Cristo.
¿Nos damos cuenta de lo qué tenemos en Cristo, ahora que Él ha sellado una relación con nosotros por medio del Espíritu Santo en nuestros corazones? A través del ministerio de su Espíritu Santo en nuestras vidas, el poder de Dios y la capacitación están en nuestra disposición. Tenemos la autoridad de los hijos de Dios. Nosotros ya no somos esclavos, ni somos hijos bajo un tutor esperando una herencia. Nosotros ahora tenemos acceso a esa riqueza. ¿Cuántos de nosotros alguna vez se conecta con los recursos que están a nuestra disposición? ¿Cuán a menudo hemos vivido como esclavos o hijos bajo un tutor cuando tenemos a nuestra disposición las riquezas de nuestro Padre Celestial? ¿Por qué debemos permitir que el pecado nos derrote cuando somos más que vencedores en Cristo (Romanos 8:37)? ¿Cómo podemos ser derrotados cuando el Espíritu omnipotente de Cristo vive en nosotros y todos Sus recursos están a nuestra disposición?
En los versículos 8–11 Pablo reprendió a los gálatas porque no estaban viviendo como hijos de Dios, sino como esclavos. Antes de venir a conocer a Cristo, sus vidas estaban esclavizadas por los preceptos y las reglamentaciones. La clara diferencia entre un esclavo y un hijo, no sólo tiene que ver con la riqueza, sino también con la relación. Un esclavo se relaciona con un amo simplemente en el nivel de preceptos y generalmente no tiene una relación profunda e íntima con el amo. Por otra parte, un hijo disfruta de una relación diferente y puede clamar “Abba, Padre.” El hijo se beneficia de la intimidad y la honrosa posición, de la que el esclavo jamás podría disfrutar.
¿Qué clase de relación tiene usted con Dios? Tantas personas están complacidas en vivir como esclavas, cuando podrían tener una relación íntima profunda con su Padre Celestial. Su fe no es nada más que preceptos y nunca madura hacia una intimidad y amor profundo con Dios.
¡Pablo escribió, “Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años! Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.” (Versículos 10–11). Los gálatas no entendían lo que tenían en el Señor Jesús. La fe de ellos consistía en la observancia de un conjunto de preceptos y reglamentaciones, pero ellos no disfrutaban de una relación vivificante con su Creador. Fíjese en el versículo 9 lo que Pablo pensaba acerca de la reducción de la fe a preceptos reglas y reglamentaciones. Él llamó a las leyes “débiles y pobres rudimentos.”
No podemos tomar esto con ligereza. Éstas son palabras fuertes. No hay nada de malo con la observación de meses y días especiales. Muy a menudo observamos estas costumbres como una forma de honrar al Señor. Sin embargo el problema es que tenemos que ir más allá de estas normas. Una fe que consiste sólo en preceptos y normas, es ciertamente una fe muy poco profunda.
Como hijo, tengo potencial para una relación maravillosa con mi Padre Celestial. Es en esto que debo enfocarme. Los preceptos sin una relación nunca satisfarán el vacío de mi corazón. Lo que el mundo alrededor mío necesita no son más preceptos y normas, sino una relación con mi Padre Celestial. En una relación íntima hay alegría, paz, satisfacción y realización. Sin embargo el observar preceptos y normas, por muy buenos que sean, no salvarán o satisfarán el anhelo de nuestras almas. Sólo una relación personal con Dios puede hacer esto.
Pablo retó a los gálatas a reconsiderar, dónde estaban en su relación con el Señor Jesús. Estaban viviendo como hijos menores de edad, que nunca habían reclamado su herencia. No estaban disfrutando de las riquezas de sus bendiciones espirituales en Cristo. No estaban gozándose de una relación con el Señor, sino sirviendo como esclavos. Habían reducido su fe a preceptos y normas, cuando el Señor quería que ellos entraran en la intimidad de hijos.
Este pasaje nos da razones para reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios. ¿En qué consiste su fe en Cristo? ¿Consiste en seguir un conjunto de preceptos o consiste en una profunda intimidad y deleite de su Padre Celestial y Sus riquezas?
Para Considerar:
¿Cuál es la diferencia entre un hijo y un esclavo? ¿Cómo usted ha estado viviendo? Explique.
¿Cuáles son los privilegios de nuestra herencia espiritual? ¿Disfruta usted actualmente de estos privilegios?
¿Cuál es el lugar de los preceptos y las normas en la vida del cristiano?
¿Ha conocido usted alguna vez una persona cuya fe consistió sólo en preceptos y normas? ¿Cómo describiría usted el cristianismo de ellos?
Para Orar:
Pídale a Dios que le ayude a comprender lo que es vivir como Su hijo.
Agradézcale a Dios que aunque Él espera que usted viva en obediencia a Él, su relación con él es mucho más profunda que lo que hacemos por Él.
Agradézcale al Señor por la profundidad en la relación que Él quiere tener con usted. Pídale que le perdone por no entrar en esa relación como usted debería.
Pídale al Señor que le ayude a conectarse con los recursos que están a su disposición en Cristo. Agradézcale por Su provisión amplia de todo lo que usted necesita.
8 – Agar y Sara
Leer Gálatas 4:12–31
Pablo escribió en 2 Corintios 3:14-16:
Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
Pablo estaba diciéndoles a los corintios que hay un velo que cubre a todo el que se pone bajo la Ley de Moisés. Este velo produce oscuridad y letargo. Es realmente fácil divisar a los que están viviendo en la ley. Nunca parecen poder estar a la altura del estándar de Dios. Están esforzándose constantemente, pero nunca llegan. La ley parece quitar su alegría y descanso. Solamente en Cristo y en Su obra realizada, podemos ahora descansar y tener paz con Dios.
Cuando Pablo empezó esta sección de su carta, él les recordó a los gálatas de su primer encuentro con ellos. Según el versículo 13, fue por una enfermedad que por primera vez Pablo predicó el evangelio a los gálatas. No sabemos nada de los detalles de esta enfermedad. Durante ese tiempo Pablo se volvió como otra persona de su propia familia (versículo 12). La enfermedad de Pablo pareció hacer que los gálatas amaran a Pablo. En el versículo 14 él les recordó cómo lo habían aceptado como a un ángel de Dios. No mostraron desprecio por él y su enfermedad. Pablo sabía que se habrían arrancado sus propios ojos y se los habrían dado, si con eso le hubieran ayudado (versículo 15).
Mientras él estaba con ellos, Pablo compartió el mensaje de libertad de la ley por la muerte de Cristo. El velo fue quitado de sus ojos. Los gálatas experimentaron libertad y el gozo del Señor. Cuando Pablo miraba en retrospectiva su tiempo con los gálatas, él recordaba momentos felices. A pesar de su enfermedad, Pablo estaba bendecido por Dios. Los gálatas felizmente habían aceptado la predicación del evangelio de Pablo. Abrieron sus corazones al evangelio y fueron liberados para experimentar la alegría del Señor a través de la libertad de la ley.
Sin embargo cuando el tiempo pasó, los falsos maestros llegaron a Galacia e hicieron regresar los corazones de los gálatas a la ley. ¿Cuál fue el resultado? En el versículo 15 Pablo les preguntó: “¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais?” Tal parece ser que los gálatas, al regresar a la ley, habían perdido su alegría en el Señor e incluso se habían vuelto contra Pablo (versículo 16). Se habían apartado de la verdad que Pablo predicó y se habían puesto otra vez bajo el velo. Habían reducido su fe a un conjunto de preceptos y normas. Ya no confiaban en la obra completa y terminada de Cristo. Estaban tratando de merecer el favor de Dios por sus buenas obras.
Pablo advirtió a los gálatas de estos falsos maestros eran muy entusiastas, pero estaban equivocados. Querían separar a los gálatas de la clara enseñanza de los apóstoles y ganar un grupo de seguidores para ellos mismos (versículo 17). Pablo animó a los gálatas a ser celosos por la verdad que él les había enseñado y no apartarse de ella en su ausencia (versículo 18).
Pablo veía a los gálatas como sus queridos hijos espirituales (versículo 19). Él los había llevado a Cristo. Él había hecho esto en medio de tremendo dolor y dificultad. Ya hemos visto que él vino a ellos cuando estaba enfermo. Sin embargo más allá de esto, Pablo sufrió mucho por la predicación del evangelio. Él comparó este sufrimiento a los dolores de parto de una mujer. Así como su sufrimiento le hizo querer a los gálatas, también hizo a los gálatas querer a Pablo. Estos gálatas eran sus hijos, y él había soportado muchas pruebas para verlos madurar en su fe. Pablo estaba muy molesto cuando él vio que la libertad de ellos en Cristo estaba siendo desbaratada por falsos maestros. En el versículo 20, él les dijo a los gálatas, que él deseaba poder estar con ellos para reconducirlos a la verdad.
Para ilustrar a los gálatas el contraste entre estar bajo la ley y estar bajo la gracia, Pablo usó una historia del Antiguo Testamento y comparó al hijo de Agar (Génesis 16:1-16) con el hijo de Sara (Génesis 21:1-7). Él les recordó a los gálatas de cómo Abraham tuvo dos hijos, Ismael e Isaac, y los gálatas estaban la bajo amenaza de ponerse al lado del hijo equivocado. La madre de Ismael era una esclava llamada Agar, y él nació por medios naturales, ilustrando la confianza en el esfuerzo humano. Isaac nació por medios sobrenaturales, ilustrando la confianza en la gracia de Dios por la fe. Isaac nació como resultado de una promesa y un milagro de Dios a una mujer estéril y entrada en años. Isaac fue un hijo especial de la gracia (versículos 22-23).
Pablo utilizó a Agar y Sara para representar dos pactos diferentes: la ley y la gracia (versículo 24). Agar, cuyo hijo nació por medios naturales, representa al Monte Sinaí donde Moisés recibió la Ley de Dios. Ella representa un esfuerzo humano para agradar a Dios bajo la ley (versículo 25; 3:23). Por otra parte, Sara, cuyo hijo nació por medios sobrenaturales, cuando ella ya no tenía la capacidad de tener hijos, representa a los que reciben una vida sobrenatural a través de la gracia del Señor Jesús. Ella representa a los que reciben nueva vida a través del milagro del renacimiento. Fue a través de Sara y de su hijo que se cumplieron las promesas de Dios a Abraham. La herencia de Abraham no recaería sobre el hijo de la esclava nacido por medios naturales, sino sobre el hijo del nacimiento como resultado de un milagro de gracia. De una manera parecida, el deseo de Dios es lograr Sus propósitos, no a través de los que bajo la ley se esfuerzan en agradarle mediante el esfuerzo humano, sino a través de los que por medio de un renacimiento sobrenatural, andan en novedad de vida.
Pablo citó un pasaje de Isaías 54:1, donde Isaías le recordó a su pueblo que la bendición de la mujer estéril sería mayor que la de la mujer casada (versículo 27). Pablo les recordó a los gálatas que eran descendencia de Sara, los hijos de la promesa. La vida de Cristo en ellos, no era el resultado de un esfuerzo humano natural; era un milagroso regalo de Dios, del mismo modo que Isaac fue a Sara, la que no podía tener hijos naturalmente.
Esto es lo que el Señor Jesús hace por nosotros. Él viene a colocar Su vida en nosotros en una forma muy sobrenatural. Igual que Sara, no podemos producir esa vida por medios naturales o esfuerzo humano. Es un regalo de Dios dado a nosotros por la fe.
Así como Ismael se burlaba y perseguía a Isaac, así será para todos los que son nacidos de nuevo por el Espíritu de Dios (versículo 29). Pablo experimentó esta persecución cuando él enseñó esta doctrina de la salvación a través de Cristo, sin necesidad de la ley. Él les recordó a los gálatas que la Palabra de Dios es clara que Ismael, el hijo de la mujer esclava, no compartiría la herencia de Isaac, el hijo de la mujer libre. Tiene mucha importancia que comprendamos lo que Pablo está diciendo aquí. Los que viven bajo la ley no recibirán su herencia en Cristo. Si usted quiere heredar la bendición del padre, usted tiene que nacer como un hijo de ese padre. Pablo nos está diciendo que sólo los que renacen por medio del trabajo milagroso del Espíritu de Dios pueden heredar las bendiciones de su Padre Celestial. Ningún esclavo heredará las bendiciones del hijo. Esto mostró a los gálatas que su afiliación con los métodos de Agar y la ley no era beneficiosa para ellos y era contrario al propósito de Dios para sus vidas.
¿De quién es usted hijo en la actualidad? ¿Es usted hijo de Agar la esclava que trata agradar y merecer el favor de Dios por el esfuerzo humano? ¿O es usted un hijo de Sara, nacido de nuevo milagrosamente como un hijo de Dios y heredero de Sus bendiciones otorgadas misericordiosamente y gratuitamente a todos los que le pertenecen?
Para Considerar:
¿Cómo, los que se ponen bajo la ley, sacrifican su gozo y la paz del Señor en sus vidas? ¿Podremos algún día alcanzar el estándar que Dios nos establece en la ley?
¿Es posible ser hijo de la promesa, como Isaac, y vivir cómo Ismael, el hijo de la esclava? ¿Cuáles son las características de una persona que está viviendo en la ley?
¿Cómo puede compararse el nacimiento milagroso de Isaac, con lo que le ocurre a las personas que reciben al Señor Jesús en sus vidas en la actualidad?
¿Confía usted en su propio esfuerzo para gradar a Dios y merecer Su favor? ¿Cuál es la diferencia entre servir por la percepción de ya ser aceptado y servir por la percepción de buscar ganar la aprobación y el favor de Dios?
Para Orar:
Pídale a Dios que le ayude a vivir como hijo de la promesa.
Dele gracias a Dios por cómo Él le ha aceptado porque usted nació como uno de Sus propios hijos y no porque usted merecía Su favor por sus esfuerzos.
Agradezca al Señor por el gozo que proviene de la total aceptación a través de Cristo sin ningún esfuerzo suyo.
¿Conoce usted a personas que no comprenden la necesidad de la vida de Cristo en ellas? Pídale a Dios que se revele a ellas.
9 – La Predicación de la Circuncisión
Leer Gálatas 5:1–15
En el capítulo 4 Pablo les dijo a los gálatas que eran hijos de Sara la mujer libre y que ellos tenían que vivir en la libertad que era de ellos en Cristo. Tenían que reclamar su herencia como hijos de Dios y vivir en la libertad de su completa aceptación en Cristo aparte de la ley. En el primer versículo del capítulo 5, Pablo les dice otra vez a los gálatas que ellos habían sido liberados por el Señor Jesús de la ley. No era Su voluntad que ellos siguieran atados a la ley mosaica. Su libertad le había costado a Cristo. ¿Cómo podían regresar a la esclavitud, cuando habían sido liberados de ella, a un costo tan alto?
Pablo hizo una fuerte observación en el versículo 1: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Pablo también usó esta expresión, “Estad, pues, firmes,” en Efesios 6:14 cuando él habló de la guerra espiritual. La idea de permanecer firme puede ser ilustrada por un soldado que se atrinchera y se niega a entregar su terreno al enemigo. Pablo sentía muy fuertemente acerca de volver a caer bajo la ley. Pues la ley no tenía cabida en la vida del verdadero creyente. Él retó a los gálatas a resistir la falsa enseñanza entre ellos con todas sus fuerzas.
Pablo se enfocó en este pasaje, en el acto de la circuncisión. Cuando Pablo habló de la circuncisión, él habló de la señal del pacto que Dios hizo con Abraham (Génesis 17:9-14). Dios exigió que todo varón israelita fuera circuncidado. Ésta era una señal de que pertenecían a Dios. El que no tuviera esta señal en su carne debía ser separado del pueblo de Dios. Ningún varón incircunciso podía pertenecer a Dios.
Todo esto cambió bajo Cristo. Según Pablo en el versículo 2, si una persona se hacía circuncidar para ganar el favor de Dios, él estaba diciendo que la muerte de Cristo había sido en vano. Si los padres creían que circuncidando a un hijo le estaban garantizando un lugar en la familia de Dios, estaban reduciendo la obra de Cristo.
Si la circuncisión o algún otro esfuerzo humano pudieran llevar a una persona al cielo, ¿entonces por qué Cristo tuvo que morir? El sacrificio de Cristo no puede beneficiar a nadie que confíe en actos rituales para la salvación. En el versículo 3 Pablo les recordó a los gálatas que si querían ganar el favor de Dios mediante el cumplimiento de la ley, tenían que guardar toda la ley perfectamente. Pero si no podían observar perfectamente toda la Ley de Moisés, entonces no ganaban nada porque todavía eran pecadores separados de un Dios santo que no puede aceptar el pecado. Regresar al pacto de la ley era en realidad decir que no necesitaban a Cristo y Su gracia y que en cierta forma podían merecer el favor de Dios por ellos mismos.
Pablo les dijo a los gálatas que tenían que hacer una elección. O iban a confiar en el camino de la ley y lo iban a seguir toda su vida perfectamente o iban a confiar completamente en la obra de Cristo. No podemos tomar ambas vías al mismo tiempo. Debemos seguir a uno u otro. Sin embargo Pablo les recordó a los gálatas, que la vía de la ley definitivamente conduciría al fracaso y la separación de la gracia salvadora (versículo 4).
La alternativa para la ley y el esfuerzo humano, según Pablo, era esperar por fe la justicia que procedía de Cristo (versículo 5). ¿Qué quiso decir Pablo con esto? La justicia de la que Pablo hablaba aquí tenía que ver con una posición correcta ante Dios. Pablo les dijo a los gálatas que la Ley de Moisés nunca les podría dar esta posición correcta ante Dios, “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión,” él les dijo en el versículo 6. No tenía importancia si estaban circuncidados o no. La única cosa que tenía importancia era “la fe que obra por amor.” ¿Cuál es esta fe de la que Pablo hablaba aquí? El objeto de fe es la obra del Señor Jesús. En lugar de confiar en nuestros propios esfuerzos, confiamos en lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros. Esto es lo que nos da esta posición correcta con Dios y no lo que hacemos por Él.
Algunas personas podrían decir que este tipo de fe alentaría al creyente a recostarse y no hacer nada. Si nosotros confiamos en lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros, ¿entonces por qué deberíamos preocuparnos por ser obedientes o incluso vivir para Cristo? Fíjese que Pablo nos dice que esta fe salvadora se expresa a través del amor. Ésta es una importante declaración. Cuando la fe se expresa a través del amor, es activa y obediente. La fe expresada a través del amor es una fe que no dará por sentado lo que el Señor Jesús ha hecho. En lugar de ello, lo sacrificará todo a cambio de Cristo. Pablo quería que los gálatas sirvieran por amor, no por un sentido de intentar merecer la aceptación mediante el esfuerzo humano.
Los gálatas habían comenzado en esta vía de fe expresada por amor. Habían experimentado la aceptación misericordiosa de Dios de ellos a pesar de su pecado y su rebelión. Estaban corriendo una buena carrera, pero alguien los interrumpió y los desvió a correr la carrera equivocada (versículo 7). Pablo les recordó que la gente que los interrumpía no procedía de Dios (versículo 8). Los que enseñaban la aceptación por Dios mediante la ley, eran enemigos de Dios. Como la levadura en un pedazo de masa, ellos contagiaban rápidamente a toda la iglesia con este error. Una por una, las personas iban siendo engañadas y se desviaban de la verdad de la fe expresada a través del amor.
Según el versículo 10, la gente que estaba conduciendo a los gálatas a este error pagaría una sanción muy seria por sus malas acciones. Esto no era que simplemente estaba presentando una opinión diferente. Ellos estaban, de hecho, disminuyendo la importancia de la cruz de Cristo. Eran instrumentos en las manos de Satanás para apartar los ojos de la persona y obra de Cristo. Eran culpables y ciertamente tenían que pagar el precio por su maldad.
Pablo mostró la intensidad de sus sentimientos hacia estos falsos maestros cuando él dijo en el versículo 12: “Ojalá se mutilasen los que os perturban.” Estaban alborotando a la manada de Dios. Estaban causando confusión en las filas. Estaban presentando falsa doctrina. Estaban disminuyendo el trabajo del Señor Jesús en la cruz. No podían ser tolerados porque eran venenosos para el cuerpo de Cristo. Dios los juzgaría severamente.
Para que los gálatas no interpretaran mal lo que Pablo estaba diciendo, él les recordó en los versículos finales de esta sección, que aunque fueron llamados a ser libres, esa libertad no les daba el derecho de “usar la libertad como ocasión para la carne” (versículo 13). De esto es que ellos estaban siendo liberados. En lugar de eso Pablo les retó a que se sirvieran mutuamente y amaran a su prójimo como ellos mismos (versículo 14). Su fe tenía que expresarse por medio del amor a Su Salvador y Libertador. Tenían que ser cuidadosos en servir amorosamente y protegerse mutuamente a fin de que las facciones opositoras no destruyeran la iglesia.
Ser liberados de la ley a través del perdón de Cristo nos da una motivación enteramente nueva para servir a Dios. Ya no intentamos servir a Dios para merecer Su favor. Servimos porque le amamos y estamos agradecidos por Su aceptación y perdón. Servimos por gratitud por lo que Él ha hecho y desde una posición de total aceptación.
Al liberarme de las obligaciones de la ley, Jesús me exoneró para servir de una manera totalmente diferente. Yo ahora puedo deleitarme en servir mediante la fe que obra por amor. Es mi gozo y mi deleite servirle a través del poder de Su Espíritu en mí. Todavía hago las cosas que le agradan a Dios, pero ahora hago esto desde una nueva motivación y poder que proviene del Espíritu Santo.
Para Considerar:
¿Por qué es una cuestión tan grave enseñar que puedo llegar al cielo por mis obras? ¿Cómo desvaloriza esto la obra del Señor Jesús?
¿Cuál es la diferencia entre servir para ser aceptado y servir desde una posición de total aceptación?
Si nosotros somos aceptados completamente por Cristo, ¿quiere esto decir que podemos vivir a nuestro antojo? ¿Cómo cambia la presencia del Espíritu de Dios en nuestras vidas cómo servimos y la actitud en la cual servimos?
¿Sirve usted al Señor por obligación o por el gozo y el deleite por lo que Él ha hecho y está haciendo en usted?
Para Orar:
Si su servicio al Señor se caracteriza por la obligación, pídale al Señor que le libere del espíritu de la religión y la ley. Pídale que le restaure la alegría y el deleite del servicio.
Agradezca a Dios por lo que el Señor Jesús logró en la cruz por usted. Agradézcale que en Cristo usted es aceptado completamente.
Pídale a Dios sabiduría para estar firme contra los ataques sutiles del enemigo para hacerle intentar merecer su aceptación por las obras.
Tome un momento para considerar el hecho de que usted es ya completamente aceptado en Cristo. Agradezca al Señor que esto le libera para servirle ahora por amor.
10 – Vivir Por El Espíritu
Leer Gálatas 5:16–26
Pablo dejó clarísimo que hemos sido liberados por la muerte del Señor Jesús. Sin embargo esa libertad, no nos da el derecho a satisfacer los deseos de la carne. Nos da, al contrario, un nuevo método de vivir y servirle al Señor. Ahora le servimos con un corazón que se deleita en hacer la voluntad de Dios. ¿Qué trae este cambio? Es la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. El Espíritu Santo incendia el corazón del creyente con pasión por el Señor Jesús, Su obra, y Su Palabra. En este pasaje Pablo alienta al creyente a vivir por el Espíritu.
Pablo empezó en el versículo 16 diciéndoles a los gálatas que tenían que vivir por el Espíritu a fin de no satisfacer los deseos de la carne. Al decir esto, Pablo les estaba diciendo que tenían que tomar una decisión. Podían continuar viviendo según los deseos y razonamientos de su carne o ellos podían vivir por el Espíritu. Pablo los alentó a vivir por el Espíritu. Pablo hace enumerar en los versículos 19–21 una parte de las obras de la carne. Parece que él clasificó estos actos en cuatro tipos principales. Examinémoslos brevemente.
Perversiones Sexuales
La carne se expresa a sí misma en la inmoralidad sexual, impureza, y depravación. El enemigo se destaca en pervertir la sexualidad. Si bien los apetitos sexuales son normales y correctos en su contexto, la carne no se restringe a sí misma dentro de las fronteras adecuadas. Su deseo es satisfacer el apetito de la carne. A ella no le importan los caminos de Dios. Aquí debemos entender que la inmoralidad sexual no se debe entender simplemente como los actos físicos, sino que también incluye los pensamientos. Jesús nos recordó en Mateo 5:28 que podemos ser culpables de inmoralidad sexual tanto en la mente así como también en el cuerpo. Los pensamientos impuros son incluidos aquí en la descripción de Pablo de los actos de la carne. En la actualidad como nunca antes, este apetito sexual está siendo promovido a través de la industria del entretenimiento por medio de la pornografía en sus diversas formas. ¿Cuánto daño ha causado la inmoralidad sexual a las familias de nuestras naciones? ¿Cuántos hogares han sido destruidos por la influencia de este enemigo carnal?
Las Perversiones Espirituales
Los actos de la carne también pueden ser de naturaleza espiritual. La idolatría y la brujería son los frutos de esta clase de espiritualidad pervertida. La idolatría tiene que ver con el culto de cualquier cosa aparte del único verdadero Dios. Estos ídolos son diferentes en cada lugar. A veces están hechos de madera o piedra. En otras culturas estos ídolos aparecen en la forma de casas lujosas y grandes cuentas bancarias. Los nombres de estos ídolos pueden variar, pero todos ellos desvían la atención del único y verdadero Dios.
La brujería tiene que ver con la manipulación del mundo espiritual para ganancia personal. La brujería entra en comunicación con los poderes de las tinieblas. Esto puede incluir tales cosas como horóscopos o quiromancia hecha en una manera aparentemente inocente. No hay dudas de que hay algo real en estas cosas, pero los espíritus detrás de estas cosas son demoníacos. Los espiritistas pueden hacer predicciones, pero no derivan su poder de Dios. Su poder procede del maligno. Pablo enumera esto como uno de los actos de la carne. Nuestra carne es atraída por estas formas pervertidas de espiritualidad.
Relaciones Rotas
Otro aspecto de la carne es que produce relaciones rotas. Odio, discordia, celos, arrebatos de ira, ambición egoísta, disensión, facciones, y envidia son todo el fruto natural de la carne. La carne no considera las necesidades y el interés de los demás. Es egoísta por naturaleza. Combatirá para conseguir lo que quiere incluso si al hacerlo daña a otra persona. La carne está dispuesta a satisfacer sus deseos cueste lo que cueste. Se resiente por cualquier cosa que se le oponga. La devastación causada por esto la podemos ver en las guerras que asolan nuestro mundo. Nuestras prisiones están desbordadas con personas que se rindieron en algún momento a la carne y estallaron con ira y celos contra sus conciudadanos.
Sociedad en Descomposición
Un aspecto final de las obras de la carne tiene que ver con sus resultados en la sociedad. La carne ama la compañía. Pablo les recordó a los gálatas que la prueba de la carne la podemos ver en la borrachera y orgía que continúan en la sociedad. En el versículo 21 Pablo les mostró a los gálatas cómo la carne estaba obrando en el corazón de su sociedad. Había gente que vivían para beber, hacer fiestas, y satisfacer las lujurias de la carne. Ellos se juntaban con otros de su misma mentalidad y se alentaban mutuamente en sus lujurias y deseos pecaminosos. Este espíritu borracho de parrandeo todavía se puede encontrar en todos los niveles de la sociedad, desde los ricos y famosos hasta los pobres y desalentados. Pablo les dijo a los gálatas que este espíritu no procedía de Dios, y los que habitualmente viven de esa manera no son verdaderos creyentes (versículo 21).
Pablo animó a los gálatas a no ser atrapados en estas cosas. Él los alentó a vivir por el Espíritu para superar estos deseos carnales. En el versículo 17 el apóstol les había recordado cuán potente era realmente la influencia de la carne, incluso los inducía a hacer cosas que ellos no querían hacer.
Todos nosotros hemos experimentado esta influencia de la carne de muchas maneras. Muy a menudo no pensamos caer en la inmoralidad sexual o en arrebatos de cólera– pero puede ocurrir. ¿Cuán frecuentemente ha hablado usted palabras airadas que usted nunca tuvo la intención de decir? En verdad no muchos de nosotros planificamos caer en pecado. Parece que ocurre simplemente. Tenemos a un enemigo muy poderoso en nuestra carne. ¿Cómo es posible para nosotros vencer tal enemigo? Pablo les dijo a los gálatas que la única manera era vivir por el Espíritu (versículo 16).
¿Qué significa vivir por el Espíritu? Sabemos lo que es vivir según los deseos pecaminosos de la carne, es decir, rendirnos a su influencia en nuestras vidas. Si vamos a vivir por el Espíritu, significará rendirnos a Su conducción en nuestras vidas en lugar de a la influencia de la carne. Esto significará abandonar nuestras propias ideas y nuestras propias emociones y rendirnos al Espíritu de Dios. Significará confiar menos en lo que podemos hacer y esperar que obre el Espíritu de Dios. Los que viven por el Espíritu dan al Espíritu Santo el control de sus vidas. Para hacer esto tenemos que saber cómo escuchar Su conducción y obedecer Sus mensajes. Cuando Dios nos salvó de nuestro pecado, Él puso Su Espíritu en nosotros para formarnos a la imagen de Cristo, y facultarnos en el servicio del reino. Para andar en el Espíritu tenemos que reconocer la presencia del Espíritu de Dios en nuestras vidas y aprender a rendirnos a su conducción y capacitación.
¿Cuál será el resultado de permitir al Espíritu de Dios tomar el control de nuestras vidas? Él producirá en nosotros Su propio fruto. El fruto del Espíritu está contra de las obras de la carne que examinamos al principio de este capítulo. Pablo procede a describir el fruto del Espíritu en los versículos siguientes.
El Espíritu de Dios producirá en nosotros el fruto de amor (versículo 22). Este amor es un amor desinteresado que se extiende a otros, aún cuando sabe que no conseguirá nada a cambio.
El Espíritu también producirá alegría y paz. Estos son el resultado de estar en una relación correcta con Dios. Fuimos creados para Dios y nunca conoceremos paz y alegría verdadera hasta que estemos en una relación correcta con Él. Fuera de Él allí sólo habrá inquietud y vacio.
El Espíritu de Dios también nos llena de paciencia. La paciencia es la capacidad de permanecer fiel a pesar de la oposición contra nosotros. Esta paciencia limará las asperezas en las relaciones con las personas que nos rodean. El Espíritu Santo nos da una confianza en Dios que nos permite esperar en Él en nuestras luchas y pruebas.
Amabilidad, bondad, fidelidad, y mansedumbre también se producirán en nuestras vidas a través del ministerio del Espíritu Santo. Nos preocuparemos sinceramente por otros. Buscaremos su bien. Seremos dignos de confianza en nuestras relaciones con los que nos rodean. Mientras la carne busca la gratificación inmediata, el Espíritu produce autocontrol en la vida del creyente. El creyente no es controlado por sus pasiones carnales, sino por un deseo de honrar a Dios.
Pablo les recuerda a los gálatas en el versículo 23 que no hay necesidad de una ley para los que son controlados y guiados por el Espíritu. El fruto natural del Espíritu producirá una creciente justicia en la vida del creyente. Los creyentes controlados por el Espíritu, no necesitan la ley como una guía externa a la voluntad del Padre, porque tienen la guía interna del propio Espíritu de Dios que los está cambiando desde el interior y conformándolos a la imagen de Cristo, a medida que se rinden amorosamente a Su obra.
Si pertenezco a Jesús, he muerto a mi vieja naturaleza. Al rendirme al Señor Jesús, le ofrezco mi vida para que Él la utilice como lo considere más conveniente. A través de la capacitación del Espíritu Santo, me aparto de mi antigua manera de pensar y me someto a sus propósitos. Elijo rendirme a la obra del Espíritu de Dios y le doy la bienvenida a Su obra en mi vida.
Pablo retó a los que habían recibido al Espíritu Santo a seguir caminando con el Espíritu. Al decir esto les estaba recordando que era posible tener al Espíritu Santo en ellos, pero no ir al paso de Él. La idea aquí es andar en el Espíritu. A veces comenzamos a quedarnos rezagados por medio de la pereza espiritual o la indiferencia. Es fácil que nosotros perdamos el contacto con el Espíritu de Dios y comencemos a producir las obras de la carne al volvernos engreídos, envidiosos, y provocadores (versículo 26). Incluso como creyentes podemos vivir según la carne y no estar caminando en sujeción a la capacitación y la conducción del Espíritu de Dios. Temo que demasiados creyentes no han estado caminando al paso del Espíritu, sino que se han dejado guiar y dirigir por su carne.
Como creyentes debería ser uno de nuestros máximos deseos en la vida mantener el paso con el Espíritu – es decir caminar con Él en todo. Sólo cuando nos sometemos a Él por la gracia, podemos experimentar el poder y la capacitación que Él quiere ofrecer. Sólo cuando estamos en sintonía con el Espíritu Santo, podemos vivir para la gloria del Señor Jesús. Es vital que permanezcamos en la Palabra y en la oración para ser guiados por el Espíritu de Dios. La vida cristiana normal debe ser una de escuchar y someterse al Espíritu de Cristo que vive en nosotros.
Para concluir, déjeme decir que ha habido mucha confusión en este asunto de la doctrina del Espíritu Santo. Lo que es importante que nosotros veamos en este pasaje es que el Espíritu Santo es una verdadera persona que viene a morar en cada creyente. Su propósito es guiarnos a la verdad de Dios, conformarnos a la imagen de Cristo y facultarnos en el servicio del reino. Es esencial que consigamos conocer al Espíritu de Dios que vive en nosotros. Tenemos que discernir Su conducción. Tenemos que rendirnos cuando Él nos convence de pecado. Tenemos que atrevidamente dar el paso al frente cuando Él dirige. No hay victoria verdadera sin conocer al Espíritu de Dios y caminar en comunión con Él.
Para Considerar:
¿Cuáles son los deseos de la carne? ¿Usted ve prueba de la carne en su sociedad? Dé algunos ejemplos.
¿Qué prueba hay de la presencia del Espíritu Santo en su vida? ¿Lo está conociendo cada vez más?
Como creyentes, ¿cómo podemos vencer las obras de la carne en nuestras vidas?
¿Está manteniendo el paso con el Espíritu Santo? ¿Es usted consciente de Su obra y conducción en su vida?
Para Orar:
Agradezca al Señor que Él nos ha dado Su Espíritu Santo para que viva en nuestras vidas.
Pídale al Señor que abra su corazón al ministerio del Espíritu Santo en una forma más profunda. Pídale que le revele Su naturaleza personal en una forma más profunda.
Échele un vistazo al fruto del Espíritu en el versículo 22. ¿Qué fruto parece que le falta a usted? Pídale a Dios que produzca ese fruto en su vida.
Pídale a Dios que le ayude a mantener en su vida el paso con el Espíritu Santo.
11 – Comentarios Finales
Leer Gálatas 6:1–18
Pablo les había estado recordando a los gálatas que su libertad de la ley nunca los debería inducir a consentir la carne. Él emplazaba al creyente a mantener el paso con el Espíritu de Dios. Aún cuando nuestra relación con el Señor es muy personal, no está aislada de otros creyentes. Pablo reafirma en este pasaje la importancia del cuerpo de Cristo en nuestro caminar cristiano.
Pablo retó a lo que eran espirituales (caminar al paso del Espíritu) a restaurar a los que estaban atrapados en pecado. Según Pablo, la restauración de los creyentes atrapados en pecado es una obligación de cada creyente espiritual. Puede estar seguro de que Satanás hará lo imposible por obstaculizar este proceso. Él llenará nuestras mentes de toda clase de excusas por qué no deberíamos dar el paso al frente y hablarles a nuestros hermanos acerca de su pecado. Pablo les dijo a los gálatas que confrontar un hermano por su pecado era hacer algo amoroso y compasivo.
