Una Mirada Devocional al Nacimiento y Años Postreror del Ministerio del Señor Jesús
F. Wayne Mac Leod
Mateo, Marcos y Lucas. Volumen 2
Copyright © 2009 por F. Wayne Mac Leod
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro puede ser reproducida o trasmitida en forma alguna o por medio alguno sin el permiso por escrito de parte del autor.
Todas las referencias bíblicas, a menos que se indique otra versión, fueron tomadas de la Santa Biblia, Reina Valera. © 1960 por la Sociedad Bíblica Internacional.
Especial agradecimiento a: Diane Mac Leod y Pat Schmidt. Corrección de Prueba.
Traducción al Español: Danilo Adrián Rodríguez Pérez. 1ra Bautista “Maranatha” Holguín. Cuba
Tabla de Contenidos
- Prólogo
- 1- Mateo 8:18-22 – El Llamado de Cristo
- 2 – Mateo 8:234-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25 – Jesús Calma la Tormenta
- 3 – Mateo 8:28-34; Marcos5:1-20; Lucas 8:26-39 – El Endemoniado Gadareno
- 4 – Mateo 9:18-22; Marcos 5:21-34; Lucas 8:40-48 – La Mujer Que Tocó el Manto de Jesús
- 5 – Mateo 9:23-26; Marcos 5:35-43; Lucas 8:49-56 – La Hija de Jairo
- 6 – Mateo 9:27-34 – Los Ciegos y el Endemoniado Mudo
- 7 – Mateo 13:54-58; Marcos 6:1-6 – Rechazado en Nazaret
- 8 – Mateo 9:35-38 – El Señor de la Cosecha
- 9 – Mateo 10:1-15; Marcos 6:7-13; Lucas 9:1-5 – Los Discípulos Enviados
- 10 – Mateo 10:16-33 – El Costo del Discipulado
- 11 – Mateo 10:34-11:1; Lucas 9:6 – Más Sobre Discipulado
- 12 – Mateo 14:1-12; Marcos 6:14-29; Lucas 9:7-9 – La Muerte de Juan Bautista
- 13 – Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44; Lucas 9:10-17 – Alimento de los Cinco Mil
- 14 -Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52 – Jesús Camina Sobre el Agua
- 15 – Mateo14:34-15:20; Marcos 7:1-23 – Manos Sucias
- 16 – Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30 – La Mujer Sirofenicia
- 17 -Mateo 15:29-31; Marcos 7:31-8:9 – Milagros en Decápolis
- 18 – Mateo 15:39-16:4; Marcos 8:10-12 – Buscando una Señal
- 19 – Mateo 16:5-12; Marcos 8:13-21 – Le Fe de los Fariseos y de los Discípulos Comparadas
- 20 – Marcos 8:22-26 – El Hombre Ciego en Betsaida
- 21 – Mateo 16:13-20; Marcos 8:27-30; Lucas 9:18-21 – La Confesión de Pedro
- 22 – Mateo 16:21-23; Marcos 8:31-33; Lucas 9:22 – Jesús Predice Su Muerte
- 23 – Mateo 16:24-28; Marcos 8:34-9:1; Lucas 9:23-27 – Tomando la Cruz
- 24 – Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8; Lucas 9:28-36 – La Transfiguración
- 25 – Mateo 17:9-13; Marcos 9:9-13 – Preguntas Sobre Elías
- 26 – Mateo 17:14-21; Marcos 9:14-29; Lucas 9:37-43 – El Muchacho Endemoniado
- 27 – Mateo 17:22-23; Marcos 9:30-32; Lucas 9:44-45 – Muerte y Resurrección Predichas
- 28 – Mateo 17:24-27 – Jesús Paga Sus Impuestos
- 29 – Mateo 18:1-5; Marcos 9:34-37; Lucas 9:46-48 – ¿Quién es el Mayor?
- 30 – Marcos 9:38-41; Lucas 9:49-50 – Conociendo al Enemigo
- 31 -Mateo 18:6-14; Marcos 9:42-48; Lucas 17:1-2 – Ofender a un Pequeño
- 32 – Marcos 9:49-50 – Sal
- 33 – Mateo 18:15-20; Lucas 17:3-4 – Tratando Con las Ofensas
- 34 – Mateo 18:21-35 – La Parábola del Siervo Implacable
- 35 – Mateo 8:19-22; Lucas 9:561-62 – No Mires Atrás
- 36 – Lucas 10:1-20 – Los Setenta y dos son Enviados
- 37 – Lucas 10:21-24 – Revelado a los Niños
- 38 – Lucas 10:25-37 – La Parábola del Buen Samaritano
- 39 – Lucas 10:38-42 – Maria y Marta
- 40 – Lucas 11:1-13 – Enséñanos a Orar
- 41 – Lucas 11:37-54 – Ay de los Fariseos
- 42 – Lucas 12:13-21 – La Parábola del Rico Insensato
- 43 – Lucas 12:35-48 – La Parábola del Siervo Vigilante
- 44 -Lucas 12:49-59 – División
- 45 – Lucas 13:1-5 – A Menos Que Se Arrepientan
- 46 – Lucas 13:6-9 – La Parábola de la Higuera Estéril
- 47 – Lucas 13:10-17 – Una Hija de Abraham Liberada
- 48 – Lucas 13:22-30 – La Salvación de Pocos
- 49 – Mateo 23:37-39; Lucas 13:31-35 – Júbilo en Jerusalén
- 50 – Lucas 14:1-6 – Vigilado de Cerca
- 51 – Lucas 14:7-11 – El Lugar de Honor
- 52 – Lucas 14:12-24 – El Banquete
- 53 – Lucas 14:25-35 – Considerando el Precio
- 54 – Lucas 15:1-7 – Parábolas de la Oveja Perdida y la Moneda Perdida
- 55 – Lucas 15:11-32 – La Parábola del Hijo Pródigo
- 56 – Lucas 16:1-18 – El Mayordomo Infiel
- 57 – Lucas 16:19-31 – El Rico y Lázaro
- 58 – Lucas 17:7-10 – El Siervo Obediente
- 59 – Lucas 17:11-19 – Los Diez Leprosos
- 60 – Lucas 17:20-37 – El Reino que Viene
- 61 – Lucas 18:1-8 – El Juez Injusto
- 62 – Lucas 18:9-14 – El Fariseo y el Publicano
- 63 – Mateo 19:1-12; Marcos 10:1-12; Lucas 16:18 – El Asunto del Divorcio
- 64 -Mateo 19:13-15; Maarcos 10:13-16; Lucas 18:15-17 – Jesús Bendice a los Niños
- 65 – Mateo 19:16-30; Marcos 10:17-31; Lucas 18:18-30 – El Joven Rico
- 66 – Mateo 20:1-16 – Los Obreros de la Viña
- 67 – Mateo 20:17-28; Marcos 10:32-45: Lucas 18:1-34 – Jesús Predice Su Crucifixión
- 68 – Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-43 – Bartimeo
- 69 -Lucas 19:1-10 – Zaqueo
- 70 -Lucas 19:11-28 – La Parábola de las Minas
- Índice de Pasajes Biblicos
Prólogo
Mateo, Marcos y Lucas cuentan la historia de la vida y ministerio del Señor Jesucristo desde su nacimiento hasta su resurrección y ascensión. Hay mucha repetición en lo que estos tres autores narran. Ellos cuentan la misma historia. Con el objetivo de no ser repetitivo, he decidido examinar las narraciones en conjunto. Las historias que Mateo, Marcos y Lucas narran no sólo se complementan unas a las otras, sino que, al examinarlas juntas, nos dan una mejor imagen de la vida y ministerio del Señor Jesús.
He encontrado algunos problemas al armonizar las narraciones de Mateo, Marcos y Lucas. El principal tuvo que ver probablemente con el orden de los hechos. Los escritores del evangelio no siempre cuentan los sucesos de la vida de Cristo en el mismo orden. Esto es de esperarse debido a que cada uno tiene un propósito diferente. Este comentario no es una autoridad en el orden de los sucesos narrados en los Evangelios.
Otro problema que he encontrado es realmente más para el lector. Debido a que estoy comentando los tres evangelios a la misma vez, el lector se ve forzado a saltar de un pasaje a otro. Me disculpo por esto y me doy cuenta de que esto hace difícil encontrar un pasaje específico. Para simplificar esto he anexado un índice de pasajes y el capítulo donde el lector puede encontrar el comentario. Consulte el índice si usted está buscando un pasaje en particular.
La gran cantidad de material que se abarca en estos tres Evangelios es un reto más. He decidido hacerlo en tres volúmenes. En este primer volumen examinaremos el nacimiento y los primeros años del ministerio de Jesús. Vea el índice para una lista más detallada de los pasajes incluidos en este primer volumen.
Es mi oración que este comentario le revele más a Jesús. Que le muestre Su gracia, Su misericordia, Su amor y Su justicia. Que lo rete a usted a seguir Su ejemplo y a abrir su corazón a Él y a la obra que hizo a su favor.
Este comentario, igual que los demás de esta serie, está diseñado para ser un devocional. Es mi deseo que no sólo transmita conocimiento sino también vida. Es mi deseo que cada lector entienda el pasaje y sea cambiado por su verdad. Confío en que usted será una persona diferente después de estudiar estos importantes libros de la Biblia. Que Dios le bendiga ricamente al comenzar este estudio.
F. Wayne Mac Leod
1- El Llamado de Cristo
Lea Mateo 8:18-22
En esta ocasión particular las multitudes se habían reunido alrededor de Jesús. Nosotros podemos seguramente asumir que algunos habían venido con sus enfermos y afligidos para ser sanados. Otros quisieron oír lo que Jesús tenía que decir. La oportunidad para que Jesús ministrara estaba presente. No sólo estaba allí la oportunidad, sino que había también una necesidad. Las personas estaban perdidas en su pecado. Ellos vinieron heridos y quebrantados.
La oportunidad y la necesidad necesariamente no son razones para ministrar. Jesús tenía la oportunidad y vio la necesidad, pero él escogió apartarse de ello. Cuando yo primeramente sentí el llamado del Señor al campo misionero, las personas alrededor de mí me decían: “¿Por qué usted va al campo misionero?, ¿no hay necesidades suficientes aquí en su propio país?” No había manera que yo pudiera negar la realidad de las necesidades en mi propio país, pero había algo mayor que la necesidad y era el llamado de Dios. Yo no fui al campo misionero porque había una necesidad. Yo fui porque el Señor me envió. Si usted basa su ministerio en la necesidad, usted se agobiará rápidamente y se distraerá. ¿A cuántos siervos el enemigo ha destruido porque ellos no pudieron decir, “no” a una oportunidad de ministerio? Siempre habrá necesidad. Es importante para nosotros seguir la guía y dirección del Padre. En esta ocasión, Jesús no tenía ningún sentido de dirección del Padre para ministrar a la multitud que se había reunido ante Él, así que Él partió con sus discípulos al otro lado del lago. El Padre tenía otro plan para ese día.
Cuando Jesús estaba en la orilla antes de cruzar el lago, dos cosas significativas ocurrieron. Lo primero fue que un maestro de la ley se le acercó y le dijo que él lo seguiría dondequiera que Él fuera. No había muchos maestros de la ley que estuvieran dispuestos a hacer esta afirmación. El hecho que él se acercara a Jesús y dijera esto no habría estado bien con sus compañeros maestros de la ley. No muchas personas estaban dispuestas a dejar todo y seguir a Jesús por esos días.
La respuesta que Jesús le da a este hombre es un tanto sorprendente. Él le recordó que seguirlo a Él no sería fácil. Él le dijo que las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero que el Hijo del Hombre no tenía dónde recostar su cabeza. Jesús estaba diciéndole a este hombre que él realmente necesitaba concientizar el costo antes que él lo siguiera. Seguir al Señor no era algo que una persona podría tomar a la ligera. Jesús estaba buscando a hombres y mujeres que dejaran todo y no tuvieran temor a sufrir y soportar dificultades por causa de su reino.
¿Cuántas veces hemos hecho declaraciones intrépidas de este modo sin medir el costo? Le prometemos al Señor que le daremos todo a Él. Le prometemos servirle y amarle. Le hacemos todo tipo de promesas, pero no las llevamos a cabo. Como siervos de Dios, estamos tan deseosos de guiar a tantos como podamos al reino de los cielos que no siempre los desafiamos a medir el costo de ser un discípulo. El resultado ha sido que tenemos iglesias llenas de personas que no están listas para cargar su cruz. Ellos quieren estar con Jesús y escucharlo enseñar. Ellos quieren ver sus milagros y tener la seguridad de su salvación, pero no están listos para cargar su cruz. Ellos no están dispuestos a sufrir y morir por su nombre. Jesús desafió a este hombre a medir el costo antes de hacer tal declaración.
El otro incidente que ocurrió antes que Jesús cruzara al otro lado del lago fue que uno de sus discípulos vino a Él y le dijo: “Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.” (Mateo 8:21). No se nos dice quién fue ese discípulo pero él estaba pidiendo permiso a Jesús para enterrar a su padre antes que él lo siguiera. El Señor le dijo que lo siguiera y que dejara a los muertos enterrar a sus propios muertos. Necesitamos considerar lo que Jesús estaba diciendo aquí.
No hay ninguna indicación en este versículo que el padre de ese discípulo realmente había muerto. Cuando el discípulo le pidió permiso al Señor para enterrar a su padre, es probable que él tuviera un padre que estaba viejo y enfermo y él quiso pasar tiempo con él hasta que él muriera. Él seguiría a Jesús entonces. Ésta podría ser una cuestión de días, meses o años. Cuando Jesús le dijo al discípulo que dejara a los muertos enterrar a sus muertos él no estaba condenándolo por querer arreglar las cosas para el funeral sino por aplazar el seguir al Señor.
Aunque no es muy claro lo que Jesús estaba diciendo cuando él le dijo que dejara los muertos enterrar a sus muertos, necesitamos entender aquí que físicamente esto era imposible. Las personas muertas no pueden enterrar a los muertos. Debemos entender la palabra “muerto” aquí en el sentido espiritual. Este discípulo estaba espiritualmente vivo porque a él se le había dado gracia para ver a Cristo y entender su enseñanza. Su familia, sin embargo, no había sido espiritualmente vivificada. Los miembros de su familia pueden haber sido incrédulos y muertos en sus pecados. Podría ser que el Señor Jesús estaba diciéndole a este hombre que dejara a su familia incrédula al cuidado de su padre en sus últimos años. Jesús no estaba siendo insensible. El padre sería cuidado por los miembros de la familia del discípulo. En cuanto a este discípulo en particular, Dios tenía un llamado superior para su vida. Él debía dejar el cuidado de su padre a cargo de su familia incrédula y seguir a Jesús.
Hay veces cuando Dios nos llamará a dejar lo que en verdad valoramos. Este discípulo tenía una preocupación profunda por su padre y su salud quebrantada. El llamado de Jesús en su vida, sin embargo, era un llamado superior. Nosotros no debemos asumir por esto que todos debemos dejar a nuestras familias como este discípulo, pero sí necesitamos estar listos para seguir el llamado de Dios sin importar el costo. Dios llamará a algunos a permanecer en casa y cuidar a sus padres agonizantes. Él llamará a otros a salir. Es importante conocer la guía y el llamado de Dios y obedecerlo.
Es muy importante que nosotros sigamos el llamado y la guía del Señor en nuestro ministerio. Es fácil ser movido por las necesidades a nuestro alrededor. Nuestros corazones pueden quebrantarse por lo que vemos, pero ¿es este el llamado de Dios para nosotros? Jesús fue conmovido por la gran multitud que estaba ante Él. El maestro fue movido en su corazón a seguir al Señor a donde Él fuere. El discípulo sentía una carga en su corazón por su padre agonizante. Todos estos individuos fueron movidos por las necesidades alrededor de ellos. Ellos también tuvieron oportunidad y disposición para hacer algo en cuanto a esas necesidades. Todos ellos eran llamados, sin embargo, a otra cosa. Aunque ellos deben ser elogiados por su compasión e interés, ellos necesitaban aprender a mirar más a la guía del Espíritu de Dios y luego a las necesidades que veían alrededor de ellos.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez se encontrado agobiado por las necesidades alrededor de usted? ¿Cuál es la tentación en este momento?
- ¿Por qué el Señor nos muestra la necesidad y no nos llama a hacer algo al respecto?
- ¿Qué ocurriría si todos sólo respondieran a las necesidades que ven alrededor de ellos y no escuchan la dirección del Espíritu de Dios?
- ¿Has medido el costo de servir al Señor Jesús? ¿Está usted dispuesto a rendirlo todo para Él y su servicio?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé una sensibilidad más profunda a la dirección y guía de Su Espíritu.
- Agradezca al Señor porque Él puede cuidar de esas cosas por las que tenemos una carga profunda pero que no nos ha llamado a hacer.
- Pídale al Señor que le muestre el papel que Él tiene para usted en particular.
2 – Jesús Calma la Tormenta
Lea Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25
En la última meditación vimos que la multitud se había reunido alrededor del Señor Jesús y sus discípulos. Jesús decidió dejar a la multitud e ir al otro lado del lago. Él entró en uno de los botes y sus discípulos lo siguieron.
Mientras ellos navegaban por el lago, Jesús se durmió. Una tormenta se levantó de momento. Mientras la tormenta rugía las olas golpeaban contra la barca. Los discípulos luchaban para impedir que la barca se hundiera. Jesús continuó durmiendo.
El hecho que el Señor Jesús durmió durante esta tormenta es una indicación de cuán cansado Él debe haber estado. Las multitudes le agotaron su energía. Parte de la razón por la cual Él dejó a la multitud ese día tuvo que ver con su necesidad de descanso. El Señor Jesús sentía el cansancio y el agotamiento que nosotros sentimos.
Los discípulos estaban haciendo todo lo que ellos podían para lidiar con la tormenta pero se le escapaba de las manos. Por temor que la fuera a hundir, ellos decidieron despertar a Jesús.
Noten la frustración de los discípulos en este momento. Marcos parece expresar su frustración mejor que los otros escritores del Evangelio cuando él cita a los discípulos diciendo, “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Los discípulos parecían estar molestos por el hecho que el Señor no estaba haciendo nada acerca de su situación. Ellos se preguntaban si Él se preocupara por ellos por el peligro que ellos estaban enfrentando. Ellos le rogaron que hiciera algo. Quizás usted se ha encontrado en una situación similar. Usted ve las tormentas, pruebas y tribulaciones que se levantan alrededor de usted y se pregunta por qué el Señor no hace algo al respecto.
Tenga presente aquí la tensión y la agitación en las mentes de los discípulos. Quizás ellos estaban sacando el agua fuera de la barca tan rápido como podían. Ellos estaban intentando remar la barca, pero su fuerza se estaba marchitando rápidamente. Ya no tenían nada para dar. Ellos ya no tenían fuerza. Ellos habían hecho todo lo que podían y estaban resignándose ahora al hecho que iban a morirse si Jesús no intervenía. Es en este momento de impotencia que ellos claman al Señor Jesús. El Señor despertó de su sueño. Él vio la situación y reprendió a los discípulos por su poca fe. Poniéndose de pie en el barco, Jesús reprendió los vientos y las olas y les ordenó que se calmaran. Inmediatamente el viento se detuvo y las olas amainaron. Todo estuvo en calma.
Este incidente nos muestra nuestra propia debilidad. Las tensiones y problemas de esta vida son muchos. Igual que los discípulos, nosotros nos agobiamos fácilmente. Somos impotentes al cambiar nuestras situaciones. Nuestros recursos y entendimiento son limitados. En un instante el Señor lo cambió todo. Los discípulos estaban asombrados por el poder de Dios ese día. El resto del viaje debió haber sido muy interesante. Ellos habían visto el poder de Dios obrando por ellos. Ellos también estaban intensamente conscientes de su falta de fe.
¿Se encuentra usted agobiado por alguna situación en la vida? El Señor Jesús estaba con los discípulos en la barca. Él está con usted, también, si usted lo conoce como su Salvador. Él conoce todo lo que usted está pasando. En un instante, con una palabra simple de su boca, todo puede cambiar. Él abre puertas donde en el presente no existe ninguna. Montañas son movidas. Tormentas son calmadas. Personas son cambiadas. Lo imposible es hecho. Nosotros nos quedamos como los discípulos, con nuestras bocas abiertas en asombro por el poder y maravilla de Dios.
Es importante que también entendamos que aunque el Señor pudo haber evitado la tormenta, Él no lo hizo. Dios no sólo permite las tormentas, Él también nos permite pasar por estas tormentas durante un tiempo. Él hace esto para mostrarnos Su poder. El Señor les permitió a Sus hijos ser oprimidos en Egipto. Él permitió que el corazón de Faraón se endureciera para revelar Su poder a Israel y al mundo. Hablándole a Moisés en Éxodo 14:4 Dios dice:
“Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová.”
Dios nos revela Su poder en la tormenta. Mientras más difícil sea la prueba más nos asombramos de Su poder en la victoria. La tormenta es la manera de Dios para decirle que Él quiere revelarle más de Él.
Los discípulos en la barca no podían evitar estar humillados cuando ellos ese día comprendieron la pequeñez de su fe. Ellos habían visto al Señor hacer muchos milagros maravillosos. Ellos eran sus discípulos escogidos, pero ellos no habían confiado en Él en esta tormenta particular. Su fe necesitaba crecer. Ésta fue desde el principio la intención de Jesús. Al avanzar por el lago, ellos se adentrarían en una aún más intensa batalla espiritual. El Señor les permitió esta tormenta para prepararlos para lo que les esperaba adelante.
¿Está usted enfrentando una tormenta ahora mismo en su vida? Estas tormentas son la manera de Dios para construir su fe. En lugar de refunfuñar y quejarnos necesitamos aprender lo que Dios quiere que aprendamos. Nosotros necesitamos permitirle acercarnos más en estos momentos. Los discípulos ciertamente no serían los mismos después de esa tormenta. Dios usaría la tormenta para lograr Sus propósitos en ellos y prepararlos para lo que se les avecinaba.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de cómo el Señor Jesús puede identificarse con nuestras limitaciones físicas?
- ¿Qué prueba está usted enfrentando ahora? ¿Puede usted ver esto como una oportunidad para que el Señor le demuestre Su poder?
- Considere una prueba que usted ha tenido que enfrentar en los últimos tiempos. ¿Qué le enseñó esa prueba acerca de Dios y Su habilidad?
Para Orar:
- Pídale al Señor que lo perdone por su falta de fe. Pídale que aumente su fe en Él a través de las tormentas que Él envía a su camino.
- Agradézcale al Señor que a pesar de nuestra falta de fe, Él todavía demuestra Su poder y amor por nosotros.
- Pídale al Señor que le dé un corazón apacible y que confía en medio de su presente batalla.
3 – El Endemoniado Gadareno
Lea Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; Lucas 8:26-39
Jesús y sus discípulos habían dejado la multitud y habían cruzado el lago. Muchas personas habían venido a Él por sanidad y para oírle hablar. El Padre, sin embargo, tenía otro propósito para Él. Parte de ese propósito era ministrar a los discípulos en la barca en el mar. La otra razón tenía que ver con otro individuo que necesitaba su atención. Conoceremos a esta persona en este capítulo.
Es importante que veamos cómo el Señor preparó a sus discípulos para lo que estaba a punto de acontecer. En el otro lado del lago, en la región de los Gadarenos, los discípulos serían confrontados con un hombre endemoniado. Mateo nos dice que aunque hubo dos endemoniados que encuentran al Señor ese día (Mateo 8:28) nuestro interés está en uno en particular.
Los escritores del Evangelio nos describen a este hombre. Ellos nos dicen que las personas de la región tenían tanto miedo de él que ellos no pasarían por el lugar donde él vivía. Él era un hombre muy violento. Él no usaba ropa. Él vivía en las tumbas gritando y clamando día y noche. Él se cortaba con piedras. Habían intentado refrenarlo pero él rompía las cadenas. No podían dominarlo. Su fuerza física era más allá de lo normal. Esa fuerza era demoniaca en origen. Él era un hombre para ser temido. Él también era un hombre para compadecerse. El hecho que él se mantenía cortando y gritando indica que él se estaba hiriendo muy profundamente. Él no podía dormir. Él estaba levantado a todas horas de la noche caminando por medio de las tumbas. Él era un hombre con un dolor y agonía profundos. Él estaba siendo torturado por los demonios que lo poseían.
Solo podemos imaginar lo que los discípulos sintieron ese día cuando ellos vieron a este endemoniado acercándose a ellos. El miedo y el terror habrían sido naturales. El viaje a lo largo del lago, sin embargo, y haber visto a Jesús calmar la tormenta había sido una real preparación para lo que iba a ocurrir.
Cuando el endemoniado vio a Jesús, él cayó en tierra clamando, “¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29). Lucas nos dice que el hombre lanzó un gran grito rogándole al Señor que no lo atormentara (Lucas 8:28). Hay varias cosas que necesitamos notar aquí.
Noten primero que la voz que gritó era la voz de los espíritus malignos en el hombre. Ellos tenían el control no sólo de su cuerpo sino también de su voz. Este hombre no tenía dominio de sí mismo. Las palabras que él habló eran las palabras de los demonios dentro de él.
Segundo, noten que estos espíritus malignos no necesitaron ninguna presentación de parte del Señor Jesús. Ellos sabían quién Él era y lo que Él había venido a hacer. Ellos estaban aterrorizados de Jesús. Ellos habían estado aterrorizando toda la región. Ellos no le temían a nadie en esa región pero cuando vieron al Señor Jesús gritaron en un completo terror. Ellos vieron en Él al que podría destruirlos y podría enviarlos a un lugar de agonía eterna. Estos demonios temieron al Señor. Ellos temieron lo que Él haría con ellos. Ellos temieron ser enviados al infierno. Ellos conocían el terror del infierno y no querían ir allí. ¡Si los mismos demonios temen al infierno cuán grande debe ser su terror!
Noten, en tercer lugar, que los demonios se postraron ante el Señor. Estaban obligados a postrarse ante Él. Ellos sabían que estaban en la presencia de uno que era mucho mayor que ellos. A pesar de cuanto ellos lo odiaban, ellos aun así se postraron en Su presencia. Toda rodilla un día se doblará ante el Señor Jesús (Filipenses 2:10), incluso los demonios tendrán que caer a Sus pies.
Finalmente, noten que los demonios sabían que ellos estaban derrotados. Ellos sabían que había un tiempo designado para ser juzgados e ir a ese lugar de tormento. Ellos le preguntaron a Jesús si Él había venido a atormentarlos antes del tiempo designado. Incluso Satanás sabe que su tiempo es limitado (Apocalipsis 12:12). Él sabe que no puede ganar la batalla, pero quiere hacer tanto daño como sea posible.
Cuando Jesús vio al hombre, les ordenó a los demonios que se marcharan. Los demonios le rogaron a Jesús que no los sacara de esa región. Lucas 8:31 nos dice que “le rogaban que no los mandase ir al abismo.” Estos demonios temían al infierno. Ellos no querían ir allí. Ellos le rogaron a Jesús que no los enviara allá antes de su tiempo.
Jesús le preguntó al demonio su nombre. El demonio le dijo a Jesús que su nombre era Legión. Él tenía ese nombre porque había muchos demonios. Los demonios le rogaron a Jesús que los enviara a la manada de cerdos que pacían no muy lejos en los campos.
Con una palabra, El Señor Jesús les ordenó que fueran a la manada de cerdos. Los cerdos inmediatamente se precipitaron al despeñadero y al lago donde perecieron. Debió haber sido una visión perturbadora. Los demonios actuaron según su naturaleza destructora y mataron el hato entero de cerdos. No se nos dice a dónde ellos fueron de allí.
Aquéllos que estaban cuidando los cerdos corrieron al pueblo y contaron lo que había pasado a la gente del pueblo. Al escuchar las noticias, ellos vinieron a ver a Jesús. Cuando llegaron, ellos vieron al endemoniado vestido y en su cabal juicio. Lucas 8:37 nos dice que ellos le rogaron a Jesús que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. Lo que ellos vieron ese día era un poder mayor que el poder demoniaco que los había aterrorizado durante años. Ellos tuvieron temor de ese poder y lo que podría hacerles a ellos. Ellos no lo quisieron en su medio.
Los profetas de la antigüedad también experimentaron esa poderosa presencia. Isaías cayó ante Dios sintiendo que moriría (Isaías 6:4-5). Juan cayó como muerto en la presencia de Jesús (Apocalipsis 1:17). Hubo un sentido imponente del poder y la presencia de Dios en ese día que causó gran temor en las mentes y corazones de aquéllos presentes. Ellos no estaban preparados para rendirse a ese poder. No estaban preparados para hacer bien las cosas y entonces le pidieron que se marchara. Hay muchas personas que están huyendo de Dios hoy en día porque ellos también tienen temor de Él y de Su poder. Ellos temen rendirse, entonces huyen por sus vidas.
Jesús no debatió con estos individuos. Él escuchó lo que ellos dijeron y Él y los discípulos entraron en la barca para marcharse. El hombre de quien salieron los demonios rogó a Jesús que le permitiera ir con Él, pero Jesús le dijo que se quedara. Él le dijo que le contara a su familia cuánto Jesús había hecho por él y cómo había mostrado misericordia hacia él. El hombre escuchó lo que Jesús tenía que decir y fue por toda esa región proclamándole a todos los que le escucharían cuánto el Señor había hecho por él. Las personas estaban asombradas por su increíble testimonio.
Lo asombroso sobre esta historia es que este hombre fue el único que fue conmovido ese día. Jesús cruzó el lago por él. Jesús tocó esta vida y lo envió a su camino. Este hombre poderosamente impactaría a su vez la comunidad en la que él vivía. Jesús no intentó alcanzar a esa región Él mismo. Él simplemente le dio poder a otra persona para hacerlo. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el infierno?
- ¿Qué nos dice este pasaje sobre el poder de Jesús sobre las fuerzas del infierno?
- ¿Qué aprendemos sobre la obra de los espíritus malignos?
- ¿Qué ánimo recibe usted por el hecho que el Señor puede cambiar radicalmente una vida como la del endemoniado?
- ¿Qué tarea tiene el Señor Jesús para que usted desempeñe?
Para Orar:
- Agradézcale al Señor que Él es mayor que las fuerzas del infierno.
- Agradézcale al Señor que Él puede liberarlo de las fortalezas del enemigo.
- Pídale al Señor que le muestre su tarea en el reino de Dios.
- Tome un momento para pedirle al Señor que le revele a aquéllos alrededor de usted la realidad y el terror del infierno.
4 – La Mujer Que Tocó el Manto de Jesús
Lea Mateo 9:18-22; Marcos 5:21-34; Lucas 8:40-48
De acuerdo con Marcos 5:21 y Lucas 8:40 cuando Jesús y sus discípulos cruzaron el lago después de sanar al endemoniado Gadareno, ellos fueron otra vez confrontados por una gran multitud. Lucas 8:40 nos dice que esta multitud esperaba a Jesús. Ellos vinieron con sus necesidades y cargas. Ellos querían que Jesús sanara sus enfermedades y resolviera sus problemas pero ellos no estaban dispuestos a dejarlo todo para seguirlo.
Cuando Jesús estaba por la orilla, un principal de la sinagoga vino a Él y le pidió que viniera a su casa. Él tenía una hija joven de doce años que estaba muriendo. Él le rogó a Jesús que la tocara para que ella viviera. Jesús decidió ir con este hombre a su casa. La multitud siguió a Jesús. Lucas nos dice que la multitud oprimía a Jesús (Lucas 8:42). Ésta es solo una indicación de cuántas personas se agrupaban alrededor de Él. Muchas de estas personas estaban desesperadas. Ellos querían acercarse al Señor. Todos querían que Él sanara sus enfermedades. La única manera de llegar a Él era abrirse paso a través de la multitud. Usted puede imaginar la confusión de las personas al intentar alcanzar a Jesús.
Entre las personas presentes había una mujer que tenía un problema de sangre. Ella padecía de flujo de sangre desde hacía doce años. Marcos nos dice que ella había sufrido mucho debido a esta condición. Ella había ido a muchos médicos pero ninguno pudo sanarla. Ella había gastado todo lo que tenía y su problema sólo se había empeorado. Cuando ella oyó que Jesús estaba en la región, ella estuvo entre aquéllos presentes en la multitud. Ella vio a Jesús como su única esperanza.
La multitud era tan grande que la mujer no sentía que ella pudiera tener una audiencia personal con el Señor. Quizás ella se sentía algo indigna de su atención. Ella creyó, sin embargo, que si sólo ella podría tocar el borde de su manto, ella podría sanarse.
Lo que nosotros necesitamos entender aquí es que la Ley de Moisés declaraba que una mujer que tuviera tal enfermedad era ceremonialmente inmunda (Levítico 15:19). Cualquier vestido que ella tocara se haría inmundo y así también la persona que llevara el vestido.
Abriendo su camino a través de la multitud, la mujer consiguió venir cerca del Señor Jesús. Ella extendió la mano y tocó el borde de su manto. Ella no quería ser notada. Ella sentía que podía tocar su manto y nadie lo sabría. Había tantas personas presentes ese día que las personas estaban oprimiendo contra Jesús de todas formas. Cuando ella tocó su manto, ella fue sanada inmediatamente. Su sangre se detuvo. Ella supo que algo había pasado.
Jesús también estuvo consciente que algo había pasado. Marcos nos dice que Él sintió poder saliendo de Él. Cada milagro le costó a Jesús algo. Este trabajo era un trabajo agotador. Cuando él sintió salir este poder, Jesús se volteó y preguntó quién lo había tocado. Lucas nos dice que los de alrededor de Él negaron que ellos lo hubieran tocado. La mujer misma no pasó al frente. Pedro le recordó al Señor que la multitud estaba apretando contra ellos y que cualquiera podría tocarlo fácilmente sin estar consciente de ello. Ellos sintieron que la pregunta de Jesús era bastante tonta en ese contexto.
Jesús supo, sin embargo, que alguien lo había tocado y se había sanado. Él continuó mirando a través de la multitud para encontrar a la persona que lo había tocado. Lucas nos dice que la mujer que se había estado escondiendo en la multitud comprendió que ella no podía pasar inadvertida. Ella sabía que el Señor Jesús la encontraría. Ella vino a Él y se postró a Sus pies. Ella tembló cuando ella vino. Ella estaba llena de un temor terrible al postrarse a Sus pies (Marcos 5:33). Ella le dijo a Jesús que en el momento que ella tocó su manto, ella fue sanada.
¿Por qué esta mujer tembló a los pies de Jesús? Ella no sabía qué esperar. Ella, una persona inmunda, había tocado al Señor Jesús. Ahora que Sus ojos estaban sobre ella, ella pudo haberse sentido culpable por su intrepidez. Aunque ella fue sanada, ella temblaba ahora porque estaba en la presencia del Hijo de Dios. ¿La castigaría Él por su intrepidez? ¿La golpearía Él por corromper su manto? La ley decía que ella no debía haberlo tocado. Ella sabía esto. Ella había violado la ley al acercarse a Él. Ella era culpable e inmunda estando en la presencia del Mesías. Ella no se atrevió tan siquiera a mirar Sus ojos. Ella estaba con su rostro hacia la tierra esperando Su juicio.
Jesús entendió su temor. Él la vio temblar a Sus pies. Él se dirigió directamente a ese temor. Él dijo: “Ten ánimo, hija.” (Mateo 9:22). Jesús no la condenó. Él la afirmó. Él le dijo que su fe la había sanado. “Ve en paz, “Él le dijo (Lucas 8:48). “queda sana de tu azote.” (Marcos 5:34). Desde ese momento ella fue sana. Nunca más retornó esta enfermedad.
Es particularmente importante entender por qué el Señor tan intencionalmente la buscó en la multitud. Ella había sido sanada. ¿Por qué el Señor no se marcharía hasta que ella hubiera sido identificada? Puede haber varias razones importantes para esto.
Primero, identificar a esta mujer mostró la gracia y la misericordia de Dios a la multitud. Nosotros ya hemos visto cómo esta mujer era inmunda. Ella se atrevió a acercarse al Señor Jesús. Jesús no la condenó. En cambio, Él la aceptó. Quizás usted se siente como esta mujer. Usted se siente sucio e indigno del afecto y perdón del Señor. Usted tiene temor de lo que Él le dirá. Usted está postrado a Sus pies temblando. Usted sabe que usted es culpable. El Señor quiere extenderle la mano a usted como lo hizo a esta mujer. Él quiere perdonarlo y sanarlo. Nosotros venimos como pecadores culpables pero venimos a un Dios de tremenda misericordia y perdón.
Segundo, al identificarla, el Señor le mostró a esta mujer que ella no debía esconder su luz. Ella había experimentado una maravillosa bendición del Señor. Ella había sido sanada de una enfermedad que tuvo por doce años. Ella estaba ocultando esto. Ella estaba escondiendo su luz. Jesús la identificó. Ella tuvo que estar ante la multitud y compartir lo que el Señor había hecho por ella. Ella tenía que testificar de Su bondad y misericordia. ¿El Señor ha hecho algo en su vida? No esconda su luz como hizo esta mujer. Cuando Jesús sanó al endemoniado Gadareno, Él le dijo que regresara a su familia y les contara lo que el Señor había hecho por él. Esta mujer no sólo temió a Jesús sino también a la multitud. Ella necesitaba ser liberada de su temor por lo que los demás podrían pensar. Ella necesitaba estar dispuesta a permitir que su luz brillara.
Tercero, esta mujer necesitaba reconocer y confesar su pecado. Ella había tocado el borde de su manto siendo una persona inmunda. Ella había robado una bendición de Él. Ella vino, temblando con temor debido a su pecado. Ella vino como una pecadora inmunda. Ella necesitaba entender su pecado antes que ella pudiera en verdad entender el perdón y la misericordia del Señor hacia ella. Muchas personas no confrontan su pecado. Ellos quieren ser sanados, pero no quieren admitir que son pecadores. A menos que entendamos y confrontemos nuestro pecado, no podremos entender lo que el Señor ha hecho por nosotros y vivir en la victoria que Él da.
Finalmente, Jesús necesitaba confirmar Su bendición sobre la sanidad dada. Esta mujer no pasó inadvertida. Jesús la destacó. Él sintió que ella era suficientemente importante para detener lo que Él estaba haciendo y pasar un momento con ella. Recuerde que el Señor iba camino a la casa de un niño que estaba muriendo. Cada momento contaba. Jesús detuvo lo que Él estaba haciendo para notar y hablarle a esta mujer. Hasta este momento, la bendición que esta mujer había recibido era robada. Ella nunca le había pedido esta sanidad a Jesús, ella simplemente la tomó. Si Jesús no la hubiera identificado, ella se habría marchado sanada pero no consciente de la profundidad del amor del Señor por ella. Al identificarla, Jesús confirmó el milagro y dio Su bendición. Él le aseguró que era Su voluntad que ella fuera sana. Él sella la sanidad y afirma Su amor por ella personalmente. Él la despidió con un conocimiento profundo de su indignidad pero con un conocimiento aún más profundo de su maravilloso amor, perdón y sanidad, así como con una comisión para dejar que su luz brillara y no estuviera avergonzada de decir lo que el Señor había hecho por ella a otros.
Para Considerar:
- ¿Qué nos dice este pasaje sobre la importancia de reconocer y confesar nuestro pecado?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de “dejar que nuestra luz brille”? ¿Su luz brilla para Él?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre el amor y la compasión del Señor por las personas?
- ¿Qué ha hecho el Señor Jesús por usted personalmente?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé intrepidez para permitir que su luz brille más intensamente para Él.
- Agradézcale al Señor por Su misericordia y compasión. Agradézcale que Él lo nota a usted personalmente.
- Agradézcale al Señor que Él siempre tiene tiempo para usted.
5 – La Hija de Jairo
Lea Mateo 9:23-26; Marcos 5:35-43; Lucas 8:49-56
Jesús estaba camino a la casa de Jairo, uno de los líderes de la sinagoga. Su hija de doce años estaba enferma y a punto de morir. En su camino hacia allá, Jesús sanó a la mujer que tocó el borde de su manto. Según Marcos y Lucas, fue mientras el Señor le hablaba a la mujer que uno de los siervos de Jairo vino con la noticia que su hija había recién muerto.
Jesús se había detenido para hablar con la mujer y como resultado esta joven muchacha había muerto. ¿Qué habría sentido la mujer, sanada del flujo de sangre, al escuchar esta noticia? No se nos dice. Jesús dijo a Jairo, sin embargo, que no tuviera temor, sino que creyera, y su hija se sanaría.
Marcos nos dice que el Señor se negó a permitirle a la multitud que le acompañara. Él fue a la casa de Jairo con Pedro, Jacobo y Juan. Él también se acompañó por Jairo y su esposa (Lucas 8:51). Cuando ellos llegaron a la casa, Jesús notó a los que tocaban flauta con sus melodías fúnebres. Una multitud se había reunido para lamentar la pérdida de esta joven muchacha. Había mucho alboroto y ruido con todos los gemidos y llantos.
Jesús se acercó a la multitud y les dijo que dejaran de lamentar. Él les dijo que la muchacha sólo estaba dormida. No debemos pensar aquí que la niña no había muerto. Su muerte ya había sido confirmada. Estaban en medio del funeral. Cuando Jesús dijo que esta joven muchacha estaba dormida, Él habló como quien sabía que ella resucitaría. La muerte de esta joven no era permanente. Ella se sanaría y continuaría viviendo una vida normal.
Esta historia nos recuerda a Lázaro en Juan 11:38-43. Jesús dejó que muriera para que la gloria de Dios pudiera revelarse. Jesús se tardó debido a la mujer que había tocado el borde de su manto, pero ese retraso lograría un propósito aún mayor. Dios recibiría una gloria mayor. Hay veces que encontramos obstáculos en nuestra senda. Comprenda que estos obstáculos están bajo el control de Dios. Él logrará Sus propósitos en Su tiempo.
Me gusta pensar en Jairo en esta escena. ¿Qué estaba él pensando cuando Jesús se tardó por la mujer que tocó su manto? Yo tengo que admitir que hay momentos cuando mi nivel de tensión empieza a escalar debido a que las cosas no ocurren de la manera que me gustaría que ocurrieran. Si yo hubiera sido Jairo, yo habría estado probablemente intentando hacer que Jesús se moviera un poco más rápidamente. Yo le habría estado explicando que mi hija iba a morir muy pronto. Cuando el mensaje llegó que su hija estaba muerta, debió probablemente haber habido muchas preguntas en la mente de Jairo. ¿Por qué Jesús no vino más pronto? ¿Por qué Él se detuvo por esa mujer? Lo que nosotros necesitamos ver aquí es que el retraso era todo parte del plan. Nosotros necesitamos aprender a confiar más en el Señor. Necesitamos confiar que los obstáculos y retrasos también están bajo Su control y Él los usará para Su gloria en nuestras vidas. El poder de Dios se revelaría de una manera aún mayor ahora que Jesús se había tardado y la hija de Jairo había muerto.
Cuando Jesús le dijo a la multitud que se marchara porque la joven muchacha solo estaba dormida, la multitud se burló de Él. Lucas nos dice que ellos sabían que la hija de Jairo estaba muerta. Ellos se rieron porque sentían que Él no sabía de lo que estaba hablando.
Jesús tomó a sus discípulos y a los padres de la muchacha con Él y entró donde la muchacha estaba acostada. Él tomó a la muchacha por la mano y dijo “¡Talita cumi!” (Marcos 5:41). Éstas eran palabras en arameo que significaban “Niña, a ti te digo, levántate.” Solamente Marcos nos dice las palabras exactas que Jesús habló. Las palabras habladas por Jesús ese día fueron tan poderosas que Marcos parece no querer traducirlas. Con estas simples palabras, el poder de Dios fue liberado. Inmediatamente la muchacha se puso en pie y caminó. Jesús les dijo a los padres que le dieran algo de comer.
Marcos y Lucas nos dicen que Jesús dio órdenes estrictas que los padres no permitieran a nadie saber lo que había pasado. No había ninguna manera, sin embargo, que ellos pudieran esconder el hecho que su hija estaba viva. Las noticias de su sanidad se expandieron a lo largo de la región. Jesús no estaba diciéndoles que escondieran a su hija. Lo que Él estaba diciéndoles, sin embargo, era que no salieran a dar detalles de lo que había pasado ese día. Jesús sabía cuál sería la respuesta de la multitud. Las multitudes ya le apretaban en el camino. Solo podríamos imaginar lo que habría pasado si ellos comenzaran a traer sus muertos a Jesús pidiéndole que los sanara también. Este milagro no era para las multitudes. Fue para ministrar a esta familia en particular.
Nosotros vemos aquí el poder maravilloso de Dios sobre la misma muerte. Nosotros debemos encontrar tremenda esperanza y consuelo en Su poder por encima de cada obstáculo que venga a nuestro camino. Nada está fuera de su control.
Para Considerar:
- ¿Cuál ha sido su respuesta ante los obstáculos que vienen a su camino? ¿Cuál es el desafío de este pasaje para usted?
- ¿Qué el Señor nos enseña aquí sobre Su control soberano por encima de todas las cosas? ¿Qué problemas está usted enfrentando ahora mismo? ¿Está Él en control de esos problemas? ¿Qué ánimo encuentra usted en esto?
- En la historia de la mujer sanada de su flujo de sangre, Jesús la llamó a testificar de lo que Él había hecho por ella. Aquí en esta historia, sin embargo, Jesús les dijo a los padres que no dijeran a nadie lo que Él había hecho. ¿Hay cosas que Dios hace por nosotros que Él quiere que las guardemos para nosotros? Explique.
Para Orar:
- Agradezca al Señor por los obstáculos que Él ha permitido llegar a su camino y por las lecciones que ellos le han enseñado en la vida.
- Agradezca al Señor que no hay un problema que Él no pueda resolver.
- Pídale al Señor que le dé más paciencia al usted esperar en Él y en Su tiempo.
- Pídale al Señor que le dé gracia para entender cuando Él quiere que usted comparta lo que Él ha hecho y cuando Él quiere que usted guarde estas cosas para usted mismo.
6 – Los Ciegos y el Endemoniado Mudo
Lea Mateo 9:27-34
Jesús había levantado de los muertos a la hija de Jairo. Después de ministrar a esta familia, Jesús y sus discípulos dejaron la región. Dos hombres ciegos los siguieron.
Cuando los ciegos seguían a Jesús ellos daban voces, “¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (Mateo 9:27). La expresión “Hijo de David” es significativa. Este título era usado por los judíos para hablar del Mesías. Al llamarlo Hijo de David los ciegos estaban declarando que ellos creían que Él era el Mesías que iba a venir.
Mateo nos dice que Jesús entró en casa y los ciegos lo siguieron (Mateo 9:28). ¿Por qué Jesús los llevó dentro? A estas alturas en Su ministerio, el Señor ha estado desafiando a aquéllos que Él sanó a permanecer callados sobre su sanidad. Él le dijo a la familia de Jairo que ellos no debían expandir la noticia de cómo Él había levantado a su hija de los muertos. En vez de sanar a estos ciegos en público, Jesús encontró un lugar privado donde Él podía pasar algún tiempo solo con ellos, fuera de la multitud.
Cuando Jesús estuvo solo con los hombres, Él les preguntó si ellos realmente creían que Él podría sanarlos. Los hombres muy obviamente habían sido ciegos durante algún tiempo. Era difícil imaginar ser capaces de ver otra vez. Estando ahora delante de Jesús ellos fueron forzados a examinar su fe. ¿Ellos realmente creían o simplemente estaban esperando que Él pudiera hacer algo? Hay un mundo de diferencia entre generalmente creer que Jesús puede sanar y creer que Él lo sanará a usted personalmente. Ellos habían oído sobre cómo Jesús había sanado a otros, pero ¿creían que Él haría lo mismo por ellos?
Los ciegos le dijeron a Jesús que ellos creían. Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. (Mateo 9:29). Su vista fue restaurada en ese mismo momento. Ellos sí creyeron. Cuán importante es que nosotros veamos lo que Jesús está enseñándonos aquí. Examine su lista de oración. ¿Usted realmente cree que Dios contestará sus oraciones? Puede que Él no les conteste de la manera que usted piensa, pero ¿está usted consciente que cuando usted ora, usted está presentando su petición ante el Rey de reyes y Señor de señores? Usted no va a un rey y le pide cosas que usted realmente no desea. Usted no le pide cosas que usted no cree que él pueda darle. Nosotros necesitamos venir con corazones que de verdad crean en lo que pedimos. Necesitamos venir, confiando que él puede y hará algo en cuanto a nuestra petición.
Cuando ellos habían sido sanados, el Señor Jesús les dijo que no debían decirle a nadie lo que había ocurrido. Mateo nos dice que Jesús les “encargó rigurosamente” (Mateo 9:30). De nuevo la razón por esto parece ser porque la multitud habría apretado más aun a Jesús con sus necesidades. Jesús constantemente estaba siendo abrumado con personas y sus necesidades. Nosotros necesitamos recordar aquí que Jesús, aunque Él era el Hijo de Dios también era humano así como nosotros. Él se sentía cansado y sabía lo que era estar agobiado por las multitudes.
¿Cuántas veces las personas exigen nuestro tiempo y energía? Nosotros nos volvemos esclavos de las personas y sus necesidades. El apóstol Pablo tuvo que lidiar con este problema en su ministerio. En Gálatas 1:10 él escribió:
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
Las personas exigirán nuestro tiempo y energía, pero ¿estamos haciendo lo que Dios requiere? Yo he visto a demasiados pastores esclavizados a sus congregaciones. Ellos viven sus vidas intentando agradar a los miembros de su iglesia apresurándose de una necesidad a otra. Jesús nos enseña que hay tiempos cuando nosotros tendremos que ignorar las necesidades a nuestro alrededor y hacer la voluntad del Padre.
Mientras Jesús encargó rigurosamente a los ciegos a no decir nada, ellos salieron de ese lugar expandiendo las noticias de lo que Jesús había hecho. Esto indudablemente habría animado a más personas a venir a Jesús con sus necesidades y enfermedades.
Mientras salía de ese lugar, Jesús encontró a un hombre poseído por un espíritu maligno. El demonio había atado su lengua de modo que él no pudiera hablar. Jesús sacó el demonio del hombre y él comenzó a hablar.
La multitud estaba asombrada. “Nunca se ha visto cosa semejante en Israel”, ellos decían (Mateo 9:33). Los Fariseos, sin embargo, no estaban convencidos. Ellos vieron los milagros pero dijeron a los allí presentes que Jesús había realizado este milagro por el poder de Satanás.
Las personas de las que hemos hablado en esta sección necesitaban sanar de maneras diferentes. No hay ninguna referencia en la historia de los hombres ciegos a ninguna opresión demoniaca. Su problema era físico en naturaleza. Jesús los ministró físicamente. Por otro lado, el hombre que era mudo estaba padeciendo de una presencia demoniaca en su vida. Para tratar con su problema Jesús necesitó expulsar el demonio. La batalla en la que estamos envueltos tiene muchas caras. Cada situación necesita ser examinada independientemente. La solución a cada problema será diferente. Necesitamos gran discernimiento y sabiduría cuando buscamos adelantar el reino.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la importancia de la fe en nuestras oraciones?
- ¿Se ha encontrado usted viniendo a Dios con peticiones que usted no creía realmente que Dios respondería? ¿Cómo debemos venir a Dios en oración?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la habilidad de los demonios de afligirnos físicamente?
- ¿Se ha encontrado usted alguna vez siendo un esclavo de las personas y no un siervo de Dios? Dé un ejemplo.
Para Orar:
- Pídale al Señor que aumente su fe para que usted pueda orar creyendo que Él contestará como prometió.
- Pídale al Señor que le dé un mayor discernimiento para poder ministrar a aquéllos que vienen a usted.
- Pídale al Señor que lo guarde de ser un esclavo de las personas. Pídale que le ayude a seguir su guía y dirección en su ministerio y en su vida.
7 – Rechazado en Nazaret
Lea Mateo 13:54-58; Marcos 6:1-6
Como el Hijo de Dios, el Señor Jesús fue echado de los pueblos. Muchos no entendieron ni apreciaron su mensaje. Él supo lo que era predicar y que las personas rechazaran Su palabra. Las personas le dieron sus espaldas. Él conoció el dolor del rechazo.
Aquí en estos próximos pasajes el Señor Jesús retorna a Nazaret, su ciudad natal. En el día de reposo, Él fue a la sinagoga y empezó a enseñar. Las personas que se reunieron para escuchar lo ese día lo conocían bien. Jesús había crecido en su medio.
Cuando las personas de Nazaret oyeron a Jesús predicar ellos quedaron sorprendidos con sus palabras. Ellos se preguntaron donde él consiguió su sabiduría y poder para realizar tales increíbles milagros. Ellos estaban maravillados de lo que ellos vieron y oyeron. Las palabras de Jesús demostraban la sabiduría de Dios. Eran diferentes a las palabras de los maestros de la Ley. Jesús hablaba con poder. Su ministerio estaba ungido por el Espíritu Santo.
Había evidencia de la mano de Dios en Jesús, pero las personas de Nazaret tenían un problema real con Jesús y sus palabras. Ellos lo conocieron siendo un joven muchacho. Ellos conocieron a su padre y a su madre terrenales. Para ellos, Él era simplemente el hijo de un carpintero. Sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas estaban viviendo en la comunidad. Jesús también tenía hermanas que vivieron en la región de Nazaret. Los habitantes de ese pueblo no podían creer que Jesús pudiera ser alguien grande, ciertamente no el Mesías. Ellos sentían de algún modo que el Mesías habría de venir de una familia importante. Ellos no podían creer que algo bueno podría venir de su pueblo.
Hay un par de puntos que necesitamos ver aquí. El primero es cómo el Señor está dispuesto a usar lo que parece ser pequeño a los ojos de este mundo para hacer una obra maravillosa. Los ciudadanos de Nazaret no podrían imaginar que Dios podría usar a una familia insignificante para levantar al Mesías de Israel. Dios hizo simplemente eso. Él se regocija haciendo grandes cosas a través de personas pequeñas.
El segundo punto a considerar es cuan a menudo nosotros limitamos a Dios. Al no creer que Dios pudiera usar al pequeño e insignificante, las personas de Nazaret limitaron lo que Jesús hizo en su medio. De algún modo creemos que Dios puede usar a otras personas pero no a nosotros. A veces pasamos por la vida sin esperar nada de Dios. Nosotros no creemos que Él nos usará y entonces no damos el paso.
El Señor me desafió recientemente en esta área de mi vida a través de un pasaje de Marcos 4:24 que dice:
“porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros.”
¿Qué tipo de medida está usted usando? Las personas de Nazaret no tenían una medida muy grande. Sus expectativas eran muy bajas. Muchas personas viven sus vidas con expectativas muy pequeñas de Dios. Ellos se adaptan a un sentido de apatía. Ellos no esperan mucho y no consiguen mucho. Yo creo que el Señor Jesús quería demoler esta “mentalidad Nazarena.” Él vino a Nazaret para mostrarles el poder y la sabiduría de Dios. Él vino a demostrarles a ellos que Dios había levantado al Mesías de su medio y que Él podía hacer cosas asombrosas.
Mateo y Marcos nos dicen que las personas de Nazaret estaban “profundamente ofendidas” por las cosas que Jesús enseñó. Éstas son palabras fuertes. Sus palabras, aunque poderosas y ungidas por el Espíritu, fueron ofensivas. Las personas no podrían aceptarlas.
Al ver su rechazo, el Señor les dijo que no hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Es muy fácil creer que Dios puede usar a otros. Es mucho más difícil creer que Él puede usar a las personas con las que hemos crecido. Nosotros vemos las debilidades de nuestra propia familia. Nosotros los hemos visto en sus peores momentos. Nosotros sabemos cómo ellos son. Se nos hace difícil creer que Dios pudiera usarlos.
