Mateo, Marcos y Lucas (Volumen 1)
F. Wayne Mac Leod
Copyright © 2009 by F. Wayne Mac Leod
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro podrá ser transmitida de ninguna forma o por ningún medio sin permiso escrito del autor.
Todas las citas de las Escrituras, a menos que se indique lo contrario, son tomadas de la Santa Biblia versión Reina Valera 1960.
Las citas señaladas con NVI son tomadas de la Biblia Nueva Versión Internacional, copyright 1999.
Agradecimientos especiales a los correctores Diane Mac Leod, Lillian Mac Neil, sin los cuales este libro sería mucho más difícil de leer.
Tabla de Contenidos
- Prólogo
- 1 – Mateo 1:1-17; Lucas 3:28-38 – Genealogías
- 2 – Marcos 1:1; Lucas 1:1-4 – Introducciones
- 3 – Lucas 1:5-25 – El Anuncio a Zacariás
- 4 – Lucas 1:26-38 – El Anuncio a María
- 5 – Lucas 1:39-56 – María y Elizabet
- 6 – Lucas 1:57-80 – El Nacimiento de Juan el Bautista
- 7 – Mateo 1:18-25 – El Anuncio de José
- 8 – Lucas 21:1-21 – Belén
- 9 – Lucas 2:22-38 – La Presentación en al Templo
- 10 – Mateo 2:1-12 – La Visita de Los Magos
- 11 – Mateo 2:13-23; Lucas 2:39-40 – El Escape a Egipto
- 12 – Lucas 2:41-52 – El joven Jesús en el Templo
- 13 – Mateo 3:1-6; Marcos 1:2-6; Lucas 3:1-6 – Juan comienza su ministerio
- 14 – Mateo 3:7-10; Lucas 3:7-14 – El Mensaje de Juan
- 15 – Mateo 3:11-12; Marcos 1:7-8; Lucas 3:15-18 – Juan Presenta a Jesús
- 16 – Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13 – La Tentación de Jesús
- 17 – Mateo 4:12-17; Marcos 1:14-15; Lucas 3:19-20, 4:14-30 – Jesús va a Galilea
- 18 – Mateo 4:18-20; Marcos 1:16-20; Lucas 5:1-11 – Pedro, Andrés, Jacobo y Juan
- 19 -Mateo 8:14-17; Marcos 1:21-34; Lucas 4:31-41 – Capernaún
- 20 – Mateo 4:23-25;, 8:2-4; Marcos 1:35-45; Lucas 4:42-44, 5:12-16 – El Leproso Sanado
- 21 – Mateo 9:1-8; Marcos 2:1-121; Lucas 5:17-26 – El Paralítico
- 22 – Mateo 9:9-13; Marcos 2:13-17; Lucas 5:27-32 – Mateo
- 23 – Mateo 9:14-17; Marcos 2:18-22; Lucas 5:33-39 – Odres Viejos
- 24 – Mateo 12:1-8; Marcos 2:23-28; Lucas 6:1-5 – Los Campos Sembrados
- 25 – Mateo 12:9-14; Marcos 3:1-6; Lucas 6:6-11 – El Hombre de la Mano Seca
- 26 – Mateo 12:15-21; Marcos 3:7-19; Lucas 6:12-16 – La Elección de los Doce
- 27 – Mateo 5:1-12; Lucas 6:17-26 – Las Bienaventuranzas
- 28 – Mateo 5:13-16 – Sal y Luz
- 29 – Mateo 5:17-48; Lucas 6:27-36, 16:16-17 – La Ley Cumplida y Exaltada
- 30 – Mateo 6:1-8, 16-18 – La Práctica Pública de la Fe
- 31 -Mateo 6:9-15 – La Oración del Señor
- 32 – Mateo 6:19-24 – Tesoros en el Cielo
- 33 – Mateo 6:25-34 – Preocuparse por el Mañana
- 34 -Mateo 7:1-6; Lucas 6:37-42 – Juzgar a los Demás
- 35 – Mateo 7:7-12 – Dar y Recibir
- 36 – Mateo 7:13-14 – La Puerta
- 37 – Mateo 7:15-23; Lucas 6:43-45 – Los Falsos Profetas
- 38 – Mateo 7:24-8:1; Lucas 6:46-49 – Una casa Sobre Una Roca
- 39 – Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10 – El Siervo del Centurión
- 40 – Lucas 7:11-17 – El Hijo de la Viuda
- 41 – Mateo 11:12-15; Lucas 7:18-30 – Una Palabra sobre Juan el Bautista
- 42 – Mateo 11:16-24; Lucas 7:31-35 – El Rechazo de Jesús
- 43 – Mateo 11:25-30 – Venid a Mí
- 44 – Lucas 7:36-50 – Una Cena en la Casa de un Fariseo
- 45 – Mateo 12:22-30; Marcos 3:20-27; Lucas 8:1-3 – Endemoniados Sanados
- 46 – Mateo 12:31-37; Marcos 3:28-30 – El Pecado Imperdonable
- 47 – Mateo 12:38-45; Lucas 11:24-26 – Buscando una Señal
- 48 – Mateo 12:46-50; Marcos 3:31-35; Lucas 8:19-21 – La Verdadera Familia de Cristo
- 49 – Mateo 13:1-23; Mateo 4:1-25; Lucas 8:4-18 – La Parábola del Sembrador
- 50 – Marcos 4:26-29 – La Parábola del Crecimiento de la Semilla
- 51 – Mateo 13:24-30 – La Parábola del Trigo y la Cizaña
- 52 – Mateo 13:31-32; Marcos 4:30-32; Lucas 13:18-19 – La Parábola de la Semilla de Mostaza
- 53 – Mateo 13:33-35; Marcos 4:33-34; Lucas 13:20 – La Parábola de la Levadura
- 54 – Mateo 13:36-43 – La Parábola del Trigo y la Cizaña Explicada
- 55 – Mateo 13:44-46 – Parábolas del Tesoro Escondido y la Perla de Gran Precio
- 56 – Mateo 13:47-50 – La Parábola de la Red
- 57 -Mateo 13:51-53 – La Parábola sobre el Dueño de la Casa
- Índice de Pasajes Bíblicos
Prólogo
Mateo, Marcos y Lucas cuentan la historia de la vida y ministerio del Señor Jesucristo desde su nacimiento hasta su resurrección y ascensión. Hay mucha repetición en lo que estos tres autores narran. Ellos cuentan la misma historia. Con el objetivo de no ser repetitivo, he decidido examinar las narraciones en conjunto. Las historias que Mateo, Marcos y Lucas narran no sólo se complementan unas a las otras, sino que al examinarlas juntas, nos dan una mejor imagen de la vida y ministerio del Señor Jesús.
He encontrado algunos problemas al armonizar las narraciones de Mateo, Marcos y Lucas. El principal tuvo que ver probablemente con el orden de los hechos. Los escritores del evangelio no siempre cuentan los sucesos de la vida de Cristo en el mismo orden. Esto es de esperarse debido a que cada uno tiene un propósito diferente. Este comentario no es una autoridad en el orden de los sucesos narrados en los Evangelios.
Otro problema que he encontrado es realmente más para el lector. Debido a que estoy comentando los tres evangelios a la misma vez, el lector se ve forzado a saltar de un pasaje a otro. Me disculpo por esto y me doy cuenta de que esto hace difícil encontrar un pasaje específico. Para simplificar esto he anexado un índice de pasajes y el capítulo donde el lector puede encontrar el comentario. Consulte el índice si usted está buscando un pasaje en particular.
La gran cantidad de material que se abarca en estos tres Evangelios es un reto más. He decidido hacerlo en tres volúmenes. En este primer volumen examinaremos el nacimiento y los primeros años del ministerio de Jesús. Vea el índice para una lista más detallada de los pasajes incluidos en este primer volumen.
Es mi oración que este comentario le revele más a Jesús. Que le muestre Su gracia, Su misericordia, Su amor y Su justicia. Que lo rete a usted a seguir Su ejemplo y a abrir su corazón a Él y a la obra que hizo a su favor.
Este comentario, igual que los demás de esta serie, está diseñado para ser un devocional. Es mi deseo que no sólo transmita conocimiento sino también vida. Es mi deseo que cada lector entienda el pasaje y sea cambiado por su verdad. Confío en que usted será una persona diferente después de estudiar estos importantes libros de la Biblia. Que Dios le bendiga ricamente al comenzar este estudio.
F. Wayne Mac Leod
1 – Genealogías
Lea Mateo 1:1-17; Lucas 3:23-38
Comenzamos nuestro estudio de la vida de Jesucristo examinando las genealogías recogidas para nosotros en Mateo y Lucas. Antes de examinarlas, no obstante, es importante comprender algo acerca de los autores.
Mateo era un cobrador de impuestos judío. El registro de cómo él llegó a conocer al Señor se encuentra en Mateo 9:9. El Señor Jesús lo invitó a dejar su ocupación como cobrador de impuestos y a seguirle. Mateo hizo exactamente eso. Se piensa que Lucas, por otro lado, era un Gentil. Muchos creen que él se convirtió mediante el ministerio del apóstol Pablo. Él era probablemente un doctor de profesión y seguía a Pablo en sus viajes misioneros. Sus trasfondos diferentes se reflejarán en sus libros.
Comenzaremos con algunos comentarios del reporte de la genealogía de Mateo. Mateo comenzó su genealogía haciendo énfasis en el hecho que Jesús era hijo de David e hijo de Abraham. Éstos eran dos personajes claves en la mente judía. Abraham era el padre de la nación judía. Desde un punto de vista profético, el Mesías debía venir como descendiente de David, el hijo de Isaí (Isaías 11:1). La genealogía de Mateo comienza con Abraham para enfatizar las raíces Judías de Cristo. Transita a través de David para enfatizar su linaje real y el cumplimiento de la profecía que el Mesías vendría del linaje de David.
Hay otro detalle importante que nosotros necesitamos mencionar en este contexto. Hemos notado que Mateo era un publicano. Como coleccionista de impuestos, él era detestado por la comunidad judía y considerado un marginado. Estos publicanos recogían impuestos para las tan odiadas autoridades romanas. Ellos también ganaban su dinero de las espaldas de sus hermanas y hermanos judíos.
Lo que es significativo que notemos aquí es que la genealogía de Mateo menciona a cuatro mujeres desde los versículos tres al seis. Dos de estas mujeres eran Gentiles (Rahab y Rut). De las cuatro mujeres mencionadas en esta genealogía tres de ellas tenían mala reputación. Tamar tuvo un hijo posando como prostituta y engañando a su suegro. Rahab también era una prostituta en los días de Josué. Betsabé, la esposa de Urías, quedó embarazada debido a una relación adúltera con David. Mateo, como publicano, se podía identificar con los marginados. Él sabía lo que se sentía al experimentar el rechazo de la comunidad. Estos nombres no eran esenciales en la genealogía (la cual se indicaba a través del esposo y no de la esposa) pero ellas son claramente mencionadas. ¿Podría ser que Mateo encontraba gran consuelo en el hecho que estas mujeres estaban en la genealogía de Cristo? Jesús era amigo de los pecadores y los marginados. Es significativo que Mateo menciona a estas mujeres en su genealogía.
La genealogía de Mateo está dividida en tres secciones con catorce generaciones recogidas en cada sección. Estas secciones están divididas por eventos históricos significativos. La primera lista parte de Abraham, el padre de la nación judía, hasta el Rey David (versículos 1-6). La segunda división es desde el Rey David hasta el exilio (versículos 7-11). La última división es desde el exilio hasta la venida de Jesucristo (versículos 12-16). Es importante notar que para mantener su lista de tres grupos de catorce generaciones, Mateo se ve obligado a omitir a ciertos individuos en su lista. No era raro omitir nombres en esta clase de registro genealógico. El propósito aquí no es dar todos los detalles, sino rastrear las raíces de Cristo desde Abraham y a través de David.
Hay otro elemento importante que notar en la genealogía de Mateo. Mateo 1:17 nos dice que hay catorce generaciones en cada división histórica. El problema es que parece que falta un nombre. En el total hay sólo cuarenta y un nombres en esta lista dejando la última división con sólo trece nombres en lugar de catorce. Este problema puede resolverse, sin embargo, examinando lo que Mateo nos dice en el versículo 17. Él nos dice que desde Abraham hasta David había catorce generaciones. De David al exilio él tiene también catorce nombres. En otras palabras, David debe ser incluido aquí dos veces en esta lista.
La genealogía de Lucas en Lucas 3:23-38 es ligeramente diferente a la de Mateo. Mateo empieza con Abraham y llega hasta Cristo. Lucas empieza con Jesús y retrocede hasta Adán. De nuevo es importante notar que no todas las generaciones están incluidas en esta lista. Aunque Mateo quiere rastrear la genealogía de Jesús desde Abraham, el padre de la nación judía, Lucas, como Gentil, retrocede hasta Adán, el padre de todas las naciones.
Otro detalle importante para notar sobre la genealogía de Lucas es que parece ser radicalmente diferente a la de Mateo. Una mirada rápida a los nombres en estas genealogías nos haría preguntarnos si estamos mirando a la misma persona. Existe debate sobre estas dos genealogías. Lucas rastrea a los descendientes de María y no de José como era de costumbre. La razón para esto puede ser que en la mente de Lucas, José no era el padre biológico de Jesús. María era su madre biológica. Una vez más, como doctor, Lucas habría estado particularmente interesado en ser exacto sobre sus verdaderos padres. Dando énfasis a María en lugar de José, Lucas subraya el nacimiento virginal de Cristo.
Lucas 3:23 nos dice que el padre de José era Elí. Mateo 1:16, por otro lado, dice que su padre era Jacob. Debido a que la costumbre era rastrear el linaje a través del varón, Lucas empieza con José como el representante de María. Elí era en realidad el suegro de José.
Lucas también rastrea la genealogía de Jesús a través de David. Lucas quiso mostrar a sus lectores que Jesús era el cumplimiento de la profecía y el Mesías del linaje de Isaí, el padre de David.
Vemos aquí que Mateo y Lucas cada uno tiene un enfoque diferente. Ellos presentan al Señor Jesús y los eventos de su vida de maneras ligeramente diferentes. Es útil para nosotros ver estos variados registros de la vida de nuestro Señor. Ambos registros nos muestran que el Señor Jesús, como el Hijo de Dios, vino a esta tierra y se identificó con nosotros. Su genealogía puede remontarse sin embargo a través de los linajes humanos aunque Él no tuvo ningún padre terrenal. Las genealogías son importantes al mostrarnos que Jesús se hizo uno con nosotros en su humanidad.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseñan estas genealogías acerca de lo que era importante para Mateo y Lucas sobre la vida de Cristo?
- ¿Qué nos enseña la inclusión de Rahab, Tamar, Rut y Betsabé por Mateo acerca del Señor Jesús y su interés por los marginados y pecadores?
- Tome un momento para considerar lo que debe haber significado para el Señor Jesús tomar un cuerpo humano y hacerse un hombre. ¿Cuál es su respuesta a esta realidad?
- ¿Por qué es importante que nosotros veamos que Jesús tuvo un linaje humano?
Para Oración:
- Agradézcale al Señor que Él puede identificarse con nosotros como humanos porque Él se humanó.
- Agradézcale al Señor que Él tiene interés por los pecadores y los marginados.
- Agradézcale al Señor por la manera que esta genealogía nos muestra que Jesús fue el cumplimiento perfecto de la profecía.
- Agradézcale al Señor por su buena voluntad de tomar un cuerpo humano para alcanzarnos. Pídale que le permita estar dispuesto a ofrecerse usted mismo a Él.
2 – Introducciones
Lea Marcos 1:1; Lucas 1:1-4
Mientras continuamos examinando los Evangelios y lo que narran sobre la vida del nuestro Señor, es importante que tomemos un momento para examinar las frases introductorias tanto de Marcos como de Lucas.
Marcos comienza con una declaración muy simple en el versículo 1: “Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.”
Antes de comentar este versículo puede ser útil considerar la identidad de Marcos. Por lo general existen dos tradiciones relacionadas con su identidad. Algunos comentaristas lo ven como el Juan Marcos cuya vida está registrada para nosotros en el libro de Hechos. Él fue colaborador de Pablo y Bernabé en sus viajes misioneros. La segunda tradición dice que es la persona de la que se habla en 1 Pedro 5:13:
“La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo”
Si este segundo individuo es el Marcos que escribió el Evangelio, él muy probablemente sería un convertido del apóstol Pedro.
Quienquiera que haya sido el autor, está claro que era alguien conocido por los apóstoles, que trabajó con ellos y tuvo su apoyo y aprobación en los que escribió sobre nuestro Señor.
La introducción de Marcos es muy simple, “Principio del Evangelio de Jesucristo el Hijo de Dios”. Aquí se habla de dos cosas. Primero, Jesús era el Cristo. La palabra Cristo significa “ungido” y está asociada con el Mesías que vendría para salvar a su pueblo de sus pecados. En segundo lugar, Jesús era el Hijo de Dios. El término “Hijo de Dios” se refiere al hecho que Jesús era Dios en su naturaleza y atributos. No hay dudas en la mente de Marcos que Jesús era Dios y el Mesías que habría de venir.
Marcos pasa inmediatamente de esa breve introducción al bautismo de nuestro Señor por Juan el Bautista. No se menciona nada sobre su nacimiento o su niñez. Su interés de centra en el ministerio de Jesús. Debemos depender de los otros escritores del Evangelio para los detalles del nacimiento y la niñez de Cristo.
La introducción de Lucas a su Evangelio es muy diferente. Comienza explicando a los lectores cómo él llegó a escribir su Evangelio. Lucas les dice a sus lectores que había muchos relatos circulando acerca de los hechos relacionados con la vida de Jesús. Como deben imaginar, entre esas historias debe haber habido sucesos que no podían confirmarse. Lucas creyó necesario escribir su libro para tener un registro exacto de los milagros confirmados y de aspectos de la vida de nuestro Señor. El recopiló los hechos que le fueron documentados por testigos oculares y siervos del Señor que presenciaron su vida y milagros (versículo 2). Lo que Lucas nos narra son evidencias confirmadas. Sus testimonios de la vida de Jesús vienen de personas que los experimentaron de primera mano. Como médico, Lucas es muy cuidadoso al preservar los hechos claros y confirmados sobre la vida y ministerio del Señor Jesús. Note que aclara en el versículo 3 que “ha investigado con diligencia todas las cosas desde su origen”. Lucas asegura que no hay lugar para las dudas en los hechos que narra pues éstos son verdaderos. Su intención fue la de proporcionar la lector un relato en el cual pudieran confiar.
Lucas dirige su Evangelio al “excelentísimo Teófilo”. La identidad de Teófilo es desconocida, y es muy significativo que sea tratado como “excelentísimo”. Esta frase era utilizada frecuentemente en los tiempos de Lucas para dirigirse a personas de la nobleza o la realeza. Vemos también esta frase, por ejemplo, en el libro de Hechos, que también fue escrito por Lucas.
“Oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud.” (Hechos 24:3, RV 1960)
“Más él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.” (Hechos 26:25, RV 1960)
En los dos casos mencionados anteriormente, el término “excelentísimo” se usa para referirse a gobernadores. Esto ha llevado a que algunos comentaristas asuman que Lucas estaba escribiendo este Evangelio de forma oficial para un individuo particular de noble rango en la sociedad.
El nombre “Teófilo” viene de dos palabras Griegas que significan “los que aman a Dios”. Esto ha dado lugar a que otros comentaristas asuman que Lucas está escribiendo para todos los que “aman a Dios”.
Lo que queda claro en este prefacio de Lucas es que tenemos absoluta garantía de él mismo que lo que nos narra es verídico. Lucas deja bien claro esto en el versículo 4 al decir a los lectores que él había escrito aquellas cosas “para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”. El libro de Lucas pretende eliminar toda duda de las mentes del pueblo de Dios en relación a los hechos de la vida de nuestro Señor.
Para Consideración:
- ¿Qué nos dice la introducción del Evangelio de Marcos sobre lo que él creía en relación al Señor Jesús?
- ¿Cómo asegura Lucas a sus lectores la veracidad de los hechos que narra para ellos en su prefacio?
- ¿Cuán importante es que los escritores de los Evangelios hayan conocido a Jesús o a los apóstoles personalmente? ¿Le añade esto validez a lo que dicen?
Para Oración:
- Agradezca el Señor el haber puesto en los corazones de estos individuos el deseo de escribir cuidadosamente sobre los detalles de Su vida.
- Agradezca el Señor por la manera en que ha preservado los detalles de Su vida durante generaciones de manera que usted y yo podamos leerlos aún en la actualidad.
- Agradézcale por la seguridad que tenemos de que la historia de Su vida es absolutamente fidedigna.
3 – El Anuncio a Zacariás
Lea Lucas 1:5-25
En Lucas 1:5-25 conocemos a un sacerdote llamado Zacarías. El pertenecía a la división sacerdotal de Abías. 1 de Crónicas 24:1 nos dice que los descendientes de Aarón fueron distribuidos en veinticuatro divisiones y se les asignaron varias responsabilidades en el templo. La esposa de Zacarías, Elizabet, provenía también de un linaje sacerdotal. Era descendiente de Aarón. Al leer el versículo 6 comprendemos que Zacarías y Elizabet no sólo provenían de linaje sacerdotal, sino que ambos eran temerosos de Dios y guardaban Sus mandamientos y estatutos rigurosamente.
Zacarías y Elizabet, aunque vivían para el Señor, no habían podido tener hijos. Esto era bien conocido por la comunidad, y era algo muy difícil de manejar para ellos en su vida de pareja. En su cultura, los hijos eran un signo de bendición del Señor. Para ellos obviamente era muy triste que no hubiera un descendiente para mantener el apellido. Tanto Elizabet como Zacarías se estaban poniendo viejos y estaban llegando al punto en que sus esperanzas de tener un hijo se desvanecían (versículo 7).
Un día, Zacarías estaba cumpliendo con sus obligaciones en el templo. Le tocaba ofrecer incienso delante del Señor (versículo 9). Estaba en el Lugar Santo del templo quemando su ofrenda en el altar del incienso. Los adoradores se habían reunido en el patio para orar. Mientras Zacarías quemaba el incienso se le apareció un ángel. Lucas nos dice que el ángel estaba puesto en pié en el lado derecho del altar (versículo 11). El lado derecho se usa frecuentemente en las Escrituras para hacer alusión a favor y bendición. Jesús está sentado a la diestra del Padre en el cielo (Mateo 26:64). Un padre o sacerdote coloca su mano derecha sobre la cabeza de la persona que desea bendecir (Génesis 48:17-20). ¿Podría ser que el ángel quería comunicar que el favor de Dios estaba sobre Zacarías?
Cuando Zacarías vio el ángel se turbó y sintió temor (versículo 12). Al estar en el Lugar Santo, estaba separado del resto de las personas en el templo. Él y el ángel estaban solos. El ángel vio el temor de Zacarías y lo tranquilizó (versículo 13).
Noten en el versículo 13 que el ángel le dice a Zacarías que su oración por un hijo ha sido escuchada. De aquí deducimos que ellos habían estado orando para que el Señor les diera un hijo, lo que nos confirma que este asunto había sido una carga en sus corazones. Por mucho tiempo habían estado orando sin ver una respuesta a su oración. El momento de la respuesta había llegado. El ángel le informó a Zacarías que el Señor les iba a dar un hijo. Que debían llamarlo Juan. El nombre en hebreo significa “La Gracia o Misericordia de Dios”
El ángel luego informó a Zacarías que ese niño no sería un niño común y corriente. Que nacería con un propósito en particular. Que su nacimiento daría a sus padres gran gozo y alegría. Que ellos serían consolados en su dolor y animados de que Dios tuvo compasión de ellos en su necesidad.
Hay momentos en los que nos preguntamos si el Señor está escuchando nuestra oración. Este pasaje nos dice que el Señor no es sordo ante nuestro clamor. Su tiempo no es el nuestro. El visitó a Elizabet y a Zacarías en Su tiempo. Aquél sería un niño muy especial. Llevaría a cabo mucho más de lo que sus padres podían imaginar. Su nombre pasaría a la historia por el propósito que Dios tenía para su vida. Dios no demora su respuesta a nuestra oración sin un motivo. Aquí demoró la respuesta para poder dar a Elizabet y Zacarías un hijo que prepararía el camino para el Mesías. Como pareja sacerdotal devota, ellos esperaban ansiosamente la venida del Mesías. Para ellos debe haber sido difícil imaginarse teniendo un hijo a tan avanzada edad, pero imaginar que ese niño que tendrían iba a ser el que prepararía el camino para el Mesías estaba muy lejos de sus más remotos sueños. ¿Valió la pena esperar? Pueden estar seguros que para Elizabet y Zacarías sí valió la pena. Dios sabía lo que estaba haciendo. Yo no sé por qué el Señor ha demorado en responder tu petición, pero puedes estar seguro que hay una razón. Confía en Él y espera. No te decepcionará.
El ángel le dijo a Zacarías que el niño que nacería iba a ser grande delante del Señor. Dios tenía reservada una tarea especial para él. Aquel niño nunca bebería ni vino ni sidra. Aquí algunos ven una referencia a un voto Nazareo. Los que hacían tales votos no se afeitarían la cabeza ni beberían bebidas fuertes; hacían esto porque eran separados para el Señor para un propósito particular (ver Números 6:2-12). Sansón había hecho un voto similar.
El ángel explicó a Zacarías que Juan estaría lleno del Espíritu Santo incluso desde antes de su nacimiento. El Espíritu Santo lo guardaría y lo protegería para que pudiera cumplir con la obra ala que Dios lo había llamado.
Dios llamó a Juan para que los hijos de Israel se convirtieran al Señor su Dios (versículo 16.) Israel se había desviado del camino. Juan les mostraría el Salvador. Él iría delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a sus hijos. Los hogares serían restaurados y haría volver a los rebeldes a la sabiduría de Dios y a la justicia. Cuando miramos el ministerio de Juan el Bautista podemos ver que realmente la unción especial del Señor estaba sobre su vida. Las personas venían de todos los lugares para oír predicar a Juan. Él retaba a la gente a arreglar sus asuntos con Dios y a arrepentirse de sus pecados. Muchos fueron conmovidos con su ministerio.
Solamente podemos imaginarnos cuál fue el impacto de esas palabras en Zacarías. Fueron noticias increíbles. Le resultó difícil creer que lo que estaba escuchando podía ser verdad. En el versículo 18 le pide al ángel que confirme lo que estaba diciendo dándole una señal. Le recordó al ángel que tanto él como su mujer eran de edad avanzada. Hay duda en el corazón de Zacarías. Aunque él era sacerdote y amaba mucho al Señor, le resultaba difícil creer lo que el ángel le estaba diciendo.
El ángel que le habló a Zacarías se presentó como Gabriel, el que estaba en la presencia de Dios. La sola aparición del ángel debió haber sido suficiente para quitar cualquier duda del corazón de Zacarías, aun así él dudó. Debido a su incredulidad, el ángel le dijo que no podría hablar hasta el día en que naciera el niño. Esta mudez sería la señal que él le había pedido al ángel. Tal vez esta no fue la señal que Zacarías estaba esperando, pero obviamente fue muy efectiva.
El versículo 20 aclara que la razón por la cual Zacarías no podría hablar era porque no creyó lo que le dijo el ángel. Cargaría con la vergüenza de su incredulidad durante nueve meses. Al ver a su esposa durante su embarazo recordaría que no le creyó al ángel.
Mientras Zacarías hablaba con el ángel, la gente esperaba afuera. Por tradición, el sacerdote saldría para bendecir a las personas que se habían congregado y ofrecer una bendición para concluir su adoración. La gente comenzaba a preguntarse qué había pasado para que no saliera del Lugar Santo. Cuando finalmente salió, no pudo hablar para bendecirlos. Lo único que pudo fue hacerle señales. Obviamente esto debió confundirlos y también debió avergonzar a Zacarías.
El Señor abrió el vientre de Elizabet tal y como había prometido. Noten que Elizabet se recluyó durante cinco meses y no se sabe por qué ella decidió hacerlo. Podemos estar seguros de que ese tiempo a solas fue uno de alabanzas y agradecimiento a Dios por la respuesta a su oración. Elizabet se regocijó en el hecho que Dios había quitado su afrenta al darle un hijo.
En este capítulo, vemos la mano del Dios soberano obrando Su propósito. Vemos que los caminos de Dios no siempre son los nuestros. Él responde a la oración en Su tiempo. Él puede usarnos incluso en medio de nuestras dudas y confusión. Él no está sordo ante nuestras súplicas. El niño nacido a esta pareja de ancianos sería usado poderosamente por Dios para restaurar familias y relaciones con Dios. Él prepararía a su pueblo para la llegada del Mesías.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la manera en que Dios responde las oraciones? ¿Responde Dios nuestras oraciones en el momento y de la manera que nosotros queremos?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el tipo de personas que Dios utiliza?
- ¿Cuán importante es el ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas y ministerios?
- ¿Qué nos enseña esta sección acerca de las consecuencias de la incredulidad?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él responde las oraciones en Su tiempo y a Su manera, lo que es mejor que en nuestro tiempo y a nuestra manera.
- Agradezca al Señor porque Él nos utiliza incluso cuando fallamos en nuestra fe y no creemos completamente en Sus promesas.
- Agradezca al Señor porque Él nos ha dado Su Espíritu Santo para que sea nuestro guía y protector. Pídale a Dios que lo llene más con Su Espíritu Santo.
4 – El Anuncio a María
Lea Lucas 1:26-38
En el último capítulo vimos cómo el ángel del Señor habló con Zacarías y le dijo que iba a tener un hijo que prepararía el camino para el Mesías. En esta sección, veremos cómo ese mismo ángel le habló a María, la madre de Jesús. El ángel Gabriel vino a visitar a María cuando Elizabet estaba en su sexto mes de embarazo. En ese momento María estaba viviendo en el pueblo de Nazaret, en Galilea.
Es importante destacar que María aún era virgen pero estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José. Lucas cree prudente mencionar que José era descendiente de David. Esto es significativo porque el mesías debía ser un descendiente de David, el hijo de Isaí (Isaías 11:10). Aunque José no era el padre biológico de Jesús, él sería llamado para criarlo como su propio hijo. De acuerdo con la ley de aquellos días, José era su padre legal.
El ángel Gabriel se apareció a María y la llamó “muy favorecida” (ver el versículo 28) Debe señalarse aquí que ella era favorecida no porque era mejor que los demás (aunque obviamente ella amaba y servía al Señor). Era favorecida porque el Señor Dios la había escogido, a pesar de ella misma, para una misión muy particular. La presencia de Dios estaba en ella de una manera muy especial. Ella era protegida y guardada por Dios para la tarea de ser la madre del Señor Jesús.
María no estaba segura de cómo tomar lo que estaba escuchando. Igual que Zacarías anteriormente, ella también tuvo miedo del ángel. Al leer el versículo 29 entendemos que María estaba confundida sobre lo que escuchó al ángel decir.
Al ver su temor y confusión, Gabriel la reconfortó, le dijo que no tuviera miedo. Le recordó que ella había hallado gracia delante de Dios. Gabriel continuó diciéndole que ella concebiría y que daría a luz un hijo que llamaría Jesús.
Igual que hizo con Zacarías, Gabriel le dijo a María algo sobre ese niño que ella tendría. El niño sería llamado Hijo del Altísimo. En otras palabras, su verdadero padre sería Dios mismo. También le sería dado el trono de su padre David. En él se cumpliría la profecía de un Mesías que vendría como descendiente de David. Como descendiente de David, reinaría como rey sobre su pueblo (aunque hay que admitir que no de la manera que el pueblo esperaba). Su reinado no tendría fin. Su reino no era un reino terrenal, sino uno espiritual. Los que pertenecieran a Su reino doblarían su rodilla al Señor Jesús. El Señor Jesús conquistaría los corazones y el alma de su pueblo. Su reino vendría con poder sobre el maligno y con dominio sobre Satanás y sus ángeles. El reino del Señor Jesús está vivo todavía en la actualidad. El Señor Jesús está conquistando corazones y vidas. Cada día hombres, mujeres y niños se están uniendo al reino y doblan sus rodillas al rendirse ante su Señor y Salvador Jesucristo. Este reino se dispersó desde Israel hasta los más lejanos confines de la tierra. El Señor está construyendo su iglesia y nada puede detenerlo.
María estaba confundida al escuchar lo que le estaba diciendo el ángel. No lo comprendía. Ella era todavía virgen. María obviamente entendió que lo que el ángel le dijo no tenía nada que ver con José, su prometido. Si el ángel hubiera venido a ella cuando ya hubiera estado casada con José, ella hubiera entendido, pero esto era algo totalmente diferente.
Al ver su confusión, Gabriel le explicó que el Espíritu Santo vendría sobre ella y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra. Dios la envolvería y la tocaría con su poder. Aquel que creó la vida pondría milagrosamente un bebé en su vientre. Ese niño no sería el resultado de ninguna relación sexual. No tendría padre biológico pero crecería en el vientre de María como su propio hijo. En el versículo 35, Gabriel le dice a ella que el niño sería santo. Sería llamado Hijo de Dios.
Todo este proceso sería un milagro. No sería fácil para María lidiar con esa situación. La comunidad no la entendería. Estaba en riesgo su reputación de mujer honorable. ¿Qué le diría a José? ¿Entendería él lo que había sucedido? Ciertamente necesitaría la presencia de Dios para atravesar ese momento. La dirección de Dios no siempre tiene sentido para los que están a nuestro alrededor. Algunas veces no tiene sentido ni para nosotros mismos. Las personas pueden haber acusado falsamente a María por haber obrado mal. ¿Qué hubieras creído tú de haber sido amigo de María en aquel tiempo?
Sería importante detenernos en este punto para analizar la significación teológica del hecho que José no era el padre biológico del Señor Jesús. Lo que entendemos teológicamente es que cada persona nacida en este mundo, de ascendencia humana, es un pecador. Cuando Adán pecó, pasó su naturaleza pecaminosa a cada descendiente que le siguió. El salmista David reconoció este hecho al decir en el Salmo 51:5 “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”
Cada descendiente de Adán nace con una naturaleza de pecado. En el contexto del Antiguo Testamento, el Señor Dios requería el sacrificio de un cordero sin mancha por los pecados de Su pueblo. El Señor Jesús no vino como descendiente de Adán. Él fue puesto en el vientre de María de una manera diferente. Como no era un descendiente de Adán, no nació con esa naturaleza pecaminosa. Él fue libre del pecado que pasó de generación en generación. Sólo Él podía ser el sacrificio por nuestros pecados como el perfecto cordero sin mancha.
Mientras María reflexionaba en lo que el ángel le estaba diciendo, Gabriel le dijo que Elizabet, su parienta, también iba a tener un hijo en su vejez. María sabía que Elizabet había sido estéril. Esta noticia era una señal del Señor. Si Dios le había dado un hijo a Elizabet en su vejez, él también podía obrar en ella para cumplir sus propósitos.
Al compartir con María esta noticia sobre Elizabet, el ángel Gabriel le dio una amiga comprensiva para que la apoyara en sus momentos difíciles. Para María debió haber sido muy importante en ese momento de su vida tener una amiga mujer con quien podía hablar, y que entendía y aceptaba lo que le había pasado. Elizabet también debía haberse beneficiado al poder hablar con María y compartir su milagroso embarazo. Gabriel le recordó a María que nada es imposible para Dios (versículo 37).
La respuesta de María ante todo esto se ve en el versículo 38, “He aquí la sierva del Señor”, dijo “hágase conmigo conforme a tu palabra.” Ella es una sierva obediente del Señor. Se ofrece gustosamente para ser usada por Dios para Su propósito. No entiende todos los detalles ni sabe cuál será la respuesta de la gente, pero desea confiar este asunto en las manos del Señor. Cuánto deseamos ver más personas dar un paso en obediencia, como María.
Para Consideración:
- ¿Qué lección aprendemos de la disposición de María a ser usada por Dios a cualquier precio?
- ¿Qué nos enseña esta sección sobre la importancia de los amigos? ¿Cómo podrían María y Elizabet apoyarse mutuamente?
- ¿Por qué es tan importante que el Señor Jesús haya nacido de una virgen?
- Compare la respuesta de María con la de Zacarías en la primera parte de este capítulo. ¿Cuál es la diferencia? ¿Cuál habría sido su respuesta ante el anuncio del ángel?
- ¿Está dispuesto usted a ofrecerse al Señor completamente para que le use?
Para Oración:
- Pida al Señor que lo haga más dispuesto a rendirse a Él y a Sus propósitos para su vida.
- Agradezca al Señor que nos alcanza con su misericordia. Agradézcale por la gracia que le ha mostrado en su vida.
- Pida al Señor que lo ayude a ser obediente sin importar lo que los demás puedan pensar de usted.
5 – María y Elizabet
Lea Lucas 1:39-56
En las últimas meditaciones vimos como el ángel Gabriel habló a María sobre el niño que iba a tener. Le dijo que su parienta Elizabet también estaba embarazada. María no pierde tiempo en ir a ver a Elizabet. En la última sección Gabriel le dice a María que Elizabet está en su sexto mes. El versículo 56 nos dice que María se quedó con Elizabet durante tres meses. Dado que la duración normal de un embarazo es nueve meses, esto implicaría que María fue inmediatamente a ver a Elizabet.
El tiempo que estas dos mujeres compartieron juntas debió haber sido muy especial. Aunque eran diferentes en edad, María y Elizabeth tenían algo en común. Deben haber tenido muchas conversaciones sobre lo que les estaba sucediendo a ambas. Podrían ministrarse mutuamente. Estoy convencido de que ambas atesorarían esos tres meses como una etapa muy especial en sus vidas. El saber que no estaban solas, les debe haber dado fuerzas y aliento. No fue sin un motivo que Gabriel le contó a María sobre Elizabet. Dios les dio a estas mujeres una amistad especial en ese momento de sus vidas.
Lucas nos dice que cuando María llegó a la casa de Zacarías y saludó a Elizabet, el bebé en el vientre de ella saltó y ella fue llena del Espíritu Santo. Lucas, como médico, parece estar interesado en este particular. Reconoció que hubo una conexión entre la voz de María y el salto del bebé en el vientre de Elizabet. Este suceso confirmaría muchos hechos importantes. Confirmó lo que el ángel le dijo a Zacarías de que su hijo estaría lleno del Espíritu Santo desde que estaba en el vientre de su madre (Lucas 1:15). Elizabet confirmaría también su idea de que Dios tenía un propósito y un plan especial para el niño que ella iba a tener. El hecho de que el niño en el vientre de Elizabet reconociera la presencia del niño de María era una sólida confirmación para ella que su hijo, también, era muy especial.
Elizabet profetizó cuando fue llena del Espíritu Santo. Aquí debe entenderse que no hay evidencia de que María le hubiera dicho a Elizabet que estaba embarazada. Elizabet habla las palabras que el Espíritu de Dios le dio. Esas palabras confirmaron a María todo lo que el ángel Gabriel le había dicho. Elizabet no podía haber sabido esas cosas si el Espíritu Santo no se las hubiera revelado.
Elizabet le dijo a María que ella era bendita entre las mujeres y que el hijo que llevaba en su vientre también sería bendito. Le dijo que se consideraba bendecida de que la madre de su Señor viniera a ella. Ella supo que María estaba embarazada y también supo que el niño era el Mesías.
Elizabet luego le dijo a María que en cuanto ella escuchó el sonido de su voz, el niño saltó de alegría dentro de ella. El bebé nonato, Juan, en el vientre de su madre, tenía cierta conciencia de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Este es un versículo importante en relación al problema del aborto. Incluso aquel bebé que no había nacido todavía estaba siendo tocado y usado por el Espíritu Santo. Estaba consciente, a su manera, de que estaba en la presencia de la madre de su Señor. Tenía sentimientos y consciencia incluso antes de nacer.
En el versículo 45, Elizabet le dijo a María que ella era bendita porque creyó en lo que el Señor le había dicho. Una vez más no había manera de que Elizabet hubiera sabido estas cosas si no hubiera sido por la revelación del Espíritu Santo.
Dios estaba satisfecho con la actitud de María incluso cuando lo que le dijeron a ella no tenía ningún sentido. Nos preguntamos dónde estaba Zacarías cuando estaba teniendo lugar esta conversación. Zacarías no podía hablar porque no le había creído al ángel Gabriel cuando le dijo que iba a tener un hijo. La presencia de María y su confianza en el Señor debían haber sido una reprimenda para él por su incredulidad como líder espiritual y sacerdote. La presencia de María no sólo debía haber sido un aliento para Elizabet sino también un verdadero reto para Zacarías en su fe.
A medida que María escuchaba a Elizabet, su corazón se derramó en alabanzas y acción de gracia. Se dio cuenta que Dios la había escogido para una tarea muy especial. Su espíritu se alegró y se regocijó en su Dios. Noten la razón de su regocijo en los siguientes versículos.
Porque el Señor ha mirado la bajeza de su sierva.
María estaba maravillada porque el Señor Dios la había alcanzado personalmente. ¿Quién era ella para recibir su atención? ¿Quién era ella que todas las generaciones por venir la llamarían bendita? Dios se place en tomar a los humildes y exaltarlos. Ninguno de nosotros merece que Dios se derrame tan poderosamente a través de nosotros, pero cuán grande es el gozo de verlo hacer esto. María se regocijó porque el Señor había hecho grandes cosas por ella. Ella alabó Su nombre porque Él es un Dios santo que la alcanzó (versículo 49)
Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
María entendió que la inmensa gracia y misericordia de Dios se extienden no sólo a ella sino también a todos los que temen Su nombre (versículo 50). Su misericordia nos alcanza a usted y a mí hoy. Como Dios de misericordia y de compasión, Él se deleita en extender Su mano. Y porque Su misericordia se extiende a todas las generaciones, ésta también está disponible para nosotros y para nuestros hijos.
Esparció a los soberbios.
El versículo 51 nos habla que Dios realizó poderosas obras y esparció a los orgullosos en el pensamiento de sus corazones. Nótese que el orgullo del que se habla aquí es orgullo en los pensamientos más íntimos. Tal vez nadie más veía este orgullo, estaba enterrado debajo de los más profundos pensamientos, pero nunca expuesto ante los demás. Dios ve ese orgullo y lo rechaza. Santiago 4:6 nos dice que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Esto es lo que María está diciendo aquí. Dios resiste abiertamente a aquellos que son orgullosos, pero ve a los humildes y se deleita en exaltarlos.
No hay nadie demasiado grande que Dios no pueda derribar. María nos dice que Dios quita incluso a los grandes líderes que se exaltan a sí mismos con orgullo. Mientras que Dios derroca a los orgullosos, el versículo 53 nos dice que Él colma de bienes a los hambrientos y echa fuera a los ricos con las manos vacías.
María sabía que el Señor la había alcanzado no sólo a ella, sino también a todo su pueblo. Ella vio el niño en su vientre como el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a Abraham de que en él serían benditas todas las naciones de la tierra. Dios le estaba dando a María una imagen más clara de cómo lo que estaba sucediendo con ella estaba en correspondencia con sus propósitos para su nación y para el mundo entero.
Ese tiempo de María con Elizabet sería, sin dudas, utilizado por Dios para alentarla y fortalecerla en su fe y en su confianza en el propósito de Él para su vida. Cuando Dios llama, él también provee los medios para hacer aquéllo para lo cual nos ha llamado.
Para Consideración:
- ¿Cómo crees que Dios usó ese tiempo de María con Elizabet para alentarla y prepararla para el resto de su embarazo? ¿Alguna vez Dios ha mandado alguien a ti en momentos de necesidad?
- ¿Qué aprendemos sobre el pecado del orgullo? ¿Por qué es el orgullo tan terrible ante los ojos de Dios?
- ¿Qué aliento recibes del hecho de que el Señor es misericordioso con los humildes?
- Note que María es una persona humilde pero también alguien que es usada poderosamente por Dios. ¿Cuál es la diferencia entre la humildad falsa que no vale la pena tomarla en cuenta, y la humildad auténtica que se ofrece al Señor para que la use como a Él le plazca?
Para Oración:
- Pida al Señor que le revele cualquier problema de orgullo que se interponga entre usted y él.
- Pida al Señor que le enseñe a ser humilde.
- Agradezca al Señor que nos ha alcanzado incluso cuando no somos dignos de su atención.
- Agradezca al Señor que nos llama a ministrar, Él también nos dará todo lo necesario para cumplir la tarea para la que nos ha llamado.
6 – El Nacimiento de Juan el Bautista
Lea Lucas 1:57-80
Tal y como fue prometido, Elizabet dio a luz un hijo. Note en el versículo 58 que el nacimiento de este niño fue visto por los vecinos como el hecho que Dios estaba engrandeciendo Su misericordia con Elizabet. Eso es un reflejo de la manera de pensar de aquel tiempo. Engendrar un hijo era una señal de bendición de Dios para con una mujer. Con el nacimiento de este hijo, la vergüenza de Elizabet fue quitada. Había gran gozo en el vecindario y mucho más en la familia.
Cuando el niño tuvo ocho días de nacido, como era costumbre, fue llevado al templo para ser circuncidado. Zacarías, el padre del niño, no había articulado palabra durante nueve meses debido a su incredulidad. La familia decidió que el niño tendría el nombre del padre. Esto debía haber sido un gran honor para Zacarías. Es preciso recordar, sin embargo, que el ángel le dijo a Zacarías que nombrara al niño Juan (Lucas 1:13). Zacarías, obviamente, le había comunicado esto a su esposa.
Cuando Elizabet dijo a todos que ellos habían decidido poner al niño el nombre de Juan, los parientes se sorprendieron pues no había nadie en la familia con aquel nombre. Ellos hicieron señas a Zacarías queriendo saber qué nombre quería ponerle al niño (versículo 62). En algunos comentarios, el hecho que los parientes le hicieran señas a Zacarías es muy significativo, algunos creen que él pudo haber estado sordo también. Esto puede ser debido a su avanzada edad.
Zacarías pidió una tablilla, escribió, “Su nombre es Juan”, y se la mostró a todos. En el preciso instante en que escribió aquellas palabras en la tabilla, su lengua se soltó y comenzó a hablar. Existe una conexión entre el momento en que se le puso el nombre a Juan y la sanidad de Zacarías. En cierta manera, el ponerle ese nombre fue una prueba para Zacarías. Su obediencia al Señor fue lo que hizo que recuperara el habla. El ángel le había dicho claramente que el niño debía llamarse Juan. Zacarías sacrificó el honor que su hijo llevara su nombre como un acto de obediencia a Dios. Nos queda preguntarnos qué habría sucedido si Zacarías les hubiera permitido a sus parientes darle al niño el nombre del padre.
No debemos pasar por alto la valiosa lección que yace en este fragmento. La sanidad de Zacarías fue el resultado de un simple acto de obediencia. Yo mismo estoy impresionado por el poder de este simple acto de obediencia. ¿Pudiera ser que hay personas que aún viven en derrota porque no desean renunciar al pecado y obedecer al Señor en alguna área de su vida? ¿Puede un simple acto de obediencia derramar la bendición de Dios y poner fin a años de lucha y maldición?
Los vecinos quedaron atónitos ante lo que vieron. Tal vez ellos ya habían perdido toda esperanza de escuchar a Zacarías hablar nuevamente. Esta noticia se supo en todos los lugares. En toda la región, la gente hablaba de la sanidad recibida por Zacarías. Ellos se preguntaban en qué se convertiría aquel niño cuando algo tan grande le había ocurrido a su padre. Escuche la respuesta del pueblo en el versículo 66:
Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
Dios preparó al pueblo para el ministerio de Juan por medio de la sanidad de Zacarías. Si el silencio inicial de Zacarías se debió a su incredulidad, Dios usó esto para cumplir Su gloria mayor. Tal vez en este momento usted está atravesando alguna situación como resultado de la desobediencia y de la incredulidad en su vida. Tal vez usted, también, está siendo disciplinado por Dios. Este pasaje nos dice que Dios puede convertir esta situación en algo bueno.
Cuando la lengua de Zacarías fue soltada, él comenzó a alabar el nombre de Dios y profetizó ante los que se encontraban allí. Analicemos la profecía de Zacarías.
Zacarías comenzó alabando a Dios porque había visitado y redimido a Su pueblo (versículo 68). Aunque la redención no iba a encontrarse en su hijo Juan, ésta ya había llegado en la forma del niño que estaba en el vientre de María. El propósito de Dios para el perdón de pecados y la redención de su pueblo (quitárselos al enemigo) estaba a punto de ser cumplido. En el versículo 69, Zacarías le dice a los presentes que el señor había levantado un cuerno de salvación para Su pueblo1. El cuerno es un símbolo de poder y fortaleza. Es lo que un animal utiliza para defenderse de sus enemigos. Ya Dios había dado al Salvador que vendría a traer la salvación prometida mediante los profetas (versículo 70)
La profecía de Zacarías también recordaba al pueblo que ya estaba cercano el día en que serían librados de sus enemigos y de la mano de aquellos que los odiaban. Los Judíos entendieron en esto que el Señor les daría libertad en un sentido político. El Mesías, sin embargo, vendría a traer libertad espiritual. Jesús vino a ofrecer victoria sobre Satanás, el pecado y la muerte; vino a librarlos de la condenación de Dios sobre los pecadores. Vino a mostrar misericordia y a recordar el pacto que había hecho con sus padres. A través del Mesías, ellos serían un gran pueblo. Servirían al Señor sin temor de los enemigos, en santidad y justicia durante todos sus días. [1]
Yo creo que ya está cerca el día en que veremos la mano de Dios obrando de manera muy especial con la nación Judía. Lo que está claro en este punto, sin embargo, es que la esperanza y la salvación vendrían desde Israel para todo el mundo. La verdad sobre el Mesías y la salvación que Él vino a ofrecer continúa diseminándose en todo el mundo. Cada día, hombres y mujeres lo conocen. Ellos están siendo liberados de sus enemigos espirituales y se les está dando la esperanza de la eternidad en la presencia de Dios, donde los enemigos no pueden tocarlos. Zacarías le dijo a su pueblo que el Mesías, que ya había venido a la tierra, cambiaría radicalmente sus corazones y sus vidas, y les ofrecería la esperanza de salvación y victoria.
Después de haber hablado del Mesías, Zacarías miró a su propio hijo y profetizó que él sería llamado profeta del Dios Altísimo. Que iría delante del Mesías y prepararía el camino para Él. Lo haría dando a conocer a las personas sobre la salvación y el perdón que Jesús el Mesías ofrecía. Juan anunciaría la venida del Señor en entrañable misericordia para con Su pueblo. Él anunciaría que la luz de la bendición y la misericordia de Dios se elevarían sobre ellos y que el sol brillaría sobre aquéllos que estaban en total oscuridad. Esto los guiaría por senderos de paz.
Esto es exactamente lo que el Señor Jesús desea para nosotros en la actualidad. Quiere mostrarnos la entrañable misericordia del Padre. Quiere hacer brillar la luz del padre sobre nosotros y sacarnos de las tinieblas. Quiere guiarnos a la paz, al gozo y al perdón. Ese fue el increíble mensaje que Juan predicó. Él les mostró a las personas al Señor Jesús que vino, no como un líder político, sino como un sacrificio en pago por los pecados para que la bendición de Dios pueda nuevamente ser derramada en todos los que le reciben.
Del versículo 80 aprendemos que Juan crecía y se fortalecía en espíritu. Aunque el Espíritu Santo estaba con él desde el momento de su nacimiento, él necesitaba crecer en el Espíritu. Necesitaba aprender cómo ser obediente y escuchar la dirección del Espíritu. Juan creció espiritualmente desde niño. Con el tiempo, el llamado de Dios fue tan fuerte en su vida que se fue al desierto. Estando allí, sin distracciones, Juan sería preparado más cabalmente para su ministerio. Dios lo apartó para un propósito particular. Él conoció ese llamado desde etapas tempranas de su vida y se rindió completamente a él.
Para Consideración:
- ¿Qué aprendemos en esta sección sobre la conexión entre la obediencia y las bendiciones de Dios en nuestras vidas?
- Zacarías habla en esta sección sobre las bendiciones que vendrían a través del Señor Jesús. ¿Qué bendiciones ha experimentado usted desde que Él es su salvador?
- ¿Cómo usó el Señor la incapacidad de hablar de Zacarías para Su gloria al final? ¿Alguna vez ha usado Dios lo que parecía ser trágico en su vida para bien?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la dedicación de Juan a su llamado? ¿Qué retos representa esto para usted personalmente? ¿Cuál es el llamado de Dios para su vida?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él puede utilizar nuestro dolor y nuestras luchas para Su Gloria como lo hizo en la vida de Zacarías.
- Pida al Señor que le revele cualquier área de su vida que esté en desobediencia. Pida que le ayude a ser obediente a cualquier precio.
- Pida al Señor que le dé algo de la dedicación y convicción que tuvo Juan ante su llamado.
- Pida al Señor que le muestre con claridad Su llamado para su vida.
7 – El Anuncio de José
Lea Mateo 1:18-25
Ahora llegamos al momento del anuncio del nacimiento de Cristo a José. Él también enfrentaría luchas únicas relacionadas con la obra de Dios en la vida de su prometida. Era muy importante que él entendiera lo que Dios estaba haciendo en María. En esta sección, Dios envió un ángel para que le hablara a José sobre Sus propósitos para la que sería su esposa.
En el versículo 18 dice que María estaba comprometida para casarse con José. Es útil comprender algunos aspectos de la cultura de aquellos días. Cuando una mujer estaba comprometida para casarse, esta era una relación legal y que establecía un vínculo entre ambas personas. Los “esponsales” o el compromiso tendrían lugar aproximadamente un año antes de la boda. Cuando una mujer estaba prometida en matrimonio, se esperaba que ella se guardara para él. Aunque ellos no vivían juntos en ese momento, estaban unidos legalmente el uno al otro. Durante ese tiempo de compromiso, la pareja estaría ocupada preparándose para su futura vida juntos. Se prepararía un hogar que estaría listo para el día en que vivieran juntos como marido y mujer.
En realidad esto nos da una imagen de nuestra relación con el Señor Jesús. Nosotros estamos comprometidos con el Señor Jesús. Incluso ahora, Él está preparando un lugar para nosotros como Su novia. Debemos guardarnos sólo para Él. Esperamos ansiosamente el día en que podamos verlo cara a cara y vivir en Su presencia para siempre.
Fue durante ese tiempo de compromiso que el ángel vino a María para anunciarle que iba a tener un hijo. Es importante señalar que en el versículo 18 se aclara que la concepción tuvo lugar antes de que José y María fuesen a vivir juntos. Este niño fue la obra del Espíritu Santo en la vida de ella, y no el resultado de ninguna relación sexual entre María y José.
El hecho de que María quedó embarazada antes de que ellos vivieran juntos sería obviamente un problema para José, María y toda la comunidad. María estaba en una posición muy difícil. Ciertamente sería muy difícil para alguien comprender que ella había quedado embarazada como resultado de un acto de Dios y sin que ella le hubiese sido infiel a José. Toda evidencia estaba en contra de ella. En un caso como aquél, la Ley de Moisés decía que él estaba libre para divorciarse de ella. En Deuteronomio 24:1-4 leemos lo siguiente:
“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.”
Es importante destacar que debido al hecho que un compromiso era una unión legal, para romper dicho compromiso se requería un divorcio incluso si la pareja no estaba casada.
Cuando a José llegó la noticia del embarazo de María se puso muy afligida. Por ser un hombre justo, no quería infamarla, de modo que decidió divorciarse de ella en secreto. Sólo lo haría en presencia de un reducido número de testigos y sin hacer el asunto público. Haciéndolo así, María estaría protegida lo más posible del escándalo y la vergüenza.