Sin embargo, fíjese la manera en que tenemos que hablarle a un hermano atrapado en el pecado. Primero, tenemos que estar caminando en armonía con el Espíritu Santo antes de acercarnos a una persona para hablarle del pecado. En los evangelios Jesús nos recuerda acerca de juzgar a nuestro hermano por tener una paja en su ojo cuando tenemos una biga en el nuestro (Mateo 7:3). Si nosotros mismos no estamos viviendo para el Señor, ¿qué autoridad tenemos para hablarle a un hermano de su pecado? Sólo podemos guiar a las personas hasta donde nosotros mismos hemos ido.
Segundo, fíjese en segundo lugar que la restauración tenemos que hacerla con mansedumbre. Es fácil ser sentencioso y áspero. A menudo mostramos mucho menos compasión y misericordia por los pecadores que Dios. He visto creyentes que miran por encima del hombro a otros creyentes porque habían caído en pecado. He visto a las iglesias tratar duramente y severamente con los que han caído. Recuerde cómo el Señor trató con la mujer que fue sorprendida en adulterio (Juan 8). Sus compatriotas querían apedrearla, pero Jesús mostró gran misericordia y compasión. Él la trató con mansedumbre. Lo que el pecador necesita a menudo es una mano compasiva que le ayude a levantarse. Todos nosotros hemos visto creyentes hundirse más profundo en su pecado, simplemente por la respuesta que recibieron de su iglesia. En lugar de ayudarles amorosamente y mansamente a ponerse en pie, los otros creyentes los evitaron y los apartaron. Pablo nos emplaza a tener la actitud de Cristo de restaurar a nuestro hermano.
Tercero, vemos que en el versículo 1 este proceso de restauración hay que hacerlo con humildad. Fíjese que Pablo les dijo a los gálatas que tenían que restaurar a su hermano o hermana con la comprensión de que si ellos no se cuidaban, podrían caer fácilmente en el mismo pecado. Cuando usted le habla a su hermano, dese cuenta que usted también pudo haber caído. No nos atrevamos a ser tan arrogantes como para suponer que algunos pecados no nos afectarán. Dese cuenta de que usted también está al paso de una sola decisión para caer en un pecado similar. Todos nosotros tenemos una naturaleza de pecaminosa. Deberíamos dejar que la comprensión de su propio estado espiritual frágil, ejerza influencia sobre el modo en que usted le habla a su hermano que está enlazado en el pecado.
En vista de que las tentaciones están en todas partes, Pablo retó a los gálatas a llevar las cargas los unos de los otros. ¿Qué quiso decir él con esto? Si usted quiere llevar la carga de su hermano, usted tiene que conocer cuál es la carga de su hermano. Me estoy dando cuenta que el cuerpo de Cristo está lleno de cargas. Hay personas que vienen a nuestras iglesias cada semana que están abrumadas por el desconsuelo. A menudo salen en la misma forma. Si vamos llevar las cargas los unos de los otros, tenemos que abrirnos unos a otros. Tenemos que aprender a proveer oportunidades para que las personas se abran a nosotros de una manera más profunda. Tenemos que pasar tiempo con las personas para entender por lo que ellas están pasando.
¿Tiene usted amigos espirituales a los que usted puede abrirse? ¿Hay personas en su iglesia con las que usted puede compartir sus dolores y heridas más profundas? ¿Las personas en su iglesia le permiten compartir estas cosas? Un cuerpo sano necesita este tipo de responsabilidad y amor. Una de las funciones más importantes del cuerpo de Cristo es ministrarse mutuamente de este modo. Ignorar este principio es seriamente debilitar el cuerpo de Cristo.
En este ministerio de restaurar a los creyentes y llevar las cargas mutuamente, es realmente fácil que comencemos a compararnos con los demás. Podemos considerar los problemas por los que está pasando nuestro hermano y sentirnos superiores. Cuando otros están cayendo en pecado, podemos inflarnos de orgullo y podemos pensar que somos más espirituales porque no caímos en la misma trampa. En el versículo 4 Pablo animó a los gálatas a no compararse con otras personas, sino al contrario a juzgar sus propias acciones. Dios no nos juzgará con relación a cuán buena vida vivimos en comparación con la de nuestro hermano. Somos responsables ante Dios por nuestras propias obligaciones personales y nuestros propios llamados ministeriales.
Compararnos con otros sólo conduce al orgullo y los celos. Esto no es de Dios. En el versículo 5 Pablo les dijo a los gálatas que cada uno de ellos tenía que llevar su propia carga. En otras palabras, no debemos imponer nuestros estándares a otros. Solamente porque usted puede orar durante dos horas por la mañana, no quiere decir que usted tenga el derecho de imponer ese estándar a otras personas. Usted puede ser responsable de cumplir con Dios por esas dos horas de oración cada mañana porque El Señor puede específicamente haberle llamado a entrar a ese ministerio, pero su hermano puede no tener ese mismo ministerio. Usted debe llevar su propia responsabilidad que Dios le ha dado, sin imponer su espiritualidad a otros. Dios obra en todos nosotros de distintas maneras.
Pablo cambia su atención en el versículo 6. Él alienta a las personas que estaban recibiendo la enseñanza de la Palabra de Dios a compartir sus finanzas con los que les estaban enseñando. En aquellos tiempos, los evangelistas y los maestros viajaban por toda el área. Su única fuente de ingresos era las donaciones y contribuciones que procedían de los creyentes que ellos enseñaban. Pablo animó a las iglesias a apoyar a estos verdaderos maestros de la Palabra.
En los versículos 7–10 Pablo declaró que las personas cosecharían lo que sembraron. Pablo les había estado diciendo a los creyentes de Galacia que tenían que dejar al Espíritu de Dios trabajar en ellos, si iban a vivir la vida que Dios requería. Para algunas personas esto significaba recostarse y no hacer nada. Pablo cuestionó esta actitud. Rendirse al Espíritu de Dios es trabajo arduo. Cosechamos lo que sembramos. Si nosotros continuamos creyendo las mentiras del enemigo, ¿cómo podemos esperar que Dios nos llene de Su verdad? Si continuamos dejando que la amargura y los celos crezcan en nuestros corazones, ¿no contristará al Espíritu de Dios? Si continuamos sembrando y cultivando pecado, podemos esperar ver más y más pecado en nuestras vidas. Si, por otra parte, nos rendimos a la voluntad de Dios, veremos el fruto del Espíritu afianzarse en nuestras vidas.
Caminar al paso del Espíritu es una ardua labor. Tenemos que morir diariamente a nosotros mismos y nuestras propias ideas. Tenemos que diariamente tomar nuestra cruz y crucificar nuestros deseos pecaminosos. A veces nos preguntamos si alguna vez tendremos victoria sobre los actos pecaminosos de la carne. Pablo alentó a los gálatas en el versículo 9 a no cansarse de hacer el bien. Perseveremos en resistir al diablo y él huirá de nosotros (Santiago 4:7). Continúen sembrando semillas de justicia y cosecharán a la hora debida. Qué ánimo es esto para nosotros. No todas las victorias ocurren de un día para otro. Algunas vienen después de una prolongada y difícil resistencia, pero toda victoria llega por la gracia de Dios quién nos faculta a vencer.
En el versículo 10 Pablo les dijo a los gálatas que debían hacerse mutuamente todo el bien que pudieran. La batalla ante ellos era prolongada, larga y difícil. No podrían enfrentar solos al enemigo. Ellos se necesitaban mutuamente. Ellos necesitaban apoyo y ánimo. Ellos necesitaban personas que compartieran sus cargas. La vida cristiana es un esfuerzo de equipo. Cada persona tiene que jugar su parte, si vamos a ganar la batalla.
Pablo concluyó su carta con algunas palabras finales en los versículos 11–18. Él les señaló a los gálatas que esta carta específica fue escrita por su propia mano con grandes letras. Esto nos da la impresión de que el apóstol luchaba con una mala visión. ¿Podría esto haber sido el resultado de haber visto la gloria de Dios en el camino a Damasco? ¿Era esto su espina en la carne? No nos lo dicen claramente.
Él les advirtió a los gálatas otra vez de los que estaban enseñando la circuncisión. Estos falsos maestros eran muy impresionantes con sus palabras pintorescas y aduladoras, pero sus motivos están equivocados. Querían observar la ley mosaica para así impresionar otros por su religión externa. Tenían miedo de ser perseguidos por el mensaje misericordioso de la cruz. No tenían el valor de tomar una posición respecto al Señor Jesús. Ello obligaban a los gálatas a circuncidarse simplemente para gloriarse del número de convertidos (versículo 13). Pablo les dijo a los gálatas que la única cosa en la que los creyentes deberían gloriarse, era la cruz del Señor Jesús porque es su única esperanza y su gloria (versículo 14).
No tiene importancia si una persona está circuncidada o no, concluyó a Pablo. Lo que es importante es si la persona es una nueva creación en Cristo (versículo 15). ¿El Espíritu Santo de Cristo ha venido a morar en nuestros corazones? ¿Me he convertido en una nueva criatura a través de la obra interior de perdón y santificación por el Espíritu de Cristo? Esto es lo importante. Cuando estemos delante del Señor Jesús en el día final, él no revisará para ver si hemos sido circuncidados. Él no estará interesado en la iglesia a la que asistimos. Él incluso no estará mirando cuántas buenas obras hicimos mientras estábamos en la tierra. La única cosa que Él buscará es si el Espíritu Santo vive en nuestros corazones y si nos hemos sometido a Su obra misericordiosa en nosotros.
Pablo concluyó en el versículo 17 recordándoles a los que le causaban problemas que él traía las marcas en su cuerpo por la proclamación de la verdad. Él no se avergonzaba del evangelio. Él veía estas heridas como un distintivo de honor. Él las llevaba puestas como un soldado llevaría sus medallas. Estas heridas eran las marcas de alguien que se mantuvo firme por la verdad.
En los versículos inaugurales de este libro, Pablo les recordó a los gálatas de su llamado como apóstol. En los versículos de clausura, él les mostró que él había permanecido leal a ese llamado. Él portaba en su cuerpo las marcas de un siervo fiel. Él les deseó la gracia de Cristo así en su relación con Dios y como entre ellos.
Para Considerar:
¿Conoce usted a un hermano en Cristo que actualmente está desviándose de la verdad? ¿Qué nos enseña esta sección sobre cómo tratar con esta persona?
¿Por qué es tan difícil para los creyentes abrirse unos a otros? ¿Cómo podemos llevar mutuamente las cargas si no compartimos nuestras vidas entre nosotros?
¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de la humildad al restaurarnos mutuamente?
¿Pablo nos dice a nosotros que llevemos nuestra propia carga? ¿Cuán fácil es imponer a otros las responsabilidades que Dios nos ha dado? ¿Por qué está mal esto?
¿Por qué es peligroso que como creyentes nos comparemos con otros?
Para Orar:
Pídale a Dios que le ayude a ser más abierto a su necesidad del cuerpo de Cristo en su relación con Él.
Pídale a Dios que le dé una misericordia y compasión más profunda para los que se han desviado de la ruta. Tome un momento para llevar a ese hermano al Señor.
Pídale a Dios que le ayude a tratar con las maneras en las cuales usted ha estado sembrando semillas de la carne en su vida.
Pídale a Dios que le ayude a aceptar las diferencias que existen en el cuerpo de Cristo en la actualidad.
Prefacio a los Efesios
Escritor:
Al igual que con la mayor parte de las epístolas de Pablo, él se identifica a sí mismo como el escritor en el versículo inaugural (Efesios 1:1). La preocupación pastoral de Pablo por los creyentes en Éfeso es también realmente clara en todo el libro.
Trasfondo:
Pablo primerio visitó a las creyentes en Éfeso cuando iba a Jerusalén por la fiesta de Pentecostés (Hechos 18:18-21). Aunque esto fue probablemente sólo una corta estancia, después él regresaría y permanecería durante tres años con ellos predicando y enseñando. Esto se desprende de sus comentarios a los ancianos de Éfeso en Hechos 20:17-31.
Éfeso era una ciudad romana de suma importancia. Contenía un inmenso templo dedicado a la diosa Diana (también conocida como Artemisa). Durante su visita a Éfeso, la presencia de Pablo causó un motín cuando los adoradores de Diana hicieron una revuelta contra él porque su enseñanza estaba apartando a las personas de su diosa. Éfeso también era conocida por su enorme teatro romano. Las personas iban al teatro a ver combates entre hombres o entre hombres y animales.
La carta a los Efesios fue escrita mientras Pablo estaba preso en Roma (ver Efesios 3:1; 4:1; 6:20). Es primordialmente una carta de ánimo. Sin embargo es interesante notar, que en su alocución a los ancianos efesios en Hechos 20:17-31 Pablo estaba consciente de que habría problemas en la iglesia en Éfeso.
Hechos 20:29-31 (29) Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. (30)Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. (31) Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
Es interesante notar en Apocalipsis 2:1-7 que si bien la iglesia de Éfeso había continuado fielmente en la doctrina y el servicio del Señor, ellos habían olvidado su primer amor.
Pablo parece estar muy preocupado por la iglesia en Éfeso. Su carta les recuerda de su posición en Cristo. Su oración por ellos en Efesios 3:14-21 revela su deseo de que sean fortalecidos en el poder de Cristo, arraigados en amor, comprendan el amor de Cristo por ellos y sean llenos de su plenitud. Él los alienta a vivir vidas dignas de su llamado como creyentes tanto en su caminar con Dios como con su familia. De interés particular es su atención a la batalla espiritual que se estaba librando contra ellos como iglesia. Él pasa una considerable cantidad de tiempo enseñándoles cómo resistir Satanás por medio de ponerse toda la armadura de Dios.
La Importancia del Libro para La Actualidad: La epístola a los Efesios es una carta muy práctica. Nos recuerda quiénes somos en Cristo y nos da una enseñanza clara de lo que significa vivir como creyentes en comunidad espiritual. De importancia particular en este libro es la enseñanza de Pablo de la batalla espiritual en la cual todos nosotros estamos enfrascados. La enseñanza de Pablo de la armadura de Dios es de tremendo significado para nuestra comprensión de cómo debemos resistir a Satanás en nuestro esfuerzo a adelantar el Reino de Dios y vivir la vida cristiana.
12 – En Cristo
Leer Efesios 1:1–14
Pablo comenzó su carta a los efesios informándoles que él era apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios. Su apostolado no fue una decisión de carrera que él hizo. Fue un ministerio para el cual él había sido llamado por Dios. Lo que Pablo escribió a los efesios llevaba la autoridad de Dios.
El deseo de Pablo era que los efesios experimenten la gracia y la paz de Dios en sus vidas. Esta gracia y esta paz son a menudo asociadas con la salvación, pero el deseo de Pablo para los efesios era que continuaran experimentando estas bendiciones en gran medida como algo normal. Cuán fácil es para nosotros perder el sentido del favor de Dios y su condición resultante de paz. El enemigo se complace en despojarnos de la conciencia de estas bendiciones.
En los versículos 3–14 Pablo estalló en una larga oración de alabanza y adoración del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por todo lo que él ha hecho por los creyentes. Pablo les dijo a sus lectores, que Dios nos ha bendecido completamente en los lugares celestiales. El apóstol hizo una distinción aquí entre nuestras bendiciones terrenales y nuestras bendiciones espirituales en los lugares celestiales. En esta tierra nosotros hemos recibido muchas bendiciones. Nuestra salud y posesiones proceden todas de la mano de un Dios amoroso y compasivo. Éstas en sí mismas son tremendos regalos de Dios. Sin embargo la atención de Pablo, no estaba en nuestras bendiciones materiales, sino en las bendiciones espirituales que hemos recibido. ¿Cuáles son estas bendiciones? Mirémoslas una a la vez.
Él Nos Escogió en Él antes de la Creación del mundo (versículo 4)
Antes de la Creación del mundo, el Creador de este universo tenía un plan: Él nos escogió para ser santos y libres de culpa ante Él. Fue el deseo del Señor Dios desde el principio del tiempo que nosotros hubiéramos de pertenecerle y viviéramos en victoria sobre el pecado y el diablo. Ser santos significa ser apartados. Intachable significa sin tacha. Porque fuimos escogidos y creados con este propósito en mente, sólo comprenderemos la verdadera felicidad y el gozo verdadero en la vida si estamos viviendo en esta santidad.
Es la voluntad de Dios que los creyentes sean victoriosos sobre el sistema mundial, la carne, y el diablo. No tenemos que vivir vidas en derrota. El Dios de este universo nos ha creado para la victoria. ¿Cuántas veces hemos cedido a nuestros pecados, creyendo que nunca podríamos experimentar victoria? Satanás ha tenido éxito en cegar nuestros ojos a los pecados que aún permanecen en nuestras vidas. Él nos dice: “No te preocupes por esos pecados pequeños,”. ¿Cuán frecuentemente hemos creído sus mentiras y continuamos viviendo con nuestros pecados? Al saber que he sido escogido y creado desde el comienzo del tiempo para ser santo e irreprensible ante Dios, ello debiera inducirme a esforzarme hacia ese fin. En un mundo atrapado en la maldad, qué privilegio es especialmente vivir en la victoria a través de la obra de Cristo.
En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
No solamente hemos sido escogidos para ser conquistadores, Dios también nos ha escogido para ser Sus hijos. Hay intimidad en este versículo. Dios está mucho más interesado que nosotros, en que nosotros vivamos en victoria sobre el pecado y el diablo. Él también quiere una relación personal con nosotros. Como hijos de Dios, tenemos el privilegio de entrar a Su presencia y compartir nuestros corazones con Él. Como Sus hijos, somos herederos de la vida eterna. Las bendiciones del Padre son derramadas en nosotros. Él promete cuidarnos y guiarnos como Sus hijos.
¿Por qué el gran Dios de este universo debería entrar en tal relación con nosotros? Él lo hace “en amor.” Es el amor lo que lo motivó a adoptarnos como Sus hijos. Fíjese que fue “según el puro afecto de su voluntad.” En otras palabras, Dios nos alcanzó y nos adoptó como Sus hijos porque fue Su afecto hacerlo. Esto nos dice algo de Dios. Le da placer relacionarse personalmente e íntimamente con Sus hijos. Él estaba tan deseoso de que nosotros entráramos en esta intimidad con Él, que Él envió a Su Hijo a morir en la cruz para que mediante el perdón de nuestro pecado, nosotros pudiéramos conocerle como nuestro amoroso Padre celestial.
Nunca hemos tenido a nadie que nos ame así. Qué gracia maravillosa – que él muriera por nosotros a fin de que Le pudiéramos conocer. Qué bendición es ser adoptados como hijos de Dios y saber cuán profundamente Él anhela la comunión con nosotros. Esto debiera impulsar nuestros corazones a adorarle y a alabarle por Su maravillosa, gratuita, y soberana gracia para con nosotros.
En quien tenemos redención por su sangre
Pablo les recordó a los efesios que como hijos de Dios, ellos tenían redención por medio de la sangre de Cristo. No fuimos adoptados como hijos de Dios porque nos ganamos Su favor. La realidad es que estábamos muy alejados de Dios. Como pecadores sin dirección, estábamos separados del Dios santo. Estábamos esclavizados al pecado y bajo Su ira divina. En amor, Dios envió al Hijo a redimirnos de la esclavitud. A Jesús le costó Su vida, pero Él voluntariamente y amorosamente pagó el precio a fin de que pudiéramos ser liberados. Dios planificó esto porque él es un Dios misericordioso y compasivo. Por causa de esta redención, nuestros pecados han sido perdonados. Nunca sufriremos la ira de Dios. Nunca tendremos que pagar el gran precio por nuestra rebelión contra Dios. El Señor Jesús lo pagó todo. Pablo les recordó a los efesios de la tremenda carga que el Señor llevó con Él a la cruz a fin de que el Padre pudiera derrochar perdón misericordioso sobre Sus escogidos.
Dándonos a Conocer el Misterio de Su Voluntad (versículo 9)
Fíjese en el versículo 8 que Dios no sólo redimió a los creyentes por la sangre de Cristo, sino que Él también derrochó en ellos sabiduría y comprensión. La gracia de Dios hacia los creyentes no se agotó en la redención. Pablo les dijo a los efesios que la gracia de Dios era también abundante al hacerles conocer el misterio de Su voluntad. Es decir, Él se deleitó en darles entendimiento profundo de Su propósito y plan. ¿Cuál es ese plan? El versículo 10 nos dice que es reunir todas las cosas en Cristo. Un día todo el mundo y todo estarán sometidos al justo gobierno del Señor Jesús.
Esto es lo que está haciendo Dios en este mundo. Esta es la razón por la que Él me trajo a mí a Sí Mismo redimiéndome de mis pecados. Este plan será logrado en el propio tiempo de Dios. El versículo 11 contiene una de las declaraciones más fuertes en la Sagrada Escritura acerca de la soberanía de Dios: Él “hace todas las cosas según el designio de su voluntad.”
Dios nos reveló este plan a través de Su Espíritu Santo y a través de Su Palabra. Tenemos el privilegio de ver desarrollarse ese plan ante nuestros ojos. Tenemos la oportunidad de pasar a formar parte de ese propósito divino maravilloso. Dios se deleita en incluirnos en la realización de Sus propósitos para este planeta. ¡Qué bendición es esto!
El apóstol Pablo vio en su época un cumplimiento parcial de este plan maravilloso, a medida que los hombres iban siendo rescatados por medio de su ministerio de las fauces del enemigo. Hoy vemos un cumplimiento incluso mayor de ese propósito en el mundo, a medida que el Espíritu de Dios se mueve conquistando el poder del diablo. En los versículos 12 y 13 Pablo les recordó a los efesios que los judíos fueron los primeros en ser escogidos por Dios para esperar en Cristo y a través de los judíos se estaban ejecutando los propósitos de Dios también en las vidas de los gentiles. Dios se atrajo a los efesios a Sí Mismo a fin de que ellos, a su vez, le dieran alabanza a Su santo nombre. Qué estupendo privilegio es que no solamente nos den la comprensión de esta gran obra de Dios, sino también formar parte de su realización.
En él también vosotros… habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (versículo 13)
En el día que creímos, fuimos incluidos en la familia de Dios. Fuimos incorporados al cuerpo de Cristo. Como hijos de Dios, hemos sido sellados con un sello especial – el Espíritu Santo de Dios. La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es una garantía no solamente de que pertenecemos al Señor Jesús, sino también que nada jamás podrá separarnos del Señor Jesús y nuestra herencia espiritual.
El Espíritu Santo es comparado en el versículo 14 con un depósito que garantiza nuestra herencia. La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es un sello de la aprobación de Dios. El Espíritu Santo viene a vivir en nuestras vidas y facultarnos en la obra que Dios nos llama a hacer. Él viene a producir en nosotros el carácter del Señor Jesús. Él continuará esta obra en nosotros, Pablo dijo, hasta el día de nuestra redención final. Hasta entonces Dios ha colocado Su Espíritu Santo en nosotros para permitirnos vivir para Él. Él es un aperitivo de la gloria que está por venir.
En esta sección inaugural del Libro de Efesios, Pablo describió a los efesios una parte de las bendiciones maravillosas que les pertenecían a ellos en el Señor Jesucristo. Habían sido seleccionados para vivir por encima del pecado y la maldad de esta era actual. Habían sido adoptados como hijos de Dios. Cristo los compró para el Padre al precio de Su sangre. Dios les hizo parte de Su plan maravilloso para traer todas las cosas bajo el señorío de Cristo. Él colocó Su Espíritu Santo en ellos como un sello de Su aprobación. Cómo tenemos que alabarlo por estas bendiciones maravillosas que Él les ha dado a todos los creyentes en Cristo.
Para Considerar:
¿Hay algunos pecados particulares que usted parece que no puede superar en su vida? ¿Qué nos enseña esta sección de la Sagrada Escritura acerca del deseo de Dios de que usted viva victoriosamente?
¿Qué prueba hay de la mano de Dios en su vida, aún antes de que usted viniera a conocer al Señor Jesús personalmente?
¿Qué enseña esta sección sobre el deseo de Dios de intimidad con nosotros? ¿Experimenta usted esta intimidad con Dios? ¿Qué le impide conocerla más profundamente?
Para Orar:
Agradezca a Dios por las bendiciones de las que Pablo habló en esta sección.
Pídale a Dios que le ayude a vivir como Su hijo. Pídale que le perdone por las veces que usted eligió regresar a las cosas de este mundo.
Agradézcale porque Su Espíritu Santo vive en usted. Pídale a Dios que le ayude a ser más sensible a la conducción y obra del Espíritu Santo.
Agradezca al Señor que Él no se dio por vencido con usted, sino que perseveró hasta que Él conquistó su corazón.
Pídale al Señor que le ayude a vivir una vida de santidad que le dé victoria sobre cualquier pecado recurrente.
13 – Crecer en Él
Leer Efesios 1:15–23
Uno de mis himnos favoritos es “Mi Jesús, Te Amo.” Una línea en este himno dice, “si acaso alguna vez te amé, mi Jesús “es ahora.” Cada vez que canto este himno, yo me pregunto, ¿“realmente amo más a Jesús ahora de lo que lo he amado alguna vez? ¿Le amo más hoy que ayer? ¿He crecido yo en realidad en mi relación con Él?” Éstas son preguntas muy importantes que todos nosotros tenemos que hacernos. Demasiadas veces la inmensa mayoría de nosotros estamos felices con ser bebés cristianos. Convertirse en cristiano es solamente el comienzo. El deseo de Pablo para los efesios era que ellos avanzaran en su relación con el Señor. Él quería verlos crecer en madurez. De la misma manera que amamos a nuestros hijitos, ninguno de nosotros querríamos que ellos se quedaran siendo niños todas sus vidas.
En la última sección, Pablo les dijo a los efesios de su posición en Cristo. Habían sido elegidos y habían sellados por el Espíritu Santo de Dios. Dios se deleitó en incluirlos en Su plan maravilloso de poner todas las cosas bajo Cristo. Habiéndoles informado a los efesios de sus bendiciones, Pablo entonces oró por estos santos. Pablo alabó al Señor en el versículo 15 por haber traído a los efesios a esta relación maravillosa con el Señor Jesús. Él se regocijó cuando él escuchó de su fe en el Señor y su amor por los santos. Sin embargo Pablo no quiso que ellos se detuvieran en ese punto. Dios tenía incluso mayores planes para los efesios. Pablo quería que ellos alcanzaran su potencial completo en Cristo.
Fíjese en el versículo 16 que Pablo no dejó de dar gracias por lo que había hecho Dios ya en las vidas de los efesios. Él también continuó pidiéndole a Dios una obra más profunda de Su Espíritu en sus vidas. En los próximos versículos, Pablo compartió con los efesios su oración por ellos.
Que Os Dé Espíritu de Sabiduría y de Revelación en el Conocimiento de Él (versículo 17)
Pablo empezó pidiéndole a Dios que les dé a los efesios “espíritu” de sabiduría y revelación a fin de que conocieran mejor a Cristo. ¿Cuál es este espíritu de sabiduría y revelación? Pablo no estaba hablando de un profundo entendimiento humano. Él estaba clamando a Dios que los ojos espirituales de los efesios fueran abiertos para ver a Cristo de una nueva manera. Él estaba pidiendo que Dios que se revelara a Si Mismo a los efesios, no en las verdades intelectuales aprendidas en libros, sino por medio de una experiencia profunda e íntima. La meta de esta sabiduría y la comprensión no era información, sino el conocer a Cristo en una forma más profunda.
¿Tiene usted este espíritu de sabiduría y revelación? ¿Está su corazón cargado por conocer a Dios? ¿Clama usted por más revelación de Su carácter? ¿Tiene usted hambre y sed de Su presencia? El grito de Pablo por los efesios era que no se contentaran con dónde estaban en su caminar espiritual, sino que ellos estuvieran constantemente clamando por más y más de Cristo.
Alumbrando los Ojos de Vuestro Entendimiento (versículos 18–23)
Pablo también oró para que los ojos de su entendimiento fueran iluminados para ver tres verdades vitales. La primera verdad que Pablo oró que vieran los efesios era la esperanza a la cual habían sido llamados (versículo 18). ¿Cuál era esta esperanza? Pablo ya había dado parte de la respuesta a esta pregunta en la primera sección de este capítulo, donde él habló a los efesios acerca de sus bendiciones espirituales en Cristo. Él les recordó que fueron elegidos para ser irreprensibles ante Dios (versículo 4). Como creyentes, estaban llamados a vivir en victoria sobre el pecado. Fueron elegidos para ser hijos de Dios y los herederos de Su gran reino. Eran también participantes en el desarrollo del gran propósito de Dios de traer a todo el mundo bajo la autoridad del Señor Jesús. Fueron sellados con la promesa del Espíritu Santo de Dios, el cual es una garantía de las cosas que están por venir. Como creyentes, tenían una tremenda esperanza. Habían sido llamados y habían sido capacitados para vivir en victoria. El conocimiento de esta victoria debía haberlos avivado a nuevas alturas. Pablo quería que los efesios vivieran en la esperanza maravillosa a la que Dios los había llamado.
Pablo también quería que los efesios crecieran en su conocimiento de las riquezas de su herencia gloriosa en los santos (versículo18). Las riquezas de las que Pablo habla aquí son las riquezas que tenemos “en los santos.” En la primera sección de este capítulo Pablo habló de nuestras bendiciones espirituales en Cristo en los lugares espirituales. Sin embargo aquí, Pablo quería que los efesios conocieran las riquezas que Dios le había dado a cada uno. Cuán frecuentemente fracasamos en entender la tremenda bendición que tenemos en cada uno. Dios nos ha llamado a vivir en comunidad. Él ha creado esta comunidad de tal manera, que no funcionará correctamente a menos que cada miembro contribuya con su parte. Todos los dones de este cuerpo de creyentes funcionan juntos para el progreso del reino de Dios. Satanás tiembla cuando él ve el cuerpo de Cristo trabajando unido en armonía. ¿Pudiera ser que esta sea la razón por la que él pasa tanto tiempo intentando dividir y sembrar semillas de desorden en la iglesia?
¿Se ha sentado usted alguna vez y ha pensado acerca de la maravilla de su propio cuerpo? ¿Usted alguna vez se ha maravillado de cómo puede ver el ojo y el oído puede oír? ¿Se ha encontrado usted alguna vez estando en estado de perplejidad ante lo complejo del cerebro humano? Este cuerpo físico es una maravilla para ser contemplada. Recuerdo estar parado al lado de mi mujer cuando cada uno de nuestros hijos nació, y las lágrimas corrían por mis mejillas ante el asombro de la vida misma. El cuerpo espiritual de Cristo no es menos maravilloso. En los meses recientes me he asombrado de ver cómo puede funcionar el cuerpo de Cristo en tal armonía. He visto a las huestes del infierno huir cuando el cuerpo de Cristo se levantó en una mente y ejerció sus dones espirituales en bien de todo el cuerpo. Pablo oró que los efesios llegaran a una comprensión más profunda de lo que tenían en cada uno.
En tercer lugar, Pablo quería que los efesios crecieran en su comprensión y su experiencia del poder del Señor Jesús en sus vidas. Dios ha puesto Su Espíritu Santo en nosotros. Él nos ha dado autoridad en Su nombre para vencer. Él ha elegido utilizarnos como los instrumentos de su poder en este mundo. Cuán poco entendemos de esto. Pablo les recordó a los efesios que el poder que Dios había puesto a su disposición, era el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos (versículo 20).
Es un poder muy por encima de cualquier poder, título, o autoridad no sólo en esta era, sino también en la era venidera. Éste es un poder que podría hacer retroceder a las fuerzas del infierno. Es el poder que conquistó a la naturaleza y la tumba. Es el poder de Aquel que lo llena todo en todos los aspectos. Es el poder de Dios, y este universo en toda su vastedad no lo puede contener. Este poder lo podemos ver en la fuerza que hace vivir a la más pequeña de las células. Está también demostrado en la belleza y la vastedad del universo. No hay ningún lugar donde este poder no pueda ser visto. No hay ningún lugar en el que no se le puede sentir.
Aunque este poder no es para que nosotros hagamos con él lo que se nos ocurra, está, no obstante, a nuestra disposición. Lo que Dios autoriza, Él también concede poder y autoridad para hacerlo. ¿Comprendemos el poder que está a nuestra disposición? ¿Cuán a menudo nos hemos escondido en nuestras esquinitas no sabiendo qué cosa hacer, mientras el enemigo devastaba nuestras casas y nuestras iglesias cuando este poder estaba disponible para nosotros?
El deseo de Pablo para los efesios era que llegaran a una comprensión más profunda de su autoridad y el poder en Cristo y que tomaran una postura en contra de las fuerzas del enemigo en el nombre de Cristo sin miedo o vergüenza. Él quería que los efesios crecieran en su relación con el Señor. Él oró que Dios les diera corazones que anhelaran a Dios en una manea más profunda. Él oró que Dios les diera una conciencia más profunda de su esperanza en Cristo, de las riquezas que tenían en cada uno, y el poder de Dios que estaba a su disposición. Que Dios nos pueda conceder una conciencia más profunda de estas mismas verdades vitales.
Para Considerar:
¿Usted ha estado contento con dónde usted está en su relación con el Señor Jesús? ¿Qué reto le trajo Pablo a los efesios en este pasaje?
¿Qué prueba hay de crecimiento espiritual en su vida?
¿Qué bendición disfruta usted de ser parte de una familia de creyentes?
¿Qué prueba existe del poder de Dios en su vida? ¿Qué poder pone Dios a disposición de usted? ¿Cómo se ha conectado usted con ese poder?
Para Orar:
Pídale a Dios que le dé un mayor deseo de conocerle.
Pídale a Dios que le dé una conciencia más profunda del poder que está disponible a usted a través de la obra del Señor Jesús y el ministerio de Su Espíritu Santo en su vida.
Agradezca a Dios por la familia cristiana que Él le ha dado. Pídale a Dios que ayude a esa familia a crecer en ministrarse mutuamente.
14 – Vivos en Cristo
Leer Efesios 2:1–10
La oración de Pablo por los efesios era que crecieran en su comprensión de la obra que el Señor Jesús había logrado en sus vidas a través de Su muerte en la cruz. Aquí en esta sección, el apóstol continuó recordándoles a los efesios de lo que ocurrió en sus vidas, cuando vinieron al Señor Jesús como su Salvador
Cuando Estabais Muertos en Vuestros Delitos y Pecados, (versículos 1–2)
Pablo empezó por recordarles a los creyentes efesios de su condición espiritual antes de venir a Cristo. “Cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,” Pablo les dijo. La falta de vida a la cual Pablo hacía referencia aquí era la muerte espiritual, que es la ausencia de comunión con Dios. El incrédulo es descrito como muerto, no solamente enfermo o débil en pureza y verdad, sino muerto a ella. Ésta es una palabra fuerte que describe una total ausencia de vida en cosas espirituales y en una relación con Cristo. Note el resultado de esta muerte espiritual en sus vidas.
El versículo 2 nos dice que antes de la salvación, los efesios habían vivido en sus delitos y sus pecados. Sus vidas estaban dominadas por la rebelión contra Dios. Fíjese también en el versículo 2 que una vez siguieron la corriente del mundo. Ésta es una manera de pensar que está desprovista de Dios y Sus propósitos. Es una manera de pensar que pone los deseos y aspiraciones humanas en el trono, sin considerar el deseo Dios y voluntad de Dios. Ésta era la mentalidad que dominaba las vidas de los efesios antes de que vinieran a conocer al Señor Jesús.
Conforme al Príncipe de la Potestad del Aire (versículos 2–3)
Antes de venir al Señor Jesús, los efesios eran controlados por el príncipe de la potestad del aire– el mismo Satanás. Pablo les recordó a los efesios que Satanás está obrando en los que son desobedientes a los caminos de Dios. Satanás había usado la carne y el mundo para mantener alejados a los efesios del Señor Jesús y Su salvación. Satanás mantuvo a los efesios atrapados en sistemas perniciosos y pensamientos malvados. Él los había cegado a las mayores realidades en Cristo. Habían sido enlazados a los deseos mezquinos y los deseos ardientes carnales de la naturaleza pecaminosa, ya que Satanás continuaba bombardeándolos con ideales mundanos y filosofías falsas. En 2 Corintios 10:4-5, Pablo se refirió a estas filosofías como fortalezas en las cuales las personas no salvas son hechas prisioneras.