El resultado de esta mentalidad fue que Jesús hizo sólo unos milagros en esa región. Su incredulidad impidió al Señor hacer cosas mayores. Estas personas no creyeron y por tanto recibieron muy poco del Señor ese día. Si usted quiere ver al Señor obrar, usted necesita avanzar creyendo. Usted necesita demoler la mentalidad que dice que Dios no estaría interesado en hacer algo en usted. La realidad del asunto es que el Señor se regocija en derramar sus bendiciones sobre nosotros. Nos sentimos indignos de Sus bendiciones. No queremos pedir más. Nosotros sentimos que de algún modo Él raciona sus bendiciones y sólo las entrega a las personas mucho mejores. Como resultado, nos perdemos el propósito de Dios para nuestras vidas y ministerios.
Marcos 6:6 nos dice que Jesús salió de Nazaret asombrado por la incredulidad de ellos. Él salió a otros pueblos y les predicó las Buenas Nuevas. ¿Se asombraría Jesús por nuestra incredulidad? ¿Se asombraría Él por cuan poco nosotros queremos y esperamos de Él? Que Dios deshaga esta mentalidad y nos libre para recibir todo lo que Él quiere dar.
Para Considerar:
- ¿Cuál es esa “mentalidad Nazarena”? ¿Usted ve evidencia de ella en su vida?
- ¿Cómo es que esta mentalidad nos aparta de las bendiciones de Dios?
- ¿Cuál es la importancia de la fe según este pasaje?
- ¿Se ha encontrado usted alguna vez limitando a Dios? ¿Qué nos hace estar satisfechos con tan poco?
Para Orar:
- Pídale al Señor que rompa la “mentalidad Nazarena” en su vida.
- Agradezca al Señor que Él usa al pequeño e insignificante para hacer las obras grandiosas.
- Tome un momento para considerar lo que el Señor quiere en su ministerio y vida personal. Pídale al Señor que le dé más valor para salir en fe en busca de victorias mayores.
8 – El Señor de la Cosecha
Lea Mateo 9:35-38
Un Jesús iba de pueblo en pueblo, Él enseñaba en las sinagogas y predicaba las buenas nuevas sobre la presencia del reino de Dios. Él sanaba todo tipo de enfermedad y dolencia, demostrando la realidad de ese reino y su poder por encima del reino de mal.
Es importante que notemos aquí que el ministerio del Señor Jesús era doble. Era predicar y enseñar sobre el reino de Dios, pero también era liberar a los prisioneros del reino de Satanás. Estos dos ministerios andaban de la mano en equilibrio perfecto en la obra del Señor Jesús. Nosotros somos llamamos no sólo a proclamar el reino de Dios por nuestras palabras sino también a demostrar la realidad de ese reino pasando al territorio de Satanás y rescatando lo que él ha tomado de nosotros.
El Señor no sólo nos llama a predicar sino también a alcanzar de manera práctica y a demostrar el poder del reino de Dios en la vida real. Muy a menudo nuestra fe sólo consiste en doctrinas e ideas sobre Dios. Dios también quiere que nosotros actuemos en el poder de ese reino. Él quiere que nosotros seamos instrumentos a través del cual Él no sólo pueda proclamar la verdad del reino sino también pueda demostrar su realidad.
Este ministerio doble del Señor atrajo a una multitud. Jesús constantemente estaba rodeado por personas que buscaban ser liberadas de sus enfermedades y dolencias. Cuando Jesús vio a esta multitud su corazón se rompió. Él tuvo compasión de ellos. Él los vio como un pueblo que estaba atormentado y desvalido. Las cargas de este mundo estaban agobiándolos. El diablo estaba oprimiéndolos y atormentándolos. Ellos estaban siendo vejados y molestados. Jesús sentía su dolor y sus angustias. Él vio cómo ellos estaban dominados por el pecado, el mundo y el diablo. Ellos estaban desvalidos e incapaces de cuidar de ellos mismos. Ellos eran incapaces de encontrar victoria sobre sus circunstancias. Ellos eran como ovejas sin pastor.
Fue en este contexto que Jesús se volvió a sus discípulos y les dijo que la cosecha era abundante pero los obreros eran pocos. Él llamó a sus discípulos a pedirle al Señor de la cosecha que mandara obreros a su cosecha. Hay varias cosas que necesitamos notar aquí en estas palabras de Jesús.
La palabra griega para “enviar” es una palabra muy fuerte. La palabra usada aquí significa sacar, expulsar o echar fuera. Tiene el sentido de compeler y ordenar a alguien a salir. También puede entenderse en el sentido de sacar algo a la fuerza o guiar con una fuerza que no puede resistirse. En otras palabras, hay urgencia en esta oración. Jesús les dice a sus discípulos que oren para que Dios envíe a las personas a la cosecha. Él les pide que oren para que la mano de Dios sea tan fuerte en las vidas de sus personas que ellos no puedan resistirse a su llamado. ¿Ha sentido usted la urgencia en su propio corazón? ¿Ha sido usted enviado a esta cosecha? ¿Es el llamado de Dios en su vida de tal manera que usted no puede hacer otra cosa que ir? A esto es lo que el Señor nos llama a orar.
Noten en segundo lugar que Dios es el que envía. Nosotros no somos llamados a escoger a los obreros. Nosotros no somos llamamos a manipular o a persuadir a nadie para servir al Señor. Dios hará este trabajo. Nosotros somos llamamos a orar. Dios conoce quién quiere servir y en qué capacidad. Imagine cómo sería el campo de cosecha si nosotros hiciéramos la elección. Dios no nos da ese privilegio. Él escoge, llama y equipa. Él nos pide que oremos.
Jesús prometió que cuando los discípulos oraran, el Padre hablaría a los corazones. Cuando nosotros clamamos al Padre, él convencerá, compelerá y se moverá en los corazones de las personas. Él pondrá una carga en sus corazones para que ellos no puedan resistirse a su llamado.
Hay una última cosa que necesitamos ver en este pasaje. Jesús habla aquí de una cosecha. Nuestra tarea es recoger una cosecha. El Señor ya ha hecho el trabajo. Él ha estado trabajando en las vidas de aquéllos que van pero Él también ha estado trabajando en las vidas de aquéllos a quienes ellos van. Él ha estado abriendo sus ojos. Él ha estado convenciéndolos de su pecado. Él ha estado atrayéndolos por su Espíritu Santo. A través de varias circunstancias que Él ha estado trayendo a sus vidas, Él ha estado ablandando sus corazones. Él ha estado preparándolos para ser cosechados. Ésta es la obra de Dios. Nuestro trabajo es recoger la cosecha que Dios ha estado produciendo. Si Dios no ha preparado a estas personas, no puede haber cosecha. Si somos sensibles a la dirección del Espíritu Santo, Él nos llevará al fruto que Él ha preparado para que nosotros cosechemos.
La comprensión de que nosotros somos segadores influye en cómo ministramos. Nos muestra que no debemos pensar demasiado favorablemente de nosotros mismos. Todo lo que nosotros hacemos es recoger el fruto que Dios ya ha preparado. La comprensión de que nosotros somos segadores nos ayuda a confiar más en Dios y en Su obra en las vidas de las personas. Nosotros no podemos cambiar a las personas. Nosotros no podemos convertir un alma. Nosotros podemos, sin embargo, seguir la dirección del Señor y ser Sus instrumentos para recoger la cosecha. El milagro de una nueva vida y del crecimiento en Cristo es la obra del Espíritu de Dios. Nosotros somos llamados a unirnos con Él en este ministerio al recoger la cosecha que Dios está obrando en las vidas de sus personas. Que Dios nos dé gracia para ser mejores instrumentos en Sus manos.
Para Considerar:
- ¿Ha encontrado usted el equilibrio entre predicar la verdad de Dios y demostrar prácticamente la autoridad del Reino?
- ¿Ha usted sentido el llamado ardiente de Dios para ir a la cosecha? ¿Ha sido usted fiel?
- ¿Hay evidencia de personas alrededor de usted siendo atormentadas y desvalidas?
- ¿Cuáles son las implicaciones de ser un segador que está en el campo de cosecha? ¿Cómo esto nos muestra la necesidad de ser más sensibles a lo que el Señor está haciendo en las vidas de aquéllos a quienes nosotros ministramos?
- ¿Se ha encontrado usted intentando correr delante de Dios? ¿Esto realmente logra algo de valor? ¿Es posible obstaculizarla obra del Reino al tratar de correr delante de Dios?
Para Orar:
- Pídale al Señor que reafirme su llamado en su vida.
- Pídale al Señor que levante a más obreros que pueden recoger la cosecha proclamando la verdad y demostrando el poder y autoridad del Reino en sus vidas.
- Pídale al Señor que le dé poder no sólo para predicar sino también para demostrar el poder del Reino de Dios.
- Pídale a Dios que le ayude a estar satisfecho con ser un segador que recoge el fruto de lo que Él ha estado produciendo en las vidas de sus personas. Pídale a Dios que le dé una sensibilidad mayor en cuanto a su guía para que usted pueda segar la cosecha que Él quiere que usted recoja.
9 – Los Discípulos Enviados
Lea Mateo 10:1-15; Marcos 6:7-13; Lucas 9:1-5
En la última sección vimos cómo el Señor desafió a sus discípulos a orar al Señor de la cosecha que enviara obreros al campo de la cosecha. Aquí en esta sección Jesús llamó a sus doce discípulos a Él y les dio autoridad para echar fuera a espíritus malignos y a sanar toda enfermedad y dolencia. Él les mandó entonces que predicaran el reino de Dios (Lucas 9:2). Una vez más vemos el enfoque doble de Su ministerio. Ellos no sólo debían predicar el reino de Dios sino también demostrar su poder y presencia sanando los enfermos y echando fuera demonios. Mateo toma tiempo para listar los nombres de cada uno de los discípulos que Jesús envió (vea Mateo 10:2-4).
Usted puede imaginar cómo sería para estos discípulos ser enviados. Habría algo de temor en sus vidas. Ellos se habrían sentido inadecuados e indignos. Ellos habían ahora, durante algún tiempo, observado al Señor Jesús ministrar. Su fe había sido retada cuando ellos lo observaban. Ahora, sin embargo, Jesús los envió solos a ejercitar su fe en lo que Dios podría hacer a través de ellos.
Es una cosa conocer la verdad sobre el reino de Dios y el poder de Dios sobre Satanás y sus obras. Es otra cosa experimentar esa realidad en nuestras vidas y ministerio. Los discípulos conocían la verdad pero ahora era tiempo para que ellos experimentaran el poder. Armados con la autoridad de Dios, ellos salieron a las multitudes a seguir el ejemplo de Jesús y a liberar a las personas de la esclavitud del diablo.
Cuando Jesús envió a sus discípulos, él les dio instrucciones. Él les dijo que no fueran entre los Gentiles o Samaritanos. Ellos sólo debían ir particularmente a las “ovejas perdidas de Israel.” Jesús, en este punto, ministraba a los judíos. Él comisionó a sus discípulos a ir primero a su propio pueblo. El tiempo vendría cuando ellos irían más allá de su propio pueblo pero, por el momento, ellos debían ministrar en casa. Israel sería su lugar de entrenamiento.
Jesús también les dio el mensaje que ellos debían predicar. Él les dijo que predicaran que el Reino de Dios estaba cerca. Ellos debían predicar que la presencia de Dios había venido a la tierra. Ellos debían declarar que el pecado y Satanás fueron derrotados y que Dios estaba levantando un pueblo para reinar con Él.
Jesús comisionó a sus discípulos para demostrar el poder del reino sanando los enfermos, resucitando muertos, limpiando a los leprosos y echando fuera demonios (Mateo 10:8). Ellos no debían tomar dinero para su ministerio. Ellos habían recibido su comisión y poder gratuitamente y ellos debían ofrecer su servicio gratuitamente a aquéllos a quienes Dios los llevaría. Ellos debían ministrar por compasión y no por ganancia.
Jesús también tenía otro requisito para sus discípulos en este momento. Ellos no debían tomar dinero con ellos ni ellos debían tomar sandalias, bordón o túnicas extras. En cambio, ellos debían confiar en el Señor para suplir todas sus necesidades. Jesús les recordó que el obrero era digno de su alimento. El pueblo de Dios debía suplirles al ellos ir. Ellos debían depender de la provisión de Dios.
Cuando ellos entraran en las varias ciudades y aldeas, los discípulos debían recibir la hospitalidad de las personas en las comunidades. Si alguien les proporcionara un lugar para quedarse, ellos debían quedarse en esa casa, recibir su hospitalidad y ministrar en esa comunidad. Ellos debían bendecir las casas que les recibieran y dejar que su paz viniera en esas casas. El propio Dios bendeciría a aquéllos que recibieran a sus discípulos.
Si, por otro lado, nadie les recibía, ellos no debían perder tiempo en esa comunidad. En cambio, ellos debían sacudir el polvo de sus pies y marcharse (Mateo 10:14). Jesús les dijo entonces que sería más tolerable para los pueblos de Sodoma y Gomorra en el Día del Juicio que para esos pueblos que rechazaran a sus discípulos. Rechazar a estos discípulos era rechazar al Señor que los envió. Ellos iban como sus representantes a las ciudades y aldeas con el mensaje que el Señor les había dado. Los discípulos debían ofrecer el mensaje del reino gratuitamente. Ellos debían ser sensibles a lo que el Espíritu de Dios estaba haciendo. Ellos debían pasar por las puertas que Él abriera. Si las personas de una cierta comunidad no estuvieran listas para recibirlos, ellos debían seguir a un pueblo que les recibiera. Ellos debían ir donde Dios se estaba moviendo. Ellos debían bendecir lo que Dios estaba bendiciendo.
En obediencia al mandamiento del Señor, los discípulos salieron a los varios pueblos y comunidades de la región. Ellos predicaron y sanaron a muchas personas. La bendición de Dios estaba sobre ellos mientras estaban sirviendo y ellos estuvieron asombrados de ver lo que Dios hizo.
Para Considerar:
- ¿Cuál es la diferencia entre hablar sobre Jesús y de su poder y salir y experimentar la realidad de ese poder personalmente?
- ¿Ha estado usted experimentando el poder del Señor en su vida y ministerio?
- ¿Cómo usted piensa que sería el poder del reino en su ministerio?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé gracia para salir en fe como los discípulos en este pasaje.
- Agradézcale al Señor por la manera que Él desea demostrar Su poder a través de nosotros.
- Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted encontraba difícil creer que Él querría demostrar el poder del reino a través de usted.
10 – El Costo del Discipulado
Lea Mateo 10:16-33
Jesús estaba hablándole a los discípulos Él había enviado. Él les había dado autoridad para predicar el reino de Dios y demostrar el poder de ese Reino. Aquí en esta sección, Él les recordó a sus discípulos que su ministerio no siempre sería apreciado. Cualquiera que ministre en Su nombre necesita medir el costo de ser un discípulo.
Cuando Jesús envió a sus discípulos, Él les dijo que los estaba enviando como ovejas entre los lobos. El mundo al cual Él los estaba enviando sería hostil a su mensaje. Satanás se opondrá a aquéllos que pisan en su territorio. A la luz de este hecho, Jesús llamó a sus discípulos a ser tan prudentes como serpientes y tan sencillos como palomas (Mateo 10:16). Miremos brevemente a lo que Jesús está diciendo aquí.
A lo largo de la Biblia, Satanás se compara a una serpiente. Cuando somos llamados a ser tan sabios como serpientes, somos llamados a ser sabios en cuanto a sus tácticas. Pablo aclara esto en 2 Corintios 2:10-11 cuando él dice:
“Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.”
Noten la frase, “nosotros no ignoramos sus maquinaciones.” ¿Cómo podemos luchar contra el enemigo si no somos conscientes de sus tácticas? Si vamos a luchar con el enemigo, debemos ser sabios a sus complots y planes. Debemos ser conscientes de cómo él está intentando engañar y tentarnos. No debemos entrar en la batalla desconociendo sus tácticas.
No sólo debemos ser sabios a los ataques del enemigo sino también debemos ser tan sencillos como las palomas. La paloma es un pájaro pacífico. A diferencia de las aves de rapiña, este pájaro es totalmente pacífico e inofensivo. Nosotros, también, necesitamos ser pacíficos e inofensivos; andar en la verdad y estar en paz con Dios. Nosotros necesitamos trabajar hacia la paz y la armonía con nuestros hermanos y hermanas. Necesitamos ser puros y santos. No caer presa de las tácticas del enemigo o caer presa de sus tentaciones. Cuánto el enemigo amaría traer división. Cuánto él ama dividir y causar disputa y amargura. Como discípulos del Señor Jesús nosotros no caemos presa a ninguna de sus tácticas. Nosotros somos prudentes y sencillos y andamos en santidad y pureza en nuestra vida. La santidad y pureza de nuestra vida son las más grandes armas contra el enemigo.
Jesús les recordó a sus discípulos que ellos necesitaban estar en guardia cuando ellos salieran a ministrar en Su nombre. Habría personas que buscarían dañarles y hacerles caer. Ellos no serían apreciados por todos los que oyeran su mensaje. Él les advirtió que ellos serían entregados a las autoridades, serían azotados y golpeados en las sinagogas. Su persecución estaría en manos de los líderes religiosos que adoraban en la sinagoga.
Esta persecución vendría a ellos porque ellos pertenecen al Señor Jesús y predican las buenas nuevas del Reino. Satanás levantaría a hombres y mujeres contra los discípulos de Cristo. Debido a que ellos representarían a Cristo, ellos serían arrestados y traídos ante gobernadores y reyes. Al ellos estar ante estos gobernadores y reyes, ellos testificarían del Señor Jesús. El versículo 18 nos dice que su testimonio sería incluso oído en la comunidad Gentil.
Ellos no debían preocuparse por lo que ellos debían decir por esos días. Al estar ante sus acusadores para ser enjuiciados, el Espíritu de Dios les haría conocer de Su presencia. Él les daría sabiduría y las palabras que ellos necesitarían para el momento.
El Señor les dijo a sus discípulos que vendría el día cuando ellos ni siquiera estarían seguros en sus propias casas. El hermano se volvería contra el hermano. Un padre traicionaría a su hijo cristiano y lo entregaría a las autoridades. Los hijos se rebelarían contra sus padres para que sean entregados y llevados a la muerte por su fe en Cristo.
Como siervos de Jesucristo, ellos serían aborrecidos por todos los hombres. Así como ellos aborrecieron a Jesús, ellos aborrecerían a sus siervos. Como creyentes, nosotros predicamos un mensaje que no siempre es bienvenido en este mundo de pecado y oscuridad. El mensaje que predicamos expone el pecado de nuestro día. Nosotros pisamos en territorio enemigo. Satanás levantará todo tipo de personas contra nosotros debido al mensaje que predicamos.
Jesús prometió que cuando sus discípulos perseveraran firmes hasta el fin serían salvos. Nosotros no debemos ver aquí que nuestra salvación depende de nuestros esfuerzos. Lo que Jesús está diciéndonos aquí es que aquéllos que perseveren en medio de las pruebas verán al Señor venir a su ayuda. Ellos serían librados de sus luchas ya sea por medio de la liberación o la muerte. En cualquiera de los casos, el Señor probará ser fiel.
Cuando los discípulos viajen de pueblo en pueblo, el enemigo levantará personas contra ellos. Si se desatara la persecución contra ellos en una ciudad particular, ellos debían huir a otra. Ellos no debían quedarse donde no les quisieran. Ellos no debían buscar la persecución aunque ésta vendría. Recuerde que los discípulos eran segadores. Ellos simplemente eran llamados a segar la cosecha que Dios había estado obrando en las vidas de hombres y mujeres que estaban maduros para la cosecha. Si la cosecha no estuviera madura en un pueblo particular, ellos debían ir donde estuviera madura. Jesús les dijo en el versículo 23que ellos no terminarían de ir a través de todas las ciudades de Israel antes que el Hijo del Hombre viniera. Existe una pregunta acerca de lo que el Señor quiso decir con esta declaración. ¿Podría ser que Él está diciéndoles que la tarea no sería completada hasta que el Señor Jesús regresara para juzgar el mundo? Nosotros somos llamados a perseverar en esta obra de predicar y demostrar el poder del Reino de Dios hasta que el Señor Jesús regrese.
Las personas persiguieron a nuestro Señor mientras Él ministraba en esta tierra. Ellos dijeron que Jesús ministraba en el poder del diablo. Ellos se mofaron y lo ridiculizaron. Ellos lo clavaron a una cruz. Jesús no nos llama a hacer algo que Él no estuvo dispuesto a hacer por nosotros. El siervo no es más que su señor. El discípulo no es más que su maestro. Si ellos persiguieron al señor, ellos también perseguirán a sus siervos. Si ellos rechazaron al maestro, ellos también rechazarán a sus discípulos. Cuando usted escoge unirse al ejército del Señor, usted escoge seguir sus pasos. Usted puede ser perseguido. Usted puede perder su vida. ¿Usted está listo para venir a Él en estas condiciones? Cualquier buen soldado sabe que él tendrá que pisar en territorio enemigo. Un buen soldado es uno que está dispuesto a sufrir e incluso morir por la causa que él representa. Nosotros esperamos esto de los soldados que representan nuestras naciones. Nosotros también necesitamos esperar esto de los soldados de Cristo.
Debido a que el Señor es nuestra guía, nosotros no debemos tener temor. En cambio, debemos ser intrépidos al salir. Lo que Dios nos hable en tinieblas, nosotros debemos proclamarlo en la luz del día. Lo que Él susurra en nuestro oído, debemos proclamarlo desde las azoteas. En otras palabras, nosotros no debemos vacilar para compartir lo que Dios pone en nuestros corazones. Nosotros debemos echar fuera todo temor. A las personas puede que no les guste lo que nosotros decimos. Ellos pueden hasta matar nuestros cuerpos pero ellos no pueden matar nuestra alma. En lugar de ser gobernado por el temor del hombre y de lo que ellos nos harán, nosotros necesitamos ser gobernados por el temor de Dios. Las personas sólo pueden matar nuestro cuerpo pero aquéllos a quienes nosotros hablamos un día tendrán que enfrentar a quién no sólo puede destruir el cuerpo sino también el alma (Mateo 16:28). Qué cosa tan terrible será para aquéllos que no conocen al Señor. ¿Permitiremos que nuestro temor al hombre haga que no les advirtamos? Nosotros debemos hablar lo que Dios ponga en nuestro corazón. Nosotros somos sus instrumentos para advertir a aquéllos que no lo conocen. Nosotros debemos temer a Dios y valientemente dar el paso cuando Él nos guíe. Nosotros debemos voluntariamente poner nuestras vidas en la línea. Como soldados de la cruz debemos esperar que cuando pisemos en el territorio enemigo él vaya a disparar sus flechas hacia nosotros. Nuestro temor de Dios, sin embargo, nos lleva adelante. Escuchamos sus mandamientos y obedecemos. Como buenos soldados estamos dispuestos a arriesgarlo todo por su causa.
Aunque el camino pueda ser muy difícil y peligroso, Jesús nos anima en el versículo 29. Él nos recuerda que en el mercado de su día se vendían dos pajarillos por un cuarto. Ellos tenían un valor muy bajo a los ojos del mundo. La realidad era, sin embargo, que ninguno de esos pajarillos caía a tierra sin que el Señor lo supiera y lo notara. Ni un solo pajarillo caía a tierra fuera de la voluntad y propósito de Dios. Él cuidaba los pajarillos. Ellos no morirían hasta que Él lo permitiera. Jesús también nos recuerda que el Señor sabe cuántos cabellos hay en nuestra cabeza. Él nos conoce mejor que lo que nosotros mismos nos conocemos. Él conoce cada detalle de nuestra vida. Jesús nos recuerda que nosotros somos de mucho más valor en el corazón de Dios que cualquiera de estos pajarillos. ¿Si el pajarillo no cae a tierra fuera de la voluntad y propósito de Dios, entonces cómo podríamos temer? La mano del Dios Omnipotente está sobre nosotros y Él nos cuida más a nosotros que lo que cuida a los pajarillos. Esto debe darnos gran confianza. Nosotros estamos protegidos y guardados por Dios cuando vamos en Su nombre. Él rodea y nos guarda.
La promesa aquí no sólo es que Dios nos valora y nos protege sino también que cuando nosotros valientemente reconocemos al Señor delante de los hombres a pesar de lo que ellos digan y nos hagan, el Señor también nos reconocerá delante Su Padre en los cielos. Si, por otro lado, nosotros no lo reconocemos delante de los hombres, Él tampoco nos reconocerá delante del Padre en los cielos.
Esto merece un poco de cuidadosa consideración. ¿Qué significa no reconocer en este contexto? ¿Significa esto que nosotros perdemos nuestra salvación? El apóstol Pedro negó al Señor Jesús. Juan Marcos decidió abandonar a Pablo y a Bernabé en su viaje misionero. Estos dos hombres fueron perdonados y recibieron una segunda oportunidad. Cuando nosotros fallamos en estar firmes el Señor Jesús se aflige. Nosotros no actuamos como uno de sus hijos. Él no puede alabarnos delante del Padre en los cielos. Él debe reportar nuestro fracaso al actuar como su hijo. Él debe reportar que nos hemos avergonzado de ser su hijo. Él debe reportar que hemos tenido temor de representarlo. Como el padre dio la espalda al Hijo cuando Él cargó nuestro pecado, el Señor Jesús debe darnos la espalda cuando actuamos en pecado y no lo reconocemos delante de los hombres. Esto no significa que nosotros perdemos nuestra salvación. Significa, sin embargo, que Dios debe voltear su rostro de nosotros en vergüenza. Nuestras acciones afligen o regocijan el corazón de Cristo. Cuando somos fieles, Él habla orgullosamente a Su Padre sobre nosotros. Cuando lo afligimos, Él se siente avergonzado. Escuche a lo que Jesús les dijo a sus discípulos en Lucas 9:26:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.”
Esta sección de la Escritura nos desafía a estar firmes. Nosotros necesitamos comprender que las cosas no siempre serán fáciles para nosotros. Nosotros somos llamados a salir y a estar listos para sufrir por la causa del Señor. Él promete cuidarnos. Él promete guardarnos. Él nos dará poder y nos capacitará cuando vayamos. Cuando nosotros vamos y lo reconocemos, Él nos reconocerá delante del Padre. ¿Cuán a menudo hemos sido gobernados, sin embargo, por el temor de lo que nos ocurriría? Nosotros somos llamamos a echar fuera el temor y a salir valientemente. Esto es lo que se requiere de nosotros como soldados del ejército de Dios. Hacer menos que esto sería deshonrarlo.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez ha permitido que el temor le impida servir al Señor y salir en obediencia?
- ¿Cuál es su temor? ¿Qué nos dice esta sección sobre el temor?
- ¿Tenemos realmente alguna causa para temer? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la protección del Señor sobre nuestras vidas y del valor que Él pone en nosotros?
- ¿Qué quiere decir Jesús cuándo Él nos dice que si nosotros no lo reconocemos Él no nos reconocerá? ¿Podemos nosotros hacer que Dios se avergüence de nosotros? ¿Está Dios orgulloso de usted como su siervo?
Para Orar:
- Pídale al Señor que destierre todo temor del hombre de su corazón.
- Pídale que le perdone por las veces que usted no salió porque tuvo temor o no confió en Su provisión y cuidado.
- Hágale su compromiso a salir a lo que el Señor lo ha estado llamando a hacer. Pídale que le dé gracia para ser fiel.
- Agradézcale que Él promete guardarlo sin importar cuán difícil las cosas puedan resultar.
11 – Más Sobre Discipulado
Lea Mateo 10:34-11:1; Lucas 9:6
Jesús continúa hablando aquí sobre el alto costo de ser un discípulo. Desafiando aquéllos a quienes Él estaba enviando en Su nombre, Jesús les aclaró que su ministerio no sería fácil. Él les recordó a sus discípulos que Él no había venido a traer paz a la tierra sino espada. Esta declaración es algo extraña a la luz de lo que el resto de la Escritura enseña. ¿Jesús no vino a traernos paz con Dios? ¿No es la paz uno de los frutos del Espíritu de Dios? ¿Qué Jesús quiso decir cuándo Él dijo que Él no vino a traer paz sino espada?
En este contexto Jesús estaba hablando del alto costo del discipulado. Él les dijo a sus discípulos que si ellos iban a ser sus siervos ellos debían estar listos para sufrir por su causa. Él les recordó que el enemigo no apreciaría sus esfuerzos. Debido a que ellos estaban pisando en territorio de Satanás, ellos podrían esperar que él les golpeara de vuelta. El mensaje del reino de Dios sería una ofensa a muchas personas. Es en este contexto que nosotros necesitamos entender la declaración de Jesús sobre no venir a traer paz. El resultado natural de seguir a Jesús sería la división en las familias y las amistades.
Jesús les recordó a sus discípulos que un resultado de escoger seguirlo a Él sería problemas en sus casas. Los miembros de la familia no entenderían su compromiso para seguir a Cristo, y algunos incluso pueden responder en hostilidad. Sus peores enemigos podrían ser los miembros de su propia familia.
Cuando venimos al Señor Jesús nosotros tenemos que estar dispuestos a dejar todo atrás. Él debe estar primero. El Señor nos llamó a mi esposa y a mí, hace varios años atrás, a dejar nuestra familia y país para servirlo en las Islas de Mauricio y Reunión. Allí conocimos a jóvenes que eran rechazados por sus familias debido a que ellos habían aceptado al Señor. El llamado del Señor a veces nos llevará fuera de nuestras familias. Algunos en nuestras familias no entenderán por qué nosotros servimos al Señor o por qué nosotros le amamos como lo hacemos. Ellos pueden rechazarnos. Jesús nos recuerda, sin embargo, que cualquiera que ama a su padre o madre, hijo o hija más que lo que ellos lo aman a Él no es digno del Reino de Dios. El Señor demanda que Él sea primero en nuestras vidas. ¿Estamos listos para dejar todo y seguirlo? Antes de que nosotros nos unamos en este viaje con el Señor Jesús debemos contar el costo primero.
Jesús continuó para decirles a sus discípulos que ellos debían estar listos para “tomar su cruz” (Mateo 10:38) y seguirle. Él agregó que si ellos no tomaban su cruz no eran dignos de Él. ¿Qué es esta cruz? La cruz para Jesús representaba su vida. Fue en esa cruz que Él entregó su vida por nosotros. Él sufrió la burla y el escarnio de aquéllos a su alrededor. Él fue rechazado y murió para pagar por nuestro pecado. Esto es lo que el Señor está pidiendo a cambio. Si usted va a seguirlo, el requisito es que usted tome su cruz. En otras palabras, usted debe estar dispuesto a entregar su vida por Él. Usted debe estar dispuesto a sufrir como Él sufrió. En Apocalipsis 3, el Señor reprendió a la iglesia de Laodicea porque ellos eran tibios. Ellos no estaban dispuestos a darlo todo. Jesús está buscando a discípulos que lo entreguen todo para seguirlo.
Jesús les dijo a sus discípulos que si ellos hallaban sus vidas las perderían pero si ellos perdieran sus vidas por Su causa ellos las hallarían (Mateo 10:39). Hay muchas personas que escogen vivir para las cosas de este mundo. Ellos disfrutan sus comodidades, sus riquezas, sus amigos y su reputación. Ellos son bien respetados y viven la vida a plenitud. Ellos tienen todo lo que quieren en esta vida y a menudo son envidiados por aquéllos que tienen mucho menos. Jesús nos recuerda aquí, sin embargo, que estas posesiones terrenales y ventajas no durarán para siempre. El día viene cuando todas estas cosas serán quitadas de nosotros. Si nosotros vivimos para este mundo eso es todo lo que tendremos. Un día todo se habrá ido.
Es verdad que aquéllos que toman su cruz para seguir al Señor Jesús experimentarán sufrimiento y persecución en este mundo pero la presencia de Dios y la realidad de Su vida en ellos es muy poderosa. El Señor se acerca a ellos. Si nosotros no estamos dispuestos a morir a nosotros mismos y a nuestras propias ideas para vivir para Cristo y Sus propósitos no sabremos lo que es experimentar esta vida maravillosa en Cristo. Si en verdad queremos vivir debemos morir a nosotros y buscar a Cristo solamente. En esto encontramos el verdadero significado y propósito en la vida. Encontramos algo que nunca será quitado de nosotros.
En Mateo 10:40 Jesús les dijo a sus discípulos que el que los reciba a ellos lo reciben a Él también. Honrar un profeta es honrar al que lo envió. Cuán importante es que nosotros entendamos lo que Jesús está enseñando aquí. ¿Cuán a menudo he visto a los miembros de la iglesia quejarse y refunfuñar sobre sus líderes espirituales? ¿Cuán a menudo hemos fallado en honrar a esos líderes que el Señor ha puesto encima de nosotros? Hay una conexión profunda entre el Señor y sus siervos. El Señor llama, da poder y capacita a sus siervos para que ministren en Su nombre. Qué privilegio es ir en Su nombre y representarlo a Él. Tan indignos como somos, nosotros representamos al Señor. Si nosotros bendecimos y honramos a los siervos de Dios nosotros lo honramos a Él también. Si nosotros refunfuñamos y nos quejamos de sus siervos, nosotros deshonramos al que los envió.
Jesús les recordó a sus discípulos que era un tremendo honor ser sus siervos. Aquéllos que los recibieran recibían a Su Señor. Aquéllos que los bendijeran bendecían a Su Señor. Al mismo tiempo, sin embargo, su ministerio no sería fácil. Ellos sufrirían en las manos de aquéllos que rechazaran su mensaje. Ellos no debían temer lo que les ocurriría. Dios prometió que si ellos perdieran su vida por Su causa ellos la encontrarían de verdad. Ellos no tenían nada que temer. Ellos podrían salir con gran intrepidez en Su nombre.
Después de hablar estas cosas a sus discípulos el Señor les mandó que ministraran en Su nombre. Marcos y Lucas nos dicen que ellos salieron de pueblo en pueblo a predicar las buenas nuevas del reino. Ellos echaban fuera demonios y ungían los enfermos para que fueran sanados. Ellos experimentaron una unción poderosa del Señor en sus vidas y ministerios. Éstos eran hombres ordinarios quienes Dios había llamado y había equipado para hacer una obra poderosa. Yo estoy seguro que ellos estaban sorprendidos de lo que el Señor estaba haciendo a través de ellos por causa del reino.
Ser un siervo del Señor no es algo a tomar ligeramente. Aquéllos que son sus siervos verdaderos le han ofrecido sus vidas a Él. Ellos están dispuestos a ser rechazados y ridiculizados por causa de Su nombre. Ellos están listos a entregar sus vidas por la causa del Señor que ellos aman y sirven. El Señor mismo ama a estos siervos profundamente. Deshonrarlo a ellos es deshonrarlo a Él. Servirles o ministrarles a ellos es ministrarle a Él. Él les da poder y los equipa para el ministerio al cual ellos han sido llamados. Aunque hay un tremendo costo para ser un siervo de Dios también hay bendición sobremanera. Nada de valor viene sin costo. ¿Está usted dispuesto a pagar el precio?
Para Considerar:
- Tome un momento para considerar lo que usted está dispuesto a hacer para seguir al Señor Jesús. ¿Hay algo que usted no está dispuesto a entregar por Él?
- Considere por un momento cómo usted ha tratado a los siervos de Dios. ¿Les ha honrado a ellos como representantes de Dios?
- ¿Cómo ha cambiado su vida desde que usted ha tomado su cruz para servir al Señor Jesús? ¿Ha encontrado su vida ser más plena y más significativa?
- ¿Qué nos impide estar dispuestos a rendirlo todo al Señor?
- ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que usted ha conocido como siervo de Dios?
Para Orar:
- Tome un momento para pedirle al Señor que le muestre si hay alguna área en su vida que usted no ha entregado todavía a Él.
- Agradézcale al Señor por la manera que Él nos honra a nosotros cuando nosotros le honramos a Él.
- Agradézcale que aunque la vida de un siervo de Dios es difícil también está llena con bendiciones maravillosas para aquéllos que viven para servirle.
- Pídale a Dios que le dé una mayor disposición para entregarlo todo a Él.
12 – La Muerte de Juan Bautista
Lea Mateo 14:1-12; Marcos 6:14-29; Lucas 9:7-9
Cuando Jesús ministraba, el poder de Dios era evidente en Su vida. Este poder fue revelado para que las personas pudieran ver evidencia del Reino de Dios en su medio. No todos entendieron esto. Había varias ideas sobre Jesús circulando en la región. Nosotros vemos aquí la opinión del Rey Herodes sobre Jesús en esta próxima sección. Este pasaje es significativo no sólo debido a lo que nos enseña sobre cómo las personas veían al Señor Jesús sino también porque demuestra lo que nosotros hemos estado examinando en las últimas meditaciones con respecto al costo de seguir al Señor Jesús.
La fama de Jesús se había extendido. Los informes de lo que Él había estado haciendo se estaban moviendo rápidamente a lo largo de la región. Por todas partes las personas se estaban formando opiniones sobre Jesús y sobre quién Él era. Marcos nos dice que algunos pensaban que Jesús era Juan el Bautista vuelto a la vida. Otros creían que Él era Elías. Incluso otros creían que era un gran profeta. Ninguna de estas personas entendía que Él era el Mesías.
Cuando Herodes oyó hablar de Jesús, él tuvo temor. Él estaba convencido que Jesús era Juan el Bautista vuelto a la vida. Su temor vino del hecho que él había decapitado a Juan por lo que él había dicho sobre él. Él puede haber estado sintiéndose culpable sobre lo que él había hecho. Nosotros no podemos estar seguros. Lo que está claro, sin embargo, es que las noticias de Cristo y la discusión sobre quién Él era causó temor en el corazón de Herodes. Lucas 9:9 nos dice que Herodes intentó ver a Jesús. Parece que él tenía que saber si Juan había vuelto.
Mateo y Marcos dedican tiempo a compartir la historia de cómo Herodes había matado a Juan el Bautista. Juan había sido arrestado porque él defendió la verdad. Felipe, el hermano de Herodes, estaba casado con Herodías. Herodes se enamoró de Herodías. Ella decidió dejara su marido Felipe para casarse con Herodes. Cuando Juan oyó hablar de esto, él se acercó Herodes y le habló en contra de lo que él había hecho. Él le dijo a Herodes que no era legal para él tener a Herodías como esposa. Esto causó amargura entre Herodías y Juan el Bautista. El resultado fue que Juan el Bautista fue puesto en prisión.
Herodes habría matado a Juan por atreverse a hablar estas cosas sobre él pero tuvo temor porque las personas consideraban que Juan era un profeta. Marcos 6:20 nos dice claramente que Herodes sabía que Juan era un hombre justo y santo. Él temió a Juan y buscó algunas maneras de protegerlo. Nosotros somos llevamos a creer que le gustaba escucharlo hablar pero él realmente no entendía lo que él estaba diciendo. Herodes mantuvo a Juan en prisión durante algún tiempo.
En Marcos 6:19 nosotros leemos que Herodías (la esposa ilegítima de Herodes) “alimentó un rencor” contra Juan. Ese rencor fue finalmente lo que mató a Juan. Es importante notar aquí que Herodías “alimentó” ese rencor. La palabra aquí en el idioma original tiene el sentido de enredarse en o atraparse con. Cuando nosotros “alimentamos” un rencor permitiéndole permanecer en nuestras vidas nos enredamos con él. Empieza a tomar control de nuestros pensamientos y acciones. Nos enreda y se vuelve parte de cada uno de nuestros pensamientos. Si no tratamos rápidamente con esto nos vencerá. Esto es lo que estaba pasando con Herodías. Ella no estaba dispuesta a perdonar a Juan por hablar contra ella. Ella se aferró a sus amargados y enfadados pensamientos. Como cizaña en el terreno correcto, esos pensamientos enfadados y amargados fluyeron de dentro de ella. Pronto la cizaña del enojo empezó a ahogar todo lo demás. Ella se enredó con estos pensamientos. Ella no podía conseguir alivio hasta que hubiera matado a Juan.
En el día del cumpleaños de Herodes, todos los oficiales importantes vinieron a una gran celebración. La hija de Herodías bailó ante ellos. El baile agradó mucho a Herodes. Hablando con la muchacha, Herodes le dijo que ella podía pedir cualquier cosa y él se lo daría. Herodes prometió dejarle la mitad de su reino si ella se lo pidiera.
La muchacha fue a casa para contarle a su madre sobre la oferta de Herodes. Incitada por su madre, la muchacha regresó a Herodes y le pidió la cabeza de Juan el Bautista en una fuente. Marcos aclara que ésta era una demanda muy urgente. Escuche a cómo lo dice en Marcos 6:25:
“Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.”
Noten que la muchacha “apuró” a Herodes y le pidió la cabeza de Juan “ahora mismo.” ¿Por qué era esta petición tan urgente? Herodías vio aquí la oportunidad que ella estaba buscando para matar a Juan el Bautista. Herodes probablemente había estado bebiendo. Puede haber sido el vino lo que lo hizo tan generoso. Todos los allí presentes habían oído esta declaración a la hija de Herodías. Herodías puede haber sabido que al otro día, después que los amigos y oficiales se hubieran marchado y la influencia de la bebida hubiera desaparecido, Herodes no querría matar a Juan. Sin embargo, ahora, él no podría retroceder en su palabra en presencia de todos estos oficiales. Herodías envió a su hija inmediatamente mientras todos los oficiales estaban presentes para hacer su petición. Ella pidió la cabeza de Juan inmediatamente. Todos los oficiales verían si Herodes simplemente estaba hablando o si él realmente hablaba en serio. Herodes seguramente habría sentido esta presión.
Hay otra cosa que necesitamos considerar aquí. Noten el egoísmo de Herodías. Había sido a su hija que Herodes le había hecho esta promesa. Su hija debía haber sido la que recibiera el beneficio de esta oferta. Herodías no vacila en tomar esta oferta para ella. Ella tampoco vacila en poner a su esposo en un aprieto. Ella sabía que Herodes había estado negándose a matar a Juan el Bautista. Ella sabía que le gustaba escucharlo. Ella sabía que él temía matarlo. A pesar de estas cosas, ella aun así trajo esta demanda delante de todos los invitados. Al hacerlo así muestra que no respeta a su esposo. Es muy fácil ver lo que este rencor produjo en Herodías. Ella se había envuelto tanto en su amargura y enojo que ella conscientemente desacató a su esposo y le robó la bendición a su hija para satisfacer su rencor. De nuevo vemos cuán peligroso es alimentar un rencor y permitirle permanecer en nuestras vidas.
Cuando Herodes escuchó esta petición, él se sintió grandemente agraviado. Rompió su corazón emitir este decreto. Él temió perder prestigio ante sus invitados, sin embargo, él pidió la cabeza de Juan el Bautista cortada y traída en una fuente. Usted no puede evitar sentir la atmósfera en ese cuarto. Satanás estaba trabajando. Muy probablemente una presencia maligna llenó ese lugar cuando Herodes hizo su decreto. Aunque él sabía lo que estaba haciendo y realmente no quería consentir a lo que Herodías estaba exigiendo, él escogió pedir la ejecución.
Juan fue decapitado y su cabeza se puso en una fuente y se le presentó a la muchacha que la llevó a su madre Herodías. Nosotros tenemos que preguntarnos si Herodías realmente se sintió mejor al matar a Juan.
Cuando los discípulos de Juan oyeron que habían matado a Juan, ellos tomaron su cuerpo para darle un entierro apropiado. Ellos pusieron su cuerpo en una tumba y fueron a decirle a Jesús lo que había pasado.
Nosotros vemos en este pasaje el peligro de aferrarse a los rencores, amargura y enojo. Nosotros también tenemos un ejemplo de lo que Jesús quiso decir cuando él dijo que si queremos ser sus siervos tenemos que tomar nuestra cruz. Aquí ante nosotros vemos el ejemplo de un hombre que voluntariamente entregó su vida por la causa de Cristo. Él defendía valientemente la verdad y no vaciló incluso hablarle al rey sobre su malvado estilo de vida. Que Dios nos dé más hombres y mujeres como Juan en nuestros días.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos sobre el peligro de albergar rencores, amargura y enojo en nuestros corazones?
- ¿Hasta qué punto está usted influenciado por las opiniones de aquéllos a su alrededor?
- ¿Estaría usted dispuesto a tomar la posición que Juan el Bautista tomó con respecto a Herodes, aun al costo de su vida?
- ¿Qué principios está usted dispuesto a defender o a morir por ello hoy en día?
Para Orar:
- Pídale al Señor que busque en tu corazón para ver si hay amargura o enojo en él. Confiese y entréguele esto a Él.
- Pídale al Señor que le haga estar dispuesto a defenderlo.
- Pídale al Señor que lo libre de cualquier necesidad de agradar a las personas. Pídale que le ayude a buscar agradarle a Él solamente.
13 – El Alimento de los Cinco Mil
Lea Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44; Lucas 9:10-17
Cuando Jesús oyó hablar de la muerte de Juan el Bautista, Él dejó la región y fue en una barca a un lugar solitario en Betsaida (Lucas 9:10). ¿Por qué Jesús se retiró? ¿Podría ser que Él quería tener tiempo para reflexionar en lo que había ocurrido? Nosotros podemos estar seguros que el Señor Jesús habría sentido dolor por la muerte de Juan. Juan el Bautista tenía un lugar muy especial en el corazón del Señor. Había sido Juan que había presentado a Jesús al mundo. Más allá de esto, sin embargo, su corazón estaba afligido por la maldad que había tenido lugar en esa región y el odio a la justicia.
Hay otra razón importante para la retirada de Jesús. Del recuento de Marcos y Lucas entendemos que fue en este momento que los discípulos que Jesús había enviado regresaron a Él. Jesús decidió tomar algún tiempo solo con sus discípulos para oír lo que había ocurrido cuando ellos estaban lejos de Él. Marcos 6:31 nos dice que Jesús quiso tiempo con sus discípulos para descansar.
Entonces, debido a que tantas personas iban y venían y ellos no tenían ni siquiera una oportunidad para comer, él les dijo, “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco.”
Los discípulos obviamente estarían muy cansados a estas alturas. Su viaje ministerial había sido agotador. Jesús sabía que ellos necesitaban descanso así que Él sugirió que ellos salieran de las multitudes para pasarse algún tiempo estando solos. Jesús les enseñó a sus discípulos aquí cuán importante era para ellos tener el descanso apropiado. Qué fácil es para nosotros olvidarnos de esto. De algún modo nosotros sentimos que no es espiritual acostarse o tomar un descanso del ministerio. Jesús reconoció esta necesidad de alejarse a descansar y animó a sus discípulos que hicieran lo mismo.
Jesús y sus discípulos tomaron una barca hasta el otro lado del lago. Viendo esto, la multitud se apresuró para llegar allí antes que ellos. Cuando ellos llegaron, la multitud estaba esperando por ellos. Cuando el Señor Jesús vio a la multitud, Él tuvo compasión de ellos. Él les habló y sanó a aquéllos que estaban enfermos. Parece que Él les ministró buena parte del día. Cuando se acercó la tarde, los discípulos le pidieron a Jesús que despidiera a la multitud para que ellos pudieran comprar comida y comer. Recuerden que estos discípulos estaban cansados. Este día había estado lleno de actividad y ellos no habían encontrado tiempo para descansar. El Señor les sugirió a sus discípulos que ellos alimentaran a la multitud antes que ellos se marcharan para las ciudades y pueblos circundantes a pasar la noche.
Los discípulos estuvieron sorprendidos por esta petición. Sería necesario por lo menos ocho sueldos mensuales para comprar comida para tal multitud. Ellos vieron esta petición como completamente imposible. Jesús les dijo que fueran y vieran cuánto pan ellos podrían encontrar. Los discípulos volvieron con cinco panes y dos peces. Esto era todo lo que ellos tenían disponible para ellos. Jesús les pidió traer el pan y los peces y hacer que las personas se sentaran en grupos de cincuenta o cien. Cuando todas las personas estaban sentadas, Jesús tomó los cinco panes y los dos peces y miró el cielo. Él dio gracias al Padre y partió el pan. Él también dividió los peces entre sus discípulos. Él les mandó entonces a que distribuyeran estas porciones entre las personas.
Nosotros necesitamos entender aquí que los discípulos recibieron pedazos del pan que el Señor había roto de las cinco pequeñas piezas. Aquel día había cinco mil hombres presentes. Como era la tradición del momento, las mujeres y niños no eran mencionados en el conteo. Nosotros podemos seguramente asumir que había mujeres y niños también presentes. El Señor le dio a cada uno de sus discípulos algo de pan y de los peces. Los discípulos lo entregaron a los varios grupos de cincuenta y de cien cada uno. Cuando ellos repartieron el pan se multiplicaba. Cuando todos habían recibido una porción suficiente, los discípulos recogieron doce cestos de sobrantes.
Hay varias lecciones importantes que necesitamos ver en este recuento. Primero, necesitamos ver que es imposible agotar los recursos de Dios. La Biblia nos dice que cada persona tuvo suficiente para comer. Todos ellos estuvieron satisfechos. Dios no tiene que racionar sus recursos. No hay ningún límite en Dios. Usted puede tomar todo lo que usted desee y nunca tomar de la persona a su lado. Si usted no tiene suficiente, es porque usted no tomó suficiente. Necesitamos ser más intrépidos. Satanás nos dirá que no debemos ser demasiado avariciosos. Él nos animará a que tomemos solamente un poquito. Su intento es impedirnos festejar con los recursos de Dios. Él sabe que cuando nosotros festejamos inundaremos a otros con la presencia del poder de Dios. Nosotros somos llamados a tomar todo lo que podamos de Dios y de sus recursos. Usted no necesita temer que no habrá suficiente para otros. Los recursos de Dios son ilimitados.
El segundo punto que necesitamos ver aquí es que la bendición de Dios se multiplicó al ser usada. Hubo más de sobra que cuando comenzó. Mientras más bendiciones fueron tomadas más crecieron. Imagine a los discípulos mirando la pequeña cantidad de pan y negándose a dar el paso porque sus mentes estaban diciéndoles que esa pequeña cantidad de pan no podía alimentar a las multitudes. ¿Cuántas veces hemos sido culpables de este pecado? Nosotros miramos nuestros dones y decimos: “¿Cómo son ellos comparados con la necesidad en el mundo hoy?” Nosotros no damos el paso en fe. Es solamente cuando salimos que de verdad podemos experimentar la bendición de Dios. Usted tiene que usar los recursos que Dios le ha dado si quiere verlos multiplicarse. La fe trae la bendición de Dios. Dios se regocija al vernos confiar en Él.
Hay finalmente un punto que deseo mencionar aquí. Los discípulos de Jesús habían regresado recientemente de su viaje ministerial. En este viaje ellos vieron al Señor hacer cosas maravillosas a través de ellos. No hay duda que su fe había sido fortalecida en esos días. Ellos regresaron emocionados por lo que el Señor pudo hacer a través de ellos. Es interesante, en este contexto, que los discípulos tuvieron tanta duda en sus mentes cuando el Señor Jesús les pidió alimentar a las cinco mil personas con lo poquito que tenían. Si esos discípulos hubieran regresando con cualquier sentido de orgullo en sus habilidades espirituales, ellos fueron ahora muy humillados. Su duda y falta de fe en esta situación les mostró que ellos todavía tenían un largo camino que recorrer. El milagro de alimentar a las cinco mil personas no solo fue para satisfacer la necesidad de las personas sino para recordarles a los discípulos que regresaban de su poderoso viaje ministerial en cuanto a su propia incapacidad humana. Dios tiene una manera de humillarnos para que no nos hagamos demasiado orgullosos.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la importancia de la fe?
- ¿Ha visto usted a Dios usarlo cuando usted ha dado el paso en fe? Explique.
- ¿Se ha encontrado usted alguna vez dudando para usar los dones que Dios le ha dado? ¿Qué le impidió actuar en fe?
- ¿Qué dones el Señor le ha dado a usted? ¿Cómo puede usted actuar en fe y usar estos dones?
- ¿Qué piensa usted que el alimentara las cinco mil personas les enseñó a los discípulos sobre su propia falta de fe? ¿Se ha encontrado usted alguna vez tornándose orgulloso debido a sus dones? ¿Qué aprendemos aquí sobre cómo Dios humilla a los siervos que Él quiere usar?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le muestre cómo Él le haría a usted actuar fe.
- Agradézcale al Señor que no hay ningún límite en Sus recursos y que mientras más usamos más Él da, y más crecen.
- Pídale al Señor que le perdone por las veces que le ha faltado la fe y se ha negado a actuar.
- Pídale a Dios que le impida hacerse orgulloso. Agradézcale que a pesar de su debilidad Él se agrada en usarlo por causa de Su reino.
14 – Jesús Camina Sobre el Agua
Lea Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52
Al yo escribir esta sección de este comentario yo estoy sentado en un balcón mirando el Mar Caribe en un lado y una montaña al otro. Aquí en Haití yo he sido agobiado por la necesidad. Éstos han días ocupados, pero reconfortantes. En todas partes que miro hay personas. Esta mañana tengo algún tiempo solo para estar con el Señor y escribir. Yo valoro estos momentos. En estos momentos callados yo puedo reconectarme con el Señor y buscarlo a Él, su dirección y bendición.
Jesús supo lo que era estar ocupado. Él se había pasado el día ministrando a las multitudes. Él no tenía tiempo para Él. Él estaba cansado y en necesidad de tiempo con Su Padre. Jesús les dijo a sus discípulos que entraran en la barca y siguieran delante de Él al otro lado del lago. Él se quedó detrás y despidió a la multitud. Cuando la multitud se marchó, el Señor Jesús subió a la montaña solo a orar. Él se pasó la noche con Su Padre en oración. Cuando yo me siento aquí solo y reflexiono en este pasaje, yo puedo entender la importancia de este tiempo en la vida de nuestro Señor. Las multitudes drenaron su energía. Jesús necesitaba otra vez ser lleno de la presencia del Padre. Él necesitaba reconectarse y refrescarse. Él necesitaba la dirección y guía clara para su ministerio. Cuán importante es para nosotros poder tener este tiempo con el Señor nuestro Dios.
En cuanto a los discípulos, ellos atravesaron el lago a la región de Betsaida. Ellos habían ido una distancia considerable desde la tierra cuando los vientos empezaron a arreciar. Juan 6:19 nos dice que ellos habían remado tres millas y medio en el lago. Marcos 6:48 nos dice que Jesús les vio remar con gran fatiga. Es difícil imaginar cómo Jesús pudo ver a estos discípulos en la noche en medio de una tormenta, tres millas y medio de distancia en un lago. Debemos recordar, sin embargo, que Jesús estaba en oración con Su Padre. ¿Podría ser que el Padre le estaba revelando esto a Él en Su espíritu? Aunque Él sabía del problema que sus discípulos estaban enfrentando, el Señor Jesús esperó hasta la cuarta vigilia de la noche antes de ir a sus discípulos. La cuarta vigilia habría sido las tres de la mañana.
Nosotros podemos imaginar la condición de los discípulos a esta hora. Ellos habían recientemente regresado de su gira predicando y ministrando. Ellos se habían pasado el día con Jesús en la cima de la montaña alimentando a la multitud. Ahora ellos estaban luchando con una tormenta en el mar. Eran las tres de la mañana y ellos estaban exhaustos. Recuerden aquí que los discípulos habían pasado anteriormente por una tormenta similar cuando Jesús estaba en la barca dormido. En esa ocasión Jesús les mostró que Él era el Señor del viento y la tormenta. La pregunta aquí era si los discípulos habían aprendido suficientemente bien sus lecciones para enfrentar esta nueva tormenta con confianza. ¿Podría ser que el Señor Jesús los dejó en la tormenta durante este tiempo para probar su fe?
Eran las 3 de la mañana cuando el Señor Jesús vino a ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos vieron esta figura viniendo hacia ellos sobre el agua ellos pensaron que era un fantasma. Ellos estaban aterrados y empezaron a gritar. Ellos se aterraron de la única persona que podría ayudarlos en este momento. Hay muchas personas en esta situación. Ellos saben que ellos necesitan al Señor y de Su dirección en sus vidas pero ellos tienen miedo de entregarse a Él. Ellos no saben lo que Él les pedirá que hagan. Ellos tienen miedo de tener que tomar su cruz para seguirlo. Ellos temen al único que puede ayudarlos.