Después que José tomó la decisión de abandonar a María, un ángel del Señor se le apareció. El Señor dejó que José batallara con el asunto durante un tiempo antes de hablarle. José hizo lo que creyó correcto. Mostró la mayor compasión que pudo hacia María, pero no estuvo seguro de poder continuar con el matrimonio. Dios envió a Su ángel antes que José pudiera llevar a cabo sus planes. Dios está al tanto de nosotros y de nuestras decisiones. Si somos capaces de dejarnos guiar, Él puede detenernos cuando vamos en la dirección equivocada.
El ángel vino a José en el versículo 20 y le dijo que no tuviera miedo de tomar a María como esposa porque ella no le había sido infiel. El niño que María llevaba en su vientre era del Espíritu Santo. Eso debe haber sido muy difícil de comprender para José. Al enviar el ángel a José, Dios le confirmó lo que María le había estado diciendo.
El ángel le recordó a José la importancia del niño que les nacería. Ellos debían llamarle Jesús porque Él salvaría a su pueblo de sus pecados. El nombre Jesús es la forma Griega del nombre “Josué”. El nombre significa “El Señor salva”. Aquel niño traería la salvación de Dios al mundo.
El ángel le recordó a José que lo que estaba sucediendo era el cumplimiento de la profecía de que una virgen concebiría y daría a luz un hijo que sería llamado “Emmanuel” que significa “Dios con nosotros” (ver Isaías 7:14). ¡Qué gran aliento y confirmación debe haber sido para José el hecho de ver que lo que estaba sucediendo era el cumplimiento directo de la profecía del gran profeta Isaías! ¡Qué gran sentido de honor y privilegio debió haber sentido José aquel día!
El encuentro con el ángel cambió todo entre José y María. Después de escuchar al ángel, José decidió tomar a María como su esposa. El contexto del versículo 24 podría llevarnos a entender que José respondió de manera inmediata. El versículo 24 nos dice que “cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor había mandado”. ¡Qué gran alivio debió haber sido para María! Al tomarla como esposa, José debió haber acabado algunos de los malentendidos de la comunidad y por lo tanto debe haber hecho las cosas más fáciles de comprender. Debe haber sido difícil para María ser una embarazada soltera. Una embarazada casada era algo bien distinto.
Mateo es muy cuidadoso al mencionar que José no tuvo relaciones sexuales con María hasta después de que naciera su hijo. María fue virgen hasta que nació el Señor Jesús. Esto fue como cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento que decían que una virgen concebiría. Esto también quitaría toda duda de que el nacimiento había sido un milagro. Si José hubiese tenido relaciones sexuales con María durante ese tiempo, hubiera sido fácil que las personas dijeran que el niño era de él. Este no es el caso. Cuando el niño nació, María y José le pusieron Jesús, como el ángel les había mandado.
Para Consideración:
- ¿Cómo el Señor impidió a José tomar una decisión incorrecta? ¿Hará Dios lo mismo con nosotros si le buscamos? ¿Cómo te reconforta este hecho?
- José trataba a María con gentileza y compasión. ¿Qué debemos aprender de esto en relación a cómo tratar a las personas de nuestro tiempo que han caído en pecado o con las que han sido rechazadas por la sociedad?
- ¿Qué nos enseña la práctica del compromiso en el Nuevo Testamento acerca de nuestra relación con el Señor?
- ¿Por qué es importante el hecho que Mateo aclare que aunque María y José vivían juntos, no tuvieron ninguna relación sexual hasta después del nacimiento de Jesús?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé la gentileza que demuestra José en este pasaje hacia aquéllos que son marginados de la sociedad o que han caído.
- Agradezca al Señor porque hemos sido prometidos o estamos comprometidos con Él y porque Él está ahora preparando morada para nosotros donde podremos estar con Él para siempre.
- Agradezca al Señor porque Él está dispuesto a usarnos como individuos simples y humildes para ser siervos suyos. Pídale ayuda para conocer Su corazón y Su voluntad para su vida. Pídale que le ayude a mantenerse fiel a Su llamado en su vida.
8 – Belén
Lea Lucas 2:1-21
Lucas nos da la primera versión acerca del Señor Jesús y Su nacimiento. La historia comienza en los días de César Augusto. Como emperador de Roma, decretó que debía haber un censo de todo el imperio romano. Israel había sido conquistado por Roma y por tanto estaba también sujeto a este censo Muchos estudiosos creen que el censo tenía que ver con los impuestos.
El versículo 2 nos narra que este fue el primer censo que se hizo mientras que Cirenio era gobernador de Siria. Los eruditos creen que Cirenio fue gobernador de Siria alrededor de diez años después del nacimiento de Cristo. Este censo, sin embargo, tuvo lugar en el tiempo del nacimiento de Cristo. La respuesta puede encontrarse en la traducción de la palabra “primer”, ésta tiene varias posibles interpretaciones. En Juan 1:15, se utiliza esta misma palabra Griega cuando dice:
“Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. “
La frase “primero que yo” es la misma palabra traducida “primero” en Lucas 2.2. Juan está diciendo a sus lectores que Jesús fue “primero” en el sentido que Él existía ya antes que él. Esto ha llevado a los comentaristas a suponer que la mejor traducción de la palabra “primer” en Lucas 2:2 es “antes que” o “antes de”. Resumiendo, las palabras en ese versículo se pueden leer: “El censo tuvo lugar antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria”.
Todos debían regresar a sus ciudades natales para ser empadronados en dicho censo. Esta debió haber sido una ardua tarea. En obediencia al decreto, José salió de Nazaret y regresó a Belén donde debía ser censado, y llevó a María con él.
Mientras estaban en Belén, llegó el momento del nacimiento del niño. Es interesante señalar que los profetas habían predicho que el Mesías nacería en Belén. Augusto no tenía idea de que su decreto llevaría al cumplimiento de la profecía. Algunas veces Dios utiliza maneras muy extrañas para cumplir Sus propósitos.
Debido al censo, todas las posadas en Belén estaban llenas. Lo único que José pudo encontrar fue un establo. Podemos imaginarnos cómo se sintió José al llevar a María a un lugar como aquel. María estaba a punto de dar a luz al Mesías. Aquel era el mejor lugar que José pudo encontrar para María. Él conocía el significado del niño que estaba en el vientre de ella. Sabía que aquel niño era el Hijo de Dios. Merecía la mejor posada de Belén, pero a pesar de sus esfuerzos, no pudo encontrar un lugar para que naciera el niño. No podemos ni imaginar lo que sintieron cuando tuvieron que recostarse en aquel establo rodeado de animales.
Sería en aquel establo que el Señor Jesús nacería. María y José no tenían ni una cuna apropiada para él, de modo que tomaron un pesebre de los que eran utilizados para alimentar a los animales y pusieron en él al Hijo de Dios. Fue lo mejor que tuvieron.
El nacimiento de Jesús, al igual que Su vida, fue muy simple. Nos muestra que Él no vino para ser como otros reyes. Él no vino para sí mismo; vino para aquellos que no tenían nada. Vino para ser rechazado y ridiculizado. No hubo lugar para él en la posada y no habría lugar para Él en los corazones de su pueblo tampoco.
Mientras ocurrían estas cosas en el establo, los ángeles del cielo estaban ocupados. El versículo 8 nos narra que en los campos cercanos había pastores que velaban sus rebaños. Era de noche. Mientras estaban cuidando sus ovejas, se les apareció un ángel. En el verso 9 dice que mientras aquel ángel hablaba la gloria del Señor los rodeó de resplandor. Dios estaba manifestando Su presencia de una manera especial. Los pastores se asustaron cuando vieron lo que estaba sucediendo. Al percatarse del miedo de ellos, el ángel les dijo que no debían temer porque él estaba allí para anunciarle buenas nuevas que serían de gran gozo para todo el pueblo. El ángel les dijo que en la ciudad de David (Belén), había nacido el Salvador, que era Cristo el Señor. En este anuncio del ángel hay varios aspectos que debemos analizar.
Vea la manera en que el ángel les dice a los pastores que el Salvador les había nacido “a ellos” o para ellos. De todas las personas, aquellos pastores fueron los primeros en escuchar la noticia. El ángel no fue a anunciarlo a los sacerdotes o a los oficiales del gobierno, sino que fue a los pastores del lugar. Los ángeles les dijeron que el Salvador era para ellos.
En segundo lugar, el niño era el Cristo. El término “Cristo” significa “ungido”. Esto podía haber sido comprendido en aquel tiempo. El niño había sido ungido por Dios para traer la salvación a su pueblo. No podemos imaginar lo que estaban pensando aquellos pastores al escuchar aquella noticia tan increíble sobre el nacimiento del Mesías en medio de ellos.
Para confirmar lo que les había anunciado, el ángel les dijo a los pastores que la señal y la evidencia de lo que él les estaba diciendo era el hecho que encontrarían al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Realmente esto era muy extraño. ¿Qué madre acostaría a su bebé recién nacido en un comedero para animales? Sin embargo, cuando lo vieron con sus propios ojos, supieron que el ángel les había dicho la verdad.
Mientras pensaban en estas cosas, los pastores vieron una multitud de huestes celestiales en el cielo sobre ellos, alabando a Dios por el nacimiento del nuevo niño. Es necesario ver el corazón de los ángeles en esto; ellos están regocijándose por el plan de Dios para la salvación de Su pueblo. Están gozosos porque Dios iba a alcanzar a Su pueblo y a salvarlo de sus rebeliones y pecados. Esos ángeles tienen el corazón de Dios en lo que respecta a nuestra salvación. Cuando leemos en Lucas 15:10:
“Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.”
Los ángeles dieron gloria a Dios por el nacimiento de aquel bebé. Él traería paz a todos aquellos que alcanzaría con Su gracia. El favor y la gracia de Dios tocarían las vidas y los corazones del pueblo de Dios, trayendo perdón y restauración de su relación con Dios. Note que esa paz sólo sería para los que fueran alcanzados con la gracia del Señor. No todos conocerían esa paz con Dios. Cristo no encontraría lugar en todos los corazones. Algunos lo rechazarían.
Después que los ángeles se fueron, los pastores decidieron ir a Belén para ver por ellos mismos lo que les habían dicho (versículo 15). El versículo 16 nos narra que ellos fueron de prisa para ver al niño. Encontraron a José, a María y al niño acostado en el pesebre, tal y como el ángel les había dicho. En sus mentes no hubo ninguna duda de que aquel era realmente un niño muy especial.
El versículo 17 dice que aquellos simples pastores fueron los primeros evangelistas. Ellos diseminaron la noticia sobre Jesús, el Mesías. Le dijeron a las personas que escuchaban lo que ellos habían visto y lo que el ángel les había dicho sobre aquel niño especial. Podemos imaginar entonces que en el pueblo de Belén, aquélla debió haber sido una noticia extraordinaria. Todos los que oyeron la historia de los pastores quedaron maravillados (versículo 18).
En el versículo 19 se nos dice que María atesoró todas aquellas cosas en su corazón, y el hecho de que ella hiciera esto nos muestra cuan esperanzadores debieron haber sido todos aquellos sucesos para ella. Una vez más, Dios le estaba confirmando que aquel niño era muy especial. Los eventos que rodearon su nacimiento fueron milagrosos. Ella reflexionó en aquellas cosas y se maravilló por el glorioso plan de Dios y de cómo Él la había usado para que fuera parte de aquel plan.
En cuanto a los pastores, ellos regresaron a sus campos a cuidar de sus ovejas, pero a partir de aquel momento ya no serían los mismos de antes. Ellos regresaron con corazones que glorificaban y alababan al Señor por las cosas increíbles que habían visto y oído. Y no hay dudas que continuarían compartiendo aquella historia con todos los que pudieran escucharla en todos los años por venir. Finalmente, eso es lo que significa ser un testigo, es la persona que dice lo que ha visto o escuchado. No puedes ser testigo de algo que no has visto ni oído. ¿Qué has visto del Señor y Su obra en tu vida? ¿Qué te ha comunicado? Si no tienes nada que compartir sobre esto, tal vez necesites buscarlo de nuevo. Algunas veces la razón por la cual no somos buenos testigos del Señor es porque no lo hemos experimentado realmente como deberíamos. No hubo nada más natural para aquellos pastores que compartir las cosas maravillosas que habían visto y oído. Ojala que esa sea también nuestra experiencia.
De acuerdo con la costumbre, María y José llevaron a Jesús al templo para circuncidarlo y para ponerle el nombre. Lo llamaron “Jesús”, que significa “Dios salva”, tal y como el ángel les había dicho.
Para Consideración:
- En este pasaje el Señor usó el decreto de un emperador incrédulo para el cumplimiento de la profecía que el Mesías nacería en Belén. ¿Qué nos enseña esto sobre las maneras que Dios usa para cumplir Sus propósitos?
- ¿Qué nos enseña la naturaleza humilde del nacimiento de Cristo sobre el tipo de ministerio que él tendría al final?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el interés de los ángeles del cielo por nosotros y por nuestra salvación?
- ¿Qué nos enseñan los pastores sobre el hecho de testificar? ¿Qué has visto o qué has oído? ¿Tienes interés en tu corazón por compartir con los demás lo que el Señor te ha mostrado o te ha enseñado?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él usa personas simples, como los pastores, para comunicar la verdad.
- Si hoy conoces al Señor Jesús, toma un tiempo para agradecerle por el hecho que te ha alcanzado con Su gracia.
- Pida el Señor que le dé un corazón como el de los pastores para compartir con otros las buenas nuevas que usted ha oído.
- Agradezca al Señor porque Él usó incluso un emperador romano para el cumplimiento de Sus promesas. Agradézcale porque Él es el Señor soberano por sobre todas las cosas.
9 – La Presentación en al Templo
Lea Lucas 2:22-38
La Ley de Moisés declaraba que cuando una mujer daba a luz debía pasar por un período de purificación antes de retomar su vida normal. Levítico 12:2-4 explica esto mejor:
“Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación.”
En el caso de María, ella debió haber esperado un total de cuarenta días antes de que se cumplieran los días de su purificación. Al final de este tiempo, la mujer debía traer ofrenda al Señor. La ley decía que ella debía llevar un cordero de un año y una paloma o una tórtola como ofrenda por el pecado al Señor. Sin embargo, había una provisión para aquellos que no podían pagar por un cordero. En Levítico 12:8 dice:
Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia.
Aquí debe destacarse, en el versículo 24, que María iría con dos tórtolas o con dos palomas, lo que indica que José y María eran muy pobres.
Hay algo más que debemos comprender en este pasaje. Jesús era el varón primogénito. Había una ley específica en el Antiguo Testamento relacionada con el nacimiento del varón primogénito. En los días de Moisés, Dios mató a todo primogénito de cada familia Egipcia, pero salvó a los primogénitos de las familias Israelitas que hicieron una marca con la sangre del cordero sobre los dos postes y los dinteles de sus puertas (ver Éxodo 12). A partir de aquel momento, el Señor reclamó para Él a cada varón primogénito de Israel, así como al primer animal nacido en sus rebaños. Éstos debían ser consagrados para el Señor. En Éxodo 13:2 leemos:
Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.
Como los primogénitos le pertenecían al Señor, debían ser comprados o redimidos de Él. En Números 18:15-16 dice:
Todo lo que abre matriz, de toda carne que ofrecerán a Jehová, así de hombres como de animales, será tuyo; pero harás que se redima el primogénito del hombre; también harás redimir el primogénito de animal inmundo. De un mes harás efectuar el rescate de ellos, conforme a tu estimación, por el precio de cinco siclos, conforme al siclo del santuario, que es de veinte geras.
Los padres de un varón primogénito debían, conforme a la ley, llevar a su hijo al templo donde lo presentarían al Señor reconociendo que le pertenecía. Después de presentarlo al Señor ellos podían comprarlo nuevamente al Señor por el precio de cinco siclos de plata. Fue por esa razón que María y José fueron al templo.
Observe en el versículo 25 que cuando ellos estaban en el templo encontraron un hombre llamado Simeón. Aquel era un hombre justo que ansiaba la “consolación” de Israel. Esta consolación de Israel era el Mesías. Simeón era un hombre abatido por el pecado de su pueblo y añoraba el día en que el Mesías viniera y los librara. Aquí se dice que el Espíritu Santo le había revelado a Simeón que él no moriría sin ver al Cristo (al ungido) del Señor. Vivió cada día esperando el momento en que vería a aquel que Dios había prometido.
El Espíritu Santo había estado obrando en Simeón incluso antes de que María y José llegaran al templo. Particularmente aquel día, él estaba en el templo cuando José y María llegaron con el bebé Jesús. Cuando ellos entraron, el Señor reveló a Simeón que aquel era el niño prometido. Simeón tomó al niño de manos de sus padres y lo sostuvo en sus brazos.
Mientras hacía esto, el corazón de Simeón fue lleno de alabanza y gratitud (versículo 28). Agradeció a Dios que había sido fiel a Su promesa de revelarle el Mesías. Ahora que había visto a aquel niño estaba listo para morir. Podía partir del mundo en paz porque había visto la salvación del Señor en la persona de aquel niño en sus brazos. Simeón no tuvo dudas del Señor Jesús ni de lo que él haría.
Simeón profetizó que aquel niño sería para todo el pueblo; es decir, no sería el salvador sólo de los judíos, sino también de los Gentiles. Traería luz al mundo Gentil que vivía ignorando la salvación de Dios (versículo 32).
José y María, como es de imaginarse, deben haber estado asombrados por lo que escucharon aquel día. ¿Cómo podía Simeón saber aquellas cosas si no era por medio de la revelación del Espíritu Santo? Las palabras de Simeón confirmaron lo que el ángel les había dicho muchos meses atrás. Se sintieron agradecidos de que aquel niño especial les había sido dado a ellos.
Simeón bendijo a María y a José. Hablando particularmente con María, le dijo muchas cosas sobre el niño. Es necesario examinar cada una de esas profecías individualmente.
Primero, Simeón le dijo a María que su niño haría caer y levantarse a muchos en Israel (versículo 34). Esto significa que no todos lo aceptarían a él ni a su ministerio. Algunos lo rechazarían a él y a la salvación que él ofrecía. Ellos caerían y no se levantarían jamás. Sin embargo, otros lo recibirían y experimentarían la liberación que él iba a ofrecer. Su ministerio causaría división en la nación.
En segundo lugar, el niño sería una señal que sería contradicha (versículo 34). Muchos lo rechazarían como la señal del favor de Dios. Aunque él era el Hijo de Dios y el Mesías, sería rechazado por muchos. Se burlarían de él y hablarían con severidad de él, blasfemando su nombre y negando su ministerio.
En tercer lugar, los pensamientos de muchos serían revelados a través de aquel niño (versículo 35). Jesús pondría en evidencia la hipocresía de los líderes religiosos de aquellos días. Él no podría ser engañado por una imagen de piedad religiosa. EL ministerio de Jesús dejaría expuesto el pecado del corazón humano. Revelaría a la humanidad su necesidad de un Salvador.
Finalmente, Simeón le dijo a María que llegaría el día en que una espada atravesaría su alma (versículo 35). En otras palabras, llegaría el día en que ella sufriría gran dolor por su hijo. Entendemos que esto se refiere a la crucifixión de Jesús. El corazón de María se rompería por el dolor de ver a su hijo crucificado.
Aunque no debe haber sido fácil para María aceptar aquellas cosas, era importante que se preparara para ellas. Las palabras de Simeón revelaron que aquel niño era el Mesías. Sin embargo, como el Mesías, sería rechazado por muchos y con el tiempo sería ejecutado. Estas cosas fueron reveladas a Simeón proféticamente muchos años antes de que sucedieran. Aunque María no comprendía cómo sucederían todas aquellas cosas en la vida de su hijo, las palabras de Simeón debían haberla preparado para lo que iba a pasar.
Aquel día había otra persona en el templo. Ana era una profetiza de edad avanzada. Ella había estado casada pero su esposo había muerto. Ella pasaba su tiempo en el templo adorando día y noche. Ayunaba y oraba, buscando al Señor. Ella también se acercó a María y a José. Cuando los vio dio gracias a Dios; ella también reconoció que el niño era el Mesías.
Después de ver al bebé Jesús, Ana agradeció a Dios y habló de él a todos los que llegaban al templo. Ella señalaba al niño y declaraba que él era la esperanza de Israel.
No podemos imaginarnos lo que debe haber sido para María y José el estar en el templo aquel día. No debe haber habido dudas en su mente de que aquel niño era muy especial. Una y otra vez, Dios les confirmaba que su niño era el Hijo de Dios.
Para Consideración:
- María y José tuvieron que redimir a su primogénito. ¿No pertenece al Señor todo lo que poseemos? ¿Qué tenemos que es realmente nuestro?
- Simeón profetizó que las personas en el tiempo de Jesús lo rechazarían. ¿Por qué lo rechazaron? ¿Por qué lo rechazan en la actualidad?
- Note la sensibilidad de Ana y de Simeón en el hecho de ser guiados por el Espíritu Santo. ¿Está usted en un punto en su vida espiritual en que el Espíritu Santo podría guiarlo tal y como los guió a ellos?
- ¿Qué cree que sintieron María y José al final de aquel día en el templo? ¿Por qué cree que Dios confirmó una vez más que Jesús era un niño muy especial? ¿Tiene usted momentos en los que necesita que su llamado sea confirmado? ¿Cómo ha confirmado Dios su llamado en su vida?
Para Oración:
- Fíjese en el corazón de Ana y de Simeón y en su devoción al Señor y a su reino. Pida al Señor que le de ese tipo de devoción hacia Él.
- Pida el Señor que aumente su sensibilidad al ministerio del Espíritu Santo en su vida de forma tal que pueda ser guiado por ÉL, claramente igual que Ana y Simeón.
- Agradezca al Señor porque Él se revela a los pobres y humildes, incluso como hizo con María y con José.
- Agradezca al Señor porque Él entiende nuestras necesidades de confirmación y nos ministrará en la manera que lo necesitemos.
10 – La Visita de Los Magos
Lea Mateo 2:1-12
Hemos visto cómo el llamado de Dios a María y a José fue confirmado por muchas personas distintas. Fueron visitados por ángeles y Elizabet, Simeón y Ana les dieron profecías. La visita de los pastores también les confirmó que Jesús era el Mesías prometido. En esta sección leemos sobre la visita de los Magos del oriente.
Fue durante el reinado de Herodes que los Magos vinieron del oriente a Jerusalén en busca del Mesías. Es posible que aquellos magos fueran astrólogos que estudiaban las estrellas. Algunos comentaristas creen que vinieron de la región de Persia o Babilonia al este de Israel. Ellos habían visto una estrella muy especial en el cielo. Se desconoce la manera en que ellos supieron lo que aquella estrella representaba, pero Dios les había revelado algunos detalles bien claros a través de ella. Ellos supieron que un rey especial había nacido. Aquel rey era digno de honra y de alabanza. Ellos decidieron hacer aquel largo viaje para verlo y ofrecerle sus regalos (versículo 2).
Los Magos sabían que un rey había nacido, aunque no tenían detalles específicos del lugar de su nacimiento o de lo que iba a hacer. Había lagunas en su interpretación. Lo que es importante para nosotros destacar aquí es que Dios usa cualquier medio para alcanzar a Su pueblo y comunicar la verdad. Aunque la interpretación de los Magos había sido suficiente para que hicieran el viaje a Jerusalén, no tenían una idea completa de la situación. Actualmente hay personas así; el Espíritu Santo ha estado guiándolos pero aún necesitan ser discipulados e instruidos en la verdad de la Palabra de Dios para tener una mejor interpretación.
Lo que es realmente sorprendente en el pasaje es que Herodes no había nunca oído nada acerca del nacimiento de Jesús. Las noticias de que habían venido unos Magos anunciando el nacimiento de un rey lo perturbaron. Todo Jerusalén estaba conmocionado por la noticia. Herodes debe haber reflexionado sobre esto desde un punto de vista político. Los judíos no estaban contentos con las leyes romanas; no necesitarían mucho poder de convencimiento para ponerse del lado de un líder judío que los llevara a la victoria sobre los romanos. Herodes sabía que tenía que seguir aquel asunto de cerca.
Herodes llamó a los sacerdotes y a los maestros de la ley para obtener información. Supo que los judíos estaban esperando a un Mesías. Los sacerdotes y maestros de la ley podrían darle información al respecto. Les preguntó dónde debía nacer el Cristo de acuerdo con las profecías de las Escrituras.
Es importante señalar que igual que los pastores anunciaron el nacimiento de Cristo a las personas de Belén, fueron los Magos los encargados de anunciar ese acontecimiento a los líderes políticos y religiosos en la ciudad de Jerusalén. Una vez más, es asombroso ver que Dios usó astrólogos extranjeros para hacer aquel anuncio. No podemos nunca limitar a Dios. Puede que no se nos hubiera ocurrido dar esta importante noticia a Jerusalén usando personas como los Magos, pero los caminos de Dios son diferentes a los nuestros. Dios usa extraños medios y extrañas personas para comunicar Su verdad. Esto hace que seamos humildes y que estemos alentados a la misma vez. Dios no necesita a poderosos que conozcan la profundidad de Su Palabra. Él puede usar a cualquiera que Él desee para cumplir Sus propósitos.
Los líderes religiosos judíos en Jerusalén le dijeron a Herodes que las Escrituras profetizaban que un Mesías nacería en Belén de Judea. En el versículo 6 se cita Miqueas 5:2:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentaráa mi pueblo Israel.
Al saber que el Mesías nacería en Belén, Herodes llamó a los Magos aparte y habló con ellos en privado. Les preguntó sobre el momento exacto en que había aparecido la estrella. Después de saber todo lo que necesitaba de los Magos, los mandó a Belén para que buscaran al niño y luego regresaran a contarle porque él quería, también, ir a adorar al nuevo rey que había nacido. Sin embargo, la realidad del asunto era que Herodes veía a Jesús como una amenaza y quería deshacerse de él.
Los Magos salieron hacia Belén. Es interesante señalar que la estrella que vieron en el Este los guió directamente al lugar donde estaba el Señor Jesús. ¿Por qué el Señor no los llevó desde un principio a Belén, evitando que fueran a Jerusalén y al Rey Herodes? Parece que era necesario que fueran a Jerusalén a hablar con los líderes y anunciarles la llegada del Mesías.
Dios nos guía paso a paso. No siempre no muestra la imagen completa de una vez. Es necesario que seamos obedientes en el primer paso antes que el segundo se abra ante nosotros. ¿Pudiera ser que la razón por la que no ves la dirección en la que Dios quiere que vayas es porque aún no es el momento propicio? ¿Pudiera ser que todavía haya algo que el Señor quiere de ti en el lugar o momento en que te encuentras? Hay algo que es cierto: cuando has cumplido obedientemente aquello para lo que Dios te ha llamado, Él va a mostrar claramente el resto del camino a seguir para ti.
Había también otra razón para que los Magos fueran a Jerusalén. Fue allí donde aprendieron acerca de las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías. Ellos debían llenar las lagunas de información que tenían.
La estrella los guió directamente al lugar donde estaba Jesús. Ellos recibieron confirmación de que habían encontrado al niño que habían ido a ver. Estaban llenos de gozo, Dios les habló en una forma en que ellos pudieron comprender. Les habló a través de las estrellas. Nos maravillamos una vez más ante los medios que usa Dios para comunicar Su verdad.
Note en el versículo 11 que los magos encontraron a María y a José en una casa. Parece que cuando ellos llegaron ya María y José no estaban en el establo. Cuando las personas que habían ido para el censo se marcharon, José probablemente priorizó que María tuviera un hogar apropiado en Belén.
Cuando los magos entraron en la casa, se postraron ante el niño y lo adoraron. Después de adorarlo le dieron sus regalos. Le ofrecieron oro, incienso y mirra. Hay muchas cosas que debemos mencionar sobre estas ofrendas.
Algunas versiones hablan del incienso; éste se usaba en las ofrendas sacrificiales en el templo. Por ejemplo, en Levítico 2:16 leemos:
Y el sacerdote hará arder el memorial de él, parte del grano desmenuzado y del aceite, con todo el incienso; es ofrenda encendida para Jehová.
Llegaría el día en que el Señor Jesús sería el sacrificio por nuestros pecados. ¿Podría ser que aquel incienso simbolizaba el sacrificio que él haría para perdón de nuestros pecados?
La mirra se agregaba al aceite para unción en las celebraciones en el templo (ver Éxodo 30:23-24). También se utilizaba en la preparación de los cadáveres para su sepultura. Vemos en Juan 19:39 que Nicodemo usó Mirra para preparar el cuerpo de Jesús para llevarlo al sepulcro.
También es interesante comentar que era costumbre de aquella época el dar a un criminal condenado a beber una mezcla de vino y mirra para aliviar su sufrimiento. Esa misma mezcla fue ofrecida al Señor cuando estaba en la cruz. Marcos 15:22-23 nos narra que “Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota (que traducido es: Lugar de la Calavera). Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.”
Los comentaristas ven al oro como un regalo que simboliza realeza. Aunque no vamos a profundizar mucho en esto, ciertamente cada uno de estos regalos parece significativo. Parecen indicar que como rey, un día él tendría que ofrecer su vida como sacrificio por nuestro pecado. No está muy claro hasta qué punto aquellos magos comprendieron la vida y el ministerio de Jesús, pero sus acciones fueron proféticas.
Después que terminaron lo que habían ido a hacer en Belén, Dios le dijo a los magos que no debían regresar a Herodes sino que regresaran a su país por otra ruta. Por medio de esto, Dios protegió al niño Jesús de caer en manos de Herodes quien quería acabar con su vida.
Para consideración:
- Los magos fueron guiados a Jesús por una estrella pero también por medio de las enseñanzas proféticas compartidas con ellos por los líderes religiosos de Jerusalén. ¿Qué nos enseña esto sobre la importancia de la Palabra de Dios?
- Dios guió a los magos por medio de las estrellas. ¿Qué nos enseña esto acerca de nuestra necesidad de alcanzar a las personas de nuestra comunidad? ¿Estamos hablando a los no creyentes de manera comprensible para ellos? ¿Cómo podemos comunicarnos de una mejor manera con los no creyentes?
- ¿Por qué cree que Dios guió a los magos a Jerusalén en vez de llevarlos directamente a Belén? ¿Nos muestra Dios siempre todos los detalles de Su plan?
- ¿Qué nos enseñan los regalos de los magos acerca del ministerio de Jesús?
- ¿Qué aprendemos sobre los tipos de personas que usa el Señor?
- ¿Cómo la visita de los magos le mostró a José y a María la importancia de su hijo?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por la manera en que Él nos guía paso a paso. Pídale que lo haga obediente en lo que Él lo ha llamado a hacer hoy.
- Pida al Señor que lo ayude a ser un estudioso de Su Palabra de manera que no hayan lagunas de dudas en su interpretación de Sus propósitos y planes.
- Agradezca al Señor por el hecho que nació para ser el sacrificio por sus pecados.
- Pida al Señor que le enseñe a ser sensible a Su dirección en su vida, al igual que los magos en este pasaje.
- Agradezca al Señor porque Él se comunica con nosotros en maneras que podemos comprender.
11 – El Escape a Egipto
Lea Mateo 2:13-23; Lucas 2:39-40
Los sabios (magos) habían visitado al Señor Jesús y Dios les advirtió que no regresaran a Jerusalén. Herodes les había alentado a que fueran a Belén y encontraran al niño cuya estrella ellos habían seguido. Les mandó que volvieran y le dijeran cuando hubieran encontrado al niño. Los magos decidieron obedecer a Dios antes que a Herodes y regresaron a su país.
Después que los magos se fueron, un ángel se apareció a José en un sueño. Le dijo que tomara al niño Jesús y a su esposa y escapara a Egipto. El ángel informó a José que Herodes iba a buscar al niño para matarlo.
Esa no debió haber sido una buena noticia para José y María. Ellos se regocijaban en el niño. Habían tenido tantas confirmaciones de que él era el Mesías. En medio de todo aquel regocijo y asombro, llegó la noticia de que la vida de aquel precioso niño estaba en peligro. Sus ánimos cambiaron; José y María se dieron cuenta de que no todos apreciarían la importancia y el ministerio de su niño.
Mateo 2:14 nos narra que José se levantó en medio de la noche y tomó a Jesús y su madre María y partió a Egipto. Había una sensación de urgencia en el mensaje del ángel. No hubo despedidas aquella noche. Escaparon desapercibidos. Si sus vecinos eran interrogados por los soldados de Herodes ellos no sabrían qué decir.
Mateo aclara que lo que sucedió aquella noche fue el cabal cumplimiento de una profecía. Oseas 11:1 dice: “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo” Este pasaje es en referencia al pueblo de Dios que salió de la tierra de Egipto. Sin embargo, parece haber una conexión en la mente de Mateo entre el Señor Jesús yendo a Egipto y la historia del pueblo de Dios en esclavitud allá. Egipto era un símbolo de cautiverio para el pueblo de Dios. El Señor Jesús mismo fue a ese lugar de esclavitud por nosotros. Él se identificó con su pueblo. Hay un significado espiritual en el hecho de que Jesús fue a Egipto cuando era niño.
Tal y como el ángel había predicho, Herodes se puso muy furioso al percatarse de que había sido engañado por los magos; ordenó que todos los niños varones de Belén, de hasta dos años de edad, fueran asesinados. Herodes tomó aquella decisión basado en la información que le dieron los magos sobre el niño cuando vieron la estrella. De aquí asumimos que Jesús, obviamente, no tenía más de dos años cuando fue llevado a Egipto.
Es importante señalar que incluso esa masacre de niños judíos fue profetizada por Jeremías. En el versículo 18, Mateo cita Jeremías 31:15:
Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.
Raquel era la madre de José en el Antiguo Testamento. La Escritura nos dice que ella fue sepultada en la región de Belén (Ver Génesis 35:19). Aquí ella se nos muestra llorando en su tumba por la terrible masacre que está teniendo lugar en Belén. Los hijos de ella, sus descendientes, están siendo masacrados por Herodes. Ella se niega a ser consolada debido a la maldad que hay alrededor.
No se da la cifra exacta de la cantidad de niños que perecieron en aquellos días, pero sabemos que Herodes no pudo eliminar al Señor Jesús. La mano de Su Padre Celestial estaba cuidando de Él y Herodes no pudo hallarlo.
Cuando Herodes murió, un ángel vino a José en otro sueño y le dijo que podía regresar a Israel con su esposa y con Jesús (Mateo 2:19-20) Los comentaristas nos dicen que Herodes tuvo una trágica y horrible muerte. No salió impune por sus terribles acciones.
Cuando José supo que Herodes, el hijo de Arquelao, estaba reinando en Judea, tuvo temor de regresar. Dios confirmó a José su preocupación a través de otro sueño. Esta vez, Dios le advirtió que no fuera a la región de Judea. Por lo tanto, José decidió, asentarse en Galilea. Escogió un pequeño y aparentemente insignificante pueblo llamado Nazaret. Aquí una vez más, Mateo recuerda a sus lectores que incluso este hecho fue profetizado en las Escrituras (versículo 23).
Lucas no dice nada sobre esta parte de la vida de Cristo. Él pasa de la presentación de Jesús en el templo a su regreso a Nazaret (Lucas 2:38-39). Sin embargo, Lucas nos dice que Jesús creció y se hizo fuerte (Lucas 2:40). Incluso desde que era un niño, Jesús estaba lleno de sabiduría. Hubo evidencia de la gracia de Dios en Su vida.
Para Consideración:
- ¿Qué aliento encuentras en el hecho que todos los detalles de este difícil tiempo en la vida de Cristo fueron anunciados por los profetas mucho antes de que sucedieran? ¿Quién tiene control de esta situación?
- Vea cómo el ángel del Señor habló a José en este pasaje advirtiéndole acerca de los peligros que estaban por venir.
- ¿Qué papel desempeña José en ese momento en la vida de Jesús? ¿Te asombra ver que Dios usa a José para proteger a Su hijo? ¿Por qué Jesús necesita protección si Él era el Hijo de Dios?
- La mano de Dios estaba sobre el Señor Jesús desde su niñez, protegiéndolo de sus enemigos. ¿Es la mano de Dios también la protección sobre nuestros hijos? ¿Tiene Él también un propósito en sus vidas?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por la manera en que Él nos guía y nos sostiene en momentos de peligro.
- Pida al Señor que le muestre Su propósito para su vida. Agradézcale porque Él lo guardará para ese propósito y lo protegerá en él.
- Agradezca al Señor porque Él está en control de los eventos de la historia. A Él nada lo toma por sorpresa.
- Tome un momento para pedir a Dios que rodee a su familia y los proteja de cualquier daño o peligro.
12 – El joven Jesús en el Templo
Lea Lucas 2:41-52
Han pasado doce años en la vida del Señor Jesús. A esa edad, era costumbre para un joven varón Judío el ir a los cultos del templo y aprender un oficio. Él estaba pasando de la niñez a la adultez. Como era costumbre, María y José iban a Jerusalén cada año a celebrar la Pascua. Esta debe haber sido la primera vez que el Señor Jesús participaba en la celebración. La Fiesta de la Pascua era una celebración que conmemoraba el día en que el ángel de la muerte pasó sobre Israel y mató a todos los primogénitos de Egipto y también recordaba la liberación de Israel de su esclavitud en Egipto.
Después de la celebración, la familia dejó Jerusalén para regresar a su hogar. Sin que Jesús y María lo supieran, Jesús se quedó en la ciudad (versículo 43). El versículo 44 nos dice que José y María creyeron que Jesús estaba con uno de los parientes que también estaban haciendo el viaje de regreso a Nazaret. Después de un día sin verlo, ellos lo buscaron entre los parientes y amigos, al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén.
Tres días después encontraron a Jesús. Cuando lo encontraron, estaba sentado en la sala del templo con los maestros, escuchando sus enseñanzas y haciéndoles preguntas. Su avidez por aprender era intensa. Los presentes escuchaban sus preguntas y se maravillaban ante su conocimiento. Incluso José y María estaban sorprendidos cuando lo encontraron. Esta es una palabra muy fuerte; existen varias traducciones posibles, la Nueva Traducción Viva utiliza la frase “sus padres no sabían qué pensar”.
Es importante señalar que el Señor necesitaba aprender igual que cualquiera de nosotros. Es cierto que Él tenía una conexión íntima con el Padre, pero aun así necesitaba aprender escuchando a los maestros de aquellos días.
Hablando con una profunda preocupación, María le preguntó, “¿Por qué nos has hecho así?”. Ellos habían estado buscándolo durante tres días; cualquier padre sabe lo difícil que eso debe ser. María le recordó a Jesús lo ansiosos que ellos habían estado en los tres últimos días.
La respuesta de Jesús es importante. Él se sorprendió ante el hecho de que sus padres no supieran dónde él estaba, “¿Por qué me buscabais?”, preguntó. “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Versículo 49). ¿Conocía Jesús en ese momento Su llamado en la vida?, ¿Era tan fuerte el llamado de Dios en su vida que Jesús sintió que sus padres debían haber comprendido su atracción a aquel lugar de adoración y aprendizaje? Aunque sus padres no comprendían la intensidad de su llamado a esa edad, el versículo 51 nos dice que María, particularmente, atesoró aquellas palabras en su corazón. Ese incidente le dio a ella una visión de la persona de su hijo y el propósito de Dios para su vida.
Jesús regresó con sus padres a Nazaret. Lucas les dice a sus lectores que Jesús obedecía a sus padres. Esta es una afirmación importante de Lucas. El incidente narrado anteriormente, puede llevar a los lectores a asumir que Jesús era desobediente. Lucas quiere que sus lectores entiendan que Jesús se sometía a sus padres y les obedecía en todo. Durante los años siguientes, Jesús continuó aprendiendo y creciendo tanto físicamente como en su relación con Dios y con los que le rodeaban.
Antes de que el Señor Jesús pudiera comenzar completamente Su ministerio, era necesario que creciera en conocimiento. Necesitaba profundizar en la verdad de la Palabra de Dios. Eso sólo se lograría por medio del estudio de las Escrituras. Incluso el mismo Señor Jesús necesitaba pasar tiempo en la palabra de su Padre para comprender y crecer en ella. Él tenía que aprenderla tal y como nosotros tenemos que hacerlo.
Jesús también necesitaba crecer en la gracia de Dios. Es vital que comprendamos esto; antes que él saliera a cumplir su ministerio, el Señor Jesús necesitaba crecer en su relación con el Padre. A veces tenemos la impresión de que esas cosas eran automáticas en la vida del Señor Jesús. La realidad del asunto, sin embargo, era que Jesús tenía que aprender a caminar con su Padre y a escucharlo igual que nosotros. Si vamos a ministrar como Dios quiere que lo hagamos, es necesario no sólo que crezcamos en nuestra comprensión de la Palabra de Dios, sino también en nuestra relación con el Padre. Es posible tener cierto conocimiento de la palabra y no estar todavía en una buena relación con el Padre. Jesús creció en estas dos áreas.
La tercera área en la que Jesús necesitaba crecer era en aceptación por parte de su pueblo. Esto no significa hacer todo para complacer a los demás, sino que necesitamos amar a aquellos a los que vamos a ministrar. Si usted no ama a aquellos a los que sirve, fallará en su ministerio. Jesús tuvo que crecer en su habilidad para manejar las relaciones y para amar a aquellos a su alrededor con el amor del Padre. Hay muchos pastores y obreros cristianos que fallan en sus ministerios porque no saben cómo tratar a las personas con amor y compasión.
Si va a convertirse en lo que Dios quiere, necesitará madurar en esas mismas áreas. No puede ministrar de manera efectiva si no se ha aferrado firmemente a la palabra de Dios. No puede ministrar de forma efectiva si no tiene un andar cercano a Dios, ni puede ministrar efectivamente si no sabe cómo trabajar con las personas con ternura y amor.
Es importante para nosotros ver que Jesús tuvo que aprender igual que nosotros. Esos primeros años fueron de preparación para Él. A los doce años, Jesús sintió un llamado muy intenso al ministerio, pero entonces no era el tiempo. Durante los siguientes dieciocho años él seguiría creciendo, aprendiendo y preparándose para el ministerio. No sería hasta aproximadamente la edad de treinta años que él comenzaría su ministerio. Tal vez usted ha estado esperando a que el Señor lo mande a su llamado. El Señor Jesús sabe lo que es esperar. Ojalá que nosotros, al igual que Jesús, usemos este tiempo para aprender y crecer de modo que cuando salgamos a ministrar, podamos estar listos.
Para Consideración:
- ¿Cuán importante es para nosotros estar preparados para el ministerio? ¿En qué áreas tuvo que crecer Jesús? ¿Ha crecido usted en esas áreas? ¿Dónde está su debilidad? ¿Cómo afecta su ministerio?
- ¿Alguna vez ha estado usted esperando a que Dios lo mande? ¿Por qué es tan difícil esperar el tiempo del Señor? ¿Qué está haciendo Dios en usted durante este tiempo de espera?
- El Señor Jesús necesitó crecer en conocimiento y en gracia con Dios y para con los demás. ¿Cómo es su relación con Dios? ¿Cómo son sus relaciones con las personas?
- ¿Cuán importante es el conocimiento de la Palabra? ¿Cómo Jesús demuestra el hambre por la Palabra a su Padre? ¿Tiene usted una avidez similar por la Palabra de Dios?
- ¿Cuál es el llamado de Dios en su vida? ¿Ha sido usted obediente a ese llamado?
Para Oración:
- Pida al Señor que le haga madurar en las áreas de su vida donde necesite trabajar (conocimiento de la Palabra, gracia ante los ojos de Dios y ante las personas).
- Agradezca al Señor porque Él voluntariamente dejó todo para convertirse en un joven que tuvo que aprender obediencia, conocimiento y gracia.
- Agradezca al Señor porque Él puede identificar sus luchas debido a que Él mismo enfrentó esas luchas también.
- Pida al Señor que le dé paciencia para esperar en Él en su ministerio y en los problemas de su vida.
13 – Juan comienza su ministerio
Lea Mateo 3:1-6; Marcos 1:2-6; Lucas 3:1-6
Han pasado doce años desde que el Señor Jesús habló con los líderes en el templo. La escena pasa a Juan el Bautista. Durante algún tiempo Juan había estado viviendo en el desierto, donde estaba siendo preparado para el día en que iba a presentar al Señor Jesús al mundo. No se nos dice lo que el Señor Jesús hizo desde los doce hasta los treinta años. Parece que vivió y trabajó como cualquier adulto normal en aquellos días. Su preparación para el ministerio fue entre personas y con una ocupación. Sin embargo, Juan, fue preparado en un estado de aislamiento en el desierto. Dios tiene una manera de entrenar y equipar a cada uno de nosotros para lo que nos llama a hacer.
Lucas 3:1-2 nos da la fecha en que Juan salió del desierto. Nos dice que vino palabra del Señor a Juan en el desierto durante el reinado de Tiberio César. En aquel momento, Poncio Pilatos era gobernador en Judea, Herodes estaba en Galilea, Filipo, el hermano de Herodes, estaba en la región de Iturea y Traconite, y Lisanias en Abilinias. Lucas también nos dice que Anás y Caifás servían como Sumos Sacerdotes. Fue en aquel preciso momento de la historia que vino palabra de Dios a Juan en el desierto llamándolo a predicar. Hay muchos detalles importantes del ministerio de Juan que los escritores del Evangelio quieren que comprendamos.
El Ministerio de Juan en la Profecía
Los tres escritores de estos Evangelios quieren que comprendamos que el ministerio de Juan el Bautista fue profetizado mucho antes de que el saliera del desierto. Nos recuerdan que Isaías profetizó que Dios enviaría un mensajero delante del Mesías para preparar el camino para Él (ver Isaías 40:3-5). Este mensajero fue visto como una voz que clama en el desierto (Mateo 3:3; Marcos 1:3; Lucas 3:4). Incluso el mismo hecho que Juan estaba viviendo en el desierto había sido profetizado mucho antes que sucediera. Esta importante voz no vino del templo o de otros centros religiosos importantes de Jerusalén. La voz vendría de un desierto árido.
Las profecías también decían que el mensajero prepararía el camino para el Mesías y enderezaría sus sendas (Matero 3:3; Marcos 1:3; Lucas 3:4). Cuando nosotros vivimos en Mauricio en el Océano Índico, cada vez que iba a haber una visita de un dignatario, se organizaba una escolta policial. Los policías iban antes que el dignatario y se aseguraban de que no había nada que obstruyese su camino. Se detenía el tráfico para que el dignatario pasara sin dificultad. En un sentido, eso fue para lo que Juan fue llamado. Él fue enviado antes que el Mesías para preparar los corazones y las mentes de los que iban a conocerlo. Era necesario que las personas se arrepintieran de sus pecados y estuvieran dispuestas a recibirlo. Había que romper todos los obstáculos espirituales.
El ministerio de Juan fue anunciado por los profetas. Él vino exactamente igual que ellos lo habían predicho. Esto en sí mismo, confirma que el Señor Jesús era realmente el Mesías.
La Persona que Juan Anunció
En Lucas 3:5-6 se nos recuerda la profecía de Isaías que cuando el Mesías viniera los valles se rellenarían y se bajarían todos los montes y los collados. Los caminos torcidos serían enderezados y los lugares ásperos allanados. ¿No es esto lo que vino a hacer el Señor Jesús? Él vino a llenar los valles vacíos de nuestras vidas. Él quiere enderezar nuestros caminos torcidos por el pecado. Él allana las zonas ásperas en nuestras vidas haciéndonos más como Él. Jesús vino a revelar Su salvación a los confines de la tierra (Lucas 3:6). Aunque pasaría algún tiempo antes de que los cristianos Judíos lo aceptaran, Lucas comprendió que el plan de Dios no era solamente para los judíos, sino para el mundo entero. El Mesías que vino en la persona del Señor Jesús sería el Salvador de todo su pueblo, sin distinción de raza o nacionalidad.
El Mensaje de Juan
¿Cuál era el mensaje de Juan? Era lo que Isaías profetizó que él diría, un mensaje de arrepentimiento. Él decía, “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”, (Mateo 3:2). El Reino de Dios venía en la persona del Señor Jesús. Él era el Rey de un nuevo reino espiritual. Su pueblo necesitaba preparar sus corazones para recibirlo como Salvador y Rey. Necesitaban volverse de sus pecados porque Dios había enviado a Su Hijo para que anduviese en medio de ellos. El pecado es la barrera número uno entre los hombres y Dios. Los grandes movimientos o visitaciones de Dios en la historia han sido introducidos por una acción del Espíritu de Dios llamando a las personas al arrepentimiento y a la oración. A medida que lidiamos con el pecado, Dios se mueve con gran poder. Al preparar el ministerio público del Señor Jesús, Juan llamó a las personas a arrepentirse de sus pecados.
Juan no sólo predicó aquel mensaje de arrepentimiento, sino que llamó a las personas a demostrar su arrepentimiento. Su predicación requería una respuesta. Juan esperaba que aquellos que escucharan su mensaje tomaran la decisión de seguir a su Señor. Juan les pedía que se bautizaran para demostrar su compromiso con aquella decisión.
La Apariencia de Juan
Tanto Mateo como Marcos creen importante mencionar algo sobre la apariencia física de Juan. Sus vestimentas estaban hechas con pelaje de camello y usaba un cinturón de cuero alrededor de su cintura. Es significativo que Elías usó también ese tipo de ropa. Leemos el ejemplo en 2 de Reyes 1:8
Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías Tisbita.
Vean también que en Mateo y en Marcos se nos dice que Juan se alimentó con langostas y miel. Juan no era un hombre rico. Tenía muy poco en la vida y se contentaba con lo que poseía. El centro de su atención no estaba en la cosas de esta vida sino en las del reino de Dios.
El Éxito de Juan
Es necesario señalar que el ministerio de Juan fue bendecido por Dios en gran manera. El poder y la unción del Espíritu Santo eran claramente visibles en Juan y su ministerio. Las personas venían de Jerusalén, Judea y la región del Jordán para escucharlo predicar (Mateo 3:5; Marcos 1:5). El poder del Espíritu Santo sobre él era tal que las personas comenzaron a confesar sus pecados y eran bautizadas. En realidad, lo que vemos aquí es un avivamiento. El poder de Dios se estaba moviendo en medio de Su pueblo. Las personas escuchaban lo que Dios estaba haciendo a través de Juan y venían a escucharlo hablar. Al llegar, eran cautivados por el poder de Dios y eran quebrantados debido a sus pecados.
El ministerio de Juan fue el cumplimiento de las palabras de los profetas en el Antiguo Testamento. Su mensaje era simple, llamaba a su pueblo al arrepentimiento y requería una respuesta. Juan no era una persona llamativa u ostentosa; vivía una vida simple. Sin embargo, su ministerio fue poderosamente ungido por Dios y muchas personas respondieron al poder de Dios en su vida.
Para Consideración:
- ¿Qué nos dice este pasaje acerca del pecado? ¿De qué manera es el pecado un obstáculo en nuestra relación con Dios? ¿Cuán importante es que nos arrepintamos de nuestros pecados? ¿Ha sido débil este mensaje de arrepentimiento en nuestros días? ¿Por qué?
- Juan llamó a las personas al arrepentimiento y a lidiar con sus pecados inmediatamente. ¿Qué te impide estar a cuentas con Dios?
- Juan requería una respuesta en su predicación. ¿Espera usted que Dios use su predicación para cumplir cosas en las vidas de aquellos que le escuchan?
- Juan no estaba enfocado en las cosas de este mundo. Vivió una vida muy simple, pero fue usado poderosamente por Dios. ¿Hay alguna cosa que usted encuentre difícil rendir ante el Señor en la actualidad?
Para Oración
- Pida al Señor que le revele cualquier pecado en su vida que esté interfiriendo en su relación con Él.
- Pida al Señor que derrame bendiciones sobre su ministerio de manera que se haga más fructífero.
- Pida al Señor que lo libere de cualquier cosa que lo ate al mundo y que le impida traer fruto para Él.
- Pida a Dios que restaure el mensaje de arrepentimiento de la iglesia en la actualidad.
- Pida a Dios que nos perdone por las veces que hemos minimizado la seriedad del pecado en la iglesia y en la sociedad.
- Pida a Dios que derrame un espíritu de arrepentimiento en la iglesia y en la sociedad.
14 – El Mensaje de Juan
Lea Mateo 3:7-10; Lucas 3:7-14
En las últimas meditaciones hemos hablado del ministerio de Juan el Bautista y de la unción de Dios en su ministerio. En el presente capítulo examinaremos el mensaje que Juan el Bautista predicaba.
Mateo nos dice que muchas personas iban a escuchar la predicación de Juan. En algunas ocasiones, algunos Fariseos y Saduceos iban también a escuchar lo que él decía. Cuando Juan los veía venir, los llamaba generación de víboras. Las víboras son serpientes venenosas, esa era la manera en que Juan veía a los fariseos y Saduceos. Eran víboras mordiendo e infectando a los demás con sus prácticas y doctrinas venenosas. Aquellos que fueran presa de sus enseñanzas eran destruidos por ellos mismos. Las enseñanzas de los Fariseos y Saduceos, aunque estaban basadas en la Ley de Dios, eran legalistas y estaban distorsionadas. Aquellos líderes presentaban un frente religioso pero eran, en realidad, un grupo de orgullosos. Querían ser vistos y aplaudidos. Guiaban erróneamente a muchos a una religión de obras y de hipocresía. Juan es muy directo al condenarlos por sus acciones.
“¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?”, les preguntaba Juan (Mateo 3:7). Su forma de vivir no reflejaba conocimiento de que ellos un día tendrían que dar cuentas a Dios por sus palabras y acciones. Sólo podemos hacernos una idea de cuál debió haber sido la respuesta de los líderes religiosos ante aquellas duras palabras de Juan que los exponían como hipócritas. Aquello no debe haber sido bueno.
Juan retó a los allí presentes a que hicieran frutos dignos de arrepentimiento. Si nos arrepentimos de nuestros pecados habrá un cambio en nuestra manera de vivir. Si decimos que nos arrepentimos pero continuamos practicando el pecado, demostramos que no hubo arrepentimiento sincero. El genuino arrepentimiento hará que nos alejemos del pecado. En nuestra manera de vivir habrá una evidencia clara de que nos hemos arrepentido. Juan quería ver el fruto del verdadero arrepentimiento en las vidas de aquellos que vinieran a escuchar su predicación. Juan quería ver vidas transformadas.
Muchos de los que iban a escuchar a Juan confiaban en el hecho de que habían nacido judíos. Sentían que porque sus padres creían en Dios ya ellos tenían garantizada una relación con Dios. Actualmente existen personas así. Piensan que porque van a una buena iglesia o porque pertenecen a una familia cristiana van a ir al cielo. Nada más lejos de la verdad. Juan les recuerda a aquellos que lo escuchaban que Dios podía levantar hijos de Abraham incluso de las rocas que habían a su alrededor. Los retó a una relación personal con Dios. No podían depender de sus padres; era necesario que tuvieran una experiencia personal con Dios por ellos mimos. Cada persona necesita esa relación personal con Dios, y Juan exhortó a cada uno a que la tuviera.
Juan también les recordó que un día ellos tendrían que responder ante Dios por sus vidas. Les dijo que el juicio de Dios caería sobre ellos como un hacha sobre el tronco del árbol que no da fruto. O daban buen fruto o serían cortados y echados al fuego.
Aquí vemos la urgencia de dar buenos frutos para el Señor. ¿Hemos estado dando fruto en nuestra vida? ¿Cuánto tiempo hemos estado sin dar fruto alguno? ¿Qué es lo que evita que Dios nos juzgue por no dar frutos? ¿Cuánto tiempo más tendrá Dios que ser paciente con nosotros? ¿Cuántas personas se pierden mientras nosotros vivimos de forma poco fructífera? ¿Cuánto más debe sufrir su reino porque nosotros no hemos vivido como debemos? En este sentido hay una gran urgencia.
Lucas dice a sus lectores que las personas quedaban impresionadas por el mensaje de Juan; después de oírlo hablar preguntaban: “¿Qué haremos?” (Lucas 3.10). El mensaje de Juan penetraba en sus corazones. Ellos querían saber cómo vivir a la luz del venidero juicio de Dios.