Como seres humanos, hemos sido creados a la imagen de Dios con una capacidad para gozar y tener comunión con Dios. Esto es lo que nos distingue de los animales, que no son seres espirituales. Sin embargo el problema es que una persona espiritualmente muerta, está encantada de vivir como el reino animal, gratificando solamente las necesidades físicas y emocionales. Hay mucho más en la vida que esto. Éste es el nivel en el cual los efesios habían estado viviendo sus vidas sin Cristo.
Éramos Por Naturaleza Hijos de Ira (versículo 3)
Pablo les dijo a los efesios que cuando estaban muertos para Dios y vivían a la manera del mundo, la carne, y el diablo, estaban bajo la condenación de Dios. La ira divina de Dios es muy real y está dirigida hacia toda impiedad y toda rebelión. Los efesios obstinadamente desobedientes les habían vuelto sus espaldas a Dios, a favor de sus propios deseos carnales. Estos deseos los apartaban de Dios y de Sus propósitos para sus vidas. No se daban cuenta de que estaban en una senda que conducía a la condenación porque Satanás y el mundo los había cegado a la verdad.
Es muy tranquilizador darse cuenta de que, como los efesios éramos todos “por naturaleza hijos de ira.” Todas las personas no salvas están en esta peligrosa condición. Algunas nunca han oído que la senda en la que ellas están, los está conduciendo a la separación eterna de Dios. Otros no creen esta verdad aunque la hayan oído. Pero la incredulidad de las personas no anula la verdad absoluta que Pablo estaba declarando aquí. El enemigo ciega a los que están separados de Dios, e incluso no saben que están bajo la condenación eterna de Dios.
Dios Nos Dio Vida Juntamente con Cristo (versículos 4–5)
Pablo, hablando por todos los creyentes, manifestó que nuestro Dios clemente amorosamente nos rescató de nuestra difícil situación peligrosa. Él nos vio cegados y mantenidos cautivos por el enemigo, nuestra naturaleza pecaminosa, y los caminos del mundo. En amor Dios nos arrebató de las fauces de Satanás, la muerte y el infierno. A través del perdón misericordioso de nuestro pecado por la obra de Cristo, Dios nos dio a los que estábamos muertos e imposibilitados, vida nueva a través de la obra de Su Hijo. Él plantó su propia vida en nuestras almas muertas, dándonos vida espiritual. Dios hizo todo esto por nosotros por gracia y no porque nos mereciéramos eso.
Las cosas cambiaron radicalmente para nosotros, cuando resucitamos con la propia vida de Dios. En realidad, nos convertimos en personas completamente nuevas (ver 2 Corintios 5:17). El Espíritu Santo de Dios nos dio un nuevo apetito por la Palabra de Dios y las cosas de Dios. Experimentamos una nueva pasión por la santidad. El Espíritu de Dios comenzó a asumir el mando y producir fruto espiritual en nosotros (ver Gálatas 5: 22-26). Fuimos equipados para vivir de una nueva manera. Éste fue el trabajo del Espíritu de Dios en nosotros y la prueba de nueva vida.
Y Juntamente con Él nos Resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales (versículos 6–7)
Luego, Pablo les dijo a los creyentes efesios que no solamente experimentaron nueva vida, sino que ellos fueron también sentados en los lugares celestiales. ¿Qué quiso decir Pablo con esto? Primero, él estaba diciendo que ellos eran ahora ciudadanos del cielo (ver Filipenses 3:20). A través del perdón de sus pecados, habían recibido una nueva ciudadanía. Ellos eran ahora hijos de Dios. Como hijos de Dios, podrían esperar con ansias su herencia divina. Este mundo ya no era su grupo familiar, y vivían como extranjeros en la tierra.
Para todos los creyentes, esto no es meramente algo que esperamos con ansias en una cita futura. Incluso experimentamos ahora la realidad de estas esferas divinas. Nuestros deseos y nuestras actitudes están siendo cambiados de mundanos a divinos. Conocemos la comunión de primera mano y el amor del Padre. Su gozo, su paz, y amor son nuestra experiencia actual. Hemos sido liberados de la mentalidad corrupta de este mundo actual. Tenemos un estándar más alto y un llamado más alto. Hemos sido levantados de la falta de vida de este mundo y sus filosofías a un nivel mucho más alto y la unión con Cristo y Sus caminos.
A través de todas estas bendiciones, Dios está demostrando la riqueza de Su gracia y misericordia (versículo 7). Es importante que nos demos cuenta de que el Señor está encantado de glorificarse a Sí Mismo a través de nosotros. Al llenarnos con Su poder y amor, Él se trae honra y alabanza a Sí Mismo ahora y en las edades eternas venideras. Al cubrirnos con Su paz y gozo, Él muestra al mundo que Él es un Dios amoroso y compasivo. Él se complace en revelar Su carácter a través de individuos como usted y como yo. Qué honor es ser un canal de esta bendición para otros. Trasciende nuestra imaginación que el gran y el santo Dios de este universo, quiera utilizarnos para ser un canal de Su misericordia y gracia para los demás.
Porque por Gracia sois Salvos por Medio de la Fe (versículos 8–9)
¿Cómo podemos experimentar esta nueva vida? ¿Qué tenemos que hacer para participar de esta bendición maravillosa de resucitarnos en Cristo? Los versículos 8 y 9 nos recuerdan que es simplemente por la gracia de Dios que todo esto es posible. No hay nada que nadie pueda hacer para merecer esta nueva vida y bendición. Dios sacrifica su vida por pecadores espiritualmente muertos por gracia (favor inmerecido). Nadie puede ser suficientemente bueno, o puede vivir bastante bien, o puede hacer cualquier cosa lo suficientemente especial como para ganar la salvación. Dios concede esta nueva vida, simplemente con base en el puro afecto de Su voluntad. Todo lo que podemos hacer es recibir lo que Él nos da.
Éste es un pensamiento humillante para muchos de nosotros. Nos gustaría pensar que fuimos salvados de nuestros pecados porque nos merecimos eso (ver Romanos 3:10-20). Nos gustaría pensar que Dios vio algo bueno en nosotros y dijo, “tengo que salvar a esa persona porque puedo ver como se está esforzando.” Esto no es lo que enseña la Biblia. Mientras más intentamos merecer el favor de Dios, más nos alejamos de la verdad de lo que es la gracia. Es un don concedido sin consideración de mérito, y solamente con base en la elección soberana de Dios. Esto es lo que hace el Señor por nosotros. Él nos ofrece gratuitamente y sin previos requisitos esta salvación maravillosa, como un regalo absolutamente gratis, simplemente porque Él nos lo quiere dar por el puro afecto de Su voluntad.
Creados en Cristo Jesús para Buenas Obras (versículo 10)
Pablo les recordó a los efesios que fueron creados en Jesucristo para buenas obras. Dios salvó a Sus elegidos del mundo para que pudieran ser Sus siervos en este mundo para traer gloria a Su nombre. Los creyentes son rescatados del mundo para que puedan regresar al mundo con la vida de Cristo. Fueron salvados a fin de que la gracia y la bondad de Dios fueran demostradas a través de ellos a un mundo cegado por el enemigo. Ellos fueron Sus instrumentos para buenas obras, a fin de que los hombres puedan ver sus buenas obras y puedan traer gloria y honor a nuestro Padre en el cielo (ver Mateo 5:16).
Si bien nuestra salvación es absolutamente gratis, nos costará nuestras vidas. A nosotros los que fuimos salvos se nos exige que a cambio vivamos para Dios. Somos Sus instrumentos en este mundo y el próximo para la gloria de Su nombre.
Para Considerar:
¿Qué influencia ha tenido en usted la forma de pensar del mundo? ¿Cómo difiere esto del camino de Dios?
¿Ha experimentado usted esta nueva vida de Cristo? ¿Qué prueba hay de su vida en usted hoy?
Pablo nos dice aquí que hemos sido sentados en los lugares celestiales en Cristo. ¿Cómo está usted viviendo en los lugares celestiales hoy?
¿Por qué es tan difícil para las personas aceptar la salvación como un regalo? ¿Por qué es tan difícil aceptar algo por lo que nunca hemos trabajado para merecerlo?
¿Cuál es la diferencia entre trabajar para merecer la salvación y servir por gratitud a Dios por Su total aceptación?
Para Orar:
Si usted nunca ha experimentado esta nueva vida en Cristo, tome un momento para pedirle al Señor que revele Su vida en usted.
Si usted conoce la vida de Cristo en usted, pídale que Él se revele en una forma incluso mayor a través de usted. Ofrézcale su vida de nuevo como un instrumento de Su bendición a otros.
Tome un momento para agradecer al Señor por algunos cambios muy específicos que Él ha hecho en su vida.
Pídale al Señor que le capacite para ser un ejemplo de buenas obras para los que le rodean.
15 – Ya no Son Extranjeros
Leer Efesios 2:11–22
El Señor Jesús ha hecho muchas cosas maravillosas por nosotros. Pablo estaba tratando de comunicarles a los efesios las riquezas increíbles que tenían en el Señor Jesucristo. En este pasaje, él les recordó además otra realidad maravillosa que vino con su nueva relación con el Señor Jesús.
Bajo el sistema del Antiguo Testamento, los efesios eran desconocidos para Dios. Eran conocidos como “incircuncisos.” Como tal estaban excluidos de la familia elite de Dios y de las bendiciones de Su pacto. Los gentiles estaban sin Dios y sin esperanza en este mundo. Como extranjeros al pacto de Dios, estaban atados a una separación eterna de Dios y bajo Su ira divina. No había nada que pudieran hacer. Qué tragedia era esto. Eterna separación, la ira eterna, la agonía eterna les aguardaba en el mundo venidero. No pienso que ninguno de nosotros tengamos una verdadera comprensión de lo que esto significa realmente. Este también era nuestro destino separados de la gracia de Dios. Como extranjeros al pacto de Dios, estábamos excluidos de la ciudadanía de Su reino.
Con la llegada del Señor Jesús a esta tierra y Su muerte en la cruz del Calvario, los gentiles que eran extranjeros para Dios y al propósito de Su pacto, podrían pasar a formar parte de Su reino. La muerte de Cristo derribó la pared social, espiritual, y del pacto que separaba al judío de los gentiles (versículo 14). La sangre de Cristo satisfizo la ira de Dios contra los pecados de los dos, judíos y gentiles.
La obra del Señor Jesús en la cruz del Calvario instituyó un nuevo pacto. Bajo este pacto cada creyente en Cristo está en igualdad de condiciones. Hablando espiritualmente, un creyente en Cristo ya no es judío o gentil, sino cristiano. Ya una persona no tiene que ser un judío de nacimiento para ser parte de las bendiciones del pacto. Ya una persona no tiene que llevar la señal de la circuncisión para ser aceptada por Dios. Ya una persona no tiene que ofrecer la sangre de toros y cabras en el templo para simbolizar el perdón de pecados. Jesús, por Su muerte, proveyó el medio a través del cual, cualquiera, sin tener en cuenta su trasfondo religioso o cultural, podía venir a Él directamente y podía ser perdonado de sus pecados. Su muerte abolió la división antigua entre judíos y gentiles.
Según Pablo, el Señor Jesús murió a fin de que los dos, judíos y gentiles pudieran volverse un hombre (versículos 15–16). Cristo vino y predicó paz a los gentiles que estaban muy alejados de Dios. Él también predicó este mismo mensaje a los judíos que eran Sus hijos escogidos. En Cristo ya no hay una división entre judíos y gentiles. Todos nosotros podemos conocer la paz con Dios y una esperanza de eternidad en Su presencia. A través de la muerte de Cristo nosotros ahora tenemos acceso a Dios (versículo 18). Los gentiles, quienes fueron una vez extranjeros al pacto de Dios, ahora tienen igual acceso, derechos, y privilegios con los judíos para estar de pie ante Dios por la fe en Cristo.
La iglesia está compuesta de creyentes de todas las clases sociales y toda nacionalidad (versículo 19). Está compuesta por personas de diversas denominaciones. Jesús es la piedra angular de este gran edificio de Su pueblo (versículo 20; 1 Pedro 2:5-6). Los profetas y los apóstoles construyeron un cimiento en Cristo y Su obra. Este gran edificio se erigió gradualmente desde sus tempranos comienzos. En la actualidad se ha convertido en una estructura impresionante. En él hay creyentes que son bautistas, pentecostales, presbiterianos, y otros. Tanto los ricos como los pobres tienen un sitio en este gran edificio. El africano, el indígena, y los canadienses, todos añaden sus sabores diferentes. Dios está añadiendo diariamente más piedras humanas a Su maravilloso edificio.
Este edificio, les dijo Pablo a los efesios, se estaba volviendo el lugar de residencia del Dios Todopoderoso (versículo 21). Él mora con Su pueblo por Su Espíritu Santo. Nuestro enemigo Satanás ha estado intentando desbaratar la obra que Dios está haciendo. Esta iglesia universal infunde miedo en el corazón de Satanás. Representa todo contra lo que Satanás ha estado peleando. A través de este cuerpo de creyentes, Dios está rescatando a las personas de las fauces de Satanás y de su reino de oscuridad. Dios está facultando a Su pueblo a pisar a la serpiente y extender el reino de Su luz. A través de esta iglesia, Dios está fortaleciendo a un pueblo que traerá gloria y honrará a Su sagrado nombre.
No nos debería asombrar, que Satanás enfoque tanto su atención en intentar dividirnos y cegarnos a la realidad del poder de Dios que está a nuestra disposición. Pablo les dijo a los efesios que este cuerpo que Cristo está construyendo, está compuesto tanto de judíos como de gentiles. Si ellos iban a madurar y a penetrar el reino de la oscuridad con la luz del evangelio de Cristo, no podían estar combatiendo entre ellos. Jesús vino a traer paz entre los gentiles y los judíos, a fin de que Su presencia pudiera ser revelada a través de ellos al mundo.
Aunque los creyentes ya no pueden ser divididos por el asunto gentil-judío, la iglesia de Jesucristo hoy está ciertamente dividida sobre muchos otros asuntos como el gobierno de la iglesia, doctrina y costumbres. A menudo nos volvemos críticos y juiciosos unos de otros. Estas actitudes sólo obstaculizan la obra de Dios y nos quita Su bendición. Cómo tenemos que recordar que Dios nos está fortaleciendo a ser un lugar de residencia para Su Espíritu. No seamos un obstáculo para esto por los prejuicios y actitudes equivocadas.
Para Considerar:
¿Qué nos dice Pablo aquí acerca de nuestra condición sin el Señor Jesús y Su obra?
Tome un momento para considerar la composición de su propia iglesia local. ¿Qué tribus, nacionalidades y razas asisten a su iglesia?
¿Actualmente qué tipo de divisiones existen en el cuerpo de Cristo? ¿Cuál es el reto de este pasaje para nosotros?
Para Orar:
Agradezca a Dios por la manera en que Él está juntando a personas de diferentes posiciones sociales y diferentes perspectivas para ser un lugar de residencia para Su Espíritu Santo.
Pídale a Dios que le perdone por sus prejuicios y actitudes equivocadas hacia otros integrantes del cuerpo de Cristo.
Pídale a Dios que derribe las paredes divisorias que se han construido entre creyentes verdaderos en la actualidad.
16 – Pablo, Apóstol a los Gentiles.
Leer Efesios 3:1–13
En la última meditación, el apóstol Pablo les recordó los efesios que eran parte de un nuevo cuerpo de Cristo que consistía de judíos y gentiles. A través de Su muerte en la cruz, el Señor Jesús derribó la barrera que existía entre estos dos grupos. Para garantizar que los gentiles entraran a esta nueva relación, el Señor Jesús llamó al apóstol Pablo a entrar al ministerio para hacerles conocer la salvación que les fue ofrecida libremente.
Pablo les recordó a los efesios que él era prisionero por amor a los gentiles. El ministerio al cual el Señor le había llamado no fue un ministerio fácil. Por proclamar la verdad de la salvación a los gentiles, Pablo tuvo que sufrir mucho (2 Corintios 11:24-28). En sus viajes misioneros, él fue golpeado y apedreado. A menudo él fue insultado y maldecido por la gente que él trataba de conquistar. Además de esto estaba la reacción de la comunidad judía por su predicación a los gentiles. Cuando él escribió esta carta, el apóstol estaba encarcelado por su predicación a la comunidad gentil. Aunque las autoridades romanas lo tenían preso, Pablo mismo se considerada un prisionero del Señor Jesús (versículo 1). Él sabía que cada detalle de su vida estaba definitivamente controlado por su Señor.
Pablo había sido llamado por Dios a una visión muy particular y a concentrarse en administrar la gracia de Dios al mundo, en este momento específico de la historia (versículo 2). Él les dijo a los efesios que él había llegado a comprender “el misterio” por medio de una revelación directa de Dios (versículo 3). La palabra “misterio” en los versículos 3 y 4 se refiere a una verdad que estaba escondida en los tiempos del Antiguo Testamento, pero que fue revelada en los tiempos del Nuevo Testamento al pueblo de Dios a través de los apóstoles y profetas. Pablo explicó este misterio a los efesios en el versículo 6. En un nuevo cuerpo de creyentes, los gentiles eran coherederos conjuntamente con los judíos en la promesa de vida eterna solamente a través de la fe en Cristo. En una iglesia unificada, no habría distinciones raciales, sociales, o espirituales. Este mensaje ardía profundamente en el corazón del apóstol Pablo, y él estaba sufriendo en gran medida por proclamarlo. Era su deseo no sólo ver que los gentiles llegaran a un conocimiento del Señor Jesús, sino también que ellos se integraran totalmente en el cuerpo más grande de Cristo con los creyentes judíos. Pablo a menudo asumió la defensa de los gentiles contra los que creían que tenían seguir la ley mosaica para salvarse.
Aunque hay varios pasajes proféticos en el Antiguo Testamento que se refieren al hecho que los gentiles también se convertirían en los hijos de Dios, esto nunca fue claramente comprendido por los judíos (ver Génesis 12:3; Isaías 49:6). Muchos judíos creían que los gentiles tendrían primero que convertirse a la fe judía para entrar en las bendiciones de las promesas de Dios. No entraba en sus mentes que los gentiles podían convertirse en coherederos conjuntamente con ellos sin la práctica de la Ley de Moisés. La comprensión total de estos pasajes proféticos, no llegó hasta que el Señor Jesús hubo resucitado de entre los muertos. Fueron los apóstoles los que comenzaron a experimentar la conducción del Señor de ir a los gentiles. La primera referencia principal a esto fue cuando Pedro tuvo una visión de ir a Cornelio. Es en esta visión en Hechos 10, que el Señor le dijo a Pedro que los gentiles eran herederos conjuntamente con los judíos en Cristo sin la ley. Pedro ya había visto al Espíritu Santo venir igualmente sobre los gentiles y los judíos en Pentecostés (Hechos 2:11, 38-39).
Aunque Pedro tuvo una visión de Dios que se relacionó con la salvación de los gentiles, sería Pablo el que llevaría este mensaje hasta los confines lejanos de la tierra. Pablo sería el instrumento de Dios para ver que la iglesia de su época, aceptara a los gentiles como iguales integrantes del cuerpo de Cristo. Pablo mencionó en el versículo 3, que el Señor Jesús le había hecho real esta verdad maravillosa por medio de una revelación. No se nos dice cuando exactamente él recibió esta revelación de Dios, pero es seguro que esta revelación fue vitalmente transformadora para el apóstol. Recuerde que Pablo fue un fariseo observador muy estricto de las leyes de Moisés. Antes de su conversión, Pablo había mantenido todas las creencias de los judíos de su época que consideraba a la comunidad gentil indigna de la salvación. Nada excepto una revelación directa de Dios habría cambiado su opinión en este asunto. Aunque no se nos dice cómo le llegó a Pablo esta revelación, si sabemos que él estaba tan convencido del lugar de los gentiles en el cuerpo de Cristo, que él voluntariamente arriesgó su vida para difundir este mensaje.
Pablo sabía que él era indigno de ser un siervo de Jesucristo (ver versículo 8). Él había perseguido a la iglesia durante muchos años. A pesar de su terrible antecedente, el Señor Jesús lo llamó a este ministerio. Junto con el llamado también vino un don particular a través de la operación del poder de Dios (versículo 7).
Cuán importante es que experimentemos, como Pablo, tanto el llamado y el don a través del poder de Cristo. Durante muchos años conocí el llamado de Dios a mi vida para ser su siervo, pero estuve ejerciendo mi llamado según la sabiduría y fuerza humana. Era diligente en la oración y el estudio. Era fiel a través de los tiempos difíciles y perseveraba en lo que creía que Dios me había llamado a hacer. Sin embargo el problema era que estaba haciendo todo ello en mi propia sabiduría. Mis mensajes era cuidadosamente preparados y expresivos, pero les faltaba el poder de Dios para cambiar vidas. Compartía el evangelio, pero no veía conversiones a Cristo. Conocía mi llamado, pero en la mayoría de los casos, había vuelto mi espalda al don espiritual de Dios necesario para llevar a cabo ese llamado. Tenía que quitarme de en medio, a fin de que el poder de Dios pudiera ser demostrado a través de mí. Había pasado por la escuela de enseñanza de la Biblia, la universidad, y el seminario y conocía las verdades Bíblicas, pero fallaba en comprender la importancia de la “obra del poder de Dios en mí y a través de mí”.
Pablo era también un hombre muy culto. Sin embargo su educación no era lo que necesitaba Dios. Dios le dio a Pablo un don a través de “según la operación de Su poder” (versículo 7). Sin embargo este don no era su educación o su experiencia. Él no se volvió eficiente porque él fue a una convención y aprendió a hacer el trabajo del ministerio. El poder que él recibió, fue a través de la operación del poder de Dios en su vida. El llamado era maravilloso, pero no era suficiente. Él necesitaba también estar capacitado para realizar ese llamado.
Pablo lo vio como su ministerio de revelarle a todo el mundo, este misterio de salvación a los judíos y los gentiles (versículo 9). Dios estaba desarrollando Su antiguo plan, que había estado escondido por largos años. Ese plan estaba desarrollándose ante sus ojos. Pablo les dijo a los efesios que por medio de la iglesia, el propósito de Dios sería revelado a gobernantes y autoridades en los lugares celestiales (versículo 10).
¿Quiénes eran estos principados y estas potestades? Hay varias posibilidades. Primero, los principados en los lugares celestiales, pueden referirse a santos o seres angélicos que están ahora en el Cielo con Cristo. Sin embargo el problema con esto es que los ángeles no se ven generalmente como principados o potestades– se ven más bien como servidores.
Otra posibilidad es que estos principados en los lugares celestiales, se refieren a Satanás y sus ángeles. En Efesios 2:2 Satanás es descrito como el gobernante del reino de la potestad del aire. ¿Podría ser que Pablo estuviera diciendo que Dios está usando la iglesia de Jesucristo para proclamar Su victoria a las huestes de Satanás? Dios está dando a conocer su gloria y honor por medio de la iglesia al príncipe de este mundo. La iglesia es el campo de batalla donde Dios y Satanás están combatiendo. Dios está revelando Su victoria gloriosa sobre Satanás y sus ángeles mediante la construcción de esta iglesia.
Satanás está esforzándose por mantener en secreto la iglesia, pero el Espíritu de Dios está esparciendo la luz del evangelio por medio de la iglesia de Jesucristo. Los propósitos eternos de Dios están siendo logrados a través de la iglesia compuesta de hombres y mujeres de todas las naciones. Los ciudadanos de todas las naciones y trasfondos están siendo rescatados de la oscuridad de este mundo y se están dando cuenta que solamente por la fe en el Señor Jesús, pueden acercarse a Dios con libertad y confianza. Esa sencilla verdad ha estado arrasando el reino de la oscuridad.
Los gentiles que habían sido prisioneros en la oscuridad de sus pecados, se están dando cuenta que en Cristo hay libertad y victoria. Por tanto tiempo, Satanás había tenido éxito en mantener naciones enteras en la oscuridad del pecado. El apóstol Pablo fue seleccionado para proclamar libertad a estas naciones. El reino de Dios iba ahora a penetrar en los confines más oscuros del globo. La iglesia de Jesucristo iba a ser desatada en el reino de la oscuridad. En la actualidad estamos viendo la conquista del territorio de Satanás.
Pablo les recordó a los efesios que esta penetración del reino de la luz en la oscuridad no sería sin bajas. Pablo había sufrido mucho. El enemigo no se daría prisa para entregar su territorio. Pablo les dijo a los efesios que no se desalentaran por sus sufrimientos (versículo 13). Dios usaría todo lo que él enfrentaba para Su gloria.
Deberíamos regocijarnos por la manera en que el reino de Dios está expandiéndose en todo el mundo y trayendo la luz de Cristo dondequiera que va. Que Dios nos fortalezca para resistir la persecución por la extensión de la victoria sobre la maldad, solamente a través de la fe en Cristo.
Para Considerar:
Pablo tuvo una visión muy clara de lo que Dios quería de él. ¿Cuál es la visión de Dios para usted? ¿Está usted, como Pablo, dispuesto a sufrir por el progreso de esa visión?
¿Qué ánimo recibe usted del hecho de que Dios perdonó y usó a Pablo que había perseguido a la iglesia?
¿Qué prueba hay en su comunidad de la penetración del reino de Dios en el reino de la oscuridad?
¿Le está sirviendo usted a Cristo con su propia fuerza o por medio de la operación de Su poder en usted? ¿Cómo puede usted notar la diferencia?
Para Orar:
Agradezca a Dios que Él está expandiendo Su reino en la oscuridad de este mundo. Agradézcale que Él nos utiliza en esta gran tarea.
Pídale a Dios que le revele a usted su papel en la expansión de Su reino. Pídale que le dé una visión clara de Su llamado en su vida.
Agradezca a Dios que Él está dispuesto a perdonarnos por nuestros pecados pasados y usarnos como Sus siervos.
Pídale a Dios que derribe cualquier pared que en la actualidad esté separando a los creyentes.
17 – La Oración de Pablo por los Efesios
Leer Efesios 3:14–21
En esta carta es evidente la profunda preocupación de Pablo por los efesios. Esa preocupación condujo al apóstol muchas veces a orar por ellos. Ya hemos visto una parte de la oración de Pablo por los efesios (1:15–23). Aquí otra vez él les recordó de su oración por ellos. Él les dijo que eran parte de una familia más grande en la cual no hay diferencia entre el judío y el gentil. Hay sólo un Padre celestial. Todos los que nacen en esta familia a través de la sangre del Señor Jesús son hermanos. Pablo era parte de esa familia con ellos. Como su hermano en Cristo, él oraba por ellos. Examinemos la oración de Pablo por los creyentes efesios.
Que Dios Les Fortalezca con Poder (versículo 16)
La primera petición de Pablo aquí por los efesios fue que Dios les fortaleciera con poder en el hombre interior por Su Espíritu. Sin importar cuánto habían avanzado en su caminar cristiano, necesitaban ser aun más fortalecidos. ¿Cuán frecuentemente nos hemos sentidos satisfechos en nuestro caminar con el Señor y no hemos crecido? Pablo puso en duda esta actitud. Pablo oró que los efesios nunca dejaran de crecer en su relación con el Señor Jesús. Era su deseo que ellos fueran fortalecidos más y más en la fe.
Fíjese que Pablo deseaba que fueran fortalecidos con poder. ¿Cuál era la fuente de este poder? Procedía de las riquezas gloriosas de Dios por medio de Su Espíritu que vivía en ellos. El poder del que Pablo hablaba aquí no era un poder físico, sino un poder en el “hombre interior.” Éste es el lugar donde el Espíritu de Dios viene a vivir en cada creyente. Pablo estaba orando que el Espíritu Santo de Dios se revelara cada vez más en el hombre interior de los efesios. Esto sólo podría ocurrir a medida que aprendieran a ceder a Su ministerio. Pablo no estaba aquí hablando de un esfuerzo humano mayor. Él estaba hablando más bien de una obra más profunda del Espíritu de Dios en las vidas de los efesios, capacitándolos y facultándolos a crecer en la fe.
Para que habite Cristo por la Fe en vuestros corazones (versículo 17)
Todo el propósito de ser capacitado por el Espíritu Santo de Dios era a fin de que el Señor Jesús pudiera habitar sus corazones por la fe. ¿Cómo debemos comprender este versículo? ¿No vive el Señor Jesús en el corazón de cada creyente? Aunque el Señor Jesús está en el corazón de todo creyente, no todo creyente le da la bienvenida a esa presencia de la misma manera. Hay creyentes que, por su amor a las cosas del mundo, resisten la plenitud de la vida de Cristo en ellos. La oración de Pablo era que el Padre fortaleciera a estos creyentes a través de un trabajo poderoso del Espíritu Santo a fin de que la presencia de Cristo morara más poderosamente en ellos. Éste es el ministerio del Espíritu Santo. Su propósito es exaltar al Señor Jesús en nuestras vidas y traer una comunión más íntima con Él.
A Fin de que Arraigados y Cimentados en Amor (versículo 17)
El resultado de Cristo morando en Su plenitud en sus corazones, sería que estarían arraigados y cimentados en la plenitud del amor de Dios. Cuán importante es en nuestra relación con Cristo que nos sintamos seguros y amados. Sin esa seguridad caemos víctima de la tentación. El enemigo nos atacará en este nivel y nos inducirá a creer que no le importamos a Dios. Él nos conducirá a creer que Dios nos ha abandonado en nuestro problema o que Dios no nos ayudará cuando Le necesitemos. Es el deseo de Dios que estemos arraigados y cimentados en el amor de su Hijo y conozcamos la seguridad de Su amor.
Como esposo, sé cuán importante es para mí que mi esposa esté segura de mi amor por ella. Quiero que ella lo sepa pase lo que pase o sin importar cuán difícil se puedan poner las cosas entre nosotros en un determinado momento, mi amor por ella nunca cambiará. Es el deseo de Dios estemos seguros en nuestra relación con Su Hijo. Él nos promete que nada nos puede separar de Su amor (Romanos 8:39). Él nos dice que Él nunca nos dejará o nos abandonará (Hebreos 13:5) él nos recuerda de Su compasión por todas nuestras ofensas (1 Juan 1:9). Era la oración de Pablo por los efesios que supieran que el amor del Señor Jesús por ellos nunca cambiaría. Saber esto les daría valentía para buscar perdón y osadía para enfrentar al enemigo. Era su oración que este amor los motivara hacia nuevas alturas de obediencia y servicio.
Y Conocer el Amor de Cristo (versículos 18-19)
Pablo también oraba que los efesios no sólo comprendieran la seguridad de su posición en Cristo, sino que también pudieran entender la inmensidad del amor de Cristo. En el versículo 19 Pablo les dijo que este amor sobrepasaba todo conocimiento. En otras palabras, nunca podrían humanamente captar completamente la vastedad del amor de Dios por ellos, pero él quería que ellos crecieran en una experiencia más completa de él. Él quería que ellos siempre estuvieran asombrados de este amor maravilloso de Cristo que se dio por ellos. Los que conocen mejor a Cristo, se maravillan mejor de Su amor. Siempre debería haber un sentido de sobrecogimiento y maravilla en nuestros corazones, cuando pensamos en la vastedad de Su amor por los pecadores. Cada día deberíamos llegar a apreciar más profundamente Su amor por nosotros.
Para Que seáis llenos de toda la Plenitud de Dios (versículo 19)
Pablo quería ver que los efesios se llenaran de la presencia de Dios en sus vidas. Él quería verlos morir a sí mismos y experimentar el poder, el amor, y majestad de Dios en sus pensamientos y sus acciones. Cuando las personas los miraban, veían a Dios brillando a través de ellos. Pablo quería que los efesios experimentaran al máximo la medida de Dios en sus vidas.
Cuando pensamos en lo que el apóstol Pablo estaba diciendo aquí, nos quedamos preguntándonos si alguna vez pudiéramos experimentar este tipo de vida. ¿Es realmente posible experimentar la gloria y el poder del Señor Jesús en nuestras vidas? Pablo concluyó esta sección recordándoles a los efesios que Dios podía hacer mucho más de lo que ellos jamás podrían pedir o imaginar (versículo 20). El poder de Su Espíritu Santo con ellos podría lograr más de lo que jamás podrían imaginarse.
Podemos experimentar todo lo que el apóstol habló aquí. Sin embargo nunca podremos lograr esto por nuestra propia fuerza. Este tipo de relación con Dios sólo puede lograrse mediante la poderosa obra del Espíritu Santo en nosotros.
No resista lo que Dios quiere hacer en su vida mediante Su Espíritu Santo. Aprenda a rendirse a Su conducción e impulso mediante la permanencia en la Palabra, en la oración y la comunión con otros creyentes. Confíe en el Padre para que le guíe más y más profundo en el amor de Cristo. Sólo entonces usted entenderá y experimentará la realidad de la que Pablo estaba hablando aquí.
Sólo el sencillo pensamiento de lo que Dios quería hacer en las vidas de los efesios, llevó a Pablo a un lugar de culto y alabanza. Él concluyó el capítulo con alabanza: “a Él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas leas edades, por los siglos de los siglos ¡Amén!
Para Considerar:
¿Qué es lo que le impide experimentar la plenitud del amor de Dios por usted hoy? ¿Qué cosas se interponen en el camino?
¿Está siendo usted fortalecido con poder en el hombre interior? ¿Hay prueba de la presencia de Su poder en usted en la actualidad? ¿De qué maneras Él ha estado revelando Su poder en usted?
¿Qué aprendemos aquí acerca de nuestra posición segura en el Señor Jesús?
¿Qué nos enseña este pasaje del deseo de Dios por nosotros como creyentes? ¿Dónde usted no llega a la meta personalmente?
Para Orar:
Agradezca a Dios por el hecho de que Su amor por usted es seguro. ¿Puede pensar usted en momentos específicos cuando la seguridad de Su amor fue un ánimo para usted? Dele específicamente las gracias por estas veces.
Pídale a Dios que le abra su corazón al ministerio de Su Espíritu Santo en su hombre interior. Pídale a él que le perdone por las veces que usted ha resistido Su obra en su vida.
Pídale que le muestre áreas de su vida que usted todavía no ha rendido voluntariamente al Señor Jesús. Pídale que le de gracia para rendir estas áreas a Él.
18 – Vivir Vidas Dignas de Nuestro Llamado
Leer Efesios 4:1–6
En los primeros tres capítulos de la carta, Pablo había explicado a los efesios su posición en el Señor Jesucristo. Habían sido rescatados de las fauces del enemigo y adoptados en la familia de Dios. Había ciertas obligaciones que venían con ser hijo de Dios. Aquí en este pasaje, el apóstol retó a los efesios a vivir vidas que fueran dignas del llamado que habían recibido. Él les habló como un prisionero del Señor Jesús, que comprendía las consecuencias de vivir una vida digna de ese llamado. Del mismo modo que su Señor había estado dispuesto a morir por ellos, de la misma manera ellos tenían que estar dispuestos a dar sus vidas por Él.
Fíjese que Pablo les recordó a los efesios que cada uno de ellos había recibido un llamado de Dios (versículo 1). ¿Cuál fue ese llamado? Fue el llamado de ser hijos de Dios. Ser cristiano no es sólo un privilegio de posición, sino es también un llamado a una vida santa. Cada uno de nosotros que hemos llegado al Señor Jesús y experimentamos Su vida en nosotros se ha sentido llamado a vivir para Él. Ver mi relación con el Señor Jesús como un llamado debería provocar dentro de mí, un sentido de obligación y deber. He sido salvado del mundo para ser siervo del Señor Jesús en este mundo. Pablo explica que una vida digna requiere el control del Espíritu Santo. Esta idea establece el tema para los últimos tres capítulos de este libro.