Marcos 6:48 que nos dice que Jesús estaba a punto de adelantárseles. ¿Por qué el Señor Jesús se les adelantaría cuando ellos estaban en esta situación? El libro de Apocalipsis nos ilustra al Señor Jesús de pie a la puerta y llamando. Él está de pie allí pero Él no fuerza la entrada a través de la puerta. Él espera a que la puerta sea abierta. ¿Estaba Jesús esperando que a los discípulos se le acabaran los recursos y lo invitaran a su barca? No es que Él no quiere ayudarnos o ministrarnos sino que Él espera que nosotros se lo pidamos. El momento en que usted le pida Él vendrá y le ministrará. Él viene a nosotros cuando nosotros abrimos nuestros corazones y le pedimos que venga. Juan 6:21 nos dice que cuando ellos estaban dispuestos a tomarlo en su barca, el Señor Jesús vino a ellos:
“Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.”
En cuanto el Señor Jesús entró en la barca la tormenta cesó. Los discípulos estaban completamente asombrados de cómo la tormenta cesó en cuanto Jesús entró en la barca. Marcos nos dice en este contexto que estos discípulos no habían realmente entendido el milagro de los panes y los peces (Marcos 6:52). En otras palabras, ellos habían visto a Jesús multiplicar los panes y los peces. Ellos habían visto el poder de Dios demostrado a través de ellos cuando ellos distribuyeron esos panes y los peces, pero ellos no habían aplicado esas lecciones a esta nueva situación en la vida. ¿Si Jesús pudo multiplicar los panes y los peces no podría Él también tratar con la situación en la que ellos se encontraban en el lago? ¿Cuántas veces he sido culpable de esto en mi propia vida? Yo veo a Dios hacer algo maravilloso en mi vida y experimento Su poder pero cuando otra situación diferente de la primera surge en mi vida, yo me pregunto si Dios realmente lo hará de nuevo. Esto es lo que los discípulos estaban experimentando. Dios parecía usar todo el incidente para convencer a los discípulos de su incredulidad.
Pedro estaba entre los presentes ese día. Él parecía ser el tipo de persona que deseaba dar el paso al frente por el Señor. Él no estaba satisfecho, como los otros discípulos, con simplemente ver al Señor calmar la tormenta. Él quería algo más. Él quería salir y caminar sobre el agua como Jesús. Es incierto por qué Pedro quería hacer eso. ¿Qué propósito esto lograría? ¿Pedro estaba absolutamente deseoso de experimentar este maravilloso poder de Dios?
Cuando Pedro pidió caminar sobre el agua, Jesús lo invitó a ir a Él. Pedro salió dela barca y empezó a caminar sobre el agua. Él se acercó a Jesús pero cuando él vio el viento se asustó y empezó a hundirse. Él clamó, “¡Señor, sálvame!” y el Señor extendió su mano y lo asió. Jesús lo reprendió por su falta de fe. Pedro fue humillado. Su fe no era tan grande como él quiso que los otros creyeran.
Hay varias cosas que nosotros necesitamos entender de esta historia de Pedro. Aunque es importante que nosotros no juzguemos los motivos e intenciones de Pedro aquí, nos preguntamos si en realidad Pedro estaba tentando al Señor en lugar de buscar el avance del reino de Dios. Incluso en los días de Jesús había muchas personas que estaban fascinadas por el poder de Dios. Ellos querían ver los milagros y las sanidades. Su interés no era el avance del Reino de Dios tanto como la ganancia personal. ¿Cuál es la motivación de Pedro aquí? Nosotros no podemos estar seguros, pero necesitamos simplemente entender cuán importante es para nosotros examinar nuestros motivos cuando actuamos en el poder de Dios.
La segunda cosa que necesitamos ver aquí es la importancia de la fe. Jesús no condena a Pedro aquí por salir dela barca. Jesús incluso lo invitó a venir a Él. Lo que nosotros vemos aquí, sin embargo, es una reprensión por su falta de fe. Pedro tuvo una idea maravillosa pero él no tuvo la fe para respaldarla. La fe y la confianza en el Señor era un ingrediente necesario aquí. Cuando Jesús sanó a los hombres ciegos en Mateo 9:29, Él les dijo que se les haría conforme a su fe. Pedro no tuvo la fe necesaria para caminar sobre el agua y como resultado él falló. Las grandes obras requieren gran fe. El Señor se mueve a través de nuestra fe. Buscar lograr grandes obras cuando nosotros no hemos crecido lo suficiente en nuestra fe para lograr esas obras es una invitación al fracaso.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la importancia de la fe?
- ¿Cuál es la diferencia entre actuar en fe y tentar a Dios?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de invitar al Señor Jesús a entrar en nuestras situaciones y luchas?
- ¿Se ha encontrado usted alguna vez teniendo que ser humillado como Pedro? Explique.
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de encontrar tiempo a solas con Dios?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé la fe necesaria para lograr Sus propósitos para su vida y ministerio.
- Pídale al Señor que le dé una visión mayor para su ministerio.
- Pídale al Señor que le permita salir de su barca y confiar en Él para cosas mayores.
- Pídale al Señor que le dé tiempo exclusivamente con Él para renovación y poder.
15 – Las Manos Sucias
Lea Mateo 14:34-15:20; Marcos 7:1-23
Jesús y sus discípulos habían atravesado al otro lado del lago y habían estado ahora en la región de Genesaret. Era muy temprano en la mañana cuando ellos llegaron. Jesús se había encontrado con sus discípulos en el lago alrededor de las 3 de la mañana. Ellos anclaron la barca y Marcos 6:54 nos dice que en cuanto ellos salieron dela barca las personas de la región reconocieron a Jesús y empezaron a traerle sus enfermos. Encontrar tiempo a solas a estas alturas del ministerio de Jesús una cosa muy rara.
Dondequiera que Jesús llegaba las personas de la región les traían los enfermos y los necesitados. Algunos simplemente le rogaban que les permitiera tocar el borde de su manto para poder sanarse. Quienquiera que tocaba a Jesús se sanaba de su enfermedad o dolencia. El poder del reino de Dios estaba en Él. El poder de las tinieblas se estaba quebrando.
Dondequiera que el Reino de Dios es activo también podemos esperar ver el reino de Satanás establecer sus defensas. Aquí en esta región el enemigo se manifestaba por medio de los Fariseos y de los maestros de la ley. Los Fariseos y los maestros de la ley venían de Jerusalén. No está claro por qué ellos estaban en la región pero ellos parecían seguir a Jesús. Obviamente su intención era examinar y cuestionar sus prácticas y doctrina.
Los Fariseos y maestros de la Ley notaron que los discípulos del Señor no se lavaron sus manos de la manera ceremonial antes de comer. Los judíos creían que esta ceremonia de lavar las manos antes de comer era importante. Según algunos historiadores, romper esta ley ceremonial era igual que romper uno de los Diez Mandamientos. La Escritura no tiene ningún registro de esta ley. De hecho, era una invención del hombre. La intención era buena. El principio de lavar las manos antes de comer no puede ser culpado, pero cuando empezó a causar problemas fue en su exigencia obligatoria. Los judíos insistieron que todos los hombres practicaran esta ley puesta por los hombres y la colocaron en el mismo nivel que las leyes de Dios. Llegó un momento cuando ellos eran incapaces de distinguir entre lo que Dios mandaba en Su Palabra y lo que era tradición humana.
Este problema es muy común en la iglesia hoy. ¿Cuán a menudo hemos confundido nuestras tradiciones con la clara enseñanza de la Palabra de Dios? Los apóstoles no cantaron el tipo de himnos que nosotros cantamos en la iglesia hoy. Ellos no usaban trajes y corbatas. De hecho, su culto en la iglesia parecería bastante diferente de lo que nosotros acostumbramos hoy. Hay muchas cosas que nosotros hacemos hoy que son meramente tradiciones humanas. Estas tradiciones no son malas. Ellas pueden ser buenas y útiles pero no deben confundirse con mandamientos directos de Dios. Es posible hacernos esclavos de la tradición y no siervos del Señor.
Los maestros de la Ley y los Fariseos le preguntaron a Jesús por qué ellos rompieron la tradición de los ancianos al comer con las manos sin lavar. Noten aquí que ellos hablan de esto como la tradición de los ancianos pero hablaban de ella como una necesidad absoluta. Jesús respondió a esta pregunta citando un pasaje del profeta Isaías recogida en Marcos 7:6-8:
“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.”
Noten lo que Jesús les dijo a los Fariseos y a los maestros de la Ley. Él les dijo que ellos eran hipócritas. Ellos no eran sinceros ante Dios en su propia fe y aun así ellos actuaban como jueces sobre los otros. Él les dijo que ellos lo honraban a Él con sus labios pero sus corazones estaban lejos de Él. Ellos se ponían una buena máscara delante de las personas y hablaban con palabras que hacían que las personas pensaran que eran muy espirituales. Ellos oraban largas y bien elaboradas oraciones pero sus corazones estaban lejos de Dios. Jesús les dijo que su adoración era en vano. Ellos experimentaban emociones pero el Señor no estaba interesado en su adoración. Él no aceptaba su alabanza porque sus corazones no eran rectos para con Él. Su fe consistía en reglas humanas. Estas reglas no eran reglas dadas por Dios sino reglas que ellos mismos habían inventado. A Satanás le encanta confundir la clara enseñanza de la Palabra de Dios con reglas, regulaciones y tradiciones humanas.
Las tradiciones humanas pueden parecer ser espirituales pero ellas también pueden ser una herramienta muy poderosa en manos del enemigo. Él puede hacer que muchos lleguen a creer que estas tradiciones son realmente la Palabra de Dios, multiplicando estas tradiciones a tal magnitud que se pierda la Palabra de Dios. Hay iglesias que se han encontrado atrapadas en la observación de tradiciones, creyendo que al hacer eso están siendo obedientes a Dios.
Si el enemigo tiene éxito al lograr que nuestra atención se enfoque en las tradiciones humanas, él puede hacer que nos olvidemos de lo que la Palabra de Dios enseña. Esto es lo que le había ocurrido a los Fariseos y a los maestros de la Ley. Jesús les preguntó en Mateo 15:3 por qué ellos rompieron la Ley de Dios en favor de sus tradiciones. Esto puede haber sido una sorpresa para ellos. Ellos nunca se habrían visto como quebrantadores de la ley. El enemigo había enfocado su atención tanto en sus tradiciones humanas, sin embargo, que ellos veían sus tradiciones como incluso más importantes que la Ley real de Dios.
Jesús les recordó a los Fariseos y a los maestros de la Ley que la Ley de Dios enseñaba que ellos debían honrar a nuestro padre y a nuestra madre y que cualquiera que maldijera a su padre o madre debía morir. Los Fariseos y maestros de la Ley, sin embargo, habían establecido una tradición que declaraba que si el dinero se dedicaba a Dios no podría usarse para ningún otro propósito. Esta tradición parecía muy espiritual pero su aplicación los hacía culpables ante Dios. Se nos dice que una persona que no quisiera usar su dinero para cuidar a su padre o la madre simplemente lo dedicaría a Dios. Él no podría entonces usar este dinero para cuidar a sus padres. La trampa aquí era que él podría redimir este dinero en el año de Jubileo. Aunque este dinero tendría que ser redimido a un costo, sería suyo para hacer con ello que quisiera cuando fuera redimido. Es bastante obvio cómo esta tradición beneficiaba a aquéllos que no querían usar el dinero para el cuidado de sus padres. La tradición abría una puerta para que el individuo desobedeciera el claro mandamiento de Dios. Lo que era tan peligroso en cuanto a esta tradición era que parecía espiritual. Una persona podía parecer espiritual declarando que dedicaba su dinero al Señor cuando todo lo que él simplemente estaba intentando era evitar cuidar de sus padres. Satanás escondía esta maldad bajo el manto de la espiritualidad.
Habiendo reprendido a los Fariseos y a los maestros de la ley, Jesús llamó a la multitud y les dijo que no era lo que entraba en la boca de una persona lo contaminaba sino lo que salía de su boca. Jesús dejó a las personas para reflexionar sobre esta declaración. Él no explicó lo que Él quiso decirles.
Después los discípulos vinieron a Jesús para decirle que los Fariseos estaban muy ofendidos por lo que Él les había dicho. Jesús les dijo a sus discípulos que toda planta que su Padre no plantaba sería desarraigada. Ellos no debían interesarse en los Fariseos y su enseñanza. Los Fariseos eran ciegos a las cosas de Dios y estaban desviando a las personas. Dios los desarraigaría. Tanto los Fariseos ciegos y sus seguidores caerían en el hoyo y se destruirían. Jesús no tiene nada bueno que decir sobre estos Fariseos y maestros de la Ley. A los ojos del mundo ellos eran respetados y honrados como grandes hombres de Dios. Ellos practicaban sus tradiciones y leyes y parecían buenos ante las personas pero Jesús veía a través de su hipocresía. Ellos no podían engañar a Dios. Un día ellos comparecerían ante Él. Ellos tenían sus tradiciones pero habían desobedecido la Ley de Dios. Ellos serían juzgados consecuentemente.
Cuando los discípulos estaban solos con Jesús, ellos le pidieron que explicara lo que Él quiso decir con la declaración que Él les había hecho a las personas cuando Él dijo que lo que entra en la boca no contamina a una persona sino lo que sale de su boca. Jesús les dijo que lo que entra en la boca entra al estómago y sale del cuerpo. Esto no contaminaba a la persona ante Dios. Esto simplemente era el proceso natural que el propio Dios había creado. Lo que contaminaba a una persona ante Dios era lo que salía del corazón del hombre. Del corazón del hombre salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los hurtos, los falsos testimonios y las blasfemias. Estas cosas contaminaban a un hombre o mujer ante Dios. Al contemplar a los pensamientos y al actuar en correspondencia con ellos, una persona se hacía culpable ante Dios. Comer con manos que no se hayan lavado no haría a una persona sucia y culpable ante Dios pero las palabras deshonestas, pensamientos y hechos que vienen de su corazón sí.
Marcos aclara que con esta declaración Jesús estaba declarando todos los alimentos limpios. Esto habría sido una cosa muy difícil de aceptar para muchos de los judíos. Jesús estaba enseñando que la justicia era mucho más profunda que lo externo. La Ley de Moisés enseñó la importancia de estar ceremonialmente limpio y no tocar o comer ciertas cosas. Jesús, sin embargo, enseñó una justicia mucho más profunda que esto. Era una justicia que venía del corazón. Él enseñó que usted pudiera seguir todas las tradiciones y no ser santo. Él enseñó que usted pudiera hacer todas las cosas correctas y aun así no ser justo. La justicia salía del corazón. Este pasaje es importante porque nos muestra cómo Jesús difería en su enseñanza con los Fariseos y los maestros de la Ley. También nos muestra que Jesús enseñó una justicia que era diferente a la Ley de Moisés. Él habló de un corazón nuevo y cambiado no meramente de acciones externas.
Nosotros necesitamos reconocer cuán fácil es para el enemigo atraparnos en un sistema de tradiciones espirituales humanas. Jesús nos llama a una justicia que no viene de las tradiciones espirituales sino de un corazón completamente cambiado.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí sobre cómo el enemigo puede usar nuestras tradiciones espirituales para mantenernos alejados del Señor y de Su Palabra? ¿Conoce usted de iglesias que están basadas en seguir las tradiciones espirituales humanas?
- ¿Son todas las tradiciones malas? ¿Cómo encontramos el equilibrio entre mantener nuestras tradiciones y permanecer fiel a la clara enseñanza de la Palabra de Dios?
- ¿Qué aprendemos aquí en este pasaje sobre la justicia que el Señor está buscando?
- Tome un momento para examinar su vida. ¿Hay tradiciones o actividades espirituales en su vida que no vienen de su corazón?
Para Orar:
- Pídale al Señor que busque en su vida para ver si hay algún lugar donde usted ha levantado las tradiciones humanas sobre la Palabra de Dios.
- Pídale a Dios que le dé un corazón que sea sincero ante Él.
- Tome un momento para orar por su iglesia. Pídale al Señor que lo proteja de la trampa en la que los Fariseos y los maestros de la ley habían caído. Pídale que le dé un corazón para Él y Su Palabra.
16 – La Mujer Sirofenicia
Lea Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30
Jesús dejó la región después de su debate con los Fariseos y los maestros de la Ley acerca del lavado ceremonial de manos. La Biblia nos dice que Él se retiró a la región de Tiro y de Sidón. Estas dos ciudades eran puertos marítimos en la región de Fenicia.
Marcos nos dice que Jesús encontró una casa y entró en ella (Marcos 7:24). Él aclara que Jesús no quería que nadie supiese que Él estaba en la casa. Es bastante probable que el Señor necesitara algo de descanso. Una mujer fenicia oyó que Jesús estaba en la región y vino a Él. Mateo llamó a esta mujer una Cananea. Cananea era un término general que describía a las personas que vivieron en el área que Israel había conquistado. Los fenicios eran comerciantes.
Esta mujer fenicia vino a Jesús porque ella tenía una hija que estaba padeciendo de un demonio. Ella se dirigió a Jesús como el Hijo de David. Este término fue usado para describir al Mesías de Israel que debía ser un descendiente de David. Al usar este título, la mujer mostró que tenía un poco de comprensión de la fe judía. Ella reconoció al Señor Jesús como el Hijo de David. Ella cayó a los pies de Jesús y le pidió que tuviera misericordia de ella y que echara fuera el demonio que estaba oprimiendo a su hija.
La respuesta de Jesús aquí es bastante interesante. Mateo nos dice que Jesús no le contestó. Ha habido muchas veces en mi vida cuando yo he experimentado el silencio del Señor. Ha habido tiempos cuando yo he venido a Él buscando su favor en un asunto particular en mi vida pero mis oraciones parecían permanecer sin respuesta.
Los discípulos vieron que el Señor no estaba respondiéndole a la mujer. Ellos la reconocieron como una mujer fenicia. Ellos tenían el entendimiento como judíos que la salvación sólo era para la nación judía. El no-judío era considerado indigno del favor del Señor. Los discípulos le preguntaron a Jesús si Él quería que ellos se libraran de la mujer. La mujer no se rindió sino que persistió en su petición. Mateo 15:25 nos dice que ella continuó clamando.
La mujer nos da un ejemplo a seguir. Ella no se rindió hasta que ella escuchó del Señor. Esta mujer reconoció que la única esperanza de su hija estaba en Jesús por lo que ella siguió pidiendo. Hay momentos cuando el Señor no responde porque Él quiere saber si nosotros lo reconocemos de verdad como nuestra única esperanza. ¿Ha orado usted alguna vez y cuando no recibe una respuesta usted se vuelve a otra cosa o a otra persona? ¿Ha tomado usted el asunto en sus propias manos cuando no ha recibido una respuesta inmediata? ¿Venimos al Señor como nuestra única esperanza? ¿Perseveraremos hasta que Él conteste?
Cuando Jesús finalmente le contestó a la mujer, su contestación no parecía ser favorable. Él le dijo que Él había sido enviado sólo a las ovejas perdidas de Israel. En otras palabras, su ministerio era para el pueblo de Israel. Aunque Jesús enviaría a sus discípulos a los lugares más recónditos de la tierra con el mensaje del Reino de Dios, Él, en su ministerio terrenal, no fue a otras naciones. Él permanecía en Israel.
Esta declaración no hizo que la mujer dejara de clamar. Ella continuó buscando el favor del Señor para su hija. Arrodillándose a sus pies ella clamó, “¡Señor, socórreme!” (Mateo 15:25).
De nuevo Jesús le respondió diciendo que no había razón para tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos (Mateo 15:26). Los hijos aquí se refieren a los hijos de Israel, los escogidos de Dios. El término “perrillo” era un término usado por los judíos para describir las naciones Gentiles. El perro era un animal sucio. Así es como ellos veían a los Gentiles.
Ni siquiera esta declaración detuvo a la mujer. Ella reconoció que ella era indigna. Ella no disputó el hecho que ella no era de las israelitas escogidas. Ella le dijo a Jesús, sin embargo, que aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Ella sabía que si ella podía obtener algunas de las migajas que se cayeran de la mesa esto sería suficiente para sanar a su hija.
Aunque los hijos de Israel buscaban señales mayores, esta mujer estaba satisfecha con las migajas. Ella no necesitaba ninguna gran señal del Señor. Ella no necesitaba que Él viniera a su casa. Ella no necesitaba que Él tocara a su hija. Simplemente una palabra o un gesto de aprobación serían suficientes. Ella entendía el poder de las migajas. Ella entendía el poder de Jesús de una manera que los judíos no entendían. Simplemente una palabra o una mirada eran suficientes para ella. Incluso las migajas que caen de la mesa alimenta a los perrillos indignos si ellos están dispuestos a comerlas.
Viendo la fe de esta mujer tocó el corazón del Señor Jesús. Él le dijo que su petición había sido concedida y que su hija sanaría. Marcos nos dice que Jesús le dijo que el demonio había dejado a su hija. Cuando ella fue a casa, la mujer encontró a su hija completamente sanada en su cama.
Esta historia nos muestra la importancia de la fe perseverante. Nos muestra que incluso la pequeña fe que tenemos puede ser usada poderosamente por Dios. Esta mujer no esperaba comer de la misma mesa que los hijos de Dios. Ella estaba satisfecha con comer las migajas que se cayeran a la tierra. Incluso esas migajas, sin embargo, trajeron sanidad a su hija. Ella sólo tenía la fe para creer que ella podía tener la bendición de un perrillo pero incluso eso fue suficiente para restaurar a su hija. No se trata de cuánto tenemos sino de cómo usamos lo que tenemos lo que cuenta. Es mejor tener poco y usarlo que tener mucho que no se usa.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre perseverar en la oración? ¿Ha usted perdido ánimo y dejado de orar por ciertas cosas?
- ¿El silencio de Jesús significa que Él no está dispuesto a contestar nuestras oraciones? ¿Por qué usted supone que a veces Jesús está callado?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de usar lo poco que tenemos para el Señor?
- ¿Siente usted que tiene poca fe o que sus dones no son muy grandes? ¿Qué estímulo encuentra usted en este pasaje?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé gracia para usar lo que Él le ha dado para la expansión de Su Reino. Agradézcale que Él puede usarlo en maneras poderosas así como usted es.
- Agradezca al Señor porque incluso lo poco que tenemos puede ser maravillosamente usado por Dios.
- Pídale al Señor que le dé fe para salir y actuar con lo poco que usted tiene.
- Agradézcale que aunque somos indignos de Su gracia, Él está dispuesto a ministrarnos y a usarnos para Su gloria.
17 – Milagros en Decápolis
Lea Mateo 15:29-31; Marcos 7:31-8:9
Después que Jesús sanó a la hija de la mujer fenicia, Marcos nos dice que Jesús dejó la región y fue al Mar de Galilea pasando por la región de Decápolis. Aquí Él subió al lado de la montaña y se sentó. Mateo nos dice que grandes multitudes vinieron a Jesús trayendo cojos, ciegos, mancos y mudos. Jesús los sanó a todos. Las personas estaban asombradas por lo que lo vieron hacer y alabaron al Dios de Israel por tales cosas maravillosas.
Marcos nos da un ejemplo de un hombre que fue sanado ese día. Él era un hombre sordo que apenas podía hablar. Al ver que él no podía hablar claramente por sí mismo, los que lo trajeron le pidieron a Jesús que lo tocara y lo sanara. Jesús puso al hombre a un lado. No se nos dice por qué Él hizo esto. Cuando Jesús estuvo solo con el hombre Él puso Sus dedos en sus orejas. Él también escupió y tocó la lengua del hombre. Jesús entonces miró al cielo y dijo “Efata” que significa “Sé abierto.” Inmediatamente los oídos del hombre fueron abiertos y él empezó a hablar claramente. Hay un par de cosas que debemos notar en esta historia.
Noten cómo Jesús sana a este hombre. Cuando Jesús sanó a la hija de la mujer Sirofenicia Él no fue a su casa. Él declaró a su hija liberada de su demonio y continuó su camino. Aquí Jesús tomó tiempo para tocar las orejas del hombre y ungir su lengua con saliva. ¿Por qué Jesús toca a este hombre? Una cosa es cierta; Jesús no necesitaba tocar a este hombre para sanarlo. El hecho que Él lo hace, sin embargo, es significativo. No sólo era Jesús sensible a la voluntad del Padre en cada una de estas sanidades sino que Él también era sensible a cómo el Padre quería sanar a cada individuo.
Cuando vemos a Jesús sanando usando varias técnicas, nosotros entendemos que no hay ninguna fórmula mágica. No es la imposición de manos ni es las palabras que usamos lo que trae la sanidad. Solo Dios sana. ¿Podría ser que Jesús está mostrándonos aquí que nosotros no debemos caer en la trampa de pensar que necesitamos hacer las cosas de una manera específica? No debemos confiar en nuestros métodos. Nuestra confianza debe estar en el Señor mismo. Nosotros debemos ser sensibles a lo que Dios está diciendo no sólo en cuanto a quién Él quiere sanar sino también en cuanto a cómo Él quiere que esta sanidad ocurra.
En una ocasión el Señor le pidió a Moisés que golpeara una roca para que saliera agua. En otra ocasión el Señor le dijo que le hablara a la roca. Es cierto que Dios podía hacer Sus milagros sin que Moisés hiciera estas cosas específicas. Lo que es importante que nosotros entendamos aquí es que Dios requiere obediencia. Él nos da autoridad pero esa autoridad es sólo liberada en obediencia. Esto nos mantiene siendo humildes. Nos mantiene escuchando a Dios y nos ayuda a que comprendamos que solamente Él puede sanar.
Cuando Jesús miraba a las multitudes reunidas alrededor de Él ese día, Él sabía que muchos de ellos habían estado con Él durante tres días sin ninguna comida. Él no quería despedirlos hambrientos por temor a que ellos no pudieran llegar a casa sin colapsar en el camino.
Cuando Él compartió esto con sus discípulos ellos estuvieron confundidos. “¿Dónde podemos conseguir suficiente pan para alimentar a tal multitud?”, fue su respuesta. Esta sería la segunda vez que el Señor Jesús alimentaría a tan grande multitud. En la última ocasión había cinco mil hombres sin contar a las mujeres y los niños. El mismo hecho que los discípulos hicieran esta pregunta nos muestra que ellos no habían recordado lo que Jesús había hecho la primera vez ni ellos en verdad habían aprendido la lección de ese milagro.
Cuando les preguntó lo que ellos tenían disponible, los discípulos le dijeron al Señor que ellos tenían siete panes y unos pocos peces pequeños. De la manera que Él hizo con la alimentación de los cinco mil, Jesús le pidió a la multitud que se sentara. Cuando todos estuvieron sentados, Él tomó los panes y los peces y dio gracias a Su Padre por ellos. Él entonces les dio estos pedazos a los discípulos y ellos los distribuyeron a las personas. Los discípulos dieron lo que ellos habían recibido del Señor. Esto es lo que nosotros todos debemos hacer. Nosotros podemos dar sólo lo que hemos recibido del Señor. Usted no puede dar de su vacío. Si usted quiere dar como pastor o líder en su iglesia usted debe primero ser llenado. Usted debe sentarse a los pies del Señor Jesús y debe recibir de Él. Usted debe hacer una prioridad el recibir todo lo que usted pueda del Señor. Él debe ser su instructor y su amigo. Usted no debe estar tan ocupado en las actividades de modo que usted no pueda pasar tiempo en Su presencia para ser llenado. Usted no tiene nada de valor que ofrecer que no venga de Él.
Noten que lo que ellos recibieron de Jesús fue distribuido a la multitud, y satisfizo su hambre (Mateo 15:37). Nuestras visiones intelectuales en la Palabra de Dios son interesantes pero fundamentalmente ellas no satisfacen. Yo he conocido a muchas personas que conocen su doctrina a profundidad pero ellos están vacíos e insatisfechos. Usted puede predicar un mensaje maravillosamente preparado y teológicamente correcto que no impacta a nadie. Por otro lado, usted puede debatirse en su presentación de un mensaje que Dios haya puesto en su corazón y ese mensaje tendrá un tremendo impacto. Es el pan del Señor. Satisface porque es de Él.
Cuando todos habían tenido suficiente de comer, los discípulos recogieron lo que sobró. Ellos recogieron siete canastas llenas de los pedazos que sobraron. Cuatro mil hombres más las mujeres y niños dejaron esa región asombrados por la provisión del Señor. Después de estos eventos, Jesús y sus discípulos dejaron la región y fueron a la región de Magdala.
Hay dos lecciones importantes que nosotros aprendemos de esta sección. La primera es que hemos recibido autoridad en el nombre del Señor para salir en Su nombre y conquistar el reino de las tinieblas. Esto sin embargo, debe hacerse en obediencia absoluta al Señor. Nosotros debemos estar sincronizados con Él y con Su voluntad y debemos tomar esa autoridad de la manera que Él nos pide que la tomemos. La autoridad se libera a través de nuestra obediencia a Su voluntad y propósito.
La segunda lección que aprendemos aquí es que cuando damos lo que hemos recibido del Señor hay bendición y satisfacción. Nosotros necesitamos ser un pueblo que pase tiempo en la presencia del Señor. Nosotros necesitamos ser llenados de la presencia de Dios para que de nuestra llenura podamos dar a otros.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la autoridad que tenemos en el nombre del Señor? ¿Hemos tomado esa autoridad seriamente?
- ¿Cuál es la conexión entre la obediencia y la autoridad?
- ¿Qué ha estado usted recibiendo del Señor? Tome un momento para examinar su rutina diaria. ¿Tiene usted tiempo en la presencia del Señor para recibir de Él?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le ayude a encontrar más tiempo de calidad en Su presencia para que usted pueda llenarse más de Él y de Su sabiduría.
- Agradézcale al Señor que Él le ha dado autoridad en Su nombre. Pídale que le enseñe más sobre esta autoridad.
- Pídale al Señor que le ayude a ser más sensible a su guía y dirección en su vida para que usted pueda estar sintonizado con Él y Sus propósitos.
18 – Buscando una Señal
Lea Mateo 15:39-16:4; Marco 8:10-12
Después de alimentar a los cuatro mil, Jesús entró en una barca y atravesó a la región de Dalmanuta. Los Fariseos y Saduceos se le acercaron. Mateo nos dice que ellos vinieron con el propósito de tentar a Jesús pidiéndole una señal del cielo. Marcos nos dice que Jesús suspiró profundamente cuando él oyó su petición. Este suspiro profundo indicaba pesar y frustración con ellos.
Se nos dice que la razón por la que los Fariseos y Saduceos le pidieron una señal era tentar al Señor. Jesús les dijo, sin embargo, que ninguna señal se les daría a ellos aparte de las señales que ellos ya habían recibido. Él les dijo que sólo la generación perversa y adúltera buscaba señal. La única señal que Él les daría era la señal de Jonás.
El profeta Jonás era conocido como el profeta que fue tragado por el gran pez. Durante tres días él vivió en la barriga de ese pez y en el tercer día fue vomitado a tierra seca. Esto era lo que le pasaría a Jesús. La muerte, como un gran pez se lo tragaría. Durante tres días Él estaría en su barriga pero en el tercer día la muerte lo vomitaría. Él conquistaría la muerte y la tumba. Él se levantaría de los muertos. La resurrección de Jesús era una señal del Padre que Jesús era todo lo que Él decía ser. Por su muerte en la cruz, Jesús conquistó la muerte. Por su resurrección Él demostraba a todos que Él era más grande que la muerte, Satanás y el pecado. Su resurrección demostraba que Su obra tenía la aprobación del Padre. Ésta sería la única señal que los Fariseos recibirían de Jesús. Ni siquiera esta señal, sin embargo, sería suficiente. Ellos todavía permanecerían en su incredulidad.
Jesús les recordó a los Fariseos y a los Saduceos en Mateo 16 que aunque ellos podían leer las señales en los cielos ellos no podían leer las señales dadas a ellos por Dios. Al mirar al cielo de la tarde ellos podían decir qué tipo de día sería cuando ellos se despertaran por la mañana. Si el cielo estuviera rojo, el próximo día sería un día bueno. Aunque ellos sabían interpretar estas señales en el cielo, ellos eran totalmente ciegos a las señales del tiempo.
Los Fariseos y Saduceos le pidieron una señal por incredulidad. Jesús se negó a caer en su trampa. Él se negó porque ellos eran una generación adúltera y perversa. Ellos eran adúlteros en que ellos vinieron a Él pero estaban interesados en otro dios. Ellos adoraban al dios de la tradición y la ley. Ellos no adoraban al Señor de Israel.
Nosotros no debemos ver este pasaje como una advertencia contra buscar una señal del Señor. El Señor a menudo ha dado señales a sus siervos. Moisés recibió muchas señales del Señor. Dios le dijo que tirara su vara para que se volviera una serpiente. Se le dijo que pusiera su mano en su seno para que se pusiera leproso y cuando él la volvió a poner fue sanada (vea Éxodo 4). Gedeón le pidió una señal al Señor para confirmar la obra que Dios le llamó a hacer. Él le pidió a Dios que mojara el vellón y la tierra permaneciera seca a su alrededor (vea Jueces 6). Por este medio él supo que el propósito de Dios era que él guiara al pueblo a la batalla. En Génesis 24, el siervo de Isaac le pidió una señal al Señor. Él pidió que el Señor trajera a la mujer que él había escogido para ser la esposa de su amo al pozo y que ella les ofreciera agua a sus camellos. Cuando Rebecca vino e hizo exactamente como él había pedido del Señor, el siervo supo que ella era la mujer que Dios había escogido para Isaac. Cuando el Señor enviaba a sus profetas les enviaba con señales para confirmarle a aquéllos a quienes ellos iban que ellos de verdad eran de Él. Jesús ministró y demostró de manera práctica el poder de Dios a través de sanar los enfermos y los milagros que Él hizo. Estas señales no solo eran para ministrar a las personas sino también para confirmar su mensaje.
Dios no está en desacuerdo con que pidamos señales para confirmar su voluntad y propósito. Hay momentos cuando la voluntad del Señor no es clara. A veces la única manera de saber lo que el Señor quiere que nosotros hagamos es pedirle que nos confirme por medio de alguna señal o evidencia. Hay una diferencia entre pedir una señal porque nosotros queremos saber y entender el propósito de Dios y pedir una señal debido a la incredulidad. Basado en la señal de la zarza ardiente Moisés fue a conquistar a Egipto. En base a la señal del vellón mojado Gedeón fue también a convertirse en guerrero de Dios liberando a su pueblo de sus enemigos. Los Fariseos encolerizaron al Señor porque ellos veían las señales y los milagros pero se negaban a creer. Dios no les daría ninguna nueva señal hasta que ellos creyeran y actuaran en correspondencia a lo que ellos ya habían recibido.
Para Considerar:
- ¿Cuál es la diferencia entre pedir una señal por incredulidad y buscar una señal para aclarar y confirmar el propósito de Dios?
- ¿Cuándo es apropiado pedirle una señal de confirmación al Señor?
- ¿Alguna vez el Señor le ha dado una señal para confirmar Su propósito? Explique.
Para Orar:
- Agradézcale al Señor por la manera en que Él se deleita en aclarar Su voluntad y propósito para nosotros.
- Pídale al Señor que abra sus ojos para ver las señales y evidencias de Su presencia.
- Pídale al Señor que le dé fuerza para perseverar incluso cuando usted no ve ninguna señal.
19 – Le Fe de los Fariseos y de los Discípulos Comparadas
Lea Mateo 16:5-12; Marcos 8:13-21
Los Fariseos habían venido a Jesús buscando una señal. Jesús vio a través de sus malvados corazones de incredulidad y les dijo que Él no les daría ninguna otra señal. Después de esa discusión, Jesús y sus discípulos entraron en una barca y fueron al otro lado del lago. Los discípulos se olvidaron de llevar pan con ellos. Según Marcos, ellos sólo tenían una sola barra de pan con ellos en la barca.
Mientras ellos estaban cruzando el lago, Jesús parecía estar preocupado por la discusión que recién había tenido con los Fariseos. “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”, Jesús les dijo a sus discípulos (Mateo 16:6). Marcos agrega a los Herodianos a esta lista (Marcos 8:15). Los Herodianos eran judíos que apoyaban a Herodes y sus políticas. Generalmente hablando los judíos estaban contra la dominación romana de Israel.
Jesús comparó la enseñanza de estos grupos a la levadura. En las Escrituras, la levadura es un símbolo del pecado y del orgullo. Los Fariseos, Saduceos y los Herodianos eran personas orgullosas. Su doctrina tendía a inflarlos y los hizo arrogantes. Aunque ellos tenían una apariencia de justicia, su fe era una fe legalista que no tenía nada que ver con el Señor y Sus propósitos. Ellos estaban más interesados en seguir sus tradiciones que los principios de la justicia. De hecho, ellos estaban alejando a las personas del Señor y de Su verdad.
Cuando los discípulos oyeron a Jesús hablando sobre la levadura de los Fariseos y los Saduceos ellos no entendieron lo que Él estaba diciendo. Ellos conectaron lo que Jesús estaba diciendo sobre la levadura con el hecho que ellos se habían olvidado de traer pan para el viaje.
Jesús estaba consciente que sus discípulos no lo entendieron. Su corazón estaba afligido porque ellos tenían tan poca fe. Ellos estaban preocupados porque no podrían tener suficiente para comer. Jesús les recordó, sin embargo, de cómo Él había multiplicado el pan y alimentado a los cinco mil. Ellos habían visto este milagro pero ellos no habían entendido que el Señor Jesús también les proveería en esta situación. ¿Cuántas veces me he encontrado yo en esta situación? Yo he visto al Señor proveer tanto para mí en mi ministerio y en la vida personal, pero con cada nuevo desafío yo me sorprendo preguntándome si Él proveerá de nuevo.
Hay dos cosas que nosotros necesitamos tomar de este pasaje. Primero, comprenda que no todo lo que realmente parece ser espiritual lo es. La religión de los Fariseos y los Saduceos era una religión de obras. Aquéllos que practicaban su tipo de religión eran pecadores y arrogantes. Ellos rechazaban al Señor y Sus caminos. Usted puede parecer espiritual ante los otros pero aun así puede estar lejos de Dios.
El segundo desafío aquí es aprender a confiar en el Señor. Él nos ha demostrado a menudo ser fiel en las situaciones difíciles. Su poder no ha disminuido ni ha disminuido su amor y cuidado. Quien proveyó para nosotros en el pasado nos proveerá de nuevo. Él no nos abandonará.
Nosotros tenemos dos tipos de fe aquí en este pasaje. La primera es una fe falsa que busca la aprobación de las personas y no la de Dios. El segundo tipo de fe es una que conoce la verdad pero no puede de ningún modo aplicarla a las situaciones cotidianas. El corazón del Señor estaba afligido por las dos.
Para Considerar:
- La fe de los Fariseos fue comparada con la levadura aquí en este pasaje. Su fe era pecadora y arrogante. ¿Es posible que nosotros tengamos una motivación errada para practicar nuestra fe? Explique.
- ¿Su fe alguna vez ha tratado de hacerlo orgulloso?
- Los discípulos no siempre pudieron aplicar las lecciones que el Señor les había estado enseñando a la vida cotidiana. ¿Qué lecciones usted ha aprendido en el pasado que usted está aplicando a su vida hoy?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé humildad en su andar con Él al usted enseñar y predicar la verdad.
- Pídale al Señor que le perdone por las veces que usted ha dudado de Su provisión y cuidado.
- ¿Qué verdad el Señor ha estado enseñándole a usted recientemente? Pídale al Señor que le ayude a aplicar esta verdad a su vida cotidiana.
20 – El Hombre Ciego en Betsaida
Lea a Marcos 8:22-26
Mientras Jesús estaba en la región de Betsaida le trajeron un hombre ciego para ser sanado. Esta historia particular es de interés debido a la manera en que Jesús lo sanó. Su sanidad no fue instantánea como muchas de las sanidades que vemos en los Evangelios. Esta sanidad parece efectuarse en fases.
Los que trajeron al hombre le pidieron a Jesús que lo tocara y lo sanara. Es muy interesante ver que no era el hombre ciego el que estaba rogando sino sus amigos. Aunque no podemos estar seguros, somos libres para preguntarnos lo que el hombre ciego pensaba en todo esto. ¿Creía él que Jesús podía sanarlo? ¿Estaba él siendo llevado a la fuerza a Jesús por sus amigos? ¿Cuánta fe él tenía? Nosotros simplemente no tenemos una clara respuesta a estas preguntas.
Jesús tomó al hombre ciego por la mano y lo llevó fuera del pueblo. Noten que aunque Jesús tocó al hombre él no fue sanado. La mujer que tocó el manto de Jesús fue sanada al instante. Aquí tenemos un hombre que sostuvo la mano de Jesús cuando ellos caminaron juntos pero él no fue sanado.
El hecho que Jesús tomó tiempo para llevarlo de la mano y caminar con él habría sido reconfortante para el hombre ciego. Jesús era un líder espiritual poderoso e importante. Aquí lo vemos ahora caminando de la mano con este hombre ciego. Él puede haberse sentido indigno de esta atención. No tenemos ningún registro de lo que Jesús le dijo en este momento pero podemos estar seguros que este tiempo no sería fácilmente olvidado. Al llevarlo fuera de la multitud, Jesús le mostró al hombre ciego que este asunto era muy personal entre él y su Señor.
Cuando llegaron fuera del pueblo, el Señor escupió en los ojos del hombre y puso sus manos en ellos y le preguntó si él veía algo. Él le dijo a Jesús que él veía a los hombres alrededor de él pero ellos parecían árboles caminando alrededor. En otras palabras, su visión no era clara. Era difícil para él distinguir entre un árbol y un hombre.
Es muy importante que examinemos este incidente. No sólo el hombre no había sido sanado cuando Jesús lo llevó de la mano y lo sacó del pueblo sino que él no fue sanado completamente incluso cuando Jesús ungió sus ojos con saliva. ¿Qué debemos entender por esto? Mateo 13:58 nos dice que cuando Jesús estuvo en Nazaret Él no pudo hacer muchos milagros debido a falta de fe de ellos. La fe es un ingrediente necesario para ver a Dios lograr su obra en nosotros. ¿Podría ser que este hombre necesitaba que su fe fuera fortalecida? Nosotros podemos estar seguros que al llegar su sanidad, su fe sería aumentada. ¿Estaba Jesús también ministrándole de una manera espiritual?
Cuando el hombre le dijo a Jesús que él veía a los hombres como árboles caminando, ¿qué estaba él diciendo? Había habido una sanidad a medias. El hombre había sido totalmente ciego pero ahora él podía ver parcialmente. Esto en sí mismo era una cosa maravillosa. Aunque él había experimentado una medida de sanidad, no era completa.
¿Cuántas veces hemos estado satisfechos con una sanidad parcial? Nosotros vemos a los hombres como árboles y estamos satisfechos. Nosotros vemos alguna victoria sobre el pecado en nuestra vida y estamos satisfechos. Como los hijos de Israel tomando la Tierra Prometida nosotros le permitimos al enemigo permanecer en la tierra. Nosotros decidimos que en lugar de una conquista completa de la tierra viviremos con el enemigo. Esta historia es un desafío para nosotros. Es verdad que los caminos del Señor no siempre son nuestros caminos. A veces Él nos deja un aguijón en la carne para nuestro bien. Habiendo dicho esto, sin embargo, el Señor está a menudo dispuesto a darnos una victoria más completa en esas cosas que nos mantienen alejados de una relación más profunda con Él. Él está dispuesto a desarraigar las fortalezas y a sacar todo pecado que nos mantiene alejados de Él. ¿Por qué debemos estar satisfechos con una victoria parcial cuando la victoria completa puede ser nuestra?
Una vez más Jesús puso sus manos sobre el hombre y tocó sus ojos. Esta vez los ojos del hombre se abrieron y él vio todo claramente. Jesús le envió a casa y le dio instrucciones que no entrara en el pueblo. Entrar al pueblo sólo habría avivado a las multitudes y les habrían traído corriendo a Jesús todos sus enfermos.
Este pasaje nos anima en nuestras oraciones. Aunque quizás no hayamos visto la respuesta, necesitamos creer que el Señor ha oído nuestra petición y Él está llevándonos al lugar de la sanidad. El pasaje también nos desafía a no estar satisfechos con respuestas parciales a nuestras oraciones. Hay momentos cuando el Señor está dispuesto a traer una respuesta completa pero nosotros hemos estado satisfechos con la respuesta parcial. Esto es especialmente verdad cuando se trata de esas cosas que nos mantienen alejados de un andar más profundo con Él. Busquémoslo para tener la victoria completa y total.
Para Considerar:
- ¿Tiene usted peticiones que el Señor no ha contestado? ¿Cuáles son? ¿Qué estímulo recibe usted de este pasaje?
- Describa alguna vez cuando su fe fue fortalecida al usted tener que esperar por el Señor para contestar su oración.
- ¿Hay áreas de su vida dónde usted ha experimentado sólo una respuesta parcial a su oración? ¿Cuáles son? ¿Usted cree que el Señor puede darle la respuesta completa?
Para Orar:
- Pídale al Señor que aumente su fe para creer que Él puede darle una respuesta completa a su petición.
- Agradézcale al Señor que aunque Él no siempre contesta en seguida nuestras oraciones Él sí nos oye. Agradézcale que Él es un Dios de victoria sobre del pecado y el poder del enemigo en nuestras vidas.
- Pídale al Señor paciencia para confiar en Él y en Su guía mientras usted espera por Él para contestar su petición.
21 – La Confesión de Pedro
Lea Mateo 16:13-20; Marcos 8:27-30; Lucas 9:18-21
Jesús y sus discípulos continuaron viajando en la región. En esta ocasión ellos estaban en la región de Cesárea de Filipo, aproximadamente 120 millas (200 kilómetros) al norte de Jerusalén. Lucas nos dice que Jesús estaba orando con sus discípulos. Durante ese tiempo Él les preguntó, “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13). Mateo es el único que usa el término “Hijo del Hombre.” El término “Hijo del Hombre” da énfasis a la humanidad de nuestro Señor.
Debe entenderse aquí que el Señor Jesús sabía lo que hombres estaban diciendo sobre Él. Él no hace esta pregunta por curiosidad. Él lo preguntó para el beneficio de Sus discípulos.
Los discípulos respondieron a esta pregunta diciéndole lo que ellos habían estado oyendo. Ellos le dijeron que algunas personas decían que Él era Juan el Bautista resucitado de los muertos. Esto es en particular lo que Herodes pensaba (vea Mateo 14:1-2). Otros creían que Jesús era Elías, Jeremías o uno de los otros grandes profetas vueltos a la vida. Había una gran confusión en las mentes de las personas en los tiempos de Jesús sobre Su identidad. Noten aquí que ni una persona admitía que Él era el Mesías. Qué triste debe esto haber sido para Jesús. Él vino como el cumplimiento de la profecía, para ser el Salvador del mundo, pero aquéllos a quienes Él ministraba no lo veían como su Salvador. Reconocidamente, Él era un gran hombre de Dios, y ellos estaban dispuestos a admitir que Él estaba entre los grandes profetas pero nadie llegó a decir que Él era el Mesías, su Salvador. Sus ojos estaban cegados.
Habiendo oído lo que las personas estaban diciendo sobre Él, Jesús les preguntó a Sus discípulos quién ellos pensaban que Él era. Fue Pedro quien contestó, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:16). Ésta era una declaración poderosa. Usted puede casi sentir el sentido de asombro que debe haber sobrecogido al grupo cuando Pedro profirió estas palabras. Jesús era el Cristo, el ungido de Dios. Él era el Hijo de Dios quien había venido a la tierra. Él era Dios encarnado. Qué declaración tan asombrosa fue esta. Estos discípulos estaban caminando y hablando con el Hijo de Dios. Él era el profetizado desde la antigüedad. Él era la esperanza de Israel y la esperanza del mundo.
Mateo prosigue para contarnos algo de la conversación entre Jesús y Pedro después de que él hizo esta declaración. Jesús le dijo a Pedro que él era verdaderamente bienaventurado porque este asunto había sido revelado a él, no por hombre, pero por su Padre Celestial (Mateo 16:17). Todos que han recibido ojos para ver que Jesús es el Cristo son bienaventurados como Pedro. Hay muchas personas alrededor de nosotros quienes no entienden que Jesús es el Cristo, el ungido para salvar a Su pueblo de sus pecados. Ellos han escuchado historias de Él y se han maravillado de su enseñanza, pero ellos no han llegado a entender que Él es quien Dios envió para su salvación. Nosotros somos bienaventurados porque se nos ha dado el conocer al Señor Jesús y entender y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
En Mateo 16:18 el Señor Jesús hizo una declaración que ha confundido a los estudiosos de la Biblia de todas las edades. Aquí en este verso Él le recordó a Pedro que su nombre era “Pedro.” La palabra usada aquí en el griego original es la palabra “petros.” Petros quiere decir piedra. Jesús le dijo a Pedro que él era como una piedra. Jesús dijo entonces, “y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). La palabra que Jesús usó para piedra es la palabra “petra. “Aunque viene de la misma raíz como la palabra “petros” ésta es una palabra diferente. “Petra” se refiere a un acantilado o una piedra grande. Esto está en contraste directo con la palabra que Jesús usó para describir a Pedro. Aunque Pedro era una piedra pequeña, Jesús construiría Su iglesia sobre una piedra grande e inconmovible. La pregunta que nosotros necesitamos hacernos es ¿qué es esa piedra grande a la que Jesús se está refiriendo en este versículo?
Es en este punto que los comentaristas difieren. Algunos han dicho que Pedro es la piedra sobre la que el Señor construiría Su iglesia. El contexto, sin embargo, indicaría que éste no es el caso. Jesús usa dos palabras diferentes aquí. Él parece estar contrastando a Pedro la piedra con la Roca sobre la que Él construiría Su iglesia. Esto no quita del hecho, sin embargo, que Pedro (así como los otros apóstoles) serían usados poderosamente por Dios para construir la iglesia.
Otros han dicho que la piedra a la que Jesús se refiere aquí es la confesión de Pedro. Pedro le había dicho recientemente al Señor que él creía que Él era el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. Es muy cierto que ésta era la verdad central sobre la cual la Iglesia se construiría. La iglesia de nuestro día está firmemente establecida sobre el hecho que Jesucristo es el Hijo de Dios. Él era el Cristo, el ungido de Dios que vino para salvarnos de nuestros pecados. Ésta es la verdad que la iglesia proclama. Ésta es la verdad que conquistaría al enemigo. El propio Satanás no puede contradecir esta verdad. Una piedra sólida hace un buen cimiento. La iglesia de Jesucristo hoy está construida sobre esta verdad sólida e inmutable que Jesús es el Cristo, el enviado de Dios para salvarnos de nuestros pecados.
Jesús les recordó a Pedro y a los discípulos que Su iglesia se construiría sobre la verdad que Él era el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. Él les dijo que Él construiría Su iglesia y que el mismo infierno no podría prevalecer contra ella. El infierno intentaría lo mejor que pueda hacer para prevalecer contra la iglesia. La historia nos muestra claramente que Satanás se ha esforzado para borrar la iglesia, pero él no ha podido hacerlo. A lo largo de las edades ha habido aquéllos que han creído y han estado firmemente establecidos sobre la verdad que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, quien vino a salvarnos de nuestros pecados.
Noten aquí que es el Señor que construye Su iglesia. Nosotros somos instrumentos en las manos del Señor, pero es Él quien construye. Cuando nosotros entendemos que es el Señor quien debe construir la iglesia nosotros apartamos nuestros planes en favor del Suyo. Nosotros dejamos de confiar en nuestra sabiduría y fuerza humana y ponemos nuestra confianza en Él y en Su obra. Si Él construye la iglesia nosotros debemos rendirnos a Él y debemos hacer la obra a Su manera. Cuántas veces hemos puesto esta responsabilidad sobre nosotros.
Jesús le dijo a Pedro que Él le daría a él las llaves del reino de los cielos y cualquier cosa que él atara en la tierra sería atada en el cielo. Cualquier cosa que él desatara en la tierra también sería desatada en el cielo (vea Mateo 16:19). Ha habido división de opinión aquí sobre esta declaración. Algunos sienten que esta declaración sólo se aplicaba a Pedro, dándole poder especial y privilegio en la tierra como el representante de Dios. Esto no parece confirmarse en el resto de la Escritura. Esta autoridad no fue dada sólo a Pedro sino también al resto de los apóstoles. Esa autoridad también se nos da a nosotros como representantes del Señor Jesús.
¿Qué quiso decir Jesús cuándo Él le dijo a Pedro que cualquier cosa que él atara o desatara sería atada o desatada en el cielo? Nosotros debemos recordar aquí que estamos en medio de una guerra espiritual. El reino de Dios está rechazando las fuerzas de las tinieblas. Cuando nosotros salimos en el nombre del Señor para batallar, nosotros lo hacemos atando las manos de nuestro enemigo. Nosotros destruimos sus planes y propósitos y lo atamos para que él ya no pueda influenciar y herir a aquéllos a su alrededor. Jesús promete que cuando nosotros salimos a batallar contra el enemigo y a extender Su reino, Su presencia y autoridad estarán con nosotros. Cuando nosotros vamos para atar los esfuerzos de Satanás y sus ángeles Dios nos respalda. Nosotros tenemos Su plena autoridad.
El mismo principio es cierto para liberar a aquéllos que han estado oprimidos y derrotados por el enemigo. Ya el enemigo ha estado haciendo una obra en las vidas de las personas a nuestro alrededor. Él los ha atado en el pecado y en los problemas emocionales, físicos y espirituales. Hay fortalezas en sus vidas que él ha construido contra Dios y Sus propósitos. Muchos están atrapados en la amargura y el enojo. Ellos están cautivos por el mundo y sus influencias. Ellos no pueden escapar del asimiento de Satanás y del mundo. Jesús nos dice que cuando nosotros salimos para liberar a prisioneros de las ataduras del pecado y la rebelión, Dios mismo estará con nosotros. Nosotros vamos en la autoridad de Dios. Cuando salimos a liberar a aquéllos que están en esclavitud nosotros lo hacemos con la plena autoridad de Dios en el cielo. Satanás no se nos puede resistir.
Es significativo que esta declaración sobre atar y desatar se encuentra en el contexto de que Jesús sea el que construye Su iglesia. Nosotros hemos recibido autoridad pero nosotros tomamos esa autoridad con la comprensión que debemos ser sumisos a la guía y dirección del Señor como el Amo de la iglesia. Dios nos usará para construir su iglesia. Él nos da poder y nos da Su autoridad para conquistar, atar y desatar. Él está totalmente con nosotros en este asunto cuando estamos sometidos a Él y a Sus propósitos como el constructor y amo de Su iglesia.
Cuando Jesús concluyó este tiempo con sus discípulos, Él les advirtió que no dijeran a nadie que Él era el Cristo. Éste era sólo un mandamiento temporal. El día llegaría cuando ellos saldrían y les dirían a todos. Ese día vino cuando el Espíritu Santo cayó sobre ellos en el libro de Hechos. Por el momento, no era el tiempo para compartir ese mensaje. Jesús les pidió que esperaran.
Para Considerar:
- ¿Cuándo decimos que Jesús es el Cristo qué significa para nosotros? ¿Cuáles son las implicaciones de esta declaración?
- Cuándo entendemos que Jesús construirá Su iglesia, ¿cómo cambia esto la manera en la que hacemos la obra de Dios?
- Jesús nos dice que Él construiría Su iglesia sobre la confesión que Él era el Cristo el Hijo del Dios Viviente. ¿Cómo al tener esto como el cimiento para nuestra fe afecta la manera en la que hacemos la obra de la iglesia?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la autoridad que Dios nos ha dado como iglesia hoy? ¿Estamos usando esa autoridad?
Para Orar:
- Agradézcale a Dios por el hecho que Él ha abierto sus ojos para conocerlo como el Cristo.