Juan respondió su interrogante de manera simple y práctica. Si usted tiene dos túnicas debe compartir una con aquel que no tiene. Si usted tiene alimento para compartir, debe hacerlo con aquellos que no tienen nada; les dijo (Lucas 3:11). Los animó a ver las necesidades que había a su alrededor. Debían mostrar compasión y estar dispuestos a negarse a sí mismos para ministrar a otros en su necesidad. Respondemos ante Dios por nuestra manera de vivir y de usar lo que Él nos ha dado.
Cuando los cobradores de impuestos fueron ante Juan y le preguntaron qué debían hacer, él los retó a cobrar sólo lo que debían. No debían aprovecharse de las personas, en vez de eso, debían ser honestos en todas sus acciones.
Cuando los soldados le preguntaron a Juan sobre lo que ellos debían hacer, Juan les dijo que no debían usar su potestad para extorsionar a nadie, que debían vivir honestamente y no calumniar a los demás, y los retó a estar contentos con sus salarios. Aquellos soldados habían estado utilizando su posición para enriquecerse a expensas de aquellos que debían proteger.
El mensaje de Juan era intensamente práctico. Él hablaba en contra de la hipocresía. Les decía a las personas que si se arrepentían genuinamente de sus pecados, su arrepentimiento sería obvio en su manera de vivir. Los retaba a vivir en la realidad del juicio de Dios. Los animaba a practicar la piedad, pero que ésta se demostrara en actos de compasión y de amor por los que los rodeaban. Si usted verdaderamente pertenece al Señor, aquellos a su alrededor lo notarán. El reto de Juan es el de vivir la fe que profesamos.
Para Consideración:
- ¿Qué fruto ha estado usted produciendo para el reino?
- ¿Es una urgencia que produzcamos frutos para el Señor? ¿Por qué?
- ¿Qué cambio vio usted evidenciado en su vida cuando usted se arrepintió de sus pecados y aceptó al Señor Jesús? ¿Ve usted aún evidencias de ese cambio?
- ¿Qué aprendemos sobre la audacia de Juan en su predicación? ¿Está usted dispuesto a arriesgar su reputación por decir la verdad?
Para Oración:
- Pida al Señor que le muestre qué ministerio tiene Él para usted. Pídale que lo ayude a mostrar evidencia clara de su fe ante aquellos que están alrededor suyo.
- Agradezca al Señor por Su maravillosa paciencia con usted a pesar del hecho de que usted no siempre ha demostrado el fruto de arrepentimiento en su vida.
- Pida al Señor que le ayude a ser más atrevido en su predicación.
15 – Juan Presenta a Jesús
Lea Mateo 3:11-12; Marcos 1:7-8; Lucas 3:15-18
Juan el Bautista tuvo un ministerio muy poderoso. Las personas iban de las regiones vecinas a escucharlo predicar. El Espíritu de Dios estaba obrando a través de su predicación. Las personas estaban siendo quebrantadas por el poder del Espíritu de Dios y se arrepentían de sus pecados. El mensaje de Juan era inmensamente práctico. Él enseñaba que si las personas se arrepentían genuinamente, esto se evidenciaría en su forma de vivir. Esto no era todo lo que Juan predicaba. El enfoque central de su ministerio era preparar a las personas para la llegada del Mesías. Frecuentemente hablaba del Señor Jesús y declaraba que Él era el Mesías profetizado.
Ya hemos visto que parte del ministerio de Juan el Bautista era bautizar a aquellos que se arrepentían de sus pecados. Aquí debe señalarse que este bautismo no era el que Cristo instituiría posteriormente en su ministerio. El bautismo de Juan tenía, como objetivo, preparar a las personas para la llegada del Mesías y su obra. Este seguía más la línea de las leyes de purificación en el Antiguo Testamento. Igual que un sacerdote purificaba ceremonialmente a su pueblo como preparación para una obra de Dios en medio de ellos, así también Juan estaba preparando a su pueblo para la llegada del Mesías.
Juan les recordaba a aquéllos que venían, que él bautizaba con agua para arrepentimiento de pecados, pero que había uno que venía después que él que era mucho más poderoso, y que los bautizaría en el Espíritu Santo y fuego. Juan les dijo a los que le escuchaban que él no era digno de calzar sus sandalias (Mateo 3.11) ni siquiera de desatar la correa de su calzado (Lucas 3:16; Marcos 1:7). Juan dijo estas palabras cuando las personas comenzaron a preguntarse si él era el Cristo (ver Lucas 3:15). Quería que todos supieran que él no era el Mesías. Se veía a sí mismo muy pequeño e insignificante comparado con el Señor Jesús; no quería que las personas se concentraran en él.
A las personas que iban para que Juan los bautizara, él les decía que el bautismo que el Señor Jesús daría era mucho más grande que el suyo. Jesús los bautizaría en fuego, y éste era un bautismo poderoso y renovador. EL bautismo del que habla Juan en esta sección no es bautismo en agua, sino el bautismo del Espíritu Santo. A través de su ministerio en la cruz, el Señor Jesús estaría preparando el camino para que el Espíritu Santo viniera a aquellos que creyeran en Él y se arrepintieran de sus pecados. El Espíritu Santo vendría para darles poder y para purificarlos. Este bautismo y esta plenitud del Espíritu Santo, cambiaría vidas. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre la iglesia en el día de Pentecostés, hubo un cambio radical. Los discípulos fueron investidos de poder y equipados para la obra del ministerio. Pudieron obtener la victoria sobre el pecado y sobre el enemigo. Los bautizados por el Espíritu Santo recibirían poder de lo alto que los capacitaría para vivir y servir en la manera en que Dios lo requería.
Juan les recordó que Jesús vendría a recoger el trigo en su granero y a quemar la paja en fuego que nunca se apaga. Juan recrea la llegada del Señor Jesús como la de un campesino que separa el trigo de las hojas y los troncos. Él recogería a aquellos que le pertenecen, pero lanzaría a los no creyentes al fuego para que se quemaran. Vean Lucas 3:17, el fuego del que se habla aquí se describe como uno que nunca se apaga, sino que arde por toda la eternidad como recordatorio del juicio de Dios sobre aquellos que rechazan su regalo de salvación.
A la luz del juicio venidero, Juan retó a las personas a mirar al Mesías que pronto sería revelado. La gente no debía darle la espalda, algo se les estaba ofreciendo. Ellos podían venir al Mesías y recibir poder y ser purificados en el bautismo ardiente de su Espíritu Santo, o bien podían enfrentar las llamas de su ira eterna. Las palabras de Juan son realmente poderosas – ríndanse al ministerio de Su Espíritu Santo o sean condenados para toda la eternidad.
Mientras Juan predicaba con gran poder, el Señor Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán para verlo. Note que Jesús fue para ser bautizado por Juan igual que todos aquellos que estaban a su alrededor. El bautismo de Jesús fue significativo; aunque Él no había cometido pecado alguno, Jesús fue igualmente bautizado como todos los que iban a Juan en aquella ocasión. Se acercaba el día en que el Señor Jesús sería bautizado con otro bautismo. En Lucas 12:50, Jesús se refiere a su muerte como un bautismo. No puede pasarse por alto el simbolismo, Jesús, al ser bautizado, estaba identificándose con los pecadores y comprometiéndose a morir por ellos.
Juan no se creyó digno de bautizar al Señor Jesús; él sentía que Jesús era quien debía bautizarlo a él. Sin embargo, Jesús le recordó que era necesario que Juan lo bautizara y que en el momento de su bautismo, los propósitos de Dios serían cumplidos. Juan estuvo de acuerdo y lo bautizó.
El resultado del bautismo del Señor fue más allá de cualquier cosa que Juan pudo haber imaginado. Cuando Jesús salió del agua, los cielos se abrieron y el Espíritu de Dios vino sobre Él de forma visible para todos los presentes. Sólo podemos imaginarnos el impacto que debe haber tenido en los presentes el ver los cielos abiertos y la presencia visible del Espíritu Santo.
El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor Jesús en forma de paloma. ¿Por qué el Espíritu Santo vino en forma de una paloma? Por mucho tiempo, la paloma ha sido un símbolo de paz y humildad. El Señor Jesús vino a traer esa paz. Él iba a ministrar con gran humildad. Sin embargo, más allá de eso, era importante que los presentes vieran el Espíritu descender sobre Jesús para que pudieran entender la aprobación del Padre para con la vida y ministerio de Jesús.
Por medio de su bautismo, Jesús aceptó el ministerio para el cual fue llamado por su Padre; declaró públicamente que serviría al Padre identificando a los pecadores y tomando el castigo en lugar de ellos. Dios confirmó que aceptaba al Señor Jesús como su instrumento ungiéndolo con el Espíritu Santo. Para enfatizar esto, junto a la presencia visible del Espíritu Santo, se escucharon palabras audibles del padre desde el cielo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). No podía haber dudas en el corazón de los que estaban en aquel lugar. Los cielos abriéndose, el Espíritu Santo descendiendo en forma visible y la clara voz de Dios hablando desde el cielo, fueron pruebas indubitables para todos los que vieron y escucharon de que aquella persona era el Mesías. Aquel era el que Juan les había dicho vendría a bautizar en fuego y en el Espíritu Santo. Aquel era el que venía a juzgar.
También hay otro detalle que debe mencionarse en este contexto. Era necesario que el Señor Jesús fuese investido con poder por el Espíritu Santo. Hasta ese momento, Jesús había vivido la vida que el Padre le había mandado. No hay dudas de que el Espíritu de Dios ya estaba con Él durante aquellos treinta años de su vida. A pesar de eso, sin embargo, el Espíritu Santo descendió sobre Él en el momento de su bautismo en una manera fresca y nueva. El Espíritu Santo vino a conferir poder para el ministerio. A partir de este punto, el Señor Jesús se movería en el poder del Espíritu en el ministerio particular para que cual había sido llamado y equipado.
Me parece que todos necesitamos esa unción especial y ese poder de Dios en nuestros ministerios. Aunque el Espíritu de Dios mora en cada creyente, equipándolo para vivir y andar con Cristo, también hay una unción especial y un llamado al servicio. Igual que los sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento eran separados para su ministerio ungiéndoles en aceite, nosotros debemos ser ungidos por el Espíritu de Dios para el llamado específico que Él ha puesto en nuestras vidas. Cuando Dios nos llama al ministerio, podemos estar seguros de que Él nos equipará poderosamente para ese ministerio específico. Puede que esa unción esté en usted para el evangelismo, o para predicar la Palabra de Dios con poder. Puede también darle dones para la administración o para consejería. Pronto usted será consciente de que la mano de Dios está sobre usted en esa área de su vida en particular. Usted también comprenderá que el trabajo para el cual Él le ha llamado no es para que lo haga en el poder de la fuerza y sabiduría humanas, sino por medio del Espíritu obrando y bendiciendo el llamado de Dios en su vida.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez se ha visto tentado en su ministerio a que los demás se centren en usted y no en el Señor Jesús? ¿Cómo nos da Juan un ejemplo a seguir?
- ¿Qué simbolizó el bautismo de Juan? ¿Cuál fue su propósito?
- ¿Qué evidencia de la presencia y poder del Espíritu Santo existe en su vida? ¿Por qué es importante su obra?
- ¿Qué pruebas vemos en el bautismo de Jesús de que Él era exactamente quien él decía ser?
Para Oración:
- Pida al Señor una unción del Espíritu Santo para su ministerio. Pídale que le perdone por tratar de llevar a cabo su ministerio confiando en su propio poder y fuerzas.
- Agradezca al Señor porque Él aceptó gustosamente el llamado del Padre en Su vida para nuestra salvación.
- Pida al Señor que lo capacite para mostrarle a otros al Señor Jesús, igual que Juan el Bautista.
- Tome un momento para pedir al Señor que abra su corazón para ver cualquier pecado que dificulta su relación con Dios.
16 – La Tentación de Jesús
Lea Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13
Después de su bautismo, el Señor Jesús fue guiado por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo (Lucas 4:1). Lucas nos dice que él fue lleno del Espíritu cuando fue llevado al desierto. Cuando pensamos en el hecho de ser llenados y guiados por el Espíritu, no siempre pensamos en tribulaciones o pruebas. Aquí vemos que el Espíritu Santo estaba llevando al Señor a un período de pruebas y tribulaciones. Si bien es cierto que Satanás fue el instrumento para hacer las pruebas, el Espíritu Santo llevó a Jesús a ese lugar y le dio poder para enfrentar aquel difícil momento de su vida. Era una aparte necesaria en la preparación para su ministerio.
¿Alguna vez ha resistido la voluntad y el propósito del Espíritu Santo negándose a enfrentar las pruebas del enemigo? Hay momentos en los que el Señor nos lleva a lugares en los que seremos probados. Estas pruebas están diseñadas para fortalecernos y equiparnos en el ministerio y en nuestro andar con el Señor. Dios puede incluso utilizar al enemigo para cumplir un propósito mayor en nuestras vidas.
No está clara cuál fue la forma de tentación en aquellos primeros cuarenta días. Sin embargo, Lucas dice que durante ese tiempo Jesús fue tentado por el diablo (Lucas 4:2). Durante ese tiempo, Jesús oraba y ayunaba. Él sabía de dónde vendría su victoria sobre el enemigo. Durante cuarenta días el oró y buscó a Dios. No comió nada durante ese tiempo. Estaba debilitado físicamente, pero esa batalla no dependía de su fuerza física. El enemigo descargó sobre Él todo lo que tenía. Jesús sacó fuerzas del Espíritu y clamó a su Padre.
Algunos comentaristas ven una conexión entre los cuarenta años que pasaron los hijos de Israel en el desierto y los cuarenta días que pasa el Señor Jesús. Donde los hijos de Israel fallaron, Él tuvo éxito.
El diablo vino a Jesús después de cuarenta días. Jesús estaba débil y muy hambriento. Al reconocer su hambre física, el diablo le dijo que si Él fuera el Hijo de Dios podría convertir las piedras en pan para que tuviera algo que comer. A primera vista, parece haber sabiduría en aquellas palabras del enemigo. ¿Qué tenía de malo convertir las piedras en pan para comer? Pero aquí es necesario que entendamos ciertas cosas.
Jesús había sido guiado por el Espíritu al desierto. Era el propósito del Espíritu de Dios que Él fuera tentado y probado en aquel lugar. Cuando llegara el momento apropiado, el Espíritu de Dios lo libraría de la tentación y la prueba. Jesús no iba a tomar el camino más fácil antes de que fuese su tiempo. ¿Cuántas veces hemos tomado un atajo? Ninguno de nosotros quiere enfrentar las luchas y las tentaciones que vienen a nuestra vida. Pero sólo pasando por esas tribulaciones es que podemos verdaderamente convertirnos en lo que el Señor quiere que seamos. Cuando tomamos el desvío, nos perdemos las bendiciones y las lecciones que Dios quiere enseñarnos.
Hay un segundo aspecto que debemos considerar. El enemigo le estaba pidiendo a Jesús que demostrara Su poder y se probara a sí mismo. “Si eres el Hijo de Dios entonces convierte estas piedras en pan”, le dijo Satanás. Es cierto que al estar lleno del Espíritu Santo, Jesús había sido investido con un poder especial para demostrar las maravillas de Dios. Sin embargo, el enemigo lo retó para que utilizara ese poder de forma no autorizada. Satanás quería que Jesús usara aquel poder para sí mismo y no en beneficio del reino. Jesús se negó a usar el poder de Dios sin la clara dirección del Espíritu. Realmente es posible utilizar los dones que Dios nos ha dado en una forma que no esté a tono con la dirección del Espíritu de Dios. Usted puede tener la posibilidad y la habilidad de hacer algo y no estar autorizado para hacerlo. Este pasaje nos enseña que el poder y los dones de Dios no son para que los usemos como mejor nos plazca. Debemos buscar la clara dirección y el propósito de Dios en el uso de nuestros dones.
Jesús le recordó a Satanás que un hombre no sólo vive de pan sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4). En otras palabras, lo que era importante era que fuera obediente a la voluntad y al propósito de Su Padre. Él no iba a utilizar su poder en el momento incorrecto ni sin estar autorizado. Escogió escuchar la Palabra de Dios y ser obediente antes de satisfacer sus propias necesidades.
El orden de las tentaciones es diferente de acuerdo con Lucas y Mateo, aunque realmente lo significativo no es el orden. Mateo nos dice que el diablo llevó al Señor a la ciudad santa y lo llevó al punto más alto del templo. Le dijo que si era el Hijo de Dios podía saltar al vacío y los ángeles lo sostendrían. El enemigo cita un pasaje de la Escritura pero fuera de contexto, y le dice a Jesús que salte de lo alto del templo confiando en que los ángeles lo protegerán. Satanás distorsionó la Palabra de Dios para decir lo que él quería decir.
El maligno se esforzará al máximo para atacar, torcer y sembrar dudas acerca de la Palabra de Dios. Por su causa algunos pastores y líderes Cristianos alrededor del mundo han usado erróneamente la Escritura. Incluso ha hecho que algunos hombres y mujeres duden su veracidad. Él sabe que si dudamos de la Palabra o si la usamos incorrectamente, estaremos sin una brújula en la jungla del pecado. Si él puede hacernos ignorar o distorsionar la Palabra, puede infiltrarse en la iglesia con cualquier cosa que se proponga. ¿Cuánto daño ha sido causado por aquellos que no interpretan apropiadamente las Escrituras o la usan para justificar sus propias intenciones malévolas?
Jesús no cayó en la trampa. Él sabía que la porción de la Escritura que el enemigo citó nunca tuvo el propósito inicial para el que Satanás la usó. Jesús le recordó a Satanás que tomar la Escritura y aplicarla de aquella manera era tentar al Señor. Dios nos guarda en los momentos de luchas y dificultades a los que tenemos que enfrentarnos, pero es necio de nuestra parte el lanzarnos en situaciones peligrosas simplemente para probar a Dios.
Cuando Jesús resistió esa segunda tentación, el enemigo lo llevó a una montaña alta y le mostró todos los reinos del mundo; se los ofreció si él puesto de rodillas lo adoraba. Satanás había atado a innumerables naciones con sus mentiras, todas ellas estaban bajo su poder y control. Satanás le dijo a Jesús que si Él simplemente le daba su corazón, liberaría al mundo. Precisamente para liberar al mundo era para lo que Jesús había venido. Vino a morir para que nosotros pudiésemos ser liberados del poder del enemigo. Satanás ofreció quitar sus ataduras de las naciones si el Señor se doblegaba y lo adoraba. Si sacrificaba su integridad él tendría las naciones. ¿Cuántas veces el enemigo nos ha hecho una oferta semejante? Él te ofrecerá éxitos si tú sacrificas tu integridad.
En respuesta a esa tentación, Jesús vuelve a recurrir a la Escritura; escogió ser fiel a la Palabra de Dios, no rindió su integridad. No se iba a postrar ante el diablo ni tampoco a rebajarse a sus formas. Si Jesús le hubiese dado la espalda a Su Padre en aquel momento, él no hubiera podido morir por nuestros pecados. El Señor Jesús escogió ser obediente hasta la muerte. Nuestra esperanza descansa en eso.
Para Consideración:
- ¿El hecho de recibir poder del Espíritu de Dios significa que nunca tendremos que sufrir? ¿Qué nos enseña este capítulo sobre esto?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la importancia de andar con Dios en total integridad?
- ¿Estamos exentos de tribulaciones como creyentes? ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en esas tribulaciones?
- ¿Cuán importante es la correcta interpretación de la Palabra? ¿Cómo puede el enemigo usar la Palabra de Dios para tentarnos y hacernos salir de la brecha?
- ¿Alguna vez ha sido tentado de alguna manera que haya puesto en peligro su fe? Explique.
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé un corazón honesto y sincero delante de Él. Pídale que lo libre de comprometer su fe.
- Pida al Señor que lo enseñe a través de las tribulaciones que está enfrentando en la actualidad.
- Agradezca al Señor porque Él sabe lo que es ser tentado y probado. Dele gracias porque se identifica con usted en sus momentos de pruebas.
- Agradezca al Señor que no cedió ante las tentaciones del enemigo. Agradezca porque como fue fiel hasta la muerte, Él es nuestra esperanza de salvación eterna.
17 – Jesús va a Galilea
Lea Mateo 4:12-17; Marcos 1:14-15; Lucas 3:19-20, 4:14-30
El Espíritu de Dios estaba sobre Juan el Bautista protegiéndolo y cuidándolo para el ministerio al cual había sido llamado. Sin embargo, después de presentar a Jesús al mundo, no pasó mucho tiempo antes de que Juan estuviera en problemas. Lucas nos dice que Juan reprendía seriamente al Rey Herodes debido a su estilo de vida. Particularmente lo criticaba debido a su esposa Herodías, quien había sido esposa de su hermano Felipe. Herodes se enamoró de ella y ella decidió abandonar a su esposo para convertirse en la esposa de Herodes. En Mateo 14:3-4 podemos leer más al respecto:
Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.
Lucas 3:19 nos dice que aquella no fue la única maldad cometida por Herodes. Juan también criticó el estilo de vida de Herodes, obviamente haciéndole un llamado al arrepentimiento de sus pecados. Como resultado de esto, Herodes mandó a Juan a la cárcel donde fue decapitado después de un tiempo. Él nunca más abandonaría su celda. Esto terminó el ministerio público de Juan.
En este pasaje hay varios aspectos que necesitamos comprender acerca de Juan. Primero debemos ser animados por su audacia. No todos recibieron su ministerio; al final perdió su vida debido a su predicación. Él no tenía temor. El Espíritu de Dios estaba sobre él de una manera tan poderosa que él predicaba su mensaje sin preocuparse por su seguridad personal.
En segundo lugar, note que Juan murió en cuanto completó su ministerio. Él ya había presentado al Señor Jesús al mundo y luego fue enviado a la cárcel donde moriría posteriormente. Esto parecería tan injusto. Parecía una pobre recompensa a una vida vivida fielmente para su Señor. Sin embargo, debe entenderse que ese fue el propósito para el cual Juan nació. Toda su vida fue dedicada a presentar al Señor Jesús al mundo. Cuando aquella tarea estuvo completa, fue llevado para estar con el Señor Dios, lo que era mucho mejor. ¿Por qué Dios lo ha mantenido a usted en la tierra? ¿Qué propósito tiene Él para su vida? ¿Qué dones le ha dado? Es importante para nosotros entender Sus propósitos en nuestras vidas y que vivir conforme a ellos.
Cuando Jesús escuchó que Herodes había encerrado a Juan en la prisión retornó a Galilea. Parece que Jesús se dirigió primero a Nazaret, el pueblo donde Él había crecido.
La noticia de su llegada corrió por toda la región. Su fama iba delante de Él a medida que las personas escuchaban sobre lo que había estado haciendo y sobre las palabras que hablaba. Jesús enseñó en la sinagoga de Galilea (Lucas 4:15). Los que lo oyeron quedaron impresionados con Sus palabras, que estaban llenas de poder y autoridad. Lucas nos habla de un incidente que ocurrió cuando Jesús fue al templo en Nazaret.
Cuando Él estaba en la sinagoga de Nazaret, se paró para leer al profeta Isaías. Tomó en sus manos el rollo y leyó Isaías 61:1-2. las palabras están registradas en Lucas 4:18-19:
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.
Cuando terminó de leer el pasaje guardó el rollo, lo entregó al asistente y se sentó a enseñar como era la costumbre. Con todas las miradas sobre Él, Jesús les dijo que el pasaje que había terminado de leer se cumplía para ellos aquel mismo día. Aquel pasaje había sido interpretado por los eruditos de la época para referirse al Mesías. Al decirles que ese pasaje estaba cumpliéndose aquel día, Jesús estaba diciendo que Él era el Mesías del que se hablaba en el pasaje leído.
Antes de examinar la respuesta de la gente, es necesario examinar el pasaje que Jesús leyó. Isaías profetizó que el Mesías sería ungido por el Espíritu de Dios para cumplir su ministerio que cubría cinco aspectos.
Predicar las Buenas Nuevas a los Pobres
Las Buena Nuevas que se menciona aquí no es más que el mensaje de salvación que el Señor Jesús vino a ofrecer mediante Su muerte en la cruz. Note que este mensaje era predicado a los pobres. Esto no debe verse sólo como pobreza en lo que respecta a las cosas materiales; los pobres de los que habla Jesús son los que reconocían que no tenían nada que ofrecer a un Dios santo y grandioso. Ellos estaban destituidos de la bondad espiritual y estaban perdidos sin la intervención de un Salvador. Ellos se dieron cuenta de que no podían entrar en el reino de los cielos por sus propias fuerzas o por su propia sabiduría, necesitaban un Salvador. Para esos que comprendieron su necesidad vino el Señor Jesús a anunciar las buenas nuevas de que Él podía pagar su deuda y darles la salvación que ellos necesitaban.
Proclamar Libertad a los Cautivos
Cuando el Señor Jesús vino a esta tierra lo hizo para liberar a los cautivos. Nuestro pecado nos tenía atados y estábamos bajo el yugo de Satanás. Estábamos destinados a una eternidad sin Dios y sin esperanzas. Jesús vino a romper el poder del pecado, a ofrecer perdón a aquéllos que estaban cautivos en la cárcel del pecado. Él pagó el precio de nuestra libertad.
Devolver la Vista a los Ciegos
No solamente estábamos encerrados en prisiones de pecado sino que estábamos ciegos a las cosas de Dios. No podíamos entender los caminos de Dios. ¿Cuántas veces escuchó usted la predicación de la Palabra de Dios y ésta no tuvo sentido alguno? Era una insensatez. Nadie podía convencerlo para que se convirtiera en un cristiano porque nada de lo que le decían tenía sentido para usted. Simplemente no podía verlo. Entonces, el día en que el Espíritu Santo le devolvió la vista, usted escuchó las palabras del predicador y éstas tuvieron un sentido perfecto. Por primera vez lo vio. Ahora mismo usted mira atrás y se pregunta cómo pudo haber estado tan ciego. Jesús vino para que, mediante Su perdón, pudiéramos recibir el Espíritu Santo que nos daría ojos para ver la realidad de los caminos de Dios. Jesús vino a sanar la ceguera espiritual y a darnos luz.
Poner en Libertad a los Oprimidos.
Había muchos que estaban siendo atormentados por espíritus diabólicos y por enfermedades. El Señor Jesús vino a liberarlos del dominio del enemigo. Muchas personas han sido liberadas de las ataduras del maligno en sus vidas a través del Señor Jesús. El Nuevo Testamento está lleno de ilustraciones de personas que son liberadas de ataduras demoníacas y físicas en el nombre de Jesús. Pero aún mayor es la liberación de la opresión y condenación del pecado.
Proclamar el Año Agradable del Señor
Este era el día que ansiaban ver los profetas. El día de la victoria, de la liberación y de la salvación. Jesús vino a traer todo eso. Las más ricas bendiciones de Dios serían derramadas sobre la tierra por medio del ministerio de Su Hijo.
Hubo una mezcla de reacciones ante lo que dijo Jesús aquel día en Nazaret. Algunos hablaban bien del Él y se maravillaban con lo que decía. Esto no significa que aceptaban al Señor Jesús; simplemente estaban asombrados con lo que le oían hablar. Otros eran más resistentes. No podían pasar por alto el hecho de que Jesús era el hijo de José, y como hijo de José no había posibilidad de que fuera el Mesías. Ellos lo conocían y conocían a su familia, ¿Cómo podía entonces decirles que Él era el Hijo de Dios?
Al entender lo que ellos decían, Jesús citó un proverbio conocido en aquel tiempo: “Médico, cúrate a ti mismo.” La idea era que el médico estaba tan ocupado curando a los demás que no se ocupaba de sí mismo. Lo que las personas en Nazaret estaban queriendo decir era que Jesús estaba ocupado haciendo maravillas en otros lugares pero que no hacía nada en su propio pueblo. Querían que Jesús les diera una prueba haciendo algunos milagros en Nazaret. En realidad, esa petición fue la misma que le hizo el diablo a Jesús durante su tiempo de tentación en el desierto; si realmente eres el Hijo de Dios pruébalo haciendo algún milagro. Usa tu poder para que podamos creer en ti. Esa era la reacción de la gente de su pueblo. Jesús les dijo que ningún profeta era acepto en su propia tierra. Les recordó el tiempo del profeta Elías en que no llovió durante tres años y medio, y hubo una gran hambruna y que Elías no fue enviado a nadie en su propio pueblo, sino a una viuda en Sarepta de Sidón. También les recordó que aunque había leprosos en Israel, Eliseo no fue enviado a ninguno de ellos, sino a un hombre Sirio llamado Naamán.
La gente de su pueblo no podía creer que Él era el Mesías. Su incredulidad y falta de fe impidieron a Jesús llevar a cabo su ministerio en medio de ellos.
Las palabras de Jesús encolerizaron a la gente en la sinagoga. Jesús los acusó de incrédulos y faltos de fe. Aquellas personas no iban a aceptar aquellas palabras del hijo de José. Lo sacaron del pueblo. Estaban tan furiosos que lo llevaron a la cumbre de la montaña sobre la que estaba la ciudad para lanzarlo hacia abajo. Esto una vez más nos recuerda el momento de la tentación en que el enemigo lo llevó a un lugar alto del templo y le dijo que llamara a los ángeles para que lo guardaran cuando él se lanzara hacia abajo. ¿Qué hubiera pasado si lo hubieran despeñado desde lo más alto de la montaña y los ángeles hubieran aparecido para protegerlo? ¿No hubiera éste sido un momento excelente para hacer aquel milagro? Jesús no cedió ante la tentación del enemigo cuando estaba en el desierto ni tampoco iba a hacerlo en ese momento. En vez de eso, simplemente caminó en medio de ellos y se fue. No estamos seguros de cómo sucedió esto. Lo que sí está claro es que la mano del Padre estaba sobre Él para protegerlo. Jesús no estaba interesado en usar Su poder ante aquel grupo de incrédulos.
Mateo 4:13 nos dice que Jesús salió de Nazaret y fue a Capernaum. Esto, de acuerdo con Mateo, fue el cumplimiento de la profecía de Isaías 9:1-2:
“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció.” (Mateo 4:15-16)
Como resultado de la incredulidad de su propio pueblo, las personas de Zabulón verían la luz, Isaías profetizó que el Señor iría a aquella región; aquí vemos cómo se desarrollan los detalles tal y como Isaías lo había predicho. Al ser rechazado en su propio pueblo, Jesús se movió por la región predicando la necesidad de arrepentimiento porque el reino de Dios estaba cerca. Ese era el mensaje que predicaba Juan. Es importante comprender que aunque Herodes había encarcelado a Juan, no podía detener la predicación de su mensaje. Cuando Dios termina con uno de sus siervos, levanta otro en su lugar.
Para Consideración:
- Considere por un momento la osadía de Juan en este pasaje. ¿Es igual usted? ¿Qué se lo impide?
- Isaías profetizó que el Mesías vendría a liberar a los cautivos y a devolverles la vista. ¿Cómo ha hecho Jesús esto en su vida?
- Juan tuvo un llamado peculiar en su vida y fue apartado una vez que ese llamado fue cumplido. ¿Qué llamado ha puesto el Señor en su vida?
- ¿Cómo dice Isaías que sería el ministerio del Mesías que iba a venir? ¿Cómo cumple Jesús perfectamente ese papel?
- ¿Ha enfrentado usted alguna vez el rechazo? ¿Qué aliento toma usted de este pasaje?
Para Oración:
- Pida al Señor que le muestre claramente su llamado. Pídale que lo ayude a ser fiel en ese llamado a pesar de la oposición que pueda aparecer en su camino.
- Agradezca al Señor porque Él gustosamente sufrió el rechazo por nosotros.
- Agradezca al Señor que nos guarda hasta que hayamos cumplido lo que Él nos ha llamado a hacer.
- Agradezca al Señor porque Él ha abierto sus ojos y lo ha liberado del poder del pecado en su vida.
18 – Pedro, Andrés, Jacobo y Juan
Lea Mateo 4:18-20; Marcos 1:16-20; Lucas 5:1-11
Hasta aquel momento, Jesús había estado ministrando solo. En esta sección veremos cómo él conoce y llama a sus primeros discípulos.
Jesús estaba ministrando en el área del Mar de Galilea. Lucas nos dice que gran multitud de personas se reunía a escucharlo. Jesús vio dos botes en la orilla que habían sido dejados allí por algunos pescadores que estaban lavando sus redes. Probablemente aquellos pescadores estaban terminando el trabajo del día y preparándose para el siguiente.
Jesús subió a uno de los botes de un hombre llamado Simón Pedro. Él le pidió que lo alejara de la orilla, cuando Simón lo hizo, Jesús se sentó en el bote y comenzó a enseñar a la multitud. Desde el lago su voz podría haberse escuchado mejor y estando en el agua podía ser visto mejor por las personas de la orilla.
De la narración de Mateo entendemos que Andrés era el compañero de Simón Pedro. Puede ser que ambos estaban en el bote con el Señor aquel día. Sin embrago, Simón Pedro parece ser el centro de atención. Al estar en el bote, Simón tenía que quedarse y escuchar las enseñanzas de Jesús. Aquel había sido un día muy malo para Simón. Lucas 5:5 dice que él había estado pescando toda la noche y no había capturado ni un solo pez. ¿Entendía el Señor Jesús aquella frustración? ¿Si Jesús no le hubiera pedido a Simón su bote se hubiera quedado él a escuchar o se habría ido a casa desalentado después de un duro día de trabajo? Aunque no tenemos una respuesta para esta interrogante, sabemos que Simón fue forzado a quedarse y escuchar a Jesús.
No sabemos lo que Jesús le dijo a la gente aquel día, pero después que terminó de hablar, se volvió a Simón y le pidió que fuera mar adentro y echara las redes. Simón no veía ningún provecho en aquella idea porque había estado pescando todo el día sin éxito. Sin embargo, obedeció por respeto a Jesús.
Simón soltó sus redes. Aquella noche capturó tantos peces grandes que las redes casi se rompían. Tuvo que pedirle a sus compañeros del otro bote que le ayudaran a sacar los peces. Cuando ellos fueron en su ayuda llenaron los dos botes, Lucas narra que estaban tan llenos que comenzaron a hundirse.
Simón Pedro estaba particularmente conmovido por aquel milagro; comprendió desde entonces que Jesús era un hombre santo. Pedro sintió su insuficiencia delante del Señor aquel día. “Apártate de mí, Señor,” le dijo, “porque soy hombre pecador.” (Lucas 5:8). La escena que tenemos delante de nosotros nos muestra la gracia y el amor del Señor. Pedro era un rudo pescador. Se sentó aquel día en su bote rodeado de la bendición de Dios. Jesús había escogido estar con él. Aquel día había muchas personas en la playa, sin embargo Jesús escogió pasar tiempo con él (de entre todos ellos). Jesús vio en Pedro lo que él mismo no veía. Jesús creyó en Pedro cuando él no creía en sí mismo. Pedro estaba abrumado por la atención.
Los compañeros de Pedro, Jacobo y Juan, estaban también atónitos por la pesca del día. Fue realmente un milagro. Al leer Lucas 5:10 nos damos cuenta que Jacobo y Juan eran igual que Pedro, temerosos de estar en la presencia del Señor Jesús. Ellos también estaban conscientes del magnífico poder de Dios que había sido demostrado aquel día. No se sentían cómodos en la presencia de Jesús. Al sentir sus temores, el Señor Jesús les dijo que no tuvieran temor porque a partir de aquel momento ellos serían pescadores de hombres. Al decir esto, el Señor los estaba llamando a ser sus discípulos. Después de aquella increíble experiencia, aquellos hombres llevaron sus botes a la orilla, los dejaron, y siguieron a Jesús. No dudaron en dejar nada. Jesús les estaba ofreciendo algo mucho más grande.
Lo importante para nosotros aquí es destacar que los primeros discípulos del Señor fueron simples pescadores. No eran sacerdotes entrenados o líderes religiosos. Él escogió gente común para que fueran sus discípulos. Esto es alentador. Dios puede usarnos tal y como somos. Él no busca nuestra educación ni nuestra experiencia, sino nuestra disponibilidad y obediencia. Aquellos hombres estaban dispuestos a dejar todo para seguir al Señor. Abandonaron sus redes inmediatamente. A partir de aquel momento serían pescadores de hombres.
Para consideración:
- ¿Está usted disponible para que el Señor lo use? ¿Está usted dispuesto a dejar todo para seguirlo? ¿Qué le impediría hoy ser obediente a su llamado?
- ¿Qué aliento encuentra en el hecho de que Jesús escogió simples pescadores para que fueran sus discípulos?
- ¿Alguna vez no se ha sentido digno de la atención del Señor, igual que Pedro? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el Señor y su interés en personas simples e indignas como nosotros?
- ¿Qué cosa encontraría usted difícil de abandonar por el Señor?
- ¿Alguna vez usted ha juzgado a otros por considerarlos indignos? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre nuestra necesidad de aceptar a los demás?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por la manera en que extendió su mano para alcanzarnos igual que alcanzó a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan.
- Pida perdón al Señor por las veces que usted ha dejado que algo le impida hacer Su perfecta voluntad.
- Pida al Señor que le dé gracia para aceptar a otros igual que Él lo ha aceptado a usted. Pídale perdón por juzgar a otros como indignos de la atención del Señor.
- Agradezca al Señor porque Él está dispuesto a usarnos a pesar de no ser dignos.
19 – Capernaún
Lea Mateo 8:14-17; Marcos 1:21-34; Lucas 4:31-41
En la última sección vimos cómo Jesús escogió a sus discípulos para que lo siguieran y estuvieran con él en Su ministerio. Jesús podía haberlo hecho solo, sin embargo escogió trabajar con otros. Había una razón para esto. Primero, Jesús sabía que en su ausencia, la tarea de levantar una iglesia estaría en las manos de aquellos discípulos. Ese era el sentir del corazón de Su Padre. Al trabajar con ellos, podría entrenarlos en todo lo que era necesario hacer. En segundo lugar, al trabajar con Sus discípulos, Él mostraría a todos los que lo siguieran que la tarea de levantar Su iglesia era un esfuerzo que debía hacerse en comunidad. Dios nos ha llamado a trabajar en equipo. Nos ha dado dones que nos complementan. Incluso el mismo Jesús escogió trabajar con otros.
Jesús fue a la región de Capernaum con sus cuatro discípulos. En el día de reposo los llevó a la sinagoga, allí comenzó a enseñar. Las personas estaban sorprendidas por sus enseñanzas. Lo que realmente los impresionó fue la autoridad con la que enseñaba. Aunque ellos muchas veces habían escuchado las enseñanzas de la ley, nunca nadie les había hablado con tal autoridad. ¿Qué era aquella autoridad? Era el resultado del ministerio del Espíritu Santo en Jesús. Cuando Él hablaba, Dios hablaba a través de Él. El Espíritu Santo lo estaba usando como un instrumento para comunicar el corazón de Dios. ¡Cuánto necesitamos ese tipo de predicación en la actualidad! Es posible hablar la verdad de Dios pero no hacerlo en el poder y la unción del Espíritu Santo. Sería muy diferente si aquéllos que nos escuchan hablar vieran la autoridad de Dios en las palabras que decimos. Jesús hablaba como un representante de Dios. Cuando hablaba estaba lleno del poder del Espíritu. Resistirse ante lo que Él decía era resistir a Dios.
Note el resultado de Su predicación. Había un hombre en la sinagoga que estaba poseído por un espíritu inmundo. No se nos dice si era un hombre que iba regularmente a aquel lugar, sino que estaba aquel día allí. No está claro por qué estaba en la sinagoga; tal vez estaba pidiendo ayuda.
Mientras Jesús hablaba, el espíritu inmundo que estaba en el hombre gritó:
¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. (Marcos 1:24)
El espíritu inmundo no estaba cómodo con la presencia de tal autoridad y poder. Su grito debe haber interrumpido la enseñanza del Señor. Inmediatamente, Jesús le dijo que se callara y saliera del hombre. Jesús no sostiene un debate con el demonio. Su deseo es silenciarlo. Satanás y sus espíritus inmundos no tienen nada que decir que nosotros deseemos escuchar.
El espíritu inmundo tuvo que obedecer la voz del Señor Jesús. Incluso los poderes de las tinieblas están bajo Su autoridad. Aquel hombre poseído comenzó a sacudirse violentamente. Lucas 4:35 nos dice que el demonio lo derribó. Cuando salió del hombre emitió un grito a gran voz. Aunque hubo manifestaciones obvias de la presencia del demonio, el hombre no sufrió ningún daño (Lucas 4:35).
La adoración en la sinagoga había sido interrumpida por aquel suceso. Ninguno de los presentes esperaba ver algo como lo que había sucedido cuando llegaron a aquel lugar. La gente no sabía qué pensar. Incluso algunos se preguntaban qué tipo de doctrina nueva era aquella (Marcos 1:27). De esto deducimos que aquella no era una práctica común en sus momentos de adoración en la sinagoga. Aunque no podían negar lo que habían visto, no estaban seguros de qué creer. La noticia de aquel incidente se supo en toda la región de Galilea.
Aquí vemos el poder y la autoridad de las enseñanzas y la predicación del Señor Jesús. Sus mensajes estaban llenos de una autoridad tal que incomodaba a los espíritus inmundos. Sólo podemos imaginar cual debe haber sido la respuesta de los discípulos ante lo que vieron aquel día. Ciertamente su fe debe haber sido fortalecida mientras caminaban con el Señor y ministraban junto a Él en la región.
En Marcos 1:29 leemos que cuando salieron de la sinagoga, Jesús y los discípulos fueron a la casa de Andrés y Simón Pedro. Al llegar, la suegra de Simón Pedro estaba en cama con fiebre. Jesús, al verla, se inclinó sobre ella, tocó su mano, reprendió a la fiebre y la ayudó a incorporarse (Lucas 4:39). La fiebre cesó inmediatamente. Ella se levantó y comenzó a servirles. Su respuesta a esta sanidad recibida fue el ministrar al Señor y a sus discípulos. Fue su manera de decir gracias.
Las personas escuchaban que Jesús estaba en la región e iban a la casa donde ÉL estaba. Jesús y sus discípulos pudieron descansar muy poco aquella noche. La gente llevó a Jesús sus enfermos y a los que estaban poseídos por demonios. Él los sanó y echó fuera los espíritus inmundos, éstos salían de la gente gritando, “Tú eres el Hijo de Dios” (Lucas 4:41). Jesús los reprendía y los silenciaba.
En Lucas 4:41 leemos que Jesús callaba a los demonios porque ellos sabían que Él era el Cristo. Muchas veces los demonios gritaban que Jesús era el Cristo. Lo que ellos decían era la verdad. Jesús era el Cristo. ¿Por qué Jesús no quería que los demonios hablaran si estaban diciendo la verdad? Algunos comentaristas creen que era porque las personas aún no estaban listas para escuchar el mensaje. Aunque esa puede ser la razón, Jesús no ocultó el hecho de que Él era el Hijo de Dios y el Cristo. El que estuviera haciendo aquellos milagros era una prueba indubitable ante los presentes que Él era el Mesías.
Lo que necesitamos comprender aquí es que Jesús quería dejar bien clara la separación entre Él y los demonios. Él no quiso escucharlos. Los interrumpió y les mandó que guardaran silencio antes de que pudieran decir nada más; ellos eran malvados y engañosos, sus lenguas no podían decir la verdad por mucho tiempo. Puede imaginar la fascinación que debe haber sido el escuchar a aquellos demonios hablar. Muchos pueden haber sido presa de esa fascinación por lo demoníaco. Jesús nos enseña que no debemos escuchar a los demonios. Esto es válido para aquellos que están involucrados en algún ministerio de liberación, aunque es también valido en otro sentido. En la actualidad, los demonios hablan de muchas maneras. Pueden hacerlo a través de la televisión, películas, libros y revistas. No debemos darle la oportunidad de que hablen e influyan en nuestras mentes y pensamientos. Pueden causar daño en sólo un instante. Pueden decir la verdad durante un momento, pero sus corazones y bocas están llenos de engaño y mentiras. Debemos silenciarlos antes que hagan estragos.
Aquel día en Capernaum estuvo lleno de milagros. Muchos fueron sanados y liberados de espíritus inmundos. El poder de Jesús quedó demostrado maravillosamente. Mateo nos recuerda que esos eventos habían sido profetizados por Isaías cuando escribió:
Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. (Mateo 8:17)
No puede haber dudas del poder y autoridad del Señor Jesús sobre Satanás. Allí en Capernaum, el Señor Jesús demostró a todos los presentes que él era realmente el Hijo de Dios.
Para Consideración:
- ¿Ha visto usted evidencia de predicación con autoridad en la actualidad? ¿Por qué necesitamos el ministerio del Espíritu Santo en nuestra predicación y en nuestras enseñanzas? ¿Qué diferencia puede hacer el Espíritu Santo en nuestros ministerios?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el peligro de los demonios en nuestros días? ¿Por qué es necesario silenciarlos?
- ¿Cómo hablan los demonios en la actualidad? ¿Qué métodos usan en nuestra era de adelantos tecnológicos? ¿En qué manera hemos sido culpables de escucharlos?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por su poder sobre el maligno. Agradézcale porque Él es Señor sobre Satanás y sus ángeles caídos.
- Agradezca al Señor porque vino a liberarnos del poder del demonio.
- Pida al Señor que lo capacite para ser un instrumento de su poder para liberar a otros del poder del enemigo en nuestros días.
- Pida al Señor una unción en el área de su ministerio personal. Agradézcale porque Él está dispuesto a investirlo con poder para hacer el trabajo para el que lo ha llamado.
- Pida al Señor que le dé gracia para resistir las muchas voces de Satanás.
20 – El Leproso Sanado
Lea Mateo 4:23-25; 8:2-4; Marcos 1:35-45; Lucas 4:42-44; 5:12-16
En la última meditación vimos como la multitud se reunía en la casa de Simón Pedro donde Jesús sanó a varias personas afectadas con enfermedades y aflicciones. Podemos estar seguros que Jesús y sus discípulos estaban cansados después de un día como aquel. Marcos nos dice que Jesús, a pesar de la obvia fatiga, se levantó cuando aún estaba oscuro, salió de la casa y fue a un lugar solitario para orar (Marcos 1:35). Con mucha frecuencia, Jesús se retiraba a un lugar tranquilo para orar. Su fortaleza venía de su relación con Su Padre. Este tiempo a solas era para buscar el corazón de Su Padre y así tomar fuerzas de Él. Jesús estaba lleno de poder para ministrar, aun así necesitaba conocer en qué dirección debía seguir el ministerio. En esos momentos con Dios, Él podía tener una idea de cómo usar el poder que había recibido. Es fácil para nosotros apagar el Espíritu al no escucharlo cuando nos dice qué dirección tomar. Es posible usar el poder que Dios nos ha dado en nosotros o a través de nuestra propia sabiduría. Jesús pasaba tiempo en la presencia de Su Padre para conocer Su voluntad y Sus propósitos. Nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo.
No hacía mucho que la multitud había comenzado a reunirse de nuevo. Lucas nos dice que venían buscando a Jesús (Lucas 4:42). Al darse cuenta que no estaba, Simón y los demás fueron a buscarlo. Cuando lo encontraron le dijeron que todos lo estaban esperando. Los discípulos no podían ayudar a aquella multitud. Eso estaba más allá de sus habilidades. Más tarde ellos estarían involucrados en un tipo similar de ministerio, pero por el momento, no podían imaginarse haciendo lo que Jesús había hecho en los días anteriores.
Cuando los discípulos le dijeron a Jesús que la gente estaba buscándolo, Él les dijo que querían ir a otras villas para que ellos también pudieran escuchar el mensaje que Él tenía que anunciar. Jesús no pretendía quedarse en aquel lugar, así que Él y sus discípulos se marcharon del pueblo y viajaron por la región de Galilea predicando en las sinagogas, echando fuera demonios y sanando a los enfermos. El resultado, de acuerdo con Mateo 4:24, fue que las personas de todos los lugares traían a los que estaban enfermos. Algunos tenían dolores fuertes, otros estaban poseídos por demonios, otros tenían problemas de convulsiones y otros eran paralíticos. Jesús los sanaba a todos. Las personas lo seguían por su poder para sanar.
En una ocasión, un leproso se aproximó a Jesús y se arrodilló frente a Él. Sólo podemos hacernos una idea de la reacción de las personas al tener un leproso en medio de ellos. Aquel hombre era un impuro, así que debía haber mantenido cierta distancia del grupo, pues su presencia no era bienvenida. Sin embargo, aquel leproso sabía que su única esperanza estaba en el Señor Jesús. Él había escuchado que Jesús hacía todo tipo de sanidades y creía que podía sanarlo a él también.
El leproso, de rodillas ante el Señor Jesús, dijo, “Señor, si quieres puedes sanarme” (Mateo 8:2). Jesús tuvo compasión de él. Aunque la multitud lo hubiera mirado con repulsión, Jesús lo miró con compasión y misericordia. El Señor extendió su mano y lo tocó, y dijo “Quiero, sé limpio”. Inmediatamente, el hombre quedó sano de su enfermedad. En estos tres Evangelios, los autores mencionan el hecho que Jesús extendió su mano y tocó a aquel hombre. Esto no es algo que cualquier otra persona hubiera hecho. Tocar un leproso significaba ser impuro también.
¿Acaso no hay personas así en nuestra sociedad? Algunas de ellas han sido culpables de pecados y maldades terribles. No queremos acercarnos a ellos. Tenemos que estar muy agradecidos al Señor porque Él no es como nosotros. Debemos agradecerle porque Él extiende su mano y nos toca a pesar de que no somos dignos. Había muchas maneras mediante las cuales el Señor pudo haber sanado a aquel hombre. No necesitaba tocarlo para sanarlo. Sin embargo lo tocó, para demostrarnos algo muy importante. Lo tocó para demostrar que él le importaba, y que no temía quedar impuro. ¡Si nosotros tuviéramos el mismo corazón!
Después de sanar su lepra, le dijo que no debía decirle a nadie lo que le había pasado. Sino que debía ir con el sacerdote y presentar la ofrenda necesaria por su purificación. Marcos nos dice que Jesús le dio una “fuerte advertencia” de que no le dijera a nadie lo que había ocurrido. Estamos forzados a preguntarnos por qué el Señor mandó a aquel hombre a que no dijera nada de lo que le había ocurrido. La respuesta puede verse en lo que sucedió cuando el leproso desobedeció lo que el Señor mandó.
El leproso no hizo caso a lo que el Señor le dijo, salió y comenzó a decirle a todos lo que el Señor había hecho por él. Contó la noticia de su sanidad en cada lugar que fue. El resultado fue que, más y más personas iban a ver a Jesús para ser sanados. Ya Jesús no podía entrar abiertamente en los pueblos. Tenía que quedarse afuera para evitar la multitud. A pesar de esos esfuerzos, las personas iban a verlo. La única forma en que Jesús podía tener un momento de descanso cuando se apartaba a un lugar solitario a orar (Lucas 5:16). Obviamente esa era la razón por la cual le dio aquellas instrucciones al leproso. La multitud venía a recibir de Él todo lo que podían; lo seguían siempre y cuando Jesús estuviera satisfaciendo sus necesidades. ¡Cuán diferentes serían las cosas cuando Jesús iba marchando hacia la cruz! Al darse cuenta que ya no iban a recibir nada más de Él, le dieron la espalda y lo rechazaron.
Vemos la gran compasión del Señor Jesús cuando alcanzó al leproso. Jesús sabía lo que era estar rodeado de gente. Lo rodeaban para obtener de Él cualquier cosa. Él no intentaba ministrar a todos los que iban a verlo, incluso algunas veces se alejaba de las personas y sus necesidades.
Jesús encontraba su fuerza en momentos de soledad con Su Padre. Mientras más complicadas están las cosas, más necesitamos esos momentos a solas con nuestro Padre Celestial. Hay tantas necesidades, hay tantas personas que necesitan oír. Como seres humanos nuestros recursos son limitados; necesitamos la sabiduría y la fuerza del Espíritu para ministrar de la manera en que Dios quiere que lo hagamos. Eso sólo ocurrirá en la medida que pasemos más tiempo con nuestro Padre Celestial y nos apropiemos de Sus recursos. ¡Que Dios nos dé gracia para seguir el ejemplo de Jesús!
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la compasión del Señor Jesús por aquellos que no tenían ningún valor o que se consideraban impuros? ¿Cómo te alienta esto?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre nuestra necesidad de pasar tiempo a solas con el Padre? ¿Tu ministerio fluye a partir de esos momentos de quietud con Dios?
- ¿Podemos ministrar a todos los que vienen a nosotros? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la necesidad de alejarnos del ministerio algunas veces?
Para Oración:
- Pida al Señor que pueda deleitarse en su tiempo a solas con Él. Pídale a Dios que se encuentre con usted en esos tiempos de quietud para que usted pueda refrescarse y recibir sabiduría para el ministerio.
- Agradezca al Señor por su maravillosa compasión y misericordia que alcanza y toca a personas con suciedad e impurezas como usted y yo.
- Pida al Señor que le dé compasión por alguna persona a la que se le haga difícil amar en la actualidad.
- Pida al Señor que lo dirija particularmente en su ministerio y en su servicio. Pídale que lo perdone por las veces en las que se ha confiado de su propia fuerza y sabiduría.
21 – El Paralítico
Lea Mateo 9:1-8; Marcos 2:1-12; Lucas 5:17-26
Después de sanar al leproso, Jesús subió a un bote y cruzó a la región de Capernaum. Algunos comentaristas nos dicen que después de salir de Nazaret, Capernaum se convirtió en el hogar de Jesús. Debe ser por esa razón que Jesús se ve regresando a casa aquí en Marcos 2:1. Cuando las personas escuchaban que había llegado, se reunían en la casa donde se quedaba. Marcos 2:2 nos dice que no había espacio ni siquiera fuera de la puerta. A medida que las personas se reunían, Jesús comenzaba a predicar. En Lucas 5:17 se nos dice que algunos fariseos y maestros de la ley estaban allí aquel día.
Lucas 5:17 es muy interesante. Lucas nos dice que el poder de Dios estaba con Él para sanar. ¿No estaba ese poder siempre presente en Jesús? ¿De qué habla Lucas cuando dijo que el poder estaba presente aquel día para sanar? Obviamente Lucas sabía que estaba sucediendo algo especial. Estaba consciente de que el poder y la unción de Dios estaban en Jesús para un propósito particular. Jesús dependía de la unción de Su Padre para hacer su obra. Mientras que en Lucas 4:18-19 se nos dice claramente que el Espíritu de Dios ya estaba en el Señor para sanar y para predicar las buenas nuevas, Lucas habla aquí de un tipo más especial de unción. Había momentos en los que el Señor Jesús era guiado y recibía un poder especial para llevar a cabo el propósito de Su Padre. Aquel fue un día de sanidad. La unción del Espíritu estaba siendo manifestada más fuertemente en el Señor Jesús. Dios tenía en mente un propósito especial.
La razón para aquella unción tan especial se hace evidente; mientras Jesús predicaba, unos hombres trajeron un paralítico a la casa. Marcos nos dice que era llevado por cuatro hombres (Marcos 2:3). Los hombres trataron de meterlo dentro de la casa en la que estaba Jesús, pero debido a que había tanta gente, no pudieron llegar hasta Él.
Los hombres sabían que Jesús era la única esperanza que tenía su amigo. No iban a frustrar sus esfuerzos. Si no podían atravesar la multitud de la manera normal, iban a hacerlo de otra forma, así que subieron al techo y quitaron las tejas para hacer una abertura para desde ahí bajar a su amigo hasta Jesús.