Conocer a Cristo y la presencia de Su Espíritu Santo debe cambiar nuestras vidas y nuestras actitudes. El Espíritu de Dios quiere obrar en nosotros y moldear nuestro carácter. Si esto va a suceder, debemos estar dispuestos a dejarle hacer Su obra en nosotros. Tenemos que rendirnos a Sus propósitos. En Efesios 4 Pablo comparte con los efesios algo de la obra que Dios quería hacer en ellos como creyentes. Consideremos esta obra.
Con Toda Humildad (Versículo 2)
“Con Toda Humildad,” dijo Pablo a los efesios. Esta actitud de humildad la vemos mejor en el Señor Jesús. Si bien Él era Dios, Él voluntariamente vino a la tierra y se hizo siervo. Él se agachó para lavar los pies de Sus discípulos. Cuando otros se negaban incluso a viajar a través de la región de los detestados samaritanos, el Señor Jesús extendió la mano con compasión y los amó. Él no temía ensuciarse por ministrar a personas en la calle. Mientras otros se ensoberbecían y pasaban de largo, el Señor Jesús se agachaba para ministrar las necesidades. Él voluntariamente sufrió la reprensión y el desdén de los que Le rodeaban. Él no dudó en ir a la cruz a morir por los que eran Sus enemigos. Él tenía el corazón de un siervo. Él no reclamó Sus derechos como Señor de este universo. Él voluntariamente dejó a un lado Sus comodidades humanas y los privilegios divinos y consideró otros más importantes que Él Mismo. Pablo retó a los efesios a adoptar la misma actitud de su Señor.
La soberbia es un terrible pecado. Éste fue el pecado que causó la caída de Satanás y sus ángeles. La soberbia no escuchará corrección. Se coloca a sí misma por encima de otros y no tiene ningún otro objetivo en la vida, que no sea satisfacer su ego. Esto es contrario a todo lo que Dios nos enseña en Su Palabra. La soberbia humana es una barrera entre Dios y nosotros y bloquea la plenitud de Su bendición. Dios quiere humillarnos a fin de que podamos ser útiles en Sus manos.
Mansedumbre (versículo 2)
Pablo también retó a los efesios a ser mansos. La mansedumbre es, de muchas formas, el resultado de la actitud de humildad. Mientras la humildad es la actitud del corazón, la mansedumbre es la respuesta del corazón humilde a los que le rodean. La mansedumbre viene de un corazón que no quiere lastimar a los demás. La persona mansa pesará cuidadosamente palabras y acciones para asegurarse que éstas son edificantes y constructivas y no destructivas y desalentadoras. La mansedumbre trata a su hermano con amor y compasión. No se impondrá a otro, sino que protege la dignidad de los que conoce. Al proceder de un corazón de humildad, la mansedumbre responde con amor y bondad. Tiende la mano para traer sanidad y bendición dondequiera que va. El Espíritu de Dios quiere producir esta mansedumbre en nosotros.
Soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor (versículo 2)
La humildad verdadera también tendrá paciencia con otros. La palabra usada aquí es la palabra griega “makrothumia.” Esta palabra está compuesta de dos palabras que significan ir por mucho tiempo debajo de la furia o la fiereza de otro. La paciencia implica lucha. La persona que tiene paciencia está dispuesta a sufrir por el bienestar de otros. Las personas pacientes no tomarán represalias cuando alguien les haga mal. No abandonarán a los que aman. Perdonarán y perseverarán con amorosa mansedumbre hacia la persona, a pesar de la gran agresión en su contra. No esperan perfección, sino que trabajan con las fallas de otros.
Guardar la Unidad del Espíritu (versículo 3)
Uno de los ministerios del Espíritu Santo es crear unidad en el cuerpo de Cristo. Donde el Espíritu Santo está obrando hay unidad maravillosa. Dónde el Espíritu de Dios está obrando los desacuerdos parecen derretirse, se calman la ira y el resentimiento y se busca el perdón. Las viejas hostilidades son quebradas en nombre del Señor Jesús y las relaciones se restauran. El Espíritu Santo parece deleitarse en restaurar relaciones y traer paz y unidad al cuerpo de Cristo. Sin embargo esa unidad puede ser desbaratada si comenzamos a darle alas a la carne pecaminosa. Es posible que nosotros resistamos la obra del Espíritu Santo y en lugar de eso permitamos florecer en nosotros las obras de la carne.
El reto de Pablo a los efesios aquí, fue que murieran a los ardientes deseos de la carne y permitieran al Espíritu de Dios crear unidad entre ellos. Ellos debían estar unidos con cuerdas de paz. Ésta es la paz que proviene de la reconciliación con nuestros hermanos. Viene cuando voluntariamente perdonamos a los que nos han ofendido, del mismo modo que el Señor Jesús nos perdonó. Esta unidad no quiere decir que todos tenemos una misma manera de ser. Podemos ser muy diferentes y sin embargo podemos tener una misma mente y un mismo amor por Cristo y entre nosotros. El reto de Pablo a los efesios fue que trabajaran duramente por mantener la unidad en el cuerpo de Cristo.
Pablo concluyó esta parte de su reto recordándoles los efesios la unidad que ya ellos disfrutaban como creyentes en Cristo. En los versículos 4-6 Pablo les recordó de la unidad que ya compartían. Pablo enumeró aquí áreas particulares de unidad.
LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
Un Cuerpo
Como creyentes en el Señor Jesús, los efesios habían sido liberados de la forma de pensar del mundo y habían sido insertados en la familia de Dios. Esta familia se extiende a lo largo del tiempo, la cultura, y la afiliación religiosa. Éste era un tierno recordatorio a los efesios de que tanto judíos como gentiles, eran todos parte de ese mismo cuerpo. Pablo quería que los efesios levantaran sus ojos para que comprendieran que eran parte de algo más grande que ellos mismos y su propia comunión local. Eran parte de un cuerpo de creyentes que trascendía las diferencias de tiempo, geografía y razas. Dondequiera que nosotros los creyentes vayamos por esta tierra, podemos encontrar a otros que corresponden al mismo cuerpo espiritual como nosotros, porque ellos también han aceptado al Señor Jesús como su Salvador. Si nosotros somos parte de la misma familia, ¿por qué debemos estar compitiendo unos contra otros? El éxito o fracaso de nuestra iglesia hermana a la larga es también nuestro éxito o nuestro fracaso. Cuánto necesitamos ver iglesias verdaderas de Cristo en nuestra época que se acepten mutuamente como parte del mismo cuerpo. Aún cuando no siempre podemos hacer las cosas de la misma manera, si hemos aceptado al Señor Jesús como nuestro Salvador, somos todos partes del mismo cuerpo. Mordernos y devorarnos mutuamente, es destruirnos.
Un Espíritu
No solamente somos todos nosotros parte del mismo cuerpo, sino que hay un único Espíritu que nos conduce a todos nosotros a una comunión e intimidad más profunda con el Señor Jesucristo. Este Espíritu obra en la iglesia y en cada creyente con una meta común. Estamos unidos en el cuerpo de Cristo por el Espíritu Santo de Dios.
Una Esperanza
De cualquier forma que expresemos nuestro culto o cómo experimentamos nuestro compromiso para el Señor Jesús, compartimos una esperanza. Esa esperanza es que un día el Señor Jesús regresará a esta tierra para traernos a todos nosotros los hijos verdaderos de Dios para vivir en presencia Suya por siempre. Todos los creyentes tienen una esperanza de perdón a través de la sangre del Señor Jesús. Todos nosotros conocemos una esperanza de cielo y vida eterna con el Señor Jesús que murió por nosotros en la cruz. Esta esperanza común nos une como creyentes.
Un Señor
También le servimos a un Señor. Aunque le podemos servir o le podemos adorar de diferentes maneras, no obstante nuestro enfoque está en el Señor Jesús como cabeza de la iglesia. Debería traernos deleite a nuestros corazones ver a nuestros hermanos en la fe adorando y sirviéndole al Señor Jesús. Cualquier gloria que vaya a Él debe regocijar nuestro corazón.
Una Fe
Aunque todos nosotros no podemos estar de acuerdo en cada asunto doctrinal, todos nosotros creemos que el Señor Jesús, como el Hijo de Dios, vino a esta tierra para morir por los pecadores. Creemos que Él nos dejó Su Palabra y Su Espíritu Santo para guiarnos a la verdad. Creemos que Él le ofrece la salvación a toda persona que acepta Su muerte en favor suyo. También creemos que Él regresará a buscar a los que Le pertenecen para llevarlos al cielo y a juzgar a los que se han negado a aceptar Su sacrificio. En estos asuntos de fe, estamos unidos como verdaderos creyentes e hijos de Dios.
Un Bautismo
Hay también, dijo Pablo, sólo un bautismo. La costumbre de la iglesia antigua era bautizar a los que venían a la fe en el Señor Jesús. Ese bautismo era hecho en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Aunque Apolo, Pablo, y Pedro todos bautizaban, lo hacían en nombre del Señor Jesús y con base en su mandato (Mateo 28:19). El bautismo de Pablo era el mismo que el bautismo de Pedro o Apolo.
En 1 Corintios 1:13–14 vemos que el bautismo se había convertido en un asunto de división:
¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo
Si alguien era bautizado por una determinada persona, se veían como seguidores de esa persona. Similarmente, en nuestro día los que son bautizados en una cierta denominación, se ven como seguidores de esa denominación. Pablo nos está mostrando la insensatez de esta forma de pensar. No somos bautizados en nombre de la iglesia presbiteriana, bautista, o la iglesia pentecostal; somos bautizados en nombre del Señor Jesús. No hay muchos bautismos, sino sólo uno. Todos nosotros somos bautizados en nombre del Señor Jesús.
Hay quienes miran el bautismo del que Pablo hablaba aquí como una referencia al Bautismo del Espíritu. Esto se refiere al Espíritu Santo viniendo a morar en la vida de un creyente capacitándole para comprender el plan de salvación, dándoles nueva vida en Cristo y facultándolos a hacer Su voluntad. Si esto es el caso, Pablo les estaba recordando a los efesios que había un sólo Espíritu que traía salvación y los facultaba en su caminar con Cristo. Otra vez, esto era causa para la unidad.
Un Dios y Padre de Todo
Las Sagradas Escrituras claramente enseñan que hay sólo un Dios y Padre. Este Dios y Padre es sobre todo. Sólo Él es Dios. Todos tenemos que doblar nuestras rodillas e Él. No nos arrodillamos ante nuestro rasgo distintivo doctrinal específico. No nos arrodillamos ante nuestro estilo específico de culto. Nos humillamos ante el único Dios y Padre que es sobre todo. Cualquier otra cosa es idolatría.
Este mismo Dios es también a través de todo y en todo. Le debemos nuestra existencia a este Dios. Nada pudo haber sido creado sin Él. A este Dios Le debemos cada latido de nuestros corazones y cada aliento de nuestros pulmones. Sin Él no existiríamos. Estamos ligados en nuestra dependencia de Él para recibir vida y aliento.
Habiendo dicho todo esto, Pablo retó a los creyentes de Éfeso a darse cuenta de que tenían muchas cosas en común (fuera judío o fuera gentil). En lugar de enfocar la atención en sus diferencias y pelearse entre ellos sobre esas diferencias, tenían que unirse en amor y humildad y darse cuenta de que eran hermanos en la misma familia. Eran todos miembros del mismo equipo compitiendo por la misma metatraer gloria a Dios. Esforcémonos por esta unidad en la iglesia verdadera de la época actual.
Para Considerar:
¿Tiene usted la humildad y la mansedumbre hacia sus hermanos de las que Pablo hablaba en este pasaje? ¿Cómo pudiera demostrarse esta actitud más claramente en su vida?
¿Por qué usted supone que vemos tanta división entre creyentes verdaderos en la actualidad? ¿Qué nos divide específicamente como creyentes?
¿Qué dijo Pablo que unía a los efesios con otros creyentes alrededor del mundo?
¿Se preocupa su iglesia por iglesias hermanas de su comunidad? ¿Cómo demuestra su iglesia la unidad del cuerpo de Cristo en su comunidad?
Para Orar:
Tome un momento para alabar al Señor por otra iglesia en su comunidad. ¿Qué evidencia hay de la bendición de Dios en esta iglesia? Dele al Señor las gracias por esa bendición.
Pídale a Dios que derribe las barreras que se han levantado contra la unidad en el cuerpo de Cristo.
Pídale a Dios que le dé una preocupación más profunda por el cuerpo de Cristo. Pídale que le dé un corazón humilde y manso como Jesús por los que le rodean.
Agradezca a Dios que usted es parte del cuerpo de Cristo. Pídale que le ayude a amar a todos los que pertenecen a él.
19 – Dio Dones a los Hombres
Leer Efesios 4:7–16
En la última meditación, el apóstol Pablo retó a los efesios a esforzarse por la unidad en el cuerpo de Cristo. Él les recordó de todas las realidades espirituales que tenían en común como creyentes. En esta siguiente sección, él dio otra razón más por la que tenían que aspirar a la unidad del cuerpo de Cristo. En el versículo 7 Pablo les recordaba que como creyentes, cada uno de ellos había recibido una medida especial de gracia. La palabra “gracia” que Pablo usó aquí es la palabra griega “charis.” Ésta es la misma palabra que él usó cuando habló de los dones espirituales que Dios distribuyó al cuerpo en Romanos 12 y 1 Corintios 12. Es obvio por el contexto, que Pablo está hablando aquí de los dones espirituales que el Señor les había dado (ver versículo 11).
Pablo les dijo a los efesios que Dios le había dado a cada miembro de Su cuerpo un don especial, habilitando a cada uno para jugar un papel único en la iglesia. Nos necesitamos mutuamente, si vamos a funcionar como Dios se propuso. Dios ha creado el cuerpo de tal manera que los integrantes dependan unos de otros. Éste es un incentivo práctico para buscar la unidad. Sin esta armonía y esta organización, el cuerpo será caótico y débil. Para ilustrar esto, el apóstol usó un pasaje del Salmo 68 como una imagen de nuestro Señor ascendiendo al cielo y llevando a los cautivos en su cortejo, y dando dones a Su pueblo. El cuadro pintado aquí es de un comandante vencedor regresando a casa con un desfile de enemigos atados y encadenados detrás de él. Hay gran alabanza y regocijo en las calles cuando la gente llena las calles y observan regresar a su rey vencedor.
Esto es lo que el Señor Jesús hizo por nosotros. Él vino a la tierra y se involucró en una batalla espiritual contra los enemigos del cielo. Por su muerte en la cruz, él conquistó a esos enemigos y regresó al cielo como guerrero victorioso. Hay otra parte importante de este cuadro que tenemos que ver. Cuando el guerrero vencedor regresa con los enemigos siguiéndole, él cubre a su pueblo de las riquezas que él ha adquirido de sus enemigos derrotados. Nosotros también hemos recibido dones del Señor por Su victoria sobre el enemigo. Estos dones no son necesariamente de naturaleza física, sino espiritual.
En el versículo 9 Pablo les dijo a los efesios que para esta victoria sea posible, Jesucristo tuvo que bajar hasta las partes más bajas de la tierra. Esto puede ser confuso. ¿Qué quiso decir Pablo cuando él dijo que Cristo bajó hasta las partes más bajas de la tierra? Hay varias posibilidades. Primero, están los que dicen que esta referencia a las partes más bajas de la tierra simplemente quiere decir que el Señor Jesús estaba dispuesto a dejar el cielo y venir a la tierra para darnos victoria sobre el pecado y Satanás. Otros creen que esta frase se refiere a la tumba. Para obtener victoria sobre Satanás y el pecado, el Señor Jesús murió en la cruz y descendió a las partes más bajas de la tierra, es decir, él fue enterrado en la tumba. Otra propuesta es que la frase está refiriéndose al infierno, en el cual Jesús descendió por nuestro pecado (ver 1 Pedro 3:18-20).
De cualquier forma que interpretemos la frase, somos guiados a una conclusión final: Jesús conquistó el pecado, a Satanás, a la muerte, y al infierno. Cuando Él regresó a Su Padre en el cielo, todos estos enemigos estaban atados y encadenados. Por Su victoria maravillosa y completa, Él regresó al cielo para morar por encima de toda criatura. Su gloria ahora colma todo el mundo entero. Incluso las puertas del infierno se han visto forzadas a rendirse a Su Señorío.
Era este Jesús vencedor el que ahora da variedad de dones a Su iglesia. Él los envía como Sus representantes a la conquista victoriosa sobre las fuerzas que Él ha conquistado. Pablo enumera cinco dones en este pasaje. Aunque son llamados dones legítimamente, los podemos ver como cargos diferentes en la iglesia. Miremos brevemente mirar estos diversos cargos dados por Cristo como dones a la iglesia.
Apóstoles
El primero de estos cargos mencionado es el de apóstoles. Éste era el papel que Dios había llamado a Pablo a cumplir en la iglesia. Había otros doce apóstoles (Matías fue seleccionado para reemplazar a Judas en Hechos 1:12-23). Estos hombres fueron llamados por Dios como fundadores de la iglesia. Fueron dotados en una forma muy específica para transmitir la verdad que el Señor Jesús les había dado personalmente. Uno de los requisitos para ser apóstol era que los candidatos tenían que haber estado físicamente con Jesús mientras Él estuvo en esta tierra. También tenían que ser testigos de Su resurrección (ver Hechos 1:22). La iglesia primitiva basó su enseñanza en las enseñanzas de los apóstoles, a medida que era transmitida exactamente a través de ellos por el Señor Jesús y el Espíritu de Dios (ver Hechos 2:42). Los apóstoles fueron los fundadores de la iglesia. Plantaron y establecieron la iglesia en un cimiento sólido bajo la dirección y la capacitación de Dios.
Profetas
El segundo de estos cargos en los inicios de la iglesia fue el de profeta. El papel de los profetas era traer la Palabra de Dios a Su pueblo. Ellos hablaban en nombre de Dios. La inmensa mayoría de la profecía en la Sagrada Escritura no es predicción del futuro, sino más bien una específica Palabra de Dios para el pueblo en el día que fue hablada. Los profetas fueron particularmente dotados por Dios para hablar Su palabra y revelar Su corazón a la cultura en la cual vivían. Ellos se distinguían de los maestros en que su ocupación principal no era la instrucción sistemática en las Sagradas Escrituras, sino hablar la palabra del Señor en situaciones de la vida real.
Seguramente estos individuos son todavía necesarios en el cuerpo de Cristo en la actualidad. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, traen convicción de pecado, consuelo, ánimo, y edificación personal a la iglesia por medio de la palabra que el Señor pone en su corazón (ver 1 Corintios 14:3). Sin embargo deberíamos mencionar aquí, que la palabra de cualquier predicador profético o maestro, está sujeta a las palabras inspiradas de Dios como han sido reveladas en la Biblia. Cualquier palabra profética que no se alinea claramente con la Sagrada Escritura, tiene que ser rechazada como falsa.
Evangelistas
El tercer cargo mencionado aquí es el cargo de evangelista. Claramente el cargo de evangelista tiene que ver con proclamar la verdad del evangelio a los que están todavía en pecado. Estos individuos son dotados por Dios para proclamar el mensaje sencillo de salvación, de tal manera que los hombres respondan a ese mensaje de salvación y entreguen sus vidas al Salvador. Éste es un don muy esencial en el cuerpo de Cristo.
Pastores
El cuarto cargo dado a la iglesia es el cargo de pastor. El papel del pastor es ocuparse de un determinado grupo de creyentes. Él hace esto de muchas maneras. El pastor protege a los creyentes del peligro, los cuida para que se sanen cuando están heridos, y provee continua nutrición espiritual para su crecimiento en El Señor. El pastor mayormente se ocupa de un grupo local de personas. El papel del pastor es el más variado de todos los cargos, en el sentido de que si él va a ocuparse de su rebaño, él tiene que cumplir varios papeles (evangelista, maestro, consejero, y administrador). Su asunto principal es ocuparse de un grupo de creyentes, asegurándose de que estén caminando y creciendo en su relación con el Señor Jesús.
Maestros
El último cargo que se menciona aquí, es el cargo de maestro. El papel de maestro es explicar la verdad de las Escrituras, a fin de que puedan ser comprendidas y aplicadas en la vida general. Cuando las personas se sientan bajo el ministerio de un maestro, ganan una comprensión más profunda de las Escrituras y un mayor aprecio del Dios que inspiró las Escrituras. Los maestros nos mantienen fieles a la Palabra de Dios y sus requisitos. Nos dan claro entendimiento de lo que enseñan las Sagradas Escrituras y nos impiden caer en el error.
En el versículo 12 Pablo les recordaba a los efesios, la razón por la que el Señor le dio estos cargos a la iglesia. Estas personas talentosas no son dadas a la iglesia para que los demás puedan recostarse y puedan verlos trabajar. Fueron dados a la iglesia para equiparla para servir al Señor. Es la responsabilidad de toda la iglesia edificar el cuerpo de Cristo. El papel de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, y los maestros debe ayudar a los creyentes a sobresalir en sus dones espirituales únicos en bien de todos.
Pablo les dijo a los efesios que la obra de ministrarse mutuamente no estaría completa, hasta que alcanzaran unidad en la fe y en el conocimiento del Señor Jesús y conocieran toda la medida de Su plenitud en ellos. En otras palabras, mientras haya un rincón de nuestras vidas que no conoce la plenitud del Señor Jesús, queda todavía trabajo que hacer. Mientras que hubiera un hermano que no había llegado a una plena comprensión de lo que el Señor Jesús ha hecho por ellos y quiere hacer a través de ellos, entonces había todavía trabajo que hacer. Nuestro trabajo no se terminará hasta que cada uno de nosotros alcancemos la madurez en el Señor Jesús.
Cuando estos cargos o dones son correctamente ejercidos, hay varias cosas que ocurren en el cuerpo.
Para Que Ya No Seamos Niños Fluctuantes (versículo 14)
El mundo en el cual vivimos está lleno de sus ideales y filosofías paganas. La iglesia de la época actual no se libra de estas ideas paganas o enseñanzas falsas que se deslizan en la iglesia mediante el engaño de maquinadores astutos. Incluso los creyentes fuertes pueden sentir la influencia de estos complots artificiosos. ¿Cuántas veces hemos observado a hermanos desviarse de la verdad de la Palabra de Dios hacia los caminos del mundo? En un determinado momento ellos están ardiendo por el Señor, y al siguiente momento están justificando sus acciones pecaminosas. El Señor ha colocado dentro del cuerpo los dones necesarios para fortalecer a los creyentes en la manera bíblica de pensar y de vivir. A través del uso de estos dones espirituales, Dios quiere que Sus hijos sean avivados en su fe y se les den nuevas fuerzas para permanecer firmes contra las ideas mundanas y las doctrinas pervertidas.
Crezcamos en Todo Aquel que es la Cabeza (versículo 15)
La función de todos estos cargos y dones es acercarnos más al Señor Jesús y madurarnos para ser como Él. En la medida que nos comprometemos con la verdad y el amor de Cristo, que estos dones están destinados a avivar en nosotros, llegamos a conocer al Señor en una forma mucho más profunda, más íntima. Jesús se vuelve más real para nosotros, y crecemos en el conocimiento y la devoción de Él.
Recibe su Crecimiento para ir Edificándose en Amor (versículo 16)
Finalmente, Pablo les recordó a los efesios que cuando estos dones eran ejercidos correctamente en el cuerpo de Cristo, todos ellos estarían unidos en un esfuerzo, edificar el cuerpo en amor. Todo el cuerpo crece cuando cada parte realiza su función correspondiente. Qué cosa tan maravillosa es ver el cuerpo de Cristo trabajando en este sentido. Cada miembro se ocupa profundamente por el otro y cuida al otro. Cada miembro está edificando y animando a otros. Éste es un testimonio poderoso para el mundo que nos rodea. Cuando el mundo ve cómo nos amamos y nos cuidamos mutuamente, se da cuenta de que el Señor está con nosotros. Cuán maravilloso es ser parte de una comunidad tan amorosa y creciente.
Para Considerar:
¿Qué les dijo Pablo a los efesios que Dios había hecho por ellos?
¿Qué cargo le ha dado a usted el Señor en la iglesia? ¿Qué dones le ha dado Él para usar en beneficio del cuerpo?
¿Qué personas ha utilizado Dios en su vida para madurarle en la fe? ¿Qué dones estaban usando?
Para Orar:
Considere por un momento a la iglesia local a la que usted asiste. ¿Hasta qué punto muestra esta iglesia madurez y unidad en Cristo? Tome un momento para orar por su iglesia.
¿Qué dones son exhibidos en su iglesia local? ¿Qué dones o cargos parecen que faltan?
Agradezca a Dios por los dones que Él le ha dado a usted y su iglesia local, y ore para que Él le envíe personas que tengan otros dones, a fin de que su iglesia pueda madurar como Dios se propone.
20 – Vestirse del Nuevo Hombre
Leer Efesios 4:17–32
Es claro de esta carta a los efesios que el Señor da dones a la iglesia para que pueda ser edificada en amor y madurez en el Señor Jesús. A consecuencia de este hecho, Pablo retó a los efesios en esta siguiente sección, a cooperar con lo que el Señor quería hacer en ellos al quitarles la vieja naturaleza y revestirlos de la nueva.
Pablo insistió en “el Señor” para que dejaran de vivir como los gentiles (versículo 17). Tenemos que comprender que muchas personas a las que el apóstol estaba escribiendo, eran creyentes gentiles. Cuando Pablo utilizaba el término “gentiles,” él no estaba hablando de nacionalidad, sino de un estilo de vida incrédulo y pagano. Pablo les dijo a los creyentes efesios que no debían vivir como los gentiles incrédulos. Tenía que haber una diferencia entre el creyente y el incrédulo. Cuando el mundo incrédulo miraba a los creyentes efesios, debían ver una diferencia muy clara en la manera en que pensaban y actuaban.
Pablo les dijo a los efesios que los pensamientos del mundo incrédulo son huecos y sin sentido. En los versículos 18-19 Pablo describió esta forma incrédula de pensar.
Teniendo el Entendimiento Entenebrecido (versículo 18)
Cómo incrédulo, ¿qué comprensión tenía usted, del gozo del Señor? ¿Cuánta emoción encontraba usted en la Palabra de Dios o la adoración de Su nombre? Antes de que el Espíritu Santo viniera a vivir en nuestros corazones, vivíamos en oscuridad. No teníamos un verdadero concepto de los asuntos espirituales. Las cosas de Dios no tenían sentido para nosotros. No podíamos comprender el deseo de un creyente por el Señor y Sus caminos. Todo esto cambió el día que vinimos a conocer al Señor Jesús como nuestro Salvador. Es como si Su gloriosa luz penetró nuestros corazones y se acabó la oscuridad. De un momento a otro hubo una comprensión de cosas espirituales que nunca tuvimos antes.
Ajenos de la Vida de Dios (versículo 18)
Los incrédulos están ajenos a Dios en sus corazones y sus vidas. La diferencia entre el creyente y el incrédulo es la presencia de Dios. La vida y la presencia de Dios moran en el creyente por el Espíritu Santo. Sin embargo hay una separación entre el incrédulo y el Señor. El pecado forma una barrera entre ellos y Dios. Esa barrera sólo puede ser quebrada por la muerte del Señor Jesús y el perdón que Él ofrece. El incrédulo que nunca ha recibido este perdón no puede tener intimidad verdadera con Dios. Su vida no está en ellos. Ellos estarán separados de Su presencia sagrada por toda la eternidad.
Después Que Perdieron Toda Sensibilidad (versículo 19)
Porque el corazón incrédulo está endurecido a las cosas de Dios, es insensible a los asuntos espirituales. Los no salvos están endurecidos por su pecado. Son ciegos y sordos a la belleza y la verdad de Dios. El corazón incrédulo no oye a Dios, y sus sentidos están muertos a los asuntos del Espíritu.
Se Entregaban a la Lascivia (versículo 19)
Pablo les dijo a los efesios que el incrédulo se entregaba a la sensualidad. ¿Qué es la sensualidad? La sensualidad tiene que ver con la satisfacción de la carne. Esto es lo que motiva las acciones de los incrédulos. Se entregan a cosas que les traerán placer en la vida. No funcionan en un nivel espiritual, sino más bien en un nivel físico y emocional que está motivado por el placer y de la gratificación de la carne.
Pablo retó a los efesios a despojarse de esta mentalidad (versículos 20–22). Él los alentó a desechar esta forma incrédula de pensar por la verdad que conocieron del Señor Jesús. Como creyentes, tenían que vivir por encima de su antigua forma de pensar porque habían sido salvados de sus deseos mentirosos, que prometen satisfacción, pero terminan en futilidad.
Cuán fácil es para nosotros quedar atrapados en la forma mundana de pensar. En nuestra sociedad materialista y que busca el placer, estamos siendo bombardeados constantemente con los deseos del mundo. Nos dicen que vivamos la vida al máximo mediante la satisfacción de los deseos de la carne. Jesús, por otra parte, nos llama a morir a los apetitos de la carne. No todos los creyentes están dispuestos a abandonar las motivaciones fuertes de la carne. Hay muchos que aman demasiado el mundo.
Pablo les dijo a los efesios en los versículos 23 y 24 que cuando ellos abandonan la antigua forma de pensar, dos cosas ocurrirían.
Renovaos en el Espíritu de vuestra Mente (versículo 23)
Mientras que nos aferremos a las cosas del mundo, nunca experimentaremos una renovación de nuestras mentes. A fin de que nuestras mentes se vuelvan más como la de Cristo, tenemos que abandonar los pensamientos mundanos. ¿Cómo podemos esperar tener la mente de Cristo y Su actitud en nosotros si continuamos absorbiendo la forma de pensar del mundo? Despojarnos del viejo hombre implica, pasar menos tiempo entreteniéndonos en las cosas que no glorifican al Señor Jesús.
Cuando comenzamos a enfocar nuestra atención en las cosas de Dios y no en el mundo, veremos un cambio en nuestras actitudes. Las cosas que solían divertir gradualmente perderán su atracción. Entre más nos enfocamos en la persona del Señor Jesús, más comprenderemos Su belleza. Entre más entendemos y nos enfocamos en el Señor Jesús, estaremos menos conectados a los cuidados y las preocupaciones de este mundo. Cuando comenzamos a despojarnos del viejo hombre con todas sus ideas mundanas y buscar la voluntad y el propósito de Dios, esto abre el camino a Dios para renovar nuestras mentes y alinearlas más con Su corazón y Su voluntad.
Vestíos del Hombre Nuevo Creado según Dios en la Justicia y Santidad de la Verdad (versículo 24)
Lo segundo que ocurrirá cuando nos responsabilicemos en vivir según la verdad de la Palabra de Dios es que comenzaremos a darnos cuenta de que todo nuestro ser está siendo vestido de justicia y santidad. Con pensamientos puros viene un nuevo hombre. Nuestras actitudes y nuestras acciones son transformadas. Nuestro deseo por el pecado, sólo puede aumentar si lo alimentamos. Cuando morimos al pecado y a los viejos deseos de la carne, ellos se marchitan en nosotros. Cuando resistimos al enemigo, él huye de nosotros (Santiago 4:7). Todo nuestro ser es transformado. Ya no somos los mismos. Nuestra vida se vuelve más justa y santa.
Aquí Pablo no está promoviendo una religión de obras. Él está diciendo simplemente que la victoria sobre el pecado en la vida cristiana sólo llegará cuando humildemente nos rindamos y nos comprometamos a morir a la vieja manera de vivir de la carne y vestirnos del hombre nuevo. Sólo mediante la obediencia podemos ver transformación en nuestras vidas. Pablo nos está alentando a cooperar con lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Él nos está diciendo que el camino a la santidad y justicia verdaderas exige entrega y obediencia a Dios y a la obra que Su Espíritu está haciendo en nosotros.
A la luz de esto, Pablo exhortó a los efesios de maneras muy específicas (versículos 25-32). Primero, tenían que dejar de mentir y hablar sólo la verdad. La honradez es necesaria para que la iglesia funcione en paz. Mentir incluye cosas tales como la exageración, engañar, promesas tontas y las excusas falsas.
En segundo lugar, debían resistir la tentación a pecar cuando se airaran (versículo 26). Hay una ira que odia la injusticia y la inmoralidad, y hay una cólera que surge cuando se frustran los deseos egoístas. Pero hasta la cólera justa puede convertirse en amargura, si no es tratada rápidamente. Pablo recomendó que abandonaran su cólera al finalizar el día para no darle lugar a en sus corazones y en su iglesia.
No hay manera de expresar lo que ocurrirá cuando Satanás tiene éxito en plantar amargura o furia en nuestros corazones. Iglesias enteras se han destruido por causa de que alguien le abrió a Satanás una puerta en su vida. Los testimonios han sido arruinados, los creyentes se han ido del redil y el nombre de Cristo ha sido blasfemado porque las personas no han dominado su cólera. No le podemos permitir a Satanás esta oportunidad. Dominando nuestra cólera, activamente le podemos resistir.
En tercer lugar, los efesios debían dejar de abusar de la propiedad de otros (versículo 28). Los que robaban debían empezar a trabajar duro para ganarse la vida. Dios honra el trabajo esforzado, honesto, honorable y lo bendice de manera que los trabajadores fieles y esforzados tengan algo que compartir con los que tienen necesidades físicas legítimas.
Cuarto, debían negarse a permitir que salieran de sus bocas palabras corrompidas (versículo 29). En vez de eso, debían decidirse a hablar sólo cosas que alentaran y guiaran a los demás en los caminos de verdad y santidad. Todo rencor, toda furia, toda cólera, maledicencia y malicia debían ser reemplazadas por la bondad, compasión y perdón (versículos 31–32).
Fíjese en el versículo 30 que si no morimos al ego y no nos despojamos de las viejas maneras de vivir de la carne, contristaremos al Espíritu Santo de Dios. Esto nos muestra que el Espíritu Santo es una persona que siente tristeza cuando nos desviamos o nos apartamos de la senda de la verdad. Cuando el Espíritu Santo se contrista, Él retira Sus bendiciones y Su capacitación en nuestras vidas. Cuando esto ocurre nuestro ministerio se vuelve impotente. Cuando Él se entristece, los cristianos comienzan a vivir en derrota. Cuando los hijos de Israel contristaban a Dios en el Antiguo Testamento, a veces el enemigo venía y vencía. Eran incapaces de derrotar a sus enemigos y perdían el sentido de la presencia de Dios. Se quedaban áridos y secos. Ya no podían disfrutar de las cosas de Dios porque se habían alejado de ellos la bendición del Espíritu Santo y la capacitación.
Como hijos de Dios, tenemos que despojarnos del viejo hombre. Debemos darnos cuenta de que somos criaturas nuevas en Cristo y, como tal, ya no vivimos según nuestras antiguas maneras. Como Sus hijos, nosotros ahora nos comprometemos a vivir para Él y hacer Su voluntad. Esto requerirá un esfuerzo muy decisivo de nuestra parte. Al comprometernos a despojarnos del viejo hombre, resistimos a Satanás y damos oportunidad para que el Espíritu Santo de Dios obre en nuestras vidas.
Para Considerar:
¿Hay algunas formas en las que usted todavía está dejando al enemigo influenciar su manera de pensar y sus acciones?
¿Qué cambió el Señor Jesús en su vida cuando Él perdonó sus pecados y salvó su alma?
¿En qué formas siente usted la tentación de ser como el mundo? ¿Dónde es usted más fácilmente tentado por el enemigo?
¿Qué nos enseña esta sección acerca del esfuerzo que tenemos que hacer si vamos a convertirnos en los hijos que Dios nos ha llamado a ser?
¿Cuál es la diferencia entre una religión de obras y una vida disciplinada de santidad?
Para Orar:
Pídale al Señor que le revele cualquier forma en la que usted le haya dado al enemigo un lugar en su vida. Pídale que le dé victoria sobre estas cosas.
Pídale a Dios que le llene nuevamente de Su Espíritu y un deseo real de buscar de Cristo en su vida.