- Agradézcale al Señor que la obra de construir la iglesia es Su obra. Agradézcale que Él desea usarnos en esta obra maravillosa.
- Pregúntele al Señor qué papel Él tendría para usted en la construcción de Su iglesia.
- Pídale a Dios que le dé un entendiendo más profundo de la autoridad que usted tiene en Él. Pídale que le ayude a andar más plenamente en esa autoridad.
22 – Jesús Predice Su Muerte
Lea Mateo 16:21-23; Marcos 8:31-33; Lucas 9:22
Pedro había recientemente confesado que el Señor Jesús era el Cristo el Hijo del Dios Viviente. Era importante que los discípulos entendieran esta verdad. La verdad que ellos confesaron ese día sería puesta a prueba. En los días siguientes a esa declaración, el Señor Jesús sería arrestado, enjuiciado y crucificado. Sería importante que Sus discípulos se aferraran a la confesión de Pedro en los próximos días de prueba y dificultad. Sería esta creencia en Jesús como el Hijo de Dios que los sostendría a través de estas dificultades.
En este punto en Su ministerio Jesús empezó a explicarles a Sus discípulos que Él tendría que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas en manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley. Él les recordó que Él tendría que morir pero que en el tercer día Él se levantaría de los muertos.
Era una cosa para Pedro aceptar que Jesús era el Cristo el Hijo del Dios viviente pero realmente otra aceptar Su muerte y Su sufriendo. Pedro, que había tan poderosamente proclamado que Jesús era el Cristo, rechazó lo que Jesús estaba diciendo sobre Su muerte y sufrimiento. “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.” (Mateo 16:22).
Al decir esto, Pedro parece estar asumiendo la responsabilidad de proteger a su Señor. De alguna manera, él estaba comprometiéndose a hacer cualquier cosa que él pudiera para impedirle a Jesús sufrir y morir. Cuando los soldados vinieron a arrestar a Jesús Pedro sacó su espada para defender a su Señor. En un momento dado él incluso se comprometió a morir por Él. Pedro estaba muy decidido a hacerlo todo para mantener a su Señor vivo y protegido. Él todavía no entendía cuán importante era morir para Jesús.
La respuesta de Jesús a Pedro lo habría tomado por sorpresa. “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” (Mateo 16:23). Éstas son palabras muy fuertes. Según Jesús, Pedro se había convertido en un instrumento de Satanás para hacerle tropezar. Satanás estaba usando a Pedro y sus palabras en un esfuerzo para probar a Jesús. Satanás no se detendrá ante nada. Él es sumamente intrépido. Él usará toda oportunidad que tenga para frustrar la obra de Dios. Él puede usar incluso a los hijos de Dios para hacer su trabajo. Qué mejor manera de enmascarar sus esfuerzos que a través de alguien a quien nosotros respetamos o admiramos.
Pedro encontraba difícil aceptar el sufrimiento del Señor. Él quería la gloria pero no el dolor. Satanás todavía usa esta táctica en nuestros días. Él nos dirá que Dios es un Dios de tanto amor que Él nunca condenaría a nadie a una eternidad perdida. Él le dirá que no es la voluntad de Dios que alguien sufra dolor o enfermedad o aflicción en su vida. Él le dirá que Dios siempre quiere que usted tome el camino fácil. Cuando enfrentamos dificultad y sufrimiento nosotros nos devastamos. Sentimos que Dios nos ha abandonado.
La verdad del asunto es que aquéllos que sigan al Señor Jesús tendrán que sufrir. El Señor nos desafía a tomar nuestra cruz y seguirlo. Para algunos esa cruz será una cruz de rechazo y ridículo. Para otros será una cruz de sufrimiento físico y muerte. Imagine a un soldado que va a guerrear con la idea que él nunca va a ser alcanzado de bala, o herido o a sufrir ninguna inconveniencia en la batalla. ¿Qué usted le diría a un soldado que creyera que la batalla siempre debe estar llena de diversión y emoción? ¿Qué usted le diría al soldado que sintiera que lo apropiado es retirarse si las cosas se ponen un poquito difícil? ¿Qué tan lejos llegaría un ejército de soldados con esta actitud en sus esfuerzos por vencer al enemigo? Nosotros tendremos que sufrir y enfrentar la oposición del enemigo si vamos a avanzar el reino de Dios.
Aunque no debemos buscar la persecución, tampoco debemos huir de ella cuando venga. Habrá tiempos cuando no entendamos la voluntad y propósito del Señor. Habrá tiempos cuando Él nos envíe a la línea delantera para enfrentar las flechas y balas del enemigo. Las cosas no siempre serán fáciles. Seremos llamados a sufrir por la causa del Señor y del avance de Su Reino. Jesús estaba listo para hacer esto. Pedro no estaba a estas alturas listo para aceptar que el Señor tendría que sufrir para lograr la victoria. ¿Está usted listo para resistir y estar firme cuando las cosas se pongan difíciles?
Para Considerar:
- ¿Se ha encontrado usted alguna vez retirándose de la batalla cuando las cosas empezaron a ponerse difícil? ¿Cuáles fueron las evidencias de su retirada?
- ¿Escucha usted la enseñanza que las cosas siempre deben ser fáciles para el creyente en su iglesia o sociedad? ¿Qué aprendemos sobre esta enseñanza en este pasaje?
- ¿Está usted listo para resistir firme y sufrir por la causa del Señor Jesús?
- ¿Qué significa para nosotros tomar nuestra cruz para seguir al Señor?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre las tácticas de Satanás? ¿A quién puede él usar en su esfuerzo por impedir el avance del reino de Dios?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le dé gracia para mantenerse firme hasta el fin no importa el costo.
- Agradézcale al Señor que Él estuvo dispuesto a enfrentar al enemigo por nosotros y Él no se rindió cuando las cosas se pusieron difíciles.
- Pídale al Señor a lo afirme más sólidamente en Su Palabra para que usted no caiga presa de las mentiras del enemigo.
23 – Tomando la Cruz
Lea Mateo 16:24-28; Marcos 8:34-9:1; Lucas 9:23-27
En la última meditación nosotros vimos cómo Pedro tuvo problemas con el hecho que el Señor Jesús tendría que morir. Para Pedro, el Hijo de Dios no debía tener que sufrir y morir. El Señor reprendió a Pedro porque él no entendió el propósito de Dios en este asunto del sufrimiento y la muerte de Cristo. Aquí en este pasaje Jesús les dijo a sus discípulos que ellos necesitaban estar dispuestos a sufrir por su nombre también. Él les recordó que como sus siervos el sufrimiento y la persecución serían parte de sus vidas.
Jesús les aclaró a sus discípulos que ellos tendrían que negarse a sí mismos y tomar su cruz si ellos iban a seguirlo. Noten aquí que Jesús usó la palabra, “tienen.” Ésta es una palabra muy importante en este contexto. Jesús no deja este asunto abierto para discusión. Si usted quiere ser un seguidor del Señor Jesús, usted tiene que negarse y tiene que tomar su cruz. No hay opción. Me gusta comparar lo que Jesús está diciendo aquí a un hombre que viene a la puerta de la vida cristiana. Cuando él llega, él está llevando una mochila llena de sus propios intereses y planes para su vida. Cuando él se acerca a la puerta, él ve que es muy estrecha. Él intenta pasar pero él no puede debido a su mochila. Por mucho que lo intente él no puede pasar con esa carga sobre su espalda. Él tiene una decisión que tomar. O él se quita la mochila de la espalda y pasa a través de la puerta sin ella o él se queda con su mochila y no pasa a través de la puerta. Él no tiene opción. Jesús nos dice que nosotros tenemos una decisión que tomar. O continuamos con todos nuestros propios deseos e intereses o morimos a ellos y pasamos la puerta para seguirlo.
Cuando morimos a nosotros mismos y pasamos por la puerta, cada uno de nosotros recibe una cruz para llevar. Aquéllos que han dejado su carga en el otro lado ahora se les pide que tomen otra carga. Esta cruz es diferente para cada persona. Para el Señor Jesús significó despojarse de sus privilegios como Dios y asumirla forma de hombre. Significó estar dispuesto a sufrir los insultos y burlas de aquéllos que lo odiaban. Finalmente, significó que Él estuviera dispuesto a entregar Su vida. Cada uno de nosotros debe estar dispuesto a seguir los pasos del Señor Jesús. Si queremos seguirlo, tendremos que dejarlo todo en el altar. Nosotros tendremos que estar dispuestos a decir, “Señor, haré cualquier cosa que quieras que haga”. Nosotros necesitamos estar dispuestos a poner nuestras comodidades y nuestras propias ideas a un lado. Debemos estar dispuestos a darle el primer lugar. Nosotros cada día somos llamados a vivir con la realidad de la cruz que debemos llevar por Él.
Muchas personas vienen al Señor por lo que ellos pueden recibir de Él. Así es como las multitudes trataron a Jesús. Ellos llegaron a ser sanados. Ellos llegaron a ser ministrados pero muy pocos de ellos estaban dispuestos a rendir sus vidas por Él. Muy pocos estaban dispuestos a sufrir y a ser rechazados por sus familias y amigos. Su reputación y sus posesiones significaban más para ellos que el Señor Jesús.
Lucas nos aclara que nosotros debemos estar dispuestos a tomar nuestra cruz cada día. Esto no es algo que nosotros simplemente hacemos una vez en nuestras vidas. Nosotros debemos recoger nuestra cruz diariamente. Cada mañana yo debo estar dispuesto a rendir mis planes y agendas al Señor. Cada día que tomamos esa cruz nosotros estamos diciéndole al Señor que queremos que Él nos dirija en todo ese día. Nosotros no nos quejamos ni refunfuñamos cuando Él trae circunstancias a nosotros que no nos gustan. En cambio, aceptamos lo que Él da y le permitimos hacer lo que Él quiera en nosotros.
Jesús les dio una advertencia muy importante a Sus discípulos en este pasaje. Él les dijo que si ellos quisieran salvar sus vidas ellos las perderían. En otras palabras, si ellos quisieran vivir su propia vida y hacer su propia voluntad, ellos perecerían al final sin nada que mostrarle. Si, por otro lado, ellos escogieran darlo todo a Cristo muriendo a todo lo que ellos tienen, ellos en verdad encontrarían la vida. Algunos de los creyentes más fuertes que yo he conocido son aquéllos que han tenido que enfrentar gran persecución y problemas en sus vidas. Es en estos momentos de persecución y prueba que el Señor Jesús se hace más real para nosotros. Igualmente, yo he conocido a creyentes que estaban tan amarrados a las cosas de este mundo que el Señor se hizo distante. Si usted quiere que el Señor Jesús se haga real para usted, usted debe estar dispuesto a darlo todo a Él. Usted debe estar dispuesto a entregar su vida de modo que de la muerte de sus propios planes y agendas la nueva vida fluya.
Jesús desafió a sus discípulos a considerar qué aprovecharía a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma. Muchas personas han estado atraídas al lustre de este mundo y a lo que el mundo tiene para ofrecer. Satanás ha usado esto para impedirle a muchas personas aceptar al Señor y seguirle. Satanás tentó a Eva mostrándole el fruto en el árbol. Él le mostró cuán bueno se veía y cuán bueno sabía y ella cayó en su trampa. El pecado entró en el mundo y destruyó su relación con Dios.
Hay momentos cuando estamos tan interesados en nuestra reputación e imagen que no representamos al Señor. Nos avergonzamos de ser conocidos como uno de sus discípulos porque estamos demasiado interesados en nuestra imagen. Jesús les dijo a sus discípulos que si ellos se avergonzaban de Él en esta generación, el Señor se avergonzaría de ellos cuando Él regresara. Sería terrible que el Señor se avergonzara de nosotros. Si usted quiere ser un siervo del Señor Jesús usted debe estar dispuesto a dejarlo todo y a morir a lo que las personas piensan de usted. Ellos se mofaron y burlaron del Señor Jesús y ellos se mofarán y burlarán de nosotros. Tengamos como un privilegio ser Su siervo. Tengamos como un privilegio sufrir insultos por Su nombre. ¿Los soldados van a guerrear pensando que ellos serían del gusto de su enemigo? Tampoco le gustaremos nosotros a nuestro enemigo.
Jesús les recordó a sus discípulos que vendría el día cuando aquéllos que estaban presentes con Él verían el reino de Dios venir con poder (Lucas 9:27). Hay varias interpretaciones de este versículo. Algunos ven una referencia al tiempo cuando el Señor tomaría algunos de sus discípulos con Él al Monte de la Transfiguración para ver Su gloria. Otros ven, en este versículo, una referencia a la venida del Espíritu Santo que les daría poder a los discípulos y les capacitaría para vivir en la realidad del Reino de Dios.
El Señor Jesús está llamándonos a ser verdaderos soldados de la cruz. Como soldados debemos estar dispuestos a dejarlo todo. Nada debe distraernos de nuestro servicio. Ningún soldado va a guerrear sin la comprensión que habrá algunos sacrificios necesarios. Ningún soldado puede ser de ninguna utilidad al ejército si ellos están más interesados en ellos mismos y en sus comodidades que lo que ellos están en la causa que representan. Imagine a un soldado tan avergonzado de su causa que él no usaría el uniforme. ¿Qué tipo de soldado sería esta persona? El Señor Jesús está buscando a soldados que estén comprometidos a Su causa y que estén dispuestos a dejarlo todo para seguirle y luchar en Su ejército.
Él promete darle poder y capacitar a esos soldados. Él los honrará cuando ellos le sirvan fielmente. Él está orgulloso de llamarlos suyos. Él no sólo nota sus esfuerzos sino que los premiará por esos esfuerzos. Ellos conocerán Su favor y bendición en sus vidas y corazones. La batalla no será fácil pero la victoria está segura y hay un gran premio para todos los que perseveren fielmente hasta el fin.
Para Considerar:
- ¿Hay cosas en su vida que usted todavía no ha rendido al Señor? ¿Cuáles son?
- ¿Qué sacrificios ha hecho usted en su servicio para el Señor?
- ¿Hasta qué punto su obediencia y disposición para sacrificarse por el Señor le ha acercado más a Él?
- ¿Está usted dispuesto a ser conocido como un seguidor de Jesús? ¿Qué específicamente le obstaculiza para ser un verdadero seguidor?
Para Orar:
- Pídale al Señor que le muestre cualquier área de su vida que usted no ha rendido todavía al Señor.
- Pídale al Señor que le haga valiente para Él y a no avergonzarse de Su nombre.
- Agradézcale al Señor que cuando nosotros salimos a servirle Él promete estar con nosotros y ministrarnos a nosotros y a través de nosotros.
- Agradézcale al Señor que Él estuvo dispuesto a sacrificarlo todo por usted.
24 – La Transfiguración
Lea Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8; Lucas 9:28-36
La historia de la transfiguración del Señor Jesús es una historia muy fascinante. Este evento milagroso tuvo lugar aproximadamente seis días después que el Señor Jesús les había estado enseñando a sus discípulos sobre la importancia de tomar su cruz. Él les dijo en ese momento que había algunos entre ellos que verían el reino de Dios venir en poder. Algunos comentaristas ven esto como un cumplimiento directo de esas palabras de Jesús.
Jesús tomó sólo a tres de sus discípulos con Él a un monte alto. No está claro por qué Jesús singularizó a estos discípulos específicos. Está claro, sin embargo, que estos hombres tendrían un ministerio muy importante en la iglesia naciente. Nosotros leemos del papel vital que Pedro jugaría en el Pentecostés y en la expansión de la iglesia entre los judíos en el libro de Hechos. Pedro era conocido por sus declaraciones intrépidas y por su disposición a entraren cualquier situación por el Señor (aunque esto a menudo significaría tener problemas). Jacobo era el hermano de Juan. Tanto él como su hermano Juan se apodaban “Hijos del Trueno” probablemente debido a su energía y celo (vea a Marcos 3:17). Jacobo se convertiría en el primer mártir de la iglesia antigua. En cuanto a Juan, él se convertiría en el líder en la iglesia de Jerusalén. Debido a su firme posición por la verdad de la Palabra de Dios él sería desterrado a la isla de Patmos donde el Señor le revelaría en forma de una gran visión las cosas que estaban por venir. La visión está recogida para nosotros en el libro de Apocalipsis. Fueron estos tres hombres los que Jesús tomó con él al monte. Lucas nos dice que ellos fueron al monte a orar (Lucas 9:28).
Mientras ellos oraban, la apariencia de Jesús cambió. Cuando los discípulos miraron, su rostro comenzó a brillar. Ellos describieron el rostro del Señor tan resplandeciente como el sol. En otras palabras, su apariencia era tan brillante que ellos no podían mirarlo. Los discípulos nos dicen que sus vestidos también eran blancos como la luz. Marcos dice que su ropa era tan blanca que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Lucas los describe como el brillo de una gran luz. El incidente completo habría sido muy sobrecogedor para los discípulos.
Cuando la escena se desplegó, otras dos figuras aparecieron con Jesús. Los discípulos vieron a Moisés y a Elías que hablaban con el Señor Jesús. La pregunta podría hacerse, ¿cómo los discípulos habrían conocido a Moisés y a Elías? Ellos nunca habían visto a ninguno de ellos. No existía ninguna fotografía de estos hombres transmitida a través de los años. Es obvio por el contexto que Dios les dio esta comprensión en sus espíritus. No sólo ellos vieron sino que ellos también recibieron una medida de comprensión.
Lucas dice que los discípulos podían oír algo de la conversación entre Jesús, Moisés y Elías. Lucas 9:30 nos dice que ellos hablaban sobre la partida de Jesús. Jesús ya les había dicho a sus discípulos que Él sería entregado al enemigo para morir. Jesús les habla aquí a estos dos hombres sobre esta muerte venidera. Hay varias cosas que nosotros necesitamos examinar en este contexto.
¿Por qué Jesús les habló a Moisés y a Elías sobre su muerte? Moisés fue a través de quien la ley del Antiguo Testamento fue dada. Él representaba la ley del Antiguo Testamento. Elías fue uno de los primeros grandes profetas del Antiguo Testamento. Él representaba a los profetas. ¿Por qué la Ley y los profetas estaban representados aquí? La Ley y los profetas esperaban la venida del Señor Jesús. La Ley con todos sus sacrificios sería cumplida a través del sacrificio final del Señor Jesús por nuestros pecados. Todos estos sacrificios esperaban el día cuando el Señor Jesús haría un sacrificio final para siempre. Los profetas hablaban del día cuando el Mesías vendría y marcara el comienzo de su reino. Ellos también anhelaban este día. Ellos dieron sus vidas por proclamar este día del Señor. Los representantes de la Ley y de los Profetas del Antiguo Testamento están ahora con Jesús quien iba a ser el cumplimiento de todo lo que ellos predicaron.
Estas dos grandes figuras entendieron la importancia de la muerte de Cristo. Ellos vinieron en cierto sentido a ministrar y a animar al Señor Jesús mientras se preparaba para su muerte. Ellos vinieron como un recordatorio que su muerte había sido profetizada hacía mucho y sería el cumplimiento de todo lo que ellos proclamaron en su tiempo. Los discípulos no entendían que el Señor Jesús necesitaba morir. Ver a Moisés y a Elías les mostró que Su muerte era una parte necesaria del propósito de Dios para la salvación de Su pueblo.
Cuando Moisés y Elías se marchaban, Pedro preguntó si ellos querían que él levantara tres enramadas, una para cada uno de ellos. La Biblia nos dice que Pedro no sabía lo que él estaba diciendo. La palabra traducida como enramada puede traducirse “tabernáculo” o “templo.” Esto parece ser lo que Pedro está diciendo aquí. Él estaba tan lleno de temor que él sentía que ellos necesitaban construir tres templos pequeños en su honor.
Mientras Pedro hablaba, una nube de luz los cubrió y una gran voz del cielo habló diciendo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.” (Mateo 17:5). Los discípulos cayeron a tierra cuando oyeron esta voz. Ellos estaban llenos de miedo y terror. Casi en respuesta a las palabras de Pedro, el Señor envió una nube para tomar a Moisés y a Elías. Ellos no tenían ninguna necesidad de un templo terrenal. Ellos moraban en el cielo con el Padre. La voz también vino a confirmar al Señor Jesús en su compromiso a ir a la cruz y morir por los pecados del mundo. Dios el Padre lo confirmó en su obra ante los discípulos presentes ese día.
Mientras los discípulos yacían en tierra aterrados, ellos tenían mucho sobre qué pensar. Ese día ellos habían visto a Moisés y a Elías, hombres respetados de Dios, hablando con Jesús acerca de su necesidad de morir. Ellos también habían oído la voz del propio Dios testificando de la importancia y su placer en la obra que Cristo haría a través de su muerte. ¿Cómo podían ellos ahora dudar que esto fuera el propósito de Dios y el cumplimiento de toda la Escritura? Esta señal fue una señal para los discípulos pero también para nosotros. La vida de Jesús no fue tomada de Él por la voluntad y propósito de hombres malvados. Su muerte estaba en la voluntad y propósito de Dios desde el mismo principio. Qué desafío esto habría sido a los discípulos cuando ellos reflexionaron en lo que Jesús les estaba diciendo sobre su muerte venidera. Dios no sólo estaba preparando al Señor Jesús para su muerte sino que Él también estaba preparando a sus discípulos para que ellos no desfallecieran cuando llegara ese día trágico.
Cuando los discípulos yacían tierra una mano los tocó. Era la mano de Jesús. Él les dijo que se levantaran. Ellos se levantaron y echaron una mirada alrededor pero los otros hombres se habían marchado. Ellos estaban solos de nuevo con Jesús. Él les dijo que no tuvieran miedo.
Lucas nos dice que los discípulos guardaron este asunto entre ellos. Jesús les dijo que ellos no debían hablar con nadie sobre esto hasta después que Él hubiera resucitado de los muertos. En su tiempo ellos podrían animar a sus hermanos con lo que ellos habían visto pero por ahora ellos debían guardar el asunto entre ellos.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez se ha encontrado en una situación donde usted parecía no tener a nadie con quien hablar que entendiera lo que usted estaba enfrentando? ¿Qué nos enseña este pasaje?
- ¿Qué aprendemos en este pasaje sobre el mensaje principal de la Ley y los Profetas? ¿Qué esperaban ellos?
- Nosotros vemos aquí el placer del Padre en la obediencia absoluta de Su Hijo en cuanto a Su propósito para Él. ¿Usted ha sido obediente al propósito del Padre para su vida?
- Dios preparó a sus siervos para la muerte venidera de su Hijo. ¿Qué nos dice esto sobre Dios y Su comprensión de nuestras necesidades?
- ¿Hay personas con los que usted necesita tomar tiempo para animarles y bendecirles en sus ministerios difíciles?
Para Orar:
- Agradezca al Señor Jesús por Su resolución de ser obediente hasta la muerte
- Agradezca al Señor que Él entiende nuestra necesidad de estímulo y apoyo.
- Pida al Señor que le permita ser un estímulo para aquéllos alrededor de usted.
- Agradezca al Señor que Él vino a cumplir lo que la Ley del Antiguo Testamento y los Profetas predijeron.
25 – Preguntas Sobre Elías
Lea Mateo 17:9-13; Marcos 9:9-13
Jesús y sus discípulos recién habían estado en la montaña. Jesús se transfiguró antes sus ojos y habló con Moisés y Elías. Aunque los discípulos todavía estaban un poco confundidos sobre lo que ellos habían visto y oído, ellos no se olvidarían pronto de ese momento. Tendría, sin duda, un impacto para toda la vida en ellos.
Mientras ellos bajaban la montaña, el Señor Jesús instruyó a sus discípulos que no dijeran a nadie lo que ellos habían visto hasta que Él se hubiera levantado delos muertos. Es importante notar aquí que aunque este mensaje sobre su muerte no fue bien recibido la última vez que Jesús les habló a sus discípulos, esta vez la reacción fue bastante diferente. La última vez que leímos sobre Jesús hablando de su muerte a los discípulos, Pedro lo reprendió. El tiempo en la montaña influyó en sus pensamientos sobre la muerte de Cristo. Ellos no entendían por qué Jesús tendría que morir pero ellos estaban más dispuestos a aceptar esto como la voluntad del Padre.
La segunda cosa que también necesitamos ver aquí es que Jesús habló a los discípulos sobre su resurrección de los muertos. Marcos nos dice que los discípulos no entendieron sobre lo que Jesús estaba hablando. Ellos estaban aceptando el hecho que Jesús tendría que morir pero ellos no entendían lo que Él quiso decir con regresar a la vida. Ellos ni siquiera se atrevían a preguntarle a Jesús sobre esto. Marcos nos dice que ellos discutieron este asunto entre ellos pero no podían entender lo que Jesús estaba diciendo.
Aunque los discípulos no entendían las profecías sobre cómo el Señor Jesús sufriría, moriría y resucitaría delos muertos, ellos entendían las profecías que enseñaban que Elías vendría delante del Mesías. Esta comprensión muy probablemente les llegó de una profecía en Malaquías 4:5-6:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
Malaquías profetizó que antes de la venida del Mesías, Elías el profeta vendría. Él haría volver el corazón de los hijos hacia los padres. Esta profecía dejó perplejo a los discípulos. Ellos habían recientemente visto a Elías pero Jesús había estado alrededor durante algún tiempo.
Entendiendo su confusión en este asunto, Jesús les dijo que Elías ya había venido pero las personas no lo reconocieron. Al decir esto, Jesús les mostró a sus discípulos que el Elías que debía venir no era el Elías que ellos vieron en la montaña. El Elías sobre el que Jesús hablaba era Juan el Bautista (vea Mateo 17:13). Fue Juan el que preparó el camino para el Mesías. Él vino a predicar un mensaje de arrepentimiento y a decirle a aquéllos que escucharan que el Reino de Dios estaba cercano. Jesús les recordó a sus discípulos que el mundo no reconoció a Juan como el Elías que iba a venir y que ellos rechazaron su mensaje.
Jesús también les dijo a sus discípulos que lo que ellos le hicieron a Juan el Bautista también se lo harían a Él. Ellos no reconocieron a Juan ni tampoco ellos reconocerían al Mesías. Ellos mataron a Juan y ellos también matarían al Señor Jesús.
Cuan ciego nuestros corazones pueden ser. ¿Cuántas veces el Señor ha obrado en nuestro medio y nosotros no hemos reconocido su obra? ¿Cuántas veces ha el Señor buscado guiarnos y dirigirnos pero nosotros no hemos reconocido su voz? Nosotros necesitamos nuestros ojos espirituales abiertos a la obra y ministerio del Señor Jesús en nuestro medio. Nosotros hemos, en nuestra ceguera, como las personas del tiempo de Jesús, luchado contra el propósito de Dios en nuestras vidas. En lugar de rendirnos y aceptar Su propósito, nos hemos resistido y hemos ido en la dirección opuesta. Que Dios nos dé oídos para oír y ojos para verlo a Él y a Sus propósitos para nuestras vidas.
Para Considerar:
- Los discípulos lucharon para entender la obra y propósito del Señor. ¿Qué nos enseña esto sobre el tipo de persona que Dios puede usar?
- ¿Alguna vez ha fallado en ver lo que el Señor ha estado haciendo? ¿Usted se ha encontrado alguna vez luchando contra Su obra en su vida?
- ¿Cómo reconocemos la presencia y guía del Señor? ¿Qué nos impide oír y ver lo que Dios está haciendo?
Para Orar:
- Pida al Señor que abra sus ojos a Su obra y guía en su vida.
- Agradezca al Señor que así como Él pudo usar a los discípulos en sus imperfecciones Él también puede usarlo como usted es.
- Agradezca al Señor que Sus propósitos están cumpliéndose incluso cuando no entendemos o nos perdemos lo que Él está haciendo.
26 – El Muchacho Endemoniado
Lea Mateo 17:14-21; Marcos 9:14-29; Lucas 9:37-43
Mientras Jesús estaba en la montaña con Pedro, Jacobo y Juan los otros discípulos tenían sus propios problemas con los cuales lidiar. Esto se hace evidente cuando Jesús, Pedro, Jacobo y Juan se acercan al lugar donde los otros discípulos habían estado quedándose. Ellos notaron una gran multitud y los maestros de la ley estaban argumentando con los discípulos. Parecía ser una conmoción real. Cuando la multitud vio al Señor Jesús, ellos corrieron a Él. Jesús les preguntó sobre qué ellos estaban discutiendo. Un hombre del gentío le dijo a Jesús que su hijo tenía un espíritu que le había robado su habla y le había causado tener convulsiones. A veces, el espíritu le causaba tales convulsiones que su hijo soltaba espumarajos por la boca, y crujía sus dientes, se lanzaba en el fuego o en el agua y se ponía rígido. Lucas nos dice que este espíritu a duras penas se apartaba de este muchacho y le estropeaba la vida.
Hay un par de cosas que necesitamos ver de la descripción del padre en cuanto al problema de su hijo. Note primero que el espíritu a duras penas se apartaba del muchacho. Aunque fuera raro, nosotros quedamos con la impresión que había tiempos cuando el espíritu dejaba al muchacho. Nosotros vemos una cosa similar en la vida de Rey Saúl. El espíritu malo que lo afligía de vez en cuando venía a él pero salía cuando David tocaba el arpa (vea 1 Samuel 16:23). Nosotros aprendemos de esto que los espíritus malignos parecen estar libres para vagar cuando ellos lo desean.
En segundo lugar, note la naturaleza de la obra de estos espíritus malignos. Ellos tienen la intención de causar destrucción. Ellos tienen la habilidad de infligir dolor físico y sufrimiento. Ellos no quieren nada con las personas. Ellos son malos en su naturaleza.
El padre de este muchacho poseído por un demonio había traído a su hijo a los discípulos pero ellos fueron incapaces de lidiar con este espíritu particular. Cuándo Él escuchó estas cosas Jesús respondió, “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?” (Mateo 17:17). Él atribuye la incapacidad delos discípulos para expulsar este demonio a una falta de fe y a la incredulidad. Es incierto a quién Jesús se está dirigiendo en estas palabras. ¿Jesús estaba hablándole a la multitud incrédula que no creyó que este muchacho pudiera ser liberado? ¿Estaba Él hablándoles a los discípulos y estaba acusándolos de no tener la fe necesaria para liberar a este muchacho? La respuesta no está clara. Es sin embargo evidente, que ni los discípulos, ni los maestros de la ley ni la multitud tenían la fe requerida para ver a este muchacho liberado de su demonio. Lo que esto nos muestra es que la autoridad solamente no es suficiente para la liberación. Jesús ya había dado autoridad a los discípulos cuando él los envió en un corto viaje misionero previo a esto. Ellos tenían autoridad pero no tenían la fe para esta situación particular. La fe y la autoridad deben caminar de la mano. Nosotros podemos tener autoridad dada a nosotros por Dios pero si no tenemos la fe para esa situación particular podemos muy bien fallar.
Jesús pidió que le trajeran al muchacho. El muchacho fue traído a Jesús. Cuando el espíritu maligno vio a Jesús, él lanzó al muchacho en una convulsión. El muchacho cayó a la tierra, empezó a retorcerse y a soltar espumarajos por la boca. Jesús le preguntó al padre cuánto tiempo el muchacho había estado oprimido por el espíritu maligno. El padre le dijo a Jesús que había sido desde su niñez. Este muchacho realmente no sabía nada en cuanto a vivir una vida normal. El espíritu maligno no le interesaba nada la edad del muchacho que estaba oprimiendo. El padre le pidió a Jesús que lo sanara si Él podría. Jesús desafió al padre en esta declaración. El padre no estaba seguro, a estas alturas, que Jesús podía sanar al muchacho. Él demostró una falta de fe en la habilidad de Jesús. No sólo Jesús reprende la falta de fe del hombre sino que le recordó que todas las cosas eran posibles para el que creyera.
Es importante que examinemos esta declaración. Jesús no está diciéndonos que podemos satisfacer nuestra codicia si simplemente creemos que Jesús puede hacer cualquier cosa que le pidamos. Nosotros sabemos que Jesús puede hacer todas las cosas. La pregunta es si deseará Él hacer algo en su situación particular. Hay un mundo de diferencia entre la palabra “poder” y la palabra “desear.” La fe de la cual nosotros hablamos aquí es una fe que cree que Él quiere. Este tipo de fe es un regalo de Dios para la situación particular que nosotros enfrentamos. Ha habido tiempos en mi vida, al yo orar, que Dios me dio la fe y la convicción que Él iba a obrar en esa situación. Ha habido otros tiempos cuando yo no he tenido esa fe. Yo creo que hay muchas cosas que el Señor quiere hacer. Él está buscando corazones para recibir la fe necesaria para hacer esas cosas. Si usted hace que su corazón esté disponible a Él, Él le dará la fe para hacer eso que Él tanto desea hacer.
Al padre en este pasaje le faltó la fe necesaria. Él estaba, sin embargo, dispuesto a abrir su corazón para que Jesús le diera la fe para ver a su hijo sanado. “Creo”, él le dijo a Jesús, pero mi fe es muy pequeña. Yo necesito que usted ayude mi incredulidad. Yo necesito que usted aumente mi fe para esta situación. Yo necesito que usted me muestre Su propósito para que yo pueda creer. Hay momentos cuando tendremos que orar de esta manera.
Jesús habló al demonio y le dijo que dejara al muchacho y que nunca regresara. El demonio clamó y salió tan violentamente que el muchacho cayó convulsionando en tierra. Con el tiempo él se restableció y estaba tan callado que las personas pensaron que había muerto. Jesús tomó al muchacho por la mano y el muchacho se puso en pie y se paró por sí solo, quieto. Las personas estaban asombradas por el maravilloso poder de Dios.
Cuando los discípulos estuvieron solos con Jesús ellos le preguntaron por qué ellos no pudieron echar fuera ese demonio. Jesús les dijo que era porque ellos tenían muy poca fe. Él les dijo que si ellos tuvieran fe del tamaño de una semilla de mostaza ellos podrían decirle a la montaña que se moviera y se echara en el mar y sería hecho. Una vez más, es importante entender que esto no nos da el derecho para hacer cualquier cosa que queramos. Hay aquéllos que desean esta fe para que ellos puedan parecer buenos delante de los demás. Ellos quieren poder satisfacer su lujuria mundana por posesiones y alabanza. El Señor da la fe para las cosas que Él quiere lograr. Es decir, nosotros no recibimos fe para hacer lo que queramos. Él puede darnos fe para un asunto y no para otro. Esta clase de fe es dada para toda situación que encontramos. Cuando usted enfrenta una situación en la cual Dios quiere usarlo, Él también le dará la fe necesaria si usted está dispuesto a recibirla.
Lo que es importante aquí es que busquemos la voluntad y propósito del Señor para cada situación que encontramos. Nosotros necesitamos preguntarle al Señor lo que Él quiere hacer en cada situación. Nosotros también necesitamos preguntarle si nosotros somos los que Él quiere usar. Cuando tenemos esta convicción, podemos salir con gran intrepidez y seguridad de fe estando seguros que lo que Él quiere lograr se hará en nosotros y a través de nosotros para Su gloria.
Noten que Marcos 9:29 nos dice que Jesús les dijo a sus discípulos que este tipo particular de espíritu no sale fuera excepto por la oración (algunas traducciones agregan el ayuno). Jesús parece estar diciéndonos que hay tiempos cuando nosotros tenemos que hacer lo que el padre en esta historia hizo. Nosotros vamos a tener que doblar nuestras rodillas y pedirle al Señor Jesús que aumente nuestra fe para que podamos lidiar con la batalla que tenemos delante. Noten aquí que el demonio no salió fuera por la oración sino que los que echaron el demonio fuera fueron preparados por la oración para hacer el trabajo.
Dios se deleita en obrar a través de corazones creyentes. La incredulidad le obstaculiza ministrar. La fe es un ingrediente necesario en nuestro servicio al Señor. Lo maravilloso aquí es que Dios está dispuesto a darnos todo lo que necesitamos para llevar a cabo el ministerio que Él tiene para nosotros. Él está buscando a personas que no sólo están conscientes de Su poder, sino también que tienen una comprensión clara de lo que Él quiere hacer. Esto sólo es posible al conocer Su dirección en cualquier situación dada. Esto requiere tiempo con el Señor en búsqueda de Su dirección y voluntad. Cuando usted está seguro de Su propósito, usted puede salir creyendo que lo que Él le ha mostrado a usted con claridad, Él también lo logrará a través de usted.
Para Considerar:
- ¿Es posible querer hacer grandes cosas para Dios por la razón equivocada? Explique.
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de la fe en la vida del creyente?
- ¿Cuál es la diferencia entre creer que Dios es un Dios todo poderoso y tener la fe para una situación particular que nosotros estamos enfrentando?
- ¿Cómo Dios ha estado aumentando su fe como creyente?
- ¿Ha habido veces cuando el Señor le ha dado esta fe específica que lo que usted oró Él le contestaría por seguro? ¿Ha usted tenido tiempos cuando Él simplemente no le ha dado esa fe? Explique.
- ¿Cuál es la conexión entre la fe y buscarla voluntad específica y propósito de Dios para una situación dada?
Para Orar:
- Agradezca al Señor que Él está dispuesto a hacer mucho más a través de nosotros que lo que podríamos imaginar.
- Pida al Señor estire y aumente su fe en Él.
- Pida a Dios que le dé un entendiendo más profundo de Su propósito particular en su ministerio o en una situación personal que usted está enfrentando. Pídale que le muestre Su propósito y le dé fe para enfrentar su situación.
- Agradézcale que Su provisión siempre será igual a nuestra necesidad.
27 – Muerte y Resurrección Predichas
Lea Mateo 17:22-23; Marcos 9:30-32; Lucas 9:44-45
Desde el tiempo de su transfiguración el Señor Jesús parece intensificar su enfoque en la preparación para la cruz. Para eso Él había venido a la tierra. Durante más de treinta años Él se había estado preparando para ese momento. Aquí en esta sección, Él deja claro para sus discípulos lo que le iba a acontecer.
Marcos nos dice que Jesús se llevó a sus discípulos a un lugar dónde Él podría estar solo con ellos. Él no quería que nadie supiese donde Él estaba. Lo que Él iba a compartir era sólo para sus discípulos. Cuando ellos estuvieron solos, Jesús les dijo que el Hijo del Hombre iba a ser traicionado en manos de hombres.
Para Jesús era importante que los discípulos oyesen lo que Él estaba diciéndoles sobre Su muerte. Llegaría el momento cuando ellos tendrían que enfrentar esta áspera realidad. Jesús quería que sus discípulos estuvieran preparados. Él les dijo claramente que Él iba a morir pero que Él no permanecería en la tumba. Él resucitaría en el tercer día.
Los discípulos encontraron esta noticia difícil de aceptar. Mateo nos dice que ellos estaban llenos de tristeza.
Aunque los discípulos entendieron las palabras que Jesús habló, ellos realmente no entendieron su significado. ¿Por qué Jesús tenía que morir? ¿Qué quiso Él decir con resucitar de los muertos? ¿Cómo sería eso? ¿Cuándo tendría lugar? Los discípulos probablemente tenían muchas preguntas sobre lo que Jesús estaba diciéndoles.
Lucas nos dice que los discípulos no podían comprender el significado de lo que Jesús les estaba diciendo porque estaba oculto de ellos, y ellos tenían temor de preguntarle a Jesús lo que Él quería decir. No está claro lo que causaría este temor de su parte. ¿Tenían ellos temor de dejar ver su ignorancia? ¿Era porque ellos tuvieron dificultad en aceptar que Jesús tendría que morir? No se nos dice.
Una cosa es cierta aquí. Los discípulos no estaban, a estas alturas, preparados para recibir más información. Ellos simplemente debían entender que vendrían pruebas. Con el tiempo se les mostraría más.
Aquéllos de nosotros quienes han tenido hijos deben entender que hay momentos cuando nuestros hijos no están listos para oír todos los detalles. Nosotros les revelamos verdad a ellos cuando ellos pueden manejarla. A veces sus mentes necesitan madurar antes de que ellos puedan asir las verdades más profundas de la vida. El Señor nos mostrará sólo lo que nosotros necesitamos para el momento. Él nos dará sólo lo que podemos manejar o lo que necesitamos para cada día.
Con frecuencia yo he querido saber todos los detalles. A veces Dios sólo nos da la información que necesitamos para dar el primer paso. Ha habido veces cuando yo he querido saber todos los detalles antes de tomar ese primer paso. Yo no he podido adelantar debido a eso. A veces yo debo actuar con lo que el Señor me ha dado antes de que más información me fuera dada.
Era importante que los discípulos oyeran que Jesús sería entregado para morir y que Él resucitaría en el tercer día. Por el momento, ellos no podrían entender más que esto. Llegaría el día cuando estas cosas tendrían sentido.
Yo me puedo identificar con la confusión de los discípulos. Yo he pasado muchas veces en mi vida cuando yo no estaba seguro que entendía lo que Dios estaba haciendo. Quizá usted se encuentra en tal situación ahora mismo. Quizá usted no está viendo la respuesta a su oración por algo específico en su vida. Quizá usted no está seguro que usted entiende por qué Dios está cerrando ciertas puertas. No se preocupe debido a que usted no tiene la respuesta. Imagine a su hijo joven tratando de entender las respuestas a los problemas más complicados de la vida. Como padre, ¿no va a decirle que no se preocupe por esas cosas? Cuantas veces nos preocupamos porque no entendemos. Estas cosas son demasiado pesadas para nosotros por el momento. En cambio, necesitamos descansar en el conocimiento que el Señor sabe lo que Él está haciendo. Él cuidará de nosotros y cuando llegue el momento, Él revelará las respuestas a estas preguntas difíciles. Por el momento, nosotros debemos simplemente descansar en Él y pacientemente esperar en Su tiempo.
Para Considerar:
- ¿Ha estado usted en la situación en la que se encontraban los discípulos en este pasaje? ¿Ha habido veces en su vida cuando usted simplemente no entendía lo que el Señor estaba haciendo o le estaba diciendo?
- Tome un momento para pensar en un momento en el cual usted no sabía lo que el Señor estaba haciendo. ¿Cómo obró ese asunto para el bien de su vida?
- ¿Se ha visto usted obstaculizado debido a que no entiende todos los detalles? ¿Qué quiere Dios que usted haga en esa situación?
Para Orar:
- Agradezca al Señor que Él nos da lo que nosotros necesitamos en el momento que lo necesitamos.
- Pídale al Señor que le dé la habilidad de descansar en Él a pesar del hecho que usted no siempre entiende lo que Él está haciendo.
- Agradezca al Señor que Él está en control completo de todas las situaciones que usted tendrá que enfrentar en la vida.
28 – Jesús Paga Sus Impuestos
Lea Mateo 17:24-27
A través de Su ministerio, el Señor Jesús fue a menudo cuestionado por los líderes políticos y religiosos. Estos líderes intentaban probarlo en un esfuerzo por hacerlo caer en una trampa. Ellos querían desacreditarlo delante de las personas. Otros han enfrentado situaciones similares en su tiempo. Los enemigos de Daniel buscaron encontrar un medio de desacreditarlo, pero ellos no pudieron encontrar ninguno (Daniel 6:4-5). Cuando Nehemías volvió para reconstruir la ciudad de Jerusalén, los enemigos intentaron desacreditarlo también (Nehemías 6:5-9). Durante días, los amigos de Job buscaron una cosa tras otra para encontrar alguna falta que podría explicar por qué él estaba sufriendo. La historia moderna también muestra que el enemigo, quien es un acusador y mentiroso, no se detendrá ante nada en su esfuerzo por desacreditar al pueblo de Dios a los ojos del mundo. Si él pudiera empañar nuestra reputación, las personas no escucharían seriamente a lo que nosotros decimos.
Los recolectores de impuestos vienen a Pedro y le preguntaron si el Señor Jesús había pagado su impuesto del templo. Parece ser que este impuesto en particular era un impuesto religioso usado para el trabajo del templo. La manera en la que esta pregunta fue formulada implicaba que Jesús no había pagado sus impuestos. “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?”, ellos le preguntaron a Pedro (Mateo 17:24). No está claro por qué ellos no se acercaron a Jesús directamente. Pedro les asegura que Jesús había pagado sus impuestos.
Por el contexto de versículo 25, recibimos la impresión, sin embargo, que esta pregunta había molestado a Pedro. Cuando Pedro vio al Señor, Él le habló directamente sobre este asunto. Jesús le preguntó a Pedro si los reyes de la tierra cobraban sus impuestos de sus propios hijos o de extraños. La respuesta a esto era bastante sencilla. El rey no le exigía a su propio hijo que pagara impuestos.
¿Qué estaba Jesús diciendo aquí? Él estaba intentando decir que como el Hijo de Dios, Él no tenía que pagar este impuesto del templo. Era a Él a quien se le debía pagar este impuesto. Él era el Hijo de Dios y estaba exento de este impuesto. Aunque Él estaba exento del impuesto, sin embargo, Él no quería ofender a nadie. Él les dijo a los discípulos que fueran al lago, tiraran un anzuelo y tomaran el primer pez que ellos pescaran. Cuando ellos abrieran su boca, ellos encontrarían una moneda. Pedro debía tomar esa moneda y pagar a los recolectores por Jesús y por él.
Hay varias cuestiones importantes en este pasaje. Primero, necesitamos entender el poder maravilloso y la provisión del Señor. Un pez se en el medio que Dios usa para suplir la necesidad de Jesús en ese momento. Al yo estar involucrado en la distribución de estos libros a obreros cristianos en las varias partes del mundo, yo he estado con frecuencia asombrado de la provisión del Señor. Quizá usted está en una situación en la que usted no ve cómo el Señor va a proveer. El Señor provee a veces de maneras misteriosas. ¿Quién habría pensado que un pez sería la respuesta al problema de dónde iba a venir el dinero para pagar el impuesto del templo?
Noten en segundo lugar que Pedro necesitaba escuchar y obedecer a la voz del Señor para esta provisión. Nosotros podemos estar seguros de una cosa. Pedro, en toda su imaginación, nunca habría tenido la idea de mirar en la boca de un pez para la provisión de su necesidad. Ya hemos visto que la provisión del Señor viene a veces de fuentes extrañas. El Señor nos guiará de maneras que pueden parecer inusuales. Hay veces que podamos sentirnos algo tontos. A veces no podemos entender lo que Dios está diciendo. Cuando obedecemos, sin embargo, vemos su provisión. Muchos de nosotros estamos muy ocupados intentando solucionar las cosas en nuestra propia manera. ¿Qué habría ocurrido si Pedro no hubiese obedecido este extraño mandato del Señor? ¿Qué habría ocurrido si hubiera dicho, “Señor, ¿lo que usted está diciendo es algo tonto? ¿Quién alguna vez oyó hablar de abrirle la boca a un pez y encontrar una moneda lo suficientemente grande para pagar nuestros impuestos? Debe haber una mejor solución. Deme un momento y yo pensaré en algo.” ¿No sería tonto para Pedro decir estas cosas? ¿Cuán a menudo, sin embargo, nosotros decimos cosas similares? Nosotros desconfiamos de la guía del Señor y encontramos lo que consideramos una mejor forma. ¿Cuánto más lejos llegaríamos si sólo escucháramos y obedeciéramos al Señor?
Noten aquí cómo no sólo el Señor pagó sus impuestos sino que los de Pedro también. Esto no puede pasar inadvertido. Jesús estaba esperando que Pedro siguiera su ejemplo. Fue por esta razón que Jesús pagó el impuesto del templo de Pedro. Él estaba diciéndole a Pedro con esto que él no debía darle al enemigo ninguna oportunidad de sembrar dudas en su ministerio. Como Jesús, él debía ser un ciudadano honorable y pagar lo que se esperaba de él.
Hay un aspecto final que necesitamos ver. Jesús tenía la libertad para no pagar este impuesto del templo, pero Él escogió hacerlo para que Él no llegara a ser una piedra de tropiezo a otras personas. Hay momentos en nuestros ministerios y vidas cuando tendremos que sacrificar nuestra libertad para que no causemos que caiga un hermano o hermana más débil. Nosotros necesitamos entender que en la vida cristiana hay momentos cuando nosotros podemos hacer las cosas con una conciencia limpia ante Dios pero que nuestro hermano o hermana no tiene esa misma libertad. Es mucho mejor sacrificar esa libertad que causar a alguien caer en pecado. Jesús nos da aquí un principio muy importante a seguir en nuestros ministerios y andar espiritual.
Para Considerar:
- Nosotros aprendemos en este pasaje que los caminos de Dios son a veces extraños para nosotros. ¿Usted ha visto alguna vez a Dios guiarlo de una manera muy extraña? Explique.
- ¿Por qué es tan importante para nosotros escuchar al Señor y buscar Su dirección en nuestro ministerio? ¿Qué ocurriría si nosotros sólo hiciéramos lo que tiene sentido para nosotros?
- ¿Es su libertad espiritual una piedra de tropiezo para otra persona? ¿De qué manera su libertad podría causarle a alguien caer? ¿Qué aprendemos de este pasaje sobre la importancia de sacrificar nuestra libertad por otros?
Para Orar:
- Agradezca al Señor por la manera que Él provee para sus necesidades particulares. Sea específico.
- Pídale al Señor que le ayude a ser sensible y a confiar en su guía incluso cuando usted no entiende lo que Él está haciendo. Agradezca al Señor que sus caminos son mejores.
- Pídale al Señor que le muestre si hay alguna libertad que usted tiene en su andar con Él que es una piedra de tropiezo para alguien más.
- Pídale al Señor que le ayude a respetar las autoridades que Él ha puesto por encima de usted.
29 – ¿Quién es el Mayor?
Lea Mateo 18:1-5; Marcos 9:34-37; Lucas 9:46-48
Mientras Jesús y sus discípulos iban a la región de Capernaum hubo una discusión entre los discípulos sobre quién era el mayor en el reino del cielo. Lucas nos dice que esta discusión giró alrededor de quien de los discípulos sería el mayor en el próximo reino.
Cuando Jesús les preguntó lo que estaban discutiendo a sus discípulos, ellos no supieron qué decirle. Aunque Jesús ya sabía de qué se trataba el argumento, Él quería escucharlo de ellos. Aunque el Señor conoce nuestros pensamientos y actitudes, Él aún quiere que nosotros los confesemos a Él. Hay personas que creen que ellos no necesitan confesar sus pecados porque el Señor ya sabe lo que ellos han hecho o han pensado. Aquí en este pasaje, el Señor les pide a sus discípulos que admitan ante Él lo que ellos estaban pensando.
Ha habido tiempos en mi vida cuando yo no he estado dispuesto a estar de acuerdo con el Señor en que yo me he equivocado. Aquí el Señor les pidió a sus discípulos que le dijeran honestamente lo que ellos estaban diciendo. Yo puedo imaginar que cuando ellos respondieron a esta pregunta ellos llegaron a comprender cuánto ellos estaban actuando como niños pequeños.
Es en este contexto que Jesús tuvo un pequeño niño a su lado. Él les dijo entonces a sus discípulos que si ellos querían ser grandes en el reino de los cielos, ellos necesitaban llegar a ser como ese pequeño niño. De hecho, si ellos no se hacían como ese pequeño niño, ellos no entrarían en el reino de los cielos de ningún modo.
Hay unos detalles importantes que nosotros necesitamos ver aquí en esta declaración. Los principios del reino de Dios son muy diferentes a los principios por los que nosotros vivimos en este mundo. En este mundo, si usted quiere ser grande, usted necesita tener dinero, reputación e influencia. La persona que es grande a los ojos de este mundo es aquel que vive una vida de facilidad y comodidad y las personas lo admiran debido a lo que ellos tienen.
El reino de Dios opera en un principio muy diferente. Para ser grande en el reino de Dios, debemos ser humildes. Mientras que el mundo ve a una gran persona como el que es independiente y seguro, el Señor ve a una gran persona como aquel que es completamente dependiente de Él. El niño pequeño que Jesús trajo en Su presencia todavía era dependiente de sus padres. Así es como el Señor quiere que nosotros seamos. Hay muchas personas que no entienden su necesidad de vivir en dependencia absoluta de Dios cada momento del día. Ellos confían en sus habilidades y entendimiento en lugar de escuchar en todo momento buscando la dirección del Señor. El escritor del libro de Proverbios nos dice en Proverbios 3:5-6:
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.”
¿Usted ve lo que el pasaje está diciéndonos? Nos dice que no nos apoyemos en nuestro propio entendimiento. Si estamos apoyándonos en nuestro propio entendimiento estamos desobedeciendo a Dios y Su Palabra. En cambio debemos reconocer a Dios en todos nuestros caminos incluyéndolo en nuestros planes y pensamientos. En otras palabras, nosotros lo consultamos y buscamos Su dirección y guía. Nosotros no confiamos en lo que pensamos. Esto es parte de lo que quiere hacerse como un niño pequeño. Un niño es dependiente de sus padres. Nosotros, también, necesitamos reconocer nuestra necesidad de Dios en todas las cosas. Nosotros necesitamos confesar que no tenemos la sabiduría, habilidad o fuerza para lograr los propósitos de Dios. Como un niño pequeño, estamos necesitados de Dios en cada cosa que hacemos. Hacerse como un niño pequeño es reconocer nuestra debilidad y falta de entendimiento. Es confiar en la sabiduría, fuerza y habilidad de nuestro Padre Celestial.
En los años recientes, el Señor ha marcado en mí la intimidad de esta clase de relación dependiente de Él. Dios ha escogido mantenernos dependientes de Él. Dios nos mantiene necesitados de Él por una razón muy buena. Él quiere mantener un nivel de comunión íntima con nosotros, no sólo cuando nosotros estamos atascados y hallamos que nuestra fuerza y sabiduría humana no es suficiente, sino en una base continua. Él quiere ser parte de nuestras decisiones y acciones.
Jesús habla de esta conexión continua en la ilustración de la vid y los pámpanos en Juan 15. En ese pasaje, Él les recordó a sus oyentes que sin Él, ellos no podrían hacer nada. Si ellos no permanecieran en la vid perecerían. Así es como Dios ha diseñado nuestra relación con Él. Cuanto mejor estaríamos, es cuando estamos absolutamente dependientes de Él. El mayor en el reino de los cielos es la persona que comprende su incapacidad total para hacer cualquier cosa sin Dios y depende totalmente de Él para todo. No hay espacio para alardear aquí. Todo lo que tenemos viene de Dios. Todo lo que hemos hecho alguna vez de valor ha sido a través de Su fuerza y capacitación. Nosotros estamos ante Dios como niños desvalidos; niños que Él ama profundamente y que quiere usar. Si hay alguna jactancia, sólo puede ser de lo que el Señor ha hecho.
Jesús les dijo a sus discípulos que si ellos se humillaban serían grandes en el reino de Dios. ¿Cómo nosotros nos humillamos? Yo creo primero que debemos admitir nuestra debilidad e incapacidad. Entonces debemos tomar una decisión consciente para no confiar en nuestra frágil y defectuosa fuerza y sabiduría sino en cambio confiar en Dios y en Su dirección. Nosotros debemos buscar la sabiduría, propósito y fuerza del Señor en todo lo que hacemos.
Marcos agrega algo más a esta enseñanza de Jesús en Marcos 9:35. Aquí él nos dice que si nosotros queremos ser primeros en el reino de Dios debemos estar en último lugar. Jesús enseñó que la persona mayor en el reino de los cielos es aquel que es siervo. Cuando Dios mira desde el cielo y ve a un siervo que se ofrece de una manera sacrificial, Él se agrada de ello. Sus más ricas bendiciones son para aquéllos que ministran a otros sin el deseo de recibir algo a cambio. Así fue como el Señor Jesús vivió su vida.
Mirando al niño en medio de ellos, Jesús les dijo a sus discípulos que si ellos recibían a uno de estos niños pequeños en Su nombre, ellos lo recibían a Él también. Aunque en parte, el Señor está diciéndonos que Él valora a los niños pequeños, el contexto se refiere más directamente a aquéllos que se han hecho como niños pequeños en la humildad, obediencia y dependencia. Cuando vemos a estos siervos humildes de Dios, nosotros debemos recibirles y honrarles. A los ojos del mundo, estos siervos son a menudo pasados por alto. Ellos no siempre ocupan lugares de gran importancia en el mundo pero, a los ojos de Dios, ellos son de gran valor. Nosotros sólo podemos imaginar cómo los discípulos se sintieron cuando ellos consideraron esta enseñanza de Jesús a la luz de su discusión sobre quién iba a ser el mayor en el reino de los cielos.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de la confesión?