Cuantas veces nos desalentamos en nuestros intentos de alcanzar al Señor. Hay muchas cosas que nos bloquean nuestro camino hacia Él. Algunas veces los obstáculos parecen tan grandes que no vemos el camino alrededor de ellos. Estos hombres nos enseñan a perseverar. Se rehúsan a darse por vencidos. Ellos querían que su amigo fuera sanado y estaban decididos a hacer todo lo posible para llevarlo hasta Jesús. Su perseverancia fue recompensada. Finalmente, la pregunta es ¿Cuánto quieres avanzar? ¿Cuán importante es una respuesta para ti? Si significa mucho para ti, no te rendirás, sino que vas a perseverar hasta hallar ese avance. Tu fe será recompensada.
Cuando Jesús vio lo que habían hecho aquellos hombres se sintió conmovido en su corazón. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al hombre que habían bajado del techo que sus pecados le eran perdonados. Es importante para nosotros notar lo que está diciendo Jesús. Él no dice aquí que la enfermedad es el resultado del pecado en nuestras vidas. Nos está diciendo, sin embargo, que había una conexión entre el pecado particular de aquel hombre y su enfermedad. Hay algunas enfermedades que son resultado del pecado personal. Lo que debemos entender aquí es que aquel día no sólo ocurrió una sanidad física, sino que a la misma vez se estaba tratando un asunto espiritual.
Es importante señalar que Jesús se dirigía primero al problema del pecado. Más importante que la sanidad física del hombre era el perdón de sus pecados. Usted puede ser sanado de sus dolencias físicas y aun así no estar a cuentas con Dios. Algunas veces nuestros problemas físicos están ahí para recordarnos que necesitamos una sanidad espiritual mucho más profunda. ¿Podría ser que Dios permitió aquella enfermedad para mostrar al paralítico que necesitaba reflexionar sobre el tema del pecado en su vida?
Vea la reacción de los fariseos y de los maestros de la ley. Cuando oyeron a Jesús decirle a aquel hombre que sus pecados le eran perdonados, lo acusaron de blasfemia. Sólo Dios podía perdonar pecados. Al proclamar el perdón del pecado de aquel hombre, Jesús estaba asumiendo el papel de Dios. Está claro a partir de aquí que aquellos líderes espirituales tenían sus dudas acerca de Jesús y su ministerio. Ciertamente no lo veían como el Mesías.
Jesús conocía sus pensamientos e inmediatamente les dijo: “¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (Mateo 9:5) Los fariseos acusaron a Jesús de blasfemia porque dijo que los pecados de aquel hombre eran perdonados pero no dijeron nada por mandar al hombre que se levantara y caminara; ambas acciones requerían un acto de Dios.
Jesús reconoció que había una clara conexión entre el pecado de aquel hombre y su enfermedad. La única manera en que podía liberarse de aquella afección era tratar primero con su pecado, que lo mantenía cautivo. Sólo el perdón podía hacerlo libre. Hoy en día hay personas que son víctimas de esclavitud tanto física como emocional debido al pecado. Hay sociedades que están sufriendo esclavitud física y social porque no están a cuentas con Dios. Si sólo se volvieran a Él y buscaran Su rostro, conocerían la sanidad que tan desesperadamente necesitan. Aquello era algo que los maestros de la Ley no entendían.
Jesús sabía que aquel milagro tenía un propósito. Primero, aquel milagro tenía como fin mostrar a los presentes que el Hijo del Hombre tenía autoridad en la tierra para el perdón de pecados (Mateo 9:6). Para demostrar esa autoridad, el Señor Jesús le dijo al paralítico que se levantara, tomara su lecho y se fuera a casa. Allí, ante todos los presentes, el paralítico se puso de pié, tomó su lecho y se marchó. Aquella era una señal inequívoca de Dios.
Todos los que vieron aquello quedaron asombrados y alabaron al Señor. Ellos habían visto una demostración poderosa de la autoridad y el poder del Señor Jesús sobre el pecado. ¿Qué consuelo tomamos de esta porción? El Señor Jesús nos puede liberar no sólo de nuestro pecado sino también de los efectos del pecado en nuestras vidas. Nos libera de la condenación eterna y también de la esclavitud física que sentimos como resultado del pecado. Este milagro no era sólo para enseñar a los presentes acerca del poder de Jesús sobre el pecado, sino también para ayudarnos a comprender el efecto del pecado en nuestra vida personal y en la vida de nuestra sociedad.
Para Consideración:
- ¿Qué aprendemos acerca de la conexión que existe entre el pecado y la esclavitud física, emocional, económica y social en nuestra sociedad?
- ¿Qué aprendemos de la perseverancia de aquellos hombres que llevaron a su amigo a Jesús?
- ¿Alguna vez ha sentido una unción especial del Señor para un ministerio en particular? ¿Qué nos enseña esto acerca de nuestra necesidad de confiar en el Espíritu de Dios y en Su tiempo, y no en nuestras propias ideas o en nuestra propia fuerza?
- ¿Cuánto afecta el pecado a nuestra sociedad? ¿Qué ataduras ha traído el pecado?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él tiene autoridad sobre el pecado y sus efectos en nuestras vidas.
- Pida al Señor que le dé la perseverancia de los hombres que llevaron su amigo a Jesús en este pasaje.
- Pida al Señor que le perdone y que lo libere de cualquier efecto del pecado en su vida personal.
22 – Mateo
Lea Mateo 9:9-13; Marcos 2:13-17; Lucas 5:27-32
Después de sanar al paralítico, Marcos nos dice que Jesús estaba caminando junto al lago. Mientras caminaba se encontró con un hombre llamado Leví. Él sería mejor conocido como Mateo el que escribió el Evangelio y también como apóstol.
Mateo era cobrador de impuestos. Los que tenían aquella profesión no eran muy bien respetados ni apreciados en la sociedad. Había varias razones para ello. Primero, eran los romanos los que cobraban el impuesto. Mateo debía haber sido visto como un colaborador de los tan odiados romanos. En segundo lugar, Mateo debe haber obtenido su dinero de los impuestos. Era frecuente que los cobradores de impuestos recogieran más de lo necesario y que se quedaran con el dinero extra para ellos. Sacaban muy buen provecho del trabajo de sus compatriotas judíos. Como cobrador de impuestos, Mateo era símbolo de la opresión romana. Estaba entre los que eran más detestados en aquella sociedad.
Cuando Jesús pasó, Mateo estaba sentado en su puesto. Jesús le pidió que lo siguiera. Aquí no parece haber ninguna discusión. Mateo se puso de pié, salió de su puesto y siguió al Señor Jesús. Lucas 5:28 aclara que Mateo dejó todo para seguir a Jesús.
Es significativo que el Señor Jesús alcanzara a este hombre tan particular. Jesús notaba a aquellos que eran rechazados o que estaban heridos. Él tenía un lugar especial en Su corazón para los marginados. Mateo, aunque era un hombre rico, era también un marginado.
Al leer Lucas 5:29 entendemos que Mateo decidió dar un gran banquete para el Señor Jesús. Invitó a sus amigos. Muchos cobradores de impuestos se reunieron alrededor de Jesús. También aquel día estaban aquellos que se denominan simplemente “pecadores”. No está clara realmente cuál era la naturaleza de sus pecados. Alrededor de aquella mesa estaban las peores personas de la región, eran tramposos y estafadores, e inmorales en sus estilos de vida. Aquella debió haber sido una reunión muy singular.
Los fariseos y los maestros de la ley notaron quiénes habían ido al banquete y no creyeron que era correcto que Jesús estuviera rodeado por tales personas. Hablaron con sus discípulos y les preguntaron por qué el Señor estaba comiendo con aquellos que habían cometido tan terribles pecados. Detrás de aquel comentario estaba la idea de que, como personas morales y religiosas, no deberían tener relación alguna con aquel tipo de personas. Los fariseos y los maestros de la ley sentían que debían evitar y rechazar a los individuos presentes en aquel banquete. Cualquier verdadero maestro de la ley hubiera rechazado estar en su presencia.
Jesús escuchó lo que los Fariseos y los maestros estaban diciendo. Les recordó, sin embargo, que los que estaban sanos no necesitaban un doctor sino los que estaban enfermos. Aquellas personas necesitaban a alguien que les señalara el camino de la salvación. Estaban perdidos en sus pecados y necesitaban el perdón de Dios. Jesús les recordó a los fariseos que él había venido a llamar a los injustos al arrepentimiento.
De acuerdo con Mateo, Jesús retó a los Fariseos y a los maestros de la ley a aprender lo que quiso decir el profeta Oseas cuando dijo:
Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. (Oseas 6:6)
¿Qué estaba diciendo Jesús a los líderes religiosos allí? Oseas le dijo a su pueblo que Dios deseaba misericordia y no sacrificios. Aquellos maestros de la ley y fariseos se excedían en los sacrificios. Tenían mucho cuidado de guardar la Ley de Moisés. De forma regular traían su ofrenda al templo. Eran fieles en la observancia de todo lo que Dios mandaba, pero fallaban en mostrar misericordia y compasión. En vez de alcanzar a los que estaban perdidos en sus pecados, pasaban tiempo haciendo más sacrificios. Se rehusaban a ensuciarse por tocar a los pecadores. Ellos estaban haciendo sus deberes religiosos mientras que el resto del mundo estaba yendo hacia una eternidad sin Dios. No sentían compasión ni misericordia por los perdidos. Jesús les dijo que si ellos hubieran entendido realmente lo que Oseas quiso decir habrían estado más dispuestos a alcanzar, en misericordia, a aquellos que estaban necesitando un Salvador.
Al llamar a Mateo, Jesús estaba mostrando Su corazón de misericordia y compasión por los perdidos. No debemos tener miedo de acercarnos a aquellos que están necesitando un Salvador. Que Dios nos dé compasión y misericordia que se salga de nuestro círculo de amistades y llegue a aquéllos que verdaderamente necesitan al Señor.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la compasión del Señor por aquellos que son marginados y están perdidos en sus pecados?
- Jesús llamó a Mateo, que era un rechazado, para que lo siguiera. ¿Qué nos enseña esto acerca de los tipos de personas que Jesús quiere usar? ¿De qué manera le anima esto?
- ¿Quiénes son los marginados en su sociedad? ¿Cómo Dios haría que los alcanzaras?
- ¿Cuán fácil es para nosotros desarrollar la mentalidad de los fariseos que se enfocaban en acciones religiosas y la separación, pero que no tenían compasión por aquellos que necesitaban un Salvador? ¿Conoce usted iglesias así?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él le alcanzó a pesar de que no lo merecía.
- Pida al Señor que le dé más compasión por aquéllos que están perdidos en su sociedad.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted no ha mostrado interés y compasión por los perdidos y marginados en la sociedad.
- Pida al Señor que lo libere de prejuicios para que pueda ser más efectivo en su alcance.
23 – Odres Viejos
Lea Mateo 9:14-17; Marcos 2:18-22; Lucas 5:33-39
Jesús no siempre hacía las cosas como la gente esperaba. En la última meditación vimos que los Fariseos y los maestros de la ley luchaban con el hecho que él se asociaba con pecadores y publicanos. Aquello era algo con lo que ellos, como líderes religiosos, se sentían muy incómodos. Ellos creían que un líder religioso debía separarse de aquéllos que vivían abiertamente en pecado. Jesús, por su parte, se acercaba a aquellas personas con el mensaje del evangelio. No tenía miedo de ser visto con ellos. Aquí en esta sección surge otra pregunta en relación al concepto que tenía Jesús sobre el ayuno. En esta ocasión la pregunta es traída por los discípulos de Juan el Bautista. Ellos notaban que los discípulos de Jesús no ayunaban. Tanto los discípulos de Juan como los fariseos ayunaban. No entendían por qué los discípulos de Jesús no ayunaban como ellos. Entonces le preguntaron a Jesús al respecto.
Para explicar esta posición, Jesús usa la ilustración de una boda. Los invitados del novio no lloran cuando el novio está con ellos. Cuando se lleven al novio, entonces ellos ayunarán. ¿Qué quiso decir Jesús con esto?
Parece que Jesús les estaba diciendo a los discípulos de Juan que no era tiempo para llorar y ayunar. Los discípulos estaban ante la presencia de Jesús, que era el cumplimiento de la profecía. Aquel era el momento que los profetas anhelaban ver. Dios había respondido sus oraciones, había mandado la respuesta a sus plegarias en la persona del Mesías Jesús. En vez de ayunar, aquel era tiempo de regocijo.
Hay algo muy triste en esta ilustración. Aquí vemos a los discípulos de Juan y a los fariseos clamando a Dios en agonía, buscando su bendición para sus vidas y la vida de los demás miembros de la sociedad. La respuesta a sus oraciones estaba justo frente a ellos, pero no la reconocían. Hay momentos en los que es necesario hacer un alto en la oración y el ayuno y simplemente abrir nuestros ojos a la respuesta que Dios ya ha dado. ¿Será que nosotros también estamos tan ocupados pidiendo que no vemos la respuesta delante de nosotros?
Es importante percatarnos de que aquí el Señor Jesús no está aboliendo la necesidad de ayunar. Él les dijo a los discípulos de Juan que sus discípulos ayunarían cuando Él se marchara. Hay un tiempo para orar y ayunar, buscando el corazón y las bendiciones del padre. También hay un tiempo para celebrar y vivir a la luz de la respuesta que Él provee.
Jesús pasó de la pregunta sobre el ayuno al asunto medular detrás de la misma. Los fariseos y los discípulos de Juan vivían bajo la ley. Su fe consistía en reglas y regulaciones que sus padres les habían dado. Ellos nunca podían estar a cuentas con Dios observando la ley. Los sacrificios del Antiguo Testamento nunca trataban completamente con el pecado. Jesús vino a ponerlos en una nueva forma de vida, una aceptación de Dios fuera de la ley. Para ilustrar lo que estaba diciendo, Jesús dio dos ejemplos.
Primero, Jesús compartió una ilustración que hablaba de un vestido viejo que necesitaba ser reparado. Nadie corta y pone un pedazo de vestido nuevo en uno viejo. El resultado sería que el pedazo nuevo tiraría de la tela vieja y la rompería, haciendo que el resultado fuera peor que al principio.
La segunda ilustración es sobre odres para vino. En aquel tiempo, el vino se guardaba en odres hechos con pieles que podían estirarse y que iban expandiéndose a medida que el vino se fermentaba. Si un odre había perdido su flexibilidad se rompía y se salía el vino. El vino nuevo necesitaba odres nuevos para que no se perdiera.
¿Qué trata decir Jesús acerca de los discípulos de Juan el Bautista en estas dos ilustraciones? Cuando Jesús miró a aquellos que estaban cuestionando el ayuno, lo que vio fue un grupo que trataba de ganarse la aceptación de Dios guardando la Ley de Moisés. Jesús les dijo a aquellos hombres que había otra manera de hallar el favor de Dios. Les recordó que el novio había venido. Jesús, el novio, traería un nuevo día para ellos. A través de Él, podían ser aceptados sin observar la Ley. El vestido viejo y el odre viejo representaban la Ley de Dios en el Antiguo Testamento. Esa ley no podía darles la salvación que ellos hacía tanto tiempo esperaban. Igual que un vestido o un odre viejo no podían repararse, sino que debía ser sustituido por uno nuevo. Los discípulos de Juan estaban aún tratando de guardar la ley y así ganar el favor de Dios. En realidad, ellos lo que estaban haciendo era poner todos sus esfuerzos en odres viejos que al final se romperían y se perderían todos.
Jesús proponía algo talmente nuevo; les ofrecía un vestido y odres nuevos. Les estaba proponiendo una manera de ser aceptados por Dios que no era la del odre viejo de la Ley de Moisés. Les proponía que se vistieran con vestiduras de justicia que no eran las de la vieja manera de Moisés. Él les estaba ofreciendo la justicia que salía completamente de la fe en lo que Él haría en la cruz.
Las dos maneras no pueden mezclarse. El nuevo vino no debe ponerse en odres viejos; ni la ropa nueva debe ser usada para arreglar un vestido viejo. Si Cristo pagó completamente el precio de nuestra salvación, entonces no es necesario hacer nada más. Todos hemos conocido individuos que nunca han comprendido que son aceptados en Cristo tal y como son. Muchos de ellos trabajan duro para el reino de Dios. Sin embargo, su aceptación y su seguridad vienen de lo que ellos cumplen para el Señor. Quítales la posibilidad de servir y se sentirán inseguros; todavía llevan las vestiduras viejas de las obras, no quieren quitárselas y ponerse las nuevas vestiduras de la fe y la total aceptación. En vez de servir como resultado de ser aceptados, están sirviendo para ser aceptos.
Jesús no condena la práctica del ayuno o cualquier otra práctica similar en este pasaje. Sin embargo, nos reta a considerar nuestra motivación. Los discípulos de Juan practicaban la Ley de Moisés para ganar aceptación de parte de Dios a través de sus esfuerzos humanos. Jesús ofrece una aceptación completa que nada tiene que ver con nuestros esfuerzos. Aquellos que conocen al Señor Jesús no necesitan ganar Su favor por medio de prácticas religiosas. Ellos no sirven para ser aceptados, sino que lo hacen como respuesta a su devoción y amor por el Señor que ya los ha aceptado completamente. Tratar de ganar aceptación cuando ya hemos sido aceptados es en verdad necio.
Para Consideración:
- Mire su lista de oración, ¿será que usted está orando a Dios por algo que ya Él le ha respondido pero que usted no ha reconocido aún?
- ¿Está usted sirviendo a Dios como respuesta a haber sido aceptado o está usted tratando de ser aceptado por Dios a través de lo que usted hace? ¿Cómo minimiza esto la obra de Cristo en la cruz?
- ¿La verdad de que ya he sido aceptado en Cristo significa que debo servirle menos o constituye una motivación para servirle más?
- ¿Qué nueva motivación me da mi completa aceptación en Cristo para servirle?
- ¿Mi aceptación en Cristo quiere decir que ya no tengo que preocuparme por obedecerle? Explique.
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque todos los que lo han recibido como Señor y Salvador han sido aceptados completamente por Él.
- Pida al Señor que le perdone por las veces en las que le ha servido motivado por cosas que no son su amor por Él.
- Tome un momento para orar por alguien que nunca ha entendido que es aceptado tal como es a través de la obra de Cristo.
24 – Los Campos Sembrados
Lea Mateo 12:1-8; Marcos 2:23-28; Lucas 6:1-5
Los líderes religiosos de aquel tiempo siempre estaban vigilando a Jesús y a sus discípulos. Ya hemos visto que le hicieron preguntas acerca de sus prácticas y doctrina. Jesús no encajaba en la manera en que ellos creían que debían ser las cosas. Para muchos de aquellos individuos, la fe podía reducirse a un sistema de reglas y regulaciones. Ellos juzgaban a todas las personas basándose en ellas.
En aquella ocasión, el Señor Jesús estaba caminando por los campos sembrados en el día de reposo. Los discípulos tenían hambre y decidieron recoger algunas de las espigas de granos para comer. No debemos sorprendernos de que los discípulos recogieran granos en los campos de otra persona. La Ley de Moisés hablaba de eso, leemos en Deuteronomio 23:25:
Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo.
Cuando los Fariseos vieron a los discípulos recogiendo las espigas en el día de reposo, retaron a Jesús con lo que estaban haciendo sus discípulos. Lo que les preocupaba a los fariseos no era que los discípulos estuvieran comiendo granos, sino que estaban recogiéndolo en un día de reposo. De acuerdo a los fariseos, recoger granos era trabajar y por lo tanto estaba prohibido por la Ley de Moisés.
La Ley de Moisés decía que no se permitía trabajar en el día de reposo. Los fariseos interpretaron esto como que si usted estuviera caminando en un campo sembrado de maíz en el día de reposo, no podía arrancar una mazorca y comerla. Para los fariseos, el asunto no tenía discusión. Acusaron a los discípulos de no guardar el día de reposo. En realidad, ellos sólo estaban rompiendo la interpretación que hacían los fariseos de esa ley. No había un versículo en las Escrituras que dijera que una persona no podía recoger maíz en el día de reposo cuando tenían hambre. Los fariseos consideraban que su interpretación de la ley tenía tanta autoridad como la Ley misma.
Todos tenemos nuestra manera de interpretar las Escrituras. ¿Cuántas veces el cuerpo de Cristo ha sido dañado seriamente por aquellos que no ven la diferencia entre cómo interpretan la Biblia y las Escrituras en sí? Todos hemos conocido creyentes que están convencidos de que su interpretación es la correcta y por lo tanto tratan de imponerla en los demás como si su interpretación fuera la misma Palabra de Dios.
Jesús escuchó a los fariseos y respondió con una ilustración de la vida de David. Los llevó atrás en la historia de su pueblo al día en que David y sus hombres estaban escapando del Rey Saúl (1 Samuel 21:1-6). David y sus hombres entraron en la casa de Dios y tenían hambre. El sacerdote que estaba allí ese día se llamaba Ahimelec. El único alimento que había en el templo eran los panes sagrados de la proposición que habían sido puestos delante del Señor. De acuerdo con la Ley de Moisés en Levítico 24:8-9 sólo los sacerdotes podían comer aquel pan:
Cada día de reposo[a] lo pondrá continuamente en orden delante de Jehová, en nombre de los hijos de Israel, como pacto perpetuo. Y será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en lugar santo; porque es cosa muy santa para él, de las ofrendas encendidas a Jehová, por derecho perpetuo.
Aquel día, Ahimelec tuvo que tomar una decisión. ¿Se negaría a darles pan a aquellos que estaban necesitados o les daría de aquel pan a pesar de lo que decía la Ley de Moisés? Ahimelec escogió estar del lado de la misericordia y la compasión. Tomó el pan que había sido consagrado al Señor y se lo dio a David y a sus hombres para que comieran.
De acuerdo con la narración de este incidente que hace Mateo, Jesús les recuerda a los fariseos el trabajo que se hacía en el templo en el día de reposo. Los sacerdotes no sólo tenían que preparar las ofrendas habituales del día de reposo, sino que tenían que preparar las ofrendas especiales de aquel día. Matar y desollar animales era bastante trabajo. En Juan 7:22 también vemos que los judíos circuncidaban a los niños en el día de reposo.
Esto provocó un problema para los fariseos y sus aplicaciones legalistas de la Ley. Lo que estaban diciendo era que era perfectamente aceptable circuncidar a un niño o sacrificar un animal en el día de reposo, pero no era aceptable recoger una espiga de maíz para alimentar una persona hambrienta en un día como aquel. Ellos no mostraban compasión o misericordia.
En mateo 12:6, Jesús les dice a los Fariseos que había algo mayor que el templo con todos sus requerimientos legalistas. Algunos entienden esto como que el mismo Señor Jesús era más grande que el templo y sus requerimientos, y que sus discípulos estaban sujetos a Él. Puede también ser que Jesús les estaba diciendo a los Fariseos que había una necesidad mayor ante ellos aquel día. La necesidad de compasión y de misericordia era mayor que la interpretación legalista de la vida.
Jesús les estaba diciendo a los Fariseos que ellos necesitaban pasar por alto aquellos detalles insignificantes y mirar asuntos más profundos de la Ley. Los retó a considerar lo que quiso decir el profeta en Oseas 6:6 cuando dijo que el Señor requería misericordia y no sacrificios. Lo que Jesús está diciendo a los fariseos es que la misericordia y la compasión están muy por encima de la aplicación legalista de la Ley. Donde hay un conflicto entre la ley y la misericordia y la compasión, es mejor irse del lado de la misericordia. La ley moral de Dios debe siempre ser mayor que su obligación ceremonial.
Jesús continuó diciendo a los Fariseos en Marcos 2:27 que el día de reposo estaba hecho para el hombre y no el hombre para el día de reposo. Es decir, el día de reposo era para ministrar a las personas, no para ponerles una carga más. Era para el bien y para bendición de ellas. Dios no creó a la gente para que guardaran el sábado; sino que éste está diseñado para ministrar al pueblo de Dios y acercarlo a Él.
Jesús concluye su discurso diciendo a los fariseos que el Hijo del Hombre era Señor aún del día de reposo. En otras palabras, Él era mayor que ese día y su observancia. Conocer a Cristo y andar con Él era más importante que guardar el sábado. Los fariseos estaban atrapados en la ley y sus regulaciones, pero estaban perdidos en sus pecados. Adoraban la ley pero no tenían ni compasión ni misericordia. Jesús los condenó por eso.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la ley de Dios y el por qué ésta fue dada?
- ¿Es posible que seamos tan legalistas en la aplicación de las Escrituras que carecemos de compasión y misericordia para con los que nos rodean? Dé un ejemplo. ¿Qué dice Jesús sobre esto en este capítulo?
- ¿Cuál es la diferencia entre una clara enseñanza de las Escrituras y nuestra interpretación personal y aplicación de esa porción de las Escrituras?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la importancia de mostrar misericordia y compasión? ¿Es mayor la misericordia que la aplicación legalista de las Escrituras? ¿Hay momentos en los que debemos relajarnos en nuestra aplicación de las Escrituras para mostrar misericordia a un hermano o hermana en Cristo? ¿Qué nos enseña en este sentido el ejemplo de los hombres de David comiendo el pan del templo?
- ¿Cuál es la diferencia entre mostrar misericordia y luchar por la verdad de la Palabra de Dios?
Para Oración:
- Pida al Señor que le enseñe la importancia de mostrar compasión y misericordia en sus relaciones con los demás.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted no ha aplicado las enseñanzas de las Escrituras con misericordia.
- Pida a Dios que lo capacite para aceptar a aquéllos que no ven las cosas de la misma manera que usted lo hace.
25 – El Hombre de la Mano Seca
Lea Mateo 12:9-14; Marcos3:1-6; Lucas 6:6-11
Jesús habló con los fariseos en el último capítulo acerca del día de reposo. Las diferencias entre Jesús y los fariseos en relación a este tema saldrían a la luz muchas veces durante sus encuentros.
En esta ocasión, Jesús estaba en la sinagoga en el día de reposo. Había allí un hombre con una mano seca. Los fariseos y los líderes religiosos vieron en aquel hombre una oportunidad para atrapar a Jesús. Mateo nos dice que se acercaron a Él y le preguntaron si era lícito sanar en día de reposo (Mateo 12:10). La intención de aquella pregunta era obvia. Ya ellos tenían una posición con respecto a ese asunto.
Jesús conocía sus intenciones. Mateo nos dice que les habló sobre su práctica de rescatar a una oveja que hubiese caído en un hoyo en el día de reposo. Los Fariseos no tenían ningún problema con esta acción de rescatar una oveja en el día de reposo, pero no podían aceptar que un hombre fuera sanado ese día. Jesús les recordó su hipocresía. La vida de un ser humano es más importante que la de una oveja. A veces el legalismo tiene tantas inconsistencias.
Jesús enseñó que la misericordia era mayor que el sacrificio. Los Fariseos creían que ganarían el favor de Dios porque ellos no sanaban en el día de reposo. Al no hacer tal cosa, ellos estaban dejando que aquel hombre siguiera sufriendo y soportando dolor. Los fariseos rompieron la ley de la misericordia y la compasión. Frecuentemente comparo esto con la ilustración del hombre que está llevando en su carro a un amigo moribundo al hospital. Sabe que cada segundo cuenta, pero aun así persiste en respetar los límites de velocidad establecidos. Mientras conduce hacia el hospital con su amigo en una situación crítica, él está siendo gobernado por las leyes de la tierra y las señales de límite de velocidad que están delante de él; no está siendo gobernado por la ley de la misericordia que hará que pueda llevar a su amigo más rápido al hospital. Incluso los gobiernos reconocen la importancia de la misericordia cuando permiten que las ambulancias circulen a gran velocidad cuando se trata de salvar una vida. Imagine a un policía deteniendo a una ambulancia que trae a un hombre gravemente herido para ponerle una multa por exceso de velocidad. Los fariseos eran tan gobernados por la Ley que no podían tener ni compasión ni misericordia.
Jesús sabía lo que los fariseos estaban pensando. Le pidió al hombre con la mano seca que se parara frente a todos. Entonces le preguntó a los presentes si era lícito hacer el bien en el día de reposo. Nadie se atrevió a responder. Lucas nos dice que a Jesús no le agradó su silencio y sus corazones endurecidos.
Al ver que nadie respondía, Jesús le pidió al hombre que extendiera su mano. El hombre obedeció y, al hacerlo, su mano quedó restaurada frente a todos los presentes. No hay evidencia de que Jesús haya hecho algo específico, no parece que tocó la mano de aquel hombre, ni lo ungió en aceite. No mandó ninguna fuerza demoníaca que saliera de él. Simplemente le dijo que extendiera su mano. No pudo haber ninguna duda, Dios mismo había sanado a aquel hombre. Cualquiera con mente abierta se habría percatado que el poder de Dios estaba allí aquel día.
Eso no era lo que los fariseos esperaban. ¿Cómo podían acusar a Jesús si lo único que había hecho era decirle al hombre que extendiera su brazo? Los Fariseos estaban furiosos porque no pudieron atrapar a Jesús. Aquel día fueron ridiculizados por su hipocresía al creer que una oveja podía ser liberada de su aflicción pero un hombre no. ¿Si el mismo Dios sanó a aquel hombre en el día de reposo, qué podían decir ellos?
A pesar de las evidencias, los fariseos se rehusaron a creer. Ya ellos tenían una postura al respecto y ni el mismo Dios les haría cambiar. Aquel día ellos conspiraron para matar a Jesús.
Aquí vemos la oscuridad en los corazones de los fariseos. Ellos eran religiosos que estaban tan apegados a sus tradiciones que ni el mismo Dios los haría cambiar. Ellos adoraban sus tradiciones y doctrinas. Sus mentes estaban cerradas. En la actualidad todos nosotros hemos conocido a personas así.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la dureza de la mente y el corazón humanos?
- ¿Es posible adorar nuestras tradiciones y creencias? ¿Cómo sabemos que hemos caído en esa trampa?
- En este pasaje vemos como Jesús simplemente dejó que Su padre hiciera el trabajo. ¿Alguna vez usted ha sentido que no quiere hacerse a un lado porque quiere la gloria sólo para usted?
Para Oración
- Pida al Señor que le permita admitir cuando se equivoca.
- Pida al Señor que le deje apartarse a un lado para que Él pueda recibir toda la gloria en su vida.
- Pida a Dios que le ayude a estar abierto a las cosas que Él quiere enseñarle. Pídale que ablande su corazón para que pueda ver cuando no está siguiendo el camino correcto.
- Pida a Dios que le ayude a distinguir entre los propósitos de Él y las ideas suyas.
- Tome un momento para orar por alguien que tiene el corazón endurecido para las cosas de Dios.
26 – La Elección de los Doce
Lea Mateo 12:15-21; Marcos3:7-19; Lucas 6:12-16
Jesús sanó al hombre que tenía la mano seca en el templo en el día de reposo. Esto no fue del agrado de los fariseos. Mateo nos dice que ellos comenzaron a conspirar para matar a Jesús (Mateo 12:14). A pesar de lo que habían visto aquel día en el templo, aquellos fariseos se mantuvieron indiferentes ante el mensaje que predicó el Señor Jesús. Al saber que estaban conspirando en su contra, Jesús se marchó de la región. No se quedó donde era rechazado.
La multitud lo siguió cuando se fue y Él continuó ministrándoles. Ellos traían a los enfermos y Jesús los sanaba. Marcos 3:7-9nos dice que aquellos que lo seguían venían de diferentes regiones (Jerusalén, Judea, Idumea, Tiro, Sidón y del otro lado del Jordán). Las noticias de lo que el Señor hacía se estaban esparciendo. Cosas maravillosas sucedían cuando Jesús ministraba. La multitud trataba de acercarse al Señor pues creían que si podían al menos tocarlo, serían sanados. Jesús les pidió a los discípulos que buscaran un bote para que pudieran navegar aguas adentro y así alejarse un poco de la multitud.
Cuando los demonios veían al Señor hacían que la persona que tenían poseída cayera delante de Él gritando, “Tú eres el Hijo de Dios”. Jesús mandaba que no dijeran a nadie quién era Él (Marcos 3:12). A los que sanaba les mandaba a hacer lo mismo (Mateo 12:16). ¿Por qué Jesús mandaba a aquellas personas a no decir quién era Él? La gente ya se estaba reuniendo alrededor de Él. Simplemente querían tocarlo. Él no tenía un momento de descanso debido a aquella multitud desesperada. Recuerden que Jesús era humano como nosotros. Él también necesitaba descansar de las constantes demandas de la gente.
Mateo nos dice que la razón por la que Jesús le decía a la gente que no dijeran que Él era el Cristo era para cumplir la palabra dada por el profeta Isaías. En Isaías 42 el profeta dice que el Mesías, en quien el Padre tenía contentamiento, estaría lleno del Espíritu para proclamar justicia a las naciones. Lo que parecía impresionar más a Isaías acerca del Mesías era cómo iba a ejercer Su ministerio. Él profetizó que no discutiría o gritaría en las calles. Isaías profetizó que el Mesías cumpliría su ministerio de manera tranquila y humilde. Nosotros hemos conocido a algunos predicadores “ruidosos” que quieren nuestra atención. El Señor Jesús ministró de forma talque no atraía atención hacia sí mismo. No era alguien que usted notaría en la calle. No se vestía para sobresalir. Si usted lo hubiese visto caminando por las calles ni siquiera hubiese volteado la cabeza para mirarlo. Él ministraba tranquilamente y en humilde dependencia del Padre.
Isaías también dijo que el Mesías no quebraría una caña cascada ni apagaría un pábilo humeante. Si usted está manipulando una caña cascada necesita tratarla con sumo cuidado para que no se rompa. Lo mismo es válido para una llama que apenas arde, la más leve brisa puede apagarla. Isaías profetizó que el Señor Jesús ministraría con una delicadeza tal que las cañas quebradas a las que ministrara no se romperían. Su compasión y gentileza era tal que los pábilos humeantes de nuestras vidas no se apagarían. Él tenía todas las razones para rompernos y apagarnos, pero escogió la misericordia y la compasión. No era rudo ni indiferente, sino que era compasivo y cuidadoso. A diferencia de algunos líderes de la actualidad, Jesús ministraba con suavidad y gentileza. ¡Qué ejemplo a seguir para nosotros!
Este Mesías tranquilo y gentil llevaría a Su pueblo a la victoria y todas las naciones pondrían su esperanza en Él (Mateo 12:20-21). Usted no tiene que gritar o ser áspero en sus palabras para ministrar con poder. No es así como lo hacía Jesús. La carga de Mateo es mostrar a los judíos que Jesús era realmente el Cristo profetizado en el Antiguo Testamento. Mateo lo ve como el perfecto cumplimiento de esta profecía del Mesías quieto y gentil.
Cuando Jesús se alejó de la gente, fue a un monte a orar. Lucas 6:12 dice que Él pasó la noche con Su Padre, algo que al enemigo le hubiera encantado impedir. A Satanás le habría hecho mucha ilusión el mantener al Señor ocupado para que no pudiera pasar tiempo con Su Padre. Jesús no cayó en su trampa, sino que se apartó de la gente y de sus necesidades para estar a solas con Su Padre en oración. En esos momentos sacó fuerzas y sabiduría de Dios el Padre.
Cuando llegó la mañana, Jesús escogió doce hombres para que fuesen sus discípulos. Aquellos hombres aprenderían de Él y ministrarían con Él. Irían en Su nombre y predicarían las Buenas Nuevas (Marcos 3:14). Les daría autoridad para echar fuera demonios y para construir el reino de Dios (Marcos 3:15). Cuatro de ellos ya habían estado con Él. Jesús añadió ocho más. Los escogidos fueron Pedro, Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Zelote y Judas.
Ese grupo de doce discípulos estaba lejos de ser perfecto. Marcos nos dice que a Jacobo y a Juan se les dio el apellido de Boanerges o Hijos del trueno. No sabemos la razón por la cual le dieron aquel nombre. Algunos comentaristas creen que eso tuvo que ver con su energía y su audacia. Vemos un ejemplo de esto cuando su madre le pide a Jesús que ordene que se sienten uno a su derecha y el otro a su izquierda en Su reino (Mateo 20:20-21). Esa fue una petición extremadamente atrevida. Jacobo y Juan eran hombres atrevidos y agresivos. Algunas veces esas cualidades causaban tirantez entre los discípulos (como en el caso de ellos pidiendo sentarse uno a cada lado de Cristo cuando estuvieran en Gloria)
Simón era Zelote. Los Zelotes se negaban a pagar impuestos a Roma, proclamaban que Dios era su único rey. Fueron conocidos como un grupo radical en Israel. Algunas veces podían ser rebeldes y no respetaban las leyes. Ese era el trasfondo de Simón. También entre los discípulos estaba Mateo que pertenecía al otro extremo del espectro. Era cobrador de impuestos. Recolectaba los impuestos de los judíos y los entregaba a los romanos. Muchos de los cobradores de impuestos se beneficiaban con los cobros y vivían del sudor de los judíos. Esta combinación de Mateo, cobrador de impuestos, y Simón el Zelote, debe haber sido una fuente potencial de problemas. También, entre aquellos hombres estaba Judas el que traicionaría al Señor y lo pondría en las manos del enemigo. Aquellos eran hombres rudos. Necesitaban trabajar mucho. Sin embargo, fue ellos a los que el Señor encomendó la tarea de predicar las Buenas Nuevas. Ellos tendrían que aprender a llevarse bien. Tendrían que poner a un lado su propia agenda y aceptar la del Señor Jesús. Si el Señor pudo usar a aquellos hombres, Él ciertamente puede usarnos a nosotros también.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de nuestra necesidad de pasar tiempo con el Señor en medio de nuestros horarios tan ocupados? ¿Cuán fácil es para nosotros el estar tan ocupados con las cosas buenas que no tenemos tiempo para buscar al Señor?
- Jesús demostró la autoridad de Dios con quietud y gentileza. ¿Son esas las características de su ministerio?
- Jesús ministró en una forma en que no buscaba atraer la atención hacia sí mismo. Sino hacia el Padre. ¿Procura usted ser el centro de atención en su ministerio?
- ¿Cuán fácil es juzgar a los demás? ¿Habría escogido usted a los hombres que escogió Jesús para trabajar en su iglesia? Explique.
- Jesús escogió trabajar en equipo. ¿Qué nos enseña ese pasaje sobre la importancia de trabajar con otras personas?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé un espíritu tranquilo y gentil.
- Pida al Señor que le perdone por las veces en que ha juzgado a los demás. Agradézcale porque Él usa todo tipo de personas para servirle.
- Pida al Señor que lo ayude a aprender a trabajar con aquellos que Él ha puesto en su iglesia.
- Pida al Señor que le dé tiempos de calidad a solas con Él. Pídale que quite todas las distracciones que le impiden esos momentos con Él.
27 – Las Bienaventuranzas
Lea Mateo 5:1-12; Lucas 6:17-26
El Señor Jesús muchas veces se retiraba a un monte para estar a solas con Su Padre. En esta ocasión tenemos registro de la multitud que lo siguió hasta ese monte. De acuerdo con la narración de Lucas, la multitud venía de Jerusalén, Judea, Tiro y Sidón. Habían ido a escucharlo predicar y para que Él sanara sus dolencias y enfermedades. Mientras la gente se aglomeraba, el Señor Jesús les enseñaba. Analizar las enseñanzas de estos versículos requeriría un libro completo; nosotros sólo podemos tratarlos brevemente.
Pobres en Espíritu
Jesús comenzó diciendo a los presentes que las bendiciones de Dios descansaban sobre los que eran pobres en espíritu. ¿Qué significa ser pobre en espíritu? No estamos hablando de pobreza física. La pobreza de la que Jesús habla aquí es de naturaleza espiritual. La realidad del asunto es que somos espiritualmente pobres. Ninguno de nosotros puede estar delante del Señor por nuestra propia justicia o por nuestra bondad. No hemos alcanzado el estándar que Dios nos ha puesto. Hemos sido destituidos con respecto a las riquezas espirituales. Isaías el profeta lo expresa así en el capítulo 64, versículos 6 y 7:
Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
Siendo pecadores, no todos reconocen esta condición. Los fariseos creían que tenían una relación correcta con Dios debido a sus buenas obras y a la fiel observancia de la Ley. Jesús los condenó por su hipocresía. Por otra parte, los pecadores iban a Jesús reconociendo que carecían de valor o de méritos y Jesús los aceptaba. El ser pobres de espíritu tiene que ver con la comprensión de que somos pecadores delante de un Dios santo y maravilloso. Debemos reconocer nuestra necesidad antes de ver la respuesta a esa necesidad.
Jesús le recordó a la gente que el reino de los cielos pertenecía a aquellos que reconocían su pobreza espiritual delante de Dios. Si usted reconoce que es pobre espiritualmente, usted sabe que no tiene nada que ofrecerle al Señor por su salvación. Viene delante de Él tal y como es y se aferra a lo que Él ya hizo. Toda su confianza está en Él y en Su obra en la cruz. Si usted viene creyendo que sus buenas obras son suficientes para ganarse la entrada en el reino de Dios, entonces va a estar seriamente decepcionado. Sólo aquellos que reconocen su pobreza espiritual pueden ser aceptados por Dios.
Lo que hemos dicho aquí en relación a la salvación es también válido en relación al servicio a Dios. Hay muchas personas que tratan de servir al Señor en su propia fuerza y sabiduría. Tenemos nuestros planes y creemos que podemos llevarlos a cabo hasta el final. Dios nos está llamando a que confiemos en su sabiduría y en su capacidad. ¡Qué gran bendición es cuando aprendemos a confiar en el Señor y en Su dirección! Cuando entendemos que nuestra fuerza y nuestra sabiduría fallarán, somos libres para confiar en el poder del Señor. Aquellos que entienden sus debilidades y su pobreza espiritual abren sus corazones para recibir lo que Él quiere dar en abundancia.
Los que lloran
Jesús les dijo a las personas que escuchaban que los que lloraban eran bendecidos porque recibirían consolación. Lucas lo expresa de forma diferente cuando dice que aquellos que lloran ahora, luego reirán. Debemos ver la conexión entre la pobreza de espíritu y el hecho de llorar. Las personas a las que se refiere Jesús lloran debido a su condición delante de Dios. Lloran por la condición del mundo. Por vivir en una tierra maldita por el pecado, ven el dolor y el sufrimiento. Reconocen la dureza de sus propios corazones y la de aquéllos que no conocen al Señor. Pablo sintió ese mismo dolor en su corazón por aquellos a su alrededor. Sintió pena al luchar contra el pecado en su propia vida.
Este llorar llevó a Pablo a comprometer su vida a ministrar a otros que no conocían y a luchar contra la maldad que veía en medio de ellos. Usted no puede ministrar verdaderamente si no ha llorado por la condición de su propio corazón y la de su sociedad. El Salmista nos recuerda, sin embargo, que nuestros esfuerzos por el reino no quedarán sin recompensa. El Salmo 126:5-6 dice:
Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
Jesús estaba diciendo que existe un dolor o un pesar, de parte de Dios, que es bueno; es el que nos lleva a arrepentirnos de nuestros pecados y a hacer algo por las conductas pecaminosas y diabólicas en medio nuestro. Este tipo de dolor es una parte necesaria en nuestro andar cristiano. Muchos de nosotros nunca lloramos por el pecado o por las cosas malignas; pero los que tienen el corazón de Dios no pueden tomar el pecado tan a la ligera.
Jesús recordó a los que se encontraban allí que aquellos que experimentan este tipo de dolor serían consolados. Vendrá el día en que el pecado y la maldad serán destruidos. Entraremos en nuestro lugar de descanso y disfrutaremos la presencia del Señor. Sin embargo, por el momento, el pecado prolifera en nuestra sociedad. Benditos aquellos que lloran tanto por esas maldades que deciden hacer algo al respecto.
Los Mansos
Jesús continuó diciendo que los mansos recibirán la tierra por heredad. ¿Qué es la mansedumbre? La Nueva Biblia Estándar Americana traduce este versículo usando la palabra “gentil”. EL término ´manso´ tiene que ver con la humildad. Una persona que es mansa está dispuesta a aceptar el propósito de Dios para su vida sin protestar. Esta persona se rinde al Señorío de Cristo y hace Su voluntad con gozo.
Si hay algo que Dios detesta en las Escrituras es el orgullo. El escritor de Proverbios nos dice abiertamente que el orgullo va antes que la caída. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18). Pedro, hablando a jóvenes en 1 Pedro 5:5 dice esto:
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.
Estas palabras son poderosas. Realmente Dios se opone a los orgullosos. El orgullo se levanta a sí mismo a un plano igual al de Dios. Reta a Dios en relación a Su forma de obrar, se queja y protesta y no es capaz de aceptar la voluntad de Dios. La mansedumbre, por el contrario, se rinde gozosamente y reconoce Sus propósitos como perfectos y completos. Es a los mansos que Dios dará la tierra. ¿Asignaría usted una tarea importante a alguien que no presta atención a lo que usted le dice y siempre piensa que sabe más que usted? Igualmente, Dios, confía Su obra a aquéllos que se rinden a Él y a Sus propósitos. Los mansos son los que reinarán con Dios.
Es importante que veamos la mansedumbre a la luz del llanto del que hablábamos en la sección anterior. Sería fácil para aquellos que tienen la mente de Dios acerca del pecado convertirse en personas orgullosas por no sentirse culpables por ese pecado. Sería fácil para ellos volverse severos y críticos con los que han caído en pecado. Jesús nos reta a tener un espíritu manso y gentil. Los que están actuando de acuerdo con el corazón de Dios responderán con gentileza y mansedumbre para con aquellos que están en pecado. El mayor ejemplo de mansedumbre y gentileza se ve en la forma en que Jesús trataba a los pecadores. No es a los orgullosos que el Señor prometió darles la tierra, sino a aquéllos que se rinden con mansedumbre a Sus propósitos y planes.
Los que Tienen Hambre y Sed
Los que tienen hambre y sed de justicia, dice Jesús, serán saciados. Note aquí que el hambre y la sed son por la justicia. La justicia se refiere a los propósitos y planes de Dios para nuestras vidas. En todos los tiempos hemos visto a hombres y mujeres entregar sus vidas por la justicia. Esos individuos han llorado por sus propios pecados y han clamado a Dios para que los libre de las ataduras del pecado y la maldad en sus vidas y en la sociedad. Sus corazones han anhelado conocer a Cristo y vivir en obediencia delante de Él.
Los que tienen hambre y sed de justicia, como se explica aquí, serán saciados. Tenemos la promesa que si buscamos a Dios y Sus caminos, lo encontraremos (Jeremías 29:13). Dios los llenará de Él mismo. No dejará que aquellos que verdaderamente lo buscan a Él y a Su justicia sean desalentados.
Los Misericordiosos.
La misericordia tiene que ver con el hecho de mostrar compasión y piedad. Los misericordiosos con compasivos y considerados hacia los que están afligidos o en necesidad. Mientras que las otras cualidades que hemos visto hasta aquí se relacionan con nuestras actitudes internas, esta cualidad se relaciona con la manera en que respondemos a aquéllos que nos rodean. La misericordia no sólo sufre por la condición en que se encuentran los demás, sino que es capaz de alcanzar a aquéllos que están en necesidad.
Las Escrituras enseñan que si amamos a Dios lo demostramos por medio de nuestras acciones (ver Santiago 2:12-15). Los misericordiosos le ponen pies a su fe y le tienden la mano a los que lo necesitan, se preocupan por los demás igual que lo harían por ellos mismos. La misericordia es mucho más que una actitud, es una acción. Tu corazón puede estar afligido por un problema de tu hermano o hermana, pero no actuarás con misericordia hasta que des un paso al frente y respondas a su dolor. Jesús enseñó que los que son misericordiosos alcanzarán también misericordia. Dios ministrará nuestras vidas como nosotros hemos ministrado a los demás.
Los de Corazón Limpio
Note que aquí el Señor hace un llamado a la pureza no solo en la parte exterior sino también en el corazón. Es muy fácil hacer lo correcto exteriormente y tener un corazón impuro en motivos y pensamientos. Jesús le dijo a la gente aquel día que no eran los que hacían buenas cosas por fuera los que serían bendecidos, sino los que lo hacían con un corazón puro. Los Fariseos eran ejemplos clásicos de esto. Ellos tenían un comportamiento intachable con respecto a sus prácticas externas de la ley. Sin embargo, Jesús los condenó por la maldad y las severas actitudes de su corazón. Esto es lo que les dijo en Mateo 23:27-28:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
Dios no sólo mira las acciones externas, sino también los motivos que están detrás de esas acciones. Dios requiere mucho más que la obediencia exterior, Él está buscando corazones puros. Jesús prometió que los de limpio corazón verán a Dios. Él se les revelará a sí mismo. Ellos lo verán porque realmente le pertenecen. La diferencia entre los religiosos y los que pertenecen a Dios está en el corazón. Los que son de Dios le sirven y lo honran desde el corazón. Jesús estaba pidiendo una fe que fuera mucho más profunda que las actuaciones y los rituales externos. Él estaba buscando una fe que fuera genuina.
Los Pacificadores
Jesús aquí no solo habla de los que aman la paz, sino de los que hacen la paz. Los pacificadores sacrificarán sus propios derechos por el bien de sus hermanos y hermanas. Cuando surge un problema entre ellos y un hermano o hermana, ellos no descansan hasta restaurar la relación. Cuando sus relaciones con Dios están tensas debido al pecado, ellos harán todo lo posible para restaurar esa relación. Parte de ese proceso incluye el hablarle a la gente del Señor Jesús que es el que da paz.
Los pacificadores serán llamados hijos de Dios. Son Sus hijos porque comparten Su corazón y Su ministerio. Cuando el Señor Jesús vino a esta tierra, los ángeles anunciaron que debido a Su ministerio habría “paz en la tierra y buena voluntad a los hombres” (Lucas 2:14). Jesús vino a traer paz con Dios y a restaurar nuestras relaciones con los demás. Los pacificadores se unen a Dios en ese gran propósito.
Los que Padecen Persecución.
Jesús entendió que los que viven como Él lo manda enfrentarán persecución. Dios está llamando a las personas a vivir como gente justa en medio de esta tierra plagada por el pecado. Tienen que levantarse con la verdad y comprometerse con la causa de Su reino. Este mundo rechazará a los siervos de Dios de la misma manera que rechazó al Señor Jesús.
Algunas veces confundimos el sufrimiento en general con la persecución por causa de la justicia. El sufrimiento y la enfermedad son el resultado de vivir en este mundo. Los cristianos y no cristianos sufren por igual. Los problemas entre los seres humanos son la consecuencia del pecado en el mundo y no deben confundirse con el sufrimiento por la justicia. Cuando Jesús se refiere a la persecución, no está hablando aquí del sufrimiento en términos generales; Él está hablando del tipo de sufrimiento que viene como resultado de vivir para Dios y Sus propósitos. Hombres y mujeres, a lo largo de la historia han tenido que dar sus vidas por la causa de Cristo. Algunos fueron afligidos por ser creyentes, otros han sido objeto de burla y han sido oprimidos porque se rehusaron a inclinarse ante dioses ajenos. Dios ve ese sufrimiento por ÉL y Su causa.
Jesús dijo que la recompensa a esa fidelidad en medio de la persecución es un lugar en el reino de Dios. Él enseñó que llegará el día en que por su causa la gente los insultaría y diría toda clase de falsedades en contra de ellos (Mateo 5:11). En el relato de Lucas, Jesús dice a los que le escuchan que los hombres los odiarían porque ellos pertenecen a Jesús. Serían excluidos e insultados debido a su relación con Cristo, incluso algunos pensarían que eran malvados por seguirlo a Él.
Cuando estamos de parte de la verdad de Cristo puede que enfrentemos oposición de parte de los que no lo conocen. Puede que seamos la espina en el costado de nuestras comunidades debido a que estamos de parte de la Palabra de Dios. Los profetas del Antiguo Testamento fueron asesinados porque eran considerados problemáticos. Los apóstoles fueron perseguidos como radicales. Para un mundo que no conoce a Dios, podemos ser considerados una influencia negativa que necesita ser cortada de raíz. Incluso el Señor Jesús fue llamado blasfemo y amigo de pecadores.
Jesús les recordó a sus seguidores que debían estar contentos y regocijarse cuando le sucedan tales cosas. Deben sentir regocijo porque recibirán su recompensa en el cielo y su persecución habrá probado que estaban en el mismo camino que los profetas que fueron antes que ellos.
Lucas termina su narración con una serie de ayes. “¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo.” (Lucas 6:24). Jesús habla aquí a aquellos que emplearon sus vidas persiguiendo riquezas y placeres. Vivieron una vida fácil y llena de comodidades, y rechazaron el propósito y la voluntad del Señor su Dios. Su recompensa está en este mundo. Debido a que no piensan en el Señor Jesús, morirán y estarán eternamente separados de Él. No habrá comodidad para ellos en la vida venidera.
Los que ahora están saciados y ríen luego llorarán (Lucas 6:25) Ellos se regocijan y ríen en sus fiestas y celebraciones. Hacen banquetes y disfrutan lo mejor que la vida tiene para ofrecer, pero rechazan al Señor su Salvador. Viene el día en que ellos tendrán que enfrentar al Salvador que rechazaron. Serán condenados y sufrirán las consecuencias de una vida en la que no pensaron en la salvación.
Tengan cuidado, dijo Jesús, “cuando todos los hombres hablen bien de ustedes”. Jesús les está hablando de los que viven para agradar a los demás y ganar así su favor. Esos individuos pueden ser líderes espirituales que viven para ganar la aprobación de sus congregaciones. Pueden ser personas que le dan la espalda a Dios para ganar la aprobación de sus amigos del mundo. No importa quiénes sean esas personas, ellos han tenido que apartarse de Dios para ganar el favor de sus amigos, de sus compañeros de trabajo, o de sus conocidos. Dios está buscando hombres y mujeres que lo busquen a Él primero. Los discípulos tuvieron que dejar a sus familias para seguirlo a Él. Puede que Jesús nos pida algo así hoy. Nuestra familia o amigos pueden no entendernos e incluso puede que nos rechacen por nuestra fe. Jesús nos llama para que estemos preparados para servirle sin importar lo que los demás digan o piensen de nosotros. Debemos aprender a morir a lo que los demás piensan para hacer lo que sabemos que es el llamado de Dios en nuestras vidas. Pablo tuvo que llegar a este punto en su vida cuando escribió en Gálatas 1:10:
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
En las palabras iniciales del Sermón del Monte, el Señor Jesús tiene cosas poderosas que decir. Llamó a aquellos que querían seguirlo a que adoptaran un estilo de vida radical. Sus seguidores sufrirían por causa del reino. Serían rechazados y perseguidos por lo que ellos representaban. Sus vidas serían diferentes a las de la mayoría. No siempre serían comprendidos; sin embargo, conocerían la presencia y las bendiciones de Dios en sus vidas y reinarían con Cristo en Su reino, regocijándose para siempre en Su presencia.
La enseñanza de Jesús fue muy radical aquel día. La fe del pueblo de Dios se había vuelto legalista. Sus maestros aplicaban las estrictas enseñanzas de la ley despiadadamente y rechazaban a cualquiera que no siguiera la interpretación de ellos. Lejos de ser pacificadores, los líderes de aquel tiempo estaban deseando matar a Jesús. Querían que la gente hablara bien de ellos. A través de estas primeras palabras de Su sermón, Jesús estaba exponiendo la hipocresía de ellos. Jesús estaba promoviendo una fe genuina que saliera del corazón.
Para Consideración:
- ¿Qué significa ser pobre de Espíritu? ¿Hasta qué punto has vivido tu vida basándote en tu propia fuerza y sabiduría?
- ¿Tiene usted hambre y sed de justicia? ¿Qué evidencia tiene de esto en su vida?
- ¿Hasta qué punto es su vida justa un reto para los que lo rodean?
- Jesús nos dice que este mundo nunca podrá entendernos si lo seguimos a él. ¿Tiene evidencias de esto en su vida y ministerio?
- ¿Cuánto de nuestra vida es gobernado por lo que los demás piensan de nosotros? ¿qué nos dice Jesús acera de este tipo de vida?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé mucha más hambre y sed de justicia.