Pídale a Dios que le ayude a voluntariamente apartar cualquier cosa que obstaculice la obra de Su Espíritu Santo en su vida.
21 – Andar en Luz
Leer Efesios 5:1–21
Pablo les había recordado a los efesios que tenían que despojarse del hombre viejo y vivir como hijos de Dios. Él también les recordó de su condición espiritual antes de que vinieran a conocer al Señor Jesús, como su Salvador. Ahora que le pertenecían a Cristo, su comportamiento tenía reflejar su nueva vida en el Espíritu.
Como hijos de Dios, los efesios debían ser imitadores de su Padre celestial (versículo 1). Como Sus hijos, sus vidas debían reflejar Su amor – del mismo modo que el Señor Jesús mostró el amor del Padre al venir a la tierra y morir como sacrificio para Dios por Sus hijos (versículo 2). Cuando el Señor Jesús vino a esta tierra, Él voluntariamente se comprometió a obedecer a Su Padre incluso hasta la muerte. La muerte de Cristo fue un aroma fragante para Su Padre celestial, completamente satisfizo Su ira divina. Pablo esperaba que los efesios tomaran como su ejemplo la persona del Señor Jesús. Si él, como el Señor del universo, amorosamente entregaba Su vida por ellos, ¿cómo podrían ellos no hacer lo mismo por Él?
Tenemos que seguir las pisadas de Cristo. ¿Cómo caracterizaría usted su relación con sus hermanos en el Señor? ¿Vive usted un estilo de vida sacrificial? Usted como el Señor Jesús, ¿rinde voluntariamente sus derechos por el bienestar de otros? ¿Cómo es su relación con Dios? ¿Usted voluntariamente sacrificaría su vida en obediencia a Él? ¿Usted daría su vida como lo hace su Salvador para mostrar su amor por Dios? ¿Arriesgaría usted su reputación? ¿Usted se tragaría el orgullo por hacer avanzar Su reino?
Fíjese que Pablo les recordó a los efesios que incluso no debe haber un “indicio” de perversión del amor entre ellos (versículo 3). En otras palabras, el creyente debería apartarse tanto de la práctica del pecado, que hasta la huella más pequeña de ello sería inmediatamente investigada y eliminada antes de que infectara el resto del cuerpo. En una época de concesiones, la iglesia de la época actual tiene que tomar en serio este versículo. No podemos coquetear con el mundo y sus deseos. Debemos huir hasta de la más pequeña evidencia de inmoralidad. Cuán tentador es echarle una ojeada o demorarse por un momento antes de volver nuestras espaldas. Pablo nos está diciendo que los creyentes deben huir en el momento que presencian cualquier indicio de pecado.
Pablo enumeró algunos de los pecados de los que los efesios tenían que estar conscientes en los versículos 3–5. Él los retó a que escaparan de cualquier indicio de inmundicia o inmoralidad sexual. Esto incluye cualquier forma de pecado sexual. La infidelidad en el matrimonio, las relaciones sexuales antes del matrimonio y la pornografía todos se clasifican como estos tipos de pecado.
La inmoralidad está estrechamente asociada con la avaricia (versículo 3). La avaricia es un deseo desordenado por las posesiones. Si bien no está mal que disfrutemos de las buenas cosas que el Señor nos ha dado, hay veces cuando el disfrute de buenas cosas se convierte en deseos desordenados. En ese momento comenzamos a aferrarnos a nuestras posesiones. La acumulación de los bienes de este mundo se convierte en un fin en sí mismo. Nos volvemos disconformes con las cosas que el Señor nos ha dado y deseamos cada vez más. A veces nuestro deseo desordenado por las posesiones nos puede impedir hacer lo correcto. Las personas en nuestras vidas pueden comenzar a sufrir cuando nos sumergimos en la búsqueda de cosas. Cuán fácil es en nuestra sociedad materialista ser atrapado en la búsqueda de más cuando ya tenemos bastante.
Pablo pasó a hablar de los pecados de la lengua (versículo 4). Tenemos también que huir de cualquier indicio de obscenidad, conversación tonta y temas chistosos. Todas estas cosas están fuera de lugar para el creyente. ¿Cuán frecuentemente escuchamos al incrédulo riéndose del pecado y la inmoralidad? ¿Cuántos chistes inmorales circulan en nuestros lugares de trabajo y escuelas? El pecado no es un asunto de risa. La inmoralidad y la lujuria no son cosas de reír. La avaricia y la codicia son terribles cosas a los ojos de Dios y reírse de la práctica de estos pecados, es burlarse del Dios que los detesta. Recuerde que el Señor Jesús vino a morir para liberarnos de estas prácticas. El corazón del creyente debería quebrantarse por estos pecados, del mismo modo que el corazón de Dios se quebranta. Puede estar convencido de que cualquier palabra que sale de nuestras bocas y que tratan al pecado como algo digno de risa no proceden del Espíritu de Dios.
Las palabras habladas por el creyente deben ser palabras sazonadas con la sal de la acción de gracias (versículo 4). Todo lo que el creyente dice, debería ser de un corazón de gratitud y alabanza a Dios por todas Sus bendiciones. ¿Son las palabras que usted habla de un corazón de amor y lleno de santa acción de gracias y de alabanza?
Pablo les recordó a los efesios que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra tiene herencia en el reino de Dios (versículo 5). No hay lugar en el reino de Dios para estos pecados y los que los practican. Aquellas personas cuyos corazones se entregan a estas prácticas prueban que no le pertenecen a Dios. Los que le pertenecen a Dios tienen vergüenza de estas actividades.
Si nuestras vidas consisten en la búsqueda de los placeres y las posesiones de este mundo, ¿qué prueba tenemos de que le pertenecemos a Dios? Los que le pertenecen a Dios han experimentado un cambio en sus vidas. Jesús vino a liberarnos de estos pecados. Su Espíritu en nosotros trae convicción de estos pecados. Deberíamos sentir repulsión por las cosas que son una abominación para Dios. Hacer posesiones y buscar los placeres de esta vida, es idolatría. No les podemos servir a dos dioses. Si le estamos sirviendo al dios de este mundo, no le estamos sirviendo al Dios verdadero.
Parece que había personas que estaban tratando de diluir la verdad que Pablo les enseñó sobre el juicio del pecado (versículo 6). Pablo les recordó a los efesios que la ira de Dios caería sobre los que ignoraran la verdad de Su Palabra y vivieran en desobediencia. Los efesios no debieran participar en ninguna maldad.
Incluso en las iglesias de nuestra tierra, vemos que diluyen las verdades básicas de la moralidad y la santidad. No podemos permitirnos el lujo de rebajar nuestros estándares, simplemente porque el mundo alrededor nuestro lo hace. Pablo les dijo a los efesios en el versículo 7 que no tuvieran nada que ver con nadie que viviera desafiando los principios de la Palabra de Dios.
Pablo les dijo que no vivieran más en las tinieblas (versículo 8). Jesús los había liberado de las tinieblas. Debían vivir como hijos del Señor y demostrar por sus vidas el fruto de la luz: Bondad, justicia, y verdad. Si algo no pasa la prueba de la bondad, la justicia y la verdad, entonces debiéramos huir de eso y lo deberíamos denunciar como procedente del enemigo (versículo 11). Fíjese que es del pecado del que deberíamos huir y no necesariamente el pecador, quien necesita salvación.
Pablo les dijo a los efesios en el versículo 12 que es incluso vergonzoso hablar de las cosas que las personas malvadas hacen en secreto. Pablo ya les dijo a los efesios en el versículo 4 que no debían bromear con el pecado y la maldad. Aquí en el versículo 12, él les dijo que incluso deberían evitar hablar de las malas acciones practicadas en un mundo impío. Hablar de estas malas acciones es detenerse en ellas y atraer la atención hacia ellas.
Pablo estaba diciendo que los creyentes incluso no deberían dejar que su mente se contaminara con los pensamientos e imágenes de lo que los pecadores hacen en secreto. Le pertenecemos a Dios. Nuestros cuerpos son Su templo. No deberíamos permitir que nuestras mentes enfoquen la atención en tales malvadas acciones. Debemos reconocerlas como procedentes de la carne e inspiradas por el diablo y debemos huir de ellas. Pablo les dijo a los efesios que expusieran todo a la luz de Dios (versículo 13). El fruto de la oscuridad se aclarará cuando sea expuesto a la luz de la Palabra de Dios (versículo 14). Un día Dios hará todas las cosas visibles, y Él expondrá los secretos del pecado. Pablo retó a los creyentes en Éfeso a que se dieran cuenta de cualquier estilo de vida impío y dejar que la luz de Cristo ilumine cualquier esquina oscura de sus corazones.
Este mismo reto llega hasta nosotros en la actualidad. Cómo tenemos que despertarnos a la realidad de la cantidad de oscuridad que hemos estado dejando entrar a nuestras vidas. Pablo nos advierte que examinemos cómo vivimos y cómo nos pasamos el tiempo. ¿Cuántas horas desperdiciamos en las cosas efímeras de este mundo? ¿Cuánto tiempo gastamos llenando nuestras mentes de pensamientos impuros? Los días en que vivimos son malos (versículo16). La oscuridad de Satanás está penetrando incluso la vida de los creyentes. Éste es un tiempo para actuar y permanecer firme en la luz de Cristo. Éste es un tiempo para revitalizar nuestros corazones y mentes con la verdad y el amor de Dios a fin de que podamos oponernos a la inundación de la oscuridad. La vida es breve, y deberíamos tomar cada oportunidad por adorar y servir.
Pablo hizo algunas sugerencias en los versículos 17–20 en lo que se refiere a cómo los creyentes pueden llenar sus corazones y mentes de luz y verdad. Primero, él dijo que no se emborracharan con vino, sino que se llenaran y fueran controlados por el Espíritu de Dios (versículo 18). Permita que el Espíritu Santo de Dios lleve el control de cada aspecto de su vida y viva conscientemente en presencia Suya. No le contriste, sino que aprenda a rendirse a Su conducción y guía. Aprenda a reconocer Su voz mediante la lectura de la Sagrada Escritura. Dependa de Su poder para superar cada pensamiento impuro e inspirar cada buena obra. Dele la bienvenida a Su luz y verdad en cada parte de su vida.
En segundo lugar, Pablo les dijo a los efesios que hablaran entre ellos con salmos, himnos, y cánticos espirituales (versículo 19). Cuando el Espíritu está al mando de su vida, usted estará gozoso. Usted debe rodearse de otros creyentes y debe unirse a ellos en la alabanza y acción de gracias del Dios verdadero por Su gracia, amor, y salvación. Deje que la alabanza de Dios llene su corazón y eche fuera los pensamientos nocivos de la oscuridad. Llene su mente y su boca de alabanza y adoración santa a Dios.
En tercer lugar, agradezca al Señor su Dios por todo lo que ocurre en su vida (versículo 20). Cuando el Espíritu tiene el mando, usted estará agradecido. Deje de quejarse y rezongar. Dese cuenta de que Dios ha prometido usar todo en su vida para su bien. No deje al enemigo llenar su mente de pensamientos negativos y amargos. No dude de la bondad de Dios. En lugar de eso, sea agradecido. Cultive una actitud de gratitud, incluso en los tiempos de pruebas más difíciles. El deseo del enemigo es sumergirlo en la oscuridad de la duda y la desesperación. No ceda. Combata esta oscuridad con la luz de la acción de gracias y la alabanza a Dios. Esté confiado en Él y confíe en Su plan.
Finalmente, resista la oscuridad sometiéndose mutuamente por reverencia a Cristo. Cuando el Espíritu está al mando de su vida, usted será humilde en sus relaciones. Usted no está solo en esta batalla contra la oscuridad. Dios le ha hecho parte de su familia. Como miembro de esta familia, usted debe cuidar a otros. Cuando su hermano le advierta sobre la oscuridad, escuche lo que él tiene que decir. No sea tan orgulloso que no pueda escuchar las advertencias de un hermano o una hermana. Someta su vida, como lo hizo Cristo, por el bien de los demás y la gloria de Dios.
Para Considerar:
¿Hay algunas áreas de su vida donde usted está permitiendo a la oscuridad del mundo infiltrarse en sus pensamientos y sus acciones? ¿Cuáles son?
¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente como creyentes para combatir la oscuridad de este mundo cuando busca entrar en nuestros propios corazones e iglesias?
Tome un momento para examinar sus patrones de conversación. ¿Habla usted de un corazón de acción de gracias y alabanza?
¿Se ha encontrado usted alguna vez permaneciendo por un momento en el pecado? ¿Qué nos dice Pablo sobre esto en este pasaje?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé más de Su corazón. Pídale que le ayude a ver el pecado como Él lo ve.
¿Conoce usted a un creyente que está atrapado en la búsqueda de las cosas de este mundo? Tome un momento ahora para pedirle al Señor que libere a esta persona.
Pídale al Señor que le ayude a hacer mejor uso de su tiempo de manera que usted pueda llenar su corazón y su mente con la luz de Su Palabra.
Agradezca a Dios por los hermanos en Cristo que nos pueden ayudar a entrar en la batalla en contra del pecado y la maldad.
22 – Esposos y Esposas
Leer Efesios 5:22–33
Aquí en esta próxima sección, el apóstol Pablo dirigió su atención a la relación entre los esposos. Consideremos los principios generales de los que Pablo se ocupó referente al matrimonio en este pasaje.
Esposas, Sométanse a Sus Maridos (versículos 22–24)
Esta palabra “sométanse” tiene muchas definiciones diferentes en la actualidad. Ha sido usada y abusada por hombres en todas las edades. ¿Qué quiso decir Pablo cuando él le dijo a la esposa que se sometiera a su marido?
Antes de que examinemos esto en detalle, es importante ver que Pablo retó a la esposa a someterse a su marido “como al Señor.” Comprendemos que esto significa que la esposa debe someterse a su marido por amor al Señor, puesto que está es Su voluntad para ella. Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que el marido debe ser la cabeza del hogar (Colosenses 3:18, 1 Pedro 3:5-6). La esposa, al aceptar el liderazgo del esposo se somete a la voluntad del Señor. Ella hace esto por el Señor y de acuerdo con Su propósito para el matrimonio y la familia.
¿Por qué debería someterse la esposa a su marido? Pablo continuó diciendo en el versículo 23 que el marido es, por la voluntad de Dios, cabeza de la esposa del mismo modo que Cristo es la cabeza de la iglesia. La esposa debe someterse al liderazgo de su marido a fin de que su matrimonio pueda obedecer a la relación entre Cristo y la iglesia.
Es importante que veamos cómo Cristo, nuestro ejemplo de autoridad, ejerce Su papel. Como cabeza espiritual, el Señor Jesús vino a la tierra en forma de hombre para servir a la humanidad. Como cabeza, Él voluntariamente sufrió los insultos y las crueldades de la humanidad por nosotros. Él ofreció Su vida y murió por nosotros en la cruz. Él llevó nuestros pecados en Su cuerpo en la cruz y sufrió la separación de Dios por causa de esos pecados. La Biblia presenta al Señor Jesús como Aquel que ministró a la humanidad en todos los aspectos. Él les dio un ejemplo a los esposos para que lo sigan en el matrimonio. Cristo ejerció la autoridad en amor sacrificial por el cuerpo. Él no vino a señorear sobre nosotros, sino que eligió agacharse y lavar nuestros pies. Él guía dando el ejemplo.
Pablo les dijo a los maridos que su autoridad debe ser como la autoridad de Cristo. En el ejercicio de este papel de esta autoridad, deben convertirse en los máximos siervos de sus esposas. Deben vivir sus vidas teniendo en cuenta las necesidades de sus esposas. Deben gastar sus esfuerzos y sus energías, del mismo modo que Cristo hizo por ellos, y extender la mano en amoroso servicio a sus esposas. Dominar a las mujeres o considerarlas inferior no es seguir el ejemplo de Cristo. Autoridad no es dictadura. Autoridad no significa ser jefe. La autoridad se trata de servicio, ministerio y responsabilidad por los que están bajo nuestro cuidado.
Habiendo dicho esto, no cabe la menor duda de que, mientras el Señor Jesús se agachó para lavar nuestros pies, Él era todavía el Señor. Solamente porque Él adoptó el papel de siervo, no quiso decir que la iglesia entonces quedaba excusada de seguir su autoridad. Al contrario, Su servicio al cuerpo lo hizo incluso un líder mejor. Él podía identificarse con las necesidades del cuerpo. Los mejores líderes son los que comprenden a sus seguidores. Jesús experimentó las cosas que enfrentamos en esta tierra (ver Hebreos 2:17-18; 4:15). Los maridos que correctamente ejercen la autoridad, ganan el respeto de sus esposas y una sumisión dispuesta a esa autoridad.
Pablo les dijo a las esposas en el versículo 24 que se someterieran a la autoridad de sus maridos en todas las cosas. Reconocidamente, esto cuesta demasiado menos esfuerzo cuando el marido está ejerciendo la autoridad como Cristo. Fíjese que Pablo les dijo a las esposas que fueran sumisas en “todo. “Debemos entender que esto no se aplica a las cosas que son contrarias a la clara enseñanza de la Palabra de Dios. Cuando la esposa se enfrenta con la decisión de obedecer a su esposo participando en una cosa mala, en lugar de eso, la esposa obviamente tiene que obedecer al Señor. El ejemplo de Ananías y Safira en Hechos 5:9 es característico de esto. Cuando Ananías decidió mentir a la iglesia sobre el dinero que habían recibido de la venta de su propiedad, Safira estuvo de acuerdo con él. Pedro la reprendió por esto:
Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. (Hechos 5:9-10)
Safira actuó mal, según Pedro, al estar de acuerdo con su esposo en el engaño de la iglesia. Ella debió haber resistido sus esfuerzos malvados y no debió haberse sometido a la acción pecaminosa.
La palabra “todo” significa que la sumisión de la esposa es en todos los aspectos de su vida y el matrimonio, con la evidente excepción de desobediencia al Señor, como su autoridad suprema. Puede ser posible ser obedientes en determinadas áreas de la vida y no en otras. Según Pablo, la esposa tiene que cultivar una actitud de morir al YO para edificar su matrimonio y su madurez espiritual. Del mismo modo que ella voluntariamente se rinde a la voluntad de Cristo en su vida, así ella también debería estar dispuesta a rendirse a su marido, como la cabeza ordenada por Dios del hogar.
¿Cuán frecuentemente encontramos competencia en el matrimonio? El matrimonio puede convertirse en una batalla por nuestros propios derechos. Recuerde que en el matrimonio Dios llama a las personas a volverse una sola carne (ver Génesis 2:24). Dios no tuvo la intención de que el matrimonio aumentara el egoísmo humano. Los cónyuges no deberían hacer las cosas a la manera de ellos e ignorar los intereses de la otra parte. Dios quiere que las esposas estén dispuestas a morir a sus propios intereses por sus maridos y por amor al reino.
Maridos, Amad a Vuestras Mujeres (versículos 25–31)
No es sin razón que el apóstol Pablo, después de pasar tres versículos hablando de que las esposas se sometan a sus maridos, pasó los siguientes siete versículos hablándole a los esposos de aprender a amar verdaderamente a sus esposas.
Pablo les recordó a los efesios como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. Él los retó a imitar el amor de Cristo en sus relaciones con sus esposas. Debían recordar, cómo Cristo voluntariamente ofreció todo por la iglesia. Debían recordar, cómo Él murió por ella. Debían recordar, cómo todo lo que Él hizo en esta tierra fue por el bien de un pueblo imperfecto. Los esposos efesios no debían olvidar, cómo murió Cristo a fin de que Su novia pudiera ser elevada y ser honrada. Éste debió ser su ejemplo al amar a sus esposas.
El verdadero amor es caritativo. Si los esposos aman a sus esposas como Cristo amó a la iglesia, siempre buscarán el bien de sus esposas. Del mismo modo que el Señor Jesús se dio a fin de que Su novia pudiera volverse inmaculada y sin mancha (versículo 27), así es que los maridos deben hacer lo imposible por proveer a sus esposas todo lo que necesitan para convertirse, en todo lo que Dios las destinó. Los esposos deben comportarse de tal manera, que alienten a sus esposas al servicio sin menoscabo al Señor. Para un esposo debería ser su deleite ver florecer a su esposa completamente – físicamente, emotivamente, socialmente, y espiritualmente.
Un esposo debería amar a su mujer como él ama a su propio cuerpo (versículo 28). Cuando su organismo está hambriento, él lo alimenta. Cuando su organismo está cansado, él le da descanso. Cuando su organismo está enfermo, él lo cuida hasta que se sane. Cuando me casé con mi mujer, escogí ante Dios convertirme en su proveedor y protector. Elegí hacerme uno con ella. Ahora es mi responsabilidad y mi obligación proveer y ocuparme de ella como me ocuparía de mis propias necesidades. Admito que a menudo he fallado a este respecto, pero ésta es mi obligación ante Dios.
De hecho, nosotros los maridos debemos anteponer las necesidades de nuestras esposas a las nuestras, tal como el Señor Jesús lo hizo por nosotros. Qué desafío es este versículo para nosotros los esposos. Cuán fácil es vivir nuestras vidas preocupándonos sólo por nuestras propias necesidades y no preocuparnos por las necesidades de nuestros cónyuges. Cómo tenemos que orar que El Señor nos ayude a ver a nuestros cónyuges como extensiones de nuestras propias personas. “Él que ama a su mujer, se ama a sí mismo” (versículo 28).
Los maridos deben alimentar y apreciar mucho a sus esposas como Cristo lo hace con la iglesia (versículo 29). El Señor se encarga de Su novia, dándole afecto tierno de esta manera ella será consolada y estará segura en Su amor. La iglesia está íntimamente e inseparablemente conectada con Cristo (versículo 30). Incluso los esposos deben poner a un lado sus diferencias y morir para convertirse en una sola carne, porque Dios quiere que la iglesia experimente esta misma unidad entre sus integrantes, ya que está unida a Cristo.
Desde el mismo principio del tiempo cuando el Señor instituyó el matrimonio, fue Su deseo que las dos personas se conviertan en una sola carne. A menudo vemos este asunto como que es únicamente de naturaleza sexual. Pero ésta no es toda la verdad. La unidad física, no es la unidad de la que Pablo estaba hablando aquí. Esta unidad tiene que ver con todo el ser físico, emocional. Como parejas, debemos esforzarnos en el Señor para estar permanentemente unificados en todas estas áreas de nuestras vidas. Todas las áreas son importantes. Es posible estar unido físicamente, pero no espiritualmente o emocionalmente.
La unidad del matrimonio es un símbolo de la relación entre Cristo y la iglesia. Pablo les recordó a los efesios en el versículo 32 que es la voluntad del Padre que la iglesia esté permanentemente unida con Cristo. Éste es un misterio que está más allá de nuestra comprensión. ¿Cómo podemos comprender jamás qué personas pecaminosas pudieran volverse una con el santo Señor Jesús? Sin embargo éste es Su deseo.
¿Es su matrimonio un símbolo de esta relación entre Cristo y la iglesia? ¿Su matrimonio es un reflejo de su relación con Cristo? Dios ha creado al matrimonio de tal manera que solamente mediante la muerte al egoísmo personal y mediante amarnos, mediante someternos y mediante servirnos mutuamente es que podemos experimentar la unidad que Dios quiso que tuviéramos. Los matrimonios disminuyen su relación y su testimonio para Cristo, al no poner atención a los principios dichos aquí para el matrimonio. Que El Señor nos pueda ayudar a orar por los matrimonios y alentarlos en nuestras iglesias.
Para Considerar:
¿Cuáles son algunas de las falsas nociones que existen hoy acerca de la sumisión y la autoridad?
¿Este pasaje ha hablado a algún aspecto particular de su relación con su cónyuge? ¿Qué puede hacer usted al respecto?
¿Cómo caracterizaría usted su matrimonio? ¿Se caracteriza por la unidad física, emocional, y espiritual? ¿Cuáles áreas de su matrimonio necesitan trabajo?
¿Cómo es el matrimonio un símbolo de la relación entre Cristo y la iglesia?
Para Orar:
Pídale a Dios que le dé un espíritu sumiso y amoroso.
Pídale al Señor que le ayude a ver a su cónyuge como una extensión de usted mismo a fin de que usted cuide y ministre a su pareja como usted lo haría con usted mismo.
Pídale a Dios que le dé un corazón que busque esta unidad con su cónyuge y con el Señor.
Pídale a Dios que le muestre en una forma más profunda cómo Cristo amó a Su novia. Pídale que le dé gracia para seguir Su ejemplo con mayor atención.
Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted no ha respetado a su pareja como Dios ordenó.
23 – Relaciones Piadosas
Leer Efesios 6:1–9
En la sección previa, el apóstol Pablo habló de la relación entre el esposo y su esposa. Aquí en esta siguiente sección, él se ocupa de otros tipos de relaciones. En los versículos 1-4 él habla de la relación entre padres e hijos, y en los versículos 5-9 que él trató la relación entre el amo y el esclavo. Consideremos estas individualmente.
Relación Entre Padres e Hijos
Pablo empezó hablándoles a los hijos: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” Pablo hizo constar que el hijo debe obedecer al padre “en El Señor.” El significado de esto es que Dios había estado obrando en las vidas de los hijos en Éfeso. Ellos habían venido al Señor y estaban tratando de vivir vidas santas, a veces en un ambiente familiar impío. Pablo retó a estos hijos a ser obedientes a sus padres mientras que esa obediencia estuviera de acuerdo con su lealtad al Señor. En otras palabras, si sus padres les dijeran que hicieran algo que no estuviera de acuerdo con la voluntad de Dios, tenían que obedecer a Dios antes que a sus padres.
Tenemos que entender que al decir esto, el apóstol Pablo se dio cuenta de que los hijos también tienen la capacidad de hacer juicios espirituales correctos. Aun como hijos cristianos tenían al Espíritu Santo en sus vidas. Ese Espíritu Santo podía dirigir a un hijo con la misma facilidad, con que podía dirigir a un adulto. No menospreciemos la capacidad del hijo creyente para distinguir el bien del mal (Proverbios 20:11). A menudo el Señor utiliza a los hijos como ejemplo para los adultos.
No sólo debían los hijos obedecer a sus padres en el Señor, sino que debían honrar a sus padres. Aunque es imposible en este comentario discutir todas las formas en las que un hijo puede honrar a sus padres, es suficiente decir que honrar significa tener una actitud respetuosa. Cuando respetamos la posición de alguien, somos cuidadosos con lo que decimos de ellos y a ellos. Nuestro respeto hacia ellos protegerá nuestros pensamientos y nuestras acciones en relación con ellos. Tendremos cuidado de mostrar la misericordia y el amor de Cristo cuando lo necesiten.
Fíjese en el versículo 2 que Pablo les dijo a los efesios, que en realidad este es el primer mandamiento de Dios que tenía una promesa ligada a él. Él cita este mandato de Éxodo 20:12 y de Deuteronomio 5:16 donde Dios promete larga vida en la tierra prometida y la bendición a los que honraran sus padres.
¿Cuál es la naturaleza de esta bendición? No se nos dice. Sin embargo lo que tenemos que comprender es que cuando una sociedad pierde su respeto a los padres, el resultado natural son el caos y el desastre. ¿Cómo puede una sociedad que no demuestra su respeto por sus mayores de edad, esperar que los respeten? Si nuestras sociedades fracasan en el nivel de la familia, seguramente errarán totalmente en otros niveles. Cuando nuestros hijos no aprenden sumisión a la autoridad de sus padres, no respetarán a sus maestros en la escuela o a ninguna otra persona que tenga autoridad sobre ellos. ¿Cuántos problemas han comenzado con la falta de respeto a la patria potestad? Cuando los padres son honrados, la sociedad experimenta bendición. Cuando a los hijos se les enseña a honrar a sus padres, el índice de delincuencia desciende y el lugar de trabajo se convierte en un medio ambiente mucho mejor. Algunas de las personas más amargadas e infelices son las que no respetan la autoridad. Todo esto comienza en casa.
Pablo procedió a hablarles a los padres. Él no menciona a la madre en este pasaje. Él ya ha mencionado en el capítulo 5 que el marido es la cabeza de la familia. Como cabeza del hogar, es su responsabilidad garantizar que se ejerza la disciplina. Sin embargo Pablo retó a los padres como líderes a no “provocar” o “exasperar a” sus hijos. Si bien la disciplina es una parte necesaria de la vida familiar, la disciplina excesiva puede ser devastadora para un niño. Se puede aplastar el espíritu de un hijo mediante el castigo irrazonable, lo cual conduce al hijo a enfurecerse, desesperarse y resentirse. Hay que ejercer la disciplina con amor y preocupación por la identidad propia de cada hijo y sus sentimientos.
Los padres deben enseñar e instruir a sus hijos en los caminos del Señor. Mediante la enseñanza amorosa y cuidadosa de la sabiduría de la Palabra de Dios, los padres pueden impedir que sus hijos caigan en situaciones dolorosas y peligrosas. Los padres deben usar cada oportunidad para guiar a sus hijos en la justicia, transmitiendo a la siguiente generación las profundas verdades de la Sagrada Escritura y alentándoles a andar en esas verdades. Éste fue el consejo de Pablo a los padres en Éfeso. Hoy también es su consejo para nosotros. Aunque los hijos tienen que aprender obediencia y respeto, sus padres tienen que emplear su autoridad para suavemente entrenarles en la santidad.
La Relación del Amo-Esclavo
Aunque el apóstol Pablo no promovía la esclavitud, él la reconoció como una parte profundamente arraigada de la sociedad en la cual él vivió. La Biblia a menudo habla en contra de los abusos de la esclavitud (Éxodo 21:16, 26; Levítico 25:10; Deuteronomio 23:15-16). Pablo enseñó que los esclavos creyentes tenían que comprender la voluntad del Señor para sus vidas. Ellos tenían que respetar a sus amos terrenales. Ellos demostrarían este respeto en la manera en que trabajaban, hablaban y pensaban de sus amos.
No sólo debían los esclavos respetar a sus amos, sino que ellos debían también temerlos con sinceridad de corazón. Este miedo significaba reverencia y honra por la autoridad de sus amos. Fíjese que los esclavos debían hacer esto con corazones sinceros. Era posible que un esclavo odiara a un amo y todavía le obedeciera y mostrara respeto a la autoridad de su amo (especialmente si el amo era cruel). Pablo les recordó a los esclavos que debían mostrar reverencia santa con corazones sinceros. No debían ser hipócritas en sus relaciones con sus amos. No debían obedecerlos simplemente para ganar su favor (versículo 6). Debían obedecer a sus amos, como obedecerían a Cristo (versículo 5). Pablo retó a los esclavos creyentes que sirvieran bien al Señor, sirviendo bien sus amos. Él les recordó de la recompensa celestial que recibirían por su servicio fiel a sus amos terrenales (versículo 8). Ningún buen pensamiento o buena acción quedará sin recompensa en la época venidera.
Hay que entender que no era siempre fácil para un esclavo servirle a un amo de este modo. Algunos amos eran crueles. Puede que usted esté en una situación en su trabajo, donde usted siente que usted está siendo tratado injustamente. Puede que su jefe no sea la persona más comprensiva. ¿Cómo debe usted tratar esta situación? Usted podría quejarse y podría amargarse. Usted podría exigir sus derechos y podría pelear contra los que tienen autoridad. El consejo de Pablo es que usted vaya al trabajo por la mañana y convierta en su deseo honrar al Señor Jesús, en la manera que usted sirve a su jefe o a su empresa. Comprométase a responder a sus condiciones laborales de un modo piadoso y al modo de Cristo. Trabaje para El Señor, no sólo para sus superiores. Usted se asombrará al ver cuánto esto transformará su actitud en el lugar de trabajo.
Por lo que respecta a los amos creyentes, Pablo les dijo que trataran a sus esclavos con honorabilidad y respeto. Pablo les recordó a los amos que no debían aprovecharse de su autoridad. No debían amenazar a sus esclavos. No debían mostrar favoritismo. En lugar de eso, debían tratarlos con igualdad e imparcialidad. Debían recordar siempre que tanto los esclavos como los amos tenían un amo común en el cielo. Dios no mostraba favoritismo. Él no los juzgaba diferentemente porque eran amos. Todas las personas, ambos esclavas y libres, tendrán que rendir cuentas ante Dios por sus acciones. Este entendimiento aleccionador debía gobernar cómo trataban a sus esclavos.
Para Considerar:
Pablo nos emplaza aquí en este pasaje a respetar cualquier autoridad por encima de nosotros. ¿Hay prueba de falta de respeto en su sociedad? Explique.
¿Cómo puede aprender a honrar nuestros padres cambiar toda la sociedad?
¿Por qué es tan tentador para los que tienen autoridad abusar de ella?
Si usted es padre o jefe en un lugar de trabajo, ¿cómo ha usado usted su autoridad?
¿Lucha usted contra ciertas figuras de autoridad en su vida? ¿Qué le enseña este pasaje?
Para Orar:
Pídale al Señor que le ayude a respetar y honrar a los que tienen autoridad sobre usted.
¿Ha sido culpable usted alguna vez de faltar el respeto a la autoridad? Pídale al Señor que le ayude a tratar esto en su vida.
¿Ha sufrido usted en su vida a manos de los que han abusado de su autoridad? Pídale a Dios que le ayude a ocuparse de las implicaciones de esto en su vida. Pídale que traiga sanidad a esta parte de su vida.
¿Usted está en una posición de autoridad? Pídale a Dios que le ayude a ejercer su papel con respeto por los que usted gobierna.
24 – Fortaleceos en el Señor.
Leer Efesios 6:10
¿Se ha preguntado usted alguna vez cuál es el secreto para la victoria en la vida cristiana? ¿Es posible vivir una vida cristiana victoriosa con todas las tentaciones y la maldad que nos rodean? Reconozcámoslo – no hay ninguno de nosotros que no haya fracasado en su caminar con el Señor. Todos nosotros hemos caído en las trampas del enemigo. Todos nosotros conocemos a creyentes que parecían tan fuertes en sus vidas cristianas, pero que volvieron a caer en las cosas del mundo. Hay muchas cosas que nos desalientan en nuestro caminar con Cristo. Satanás y sus ángeles son muy reales. Están muy ocupados oponiéndose a la obra que Dios quiere hacer en nuestras vidas.
El apóstol Pablo comprendía la naturaleza de la batalla también como cualquiera. Aquí en Efesios 6:10–18 él da una enseñanza muy importante en la guerra espiritual. En el transcurso de las próximas meditaciones, examinaremos lo que el apóstol Pablo enseñó a los efesios sobre superar los obstáculos y trampas que están esparcidas en la senda del vivir cristiano victorioso.
Pablo empieza esta poderosa sección de la Sagrada Escritura con una exposición preliminar en el versículo 10: “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.” Dividamos esta afirmación en partes individuales y examinémoslas.
Fortaleceos
Pablo les dijo a los efesios que si querían vencer al enemigo y vivir para el Señor Jesús, tenían que prepararse duramente. En el idioma original esta frase “fortaleceos” puede ser traducida “sea fortalecido o “aumente en fuerza.” Pablo estaba diciendo que si los creyentes quieren ser ganadores y vivir una vida cristiana victoriosa, necesitan una fuerza que no tienen por naturaleza.
Cuán frecuentemente hemos intentado ganar la batalla sobre el mundo, la carne, y el diablo, pero hemos fallado. Nuestra propia fuerza no es suficiente. La batalla ante nosotros es larga y difícil. El enemigo es mucho más listo y poderoso que nosotros. Satanás ha tenido mucha experiencia tentando igualmente al creyente y al incrédulo. Muchos antes de nosotros han caído en sus trampas. Entre los caídos están los que conocían la Biblia y tenían más experiencia con Dios de la que usted y yo jamás podríamos esperar tener. Piense por un momento en David, “el hombre conforme al corazón de Dios.” ¿Quién hubiera pensado que este pastorcillo piadoso, caería víctima de la tentación de cometer adulterio y luego asesinar al marido para ocultar su pecado? ¿Estamos por encima de tales tentaciones? Pablo nos dice en 1 Corintios 10:12:
¡Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga!