- ¿Qué quiere decir Jesús cuando Él dice que nosotros necesitamos hacernos como niños? ¿Cuáles son las características son un niño pequeño? ¿Usted muestra estas características en su propia vida? ¿Qué características usted necesita desarrollar más?
- ¿Por qué usted supone que Dios quiere que nosotros permanezcamos en un estado de dependencia constante? ¿Está usted viviendo en un estado de dependencia de Dios o se está usted ocupando de sus cosas usted mismo?
- ¿Cuán diferentes piensa usted que serían las cosas si buscáramos al Señor y Su propósito en todo lo que nosotros hiciéramos?
- ¿Hay áreas en su vida y ministerio en las que usted está confiando en su propia fuerza y sabiduría? Explique.
Para Orar:
- Agradezca al Señor por la manera en la que Él ha escogido mantener una relación muy íntima y cercana con nosotros. Pídale que le ayude a vivir dependiendo de Él, así como un niño.
- Pida al Señor que le muestre su necesidad de Él en su vida y ministerio. Pídale que le ayude a apartarse de su actitud autosuficiente e independiente.
- Pida a Dios que le dé más del corazón de un siervo.
- Tome un momento para agradecer a Dios por un siervo particular que le haya demostrado este corazón de siervo.
30 – Conociendo al Enemigo
Lea a Marcos 9:38-41; Lucas 9:49-50
Jesús estaba hablando acerca de lo que significaba ser grande en el Reino de Dios. Él les recordó a sus discípulos que las normas del reino de Dios son muy diferentes de las normas de este mundo. Él les dijo que ellos debían hacerse como niños pequeños si ellos querían ser grandes en el reino de Dios.
Estas declaraciones de Jesús sobre quién era grande en el reino de Dios planteaba otro problema para los discípulos. Ellos habían visto un individuo usando el nombre de Jesús para echar fuera demonios. Este individuo no era ninguno de ellos, por lo que ellos le dijeron que dejara de echar fuera los demonios en el nombre de Jesús.
Es incierto lo que estaba detrás de esta renuencia por parte de los discípulos, al ver a esta persona ministrar en el nombre de Jesús, pero está claro que ellos habían rechazado su ministerio. Ellos vieron la obra que él estaba haciendo pero no podían aceptarla. Los demonios estaban siendo expulsados. El reino de Dios estaba avanzando. Usted habría pensado que esto habría hecho felices a los discípulos, pero en cambio, ellos rechazaron a este individuo y sus esfuerzos.
Jesús les dijo a los discípulos que ellos estaban equivocados al detener a esta persona. Personas estaban siendo libradas del poder de las tinieblas. Los discípulos no cuestionaron el fruto, pero ellos cuestionaron a la persona que estaba produciendo el fruto. Este individuo no pertenecía a su grupo. Este mismo problema existe en la iglesia de Jesucristo hoy en día.
Hay muchas razones para no aceptar el ministerio de otros. A veces nosotros juzgamos a las personas en base a su educación. Hay algunos individuos que han sido educados en escuelas de teología cuestionable. Todos hemos conocido a individuos que sienten que el valor del ministerio de una persona está en proporción directa a la respetabilidad de la escuela a la que ellos asistieron. Ellos no pueden imaginar cómo alguien que asistió a una “escuela inferior” pudiera tener un ministerio válido. A veces es el nivel de educación lo que usamos para juzgar el valor del ministerio de una persona. Quizá usted ha tenido más educación que otro. Quizá usted ha ido a una Escuela Bíblica y Seminario. Quizá usted se pregunta cómo alguien que nunca asistió a una Escuela Bíblica o que no tuvo una educación formal pudiera tener un ministerio válido.
Yo también he visto esta división hecha en base a la afiliación o denominación. Más de una vez en mi vida yo me he encontrado en una situación en la que las personas me dieron las espaldas porque yo no pertenecía a su grupo particular. Yo me he encontrado juzgando el valor del ministerio de otra persona incluso basado en la iglesia particular a la que ellos asistieron. Quizá la doctrina de esa iglesia particular no es exactamente como la nuestra. Cuán fácil es juzgar el valor del ministerio de una persona por el tipo de iglesia que él asiste. Hay un sinnúmero de razones por las que las personas rechazan el ministerio de otros.
Muy a menudo, como los discípulos, podemos ver el impacto que un grupo particular está teniendo para el reino, pero nosotros aún así los rechazamos. Si tomáramos un momento para examinar su ministerio veríamos que el Reino de Dios está de hecho avanzando a través de ellos. Las personas están viniendo al Señor. El poder de las tinieblas está destruyéndose. El reino de Satanás está retrocediendo. Quizá no se está haciendo de la manera que nos gustaría, pero aún así Dios está usando a estas personas.
Jesús realmente les aclaró a sus discípulos que no debían caer en esta trampa. Él les dijo que ellos no debían detener a este hombre o a nadie como él. El apóstol Pablo tuvo que tratar con una situación similar cuando él estaba en la prisión. Con Pablo ahora incapaz de predicar abiertamente, otras personas asumieron este ministerio. Algunos de estos individuos no ministraban de la manera que Pablo ministraba. Escuche a la respuesta de Pablo sobre esto en Filipenses 1:15-18:
“Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.”
Lo que era importante para Pablo era que el Evangelio de Cristo fuera predicado. En esto él se regocijaría. ¿Cuán frecuente se ha vuelto el cuerpo de Cristo unos contra otros? Nosotros gastamos nuestro tiempo cuestionando asuntos de doctrina o prácticas secundarias. Nosotros nos rechazamos porque no hemos sido pintados con la misma brocha doctrinal. El enemigo a menudo ha tenido éxito para impedirnos avanzar el reino al hacernos gastar cada vez más de nuestro esfuerzo luchando entre nosotros. Con tal que nosotros luchemos entre nosotros mismos, Satanás no tiene ningún temor real de que el reino de Dios avance.
Jesús les recordó a sus discípulos que lo que ellos habían hecho estaba equivocado. Ellos estaban juzgando al individuo en base a lo externo. Ellos no debían rechazar a otros que ministraran en Su nombre. Jesús les recordó a sus discípulos que nadie podía realizar un milagro en Su nombre y rápidamente podía decir algo malo sobre Él. Este hombre particular conocía el poder del nombre de Jesús. Él conocía que en ese nombre los poderes de las tinieblas huirían. Esto produciría respeto por el nombre de Jesús y lo que representaba.
Jesús siguió diciéndoles a los discípulos que aquéllos que no estaban contra ellos eran por ellos. Él se refiere a algo importante aquí que nosotros necesitamos recordar. Hay veces que nosotros no rechazamos a las personas porque creemos que son nuestros enemigos sino porque ellos no hacen las cosas o ven las cosas de la manera que nosotros las hacemos. Nosotros estamos más que dispuestos a admitir que estas personas conocen al Señor y son cristianas. Nosotros estamos incluso dispuestos a admitir que el Espíritu de Dios está usándolos para avanzar el reino de Dios. Nosotros sabemos que ellos estarán con nosotros en el cielo. Nosotros los rechazamos simplemente porque ellos no son como nosotros. Jesús nos recuerda que necesitamos entender quién es realmente nuestro enemigo. ¿Hemos estado luchando contra el enemigo o hemos estado luchando contra nuestros hermanos creyentes? A la luz de la batalla ante nosotros, necesitamos saber quién es nuestro enemigo. Ningún ejército puede tener éxito si gasta su tiempo luchando contra si mismo.
Jesús siguió en Marcos 9:41 diciéndoles a sus discípulos que si ellos dieran un vaso de agua en su nombre a uno de sus siervos, ellos no perderían su premio. El contexto de esta declaración es bastante importante. Recuerde que esta declaración entra en el contexto de los discípulos de Jesús diciéndole que ellos habían rechazado el ministerio de un cierto hombre porque él no era parte de su grupo pequeño. Jesús estaba diciéndoles aquí que en lugar de rechazarlo, ellos necesitaban apoyar su ministerio. La ofrenda de un vaso de agua fría era un símbolo de apoyo. Jesús estaba diciéndoles a sus discípulos que ellos necesitaban apoyar a este hombre y bendecirlo en lugar de rechazarlo porque él no era de su grupo.
Esto tiene implicaciones prácticas en nuestras propias vidas como creyentes. En lugar de dividir el cuerpo de Cristo, nosotros necesitamos apoyar los ministerios de nuestros hermanos. Yo he visto muchas iglesias enfocarse en sus propios esfuerzos y no el reino de Dios en conjunto. Todos hemos visto situaciones en las que iglesias han estado luchando pero no considerarían unirse con otras en la misma ciudad para aumentar su impacto. ¿Qué quiere decir Jesús con ofrecer un vaso de agua a uno de sus hijos? Quizá en este contexto tiene que ver con orar por las iglesias en su área. ¿Por qué usted debería solamente orar y bendecir a su propia iglesia? Cuando la iglesia de al lado avanza, ¿no avanza el reino de Dios? Cuando las personas son traídas a la iglesia de calle abajo ¿no honra eso al Señor Jesús? Ofrecer un vaso de agua puede tener que ver con aprender a regocijarnos con el éxito de nuestros hermanos y hermanas en otras obras. Cuán refrescante es cuando vemos a otros regocijándose con nosotros en el éxito de nuestro ministerio. Cuán triste es que nosotros no podamos ofrecer un vaso de ánimo para refrescar a aquéllos que ministran junto a nosotros. Qué importante es para nosotros entender lo que el Señor Jesús está diciéndoles aquí a sus discípulos. Él está diciéndoles que una de las primeras cosas que necesitamos aprender en la batalla ante nosotros es reconocer a nuestro enemigo. Si la persona a nuestro lado no es nuestro enemigo, nosotros necesitamos abrazarlo como nuestro aliado y hacer todo lo que nosotros podamos para animarlo y bendecirlo. Nuestra meta es no construir nuestro propio ministerio particular sino ver el reino de Dios avanzar.
Para Considerar:
- ¿Qué cosas dividen a los creyentes hoy? ¿Son ellas razones legítimas para la división?
- ¿Por qué es tan difícil aceptar nuestras diferencias?
- ¿Cuáles son algunas cosas prácticas que usted puede hacer para apoyar ministerio de otros en su comunidad?
- ¿Cómo usted distinguiría entre un enemigo y un compañero de obra?
Para Orar:
- Pida al Señor que abra sus ojos a la mayor obra del reino de Dios en las vidas y ministerios de aquéllos alrededor de usted.
- Tome un momento para considerar lo que Dios está haciendo en su región fuera de su propio ministerio personal e iglesia. Agradezca al Señor por la manera en la que Él está usando otros ministerios e iglesias en su área para avanzar Su reino.
- Pida al Señor que le dé la humildad necesaria para aceptar y regocijarse en lo que Él está haciendo en las vidas de otros.
- Pida al Señor que le muestre cómo usted puede animar y bendecir los ministerios de otros en su comunidad.
31 – Ofender a un Pequeño
Lea Mateo 18:6-14; Marcos 9:42-48; Lucas 17:1-2
Una de las más grandes cosas que el Señor me ha estado enseñando en los últimos años es cuan valiosos somos en sus ojos. Es verdad que no siempre nos sentimos importantes. Hay veces cuando nos sentimos indignos y, en cierto sentido, nosotros somos indignos. Lo que es importante que entendamos, sin embargo, es que el Señor Jesús ha puesto un valor muy alto en nosotros porque somos sus niños. En esta sección vemos algo del valor que Él ha puesto en incluso el más pequeño o más insignificante de sus niños.
En la primera parte de Mateo 18, el Señor les recordó a sus discípulos que, si ellos querían ser parte del reino de Dios, ellos tendrían que hacerse como niños pequeños. En la próxima sección, Jesús continúa diciéndoles cuan serio es ofender a uno de estos pequeños que le pertenecieran a Él.
La palabra “ofender” usada en la Nueva Versión Internacional transmite la idea de poner una piedra de tropiezo delante de alguien para hacerle caer. También puede tener el sentido de incitar a pecar.
Jesús les dijo a sus discípulos que era una cuestión seria causar que uno de sus niños cayera en pecado. Él les llegó a decir que sería mejor para ellos tener una piedra de molino atada a su cuello y ser lanzado en el mar que ser responsable de causar que uno de los hijos de Dios cayera en pecado.
Examinemos este pasaje más profundamente. Jesús parece estar diciéndonos que sería mejor morir que ser un medio para que alguien caiga en pecado y se aleje del Señor. Cuando tenemos esta actitud, tenemos cuidado de las palabras que hablamos y de lo que hacemos. Si lo que nosotros comemos, bebemos o hacemos es ofensivo, voluntariamente renunciamos a estas cosas para no causarles caer en pecado (vea Romanos 14:15-16). El Señor Jesús murió por el pecado. Él ofreció su vida en la cruz para que nosotros pudiéramos ser liberados del pecado y de su efecto en nuestra vida. Aquéllos que entienden por qué Él vino harán una prioridad vivir de tal manera que nadie caiga en pecado a causa de sus acciones o palabras.
Necesitamos pensar seriamente en este asunto de ofender a un hermano o hermana en el Señor. Nosotros estamos en medio de una guerra espiritual. Satanás se está esforzando para promover y animar la injusticia. Es importante que no nos volvamos instrumentos en sus manos. Necesitamos estar dispuestos a entregar nuestras vidas en vez de ser un medio por el cual un hijo de Dios caiga en pecado. Satanás, como el enemigo de la justicia, no dudará en usar a los creyentes en sus esfuerzos contra el reino de Dios. Palabras imprudentes pueden ser los medios para desanimar a un hermano creyente. Nuestras acciones y nuestras actitudes pueden causar a otro creyente caer en pecado. Nosotros no debemos darle ninguna oportunidad al enemigo para usarnos. Nosotros siempre debemos estar en guardia para que todo que hagamos sea una bendición y ejemplo para nuestros hermanos creyentes.
Jesús les dijo a sus discípulos que si su mano o pie les hacen pecar, sería mejor para ellos cortarlos e ir al cielo sin ellos que ser echados en el fuego del infierno. Sería mejor sacarse un ojo que permitirle que nos haga caer pecado. Hay un par de cosas que necesitamos examinar aquí en cuanto a esto.
Jesús está usando idioma simbólico en estos versículos. Él no está animándonos a literalmente cortarnos nuestras manos o sacarnos nuestros ojos. Usted puede ser ciego y todavía puede tener problema con la lujuria. Usted puede cojear e incapaz de caminar y todavía ser capaz de pecar. Cortar nuestra mano no es una garantía que no caeremos en pecado. Lo que Jesús está diciéndonos aquí es que nosotros necesitamos cortar cada fuente de pecado. Él está mostrándonos cuan importante es hacer todo en nuestro poder para impedir caer en pecado y maldad en nuestras vidas. Si su televisión le hace tropezar en su andar con Dios o es un medio por el que usted hace que alguien tropiece, líbrese de él para que usted no sea tentado. Si sus amigos son una tentación para usted, entonces encuentre otros amigos. Nosotros debemos quitar cualquier cosa que haya en nuestras vidas que nos haga tropezar o sea un instrumento para hacer al más débil de los hijos de Dios tropezar.
También note en Mateo 18:10 que Jesús les dijo a sus discípulos que ellos no debían menospreciar a sus pequeños. Como creyentes, nosotros diferimos de muchas maneras. Tenemos diferencias en nuestra comprensión de la Escritura. Nosotros también tenemos diferencias en la práctica. Necesitamos se nos recuerde que en este contexto los discípulos sólo le habían hablado a Jesús sobre un hombre que ellos encontraron echando fuera demonios que no pertenecía a su grupo. Jesús les dijo a sus discípulos que ellos no debían obstaculizar a este hombre de hacer su trabajo. En cambio, ellos debían animarlo. Qué fácil es para nosotros menospreciar a otros creyentes porque ellos no tienen las mismas creencias o métodos que nosotros tenemos. Qué fácil es sentirse superior porque nosotros tenemos una cierta libertad religiosa que otro no tiene. Jesús nos desafía aquí sobre nuestras actitudes hacia otros creyentes. Nosotros podemos actuar educadamente hacia ellos pero, ¿cuáles son nuestros pensamientos internos sobre los creyentes en la iglesia al otro lado del pueblo? ¿Los vemos como inferiores porque no son como nosotros? ¿Los menospreciamos? Jesús está diciéndonos que “ofrecer un vaso de agua fría” no es suficiente. Nosotros necesitamos que Dios cambie las actitudes de nuestros corazones hacia nuestros hermanos y hermanas. Esto a veces requerirá mucha oración, perdón y comprensión.
Jesús les recordó a sus discípulos que los ángeles de estos pequeños ven la cara de Dios en el cielo (Mateo 18:10). Jesús parece estar diciéndoles a sus discípulos que los ángeles que han sido puestos a cargo de estos pequeños tienen acceso a Dios en el cielo. ¿Estos ángeles no darán cuenta de las acciones de aquéllos que han ofendido a los que están bajo su cargo? Noten que Dios quiere tanto a sus hijos que Él ha puesto a sus ángeles a cargo de ellos. Estos ángeles cuidan a los hijos de Dios. Ellos toman nota especial de aquéllos que buscan dañar a sus hijos pequeños o de quienes se convierten en los medios por los que ellos caen en pecado. ¿Si sólo pudiéramos ver a estos ángeles, no cambiaría lo que nosotros dijimos o cómo respondimos a nuestro hermano o hermana? ¿No nos causaría temer ofender o ser una ofensa para ellos?
Jesús dio un ejemplo en Mateo 18:12 de un hombre que tenía cien ovejas y una de ellas se alejó. A pesar del hecho que era una sola entre las cien otras, el pastor hizo todo en su poder para encontrar esa oveja y devolverla al rebaño. Cuando el pastor encontró esa oveja que estaba perdida él se regocijó más en ella que de todas las otras que habían permanecido en el rebaño. De la misma manera, el Señor cuida a Sus hijos. Él no está dispuesto a que ninguna de ellas se pierda. Él hará todo para ministrar a esa oveja. Aunque esa oveja ha sido ofendida y ha tropezado debido a las acciones o palabras de otra persona, el Señor no la abandonará. Él extenderá Su mano y hará todo en su poder para traerla de regreso.
Hay dos cosas que creo resaltan en este pasaje. La primera es la gravedad del pecado. Este pasaje nos desafía a hacer todo lo que podamos para vivir vidas justas ante nuestros hermanos y hermanas y ante el mundo. Nuestras vidas y palabras pueden ser usadas por el enemigo para avanzar su causa y para hacer que alguien tropiece. Nosotros luchamos contra el enemigo al ser un ejemplo de piedad y rectitud ante aquéllos alrededor de nosotros.
La segunda cosa que resalta en este pasaje es el amor increíble de Dios por sus hijos. Este pasaje nos dice que Dios toma muy en serio cuando alguien es responsable por hacer que uno de sus hijos tropiece. A Él no le agrada cuando nosotros menospreciamos a alguno de sus hijos porque ellos no son como nosotros. Puede no gustarnos la manera en la que un hermano o hermana hace las cosas pero Dios los ama y todos los que los ofenden tendrán que responder ante Él. Dios pone tal valor en sus hijos y en su bienestar que Él ha asignado Sus ángeles para cuidar de ellos. Qué honor saber que Dios cuida de nosotros de esta manera. Cuando nosotros honramos a uno de los menores de estos hijos, lo honramos a Él.
Para Considerar:
- Tome un momento para considerar lo que hemos aprendido aquí en cuanto a cómo debe ser nuestra actitud hacia el pecado. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la actitud que nosotros necesitamos tener hacia el pecado? ¿Cuál es la actitud de su iglesia o sociedad hacia el pecado?
- ¿Qué aprendemos sobre cuánto el Señor valora a Sus hijos? ¿Qué nos enseña esto sobre la actitud que nosotros necesitamos también tener hacia ellos?
- ¿Se ha visto usted menospreciando a otro hermano creyente? ¿Qué le causó menospreciarlos? ¿Qué necesita usted hacer para corregir las cosas?
Para Orar:
- Pida al Señor que le dé un amor mayor por todos Sus hijos. Pídale que derrumbe las barreras entre los verdaderos creyentes.
- Agradezca al Señor que Él vino a tratar con el pecado. Pídale que le dé Su sentir cuando se trata del pecado.
- Pida al Señor que le permita vivir una vida que sea un ejemplo de rectitud ante todos los que están alrededor de usted.
32 – Sal
Lea a Marcos 9:49-50
La sal tiene muchos usos. Uno de los usos primarios de la sal es purificar y conservar. En las Escrituras, se ve la sal como un símbolo de pureza. Podría ser por esta razón que según Levíticos 2:13 todas las ofrendas serían sazonadas con sal:
“Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.”
Jesús nos dice en Marcos 9:49 que todos serán salados con fuego. Nosotros ya hemos visto que salar una ofrenda la purificaba. El fuego, así como la sal, también purifica y limpia. Lo que Jesús está diciendo aquí es que Él obrará en las vidas de aquéllos que le pertenecen a Él para purificarlos y limpiarlos. Aquéllos que Dios quiere usar Él los purificará y preparará para Sus propósitos. No es sin razón que el cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los discípulos en el Pentecostés, Él apareció como “lenguas como de fuego” (Hechos 2:1-4). El Espíritu Santo hará su obra en las vidas de Su pueblo purificándolos y haciéndoles más como Su Señor. Esta purificación no siempre es fácil. Se requerirá de nosotros de maneras como nunca antes. Pablo deja bien claro que todos nosotros quienes queremos vivir una vida piadosa tendremos que sufrir. Escribiéndole a Timoteo en 2 Timoteo 3:12 el apóstol dice, “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.”
La intención de Dios es hacernos más como Él. Noten que Marcos 9:49 nos dice que todos seremos salados con fuego. De la manera que la sal usada en las ofrendas del Antiguo Testamento los purificaba, Así el Espíritu Santo vendrá en nosotros como un fuego para purificarnos y prepararnos para estar por siempre con nuestro Señor. Él viene para hacernos eficaces en el servicio. Él viene para atraernos más cerca de nuestro Señor. No se nos ha dejado solo. El Señor Jesús nos da Su Espíritu Santo para ministrarnos, entrenarnos en la justicia y para equiparnos para ser eficaces en la expansión de su reino. Todo creyente conocerá esta obra de Dios en sus vidas aunque no todos responderemos a Él de la misma manera.
La segunda declaración que Jesús hace en este pasaje es que aunque la sal es buena, si pierde su salobridad, nunca puede recuperarla. Este es un pasaje difícil de entender. Nosotros ya hemos dicho que la sal purifica y limpia. Como creyentes nosotros debemos ser como la sal en este mundo (Mateo 5:13). Nuestra presencia en el mundo debe tener un efecto purificador y de limpieza. Como creyentes, nosotros proclamamos y promovemos la justicia. Nuestras vidas y nuestros testimonios deben evitar que el pecado y la maldad se propaguen. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando ya no funcionamos como la sal en el mundo? ¿Qué ocurre cuando un creyente ya no vive para su Señor?
El mundo incrédulo no es la amenaza más grande para la iglesia hoy. La iglesia también es amenazada por hermanos y hermanas que no viven para el Señor. Aquéllos que dicen ser cristianos pero no andan con Dios son como cristianos que han perdido su salobridad. Ellos no impactan el mundo o la iglesia para lo bueno. En cambio, ellos tienen un impacto negativo. El resultado del mal testimonio no puede medirse. ¿Cuántas personas se han apartado de la fe debido a un mal testimonio cristiano? ¿Cuánto daño se ha hecho porque creyentes no han sido la sal que se esperaba que fueran? Jesús no está diciéndonos aquí que cuando caemos en pecado nunca podemos ser restaurados. Lo que Él está diciendo, sin embargo, es que a menudo es sumamente difícil reparar el daño causado por nuestro mal testimonio e influencia en este mundo. Las cicatrices dejadas por aquéllos que han falseado la verdad de la Palabra de Dios o de quienes han causado a un creyente caer puede durar de por vida. Quizá usted se ha conocido a incrédulos que se niegan a venir a Cristo simplemente debido a un mal ejemplo que ellos vieron en un creyente.
¿Qué ocurre cuando un creyente cae? ¿Cuánto tiempo se necesita para un creyente que cayó en pecado recobrar su lugar de honor a los ojos de la comunidad? Satanás se las arregla para nunca permitirle al mundo incrédulo olvidarse de nuestros fracasos como creyentes. Hasta el momento, nosotros recordamos a Pedro por haber negado al Señor. Quizá usted conoce a un pastor que ha caído en pecado. ¿Cuánto tiempo es necesario para que las personas pongan su confianza completa de nuevo en ese pastor? El daño ha sido hecho. Intentar restaurar nuestro testimonio después que ha sido estrellado es como intentar armar un vaso roto. Cuando la confianza se ha roto, es difícil de restaurar.
Lo que necesitamos entender aquí es que aunque es humanamente difícil para nosotros restaurar nuestro testimonio, con Dios todas las cosas son posibles. Dios puede tomarnos, rotos como estamos y restaurarnos a la fe. Él puede renovarnos y puede traernos a un lugar de sanidad completa. Él puede restaurar nuestro ministerio y puede hacernos fructíferos de nuevo. Si usted se ha encontrado en ese lugar de quebrantamiento, usted necesita alzar sus ojos a Dios quien únicamente puede restaurar la salobridad.
Jesús concluye estos versículos con un desafío a sus discípulos para tener las calidades de la sal y a estar en paz los unos con los otros. Así como la sal tenemos una influencia purificadora y de limpieza hacia aquéllos alrededor de nosotros. Como la sal, producimos sed de Dios en aquéllos alrededor de nosotros. Nuestra presencia en este mundo ayuda a cortar la expansión del pecado y la corrupción. Produce una medida de pureza y salud a las comunidades donde vivimos.
Hay una conexión entre nuestra salobridad en este mundo y estar en paz unos con los otros. Juan 13:35 nos dice:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”
Que testimonio es para el mundo cuando los creyentes se aman y viven en paz entre sí. Que pobre testimonio es, por el contrario, cuando los creyentes no pueden llevarse bien. Jesús nos dice que hay una relación directa entre vivir en armonía unos con otros y nuestro testimonio en el mundo. Cuando el mundo ve como vivimos en paz entre sí, ellos saben que le pertenecemos a Cristo y que tenemos Su amor en nuestros corazones. Si vamos a ser sal en esta tierra necesitaremos cuidar nuestras relaciones con aquéllos alrededor de nosotros. Debemos hacer una prioridad el vivir en paz con nuestros hermanos y hermanas en Cristo y también con aquéllos que estamos en contacto diariamente.
Para Considerar:
- ¿Qué significa ser la sal de la tierra? ¿Qué impacto está usted teniendo como sal en su comunidad?
- ¿Hasta qué punto su vida es como la sal para aquéllos alrededor de usted?
- ¿Ha usted perdido su testimonio alguna vez? ¿Cuán difícil fue restaurar ese testimonio? ¿Puede Cristo traer sanidad en su situación?
- ¿Cuál es la conexión entre nuestro testimonio en el mundo y nuestra relación unos con otros como creyentes?
Para Orar:
- ¿Ha perdido usted su buen testimonio como creyente? Pídale al Señor que restaure ese testimonio.
- Pida al Señor que le permita ser un mejor testigo para Él y a tener un impacto mayor en aquéllos alrededor de usted por la causa de la justicia.
- Agradezca al Señor por la manera en que otro creyente ha influido en usted para bien.
33 – Tratando Con las Ofensas
Lea Mateo 18:15-20; Lucas 17:3-4
Sería bueno vivir en un mundo perfecto donde nadie fuera ofendido o herido pero esta no es la realidad. Mientras que vivamos en un mundo pecador siempre habrá problemas y dolor. En estos próximos pasajes Jesús dio sus instrucciones a los discípulos sobre como tratar con las ofensas que vinieran a su camino. Él nos da cuatro simples pasos a seguir cuando una herida se desarrolla entre un hermano o hermana. Examinemos estos cuatro pasos.
Paso Uno: Hable Personalmente con su Hermano o Hermana
¿Qué hace usted cuando su hermano o hermana peca contra usted? Jesús nos dice que nosotros debemos ir personalmente a ellos y explicar su falta. Note aquí que Él nos dice específicamente que este primer paso es entre nuestro hermano o hermana y nosotros, nadie más debe ser involucrado.
Con frecuencia queremos pasar por alto este paso. No siempre es fácil acercarse a un hermano o hermana sobre su ofensa. Hace un tiempo yo era pastor en una iglesia pequeña en la Isla de Reunión en el Océano Indico. Yo recibí una llamada telefónica de una señora de la iglesia que me dice que ella quería verme inmediatamente. Cuando llegué a su casa, ella me contó un problema que se había levantado entre ella y otra señora de la iglesia. Ella quería que yo viera a esta otra señora y tratara con ella en este asunto. Yo le pregunté si ella había hablado personalmente con la señora que la había ofendido. Ella me dijo que no. Yo le expliqué el principio sobre el cual Jesús habla aquí. Ella me dijo que ella tenía temor que la señora se enfadara con ella y quizá incluso le pegara si ella iba a verla. Yo le dije que hasta que ella hiciera las cosas de la manera de Dios, yo no me involucraría. Finalmente, ella estuvo de acuerdo en telefonear a la señora que la había ofendido. Ella estuvo al teléfono por no más de dos minutos cuando ella regresó del cuarto para verme. Ella me dijo que Dios había estado hablándole a la señora que la había ofendido y que ellas habían arreglado sus diferencias.
Este incidente completo me recordó del peligro de no hacer las cosas de la manera de Dios. Si la iglesia se hubiera involucrado en esta fase, esta situación habría explotado en algo muy grande. Incluso podría llevar a las personas de la iglesia a tomar partido y causar una división en la iglesia. Muchas veces entramos en problemas porque sacamos nuestras armas más grandes para tratar con un problema pequeño. La inmensa mayoría de los problemas se pueden tratar en este nivel personal. Usted no tiene que involucrar a nadie más. Nadie más necesita incluso saber sobre la ofensa. La clave aquí es tratar con el problema involucrando la menor cantidad de personas posible. Una de las tácticas del enemigo es hacernos extender las noticias de lo que alguien ha hecho. Cuando nosotros extendemos historias de lo que un hermano o la hermana nos ha hecho, nosotros ponemos las herramientas en las manos de Satanás para hacer que aquéllos que oyen estas historias se enfaden, se amarguen o se resientan con la persona. Nosotros no debemos caer en esta trampa.
No hay que decir que nuestra actitud es muy importante cuando nos acercamos a nuestro hermano o hermana sobre algo que ellos han hecho. Es muy posible que empeoremos la situación por nuestra actitud. Si la situación entre nosotros es como un fuego, entonces nuestra mala actitud es el gas vertido en ese fuego. Una actitud de ira o amargura sólo aumentará la tensión que ya existe. Es muy posible que obedezcamos este principio y pequemos porque vamos a nuestro hermano o hermana con una mala actitud. Recuerde que la razón por la que vamos a nuestro hermano o la hermana es la reconciliación. Si usted no puede ir con un deseo en su corazón de reconciliarse con su hermano o hermana vaya primero al Señor y pídale que lo perdone por su enojo y amargura. Si nuestro hermano de hermana se arrepiente y se reconcilia con nosotros, no hay necesidad que este asunto vaya más lejos. El asunto está resuelto.
Paso Dos: Tome a un Testigo
Hay veces que hablar con un hermano o la hermana no es suficiente. A veces, incluso cuando vamos con la actitud correcta, nuestro hermano o hermana se niega a tratar con la ofensa. ¿Qué debemos hacer cuando no podemos resolver el problema personalmente entre nosotros? Jesús les dijo a sus discípulos que si el primer paso fallaba, ellos debían tomar a uno o dos testigos con ellos para hablar con el individuo que había causado la ofensa. De nuevo es importante mantener este asunto tan callado como sea posible. Estos testigos deben ser personas de confianza. Ellos no deben ser personas que anuncien las noticias de este problema.
Es importante que estos testigos tengan la reconciliación en su corazón. Es muy posible escoger a un testigo que esté de nuestro lado y confirmará nuestra posición en el asunto entre nosotros y nuestro hermano o hermana. Nosotros debemos tener cuidado de no intentar encontrar testigos que puedan tomar nuestro lado. Estos testigos deben ser muy objetivos. El creyente que de verdad quiere resolver su problema debe estar dispuesto a admitir que puede estar equivocado. Los testigos deben poder dar consejería a ambas partes para que ellos puedan resolver sus diferencias. Ellos también deben poder brindar una mayor comprensión Bíblica para que ambas partes puedan ver donde ellos han fallado. Los testigos hacen mucho más que simplemente mirar a la situación, ellos intentan traer la reconciliación. Estos testigos también intensifican la oración que se está haciendo sobre este asunto. Una vez más, si el asunto se resuelve a estas alturas no se necesita hacer nada más.
Paso Tres: Llévelo a la Iglesia
A veces incluso a través de los esfuerzos de los testigos, la ofensa todavía no se resuelve. Si nuestro hermano o hermana todavía se niega a reconciliarse en la presencia de los testigos, entonces estamos forzados a dar el tercer paso. El tercer paso involucra llevar el asunto a la iglesia. El segundo paso es la preparación para este tercer paso. Los testigos son necesarios para que simplemente no sea mi palabra contra la de un hermano o hermana. Nosotros sólo debemos llegar hasta la iglesia cuando hemos pasado por los pasos uno y dos y hemos hecho todo esfuerzo para la reconciliación. Yo creo que cuando Jesús habla sobre la iglesia aquí, Él está hablando acerca del liderazgo de la iglesia y no necesariamente de la membrecía completa. Éste todavía no es el tiempo para hacer el asunto público a la asamblea completa.
El liderazgo espiritual de la iglesia debe reunirse calladamente con los individuos involucrados para orar por ellos y tratar con el asunto ofreciéndole su consejo y guía. Ellos también deben aclarar que se necesita la reconciliación por causa de la iglesia. Lo que necesitamos entender aquí es que esta ofensa entre dos creyentes constituye un asunto de la iglesia con el cual tratar porque puede afectar el trabajo de la iglesia y la bendición de Dios a esa iglesia. Cuando una iglesia tiene miembros que no están viviendo en harmonía, esto impacta el ministerio de la iglesia. Es de beneficio de la iglesia completa que este asunto se resuelva rápidamente.
Nosotros necesitamos entender aquí que hasta este punto ningún juicio ha sido hecho. Nosotros no traemos a nuestro hermano o hermana al liderazgo de la iglesia para ser juzgados sino para reconciliarse. El esfuerzo del liderazgo es restaurar la relación entre las partes ofendidas y restaurarlos a una relación correcta con Dios y la iglesia. También debe recordarse aquí que el Señor ha puesto a los líderes de nuestra iglesia en su posición. La Escritura nos exhorta a someternos a aquéllos que Dios ha puesto por encima de nosotros (Romanos 13:1, Hebreos 13:17). Rehusarse a escuchar a los líderes que Dios ha establecido en la iglesia es una ofensa contra el propio Dios.
Paso Cuatro: La Disciplina de la iglesia
Si incluso en esta fase, el individuo involucrado no manifiesta arrepentimiento, él o ella debe entonces ser disciplinado por la iglesia. Este pecado no sólo es un pecado contra el hermano ofendido sino también un pecado contra el cuerpo de Cristo y contra el propio Dios. Jesús les dijo a sus discípulos que si la persona que ha pecado todavía se niega a arrepentirse, él o ella debían ser tratados como un pagano o un recolector de impuestos. Esto necesita ser examinado cuidadosamente.
Cuando nosotros nos negamos a reconciliarnos con nuestro hermano o hermana, nosotros obstaculizamos el trabajo que Dios está haciendo. Si nosotros nos negamos a reconciliarnos con un hermano o hermana, dañamos la unidad del cuerpo. Esta es una cuestión seria. La iglesia no puede tener personas en su medio que se niegan a tratar con su pecado y rebelión. Ellos se vuelven un estorbo a la bendición de Dios. Para el bien de la iglesia, el hermano ofensor debe ser quitado durante un tiempo hasta que la reconciliación y el arrepentimiento tengan lugar.
Hay otra cuestión importante que nosotros debemos ver aquí. Algunos han usado este versículo como un medio para maltratar a un hermano creyente. Nosotros hemos visto cosas terribles que se han dicho y hecho a creyentes que se han negado a arrepentirse. Jesús nos dice que nosotros debemos tratarlos como a un pagano o a un publicano, pero yo me temo que ha habido veces cuando la iglesia ha ido más allá que esto y ha tratado a estos hermanos peor que a los paganos y publicanos. Tome un momento para considerar cómo usted trata a un incrédulo. ¿Usted los ahuyenta y los rechaza? ¿Usted habla mal de ellos? Si usted lo hace, usted no está actuando como el Señor Jesús ni está andando según Su enseñanza. Jesús nos dice que debemos amar a nuestros enemigos y hacer el bien a aquéllos que nos dañan (Lucas 6:27). Él mismo fue considerado como un amigo de los publicanos y pecadores (Lucas 7:34).
Cuando Jesús nos dice que debemos tratar a este hermano o hermana como a un incrédulo, Él está mostrándonos que este individuo ha en realidad, escogido estar al lado del enemigo en este asunto. Él no puede ser usado en el ministerio de la iglesia. Un individuo no arrepentido no se le debe permitir servir en los ministerios de la iglesia. Esto sólo dañaría la obra de Dios. La iglesia, sin embargo, todavía debe hacer todo lo que pueda para amar y ganar a esta persona para Cristo y a la comunión de Su pueblo, de la manera como ellos lo harían por un incrédulo.
Yo he visto situaciones en las que la reconciliación se ha hecho imposible porque la iglesia se ha puesto dura y crítica con un creyente bajo disciplina. Es muy posible que la iglesia desarrolle un espíritu de ira y amargura hacia la parte ofensora. Si ellos hacen esto, ellos caen presa del pecado también.
Cuando este asunto se trata apropiadamente, tenemos la promesa del apoyo de Dios. Jesús nos dice en Mateo 18:18 que lo que nosotros atamos o desatamos en la tierra será atado o desatado en el cielo. El Señor apoya la disciplina de la iglesia. Más allá de esto, sin embargo, necesitamos entender que cuando la iglesia clama a Dios por este individuo bajo disciplina, el Señor oirá y restaurará a esa persona a Él y a la comunión de la iglesia. La iglesia ata a este individuo durante un tiempo en disciplina pero ora para que Dios lo desate de las cadenas del pecado. Dios promete que cuando la iglesia ora por ese creyente no arrepentido, Él oirá su oración y desatará a este hermano o hermana de su pecado.
Es en este contexto que Jesús nos dice que si dos están de acuerdo sobre algo en la tierra será hecho para ellos por su padre en el cielo. El contexto inmediato se relaciona a un hermano o hermana que está bajo disciplina. Noten aquí que la disciplina de nuestro hermano o hermana mueve a la iglesia a una oración más profunda. Los creyentes se reúnen para orar por ese individuo y por su reconciliación. Ellos se reúnen en el nombre del Señor para batallar por el apartado. El Señor promete oírlos cuando ellos clamen. La iglesia nunca dejó de buscar la reconciliación. Ellos no están satisfechos con ver a su hermano o hermana vagando fuera del rebaño. Finalmente, es el poder de la oración que restaura al que ha pecado.
Aunque el contexto de estos versículos es el contexto de la disciplina de la iglesia, el principio también puede aplicarse a otras situaciones. El Señor ha estado mostrándome recientemente que hay momentos en mi vida cuando mis propias oraciones son insuficientes. Ha habido tiempos cuando yo he orado por victoria sobre algo particular en mi vida y no he visto la victoria. A veces necesitamos encontrar a hermanos y hermanas que se pondrán de acuerdo con nosotros sobre cierto asunto. Necesitamos aumentar la fuerza de nuestra oración al llamar a otros a unirse a nosotros. Es algo humilde de nuestra parte comprender que hay momentos cuando la única manera de tener la victoria es unirnos con otros buscando a Dios. Ninguna batalla puede ser ganada exclusivamente por una persona. Nosotros debemos unir nuestros dones, talentos y oraciones si deseamos ganar la batalla. Por eso es tan importante para nosotros tratar con cualquier asunto que nos separe como creyentes. Nosotros nos necesitamos unos a otros. Debemos servir y ministrar juntos en el nombre de Cristo. No podemos permitirnos el lujo de estar divididos.
Para Considerar:
- ¿Ha tenido usted alguna vez un conflicto con un hermano o hermana en Cristo que fue muy difícil de resolver? ¿Cómo trató usted con ello? ¿Cuáles son los cuatro pasos que Cristo nos enseña aquí para tratar con los conflictos?
- ¿Cuán importante es nuestra actitud para la resolución de conflictos entre hermanos y hermanas?
- ¿Por qué es tan importante para nosotros tratar con los conflictos entre los creyentes? ¿Qué pasa si estos conflictos no son tratados en la iglesia?
- ¿Qué aprendemos aquí sobre la importancia de unir las manos con otros en la lucha contra el enemigo? ¿Por qué nos necesitamos unos a otros?
Para Orar:
- Tome un momento para orar por la unidad del cuerpo de Cristo.
- Agradezca al Señor que Él lo ha puesto en el cuerpo de Cristo y lo fortalece al usted trabajar con otros. Pídale a Dios que le ayude a ser un buen miembro del equipo.
- Agradezca al Señor que Él promete pelear con nosotros en la batalla por la unidad y el avance de Su reino.
- ¿Tiene usted algún problema con otro creyente? Pídale a Dios que traiga reconciliación.
34 – La Parábola del Siervo Implacable
Lea Mateo18:21-35
En la última meditación examinamos la enseñanza del Señor Jesús que considera cómo nosotros debemos lidiar con las dificultades entre los creyentes en el cuerpo de Cristo. Jesús sabía que no estábamos viviendo en un mundo perfecto. Él sabía que habría dificultades. Es por esta razón que Él dedicó tiempo para enseñarles a sus discípulos cómo lidiar con estas dificultades cuando surgieran.
En esta ocasión Pedro vino al Señor con una pregunta acerca de aproximadamente cuántas veces él debía perdonar a su hermano que había pecado contra él. Él empezó preguntándole al Señor si él debía perdonar a su hermano hasta siete veces. Para Pedro siete veces parecían ser suficiente. Quizá usted ha tenido esta experiencia. No es fácil perdonar a alguien por lo que ellos han hecho. Se hace más difícil aún, sin embargo, cuando la ofensa se repite una y otra vez. Yo pienso en el profeta Oseas y cómo su esposa le era infiel de forma consistente (vea Oseas 3). Ya es suficientemente difícil perdonar una vez pero, ¿que ocurre cuando esa misma ofensa se repite una y otra vez? ¿Cuántas veces nuestro hermano o hermana pueden herirnos de la misma manera y ser perdonados de ese pecado? Pedro parece creer que él está siendo muy generoso sugiriendo que un creyente perdone hasta siete veces.
Jesús le dijo a Pedro que él no debía perdonar simplemente siete veces sino setenta veces siete (cuatrocientos noventa) veces. Al decir esto, Jesús le está diciendo a Pedro que él nunca debía limitar el número de veces que él debía perdonar a su hermano o hermana por una ofensa. Jesús está dispuesto a perdonarnos tan a menudo como nosotros vayamos a Él en arrepentimiento. ¿Alguna vez ha caído repetidamente en un pecado particular y se ha preguntado cómo el Señor podría perdonarlo por caer en eso aún otra vez? Necesitamos animarnos. Jesús le está diciendo a Pedro que él necesita perdonar a su hermano o hermana cada vez que ellos vengan a él pidiendo perdón. Jesús hará lo mismo por usted cuando usted venga a Él.
Jesús aprovecha la pregunta para hablarle a Pedro sobre la importancia del perdón. Él le contó una historia de un amo que quiso establecer sus cuentas con sus siervos. Cuando él examinó sus cuentas financieras, él notó que había un hombre que le debía diez mil talentos. Éste sería el equivalente a millones de dólares en nuestra economía de hoy. El sirviente que debía este dinero fue traído ante el amo y se le pidió pagar su deuda. La cantidad debida era tan grande que el hombre no podía pagar. Por consiguiente, el amo pidió que su esposa e hijos fueran vendidos a esclavitud para pagar su deuda. Al escuchar esto, el hombre cayó en sus rodillas y le pidió al amo que fuera paciente con él y él le pagaría de vuelta. El amo tuvo piedad de él y decidió cancelar su deuda y permitirle marcharse libremente sin obligación.
Este mismo siervo salió de la presencia de su amo y encontró a otro siervo que le debía cien denarios, el equivalente a unos dólares. Él se asió del hombre y le exigió que le pagara. El siervo cayó de rodillas y le pidió que fuera paciente y él le pagaría lo que él debía. Él se negó a esta demanda y lanzó a su deudor en la prisión hasta que él pudiera pagar su deuda. El que fue perdonado una deuda tan grande no pudo perdonar a su hermano por una deuda mucho más pequeña.
Cuando el amo oyó lo que su siervo había hecho, él le preguntó por qué, después que su inmensa deuda había sido perdonada, él no perdonó a su hermano por una deuda mucho más pequeña. El amo pidió entonces que el siervo fuera echado en la cárcel y fuera torturado hasta que pagara los millones que él debía.
Jesús concluyó su parábola diciéndole a Pedro que así es como el Padre Celestial trataría a aquéllos que no perdonaran a su hermano de todo corazón. Usando la frase “de corazón” Jesús no deja espacio para la insinceridad. Es bastante fácil decir: “Yo lo perdono” y no decirlo con nuestro corazón. Jesús nos dice que si nuestro perdón no es de corazón no cuenta ante Dios.
El perdón no es una opción. La Biblia enseña que es una obligación. No importa cuan a menudo nuestro hermano o hermana peca contra nosotros, debemos perdonar. Dejar de hacer esto es pecado. Si queremos ser perdonados debemos perdonar. Aunque Jesús está dispuesto a perdonar todos nuestros pecados, Él puede negarse a hacerlo hasta que nosotros estemos dispuestos a perdonar a aquéllos que han pecado contra nosotros. Él deja esto claro en Mateo 6:14-15 cuando él dice:
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
El perdón para nuestros pecados es posible pero garantizado. Hay pecados que no son perdonados porque nosotros necesitamos perdonar primero a aquéllos que nos han ofendido. ¿Ha usted perdonado a su hermano o hermana de corazón? ¿Podría ser que profundo dentro de usted todavía alberga resentimiento e ira por lo que ellos han hecho? Esto no es algo que usted puede tomar a la ligera. Usted debe perdonar a su hermano o hermana de corazón. Negarse a hacer esto es impedir su propio crecimiento espiritual y arriesgarse a no recibir el perdón de Dios.
Para Considerar:
- ¿Ha sido usted alguna vez seriamente herido por un hermano o hermana en Cristo? ¿Ha podido usted perdonar a ese hermano o hermana de corazón?
- Cuando Jesús nos dice que el perdón necesita ser de corazón, ¿qué quiere Él decir?
- Según este pasaje, ¿tenemos alguna vez derecho para no perdonar a nuestro hermano o hermana?
- ¿De dónde viene la fuerza para verdaderamente perdonar a un hermano o hermana?
Para Orar:
- Tome un momento para considerar su vida. Agradezca al Señor Jesús por la manera que Él lo ha perdonado. Liste maneras específicas en las que el Señor lo ha perdonado.
- Pida al Señor que le dé gracia para perdonar a todos los que le han ofendido. Tome un momento para orar por algunas de esas personas. Pídale al Señor que los bendiga.
- Pida al Señor que mire en su corazón para asegurarse que no haya ningún enojo o amargura que le mantendría alejado de una relación correcta con su hermano o hermana.
35 – No Mires Atrás
Lea Mateo 8:19-22; Lucas 9:51-62
El tiempo para que Jesús fuera crucificado se estaba acercando. Jesús entendía esto. La cruz era una realidad horrible para Jesús. Lucas nos dice, sin embargo, que cuando el tiempo se acercó, Jesús “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51). La palabra usada aquí nos muestra que Jesús cobró fuerza y dispuso su mente para ir a Jerusalén y a la cruz.
Es importante que notemos que este acto de disponer su mente para ir a Jerusalén fue una decisión consciente por parte de nuestro Señor. Hay momentos en nuestras vidas cuando tendremos que fortalecer nuestra decisión de hacer la voluntad del Padre. No todo lo que hacemos en la vida cristiana va a ser fácil. A veces, como Jesús, tenemos que enfrentar al enemigo de frente. En tiempos así necesitamos hacer un esfuerzo consciente para fortalecer nuestra resolución de hacer lo que sabemos que Dios nos está llamando a hacer.
En Lucas 9 leemos cómo Jesús envió a mensajeros delante de Él a la región de Samaria para preparar su llegada. Samaria estaba camino a Jerusalén. Estos mensajeros pueden haber ido a encontrar un lugar para quedarse y comida para comer para cuando ellos llegaran. Cuando los mensajeros llegaron a Samaria, sin embargo, ellos no fueron bienvenidos. La razón parece ser que ellos iban a Jerusalén (vea versículo 53). No había una buena relación entre Samaria y Jerusalén. Nosotros podemos estar seguros que después de un largo viaje, esta negativa de bienvenida a Jesús y a Sus discípulos causaba desánimo.
La reacción de los discípulos hacia esta recepción en Samaria fue bastante fuerte. Ellos le preguntaron al Señor si Él quería que ellos mandaran fuego del cielo para destruir la región. Podría ser que los viejos prejuicios entre los judíos y los Samaritanos se estaban mostrando. A los judíos no les gustaban los Samaritanos. La intensidad del odio aquí es una indicación que los discípulos todavía llevaban esta amargura y prejuicio en sus corazones. Jesús los reprendió por su actitud.
Cuando ellos se fueron de este lugar a otro pueblo ellos se encontraron con un individuo que quería seguir a Jesús. Jesús le recordó al hombre, sin embargo, que mientras los zorros tenían guaridas y los pájaros del aire sus nidos, Él no tenía un lugar ni siquiera para recostar su cabeza. ¿Podría ser que el Señor está pensando aquí sobre la reciente negativa de los Samaritanos para darle la bienvenida? Él estaba literalmente sin un lugar donde recostar su cabeza y descansar de su largo viaje. Las comodidades de la vida fueron quitadas de Jesús en Su ministerio. Hay pastores que escogen una iglesia basado en los beneficios que ellos recibirán de esa iglesia. Jesús nos dice que aquéllos que le sirven a veces tendrán que conformarse sin las comodidades y lujos de la vida. Aquéllos que ministran para el Señor necesitan estar dispuestos a hacer sacrificios.
Otro hombre se acercó a Jesús y le dijo que él quería seguirlo pero él quería cuidar de su padre primero. El padre del hombre era probablemente muy viejo y enfermo. Puede ser que él quería cuidar de su padre hasta que él muriera y entonces él seguiría a Jesús. Jesús le dijo que él debía dejar que los muertos enterraran a los muertos.
La frase deja que los muertos entierren a los muertos no es fácil de entender. Puede ser que el Señor Jesús está diciéndole al hombre que dejara que su familia espiritualmente muerta o incrédula cuidara de su padre. Como creyente, él tenía un llamado superior en su vida. Dios estaba llamándolo a dejar a su padre para servirle. Jesús no está diciéndonos aquí que ignoremos las necesidades obvias de nuestra familia. Lo que él está diciendo, sin embargo, es que hay momentos cuando el Señor nos llama a dejar las familias y nuestras comodidades para seguirle a Él.
Esta misma idea se expresa en Lucas 9:61. Aquí otro hombre vino a Jesús y le dijo que él quería regresar para decirle adiós a su familia antes de que él lo siguiera. Jesús le dijo que si él ponía su mano en el arado y miraba hacia atrás, él no era digno del reino de Dios.
Estos encuentros están en el contexto de Jesús decidiendo ir a Jerusalén. Al comprometernos a servir al Señor, el enemigo intentará desanimarnos en nuestra decisión. Él pondrá obstáculos en nuestro camino. Él nos tentará con más dinero o más comodidad. Él pondrá cosas buenas delante de nosotros para distraernos de nuestro llamado. Aquí en este pasaje, aquéllos que vinieron a Jesús fueron distraídos con las necesidades de la familia. Hay muchos obstáculos que llegan a nuestro camino. Jesús nos demuestra, por su actitud, que hay momentos cuando tendremos que conscientemente fijar nuestras mentes para hacer lo que nosotros sabemos que Dios está llamándonos a hacer. Esto requerirá que nosotros nos apartemos de las distracciones en nuestro camino y le demos un solo enfoque a nuestra mente. También requerirá que nosotros activamente resistamos al enemigo y sus tentaciones para desanimarnos.
Si Dios lo ha llamado a hacer algo, espere oposición por parte del enemigo. Como que Jesús, sin embargo, decida en su mente hacer la voluntad y propósito de Dios. Activamente resístase a los esfuerzos de Satanás para desanimar y debilitar su decisión. Cuando Dios llama, Él espera que nosotros avancemos en ese llamado. Cuando Él nos da dones, Él espera que nosotros usemos esos dones. No se desanime. Como Jesús, decida en su mente hacer la voluntad de Dios y decida romper con todos los obstáculos que el enemigo ponga en su camino.
Para Considerar:
- ¿Ha usted sentido alguna vez al enemigo intentando desanimarlo en su ministerio y en su andar con el Señor? Explique.
- ¿Qué tipo de obstáculos el enemigo ha puesto en su camino?
- ¿Cómo puede el enemigo usar buenas y legítimas necesidades para mantenernos alejados de la voluntad específica de Dios para nuestras vidas?
- ¿Se ha encontrado usted desviándose haciendo cosas buenas que no eran la voluntad de Dios para su vida? ¿Cuáles fueron esas cosas?
Para Orar:
- Pida al Señor que le dé una convicción profunda de Su propósito y voluntad para su vida.
- Pida al Señor que le ayude a resistirse a las tácticas del enemigo para desanimarlo en su ministerio y en su andar con el Señor.
- Pida al Señor que le permita enfocarse en su ministerio.
- Agradezca al Señor que Él decidió ir a la cruz por nosotros. Agradézcale que Él venció las tentaciones y desánimos que plagaron su camino a esa cruz.
36 – Los Setenta y dos son Enviados
Lea Lucas 10:1-20
Ya hemos visto cómo el Señor Jesús, algún tiempo antes de los eventos de este capítulo, envió a sus discípulos, dándoles poder para sanar toda forma de enfermedades y para echar fuera demonios. Esta vez, el Señor envía setenta y dos discípulos. Algunos manuscritos mencionan setenta discípulos en vez de setenta y dos, el problema parece ser gramatical. ¿Envió Jesús setenta discípulos de dos en dos o setenta y dos discípulos en dúos? No es nuestro propósito decidir cual es el número correcto. Lo que es significativo es que el número ha crecido.
Aquí hay un grupo de setenta y dos discípulos en un viaje misionero con el poder de Dios en ellos para predicar y ministrar en el nombre del Señor Jesús. Estos individuos salieron de dos en dos. Nos necesitamos mutuamente en el ministerio. Al salir en parejas ellos podrían cuidarse y apoyarse mutuamente. Note aquí que el Señor mandó a estos discípulos antes que Él a los lugares que Él iba a visitar. Ellos iban a preparar a las personas para la llegada del Señor.