- Pida el Señor que le dé coraje y audacia para tomar su cruz y ponerse de Su lado sin importar las consecuencias.
- Agradezca al Señor por la maravillosa esperanza que tenemos después de esta vida. Pídale que usted pueda tener sus ojos siempre enfocados en esa esperanza.
- Pida al Señor que lo haga más y más consciente de su necesidad de Él y de Su obra en usted. Pídale que lo perdone por creer que usted podía hacer las cosas por usted mismo.
28 – Sal y Luz
Lea Mateo 5:13-16
En esta sección del Sermón del Monte, Jesús dice a las personas que lo escuchan que ellos son la sal de la tierra. Hay varias cosas que es necesario mencionar acerca de la sal.
Primeramente, la sal se usaba como un agente de preservación. La presencia de Dios en este mundo, igual que la sal, tiene un efecto similar. Como hemos mencionado, vivimos en un mundo corrupto y lleno de pecado. La decadencia del pecado se ha diseminado en toda la sociedad. Dios ha puesto a Su pueblo en el mundo para evitar que el pecado continúe esparciéndose. Nos llama a vivir como un ejemplo ante los demás. Nos llama a predicar y a enseñar Su palabra para que las personas puedan ser liberadas de las ataduras del pecado y sus terribles efectos. Si denunciamos el pecado y representamos la justicia, nuestra presencia tiene que impedir que ese pecado siga propagándose. ¿Dónde estaría este mundo si no fuera por los que a lo largo de los años han proclamado los principios de la Palabra de Dios?
La sal también se usa para condimentar y dar mejor sabor. ¿Qué es lo que impide a Dios atacar con ira y destruir este mundo igual que hizo en los días de Noé? Cuando vemos cuánto este mundo se ha apartado de la verdad de Dios, ¿por qué sigue Él siendo paciente? Esto me recuerda la historia de Abraham en Génesis 18, cuando Dios le dijo que iba a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra. Abraham intercedió por esas ciudades ante Dios. En Génesis 18:32 Dios estuvo de acuerdo con Abraham en que si encontraba al menos diez hombres justos en esas ciudades entonces Él no las destruirían por causa de esas diez personas. Al no encontrar ni siquiera diez personas, las ciudades fueron destruidas. ¿Será que la presencia del pueblo de Dios en este mundo es lo único que impide a Dios destruirlo? Nuestra presencia le da placer y entonces retira su mano de juicio durante un tiempo.
Note que Jesús dice que ellos son la sal de la tierra. Ellos no tenían opción en este sentido. Nos guste o no, hemos sido puestos en esta tierra para actuar como la sal, preservando el mundo y deteniendo el avance del pecado.
Jesús agregó que si la sal pierde su sabor entonces es inútil. La sal que no tiene sabor para lo único que sirve es para ser echada fuera. No se le puede volver a dar sabor a la sal. Es posible que nosotros como cristianos perdamos nuestro sabor. Podemos vivir en este mundo sin ejercer ninguna influencia sobre él. Podemos escoger no estar de parte de la justicia y la verdad. Podemos vivir nuestras vidas de manera tal que la gente ni siquiera sepa que somos creyentes. Al hacerlo, nos convertimos en la sal que ha perdido su sabor. Cuando no queremos ser sal en el lugar en que Dios nos ha puesto, el enemigo y el pecado se esparcen por doquier. Cuando la maldad se esparce, ¿cómo puedo cambiar el resultado?
Igualmente, Jesús comparó nuestras vidas con la luz. El mundo está lleno de la oscuridad del pecado, al no conocer la verdad de Dios nunca ha visto Su luz. Jesús comparó a Su pueblo con una gran ciudad asentada en una montaña, que alumbra el valle para que todos vean. Cuando las personas nos ven en nuestras labores cotidianas, deben ver la luz de Dios brillando en nosotros, la luz de la esperanza y la paz, el resplandor del gozo y la verdad.
Jesús dijo se mal gasta la luz que se pone debajo de un almud; la luz es para que alumbre, una luz que no se ve es inútil. Con cuánta facilidad escondemos nuestra luz. No queremos ser diferentes de los demás. Sin embargo, una vez más, necesitamos entender que Jesús no nos da la opción de ser luz o no. Nosotros somos luz. Si usted tiene al Señor Jesús en su corazón, la única manera en la que usted no puede brillar es cubriendo la luz que Él ha puesto en su corazón. La cubrimos porque nos da vergüenza.
El tema de la luz es que ésta nunca fue diseñada para ser mirada, sino para que ilumine otras cosas. Usted nunca enciende una luz con el propósito de mirarla; usted la enciende para ver lo que hay en la habitación. Igualmente, nuestra luz está diseñada para mostrar a Cristo al mundo. Es importante que entendamos esto. Jesús terminó en Mateo 5:16 diciendo que la gente debe ver nuestras buenas obras y glorificar a Dios por ellas. Igual que no encendemos una luz para examinarla, no hacemos nuestras buenas obras para que los demás las miren, esas buenas obras deben mostrarles al Señor Jesús a las personas.
El Señor le dijo a aquella gente que ellos eran sal y luz en el mundo. La sal preserva y da sabor. La luz ilumina y revela a Cristo. La pregunta no es si somos sal y luz, sino qué tipo de sal y luz somos. ¿Somos la sal que preserva y detiene la diseminación del pecado en nuestra sociedad? ¿Somos la luz que les muestra a las personas al Señor Jesús y Su obra? Que Dios nos dé Su gracia para ser lo que Él nos ha llamado a ser.
Para Consideración:
- ¿Qué tipo de sal y luz es usted para los que le rodean? ¿Detiene su vida la proliferación del pecado y la maldad? ¿Ayuda su luz a que los demás vean al Señor Jesús?
- ¿Alguna vez se ha sentido avergonzado del Señor Jesús y Su obra? Explique.
- ¿Qué impacto está teniendo su vida, como sal y luz, en las personas que lo rodean?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé una mayor audacia para ser sal y luz para las personas que lo rodean.
- Agradezca al Señor porque le ha escogido para que usted lleve a otros hacia Él.
- Pida a Dios que le muestre en qué ha fallado al ser sal y luz.
29 – La Ley Cumplida y Exaltada
Lea Mateo 5:17-48; Lucas 6:27-36; 16:16-17
Los líderes religiosos de aquellos días acusaban a Jesús diciendo que rompía la ley. Jesús estaba consciente de la confusión que había en las mentes de aquellos que iban a escucharlo hablar y del impacto en las mentes de los fariseos. En esta sección Jesús explicó su forma de pensar acerca de la Ley de Moisés.
Jesús comenzó diciendo que Él no había venido para abolir la Ley de Moisés o las palabras de los profetas. Por el contrario, Él había venido para cumplirla. Aquí se hace una distinción importante. Abolir significa que la ley ya no tiene valor. Esa no era la manera de pensar de Jesús; la Ley era buena y había cumplido con todo lo que Dios había intentado cumplir. Había mostrado que no éramos capaces de vivir una vida justa delante de Dios por nuestros propios esfuerzos. Había revelado nuestra necesidad de un Salvador. Jesús vino para ser ése Salvador. Los profetas miraban al día en que el Mesías vendría como cumplimiento de la Ley de Moisés. Jesús era aquel del que habían hablado la ley y los profetas. Jesús estuvo firme apoyando la Ley y los Profetas. La Ley de Dios era perfecta y tenía un propósito particular en la vida del pueblo de Dios.
Jesús aseguró que ni el detalle más pequeño de la ley pasaría hasta que no hubiera cumplido todo para lo cual Dios la había diseñado. El cielo y la tierra no pasarían hasta que la ley y las profecías hubiesen sido cumplidas. Podemos ver que Jesús tenía una opinión fuerte sobre la ley y los profetas.
Jesús siguió diciendo que cualquiera que rompiera el más mínimo mandamiento de Dios y llevara a otros a romperlos también, sería llamado el más pequeño en el reino de los Cielos. Los fariseos habían estado acusando a Jesús de romper la Ley. Jesús les aseguraba que él tenía la Ley de Moisés en muy alta estima. Aclaró que el que obedeciera la Ley y enseñara a otros a hacer lo mismo sería llamado grande en el reino de los Cielos. Así que no hay dudas del valor que tenía la ley de Dios en la mente de Jesús.
Sin embargo, Él enseñaba que si bien era importante obedecer y enseñar a los demás a seguir al Señor Dios, que a menos que aquéllos que lo escuchaban hicieran mejor que los maestros de la Ley y los fariseos, no entrarían en el reino. Los fariseos y los maestros de la Ley observaban la misma con religiosa rigurosidad. No había nadie en la tierra tan estricto como los fariseos cuando se trataba de la práctica de la Ley de Moisés. Las personas los veían como intérpretes de la ley. Jesús les decía a sus seguidores, sin embargo, que a menos que hicieran mejor que aquellos fariseos y maestros de la Ley, no entrarían al cielo. Esto parecía colocar a las personas en una norma imposible, y debió haberlos dejado preguntándose quién podría entrar en el Reino de Dios.
Para explicar esta enseñanza más completamente, Jesús comparó lo que los fariseos y maestros de la Ley enseñaban con lo que Dios realmente quería. Él muestra que el estándar de Dios era más riguroso de lo que a ellos le habían enseñado sus líderes. Tomemos un momento para examinar esta sección.
La Ley que habla sobre Matar
La Ley de Moisés enseñaba que el castigo por matar era la muerte. Sin embargo, Jesús enseñaba que una persona podía ser culpable de cometer un asesinato incluso si nunca había tomado físicamente la vida de una persona. Él decía que si alguien se enojaba en su corazón contra otra persona, a un punto tal que deseaba que esa otra persona muriera, ya era culpable de homicidio en su corazón y estaría bajo juicio. Si una persona actuaba por maldad y ofendía a otra con palabras, llamándola “necia” (tonta o buena-para-nada) entonces esa persona sería culpable ante el concilio. Jesús dijo que si alguien llama a otra persona “fatua” sería expuesto al infierno de fuego.
El Señor Jesús enseñaba que aquellos que albergan odio e ira en sus corazones son culpables delante de Dios para sufrir Su temible ira. Dios no hace distinción entre los que llevan a cabo el crimen en sus corazones y aquéllos que simplemente lo contemplan en su corazón y en su mente. Dios mira el corazón. Cuando permitimos que los pensamientos de muerte entren en nuestros corazones ofendemos a Dios que es santo y maravilloso. La persona que es de corazón puro no permitirá que la inunden tales pensamientos malvados. No es sólo el fruto el que es malvado, la semilla también lo es y debe ser quitada. Esos pensamientos, actitudes e intentos malignos constituyen pecado en sí mismos y nos hacen culpables delante de Dios si le damos lugar en nuestro corazón.
La actitud del corazón y las palabras malvadas que decimos dificultarán nuestra adoración a Dios. Jesús les dijo que si iban a llevar su ofrenda al altar, y allí se acordaban que alguien tenía algo contra ellos, era necesario que dejaran su ofrenda delante del altar, y que fueran y se reconciliaran con esa persona. Al ofender o hablar mal de alguien pecamos delante de Dios. Es necesario que confiese mi pecado y que me reconcilie con mi hermano o hermana. Jesús lleva esta ley sobre la acción de matar a un nuevo nivel; dice que Dios espera mucho más que el hecho de no matarnos los unos a los otros, espera respeto y actitudes apropiadas hacia los demás o no aceptará nuestra adoración y nos dará la espalda.
Jesús nos muestra aquí que una cosa es nunca haber matado a nadie, y otra es nunca haber abrigado actitudes pecaminosas de ira y resentimiento. Mientras que los fariseos enseñaban que matar no era correcto, Jesús fue mucho más allá y enseñó que si hablamos en contra de un hermano o hermana sintiendo ira y frustración, entonces somos culpables delante de Dios. La semilla es tan maligna como el fruto. El que riega las semillas de maldad en su corazón es tan culpable como el que deja que den fruto.
Jesús continuó diciendo que Dios dio a las autoridades civiles el derecho de castigar el pecado. En Mateo 5:25, Él advierte que deben ponerse de acuerdo con los enemigos antes que sean entregados a las autoridades civiles. Dios está de parte de las autoridades que actúan en Su nombre en términos de justicia. Él requiere que paguemos el castigo impuesto por esas autoridades. Ellos son Sus representantes para juzgar el pecado y el mal.
La Ley acerca del Adulterio
Jesús pasó luego a la Ley de Moisés acerca del adulterio, esta Ley prohibía cualquier relación sexual fuera del matrimonio. Este pecado se pagaba con la muerte. Sin embargo, Jesús dijo que una persona podía ser culpable de adulterio sin siquiera haber tenido ninguna relación sexual. Hay un tipo de adulterio que se comete en el corazón. Si un hombre mira a una mujer y la codicia en su corazón, ya ha cometido adulterio (Mateo 5:28). Por supuesto, este mismo principio se aplica también a las mujeres.
Aquí vemos nuevamente la importancia de la pureza de corazón. El nutrir la semilla de la inmoralidad sexual nos hace tan culpables como aquellos que la practican. Dios mira al corazón. Cuando Él ve pensamientos impuros en nosotros se aflige y nos llama para que le demos cuentas.
Debido a que Dios requiere pureza de corazón y mente, es importante que seamos cuidadosos con respecto a lo que miramos. En un instante podemos ser culpables de lujuria en nuestro corazón. Jesús nos dice que es mejor sacarnos un ojo que dejar que éste nos haga culpables de adulterio y lujuria en nuestra mente y en nuestros corazones. Lo que Jesús está diciendo es que debemos tomar las decisiones correctas para evitar los lugares y las cosas que pueden tentarnos y acarrearnos el juicio de Dios.
En Mateo 5:29, Jesús dice que es mejor perder un ojo a que todo el cuerpo vaya al infierno. Hay perdón para todos los pecados, incluso para el pecado de adulterio. Jesús perdonó a los que habían sido sorprendidos adulterando. No debemos ver esto como que cualquiera que caiga en este pecado irá al infierno. Cuando Jesús habla sobre todo el cuerpo yendo al infierno está hablando de aquellos que se rehúsan a apartarse de sus caminos de maldad. Él habla de aquéllos que rechazan al Señor y van en pos de un estilo de vida de pecado y de inmoralidad sexual. Esto no está lejos del reto del Señor a tener absoluta pureza de mente y corazón. Todos tendremos que responder ante el Señor por nuestros pensamientos.
La Ley de moisés enseñaba que el adulterio se castigaba con la muerte. Jesús enseñó que incluso el pensar en cometer adulterio y considerar esa idea en nuestro corazón es pecado. Él llamó a su pueblo no sólo a refrenarse del acto físico del adulterio sino también a abstenerse de pensamientos de lujuria y adulterio en sus corazones. Este asunto es mucho más difícil. Dios conoce nuestros pensamientos y nos llamará a responder por ellos.
La Ley acerca del Divorcio
La Ley de Moisés permitía a un hombre divorciarse de su mujer dándole una carta de divorcio. En Deuteronomio 23:1-4 dice:
Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.
Sin embargo, Jesús les recordó a los presentes que Dios exigía fidelidad en el matrimonio. Note que Jesús planteaba que el hombre que se divorciara de su esposa por cualquier razón que no fuera el adulterio hacía que ella se convirtiera en adúltera. Esto merece cierta consideración. Imagine que un hombre se divorcia de su esposa por razones ilegítimas. Puede que sea por conflictos de personalidad que no pudieron superar. Tal vez perdió interés en ella. Aun cuando ese hombre se haya divorciado de su esposa, Dios todavía tiene presentes los votos que Él le hizo a ella. Son todavía marido y mujer delante de Dios. Si la mujer se casa con otro hombre es culpable de adulterio porque su divorcio no fue legítimo delante de Dios. El hombre que se casa con una mujer cuyo divorcio no fue por razones bíblicas, será culpable de adulterio debido a que ante los ojos de Dios, esa mujer aún está unida a su anterior esposo.
Aquí hay un caso en el que la ley de Dios anula la ley de la tierra. Mientras que esta última puede permitir el divorcio por cualquier razón, debemos estar gobernados por la Palabra de Dios. Debemos tomar en serio los votos de nuestro matrimonio. Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para ser fieles a lo que nos hemos prometido delante de Dios. La Ley de Moisés permitía el divorcio; Jesús enseñó que a menos que sea por causa del adulterio, un hombre y una mujer deben permanecer fieles a sus votos matrimoniales.
La Ley sobre los Juramentos
La Ley de Moisés decía que los juramentos debían cumplirse a toda costa. En aquellos días, las personas podían jurar por varios objetos. Jesús habla aquí sobre la práctica de jurar por el cielo, por la tierra, por Jerusalén o incluso por nuestra propia cabeza. Al jurar por esos objetos la intención era añadir validez a la promesa. Es decir, si una persona juraba por el cielo para hacer algo, estaba llamando al cielo como testigo de lo que estaba prometiendo. Jesús dijo que no debían hacer ese tipo de promesas, ni jurar por el cielo porque es el trono de Dios. ¿Por qué debían correr el riesgo de blasfemar el trono de Dios debido a su incapacidad de ser fieles a la promesa que habían hecho? Simplemente no debían jurar por nada. No tenían autoridad sobre los eventos que ocurrían en la tierra, no podían ni siquiera hacer blanco o negro ni uno solo de sus cabellos. ¿Cómo entonces podrían jurar por algo que no podían controlar?
En vez de hacer votos y jurar por el cielo, la tierra o cualquier otra cosa, el pueblo de Dios debe simplemente decir “si” o “no” (Mateo 5:37). Su palabra debe ser suficiente. Si la gente no les cree cuando dicen “si” o “no” entonces no han probado que son verdaderamente el pueblo de Dios. La gente debe confiar en nuestra palabra. No es necesario hacer votos ni jurar por nada.
La Ley de Moisés decía que una persona debía ser fiel al voto o juramento que hubiera hecho delante del Señor al jurar en presencia de testigos. Jesús dijo que nuestra palabra debe ser suficiente. No debemos tener la necesidad de jurar por nada, ni tener testigos para que la gente nos crea. Nuestro “si” o “no” deben ser suficientes. Las personas deben saber que seremos absolutamente fieles a nuestra palabra.
La Ley acerca del “Ojo por Ojo”
La Ley de Moisés enseñaba que si un hombre o una mujer hacía que alguien perdiera un ojo debía pagar por éste dejándose sacar su propio ojo. Si una persona hacía que alguien perdiera un diente, su castigo sería que le sacaran uno de sus dientes. Éxodo 21:23-25 nos dice:
Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
Jesús enseñó que no debemos resistir al que es malo. Si somos golpeados debemos poner la otra mejilla. Si alguien nos quita la camisa no debemos quitarle la de ellos como represalia por su acción, sino más bien debemos ofrecerle nuestra capa. Si alguien nos pide que vayamos con ellos una milla, debemos ir una milla más. Si se nos pide algo y podemos darlo debemos hacerlo. Si alguien quiere tomar algo de nosotros, debemos ofrecerlo gustosamente. Debemos ser generosos y compasivos. En vez de tratar de vengarnos, debemos sufrir la pérdida sin tratar de desquitarnos. Poner tu otra mejilla, perdonar en vez de tratar de exigir un pago. La Ley de Moisés decía que un individuo tenía el derecho de pedir “ojo por ojo”; Jesús enseñó que no debemos exigir un pago sino que debemos perdonar.
La Ley acerca del Amor al Prójimo
La Ley de Moisés enseñaba que debíamos amar al prójimo. Los maestros de la Ley agregaron a esto que era aceptable odiar a nuestros enemigos. No hay un lugar en la Ley de Moisés en que nos diga que odiemos a nuestros enemigos. Esa fue la interpretación que hicieron los maestros de la ley. Ellos escogieron no culpar a los que odiaban a sus enemigos.
Sin embargo, Jesús enseñó que debemos amar a nuestros enemigos. Debemos orar por los que nos persiguen. Dios escoge hacer el bien a Sus enemigos. Manda lluvia y hace salir el sol sobre los que lo aman y sobre aquéllos que lo rechazan. Sus bendiciones descienden sobre justos e injustos por igual. Si sólo amamos a aquellos que nos aman no estamos actuando de forma diferente al resto del mundo; hasta el pecador más grande ama a aquéllos que lo aman. Dios llama a los creyentes a algo bien diferente, Él llama a Su pueblo a ser como Él. Nos llama a ser perfectos igual que Él es perfecto. Aun cuando nosotros no vamos a ver esa perfección en esta tierra, debemos esforzarnos por ser más como Cristo. Los maestros de la ley enseñaban que el creyente debía amar a su prójimo y disculpaban a aquellos que odiaban a sus enemigos. Jesús enseñó que debían amar a sus enemigos y bendecir y ministrar a aquellos que los odiaban y perseguían.
Los requerimientos de Jesús eran mucho más grandes que los de Moisés. Los fariseos y maestros de la Ley buscaban condenar a Jesús por transgredir la Ley, sin embargo, si ellos hubieran sido medidos por la medida de Jesús, se habrían quedado muy por debajo. Jesús mandó no sólo a obedecer la ley externamente, sino a obedecer desde el corazón. Las medidas de Jesús eran mucho más grandes que las de los maestros de la Ley.
Para Consideración:
- Reflexione sobre lo que dice Jesús acerca de la obediencia desde el corazón. ¿Ha sido usted obediente en el corazón? ¿Su vida interior ha sido tan pura como su vida exterior?
- ¿Qué aprendemos en este pasaje sobre el hecho de albergar la semilla del pecado en nuestro corazón?
- Tome un momento para examinar sus pensamientos. ¿Glorifican éstos a Dios? ¿Existen áreas en ellos que necesitan cambiar? Explique.
- ¿Hay personas que a usted le cuesta trabajo amar? ¿Quiénes son sus enemigos? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de cuál debe ser nuestra actitud hacia nuestros enemigos?
Para Oración:
- Tome un momento para examinar sus pensamientos. Pida al Señor Jesús que limpie sus pensamientos de forma tal que le den Gloria a Su nombre.
- Pida al Señor que le perdone por albergar en su corazón la semilla del pecado.
- Pida al Señor que lo ayude a amar a aquéllos que lo persiguen y que hacen su vida más difícil.
- Dedique un tiempo a orar para que Dios lo ayude a amar a su cónyuge y a ser fiel.
- Pida a Dios que abra sus ojos a las necesidades de las personas que lo rodean. Pídale que le muestre cómo amarlos de forma práctica.
30 – La Práctica Pública de la Fe
Lea Mateo 6:1-8; 16-18
En este pasaje, Jesús habló sobre la verdadera justicia. Dijo a los presentes que debían buscar la justicia del corazón y no hacer sólo una actuación de espiritualidad. En esta sección, Él continúa hablando sobre aquéllos que practicaban su fe delante de los demás para ser visto de ellos.
Jesús comenzó diciendo en Mateo 6:1 que debemos tener cuidado de hacer nuestros actos de justicia para ser vistos por las personas. Es necesario que entendamos de lo que Jesús está hablando aquí. Él no nos está diciendo que debemos esconder nuestra fe. De hecho, en Mateo 5:14-16 Él deja bien claro que como creyentes no debemos esconder nuestra luz sino que debemos ponerla en un candelero para que todos puedan ver. La gente necesita ver nuestras buenas obras y glorificar a Dios por ellas. Lo más importante en Mateo 5:14-16 es que Dios es el que recibe la gloria. Jesús está hablando sobre los que practican sus buenas obras para que otros tengan una buena impresión de ellos.
Es fácil caer en esta trampa. ¿Alguna vez se ha encontrado usted tratando de impresionar con grandes oraciones a los demás? ¿Alguna vez ha predicado y se ha preguntado secretamente qué pensó la gente de sus habilidades para hablar? La tentación de hacerse notar es muy real. Queremos sentirnos apreciados y que se percaten de nuestra presencia.
Jesús le dijo a los presentes que si el motivo de ellos para servir a Dios era hacerse notar, entonces esa sería la única recompensa que tendrían. No habría recompensa de Dios en el cielo. La motivación para el servicio es muy importante. Si usted quiere que Dios acepte y que premie su servicio no lo haga para agradar a las personas. Debe servirle de corazón y buscar sólo la gloria para Él.
Jesús da ejemplos prácticos de esta enseñanza en estos versículos. Dijo que cuando dieran a los necesitados no debían anunciarlo a todo el mundo. He visto iglesias que han publicado lo que ha dado cada miembro en un reporte a final de año. Lo que damos para la obra del Señor es un asunto entre Dios y nosotros solamente. Los demás no necesitan saber lo que hemos dado o si lo hemos hecho. Jesús nos dice que los que dan a los demás para resaltar entre los demás, ya han recibido su recompensa. Su único premio será que las personas se percaten de su presencia. Tenemos que tomar una decisión. ¿Queremos recibir nuestra recompensa en esta tierra cuando las personas noten nuestra presencia y nos alaben, o queremos recibir nuestra recompensa en el cielo buscando sólo la gloria de Dios?
Jesús les dijo a los que le escuchaban en Mateo 6:3 que no debían dejar que su izquierda supiera lo que hacía su derecha. No deje que los demás sepan qué usted está dando. Dé limosna en secreto, de forma tal que sólo usted y Dios sepan a donde ha ido a parar su dinero, sus recursos y su tiempo. Haga un esfuerzo para evitar que los demás se percaten de su presencia y lo halaguen por lo que usted hace.
Si esto es válido para el hecho de dar, también lo es cuando se trata de la oración. Jesús habló en contra de los que oraban de pie en las sinagogas y en las esquinas. Esas personas sólo querían resaltar por su espiritualidad. Querían que otros pensaran grandes cosas de ellos. Esas personas tenían la alabanza de los hombres pero no la de Dios. Jesús retó a sus seguidores a orar en secreto. Los llamó a encontrar un lugar en el que pudieran estar a solas con Dios y buscar de Él en privado.
La motivación es muy importante en nuestro servicio al Señor. Hay algunos individuos que oran o sirven para ser vistos de los hombres. Ese es el caso de los Fariseos. Hay otros que sirven en secreto porque están avergonzados del Señor. Tienen miedo de que las personas se den cuenta de lo que están haciendo y piensen diferente a ellos. En ambos casos, el enfoque no es Dios sino la persona. Dios está llamándonos a buscar sólo Su gloria. Al servir a Dios, Él debe ser el centro de atención.
En Mateo 6:7, Jesús advierte a Sus seguidores sobre el uso de las vanas palabrerías al orar igual que los paganos (Mateo 6:7). Esto se refiere a la repetición de palabras y oraciones creyendo que si una petición se repite la cantidad de veces suficiente va a haber más posibilidad de que sea escuchada. Nuevamente, existe un equilibrio entre el perseverar en la oración y la palabrería. Dios nos llama a perseverar en la oración por nuestros seres queridos o por las cosas que constituyen una carga para nuestro corazón. Las vanas repeticiones a las que se refiere Jesús son diferentes a la perseverancia en la oración. Perseveramos orando porque sabemos que Dios va a obrar. Cuando al orar usamos palabrería vana es porque no estamos seguros de que Él lo hará.
Algunas veces las constantes repeticiones de una oración son un indicio de falta de fe. Continuamos pidiendo porque no creemos que Dios nos haya escuchado o porque sentimos que Él tendrá que oírnos si seguimos suplicándole. ¿Ha escuchado Dios tu oración? ¿Crees que Él te cuidará? ¿Puedes simplemente dejar el asunto en Sus manos y confiar en Él sin volver a hablarle del asunto?
Las personas con las que Jesús habló creían que Dios tendría que responderles porque ellos repetían lo mismo una y otra vez. De cierta forma, creían que podían forzar la mano de Dios por medio de sus palabras y repeticiones. Su imagen de Dios había cambiado. Ellos no lo veían como un Padre Celestial amoroso y cuidadoso. En su lugar, veían a un Dios tacaño que refrena sus bendiciones. La única manera de tener acceso a esas bendiciones era suplicar y pedir hasta que Él se rindiera y respondiera la oración. Hay muchas personas que ven a Dios así.
En Mateo 6:16-18 Jesús habla del ayuno. Él señala a los que hacen todo un espectáculo público para mostrar a los hombres que están ayunando, cuando andan con el rostro sombrío para que todos vean lo que están haciendo. Ellos quieren que los demás vean su espiritualidad. Jesús, una vez más, les dice a sus seguidores que esas personas ya han recibido su recompensa. Ellos han atraído la atención de los seres humanos, pero no captarán la atención de Dios.
Jesús enseñó que cuando una persona ayuna debe lavar su rostro y ungir su cabeza para que los demás no lo sepan. El ayuno es un asunto entre esa persona y Dios, algo que los demás no necesitan saber. Cuando Dios ve nuestro ayuno y la actitud de nuestro corazón, Él nos recompensa.
Los líderes espirituales de aquellos días tenían un profundo deseo que las personas notaran su presencia. Querían recibir la alabanza de hombres y mujeres. Recibirían la alabanza de sus semejantes pero no la de Dios. Jesús habló de la motivación para el servicio, y reprendió a aquellos que sólo servían para que la gente los viera. A Jesús le preocupaba la pureza del corazón y la motivación. Él le recordó a los que lo seguían que el servicio debía ser para gloria de Dios y no para la de ellos. Llamó a un servicio y a una adoración libre de hipocresía y de autoexaltación. Buscó personas cuyo único deseo fuera dar gloria al Señor.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez usted se ha sorprendido cayendo en la trampa de tratar de agradar a los hombres en su ministerio? ¿Cuál fue el resultado?
- ¿Es importante nuestra motivación en nuestro servicio y en nuestra adoración a Dios? ¿Qué nos enseña Jesús en este pasaje?
- Examine su andar con el Señor. ¿Existen áreas en las que usted se ve deseando ser reconocido por los demás? ¿Cuáles son esas áreas?
- ¿Cuál es la diferencia entre servir para que los demás lo noten y servir y vivir para que Dios sea glorificado a través de nosotros?
Para Oración:
- Pida al Señor que le revele cualquier forma en la que usted ha estado buscando la aprobación de los que le rodean y no la de Dios. Pídale que le perdone por eso.
- Pida al Señor que lo libere de la necesidad de alabanza de las personas para que pueda servirle a Él a partir de una motivación pura.
31 – La Oración del Señor
Lea Mateo 6:9-15
Como este pasaje encaja realmente en el contexto de lo que Jesús estaba diciendo en la sección anterior, es importante que lo examinemos por separado. En la última sección, vimos a Jesús advirtiendo a sus seguidores de abstenerse de orar para ser visto por los hombres. Los retó a orar en secreto; también los retó a no usar vanas repeticiones una y otra vez en sus oraciones y a que se dieran cuenta de que su amoroso Padre Celestial ya conocía sus necesidades.
Aquí el Señor Jesús les da a sus discípulos un modelo de oración a seguir. La intención del Señor no es que Su pueblo repita esta oración, sino que la usen como ejemplo para sus propias oraciones. De hecho, en el último capítulo les advierte en contra de las palabrerías en las oraciones. Este modelo, sin embargo, nos da una idea de cómo necesitamos orar como creyentes. Tomemos un momento para examinar esta oración en sus partes individuales.
Padre Nuestro
Jesús comienza mostrándonos que podemos venir ante Dios como un Padre. La palabra “Padre” es un término que indica una relación de intimidad. Podemos acercarnos a Él como nos acercaríamos a un padre amoroso. La imagen es la de un niño que viene humildemente a un padre buscando cuidado y protección. Como nuestro padre, Dios no está lejos ni indiferente. Dios conoce nuestras necesidades incluso antes que le pidamos. Esto es porque Dios cuida a Sus hijos con profunda compasión e interés. Debido a que es un padre celestial, no es igual a nuestros padres terrenales. Como nuestro padre en el cielo, Él es perfecto y todopoderoso. Siempre hará lo correcto. Tiene nuestros intereses en el corazón porque somos sus hijos amados.
Esta oración supone que los que oran tienen una relación personal con Dios. Han aceptado a Jesucristo y se han convertido en Sus hijos. Usted no puede hacer esta oración si no tiene esa relación personal con Dios como su Padre.
Santificado Sea Tu Nombre
El término “santificado” significa santo o consagrado. La idea aquí es que el nombre de Dios debe tomarse con honor y respeto. Vivimos en un mundo que ya no respeta el nombre de Dios. En cualquier parte que vamos Su nombre es deshonrado y blasfemado. Aquéllos que usan Su nombre no entienden quién es Él. No pueden ver que Él es un amoroso Padre celestial y un Dios santo y magnífico. Hay muchos que van a la iglesia los domingos, y cantan cánticos de alabanza, pero sus vidas están en rebelión contra el Dios que ellos fingen adorar. Esas personas deshonran el nombre de Dios.
Lo que Jesús dice es que el nombre de Dios debe ser honrado por toda persona y en todo lugar. Es un llamado a toda la creación a reconocer la magnificencia y la maravilla de Dios y a postrarse ante Él en respeto y adoración como Su nombre lo merece. Es un grito en contra de la maldad en nuestra sociedad, nuestras iglesias y nuestras vidas que afligen Su corazón.
Venga Tu Reino
¿Qué es el reino de Dios? Por un lado, están los que ven este reino como el que el Señor instaurará cuando regrese a la tierra. Aunque esto puede ser parcialmente a lo que se refiere este pasaje, hay también otro sentido para esta palabra “reino”. Jesús nos dice que éste es diferente a cualquier reino terrenal que hayamos visto. En Lucas 17:20-21 leemos:
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
El reino de Dios está entre nosotros, existe en cualquier lugar en que haya corazones y vidas que se rindan a Jesús como Señor soberano. Hay también un reino de tinieblas y maldad; ese también reina en los corazones y en las vidas de los que están presos por el pecado. El reino de Dios le hace la guerra al reino de Satanás. El reino de Dios viene a los corazones y las vidas liberándolas del reino del enemigo.
Cuando pedimos que el reino de Dios venga, estamos pidiendo que el Señor conquiste los corazones y las vidas de aquellos que aún están atados al reino del mal. Estamos pidiendo que Dios conquiste nuestros propios corazones y nuestras vidas y que las someta a Su voluntad y Sus propósitos. Hay áreas de nuestras vidas que no han sido totalmente rendidas al señorío de Jesús. Cuando pedimos que el reino del Señor venga, estamos pidiendo que conquiste esas áreas de nuestras vidas para que nos lleve a una total obediencia. Usted sólo puede orar con esta oración si realmente está dispuesto a dejar que el Señor Jesús venga y reine en su vida y en su corazón como el Señor absoluto.
Hágase Tu Voluntad
La petición aquí es que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como también en el cielo. La voluntad de Dios es hecha en el cielo sin cuestionamientos. Los que viven en el cielo se deleitan en hacer la voluntad de Dios. En el cielo no hay pecado, ni maldad ni rebelión. Sólo hay armonía perfecta con Dios y Sus propósitos.
Cuando pedimos que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como también en el cielo, estamos pidiendo a Dios que nos lleve a un lugar de absoluta sumisión a los propósitos del Padre. Estamos pidiendo que Dios nos capacite para deleitarnos en Su voluntad. Estamos pidiendo que el Señor nos prepare para morir a nosotros mismos y a nuestras ideas y hacer sólo lo que Él desea. Es una oración que pide que toda la tierra se rinda al Señor Jesús y camine en obediencia a Él. Si oramos para que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como también en el cielo, debemos también estar dispuestos a dejar todo junto al altar; no debemos cuestionar Su voluntad ni sus propósitos. No debe haber quejas ni reclamos en relación a lo que Él trae a nuestra vida.
Danos Hoy Nuestro Pan de cada Día
Lo otro que nos enseña Jesús es a orar por el pan nuestro de cada día. Este “pan de cada día” no se refiere simplemente al alimento físico. El pan al que se refiere aquí se relaciona con todo lo que necesitamos para el día. Note que está hablando de “cada día”. Las personas que oran pidiendo “pan de cada día” se colocan en un lugar de dependencia a Dios diariamente. Se levantan en las mañanas y buscan del Señor para recibir toda la fuerza y la capacidad que necesitarán para ese día. Dependen de Él para obtener su fuerza física, emocional y espiritual. Confían en que el Señor proveerá todo lo necesario, y confían en que lo que Dios provee será suficiente para ese día. No dependen de su propia fuerza sino que reciben de lo que el Señor provea para el día. Dan pasos de confianza y de fe diariamente. Esto impacta radicalmente la manera en que ven la vida. Cuando vienen los problemas, saben que la fuerza del Señor será igual que ese problema. No necesitan preocuparse o inquietarse porque Dios proveerá todo lo que necesitan. No se quejan porque confían en los propósitos soberanos de Dios y en su provisión para cada día.
Aquellos que oran por el “pan de cada día” enfrentan la vida con confianza. Las tribulaciones no los derriban porque Dios provee todo lo que necesitan para enfrentarlas cada día. No se preocupan por el futuro porque obtienen los recursos ilimitados de Dios para cada día. No saben lo que traerá mañana, pero sí saben que cuando llegue, la provisión será igual a la necesidad.
Perdónanos
Hay momentos en los que no “santificamos” el nombre del Señor nuestro Dios. Momentos en los que nos rebelamos contra Su voluntad y Sus propósitos. No siempre nos aprovechamos de Su provisión diaria. Y nos sorprendemos quejándonos y tomando las cosas en nuestras manos. Ninguno de nosotros llegamos a la norma que Dios nos ha puesto. El Señor Jesús sabía que no lo lograríamos e hizo provisión para esto en Su oración. Es alentador saber que hay perdón para las veces que fallamos.
Noten que hay una condición para esta petición. Jesús enseñó a sus discípulos que ellos sólo tendrían el derecho de pedir ser perdonados si ellos perdonaban a los que habían cometido pecado contra ellos. Sólo podemos esperar perdón de Dios si nosotros hemos perdonado a aquéllos que nos han ofendido. Perdónanos así como también nosotros perdonamos a los que nos han herido, esa es la petición.
Para hacer esta oración debemos estar dispuestos a perdonar a los que nos han ofendido. Dios siempre le ha dado gran valor a nuestras relaciones. Sería hipócrita pedirle a Dios perdón si no somos capaces de perdonar a los que nos han hecho mal.
Jesús deja claro en Mateo 6:14-15 que si no perdonamos a los que han pecado en contra de nosotros, no podemos esperar que Dios nos perdone. Sólo pueden hacer esta oración aquellos que están dispuestos a perdonar.
No nos Metas en tentación.
Es cierto que el Señor está dispuesto a perdonarnos, sin embargo, eso no significa que podemos hacer lo que queramos y luego ir a Él pidiendo perdón. Jesús nos enseña a orar para que Dios no nos “deje caer en tentación”. Cuando hacemos esta oración nos damos cuenta de lo débiles que realmente somos. Sabemos que cuando nos vemos en una situación dada, podemos caer con facilidad. Los que oran de esta manera le están pidiendo al Señor que los libre de situaciones que puedan ser de tentación para ellos.
No debemos entender de esta parte que Dios nos puede tentar a pecar. Ni nos lleva a lugares en los que podemos caer. Jesús está enseñándonos a orar para que Dios nos libre de situaciones en las que pudiéramos ser tentados a caer.
Porque Tuyo es el Reino y el Poder.
Algunas traducciones no incluyen esta frase, pero es importante comentarla. Jesús enseñó a sus seguidores a orar para que Dios los libre de las tentaciones del diablo, Él puede hacer eso porque es más poderoso que el enemigo. El reino y el poder pertenecen al Señor. Él reina sobre todas las cosas. Es capaz de librarnos de cualquier cosa que el enemigo quiera enviar a nosotros. El diablo no tiene poder sobre nosotros. El Señor romperá el poder de las tinieblas, no compartirá Su gloria con nadie más. Reinará para siempre como el Señor glorioso sobre todas las cosas. Esta petición final reconoce y alaba a Dios como Señor sobre todas las cosas.
Para Consideración:
- ¿Tiene usted una relación con Dios que se puede llamar de padre a hijo? ¿Cómo le muestra Dios que Él es su Padre?
- ¿Cuáles son sus necesidades hoy? ¿Cómo ha dado Dios provisión para esas necesidades?
- ¿Cómo se blasfema del nombre de Dios en nuestra sociedad en la actualidad?
- ¿Hay áreas de su vida que aún no están rendidas a la voluntad de Dios? ¿Cuáles?
- ¿Hay personas que usted todavía no ha perdonado?
- ¿Cómo lo guarda Dios del mal en la actualidad?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque es un Padre Celestial amoroso. Agradézcale por Su gracia y provisión diarias.
- Pida a Dios que exponga las cosas que usted aún no ha rendido enteramente a Él.
- Pida al Señor que rompa la maldad que usted ve a su alrededor para que Su nombre pueda ser una vez más honrado en nuestra sociedad.
- Pida a Dios que le perdone por las veces en que se ha quejado, ha reclamado y no ha aceptado lo que Él ha provisto para usted.
- Pida a Dios que le libre de tentaciones. Sea específico en esto.
- ¿Le cuesta trabajo perdonar a alguna persona? Pídale a Dios que le dé Su gracia para que pueda perdonar a esa persona completamente hoy.
32 – Tesoros en el Cielo
Lea Mateo 6:19-24
Jesús retó a los presentes en esta siguiente sección para que examinaran sus corazones y vieran qué era lo importante para ellos. Él comprendió la influencia de la carne y del mundo en sus seguidores. Sabía que serían tentados por las cosas de esta tierra. Los llamó a poner sus corazones en el reino de Dios.
Jesús comienza diciendo a aquéllos que lo seguían que no debían acumular tesoros en la tierra. Aquí el enfoque está en las palabras “acumular”. Jesús no está enseñando que nunca debemos disfrutar las cosas que Él nos da en esta vida, nos está enseñando que debemos usar las cosas que Él nos ha dado para Su gloria. Pablo en 1 Timoteo 6:17-19, dice:
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
Hay dos cosas que necesitamos ver en este pasaje. Primero, Dios nos da todas las cosas para nuestro placer. Debemos disfrutar las cosas que Él nos da. No hacerlo es insultar al Dador. Lo segundo que debemos ver es que los que han recibido bendiciones de Dios necesitan compartir esas bendiciones con otros.
“No os hagáis tesoros en la tierra”, dijo Jesús (Mateo 6:19). Si tenemos tanto como para almacenar, entonces tenemos más de lo que necesitamos. Si estamos almacenando más de lo que necesitamos, entonces tenemos para compartir con los demás. Si guardamos esas bendiciones para nosotros impedimos que otros reciban la bendición que Dios tiene para dar a través de nosotros.
Jesús nos recuerda que las riquezas que se guardan se deterioran rápidamente. Las polillas y el óxido destruirán lo que hemos acumulado. Los ladrones vendrán y robarán; así que es mejor dar esos recursos extras a aquéllos que lo necesitan. Al hacerlo, estamos guardando tesoros para nosotros en el cielo. Los que usan lo que tienen en esta tierra para la gloria de Dios serán recompensados en la vida que está por venir.
Jesús les recuerda a sus seguidores en Mateo 6:21 que allí donde está su tesoro está también su corazón. Esta es una importante afirmación. En el día de Pentecostés, los creyentes fueron tan influenciados por el ministerio del Espíritu Santo que vendieron sus casas y sus propiedades y dieron lo recaudado a los pobres y necesitados. ¿Qué le sucedió a esas personas? Sus prioridades estaban siendo cambiadas. Antes de eso, ellos habían acumulado propiedades y riquezas. Cuando el Espíritu de Dios los tocó, sus prioridades cambiaron. Dios abrió sus corazones al dolor de su comunidad. Ellos no podían soportar tener más de lo que necesitaban cuando otros no tenían nada.
El apóstol Santiago escribió sobre esto en Santiago 2:15-17:
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
Nuestros deseos de buena voluntad no sirven de nada a aquéllos que no tienen lo que es necesario. ¿Acumulamos tantos tesoros o excedentes que no podemos sacrificarlos por otra persona?
En Mateo 6:22, Jesús les recuerda a sus discípulos que el ojo es la lámpara del cuerpo. Si nuestro ojo es bueno, entonces todo el cuerpo estará lleno de luz. Si nuestro ojo es malo entonces todo nuestro cuerpo estará lleno de tinieblas. Entendemos esto en el sentido físico. El ojo es una entrada al cuerpo, permite que entre la luz. Vemos la belleza de la creación a través de los ojos.
El mismo principio se aplica a lo espiritual también. Lo que Jesús está diciendo aquí es que si tenemos nuestros ojos fijos en las cosas de Dios experimentaremos Su luz en nuestras vidas. Si, por el contrario, tenemos nuestros ojos enfocados en la acumulación de las cosas buenas y los tesoros de este mundo, pronto nos encontraremos sumidos en tinieblas. Nos serán quitados la bendición de Dios y el sentido de Su presencia. Si enfocamos nuestros ojos y nuestros corazones en buscar tesoros aquí abajo puede que esos sean los únicos tesoros que recibiremos. Si, por el contrario, mantenemos nuestros corazones y ojos enfocados en el cielo, acumularemos una gran recompensa para nosotros allí.
Jesús termina diciendo que había que tomar una decisión, pues no se puede servir a dos amos. Necesitaban decidir a quién iban a servir. ¿Servirían a Dios y se comprometerían a usar los recursos que Él les dio para Su gloria, o servirían al dinero y las posesiones? No podemos servir a los dos. Hay que tomar una decisión. Si escoges hacerte tesoros en el cielo debes estar dispuesto a sacrificar por Él lo que tienes aquí abajo. Si tu tesoro es el Señor Dios entonces tu preocupación será servirle con los recursos que Él te ha dado. No estarás preocupado con las cosas de este mundo.
Para Consideración:
- ¿Dónde está tu Tesoro? ¿Estás dispuesto a ofrecer a Dios lo que Él te ha dado para que lo use como mejor le parezca?
- ¿Cómo encontramos el equilibrio entre disfrutar las buenas cosas que Dios ha dado y no caer en la trampa de poner nuestro corazón en esas bendiciones?
- ¿Tienes los ojos fijos en el Señor y Sus propósitos? ¿Qué diferencia hace esto en su vida?
Para Oración:
- Pida el Señor que lo libre de enfocar su corazón demasiado en las cosas de este mundo.
- Entregue todo lo que tiene al Señor. Pídale que le muestre cómo él hará que usted use para Su gloria lo que le ha dado.
- Pida al Señor que abra sus ojos a las necesidades a su alrededor.
- Pida a Dios que le enseñe a disfrutar de sus bendiciones sin aferrarse mucho a ellas para que pueda sacrificarlas si Él se lo pidiera
33 – Preocuparse por el Mañana
Lea Mateo 6:25-34
En la última meditación vimos a Jesús enseñando acerca del hacerse tesoros en el cielo. Dijo que los que lo siguieran necesitaban estar dispuestos a compartir con los necesitados. Esto nos plantea una pregunta importante. Si no me voy a hacer tesoros en la tierra sino que voy a usarlos para ministrar a mis hermanos y hermanas, ¿tendré suficiente para mí y mis propias necesidades? En esta sección Jesús responde a esta pregunta.
Vea que la sección comienza con las palabras “por lo tanto”. Alguien ha dicho muy sabiamente que cuando vemos estas palabras debemos preguntarnos “¿para qué están ahí? Estas palabras conectan esta sección con la que acabamos de examinar. Son la continuación de las enseñanzas de Jesús acerca de la acumulación de tesoros para nosotros en el cielo.
Jesús dice que no deben preocuparse por sus vidas o por lo que iban a comer o beber, ni tampoco debían estar muy preocupados por lo que habrían de vestir pues había cosas mucho más importantes en la vida. Esta afirmación nos llama a examinar nuestras prioridades. Para muchos el centro de atención en sus vidas es la comida, la ropa y un techo. Jesús no nos está diciendo que no debemos disfrutar esas necesidades de la vida, sino que ellas deben ocupar el lugar correcto en nuestra lista de prioridades. Hay ocasiones en las que será necesario prescindir de los alimentos o de la ropa por cosas de mayor importancia.
Jesús llamó la atención de la multitud hacia las aves, diciendo que éstas ni sembraban ni segaban ni recogían la cosecha; tampoco almacenaban en graneros para los tiempos difíciles, sin embargo, Dios, hacía provisión para sus necesidades. Jesús les recordó a sus seguidores que ellos valían mucho más que las aves del cielo. Si Dios era fiel en proveer para las avecillas, ¿no se preocuparía por sus hijos que lo servían fielmente?
De toda la creación de Dios, el hombre ha sido el que más se ha preocupado por acumular recursos. Algunas personas almacenan mucho más de lo que necesitan. Se vuelven autosuficientes. No viven por fe porque se creen capaces de cuidarse a sí mismos por medio de su trabajo y su cuidadosa planificación. Algunas veces ponemos tanto esfuerzo y pensamos tanto en cómo ahorrar para el futuro que no consideramos el ministrar a aquéllos que tienen necesidades en el presente. Nos preocupamos e inquietamos por la manera de adquirir nuestra ropa o nuestros alimentos. Estamos preocupados por el futuro y por la forma en que vamos a proveer para nuestros hijos y familias.
Jesús les preguntó qué conseguían con preocuparse, ¿podrían, por medio de su preocupación, añadir una hora más a su vida? Entonces les habló de los lirios del campo, diciéndoles que esas flores ni trabajaban ni hilaban el material para vestirse y que ni el mismo Salomón, con todos sus sirvientes y sus riquezas, se había vestido como una de aquellas simples flores. Si Dios vestía a las flores, que un día estaban en el campo y al otro día eran echadas al horno, ¿no vestiría también a sus hijos a quienes ama profundamente? ¿No somos más para Él que las flores del campo? (Mateo 6:30)
¿Qué padre terrenal, cuando ve a sus hijos en necesidad, no les da lo que piden? Nuestra preocupación e inquietud sólo demuestran que hemos perdido la imagen de Dios como nuestro Padre amoroso y cuidadoso. Dudamos de Su amor y Su provisión. No siempre he sido fiel a Dios, pero Él siempre me ha sido fiel a mí. Su amor y Su provisión no cambian. Él se preocupa por mí en mis momentos de debilidad igual que cuando le soy fiel. Él es un Padre celestial amoroso.
Por esa razón, Jesús nos dice que no nos preocupemos por lo que comeremos o beberemos o por lo que vestiremos. Nuestro Padre celestial proveerá todo lo que necesitamos. Cuando Él nos llama a dar de nuestros recursos podemos estar seguros que Él cuidará de nosotros cuando estemos en necesidad.
Esto no significa que debemos dar todo descuidadamente sin tener en consideración las necesidades de nuestra familia. Jesús dijo a sus seguidores que primero debían buscar el reino de Dios y Su justicia. Que no debían poner su corazón en las cosas de este mundo. No debían permitir que los apetitos por los placeres y las posesiones del mundo los dominaran. En vez de eso debían buscar al Señor y Su voluntad. Conocer a Dios, amarlo y servirle con todo su corazón debía convertirse en la pasión de su vida. Debían someter a Dios todo lo que tenían para que Él lo usara, y estar dispuestos a deshacerse de cualquier cosa que Dios los llame a dar por Su reino, confiando en que Él tendrá cuidado de ellos en su necesidad.
Jesús enseñó a Sus seguidores a no estar preocupados por el día de mañana. Cada día tiene sus problemas y preocupaciones. ¿Por qué debemos cargar con las preocupaciones de mañana? Cuando Jesús enseñó a Sus discípulos a orar les dijo que oraran por su “pan de cada día”. Dios nos llama a vivir confiando en Él para todo lo que necesitamos. ¿Por qué acumular y almacenar recursos para el futuro cuando el reino de Dios sufre falta de recursos en el presente? Si estamos dispuestos a dar lo que tenemos a los demás hoy, Dios, como amoroso Padre Celestial, proveerá para nuestras necesidades mañana.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez se ha sorprendido preocupándose por sus necesidades básicas? ¿De qué le sirvió preocuparse? ¿Qué le enseña esto acerca de la manera en que usted ve a Dios?
- ¿Será que usted no está experimentando la vida de fe porque no ha estado dispuesto a desprenderse de sus posesiones?
- ¿Está usted dispuesto a poner sus recursos a disposición del Señor?
- ¿Cómo nuestra imagen de Dios como nuestro Padre Celestial afecta el hecho de si confiamos en que Él suplirá para nuestras necesidades?
- ¿Cuál es la diferencia entre dar todo lo que tenemos neciamente y darlo como sacrificio a medida que el Señor nos guía?
Para Oración:
- Entregue todo lo que tiene al Señor. Pídale que lo ayude a usar sus recursos para Su Gloria.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que no ha estado dispuesto a desprenderse de sus posesiones.
- Pida a Dios que lo capacite para buscar primero Su reino en su vida.
- Pida al Señor que lo libere de las preocupaciones por las necesidades prácticas que usted tiene cada día. Pídale que provea y confíe en Su provisión.
34 – Juzgar a los Demás
Lea Mateo 7:1-6; Lucas 6:37-42
Jesús enseñó que la verdadera religión era la del corazón y no se preocupaba por ser visto por los demás. Había otro aspecto acerca de la fe de los líderes religiosos de Su tiempo que Jesús quería mencionar. Éstos eran rápidos para juzgar a los que no veían las cosas igual que ellos. Jesús habla en este texto acerca de juzgar a los demás.
Es importante comprender lo que quiso decir el Señor con juzgar en este contexto. El apóstol Pablo aclara que hay momentos en que somos llamados a juzgar. En 1 Corintios 6:1-5 él dice:
¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos?
En 1 Corintios 5 Pablo descubrió que había un individuo en la iglesia de Corinto que había estado teniendo relaciones sexuales con la esposa de su padre. Escuchen lo que Pablo le dijo a la iglesia en 1 Corintios 5:3-5:
Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
Pablo entregó este individuo a juicio por su pecado. Él animó a la iglesia a tomar cartas en el asunto y juzgar al hombre ellos mismos entregándolo a Satanás para purificación de su carne.
Esas palabras de Jesús son citadas frecuentemente por los que quieren justificar sus acciones pecaminosas. Ellos caen en pecado y cuando se les llama la atención al respecto, son rápidos para recordarles a los que los rechazan que Jesús les enseñó que no debían juzgar. Cuando Jesús nos dice que no debemos juzgar no nos está diciendo que no debemos reprender a aquéllos que han caído en pecado, ni nos está diciendo que no podemos ejercitar la disciplina de la iglesia. Como padres, siempre seremos llamados a dar una opinión sobre nuestros hijos. Los líderes de la iglesia serán llamados a juzgar la conducta de sus miembros. Imagine cómo sería nuestra sociedad si no pudiéramos juzgar a los que cometen delitos. Imagine cómo serían nuestras familias si optáramos por no ejercer la disciplina en forma de juicio. Las Escrituras nos dicen que debemos juzgar el pecado y la maldad que hay en medio de nosotros. Igual que existe un tipo de juicio que es una parte necesaria de la iglesia y de la sociedad, también hay otro tipo de juicio que es condenado en las Escrituras. Echemos un vistazo al tipo de juicio del que creo que Jesús estaba hablando aquí en este pasaje.
Juicio Basado en la Consciencia Personal
En 1 Corintios 10:27-29 Pablo habla sobre juzgar las acciones de otros basándonos en nuestra consciencia personal.
Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?
En este contexto Pablo está hablando sobre la libertad personal de comer alimentos sacrificados a ídolos. Había creyentes en los tiempos de Pablo que tenían libertad para comer esos alimentos mientras que otros no. Tal vez usted se ha visto en una situación similar en su vida. No todos los creyentes están de acuerdo en lo que es una práctica aceptable. Hay momentos en los que mi hermano o hermana tiene libertad para practicar algo que yo no puedo hacer con buena consciencia. Particularmente, cuando tengo un criterio sólido con respecto a algo, es muy fácil para mí juzgar a mi hermano o hermana cuando hace algo que yo no siento que está correcto. Creo que Jesús nos está enseñando que necesitamos ser cuidadosos al juzgar a otros basados en nuestras preferencias y consciencia personal. En esos casos debemos abstenernos de hacerlo. Pablo lo aclara en Colosenses 2:16 cuando dice:
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.