Si usted cree que usted puede con las tentaciones del enemigo en su propia fuerza, usted está en una posición muy peligrosa. Con respecto a la iglesia de Laodicea, el Señor Jesús dijo en Apocalipsis 3:17-18:
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”
Como la iglesia en Laodicea, muchas personas piensan que tienen todo lo que se requiere para vivir la vida cristiana por sí mismos. Quizá simplemente necesitan un poco más de disciplina y un poco más de fuerza de voluntad. Esta actitud es una indicación de arrogancia espiritual. El escritor de Proverbios nos dice en Proverbios 16:18:
Antes del quebrantamiento es la soberbia, antes de la caída la altivez de espíritu.
La forma más segura de caer en ruina espiritual es pensar que podemos vivir la vida que Dios requiere en nuestra propia fuerza. Si queremos abstenernos de caer, tenemos que fortalecernos.
¿Usted reconoce que usted es débil y que necesita fortaleza? Usted entiende que si usted va a derrotar al enemigo, ¿usted necesitará mucha más fuerza que la suya? Admítalo – su enemigo es demasiado fuerte para usted. En su propia fuerza usted seguramente fracasará. El primer paso para la victoria, es reconocer que usted nunca será victorioso por su propia sabiduría y poder. Usted primero debe admitir su incapacidad para combatir a Satanás y el pecado por sí mismo. Usted humildemente tiene que confesarle a Dios su necesidad de Su capacitación. La victoria es sólo posible con Su fuerza.
Fortaleceos en el Señor
Fíjese en segundo lugar en este versículo que nuestra fuerza debe estar “en el Señor.” ¿Qué significa fortalecerse en el Señor? ¿Ha visto usted alguna vez la intrepidez de un hermano menor cuando su hermano mayor está cerca? Cuando la cosa se pone mala, él simplemente corre a donde está su hermano mayor para que lo proteja. El hermano menor no es fuerte en sí mismo. Su fuerza está en su hermano mayor.
Fortalecerse en el Señor es muy similar. A veces confundimos ser fuertes en el Señor con ser fuertes en nuestro conocimiento del Señor o en nuestra experiencia del Señor. A veces podemos creer que si conociéramos bastante sobre Jesús y Sus caminos y tuviéramos algunos años de caminar con Él, entonces seríamos lo suficientemente fuertes para superar las tentaciones que nos rodean. Por otra parte, suficiente experiencia nos dice, que hasta los “gigantes espirituales” caen. Las historias abundan de líderes espirituales que han caído víctima de las tentaciones del enemigo.
Fortalecerse en el Señor es, en realidad, como la ilustración del hermano mayor. Podemos enfrentar al enemigo no porque sabemos mucho de Jesús y hemos caminado con él durante años, sino porque Jesús está justo allí con nosotros defendiéndonos y luchando por nosotros. Es Su fortaleza y no la nuestra la que ganará la batalla y nos dará victoria. Podemos saber todo lo que se puede conocer de Jesús y caer de plano sobre nuestras caras. Podemos tener verdadera madurez en el Señor y aún así podemos caer en terrible pecado. La victoria no se encuentra en nuestra experiencia de Cristo. La victoria es sólo posible cuando dejamos a Cristo luchar por nosotros. Escuche lo que Dios dijo a Su pueblo en Deuteronomio 20:3-4:
Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.
Fíjese que Dios Mismo promete luchar por Su pueblo contra sus enemigos.
Cuántas veces hemos fallado porque creímos que la batalla a pelear era nuestra. En lugar de correr a nuestro “hermano mayor” , resistimos al enemigo con nuestra propia fuerza solamente para darnos cuenta de que él era más fuertemente que nosotros y nos hizo huir, maltratados y magullados, con nuestra cola entre nuestras piernas. Muchos han confiado en su espiritualidad y han fracasado. Usted puede ser un nuevo creyente y puede no tener realmente ninguna experiencia con el Señor y puede ser fuerte en Su fuerza. El que es fuerte en el Señor, es la persona que corre al Señor a pedirle que se encargue de la situación. El salmista lo expresó así en el Salmo 60:12:
En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos.
Con Dios como nuestro Padre celestial, no hay nada que nos pueda derrotar. Podemos hacer todas las cosas a través de Cristo que nos fortalece (ver Filipenses 4:13).
Fortaleceos en Su Poder
Hay simplemente una cosa final que tenemos que ver en este versículo. Pablo les dijo a los efesios que la fuerza que estaba a su disposición era una “fuerza poderosa.” Suponga que todas las mentes geniales, ejércitos, armamentos, y artillería de las naciones estuvieran a nuestra disposición. Ese poder sería increíble. Sin embargo considere por un momento, que el Dios del cielo se ríe de tales alardes de fuerza. Un simple soplo de Sus labios y los enormes ejércitos de este mundo son reducidos a nada. Tenemos un poder que es mucho mayor que cualquier cosa que este mundo jamás ha conocido. Una palabra simple de la boca de Jesús pone en fuga a los demonios del infierno. Son impotentes delante de Él.
¿Por qué contentarse con sus recursos limitados, cuando el poder del Dios Todopoderoso está a disposición suya? Cuando el enemigo lo presione, corra a Jesús. Cuando las tentaciones parezcan abrumarle, corra a Jesús. Cuando usted sienta el ataque de Satanás y sus ángeles, corra a Jesús. Usted no puede superar estos obstáculos por sí mismo, pero Jesús lo puede hacer. Fortalézcase en Su fuerza, no en la suya. Continúe corriendo a él. Siga confiando en Él. Nada puede oponerse a Su poder poderoso.
Para Considerar:
¿De quién o de qué está usted dependiendo para alcanzar la victoria en su vida de cristiano? ¿Confía usted en su experiencia y su conocimiento de Jesús o confía en el Jesús viviente mismo?
¿Cómo usted puede cada día recobrar fuerzas en el Señor?
¿Qué le impide experimentar la fortaleza de Cristo en su vida actualmente?
¿Qué problemas específicos enfrenta usted hoy? ¿Puede el Señor darle fuerza y sabiduría para manejar ese problema?
Para Orar:
¿Necesita usted la fuerza de Dios para superar un asunto particular en su vida hoy? Corra a Jesús y pídale que se ocupe de este asunto en su vida.
Agradezca al Señor que Él ha colocado Su poderoso poder a disposición suya.
Pídale a Dios que le muestre cuando usted no confía en Él. Pídale que le dé el coraje y la humildad necesaria para esperar en Él y confiar en Su conducción y fuerza y no en la suya.
25 – Ponerse la Armadura
Leer Efesios 6:11, 13
Como creyentes, estamos involucrados en una guerra espiritual. En la última meditación, Pablo retó a los efesios, a la luz de la batalla que se embravecía al derredor de ellos, a “fortalecerse en el Señor.” Después él les dijo también que debían ponerse toda la armadura de Dios. Consideremos lo qué Pablo tenía que decir acerca de esta armadura secreta en los versículos 11 y 13.
Toda La Armadura de Dios
¿Qué soldado iría a la guerra sin llevar puesta su ropa protectora? Una pequeñísima cantidad de creyentes comprenden la necesidad de una armadura. Sienten que porque son creyentes están protegidos de las flechas del enemigo. “Confío en El Señor,” dicen. “No tengo que preocuparme.” Estos creyentes emprenden su rutina cotidiana sintiendo que no hay nada que los pueda dañar. Lo que tenemos que comprender, es que somos blancos de Satanás porque somos hijos de Dios. Todo el mundo sabe que el enemigo no combate a su propio ejército. Ser creyente garantiza que estaremos en las miras del enemigo. Es por esta razón que tenemos que estar protegidos.
Fíjese que la armadura que debemos llevar puesta es defensiva por naturaleza. En otras palabras, la armadura no es tanto para pelear como para proteger. El cinturón, la coraza, los zapatos, el escudo, el casco, y hasta la espada es todo defensivo por naturaleza. Fíjese que Dios no nos dice que nos armemos con lanzas, ondas, arcos y flechas. ¿Por qué nos dice él que nos vistamos con una armadura protectora? ¿No nos debería alentar más bien a tomar armas ofensivas y librar batalla? En la última meditación, nos dimos cuenta de que la batalla le pertenece al Señor. No tenemos la fuerza en nosotros mismos para derrotar al enemigo. Dios no nos da armas ofensivas porque Él quiere pelear esta batalla por nosotros.
Dios conoce la táctica del enemigo mejor que nosotros. Él ha determinado para nosotros, el mejor tipo de protección posible. La armadura que Dios nos da, si nos la ponemos, nos protegerá de cualquier ataque del enemigo. Sin embargo el secreto es ponerse esta armadura diariamente. Sin ella somos vulnerables. Usted podría preguntar, ¿“Por qué necesito armadura si Dios está ahí para protegerme?” La respuesta es realmente simplemente, es que éste es el medio de Dios para protegernos. Si nos negamos a llevar puesta la armadura y caemos víctima de una de las flechas de Satanás, la culpa es nuestra. Aunque Dios está comprometido a pelear por nosotros, Él ha decidido protegernos dándonos una armadura.
Fíjese que Pablo nos dice que debemos ponernos “toda” la armadura de Dios. ¿De qué sirve un traje protector parcial? ¿Qué ocurriría si un soldado se pusiera su escudo y sus zapatos, pero no su casco? Esto proveería un blanco fácil para el enemigo. El asunto con la armadura de Dios es que debemos ponérnosla completa. Ponerse todo, excepto una pieza es perecer. Satanás es un francotirador excelente. Usted puede tener la seguridad de que si a su armadura le falta una parte, su flecha dará en esa área específica. Éste es el por qué Pablo nos dice que nos pongamos “toda” la armadura. Para que la armadura sea efectiva, tenemos que ponernos todas las partes. Examinemos ahora la razón para esta armadura.
Tomar Su Posición
La primera razón para llevar puesta la armadura, según Pablo, es a fin de que pudiéramos resistir. Somos los blancos de las flechas del enemigo. Él no cederá en su ataque contra nosotros. Su meta es derribarnos. Únicamente la armadura de Dios nos dará la capacidad de resistir. Llevando puesta esta armadura, podemos penetrar en las líneas enemigas. Sus flechas encendidas no nos derribarán.
La batalla contra la maldad es larga y difícil. Usted puede decir, “yo soy un creyente, ¿cómo puedo caer?” El creyente puede caer víctima de todas las tentaciones de los incrédulos. Inmoralidad, avaricia, lujuria, y orgullo son todos posibles en la vida de los creyentes. Todos nosotros hemos visto a cristianos cuyo compromiso con el Señor Jesús, se ha erosionado tanto que ya no se pueden diferenciar del incrédulo. Muchos cristianos creen que por ser creyentes, Dios los protege mágicamente de los ataques de Satanás. Un rápido vistazo a las Sagradas Escrituras nos revelará muchos hombres piadosos y mujeres que cayeron porque estuvieron desprevenidos en un determinado momento. Sin esta armadura caeremos.
Las Artimañas del Diablo
La segunda razón por la que tenemos que ponernos toda la armadura de Dios, es por causa de las artimañas de Satanás. El enemigo es muy astuto y taimado. Él es el amo del engaño y del embuste. La palabra “artimaña,” en el idioma griego procede de dos palabras que literalmente quieren decir “viajar con.” Satanás está observando cada movimiento nuestro. Él “viajará con” nosotros para escudriñar nuestras debilidades o para susurrar mentiras en nuestros oídos. Él nos tiene en su mira. Todo lo que se requiere es que nosotros bajemos la guardia por un momento, y seremos atravesados por una de sus flechas.
Recuerdo que salí a tomarme un café con mi esposa por la mañana. Mientras viajábamos me vino el pensamiento de que a menudo ella tenía frío. En cierta forma comencé a resentir esto. Era como si Satanás me estuviera diciendo, “Wayne, simplemente piensa todas las cosas que tú y tu esposa pudieran hacer si ella no usara la excusa de tener demasiado frío. Sentí a Satanás susurrar en mi oído, “Si ella en realidad te amara, ella no estaría pensando tanto en la propia comodidad.”
Arribamos a la cafetería, nos sentamos, y comenzamos a entrar en conversación. En algún momento de esta conversación, la camarera fue hacia el aparato de aire acondicionado y lo encendió. Ese aire frío parecía estar dirigido directamente hacia nosotros. En simplemente algunos minutos, mi mujer me miró y dijo, “tengo frío; ¿Podemos salir?” Salimos y fuimos a una tienda cercana. Las primeras palabras que salieron de su boca cuando entramos en la tienda refrigerada por aire fueron, “hace frío aquí dentro.”
Me encontré sintiéndome realmente frustrado. Satanás había estado usando estos incidentes para interponerse entre nosotros toda la mañana. Él había estado plantando pensamientos en mi mente que me inducirían a enojarme y frustrarme. Yo agradezco a Dios que Él me dio bastante discernimiento aquel día para reconocer esto, como un ataque del enemigo. Pude reconocer este ataque y resistirlo. Sin embargo el incidente me mostró qué tan sutiles son realmente las artimañas del enemigo. Él “había estado viajando conmigo,” buscando un momento apropiado para derribarme. No le puedo decir cuántas veces he caído en tales trampas.
He visto la obra de Satanás en reuniones de oración. He sido parte de estudios bíblicos en que Satanás indujo alguien a apasionarse mucho acerca de un asunto determinado. Aunque su pasión era maravillosa, era inapropiada y comenzó a caldear la discusión y eventualmente condujo a una seria división entre el pueblo de Dios. Satanás es maquinador. Él no dudará en venir directamente a nuestras reuniones de oración o nuestros estudios. Él irritará los corazones y las actitudes. Él hará todo lo que pueda para causar división y problemas.
Usted nunca puede decir cuando el enemigo le atacará. Puede ser en un momento de gran victoria cuando atraviesa su flecha de orgullo. Puede ser en un momento de tremenda derrota cuando él causa desánimo para abrumarnos. Puede que sea cuando usted está solo sin nadie a quien rendirle cuentas. Puedo ser en una multitud de personas que él dispara su flecha de rencor y envidia. Incluso puede ser cuando usted está disfrutando tranquilamente un café con la persona que ama. Satanás es siempre calculador. Usted nunca puede permitirse el lujo de estar sin su armadura.
El Día Malo
La razón final que se da aquí en estos versículos para llevar puesta la armadura de Dios es porque el día malo se está acercando. ¿A qué día se refiere esto? La Biblia nos enseña que a medida que se acerca el día del Señor, habrá un incremento en la maldad y el pecado en la tierra. Marcos 13 nos dice que en los últimos días veremos un incremento de las guerras, las hambrunas y los terremotos. A los creyentes los entregarán a los tribunales para ser juzgados. Seremos odiados por amor a Cristo. En 2 Timoteo 3:12 se nos recuerda que sufriremos por causa de Cristo. El libro de Apocalipsis muestra un cuadro de persecución en los últimos días. Lo que nosotros actualmente estamos pasando, no es nada comparado con lo que podemos esperar en los últimos días antes del regreso de nuestro Señor. Cuando Satanás sea desatado, él traerá con él tremenda persecución contra la iglesia.
Desde la caída de la humanidad, cada día ha estado lleno de la maldad del pecado y de la muerte. La historia ya ha relatado los casos de incontables creyentes que han sido torturados por su fe. La Biblia nos enseña que hay un día que se está aproximando cuando estos casos de persecución aumentarán. ¿Qué nos sostendrá durante los días malos ahora y los que están por venir? Dios nos ha dado Su armadura para impedirnos caer. Sólo los que llevan puesta esta armadura resistirán en los días malos.
Para Considerar:
¿Qué nos enseñan estos versos acerca de nuestro enemigo Satanás?
¿Por qué es importante que nos pongamos toda la armadura de Dios?
¿Ha sido usted alguna vez atravesado por una de las flechas de Satanás? ¿Cómo pudo haberle protegido la armadura de Dios en esa ocasión?
¿Por qué usted supone que hemos oído tan poca enseñanza en materia de la guerra espiritual en la actualidad? ¿Hay alguna relación entre esta falta de enseñanza y el estado actual de la iglesia?
Para Orar:
Pídale a Dios que le ayude a ponerse Su armadura.
Agradezca al Señor que Él no nos deja indefensos ante el enemigo. Pídale que le muestre si hay partes de la armadura que usted aún no se ha puesto.
Pídale a Dios que abra sus ojos a la naturaleza real de la batalla que le rodea actualmente.
26 – Huestes Espirituales de Maldad
Leer Efesios 6:12
Hasta ahora en esta sección de la Sagrada Escritura, hemos visto que necesitamos dos cosas en nuestra batalla contra las fuerzas del mal. El versículo 10 nos recuerda que necesitamos fuerza. Esta fuerza no es la nuestra, sino la del Señor. En segundo lugar, necesitamos protección. Los versículos del 11 y 13 nos dicen que nos pongamos la armadura de Dios, a fin de que podamos resistir el día de la batalla. Lo tercero que necesitamos para la batalla es conocimiento de nuestro enemigo. Pablo habló de esto en el versículo 12.
Siempre recuerdo la historia de un misionero que fue a una cierta ciudad a una reunión, sólo para darse cuenta de que había olvidado cuál era la iglesia de la ciudad que lo había invitado a hacer la reunión. Él sabía lo que él tenía que hacer, pero no sabía dónde tenía que hacerlo. Hay muchos cristianos hoy que saben que tienen que librar una batalla, pero no saben dónde está la batalla. Es justamente aquí donde Satanás nos quiere. Le trae gran deleite hacernos combatir la batalla equivocada.
Hay iglesias por todas partes que están peleando por mantener su rasgo distintivo religioso, sus tradiciones, o su comprensión única de la verdad de la Palabra de Dios. Algunas de estas mismas iglesias han fracasado en producir creyentes que estén enamorados del Señor Jesús y produzcan fruto espiritual en sus vidas. En lugar de eso, están constantemente como el perro y el gato, intentando probar que la manera de ser de ellos está más cerca de la verdad. Tales batallas son el deleite de Satanás. Él ha tenido éxito en cegar nuestros ojos a la naturaleza de la batalla. Siempre y cuando estemos combatiendo la batalla equivocada, él no tiene razón para preocuparse.
Si hay una cosa que Pablo quiere que nosotros comprendamos aquí en este versículo, es la naturaleza de la batalla. “Nuestra lucha,” escribió Pablo, no es contra “carne y sangre.” Por “carne y sangre” Pablo estaba refiriéndose al mundo físico que nos rodea. Porque la batalla no es física, no puede ser combatida por medio de armas físicas. Nuestras escuelas de enseñanza de la Biblia y seminarios necesitan enseñar más de la guerra espiritual.
Tenemos que ver que los pastores y los misioneros se puedan involucrar en la guerra espiritual. Tenemos que ver a líderes de la iglesia que, como Pablo, reconozcan un ataque espiritual y sepan qué cosa hacer contra él. Muy a menudo somos como los que intentan deshacerse de las hierbas malas en su jardín, cortando totalmente las ramas, pero no las arrancamos de raíz. ¿Pudiera ser esa la razón que la derrota que experimentamos, es porque estamos tratando de combatir a los enemigos espirituales con armas de carne y hueso? Veamos lo qué Pablo escribió sobre nuestro enemigo en este versículo.
Principados, Potestades, Gobernadores de las Tinieblas y Huestes Espirituales de Maldad
Pablo nos dice en este versículo que nuestra batalla es contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas y huestes espirituales de maldad. ¿Quiénes o cuáles son estos principados, potestades, gobernadores? A primera vista podría parecer que representan líderes políticos o religiosos de la época actual. Sin embargo esto sería contrario a lo que Pablo nos está diciendo en la primera parte de este versículo. Él acabó de decirnos que nuestra batalla no era contra “carne y sangre.” Así es que él no puede estar refiriéndose aquí primordialmente a los líderes humanos de este mundo.
En Juan 12:31 y Juan 14:30 Jesús habló de Satanás como “príncipe de este mundo.” En 2 Corintios 4:4 Pablo se refirió a él como lo “el dios de este siglo.” El apóstol Juan les recordó a sus lectores en 1 Juan 5:19 que todo el mundo está bajo el poder “del maligno.” El reino sobre el cual Satanás domina es descrito como un reino oscuro de orgías, borrachera, inmoralidad sexual, depravación, disensión, y celos (ver Román 13:12-13). Los creyentes han sido rescatados de este dominio de la oscuridad y han sido trasladados al reino de la luz (Colosenses 1:12-13). Habiendo dicho esto, quiénes entonces son los gobernantes, ¿las autoridades y poderes de este mundo oscuro? Aunque Satanás puede utilizar a los seres humanos en posiciones de liderazgo, es de él mismo que se dice que es el “príncipe de este mundo” y “el dios de este siglo.” Él y sus ángeles son los gobernantes de esta oscuridad actual.
Aunque Satanás y sus huestes de ángeles están gobernando actualmente sobre este mundo, saben que serán derrotados. En 1 Corintios 15:24 se nos dice:
Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia
Estas autoridades y poderes espirituales ya han sido derrotadas por la muerte de Cristo en la cruz. Hablando de Jesús, Pablo dijo en Colosenses 2:15:
Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Es contra estas fuerzas espirituales de Satanás que estamos luchando diariamente. No podemos menospreciar su influencia en el gobierno, la educación, y la vida cotidiana. Usan nuestra tendencia natural a pecar para su ventaja. A Satanás le gustaría mantenernos ciegos a su presencia en nuestra sociedad y en nuestras vidas. Si él nos puede inducir a pensar que los espíritus malignos y los demonios son una invención de nuestra imaginación, él ha ganado la mitad de batalla. La verdad es que Satanás y sus ángeles son muy reales. Se mueven a todo lo largo de este mundo tratando de hacer avanzar su reino oscuro. Son la fuente de muchos (sin embargo no todos) de los problemas y maldad que existen en nuestra sociedad. Nuestro combate es contra de ellos. No es extraño que Pablo nos diga que nos fortalezcamos “en El Señor” y nos pongamos nuestra armadura espiritual.
Huestes Espirituales de Maldad en las Regiones Celestes.
Fíjese en segundo lugar que Pablo les dijo a los efesios, que su enemigo era invisible. Estas fuerzas malvadas invisibles residen en “las regiones celestiales.” Hay más en este mundo que las cosas físicas que vemos alrededor nuestro. Existe un mundo de ángeles caídos, que es invisible al ojo humano y los ángeles santos se involucraron en una guerra espiritual.
¿Cómo combatimos a un enemigo que no podemos ver? Si vamos a pelear esta batalla, primero tendremos que vestirnos con la armadura espiritual que Dios nos ha dado para que nos la pongamos. En segundo lugar, también tendremos que aferrarnos fuertemente a la Palabra de Dios, que es nuestra única guía autoritaria para la perfecta voluntad de Dios. Finalmente, tendremos que fortalecernos en el Señor. Parte de lo que significa fortalecerse, es aceptar la autoridad y dones espirituales que Él nos ha dado para librar batalla en Su nombre, en las áreas espirituales. Si buscamos al Señor, Él nos dará la sabiduría y el discernimiento necesario para reconocer y ser sabios contra las artimañas de este enemigo. Solamente vestidos con Su armadura y dependiendo únicamente de Su fortaleza, podemos vencer a los gobernantes de esta época oscura.
Para Considerar:
¿Cuán conscientes somos de la batalla espiritual a nuestro alrededor en la actualidad?
Un buen entendimiento de la naturaleza de la batalla, ¿Cómo cambia la manera en que combatimos?
¿Qué está a nuestra disposición para combatir esta batalla?
Para Orar:
Pídale a Dios que abra sus ojos a la naturaleza verdadera de la batalla ante usted en la actualidad.
Agradezca al Señor que Él le da las herramientas necesarias para combatir esta batalla espiritual.
Pídale al Señor que le vista con Su fortaleza y la armadura que Él provee a fin de que usted esté protegido.
27 – El Cinturón de la Verdad
Leer Efesios 6:14
Pablo empieza su descripción de las diversas partes de la armadura con el cinturón de la verdad. Debemos entender aquí que el orden de estas partes no es una indicación de su prioridad. Cada parte de la armadura es vital para el soldado. Algunos comentaristas ven el orden que Pablo usó aquí simplemente, como un orden en el cual un soldado normalmente se pondría su armadura. Consideremos esta primera pieza de la armadura.
La verdad de la que se habló aquí es doble. La palabra en el lenguaje original puede referirse a la sinceridad de carácter. ¿Ha escuchado usted alguna vez a alguien hablar de un asunto, cuando usted sabía que no practicaba lo qué predicaba? Raras veces tomamos seriamente lo que estas personas dicen. ¿Usted supone que las fuerzas espirituales en las regiones celestes nos tomarán en serio cuando tratemos de pelear contra ellas, sin sinceridad ante Dios? La batalla espiritual no es para el hipócrita.
Si usted no está bien con el Señor, entonces la primera cosa que usted tiene que hacer es confesar su pecado y reconciliarse con Él. Jesús nos dice que si nuestro hermano tiene algo contra de nosotros, debemos dejar nuestra ofrenda en el altar y reconciliarnos con nuestro hermano antes de ofrecer nuestra ofrenda (ver Mateo 5:23-24). Si en la adoración tenemos que estar reconciliados con Dios ¿no sería esto también verdad en nuestra lucha con los poderes de este mundo oscuro? La victoria en la batalla espiritual delante de nosotros, comienza con una relación correcta con Dios. Necesitamos confesar nuestros pecados. Tenemos que ir a los que hemos ofendido y reconciliarnos. Tenemos que ocuparnos de los pensamientos secretos y las actitudes del corazón. Mientras que estas cosas permanezcan sin resolver, le damos al enemigo ventaja en nuestras vidas. ¿Cómo podemos esperar derrotar al enemigo, cuando continuamos permitiéndole acceso a nuestras vidas por medio de estos pecados? Si usted quiere pelear contra el enemigo, usted sinceramente tiene que amar al Señor Jesús. Usted tiene que amarle lo suficiente, como para cerrar la puerta al pecado en cualquier forma. Éste es el primer aspecto del cinturón de la verdad.
La verdad no está sólo relacionada con nuestro carácter, sino también con nuestra comprensión de la realidad. Si hay una cosa en la que el enemigo sobresale, es en la falsedad y las mentiras. Jesús dijo en Juan 8:44 a los líderes religiosos de su época:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Jesús nos dice muy explícitamente aquí, que en el diablo no hay verdad. Él es el padre de las mentiras. Allá en el paraíso terrenal, Satanás le mintió a Eva diciéndole que ella viviría por siempre si ella comía del árbol de la ciencia, del bien y del mal. Ella comió del árbol y murió. Nuestro enemigo ha continuado mintiendo. ¿Por qué debería cambiar él su táctica, cuando parece funcionarle tan bien?
Las mentiras de Satanás son de diversos tipos. Él nos miente primero acerca de la persona de Dios y Su Palabra. Ésta fue la naturaleza de su ataque a Eva en el paraíso terrenal. Él le mintió y la indujo a preguntarse si la Palabra de Dios era realmente cierta. ¿Se pregunta usted por qué tantos seminarios y escuelas de enseñanza de la Biblia han estado poniendo en tela de juicio la autoridad de la Biblia? Realmente no nos debería sorprender encontrar pruebas del ataque del enemigo. Él sabe que si él nos puede inducir a desechar la verdad de la Biblia, él tiene una puerta abierta para hacer como le dé la gana en nuestra sociedad. Sin los estándares morales de la Biblia que le estorben, él tiene la libertad de conducir a las personas a toda clase de inmoralidad y toda clase de perversión. Sin la enseñanza clara de la Sagrada Escritura, él puede hacer pensar a las personas lo que quieran de Dios. Hablaremos del lugar de la Palabra de Dios después en mayor detalle. Basta decir que Satanás sobresale en intentar corromper nuestros pensamientos acerca de Dios y Su Palabra. Si queremos tener victoria sobre las fuerzas del mal, tenemos que comprender la verdad acerca de Dios y Sus propósitos.
Otra área que Satanás trata de atacar es el área de quién somos en Cristo. Él se deleita en distorsionar la verdad de quiénes somos como creyentes. Él le puede inducir a creer que Dios nunca lo podría aceptar por su pecado. Él puede tratar de decirle que usted es un fracaso. Él puede crear situaciones que le conduzcan a creer que Dios le ha abandonado. ¿Adónde recurre usted en estas situaciones? La Palabra de Dios, de la manera que está contenida en las páginas de la Sagrada Escritura, es nuestra única fuente legítima de verdad. Tenemos que aferrarnos a esta verdad en nuestros momentos de ataque espiritual. Hay veces cuando la verdad es todo lo que necesitamos para ser liberados de las mentiras del enemigo. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres,” (Juan 8:32).
Ha habido momentos en mi vida cuando he creído las mentiras de Satanás. A menudo me he preguntado cómo me podría aceptar Dios. A menudo he tenido la impresión de que soy un gran fracaso. Las dudas han infestado mi mente y me han dejado desalentado y en desesperación. En estas situaciones me llegó la victoria, sólo cuando me di cuenta de que había estado creyendo las mentiras de Satanás. Tuve que desecharlas a favor de la inspirada Palabra de Dios. Sólo la verdad me podría hacer libre. Cuando confié en la verdad de la Palabra de Dios y recurrí a ella, Satanás se vio forzado a soltarme.
El apóstol Santiago nos dice en Santiago 4:7 que debemos resistir al diablo y él huirá de nosotros. ¿Cómo resistimos al diablo? Le resistimos en el área de la verdad. Resistimos sus mentiras y su engaño y nos apartamos de ellas por la verdad de la Palabra de Dios. Satanás no tendrá otro remedio, sino escapar y dejarnos tranquilos. Entre más pronto nos demos cuenta de que nuestra batalla es con el “padre de mentiras”, más pronto comprenderemos la importancia de llevar puesto el cinturón de la verdad. Cuando las mentiras de Satanás nos atan, sólo la verdad de Dios nos puede dar victoria.
¿Por qué la verdad es tan importante en la guerra espiritual ante nosotros? Hemos dicho que la verdad de la que se ha hablado de aquí, tiene que ver primero con nuestro carácter y en segundo lugar con nuestra comprensión de la Palabra de Dios. Estudiémosla en sus partes y examinémosla más completamente.
Es importante que experimentemos verdad de carácter por dos razones. Primero, la falta de sinceridad destruirá nuestro testimonio ante el Señor. ¿No es esto exactamente lo que el enemigo quiere hacer? Si no estamos bien con Dios, entonces nuestro testimonio será obstaculizado. Las personas nos verán cómo somos en realidad. Verán nuestras actitudes y nuestras acciones. Escucharán las cosas que decimos. Si estamos viviendo en pecado, no podemos ser un buen testigo para el Señor. Muchas personas se apartan del Señor por la hipocresía que ven en Sus siervos. El carácter auténtico y la sinceridad son vitales, si vamos a ser luces en este mundo oscuro.
En segundo lugar, la falta de sinceridad nos hará impotentes ante el enemigo. ¿Enviaría usted a un soldado enfermo a combatir? De igual manera, nuestro pecado y nuestra hipocresía nos debilitan en la batalla. ¿Recuerda la historia de cómo Acán robó algunos bienes de la ciudad de Jericó, después de que Dios claramente les dijo a los israelitas que no debían tomar nada (Josué 7)? Cuando los hijos de Israel marcharon en contra del pequeño pueblo de Hai, fueron derrotados. Josué le preguntó al Señor, por qué fueron derrotados en Hai cuando habían tenido una gran victoria sobre la gran ciudad de Jericó. El Señor le dijo que era por el pecado entre ellos. La iglesia no puede esperar ser victoriosa sobre las fuerzas espirituales de este mundo oscuro, si sus integrantes están viviendo en pecado. Aunque Dios puede ser misericordioso para con nosotros, incluso en nuestro pecado, la victoria verdadera sólo llega a través de vivir en la obediencia al Señor Jesús. En otras palabras, tenemos que vivir en verdad.
Las mentiras de Satanás nos pueden desalentar en la batalla. ¿Cuántas veces hemos perdido nuestra valentía, porque creímos la mentira de Satanás de que Dios nos había abandonado? ¿Cuántas veces hemos fracasado en oración porque creímos alguna mentira que Satanás estaba susurrando en nuestros oídos? ¿Cuán a menudo verdaderos siervos de Dios han sido desalentados por el engaño demoníaco de que no estaban logrando nada, y sería mejor que renunciaran? Hay tantas variantes en estas mentiras, que incluso no podemos empezar a referirnos a todas las formas en que Satanás puede desalentar a los siervos de Dios. Sólo la verdad de la Palabra de Dios nos puede dar la fuerza para continuar.
Permítame concluir con una declaración final de cómo este cinturón de la verdad, nos ayuda a entrar en nuestra batalla contra nuestros enemigos espirituales. Tenemos que el reino de Satanás se construye con mentiras. Exactamente como hace falta la luz para vencer a la oscuridad, así también hace falta la luz para derrotar las mentiras de Satanás. A fin de que Satanás construya su reino, él tiene que engañar a las personas para que crean sus mentiras. El único remedio para esto, es la fe en la verdad de la Palabra de Dios. Sólo la verdad de la Palabra de Dios nos puede hacer libres de los errores de Satanás. Para ser victoriosos sobre Satanás, tenemos que reconocer estos ataques del enemigo y tenemos que resistirlos con la verdad.
Habrá momentos en los que usted oye a Satanás diciéndole que está bien pecar, porque nadie lo sabrá. Usted puede sentirle tratando de decirle, que es totalmente natural que usted sienta de la manera que lo hace, y que usted no debería avergonzarse de consentir. ¿Qué hace usted cuando Satanás le ataca con su flecha de falsedad y mentiras? El paso número uno es reconocer que este engaño procede del enemigo. El paso número dos es resistirlo como mentira. Paso tres es contraatacarla con la verdad absoluta de la Palabra de Dios. En el próximo tema, tendremos más que decir acerca de cómo reconocemos este engaño. Cuando usted esté siendo tentado, pregúntese a sí mismo, ¿“cuál es la verdad sobre este asunto?” Pídale a Dios que aclare la verdad, y entonces envuélvala a su alrededor como un cinturón y exhíbala para resistir las mentiras del enemigo en el nombre de Jesús.
Para Considerar:
¿Cuáles dos aspectos de la verdad se discuten aquí en esta meditación?
La Sagrada Escritura nos enseña que Satanás es el padre de las mentiras. ¿Cómo él ha estado usando estas mentiras en la época actual?
¿Cómo contrarrestamos las mentiras de Satanás?
¿Hay algunas mentiras que usted ha creído?
¿Por qué es la sinceridad de carácter un aspecto importante de la verdad? ¿Cómo nos ayuda esto a pelear contra el enemigo?
Para Orar:
Pídale a Dios que le muestre las mentiras de Satanás. Pídale que le revele algunas formas en las cuales usted ha sido engañado.
Pídale a Dios que le examine para asegurarse de que usted tiene un carácter verdadero y sincero.
Pídale a Dios que revele Su verdad a su comunidad. Pídale que haga libre a su comunidad de las mentiras del enemigo.
28 – La Coraza de Justicia
Leer Efesios 6:14
La segunda pieza de la armadura que el creyente debe ponerse, según Pablo, es la coraza de justicia. Esta coraza cubría al soldado desde su cuello hasta sus muslos. Protegía todos sus órganos vitales. Pablo les dijo a los efesios que la coraza del creyente es “la justicia.” ¿Cuál es esta justicia y cómo hay que usarla en la batalla espiritual?
La palabra griega usada aquí es la palabra “dikaiosune.” La palabra puede ser traducida por “inocente, sin tacha,” o “libre de culpa.” Ella se utiliza con relación a las personas que están en una relación correcta con Dios. Hay muchas opiniones de lo que significa estar bien con Dios.