No debemos pasar por alto el hecho de que esos individuos estarían yendo a los lugares que Jesús iba a ir. Ellos necesitaban estar a tono con lo que el Señor Jesús quería hacer. Ellos no debían tener su propio itinerario, sino que debían seguir los propósitos de Señor. Aquí hay una importante lección espiritual para nosotros. ¿Cuantas veces planificamos y hacemos lo que creemos que es correcto en vez de buscar al Señor y Su propósito? Si queremos ser efectivos en nuestros ministerios, necesitamos sabes qué es lo que el Señor quiere que hagamos. Necesitamos buscar de Él y Su propósito. Necesitamos bendecir lo que Él está bendiciendo. Necesitamos buscar Su corazón en cuanto a donde y cómo ministramos.
Jesús les recordó a Sus discípulos, mientras ellos salían, que la mies era mucha pero que los obreros eran pocos. Les alentó a orar para que el Señor de la mies enviara obreros a Su mies. Ya hemos examinado este versículo en otro contexto. Sin embargo, es importante señalar, que es el Señor el que escoge y envía obreros en respuesta a la oración. A la luz de la necesidad de obreros en la mies, los discípulos debían orar. El Señor escucha sus llamadas de auxilio y envía obreros que Él escoge. Hay obreros en la viña del Señor que nunca han sido llamados por Dios, ellos sirven, como los líderes del tiempo de Jesús, para ser notados por la gente y para recibir elogios. Dios mismo es quien llama y envía. Es importante que reconozcamos ese llamado en nuestras vidas y que hagamos lo que Él nos está pidiendo hacer.
Jesús les recordó a los setenta y dos discípulos que Él los estaba enviando como corderos en medio de lobos. El cordero es una criatura gentil y débil. Es susceptible al ataque del lobo. Los lobos se alimentan de los corderos. Noten que aquí Jesús usa el término “cordero” y no “oveja” en esta traducción. Un cordero es una oveja inmadura. No tiene la fuerza ni la sabiduría de una oveja madura. Jesús no duda en mandar a Sus discípulos como corderos en medio de lobos. Él sabía que incluso como corderos, ellos serían capaces de superar los ataques de los lobos que encontrarían a su alrededor. Aquellos discípulos no eran tan maduros como podían haber sido. No tenían años de experiencia en su haber, pero Jesús los mandó de todos modos. Lo hizo para demostrarles que la batalla no es para los fuertes sino para aquellos que confían en Él. Eso es alentador, pero también nos hace humildes. Dios no necesita nuestra fuerza o nuestra sabiduría… Él puede usarnos tal y como somos. Cuán fácil sería para los doce discípulos que habían vivido y trabajado con Jesús por casi tres años mirar a aquellos corderitos jóvenes y cuestionar la sabiduría del Señor al mandarlos a la mies. No debemos atrevernos a limitar al Señor y Su habilidad. Estoy también agradecido porque Él puede usar los esfuerzos de los “corderos jóvenes” para llevar a cabo Sus propósitos.
Note que el Señor retó a estos discípulos a no llevar ni bolsa ni alforja para el viaje. En otras palabras, no debía llevar ni dinero ni provisiones. Debían confiar en el Señor y en Su provisión para el viaje. El obrero era digno de su salario; es importante que nos percatemos de que este era un mandato específico de Jesús a este grupo en aquel momento. Él quería fortalecer la fe de ellos y enseñarles acerca de Su provisión. Nuevamente es importante comprender la dirección particular de Dios para cada situación. No debemos ver este pasaje como una enseñanza de que cada siervo de Dios necesita ir sin provisiones. Dios tiene varias formas de proveer para nuestras necesidades. Es necesario que busquemos personalmente Su corazón para nuestra situación.
Aquellos discípulos no debían saludar a nadie en el camino. Debemos comprender aquí que el saludo al que se está haciendo referencia no es mero gesto de decir adiós con la mano o un amistoso “hola”. En esta cultura, el saludar a una persona era un hecho significativo que requería mucho tiempo y esfuerzo. Lo que Jesús parece estarle diciendo a sus discípulos es que ellos eran hombres que estaban en una misión de la cual no debían distraerse. Ellos debían renunciar a los placeres de la vida por un tiempo para cumplir con la misión que les había sido encomendada. No tenían tiempo para socializar o para entretenerse. Jesús estaba listo para Jerusalén y para la muerte que le esperaba allí. Sus discípulos debían hacer lo mismo. Había mucho que hacer, el día de la muerte de Cristo estaba acercándose; no había tiempo que perder.
Una vez más, debemos ver este mandato como uno especial de Jesús para los setenta y dos discípulos que él estaba enviando. Ciertamente no hay nada malo en ser hospitalario y en pasar tiempo socializando con las personas. De hecho, el Nuevo testamento estimula la hospitalidad (Romanos 12:13; 1 Pedro 4:9) y hace de la hospitalidad una de las características de un obispo (1 Timoteo 3:2)
Noten lo que Jesús les dijo a Sus discípulos en los versículos cinco al siete. Les dijo que debían encontrar una casa en el pueblo donde ministrar. Si eran bien recibidos en esa casa debían bendecirla diciendo, “paz sea a esta casa” (versículo 5). Esas no eran simples palabras. Había una razón por la cual el Señor les mandó a hablar de aquella manera. El Señor las escucharía y enviaría una bendición de paz sobre el hogar que recibiera a Sus siervos. Dios honraría aquel hogar por su bondad para con Sus siervos. Si ellos encontraban una casa donde eran bienvenidos, debían quedarse allí mientras que estuvieran ministrando en el pueblo. La bendición de Dios estaría sobre aquella familia, y Dios los recompensaría por la bondad mostrada a Sus siervos.
El Señor les dijo a Sus discípulos que no debían pasarse de una casa a la otra, sino que en vez de eso debían contentarse con los que Dios les había dado. ¿Pudiera ser que este mandado era para evitar que los obreros buscaran las mejores casas donde ellos pudieran estar más cómodos? Aquella no debía ser su preocupación, sino que debían contentarse con la provisión del Señor y no ir buscando más de lo que Él quería proveerle.
Cuan importante es para nosotros entender el principio que yace detrás de este mandato del Señor. Tal vez usted haya conocido obreros cristianos que se mueven de un lugar a otros en busca de salarios más altos o medios más confortables. En vez de invertir sus esfuerzos en hacer la obra, su interés se centra en su comodidad y facilidad personales; están constantemente buscando una iglesia con mayores beneficios y un salario más alto. Jesús les dijo a Sus discípulos que el obrero es digno de su salario pero que no debían invertir su tiempo buscando mejores o mayores cosas. Debían aprender a contentarse con la provisión de Dios para el momento. Cuando fueran a un pueblo debían comer lo que les pusieran delante y aprender a contentarse con lo que recibieran. Debían recibirlo con gratitud, como si viniera del Señor.
A los setenta y dos discípulos se les asignó la tarea de sanar a los enfermos y decirle a aquellos que conocieran que el Reino de Dios estaba cerca. Ellos debían demostrar la realidad de ese reino liberando a las personas del poder del diablo.
Si entraban a un pueblo en el que no eran bien recibidos, debían sacudir el polvo de sus pies y marcharse, no podían quedarse donde no los recibían bien. Había demasiadas personas y demasiadas necesidades para quedarse donde no eran bienvenidos. El Señor estaría al tanto de aquellos que no recibieran a Sus siervos. Les dijo que sería más tolerable el castigo para Sodoma que para aquella ciudad que los rechazara. Sodoma fue destruida por juicio de Dios en los tiempos de Abraham (ver Génesis 19). Dios respalda a Sus siervos, rechazarlos es rechazarlo a Él.
Jesús profetizó la devastación de las ciudades que vieron las obras maravillosas de Dios en medio de ellas pero lo rechazaron. Corazín y Betsaida fueron malditas, Jesús les dijo que si Tiro y Sidón hubiesen visto los milagros que ellas habían visto se habrían arrepentido. El mismo mensaje fue para Capernaum. Pensaron que serían honradas pero fueron abatidas hasta lo más profundo. Estas ciudades habían visto las obras de Dios y habían rechazado lo que vieron, serían humilladas y juzgadas por Dios. El juicio de Dios es más severo en aquellos que tienen la oportunidad de oír pero rechazan el mensaje. Cuando Jesús mandó estos setenta y dos discípulos lo hizo con Su autoridad, cualquiera que los oyera estaría escuchando a su Señor. Cualquiera que los rechazara estaría rechazándolo a Él.
Estos setenta y dos discípulos salieron con la seguridad de que la derrota a Satanás estaba segura. Jesús les dijo que había visto a Satanás cayendo como un rayo del cielo, eso ya había ocurrido. Satanás estaba ahora en la tierra haciendo todo lo que podía para destruir la obra de Dios. Esos pequeños corderitos estaban siendo enviados a su territorio. A esos corderos, Jesús les dio poder y autoridad para pisotear serpientes y escorpiones y para superar al enemigo. Nada los dañaría. La mano protectora de Dios estaría sobre ellos para librarlos de los ataques del maligno. Mientras que esa promesa era particularmente para los setenta y dos, ésta tiene aplicación para nosotros también en la actualidad cuando ministramos en Su nombre. Él nos protegerá y nos guardará cuando respondemos a Su llamado para cumplir con Su propósito.
Que maravilloso privilegio tuvieron esos discípulos cuando salieron en el nombre del Señor, con Su autoridad, a sanar a liberar a las personas de las ataduras del enemigo. Sería fácil para ellos regocijarse en el poder y la autoridad que el Señor les había dado. Hay muchos que adoran la autoridad y el poder que se les confieren. Sin embargo, noten que Jesús les dice a esos discípulos que se regocijen en el hecho de que ellos son hijos de Dios. Su atención debe estar en Dios y no en la autoridad que Él les ha dado. Ellos debían encontrar más gozo en su relación con Dios que en lo que podían hacer por Él.
En esta sección vemos como el Señor específicamente llamó setenta y dos individuos para ministrar en Su nombre. Ellos debían ir donde Él iría. Ellos no debían dejarse atrapar por una búsqueda de los placeres y las riquezas de este mundo. Debían aprender como contentarse con la provisión de su Señor y confiar en Él para todas las cosas. Al salir en Su nombre, iban con Su autoridad y protección. Serían Sus representantes en un mundo de tinieblas. Hablarían en su nombre y tendrían la victoria. Aunque eran pequeños corderos, Satanás huiría de ellos porque se movían en la autoridad del Señor. Ellos no podían dejarse cautivar por esa autoridad y poder sino que, en vez de eso, debían regocijarse en su relación con Dios.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del tipo de personas que Dios puede usar? ¿Tenemos que ser maduros y bien educados para que Dios nos use? ¿Cuál es el significado de la palabra “cordero” aquí en este pasaje?
- ¿Alguna vez se ha encontrado usted regocijándose en suposición de líder espiritual o en los maravillosos dones y la autoridad que Dios le ha dado? ¿Qué reto ofrece este pasaje para esa actitud? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del objeto de nuestro regocijo?
- ¿Qué tipo de cosas usa Satanás para distraerte de tu ministerio y de tu andar espiritual?
- Aquí vemos que el Señor retó a Sus discípulos a ir donde Él iría y a no perder el tiempo con aquellos que no querían recibir su ministerio. ¿Cuando sabes que es momento de continuar en tu ministerio hacia otra personas o hacia otro lugar?
Para Orar:
- Pida al Señor que le ayude a ver más claramente el ministerio al que Él le ha llamado.
- Pida el Señor que lo proteja de la tentación de regocijarse en suposición y en sus dones más que en su relación con Él.
- Pida el Señor que aumente Su poder y autoridad en su vida.
- Agradezca al Señor porque aunque no siempre estamos donde debíamos estar en nuestra madurez con Él, aún así puede usarnos para el avance de Su reino.
37 – Revelado a los Niños
Lea Lucas 10:21-24
El Señor Jesús había enviado setenta y dos discípulos a ministrar en Su nombre. Ellos debían ir a los lugares donde Él mismo iría. Jesús les dijo que irían como corderos en medio de lobos. La batalla sería intensa. Sin embargo, no dudó al enviarlos en estas condiciones porque sabía que ellos estarían yendo bajo la protección y la dirección del padre, que estaría rodeándolos y envistiéndolos de poder.
Mientras Jesús les daba a los discípulos las instrucciones para el viaje, Él parecía explotar de gozo. El versículo 21 nos dice que estando lleno de gozo por el Espíritu Santo y comenzó a alabar al Padre. ¿Qué fue lo que provocó esta explosión de gozo en el Espíritu Santo? El contexto indicaría que tiene que ver con el hecho de que estaba enviando a los discípulos a la cosecha. Hay algo maravilloso acerca de la imagen del Señor Jesús regocijándose. Se regocijaba por sus obreros. Sin embargo, note la razón por la que se regocijaba en ellos. El versículo 21 nos dice que él estaba alabando al Padre porque tenía cosas ocultas de los sabios y entendidos y las había revelado a los niños pequeños. Las “cosas” que el Padre reveló a esos niños eran de naturaleza espiritual. Eran cosas relacionadas con el reino de Dios. Cuando Jesús vio a sus discípulos irse a cumplir su misión, vio niños débiles y pequeños. Ellos eran corderos sin experiencia, pero tenían algo que los más sabios, los más fuertes y los más experimentados no tenían. Ellos tenían conocimiento del poder y la unción de Dios. Iban en la autoridad del Padre. Mientras Jesús los veía marchar se regocijaba en Su corazón porque sabía que ellos vencerían al enemigo.
¿No es maravilloso que Dios mire desde el cielo y se regocije con tu ministerio? Su corazón se emociona cuando te ve moverte en el territorio del enemigo y ganar una rotunda victoria. Salimos como pequeños niños sin experiencia. Salimos como ovejas indefensas enfrentando lobos feroces, pero al salir, el corazón de Jesús salta de alegría porque sabe cómo tiembla el infierno al ver esas ovejas. Su corazón se emociona porque el poder de Dios está siendo demostrado a las fuerzas del infierno a través de niños aparentemente insignificantes e indefensos.
Lo importante que debemos entender en esta sección es que los secretos del reino son revelados a los simples. No se revelan a aquellos que creen que no los necesitan. El poder de Dios no es dado a aquellos que creen que son fuertes por ellos mismos. La sabiduría de Dios es ocultada a aquellos que creen que su propia sabiduría es suficiente. Si vamos a la batalla creyendo que nuestra experiencia y nuestro entrenamiento serán suficientes seremos derrotados. Si, por el contrario, vamos con la idea de que debemos confiar en la dirección y la guía del Señor, de seguro que triunfaremos. Las fuerzas del infierno no podrán conquistarnos.
El Padre ha confiado todas las cosas en manos de Su Hijo. La Salvación del mundo depende del Señor Jesucristo y Su obra. El poder para derrotar estaba en el Señor Jesucristo. Las fuerzas del infierno temblaron ante esta idea. Se retiraron con sólo mencionar Su nombre. En el nombre de Jesús, fueron liberados los prisioneros atados por Satanás. En ese momento Jesús preparó a los discípulos para salir investidos de Su autoridad. Estos discípulos salieron con la unción y la sabiduría del Hijo de Dios que había recibido toda autoridad de parte del Padre. No podía haber una autoridad o un llamado mayor que aquel.
En el versículo 23, Jesús miró a sus discípulos y les dijo lo bienaventurados que eran por habérsele dado la posibilidad de ver. Ellos habían visto a Jesús, la esperanza de las naciones. Ellos habían escuchado Su voz y estaban saliendo en aquel momento en el poder de Su Santo Espíritu. Los profetas anhelaban el día en que el Mesías sería revelado. Deseaban ansiosamente estar vivos y poder sentarse a Sus pies. Añoraban conocer el poder de Su presencia en sus vidas. Aquellos vivieron la experiencia de la que los profetas sólo pudieron hablar. Ellos estaban saliendo al mundo con una verdad que podía transformar radicalmente. Una verdad que podía hacer que los poderes de las tinieblas se escondieran. Esos niñitos tenían un mensaje que cambiaba vidas. Eran un ejército al que debía temerse. En eso el Señor se regocijaba.
El poder del ministerio no reside en nuestra experiencia o nuestra elocuencia. Incluso simples creyentes pueden ser usados poderosamente por Dios cuando ellos saben que la fuente de ese poder no está en ellos mismos. El Señor Jesús se regocija en usar niños pequeños y sin experiencia para destruir las poderosas fuerzas de las tinieblas.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la manera en que Cristo se regocija en nuestros ministerios?
- ¿Qué aprendemos aquí acerca del secreto de un ministerio exitoso?
- ¿Hasta qué punto depende usted de sus propias habilidades en su ministerio? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de nuestra necesidad de confiar en Cristo?
Para Orar:
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted ha creído que sus fuerzas o su sabiduría eran suficientes para el ministerio.
- Agradezca al Señor porque Él se deleita en su ministerio y le da todo lo que usted necesita para vencer.
- De gracias a Dios por la manera en que Él nos capacita como pequeños niños para derrotar incluso a las fuerzas más feroces de las tinieblas.
38 – La Parábola del Buen Samaritano
Lea Lucas 10:25-37
En una ocasión un intérprete de la Ley se acercó a Jesús para probarlo. Los maestros de la Ley siempre estaban tratando de criticar al Señor Jesús y su doctrina. Este maestro en particular le preguntó a Jesús qué podía hacer para heredar la vida eterna. El hecho de que estaba tratando de probar a Jesús puso en tela de juicio su sinceridad. Parece que está más interesado en engañar a Jesús para que diga algo que él pueda usar en su contra que en entender realmente lo que puede hacer para tener la vida eterna. Obviamente él ya tenía su opinión sobre este asunto.
Frecuentemente, Jesús había dicho a sus oyentes que Él era en camino a Dios. Esta enseñanza en específico alteraba a los maestros de la Ley. Ellos no veían cómo Jesús podía ser tan atrevido en aseverar que sólo Él era el camino a Dios. Para ellos, esta era una blasfemia. Tal vez este maestro estaba tratando de que Jesús dijera que Él era el único camino para ellos poder acusarlo de blasfemia.
Jesús estaba consciente de lo que ese hombre estaba tratando de hacer, y no cayó en su trampa. En vez de eso, le interpeló con una interrogante. “¿Qué está escrito en la Ley?” “¿Cómo lo lees?” le preguntó Jesús (versículo 26).
El maestro respondió a Jesús en el versículo 27 citando Deuteronomio 6:4-5:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús le dijo a aquel maestro que había respondido correctamente. Le dijo que si podía amar al Señor su Dios con todo su corazón y alma y mente y a su prójimo como a sí mismo, él viviría. Esta afirmación necesita ser analizada en detalle.
¿Le está diciendo Jesús a este hombre que si obedecía este mandamiento podía ir al cielo? Lo que necesitamos comprender aquí es que si fuera posible para nosotros amar al Señor Dios con todas nuestras fuerzas y nuestro corazón y alma y a nuestro prójimo como a nosotros mismos podríamos ir al cielo. EL problema es que, aparte del Señor Jesús, no ha habido nadie en la historia de este mundo que haya sido capaz de hacer esto. Nuestra naturaleza humana llena de pecado nos impide amar al Señor con todo nuestro corazón. Somos egocéntricos por naturaleza. Con gran frecuencia no podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si pudiéramos cumplir ese mandamiento fuéramos perfectos. Sin embargo, todos nos quedamos por debajo de la norma que Dios ha establecido para nosotros. Es por eso que Jesús vino, lo hizo porque nosotros éramos incapaces de amar a Dios con nuestro corazón, alma y mente. Él vino porque no podíamos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si usted puede ser perfecto, usted puede tener la vida eterna, es lo que Jesús está diciendo a este hombre. Si usted no puede serlo entonces necesita un Salvador.
El hombre comprendió lo que Jesús le estaba diciendo. Mientras Jesús hablaba, él comenzó a examinarse. Sabía que no llegaba a la norma que Dios había establecido en Su Palabra y sentía la necesidad de justificarse. En particular, sabía que era culpable de no amara a su prójimo. Para justificarse preguntó a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?” (Versículo 29).
Hay algo que necesitamos señalar en el enfoque de este maestro de la ley. Aquí tenemos a un hombre que entendía la Ley. Era un hombre inteligente y podía recitar las Escrituras de memoria. También podía razonar y tergiversar las Escrituras de manera que respondieran a sus necesidades específicas. He visto esto suceder muchas veces. Tal vez usted ha encontrado individuos que, el su afán por justificar su pecado, tergiversan el significado de las Escrituras para convencerse a sí mismos de que lo que están haciendo es correcto. Si usted toma un pasaje de la Escritura y lo saca de contexto usted puede hacer que signifique lo que usted desee. La Escritura dice que este maestro de la ley debía amar a su prójimo como a sí mismo. En vez de tomar este versículo con su verdadero significado, él preguntó: “¿Quién es mi prójimo?” (Versículo 29). Él sabía el significado obvio de esa palabra pero para justificar su pecado quiso redefinir el término “prójimo” para que no incluyera a ciertas personas. Él quería crear una doctrina que le permitiera odiar a ciertas personas y aun así estar a tono con las Escrituras. En la actualidad vemos esa malinterpretación de la Palabra. Satanás es un maestro en tergiversar la Escritura. ‘Él hizo que Eva cayera en pecado alterando el significado de la Escritura para satisfacer su necesidad. Vean lo que le dijo a Eva en Génesis 3:1:
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
En realidad Satanás estaba diciendo algo como esto: “Eva, tú sabes lo que dijo Dios pero, ¿es eso lo que Él realmente quiso decir?” Eso es lo que el maestro de la ley está preguntando aquí. “Jesús”, le dijo, “yo sé que la ley dice que debo amar a mi prójimo pero, quién es realmente mi prójimo”. A quien él amaba dependía de su definición de “prójimo”. Él podía definir esta palabra de cualquier manera que mejor justificara su odio. Debemos tener cuidado de no caer en esa trampa.
Como respuesta a su pregunta Jesús narró una historia, una muy simple. La historia de un hombre que iba de Jerusalén a Jericó. Esa era una distancia de aproximadamente diecinueve millas o alrededor de treinta y un kilómetros. Mientras viajaba, cayó en manos unos ladrones que lo golpearon, le quitaron las ropas y lo dejaron medio muerto en el camino. Pasó un sacerdote por el camino y cuando vio el hombre pasó de largo pues no quería contaminarse, por ley, un sacerdote no podía tocar un cadáver. ¿Podría ser que usó la ley como excusa para no ministrar a aquel hombre?
El segundo en pasar por allí fue un Levita. Los Levitas eran escogidos por Dios para servir en el templo y estaban involucrados en variedad de tareas en la adoración a Dios. Aquel Levita también pasó de largo sin ayudar al hombre. Tal vez tenía deberes que cumplir en el templo aquel día y estaba apurado tratando de llegar a tiempo.
Finalmente, un Samaritano pasó por el lugar. Los judíos odiaban a los Samaritanos. Hacían todo lo posible por evitar contacto con ellos. Este Samaritano, a diferencia de los demás, tuvo misericordia de aquel hombre que había sido asaltado. Curó sus heridas. Puso al herido en su asno y lo llevó a un mesón donde pudiera recuperarse. Al día siguiente, hizo arreglos con el mesonero para que atendiera las necesidades del hombre y le pidió que pusiera los gastos a su cuenta.
Cuando terminó de contar la historia, Jesús le preguntó al maestro de la ley, “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? (versículo 37). La respuesta fue obvia. El maestro respondió, “El que tuvo misericordia de él”. Fue el odiado y detestado Samaritano el prójimo del hombre herido.
¿Qué le estaba diciendo Jesús al maestro de la ley? Le estaba diciendo que debía amar a sus enemigos y preocuparse por cualquiera que estuviera en necesidad cualquiera que fuera esa persona. Le estaba diciendo al maestro que no debía tergiversar las Escrituras para acomodarlas a sus necesidades o prejuicios, sino que debía amar como Dios amaba. Jesús concluyó la conversación diciendo “ve y haz tú lo mismo” (versículo 37). Él debía amar a los Samaritanos y a sus peores enemigos como a sí mismo.
Jesús no le estaba diciendo al maestro que con sólo amar a sus enemigos podía ir a cielo, le estaba mostrando su pecado. Él había venido a Jesús para engañarlo, para tratar de encontrar una razón para acusarlo. Había llegado con engaño y con odio en su corazón, Trayendo intenciones malignas. Fue reprendido por sus propias palabras. Regresó habiéndose percatado de que su corazón estaba lleno de maldad, de engaño y de odio. Fue a acusar pero regresó comprendiendo cuán lejos estaba del reino de Dios. El maestro se condenó a sí mismo con sus propias palabras. Él necesitaba un Salvador.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez usted o alguna persona que usted conoce ha sido culpable de tratar de justificar sus acciones tergiversando las Escrituras? De algunos ejemplos de cómo podemos cambiar el significado de la Escritura para justificar nuestro pecado
- De acuerdo con este pasaje, ¿por qué necesitamos un Salvador?
- Tome un momento para examinar cómo Jesús manejó esta situación con aquel hombre que vino a Él con intenciones hostiles. ¿Cómo ayudó el enfoque de Jesús a manejar lo que pudo haber sido una situación muy explosiva?
- ¿Tiene usted algún enemigo? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del tipo de relación que necesitamos tener con ellos?
Para Orar:
- Agradezca al Señor porque Él envió a Su Hijo para que fuera nuestro Salvador. Agradézcale porque nuestra salvación no está en la manera en que guardamos la ley sino en la obra que Cristo terminó en la cruz.
- Pida el Señor que le muestre si usted alguna vez ha sido culpable de justificar su pecado distorsionando las Escrituras. Pídale que le de gracia para vivir en absoluta obediencia.
- ¿Tiene usted problemas con alguna persona en particular en su vida? Pida el Señor que le de gracia para amarlos como Él manda que les amemos.
39 – María y Marta
Lea Lucas 10:38-42
Jesús y sus discípulos iban de camino a Jerusalén. En su viaje llegaron a una villa en la que vivía una mujer llamada Marta. Ella tenía una hermana llamada María. De lo que sabemos acerca de Marta, ella parece tener el don de la hospitalidad. Cuando escuchó que Jesús y sus discípulos estaban llegando a la ciudad los invitó a su casa a comer.
Debe señalarse aquí que el ministerio de Jesús y sus discípulos era apoyado por individuos como Marta. Ese continuaría siendo el patrón en cada iglesia. A pesar de que no siempre se mencionan los individuos que apoyaban a esos predicadores y evangelistas itinerantes, ellos eran necesarios para el avance del evangelio. Tal vez usted no tiene un llamado a salir a predicar el evangelio como los discípulos pero puede apoyar a aquellos que lo hacen. Esos ministerios de apoyo no siempre reciben el honor que merecen. Marta estaba involucrada en el apoyo del ministerio. No podía predicar pero podía ofrecer hospitalidad a aquellos que lo hacían.
Recuerdo que alguien me dijo un día que mi mayor fortaleza era también mi mayor debilidad. En otras palabras, si no controlamos nuestras más grandes fortalezas éstas pueden convertirse rápidamente en un obstáculo para nosotros. Muchas veces he sido consciente de esto en mi vida y en mi ministerio. Esto constituía un problema con el que Marta tenía que lidiar en su vida también. El mismo don que usó para el Señor se convirtió en una barrera en su andar con el Señor y su relación con su hermana. Necesitamos aprender a usar nuestros dones. Los dones que el Señor nos da son maravillosos y útiles para el reino de Dios, pero si no se usan adecuadamente pueden ser un impedimento en nuestro trabajo. Noten lo que le sucedió a Marta en este pasaje.
Marta tenía una hermana llamada María. Cuando Jesús y sus discípulos vinieron a la casa de Marta, María decidió que iba a sentarse a sus pies y a escuchar lo que Él tenía que decir. Esta fue una oportunidad maravillosa para María. Ella escuchó a Jesús y absorbió cada palabra que dijo.
Parta, por su parte, estaba muy distraída con los preparativos para la cena. La palabra “distracción” en griego tiene el sentido de ser apartado o excesivamente preocupado. ¿Ven lo que está sucediendo aquí? Marta estaba usando su don, pero al hacerlo estaba distrayéndose de lo que era más importante. El don que ella tenía comenzó a ser más importante que el Señor mismo.
Es muy fácil que esto suceda. Podemos centrarnos intensamente en nuestro ministerio que ya no tenemos tiempo para desarrollar nuestra relación con el Señor. Muchas veces Jesús tenía que apartarse de las personas que lo seguían para pasar tiempo a solas con Su padre. Hay individuos que viven para usar sus talentos. Son llevados a predicar, a evangelizar, a ministrar de una manera u otra, pero han perdido de vista al Señor y a su relación personal con Él. Si Dios les quitara el don que les ha dado, no tendrían nada por lo que vivir. Estas personas han olvidado su primer amor. Sus ministerios los han distraído.
Marta experimentó otro problema aquel día. El versículo 40 nos dice que ella vio a María sentada a los pies de Jesús y se lo dijo a Él. Ella le pidió a Jesús que le dijera a María que la ayudara. Incluso comenzó a acusar a Jesús de no preocuparse por ella en todas sus ocupaciones. Frecuentemente vemos las cosas a través de nuestros dones espirituales. Si usted es evangelista usted ve la necesidad de compartir el mensaje de salvación con todos los que usted conoce. Los que tienen dones para servir verán las necesidades prácticas de la gente. Así es como debe ser, pero necesitamos comprender que nuestros dones pueden muchas veces impedirnos ver las cosas desde la perspectiva de los demás. El don de Marta le impedía ver la perspectiva de María. Todo lo que veía Marta era la necesidad de preparar la comida. Ella no podía ver la perspectiva de María.
Dios nos ha dado diferentes dones y nos ha capacitado para ver el mundo a través de esos dones. Los que tienen el don de misericordia tendrán una perspectiva a la de los que tienen el don de evangelismo. Los maestros verán necesidades distintas a las que ven los que tienen el don de servicio. Dios ha diseñado Su cuerpo de esa manera para que cada miembro vea distintas necesidades y alcance a los que las tienen. Sin embargo, el problema es que si no tenemos cuidado, esas diferentes prioridades también pueden dividirnos.
Marta permitió que su don causara división entre ella y su Hermana. Permitió que su don la distrajera en su relación con el Señor. Jesús escuchó pacientemente la petición de Marta y le dijo que estaba afanada por muchas cosas. En el versículo 42 le recordó que lo que ella necesitaba hacer en aquel momento era lo que estaba haciendo María. En otras palabras, necesitaba detenerse un momento, tomar aliento y concentrarse. Necesitaba aminorar la marcha lo suficiente para ver de Nuevo a su Señor.
Es importante que notemos aquí que el Señor nunca condenó el ministerio de Marta. Su ministerio era esencial; de lo que Él si le habló fue de tener perspectiva. Ella había permitido que su ministerio se convirtiera en una barrera entre el Señor y su hermana María. Cuán importante es que mantengamos las cosas en perspectiva. Necesitamos recordar por qué servimos. Nunca debemos permitir que nuestras ocupaciones o ministerios alejen nuestra mirada del Señor Jesús y de nuestra relación con Él.
Para Considerar:
- ¿Cuáles dones o fortalezas le ha dado el Señor? ¿Qué dones o fortalezas te ha dado el Señor? ¿Cómo pueden esos dones o fortalezas convertirse en debilidades?
- ¿Alguna vez ha criticado el ministerio de alguien porque no se ha enfocado en lo mismo que usted? ¿Qué aprendemos en este pasaje que puede ayudarnos a tratar con esta actitud?
- Tome un momento para examinar su ministerio y andar con el Señor. ¿Qué cosas te están distrayendo de su enfoque en el Señor Jesús?
- ¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de los ministerios de apoyo “tras bastidores”? De ejemplos de este tipo de ministerio.
Para Orar:
- Pida el Señor que le ayude a tener los ojos fijos en Él.
- Agradezca al Señor por aquellos que han estado apoyando su ministerio y su andar spiritual.
- Pida el Señor que le haga tener una más profunda gratitud por su ministerio y por los dones de aquellos que ministran a su alrededor.
40 – Enséñanos a Orar
Lea Lucas 11:1-13
Hemos examinado ya la Oración del Señor en Mateo 6:9-14. En ese contexto, parece que el Señor repite algunas de las enseñanzas que da en Mateo 6. Para una mayor exposición de su oración vea los comentarios de Mateo 6:9-14.
El capítulo 11 comienza con el Señor Jesús orando en cierto lugar. El pasaje nos dice que los discípulos se acercaron a Jesús cuando Él terminó de orar y le pidieron que los enseñara a orar igual que Juan les enseñó a sus discípulos. No tenemos información sobre las enseñanzas de Juan acerca de la oración.
Los discípulos fueron obviamente tocados por la forma en que Jesús oró. Jesús les enseñó con ejemplo. Los discípulos vieron cuán importante era la oración para Él y cómo ésta tenía un papel importante en Su vida y Su ministerio. Al ver a Jesús, los discípulos se dieron cuenta de que ellos necesitaban aprender a orar si querían tener un ministerio efectivo. Su ministerio dependía se su búsqueda de Dios en la oración. Encuentro más bien extraño que en muchas Escuelas Bíblicas y seminarios hacemos poco énfasis en la oración. Juan el Bautista enseñó a sus discípulos a orar. Jesús demostró, con su propio ejemplo, la importancia de la oración. Él también le enseñó a sus discípulos a orar.
Mientras que la oración es tan simple como hablar con Dios, es a la vez mucho más complicado que eso. ¿Cómo sabemos por qué orar? ¿Cómo reconocemos la voz del Señor y Su guía cuando oramos? La repetición de una lista de peticiones no es el tipo de oración a la que nos referimos. Los discípulos vieron algo que les atraía en la vida de oración de Jesús. Ellos vieron intimidad y compañerismo. Los discípulos vieron pasión y poder en las oraciones de Jesús. Se conmovieron tanto por la relación que Jesús tenía con Su Padre que ellos mismos querían tener aquel mismo tipo de relación. Ellos vieron el poder que provenía del tiempo que Jesús pasaba con Su Padre. Vieron la sabiduría que emanaba de esos momentos de oración. ¿Es su tiempo de oración uno de intimidad entre usted y el Señor? ¿Encuentra usted fortaleza y sabiduría en ese tiempo para enfrentar el día? ¿Siente usted que recibe poder a través de sus momentos de oración? ¿Su vida y su ministerio reflejan el hecho de que usted ha estado con Dios? ¿Reconoce usted su guía y dirección a través de esos tiempos de oración? El tipo de oración que los discípulos querían a prender era de la que le abriera el camino a Dios y les hiciera experimentar Su presencia.
Jesús respondió la solicitud de sus discípulos enseñándoles la Oración del Señor. Esta oración estaba diseñada para ser una oración modelo. Ver las notas en Mateo 6:9-14 para una mayor explicación de esta oración.
En el versículo 5 Jesús enseña a sus discípulos la importancia de la perseverancia en la oración. Uno de los mayores obstáculos en la oración es la carencia de fe que persevera. Jesús les enseñó a sus discípulos una lección sobre la perseverancia contándoles una historia sobre un hombre que tuvo un visitante que llegó a medianoche. Él no tenía nada para darle de comer por lo que fue a pedirle a su vecino que le diera tres panes. El vecino le dijo que él y sus niños estaban ya en cama y que no podía levantarse a darle nada. Jesús les dijo a sus discípulos que aunque él no quería levantarse de la cama, si el hombre seguía llamando a la puerta, él se levantaría y le daría su pan para poder estar tranquilo y en paz.
Jesús siguió diciéndoles a los discípulos que si ellos pedían se les daría. El sentido de la palabra “pedir” en este pasaje indica una demanda constante. No es solamente pedir una sola vez, sino una petición constante. La misma idea se repite en las palabras “buscar” y “llamar”. Jesús les estaba enseñando a sus discípulos que no debían darse por vencidos en la oración. Jesús dijo que el que se mantiene pidiendo, buscando y llamando, recibirá. Si usted sigue buscando usted hallará y si sigue llamando a la puerta, ésta le será abierta.
Puede ser fácil para nosotros suponer que Dios titubea para responder nuestras oraciones. El hombre al que le pidieron pan lo dio sólo cuando su amigo siguió pidiendo. Algunas veces sentimos que es así como Dios ve nuestras oraciones. Sin embargo, este pasaje está diseñado para mostrarnos que si nosotros como humanos queremos responder las peticiones de nuestros amigos humanos cuando nos piden algo, ¿cuánto más no responderá Dios nuestras peticiones? Encontramos esto en los versículos 11 y 13.
En estos versículos Jesús les dio un ejemplo. ¿Si tu hijo te pide un pescado le darías una serpiente? ¿Si te piden un huevo serías tan cruel de darle un escorpión? La respuesta es obvia. Aunque somos seres humanos pecadores, todavía sentimos respeto por nuestros y proveemos para sus necesidades. Somos malos, pero aun así sabemos cómo darles buenas cosas a nuestros hijos. Jesús nos recuerda que nuestro Padre Celestial, que es perfecto, sabe cómo darnos lo que necesitamos.
Vean en el versículo 13 que Jesús menciona, particularmente, que Su Padre nos dará Su Espíritu Santo a todos los que lo pidan. ¿Por qué se menciona el Espíritu Santo en este contexto? ¿Puede ser porque los maravillosos dones y las bendiciones que pedimos vienen a través del Espíritu Santo? Él es la fuente de nuestra salvación. Él es la fuente de nuestra sabiduría y nuestro poder. A través de Él somos equipados con los dones para nuestro ministerio. Él es quien produce en nosotros el fruto de paz, amor, gozo, paciencia, bondad, amabilidad y todas las demás cosas que produce en nosotros el fruto del Espíritu. Todo lo que necesitamos lo recibimos a través del ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas. Si le pedimos al Padre Él nos enviará a Su Espíritu Santo para que nos equipe y nos bendiga con todas las bendiciones que nosotros necesitamos para nuestro ministerio y nuestro andar con Cristo.
Jesús enseñó a sus discípulos que la oración verdadera es la que persevera. Debemos seguir buscando, debemos seguir pidiendo, debemos seguir llamando. ¿Por qué Dios no responde nuestras oraciones rápidamente? Podría haber muchas razones para esto. Algunas veces no responde de inmediato para que entendamos que Él es quien tiene el control. Como conoce nuestros corazones, si pidiéramos y recibiéramos lo que queremos inmediatamente empezaríamos a pensar que Dios nos debía una respuesta. Cuando tenga que esperar por una respuesta recuerde que es Dios el que determina el tiempo. Es Él quien determina cuando y donde y cómo responderá su petición.
Algunas veces Dios se demora para ver cuán en serio estamos presentando nuestra petición. ¿Cuántas veces traemos nuestras oraciones a Dios sin pensar en ellas? Es fácil para nosotros pedir lo primero que nos viene a nuestra mente. ¿Cuánto realmente quiere esa respuesta de Dios? ¿La desea tanto como para orar por ella durante un año? ¿Oraría usted fielmente durante quince años por esa petición? Algunas veces pedimos a Dios cosas que realmente no queremos.
Jesús también les enseñó a sus discípulos que no sólo debían demostrar su seriedad en la oración por medio de la perseverancia sino que debían ir ante su Padre Celestial con expectativas. Si nosotros, que somos malos, nos damos buenas cosas los unos a los otros, debemos suponer que Dios responderá nuestras oraciones cuando pedimos cosas que son necesarias para la extensión de Su reino en nuestras vidas. Hay ocasiones en las que vamos a Dios sin tener esa expectativa. Este versículo nos dice que algunas veces esperamos más de seres humanos pecadores que lo que esperamos de Dios.
Si queremos saber cómo orar, Jesús nos dice que necesitamos ser lo suficientemente serios con respecto a nuestras peticiones como para no soltar a Dios hasta que responda. Debemos apropiarnos de Él y de Su palabra y no dejar de aferrarnos. Debemos perseverar. No ore por cosas para las que no está listo para persistir en oración. Si vamos a aprender a orar también debemos tener expectativas y fe. Vayamos a nuestro tiempo de oración con el pleno conocimiento de que Dios quiere dar toda buena dádiva a través de su Espíritu Santo. Vayamos con la certeza de que Él se deleita en nosotros más de lo que lo hacen nuestros amigos y padres terrenales, y Él quiere proveer para todo lo que necesitamos en nuestra vida y nuestra devoción. Nuestras dudas solamente impiden que Él responda. Si queremos aprender a orar debemos alejar nuestras dudas y venir a Él con brazos abiertos, sabiendo a ciencia cierta que cuando Él promete proveer Él lo hace. Espere grandes cosas de parte de Dios y persevere hasta que muestre su fidelidad a Su Palabra. Este fue el consejo de Jesús a sus discípulos que querían aprender a orar.
Para Considerar:
- ¿Por qué supones que Dios demora en responder nuestras oraciones?
- ¿Alguna vez le ha pedido a Dios cosas en las que no había pensado con seriedad? Explique.
- ¿Qué aprendemos en este pasaje acerca de la importancia de la perseverancia y las expectativas en la oración?
- ¿Qué papel desempeña la oración en su ministerio y en su andar con el Señor?
- ¿Usted ora con perseverancia y con expectativas?
- ¿Cómo este pasaje le estimula a usted en su vida de oración?
Para Orar:
- Pida el Señor que aumente sus expectativas y su fe en sus oraciones.
- Agradezca al Señor porque Él promete proveer para usted en cada necesidad.
- Pida a Dios que le perdone por las veces que usted no ha sido fiel en la oración y por las veces que usted ha dudado de Él.
41 – Ay de los Fariseos
Lea Lucas 11:37-54
Jesús frecuentemente tenía problemas con los Fariseos. Ellos siempre estaban buscando una ocasión para encontrar culpa en Su doctrina y Su ministerio. De todas las personas a las que Jesús le ministró, los Fariseos eran los más religiosos. Ellos eran, a la vez, los que estaban más lejos de la verdad.
En una ocasión, una Fariseo invitó a comer con él. Esto en sí mismo era ya un gran paso para un Fariseo. Invitar a alguien a comer contigo era una manera de honrar a esa persona. Los Fariseos se mantenían alejados de las personas de “fe y prácticas dudosas o cuestionables” Ciertamente ellos incluían a Jesús en esa categoría. No está claro si un fariseo estaba interesado en escuchar lo que Jesús tenía que decir o si sólo estaba interesado en usar esa oportunidad para encontrarle culpable.
Jesús aceptó la invitación de ir a la casa de ese Fariseo y se reclinó a la mesa con él. Era costumbre de los Fariseos lavar sus manos ceremonialmente antes de la comida. En la mente de ellos, pasar por alto esa práctica era volverse impuro y profano delante de Dios. Esta práctica era algo que ellos añadieron a la Ley de moisés. Muchas veces ellos ponían sus tradiciones humanas al mismo nivel que la Ley de Moisés. Cuando el Fariseo se dio cuenta de que Jesús no se lavó las manos en la forma ceremonial se sorprendió.
El Señor tomó ventaja de esa situación para hablarle sobre como su grupo enfatizaba en la limpieza del cuerpo pero negaba sus corazones y sus mentes. Jesús comparó los Fariseos con un vaso que ha sido limpiada en la parte exterior pero que está todavía sucia por dentro. Los Fariseos religiosamente limpiaban sus manos y practicaban la Ley. Mientras que eran personas muy religiosas por fuera, estaban llenos de avaricia y de maldad por dentro.
Jesús le record al Fariseo en el versículo 40 que el Dios que hizo lo de fuera también había hecho lo de dentro. Él esperaba que mantuvieran sus corazones y mentes limpios también. Los Fariseos eran muy religiosos pero sus corazones estaban alejados de Dios. Es relativamente hacer y decir las cosas correctas; es más difícil tener las actitudes y pensamientos correctos. Usted puede alabar a Dios exteriormente y en su corazón estar muy lejos de Él. Usted puede ayudar a sus prójimos y aun así albergar amargura en su corazón hacia ellos. Dios espera que el interior esté tan limpio como el exterior. La verdadera santidad viene del corazón.
Jesús hace un planteamiento muy interesante en el versículo 41:
Pero da de lo que tenéis [el vaso] a los pobres, y entonces todo será limpio para usted.
¿Qué tenemos que entender de este planteamiento? No estamos seguros de lo que Jesús estaba diciendo a este Fariseo, pero parece que está tratando con un asunto muy personal aquí. ¿Entendió Jesús la actitud del corazón de este Fariseo y le habló conforme a esto? ¿Luchó este Fariseo con la avaricia y la acumulación de posesiones materiales en esta vida? ¿Estaba Jesús diciéndole que necesitaba lidiar con la avaricia de su corazón y dar aquellas cosas que había ido acumulando a lo largo de su vida? Cuando fuera libre de su pecado en el interior entonces podría ser verdaderamente limpio. Ninguna cantidad de lavado de manos podía liberar al Fariseo de su corazón pecaminoso. Podía tener manos limpias pero su corazón estaría aún sucio delante de Dios. Si su corazón fuera limpiado él estaría bien con Dios.
Los Fariseos eran muy buenos guardando los rituales de su fe. Ellos religiosamente daban el diezmo de su menta y sus hortalizas para el Señor. Pueden imaginarse lo devotos que eran esos Fariseos que contaban sus semillas. Con todo y lo devotos que eran para esa tipo de ofrenda, ellos habían negado la justicia y el amor de Dios. Ellos hacían todas las cosas correctas pro fuera, pero amaban a Dios ni a su prójimo. ¿De qué sirve ese show religioso externo si se odia a un hermano en el corazón? ¿De qué sirve nuestro ministerio si no amamos a Dios? Jesús le dijo al Fariseo que debía amar al Señor y hacer justicia a su prójimo primero. Él no está condenando su práctica del diezmo sino que está diciendo que no era tan importante como que su corazón estuviera recto delante de Dios y de su vecino.
A los Fariseos les encantaba encontrar los mejores puestos en la sinagoga y sentarse en lugares de honor. Ellos se deleitaban en la atención de la gente en la plaza. Vestían ropas lujosas para que las personas pudieran verlos y respetarlos por su posición. Hay pastores y líderes de la iglesia que zona sí. A ellos les encanta sentarse al frente en la iglesia vestidos con sus mejores galas, les encanta que la gente los mire y los halague y los respete por su alto oficio eso es precisamente lo que hacían los Fariseos. Ellos amaban los saludos de las personas pero no estaban bien por dentro.
Mientras Jesús hablaba a los Fariseos, los maestros de la Ley comenzaron a sentirse aludidos. Ellos escucharon los señalamientos de Jesús para con los Fariseos y dijeron: “Maestro, cuando dices estas cosas también nos insultas a nosotros” (versículo 46). Ellos vieron que mucho de lo que Jesús estaba diciendo se aplicaba a ellos. Jesús desvió su atención a los maestros de la Ley y dijo, “¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.” (Lucas 11:46)
Jesús acusó a los maestros de la Ley de no practicar lo que enseñaban. Ellos les decían a los demás lo que tenían que hacer pero no lo hacían ellos. Los cargaban con requerimientos pero no hacían nada para ayudarlos. ¿De qué sirve el conocimiento de la verdad si no impacta nuestras vidas ni cambia nuestros corazones? Esos maestros de la Ley no les hacían fácil a aquellos que enseñaban el andar en santidad. Les enseñaban la verdad pero sus enseñanzas no cambiaban sus vidas ni acercaban a las personas a Dios.
Esos maestros edificaron tumbas para los profetas y los honraron con sus acciones pero fueron los hijos de los que mataron a esos profetas (versículo 47). No escucharon las palabras de los profetas que honraron. Dios los haría responsables por la sangre derramaba por los profetas. Aunque ellos no mataron físicamente a esos profetas, eran considerados tan culpables como sus ancestros por rechazarlos. El versículo 50 es muy importante. Jesús les dice a los maestros de la Ley que esa generación sería responsable por la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo. Si rechazamos las palabras de los profetas somos tan culpables como aquellos que los mataron. Dios coloca nuestro rechazo al mismo nivel de aquellos que rechazaron sus siervos en los tiempos Bíblicos. Matamos a esos profetas en nuestro corazón y tendremos que responder por su sangre. Aquí nuevamente vemos la importancia de la actitud del corazón.
Jesús acusó a los maestros de la Ley de haber quitado la llave del conocimiento (versículo 52) ¿Qué es la llave del conocimiento? Mientras que existen varias opiniones acerca de esto, es necesario entender que el Señor Jesús y su trabajo son las llaves para el conocimiento de Dios y Sus propósitos. Hay muchas personas que están tratando de entender la vida y su propósito sin Jesús y sin la cruz. Siempre se quedarán por debajo. Esos maestros de la Ley se quedaban por debajo de la verdad porque ellos no entendían a la persona ni la obra del Señor Jesús. Ellos habían desechado y rechazado la llave del conocimiento del propósito de Dios en este mundo.
Esas palabras de Jesús no tuvieron buen efecto en los Fariseos ni en los maestros de la Ley. Lucas nos dice que ellos “comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle.” (Versículos 53 y 54)
En este pasaje hay algunas verdades poderosas. Dios nos llama a la justicia que está mucho más allá de la superficie. Nos llama a preocuparnos por nuestras actitudes y pensamientos así como también por nuestras acciones externas. Él ve lo que hay en el interior y nos hará responsables por lo que ve.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de la sinceridad en nuestro andar con Dios?
- ¿Alguna vez se ha encontrado buscando ser alabado y respetado por los hombres igual que los Fariseos? ¿Qué reto nos presenta este pasaje?
- ¿Por qué es un asunto tan serio el hecho de rechazar la Palabra de Dios? ¿Cómo ve Dios nuestro rechazo hacia Su Palabra hoy?
- ¿De qué manera es Jesús nuestra llave al conocimiento? ¿Podemos realmente entender la vida sin Jesús?
Para Orar:
- Si usted conoce al Señor Jesús como su Salvador, agradézcale porque Él le ha mostrado el propósito y el significado de la vida.
- Si usted nunca ha aceptado al Señor Jesús abra su corazón a Él ahora mismo y pídale que le perdone por su rechazo a la obra que Él hizo a su favor.
- Tómese un momento para orar por alguien que, como los Fariseos y maestros de la Ley, no haya nunca entendido su necesidad de Jesús.
- Pida al Señor que busque en su corazón y le muestre cualquier cosa que no esté conforme a Él y Su enseñanza.
42 – La Parábola del Rico Insensato
Lea Lucas 12:13-21
Muchas personas iban a Jesús con sus enfermedades y dolencias. Otros le pedían que sanara a los que estaban siendo atormentados por demonios. Aquí en Lucas 12, a Jesús se le hizo una petición muy particular. Un individuo en la multitud le pidió que hablara con su hermano para que dividiera su herencia con él.
Como siervos de Dios somos llamados a lidiar con todo tipo de problemas. La realidad del asunto es que algunos de los problemas que vienen a nosotros sólo nos distraerán del enfoque real que necesitamos tener en nuestro ministerio. Jesús escuchó la petición de aquel individuo pero no se involucró en ese problema. “Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez y partidor?, Jesús le pregunta en el versículo 14. Jesús estaba mirando más allá de la petición en sí, Él estaba viendo la realidad del problema. En el versículo 15, le habló a la multitud diciéndoles que necesitaban guardarse de la avaricia.
No está claro a la avaricia de quién se estaba refiriendo Jesús aquí. Podía ser que el hermano que estaba reteniendo la herencia era un hombre avaro. También puede ser que el hermano que estaba pidiendo su parte de la herencia era también culpable.
En un reciente viaje a Haití, me conmovió ver tanta necesidad a mi alrededor. Una y otra vez las personas se acercaban a mí con sus manos estiradas en busca de dinero o alimento. Es fácil sentirse culpable en una situación así. Puedes oír al enemigo diciendo: ¿Qué clase de cristiano eres que no das a todo el que te pide? Tuve que aprender a escuchar a Dios y no a las personas o al enemigo que susurraba en mi oído. Cuando Dios me hablara sobre un individuo y su necesidad yo le daría. No podemos y no debemos responder a cada pedido que aparece en nuestro camino. El enemigo nos abrumará con necesidades si no tenemos cuidado. Jesús no se dejó involucrar con el problema de aquel hombre. Había momentos en los que Jesús simplemente se alejaba de un problema porque no era el propósito de Su padre que se involucrara en dicha situación. Necesitamos discernimiento para reconocer la guía de Dios.
Una segunda lección para aprender aquí es que es muy posible que vayamos al Señor con peticiones que son de naturaleza pecaminosa. Aquel hombre fue al Señor con su petición pero detrás de ésta había un pecado de avaricia. Necesitamos ser cuidadosos al orar, es necesario que examinemos los motivos de nuestras oraciones. ¿Vienen nuestras peticiones de un corazón que está en sintonía con el Padre y su reino? ¿Estamos pidiéndole al Señor Jesús que apoye nuestros deseos pecaminosos? No podemos engañar a Jesús. Él mira más allá de nuestras peticiones y ve los motivos y las actitudes que hay detrás de éstos.
Jesús reprendió la avaricia que provocó esa división entre hermanos. Usó el problema de aquel hombre para dar una lección a todos los presentes. Les recordó que la vida de una persona no consistía en la abundancia de posesiones. El pecado de avaricia no es sólo el pecado de la riqueza. Aquellos que no tienen mucho en esta vida también pueden ser presa de ir en busca de abundancia de bienes.
Para ilustrar el peligro de la avaricia, Jesús les refirió la historia de un hombre rico que tuvo una buena cosecha. Cuando aquel hombre vio la abundancia de su cosecha se dijo a sí mismo: “¿Qué haré? No tengo donde guardar mis frutos” (versículo 17). Al ver tanta abundancia se volvió avaro. Decidió construir graneros más grandes para tener más lugar para almacenar sus frutos. Se dijo entonces: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.” (Versículo 19) El hombre puso su mente en vivir la buena vida. Iba a reposar y relajarse. No tendría que preocuparse de nuevo por qué cosa iba a comer. Se propuso en su corazón que se quedaría con toda aquella riqueza. No hubo mención a que iba a compartirla con otras personas. No se preocuparía por nadie más, sólo por sí mismo. Eso es lo que hace la avaricia. Nuestros ojos y nuestro corazón son cegados a las necesidades de los que nos rodean.
Mientras aquel hombre se preparaba se preparaba para construir graneros más grandes, Dios le dijo que era un necio. Aquella misma noche Dios tomaría su vida. Todos sus planes serían nada. Moriría sin disfrutar siquiera lo que había almacenado para él. Jesús concluyó la parábola diciendo a los presentes que así es como sucedería con los que hicieran tesoro para sí mismos y no fueran ricos para con Dios.
En esta parábola hay una advertencia poderosa. Jesús condenó al hombre de esta historia porque almacenó posesiones para sí mismo y no fue rico para con Dios. ¿Qué significa ser rico para con Dios? Mateo 25:45 nos dice, “Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” Vemos claramente que cuando damos a otros estamos dando a Dios. Podemos ser ricos para con Dios usando los recursos que Él nos ha dado para ministrar a otros en necesidad.
Jesús habla aquí al pecado al pecado de avaricia. No es incorrecto permitir que el Señor nos bendiga. No podemos dar si no hemos recibido. Dios bendijo al hombre de la parábola. La bendición no era un pecado, lo que era un pecado era su falta de disposición para usar lo que había recibido del Señor para ministrar a otros. En vez de dar a otras personas, guardó sus bendiciones para sí mismo. No quería que su vida fuera un canal a través del que las bendiciones de Dios pasaran a otros. Condenó su actitud egoísta. Que nuestras vidas alcancen a otros con la abundancia de las bendiciones que Dios nos ha dado.
Para Considerar:
- ¿En qué consiste el pecado de la avaricia?
- ¿Es incorrecto buscar las bendiciones de Dios en nuestra vida? ¿Cómo encontramos el equilibrio entre buscar activamente las bendiciones de Dios y ser avariciosos? ¿Por qué debemos buscar la bendición de Dios?
- ¿Con qué lo ha bendecido Dios en el día de hoy? ¿Cómo esa bendición está alcanzando a otros a su alrededor?
- ¿Alguna vez usted se ha sorprendido cayendo en la trampa del enemigo al ministrar a aquellos que el Señor no le ha llamado a ministrar? ¿Cómo sabemos la diferencia entre las distracciones del enemigo y el llamado del Señor?
Para Orar:
- Agradezca al Señor por la manera en que le ha bendecido. Agradézcale por alguna bendición específica.