Los Motivos para Juzgar
Hay otra forma de juicio que debemos evitar. Pablo les dijo a los Corintios en 1Corintios 4:5 que no debían juzgar a la ligera si no entendían los motivos y las intenciones que yacían detrás de las acciones que juzgaban.
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
El Señor Jesús fue juzgado muchas veces porque lo veían como amigo de pecadores. Él no dudaba en asociarse con pecadores. Los fariseos y líderes religiosos de aquellos días lo juzgaban por eso. Ellos creían que como Él se asociaba con esas personas era también un pecador. No veían los motivos por los cuales se asociaba con aquellos pecadores. Jesús no se juntaba con ellos porque le gustaba su estilo de vida, lo hacía porque quería alcanzarlos con el mensaje de salvación. Es fácil suponer que comprendemos el motivo detrás de una acción determinada. No podemos juzgar los motivos de alguien. La actitud del corazón puede cambiar todo. Debemos evitar hacer juicio sobre el por qué alguien está haciendo algo porque no siempre entendemos sus intenciones.
Juzgar por las Apariencias Externas
Santiago condenó a los que juzgaban a las personas basándose en su apariencia o en su prestigio social. Considere lo que dice en Santiago 2:2-4:
Supongamos que en el lugar donde se reúnen entra un hombre con anillo de oro y ropa elegante, y entra también un pobre desharrapado. Si atienden bien al que lleva ropa elegante y le dicen: “Siéntese usted aquí, en este lugar cómodo”, pero al pobre le dicen: “Quédate ahí de pie” o “Siéntate en el suelo, a mis pies”,
Hay ocasiones en las que simplemente miramos a una persona y la juzgamos por su apariencia física. De esto es de lo que habla Santiago 2. Si una persona entraba a la iglesia y trayendo puesto un anillo y ropas elegantes era tratado con respeto. Por el contrario, si una persona entraba vistiendo harapos, no se saludaba ni se le mostraba respeto. Santiago dice que si hacían esto se hacían jueces. Dios no juzga a una persona basándose en su expresión o en su cuenta de banco. Él trata a las personas por igual. Ama a los ricos y a los pobres. Debemos evitar juzgar a las personas por su apariencia externa.
La enseñanza de Jesús en este sentido debe verse en el contexto de las Escrituras. Cuando juzgamos a los demás basándonos en nuestras preferencias personales o suponiendo que conocemos sus motivos, estamos pecando y seremos juzgados por Dios. Si hemos condenado a alguien injustamente, seremos condenados. Si hemos emitido un juicio erróneo, seremos juzgados. Si hemos escogido no perdonar, no seremos perdonados. Estas son serias advertencias para todos los creyentes.
Lucas nos dice que lo contrario también es cierto. Cuando perdonamos, seremos perdonados. Cuando damos, recibiremos mucho más. Dios nos tratará igual que tratamos a los demás. No tenemos derecho a esperar que Dios haga por nosotros lo que no estamos dispuestos a hacer por los demás. ¿Usted quiere que Dios provea para sus necesidades? Alcance a otros y haga lo mismo por ellos. ¿Usted quiere que Dios perdone su pecado? Perdone a aquellos que lo han ofendido. ¿Usted quiere que Dios muestre compasión por usted? Entonces muestre la misma compasión por los demás.
Jesús enseñó a los que escuchaban a examinarse antes de emitir un juicio sobre su hermano o hermana. Es muy fácil ver la astilla en el ojo de tu hermano y no ver la viga en tu propio ojo (Mateo 7:3). Como siervos de Dios necesitamos reconocer humildemente nuestras debilidades. Debemos sacar las vigas de nuestros ojos si vamos a ayudar a nuestro hermano o hermana con las astillas que tienen en los suyos. En el Evangelio de Lucas, Jesús dice que si un ciego guía a otro ciego ambos corren el riesgo de caer en un hoyo porque ninguno de los dos podría ver los obstáculos en el camino. Los maestros no pueden enseñar lo que no saben. Los pastores no pueden guiar hacia donde ellos no van.
Jesús está llamando a tener un espíritu humilde. Necesitamos percatarnos que, como siervos de Dios, nos hemos quedado por debajo de la norma de Dios (Romanos 3:23). Debemos ser lentos para juzgar a otros y sólo podemos hacerlo cuando nos hayamos juzgado cuidadosamente a nosotros mismos. Debemos abstenernos de emitir juicios sobre motivos o intenciones de otras personas. Nuestros juicios no deben basarse en la consciencia personal. O en la apariencia externa.
Hay algo más que debemos entender sobre el hecho de juzgar a los demás. Como hemos visto, Pablo nos dice que hay momentos en los que necesitamos juzgar las acciones de otros basados en la enseñanza de la Palabra de Dios. Sin embargo, el problema es que no todos responderán a la Palabra de Dios ni a la norma que Dios requiere. ¿Qué debemos hacer cuando la gente se rehúsa a recibir el juicio de la Palabra de Dios?
De acuerdo con Mateo, Jesús dijo a aquéllos que lo escuchaban que no dieran lo que es sagrado a los perros o que echaran perlas delante de los cerdos. El cerdo y el perro eran animales impuros. Los judíos llamaban perros a los Gentiles no creyentes. Ellos no tenían en cuenta la ley de Dios ni le interesaban Sus propósitos. La Palabra de Dios es como las perlas preciosas de las que habló Jesús. Cuando damos las perlas de la Palabra de Dios a aquéllos que no están preparados para recibirla, ellos simplemente las pisotean y se burlan de lo que decimos. Incluso algunas veces nos atacan porque nos atrevemos a retarlos con la Palabra.
Jesús luego enseñó a sus discípulos que si ellos entraban a una villa que no recibía Su Palabra, debían sacudirse el polvo de sus pies e irse a otro lugar. No debían quedarse donde no eran bienvenidos o donde las personas rechazaban la Palabra que ellos llevaban. Es necio tratar un asunto así con una persona que no está lista para recibirla. Hacerlo sólo los animaría a burlarse aún más no sólo de la palabra que predicamos sino que los haría atacarnos personalmente. Jesús parece estar diciendo a su pueblo aquí y ahora que hay un momento para que dejemos todos nuestros asuntos en Sus manos. Dios juzgará a Su pueblo a Su manera y a Su tiempo.
Para Consideración:
- ¿Ha sido alguna vez culpable por juzgar a alguien por su conciencia personal, por su apariencia externa o por lo que cree que sea su motivo? Dé un ejemplo.
- ¿Cuándo es apropiado juzgar el pecado como pecado?
- ¿Qué precauciones debemos tomar cuando desafiemos a un hermano o hermana en Cristo por sus acciones?
- ¿Alguna vez ha tratado de compartir la Palabra de Dios con alguien que no estaba listo para escucharla? ¿Cuál fue el resultado?
Para Oración:
- ¿Cuáles son sus áreas de debilidad como siervo de Dios? Pida al Señor que lo ministre en esas áreas para que usted pueda ministrar a otros.
- Pida al Señor que abra sus ojos para ver sus propios defectos.
- Pida al Señor que le dé más paciencia y comprensión para con los demás que hacen cosas de forma distinta a como las hace usted.
35 – Dar y Recibir
Lea Mateo 7:7-12
Una de las cosas difíciles sobre comentar la vida de Jesús a través de la armonía de los Evangelios es comprender el orden de los hechos. Aquí en Mateo 7, el Señor Jesús habló a sus seguidores acerca de pedir y recibir. En Lucas 11 hay un pasaje similar, pero el contexto es diferente al contexto en Mateo. No debemos preocuparnos por eso. En mi ministerio he enseñado la misma verdad varias veces. He usado las mismas ilustraciones e incluso el mismo mensaje en otro contexto. Lo que Jesús introduce aquí en el Sermón del Monte parece que lo repite luego en Su ministerio. Con este fin, vamos a examinar lo que dice Mateo.
Jesús les dijo a los presentes que pidieran, que buscaran y que llamaran. Si pedían se les daría. Si buscaban encontrarían. Si llamaban a la puerta la abrirían para ellos (versículos 7 y 8) Es necesario entender varias cosas en este punto. Es fácil perder la gramática de este pasaje. Las palabras pedir, buscar y llamar en el Griego original indican una acción continua. Es decir, Jesús no les está diciendo que pidan una sola vez, sino que continúen pidiendo. Hay un sentido de persistencia en esas palabras. La Nueva Traducción Viva captura bien esta idea al traducir el versículo 7 de la siguiente forma:
Continúen pidiendo y se les dará lo que piden. Continúen buscando y encontrarán. Continúen llamando y la puerta se abrirá.
Jesús está diciendo que perseveremos en pedir, en buscar y en llamar. No debemos desanimarnos. Si Él no responde tu oración en el momento, sigue orando.
Algunos comentaristas notan un progreso en estas palabras Cada una parece hacerse más fuerte. Pedir es hacer una petición. Buscar es una palabra más fuerte e implica un grito mucho más intenso del corazón. Llamar es caminar hasta la puerta del cielo con nuestra petición. La imagen aquí es la de alguien que está parado en la puerta golpeándola hasta que abren. Hay una urgencia creciente en estas palabras. Lo que comienza con una simple petición termina con el individuo golpeando la puerta en busca de una respuesta.
El hecho de que el Señor Jesús le dijera a sus seguidores que continuaran pidiendo implica que ellos no siempre iban a recibir una respuesta en el momento que la esperaban. Tenían que persistir y no rendirse. Jacob demuestra este tipo de persistencia en su oración en Génesis 32:26. Cuando el ángel le pide que lo deje ir, Jacob le dice, “no te soltaré hasta que me bendigas” (NVI).
Hay ocasiones en las que hemos luchado con este concepto de persistencia en la oración. A veces he pensado que al perseverar en mis peticiones estoy siendo una molestia para Dios. Otras veces me he preguntado por qué simplemente no he hecho mi petición una vez y la he dejado en manos de Dios. ¿Tengo que repetir lo mismo una y otra vez?
Sin embargo, Jesús nos exhorta a seguir pidiendo, buscando y llamando cuando nuestras oraciones no son respondidas. Cuando sabemos que lo que pedimos está de acuerdo con Su voluntad tenemos absoluta confianza de que Él escuchará y responderá a Su tiempo. Finalmente, lo que el Señor nos está pidiendo hacer es continuar confiando en Él con nuestras peticiones. Aunque Sus caminos y Su tiempo no son los nuestros, al mantener nuestras peticiones delante de Dios demostramos que confiamos en que Él hará algo.
Jesús prometió que cuando vayamos a Él “pidiendo, buscando y llamando”, él escuchará nuestra petición. A algunas personas se les hace difícil pedir cosas. Personalmente, hubo un tiempo en mi vida en el que estaba tan agobiado por un sentido de falta de valor que incluso tenía luchas para venir ante Dios con mis problemas. Actualmente hay personas así, que sienten que no deben molestar a Dios con sus problemas. No piden porque no entienden cuánto Dios les ama y cuánto quiere darles. Ellos no creen que el Señor desee ser parte de sus problemas.
Hay otras razones por las cuales no pedimos. Algunas veces no lo hacemos porque nos sentimos egoístas. Creemos que debemos estar contentos con lo que tenemos y por lo tanto no debemos pedir nada más. Hay algunos problemas con esa actitud. Primero, esa mentalidad viene de una falsa imagen de Dios. ¿Será que creemos que Dios es un avaro que no quiere bendecir a sus hijos? Mire por un momento la extravagancia del universo. Hay mucho más para disfrutar de lo que posiblemente podamos ver en esta vida. No hay límite a los recursos de Dios. Lo que le pedimos es pequeño en comparación con lo que Él tiene. Dios tiene mayores planes que los que tenemos para nosotros mismos. Él tiene muchas más victorias que las que podemos pedir. Cuando le pedimos a Dios lo que ya Él quiere dar, no estamos siendo egoístas. El enemigo ha mantenido a muchas personas con ese sentimiento de falta de valor y de falso orgullo. Mientras sigamos en esa trampa nunca alcanzaremos el potencial que Dios tiene para nosotros.
Algunas veces no pedimos porque creemos que si Dios quisiera que nosotros tuviéramos nuestras peticiones Él las daría a nosotros sin siquiera tener que pedir. Creemos que si aceptamos lo que sucede estamos en el propósito de Dios. Esto es contrario a lo que Jesús nos está diciendo en este versículo. Jesús dice que deben pedir: Esa no es una opción. En toda la Palabra de Dios somos continuamente retados a venir a Dios y pedir Sus bendiciones y Su sabiduría. Él ha diseñado las cosas de manera tal que la forma de recibirlas sea pidiendo. No recibimos porque no pedimos (ver Santiago 1:5; 4:2). Simplemente aceptar lo que venga a nuestra vida no es siempre seguir la línea del propósito de Dios, especialmente cuando Él nos dice que si pedimos Él está dispuesto a cambiar nuestras circunstancias y proveer lo que nos hace falta.
Pedir es entender que Dios quiere dar. Pedir es creer que Él quiere derramar Sus bendiciones. Es no dejar que ninguna idea de falta de valor o de falsa humildad se interponga en nuestro camino. Pedir es venir a la invitación de Cristo.
Jesús dijo a sus seguidores que debían buscar. Cuando pienso en buscar pienso en la perseverancia. Una cosa es pedir, buscar es otra. Buscar es tomar a Dios en Su palabra. Es mirar hacia adelante hasta encontrar una respuesta. El enemigo nos dirá que nunca recibiremos los deseos de nuestros corazones. Nos dirá que debemos dejar de buscar a Dios. El corazón que busca no deja de buscar hasta que encuentra. Mientras la promesa de Dios sea verdadera, el corazón que busca sigue haciéndolo y confía.
Dios también nos invita a llamar a la puerta del cielo. Debe recordarse que detrás de la puerta está el maravilloso y santo Dios del universo. En los días de la Reina Ester, acercarse al rey sin invitación significaba morir. ¿Quién puede acercarse a la puerta de la sala del trono del cielo? El Salmista responde esta pregunta para nosotros en el Salmo 24:3-5:
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.
Si usted no está en una correcta relación con Dios, no se atreva a pararse en la puerta y llamar. ¿Podría llamar si supiera que cuando la puerta se abriera usted se enfrentaría con el Dios que ha ofendido? Cuando el profeta Jonás escogió desobedecer el llamado de Dios para su vida, se escondió de la presencia de Dios. No quería enfrentar al Dios santo y justo. Adán y Eva también se escondieron del Señor Dios en el Jardín del Edén cuando pecaron contra Él. Sería tonto pararse en la puerta y llamar, si usted no está dispuesto a tratar con el pecado que ofende al Dios que está detrás de esa puerta. No llame a la puerta a menos que esté listo para enfrentar a su Salvador. Para hacerlo usted debe ser atrevido y confiar en su relación con Dios.
Pedir, buscar y llamar en este sentido implica una correcta relación con Dios, un corazón sintonizado con Dios y Sus propósitos, y un entendimiento de Su deseo de entrar en su batalla y bendecirlo. Si usted se acerca con esa actitud, Jesús nos dice que Dios no sólo escuchará su petición sino que también estará encantado de responder.
Jesús ilustró esto hablando de las relaciones familiares. Si su hijo le pide pan, ¿le da usted una piedra? Si le pide un pescado, ¿le da usted una serpiente? (versículo 9) Si, siendo seres humanos llenos de pecado, damos buenas cosas a nuestros hijos, ¿Cuánto más no nos dará nuestro perfecto Padre Celestial de todo lo que necesitamos? Dios se deleita en dar a los que le piden. Él tiene más deleite en darnos que nosotros en dar a aquéllos que amamos más en esta vida.
Tengo que admitir que ha habido ocasiones en las que no he comprendido la manera en la que Dios se deleita en darnos a nosotros como Sus hijos. Hay momentos en los que he creído que Dios realmente titubea al darnos y yo tengo que rogar y suplicarle antes de que Él se desprenda de Sus recursos. Esta es una imagen falsa de Dios. Piense por un momento en la persona que usted más ama en esta vida. ¿Cuánto usted se deleita en darle algo a esa persona? ¿Todavía se emociona al comprarle un regalo? ¿Siente más placer en dar que ellos en recibir? Si usted siente ese gozo en su corazón, ¿cuánto más gozo siente Dios cuando le da a usted? Gustosamente envió a Su único Hijo a morir por nosotros. Ha probado Su amor por usted. ¿Cree usted que tendría que rogar y suplicar para recibir aquellas cosas que ha puesto en su corazón para que se las pida a Él?
Un “corazón que pide, que busca y que llama” es un corazón que está confiado y que no se avergüenza, es un corazón puro y listo para enfrentar al Señor cuando abra la puerta. Es un corazón que está lleno de fe, de confianza y de obediencia. ¿Tiene usted ese tipo de corazón cuando se acerca a Dios para presentarle sus peticiones?
A la luz de esta increíble enseñanza de Jesús sobre la provisión de Dios para todas nuestras necesidades, Jesús les dijo a sus seguidores que necesitaban hacer con los demás lo que desearan que los demás hicieran con ellos. Dios se deleita en derramar sus bendiciones sobre nosotros. ¿Cómo podemos no hacer lo mismo por aquellos a nuestro alrededor? Si nos deleitamos en recibir de Dios, debemos compartir ese mismo deleite al dar a Su pueblo.
Esto nos lleva a lo que Jesús dijo sobre no almacenar riquezas para nosotros (Mateo 6:19). Recibimos para que podamos dar. Este versículo nos reta a no continuar pidiendo para nosotros. Este mandato de hacer con los demás como quisiéramos que ellos hicieran con nosotros proviene directamente de la enseñanza de pedir y recibir de Dios y nos ayuda a encontrar un equilibrio. No debemos pedir y seguir almacenando para nosotros. Cuando Dios abre la puerta y derrama ricas bendiciones. También espera que compartamos lo que tenemos con los que están en necesidad. Igual que Él se deleita en darnos, nos llama a deleitarnos en dar a los demás de lo que hemos recibido de Él.
Para Consideración:
- ¿Qué enseña este pasaje acerca de la manera en que Dios se deleita en responder nuestras oraciones?
- ¿Cómo describiría a una persona que tiene una actitud de “pedir, buscar y llamar” en el corazón? ¿Tiene usted ese tipo de corazón?
- ¿Qué confianza toma usted de este pasaje para perseverar en sus peticiones a Dios por las cosas que Él aún no ha respondido?
- ¿Qué le impide pedir a Dios por las cosas que usted necesita?
- ¿Qué nos manda a hacer el Señor Jesús con las bendiciones que ha derramado en nuestras vidas?
Para Oración:
- Pida a Dios que le dé más fe y más confianza para llevar sus peticiones delante de Él.
- Agradezca al Señor porque Él se deleita en escuchar y responder sus oraciones.
- Pida al Señor que abra sus ojos a las necesidades de los que lo rodean de manera que usted pueda ministrarles con las bendiciones que Dios le ha dado.
36 – La Puerta
Lea Mateo 7:13-14
El mundo se ha convertido en un lugar pequeño. Nos movemos de una esquina a otra de la tierra en cuestión de horas. Dondequiera que vamos rozamos nuestros hombros con personas que profesan otra fe y que tienen otras creencias. Nos enseñan a respetarnos mutuamente. Todo eso es maravilloso pero puede llevar a la enseñanza de que la verdad es relativa. En otras palabras, lo que es verdad para mí puede no serlo para otras personas. Como resultado, algunos han llegado a creer que todas las distintas corrientes de creencias llevan a Dios. También hemos escuchado a predicadores que nos dicen que todas las personas son hijos de Dios. Jesús hace frente a estas enseñanzas en este pasaje.
Jesús dijo a sus seguidores que debían entrar por la puerta estrecha. Aquí hay varias cosas importantes que decir. La puerta a la que se refiere Jesús es la puerta de salvación y el camino a Dios. Dijo que esa era una puerta estrecha.
¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que la puerta es estrecha? El camino es angosto primeramente porque demanda que aceptemos una única verdad. Las voces de nuestra era puede que nos digan que todas las religiones llevan a Dios. Jesús dice que sólo Él es el camino a Dios. La Biblia enseña que no hay otro camino sino el de Jesús. Aquéllos que creen que sus esfuerzos cuentan se ofenden. Otros que se acercan a la puerta sienten orgullo por el hecho de tener una mente abierta y aceptar todos los tipos de fe y todas las religiones. Cuando se acercan a esta puerta se les dice que deben sólo ir en pos de Jesús, y también se ofenden por eso. Los que aceptan que la puerta es estrecha se convierten en el centro de desprecios y burlas. El mundo parece ser más orgulloso y tener la mente más estrecha. ¿Cómo puede decir que sólo usted tiene la verdad? Sin embargo, Jesús les recordó a sus oyentes que sólo hay un camino.
Hay una segunda razón por la que la puerta es estrecha, lo es porque demanda total obediencia y sometimiento a una verdad. Los que pasan a través de esa puerta deben estar dispuestos a negar sus propias ideas y seguir la Palabra de Dios. En nuestros días, existen muchas filosofías y estilos de vida opuestos. El seguidor de las enseñanzas de Jesús es visto como uno que está fuera de moda y que no está a tono con la era moderna. Incluso los creyentes son tentados por las filosofías de nuestros días. Se sorprenden alejándose de la verdad de la Palabra de Dios. Sin embargo, lo que aprendemos aquí, es que Dios espera que los que lo sigan hagan las cosas a Su manera. Eso significa comprometernos a ir en contra de las corrientes de estos tiempos y seguir la clara enseñanza de las Escrituras.
Muchas personas no están dispuestas a dejar todo en la puerta. No quieren depositar toda su confianza en Jesús solamente. En vez de eso, escogen seguir otro camino, el camino ancho. El camino que lleva a la destrucción es muy ancho. Puedes llevar todo contigo cuando atravieses esa puerta, como es ancha, no demanda que aceptes a Jesús como el único camino. Los que van por ese camino lo hacen contando con sus propios esfuerzos. Algunos confían en otros dioses. Ese camino ancho no demanda sacrificios, vienes a él tal y como eres, crees en lo que quieres, todos te aceptan.
Muchas personas son engañadas al viajar por ese camino. Por fuera, ese camino parece atractivo. Los que viajan por él son muy abiertos y aceptan a la gente. No critican las creencias de los demás. No demandan que los demás rindan cuentas de sus vidas. La aceptación es incondicional. Parecen ser personas amorosas y bondadosas; sin embargo, el hecho es que ellos están viajando por un camino que lleva a la destrucción.
El camino que Jesús enseña es estrecho. Son pocos los que lo encuentran porque son pocos los que quieren aceptar las condiciones para andar por ese camino. No quieren dejar todo atrás, no quieren creer que sólo Jesús es el camino. Aquellos que siguen al Señor Jesús son gente “estrecha”. Entienden que el único camino a Dios es el de la autonegación. Creen que los que no conocen y que no depositan su confianza en el Señor Jesús están perdidos y atados a una eternidad separados de Dios y de Su amor.
Noten que Jesús nos dice que sólo hay dos caminos, el ancho y el estrecho. No hay un camino medio. O estás en un camino o en el otro. Puedes depositar tu entera confianza en el Señor Jesús y dejar todo en la puerta, o puedes viajar por el camino ancho que lleva a la destrucción. ¿En qué camino estás hoy?
Este pasaje nos llama a reexaminar nuestras vidas. ¿Hemos estado confiando en el Señor Jesús solamente para salvación? ¿Hemos estado tratando de pasar por la puerta estrecha con nuestras maletas en vez de dejarlas en la puerta? Que el Señor nos dé Su gracia para confiar sólo en Él y en su obra.
Para Consideración:
- ¿Hay cosas en su vida que usted nunca ha rendido completamente al Señor? ¿Cuáles?
- ¿Alguna vez usted se ha sentido con mente estrecha? ¿Qué dice este pasaje acerca de esto?
- ¿Cómo influye el saber que Jesús es el único camino en la manera en que ministramos?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque le ha mostrado el camino estrecho.
- Pida el Señor que le dé la fuerza para rendir todo a Él.
- Tome un momento para orar por alguien que ha estado viajando por el camino ancho. Pida al Señor que le muestre a esas personas que ese camino los llevará a la destrucción.
37 – Los Falsos Profetas
Lea Mateo 7:15-23; Lucas 6:43-45
En la narración de Mateo del Sermón del Monte, Jesús estaba enseñando a sus oyentes acerca del atravesar la puerta estrecha. La puerta ancha era realmente tentadora pero llevaría a la destrucción. De esta enseñanza, Jesús pasó a hablar de los falsos profetas. Hay una conexión obvia, el falso profeta es el que predica sobre el “camino ancho”. Las palabras del falso profeta son aceptadas porque son agradables para los que las escuchan. En esta siguiente sección de Su sermón, Jesús advierte a sus seguidores sobre esos falsos profetas del camino ancho.
Los falsos profetas del camino ancho se disfrazaban con pieles de ovejas pero eran en realidad lobos feroces. Hay una gran diferencia entre una oveja y un lobo. La oveja es un animal muy gentil e inofensivo; así era como se presentaban esos profetas. Por el contrario, el lobo venía a destruir y a devorar, el lobo es muy peligroso. Lo que hacía a aquellos falsos profetas más peligrosos era el hecho que parecían ovejas.
Si el falso profeta se disfraza, ¿cómo podemos saber quién es verdadero y quién es falso? Jesús dijo que era por los frutos que se podía reconocer a un profeta verdadero o falso No salen uvas de los espinos ni higos de los cardos. Igualmente, un falso profeta producirá un fruto que es fácil de distinguir del de un profeta verdadero.
Hay muchas ideas diferentes sobre cuál es el fruto del que está hablando Jesús en este pasaje. Tomemos un momento para examinar algunas de estas ideas.
Señales Milagrosas y Prodigios.
Algunas personas ven este fruto para referirse a señales milagrosas y maravillas. En las Escrituras está bien claro que las obras milagrosas confirmaron los ministerios de los siervos de Dios. Leemos 2 Corintios 12:12,
Las marcas distintivas de un apóstol, tales como señales, prodigios y milagros, se dieron constantemente entre ustedes (2 Corintios 12:12).
Jesús mismo le dijo a los no creyentes que los milagros que Él hacía probaban que Él era de Dios. Le dijo a los que lo vieron ministrar que si ellos no creían en Sus palabras debían al menos creerle a Él por los increíbles milagros que hacía.
Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos créanme por las obras mismas. (Juan 14:11)
No caben dudas de que las señales y maravillas a veces probaban la legitimidad de un profeta. Sin embargo, ese no siempre era el caso. Pablo les dijo a sus lectores que en los últimos días habría un aumento de falsos milagros, señales y prodigios.
El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos. (2 Tesalonicenses 2:9)
Jesús también les recordó a los que lo seguían en Mateo 7:22 que en el Día del Juicio habrá muchos de los que hacían milagros que se volverán de las puertas del cielo porque eran falsos profetas que no pertenecían a Él.
Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?’ Entonces les diré claramente: ‘Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!’
Lo que nos dice esto es que mientras que esas señales y prodigios son evidencia de la gracia de Dios algunas veces, pueden ser falsas y ser usadas por falsos profetas. Hay falsos profetas que hacen señales y prodigios. Muchos son engañados a seguir a esos falsos profetas porque ven que pueden sanar o realizar cualquier otro milagro.
Resultados en el Ministerio
Existen algunos que miden si un profeta es verdadero o falso por cuantas personas van a su iglesia o por cuantas personas han sido salvas por sus predicaciones. Es necesario entender que este tipo de fruto puede también ser engañoso.
Pedro nos dice que, en los postreros días las personas no soportarán la verdad sino que se reunirán alrededor de maestros que les dirán lo que ellos quieren oír.
Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. (2 Timoteo 4:3-4)
En otras palabras, viene el día en que las iglesias de los falsos profetas estarán abarrotadas. Si los falsos profetas están dispuestos a decirle a la gente lo que la gente quiere oír, entonces muchos los seguirán. No debemos decir si un profeta es verdadero o falso basándonos en la cantidad de seguidores que tiene.
El Fruto del Espíritu
Cuando Jesús nos dice que es por los frutos que conoceremos al falso profeta, creo que el único fruto que debemos examinar es el del Espíritu. Pablo nos dice que cuando el Espíritu Santo viene a morar en el corazón de una persona habrá un cambio en esa vida. El Espíritu de Dios producirá el carácter de Jesús en ellos. En Gálatas 5:22-23 Pablo les recuerda a sus lectores sobre el fruto del Espíritu.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, contra tales cosas no hay ley.
La clara evidencia de que una persona pertenece al Señor Jesús puede verse solamente en sus frutos. ¿Demuestra el profeta en su carácter interior el fruto del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza? Si usted quiere saber si un profeta pertenece al Señor, examine su carácter. Vea si el fruto del Espíritu se demuestra en ellos. ¿Sus vidas reflejan la vida de Jesús en todo lo que hacen? Los verdaderos profetas de Dios muestran evidencia del carácter de Cristo en sus vidas. El fruto del Espíritu brillará a través de ellos. Un árbol bueno no puede dar malos frutos. Eso no quiere decir que un profeta verdadero no puede caer; pueden hacerlo, pero se levantan y se arrepienten de su pecado. No persisten en el pecado, sino que lo reconocen y se alejan de él.
Muchos de los que hablan en el mismo nombre del Señor un día serán arrancados y echados al fuego de la ira. Si usted quiere saber si un profeta es verdadero o falso necesita examinar su corazón. La evidencia de un verdadero profeta se encuentra en el fruto del Espíritu en sus vidas.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez ha medido usted la grandeza de un predicador por los resultados que ve en su ministerio?
- ¿Con qué frecuencia hemos estado más concentrados en el tamaño de las iglesias que en el fruto del Espíritu de Dios en la vida de sus miembros?
- ¿Puede un falso profeta hacer milagros? ¿Por qué es importante que tengamos algo más que señales para evaluar si un profeta es verdadero o falso?
- ¿Como siervos de Dios, qué es más importante, ver resultados en el ministerio o demostrar el carácter de Cristo en nuestras vidas?
Para Oración:
- Pida al Señor que le perdone por las veces que no ha demostrado el fruto del Espíritu en su vida y ministerio.
- Pida al Señor que produzca Su fruto de amor en su vida y en la de los demás miembros de su iglesia.
- Pida al Señor que le perdone por centrar su atención en resultados y no en el carácter.
38 – Una casa Sobre Una Roca
Lea Mateo 7:24- 8:1; Lucas 6:46-49
Este es el reto final del Señor Jesús para la gente que se ha reunido a escucharlo en aquel lugar. En esta parte Jesús les recuerda la importancia de la Palabra de Dios y su lugar en la batalla espiritual que tenían ante ellos. Les dijo que no era suficiente con escuchar Sus palabras, que también tenían que aplicarlas a sus vidas.
Jesús comparó al que escucha y pone en práctica lo que escuchó con un hombre prudente que edificó su casa sobre una roca. En Lucas podemos leer, “Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca.” (Lucas 6:48)
Los cimientos sobre los que construimos son de vital importancia. Nadie mira a una casa y dice: “¡Qué buenos cimientos!” Usualmente uno mira al resto de la casa. Aunque los cimientos no son lo que la gente observa, sin cimientos sólidos toda la casa puede venirse abajo. La belleza del resto de la casa importará bien poco cuando se caiga porque los cimientos eran demasiado débiles para sostenerla.
Jesús usa la imagen de fuertes lluvias cayendo sobre la casa. Crecieron los ríos y golpearon contra la casa, pero como los cimientos estaban sobre la roca profunda, la casa resistió el empuje de las aguas y no cayó.
Los que escuchan al Señor y ponen en práctica Su Palabra son como los que construyen sus casas con los cimientos sobre la roca. Noten que no basta con escuchar, también debemos poner en práctica lo que escuchamos. Hay algunos que escuchan la Palabra de Dios pero no hacen lo que ésta dice. Saben todos los hechos, pero no practican lo que saben que es verdadero.
Cuando las nubes son tan densas que no podemos ver hacia delante, ¿cómo sabremos a dónde ir? Cuando el enemigo nos provoca temor y nos fallan las emociones dando lugar a las dudas, ¿qué nos dará el coraje para continuar? Será la clara enseñanza de la Palabra la que nos dará seguridad. No fue sin razón alguna que Jesús fue tentado en el desierto, Él se aferró a la Palabra de Dios. Cada vez que el enemigo lo tentaba, Jesús iba a la Palabra de Dios y encontraba fuerzas y dirección. El enemigo puede tratar de golpear nuestra casa, pero tenemos fortaleza en la Palabra de Dios para resistir. Sus promesas y la verdad de Su Palabra nos dan coraje y fuerza.
Jesús continuó comparando la persona que no escucha y que no pone en práctica Su Palabra con alguien que construyó su casa sobre la arena. Sin cimientos sólidos esa casa colapsaría cuando fuera golpeada por las tormentas de la vida. Si no rechazamos las claras enseñanzas de la Palabra de Dios, ¿de dónde sacaremos fuerzas, consuelo y dirección? La casa de la persona que rechaza la Palabra será destruida. Lo que es válido para un individuo lo es también para una sociedad. La sociedad que no basa sus leyes y prácticas en la Palabra de Dios con toda certeza caerá.
Es fácil para nosotros no preocuparnos mucho por la calidad de los cimientos e invertir todos nuestros esfuerzos en construir el resto de la casa. Cavar profundo es un trabajo muy duro. Las paredes de una casa se levantan rápido. Es más placentero trabajar en las paredes. Como líderes de la iglesia, queremos verlas creciendo en número, queremos ver distintos programas funcionando, nos gustan todo tipo de actividades, pero, ¿qué hay de los cimientos? ¿Los que vienen a su iglesia conocen la Palabra de Dios y la practican? ¿Están siendo discipulados y entrenados no sólo para saber los detalles de la Palabra sino para su aplicación en la vida diaria?
¿Qué pasa con su vida personal? Puede que esté muy ocupado sirviendo al Señor, pero, ¿están sus raíces fuertemente fundadas en Su palabra? ¿Tiene tiempo para estudiarla? ¿La pone en práctica? Si usted quiere tener cimientos que resistan los ataques del enemigo, debe hacer que el deseo de su corazón sea conocer la verdad de la Palabra de Dios y vivirla diariamente.
Hace algún tiempo yo estaba luchando contra este concepto. Me preguntaba para qué escribir estos comentarios y estudios Bíblicos. El Señor me mostró en ese momento que hay problemas en nuestra sociedad que están profundamente enraizados en la desobediencia a la Palabra de Dios. ¿Cuál sería la diferencia en nuestra sociedad si cada persona procurara honrar al Señor siguiendo Su Palabra? ¿No caería sobre nosotros el poder de las bendiciones de Dios? ¿No están las sociedades a nuestro alrededor desmoronándose por no estar basadas en la Palabra de Dios?
En esta sección Jesús nos enseña la importancia de la Palabra de Dios para el fortalecimiento de nuestra sociedad y de nuestra vida personal. Por medio de ella podemos resistir la decadencia moral y espiritual que finalmente nos destruirá. A través de la Palabra de Dios Sus bendiciones serán derramadas sobre nosotros.
La multitud que escuchaba a Jesús aquel día quedó asombrada por lo que escuchó. Jesús enseñó con una autoridad que ellos nunca habían visto en los maestros de la ley (Mateo 7:28). Era el tipo de autoridad que te hacía sentarte a escuchar. Cuando escuchabas aquellas palabras sabías que si no lo hacías habría consecuencias.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña Jesús sobre la importancia de la Palabra de Dios en la batalla que tenemos ante nosotros? ¿Qué diferencia hace, tanto en lo personal como en la sociedad, cuando nuestros cimientos están firmes en la Palabra de Dios?
- ¿Cuál es la diferencia entre escuchar la Palabra y hacer lo que ella dice? ¿Puede una persona destacarse en las doctrinas y enseñanzas de la Palabra de Dios y aun así no aplicarla en su vida?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé más tiempo escudriñando Su Palabra. Pídale un amor más profundo y un mayor deseo de ver cómo ésta se aplica a su vida.
- Pida al Señor que le ayude a ver las áreas de su vida en las que usted necesita poner en práctica la palabra de Dios.
- Agradezca al Señor por Su Palabra y por el consuelo, la confianza y la dirección que ella nos da.
39 – El Siervo del Centurión
Lea Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10
De acuerdo con Lucas 7:1, cuando Jesús terminó de hablar a la gente en aquel monte, se dirigió a la región de Capernaum donde conoció a un centurión. Este era un rango que se le daba al oficial romano que estaba a cargo de alrededor de cien hombres. Puede que éste haya sido un hombre de cierta reputación en su comunidad.
Este centurión, a pesar de que era Romano, era querido por los judíos. Él tenía un siervo al cual quería mucho. El siervo estaba postrado con una parálisis y sufría mucho. El centurión, que era un hombre de gran compasión, estaba muy preocupado por él.
El centurión mandó algunos ancianos judíos a Jesús para ver si Él podía sanar a su siervo. Es interesante que mandara a ancianos judíos y no a sus propios hombres. ¿Podría ser que su siervo era judío? Es obvio que el centurión tenía buenas relaciones con los judíos de la región. Cuando los ancianos fueron a ver a Jesús le hablaron de lo digno que era el centurión. Le dijeron que aquel oficial romano amaba su nación. La nación a la que se referían era a la nación judía. Más allá de eso, los ancianos le dijeron al Señor que el centurión les había construido una sinagoga. Sus comentarios decían mucho sobre aquel hombre. Amaba al pueblo judío y tenía gran respeto por su fe. Era también un hombre generoso y compasivo. No está claro lo que sus colegas oficiales romanos sentían por él y por su afecto por los judíos. Esto no impedía que él hiciera lo que fuera preciso para ayudarlos.
Los ancianos le pidieron a Jesús que hiciera algo por el siervo del centurión. Jesús decidió que iría a conocerlo. Lucas nos dice que cuando el centurión supo que Jesús iba a su casa mandó a algunos amigos a decirle que no fuera porque él no merecía que un hombre como Jesús fuera a verlo. Hay un contraste entre la manera en que los judíos veían al centurión y la manera en que él se veía a sí mismo. Para los dirigentes de los judíos si había un romano que merecía que Jesús sanara a su siervo era aquel hombre. Sin embargo, el centurión sentía que no era digno. Él era un hombre humilde. Tenía una posición de honor en el ejército romano y en la sociedad. Tenía cien soldados para hacer lo que él quisiera y siervos en su casa. Había construido una sinagoga para los judíos y tenía el respeto de la gente de su comunidad. A pesar de eso seguía siendo humilde.
Ese centurión constituye un ejemplo para nosotros. Con cuanta frecuencia dejamos que nuestros logros y nuestra posición hagan que pensemos de nosotros mucho más de lo que debemos. Ninguno de nosotros merece la misericordia y la compasión del Señor. Muchas veces hemos dejado de entender nuestra pecaminosidad y hemos creído que merecemos que Dios nos perdone y nos bendiga. En nuestras iglesias necesitamos más líderes como aquel centurión. Necesitamos ver más hombres y mujeres que saben que aunque no merecen la misericordia de Dios siguen clamando a Él. Parece que Jesús se interesó por aquel hombre y por su espíritu humilde, generoso y compasivo.
El centurión le pidió a Jesús que simplemente dijera una palabra y su siervo sanaría. Él sabía que Jesús no necesitaba estar físicamente presente para sanar a su siervo. Como centurión, él sabía que lo único que tenía que hacer era decir una palabra y sus soldados obedecerían. Cuando él decía “Vayan”, sus siervos iban. Si le decía que fuera con él, el siervo iba. Sus sirvientes hacían todo lo que él les mandaba.
El centurión sabía que Jesús era un hombre con autoridad. Todo lo que Jesús tenía que hacer era decir la palabra y era hecho. El centurión no necesitaba estar presente para que se obedecieran sus órdenes. Si mandaba a decir a un sirviente que hiciera algo, ese sirviente obedecía porque la orden había venido de él. En la afirmación del centurión hay una fe increíble. Él creía que lo único que se requería de Jesús era que diera la orden y su siervo sanaría. Él creía que Jesús tenía autoridad sobre la enfermedad y la muerte, había visto eso en Su ministerio. Él había escuchado como a la orden de Jesús los demonios salían. Estaba asombrado por la autoridad de Jesús. Por ser un hombre que entendía lo que era tener autoridad, lo único que pedía era que Jesús diera la orden y sabía que cualquier cosa que Jesús ordenara sería hecha.
Cuando Jesús oyó aquellas palabras quedó perplejo. Le dijo a los presentes que nunca había visto una fe así en todo Israel. Aquel hombre era un Gentil pero demostraba más fe que todos en Israel. El centurión no necesitó ninguna señal o prodigio. No necesitó que Jesús moviera sus manos o que clamara a Dios de forma espectacular. Todo lo que quería era una palabra. Él sabía que nada podía resistirse a aquella palabra.
Jesús dijo que vendría el día en que muchos vendrían de oriente y de occidente y tomarían su lugar con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Con esto Jesús quiso decir que llegaría el día en que los Gentiles serían aceptados en el reino de Dios como compañeros de los judíos. Las puertas serán abiertas para que todas las naciones conozcan la salvación de Dios. Muchos judíos de nacimiento serán echados fuera y nunca experimentarán la salvación que Jesús vino a ofrecer. Aunque ellos eran el pueblo escogido de Dios, muchos de ellos serían echados a la oscuridad donde sería el lloro y el crujir de dientes. Estarían perdidos porque no aceptaron a Jesús el Mesías.
Jesús tuvo compasión por el centurión y dijo la palabra. “¡Ve! Todo se hará tal como creíste.” (Mateo 8:13) Y en esa misma hora aquel siervo quedó sanó.” Eso fue todo lo que el Señor dijo. La palabra “ve” fue suficiente. El siervo del centurión fue sanado en aquel mismo momento.
Hubo algo muy simple acerca la fe de este hombre. Él creyó que lo que Jesús dijera sería hecho. Él nos enseña algo sobre la autoridad. Si se obedece la autoridad de nuestros oficiales terrenales sin cuestionarla, ¿cuánto más se obedecerá la autoridad de Cristo, el Hijo de Dios, que echa fuera el poder de las tinieblas? Él simplemente dice una palabra y ésta es hecha. El centurión es un ejemplo de humildad y fe. Necesitamos más personas así en la actualidad.
Para Consideración:
- ¿Cuál es el reto de este pasaje con respecto a la humildad? ¿Alguna vez ha sentido usted que merece las bendiciones del Señor por lo que ha hecho por Él?
- Vea la simple fe del centurión. ¿Tiene usted esa misma fe hoy? ¿Qué le impide tener una fe igual a la del centurión?
- Compare la fe del centurión con la de los líderes religiosos que iban a ver a Jesús. ¿Por qué creían ellos que Jesús debía sanar al siervo del centurión? ¿Qué nos enseña esto acerca del espíritu religioso de la actualidad?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por el ejemplo de fe y humildad del centurión. Pídale que produzca esas mismas cualidades en usted.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted ha dudado de Su Palabra y de Su autoridad en los asuntos de la vida.
- Pida al Señor que le ayude a ver su falta de valor, pero que haga que usted se atreva a ir delante de Él de todas maneras.
- Agradezca al Señor porque a pesar de que no merecemos Sus bendiciones, Él está dispuesto a derramarlas sobre nosotros.
40 – El Hijo de la Viuda
Lea Lucas 7:11-17
Poco después de sanar al siervo del centurión, Jesús fue con sus discípulos a la villa de Naín. Gran cantidad de gente lo seguía. A medida que se acercaban, encontraron un cortejo fúnebre que iba saliendo de la villa. Supieron entonces que un joven había muerto, el único hijo de una viuda. Ella estaba allí también, acompañada por muchos dolientes.
Aquella debió haber sido una situación muy difícil para la viuda. Ya había perdido a su esposo, lo único que le quedaba era su hijo. Ahora él había muerto, no tenía a nadie para perpetuar el nombre de la familia. Su linaje familiar acabaría con ella.
Cuando Jesús vio a la viuda, Su corazón fue conmovido, se acercó y le dijo que no llorara. Entonces Jesús tocó el ataúd. Cuando lo tocó, aquellos que lo transportaban se detuvieron. Entonces Jesús le dijo al joven en el féretro que se levantara. No podemos ni hacernos una idea de la reacción de las personas al escuchar semejantes palabras Obviamente ellos nunca antes habían visto algo así.
El muchacho se levantó y comenzó a hablar con los que estaban a su alrededor. Seguramente estaba confundido por lo que estaba pasándole. Jesús tomó al chico y lo llevó a su madre. La gente estaba asombrada por lo que habían visto y reconocieron que Jesús era un profeta poderoso. No había dudas en las mentes de los presentes de que habían visto la mano de Dios aquel día. El resultado fue que la fama de Jesús se extendió por toda la región de Judea.
Sólo Lucas narra este hecho. No hubo otra referencia a esta viuda o a la villa de Naín en otra parte de las Escrituras. No existen registros de que Jesús hiciera alguna otra cosa en aquella villa. Una obra muy poderosa fue hecha aquel día en aquel lugar. Una viuda que Jesús nunca había visto fue tocada por el poder de Dios. Estoy agradecido por pasajes como este. Aquí conocemos a una mujer común. ¿Por qué debía pasar Jesús por esa región? ¿Por qué en aquel preciso momento? ¿Por qué sintió compasión por aquella mujer que nunca había visto? Este pasaje me da esperanza. Jesús se deleita en tocar a personas simples y comunes. Incluso aquella pequeña e insignificante villa de Naín experimentó el toque inesperado de Jesús. No hay personas demasiado pequeñas, ni lugares demasiado insignificantes para que el Señor los visite. Él siempre viene inesperadamente y hace Su obra. Él viene a sanar y a traer nueva vida a los lugares y las personas más pequeñas y más insignificantes.
Esta viuda había perdido toda esperanza, lloraba porque ya no le quedaba nada en la vida. Fue precisamente en ese momento que Jesús la tocó y le reveló su presencia. Le dio esperanza cuando no había ninguna. Él puede hacer lo mismo con usted. Cualquiera que sea su situación, nunca va a estar más allá del poder de Dios.
Naín ya nunca sería la misma villa. Ellos habían experimentado el poder de Dios de una manera maravillosa. No lo estaban pidiendo ni lo estaban buscando, pero Jesús fue a ellos de todos modos. Debido a Su compasión y misericordia, Él tocó a una simple viuda y a su hijo y al hacerlo impactó a toda una villa. Si Jesús tocó a aquella viuda y a su hijo en aquella insignificante villa, tengo toda razón para esperar que Él me alcance también y tocará mi vida y mi ministerio.
Para consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la compasión de Jesús?
- ¿Qué aliento recibe del hecho que Jesús tocó a esa pobre viuda y a su hijo?
- ¿En qué situación se encuentra usted hoy? ¿Qué aliento le da este pasaje?
- ¿Con cuanta facilidad nos olvidamos de los “pequeños e insignificantes” de este mundo? ¿A qué nos está retando este pasaje?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque no hay nada que esté por encima de Su poder y control, y porque Él es capaz de tratar hasta con las situaciones más desesperadas.
- Agradezca al Señor porque Él alcanza a los más insignificantes y pequeños de este mundo y les muestra compasión.
41 – Una Palabra sobre Juan el Bautista
Lea Mateo 11:12-15; Lucas 7:18-30
Los siervos de Dios no siempre son libres de las dudas. Hay momentos en los que su fe es puesta a prueba. Hay muchas cosas que esto puede traer consigo. Algunas veces las circunstancias nos drenan física y emocionalmente. Algunos de los más grandes siervos de Dios han pasado por el valle de la duda y del desaliento. Job, David, Elías y otros de los más grandes profetas del Antiguo Testamento sintieron el pinchazo de esas flechas. En esta sección veremos que Juan el bautista también atravesó una situación así.
En Marcos 6:17-20 leemos que Juan el Bautista había hablado en contra de Herodes, el que vivía con la esposa de su hermano. Juan le dijo a Herodes acerca de esa maldad. El resultado fue que Herodes lo puso en la cárcel.
Lucas nos dice que los discípulos de Juan lo mantenían informado de las actividades de Jesús en la región. Desde su celda, Juan mandaba a sus discípulos a preguntar a Jesús si Él era el que iba a venir o si debían buscar a alguien más. Esta es una pregunta muy extraña en labios de Juan el Bautista. Él le había presentado el Señor al mundo. Claramente le dijo a la gente que venía a él que Jesús era el Mesías. ¿Qué le produjo esa duda repentina?
Una cosa que sabemos con certeza es que las circunstancias de la vida de Juan habían cambiado radicalmente. Él había sido investido del poder de Dios para su ministerio. Vio multitud de personas que iban a escucharlo hablar. La fe de las personas fue retada al escuchar las enseñanzas de Juan. Muchos fueron bautizados como señal de arrepentimiento y deseo de hacer las cosas bien delante de Dios. Su ministerio fue extremadamente poderoso. Sin embargo, en un instante, todo cambió. Ahora estaba en prisión. Había sido despojado de su ministerio. Su vida corría peligro. Herodes iba a matarlo. Tenía mucho tiempo para pensar en lo que le estaba sucediendo.
Juan esperaba grandes cosas de aquel Mesías. Sin embargo, allí estaba él prisionero. ¿Dónde estaba el Mesías para él en aquel momento? ¿Era así como iban a terminar las cosas para él? ¿Cuándo iba a venir el reino de Dios y a destruir el reino del maligno? Aquí hay una batalla real. El Mesías estaba ahí, pero Herodes tenía a Juan prisionero. Él predicó que el Reino de Dios estaba cerca pero no estaba viendo la evidencia del reino en su vida en aquel momento. Parecía que estaba siendo aplastado por el reino de Satanás. Todas aquellas cosas hacían que Juan se hiciera esa clase de preguntas. ¿Eres realmente el Mesías? ¿Si eres el Mesías, por qué estoy yo aquí en esta prisión atado por el reino del mal? ¿Alguna vez usted se ha hecho esas fuertes preguntas?
La respuesta de Jesús fue muy gentil. Él le dijo a los discípulos de Juan que regresaran a él y le dijeran lo que estaban viendo y oyendo. Debían decirle a Juan que los ciegos estaban recobrando la visión, que los cojos podían andar, que los leprosos estaban siendo sanados, que los sordos podían oír y que los muertos estaban siendo levantados a vida nuevamente. También debían decirle que las buenas nuevas estaban siendo predicadas a los pobres. ¿Cuántas veces hemos permanecido ciegos a lo que sucede a nuestro alrededor? Demasiadas veces hemos tenido nuestras propias ideas de lo que quisiéramos ver suceder en nuestras iglesias o en nuestras vidas. Nos concentramos tanto en lo que queremos que no podemos ver lo que ya está pasando. Los caminos de Dios no son los nuestros. Jesús estaba llamando a Juan a abrir sus ojos a lo que estaba sucediendo a su alrededor. La evidencia del reino de Dios era muy poderosa. Las personas estaban siendo sanadas y liberadas del poder del pecado y sus efectos. Dios estaba rompiendo las tinieblas y trayendo luz. A pesar de que las cosas no estaban siendo como Juan esperaba, no había dudas de que el Reino de Dios estaba en medio de ellos.
Los discípulos de Juan regresaron a su maestro con un mensaje importante para él. Debían decirle que el hombre que no tropezara por causa de Jesús era bendito (Mateo 11:6; Lucas 7:23). Note aquí que el tropiezo era por causa de Jesús. Había muchas personas que tropezaban porque Jesús no era lo que ellos esperaban. Ellos querían un tipo de Mesías diferente. No estaban felices con el Mesías que cuestionaba sus estilos de vida. No sabían qué pensar de un Mesías cuyos planes y propósitos no estaban de acuerdo con los suyos. No les importaba el Señor que demandaba que rindieran sus vidas a Él. Jesús quería que los que lo siguieran tomaran su cruz. Muchas personas le daban la espalda porque no era lo que ellos esperaban. Ellos querían un Dios que los sirviera. Jesús estaba llamando a Juan a no dejar que sus expectativas se interpusieran en la manera de aceptar la verdad.
En nuestros días hay muchos que comienzan su vida cristiana pero no perseveran en ella porque no es lo que ellos esperaban. Se sienten felices de servir al Jesús que les ministra pero no les gusta un Jesús que dice que deben estar dispuestos a sufrir y a dar sus vidas por Él. Muchos se ofenden y se apartan porque no les agrada lo que el Señor demanda. Le dan la espalda porque las cosas no van como ellos creen que deberían.
Vea que Jesús no condena a Juan. Él le recuerda a la gente cuando fueron al desierto a escuchar a Juan. Les preguntó lo que ellos esperaban cuando fueron al desierto a ver a Juan y a escucharlo predicar. ¿Esperaban ellos una caña sacudida por el viento? Esta caña movida por el viento puede ser una imagen de algunos de los maestros y falsos profetas que eran inestables en sus caminos. Parecía que se movían de una cosa a la otra. Esa podía ser también la imagen de un hombre cuya mente no era completamente estable. Algunos veían a Juan como un tonto. Para ellos él sólo era un desequilibrado mental y un desubicado, igual que una caña moviéndose en el desierto. Juan no encajaba en su contexto de sociedad religiosa. Para muchos él era un individuo extraño y tonto. Tal vez Jesús le estaba preguntando a la gente algo así: “¿Fueron al desierto a ver a un loco?”
Otros esperaban ver un hombre vestido con ropas finas. ¿Estaban buscando un tipo en “cuello y corbata” que exigía respeto por la ropa que traía puesta y por cómo se presentaba? Eso era lo que hacían los fariseos. Se vestían con las más finas ropas y caminaban exigiendo respeto. A Juan no le preocupaba la apariencia externa.
“¿Salieron al desierto a ver a un profeta?”, Jesús le preguntó luego. Eso es lo que era Juan realmente. Juan era un profeta muy especial. Con una tarea única. Él era el hombre del que se habló en las Escrituras cuando se dijo que un mensajero vendría delante para preparar el camino para el Mesías. Desde los tiempos antiguos, el ministerio de Juan había sido profetizado. Su papel era muy importante. Otros profetas vieron el momento en que Jesús vendría, pero Juan anunció su llegada y presentó el Mesías al mundo. Los profetas del Antiguo Testamento predijeron que un profeta como Elías vendría a marcar el comienzo del reino de Dios. Juan fue el cumplimiento de esa profecía.
Jesús le dijo a los presentes que aunque Juan había tenido un ministerio maravilloso, el más pequeño en el reino de los cielos era más grande que él. Esta afirmación es muy importante. Los que pertenecen al reino de los cielos han nacido de nuevo por el Espíritu de Dios y sus pecados son perdonados a través de la obra del Señor Jesús en la cruz. El Espíritu de Dios mora en ellos y los llena de poder en el ministerio.
Tenemos una ventaja definitiva sobre Juan el Bautista. Vivimos del otro lado de la cruz. Hemos experimentado un nuevo nacimiento y una nueva vida que Juan no había experimentado aún. Igual que todos los santos del Antiguo Testamento, él miró al día en que el pecado sería conquistado en la cruz. Hay pastores y líderes religiosos en nuestros días que disfrutan del respeto y la admiración de las personas que sirven. Están involucrados en ministerios y tienen muchos seguidores, pero nunca han experimentado el nuevo nacimiento del que Jesús está hablando aquí.
El reino de Dios no siempre avanza de la manera que nosotros esperamos. Juan estaba confundido porque las cosas no estaban de la forma que él esperaba. Los fariseos rechazaban a Jesús y sus demandas porque no se correspondían con sus propias ideas. Los caminos de Dios no siempre son nuestros caminos. Juan estaba encerrado en una celda por predicar la verdad. Jesús le recordó, sin embargo, que el reino de Dios estaba todavía extendiéndose en medio de ellos. Los caminos de Dios no son los nuestros. Si abrimos nuestros ojos, también veremos que ese reino está aún expandiéndose, a pesar de los esfuerzos del enemigo en destruirlo. Que Dios nos de ojos para ver lo que Él está haciendo en nuestros días.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez ha cuestionado usted los propósitos de Dios? ¿En qué circunstancias?