En el Nuevo Testamento conocemos un grupo de personas llamadas fariseos, ellas eran muy religiosas. Se enorgullecían en la observancia más estricta de la Ley de Moisés. A los ojos de la comunidad judía, los fariseos eran las personas más justas. Sin embargo hablando de los fariseos en Mateo 5:20, Jesús dijo:
Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos
Éste es un versículo muy importante. Jesús nos está diciendo aquí que nuestra justicia tiene que sobrepasar la justicia de estos fariseos. Su “justicia” consistía en la obediencia externa de la ley. Jesús nos está diciendo, que tenemos que tener una justicia que vaya más allá de la obediencia exterior de la ley de Dios. El legalismo no equivale a la justicia. Usted puede ser un observador cuidadoso de ley de Dios. Usted se puede separar de cosas impías en su vida. Usted puede hacer todas las cosas correctas y aún así no puede estar en una relación correcta con Dios. La justicia es mucho más profunda que las acciones exteriores. Un examen más detallado de los fariseos revela que eran personas muy orgullosas. Les encantaban que las personas las alabaran por su santidad ostensible y sus vidas devotas. Aunque observaban todas las leyes correctas, sus corazones estaban muy distantes de Dios (Mateo 15:7-9).
Cuando Samuel salió a ungir a un rey sobre Israel, El Señor lo condujo al hogar de Isaí. Samuel cayó en la trampa de considerar la resistencia física y la apariencia de cada uno de los hijos de Isaí que vinieron a él. Dios le recordó que Él no veía las cosas como los humanos las veían. En 1 Samuel 16:7 leemos:
No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Todos nosotros sabemos que es importante vivir según los estándares establecidos para nosotros en las Sagradas Escrituras. Sin embargo no deberíamos suponer que solamente, porque nosotros hacemos todas las cosas correctas, estamos en una relación correcta con Dios. Podemos sentarnos en la iglesia cada semana, con nuestros hijos sentados tranquilamente junto a nosotros y no ser justos. Podemos dar nuestros diezmos y nuestras ofrendas de forma regular y podemos estar tan alejados del Señor, como la persona que no le conoce absolutamente. Nuestra justicia no se basa en cuánto obedecemos la letra de la ley de Dios. Hay muchos que confunden la coraza de legalismo, con la coraza de la justicia. En la batalla que nos espera, no podemos darnos el lujo de cometer este error. Dios anda buscando una justicia que va mucho más profunda que la fría obediencia a las reglas. Él anda buscando algo que es más profundo que la apariencia externa. Escuche lo que Él dice a través de su profeta en Isaías 29:13:
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado
Muy estrechamente conectado a la coraza de legalismo, está la coraza de las buenas obras. Hay quienes creen que para ser justos tenemos que amar a Dios y nuestro prójimo y hacerle bien a los que nos rodean. Aunque todas estas cosas son admirables, no deben ser igualadas con la coraza de justicia. Todos nosotros hemos conocido incrédulos que viven bien y viven vidas morales. Los que nunca han aceptado la obra de Cristo, ¿pueden ser considerados justos simplemente, porque viven una buena vida?
Está también la coraza de la buena teología. Algunos creen que son justos porque creen la Biblia y tienen buena doctrina. Satanás conoce la verdad. Él cree que Jesús es Hijo de Dios, pero Satanás seguramente no es justo.
Lo que estoy tratando de decir aquí es que usted puede tener el estilo de vida correcto, hacer todas las cosas correctas, puede seguir las tradiciones de sus padres espirituales, y puede creer todas las cosas correctas acerca de Jesús y aún así puede no estar vestido con la coraza de justicia. Si la justicia no es todas estas cosas, ¿qué es entonces?
La justicia sobre la que Pablo escribió aquí, es una posición correcta ante Dios que nos es dada por la fe. Pablo nos dice en Romanos 3:21-22:
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
Si hubo alguien que pudo haberse jactado de su servicio fiel al Señor Jesús, fue el apóstol Pablo. Él fue golpeado más veces por su Señor que todos los otros apóstoles. Él había sido un fariseo que observaba la Ley de Dios con precisión exacta. Él tenía todo el entrenamiento apropiado. Su fervor por el Señor era sin precedentes en su época. Escuche lo que este gran misionero dijo concerniente a sus grandes logros y credenciales en Filipenses 3:8-9:
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe
Fíjese que Pablo no estaba interesado en tener una justicia propia. Él estaba buscando la justicia que llega por la fe en Jesucristo. Ésta es la justicia de la que él habló aquí en este versículo. Esta justicia es una posición correcta con Dios, que es otorgada a los creyentes como un don por medio de la fe. Es inmerecida y arbitraria. No puede ser ganada. Ninguno de nosotros somos dignos de ella. Todos nosotros somos pecadores culpables que merecen el juicio divino. Sin embargo Dios está dispuesto a perdonar y olvidar nuestras ofensas y limpiar totalmente nuestra pizarra. Él hace esto a través de la muerte y la resurrección de Su Hijo Jesús. Jesús vino a ofrecer exoneración y perdón. No hay trabajo por esta justicia. Ella es otorgada a los que confían en la obra del Señor Jesús a favor suyo. Pablo les dijo a los romanos en Romanos 4:4-5:
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
No soy justo por lo que hago, sino porque lo que el Señor Jesús hace para mí. Esta coraza no tiene nada que ver con todas las buenas cosas que hago por el Señor Jesús. A Satanás no le importa nada esas buenas obras. Sus buenas obras y su obediencia externa no le protegerán. ¿De qué sirve decirle a Satanás: “Tú no puedes tocarme?”; mira todas las buenas cosas que he hecho por el Señor.” ¿Usted cree que Satanás dejará de atacarle simplemente porque usted ha hecho toda clase de buenas cosas para el Señor? Puede estar seguro de que su récord pasado de obediencia, sólo lo alentará a atacarle más todavía.
La justicia que Cristo nos da como don, ¿cómo nos ayuda en la batalla contra el enemigo? Primero, si confiamos en la justicia que el Señor provee, el enemigo no nos puede desalentar. No nos podemos desalentar porque sabemos que nuestra relación con Cristo no se basa en nuestros logros y nuestros éxitos, sino más bien en la obra terminada de Cristo en la cruz por nosotros. Cuando Satanás nos dice que somos pecadores miserables, podemos responder, “Sí lo soy, pero Cristo murió por mí y a pesar de mis defectos soy Su hijo.” Cuando Satanás nos pregunta si hemos hecho bastantes buenas obras para ser aceptados por Dios, simplemente decimos, “Satanás, la única acción que tiene importancia es la muerte de mi Señor en la cruz.” Él no tiene entonces otra alternativa que no sea retirarse con la cola entre las piernas, es un enemigo derrotado por la justica de Cristo que está morando en nosotros.
En segundo lugar, cuando dependemos de la justica de Cristo, enviamos a Satanás directamente a pelear con Cristo. Si confiamos en nuestras propias buenas obras para llegar al cielo, podemos tener la seguridad de que Satanás nos dará verdaderos motivos para preguntarnos si hemos hecho bastante. Ninguno de nosotros no hemos hecho suficiente. Si, sin embargo, estamos dependiendo de la justicia de Cristo y Su muerte en la cruz por nosotros, Satanás tiene que pelear contra Cristo, porque estamos poniendo toda nuestra confianza en Su obra. Satanás no puede derrotar a Cristo y Su obra. Satanás sabe que él fue derrotado en la cruz. Otra vez, él debe retirarse.
Pablo retó a los efesios a ponerse la coraza de justicia. Esta coraza es la justicia del Señor Jesús, que cubre a todos los que se dan cuenta de que no puedan derrotar al enemigo con sus propias buenas obras y sus propios esfuerzos. ¿Cómo nos ponemos esta coraza de justicia? Primero, reconocemos que nuestros propios esfuerzos no son suficientes. En segundo lugar, aceptamos que la única justicia que Dios requiere, es la justicia de su Hijo Jesús. En tercer lugar, confiamos en Jesús para cubrirnos con Su justicia y llamarle por fe para que nos vista. Sólo en Su bondad y justicia podemos ser protegidos. Satanás no puede resistir la obra perfecta de Cristo por nosotros y en nosotros.
Para Considerar:
¿Cuáles son las diversas formas en que las personas intentan ser justas en nuestro época? ¿Por qué todos estos métodos no alcanzan el estándar de Dios?
¿Ha sido usted vestido de la rectitud de Cristo? ¿Cómo lo sabe usted?
¿Qué hace la justicia de Cristo por nosotros que nuestra propia justicia nunca podría hacer?
Confiar en la justicia de Cristo, ¿cómo nos protege del enemigo y sus ataques?
Para Orar:
¿Conoce usted personas que están confiando en su propia justicia para qué las salven? Tome un momento para orar por ellas.
Agradezca al Señor por Su justicia imputada a nuestras vidas y la seguridad que esto nos da de victoria sobre Satanás.
29 – El Apresto del Evangelio
Leer Efesios 6:15
¿Qué armadura estaría completa sin calzado? ¿Usted puede imaginar a un soldado totalmente vestido con su armadura e ir a pelear descalzo? Las sandalias romanas eran una parte vital del equipo de un soldado romano. Nuestras sandalias, según Pablo, son el “apresto del evangelio”. ¿Qué quiso decir Pablo aquí?
Algunos pondrían el énfasis en nuestra presteza por compartir el mensaje del evangelio con otros. No puede haber dudas que tenemos que ser un pueblo que esté siempre listo para compartir el mensaje del evangelio con otros. El mismo Pablo fue un ejemplo muy poderoso de esto en su propia vida. Él estaba dispuesto a dar su vida por amor al evangelio. Pedro también nos emplaza a que siempre compartamos con otros la razón de la esperanza que está en nosotros:
Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; (1 Pedro 3:15).
Es mediante el evangelio que el pecador es liberado del poder del enemigo y traído a la familia de Dios. Sin embargo la pregunta es, si esto es lo que quiso decir Pablo por las sandalias “la presteza que proviene del evangelio.” ¿Nos dice Pablo que si queremos ser capaces de oponernos a las poderosas fuerzas espirituales del mal, tenemos que estar en las calles testificando a Jesús? ¿Es esta nuestra protección del enemigo? Creo que hay un significado mucho más profundo para este versículo.
Ya hemos visto que no es nuestra justicia, la que va a impedir que caigamos víctima de los ataques del enemigo. Es una cosa buena compartir el evangelio con los que necesitan al Señor, pero esto no le impedirá caer víctima de los ataques del enemigo. Hasta los que son testigos fieles al Señor caen en pecado.
La clave para comprender esta pieza del equipamiento, es nuestra comprensión de la palabra “presteza.” Lo que este versículo parece decir es que el evangelio mismo es nuestra preparación. Nuestra presteza para enfrentar las fuerzas espirituales que nos rodean se encuentra en el evangelio. La cuestión principal aquí, no es nuestra presteza en compartir el evangelio, sino más bien nuestra experiencia del evangelio. No somos protegidos por nuestros esfuerzos personales al llevar el evangelio otras personas. Nuestra protección viene de la aplicación del evangelio a nuestras propias vidas.
¿Cuál es este evangelio del que Pablo habló en este pasaje? El evangelio, según Pablo en Romanos 1:16, es el “poder de Dios para salvación a todo el que cree”. Fíjese que Pablo dijo que el evangelio es poder. Este evangelio es mucho más que palabras o pensamientos; es poder. ¿No es esto lo que necesitamos en nuestra batalla contra el enemigo? Necesitamos poder para enfrentar este adversario espiritual. Ese poder puede encontrarse en el evangelio. Pablo repitió este pensamiento en 1 Tesalonicenses 1:5 cuando él dijo:
Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre
¿Cuál es el poder del evangelio del que Pablo habló aquí? El poder del evangelio puede verse de muchas maneras. El poder puede verse, primero, en su capacidad para rescatar al pecador de las manos de Satanás. No podemos menospreciar el poder de Satanás. Su engaño y su astucia trascienden nuestra capacidad natural para resistir. Combine este engaño con nuestra propia tendencia natural a pecar, y usted tiene un par inseparable. Hay una única cosa que nos puede rescatar del engaño y la falsedad del enemigo –únicamente el evangelio. Este evangelio tiene el poder para liberar a los que están atrapados en la esclavitud del pecado. Ninguna cantidad de lucha contra el enemigo de nuestra parte, jamás nos pudo haber rescatado del tremendo agarre de Satanás sobre nuestras vidas. ¿Puede recordar usted el día que usted no sólo oyó el mensaje del evangelio, sino que también experimentó su poder? En ese día sus cadenas se zafaron. Sus ojos ciegos fueron abiertos, y usted vio por primera vez que usted era ciertamente prisionero de Satanás. El enemigo no tuvo poder contra este evangelio. Su agarre fue aflojado, y usted fue liberado por el poder mayor del evangelio.
No solamente este evangelio tiene poder para liberarnos del agarre de Satanás, también tiene poder para perdonar y sanar nuestro pecado. Los que han experimentado el poder del evangelio pueden dar testimonio de su poder purificador. El evangelio es mucho más que palabras en un periódico. Es mucho más que buenas noticias de un Salvador. Es un poder que purifica y perdona. Usted pudo haber sido el peor pecador de la tierra. El poder del evangelio puede borrar cada uno de sus pecados por completo. Nada que usted hizo jamás será señalado contra usted, porque el evangelio tiene el poder para perdonar su pasado. No sólo esto, el evangelio también tiene poder para sanarle de su pecado. Los que una vez le retuvieron cautivo, ya nunca más le retendrán. El evangelio renovará su carácter. Usted nunca será el mismo otra vez. Como Pablo dijo en 2 Corintios 5:17:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
El poder del evangelio se ve en su capacidad para tomar a pecadores endurecidos y transformar su carácter a través del perdón del pecado. Este mismo evangelio hará retroceder a las huestes espirituales de maldad. Ellas han sido derrotadas por este evangelio. Saben que no pueden oponerse a su poder. Son impotentes ante él. Pablo escribió en Romanos 8:37-39 que nada nos puede separar del amor de Dios, ni aun el mismo infierno:
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Éste es el poder del evangelio. Es un poder sin igual en este universo. Es el poder de absolución y perdón. Es el poder de la vida y la muerte. Es nuestra defensa y fundación estable contra las flechas del enemigo.
Equipar los pies con la presteza que proviene del evangelio, tiene que ver con experimentar el poder del evangelio en su vida. Una cosa es saber las palabras del evangelio, y otra cosa es experimentar su poder. Las sandalias romanas de la época de Pablo tenían clavos en ellas para aferrarse al suelo en el combate. De modo semejante, nuestra protección aquí contra las fuerzas del mal no es nada menos que la confianza de resistir firmes en tierra firme, en la seguridad de que estamos en paz con Dios.
¿Su experiencia con el evangelio ha sido más que palabras? ¿Ha sido su vida transformada por este evangelio? ¿Ha experimentado usted la libertad que el ofrece? Cuando el enemigo se acerca a usted, ¿es él repelido por el poder de este evangelio vitalmente transformador evidenciado en su vida?
Sólo los que se han puesto las sandalias del evangelio pueden resistir al enemigo. Sólo el poder de lo que Cristo ha hecho por nosotros en este evangelio nos puede proteger de la acometida del enemigo. Si queremos estar protegidos en esta gran batalla espiritual que arrecia alrededor nuestro, tenemos que experimentar la salvación maravillosa de Dios que está registrada en el evangelio para nosotros. Si usted no ha experimentado el poder pleno de este evangelio, usted tiene que clamar a Jesús ahora mismo. Pídale a Dios que le sane y le perdone de sus pecados. Sólo el evangelio le puede hacer libre. Si usted quiere estar preparado para la batalla que le espera, usted tiene que tener las sandalias del evangelio amarradas fuertemente a sus pies.
Para Considerar:
¿Qué quiere decir Pablo cuando les dijo a los efesios que tenían que ponerse las sandalias del evangelio?
¿Cómo ha transformado el evangelio su vida? ¿Ve usted prueba continua del poder transformador del evangelio en su vida? Dé ejemplos.
¿Cuál es el lugar del evangelio en la batalla espiritual que arrecia alrededor nuestro? ¿Cómo nos protege el evangelio de Satanás y sus ataques?
Para Orar:
Agradezca a Dios por la manera en que Él demostró el poder del evangelio en su vida. Agradézcale por los cambios que el evangelio ha hecho en su vida.
Agradezca al Señor que usted puede tener confianza en la batalla contra el enemigo, ahora que usted ha aceptado el mensaje del evangelio y experimentado su poder vivificador.
Tome un momento para orar que Dios le revele el poder del evangelio a un pariente o amigo incrédulo.
30 – El Escudo de la Fe
Leer Efesios 6:16
La siguiente pieza de la armadura de la que Pablo habló fue el escudo. Los comentaristas nos dicen que había dos tipos de escudos usados la época de Pablo. El primero era un escudo redondo que medía aproximadamente 3 pies (unos 90 centímetros) de diámetro. El segundo tipo de escudo era de forma más rectangular. Medía un poco más de 2 1/2 pies de ancho transversal (unos 80 centímetros) y casi 4 pies de alto (1.2 metros). Pablo habló aquí en este pasaje de este segundo escudo, que protegía más al soldado que el primero. Como usted puede suponer, un escudo de este tamaño habría sido un gran obstáculo para combatir en la batalla más que el pequeño. Sin embargo tenemos que recordar que nuestra batalla pertenece realmente al Señor y que estas piezas de la armadura son más bien defensivas. Nuestra parte en la batalla con Satanás es mayormente resistirle. Este escudo es una parte vital de esa resistencia.
Pablo les dijo a los efesios que este escudo es el escudo de la fe. Fue mediante este escudo de la fe que los efesios podían extinguir “las flechas de fuego del maligno.” En la época de Pablo, el enemigo sumergía las flechas en una sustancia parecida al alquitrán y las encendía antes de dispararlas con sus arcos. Esto multiplicaba el daño causado por las flechas. La víctima desprevenida no sólo tenía que ocuparse de una herida corporal, sino la flecha también amenazaba con incendiar su ropa. Para combatir contra estas flechas de fuego, los escudos de madera estaban cubiertos con cuero para extinguir las llamas, antes de que las llamas pudieran alcanzar la madera.
La primera cosa que tenemos que comprender de este versículo, es que el enemigo nos está disparando continuamente sus flechas de fuego. Fíjese que Pablo no dijo que debemos llevar el escudo de la fe, por si acaso el enemigo hubiera de dispararnos su flecha. La suposición aquí es que esto va a ocurrir. Todos los días de nuestras vidas, estamos siendo bombardeados con estas flechas de fuego. Hay varias flechas de fuego que el enemigo puede lanzarnos. Consideremos unas cuantas de ellas.
La Duda y el Desánimo
¿Ha estado sido usted alguna vez sujeto de la duda y el desánimo? Recuerdo sentir este desánimo y duda después de un acontecimiento evangelístico especial, en el cuál yo había participado. No dudé de mi salvación; estaba seguro de ella. Sin embargo de lo que sí dudé, fue de los dones espirituales que el Señor me había dado para el servicio. Comencé a lamentar el hecho de que no tenía tanta intimidad con el Señor como me gustaría. Me pregunté donde estaba Dios y por qué Él no era más real a mí. Tras el gran triunfo de Elías en el monte Carmelo sobre los profetas de Baal, él también cayó en un período de gran desaliento y duda (ver 1 Reyes 19). Él quería morir.
Lo raro del desánimo espiritual es que puede venir en tiempo de victoria. Tal vez usted también ha sido sujeto de tal desánimo y tal duda. ¿De dónde viene esto? ¿No es esta una de las flechas encendidas que Satanás nos envía para desviarnos e impedirnos adelantar el reino?
¿Cómo superamos estos ataques? Superaremos estos ataques únicamente mediante la confianza absoluta en la Palabra de Dios que nos dice que estamos seguros en Él, ella nos dará victoria. A veces todo a nuestro alrededor parece estar derrumbándose. Nuestras emociones nos traicionan, y no nos sentimos hijos de Dios. En esos momentos sólo nuestra fe y nuestra confianza en Dios nos sacarán adelante. Cuando la flecha encendida del desánimo y la duda da en nuestro escudo de la fe, es inmediatamente apagada porque confiamos en Él que no puede fallar.
Pecaminosos Deseos
¿Qué hay de las flechas encendidas de actitudes y deseos pecaminosos? La lujuria y la avaricia son ejemplos de estas flechas. También hemos sentido el pinchazo de los celos y el rencor. Estas flechas encendidas rápidamente comenzarán a arder y consumirán a nuestro ser completamente, si no son extinguidas rápidamente. ¿Quién de nosotros nunca ha encontrado estas flechas mordaces? En nuestra fuerza natural seguramente caeríamos.
Pecaminosas actitudes
Otra flecha encendida de Satanás viene en la forma de malas actitudes hacia otros. Cuando esa flecha golpea, no pasa mucho tiempo antes de que encienda todo nuestro ser con rencor, celos, o cólera. A menos que tratemos con esto en el nombre de Cristo, se esparcirá rápidamente a otras personas y se ha conocido que ha incendiado con rencor iglesias enteras. Sabemos cuán fácilmente podríamos caer víctima de estas actitudes pecaminosas. Por la fe clamamos al Señor que nos de la fuerza para resistirla. Únicamente en Él hay victoria. Hay muchas otras flechas encendidas de Satanás. Sin embargo he dado estas, como ejemplos de cómo nos ataca el enemigo continuamente.
¿Qué es la fe y cómo nos ayuda a vencer estas flechas encendidas? En Hebreos 11:1 leemos que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. La fe es estar seguros de lo que no vemos. Es una confianza en el Señor y Sus propósitos. Satanás conoce nuestras limitaciones como seres humanos. Él conoce nuestra ceguera para las cosas de Dios y nuestra incapacidad para comprender Sus caminos. Cuando él habló con Eva en el paraíso terrenal, él intentó persuadirla mediante recursos muy racionales que era perfectamente aceptable comer del árbol de la ciencia, del bien y del mal. Él tuvo mucho a favor suyo aquel día que tentó a Eva. Él tuvo la belleza del árbol mismo. La fruta dio la apariencia de ser muy deliciosa. Hasta la curiosidad natural de Eva y el deseo de sabiduría estaban obrando en favor de Satanás (ver Génesis 3:6). ¿Qué le impediría caer en este momento de tentación? ¿No era su fe y su confianza en lo que el Señor su Dios había dicho?
¿La fe cree a Dios en Su Palabra? Hay momentos en los que la información parece señalarnos en una dirección, y la Palabra de Dios señala en otra dirección. La fe obedecerá aún cuando no pueda entender. Voluntariamente resistirá lo que da la apariencia de ser lógico y natural, a favor de la Palabra de Dios. Hará caer su total peso de confianza en Dios y Su Palabra. Cuando Satanás dice, “todos los elementos apuntan al hecho de que tengo razón,” la fe responde, “todavía confío en lo que Dios dice.” Cuando Satanás dice, “es sólo natural responder de este modo,” la fe dice, “la Palabra de Dios me dice que no tengo que hacerlo.”
La fe no sólo cree a Dios en Su Palabra, sino que también confía en Dios para lo que es imposible. Reconoce que aunque las cosas pueden dar la apariencia de estar fuera de alcance, nada es imposible para Dios. La fe perseverará cuando todas las probabilidades están en contra de ella, simplemente porque tiene una confianza inquebrantable en Dios, quien puede hacer todas las cosas. Cuando Satanás trata de desalentar, la fe responde, “todas las cosas son posibles con Dios” (Marcos 10:27).
La fe también intenta lo imposible. Comprende sus límites y la imposibilidad de la tarea ante ella, pero todavía persevera en la fortaleza del Señor para ganar la victoria. Cuando Satanás dice, “usted nunca podría esperar que alguien crea eso,” la fe responde, “Por la Gracia de Dios lo harán.” La fe no es refrenada por los obstáculos esparcidos en el camino. Salta sobre las vallas del desánimo y persevera con confianza en el Dios de lo imposible.
¿Qué puede hacer Satanás contra la fe? Él es impotente ante esta confianza. Las discusiones lógicas no dan efecto. Los intentos de desalentar y distraer fracasarán. La lujuria y la avaricia son extinguidas por la fe. El escudo de la fe extingue estas flechas encendidas.
¿De dónde viene la fe? Usted y yo sabemos que en nuestro yo natural no tenemos fe. En 1 Corintios 12:9 leemos que la fe es un don espiritual recibido a través del Espíritu Santo. Al igual que con cualquier don, esta fe debe ser ejercida, si es que va a madurar en nuestras vidas. Pablo escribió en Romanos 10:17 que la fe proviene de oír la Palabra de Dios. Santiago nos dice que si decimos que tenemos fe, pero no la aplicamos a nuestras vidas, nuestra fe es vana (Santiago 2:14-17). En otras palabras, la fe madura en nosotros cuando escuchamos la Palabra de Dios y la aplicamos a nuestras vidas.
Lo que necesitamos comprender aquí es que Satanás constantemente nos está disparando sus flechas encendidas. A veces es solamente nuestra fe la que extinguirá las flechas encendidas. Esta fe nos es dada como un don del Espíritu de Dios, y madura cuando creemos a Dios en Su Palabra.
¿Ha tomado usted este escudo de la fe? Pídale a Dios ahora mismo que le vista con Su don de la fe. Ésta es una parte necesaria de la armadura del cristiano. Usted no puede prescindir de ella. Espere que Dios conteste esta oración cuando usted responde en obediencia a Él y Su Palabra. Aférrese fuertemente a este escudo. No permita que nada le haga tambalearse de su confianza en Dios. Él no le fallará si usted descansa en Él y Su Palabra.
Para Considerar:
¿Qué prueba ha visto usted en su vida de estas flechas encendidas? Dé algunos ejemplos.
¿Qué es la fe? ¿De dónde viene la fe?
¿Cómo nos ayuda la fe a superar los ataques del enemigo?
¿Ha tenido usted momentos en su vida cuando su fe le permitió superar el ataque del enemigo? Mencione un ejemplo.
Para Orar:
Pídale a Dios que aumente su fe en Él y en Su Palabra. Agradézcale que la fe es un don dado a todo el que lo recibirá y actúe sobre eso.
Pídale a Dios que le ayuda a reconocer y resistir las flechas encendidas del enemigo.
¿Conoce usted a alguien que está siendo agredido por las flechas encendidas del enemigo? Tome un momento para orar por esa persona.
31 – El Casco de la Salvación
Leer Efesios 6:17
Pasamos ahora a la quinta pieza de la armadura. Pablo nos dice que tomemos el casco de la salvación. No creo que tengamos que leer demasiado en estas piezas de la armadura. ¿Por qué debe hablar Pablo del casco de la salvación y no de una coraza de la salvación o un cinturón de la salvación? No se nos dice. Lo que es importante aquí, no es dónde encaja cada pieza de la armadura en el cuerpo humano, sino lo que las piezas representan. Hay varios detalles que tenemos que mencionar aquí del casco de la salvación.
Pablo nos dice aquí “tomen” el casco de la salvación. La palabra “tomar” tiene mucha importancia. La palabra es traducida unas 52 veces en la versión King James de la Biblia por la palabra “recibir.” Hay quienes creen que tienen que hacer algo por esta salvación. Creen que si viven una buena vida o creen las cosas correctas, entonces recibirán este casco como una recompensa. Viven sus vidas intentando ser suficientemente buenos para estar a la altura de los estándares, que Dios ha puesto en Su Palabra con la esperanza de que sus esfuerzos valientes sean reconocidos por Dios, y se les dará esta salvación maravillosa como recompensa. Pablo estaba diciendo a los efesios aquí, que la salvación no es algo por lo que tienen que trabajar duramente por lograr. Es algo que está allí para tomarlo.
Se cuenta la historia de un gran pintor que fue a cierto pueblo y vio en la calle un hombre viejo vestido harapientamente. El artista famoso se acercó al hombre y le preguntó, si a él le gustaría ganar algo de dinero posando para una pintura. El viejo estuvo de acuerdo e hicieron una cita para el día siguiente. A su debido tiempo, alguien tocó a la puerta. El artista abrió y se encontró a un hombre limpiamente afeitado y bien vestido parado en la puerta. “He venido como usted pidió,” dijo el hombre. El artista le miró y dijo: “Señor, el hombre que requería para esta pintura estaba harapiento y sucio; usted no es ese hombre.” El artista quería al hombre como él estaba con toda su suciedad y ropas andrajosas. Es así justo cómo le quiere el Señor. ¿Ha considerado usted alguna vez el insulto que es para la obra del Señor, cuando sentimos que en cierta forma podemos llegar al cielo sin ella? Intentar llegar al cielo por nuestras obras es igual a decir, “Señor, no creo que necesitaré Tu muerte en la cruz. Creo que puedo lograrlo por mí mismo.”
Pablo es muy claro aquí. Él no está diciendo, “Trabaje duro y usted obtendrá el casco de la salvación.” Él simplemente dice, “Tome.”
¿Recuerda usted la historia de Naamán en 2 Reyes 5? Él era un comandante militar sirio que tenía la horrible enfermedad de la lepra. Su sierva israelita le dijo que el profeta Elías le podía sanar de su enfermedad. Emocionada por esta posibilidad, él viajó a Israel para ver a Elías. Cuando él arribó a su casa, el profeta se negó incluso a salir de su casa para saludarle. En lugar de eso, él le dijo a Naamán que fuera y se lavara siete veces en el río Jordán. Naamán fue insultado:
Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.” (2 Kings 5:11-12)
Sin embargo su criado lo persuadió a hacer tal como el profeta había dicho. Naamán fue al Jordán (probablemente con gran duda y escepticismo) y se lavó siete veces. Cuando él salió del río la séptima vez, él estaba curado. Él esperaba tener que trabajar duro por su sanación. Él estaba esperando una gran ceremonia y pompa. Su sanación estaba allí para que la tomara. Todo lo que él tuvo que hacer fue tomarla. Él casi se negó porque parecía demasiado simple.
¿Cuántas personas son como Naamán? Sólo no pueden creer que la salvación pudiera ser tan fácil. Pablo nos dice aquí que todo lo que tenemos que hacer es tomarla. Jesús ha hecho todo el trabajo. Usted no tiene que hacer ninguna cosa. Usted no tiene que limpiarse y primero vivir una mejor vida. Jesús le pide a usted que venga como usted es. Él le aceptará a usted, sucio y todo. La salvación es simplemente un asunto de recibir. “Tome el casco de la salvación,” escribió Pablo. Eso es todo. Usted no tiene que esperar más. Usted no tiene que trabajar más duro. Usted no tiene que limpiarse.
¿Cuál es esta salvación que Pablo nos dice que reclamemos y cómo nos protege en la batalla contra las fuerzas espirituales que nos rodean? Primero, tenemos que entender que, por nuestra misma naturaleza, somos pecadores. Como pecadores, estamos separados de Dios y bajo Su ira. Por mucho que lo intentemos, no podemos borrar la mancha del pecado. Nuestras buenas obras y nuestras creencias son meramente cristales de sabor en un vaso de agua envenenada. El agua puede saborear y puede verse diferente, pero el veneno permanece. Estábamos ciertamente en una situación muy delicada. Nuestras vidas eran una ofensa para un Dios santo. Estábamos bajo Su juicio e ira. Entonces Jesús vino y tomó el castigo por nuestros pecados. Él voluntariamente murió a fin de que pudiéramos ser perdonados.
¿Cómo sabe usted si ha recibido esta salvación? Primero, usted lo sabrá porque Dios permanece fiel a Su Palabra. Jesús nos dice que si creemos en Él, no seremos condenados (ver Juan 3:18). Juan 6:37 nos dice que si venimos al Señor, Él no nos echará fuera. Éstas son las promesas de Dios que no puede mentir. Créale a Dios en Su Palabra. Venga a Él ahora y ponga toda su seguridad y su confianza en Él. Usted puede sentir una gran emoción o ninguna, pero no se deje engañar por las emociones. Ésta es una transacción legal entre usted y Dios. Si usted ya ha puesto su seguridad en Él y cree sólo en Su obra para su salvación, entonces créale en Su Palabra. Él está más dispuesto a ofrecer esta salvación de lo que nosotros estamos a recibirla.
En segundo lugar, usted puede saber que usted tiene el casco de la salvación por el testimonio interior de Su Espíritu en su vida. Romanos 8:16 nos dice que el Espíritu de Dios da testimonio a nuestro espíritu, asegurándonos que somos hijos de Dios. Cuando usted extiende la mano para tomar el casco de la salvación, el Espíritu Santo de Dios sella la transacción al venir a vivir en su corazón. Sus oídos espirituales son abiertos para oír la voz del Espíritu Santo. Él se deleita en darle la seguridad de su salvación. Él se deleita en hacerle saber que usted es de verdad hijo de Dios. Usted experimentará esa seguridad interior en su corazón. Es la voz del Espíritu de Dios en el interior confirmando su relación con Cristo y asegurándole su salvación.
Finalmente, usted puede tener la seguridad de que usted ha tomado el casco de la salvación porque usted verá la prueba en su vida. Usted experimentará un cambio en sus deseos y sus ambiciones. Usted ya no se deleitará con las cosas en las cuales usted solía solazarse. Usted comenzará a experimentar un hambre profunda por las cosas de Dios. Las personas alrededor de usted verán la diferencia. Usted será una persona nueva. Jesús vivirá Su vida en usted. Lo que es importante darse cuenta en todo esto es que estos cambios no son el resultado de su propio esfuerzo para vivir una mejor vida. Estas cosas le están ocurriendo cuando el Espíritu Santo de Dios le cambia desde el interior.
Tenemos que fijarnos aquí que este pasaje es dirigido a cristianos. En el versículo 10 Pablo los trató de hermanos. ¿Por qué Pablo debe decir a los que han sido salvos que tomen este casco de la salvación, cuando ya son salvos? Perplejo por esto, di una caminata tarde en la noche para preguntarle esto al Señor. Sucedió que miré al cielo iluminado por las estrellas. Fui golpeado por la vastedad del universo en el cual vivimos. Yo era simplemente una mota pequeña en un universo infinito. Cuando estaba allí contemplando la vastedad de todo ello, Dios me habló y dijo, “Wayne, así es como es mi salvación. Es mucho más vasta y más profunda que cualquier cosa que jamás hayas experimentado.” Esto fue similar a la experiencia de Pablo en Romanos 11:33-35. Pablo entendió que el Señor era mucho más grande que cualquier cosa que él jamás podría experimentar.
Cada día que vivo como creyente es un nuevo día para experimentar de nuevo esta salvación maravillosa. Cada día es una oportunidad para sacar agua más profundamente de este pozo. Tomo cada día un suministro nuevo y fresco de paz y perdón, que es el resultado de esta salvación en mi vida. Mi salvación me da liberación diaria del pecado y una esperanza renovada para un futuro en la presencia de Dios. Cuando me rindo a Dios nuevamente cada día, el cual me salvó de la esclavitud del pecado, la muerte, y la ira eterna, experimento más y más de esta salvación increíble. A medida que cavo más y más profundo y recibo más y más del fruto de esta salvación en mi vida, puedo resistir más firmemente contra los encantos del Diablo.
En Filipenses 3:12-14 Pablo les dijo a los filipenses que él todavía proseguía adelante para asir las cosas de Cristo. Él proseguía hacia las cosas que tenía delante. Él proseguía hacia la meta. Pablo les dijo a los filipenses que continuaran extendiéndose hacia adelante. Nunca agotaremos el pozo de Dios de perdón y paz. Nuestra experiencia de esta salvación nunca será completa de este lado de la gloria. La eternidad misma no será suficiente como para comprender y experimentar todo lo que hay en Cristo.
Hay muchas personas que aceptan al Señor y piensan que han llegado. Nunca cultivan mucho más. Siguen siendo bebés en Cristo y son blancos preferidos del enemigo. Pablo nos está diciendo aquí que si queremos estar protegidos, tenemos que tomar este casco. Tenemos que extraer profundamente de este pozo de salvación cada uno y todos los días. Tenemos que permitir que esta salvación de Dios produzca su fruto en nosotros diariamente.