- Pida al Señor que le capacite para compartir sus bendiciones con otros.
- Pida al Señor que le de discernimiento para reconocer y diferenciar su guía del intento del enemigo de distraerle en su ministerio.
43 – La Parábola del Siervo Vigilante
Lea Lucas 12:35-48
Esta sección comienza con un reto de parte de Jesús para que sus siervos estuvieran velando y listos con sus lámparas encendidas. Para ilustrar lo que quiso decir, Jesús usó la anécdota de un sirviente que estaba esperando que su señor regresara de un banquete de bodas. Imagine a este señor, regresando tarde en la noche para encontrar a sus siervos durmiendo en la cama, la puerta cerrada y las luces apagadas. Espera en la puerta, en el frío y la oscuridad mientras que su siervo se viste, encuentra aceite para su lámpara y la llena antes de ir a abrir la puerta. ¿Qué pensaría el amo de la casa de un siervo así? ¿No estaría enojado con él? Si el siervo estuviera haciendo su trabajo esperaría a que viniera su amo antes de irse a dormir. Estaría listo, completamente vestido y tendría las lámparas llenas de aceite para poder abrir la puerta cuando llegue el señor y recibirlo inmediatamente.
Jesús les recuerda a los presentes que sería bueno que cuando el señor llegara encontrara al siervo velando y esperando su regreso. Aunque él es el señor, hará que su siervo se recline a la mesa y le servirá por su fiel servicio. Ese siervo recibirá el favor especial del amo debido a su devoción.
Jesús les dijo a aquellos que escuchaban que el amo podía regresar en cualquier momento de la noche. El siervo fiel estaría listo, incluso si su amo no regresara hasta las primeras horas de la mañana.
Si sabemos que va a venir un ladrón en cierto momento, estaremos preparados para él. Aseguraríamos las ventanas y cerraríamos las puertas. Incluso hasta nos quedaríamos despiertos para que cuando llegue podamos defender nuestra casa. Jesús nos recuerda que Él vendrá como ladrón (ver el versículo 39) Él vendrá cuando sus siervos no le están esperando.
Aunque para nosotros es muy fácil entender el significado de esta parábola, no lo era para los discípulos en aquel momento. Cuando Pedro escuchó a Jesús lo que dijo, pensó en su significado. Le preguntó, “Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?” (Versículo 41) Jesús le respondió refiriéndole otra parábola.
En esta segunda parábola, Jesús narró la historia de un mayordomo al que su señor lo puso a cargo de sus otros sirvientes. Jesús le dijo a Pedro que a aquel mayordomo le iría bien si cuando regresara su señor encontrara que había sido fiel en hacer lo que le había sido dicho. ¿Qué le estaba diciendo Jesús a Pedro?
La parábola del siervo al que se le dieron responsabilidades sobre los demás sirvientes era muy significativa para Pedro. En Juan 21:15, Jesús le dice a Pedro que alimente a sus ovejas. Pedro, y los demás apóstoles, eran siervos del Señor a los que se les dio la responsabilidad de ministrar como pastores a su pueblo. Pedro había sido llamado a ser mayordomo. Jesús esperaba que él fuera fiel en esa tarea. Él esperaba a su regreso poder ver que él había hecho las cosas que le había encomendado hacer.
Note en el versículo 44 lo que Jesús le dijo a Pedro en relación a la manera en que el señor recompensaría al siervo que había cumplido sus deberes fielmente. Si él era fiel en las pequeñas cosas, el señor podría confiarle responsabilidades aún mayores. Demasiadas veces queremos responsabilidades más grandes sin siquiera haber demostrado nuestra fidelidad en las cosas pequeñas. Dios da grandes responsabilidades a aquellos que han sido fieles en las responsabilidades pequeñas.
En el versículo 42 Jesús continúa recordándole a Pedro los peligros de la infidelidad.
Pero supongamos que el siervo se dice a sí mismo: “Mi señor va a tardar” y entonces comienza a golpear a los demás siervos, tanto a hombres como a mujeres, y a comer y beber y a emborracharse.
Imagine que en vez de servir a los obreros del señor, ese siervo se aprovecha de ellos y los trata con crueldad. Imagine que en vez de trabajar duro para cumplir con los requerimientos de su amo, el siervo decide comer, beber y emborracharse. ¿Qué pasaría cuando llegara el señor? Cuando su amo regresa y descubre que ha estado viviendo salvajemente y golpeando a sus demás sirvientes, ¿no lo trata duramente? Jesús le dijo a Pedro que el señor lo castiga duramente y lo pone con los infieles. Un siervo así sería apartado como alguien que no es digno de confianza. Sería juzgado severamente debido a su deslealtad. El versículo 47 nos dice que el siervo que conocía la voluntad de su señor y no la hiciera sería azotado muchas veces por su desobediencia.
Note en el versículo 48 que igual que había un castigo severo para los que conscientemente actuaban en contra de la voluntad de su señor, aquellos que actuaban en contra de ésta sin saberlo también serían azotados pero poco. Jesús aquí hizo una distinción entre la desobediencia voluntaria y la que proviene de la ignorancia de Su propósito. Pedro y los apóstoles tuvieron la oportunidad de escuchar las enseñanzas del Señor y entender Su propósito. Ellos habían pasado tiempo con Él y habían ministrado a su lado. A ellos se les había dado una mayor responsabilidad, por lo tanto se esperaba más de ellos que de los demás.
En el versículo 48 Jesús termina con una declaración poderosa:
A todo aquel al que se le ha dado mucho, mucho de le demandará; y al que mucho de le ha confiado más de le pedirá.
En respuesta a la pregunta de Pedro sobre la aplicación de esa enseñanza, Jesús le dijo que aunque todos necesitaban estar preparados, aquellos a los que se les ha dado mayores responsabilidades tendrían mucho más por lo que responder cuando regresara su señor. He conocido muchas personas que querían ser pastores y tener un puesto de autoridad. Ellos quieren el honor pero no se dan cuenta en absoluto de que con ese honor viene más responsabilidad. Tener un lugar de autoridad en el reino no es algo que se puede tomar a la ligera. Mientras más responsabilidad se tiene, más cuentas debemos rendirle a Dios.
Existe una recompense inmensa para la fidelidad. En este pasaje el Señor nos dice que a los que han sido fieles se les dará mucho más. El señor los pondrá en un lugar de honor y les servirá él mismo. El señor proveerá todo lo que necesitan, los servirá desde su propia mesa. Qué gran honor es el comer en la misma mesa del señor. Qué privilegio es ser honrado por Dios. Proverbios 11:25 dice:
“El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.”
Sin embargo, esto no viene sin un precio. Saciar a otros cuesta mucho. Habrá noches de irse tarde a la cama. Habrá mucho sacrificio. ¿Estará preparado para el regreso del Señor? ¿Ha sido fiel? ¿Ha estado alimentando al rebaño? ¿Ha estado cuidando al herido? ¿A qué le ha llamado Dios y para qué le ha dado dones? Póngase una tarea. Comprométase a servirle con todo su corazón para que Él esté complacido con usted y su servicio.
Para Considerar:
- ¿Por qué no debemos tomar nuestras responsabilidades a la ligera?
- ¿Qué te ha llamado Dios a hacer? ¿Has sido fiel en hacer lo que Él te llamó a hacer?
- Tómese un momento para examinar su ministerio y su andar con el Señor. ¿Hay algo de lo que usted se avergonzaría si Dios fuera a pedirle cuentas?
Para Orar:
- Pida al Señor que le dé seguridad en su llamado y en su ministerio.
- Agradezca al Señor porque Él ha prometido que cenaremos en Su mesa siempre que le sirvamos con fidelidad.
- Pida al Señor que le de gracia para servirle fielmente para que no tenga nada de lo que avergonzarse a Su regreso.
44 – División
Lea Lucas 12:49-59
Jesús sabía que su muerte estaba cerca. En esta sección Él reflexiona en la proximidad de su muerte y en las cosas que esto traería como resultado. Jesús comienza recordándole a los que le escuchaban la razón por la que Él había venido, para echar fuego sobre la tierra. En el versículo 49 le dice que deseaba que su fuego ya se hubieras encendido. ¿Qué estaba diciendo Él?
En la Escritura, el fuego representa el juicio y la obra de purificación de Dios. Es por eso que Jesús vino. Vino a juzgar, a purificar y a ofrecer el perdón de Dios. Jesús tendría que ofrecer su vida para que el pecado pudiera ser juzgado y el perdón pudiera ser extendido. Como un juicio feroz, la ira de Dios descendería sobre Él mientras Él llevaba todos nuestros pecados a la cruz. Él les dijo a sus discípulos que deseaba que su fuego ya se hubiera encendido. Él sabía que su muerte no sería fácil; también sabía lo que ésta vendría a cumplir. Traería nueva vida y esperanza a un mundo que vivía en pecado y en rebelión. Las relaciones serían restauradas. El pueblo de Dios se uniría a Él y se rompería la barrera del pecado. El reino de Dios se movería por la tierra como un fuego poderoso consumiendo el pecado y destruyendo las obras del enemigo.
Estamos viendo el fruto de la muerte de Cristo en nuestros días. La muerte de Cristo ha abierto la puerta para que hombres y mujeres de toda raza y nación vayan a Dios. El poder de la cruz, como fuego implacable, está arrasando el reino de las tinieblas. Satanás está indefenso frente a la obra purificadora y limpiadora de la cruz.
En el versículo 50 Jesús también comparó su muerte con un bautismo. Vendría el día en que Él estaría abrumado por la angustia. Igual que los que se sumergen en las aguas del bautismo, Jesús pronto se sumergiría en sufrimiento y agonía. Tendría que pasar por aguas profundas en nuestro lugar. Él les recordó a sus discípulos que esto no sería fácil para Él. Les dijo que su alma estaba angustiada. Semanas antes de ofrecer su vida en la cruz, el Señor Jesús agonizó por el dolor y el sufrimiento que tendría que soportar.
¿Alguna vez usted ha estado afligido? Hay momentos en los que pensamos que si estamos viviendo conectados el Espíritu de Dios nada nos va a afligir o perturbar. Ese no es el caso. Igual que Jesús, algunas veces estaremos inmersos en dolor y agonía. Jesús estaba lleno del Espíritu y no dudó de la bondad y la misericordia del Padre. Él sabía que el Padre cuidaría de Él pero estaba afligido. Él sabía lo que era enfrentar luchas emocionales y espirituales. Aunque estaba lleno del Espíritu Santo, había momentos en los que su corazón estaba muy atribulado. Aunque su alma estaba afligida, no dejó que esa aflicción le impidiera hacer lo que lo que sabía que era correcto.
Habrá momentos en nuestra vida y ministerio en que nos sentiremos abrumados. La idea de qué estamos enfrentando o qué enfrentaremos no será agradable. Jesús sabe lo que es sentirse así. Nos da un ejemplo a seguir. Nos muestra que en ocasiones como esa debemos seguir la clara dirección del Señor. No debemos dejar que nuestros sentimientos nos hagan dudar de la provisión y guía de Dios. Aunque se sienta abrumado y afligido, manténgase centrado en lo que usted sabe que es el propósito y la voluntad del Padre. Él proveerá para usted y su ministerio en su tiempo de necesidad.
En el versículo 51 el Señor les dijo a sus discípulos que uno de los resultados de su muerte sería que los hogares serían divididos. Era cierto que Él había venido atraer paz, pero su muerte también separaría amigos y miembros de la familia. Por más que nos guste pensar que todos los miembros de nuestra familia aceptarán al Señor, la realidad del asunto es que pueden haber algunos que nunca lo harán. Habrá niños criados en hogares cristianos que optarán por rechazar lo que les han enseñado. Habrá niños que llorarán porque sus padres están perdidos. Habrá hermanos y hermanas divididos debido a Cristo. Los padres rechazarán a sus propios hijos porque esos hijos aman al Señor. Amigos de toda la vida se separarán debido a las cosas del Señor. Incluso esposos y esposas serán divididos porque uno de ellos ha decidido seguir a Cristo. Llegará el tiempo en que los que son de Él tendrán que escoger entre Él y sus seres queridos.
Jesús les recordó que su muerte en la cruz marcaría el comienzo de una nueva era (versículo 54). Sería una era gloriosa en la que el Evangelio se diseminaría como fuego enfurecido, consumiendo las fortalezas del enemigo. Por otra parte, esta nueva era traería consigo enormes luchas para los creyentes.
Jesús retó a los presentes a mirar las señales de los tiempos. Tome un momento para examinar la condición de su sociedad. ¿Ve usted la inmoralidad? ¿Ve usted la influencia de Satanás en su sociedad? ¿Están las personas atrapadas en el alcohol, las drogas y el sexo? ¿Las familias se están destruyendo? ¿Están las personas alejándose de la Palabra de Dios? ¿Los líderes de las comunidades están rechazando la enseñanza de las Escrituras? ¿Cuánto tiempo falta para que Dios juzgue nuestra sociedad? Vea las señales espirituales a su alrededor. ¿Qué traerá el mañana? ¿Traerá la luz del sol de Su favor o la tormenta de Su ira y juicio?
Las Escrituras hablan de muchas señales que ocurrirán antes de que el Señor Jesús venga otra vez. Una de esas señales es que los creyentes serán menospreciados y acusados falsamente, incluso puestos en prisión. Los creyentes se convertirán en el objeto de los ataques el enemigo. Jesús sabía que Él sería acusado falsamente y que pagaría el castigo por el crimen que no cometió. Él advirtió a sus discípulos que ellos también tendrían que hacer frente a lo que Él tuvo que enfrentar. Ellos debían hacer todo el esfuerzo posible para vivir en paz con sus adversarios no fuera a ser que les dieran oportunidad para acusarlos o llevarlos a prisión.
Aunque la muerte del Señor Jesús traería consigo salvación y liberación para su pueblo, a la vez marcaría el comienzo de una era de persecución para los creyentes. Jesús advirtió a sus discípulos sobre los peligros que estaban por venir. Habría momentos de gran aflicción. Otros en los que sus corazones estarían abrumados por el dolor y el sufrimiento. El enemigo desataría su maldad contra ellos. Incluso sus propias familias se levantarían en su contra. Necesitarían ser fuertes si querían triunfar.
Para Considerar:
- ¿Es posible que un creyente lleno del Espíritu Santo sea afligido? ¿Qué aprendemos en este pasaje?
- ¿Qué aprendemos sobre la manera de lidiar con la aflicción? ¿Cómo trató Jesús con la aflicción? ¿Qué angustia está usted enfrentando en este momento? ¿Cuál es el sentimiento de Dios para ti en medio de esa aflicción?
- ¿Ha sido su fe una causa de división en su familia o entre sus amigos?
- Tome un momento para examinar las señales espirituales en su comunidad. ¿En qué condición está su sociedad? ¿Qué le indican esas señales?
Para Orar:
- Pida al Señor que le de fuerzas para enfrentar las batallas que inevitablemente encontrará como creyente en este mundo.
- Tome un momento para pedir el Señor que abra los ojos de sus seres queridos que no son salvos a la verdad de Jesús.
- Agradezca al Señor por la seguridad de que, a pesar de que enfrentamos muchas dificultades y luchas en esta vida, tenemos una esperanza de eternidad con Él.
- Dé gracias al Señor porque, a pesar de la dureza de la cruz, Él gustosamente persevere hasta el final por nuestra salvación.
45 – A Menos Que Se Arrepientan
Lea Lucas 13:1-5
En Lucas 13 algunas personas se acercaron a Jesús y le contaban que Pilato había la sangre de algunos Galileos con sus sacrificios (Lucas 13:1 NVI). En las escrituras no tenemos registro de tal hecho, sin embargo, muchos comentaristas ven aquí una referencia a lo sucedido en Hechos 5:37:
“Después de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo siguiera. A él también lo mataron, y todos sus secuaces se dispersaron.”
Lo que narra Hechos 5 es acerca de un hombre llamado Judas, un Galileo. Los historiadores nos dicen que Judas creía que los judíos no debían pagar impuestos a Roma. Él reunión u grupo a su alrededor y se rebeló contra Roma y su autoridad. Roma respondió asesinando un gran número de sus seguidores mientras estaban ofreciendo sacrificios. En este sentido, la sangre de esos Galileos se mezcló con la sangre de sus sacrificios. Judas fue asesinado y sus seguidores fueron dispersados. Puede ser que los judíos se estaban refiriendo a este incidente cuando hablaron con Jesús.
No se sabe por qué estas personas sintieron obligados a compartir el incidente con Jesús. Sin embargo, el contexto indicaría que los Galileos seguidores de Judas eran despreciados como rebeldes y pecadores. Ellos sufrieron una terrible muerte porque habían decidido rebelarse. Eran radicales en su sociedad. No había dudas, ellos causaban problemas para el resto de la comunidad debido a sus puntos de vista radicales. Roma sospechaba de la comunidad Judía por lo que vieron en aquellos Galileos seguidores de Judas.
Jesús conocía los pensamientos de los presentes. “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?”, preguntó en el versículo 2. Para los presentes era fácil decir: “Ellos tuvieron lo que se ganaron” Era fácil ver su culpa. Sin embargo, Jesús les recordó a las personas aquel día que había muchos otros en Galilea que eran tan culpables como aquellos que sufrieron una muerte tan cruel en manos de Roma. Les dijo, en el versículo 3, que a menos que se arrepintieran ellos también perecerían en sus pecados.
Debe haber sido difícil para aquellas personas entender esas palabras. Los que escuchaban a Jesús aquel día eran, sin dudas, ciudadanos íntegros que pagaban sus impuestos y adoraban a Dios cada semana. No se veían a sí mismos en la misma clase que aquellos rebeldes seguidores de Judas. Sin embargo, Dios, no hizo distinción. Miró el corazón y vio más allá de las acciones externas. Dios no fue engañado por lo externo. Aquellos que estaban con Jesús aquel día también necesitaban en perdón de Dios.
¿Es posible que algunos de los miembros excelentes de su congregación estén destinados a una eternidad sin Dios? Algunas veces olvidamos que incluso en la iglesia hay personas que están tan perdidas en sus pecados como los que no son de la iglesia. Jesús ve más allá de lo externo, Él ve el alma y el corazón.
Jesús habló sobre otro incidente en el versículo 4. Les dijo a los oyentes sobre dieciocho individuos a los que les cayó encima la torre de Siloé y los mató. En las Escrituras no hay otro registro de este suceso. Los que estaban allí entenderían lo que Jesús estaba queriendo decir. Las noticias sobre el derrumbe de esta torre deben haber sido devastadoras en aquel día. Después de recordarles lo sucedido, Jesús les preguntó si aquellas dieciocho personas que murieron en aquel trágico incidente eran más culpables que el resto de la gente que vivía en Jerusalén. ¿Murieron esas dieciocho personas porque merecían morir más que el resto de la gente de la ciudad de Jerusalén? La respuesta era bastante obvia. No eran peores que los demás ciudadanos de Jerusalén en aquel tiempo. No hay una respuesta fácil para esa pregunta. Sin embargo, lo que es necesario que entendamos es que hay ocasiones en las que gente buena muere y gente mala vive. Algunas veces los justos batallan en la vida y los hacedores de maldad prosperan. No podemos pretender comprender la mente ni el propósito de Dios en estas cosas. No obstante, lo que si necesitamos entender es que no podemos juzgar por lo exterior. No podemos mirar lo que le sucede a una persona y juzgarla en base a lo que vemos.
Dios pasa por alto el exterior y mira el corazón. No se engañe por lo que ve. Sólo Dios conoce verdaderamente el corazón. Este pasaje nos llama a examinar nuestros corazones de manera más profunda. Es un reto para aquellos que se consideran religiosos y se creen mejores que los que han caído en pecado evidente. Dios no se puede engañar por nuestras actividades religiosas, Él mira nuestro corazón. ¿Qué ve Dios cuando mira más allá de nuestro exterior?
Para Considerar:
- ¿Alguna vez ha juzgado a las personas por lo que ve exteriormente? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de juzgar por las apariencias?
- ¿Alguna vez usted se ha encontrado emitiendo criterio acerca del pecado de manera que cuando alguien comete un pecado en particular esa persona es peor que alguien que haya sido hallado culpable de un pecado menor? ¿Es eso aceptable? ¿Qué aprendemos de este pasaje?
Para Orar:
- Pida al Señor que busque en su corazón para ver si está recto delante de Él.
- Pida el Señor que lo libre de juzgar a su hermano o Hermana basándose en lo que ve en su exterior.
- Dé gracias al Señor porque Él conoce las ideas y las intenciones de su corazón.
46 – La Parábola de la Higuera Estéril
Lea Lucas 13:6-9
En la última meditación Jesús habló a la multitud sobre el emitir juicio tomando como base la apariencia externa. Jesús continuó el mismo tema usando una ilustración sobre una higuera.
Jesús dijo la parábola sobre un hombre que plantó una higuera en su viña. Este lugar fue escogido específicamente porque era el sitio ideal para que creciera una higuera. El hombre regresó para ver cómo iba creciendo la higuera y si ésta había producido algún fruto, pero no encontró ninguno. El hombre se enojó porque no había producido fruto alguno, entonces llamó al viñador y le dijo que la cortara porque estaba inutilizando la tierra en su viña sin producir ningún fruto.
¿Qué debemos entender de esta parábola? El Señor estaba hablando con los judíos en este contexto. Les estaba diciendo que ellos se habían beneficiado con Su ministerio durante tres años pero que no habían producido ningún fruto. Como ellos no habían llevado fruto, Él los iba a cortar e iba a desviar su atención a otros. A través de los apóstoles, el Evangelio se movería de los judíos al resto del mundo. Los extranjeros iban a ser injertados en la rama que había sido cortada en el viñedo (Romanos 11:17-18).
Es importante notar en los versículos 8 y 9ue el viñador le pidió al amo permiso para trabajar un poco más con la higuera. Trabajaría con el árbol durante otro año, dándole especial atención. Cavaría a su alrededor y lo abonaría con la esperanza de estimularlo para que diera fruto. Si después de ese tiempo no daba ninguno, entonces lo cortaría.
Dios es un Dios de gracia. ¿Cuántas veces le ha dado una segunda oportunidad a Su pueblo? Aunque los judíos no habían aceptado al Señor Jesús, Él les iba a dar otra oportunidad. Él no ha terminado con ellos como Su pueblo. Las Escrituras parecen indicar que Él se moverá una vez más entre la nación Judía llamándoles a venir en pos de Él. Él no rechaza a su pueblo fácilmente, sino que les ofrece cada oportunidad para el arrepentimiento.
Aunque la primera aplicación de este pasaje es para los judíos, la misma tiene mucho que decirnos a nosotros también. Consideremos brevemente qué tiene que ver esto con nosotros.
Primero, necesitamos entender que el hombre específicamente decidió plantar le higuera en la viña. Escogió este lugar porque era el sitio ideal para que este árbol creciera. Entendamos que Dios también ha escogido cuidadosamente el suelo en el que hemos sido plantados. Él sabe lo que necesitamos. Él conoce las tribulaciones que debemos enfrentar. Él sabe cuáles son las personas que necesitamos en nuestras vidas. Conoce el ambiente que necesitamos para ser productivos y fructíferos para Él. Hay momentos en los que no nos gusta lo que Dios está haciendo o dónde nos ha puesto, pero es necesario que estemos seguros de que Él no comete errores. Dios ha escogido llevarte a través de las circunstancias y tribulaciones que enfrentas por una razón. Algunas veces agradecemos y apreciamos cabalmente el suelo en el que hemos sido plantados sólo cuando miramos atrás.
En segundo lugar, entendamos que Dios espera que produzcamos fruto. Es Su propósito el producir fruto en nosotros. Él se ha esforzado mucho con nosotros. Ha dedicado bastante tiempo a moldearnos y darnos forma para que seamos instrumentos que Él pueda usar. Qué vergüenza sería si después de todo ese esfuerzo no producimos ningún fruto para Su gloria. Cuando usted le pide a Dios que le use, Él se deleita en responder su oración. No sólo le hará productivo por el bien de Su reino, sino que le hará producir el fruto de Su Espíritu en tu vida. Cuando tu vida no está produciendo ese fruto necesitas examinarla para ver que lo impide. Esto debe convertirse en una prioridad en su vida. No será suficiente comparecer ante Dios en el Día del Juicio sin nada que mostrar después de todo lo que Él le ha dado. Si usted no da fruto, igual que el viñador de la parábola, necesitará cavar más profundo hasta encontrar qué es lo que le impide hacerlo.
Note también en esta parábola que cuando la higuera no produjo fruto, el amo mandó que fuera arrancada de raíz porque estaba ocupando espacio que podía ser usado de modo más beneficioso. En el Evangelio de Mateo, Jesús narra una parábola sobre un sirviente que no usó los talentos que su amo le había dado. El amo mandó que se le quitara lo que tenía porque no había sido fiel:
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado (Mate 25:29)
Hay ocasiones en las que el Señor quitará lo que nos ha sido dado porque no hemos sido fieles con esto. Por otra parte, los que han sido fieles con lo que Él les ha dado tendrán una responsabilidad aún mayor. La higuera en esta parábola iba a ser arrancada de raíz y ese espacio iba a ser utilizado en algo más provechoso. Si queremos conservar lo que tenemos, debemos usarlo. Dios espera que usemos nuestros dones y recursos para Su reino. Si no los usamos puede que el Señor nos lo quite y se los de a otra persona que si hará buen uso de ellos.
Hay otro punto importante en esta parábola. Jesús hizo énfasis en la importancia de llevar fruto en nuestro andar Cristiano, pero necesitamos tener cuidado en cómo definimos el ser “fructíferos”. Hay muchos que miden esto tomando como base cuantas personas vienen al Señor o cuantos aceptan nuestro mensaje. Hay que mantener en mente el contexto de este capítulo. El Señor Jesús está hablando aquí a los judíos de Su tiempo quienes durante tres años no han aceptado Su mensaje. Ellos lo rechazaron como El Mesías. Cuando fue a la cruz el número de personas que realmente lo aceptó fue muy pequeño en verdad. ¿Produjo fruto Él? No puede haber dudas de que el Señor Jesús cumplió con todo lo que el Padre quiso que cumpliera. Su vida y Su muerte abrieron la puerta para que pudiéramos ir al Padre y para que nuestros pecados fuesen perdonados. Lo que debemos entender aquí es que el fruto que debemos producir no siempre puede contarse en números. Las personas en el tiempo de Jesús no podían contar los convertidos ni el número de iglesias plantadas. Ese fruto tampoco debe verse sólo como algo externo. El fruto del Espíritu también debe producirse en nosotros. Creo que a Cristo le interesa más nuestro carácter y cuanto de Dios hay en nosotros que lo que nosotros hacemos por Él. Necesitamos tener cuidado de no medir el fruto del espíritu contando números.
Hay un aspecto final que debemos ver en esta parábola. El amo permitió que el viñador cultivara la higuera un año más. Aunque el árbol era improductivo decidió darle otra oportunidad. Esa misma oportunidad se nos da a nosotros en la actualidad. Tal vez, a través de este pasaje, Dios le ha estado hablando a usted acerca de su necesidad de producir más fruto para el Reino. Tal vez se han desperdiciado muchos años y usted aún no ha hecho que su vida cuente para el bien del Reino. Hoy usted está siendo retado. Dios le está dando esta oportunidad final para arrepentirse y dejar que Él lo use. Esto significa que debe dar un paso y seguir su guía, dejando a un lado el orgullo y el pecado que se interponen en el camino.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de llevar fruto en el Reino de Dios? ¿Todo el fruto se mide en números? ¿Qué tipo de fruto quiere Dios producir en nuestro corazón?
- ¿Qué tipo de fruto quiere Dios que produzcas para el Reino? ¿Qué dones le ha dado Él? ¿Usted los ha usado?
- ¿Qué le impide ser más productivo en el reino de Dios?
Para Orar:
- Pida al Señor que abra sus ojos a las oportunidades para el ministerio que Él pone delante de usted cada día.
- Agradezca a Dios por la manera en que lo ha entrenado y equipado a través de circunstancias en la vida que le han hecho ser más fructífero.
- Tome un momento para agradecer al Señor por el siervo que Él usó para ministrar en su vida.
- ¿Alguna vez usted se ha quejado del lugar en el que Dios lo ha puesto o de las circunstancias que Él ha usado en su vida? Pídale que le perdone por esto. Agradézcale porque todas esas cosas están en Sus manos y Él las usará para que usted sea mucho más productivo para el Reino.
47 – Una Hija de Abraham Liberada
Lea Lucas 13:10-17
Jesús estaba enseñando en la sinagoga en día de reposo y vio a una mujer que había estado encorvada durante dieciocho años. Se nos dice que aquella mujer había estado así durante todo ese tiempo y no podía enderezarse de ninguna manera. Cuando Jesús la miró supo que su condición era debido a un espíritu maligno. Es necesario entender que los demonios pueden atormentar físicamente a los seres humanos. Pueden causar una dolencia o una enfermedad. Nótese que este espíritu había atado a esa mujer durante dieciocho años.
Ella no era una mujer mala. Algunas veces, cuando pensamos en las personas que están siendo atormentadas por demonios pensamos en personas malas. Eso no siempre es así. No todos los que son afligidos por espíritus malignos son malos o criminales. Puede que amen al Señor y le sirvan con todo su corazón y ser atormentados de cierta manera. Satanás atormentó a Job severamente en el Antiguo Testamento. Job era considerado varón recto y amaba al Señor Dios (ver Job 1:1). En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo de Pablo que era “abofeteado” por un “mensajero de Satanás” que Dios se rehusó a quitarle.
Es importante que veamos en este capítulo que Jesús ha estado hablando no sobre juzgar sobre la base de las apariencias externas. Él le recordó a sus oyentes en los versículos 1 al 3 que los Galileos cuya sangre Pilatos había mezclado con sus sacrificios no eran peores que otras personas en Jerusalén en aquellos días. Aquellos a los que la torre de Siloé les cayó encima no eran peores que los que fueron librados. Satanás no sólo ataca y aflige a las personas malas; él atacará incluso a aquellos que aman y sirven al Señor. En esta sección de la Escritura, Jesús habla amablemente de esa mujer. Él muestra profundo amor y compasión por ella. Note que Él llama a esta mujer “hija de Abraham” (versículo 16). Esta frase es significativa. Al llamarla “hija de Abraham” Jesús nos muestra que ella era hija de la promesa. No todo el mundo podía ser llamado hijo de Abraham. A los Fariseos y los judíos de aquellos días les gustaba pensar que ellos eran hijos de Abraham pero en Mateo 3:8-9 Jesús los reprendió diciendo:
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.”
Jesús les dijo que ellos no tenían derecho de llamarse a sí mismos “hijos de Abraham” si no estaban produciendo frutos dignos de arrepentimiento. Por lo tanto, es significativo que mientras Jesús se rehusó a dirigirse a los Fariseos con ese título, Él está dispuesto a hacerlo con aquella mujer., llamándola hija de Abraham. Esto refleja algo del carácter de ella. Aunque ella era una “hija de Abraham” estaba siendo afligida por los espíritus de Satanás. Note que el Señor Jesús sintió compasión de ella y la llamó; la mujer no tomó la iniciativa, no pidió ser sanada. Jesús la llamó y le dijo “mujer, eres libre de tu enfermedad” (versículo 12). Después de decir esas palabras, Jesús puso las manos sobre ella e inmediatamente ella se enderezó y alabó a Dios.
Hay ocasiones, cuando Señor libera a las personas, que el espíritu sale chillando y lanzando al individuo al suelo en convulsiones. Ese no es al caso aquí. EL espíritu maligno abandonó a su víctima sin ninguna manifestación. Todo el incidente fue muy tranquilo. Muchos de los presentes incluso no deben haberse percatado de lo sucedido. Mientras que en el caso del apóstol Pablo había una razón particular para mantener el aguijón en su carne, en esta situación el Señor quería liberar a la mujer de su atadura del enemigo.
Note la respuesta de la mujer cuando fue Liberada. Ella glorificó al Señor por haberla liberado. La sanidad de su cuerpo hizo que elevara su corazón en gratitud y alabanza a Dios. En su corazón no había dudas, Dios la había liberado.
El principal de la sinagoga se enfureció cuando vio que Jesús había sanado a aquella mujer en el día de reposo. Él acusó a Jesús de haber hecho algo que estaba en contra de la ley. Jesús expuso la hipocresía de aquel principal que hizo aquella acusación, él no dudaba en ir y desatar su buey y lo sacaba a beber en el día de reposo. Aquella mujer, que había estado atada durante dieciocho años, había sido desatada de sus cadenas para que bebiera del agua fresca de la libertad. Si era aceptable liberar a un asno, ¿Cuánto más no lo sería el liberar a una hija de la promesa?
Al darse cuenta de que Jesús había expuesto su hipocresía, los principales se avergonzaron; no tenían nada más que decir. Sin embargo, el pueblo se emocionó por las cosas que Dios había hecho aquel día y se regocijaban de ver aquella mujer libre de su aflicción.
De este pasaje aprendemos que el enemigo no dudará en atacar y afligir incluso a los que son de Dios. ¿Pudiera ser que en nuestras iglesias hay personas atadas y afligidas por Satanás y sus ángeles? El Señor Jesús quiere y puede liberarnos. Este pasaje nos alienta a venir a Jesús para obtener la victoria. Creo que hay más victoria para nosotros que la que posiblemente creamos posible.
Para Considerar:
- ¿Es posible que un creyente sea afligido por Satanás o uno de sus espíritus malignos? ¿Qué nos enseña este pasaje?
- ¿Cómo encontramos un equilibrio entre aceptar lo que nos ha tocado en la vida, igual que Pablo, y procurar la victoria sobre la aflicción del enemigo?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la victoria que Dios quiere darnos? ¿Era victorioso Pablo a pesar del “mensajero de Satanás” que lo afligía? ¿Puede Dios darnos la victoria y aun dejarnos una dolencia física? ¿Ha visto usted ejemplos de esto?
Para Orar:
- Agradezca al Señor porque Él se deleita en darnos la victoria.
- Pida al Señor que le revele cualquier atadura del enemigo de la que Él desea liberarlo.
- Agradezca a Dios porque Él es capaz de darle la victoria incluso aunque no lo cure físicamente.
48 – La Salvación de Pocos
Lea Lucas 13:22-30
El Señor Jesús muchas veces enfrentaba la hipocresía de aquel tiempo. Mayoritariamente, las personas y los líderes religiosos se veían a sí mismos como muy religiosos. Asistían al tiempo de alabanza en las sinagogas y en el templo. Observaban fielmente las costumbres y las leyes de Moisés. De acuerdo con su apariencia externa todo parecía estar en su lugar. Jesús veía más allá de lo externo. El veía personas que lo habían rechazado a Él y al mensaje que Él traía de parte de Su Padre.
A medida que Jesús se trasladaba de un pueblo a otro en su camino a Jerusalén, conoció muchas personas y les enseñó las cosas de Su padre. Alguien de la multitud le preguntó; “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (Versículo 23) No está claro qué fue lo que provocó esta interrogante.
Jesús respondió con la ilustración de la puerta angosta. En el versículo 24 les dijo que harían cualquier esfuerzo para entrar a través de ella. Les dijo que muchos tratarían y no podrían. Tomemos un momento para considerar lo que el Señor Jesús está diciendo aquí.
Jesús es la puerta. En la Escritura está claro que solamente Él es el camino al Padre. En Juan 14:6 Jesús dejó esto muy claro cuando dijo:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”
Como el único camino para ir a Dios, Él es la puerta angosta. No hay otro camino. Esta no es una verdad fácil para muchos. Ellos creen que hay que tener una mente estrecha para creer que Jesús es el único camino. ¿Y qué hay de todas las demás religiones y filosofías del mundo? ¿Podemos realmente creer que Jesús es el único camino y que todos los que no van a Dios a través de Él estarán realmente separados de Dios por toda la eternidad? Jesús aclara que es exactamente eso lo que Él está diciendo. Si una persona no pasa a través de Él, no hay esperanza de vida eterna o de perdón de pecados. Es por eso que el Señor nos dice que la puerta es angosta. Sólo los que pasan a través de Él pueden experimentar Su salvación y la aceptación de Dios.
Hay otro punto importante que necesitamos enfatizar. La Nueva Versión Internacional nos dice que debemos “esforzarnos” por entrar por la puerta estrecha. Esta frase también puede traducirse como “luchar”, “trabajar fervientemente”, o “intentar con celo agotador”. Eso es lo que un atleta hace cuando usa toda su fuerza y energía para derrotar a su oponente. Jesús nos está diciendo que debemos hacer ese tipo de esfuerzo para hallar y entrar por la puerta angosta.
Debido a que esta puerta es el único camino, si queremos tener vida, debemos dar todo para encontrar esa puerta. Imagine que usted tiene una enfermedad mortal. Usted sabe que hay una cura para su enfermedad. Usted entiende que encontrar esa cura no será fácil pero que le salvará la vida. ¿No se dedicaría usted a encontrar esa cura sin importar cuanto le cueste o cuánto tiempo le tome encontrarla? Así sucede con la salvación que el Señor nos ofrece. No cuesta nada pero debemos buscarla con todo nuestro corazón. Debe convertirse en la prioridad de nuestra vida. Todo lo demás debe dejarse a un lado. Debemos desear negarnos a nosotros mismos, y dejar nuestros amigos y familiares detrás para encontrar esa salvación. El enemigo hará lo posible por evitar que encontremos la cura. Debemos batallar con nosotros mismos y con el enemigo, intentando con celo agotador hasta encontrar la puerta que lleva a la salvación. Nuestro destino eterno depende de encontrar esa puerta.
Jesús les dijo a sus oyentes que muchos tratarían de entrar por la puerta angosta pero no podrían. De nuevo es importante que entendamos lo que Jesús está diciendo. Él está hablando de que muchos vendrán a Jesús pero no serán verdaderamente salvos. ¿Cómo puede ser esto? Han predicado en Su nombre e incluso han hecho milagros en Su nombre (ver Mateo 7:22). Algunos han escrito libros acerca de Cristo y han enseñado en Escuelas Bíblicas y seminarios. Están ocupados sirviendo a Jesús pero nunca han entendido lo que significa ser salvos de sus pecados. Ellos vienen a la puerta, hablan de la puerta, oran y adoran la puerta pero no pueden pasar a través de ella. Ellos sienten de alguna manera que sus esfuerzos en el nombre del Señor son suficientes. Vienen con todos sus esfuerzos para agradar a Dios. Sin embargo, igual que los Fariseos, ellos confían en sus obras. Nunca han entendido lo estrecha que es esa puerta. Si quieren entrar tendrán que dejar a un lado sus esfuerzos pues no pueden depender de nada que ellos hayan hecho. Toda su confianza y dependencia deben estar completamente en el Señor.
En el versículo 25, el Señor les dijo que la puerta angosta no siempre se abriría. Vendría el día en que el padre de familia cerraría la puerta. Todos los que no hubiesen entrado llamarían a esa puerta pero ya sería demasiado tarde. Le rogarían al padre para que les dejara entrar pero él no lo haría. Esa puerta de salvación no estará abierta para siempre. Si usted no entra antes de que se cierre, quedará fuera para siempre.
La puerta de la salvación puede cerrarse de muchas maneras. Para algunos será cerrada por la muerte repentina. Para otros se cierra porque se han endurecido tanto que ya no pueden encontrar la en sus corazones para pasar a través de ella. Para muchos más ésta se cerrará por el regreso del Señor Jesús a juzgar. Cuando esa puerta se cierra, nunca más se abrirá.
Hay una doctrina que dice que al final todos serán salvos. Eso no es lo que el Señor nos está enseñando aquí. ÉL habla de un día en el que hombre y mujeres suplicarán entrar al cielo pero se les negará la entrada. Puedo imaginar cuando Noé construyó su arca, hubo muchos que se burlaron de él y se mofaban de su invitación de unírsele en el arca. Sin embrago, cuando las lluvias comenzaron a caer y el nivel de las aguas comenzó a subir, aquellas mismas personas suplicaban a Noé que abriera la puerta del arca. Noé no podía abrirla; Dios la había cerrado y ningún poder humano la podía abrir. Las personas del tiempo de Noé perecieron suplicando salvación pero era demasiado tarde. Es por eso que Jesús nos dice que debemos “esforzarnos” para entrar por la puerta mientras tenemos la oportunidad. El día viene en que, aunque tratemos de entrar, nos será negada esa posibilidad. Ahora es el tiempo. No se demore. Haga de esto su mayor prioridad en la vida para estar seguro de su salvación.
Ese día las personas estarán asombradas al negársele la entrada. Recordarán como comieron con el Señor y como enseñaron en las calles de la ciudad. La gente recordará los tiempos en que iban a las reuniones evangelísticas y respondían cuando se les hacía la invitación de venir al Señor Jesús, recordarán como eran sanados de sus enfermedades, como se sentaban semana tras semana en sus iglesias y cultos de oración, y como leían las Escrituras y lo escuchaban a Él hablar a sus corazones. A pesar de todas esas influencias, también recordarán que, aunque tuvieron la oportunidad, no abrieron su corazón a Su salvación. Se acerca el día en que ellos oirán al Señor decir: “Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad” (versículo 27).
¡Qué día tan trágico será ese! Los que tuvieron la oportunidad no podrán entrar a esa maravillosa salvación. Jesús nos dice que, ese día, habrá lloro y crujir de dientes. Verán a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en la presencia de Dios, pero ellos serán excluidos. Entenderán que lo que dijeron todos esos profetas era verdad. ¡Qué profunda pena traerá esto a sus corazones! En ese momento, aunque supliquen, serán rechazados.
Jesús les dijo a los judíos que el día llegaría el día en que muchos vendrían del este, del oeste, del norte y el sur para tomar su lugar en el reino de Dios. El mensaje del Evangelio se esparciría por la tierra. Los postreros serían primeros y los primeros serían postreros. Esto es, los judíos a los que se les dieron una primera oportunidad de venir al Señor y lo rechazaron. Esa oportunidad en ese momento sería dada a los gentiles. El Evangelio llegaría a los confines de la tierra. Los que no eran de origen Judío serían usados para llevar Su reino a todo el mundo. Sin embargo, note que a pesar de que los judíos son los “postreros” no han sido abandonados completamente. Los primeros serían los postreros, pero esto no significaba que estarían perdidos. Yo espero que todavía haya un gran movimiento de Dios para traer la nación Judía a Su reino.
Cuando se le preguntó quién podía ser salvo, Jesús dijo a los presentes que sólo unos pocos lo serían. Muchos aplazarían la decisión mucho tiempo. Otros no harían una prioridad del hecho de buscar su salvación con todo su corazón. Este pasaje nos reta a estar seguros de nuestra salvación. Si usted no tiene la seguridad de su salvación necesita ahora mismo comprometerse a buscarlo a Él de todo corazón. No espera ni un minuto más. Haga de encontrar y atravesar la puerta angosta su primera prioridad, antes de que se cierre y usted quede fuera para siempre.
Para Considerar:
- ¿Tiene usted seguridad de su salvación? ¿Cómo sabe que es un hijo de Dios?
- ¿Alguna vez usted ha enfrentado oposición de parte de aquellos que dicen que usted es de mentalidad cerrada con respecto a este asunto de la salvación? ¿Qué nos dice este pasaje acerca de esto?
- ¿Hasta qué punto usted tiene ese celo del que habla Jesús para saber y estar seguro de su salvación? ¿Qué reto nos presenta este pasaje para compartir el mensaje de salvación con otros?
Para Orar:
- Tome un momento y ore al Señor para que abra el corazón de un amigo o de un ser querido a su necesidad de salvación.
- Pida a Dios que le dé seguridad de su salvación.
- Tome un momento para orar por la nación Judía a la que se le dio la primera oportunidad de escuchar el mensaje de salvación. Pida a Dios que abra sus corazones nuevamente a ese mensaje.
49 – Júbilo en Jerusalén
Lea Mateo 23:37-39; Lucas 13:31-35
Aunque los Fariseos eran probablemente los más grandes enemigos del Señor Jesús, no eran los únicos. Había otros que buscaban tomar Su vida también. Aquí en esta sección, los Fariseos fueron a Jesús con las nuevas de que Herodes quería matarlo. Le dijeron a Jesús que debía abandonar la región. Aparentemente, parecía que estaban interesados en salvar su vida pero sabemos por el odio que sentían hacia Él que este no era el caso. Los Fariseos se habrían deleitado en ver a Jesús muerto. Frecuentemente buscaron matarlo ellos mismos.
Entonces quedamos pensando en por qué los Fariseos habrían advertido a Jesús acerca del deseo de Herodes de darle muerte. Esto ha llevado a algunos comentaristas a creer que los Fariseos eran mensajeros de Herodes para aconsejar a Jesús que se fuera de la región. A pesar de que no podemos estar seguros de esto, si sabemos que Herodes tenía miedo del Señor. Marcos 6 nos dice que cuando Herodes supo que Jesús estaba en aquella comarca, pensó que era Juan el Bautista a quien él había decapitado. Herodes se sentía muy incómodo con la presencia de Jesús. Juan el Bautista había reprendido a Herodes debido a su relación con la esposa de su hermano. La presencia de Jesús debía ser para Herodes, sin dudas, un recordatorio de su pecado. ¿Podría ser acaso que la convicción era tan poderosa que su manera de lidiar con el asunto era dar muerte a Jesús?
El Espíritu Santo nos convence de pecado para que podamos alejarnos de éste e ir en pos del Señor. Sin embargo, si resistimos a esa convicción, nos estamos poniendo en territorio peligroso. Hemos visto hasta dónde puede llegar la gente para resistir la convicción del Espíritu. Herodes quería matar a Jesús. Hay personas que dejarán de ir a la iglesia. Algunas se volverán amargadas y se enojarán con el Señor y con todos los creyentes. Otras comenzarán a criticar y hallar fallos en la iglesia. Otros, como Jonás, se alejarán del Señor lo más rápido que puedan. Otros dejarán de leer las Escrituras porque éstas son un recordatorio constante de su pecado. Otros abandonarán ministerios y regresarán al mundo. En cada caso, ellos pierden el gozo y la paz en el Señor. Todo esto pasa porque no lidiaron con la convicción del Espíritu Santo. Resisten y huyen de Él en vez de escucharlo y confesar sus pecados. La manera que tenía Herodes era tratar de matar la fuente de su convicción.
Hacer que Jesús se marchara de la región agradaría a los Fariseos. Aunque ellos frecuentemente querían matar a Jesús tenían miedo de la gente. Si no podían matarlo por temor a las personas, al menos podían tratar de infundir suficiente temor como para que Él se marchara. Tal vez ese era parte del plan.
Jesús no cae en su trampa. Les dio a los Fariseos un mensaje para Herodes. El hecho de que Jesús les dijera que le dieran ese mensaje a Herodes puede indicar que tanto Herodes como los Fariseos estaban complotados para eliminar a Jesús.
Note en el versículo 32 que Jesús habla de Herodes como una zorra. La zorra era un animal cruel y astuto. Jesús vio a Herodes como muy cruel y engañoso, que se vale de cualquier cosa para salirse con la suya. Él había tomado la esposa de su hermano y ahora estaba tratando de eliminar a Jesús.
A pesar del plan de Herodes, el Señor no se distrajo de Su misión. Estaba decidido a ir a Jerusalén y nada le impediría llegar a su destino y cumplir el propósito de Dios. Jesús no temió por su vida. Él vino a morir; no iba a ser gobernado por el temor del hombre. Se puso en manos de Su Padre y siguió adelante. El enemigo muchas veces tratará de desalentarnos en nuestro andar con Dios. Aquí él amenaza a Jesús en un intento de alejarlo de Jerusalén y de Su muerte en la cruz. Incluso la amenaza de muerte no iba a impedir que nuestro Señor continuara avanzando.
Jesús le dijo a Herodes que iba a continuar echando fuera demonios y sanando personas como lo había estado haciendo. Lo haría hoy y mañana. Al tercer día alcanzaría su objetivo: Jerusalén. Note que Jesús le dijo a Herodes que necesitaba ir a Jerusalén porque ningún profeta podía morir fuera de Jerusalén. Jesús no tenía miedo de morir. Él sabía que Su muerte se acercaba rápidamente. Mientras tanto se mantendría ocupado haciendo la voluntad de Su Padre.
Aunque el enemigo trató de distraer al Señor profiriendo amenazas de muerte, Jesús fijó sus ojos en el objetivo y siguió adelante. No dejó detuvo lo que estaba haciendo. Con mucha calma le dijo a Herodes (y a Satanás también, por lo que cuenta) que Él iba a lograr Su objetivo a pesar de lo que ellos estaban diciendo. Jesús continuó sanando y librando a la gente de los espíritus malignos. Su Padre estaba guiándolo a Jerusalén y era ahí a donde se dirigía.
Satanás vendrá con la astucia y el engaño de la zorra. Esconderá su ardid bajo la capa de la compasión y la piedad. Vendrá fingiendo que se preocupa profundamente. Incluso puede usar nuestros amigos más cercanos y nuestros seres queridos. En el caso de Job fue su esposa quien le dijo que maldijera a Dios y se muriera (ver Job 2:9). Ella estaba diciendo algo como esto, “Job, tu sufrimiento es demasiado, y no puedo soportar verte sufrir más. Dios verdaderamente entenderá si lo maldices porque estás bajo tanta presión. De seguro te perdonará. Maldícelo y acaba con esta miseria.” Detrás de eso está la voz del enemigo. Dios nos llama a centrar nuestra mente en el objetivo. No se deje distraer por la astucia del enemigo.
También note que Jesús les dijo a Herodes y los Fariseos que ningún profeta podía morir fuera de Jerusalén. Jesús sabía que iba a morir. Jerusalén era el lugar donde iba a ocurrir esto. Note que se llamó a sí mismo profeta. Se identificó con los profetas que vinieron antes que Él. Ellos también habían sido rechazados. Ellos también habían dado sus vidas. Lo hicieron en el centro de la fe Judía, la ciudad de Jerusalén. Su condena y Su muerte no lo tomaron por sorpresa. Para eso había venido.
Cuando Jesús reflexiona en la historia de la ciudad de Jerusalén llora en su corazón. Escuche Su lamento en Lucas 13:34:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!”
La ciudad que lo mataría era el objeto de su afecto. Jesús anhelaba que las personas de Jerusalén vinieran a Él pero lo rechazaban tal y como habían rechazado a los profetas que fueron antes que Él. Cuanto lo apenaba esto. Con ese deseo en su corazón iría a la cruz sellando su destino, pero le rompería el corazón hacerlo.
Se aflige el corazón de Dios al ver a aquellos que creó darle la espalda a Él y a su ofrecimiento de salvación. Sin embargo, esto no impedirá que juzgue. Él dictará Su sentencia. “He aquí, vuestra casa os es dejada desierta”, dijo Jesús (Lucas 13:35). Me han dado la espalda y ahora han sufrido las consecuencias. Lo perderán todo. Les dijo que no lo verían de nuevo hasta que dijeran: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Lucas 13:35). Jesús se está refiriendo a Su regreso en gloria a juzgar la tierra. Aquel día, sería sellado el juicio. Comparecerían ante aquel a quien rechazaron y le verían glorificado. ¡Qué gran temor sentirían ese día! Recordarían como se burlaron de Él y lo crucificaron. Recordarían como habían visto Sus milagros y escuchado su predicación sin prestarle atención. Herodes y los Fariseos habían hecho a Jesús una amenaza de muerte. Jesús le dio un giro completo a aquella amenaza y les recordó que un terror aún mayor les esperaba por haber rechazado al Hijo de Dios.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos acerca de la táctica del enemigo para distraernos de nuestro llamado? ¿Alguna vez usted ha experimentado al enemigo tratando de distraerlo? Explique.
- ¿Por qué es peligroso resistir la convicción del Espíritu Santo en nuestra vida? ¿Conoce usted a alguien que está resistiendo la convicción del Espíritu Santo? ¿Cómo ha estado esto afectando su andar spiritual?
- ¿Qué aprendemos acerca del corazón del Padre con respecto a los que resisten Su llamado?
- ¿Estaría usted dispuesto a sufrir e incluso a morir para cumplir la voluntad y el propósito del Padre en su vida?
Para Orar:
- Pida al Señor que le dé un claro discernimiento de Su llamado en su vida. Pídale que le ayude a mantenerse centrado en ese llamado Pídale que lo libre de las distracciones del enemigo.
- Tome un momento para orar por un hermano o Hermana que está resistiendo la convicción de la obra del Espíritu Santo en su vida. Pida a Dios que destruya esa resistencia.
- ¿Vive usted en una ciudad que, como Jerusalén, ha resistido la Palabra de Dios? Tome un momento para orar para que el Señor se mueva en su ciudad o pueblo y rompa toda resistencia.
- Agradezca al Señor porque resistió cada tentación que buscaba disuadirlo de ir a la cruz. Agradézcale por haber ido a la cruz por usted.
50 – Vigilado de Cerca
Lea Lucas 14:1-6
El conflicto de Jesús con los Fariseos continuó. Aquí en este pasaje el Señor fue a comer en la casa de un Fariseo. Lucas nos dice que Jesús estaba siendo vigilado. La razón por la que sus enemigos lo estaban vigilando era para tratar de encontrar algo para acusarlo.
Los enemigos de nuestro Señor siempre estaban buscando una manera de encontrar un fallo en Él y acusarlo de algún tipo de inconsistencia. Necesitamos entender que, si vigilaban al Señor Jesús, también nos vigilarán a nosotros. A Satanás le encanta encontrar inconsistencias en nosotros. Le encanta exponer cualquier cosa que pueda para manchar nuestra reputación a los ojos de la comunidad. Esta táctica del enemigo se remonta a hace mucho tiempo atrás en la historia. Los enemigos de Daniel trataron de encontrar alguna falta en él también. Satanás también hizo lo posible por destruir a Job para que cuestionaran su testimonio.
La iglesia en el libro de Hechos sabía cuán importante era mantener un buen testimonio en la comunidad. En Hechos 2:46-47 leemos:
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
El testimonio de la primera iglesia tenía un poderoso impacto en su comunidad. Debido a su testimonio, las personas eran añadidas a la iglesia. Ellos veían la sinceridad de aquellos creyentes y como se preocupaban los unos por los otros, y eran conmovidos.
Pablo habló a los romanos acerca de su testimonio. En Romanos 2:23-24 dice:
“Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.”
Pablo le dice a los romanos en este versículo que debido al testimonio de ellos el nombre del Señor estaba siendo blasfemado entre los Gentiles. El mundo no creyente no se dejó engañar y no les creyeron. Los vieron tal y como eran. Aquellos creyentes llevaban con ellos el nombre del Señor Jesús pero no lo honraban con su estilo de vida. El resultado fue devastador. Los no creyentes se burlaban del nombre de Jesús. No querían tener nada que ver con una fe que produjera aquel tipo de seguidores.
A Satanás le encanta encontrar faltas en los creyentes y publicarlas a lo son creyentes. Le encanta sacar a la luz nuestros fallos y mostrarlos a aquellos que están buscando al Señor. Cuán importante es que vivamos en pureza y santidad. Los no creyentes nos están observando igual que observaban a Jesús. También debe entenderse que no es solamente el no creyente el que nos está vigilando, es también el hermano más débil. No podemos vivir aislados de los demás. Su vida está siendo vigilada e impactará a los que lo rodean tanto para bien como para mal.
En el versículo 1 hay otro detalle que debemos analizar. Note que Jesús estaba dispuesto a compartir una comida con un Fariseo. Frecuentemente es visto en las casas de los Fariseos. No teme estar en presencia de ellos. Se asocia con pecadores pero mantiene su testimonio. Jesús no se separa de aquellos a quienes vino a ministrar. Él vino a compartir el mensaje de salvación con os que estaban perdidos en sus pecados. No podía compartir aquel mensaje si tenía miedo de asociarse con ellos. Aunque Jesús se asociaba con pecadores, no compartía sus prácticas. Aquí es donde frecuentemente muchos caen. Ellos creen que tienen que hacer lo que hacen los incrédulos si quieren alcanzarlos. Jesús vive en perfecta obediencia a Su Padre en presencia de los pecadores. Esto no siempre es algo fácil de hacer.