- Tome un momento para abrir sus ojos y mirar lo que el Señor está haciendo en su vida y en la sociedad. ¿Qué evidencia hay de Su presencia?
- ¿Qué ideas tiene para su ministerio y su andar Cristiano? ¿Son éstas lo que Dios quiere para usted?
- ¿Está dispuesto a servir al Señor incluso cuando las cosas no sean como usted esperaba?
Para Oración:
- Pida el Señor que le dé un corazón que no cuestione Sus propósitos sino que se rinda a ellos gustosa y gozosamente.
- Pida al Señor que le dé ojos para ver lo que Él está haciendo en medio suyo.
- Pida al Señor que continúe expandiendo Su reino a Su manera a través de su vida y ministerio. Ríndase a la obra de Dios en su vida.
42 – El Rechazo de Jesús
Lea Mateo 11:16-24; Lucas 7:31-35
En la última meditación vimos como Juan el Bautista le preguntó a Jesús si Él era el Mesías que iba a venir. Jesús le dijo que mirara las señales que eran clara evidencia del reino de Dios en medio de ellos. Jesús lo animó a mirar los frutos de su ministerio para que estuviera seguro de que Él era el Mesías. Juan no era el único que cuestionaba a Jesús. A pesar de las evidencias del reino, muchas personas en las ciudades en las que Jesús predicaba no creían en Él ni aceptaban Su mensaje. Jesús habla en esta sección sobre la gente de Su generación y su rechazo hacia Él y Su mensaje.
Jesús comparó a la gente de aquella generación con los muchachos que se sientan en las plazas. Vean lo que dicen esos muchachos en Mateo 11:17:
Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.
Si usted tiene alguna experiencia con niños entonces usted puede identificarse con lo que Jesús está diciendo aquí. Algunas veces los muchachos pueden ser muy difíciles de complacer. Los chicos de los que Jesús está hablando aquí son igual. No les gusta la música alegre de la flauta ni les gusta la música triste. De hecho, no les gustaba ninguna música en aquel momento. De esa forma era aquella generación. Juan, que no comía ni bebía, fue a ellos y ellos se quejaron diciendo que tenía demonio. Jesús, que comía y bebía, vino a ellos y dijeron que era glotón y amigo de pecadores y cobradores de impuestos. Nada podía agradar a aquella gente.
El reino de Dios estaba entre ellos pero no podían verlo. “Pero la sabiduría es justificada por sus acciones”, les dijo Jesús en Mateo 11:19. En otras palabras, los milagros y el mensaje de Jesús y Juan probaban que ellos eran de Dios. Nadie podía hacer lo que esos hombres hacían si no era por la presencia y el poder del Espíritu de Dios en ellos. Sin embargo, como niños pequeños, aquella gente no estaba preparada para escuchar ninguna lógica. Se quejaban y refunfuñaban porque no les gustaba una u otra cosa y porque no podían ver la verdad.
Jesús habló abiertamente sobre ciertas ciudades en la región. Mateo nos dice que esas ciudades fueron mencionadas porque Jesús hizo la mayoría de Sus milagros en ellas. Esas ciudades vieron el poder de Dios pero no quisieron arrepentirse. Oyeron la Palabra de Dios pero no la escucharon.
Jesús habló de las ciudades de Corazín y Betsaida. Les dijo que si los milagros que ellas habían visto se hubieran hecho en las ciudades de Tiro y Sidón ellas se habrían arrepentido en cilicio y cenizas hace mucho tiempo. Las ciudades de Tiro y Sidón eran prósperas ciudades de comercio. En sus riquezas se hicieron orgullosas. Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron su destrucción. El cilicio era un tipo de vestuario muy incómodo de usar que se lo ponían las personas para infligir castigos a su cuerpo como signo de arrepentimiento. Las cenizas se usaban para cubrir la cara como signo de pecado y necesidad de arrepentimiento. La persona cubierta con cenizas reconocía públicamente su impureza ante Dios.
Note que Jesús le dijo a la gente que sería más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para Corazín y Betsaida en el Día del Juicio. Corazín y Betsaida habían visto al Mesías. Él había caminado en ellas, había hablado en ellas y había sanado a sus enfermos, pero ellos lo rechazaron. A ellas se les había dado una oportunidad mayor que la que se le dio a Tiro y Sidón, pero ellas la habían rechazado. Sufrirían las consecuencias.
Jesús también condenó la ciudad de Capernaum. Le dijo que sería abatida hasta el hades. Jesús había enseñado y hecho milagros en esa ciudad. A pesar de la evidencia del reino de Dios, ellos rechazaron Su mensaje. Sodoma fue destruida durante los días de Abraham debido a su maldad. Jesús le dijo a los habitantes de Capernaum que hasta Sodoma, que era una ciudad en la que abundaba la maldad, se hubiera arrepentido si hubiera visto las cosas que la gente de Capernaum vio. Debido a que ellos escucharon al Mesías y vieron Sus obras y aun así lo rechazaron, su juicio sería mucho más grande que el de Sodoma que pereció en un instante bajo el juicio de Dios.
Es necesario comprender lo ciegos que podemos estar para las cosas de Dios. Cuantas veces Dios ha hablado y no le hemos escuchado. Cuantas veces Él se ha revelado y nosotros no le hemos visto. Día a día Dios se mueve entre nosotros. Abre y cierra puertas. Nos trae personas y hace que sucedan cosas, pero no vemos ni entendemos. Es importante tener los ojos abiertos a la evidencia de la presencia de Dios. Esas ciudades fueron juzgadas porque, aunque habían escuchado al Señor, rechazaron lo que oyeron. Ojalá que nosotros no padezcamos el mismo juicio.
Para Consideración:
- ¿Cree usted que hemos dejado de ver y de escuchar lo que Dios nos ha estado diciendo en el día de hoy?
- ¿Qué es lo que nos ciega ante lo que Dios está haciendo en nuestras vidas hoy?
- ¿Qué evidencia existe en su comunidad de que Dios está hablando y revelándose?
Para Oración:
- Pida al Señor que abra sus ojos y oídos a lo que Él ha estado diciendo.
- Pida a Dios que le dé ojos y oídos a su comunidad para que ellos también puedan ver lo que Él les está diciendo a ellos.
- Ore para que el poder de Satanás sea roto en las vidas y en los corazones de aquéllos que han sido cegados.
43 – Venid a Mí
Lea Mateo 11:25-30
En el último pasaje encontramos al Señor Jesús orando a Su padre. Noten que Él alababa a Su Padre porque había escondido las cosas de Su reino de los sabios y los entendidos de aquellos días y las había revelado a los niños. Jesús nos recuerda que la mente puede ser un gran obstáculo para nuestra fe. El Señor me ha mostrado que hay cosas sobre Él y Sus caminos que nunca entenderemos. Tratamos de razonar todo en vez de aceptar las cosas por fe. No podemos caminar con la simple fe de un niño porque hemos dejado que la razón nos diga que es demasiado el riesgo. Las personas en los tiempos de Jesús no veían el Reino de Dios porque tenían nubladas sus mentes. Limitaban a Dios y encontraban una explicación convincente para lo que veían frente a ellos.
Jesús les recordó a los presentes que la intención del Padre desde el principio de los tiempos era revelar los asuntos del reino a personas simples (ver Mateo 11:26) Dios quiere que las personas confíen en Él y en Su palabra. Él quiere personas que se sometan a Él y a Sus propósitos incluso cuando no los comprendan. Los intelectuales se enorgullecen de lo mucho que saben de Dios y Sus propósitos. La persona que tenga una fe como la de los niños, comienza a andar en obediencia y confía incluso cuando no entiende.
Jesús dijo que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas (ver el versículo 27). Nuestra salvación y el curso y la forma de este mundo descansan en Sus hombros. Él tiene planes para nuestras vidas. Él usará los eventos y circunstancias que surjan en nuestro camino para cumplir Su propósito. Nada está fuera de Su control. Él tiene absoluta autoridad, derecho y poder sobre todo lo que sucede. Lo que es mucho más importante es que Él también se preocupa profundamente por nosotros. El apóstol Pablo tenía gran confianza en esta verdad cuando dijo en Romanos 8:28.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Habiendo dicho esto, Jesús invitó a todos los que quisieran para que fueran a Él. Si usted está trabajado y cansado con la vida y la carga de pecado, vaya a Él. Vea que este llamado está dirigido a todos aquellos que están conscientes de sus necesidades. Usted no puede ir a Jesús si no comprende su necesidad. No puede ir a Él si no siente el peso de sus pecados. No puede ir a Él si siente que tiene todo bajo control. Usted necesita estar consciente de su necesidad de ir al Salvador.
Note que usted no necesita hacer nada, lo único que debe hacer es ir hacia Él, con toda su suciedad. No se limpie antes de ir; vaya tal y como usted es, con todas sus necesidades y problemas. No tiene que entender cómo funciona, sólo tiene que ir. Vaya delante de Él como un niñito. Él promete que le hará descansar de sus cargas y preocupaciones.
Jesús nos llama a ir hacia Él y tomar su yugo. El yugo al que se refiere Jesús es el de la sumisión. El buey que carga el yugo se rinde a la voluntad y al propósito de su amo. Jesús nos llama a rendir todo lo que tenemos a Él y a ponernos bajo Sus cuidados y dirección.
Si nos rendimos a Él, tenemos Su promesa de que nos hará descansar. No debemos sentir temor de ir al Señor Jesús porque Él es muy humilde y gentil. Su preocupación es por nosotros y nuestras necesidades. Los que van a Él encuentran que el yugo de la sumisión es fácil y que la carga que tienen que llevar es ligera. Jesús nonos está diciendo que nunca tendremos problemas. Los que se han rendido a Él llevan sus cargas con deleite. Aunque los discípulos de Jesús sufrieron mucho, lo hicieron gustosamente por amor a Él. De otra forma no lo hubieran hecho. Ellos preferían sufrir y morir por su Salvador que regresar a las cosas del mundo. Lo que encontraban en Él era mucho mejor que cualquier otra cosa que el mundo tenía para ofrecer. No era un yugo que ellos no estuvieran dispuestos a llevar.
Hay una promesa maravillosa para los que se rinden al Señor como niños. Si abrimos nuestros corazones y nos rendimos a Él, encontraremos que Él nos ofrece más de lo que nosotros podemos imaginar. No deje que su intelecto se interponga. Hay una realidad en Cristo que su mente nunca entenderá. Hay una parte que sólo puede venir de una simple fe y confianza. Los caminos del Señor nunca podrán ser entendidos completamente. Deben experimentarse. Los caminos del señor no siempre tienen sentido para nuestras mentes racionales. Dios nos llama a rendirnos a Él y a dejarlo que ponga Su yugo sobre nuestros cuellos. ¿Confiará usted en Él con ese yugo? ¿Llevará usted gustosamente las cargas que Él coloque en usted? Aquellos que se someten, encuentran deleite en Su yugo y en Su carga.
Para Consideración:
- ¿Con qué frecuencia su intelecto ha sido un impedimento para hacer lo que Dios le ha llamado a hacer?
- ¿Cómo puede usted reconocer que es guiado y dirigido por el Señor? ¿Tiene siempre sentido esa dirección en el momento?
- ¿Alguna vez se ha sentido frustrado en sus intentos por comprender lo que Dios está haciendo en vez de simplemente confiar en Él? ¿Cómo afecta esto nuestra paz y nuestro gozo en esta situación?
- ¿Qué significa tomar el yugo de Cristo? ¿Ha dejado que Él ponga su yugo sobre usted? ¿Qué diferencia ha hecho esto en su manera de vivir la vida?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él lo acepta tal y como usted es.
- Agradézcale que puede confiar en Él ante cada situación de la vida. Agradezca que mientras Su dirección no siempre tenga sentido, usted sabe que puede confiar en Él. Pídale perdón por las veces que usted se queja porque Él lo dirige.
- Pida a Dios que le dé fe como la de un niño, que se rige por Su palabra y camina gozosamente en obediencia.
- Tome un momento para decirle al Señor que usted acepta gustosamente Su yugo. Pídale que lo ayude a vivir en completo sometimiento a Su voluntad y Su propósito para su vida.
44 – Una Cena en la Casa de un Fariseo
Lea Lucas 7:36-50.
En una ocasión el Señor Jesús fue invitado a una comida en la casa de un fariseo llamado Simón. Jesús aceptó esta invitación y fue a la casa de Simón. No se nos dice por qué Simón invitó al Señor Jesús a su casa. Los fariseos siempre habían tenido problemas con Jesús y Sus enseñanzas. Mostrar hospitalidad hacia Jesús, en aquella cultura, era honrarlo. Esto no hubiera sido muy bien recibido por los demás fariseos amigos de Simón, pues ellos acusaban a Jesús de asociarse con pecadores. Ellos se enorgullecían de no relacionarse con gente así.
Lucas les dice a sus lectores que cierta mujer de cuestionable reputación supo que Jesús estaba en la casa de Simón el fariseo y decidió ir a verlo allá. Llevó con ella un frasco de perfume. El frasco estaba hecho de una piedra que se encontraba en Alabastron, en Egipto, y era muy valioso.
La mujer fue hacia el Señor y se paró detrás de Él, a sus pies. Debe aclararse que la costumbre de aquellos días era reclinarse a la mesa. Todos los invitados debían haber estado reclinados. Esto explica cómo ella pudo ponerse a los pies de Jesús mientras Él estaba en la mesa.
Mientras la gente miraba, la mujer comenzó a llorar. Mojó los pies del Señor con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Para asombro de los presentes, ella besó los pies del Señor y los ungió con el perfume que había llevado. Hay muchas cosas que necesitamos mencionar sobre este pasaje.
Primero vemos que la mujer estaba llorando. Obviamente había una razón para esto. Parece que ella fue quebrantada en su corazón. Ella sabía que no estaba viviendo una buena vida. Fue a Jesús como una pecadora que necesitaba ser perdonada. Obviamente había escuchado sobre Jesús y había aprendido de su ministerio. Lo que había visto y oído la quebrantó. Ella sabía que necesitaba hacer lo correcto. Ella vio lo que muchos otros no veían. Ella fue a aquel lugar arrepintiéndose de sus pecados. Se paró delante de Él y lloró porque sabía que era una pecadora indigna.
Noten también que lloró y secó con sus cabellos sus lágrimas de los pies de Jesús. Los cabellos eran su insignia de honor. Si era una mujer de cuestionable moral debe haber pasado mucho tiempo arreglando su cabello para que luciera bien. En ese momento a ella no le preocupa eso. Al secar con sus cabellos los pies del Señor ella lo estaba honrando. No secó sus pies con un trapo sino con algo que era muy preciado para ella. Él lo merecía.
El perfume que llevó al Señor aquel día debe haber sido usado para un propósito diferente en su vida. Puede que lo haya usado para atraer a los hombres en su estilo de vida inmoral. Aquel perfume puede haber sido su más costosa posesión. Ella fue a ofrecer lo mejor que tenía a Jesús. Cuando vertió el perfume en los pies de Jesús puede que le hubiera estado diciendo que ya no lo necesitaba más. Estaba dispuesta a abandonar su estilo de vida anterior y lo demostró echando el contenido del frasco en los pies de Jesús.
Simón en fariseo estaba horrorizado cuando vio lo que estaba sucediendo. Él pensó que si Jesús era un profeta debía haber reconocido quien era aquella mujer que lo estaba tocando. Como fariseo, él sentía orgullo del hecho de estar separado de los pecadores que vivían a su alrededor. Se mantenía puro y limpio. No se asociaba con pecadores. Jesús, por su parte, permitió que aquella mujer lo tocara.
Jesús se percató de la respuesta de Simón y le dijo la parábola de los dos hombres que le debían dinero a un acreedor. El primer hombre debía 500 denarios y el otro 50. Un denario era alrededor de un día de salario. Ninguno de ellos tenía dinero para pagar su deuda El acreedor decidió que iba a cancelar sus deudas. Jesús le preguntó a Simón cual de aquellos dos hombres amarían más al acreedor. Simón pensó por un momento y le dijo a Jesús que la persona que tenía una mayor deuda sería probablemente la que lo amaría más. Jesús le dijo que había dado la respuesta correcta.
Jesús entonces le recordó a Simón que cuando Él entró a su casa no le había ofrecido agua para lavarse los pies como era la costumbre normal de cortesía. Sin embargo, aquella mujer no había dejado de lavarle los pies con sus lágrimas ni de secarlos con sus cabellos. Esto nos dice algo más acerca de aquella mujer. Los pies de Jesús seguramente estaban sucios de andar por los caminos. La mujer estaba dispuesta a ensuciar sus cabellos con el polvo de los pies de Jesús. Simón, por su parte, no le ofreció a Jesús esa cortesía.
Jesús también le dijo a Simón que no lo había saludado con un beso cuando entro a su casa, pero aquella mujer no había dejado de besar sus pies. Simón no había ungido la cabeza de Jesús con aceite, pero aquella mujer había ungido sus pies con un perfume muy costoso. En comparación con Simón, aquella mujer había hecho muchísimo más. Ella había mostrado más amabilidad y más amor a Jesús que Simón.
El Señor le recordó a los presentes que a pesar de que aquella mujer tenía muchos pecados, todos le eran perdonados. A ella se le había perdonado mucho y ella amaba mucho a Jesús. Mientras más comprendemos nuestra condición de pecadores, más apreciamos lo que el Señor ha hecho por nosotros al darnos Su perdón. Jesús miró a la mujer que tenía delante. Él sabía la magnitud de los pecados de ella, pero también vio su corazón roto y arrepentido. Él perdonó sus pecados.
Los invitados aquel día no sabían qué pensar acerca de aquellos eventos. No comprendían cómo Jesús podía perdonar pecados. Con toda su religión y educación, ellos no pudieron ver la simple verdad que aquella señora inmoral e inculta vio tan claramente. Aquella mujer vio que Jesús era su única esperanza. Ella vio que Él era su salvación. Fue a Él por fe y aceptó lo que Él dijo. Ella fue perdonada y recibió la salvación que buscaba. Los Fariseos y los demás invitados estaban confundidos.
Hay ocasiones en las que nuestro razonamiento no es suficiente. Dios nos llama a aceptarlo por fe. Muchas personas se pierden lo que Dios está haciendo porque están demasiado ocupadas tratando de entenderlo. No pueden moverse hasta que no entienden lo que Él está haciendo. No pueden responder hasta que no tenga sentido para ellos. No pueden aceptar hasta que no lo filtran con su intelecto. Esta simple mujer recibió la salvación de Dios y todos los líderes religiosos allí reunidos se la perdieron. Ella tomó a Jesús en serio.
Para Consideración:
- ¿Qué fue lo que hizo que los invitados a la mesa se perdieran la salvación del Señor aquel día?
- ¿Cuántas veces a usted se le ha dificultado hacer la voluntad del Señor porque necesitaba entender primero?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el lugar que debe ocupar la fe en nuestro andar con el Señor?
- ¿Qué aprendemos acerca de la diferencia entre religión y relación personal con el Señor Jesús? ¿Qué personajes en esta historia tenían “religión”? ¿Qué personajes tenían “relación personal”? ¿Cuál tiene usted?
- ¿Existen personas como esta mujer en su sociedad? ¿Quiénes son? ¿Cuál ha sido la respuesta de su iglesia hacia esas personas?
Para Oración:
- Pida al Señor que le ayude a tener una fe simple, como esta mujer en el pasaje.
- Agradezca al Señor porque Él está dispuesto a perdonar nuestros pecados sin importar cuán grandes son.
- Pida al Señor que lo ayude a tener una relación personal con Él.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que su fe ha sido más religión que relación. Pídale que le dé una relación más íntima y más personal con Él.
- Pida al Señor que abra su corazón a las personas de su sociedad que son como la mujer de esta historia. Tome un momento para orar por aquellos que el Señor le ponga en el corazón hoy.
45 – Endemoniados Sanados
Lea Mateo 12:22-30; Marcos 3:20-27; Lucas 8:1-3
En la siguiente sección de los Evangelios, Mateo dice a sus lectores que le llevaron a Jesús un hombre poseído por un demonio que hacía que el hombre estuviera ciego y mudo. Eso muestra algo de la obra de los espíritus malignos. Aunque no debemos suponer que todas las enfermedades son el resultado de cierta actividad demoníaca, es necesario estar conscientes de que los demonios pueden provocar síntomas físicos en las personas que ellos poseen.
No se nos dan detalles. Todo lo que sabemos es que Jesús lo sanó. El resultado fue que el demonio fue forzado a dejar el cuerpo de aquel hombre y éste pudo volver a ver y a hablar. La gente quedó atónita con lo que vio. Aquel milagro los impresionó tanto que comenzaron a preguntarse si el Señor Jesús era el Hijo de David. La frase “Hijo de David” era una referencia al Mesías que vendría como descendiente de David. Marcos 3:20 nos dice que una gran multitud se aglomeró en el lugar donde Jesús ministró aquel día. Jesús y Sus discípulos estaban abrumados por tantas personas rodeándolos que buscaban ser sanados y escuchar a Jesús hablar.
Mientras que la multitud se reunía alrededor de ellos, Marcos 3:21 nos dice que Su familia fue a “buscarlo”. La Nueva Versión Internacional dice que fueron a “hacerse cargo de Él”. La razón por la cual fueron a buscarlo es porque creyeron que estaba fuera de sí. Incluso su propia familia no comprendía ni aceptaba lo que Jesús estaba haciendo. Las sanidades y la expulsión de demonios no era algo que ellos entendían. Fueron a buscarlo porque se estaba convirtiendo en una vergüenza para ellos y para el nombre de Su familia. Si su familia no comprende su identificación con el Señor Jesús, usted no está solo. Jesús comprende perfectamente lo que es ser rechazado por nuestra propia familia.
En cuanto a los fariseos, cuando se enteraron de cómo el hombre había sido liberado de aquel espíritu maligno, de cómo había sido sanado de su ceguera y que podía hablar nuevamente, ellos también emitieron sus criterios. Le dijeron a la gente que Jesús estaba expulsando demonios con el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios. Beelzebú es otro nombre para Satanás. Ellos lo acusaron de obtener Su poder de Satanás. Al decir esto, ellos muestran el mayor desprecio posible por el Señor y Su ministerio.
Jesús sabía lo que ellos estaban pensando y entonces los retó. Hay momentos en los que Jesús guardaba silencio ante las acusaciones de Sus enemigos; en este incidente, Jesús se pronunció por la verdad. Les dijo a sus acusadores que un reino dividido contra sí mismo no podía permanecer. Una familia dividida contra sí misma no podía permanecer. Si Satanás estaba echando fuera demonios, ¿cómo podía permanecer su reino? ¿Qué ejército podría triunfar si sus soldados están disparándose los unos a los otros? ¿Cómo puede un matrimonio ser fuerte si los dos se están hiriendo constantemente? ¿Cómo pueden los equipos deportivos ganar un campeonato si sus propios miembros están compitiendo en contra de ellos mismos? Lo que los fariseos estaban diciendo era ridículo.
La práctica de liberar a personas de demonios no comenzó con Jesús. Los fariseos reconocían que la posesión demoníaca era real. Algunos de ellos estaban involucrados en un tipo similar de ministerio. Jesús les mostró su propia hipocresía. Por un lado condenaban a Jesús por lo que hizo pero ellos hacían lo mismo.
Por otra parte, Jesús les dijo a aquellos líderes que si Él estaba echando fuera demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios estaba en medio de ellos. Noten que el reino de Dios se demostraba por Su poder. El reino de Dios no era el reino terrenal que los fariseos habían esperado, era un reino espiritual. No vino a conquistar países ni tierras, sino corazones y voluntades. Dios había conquistado la fortaleza demoníaca que había tenido cautivo a aquel hombre durante años. El enemigo había sido expulsado y el reino de Dios se extendía.
Jesús continuó diciéndoles a los fariseos que no era posible que alguien entrara en la casa de un hombre fuerte para robar sus posesiones a menos que ese hombre estuviera atado. Aquí el hombre fuerte es Satanás. ¿Qué efecto tendríamos nosotros como seres humanos en Satanás y el avance de su reino? Él es más poderoso que nosotros. ¿Cómo podemos invadir el territorio de Satanás y conquistar sus posesiones? ¿Cómo podemos recuperar lo que él nos ha quitado? La única manera en que podemos recuperar nuestro territorio y posesiones es si Satanás está atado. ¿Cómo puede estar atado a menos que haya algo más fuerte que él para que lo ate? El reino de Dios es más poderoso que el reino de Satanás. Allí, delante de sus propios ojos estaba la evidencia de que Satanás había sido atado. El reino de Dios había venido. El Espíritu de Dios estaba moviéndose en medio de ellos. El enemigo estaba indefenso en contra del reino de Dios.
El enemigo había sido atado. El Señor nos ha dado la tarea de reclamar lo que el enemigo nos ha arrebatado. Es un gran privilegio reclamar ese territorio. El Señor Jesús nos llama a unirnos para juntar el botín. La victoria es segura, pero todavía hay mucho trabajo que hacer.
Lucas narra que Jesús y sus doce discípulos iban de una aldea a otra predicando las Buenas Nuevas del reino de Dios. Eso se demostraba poderosamente por la liberación de muchos que estaban poseídos por espíritus malignos y por enfermedades. Lucas nos dice que María Magdalena fue una de las que el Señor expulsó siete demonios.
Concluimos esta sección con unos comentarios sobre las mujeres que viajaban con Jesús y sus discípulos. Al ir de un lugar a otro, Jesús era acompañado por varias mujeres. Juana, la esposa de un hombre llamado Chuza, intendente de Herodes, Susana y otras más que daban de sus bienes para que el Señor y Sus discípulos continuaran el ministerio. Lucas reconoció que su apoyo era vital en la expansión del reino de Dios. Aquellas mujeres desempeñaron un rol importante en el ministerio de Jesús y Sus discípulos en aquellos primeros años de ministerio.
Vemos en este pasaje como el reino de Dios se expandía a medida que Jesús y Sus discípulos conquistaban territorio que el enemigo había tomado de ellos. Sin embargo, el reino también se extendió por el apoyo financiero y práctico de las mujeres que se mantuvieron al lado de Jesús. Aunque no estuvieron en la vanguardia, el papel de ellas fue vital.
Para consideración:
- ¿Cómo definiría usted el reino de Dios?
- ¿Qué evidencia hay del reino de Dios en medio suyo? ¿Qué evidencia hay de que está triunfando sobre el reino de Satanás?
- ¿Cómo está usted involucrado en despojar al enemigo de sus posesiones y reclamar el territorio perdido por el pecado? ¿Cuál es su papel en particular?
- ¿Qué aliento recibe usted de la enseñanza del reino de Dios? ¿Cómo afecta esto su manera de ministrar?
- Noten el papel de las mujeres que apoyaban al Señor Jesús. ¿Cuán importante fue ese papel? ¿Cómo puede usted apoyar de manera práctica la obra del reino?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque ha venido a darnos victoria sobre el enemigo.
- Pídale que le dé un sentido claro del papel que Él le ha llamado a desempeñar en la expansión de Su reino.
- Pídale que lo ayude a ver cómo puede ser de apoyo para aquellos que están en la vanguardia.
- Pida a Dios que le dé poder para ser un guerrero poderoso para el bien del reino.
46 – El Pecado Imperdonable
Lea Mateo 12:31-37; Marcos 3:28-30.
En la última meditación vimos como el Señor Jesús liberó de un demonio a un hombre que estaba ciego y mudo. Aunque los presentes estaban asombrados, los fariseos atribuían la obra de Jesús a Satanás. Ellos decían que Él liberó a aquel hombre del espíritu maligno a través del poder de Satanás y su reino. Fue en respuesta a lo que aquellos líderes dijeron que Jesús comparte la enseñanza de la siguiente sección. Les recordó a los presentes que toda blasfemia y todo pecado sería perdonado excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo. Esta enseñanza necesita ser examinada aquí detalladamente.
Blasfemar es hablar palabras irreverentes o malvadas de las cosas sagradas. Noten que Jesús les dice a los que escuchaban que era posible que ellos hablaran mal del Hijo del Hombre. Este término, “Hijo del Hombre” es una referencia al Señor Jesús. Usted puede pecar y blasfemar el nombre del Señor Jesús y ser perdonado. El apóstol Pablo es un ejemplo claro de esto. Durante un tiempo en su vida el apóstol abiertamente habló en contra del Señor Jesús. Persiguió a la iglesia y a todos los que seguían a Jesús. Arrastró a muchos creyentes en Jesucristo fuera de sus hogares y trató de hacerles blasfemar Su nombre. Vemos esto en Hechos 26:11 cuando el mismo Pablo dice:
Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.
Lo sorprendente de esta historia del apóstol Pablo es que un día él conoció al Señor personalmente en el camino hacia Damasco. El Espíritu de Dios habló al corazón de Pablo aquel día y él fue transformado y perdonado de todos sus pecados y blasfemias. Muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia han blasfemado y perseguido la iglesia, pero fueron perdonados y restaurados a una correcta relación con Dios. Jesús nos dice que podemos pecar contra Él y blasfemar Su nombre y aun ser perdonados.
Sin embargo, los que pecan y blasfeman contra el Espíritu Santo, no serán perdonados ni en esta vida ni en la que está por venir. Marcos 3:29 nos dice que el que blasfema contra el Espíritu Santo es culpable de un “pecado eterno”. Un pecado eterno es aquel por el cual una persona tendrá que pagar por toda la eternidad. No hay perdón para un pecado eterno.
¿Qué es este pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo y por qué nunca puede perdonarse? Es importante señalar que Jesús habla acerca de este tema después que los fariseos dijeran que Él tenía un espíritu maligno. Lo acusaron de hacer Sus milagros en el poder de Satanás (ver Marcos 3:30). Ya hemos visto que una persona puede blasfemar al Señor Jesús y aun ser perdonado. Sin embargo, cuando el Espíritu de Dios ilumina su mente, ellos ven las cosas de manera diferente y nueva. Es posible vivir una vida de pecado y blasfemar contra Jesús y ser perdonado porque el Espíritu Santo no ha sido todavía revelado a nosotros. Entonces, ¿qué pasa si rechazamos el ministerio del Espíritu Santo que nos revela a Cristo?
El Espíritu Santo es nuestra conexión con el Señor Jesús y Su salvación. Rechazar el Espíritu Santo y la luz que Él irradia es rechazar la única esperanza que tenemos de alguna vez tener fe en Cristo. No podemos venir a Cristo sin la obra del Espíritu Santo. No podemos ver, ni oír ni entender la Palabra sin el ministerio del Espíritu Santo. Estamos ciegos, y muertos en nuestros pecados sin el ministerio del Espíritu de Dios. Él nos da oídos para oír y ojos para ver las cosas de Dios.
Es importante distinguir entre blasfemar y entristecer al Espíritu Santo. Todos nosotros hemos sido culpables de entristecer al Espíritu Santo en nuestras vidas. Muchas veces en la vida pecamos contra la dirección del Espíritu de Dios. En esta sección Jesús no está hablando de entristecer o desobedecer al Espíritu De Dios. Él está hablando a los individuos que no sólo resisten el ministerio del Espíritu Santo, sino que lo odian y lo rechazan.
Los fariseos vieron evidencia del reino de Dios en medio de ellos cuando el Espíritu obró poderosamente liberando a las personas de sus demonios y aflicciones. A pesar de eso, los fariseos, mirando al hombre que había sido liberado del espíritu maligno, dijeron que eso había sido obra de Satanás. Ellos cerraron sus corazones y mentes a la obra del Espíritu Santo. Al hacerlo, ellos también estaban cerrando sus corazones y mentes a la obra del único que podía convencerlos de la verdad y darles salvación. Rechazar el ministerio del Espíritu Santo es resistir al único que puede llevarnos a Cristo. Sin Cristo no hay esperanza de salvación ni de perdón.
Jesús compara los fariseos con un árbol que produce fruto. Él dice que es fácil determinar la salud del árbol por el tipo de fruto que produce. Si un árbol está saludable, produciría buen fruto. Por el contrario, si el árbol no está saludable producirá malos frutos. ¿Qué tipo de fruto estaban produciendo los fariseos? Ellos vieron un hombre ser liberado de un espíritu maligno que lo había mantenido atado durante mucho tiempo. Aquel hombre no podía hablar ni ver. En un instante el Señor Jesús lo liberó de su atadura. Los fariseos rechazaron aquel milagro y le dijeron al hombre que Satanás lo había sanado. Ellos no quisieron aceptar la obra del Espíritu Santo a través de Jesús. No tuvieron compasión de aquel hombre. No hubo alegría por su sanidad, no hubo reconocimiento del poder de Dios. El único fruto de sus vidas en aquel momento fue la condenación, los celos, y la rebelión. Aquel era un indicador claro de la condición de sus corazones.
Jesús comparó a los fariseos con un nido de víboras. Eran venenosos como serpientes deslizándose por la tierra, mordiendo a los que pasan e infectándolos con el veneno de sus corazones malvados. Lo que ellos habían guardado en el corazón estaba saliendo en sus palabras y actitudes. Jesús les recordó que tendrían que rendir cuentas de cada palabra dura que hubieran dicho.
Los fariseos blasfemaron porque detestaban y resistían la obra del Espíritu Santo. Ellos tuvieron la oportunidad pero escogieron resistir la obra del Espíritu de Dios en medio de ellos. No tenían excusa. Escucharon y vieron el poder del reino de Dios con sus propios ojos, pero en vez de rendirse al ministerio del Espíritu Santo, optaron por luchar contra Él en rebeldía.
El Espíritu Santo se está moviendo en medio de nosotros. Continúa moviéndose en el mundo, tocando personas y cambiando vidas. Está liberando personas de sus ataduras y de la opresión del enemigo. ¿Cuántas veces hemos resistido la maravillosa obra del Espíritu de Dios, igual que los Fariseos? Jesús eleva el ministerio del Espíritu Santo en este pasaje y nos recuerda que el Espíritu Santo es nuestra conexión con Él. Comprendemos muy poco la obra del Espíritu de Dios. Necesitamos oírlo y depender de Él de una manera nueva y fresca. Su ministerio es esencial. Sin Su ministerio no podemos tener vida. Blasfemar contra Él y cerrarle nuestros corazones y mentes, especialmente en lo que tiene que ver con la salvación, es morir eternamente.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la importancia del ministerio del Espíritu Santo?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas y ministerios?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido resistiéndose o quejándose de lo que el Espíritu Santo está haciendo en su vida y ministerio?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido condenando lo que el Espíritu de Dios está haciendo en el ministerio de otra persona?
- ¿Cuál es la diferencia entre blasfemar el Espíritu Santo, que nunca será perdonado, y entristecer el Espíritu Santo que puede ser perdonado?
Para Oración:
- Pida a Dios que abra su corazón y su mente a la obra del Espíritu Santo en su vida y ministerio.
- Pida a Dios que le perdone por las veces que usted condenó o se resistió a lo que el Espíritu de Dios estaba haciendo porque no entendía.
- Agradezca al Señor por el ministerio del Espíritu Santo que le dio vida en Cristo.
47 – Buscando una Señal
Lea Mateo 12:38-451-37; Lucas 11:24-26.
Los fariseos habían acusado a Jesús de sanar a un hombre por medio del poder de Satanás. Ellos rechazaron Sus milagros. A la luz de este trasfondo, es interesante que los Fariseos fueran ahora a Jesús y le pidieran una señal. Muchos de los que iban a Jesús tenían necesidades específicas. Algunos llevaban a los enfermos y con necesidades de sanidad. Otros iban con cargas en el corazón. No hay evidencia en este punto de que los fariseos fueran a él con alguna necesidad en especial. Simplemente fueron a exigir un milagro para probar que Él era de Dios.
Puede ser que esos fariseos en particular no estaban de acuerdo con lo que los otros declaraban acerca de que Jesús ministraba en el poder de Satanás. Puede que quisieran más evidencia de sus habilidades para decidir por ellos mismos si Él era de Dios.
Sin embargo, Jesús se rehusó a darles cualquier otra señal; les dijo, “¡La generación mala y adúltera demanda señal!” (Mateo 12:39). Cuando Jesús miraba a las personas de aquella generación y particularmente a aquellos Fariseos, él veía sus corazones; vio que eran malvados y adúlteros. Él sabía que ellos no tenían intención de vivir para Él o de seguir Sus propósitos. Sabía que aunque ellos iban a escucharlo, sus corazones estaban muy lejos de Él. Ellos querían ver Sus milagros y experimentar Sus bendiciones, pero no tenían intención de vivir para Él.
Jesús no está diciéndonos que no debemos buscar una señal de Él. Hay ocasiones en las que necesitamos una señal. Ha habido momentos en mi vida en los que no he estado seguro de la dirección en la que el Señor quería llevarme. He tenido que pedirle que me confirme si cierto camino es verdaderamente de parte de Él. El Señor ha usado frecuentemente señales de varios tipos para confirmar mi camino o si tengo que reorientarme hacia otro. Necesitamos comprender que el Señor está hablando con una generación “malvada y adúltera” en este contexto. Estas personas no querían creer en Él. Estaban interesados en que Jesús los entretuviera con señales y milagros, pero no querían comprometerse con Él. Sus corazones eran malvados. Hay una gran diferencia entre lo que aquellas personas le estaban pidiendo a Jesús aquel día y lo que el creyente sincero está pidiendo como confirmación del propósito o voluntad de Dios.
La única señal que sería dada a aquella generación, según Jesús, sería la señal del profeta Jonás. Jesús les dijo que igual que Jonás estuvo tres días con tres noches en el vientre del pez, así también Él estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra, esto se refiere al sepulcro. Jesús les dijo que Su muerte y resurrección serían la única señal que recibirían. El Señor Jesús conquistaría la muerte misma. Esa señal probaría que el Padre lo había aceptado a Él y a Su obra. Probaría que Él es Señor de Señores y Rey de reyes, el conquistador del pecado, de la muerte y de Satanás.
Jesús habló a aquéllos que lo escuchaban aquel día que los hombres y mujeres de Nínive que no eran ni siquiera judíos se levantarían en juicio en contra de la generación del día de Jesús. Cuando Jonás fue a aquel pueblo pagano ellos se arrepintieron de sus pecados y se rindieron a la voluntad de Dios. Jesús era más grande que Jonás y aun así aquella generación lo rechazaba. Ellos responderían por su rechazo al Hijo de Dios que vivió, trabajó y ministró entre ellos.
No podemos juzgar la validez de un ministerio por la cantidad de seguidores que tiene. Las personas del tiempo de Jonás aceptaron su mensaje y se arrepintieron. La actitud de Jonás dejaba mucho que desear. Él no amaba a las personas de Nínive. Se había rebelado en contra del Señor y luchó en contra de Su voluntad. A pesar de eso, él vio una nación completa arrepentirse de sus pecados. El Señor Jesús, por su parte, como el perfecto Hijo de Dios, fue rechazado. Usted puede tener muchos seguidores y no estar bien con Dios.
Jesús siguió diciéndole a los Fariseos que la Reina del Sur también de levantaría para juzgar su generación. La Reina del Sur es una referencia a la Reina de Saba que fue a ver a Salomón porque oyó sobre sus riquezas y sabiduría (ver 1 Reyes 10). Cuando ella conoció a Salomón quedó asombrada con lo que vio. Reconoció que la mano de Dios estaba en Salomón y Su reino. Los judíos de aquel tiempo, a diferencia de la Reina de Saba, que era una pagana, no reconocieron la mano de Dios en la vida de Jesús. Ellos siguieron pidiendo señales, pero no pudieron ver las que estaban justo delante de ellos. La evidencia que tenían en el ministerio del Señor Jesús era suficiente. No necesitaban más. Serían juzgados porque rechazaron la clara evidencia que ya tenían.
El Señor contó la historia del espíritu inmundo que sale de un hombre y anda por lugares buscando reposo; al no encontrar otro lugar decide regresar a la persona que había estado oprimiendo. Como ese espíritu había sido derrotado y expulsado de esa persona decidió buscar refuerzos, encontró siete espíritus más para que fueran con él y juntos regresan más fuertes que nunca a la persona que había sido poseída. El resultado es que esa persona que una vez había sido liberada del espíritu inmundo estaba en peor condición que antes.
¿Qué tiene que ver esta enseñanza sobre el espíritu inmundo con los Fariseos pidiendo otra señal? Jesús les dijo que aunque ellos habían sido liberados de espíritus inmundos en Su ministerio y habían experimentado Su increíble poder sobre el pecado y la enfermedad, su condición final sería peor que al principio porque no escucharon ni se arrepintieron de sus pecados. Por su rechazo al Señor Jesús ellos abrieron la puerta para que entrara un mal mayor a su tierra. Al dar la espalda a la evidencia que tenían, abrieron la puerta a Satanás para que viniera con refuerzos a conquistar sus corazones. Eso sería evidente en lo que estaba por suceder. Muy pronto la gente que estaba allí pidiendo una señal estaría pidiendo a gritos que crucificaran a Jesús. Ellos se convertirían en instrumentos en manos del enemigo para matar al Hijo de Dios que había sanado sus enfermedades y expulsado sus demonios.
Para Consideración:
- ¿Cuándo es aceptable pedir una señal a Dios?
- ¿Por qué Jesús condena a la gente de Su generación? ¿Por qué es más difícil para las personas “religiosas” aceptar la afirmación de Cristo de que son pecadores?
- ¿Qué nos enseña Jesús sobre la naturaleza de la batalla que tenemos delante de nosotros? ¿Qué papel juegan los espíritus inmundos en la batalla espiritual alrededor de nosotros?
- ¿Qué evidencia existe en su vida de que Jesús es todo lo que Él afirma ser?
- ¿Dios nos guía dándonos señales en la actualidad?
Para Oración:
- Pida al Señor que abra sus ojos a la evidencia de Su obra a su alrededor.
- Agradezca al Señor porque Él es más fuerte que el enemigo. Agradézcale porque Él le ha dado la victoria sobre Satanás y sus espíritus malignos.
- Pida al Señor que le dé gracia para superar los ataques del enemigo. Pídale que le capacite para ponerse toda la armadura de Dios.
- Pida al Señor que le perdone por las muchas veces que usted ha dudado de la clara evidencia de Su amor y dirección en su vida.
- Pida a Dios que le ayude a ser más obediente a su dirección y liderazgo en su vida.
48 – La Verdadera Familia de Cristo
Lea Mateo 12:46-50; Marcos 3:31-35; Lucas 8:19-21
La gente se iba juntando alrededor de Jesús y sus discípulos. Iban con sus necesidades, los rodeaban apretadamente. Marcos 3:20 nos dice que Jesús y los discípulos ya no podían ni comer. En aquel tiempo un hombre poseído fue liberado del demonio. La reacción de la multitud fue variada. Algunos estaban maravillados. Los fariseos rechazaron el milagro diciendo que había sido hecho por medio del poder de Satanás. A la luz de todo lo que estaba ocurriendo, Marcos nos dice que la familia de Jesús fue a buscarlo. En Marcos 3:21 leemos lo siguiente:
Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Muy probablemente debido a la gente, la familia de Jesús mandó a avisarle con alguien que querían hablar con Él. Marcos 3:21 dice que lo hicieron para alejarlo de la multitud. Mientras que María, su madre, estaba obviamente preocupada por Jesús, su hermano simplemente no creía y puede haber estado un poco avergonzado por causa de Él y Su ministerio.
Cuando Jesús oyó que Su familia estaba esperando para hablarle, le dijo a la gente, “¿Quién es mi madre y mis hermanos?” (Mateo 12:48) Estas palabras pueden haber asombrado a los que estaban allí. Para responder su pregunta el mismo Jesús señaló a sus discípulos y le dijo a la multitud que esos hombres eran Su familia, y lo eran porque creían en Él. Eran su familia porque lo habían aceptado a Él y Su ministerio. Él tenía más en común con aquellos hombres que con su familia biológica. Jesús continuó diciendo que cualquiera que hiciera la voluntad de Su Padre en el cielo sería su hermano, su hermana o su madre (Lucas 8:21).
Hay muchas cosas que necesitamos ver en este pasaje. Noten que Jesús les está diciendo que pertenecemos a una familia. Debido a que somos parte de una familia, experimentamos el apoyo y la intimidad que son parte de esa familia. No estamos solos en nuestro andar cristiano. Dependemos los unos a los otros en esta gran familia. Todos necesitamos el aliento, el apoyo y la fuerza queda esta familia.
En segundo lugar, note que no todos pertenecen a la familia de Dios. ¿Son sólo los que hacen la voluntad del Padre los que son parte de Su familia? ¿Qué es la voluntad del Padre? La voluntad del Padre es que acepten a Su Hijo y la obra que Él ha hecho por nosotros. Usted no puede hacer la voluntad del Padre si ha rechazado al Hijo que Él ha enviado. Sólo los que aceptan al Hijo y su obra son parte de esta familia. Los mismos hermanos de Jesús no eran todavía parte de aquella familia espiritual.
Noten también que Jesús se llamó a sí mismo nuestro hermano. Él es Señor y Rey, sin embargo, se identifica a sí mismo como hermano. Este término es significativo y nos muestra que Él se identifica con nosotros. Él entiende lo que estamos pasando. Él sufre con nosotros. Siente nuestra agonía. Él extiende Su mano y se preocupa por nosotros. Es nuestro protector y el único en quién podemos confiar. Como Señor, no vacila en rebajarse a nuestro nivel. Comparte nuestra humanidad y sufrimiento. Nos comprende como sólo un hermano puede hacerlo. ¡Qué maravilloso es tener un Dios que es a la vez un hermano comprensivo!
Para Consideración:
- Hay una enseñanza que dice que los hijos de Dios son toda la gente. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre los que pertenecemos a la familia de Dios?
- ¿Qué aliento toma usted del hecho de que el Señor Jesús es nuestro hermano?
- ¿Tiene familiares que no lo aceptan por su posición con respecto al Señor? ¿De qué manera usted se siente alentado en el hecho de que el Señor Jesús puede identificarse con usted en esto?
- ¿Cuáles son algunas de las bendiciones de ser parte de la familia de Dios?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él se identifica con usted como un hermano.
- Agradezca al Señor por las bendiciones especiales que usted tiene al ser parte de una gran familia.
- ¿Usted conoce personas que no son parte de la familia de Dios? Pida al Señor que abra sus corazones al Señor Jesús y Su obra.
- ¿Qué papel desempeña usted en la familia espiritual de Dios? ¿Se ha mantenido fiel en ese papel?
49 – La Parábola del Sembrador
Lea Mateo 13:1-23; Marcos 4:1-25; Lucas 8:4-18
Hablando con los fariseos sobre la liberación del hombre que había estado poseído por un demonio, Jesús les dijo que ese hecho era evidencia del reino de Dios en medio de ellos. El reino del que hablaba Jesús no era un reino físico. Era un reino espiritual que estaba conquistando los corazones de hombres y mujeres y restaurándolos a una correcta relación con Dios.
La alusión al reino de Dios era central en las enseñanzas de Jesús. En la siguiente sección examinaremos algunas de las enseñanzas de Jesús sobre el reino de Dios. Estas vienen en forma de parábolas. Una parábola es una historia terrenal con un significado espiritual. En las meditaciones que siguen a continuación examinaremos las parábolas de Jesús relacionadas con el reino de Dios.
En esta ocasión particular, el Señor Jesús estaba sentado junto al lago. No se nos dice por qué estaba allí. Me gusta pensar que está tomando un tiempo de quietud con Su Padre, pero no estamos seguros. Pero no pasó mucho tiempo antes que fuera descubierta Su presencia. La multitud comenzó a rodearlo. Lucas 8:4 nos dice que venían “de cada ciudad”. Para alejarse un poco de ellos, el Señor se subió a un bote y se adentró un poco en el agua mientras que la gente estaba parada en la orilla, escuchándolo hablar.
Les dijo muchas cosas aquel día. Particularmente les dijo la parábola de un campesino que salió a sembrar su semilla.
Al echar sus semillas en la tierra, algunas cayeron en el camino y las aves fueron y se las comieron. Otras semillas cayeron en lugares rocosos donde no había mucha tierra y aunque brotaron rápido, las raíces no entraron profundamente. Cuando salió el sol, las frágiles plantas se quemaron y se secaron. Otras semillas cayeron entre espinas y al crecer fueron ahogadas por la maleza. Sin embargo, otra parte de la semilla cayó en buena tierra y produjo fruto de a ciento, sesenta y treinta veces lo que se había sembrado.
La historia que Jesús contó era extremadamente simple. Los presentes se identificaban con lo que estaba diciendo. Lo que no era muy obvio para ellos era la verdad espiritual que el Señor estaba tratando de comunicar con aquella historia. Noten que cuando Jesús terminó les dijo que el que tuviera oídos para oír que oyera lo que les estaba enseñando. No todos podrían entender lo que Jesús estaba diciendo. Ellos entendieron que Él estaba diciendo cosas a nivel terrenal, pero el significado espiritual estaba completamente escondido para ellos.
Ni los discípulos entendieron lo que Jesús estaba diciendo. Sabían que había un significado oculto pero no podían encontrarlo. Marcos 4:10 nos dice que Jesús sólo explicó el significado de esta parábola cuando estuvo solo con los doce discípulos. Jesús no parece haber explicado ésta a la multitud reunida allí, sino que dejó que entendieran por ellos mismos, lo que dejó perplejos a los discípulos. ¿Por qué Jesús enseñaría a la multitud de aquella manera? ¿Por qué hablaría a ellos en parábolas e historias que no entendían?
Para responderles, Jesús les dijo a Sus discípulos que el conocimiento del secreto del reino de los cielos había sido dado a ellos para que lo entendieran. Sin embargo, a aquella multitud no se le había dado ese entendimiento. Los discípulos de Jesús comenzaban a comprender el concepto del reino de los cielos. Veían evidencia del reino abriéndose paso en las tinieblas de aquel mundo malvado. Veían su poder aplastando al poder de Satanás en las vidas y en los corazones. La multitud no entendía aquello. Todo lo que veían era a los enfermos siendo sanados y a los hambrientos siendo alimentados. Ellos no veían aquellos milagros como un conflicto entre el reino de Dios y el de Satanás. La gente estaba buscando un reino político en el que pudieran vivir en paz y seguridad.
Jesús les dijo a Sus discípulos en Mateo 13:12 que el que tuviera le sería dado más pero el que no tenía perdería incluso lo que tiene. En otras palabras, a los que les han dado mente para entender las cuestiones espirituales su entendimiento será ampliado. Los que no tienen mente para entender esas cosas, o que se negaron a aceptar lo que Jesús estaba enseñando, perecerían. Esta afirmación nos dice dos cosas importantes.
Primero, no hay esperanza para los que le dan la espalda a la enseñanza central de Cristo acerca del reino de Dios. Jesús vino a establecer Su reino en esta tierra. Toda la tierra ha sido entregada al pecado y a Satanás. El enemigo mandaba en las mentes y corazones de cada persona que nacía en esta tierra. Jesús vino a romper el poder de ese reino. Vino a liberar a Su pueblo del dominio de Satanás y su poder. Rechazar al Señor Jesús es quedarse en el reino de Satanás, es morir para siempre.
En cambio, noten en segundo lugar, que a los que se le han dado ojos para ver el reino de Dios y lo aceptan, recibirán más y más. Esto nos muestra que el reino de Dios se está expandiendo en los corazones y las vidas de los que se someten a Cristo como el Señor de ese reino en sus corazones. Incluso después de muchos años de conocer al Señor Jesús como mi Señor y Salvador, sé que todavía me queda un largo camino por andar. EL Espíritu de Dios continúa moldeándome. Me está formando más y más a la imagen de Cristo. Me está mostrando más y más lo que significa rendirse a Cristo y a Su Señorío en mi vida. Continúo creciendo en mi entendimiento del reinado de Cristo en mi vida. Espero que Dios continúe esa obra en mi vida y en la que está por venir.
Jesús les recordó a Sus discípulos sobre lo que dijo Isaías sobre la gente de aquel tiempo. Eran personas que veían muchas cosas pero que no veían la verdad. Escuchaban muchas cosas pero no trataban de buscar el significado de lo que escuchaban. Dios se reveló en maneras poderosas en el Antiguo Testamento pero la gente no lo honró como su Dios. Eso fue porque sus corazones eran duros. Se resistían a la verdad. Si hubieran aceptado lo que oyeron y vieron, podrían haber sido salvos.
A diferencia de las personas del tiempo de Isaías, a los discípulos se les habían dado ojos para ver y oídos para oír lo que Jesús estaba enseñando. Ellos estaban dispuestos a aprender. Estaban abiertos a los que Jesús tenía que decir. Ese no era el caso de las personas que estaban reunidas allí aquel día. Él sabía que no estaban listas para oír lo que él estaba enseñando. Jesús enseñaba lo que la gente podía entender pero no invertía tiempo ni esfuerzos diciéndoles verdades que ellos no aceptaban y que no querían escuchar.
Jesús explicó a los discípulos lo que significaba la parábola del sembrador. Les dijo que cuando alguien oye el mensaje del reino de los cielos y no lo entiende, el enemigo viene y lo arrebata de sus corazones para que no eche raíces y crezca. Satanás odia el mensaje del reino de Dios. Ese es el mensaje del Señor Jesús que vino a conquistar el pecado y el mal. Satanás quiere esconder ese mensaje. Hará todo lo que esté a su alcance para evitar que la semilla del reino germine en los corazones de los hombres. La semilla que cayó en el camino es el mensaje que es robado de los corazones de hombres y mujeres por Satanás y sus ángeles. La tierra del camino está dura porque muchas personas la pisotean. Jesús compara los corazones de este primer grupo con la tierra dura del camino. La semilla que no entra en la tierra, no echará raíces.
La semilla que cae entre las rocas es como la gente que escucha la palabra de Dios y se regocija en lo que oye. Se emocionan al escuchar sobre el reino de Dios. Les gustan los milagros y las señales. Les gustan las demostraciones de poder y las bendiciones, pero cuando vienen las pruebas y la persecución se apartan. Como muchos en nuestros días, ellos quieren bendiciones pero no están preparados para dejar todo en el altar.
La semilla que cayó en los espinos es como el que oye la Palabra de Dios y el mensaje del reino pero se afana con las preocupaciones del mundo. El resultado es que crecen por un tiempo pero en poco tiempo se sienten atraídos por las cosas del mundo. El enemigo los distrae y ellos se van en pos de los placeres del mundo y sus posesiones. El resultado es que no producen frutos espirituales. No tiene ningún valor para el reino.
La última semilla cayó en buena tierra. Esta es como los que oyen la palabra de Dios y la aceptan. Estas personas se ofrecen al Señor gustosamente, le sirven y lo honran. Están dispuestos a entregar sus vidas por el reino. Son creyentes sinceros que producen muchos frutos para el reino.
De acuerdo con Marcos y Lucas, Jesús dijo que el verdadero creyente es el que permite que su luz alumbre para que los demás puedan ver. Él retó a Sus discípulos a actuar conforme a lo que ellos le habían escuchado hablar acerca del reino de Dios. Les dijo que la medida que usaran les sería devuelta. Si no hacían nada, no recibirían nada a cambio. Si, por el contrario, se entregaban completamente al reino recibirían las bendiciones del poderoso Dios. Al salir a servir al reino, recibirían en proporción a su fe. Dios les daría todo lo necesario para cumplir la tarea.
Jesús enseña que el reino de Dios está en medio nuestro conquistando el reino de Satanás. Las semillas del reino están siendo sembradas. El enemigo le teme al mensaje de ese reino y hace todo lo posible para ocultar su realidad. Roba el mensaje de algunos corazones, ahoga el mensaje en otros. A pesar de sus esfuerzos, el mensaje del reino de Dios está siendo plantado en los corazones que están listos para recibirlo, produciendo frutos en las vidas de los verdaderos hijos de Dios. Ellos reciben el mensaje, se rinden a él y someten sus vidas al servicio del reino. Dios promete proveer para todos los que se rinden a Su reino y Señorío. Él los capacita para la batalla y los usa para cumplir sus propósitos.