El casco de la salvación es fundamental. Sin él usted va con destino hacia una eternidad sin Cristo. Cuán importante es que usted esté seguro de su salvación. ¿Usted sabe que es hijo de Dios hoy? No todo el mundo es hijo de Dios. Sólo los que por la fe extienden la mano y aceptan el pago de Cristo por sus pecados pueden conocer esta salvación.
¿Ha venido usted al Señor Jesús? ¿El Espíritu de Dios en su interior le asegura su lugar en la familia de Dios? ¿Ve usted prueba de la persona de Jesús viviendo en usted y salvándole del pecado? ¿Experimenta usted a diario la realidad presente de esta salvación en la pureza de pensamiento, palabra, y acción? Si usted no está seguro cómo contestar estas preguntas, le emplazo que vaya al Señor ahora mismo. Confiese su pecado y venga a aceptar el casco de la salvación libremente ofrecido a todo él que cree. Póngase ese casco y llévelo puesto confiadamente. Es un símbolo de su estatus como hijo de Dios.
Para Considerar:
¿Ha aceptado usted alguna vez la salvación que ofrece el Señor? ¿Cómo lo sabe usted? ¿Qué prueba hay de esta salvación en su vida?
¿Cómo ha crecido usted en su comprensión de esta salvación a través de los años? ¿Es mucho más preciosa para usted hoy que de lo que fue jamás?
¿Cuál fruto de esta salvación ha experimentado usted en la actualidad?
¿Cómo nos protegen esta salvación y nuestra experiencia continua, diaria de su fruto, de los ataques del enemigo?
Para Orar:
Agradezca al Señor por la salvación maravillosa que Él ha ofrecido.
Pídale a Dios que le dé un nuevo aprecio cada día por lo que el Señor Jesús ha logrado por su salvación.
Pídale a Dios que le ayude a crecer en su experiencia y el fruto de la salvación que Él ha dado.
Tome un momento para orar por un amigo o pariente que no conoce esta salvación del Señor.
32 – La Espada del Espíritu
Leer Efesios 6:17
La última de las piezas de la armadura es la espada del Espíritu. Pablo nos dice que esta espada es la Palabra de Dios. ¿Por qué se llama a la Palabra de Dios “la espada del Espíritu?” ¿Cómo nos ayuda a entrar en la batalla ante nosotros? Consideremos estas preguntas con detenimiento.
¿De cuál es la “Palabra de Dios” que se habla aquí? La frase “Palabra de Dios” en la Biblia se refiere más a menudo a las mismas Escrituras inspiradas (Isaías 40:8; Marcos 7:13). Sin embargo Pablo también usó esta frase para referirse a la predicación del evangelio (2 Corintios 2:17; Filipenses 1:14). Estamos seguros al decir que la Biblia y su enseñanza, es la “Palabra” a la que se está haciendo referencia aquí en este versículo.
¿Por qué a la Palabra de Dios se le llama la “espada del Espíritu”? Tenemos que entender que el “Espíritu” al que se hace referencia aquí, es el Espíritu Santo. La Biblia es la “espada del Espíritu Santo” por dos razones fundamentales.
Primero, Él es el autor de esta Sagrada Escritura. Ésta es la enseñanza clara del apóstol en 2 Pedro 1:20-21:
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo inspiró las Sagradas Escrituras que tenemos hoy en los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Él es su verdadero escritor. Es por esta razón que esta “palabra” es atribuida a Él en este pasaje.
En segundo lugar, la Palabra de Dios es llamada la espada del Espíritu, porque Él elige usarla y facultarla para lograr la obra de Dios en las vidas de Su pueblo. Juan 17:17 nos dice que somos santificados (hechos más como Cristo) a través de la Palabra de Dios. Escuche lo que Pablo nos dice sobre las Sagradas Escrituras en 2 Timoteo 3:16-17:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Pablo nos dice muy claramente aquí que la Palabra de Dios (las Sagradas Escrituras) tiene como su propósito equiparnos en nuestra vida en Cristo. Es el ministerio del Espíritu Santo aplicarle estas Escrituras a nuestras vidas. Él le inyecta vida a estas Escrituras y las planta en nuestros corazones para producir fruto. Sin el trabajo del Espíritu Santo, las palabras de la Sagrada Escritura no tienen ningún impacto espiritual profundo en las vidas humanas.
En 1 Corintios 2:14 leemos:
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
La única manera en que verdaderamente podemos comprender las Sagradas Escrituras es mediante la iluminación del Espíritu Santo. Cuando Él nos ministra a través de la Palabra de Dios, Dios nos habla directamente. Se convierte en vida para nosotros. Vemos su aplicación a nuestras vidas de todos los días en formas que nunca las vimos antes. Las Escrituras son el recurso de Dios para llevarnos a la madurez.
Pablo, al escribir a los Tesalonicenses, les dice en 1 Tesalonicenses 1:5:
Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.
La predicación de Pablo no era solamente con palabras, sino también en el poder del Espíritu Santo. Muy claramente era el deleite del Espíritu Santo tomar la palabra que él había inspirado y potenciar su proclamación a través de los apóstoles. A Él todavía le encanta hacer esto hoy.
La espada de la Palabra de Dios, dotada de poder por el Espíritu Santo, es una defensa muy efectiva contra las fuerzas de Satanás. Puede que usted recuerde el tiempo cuando usted vino a conocer al Señor. Antes de esto, usted quizá había leído porciones de la Biblia, pero no había cambiado. Sin embargo un día usted se sentó bajo la predicación de esa Palabra y fue capturado por ella. Su corazón fue quebrado, y lágrimas corrieron por sus mejillas. Parecía que Dios le estaba hablando directamente a través de esas palabras. Usted estaba experimentando el poder del que Pablo habló en 1 Tesalonicenses 1:5. Esa palabra fue tan poderosa que usted no la pudo resistir. Le trajo convicción de su pecado y le liberó de las mentiras de Satanás en su vida. Esa misma palabra ha cambiado incontables vidas en nuestro mundo actualmente.
Satanás nos cerraba los ojos a la Palabra de Dios. Su tentación de Eva, en el paraíso terrenal, se centró en la palabra que Dios le dio. Él sabía que si él podía hacerla dudar de las claras instrucciones de Dios, él la tendría en sus manos. A veces la única defensa que tenemos contra del ataque del enemigo, es la enseñanza de las Escrituras. Jesús enarboló la Palabra de Dios como Su defensa contra Satanás cuando Él fue tentado en Mateo.
Puede estar convencido de que Satanás se esmerará en hacerle dudar lo qué Dios dice. Como nunca antes, Satanás ha estado apartando a nuestra sociedad de la enseñanza clara, inspirada de la Sagrada Escritura. Universidades y seminarios que fueron fundados en su enseñanza la han desechado, a favor de ideales más modernos. Ha sido desechada de nuestras escuelas. Las iglesias en nuestras naciones están comenzando a cuestionar su autoridad. Nunca antes la comunidad cristiana ha sido tan bíblicamente analfabeta. Nuestros hijos están creciendo sin conocer nada de la enseñanza de la Sagrada Escritura.
Satanás ha estado trabajando muy duro para desprestigiar la autoridad y la validez de la Sagrada Escritura en nuestra época. El resultado ha sido una enorme marea de inmoralidad practicada abiertamente y una enorme cantidad de confusión. Ésta es tierra fértil para Satanás y sus esfuerzos. La iglesia ha perdido su credibilidad en la comunidad porque ella, en la mayoría de los casos, ha abandonado la enseñanza clara de la Palabra de Dios. No podemos permitirnos el lujo de bajar nuestra espada. Más que nunca antes necesitamos la guía clara de la Sagrada Escritura. Como una brújula, esta Palabra nos guiará con seguridad a través del desierto de confusión y las mentiras que nos rodean.
No sólo Satanás intentará desmentir esta palabra, él también intentará interpretarla mal y aplicarla mal. En la tentación de Jesús en Mateo 4, Satanás no dudó en usar la Sagrada Escritura para su propio fin. ¿No es esta la razón para el éxito de las sectas en nuestra época?
Satanás también intentará involucrarnos en disputas entre nosotros mismos sobre las doctrinas. Es difícil decir si su arrojar dudas sobre la Sagrada Escritura o su tergiversación de la interpretación ha causado más daño en el mundo hoy. Por un lado, tenemos el ascenso del secularismo que niega la autoridad de la Palabra de Dios. Por otra parte, tenemos división radical y fanatismo causado por la mala interpretación de la Biblia. Lo que es claro en nuestra sociedad es que el enemigo está esmerándose en atacar la espada del Espíritu. Él sabe cuán poderosa arma es en las manos de un creyente verdadero.
Permítame decir unas pocas palabras de por qué a la Palabra de Dios se le llama espada. Es una espada por el juicio que trae. Ezequiel 21 habla de una gran espada que iba a estar pulida y afilada para traer el juicio a la tierra. En Apocalipsis 19:15 leemos del regreso del Señor. Él es descrito como que tiene una gran espada saliendo de Su boca. Esa espada es una espada de juicio. Un día cada uno de nosotros seremos juzgados según el estándar de la Sagrada Escritura. Al final no importará lo que pensemos. La palabra de Dios será nuestro juez. También juzgará a los demonios del infierno. El mismo Satanás estará delante de Jesús, la Palabra de Dios, y será condenado.
Esta misma palabra es llamada una espada por cómo puede perforar nuestros corazones y puede discernir nuestros pensamientos y nuestras intenciones (Hebreos 4:12). Puede que usted haya experimentado el poder de esta espada en su vida. Trae convicción de pecado. Como una luz, abre los secretos más oscuros de nuestros corazones. Como el cuchillo de un cirujano, amputa la rebelión y el pecado no deseado. Como un fuego derrite nuestra resistencia y emplaza nuestras actitudes. Es el deleite del Espíritu de Dios usar Su espada para purificarnos y atraernos más a nuestro Salvador.
Otra forma en la que la Palabra de Dios es una espada, se encuentra en su capacidad para esquivar los ataques del enemigo. Nos trae sabiduría en nuestro momento de necesidad. Nos conforta en nuestro desánimo. Nos trae paz en nuestra confusión. Con esta Palabra esquivamos los constantes ataques del enemigo para desalentarnos y confundirnos. Se convierte en nuestra seguridad en época de duda. No nos deja caer en el error.
El enemigo no puede soportar ver el fruto de esta espada en nuestras vidas. Él se encoge de miedo cuando él la ve eliminar las actitudes equivocadas que él ha trabajado tan duramente en cultivar. Le aflige cuando esa espada penetra profundamente en las partes ocultas de nuestras vidas para revelar asuntos ocultos y pecados secretos. Él se ve forzado a escapar a la punta de esta espada. Él no la puede resistir. Un día esa espada lo atacará por última vez. Una palabra de la boca del Señor, un simple golpetazo de Su espada, llevará a Satanás y sus ángeles a su derrota última.
Cuán importante es la Palabra de Dios hoy en la batalla espiritual. ¿La ve usted como un medio de esquivar los ataques del enemigo? ¿Pone usted voluntariamente su vida bajo el escrutinio de esta espada? ¿Usted está dispuesto a permitirle amputar las partes de su vida que no traen gloria al Señor Jesús? A veces éste es un proceso doloroso, pero es necesario si usted va a derrotar al enemigo.
Usted no puede menospreciar el poder de la Palabra de Dios en la batalla ante usted. Aférrese a ella en su hora de tentación. Reclame sus promesas cuando usted esté desalentado y abatido. Estúdiela cuidadosamente cuando usted esté necesitado de comprensión y sabiduría. Confíe en ella implícitamente cuando usted esté en sus momentos de duda. Exprésela públicamente con confianza e intrepidez. Escudríñela diariamente para encontrar guía y dirección. La palabra es una espada transformadora. Su poder vitalmente transformador puede penetrar el mismo corazón de su ser. Únicamente esta palabra tiene el poder para contrarrestar las mentiras del enemigo. No deje que nada le distraiga de ella. La victoria sólo puede encontrarse en la fidelidad a la Palabra de Dios.
Para Considerar:
¿Por qué se le llama a la Palabra de Dios la espada del Espíritu?
¿Cómo ha sido la Palabra de Dios una defensa para usted contra los ataques del enemigo? De ejemplos.
¿Hay pruebas alrededor suyo de que el enemigo está atacando a esta Palabra? ¿Qué nos dice esto sobre cuán importante es la espada del Espíritu en nuestra batalla contra el enemigo?
¿Qué papel juega esta espada en su vida hoy?
Para Orar:
¿Agradezca a Dios por el ánimo y la bendición que la Sagrada Escritura ha sido para usted? Agradézcale que esta Palabra ha sido su protección
¿Pídale a Dios que aumente su hambre y deseo ardientemente por Su Palabra?
Agradezca al Señor por el poder de esta espada para transformar la vida. Agradézcale que ella hará retroceder al enemigo.
33 – Orar en el Espíritu
Leer Efesios 6:18
Hasta ahora hemos visto que la armadura del cristiano tiene más que ver con nuestra posición en Cristo, que con lo que hacemos por Él. En otras palabras, la victoria en la batalla ante nosotros no depende tanto de lo que hacemos, que de quiénes somos en Cristo. Si queremos ganar la batalla ante nosotros, nos debemos vestir con el carácter de Jesucristo. Ésta es una cosa que el enemigo no puede tolerar. Cuando él ve el carácter de Jesús siendo revelado en nosotros, él tiene que escapar. Si queremos derrotar al enemigo, tenemos que vestirnos con lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros. Sin embargo más allá de esto, hay algo que Pablo les dijo a los efesios que tenían que hacer.
Orando en Todo Tiempo
“Oren en todo tiempo,” dijo Pablo. Éste es nuestro papel en la batalla contra Satanás y sus demonios. Fíjese que él les dijo a los efesios que “oraran en todo tiempo.”
No debemos orar sólo cuando las cosas se vuelven difíciles. Sin embargo ésta es a menudo nuestra costumbre. Muchas veces es sólo cuando estamos acorralados en una esquina y parece que no hay salida, es que pensamos en buscar la sabiduría del Señor y el poder. Pablo les dijo a los efesios que tenían que convertir la oración en un modo de vida. Ellos no debían esperar a que Satanás atacara –debían orar para prevenir sus ataques.
Pablo nos está diciendo que debemos bombardear a las fuerzas del infierno con constante oración. Como las flechas encendidas, estas oraciones penetran en las tropas del enemigo y derriban las fortalezas que él ha estado erigiendo. Usted puede estar seguro que Satanás nunca detendrá su ataque contra la iglesia. Un día tras otro, él insiste en levantar paredes divisorias. Él no cede en el empeño de arrojar cieno de rencor y odio. No podemos permitirnos tampoco el lujo de moderarnos en nuestras oraciones. Debemos contrarrestar sus flechas con las nuestras. Por la oración, el poder de Dios es desatado en las fortalezas de Satanás.
¿Recuerda usted la historia del combate de Moisés contra los amalecitas en Éxodo 17? Estos amalecitas luchaban implacablemente contra el pueblo de Dios para destruirlo. Durante este momento Moisés estaba de pie sobre la parte superior de una colina con sus brazos levantados, sujetando la vara de Dios en sus manos. Mientras que las manos de Moisés estaban levantadas, el enemigo era derrotado. Cuando sus manos se cansaban y las bajaba, el enemigo comenzaba a ganar la batalla. Exactamente así es como pasa en la batalla contra Satanás. La oración gana la victoria.
Pablo retó a los efesios a ser un pueblo de oración. La oración debe convertirse en nuestra manera de vivir. Debemos bañar nuestras decisiones en oración. Debemos bañar nuestros ministerios en oración. La oración tiene que convertirse en el foco de nuestra batalla contra Satanás y sus ángeles. El poder de Dios es desatado por medio de la oración. ¿Podría ser que la razón por la que Satanás ha estado avanzando tan rápidamente nuestra época, es porque hemos perdido de vista la necesidad de la oración en todo momento y en todas las ocasiones? No necesitamos más esfuerzo humano para combatir a Satanás; necesitamos más oración. La Sagrada Escritura está llena de este principio. Considere los siguientes ejemplos:
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.” (Lucas 18:1)
“gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.” (Romanos 12:12)
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6)
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;”(Colosenses 4:2)
“Orad sin cesar.” (1 Tesalonicenses 5:17)
Es realmente fácil ver cuán importante es la oración en esta batalla. Si vamos a ganar la batalla ante nosotros, debemos ser personas que se dediquen a orar, en todo momento y en todas las ocasiones.
Con toda oración y súplica en el Espíritu
Pablo también les dijo a los efesios que debían orar con toda clase de oración. Simplemente me gustaría considerar dos tipos de oración en esta discusión: la alabanza y la intercesión. Primero, con relación a las oraciones de acción de gracias y alabanza, hay veces cuando el enemigo es derrotado rápidamente por estas clases de oraciones. Cuando usted siente que él lo está presionando, levante su voz en sincera alabanza y acción de gracias por las bendiciones que el Señor ya le ha dado. Vea cual será el resultado de esto en la batalla ante usted. Cuando el enemigo oye el sonido de sincera alabanza, él se retira.
Puedo recordar haber estado trabajando en una iglesia en la isla Mauricio donde el enemigo había entrado y había causado gran división. Esta iglesia específica una vez había sido un verdadero testigo para la comunidad. Pero la bendición de Dios le había sido quitada. Había pasado mucho tiempo desde que una persona había llegado a la fe en Jesús. Los visitantes sentían una división muy clara en la iglesia. Los creyentes no se podían llevar bien. El rencor y la división permeaban toda la obra. Durante este tiempo el Señor puso en mi corazón la necesidad de la alabanza y la acción de gracias en esa obra. Comencé a buscar cosas por las que podríamos alabar al Señor como iglesia. Cada vez que vimos a Dios obrar en la vida de un miembro responder con amor y no con rencor, agradecíamos al Señor. Comenzamos a enfocar la atención en lo que Dios estaba haciendo, y las cosas comenzaron a cambiar. Pronto comenzamos a ver más y más razones para alabar al Señor. No había pasado mucho tiempo antes de que la opresión comenzara a desaparecer. Satanás no podía tolerar la alabanza y la acción de gracias. Mientras que él tuviera al pueblo de Dios enfocado negativamente en sus problemas, él estaba encantado de quedarse. Pero él no podía quedarse cuando ellos comenzaron a levantar sus corazones en alabanza. Las fortalezas del enemigo son quebradas por las oraciones de alabanza y acción de gracias.
Una segunda forma de oración, es la oración de intercesión u oraciones de súplica. En este tipo de oración le pedimos a Dios por nuestras necesidades y Su bendición en nuestros ministerios y vidas. También necesitamos este tipo de oración en la batalla ante nosotros. Dios se complace en darnos lo que necesitamos para enfrentar la batalla ante nosotros. Santiago 4:2 nos dice que no tenemos porque no pedimos. Repetidamente en la Biblia se nos llama a pedirle a Dios las cosas que necesitamos. ¿Necesita usted sabiduría para enfrentar al enemigo? Pídale a Dios. Él promete darla (Santiago 1:5). ¿Necesita usted fuerza o paciencia? Otra vez está allí para tomarla mediante la oración (1 Samuel 30:6). Todo lo que necesitamos para enfrentar al enemigo está allí para nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es pedir. Todavía tenemos que ver el poder total de la oración. Las fortalezas son derribadas simplemente porque pedimos. Los enfermos son curados según la voluntad de Dios porque les ponemos en Sus manos sanadoras. El pecador es restaurado porque alguien oró. La oración nos conecta ligeramente directamente con el poder de Dios. El enemigo es impotente ante esto.
Orad en el Espíritu
Hay una cosa final que tenemos que ver en este versículo. He dejado esto para el final porque quiero remarcar su importancia. Pablo nos dice aquí que tenemos que “orar en el Espíritu.” ¿Qué quiere decir esta frase? La tentación al orar es que venimos al Señor con nuestras propias ideas. Le decimos a Dios cómo Él tiene que obrar en las vidas de nuestros amigos y familiares. Le decimos cómo Él tiene que dirigir el universo y a quién Él tiene que sanar. Ésta no es la clase de oración de la que Pablo estaba hablando aquí. Él no estaba abogando a favor de una mentalidad de oración de “nómbralo, reclámalo.
Cuando Pablo nos dice que debemos orar en el Espíritu, creo que él nos está diciendo que tenemos que orar según la conducción y bajo la dirección y la inspiración del Espíritu. Este tipo de oración es sólo posible cuando estamos en sintonía con el impulso del Espíritu Santo de Dios y la clara enseñanza de la Palabra de Dios. Escuche lo que R.A. Torrey dice de orar en el Espíritu:
Cuando venimos a la presencia de Dios, debemos reconocer nuestra enfermedad, nuestra ignorancia de lo que es mejor para nosotros, nuestra ignorancia de las cosas por las que debemos orar, nuestra ignorancia de cómo debemos orar por ellas, en la conciencia de nuestra total incapacidad para orar correctamente, debemos consultar al Espíritu Santo para que nos enseñe a orar bien, y lanzarnos nosotros mismos completamente sobre Él para dirigir nuestra oración y conducir nuestros deseos y guiar nuestra expresión de ellos. No hay ningún lugar donde tengamos que reconocer tanto nuestra ignorancia como en la oración. Precipitarnos sin pensar en la presencia de Dios y pedir la primera cosa que nos venga a la mente, o por la que alguna persona irreflexiva nos ha pedido que oremos, no es orar en el Espíritu Santo y no es oración verdadera. Debemos esperar al Espíritu Santo y debemos entregarnos al Espíritu Santo. La oración que Dios Espíritu Santo inspira es la oración que Dios Padre contesta. (Torrey, R.A. La Persona y Obra del Espíritu Santo: Grand Rapids: Casa Publicadora Zondervan, 1974, páginas. 131,132)
Creo que Torrey tiene razón. ¿Cuán a menudo nos hemos precipitado desconsideradamente en la oración, orando por esto y por lo otro sin pensar qué propósito Dios podría tener? Pablo nos está diciendo que tenemos que orar según la conducción e impulso del Espíritu Santo. Satanás no tiene que preocuparse por las oraciones que hacemos en la carne buscando nuestra propia voluntad. Él incluso puede alentarle a continuar orando de esta manera. Santiago habló de este tipo de oración en Santiago 4:3 cuando él dijo:
Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Satanás está más que feliz de mantenernos orando carnalmente, porque entonces no somos una amenaza para él. Con el tiempo, perderemos entusiasmo y nos desalentaremos. Sin embargo cuán diferentes son esas oraciones inspiradas por el Espíritu Santo mismo. Estas oraciones están llenas de poder. Estas oraciones hacen retroceder a las fuerzas del infierno. Satanás no puede resistir a los que oran en la conducción del Espíritu.
La oración es mucho más que decirle a Dios cómo pensamos que Él debería dirigir el universo. La oración verdadera es conducida por el Espíritu. Es inspirada por el Espíritu. Dios contestará estas oraciones. El apóstol Juan lo aclara abundantemente en 1 Juan 5:14–15:
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Sólo comprendiendo la Palabra de Dios y conociendo el impulso del Espíritu de Dios, podemos pedir las cosas que están de acuerdo con la voluntad de Dios. La oración verdadera sólo puede ocurrir cuando estoy en comunión con el Espíritu Santo de Dios. Si estamos abiertos a Su conducción, el Espíritu Santo nos mostrará cómo orar. Él nos dirigirá en lo que necesitamos pedirle. Él incluso orará por nosotros y nos capacitará para orar bien (ver Romanos 8:26). Ore, en cualquier oportunidad, oraciones que estén motivadas y sean inspiradas por el Espíritu Santo de Dios. Este tipo de oración es muy poderosa y hará retirarse rápidamente al enemigo.
Para Considerar:
¿Cuándo debemos orar?
¿Cuál es la diferencia entre orar carnalmente y orar en el Espíritu?
¿Qué es lo que hay en la oración que la hace una fuerza tan poderosa contra los ataques del enemigo?
¿Qué le dice Dios a través de este pasaje sobre su propia vida personal de oración?
Para Orar:
Agradezca a Dios por el privilegio de la oración y cómo elige Él obrar mediante sus oraciones para llevar a cabo Sus maravillosos propósitos.
Pídale a Dios que le ayude en su vida de oración. Pídale que le enseñe cómo orar en la manera que dirige Su Espíritu.
34 – Estén Alertas
Leer Efesios 6:18
En esta meditación concluiremos nuestra reflexión sobre la armadura de Dios con dos comentarios finales relacionados con la batalla espiritual ante nosotros.
Estar Alerta
La primera cosa que Pablo les dijo a los efesios aquí, es que tenían que estar alerta. Recordemos el contexto de este pasaje. Pablo ha estado intentando comunicar que estamos involucrados en una gran batalla espiritual. Muchos de nosotros vivimos nuestras vidas sin pensar en esta batalla. Permítame asegurarle que la batalla está muy presente en la mente de Satanás. Ésta es su pasión y su obsesión. Su objetivo absoluto es destruir la obra de Dios. Él y sus ángeles ahora mismo están trabajando tan intensamente como pueden para distraer y destruir la obra que Dios quiere hacer en su vida. Usted no se atreve a negar esta batalla. Hacer eso es negar la autoridad de las Escrituras mismas. El apóstol Pedro lo dijo de esta manera en 1 Pedro 5:8:
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
Usted puede tener la seguridad de que usted está en la lista de asesinatos de Satanás. Él está observando cada movimiento suyo. Él está esperando el momento oportuno para enviar su flecha encendida contra usted. Usted le puede oír susurrar en su oído. Usted le puede sentir irritando su espíritu. Cuando usted menos lo espera, él se abalanzara directamente sobre usted con su bolsa de tentaciones. Lo que Pablo estaba diciendo a los efesios aquí, es que tenían que vivir sus vidas con conocimiento de la batalla espiritual. Debían estar alertas.
La palabra para alerta también se puede traducir por “mantenerse despierto.” Escuche lo que el Señor le dijo a la iglesia de Sardis en Apocalipsis 3:2-3:
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
Por medio de su siervo Juan, el Señor Jesús le suplicó a su pueblo que se despertara. Fíjese que si no se despertaban, morirían. El sueño del pueblo de Dios aquí, no era un sueño inocente. Era el sueño de la muerte. Mientras ellos dormían, Satanás les chupaba toda su vitalidad espiritual. Si no se despertaban perecerían. Jesús les dijo aquí que su sueño era el pecado. Tenían que arrepentirse.
Me pregunto si éstas no son palabras para la iglesia de la actualidad. ¿Hemos sido culpables nosotros de quedarnos dormidos mientras el enemigo devasta nuestra sociedad? Hemos visto iglesias enteras consumidas por el rencor y los celos caer en las manos del enemigo. Hemos visto denominaciones enteras volver sus espaldas a la enseñanza clara y autoritativa de la Palabra de Dios. Hemos observado a creyentes ser absorbidos por la tradición y el denominacionalismo y perder todo sentido de perspectiva en su fe. Hemos sido profundamente frustrados por los que parecen contentarse en permanecer estancados en su caminar espiritual, sin mostrar ninguna señal de desarrollo espiritual cada año. Vemos que la inmoralidad es hecha atractiva en nuestras televisiones, en nuestras “listas de mejores canciones exitosas” y en nuestros libros “bests sellers”. Dentro de unos años las generaciones futuras muy bien pueden preguntar, ¿“Dónde estaban los creyentes cuando todo esto estaba ocurriendo?” ¿Nos hemos quedado dormidos? Éste no es de ninguna manera un sueño inocente. Cuando dormimos, el enemigo está succionando la vida de nuestras iglesias y de la sociedad. Éste es un sueño mortal.
La llamada a despertarse es muy real. En Romanos 13:11 Pablo dice:
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
A medida que se acercan los días del fin, tendremos que estar aun más atentos. Satanás redoblará sus esfuerzos. No podemos permitirnos el lujo de dormir porque ésta es la hora de la batalla.
En 2 Reyes 6 tenemos una historia muy interesante acerca del profeta Eliseo y su criado. El rey enemigo de Siria estaba tratando de capturar al profeta de Dios y había rodeado la ciudad donde Eliseo se estaba quedando. Cuando su criado miró para afuera y vio la ciudad rodeada por el enemigo, él temió por su vida. Eliseo oró para que Dios le abriera los ojos a su criado para que él pudiera ver verdaderamente lo que había allá afuera. Cuando Dios abrió los ojos de su criado, él vio las montañas llenas de caballos y carros de fuego. Éstos eran los ángeles de Dios que Él había enviado para proteger a Eliseo y su criado. A menudo me he preguntado cómo sería ver por un instante la batalla espiritual invisible que se embravece alrededor nuestro. Creo que nunca más seríamos los mismos. Invisible al ojo físico, la batalla se embravece. Debemos estar en guardia.
Ore Por Todos los Santos
Hay una segunda cosa que tenemos que comprender de este pasaje. Pablo les dijo a los efesios que, a consecuencia de la batalla ante ellos, tenía que estar orando siempre por los santos. Esto me dice algo muy importante. En esta batalla, tenemos que cuidarnos mutuamente.
En este contexto particular, Pablo retó a los creyentes a que oraran por él para que él recibiera gran coraje en el evangelio. El Señor espera que nosotros respaldemos a sus siervos en la proclamación del evangelio. Mediante nuestras oraciones luchamos junto a nuestros hermanos en la causa de Cristo.
En Gálatas 6 Pablo les dijo a los gálatas que tenían que protegerse mutuamente en la batalla ante ellos. Él les dijo a los gálatas en Gálatas 6:1 que si un hermano fuera sorprendido en alguna falta, ellos tenían que hacer su parte para restaurarle en un espíritu de mansedumbre. En el versículo 2 Pablo les dijo a los gálatas que teníamos que llevar las cargas los unos de los otros. Los gálatas debían aprovechar cada oportunidad para hacerles bien a sus hermanos (versículo 10). Nadie debería tener que combatir la batalla solo. Como familia, debemos cuidarnos mutuamente.
Qué cosa tan estupenda es saber que tengo un equipo de guerreros de oración para cubrirme cuando me lanzó a atacar las fuerzas del infierno. Nunca fue el objetivo de Dios que combatiéramos esta batalla por nuestra cuenta. Él ha prometido vestirnos con toda la armadura necesaria. Mediante la oración bombardeamos las fortalezas del Diablo. Juntos como un ejército poderoso nos cuidamos y apoyamos mutuamente en esta gran batalla contra el enemigo. Con nuestra armadura puesta, la oración como nuestra arma, y nuestros hermanos a la orilla nuestra, avanzamos en el nombre de Cristo. En Él somos más que vencedores.
Para Considerar:
¿Qué prueba hay a nuestro alrededor (en nuestra iglesia y sociedad) de la presencia del enemigo?
¿Usted ha estado alerta? ¿Hay algunas áreas dónde su sociedad o su iglesia duermen?
¿La oración está cubriendo su ministerio? ¿Cuán importante es este respaldo?
¿Está usted apoyando a sus hermanos en oración? ¿Hay personas por las que usted tiene que orar más diligentemente?
Para Orar:
Pídale a Dios que le haga más consciente de la naturaleza de la batalla alrededor de usted hoy.
Pídale al Señor que le ayude a estar más alerta y tomar en serio esta batalla.
Pídale que le muestre lo que usted tiene que hacer para despertar a otras personas sobre la realidad de la batalla ante ellas. Tome un momento para orar por un amigo que está luchando hoy.
35 – Observaciones Finales
Leer Efesios 6:19–24
Pablo había emplazado a los creyentes en Éfeso a que oraran en el Espíritu en todas las ocasiones. Aquí en los versículo 19 y 20, él les pidió oración en particular para él mismo y el ministerio para el cual el Señor le había llamado. Él les pidió que le pidieran al Señor que le ayudara a hablar sin miedo. Hay algunas cosas que tenemos que mencionar aquí en esta petición de Pablo.
Fíjese primero que Pablo no estaba dependiendo de su propia sabiduría para proclamar los misterios de Dios. Él les pidió a los efesios que oraran para que cada vez que él abriera su boca, Dios le diera palabras. Éstas no eran sus palabras, sino que eran palabras inspiradas por el Espíritu Santo. En 1 Corintios 2 Pablo les recordó a los corintios que cuando él vino a ellos, él estaba decidido a no predicarles su propia sabiduría. De todos los apóstoles, Pablo fue probablemente el más culto. Habría sido sumamente fácil para él confiar en su propia educación y su propio conocimiento para convencer a las personas. La oración de Pablo era que el Señor lo preservara de esto.
Fíjese en segundo lugar que Pablo luchó con el miedo. A menudo vemos al apóstol como un hombre que no conocía el miedo. Sin embargo cuando él escribió a los corintios, él les dijo que cuando él vino a ellos, él vino en debilidad, con temor, y temblor (1 Corintios 2:3). El apóstol tenía muchas razones humanas para tener miedo. Su vida estaba en peligro a cada instante. Cuando él hablaba en nombre del Señor, él a menudo enfurecía a sus audiencias. Pablo sabía que su mensaje no siempre sería aceptado. Él necesitó audacia para hablar las palabras que Dios le daba. El ministerio de hablar los misterios de Dios no era para cobardes. Pablo fue embajador de Dios atado con cadenas. Hablar las palabras del Señor Jesús, había llevado a la cárcel a este gran apóstol.
Fíjese finalmente que en estos versículos el apóstol tenía que estar dispuesto a abrir la boca. Dios generalmente no nos obliga a hablar en Su nombre. Al contrario, cuando voluntariamente Le entregamos nuestros labios, Él nos utiliza. Él es manso por naturaleza. Cuando Pablo abría su boca, Dios la usaba. Si él se hubiera quedado en casa esperando a que Dios le abriera la boca, él nunca habría logrado las cosas que él logró para la gloria de Dios. Cada vez que el apóstol abrió su boca fue un acto de fe. Él tenía que confiar que el Señor la llenaría con las palabras correctas.
Dios espera que nosotros asumamos una postura también. Él espera que nosotros nos movamos hacia adelante en fe. Cuando usted ora que Dios le dé palabras, usted tiene que abrir la boca para hablar. Cuando usted pide que Dios le ponga en contacto con incrédulos, usted tiene que moverse hacia adelante en verdad y extender la mano a los que le rodean. No es bueno orar si usted no está dispuesto a dar el paso al frente de fe.
Pablo concluyó su carta con algunos comentarios acerca de su amigo Tíquico, quien había viajado con Pablo en su viaje misionero (ver Hechos 20:4). Obviamente restringido en sus movimientos, el apóstol envió a Tíquico a los efesios para hacerles saber lo que él estaba haciendo y también para alentarlos en su fe. ¿Podría ser que fuera Tíquico fue el que debía darle esta carta a los efesios? No hay duda que Tíquico regresaba al apóstol Pablo con noticias acerca de los efesios también.
Cuando el apóstol concluyó su carta, él bendijo a la iglesia de Éfeso con la paz, amor, fe, y la gracia de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Su deseo para los efesios era que la abundancia del Señor Jesús fuera su porción. Por la gracia Dios había creado la iglesia y la había equipado para vivir en una comunidad unificada y emprender una guerra victoriosa contra todas las fuerzas del mal. El conocimiento y la práctica de las cosas contenidas en la carta sostendrían a los creyentes efesios a través de todas las luchas y las pruebas que enfrentarían. Que nosotros también podamos crecer en la plenitud de Cristo en nosotros para la alabanza de Dios Padre.
Para Considerar:
¿Qué nos enseña este pasaje acerca de cuán importante era la oración para el apóstol Pablo?
¿Qué le hace temer expresarse públicamente en nombre del Señor?
¿Cuál es la relación entre abrir nuestras bocas y dejar que Dios las llene? ¿Por qué usted supone que Dios generalmente no nos obliga a hacer Su voluntad?
Para Orar:
Pídale al Señor que le dé la audacia que usted necesita para hablar Su palabra.
Pídale al Señor que le dé una experiencia más profunda de Su gracia, amor, y paz.
Dele gracias a Dios por las veces que Él específicamente le facultó a hablar o ministrar en Su nombre. Pídale al Señor que le dé más de estas oportunidades para Su gloria.