El reino de Dios continúa expandiéndose en nuestros días. A diario, hombres y mujeres, muchachos y muchachas, están aceptando al Señor Jesús y rindiéndose a su reinado en sus vidas. La semilla del reino continúa siendo plantada en tierra buena, crece y produce frutos. Satanás hace todo por derrotar el reino de Dios pero a pesar de sus grandes esfuerzos el reino continúa creciendo. Que continúe creciendo en su vida y en la mía.
Para Consideración:
- ¿Alguna vez ha conocido personas como las que se describen en esta parábola? ¿Qué tipo de semilla caracteriza su vida?
- ¿Cuán importante es la enseñanza acerca del reino de Dios de acuerdo con Jesús? ¿Qué evidencia existe de la presencia del reino de Dios en su vida, su iglesia y en la sociedad?
- ¿Cómo definiría usted el reino de Dios?
- El reino de Dios está en guerra. ¿Cómo debe influir esto en la manera en que vivimos nuestra vida?
- ¿Qué tipo de medida está llevando usted al Señor en su ministerio y en su vida personal? ¿Desea crecer en fe y en servicio?
Para Oración:
- Pida al Señor que le ayude a ser un guerrero fiel en la batalla que tiene frente a usted.
- Agradezca al Señor porque Él promete darnos todo lo que necesitamos para cumplir el trabajo del reino. Tome un momento para considerar lo que el Señor le pediría que hiciera por el reino. Pida a Dios que provea todo lo que usted necesita para cumplir con el papel que Él tiene para usted.
- Pida a Dios que abra los ojos de los que lo rodean a la realidad del reino de Dios.
- Tome un momento para orar por sus amigos y seres queridos que no conocen al Señor o que no entienden su necesidad de abrir sus corazones al reino de Dios.
50 – La Parábola del Crecimiento de la Semilla
Lea Marcos 4:26-29
Esta parábola se encuentre sólo en el Evangelio de Marcos. Jesús estaba enseñando sobre el reino de Dios. En esta segunda parábola, Jesús volvió a comparar el reino de los cielos con una semilla. Él ilustró esto con la historia de un hombre que salió a sembrar su semilla. De la parábola anterior entendemos que la semilla se refiere a la Palabra de Dios. Es importante recordar que a nosotros nos ha sido dada la tarea de esparcir la semilla. Jesús habla sobre un hombre (o mujer) que salió a esparcir la semilla. Como siervos de Dios somos llamados a ser sembradores de la semilla de la Palabra. La siembra se hace de diferentes formas. Para mí, en lo personal, es a través de lo que escribo. Otros esparcen la semilla en conversaciones casuales con las personas que los rodean. Y otros lo demuestran por la manera en que viven sus vidas. No todos sembraremos de la misma forma, pero todos hemos sido llamados a sembrar la semilla de la Palabra de Dios en los corazones de todos los que están alrededor nuestro.
Hay algo muy poderoso acerca de la semilla. Ésta crece cuando ésta se siembra en buena tierra. Jesús les recordó a los presentes que cuando se siembra la semilla crecerá por sí misma. El sembrador estará durmiendo en su cama pero la semilla seguirá germinando y creciendo en la tierra. Para nosotros esto constituye una lección importante.
La semilla de la Palabra de Dios crece sin nuestra ayuda La tarea del sembrador es sembrarla. ÉL no tiene el poder para hacerla crecer. Dios ha puesto vida en la semilla. En Hebreos 4:12 dice el autor que la Palabra de Dios es una Palabra viva:
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Igual que una semilla, la Palabra de Dios tiene poder para echar raíces en las vidas de aquellos que la reciben. Esta es la obra del Espíritu Santo que da vida a la Palabra. Es una palabra poderosa con la habilidad de transformar vidas.
Aunque entendemos el poder de la semilla en el mundo de los cultivos, muchas veces no lo entendemos en el mundo espiritual. Tenemos más fe en la semilla que sembramos en la tierra que en la que plantamos en el corazón y en la vida de hombres y mujeres. Entendemos nuestra incapacidad para hacer que crezca la semilla que pusimos en la tierra, pero sentimos que necesitamos hacer algo más para que crezca la semilla de la Palabra que pusimos en el corazón de la gente. Jesús nos dice que la semilla tiene el poder para crecer por sí misma. Usted no puede darle vida a esa semilla porque ella ya tiene vida. Sentimos que necesitamos convencer y persuadir a hombres y mujeres. Jesús nos dice simplemente que sembremos la semilla. Si usted y yo plantamos la Palabra, Dios hará el resto. Dios soplará aliento de vida en esa semilla y hará que sus raíces crezcan hasta lo profundo del corazón de la tierra.
Vea lo que Jesús dice en Marcos 4:28:
Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.
Note cómo Jesús les dice a los presentes que la semilla produce fruto “por sí misma”. El sembrador la siembra y se va a casa a dormir. Su trabajo está hecho. El resto pertenece al Señor. El profeta Isaías lo dice así en Isaías 55:11:
Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Lo importante que debemos notar aquí es que la semilla necesita ser sembrada para que produzca vida. Esa semilla puede estar en un estante durante años y nunca producir vida. Si usted quiere que produzca fruto necesita plantarla en la tierra. Nuestra tarea es sembrar la semilla. El trabajo de Dios es hacer que crezca. La Palabra que hemos sembrado es poderosa. Cuando entra en contacto con un corazón receptivo echará raíces profundas. Por sí misma echará retoños y producirá frutos maravillosos en la vida del que la recibe.
Hay muchas lecciones importantes que es necesario aprender de esta parábola. Debemos primeramente entender el poder de la Palabra de Dios. Podemos sembrar con gran confianza sabiendo que al hacerlo la semilla producirá fruto. Esto constituye un gran aliento para mí al escribir este comentario. La palabra que estoy sembrando recorrerá el mundo. Por la gracia de Dios ésta será sembrada en corazones receptivos. El resultado es que producirá frutos en los corazones del pueblo de Dios y el reino será expandido. Puede que yo nunca vea ese fruto, pero puedo confiar en que cuando siembro la semilla, ésta producirá el fruto que Dios quiere. Sea fiel en su predicación. Sea fiel en su evangelismo y en dar aliento a los demás. Hable la Palabra. Siémbrela en los corazones de las personas que usted conoce y déjela crecer.
El segundo aspecto que debemos entender es nuestra incapacidad para hacer que la semilla crezca; ella crece por sí misma. Somos llamados a sembrar y a confiar en que Dios hace el resto. Eso nos coloca a todos en el mismo nivel. Dios no está buscando gente poderosa. El poder está en la Palabra. Él simplemente está buscando personas que vivan esa palabra y la compartan con los que encuentran.
La semilla de la Palabra es muy poderosa. Es nuestra mejor arma contra el enemigo. A él no le gusta la Palabra de Dios porque revela la verdad y cambia vidas. La verdad de la Palabra libera a las personas de las mentiras y los engaños de Satanás. Que esto nos sirva de aliento en nuestros esfuerzos. Sigamos sembrando y diseminando la Palabra. Recordemos el poder de esa semilla para crecer y producir vida por ella misma. Una de las más grandes herramientas del Reino de Dios es la Palabra que Él nos ha dado. Es activa y viva y liberará a la gente de las ataduras de Satanás.
Para Consideración:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del poder de la Palabra de Dios?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido tratando de hacer que la semilla de la palabra crezca en la vida de alguien?
- ¿Cómo ha estado usted sembrando la Palabra de Dios? ¿Qué dones le ha dado Dios y cómo está usted actualmente usándolos para esparcir las buenas nuevas de la Palabra de Dios?
Para Oración:
- Agradezca al Señor por el maravilloso poder de Su Palabra.
- Pida a Dios que lo capacite para ser un mejor “sembrador de la semilla”. Pídale que le muestre cómo y dónde Él quiere que usted siembre.
- Pida a Dios que le perdone por su falta de confianza y de fe en el poder de Su Palabra para transformar vidas.
51 – La Parábola del Trigo y la Cizaña
Lea Mateo 13:24-30
Jesús estaba enseñando sobre el reino de Dios. En esta parábola, Él compara nuevamente el reino con la semilla que se siembra en la tierra. Narra la historia de un hombre que sembró la semilla en buena tierra. Mientras dormía el enemigo vino y sembró malas hierbas entre la buena semilla. Cuando creció la buena semilla, también crecieron las malas hierbas. Su huerto pronto estuvo lleno de buenas plantas y de malas hierbas creciendo juntas.
Noten que aunque el enemigo pudo sembrar maleza entre las buenas plantas, las dos eran muy diferentes. Cualquiera que tenga experiencia en desyerbar un huerto sabe que no siempre es fácil identificar una buena planta de una mala hierba cuando están brotando juntas en la tierra. La diferencia, sin embargo, se hará más obvia con el tiempo.
Es necesario comprender que el enemigo no dudará en sembrar malas semillas, éstas se infiltran en nuestras iglesias. Dan malos ejemplos y deterioran el testimonio de la iglesia. Las malas semillas desalientan a los verdaderos siervos de Dios y los alejan del camino que Dios ha puesto delante de ellos. Al sembrar malas hierbas entre la buena semilla, el enemigo está tratando de entorpecer la obra del reino de Dios.
Hay algo seguro en este pasaje, en este mundo está teniendo lugar una batalla violenta. El reino de Dios está avanzando y el reino de las tinieblas no está feliz. Como cualquier guerra, no debemos asombrarnos que somos el blanco de los ataques del enemigo. Las cosas no serán fáciles para los creyentes. El enemigo quiere sembrar confusión y caos en el Reino de Dios. Veremos a verdaderos siervos de Dios ser atacados por el desaliento y tentaciones de todo tipo. Sería maravilloso decir que pertenecemos al Señor Jesús y que el enemigo no puede tocarnos, pero eso sería negar la realidad de la batalla espiritual que está sucediendo en nuestro alrededor. El centro de los ataques de Satanás es el Reino de Dios. El enemigo no quiere que ese Reino se propague y hará todo lo que esté a su alcance para destruirlo. Nosotros seremos el blanco de sus flechas. Él tratará de engañarnos, sembrará sus malas hierbas en nuestra mente. Las verá salir en los lugares menos esperados. Esas malas hierbas de ira y resentimiento se levantarán en las reuniones de su iglesia o en sus cultos de adoración. El enemigo acercará a la iglesia personas que no aman al Señor pero que muestran señales de ser creyentes. Usará incluso a creyentes sinceros para traer división y caos en el cuerpo de Cristo. Necesitamos tener discernimiento en esta batalla.
Jesús está diciendo aquí que las cosas no siempre estarán limpias y ordenadas para nosotros. A medida que el Reino de Dios se propaga en el mundo, el enemigo estará muy activo oponiéndose a este avance. Habrá confusión. Esa es la naturaleza de la batalla. Los creyentes tendrán que ser precavidos y capaces de discernir. El enemigo es engañoso y astuto. Se infiltrará en nuestras filas, procurando engañar y oponerse a la obra que Dios está haciendo. En este momento de la historia, el Reino de Dios avanza en medio de pruebas y tribulaciones. El día ya viene en que nuestro enemigo será destruido, pero por el momento debemos esperar una batalla.
En esta parábola, Jesús enseña que aquel día el sirviente le preguntó al amo si quería que sacara las malas hierbas. Él amo le dijo que debía dejar que la cizaña creciera con el trigo porque al tratar de sacarla podía también arrancar el trigo. El amo le dijo que llegaría el día en que los segadores irían a su campo a recoger la cosecha, entonces la cizaña sería atada y echada al fuego; y el trigo sería recogido y guardado en su granero.
Hay muchos detalles que necesitamos entender en este versículo. Note primeramente la gentileza y la preocupación del amo. Él no quiso que su siervo arrancara la cizaña para que no sacara plantas de trigo también. Cualquiera que haya desyerbado un huerto sabe lo fácil que resulta arrancar las plantas buenas junto con la mala hierba. Algunas veces las raíces de las malas hierbas están enredadas con las de las plantas buenas y es casi imposible sacar las malas sin arrancar las buenas con ellas. Lo que es importante para nosotros entender es que el amo estaba preocupado por todas y cada una de sus plantas buenas. No quería que se perdiera ni una sola.
En Segundo lugar, vea que las buenas plantas crecen en medio de malas hierbas. El Reino de Dios se está expandiendo en medio del reino del pecado y de la maldad. A nuestro alrededor hay tinieblas de maldad. Nosotros brillamos en esas tinieblas. Dios no nos quita de este mundo, sino que nos deja aquí para que seamos luz en él. Satanás está haciendo sus mayores esfuerzos para ahogar el fruto del reino de Dios, pero seguimos produciendo fruto. Como creyentes necesitamos aprender la forma de vivir vidas que honren a Dios en medio de este mundo de tinieblas y de maldad.
También vea que este no es tiempo para el juicio, ese tiempo ya vendrá. Por el momento, es el tiempo de la expansión del Reino de Dios. Hay creyentes que pasan su tiempo juzgando y criticando a los demás. No pueden aceptar la forma en la que los demás ven o hacen las cosas. Dios usa todo tipo de personas y ministerios para la expansión de Su Reino. Cuantas veces en nuestra ansiedad por librarnos de las malas hierbas hemos sido un obstáculo o hemos destruido ministerios vitales. En vez de avanzar el Reino, algunas personas pasan su tiempo peleando y juzgando a los demás. Esta parábola nos recuerda que las cosas no serán perfectas en la batalla que tenemos delante de nosotros. El momento del juicio vendrá, pero por ahora, tenemos que expandir Su reino.
El apóstol Pablo tuvo que lidiar con esto mismo cuando estuvo en prisión. Reconoció que debido a su encarcelamiento muchas personas fueron movidas a salir a predicar el evangelio. No todos ellos predicaron las Buenas Nuevas del Reino como debían. A pesar de esto, Pablo se regocijaba porque la palabra de Dios estaba avanzando. Vea lo que dijo en Filipenses 1:14-16:
Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.
Pablo escogió no juzgar los motivos ni las intenciones de aquellos que estaban predicando el evangelio a su alrededor. Dejó el juicio al Señor. Jesús no nos está diciendo que no debemos lidiar con el pecado que hay a nuestro alrededor. Sin embargo, lo que nos está diciendo es que las cosas no siempre van a estar claras para nosotros. Las personas son diferentes a nosotros. Por ahora, tenemos que servir en medio de cierta confusión. El enemigo nos rodeará. Los hermanos y hermanas que están junto a nosotros no siempre verán las cosas como nosotros las vemos. La expansión del Reino de Dios es a veces confusa. Sin embargo, no podemos darnos el lujo en este momento de pasar tiempo juzgando las motivaciones y los métodos de los demás. Lo que es realmente importante es que el Reino de Dios se extienda en nuestros corazones y en los de los que nos rodean.
Para Consideración:
- ¿Qué aprendemos en este pasaje acerca de la batalla espiritual que está ocurriendo en medio nuestro?
- ¿Qué tipo de malas hierbas ha sembrado el enemigo a nuestro alrededor?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido juzgando a otros que están batallando a su lado? ¿A quién particularmente ha estado usted juzgando?
- ¿Cuál es la diferencia entre la mala hierba y la buena semilla? ¿Todas las semillas lucen igual? Explique.
- ¿Cuál es su papel en la extensión del Reino de Dios?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé una mayor tolerancia para los que hacen las cosas de forma diferente a usted.
- Pida al Señor que lo mantenga fiel en medio de la batalla que está teniendo lugar a su alrededor.
- Pida al Señor que le muestre cuál es su papel en la extensión de Su Reino.
- Tome un momento para orar al Señor para que bendiga el ministerio de un hermano o hermana que sea diferente a usted.
- Pida al Señor que le dé valor para enfrentar las dificultades que surgen a medida que avanza el Reino de Dios en este mundo.
52 – La Parábola de la Semilla de Mostaza
Lea Mateo 13:31-32; Marcos 4:30-32; Lucas 13:18-19.
En la siguiente parábola, Jesús compara el Reino de Dios con una semilla de mostaza. En lo que respecta a semillas, la de mostaza es una muy pequeña. La semilla de mostaza se utiliza en las Escrituras para hablar de algo que parece ser, por su apariencia, insignificante. Más adelante en Su ministerio, Jesús compararía la fe con una semilla de mostaza. En Mateo 17:20 Él dijo:
Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Aunque la semilla de mostaza puede parecer insignificante, tiene un gran potencial. Esa pequeñita semilla, cuando se siembra, puede producir frutos maravillosos. Si hablamos de hierbas, esta variedad de semilla de la que Jesús estaba hablando, podía crecer más grande que cualquier otra hierba. Maduraba y se hacía un arbusto. Incluso las aves del cielo podían descansar en sus ramas. ¿Qué nos está diciendo Jesús sobre el Reino de Dios? En esta parábola necesitamos analizar varias cosas.
Es importante que notemos que el Reino de Dios no viene con gran pompa y gloria. Para los judíos de los días de Jesús, esta parábola habría sido muy difícil de entender. Cuando ellos pensaban en el Reino de Dios, esperaban algo diferente. Comparar el Reino de Dios con una insignificante semilla de mostaza habría sido extraño para las mentes de los judíos. Ellos esperaban que el Mesías viniera y conquistara Roma. Esperaban un reino físico en esta tierra en la que vivirían en paz y en la que serían gobernantes del mundo entero. Ellos esperaban grandes ejércitos y poder militar. Esperaban riquezas y prosperidad. Esperaban oro, plata, y todo lo que deseaban sus corazones. Las enseñanzas de Jesús eran realmente extrañas. La semilla de mostaza era insignificante, era pequeñita y nadie la notaba.
Hay personas en la actualidad que tienen el mismo problema, están buscando señales, igual que los judíos del tiempo de Jesús. Se niegan a aceptar al Señor porque están buscando un rayo del cielo. Esperan ver pompa y gloria. No pueden entender cómo simplemente el hecho de creer es suficiente. Jesús condenó a las personas de Su tiempo que siempre estaban pidiendo señales más grandes. Ellos no creían a menos que vieran los milagros., las señales y los prodigios. Incluso viéndolos no estaban contentos. El Reino de Dios avanza muchas veces de forma silenciosa. Avanza a través de circunstancias y personas comunes y corrientes. Avanza con palabras amables y con simples demostraciones de Cristo en la vida real. Los soldados del Reino de Dios son gente común.
He estado descubriendo que el Reino de Dios es muy común y corriente. Cuando me siento en una cafetería todos los días a escribir en mi computadora, estoy extendiendo el Reino de Dios. Cuando empaco un libro tras otro para mandar al otro lado del mundo a través del ministerio de distribución de literatura que Dios me ha dado, estoy extendiendo el Reino de Dios. Esos esfuerzos parecen ser tan cotidianos y sin embargo son parte del plan de Dios para extender Su Reino. Yo estoy plantando semillas de mostaza. Muchas veces queremos hacer maravillosas y grandes cosas para el Señor. Queremos que miles de personas lo conozcan a Él. Queremos pararnos delante de grandes multitudes. Algunos puede que lo hagan, para muchos de nosotros, el Reino de Dios se extiende a través de actos y acciones simples y comunes como “semillas de mostaza”. Plantamos una semilla de mostaza a la vez. La tarea parece ser insignificante. A veces nos preguntamos qué estamos logrando.
Lo que es importante que entendamos aquí es lo que Jesús nos dice sobre sembrar semillas de mostaza. La tarea puede no ser gloriosa, pero producirá frutos. La simple e insignificante semilla de mostaza crecerá y se convertirá en una de las más importantes plantas del huerto. Sus esfuerzos no habrán sido en vano. Aquella aparentemente insignificante acción de parte suya significará mucho para el Reino. Tome aliento en sus pequeños esfuerzos. Siga sembrando la semilla, ésta crecerá y dará frutos.
Para Consideración:
- ¿Cuáles son las actividades cotidianas en las que usted está involucrado para el Señor? ¿Cómo toma usted aliento en este pasaje para hacer estas actividades?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido buscando cosas más grandes y mejores? ¿Podría ser que Dios le está pidiendo que sea una simple semilla de mostaza?
- ¿Es posible se pase por alto el propósito de Dios en su vida porque usted está buscando un ministerio más glorioso?
- ¿Puede usted pensar en alguna vez en que un simple acto “insignificante” produjo frutos inesperados en la vida de alguien que usted conoce? Explique.
Para Oración:
- Pida al Señor que le ayude a contentarse con ser una semilla de mostaza.
- Agradezca al Señor porque Él extiende Su Reino usando medios corrientes.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted ha protestado o se ha quejado porque sintió que no le dieron una tarea mejor en la extensión del Reino. Pídale que lo ayude a aceptar el papel que le ha tocado.
53 – La Parábola de la Levadura
Lea Mateo 13:33-35; Marcos 4:33-34; Lucas 13:20.
Durante este tiempo en Su ministerio, Jesús hablaba a las multitudes en parábolas. Lo hacía porque la gente no tenía la mente de Dios para entender la verdad espiritual de la que Él estaba hablando. Mateo nos recuerda que eso había sido profetizado mucho antes de que viniera Jesús. En el Salmo 78, el Salmista predijo que el Mesías hablaría en parábolas:
Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño. (NVI)
Para Mateo, esta era una prueba de que Jesús era el Mesías que habría de venir.
Marcos 4:34 nos dice que aunque Jesús hablaba a la gente en parábolas, Él explicaba el significado a los discípulos cuando estaban solos. Él les dijo a ellos que después tenían que decirle a la gente lo que Él les había dicho en secreto.
Así que no les tengan miedo; porque no hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído, proclámenlo desde las azoteas. Mateo 10:26-27, NVI)
Jesús explicaba y revelaba esas parábolas a Sus discípulos para que ellos pudieran salir a revelarlas a la multitud. A medida que aprendían de Él era que podían ministrar a otros. La misma verdad se aplica en la actualidad. Como siervos de Dios sólo podemos compartir con otros lo que Dios nos ha revelado. Es sólo cuando nos sentamos a Sus pies y aprendemos de Él que tenemos algo que compartir con otras personas.
En esta parábola, el Señor Jesús compara el reino de los cielos con la levadura. Él Ilustra esto hablando de la mujer que hornea el pan. Ella toma la harina y pone la levadura en ella, entonces la amasa hasta que la levadura se mezcla bien con la harina. La ilustración es un ejemplo extremadamente simple y a la vez tiene poderosas lecciones que aprender.
La parábola de la levadura nos recuerda el poder interior que obra en el Reino de Dios en el corazón y en la vida de un individuo. La levadura crece dentro de la masa y la hace crecer. De forma similar, el Reino de Dios está en nuestros corazones. La levadura del Reino se mueve en cada rincón del corazón y la mente, transformándolos más a Su imagen. Esta parábola nos recuerda que el Reino de Dios no es sobre números ni grandes iglesias. No es sobre señales externas. El Reino de Dios está dentro de nosotros. EL Reino de Dios se está extendiendo en nuestros corazones y vidas. Está conquistando nuestros pensamientos y actitudes. Se extiende desde dentro, igual que la levadura, cautivando cada pensamiento y cada actitud.
Lo segundo sobre la levadura es que ésta no sólo se extiende sino que hace que la masa crezca. Lo que comenzó como un bultito de masa blanda y flexible, se convierte en un delicioso pan que satisface el hambre y sostiene la vida. Eso es lo que el Espíritu Santo quiere hacer en usted y en mí. Él quiere llenar cada parte de nuestras vidas y cambiarlas. Su presencia puede sentirse y puede verse en las vidas de los que están llenos de Él. Hay una transformación radical que ocurre en los que sabemos que Él está llenando. Esas personas son investidas de poder y transformadas.
Es necesario comprender que es la levadura la que hace el trabajo, no la masa. Muchas veces nos perdemos ese punto. Creemos que nosotros somos los que debemos cambiar. Creemos que por nuestros propios esfuerzos podemos ser como Cristo. La masa necesita la levadura si va a cambiar. Usted no puede cambiar por usted mismo. Lo que debe hacer es rendirse y dejar que la levadura haga su trabajo. El ministerio del Espíritu Santo es llenarnos y darnos poder. Sólo debemos rendirnos a su obra interior. Igual que la levadura de esta parábola, el Espíritu de Dios se mueve en cada parte de nosotros y expone las áreas que necesitan ser transformadas. Él cambia nuestras actitudes y nuestros pensamientos. Dios está expandiendo Su Reino en los corazones y las vidas de los que lo aman. Él está haciéndolo de forma silenciosa pero poderosa. Si usted mira su vida debe ver evidencias del Reino de Dios. Usted verá el cambio que está ocurriendo en su corazón. El Reino de Dios se está extendiendo en cada lugar donde haya un corazón que se inclina en total sometimiento al Señor Jesús. Que Dios nos enseñe a rendirnos a lo que Él está haciendo en nuestros corazones y vidas.
Para Consideración:
- Vemos aquí como los discípulos compartían lo que el Señor les estaba enseñando a ellos. ¿Qué le ha estado enseñando el Señor a usted? ¿Cuán importante es nuestro tiempo con Él? ¿Cómo impacta ese tiempo su ministerio con otras personas?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la obra del Reino de Dios en los corazones y en las vidas del pueblo de Dios?
- ¿Qué nos enseña esta parábola sobre la inutilidad de intentar servir o vivir la vida cristiana por nuestra propia fuerza?
- ¿Qué evidencia hay en su vida de que el Reino de Dios se está extendiendo?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas?
Para Oración:
- Pida al Señor que le muestre cualquier área de su vida que no está completamente sometida a Él.
- Pida al Señor que abra su corazón y su mente a la obra interior del Espíritu Santo.
- Agradezca al Señor porque Él quiere transformarnos a Su imagen.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted no se ha rendido a la obra de Él en su vida.
54 – La Parábola del Trigo y la Cizaña Explicada
Lea Mateo 13:36-43
Cuando Jesús estaba solo con Sus discípulos les explicaba el significado de las parábolas que había estado enseñando. Tenemos un ejemplo de esto en Mateo 13. En este pasaje, Jesús les explica el significado de la parábola de la mala hierba que aparece en Mateo 13:24-30.
Eran los discípulos los que le pidieron al Señor que les explicara el significado de la parábola de la “mala hierba en el campo” (versículo 36). Jesús explicó que el que sembraba la buena semilla era el Hijo del Hombre, que se refería a Jesús. Este título de Jesús lo identifica con nosotros. Él puso a un lado los privilegios de su deidad y tomó un cuerpo como el nuestro. Sufrió igual que lo hacemos nosotros y enfrentó todas las tentaciones que enfrentamos nosotros. Él es el que vino a sembrar la buena semilla del Evangelio en este mundo.
Noten que, en segundo lugar, el campo en el que el Señor Jesús plantó la buena semilla es el mundo. La buena semilla representa “los hijos del reino”, éstos son los que han aceptado al Señor Jesús. Son verdaderos creyentes que le pertenecen. Las malas hierbas que fueron sembradas en el campo representan los hijos del diablo. Los ángeles son los segadores que el Señor enviará al final del tiempo.
Antes de continuar profundizando en esta interpretación es necesario tomar un momento para considerar lo que Jesús nos está diciendo. Hay tres aspectos que debemos enfatizar.
Estamos Sembrados en Este Mundo por el Hijo del Hombre.
Noten que es el Hijo del Hombre quien nos pone en este mundo. De aquí hay que entender dos cosas. Primero, si el Señor nos colocó aquí fue por Su plan y Su propósito. Él tiene un plan y un propósito para nuestras vidas. Él nos ha puesto en las circunstancias que estamos ahora por una razón. Puede que usted no lo entienda, pero hay un propósito para su situación. Usted necesita estar dispuesto a aceptar lo que Él le ha dado y crecer en el suelo en el que está sembrado. ¿Cuántas veces hemos dicho: “Si estuviera en una situación diferente podría crecer y dar más fruto”? Debe darse cuenta de que usted está en ese lugar por diseño de Dios. Es ése el suelo en el que Él espera que usted crezca y dé frutos.
El segundo aspecto que necesitamos entender es que el “Hijo del Hombre” es el que nos planta en el mundo. El término “Hijo del Hombre” es muy importante. Es llamado Hijo del Hombre y no Hijo de Dios por una razón, y es porque Él se puede identificar con usted como ser humano. Él también fue plantado por Su Padre en un suelo muy hostil. Él sabe lo que es ser rechazado y ridiculizado. Él no le planta a usted en un lugar sin identificarse con usted. Él fue antes que usted para mostrarle que usted puede producir fruto en el suelo en que ha sido plantado.
Debemos Rozar Hombros con los que el Enemigo Plantó.
El Señor Jesús nos recuerda con esa parábola que al crecer en el suelo de este mundo, tendremos que crecer al lado de los que pertenecen al enemigo. Esa mala hierba sembrada por el enemigo hará las cosas más difíciles para nosotros. Somos llamados a brillar en medio de las tinieblas. Somos llamados a ser diferentes. Somos llamados a producir frutos en medio de la adversidad y de las tribulaciones. Debemos esperar dificultades y batallas en nuestro andar al lado de los que el enemigo sembró a lo largo de nuestro camino. No seremos comprendidos, pero no debemos poner en riesgo nuestras normas. El enemigo no va a ceder territorio con facilidad. Tendremos que perseverar.
Habrá una Cosecha.
Jesús les recuerda a Sus discípulos mediante esta parábola que el día de la cosecha ya está por llegar. Ese día, el Señor enviará a Sus ángeles a juzgar la tierra. El hecho de que habrá una cosecha debe hacer que nos demos cuenta que necesitamos dar frutos, hemos sido plantados en este lugar con ese propósito. Llegará el día en que el Señor regresará a cosechar lo que Él sembró; entonces no podremos decir, “Señor, no me gustó el suelo en el que me pusiste y no produje ningún fruto.” Usted está en el lugar en que ha sido sembrado para producir frutos, aunque sea en medio de grandes dificultades y tribulaciones usted debe producir frutos.
Jesús les recordó a los discípulos también que llegaría el día en que la mala hierba sería sacada y echada al fuego. En el tiempo del Señor, el pecado y la maldad serán juzgados. ¡Qué terrible será ese día para los que no conocen al Señor! Ese día, los que han rechazado al Señor serán castigados. Serán echados a un lugar que Jesús describe como un horno ardiente donde habrá lloro y crujir de dientes, lo que nos da la idea de dolor y sufrimiento intensos. Los que están en ese horno están conscientes de su dolor y de su agonía.
No pretendo entender los horrores de ese horno de infierno. Es difícil imaginar tanto dolor y tanta agonía. No obstante, no podemos negar la clara enseñanza del Señor Jesús aquí. Muchos han tratado de explicar este juicio. Ellos dicen que un Dios de amor nunca daría un castigo así. Ellos dicen que el infierno no es un lugar real. La realidad del asunto es que Jesús nos dice que vendrá el día en que Él enviará Sus ángeles a recoger a los que lo han rechazado y que han desdeñado su ofrecimiento de salvación. Ellos serán lanzados al fuego del juicio.
Para los justos, sin embargo, su destino es muy diferente. Dios los tomará para que estén con Él. Dios los llevará con Él a Su reino y les ministrará. Ellos brillarán con Su gloria y estarán para siempre en Su presencia. Dios será Su Padre y ellos serán Sus hijos.
Los que conocemos al Señor Jesús hemos sido plantados como buena semilla en este suelo malvado. Somos Sus instrumentos en este mundo para brillar y producir frutos para Su gloria. Viene ya el día en que el Señor Jesús regresará a cosechar el fruto que hemos producido para gloria Suya. ¡Que Dios nos haga fieles!
Para Consideración:
- ¿En qué circunstancias le ha puesto el Señor? ¿Está produciendo frutos en ese suelo?
- ¿Alguna vez se ha sorprendido quejándose por no gustarle el lugar donde Dios lo puso? ¿Qué dice este pasaje acerca de esa actitud?
- ¿Qué evidencia tiene usted que hay malas hierbas a su alrededor plantadas por el enemigo?
- ¿De qué manera le sirve de aliento el hecho que el Señor Jesús se identifica con usted en sus batallas?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la realidad del juicio que ha de venir?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque lo ha librado del juicio que ha de venir.
- Si usted no conoce el perdón del Señor, tome un momento ahora para ir delante de Él y pedir Su perdón.
- Pida al Señor que le perdone por quejarse del suelo en el que Él lo ha plantado. Pídale que lo haga ser más agradecido y lo ayude a dar más frutos.
55 – Parábolas del Tesoro Escondido y la Perla de Gran Precio
Lea Mateo 13:44-46
En Mateo 13:44-46, el Señor comparó al Reino de Dios con un tesoro escondido y con una perla de gran precio. Examinaremos Su enseñanza en esta sección.
En la primera de estas dos parábolas, Jesús compara el Reino de Dios con un tesoro escondido en un campo. Noten que ese tesoro está en un campo. En otras parábolas, el campo se compara con el mundo. El Reino de Dios no es algo que va a venir algún día, sino que ya ha venido. EL Reino de Dios está en este mundo. Se está extendiendo cada día. El Señor Jesús está obrando a través del Espíritu Santo en las vidas y los corazones de la gente en todo el mundo. Cada día, nuevas personas son añadidas al Reino. Cada día el reino de las tinieblas retrocede. Incluso en nuestras vidas, estamos viendo cómo se rompen ataduras de tinieblas. El Reino de Dios no está lejos. Ya está aquí.
Aunque el Reino de Dios está ya entre nosotros, para muchas personas está escondido; lo está porque sus ojos no están abiertos para verlo. La verdad del reino está escondida no porque la gente nunca haya escuchado acerca de Cristo y de Su obra, sino porque ellos no tienen ojos para verlo o entenderlo. Ellos no tienen concepto del Reino de Dios ni de la realidad de la presencia del Espíritu y Su obra.
Las personas del tiempo de Jesús no entendían que el reino de Dios estaba entre ellos. Los Fariseos rechazaron la obra de Cristo. Ellos vieron evidencia del Reino en la predicación de Cristo y en los milagros que Él hacía, pero no creyeron. A diferencia de esto, Jesús les dijo a Sus discípulos que el hombre que descubrió el tesoro escondido vendió todo lo que tenía para comprar aquel campo en que estaba escondido el tesoro. Él estaba dispuesto a sacrificar todo por aquel tesoro. Sus prioridades en la vida cambiaron.
Cuando descubrimos que el Reino de Dios es una realidad presente, podemos aceptar las situaciones que aparezcan en nuestro camino. Jesús es Señor ahora mismo. Él está haciendo Sus propósitos en este mundo, está extendiendo Su reino, está sentado en Su trono. Sabemos que Él está en control de lo que venga a nuestra vida. Aceptamos que el Señor no sólo está en el futuro sino también está aquí ahora mismo.
Por mucho tiempo en mi vida espiritual, yo no viví la realidad de la presencia del Reino de Dios. Creía que un día el Señor Jesús vendría y me daría la victoria que ahora yo no podía tener sobre el pecado y la maldad. Creía que llegaría el día en que el Señor Jesús rompería el poder del enemigo y me daría la paz y el gozo que tanto anhelaba en mi corazón. Creía que un día yo triunfaría, pero que sería en el futuro. Esperaba ver la victoria cuando el Señor regresara. No vivía en la realidad de una victoria presente. Entonces un día el Señor demostró poderosamente que la victoria era posible en el presente. Me mostró que el Reino de Dios estaba presente y podía derrotar el poder de las tinieblas y la maldad. ¡Qué gran diferencia!, comencé a entender que no tenía que esperar a llegar al cielo para experimentar la realidad del Reino de Dios. Podía tener la victoria hoy porque el Reino de Dios ya está aquí, y está derrotando el poder de las tinieblas. Cuando entendemos que el Reino de Dios es una realidad actual, comenzamos a esperar ver las fuerzas del mal retrocediendo. Vivimos en la realidad de la victoria sobre el pecado. Igual que el hombre de esta parábola, hay un nuevo entusiasmo y una nueva dedicación hacia el Reino.
Es increíble descubrir el Reino de Dios en nuestras vidas. Anhelamos tanto el día en que podamos ver al Señor cara a cara. Sin embargo, lo que necesitamos entender es que podemos experimentar la realidad del cielo, al menos en parte, aquí en la tierra. La maravilla del gozo y la paz que Él prometió puede ser nuestra ahora. La victoria sobre el pecado y la maldad puede ser nuestra ahora. Esta realidad vale todo lo que tenemos en este mundo. El que descubre la realidad de este Reino sacrificará gustosamente todo por él. Todo lo demás carece de significado cuando usted ve la realidad del Reino de Dios y el poder de Cristo sobre el pecado y la maldad. Hay seguridad y confort. Hay sanidad, intimidad y victoria. ¿Por qué alguien querría regresar al mundo cuando entiende que puede vivir en la realidad del Reino de Dios hoy?
La segunda parábola fue acerca de un mercader que fue en busca de perlas. Él descubrió una perla de gran valor. Aquella perla valía tanto que el mercader vendió todo lo que tenía para comprarla. Nada podía compararse con el valor de aquella hermosa perla. Jesús les recuerda a ellos en Mateo 16:26:
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Usted puede tener todo lo que este mundo tiene para ofrecer, pero si usted no se rinde al Señor Jesús usted no tiene nada. Una y otra vez en las Escrituras el Señor llama las personas a dar todo lo que tienen por Él y Su Reino. Para los que entienden la realidad del Reino de Dios esto no es un sacrificio sino un deleite. Gustosamente rinden todas las cosas de su mundo para obtener algo mucho mayor.
Estas parábolas nos recuerdan la realidad actual del Reino de Dios. Nos recuerdan que podemos experimentar el poder y la presencia de Dios y Su reino hoy. ¿Vivimos en la realidad de ese Reino? El hombre que descubrió el tesoro escondido en el campo se llenó de alegría al comprender que un tesoro de tal magnitud estuvo disponible para él. ¿Usted experimenta eso en la actualidad? ¿Ven las personas evidencias del Reino de Dios cuando miran su vida? ¿Ven evidencias del Reino de Dios en el fruto del Espíritu que está creciendo en usted? ¿Cuándo ellos lo miran, entienden que ya el Reino de Dios está aquí?
Hay una diferencia entre el Reino de Dios en guerra como lo vemos hoy y el Reino de Dios en paz como lo veremos en el cielo. Incluso ahora, aunque estamos en guerra, podemos experimentar las maravillas de Su poder y Su victoria. ¿Cuánto mayor será cuando la influencia del reino de las tinieblas sea destruida?
Este pasaje nos llama a dar un paso de valor. El poder para vencer está con nosotros. El pasaje nos llama a estar dispuestos a rendir todo para ver el Reino de Dios avanzar. Si usted entiende el poder de ese Reino, no será un sacrificio para usted. Dar todo lo que tiene será para usted un deleite.
Para Consideración:
- ¿Qué evidencia existe de la realidad presente del Reino de Dios en su vida?
- ¿Qué diferencia hace el creer que el Reino de Dios está aquí ahora?
- ¿Cuál es la diferencia entre el Reino de Dios como lo vemos en la actualidad y el Reino de Dios como lo veremos en el cielo?
Para Oración:
- Agradezca al Señor porque Él está reinando y conquistando en el tiempo presente.
- Pida al Señor que lo capacite para demostrar la realidad del Reino de Dios en su vida.
- Pida al Señor que abra sus ojos para ver las evidencias del Reino de Dios a su alrededor.
- Pida al Señor que lo haga más dispuesto a dar todo lo que usted tiene para el Reino de Dios.
56 – La Parábola de la Red
Lea Mateo 13:47-50.
En esta sección, el Señor Jesús compara al Reino de Dios con una red de pescar que se echa en el agua. Los pescadores la dejan en el lago y cuando se llena la sacan y la llevan a la orilla, luego se sientan al lado de ella y revisan lo que han capturado. Recogen los pescados buenos y los ponen en cestas; los malos y cualquier otra cosa son desechados. Jesús nos dice que así será en el final del tiempo. Los ángeles vendrán y separarán a los justos de los malvados que serán echados al horno ardiente donde será el lloro y el crujir de dientes.
Esta parábola es similar a la de la cizaña que Jesús había enseñado antes. No obstante, hay una diferencia sustancial. En la parábola de la cizaña, era el enemigo el que la había sembrado en el campo; en esta parábola, no se menciona al enemigo. Los peces son capturados por la red. El mensaje del Reino de Dios y Su poder para liberar del pecado y la maldad es muy atractivo. ¿Quién no querría ser liberado del poder del reino de Satanás y de las tinieblas? Hay muchos que quieren lo que el Evangelio tiene para ofrecer. Son capturados por la maravilla de ese mensaje. Sin embargo, no todos los capturados por ese mensaje son salvos.
Hay muchas razones por las que la gente responde al mensaje del Evangelio. Algunos quieren realmente ser liberados de sus pecados. Quieren ir al cielo y estar con el Señor. Aunque muchos quieren ser liberados de su pecado y de su maldad, no todos están preparados para rendir todo al Señor Jesús. Así eran las personas que seguían a Jesús a todos los lugares que Él iba. Ellos querían ser sanados, pero no estaban dispuestos a comprometerse en el servicio al Señor.
Otros son capturados por la red porque, igual que las personas del tiempo de Jesús, se maravillan por las señales y maravillas que él hacía. Muchos fueron sanados y liberados de espíritus malignos. Ellos vieron el poder de la oración y la evidencia del Reino de Dios penetrando en las tinieblas del pecado y la maldad. Esas personas se reunían con los que profesaban el nombre del Señor Jesús porque habían sido sanados o porque habían sido tocados de alguna manera por el poder del Reino de Dios, pero nunca fueron salvos. Ellos experimentaron el poder del reino de Dios pero nunca nacieron de nuevo en la familia de Dios. Hay muchos como ellos en la actualidad.
Hay otros que son capturados en esta red por tradición. Ellos crecieron en cierta familia. Estuvieron rodeados de verdaderos creyentes toda su vida o fueron parte de una familia de creyentes. Se juntaban con los que pertenecían al Reino de Dios porque esa era su tradición. Las iglesias están llenas de personas que están ahí simplemente porque esa era la iglesia a la que asistían sus padres. Ellos son capturados por la red del Reino de Dios pero no conocen al Señor Jesús realmente como su Salvador personal. Ellos han aceptado todo lo exterior, pero no han nacido de nuevo.
Algunos son atrapados por la red porque le temen a las personas y anhelan ser elogiados. Jesús nos dice que habrá muchos que harán milagros en Su nombre que no son de Él. Hay líderes cristianos que ministran porque disfrutan los elogios y halagos. Por otra parte, hay otros que fingen conocer al Señor y vivir para Él porque temen que si no lo hacen no serán aceptados. Algunas veces ser un “buen cristiano” es lo aceptable. Ellos quieren que los demás piensen bien de ellos por eso se juntan son los que son del Reino de Dios. Tienen todas las señales externas pero no conocen al Señor personalmente.
Incluso hay otros que se dejan capturar por la red porque creen en el estilo de vida que Jesús enseñó (o al menos en ciertos elementos de Su enseñanza). Hemos conocido individuos que creían que Jesús era un maestro admirable. Ellos disfrutan las enseñanzas de Jesús sobre el amor y la compasión. Incluso se comprometen a seguir ese buen ejemplo. Creen en el estilo de vida pero nunca han nacido de nuevo en la familia de Jesús.
Lo importante que debemos resaltar aquí es que el mensaje del Evangelio es en sí atractivo. Muchas personas responderán a él, pero no todos los que responden son verdaderamente salvos de sus pecados. Este mensaje del Reino, igual que la red, es lanzado al mundo, y todo tipo de peces caen en él. En su iglesia usted encontrará todo tipo de personas. Ellos han respondido al mensaje del Reino, pero no todos pertenecen realmente al Reino. Esta parábola nos reta a examinar nuestros corazones para ver si estamos entre los peces buenos o entre los que serán desechados.
La parábola nos recuerda que ya viene el día en que el Señor juzgará la tierra. Él mandará Sus ángeles a revisar la red del Evangelio. Ese día, los ángeles de Dios examinarán las actitudes del corazón. Los que pertenecen al Señor serán llevados para estar con Él. Los que no, sufrirán el juicio de Dios. Es importante que examinemos nuestros corazones. Jesús nos recuerda en Mateo 22.14 que no todos responderán al mensaje del Reino de Dios: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” (RV1960)
El Reino de Dios es como una gran red de pesca que captura diferentes tipos de peces, algunos son buenos y algunos son malos. Vendrá el día en que eso cambiará. Los ángeles del Señor revisarán a todos los que han respondido al mensaje del Evangelio y sólo los que le pertenecen a Él heredarán Su Reino. ¿Heredará usted Su reino?
Para Consideración:
- ¿Cómo respondió usted al mensaje del Evangelio cuando lo escuchó?
- ¿Cómo puede saber usted que le pertenece verdaderamente al Señor?
- ¿Cuán fácil es para nosotros suponer que la gente le pertenece al Señor porque respondieron al mensaje del Evangelio? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre las diferentes maneras de responder a este mensaje?
Para Oración:
- Pida al Señor que le dé la seguridad de que usted verdaderamente le pertenece.
- Pida al Señor que ministre a aquéllos en su iglesia que han respondido al mensaje del Evangelio por razones incorrectas
57 – La Parábola sobre el Dueño de la Casa
Lea Mateo 13:51-53.
Jesús enseñó esta última parábola del Reino a Sus discípulos. Ellos habían crecido con una idea muy diferente de cómo iba a ser el Reino de Dios. Esperaban un reinado político con el Mesías a la cabeza. Era difícil para ellos entender que Jesús enseñaba sobre un reino espiritual. Jesús reconocía que esos conceptos eran nuevos para los discípulos. En Mateo 13, Jesús les dice que el maestro de la Ley que ha sido instruido acerca del Reino de los Cielos es como el dueño de una casa que de lo que tiene almacenado saca tesoros viejos y nuevos. Necesitamos examinar de qué Jesús está hablando aquí.
Jesús dice que los que han sido “instruidos acerca del Reino” sacan tesoros nuevos y viejos de lo que tienen guardado. No podemos perder un detalle de lo que Él está hablando. Primeramente vea que el mensaje del Reino es como un tesoro maravilloso. En 2 Corintios 3:14-16 Pablo dice que todavía hay un velo sobre aquellos que predican la ley.
Su entendimiento se hace torpe; porque hasta ese día, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual sólo por Cristo es quitado. Incluso hasta ese día, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando alguno se convierta al Señor, el velo se quitará.
La ley no tiene poder para transformar vidas. Jesús vino a cambiar todo eso. Vino a establecer Su Reino. Vino a dar poder a las personas para que avancen hacia delante como conquistadores. Vino a demostrar que, al rendirnos a Su reinado en nuestras vidas, podemos vivir en victoria. La verdad de la victoria y el poder sobre el pecado en nuestras vidas y sociedad es una verdad refrescante y maravillosa. Es el nuevo tesoro maravilloso que compartimos como maestros del Reino de Dios. Es un mensaje de salvación, de esperanza y de renovación a través del Señor Jesucristo.
Esta nueva realidad, no obstante, no se contradice con las viejas verdades. Los profetas del Antiguo Testamento miraron hacia el futuro al día en que el Reino de Dios sería una realidad en los corazones y las vidas del pueblo de Dios. Ellos profetizaron sobre ese día. Los que enseñan las verdades del Reino de Dios enseñan lo que enseñaron los profetas de aquel tiempo. Enseñan lo que Dios les había mostrado a ellos. Los tesoros viejos de los que habla Jesús en esta parábola son las enseñanzas proféticas de los profetas del Antiguo Testamento que anhelaban ver el día en que el Reino de Dios fuera establecido en esta tierra.
Jesús les estaba recordando a Sus discípulos que lo que estaba sucediendo alrededor de ellos era agradablemente nuevo pero que ya había sido profetizado hacía mucho tiempo. Lo que ellos estaban viendo era el cumplimiento de las palabras de los profetas de la antigüedad. Los que enseñaban acerca del Reino de Dios, estaban hablando de una vieja verdad que se había convertido en una nueva realidad en su tiempo. Sacaron de su almacén los tesoros viejos de los profetas del Antiguo Testamento y los tesoros nuevos de la realidad del cumplimiento del mensaje del Evangelio en Cristo Jesús.
Los que predican y enseñan acerca del Reino de Dios están predicando y enseñando un viejo mensaje que había sido anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Esos profetas hablaron de la llegada del Reino y ansiaban experimentarlo. Sin embargo, los que predican ese mensaje del Reino, están predicando también un mensaje que es nuevo y refrescante en su realidad. Los que predican acerca del Reino de Dios sacan de su almacén de conocimientos un tesoro que es tan antiguo como los profetas que hablaron del advenimiento de ese Reino. También enseñan un mensaje fresco como el nuevo día pues ese mensaje habla de un Reino que está presente con nosotros y conquistando nuevos territorios con cada momento que pasa.
Para Consideración:
- ¿Cómo constituye un viejo tesoro la noticia de la presencia del Reino de Dios?
- ¿Cómo el mensaje del Reino de Dios es un mensaje nuevo y fresco? ¿Qué experimentamos nosotros que las personas del Antiguo Testamento no experimentaron?
- ¿Qué tiene el mensaje del Reino de Dios que es refrescante y alentador para usted en lo personal?
- ¿De qué manera la comprensión del reinado de Cristo y su Reino actual cambian nuestra forma de vivir y de predicar?
Para Oración:
- Pida al Señor que le enseñe más sobre la realidad de Su Reino avanzando en nuestras vidas y en nuestra sociedad.
- Pida al Señor que le ayude a vivir más y más en la realidad de Su Reino.
- Pídale al Señor que le enseñe más sobre la realidad de Su reino avanzando en nuestras vidas y sociedad.
Índice de Pasajes Bíblicos
Pasaje | Capítulo |
Mateo | |
Mateo 1:1-17 | Capítulo 1 |
Mateo 1:18-25 | Capítulo 7 |
Mateo 2:1-12 | Capítulo 10 |
Mateo 2:13-23 | Capítulo 11 |
Mateo 3:1-6 | Capítulo 13 |
Mateo 3:7-10 | Capítulo 14 |
Mateo 3:11-12 | Capítulo 15 |
Mateo 4:1-11 | Capítulo 16 |
Mateo 4:12-17 | Capítulo 17 |
Mateo 4:18-20 | Capítulo 18 |
Mateo 4:23-25 | Capítulo 20 |
Mateo 5:1-12 | Capítulo 27 |
Mateo 5:13-16 | Capítulo 28 |
Mateo 5:17-48 | Capítulo 29 |
Mateo 6:1-8 | Capítulo 30 |
Mateo 6:9-15 | Capítulo 31 |
Mateo 6:16-18 | Capítulo 30 |
Mateo 6:19-24 | Capítulo 32 |
Mateo 6:25-34 | Capítulo 33 |
Mateo 7:1-6 | Capítulo 34 |
Mateo 7:7-12 | Capítulo 35 |
Mateo 7:13-14 | Capítulo 36 |
Mateo 7:15-23 | Capítulo 37 |
Mateo 7:24-8:1 | Capítulo 38 |
Mateo 8:2-4 | Capítulo 20 |
Mateo 8:5-13 | Capítulo 39 |
Mateo 8:14-17 | Capítulo 19 |
Mateo 9:1-8 | Capítulo 21 |
Mateo 9:9-13 | Capítulo 22 |
Mateo 9:14-17 | Capítulo 23 |
Mateo 11:2-15 | Capítulo 41 |
Mateo 11:16-24 | Capítulo 42 |
Mateo 11:25-30 | Capítulo 43 |
Mateo 12:1-8 | Capítulo 24 |
Mateo 12:9-14 | Capítulo 25 |
Mateo 12:15-21 | Capítulo 26 |
Mateo 12:22-30 | Capítulo 45 |
Mateo 12:31-37 | Capítulo 46 |
Mateo 12:38-45 | Capítulo 47 |
Mateo 12:46-50 | Capítulo 48 |
Mateo 13:1-23 | Capítulo 49 |
Mateo 13:24-30 | Capítulo 51 |
Mateo 13:31-32 | Capítulo 52 |
Mateo 13:33-35 | Capítulo 53 |
Mateo 13:36-43 | Capítulo 54 |
Mateo 13:44-46 | Capítulo 55 |
Mateo 13:47-50 | Capítulo 56 |
Mateo 13:51-53 | Capítulo 57 |
Marcos | |
Marcos 1:1 | Capítulo 2 |
Marcos 1:2-6 | Capítulo 13 |
Marcos 1:7-8 | Capítulo 15 |
Marcos 1:12-13 | Capítulo 16 |
Marcos 1:14-15 | Capítulo 17 |
Marcos 1:16-20 | Capítulo 18 |
Marcos 1:21-34 | Capítulo 19 |
Marcos 1:35-45 | Capítulo 20 |
Marcos 2:1-12 | Capítulo 21 |
Marcos 2:13-17 | Capítulo 22 |
Marcos 2:18-22 | Capítulo 23 |
Marcos 2:23-28 | Capítulo 24 |
Marcos 3:1-6 | Capítulo 25 |
Marcos 3:7-19 | Capítulo 26 |
Marcos 3:20-27 | Capítulo 45 |
Marcos 3:28-30 | Capítulo 46 |
Marcos 3:31-35 | Capítulo 48 |
Marcos 4:1-25 | Capítulo 49 |
Marcos 4:26-29 | Capítulo 50 |
Marcos 4:30-32 | Capítulo 52 |
Marcos 4:33-34 | Capítulo 53 |
Lucas | |
Lucas 1:1-4 | Capítulo 2 |
Lucas 1:5-25 | Capítulo 3 |
Lucas 1:26-38 | Capítulo 4 |
Lucas 1:39-56 | Capítulo 5 |
Lucas 1:57-80 | Capítulo 6 |
Lucas 2:1-21 | Capítulo 8 |
Lucas 2:22-38 | Capítulo 9 |
Lucas 2:39-40 | Capítulo 11 |
Lucas 2:41-52 | Capítulo 12 |
Lucas 3:1-6 | Capítulo 13 |
Lucas 3:7-14 | Capítulo 14 |
Lucas 3:15-18 | Capítulo 15 |
Lucas 3:19-20 | Capítulo 17 |
Lucas 3:23-28 | Capítulo 1 |
Lucas 4:1-13 | Capítulo 16 |
Lucas 4:14-30 | Capítulo 17 |
Lucas 4:31-41 | Capítulo 19 |
Lucas 4:42-44 | Capítulo 20 |
Lucas 5:1-11 | Capítulo 18 |
Lucas 5:12-16 | Capítulo 20 |
Lucas 5:17-26 | Capítulo 21 |
Lucas 5:27-32 | Capítulo 22 |
Lucas 5:33-39 | Capítulo 23 |
Lucas 6:1-5 | Capítulo 24 |
Lucas 6:6-11 | Capítulo 25 |
Lucas 6:12-16 | Capítulo 26 |
Lucas 6:17-26 | Capítulo 27 |
Lucas 6:27-36 | Capítulo 29 |
Lucas 6:37-43 | Capítulo 34 |
Lucas 6:43-45 | Capítulo 37 |
Lucas 6:46-49 | Capítulo 38 |
Lucas 7:1-10 | Capítulo 39 |
Lucas 7:11-17 | Capítulo 40 |
Lucas 7:18-30 | Capítulo 41 |
Lucas 7:31-35 | Capítulo 42 |
Lucas 7:36-50 | Capítulo 44 |
Lucas 8:1-3 | Capítulo 45 |
Lucas 8:4-18 | Capítulo 49 |
Lucas 8:19-21 | Capítulo 48 |
Lucas 11:24-26 | Capítulo 47 |
Lucas 13:18-19 | Capítulo 52 |
Lucas 13:20 | Capítulo 53 |
Lucas 16:16-17 | Capítulo 29 |
[1] Lucas 1:69, Reina Valera Actualizada, 1989