Mientras Jesús comía con los Fariseos, un hombre fue llevado a Él un hombre que padecía de hidropesía. Parece que esa era una enfermedad que causaba inflamación debido a la acumulación de líquidos en el cuerpo. Los Fariseos observaban de cerca para ver lo que Jesús iba a hacer. Al analizar el contexto entendemos que aquel era día de reposo. Jesús sabía que si sanaba al hombre, los Fariseos tendrían la evidencia que buscaban para acusarlo de quebrantar la Ley. Jesús decidió hablar directamente de la situación.
Les preguntó a los Fariseos si era lícito sanar en el día de reposo. Los Fariseos guardaron silencio. No querían entrar en discusión acerca de ese asunto. Ciertamente habían escuchado de como el Señor Jesús había sanado en el día de reposo y de cómo frecuentemente los había puesto en evidencia con Sus argumentos. Tal vez tenían temor de entrar en una discusión que no podían ganar.
Al ver el silencio de los Fariseos, Jesús tomó al hombre y lo sanó, después lo despidió. Esto permitió que Jesús quedara solo para lidiar con la reacción de los Fariseos. Los retó con un ejemplo. En el versículo 5 les preguntó, “¿Si alguno de ustedes tiene un asno o un buey que cae en un pozo en día de reposo, no lo sacarán inmediatamente?”. Los Fariseos entendieron lo que Jesús estaba diciendo. Si su hijo o hija caía en un pozo, ninguno de ellos los dejaría ahí hasta que terminara el día de reposo. Incluso si su buey callera en un pozo en el día de reposo ellos harían lo indecible para sacarlo sin importar el día que fuera.
Jesús enseñó una importante lección a los Fariseos en ese momento. La ley no estaba escrita para oprimir a las personas. El legalismo eleva la ley por encima de los principios superiores del amor, la compasión y la misericordia. Incluso los mismos Fariseos tuvieron que admitir que había momentos en los que la Ley debía ser quebrantada por compasión hacia aquellos que sufrían. No tuvieron nada que decir a Jesús porque vieron inconsistencia en sus propias vidas.
Hemos visto como el Señor estaba siendo vigilado cuidadosamente. El saber que estamos siendo vigilados puede provocar que vivamos en temor de lo que las personas piensen de nosotros. Esta es también una táctica de Satanás. Satanás puede paralizarnos con miedo. Podemos concentrarnos tanto en lo que los demás puedan pensar y mantener un buen testimonio que puede que no seamos capaces de llevar hacia adelante el reino de Dios. A Satanás le habría encantado que Jesús se concentrara tanto en no causar un revuelo que no sanara a aquel hombre con hidropesía. Hay ocasiones en las que el enemigo nos hace tener tanto miedo de lo que la gente pueda pensar que nos rehusamos a predicar la palabra que Dios nos ha llamado a predicar. Podemos preocuparnos tanto por no darle a los demás ninguna oportunidad para decir nada en contra nuestra que nos negamos a alcanzar a los no creyentes por la sencilla razón de que no nos vean con ellos y piensen que somos uno de ellos. Mientras que Jesús mantiene Su testimonio, Él no cae en la trampa de agradar a las personas por temor a lo que puedan pensar. Él fue atrevido en ir a la casa del Fariseo. Fue atrevido al sanar a aquel hombre con hidropesía. Sabía que eso no iba a ser bien visto pero hizo lo que sabía que Su Padre lo había llamado a hacer.
Si nos concentramos en nuestro testimonio y en cómo las personas nos ven, caeremos rápidamente en la trampa del enemigo. Nos preocuparemos tanto por la manera en que la gente se siente que no podremos avanzar. Si, por el contrario, nos concentramos en hacer la voluntad del Padre, la gente puede pensar lo que quiera pero no tendrán nada que decir en contra nuestra porque estaremos viviendo en obediencia a Su propósito ya Su plan. El apóstol Pablo tuvo que aprender esa lección. En Gálatas 1:10 dijo:
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
De ahí que aunque seamos vigilados de cerca, nuestro enfoque no puede ser el buscar la aprobación de la gente. Debemos poner nuestros ojos en agradar a Dios y hacer Su voluntad y Su propósito. Jesús no era gobernado por lo que los Fariseos, o cualquier otra persona, pensaran de Él. Su corazón sólo iba a hacer la voluntad del Padre. Si queremos mantener un buen testimonio ante el mundo ese debe ser también el centro de nuestra atención.
Para Considerar:
- Tome un momento para examinar su testimonio. ¿Hay algo en su vida que haría que los no creyentes blasfemaran del Señor?
- ¿Alguna vez usted ha sido retenido por temor a la gente? ¿Qué aprendemos aquí acerca de cómo lidiar con el temor a las personas?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del legalismo? ¿Cómo los Fariseos cayeron en la trampa del legalismo?
Para Orar:
- Pida al Señor que le ayude a enfocarse en hacer Su voluntad en su vida de forma tal que no pueda ser afectado por lo que los demás piensen de usted.
- Pida al Señor que lo libere del temor a la gente o de una preocupación excesiva de lo que los demás piensen de usted.
- Pídale a Dios que examine su corazón para ver si hay algo en usted que haga que los demás blasfemen Su nombre. Pídale que le dé la victoria en ese asunto.
51 – El Lugar de Honor
Lea Lucas 14:7-11
Mientras Jesús estaba en la casa de los Fariseos para comer, observaba cómo los invitados llegaban y ocupaban los lugares de honor en la mesa ante Él. Aquella debió haber sido tremenda escena. Los huéspedes debían haber estado vestidos con sus atuendos más finos. La gente se percataba de eso y ellos se alegraban de llamar tal atención. El versículo 7 indica que los puestos no estaban asignados a los invitados pero eran ocupados a medida que éstos llegaban. Debe haber habido cierta competencia por el mejor lugar en la casa. Jesús veía lo que estaba sucediendo y habló a la multitud en Lucas 14:8:
“Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él.”
En esta ilustración un invitado viene a un banquete de bodas y ocupa el mejor lugar. Lleno de orgullo, se sienta frente a los demás, feliz de que lo vean. Se siente importante de estar en el lugar de honor. De pronto, el anfitrión viene a él acompañado de un segundo individuo. Se acerca al hombre sentado en el lugar de honor y dice: “Da a este hombre tu sitio”. Humillado, el primer hombre cede su asiento al segundo y pasa a ocupar un lugar de menor importancia. Ha sido avergonzado y humillado ante todos los presentes.
Jesús les dice a sus oyentes que cuando fueran invitados a un banquete que tomaran los últimos lugares para que cuando el anfitrión viniera pudiera honrarlos ofreciéndole un lugar de gran honor. En vez de ser humillados ante los presentes, ellos serían exaltados. Jesús termina Su ilustración con lo que afirma en el versículo 11:
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Hay muchos detalles que necesitamos considerar en esta afirmación. Primeramente note la tentación de buscar el lugar de honor. Todos nosotros hemos luchado con esto en nuestras vidas. Cuando usted ministra, ¿alguna vez ha sentido el deseo de ser notado? Esta tentación es muy real para todos nosotros. Jesús retó a Sus oyentes a reconocer el peligro. Cuando buscamos llamar la atención, estamos nos apropiamos de la gloria que Dios merece y la reclamamos para nosotros.
Jesús nos manda a tomar el último lugar. ¿Qué significa esto? Necesitamos distinguir el “ocupar el último lugar” con la falsa humildad; ésta se deleita en permanecer en el último lugar. De cierta forma cree que hay valor en estar en lo más bajo del montón. Algunas veces, esos que son presa de la falsa humildad necesitan llamar la atención. Si no pueden hacerlo sentándose en el puesto de honor, lo harán ocupando el último. Las personas se percatarán de su presencia por su humildad.
La falsa humildad con frecuencia no está dispuesta a ocupar lugares superiores porque le falta confianza en Dios y Sus propósitos. Es posible sentarse en el último sitio porque no tenemos la fe que se requiere para creerle a Dios por cualquier otra cosa. La falsa humildad puede ser el resultado de una falsa percepción de quiénes somos en Cristo. Aquellos que padecen de falsa humildad no creen que alguna vez ellos pueden llegar a ser alguien importante para el reino de Dios. No creen que Dios podría usarlos para hacer una obra maravillosa y poderosa por el reino. Ellos ocupan el último puesto porque sienten que valen menos que los demás.
La persona atrapada en la trampa de la falsa humildad con frecuencia es incapaz de hacer grandes cosas para Dios porque puede que tenga un temor enfermizo al orgullo. Esa persona no puede confiar en el Señor para que le dé la victoria sobre el orgullo y lo haga humilde. Ellos igualan el éxito al orgullo. Su temor de convertirse en personas orgullosas es tal que se rehúsan a actuar a menos que caigan en el pecado de orgullo. El enemigo impide que esas personas avancen para el Señor infundiéndoles temores enfermizos. La verdadera humildad puede dar el paso al frente. Confía en Dios para mayores y mejores cosas. La verdadera humildad puede ocupar el sitio de honor y continuar siendo humilde.
El centro de atención en estos versículos no es tanto el sentarse en el “último lugar” sino el estar en el lugar que el Señor no haya asignado. La persona que tomó el lugar de honor estaba sentada realmente en el asiento de otro. El anfitrión le pide que se quite porque ese sitio no le pertenece a él. La verdadera humildad nos permite vernos a nosotros mismos por lo que realmente somos, ni más ni menos. Pensar en nosotros y en nuestras habilidades más de lo que debemos es orgullo. Pensar de menos es falsa humildad. El hombre en esta parábola pensó más acerca de sí mismo. Debido a eso, ocupó un sitio que no debía ocupar. Necesitaba encontrar su lugar. Todos nosotros necesitamos encontrar nuestro lugar apropiado. Dios tiene un lugar para cada uno de nosotros en el reino.
Cuando Jesús nos dice que ocupemos el último lugar nos está llamando a permitir que otro tenga el sitio de honor cuando ese es el propósito de Dios. La verdadera humildad nos permite server incluso cuando no se percatan de nuestra presencia. La persona que se sienta en el último lugar no necesita la atención de todos. Ese es el sitio de un siervo. El Señor nos llama a ser siervos.
Sin embargo, debe decirse que, si somos verdaderos siervos, cuando el amo nos llama a un lugar de honor debemos estar dispuestos a dejar nuestro lugar humilde para obedecer. Esta ilustración no sólo tiene que ver con el hecho de ocupar el último lugar, sino también con el de ocupar el sitio de honor. El amo llamó a uno al sitio más bajo y a otro al sitio de honor. Si somos llamados a ocupar un lugar de honor o si a sentarnos en el último lugar, debemos deleitarnos en hacer la voluntad del Maestro. Hay algunos que llegan a sentirse cómodos en sus lugares más bajos. Los que se ocupan lugares superiores frecuentemente tienen más responsabilidad. Estar en el lugar de honor trae consigo mayores responsabilidades y mayores obligaciones.
Aquí en este banquete las personas gritaban por tener el mejor lugar. Jesús los retó a ocupar el lugar que el amor tenía preparado para ellos y a que se contentaran con ese sitio. Si el amo los llamaba a ocupar otro lugar no debían dudar en moverse a ese nuevo sitio. ¿Ha estado usted luchando por obtener un lugar de honor que no le corresponde ocupar? Detenga su lucha ahora y conténtese con sentarse en el sitio que el Señor le ha asignado. ¿Ha estado usted renuente a ocupar un lugar de honor? Eche fuera la falsa humildad y ocupe su lugar bajo la guía del Señor. El mejor lugar es aquel en el que Dios quiere que usted esté.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez usted ha sentido el impulso de llamar la atención? De un ejemplo.
- ¿Qué es la falsa humildad? ¿Por qué es peligrosa?
- La verdadera humildad tiene que ver con rendirse al propósito y voluntad de Dios. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Demuestra usted ser verdaderamente humilde en su vida? ¿Cuál es la diferencia entre verdadera humildad y falsa humildad?
- ¿Podemos ser humildes y ocupar el lugar de honor?
- ¿Cuál es el rol que Dios le ha asignado en el reino? ¿Está usted en el lugar que Él quiere que usted esté?
- ¿Cómo puede la falsa humildad impedirnos hacer la voluntad de Dios?
Para Orar:
- Pida al Señor que le enseñe a tener Su idea de usted mismo, ni más ni menos.
- ¿Ha estado Dios convenciéndole de orgullo y falsa humildad? Pídale que le dé complete victoria sobre esto de modo que usted pueda convertirse en lo que Él quiere que usted sea.
- Pídale a Dios que le dé una idea clara de su lugar en el reino. Pídale que le dé la gracia de estar contento con ese papel.
52 – El Banquete
Lea Lucas 14:12-24
Jesús usaba frecuentemente hechos cotidianos para dar lecciones espirituales. En el contexto de este capítulo, el Señor Jesús ha sido invitado a la casa de un Fariseo. En sección anterior, después de ver como los invitados buscaban los mejores puestos, Jesús enseñó una lección sobre la verdadera humildad. Jesús noto algo más en aquel banquete. Notó que los que todos los que llegaban eran todos amigos y, en su mayoría, cada uno era una persona relativamente rica. En aquella habitación había personas de claro prestigio en la sociedad. Esas personas se invitaban a sus casas mutuamente. De hecho, se esperaba que aquellos que habían sido invitados un día devolvieran el favor. AL ver esto, Jesús reprendió al anfitrión acerca de invitar solamente a los que podían devolverle la invitación.
Es útil examinar lo que Jesús tiene que decir en el Sermón de la Montaña en Mateo 6:1-4:
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Está claro en Mateo 6 que tenemos que tomar una decisión. Podemos recibir nuestra recompensa en esta tierra o podemos recibirla en el cielo. Jesús estaba diciendo a su anfitrión que si él invitaba a sus amigos y parientes a su casa, sabiendo que ellos un día le regresarían el favor, él perdería su recompensa celestial. Su premio terrenal sería una invitación de sus amigos y familiares a sus casas, pero esa sería la única recompensa que obtendría. El Señor le record a su anfitrión que si él quería recibir una recompense celestial, tendría que invitar a los pobres, a los cojos, a los mancos y a los ciegos. Ellos no podrían pagarle.
Aquí debemos considerar varios detalles. Jesús no nos está diciendo que nunca debemos invitar a nuestros amigos y vecinos a nuestra casa. Él muchas veces comía con sus discípulos y amigos. No hay nada malo en obtener una recompense de nuestros amigos humanos. Jesús nos reta a abrir nuestros corazones para ministrar a aquellos que no nos pueden devolver el favor. Nos reta a dar sin intención de recibir nada a cambio. Nos reta a servir sin intentar llamar la atención. ¿Sería usted capaz de dar si no recibiera un beneficio?
Algunas personas prefieren recibir un premio hoy a tener que esperar por la eternidad. Jesús nos lanza un reto a nivel de ministerio, donde nos alejamos de la búsqueda de recompensas para estar en un ministerio en el que somos libres de servir porque tenemos el corazón de Dios. Ministramos porque está en nuestro corazón hacerlo, no porque queremos recibir nada a cambio. Uno de los frutos del espíritu es la bondad. Servimos porque es bueno servir. Ministramos porque hacerlo es parte de nuestra naturaleza como creyentes, no porque seremos recompensados.
Mientras comían, uno de los presentes hizo un comentario: “¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!” (Versículo 15). Ese hombre obviamente estaba pensando en que iba a estar con sus amigos y seres queridos a la mesa en el cielo.
Entonces Jesús dijo esta parábola a los presentes. Cierto hombre estaba preparando un gran banquete y tenía muchos invitados. Cuando la cena estuvo lista mandó sus siervos a buscar a sus invitados. Uno a uno comenzó a excusarse. Uno dijo había comprado una hacienda y tenía que ir a verla. Otro dijo que había comprado cinco yuntas de bueyes y tenía que ir a probarlas. Y otro dijo que acababa de casarse y no podía ir.
El siervo que había sido enviado a traer a los invitados a la mesa regresó a su señor y le dijo lo que había pasado. Cuando el señor escuchó acerca de lo sucedido, se enojó. La cena estaba lista pero los invitados no querían venir. Le dijo al siervo que invitara a la gente de los calles. Debía encontrar a los pobres, a los tullidos, a los cojos y traerlos al banquete. Si sus amigos no venían ni tomaban su invitación en serio, entonces él invitaría a los que realmente necesitaban la comida.
El siervo salió como le dijo su señor, e invitó a los pobres y a los necesitados. Pronto descubrió que todavía había espacio para más. El señor le dijo que fuera por los caminos y los campos invitando a la gente a venir. Debía invitar a todos los que pudiera para que la casa se llenara. El banquete sería servido pero los que habían sido invitados en un principio no estarían allí.
¿Qué estaba enseñando Jesús mediante esa parábola? Los judíos fueron los primeros invitados al banquete. El banquete era la salvación que Dios ofrecía a través de Su Hijo Jesús. Todos tuvieron excusas para no aceptar la oferta. Jesús les estaba diciendo a los presentes que vendría el día en que la invitación de Dios dejaría de ser únicamente para los judíos y se haría a los Gentiles. Dios extendería Su salvación hasta los no-Judíos y hasta los más lejanos confines de la tierra. Vendrían en gran número a recibir la salvación que Él ofrecía. Hemos visto esto en nuestros días en el paso del mensaje del Evangelio de una nación a otra. Miles de personas vienen a Cristo cada día y aceptan Su maravillosa salvación.
Todos los individuos de esta parábola tenían una excusa para no asistir al banquete. Muchas de esas excusas sonaban legítimas. Estaban ocupados con sus asuntos. Tal vez usted, también, está ocupado en los asuntos del Señor. Tal vez usted está demasiado ocupado para aceptar la invitación del Señor. El banquete está siendo servido ahora. No esperará. El señor está llamando ahora mismo.
En este capítulo el Señor da lecciones muy importantes. La primera se relaciona con servir al Señor sin necesidad de llamar la atención. Nos reta a vivir y ministrar liberados de la necesidad de recibir una recompensa aquí abajo. Jesús también nos enseña que quiere ministrar a los que están en necesidad a través de nosotros. Comparte Su corazón por los pobres, los necesitados y enfermos. Sin embargo, más allá de esas lecciones, el Señor nos recuerda que Él no va a estar llamando para siempre. Viene un tiempo en el que ya no habrá invitación. ¿Será usted parte de ese banquete? Sólo será parte de éste si acepta la invitación. No dé por sentado que estará allí si nunca ha aceptado Su invitación. Muchas personas creen que pueden postergar su decisión y que siempre habrá lugar para ellos. No podemos darnos el lujo de cometer ese error. Cuando los amigos del señor no aceptaron su invitación, sus lugares fueron dados a otra persona.
Para Considerar:
- Tome un momento para examinar sus motivos para servir al Señor. ¿Espera usted una recompense aquí en la tierra por su servicio?
- ¿Hasta qué punto su servicio está regido por lo que piensan los demás?
- ¿Quiénes son los necesitados que Dios ha puesto delante de usted? ¿Qué quiere Dios que usted haga por ellos?
- ¿Formará parte usted del gran banquete del cielo? ¿Cómo usted lo sabe?
Para Orar:
- Pida a Dios que abra su corazón a las necesidades que hay a su alrededor.
- Pida al Señor que lo libere de la necesidad de ser recompensado en el servicio.
- ¿Tiene seguridad de que estará en el gran banquete celestial que Jesús menciona aquí en este pasaje? Si es así, agradezca al Señor por esa seguridad, pida a Dios que le dé seguridad acerca de su salvación.
53 – Considerando el Precio
Lea Lucas 14:25-35
Jesús ha estado trabajando durante todo el camino a Jerusalén. En poco tiempo será crucificado. Grandes multitudes lo siguen en el camino a la gran ciudad. Es muy posible que esas multitudes que lo seguían se dirigieran a Jerusalén para la Pascua.
Jesús tenía una increíble manear de usar circunstancias comunes para enseñar Sus lecciones. Vimos en las últimas meditaciones como utilizó una cena con los Fariseos para enseñar acerca de la humildad. Aquí, el Señor notó a las multitudes que lo seguían y usó la oportunidad para enseñar una lección espiritual sobre lo que significaba seguirlo a Él verdaderamente.
Vea lo que Jesús le dice a Sus discípulos en el versículo 26:
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.”
Necesitamos considerar esta expresión más detalladamente. Este comentario de Jesús debe analizarse dentro del contexto del resto de las Escrituras. En Su ministerio, Jesús enseñó la importancia del amor (ver Juan 13:34-35; Romanos 13:8; 1 Juan 4:7). Jesús no nos está enseñando a aborrecer a nuestros hijos, padres y hermanos, pues eso ciertamente iría en contra del resto de las Escrituras. Sin embargo, Él si deja bien claro que los que van en pos de Él tendrán que decidir entre Él y sus seres queridos. En Mateo 10:35-37 le dice a sus seguidores:
“Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.”
Cuando vamos al Señor y escogemos vivir para Él, seremos frecuentemente rechazados por nuestra propia familia. Nuestro amor por el Señor Jesús necesita ser más fuerte que nuestro amor por aquellos que nos son más cercanos en la tierra. Cuando Jesús utiliza la palabra “aborrecer” en este contexto nos quiere decir que nuestra relación con Él debe ser tal que estemos dispuestos a dar la espalda a nuestra familia si ellos nos impidieran seguirlo a Él. Mientras Jesús estaba en la cruz, el Padre tuvo que voltear la cabeza (Mateo 27:46). Eso es lo que el Señor nos está llamando a hacer. Debemos apartarnos de cualquier persona o de cualquier cosa que nos separe del Señor Dios. Él debe ser primero en nuestras vidas y corazones. En Mateo 19:29 Él prometió bendecir a los que fueran forzados a dejar hermanos, hermanas, padres e hijos por Su nombre:
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”
Necesitamos entender que esta no es una excusa para ignorar o apartarnos de nuestras obligaciones familiares. La Escritura también es clara en que debemos cuidar nuestra familia y proveer para ella. Pablo le dijo a Timoteo que el creyente que no se preocupara por sus propios parientes era peor que un no creyente. Al escribirle a Timoteo, en su primera carta, verso 5:8, dice:
“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”
La Escritura nos enseña que debemos cuidar de nuestra familia y proveer para ella, pero no debemos permitir nunca que nuestra lealtad a la familia nos distraiga de nuestra lealtad mayor a Dios.
En el versículo 27, el Señor le recordó a los presentes que si querían seguirlo a Él tendrían que estar dispuestos a llevar su cruz. En ese momento Jesús se dirigía a Jerusalén donde tendría que tomar su propia cruz. Le estaba diciendo a los que caminaban con Él que habría una cruz para cada uno. Habría sacrificios. Habría persecución. Algunos de ellos serían rechazados y se burlarían de ellos. Todos debían estar dispuestos a morir a sí mismos ya sus propias ideas. Otros tendrían que alejarse de sus amigos y familiares. Algunos tendrían que dejar sus trabajos. Debemos estar dispuestos a sufrir cualquier cosa q que se presente en nuestro camino debido a nuestro compromiso con el Señor. Jesús le dijo a la multitud aquel día que si no estaban dispuestos a tomar su cruz no podrían ser sus discípulos. No podemos confiar en un soldado que no pueda sufrir y morir por la causa que representa.
Aquel día, mientras la multitud viajaba a Jerusalén seguía a Jesús. Él era un gran maestro y hacedor de milagros. Demostraba el poder de Dios en Su vida y ministerio. Las personas se enorgullecían de poder andar con Él. Sin embargo, Jesús comprendió que el compromiso de su pueblo con Él terminaría ante la primera señal de problemas. Esto lo entristecía. Entonces habló de esto dándole dos ilustraciones.
La primera es sobre un hombre que estaba construyendo una torre. Jesús les preguntó, “¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?”. Antes de comenzar un proyecto necesitamos estar seguros de que tenemos dinero suficiente para terminarlo.
La segunda ilustración es sobre un rey que se está preparando para marchar a la batalla. Jesús les record a sus oyentes que ningún rey en su sano juicio iría a la batalla sin considerar primero si tenía oportunidad de ganarla. Si sólo tenía diez mil hombres y el enemigo tenía veinte mil, el rey consultaría sus consejeros primero para ver si la victoria era posible. Si no, inmediatamente enviaría una embajada a pedir las condiciones de paz. ¿Por qué perderlo todo cuando no tenemos esperanza de vencer?
Igualmente, nadie debe comprometerse con el Señor Jesús sin considerar el costo de su compromiso. Si usted va a dar su corazón al Señor Jesús, necesita estar seguro de que usted está dispuesto a ser fiel. Antes de dar su vida para seguir a Jesús, escuche lo que Él dice. Jesús nos llama a tomar nuestra cruz. Puede tengamos que sufrir rechazo, pérdida o incluso enfrentar la muerte por su nombre. Puede que tengamos que abandonar nuestros seres queridos. Tendremos que morir a nuestros propios intereses y deseos y aceptar lo que el Señor quiere de nosotros. Su propósito y Su voluntad deben ser todo. Un soldado no siempre lleva una vida fácil. Si no estamos dispuestos a hacer ese compromiso no podremos ser Sus discípulos. Note, en el versículo 33, que el Señor le dijo a los presentes que debían estar dispuestos a renunciar a todo. Jesús debe tener control absoluto de cada aspecto de nuestra vida. Cuando venimos a Él entregamos todos nuestros derechos y privilegios. Él se convierte en nuestro Señor, y nosotros nos convertimos en sus siervos.
Muchas personas seguían al Señor aquel día pero sólo unos pocos de ellos estaban dispuestos a cumplir esas condiciones. Muchas personas hoy en día están felices con ir a la iglesia y vivir una buena vida. Pocos están preparados para morir a todos lo que tienen y decir, “Señor Jesús, te rindo mi corazón, mi voluntad, mis posesiones, mis derechos, mis privilegios y mis ambiciones y metas en la vida. Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo. Iré a donde quieras que vaya y haré lo que quieras que haga. Escucharé tu llamado y no haré nada sin antes buscarte a ti y tu voluntad.” Jesús no espera menos que un total compromiso con Él. ¿Vendrás a Él en esos términos?
Jesús termina esta enseñanza hablando una vez más de la sal. Dijo que la sal era buena pero si ha perdido su sabor no sirve para nada. Tiene que ser desechada. Igualmente, un seguidor de Jesús que no esté dispuesto a abandonar todo es como la sal insípida. ¿De qué uso es para el reino de Dios un creyente que está tan atrapado en sus propios intereses que no puede seguir la guía del Señor? Si usted desea ser útil en el reino de Dios debe estar dispuesto a rendir todo a Él. Dios debe ser capaz de llamarlo y disponer de sus recursos en cualquier momento. ¿Podrá usted entregar todo? Sólo así usted podrá ser Su verdadero discípulo.
Para Considerar:
- ¿Qué es ser un discípulo de Jesús de acuerdo con este pasaje?
- ¿Qué significa aborrecer nuestra madre, padre y hermanos en este contexto?
- ¿Está usted dispuesto a entregar todo lo que usted tiene al Señor Jesús? ¿Hay algo que usted no está dispuesto a entregar a Él?
- ¿Qué sacrificios ha hecho usted por el bien del reino de Dios?
Para Orar:
- Pida al Señor que le muestre las cosas que aún le faltan a usted por rendir a Él.
- Tome un momento para comprometerse nuevamente con el Señor y Su propósito. Ofrézcale todo lo que usted posee.
54 – Parábolas de la Oveja Perdida y la Moneda Perdida
Lea Lucas 15:1-7
Mientras Jesús ministraba, los cobradores de impuestos y pecadores reunían a su alrededor para escuchar. Jesús los recibía. Los Fariseos y los maestros de la ley murmuraban acerca del hecho de que Jesús se asociara con esas personas.
Los Fariseos y los maestros de la ley eran orgullosos porque se consideraban diferentes a las personas comunes. Ellos sentían que estaban por encima del resto de la sociedad. Se dedicaban a estudiar y seguir la ley. Se guardaban puros, sin asociarse con pecadores. Jesús, por el contrario, comía con pecadores y estaba frecuentemente en presencia de ellos.
Jesús oyó las objeciones de los Fariseos y les dijo una parábola. Supongan que un hombre tiene cien ovejas, y pierde una. ¿No deja las otras noventa y nueve que están seguras en el redil y sale a buscar a la que está en peligro? Cuando la encuentra, ¿no regresa a la casa con ella en los hombros gritando de alegría a sus vecinos? (Lucas 15:4-6)
Jesús les record a los Fariseos que lo mismo pasa en el cielo, donde hay gran gozo cuando un pecador se arrepiente y viene a conocer al Señor. El gozo por ese que se arrepiente es mayor que el que hay por aquellos que no necesitaban arrepentirse. Esto no significa que el Señor no se regocija en todos sus hijos; sin embargo, el arrepentimiento de un pecador es una ocasión de mucho gozo en los cielos.
En el versículo 8 Jesús usa otra ilustración:
Supongan que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? (Versículo 8)
La mujer en esta parábola no podía permitirse perder ese dinero. Cuando encontró su moneda estaba muy emocionada. No podía guardar su alegría para sí, sino que les contó a los demás. Jesús les recordó a los presentes que así es como será en el cielo cuando un pecador se arrepiente.
Permítame hacer algunos comentarios generales aquí. Primero, note el valor que se le da a un pecador. En estas parábolas el Señor habló de una oveja y de diez monedas. Las diez monedas representaban el salario de diez días. La mujer de la casa no era rica; no podía darse el lujo de perder el salario de dos semanas. Esas monedas tenían gran valor. Lo mismo sucede con la oveja. Ningún pastor quiere perder una oveja. Aquella oveja era su sustento. Es necesario ver el valor de lo que se perdió. Estas parábolas nos muestran que Dios valora mucho el alma de un pecador.
Debido a que ambas cosas eran muy valiosas, los dueños estaban dispuestos a hacer cualquier cosa que fuera necesaria para recuperarlos. Vea cómo el pastor salió a buscar a su oveja. No se nos dice acerca de los peligros que tuvo que enfrentar el pastor; él estaba dispuesto a enfrentar esos obstáculos y peligros por el bien de su oveja perdida. Los fariseos habían acusado a Jesús de asociarse con pecadores. Para ellos Él se contaminaba al hacerlo, pero por el valor que Jesús le daba al pecador, estaba dispuesto a arriesgar todo para alcanzarlos. El pagó el precio definitivo por nuestra salvación. Fue a la cruz llevando nuestros pecados. Gustosamente ofrendó Su vida para que nosotros pudiéramos vivir.
¿Qué valor tiene un alma perdida ante sus ojos? Jesús dio Su vida. Ofreció todo lo que tenía. Los apóstoles enfrentaron la misma oposición. Fueron apedreados, burlados y golpeados. Tuvieron que dar su vida por causa del Señor y por las almas que querían alcanzar. Lo hicieron porque le daban a un alma el mismo valor que le daba Jesús. Estaban dispuestos a sufrir y a ensuciarse para alcanzar esa alma. Esto era algo que los Fariseos no querían hacer.
El gozo del Padre y de los ángeles en el cielo no puede ser contenido cuando un pecador se arrepiente y viene al Señor Jesús. ¿Se imagina a Dios tan rebosante de alegría por un pecador arrepentido que comparte ese gozo con todo en el cielo? ¿Por qué el corazón del Dios Todopoderoso debe henchirse de alegría por mi arrepentimiento? Él se preocupa profunda e íntimamente hasta por el último de Su creación. Los pobres son tan importantes como los ricos en el cielo. El mendigo es tan importante como el rey. Dios se regocija en todos y celebra, con gran gozo, su regreso al redil. Él es un Dios que celebra y se regocija, y yo soy la causa de esa celebración.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos en esta sección sobre el valor que Dios le da al pecador?
- ¿Qué valor le da usted a un alma? ¿Qué está usted dispuesto a sufrir por causa de un alma?
- ¿Sería usted capaz de “ensuciarse” para alcanzar un alma perdida para el Señor? ¿Qué ha sufrido usted por alcanzar al mundo con el evangelio?
Para Orar:
- Dé gracias a Dios por el valor que le da a su vida.
- Pida al Señor que le dé un mayor sentido del valor de un alma para que usted esté dispuesto a arriesgar más para ver esas almas ser salvas.
- Dé gracias al Señor porque se regocija y celebra. Pídale que lo haga más como Él. Pídale que le dé más de Su corazón.
55 – La Parábola del Hijo Pródigo
Lea Lucas 15:11-32
El Señor Jesús ha estado diciendo una serie de parábolas. Acaba de decir las de la moneda y de la oveja perdidas. En el contexto de este capítulo, Jesús está respondiendo a los Fariseos que han estado cuestionando Su práctica de comer con pecadores. En esas parábolas, el Señor les recuerda a Sus oyentes el valor que Él da al alma de un pecador. En esta parábola, Jesús habló de un hombre que tenía dos hijos. El menor de los dos le pidió a su padre que le diera su parte de la herencia. El padre estuvo de acuerdo y la herencia fue dividida entre los dos hijos.
El menor de los dos hijos decidió que ya era tiempo de tener su independencia. Ya no quería estar en la casa y se marchó a un país lejano. Como no tenía la madurez requerida para ser responsable de su herencia, comenzó a llevar un estilo de vida salvaje y descuidado. No pasó mucho tiempo antes de que hubiera desaparecido su herencia y él comenzara a pasar necesidad. Añadido a eso estaba el hecho de que había una gran hambruna en el país. No había hecho provisiones para el futuro y ahora temía por su vida.
Para encontrar una solución a sus necesidades, el joven se puso al servicio de un ciudadano de aquel país. Obtuvo un trabajo alimentando cerdos. Aquí debemos entender que en la mente Judía el cerdo era un animal inmundo. El hijo tuvo que hacer algo que nunca habría hecho en su país. En muchas maneras había tocado fondo. Al leer el versículo 16 entendemos que el trabajo no le daba dinero suficiente para cubrir sus necesidades. Trabajaba duro pero aún tenía hambre. Gustosamente habría comido del alimento de los cerdos pero nadie le ofrecía de modo que siguió con hambre.
Todo aquello le hizo pensar, “¿Qué hago aquí en este lugar?”. Pensó en su casa. Recordó los sirvientes que trabajaban en la propiedad de su padre y se dijo, “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” (Versículo 17). Después de pasar por los sucesos de los últimos meses él comenzó a apreciar lo que tenía en casa. Los siervos de su padre eran mejor tratados que él en aquel país extranjero.
Aquellos pensamientos lo llevaron a un punto crucial en su vida. Decidió regresar a su padre y decirle lo que había hecho. Reconoció su vida de pecado y cómo había malgastado su herencia. Note, en el versículo 18, como aquel hijo reconoció que no sólo había pecado contra su padre, sino que también lo había hecho contra el cielo. No había honrado a su padre terrenal en el uso de su parte de la herencia. Su padre había trabajado duro toda su vida para darle a su hijo aquella parte de su herencia, pero el hijo no había sabido apreciar lo que el padre había hecho por él. También era culpable delante de su padre celestial por un gran número de pecados. En aquel país extranjero había llevado una vida salvaje.
El joven decidió regresar a su padre y confesar su pecado. Entendió que ya no era digno de ser llamado hijo. Le pediría a su padre que lo hiciera como a uno de sus jornaleros. Habiendo tomado su decisión, partió sin demora a ver a su padre con la esperanza de que éste lo contrataría como siervo.
Mientras tanto, desde la casa, el padre vio a su hijo venir. Incluso desde la distancia era obvio que el hijo estaba en muy malas condiciones. Él había hecho el largo viaje de regreso a casa. Debe haber estado muy delgado y pálido. No sabemos cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había ingerido alimento alguno. El padre miró a su hijo y su corazón fue movido a misericordia y compasión por él. Corrió a su encuentro, puso sus brazos alrededor de su cuello y lo besó.
El padre abrazó un hijo muy sucio y pecaminoso. Los Fariseos habían estado acusando a Jesús de asociarse con pecadores. Ellos se abstenían de andar con personas así. Se preguntaban por qué Jesús se asociaría con pecadores si Él era un hombre de Dios. Jesús estaba mostrando a los Fariseos que Él no tenía miedo de tocarlos porque los amaba. Jesús nos alcanzó en nuestra condición de pecado. Nosotros vamos a Él como pecadores que nada merecemos, pero Él extiende Su mano y nos toca.
El hijo menor no se sentía digno de su atención; “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”, dijo a su padre (versículo 21). A pesar de las palabras del hijo, el padre llamó a sus siervos en el versículo 22-23, y les dijo:
“Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta”.
Note la palabra “pronto” en este segmento. Había urgencia en la petición del padre. Su hijo no estaba bien. Estaba enfermo y hambriento. El padre no quería perder tiempo. Su hijo necesitaba atención inmediata y por eso pidió a sus siervos que le dieran atención inmediata.
Es importante que examinemos los artículos que el padre dio a sus hijos. Vea que el padre pidió que le llevaran el mejor vestido. En Zacarías 3:3-4 leemos acerca de Josué, el sacerdote que estaba en presencia de Dios con vestiduras sucias:
“Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.
Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.”
Note la conexión entre las vestiduras sucias que le quitan a Josué y el perdón de su pecado. Lo que vemos aquí es al padre perdonando a su hijo por su rebelión. El hijo estaba delante de su padre vistiendo los harapos de su rebelión. El padre se los quita y le pone su mejor vestido para cubrir su vergüenza. Él está dispuesto a vestirnos con la vestidura de Su perdón.
El padre también le colocó un anillo en su dedo. EL anillo era un símbolo de autoridad. Cuando un rey ponía un anillo en el dedo de un individuo le estaba dando autoridad para hablar en su nombre. Considere un ejemplo en Génesis 41:41-44:
“Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.”
El hombre que llevara el anillo del rey también llevaba su autoridad. El anillo era una prueba de autoridad.
Su hijo había gastado su parte de la herencia. No había demostrado ser digno de tener ninguna autoridad. Sin embargo, en ese momento, con aquel anillo en su dedo, se le está dando la autoridad del padre. Sus pecados son perdonados y el padre pone su autoridad sobre él. A pesar de nuestras faltas y pecados, Dios quiere usarnos para llevar adelante Su reino. Vamos en Su nombre y por su autoridad a aplastar las fuerzas de Satanás. Por qué Él deposita esa confianza en nosotros está más allá de nuestra capacidad de entender, pero qué gran privilegio es el ser sus representantes y embajadores en la tierra.
También note que el Padre mandó que trajeran sandalias para su hijo. Se nos dice que los servos no usaban sandalias. El hijo regresó con la intención de ser un siervo, pero el padre lo reconoce como mucho más que un sirviente. Él era su hijo. Como hijo él debía usar sandalias y andar orgullosamente. A pesar de sus acciones pecaminosas, el padre lo aceptó como hijo. Aunque el pecado afecta su comunión con Dios, no afectará su posición como hijo o hija.
En celebración de aquel maravilloso evento, el padre mandó a hacer una fiesta. Aquel día había gran gozo en la casa. El padre no podía contener la alegría que sentía por el regreso de su hijo. Él comparte su gozo con todos en la casa.
¡Qué hermosa imagen de lo que el Señor quiere hacer por nosotros! No somos dignos de Su atención. Este hijo no apreciaba las riquezas que tenía con su padre hasta que comprendió su condición de pecado. Pensó que tenía el derecho de ser el hijo de su padre y tener todos los privilegios de esa posición. Ahora veía las cosas desde una nueva perspectiva. Sabía que no merecía esas bendiciones, pero su padre se las dio de todos modos. A partir de ese momento serviría teniendo una actitud diferente. Le daría valor a lo que tenía y se regocijaría por sus bendiciones de una manera totalmente nueva.
Necesitamos analizar la respuesta del hijo mayor a lo que estaba sucediendo aquel día. Cuando escuchó la música y el baile, fue a la casa para ver de qué se trataba. Llamó a uno de los sirvientes y le preguntó; cuando supo que su hermano menor había regresado a casa y el padre había mandado a hacer una fiesta, se enojó. No quiso entrar a la casa a dar la bienvenida a su hermano menor o para unirse a la celebración.
Cuando el padre salió a rogarle al hijo mayor para que se uniera a la fiesta, él respondió como se narra en Lucas 15:29-30:
Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”
Hay celos en el corazón de este hijo. “¿Por qué lo tratas así después de que ha despilfarrado tu herencia?”, le preguntó. “Yo te he servido fielmente todo este tiempo pero nunca me has honrado así.”
Al escuchar la respuesta de su hijo mayor, el padre le record que todas aquellas bendiciones ya le pertenecían. Él ya estaba vestido con finas vestiduras. Ya tenía la autoridad de su padre. Ya traía puestas las sandalias de hijo. Compartía frecuentemente la mesa con su padre y disfrutaba de las constantes bendiciones de su hogar. Todas esas cosas ya eran suyas.
El hijo mayor no apreciaba lo que tenía. No se había alegrado de sus muchas bendiciones. Somos los herederos del Reino de Dios, pero a veces no entendemos las riquezas que son nuestras en Cristo. Vestimos la túnica de justicia. Nuestros pecados han sido perdonados y viviremos en la presencia de Dios en el cielo. Tenemos el anillo de Su autoridad, pero raras veces sacamos provecho de esta maravillosa autoridad. Satanás se retira ante la autoridad que Dios nos ha dado. Traemos las sandalias de un hijo. Como hijos tenemos una comunión maravillosa con nuestro Padre. Somos más que siervos. Aunque no somos dignos de Su atención, tenemos una relación especial con Dios. Como hijos tenemos Su atención y Sus bendiciones. Disfrutamos de la riqueza que Dios tiene para nosotros cada día. Somos privilegiados. Sin embargo, al igual que el hijo mayor en esta parábola, muchas veces no entendemos nuestras riquezas en Cristo.
Hay algo más que también debemos entender en la actitud del hijo mayor. Aunque el padre estaba más que deseoso de restaurar la condición de su hijo menor para con él y con las responsabilidades de la casa, el gran obstáculo era el hermano mayor y su actitud. Cuantas veces esto ocurre también en la iglesia de hoy. Tal vez usted sabe de un hermano o hermana que ha caído en pecado y usted duda en volverlo a aceptar en el ministerio. Dios desea restaurar a sus siervos caídos más que nosotros. Los brazos del Padre están abiertos para recibir a los hijos que andan vagando y restaurarlos, pero no tenemos el perdón que Dios tiene para nuestros hermanos y hermanas. El pasaje nos reta a abrir nuestros brazos mucho más para aquellos que regresan con un corazón arrepentido. Nosotros también debemos perdonar a los que Dios perdona.
Este pasaje nos recuerda nuestra posición en Cristo. Si lo hemos aceptado a Él y Su perdón, somos Sus hijos e hijas. Nada puede quitarnos eso. Aunque caemos, igual le pertenecemos a Él. También se nos recuerda cuantas veces hemos dejado de valorar lo que tenemos en el Señor. Este pasaje nos llama a examinar nuevamente la riqueza y la plenitud de nuestra relación con Dios. También nos llama a abrir nuestros brazos para recibir al andaba errante y regresa. Dios no sólo quiere perdonar, sino también restaurar al descarriado al ministerio y al servicio por el bien de Su reino. Que podamos tener Su corazón para nuestros hermanos y hermanas.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña esta parábola acerca del deseo del Señor Jesús de alcanzarnos en nuestro pecado y en nuestras rebeliones?
- Tome un momento para considerar lo que el Señor le ha dado. ¿Ha valorado usted a cabalidad la bendición de tener estas cosas en su vida? Haga una lista de algunas de esas bendiciones.
- ¿Ha aprovechado las bendiciones de Dios y Su autoridad en su vida y ministerio?
- ¿Alguna vez ha sentido celos por las bendiciones de otros? ¿Cómo nos ayuda a lidiar con los celos lo que hemos aprendido en esta sección?
- ¿Qué aprendemos sobre la restauración de aquellos que han caído en pecado? ¿Pueden ser restaurados en el ministerio? ¿Qué nos enseña esta parábola?
Para Orar:
- Agradezca al Señor por la manera abundante en que lo ha bendecido.
- Pídale al Señor que lo libre de sentir celos y amargura hacia otros hermanos y hermanas en Cristo.
- Pida a Dios que le dé un corazón más compasivo hacia aquellos que han caminado sin rumbo alejados de Él.
- Tome un momento para orar por un hermano o Hermana que ha caído. Pida a Dios que les muestre Su amor. Pídale que la iglesia a la que pertenecen los ministre en el amor de Cristo. Pida a Dios que le muestre si hay algo que usted puede hacer para ayudar, y ministrar, a ese hermano o Hermana.
56 – El Mayordomo Infiel
Lea Lucas 16:1-18
En 1 de Timoteo 6:10, el apóstol Pablo, hablando al joven Timoteo, le advierte acerca del peligro del amor al dinero:
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Jesús también advirtió a Sus oyentes acerca de esto. Como hacía muchas veces, utilizó una ilustración para enseñar Su lección. Narró una historia sobre un hombre rico con un mayordomo que había sido acusado de derrochar los recursos de su amo. El hombre rico llamó a su mayordomo para que diera cuenta de sus acciones.
El mayordomo, sabiendo que perdería su empleo, se preguntó qué iba a hacer. No era muy fuerte como para trabajar con sus manos y era demasiado orgulloso como para pedir limosna. Pensó en su situación y decidió un plan de acción. Comprendió que debía hacer algo para ganar el favor de las personas de la comunidad para que, cuando perdiera su trabajo, ellos tuvieran piedad de él y lo recibieran en sus casas y satisficieran sus necesidades.
El mayordomo llamó a los que tenían deudas con su amo. Le preguntó al primero cuanto le debía. El hombre dijo que le debía ochocientos galones de aceite de oliva. EL mayordomo rebajó la cuenta a la mitad y le pidió que le pagar inmediatamente. El segundo hombre debía mil medidas de trigo. El mayordomo rebajó la deuda a ochocientas y también le pidió que le pagara inmediatamente.
¿Qué estaba haciendo realmente este mayordomo? Primero estaba ganando el favor de aquellos que le debían a su amo. Esas personas recibieron una gran rebaja de sus deudas. Estarían muy felices por eso y muy agradecidas del mayordomo. Recordarían que él les había hecho un gran favor y le extenderían la mano en su momento de necesidad. Al ofrecerle un descuento él estaba asegurando su propia fortuna.
Lo otro que necesitamos ver aquí es que antes de dejar a su amo, el mayordomo pudo darle gran parte de lo que se le debía. Al ofrecerles un descuento a los deudores, éstos pagaron inmediatamente. Esto era dinero seguro en el bolsillo de su amo. No había manera de decir cuánto hubiera tardado en pagarse estas deudas de no haber sido así. El amo debe haber estado muy complacido por tener su dinero en su bolsillo. El mayordomo también ganó el favor de su amo antes de irse. En el versículo 8 leemos que el amo alabó al mayordomo por haber obrado sagazmente.
En el versículo 8, Jesús dice a sus oyentes que muchas veces las personas de este mundo son más astutas en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Él los retó a usar su riqueza del mundo para ganar amigos para que cuando esas riquezas ya no estuvieran, ellos pudieran ser bienvenidos en las moradas eternas. Este planteamiento necesita ser analizado cuidadosamente.
En esta parábola, el Señor mostró como el mayordomo usó su riqueza para garantizar su futuro. Una mirada rápida a la gente del mundo nos mostrará que ellos están muy preocupados por su seguridad financiera. En el país en que vivimos, constantemente se nos dice lo importante que es invertir dinero ahora para que cuando nos retiremos podamos tener suficiente para vivir cómodamente. En asuntos de negocios se aplica ese mismo principio. La gente de negocios hace “favores” para sus clientes para que sigan regresando. Hace algún tiempo, mi esposa y yo estábamos en una concesionaría buscando un auto. Estábamos pensando en uno pero necesitábamos tiempo para orar y hablar al respecto en privado. Explicamos esto al vendedor. Inmediatamente, él fue al contador y regresó con dinero para que nosotros fuéramos a pensar y lo pensáramos. Él estaba haciendo amigos con su dinero. Nos mostró amabilidad con la idea de que regresaríamos y compraríamos el auto. ¿Cuántos negocios han sido cerrados durante una lujosa cena? Esas comidas con gastos legítimos para la mayoría de los negocios porque mediante ellas pueden “hacerse amigos” con perspectiva de cliente. Toda esta idea de “hacer amigos” con su dinero consiste en que esos individuos recordarán lo que usted ha hecho y le devolverán el favor. Así es como funciona el mundo.
El Señor deja claro en otros pasajes que si hacemos nuestras obras de bondad para llamar la atención aquí en la tierra, no recibiremos la recompensa celestial. Considere la enseñanza de Jesús acerca de esto en Mateo 6:2-4:
“Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Aunque no debemos hacer nuestras obras para ser vistos, podemos aprender algo acerca de la manera en que vive la gente del mundo. Ellos están dispuestos a gastar su dinero para “hacer amigos” para poder recibir un beneficio terrenal. Jesús nos está diciendo que necesitamos aprendes a usar nuestros recursos para que podamos recibir beneficios celestiales. En otras palabras, necesitamos aprender a dar a los que están necesitados y a usar las riquezas y las posesiones que el Señor nos ha dado para bendecir a otros para que, en el mundo que está por venir, recibamos una bendición de nuestro Padre Celestial. Algunas personas creen que no es correcto esperará una bendición de Dios por las cosas que hacemos en esta tierra. ¿Hay algo malo en dar para honrar y agradar a nuestro Padre en el cielo? ¿No queremos escucharle decir “bien hecho”? En la Escritura se nos dice que hagamos tesoros en el cielo. Habrá una recompensa para aquellos que sirven fielmente aquí abajo. El atleta compite para ganar un premio. Nosotros también necesitamos vivir y servir para ganar el premio. Mientras que el centro de atención de los hijos de este mundo está en la tierra y sus posesiones, el de los hijos de luz está en el cielo y en hacer tesoros allí donde no pueden ser destruidos.
La segunda lección que Jesús quería enseñar en esta parábola es que si se puede confiar en nosotros con respecto a pocas responsabilidades, también se puede confiar en cosas mayores (versículo 10). Si mostramos que somos deshonestos en las pequeñas cosas, seremos también deshonestos en las cosas más grandes. Jesús nos dice en le versículo 11 que si no hemos sido fieles en el manejo de las riquezas de este mundo cómo se nos puede confiar el manejo de las cosas espirituales que son de mucho más valor. En esta parábola, el amo quería despedir al mayordomo porque no había sido honesto en el manejo de sus asuntos. No podía confiarle ninguna otra responsabilidad. Sólo cuando hemos sido fieles con lo que tenemos es que Dios nos dará mayores responsabilidades.
En el versículo 13, Jesús dice a sus oyentes que ellos no pueden servir a dos señores. Él está refiriéndose aquí particularmente al dinero. Llamó a aquellos que lo escuchaban a escoger a quién iban a servir. Ya hemos visto que la atención de la gente de este mundo está centrada en sus posesiones. Ellos viven por y para sus cosas. Acumulan riquezas y viven para las cosas y riquezas que pueden comprar. Jesús retó a los que le pertenecían a Él a no aferrarse a sus posesiones, sino a usarlas para el bien del reino. Aunque no es malo disfrutar de las cosas que Dios nos ha dado, éstas nunca deben convertirse en el centro de atención de nuestras vidas.
Cuando los Fariseos escucharon esta enseñanza, se burlaron de Jesús. El versículo 14 nos dice que ellos amaban el dinero. No les gustaba pensar que el dinero se había convertido en su dios. No les gustaba la idea de que de que tenían que dar su dinero por el bien del reino de Dios. Jesús conocía sus pensamientos. Él sabía que ellos estaban atrapados en el amor al dinero y las posesiones. Ellos eran personas religiosas. Ministraban en el templo y enseñaban la Palabra de Dios, pero lo hacían por ganancias terrenales. Sus corazones no estaban puestos en la expansión del reino de Dios, sino en sus propias comodidades y placeres. Estaban invirtiendo en cosas que perecerían. A diferencia del mayordomo de esta parábola, ellos estaban viviendo para el presente. No estaban haciendo provisión para su futuro eterno. Amaban demasiado al dinero como para dejarlo ir. Amaban el dinero demasiado como para invertir en la eternidad.
Jesús dijo a los presentes, “porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.” (Versículo 15) ¿Cuáles son las cosas que valoramos en el mundo? ¿Son realmente importantes esas cosas? Podemos concentrarnos tanto en nuestra comodidad y en cómo nos ve el mundo que perdemos de vista lo que es importante para Dios. Su corazón está interesado en los hombres mujeres que están perdidos en el pecado. Dios anhela ver a los creyentes que han perdido el camino regresar al redil. Mientras que el corazón de Dios se entristece por Su pueblo, los creyentes se centran frecuentemente en su reputación, su confort y su seguridad financiera.
Jesús nos recuerda lo importante que es para nosotros usar lo que Dios nos ha dado para invertir en nuestro futuro eterno. Las personas de este mundo se preocupan por las cosas de esta tierra. Invierten en su futuro terrenal con gran sabiduría y astucia para avanzar en su causa. Dios nos llama a alzar nuestros ojos a cosas mayores. Él nos reta a usar lo que nos ha dado para invertir en la eternidad.
Para Considerar:
- ¿Cómo está usted invirtiendo sus recursos? ¿Está usted invirtiendo en la eternidad?
- ¿Es incorrecto servir esperando recibir una recompense de parte de Dios?
- ¿Cuál es la diferencia entre disfrutar de las buenas cosas que Dios ha dado y permitir que esas cosas se conviertan en el centro de nuestra vida?
Para Orar:
- Pida a Dios que le de sabiduría para usar los recursos que le ha dado.
- Pida al Señor que le ayude a ver cómo puede invertir más en Su reino.
- Agradezca al Señor por las bendiciones que le ha dado en esta vida. Sea específico.
- Dé gracias a Dios por la gran bendición que Él le ha prometido en el cielo.
57 – El Rico y Lázaro
Lucas 16:19-31
En el principio del capítulo 16, el Señor habló acerca de la importancia de usar nuestros recursos para el reino de Dios. Les record a sus oyentes que ellos estaban haciendo tesoros en el cielo. Cuando usaban sus recursos para ministrar a aquellos que estaban en necesidad. Aquí en esta sección final del capítulo, el Señor da un ejemplo de un individuo que no usó su dinero así.
En el versículo 19, el Señor narró la historia de un hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino y cada día vivía en medio de lujos. La púrpura es el color de la realeza. Sólo los ricos se vestían de lino fino. Aquel hombre no tenía que hacer ningún trabajo manual para que sus vestidos de lino no se ensuciaran. Tenía sirvientes para que hicieran ese trabajo por él.
En la puerta de aquel hombre rico, había una podre mendigo llamado Lázaro. Es interesante señalar que se menciona el nombre de aquel pobre hombre, mientras que no hay registro del nombre del rico. Esto puede deberse a un par de razones. La primera, esta puede sea una indicación de cuanto Dios valoraba al podre mendigo. Recordar el nombre es honrar a la persona que lo lleva. La forma en que Dios ve a las personas es diferente a la nuestra. Los que son importantes en esta vida no necesariamente lo son en el reino de Dios.
Puede también haber otra razón para que este mendigo tuviera un nombre. El nombre Lázaro significa “al que Dios ayuda”. Esto no puede ser pasado por alto. EL rico tenía todo lo que necesitaba. Ni siquiera veía su necesidad de Dios. Al llamar a aquel pobre hombre Lázaro, Jesús nos está mostrando que aunque las personas le daban la espalda, Dios se percataba de su presencia y cuidaba de él.
Vea lo que Jesús le dijo a la gente acerca de Lázaro. Dijo que estaba cubierto de llagas, que su salud era débil. Estaba hambriento y ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Incluso los perros sentían compasión de aquel hombre y lamían sus llagas. Debe tenerse en cuenta que el perro era un animal impuro en la mente Judía. Debe haber sido muy repulsivo para los presentes pensar en aquel hombre que dejaba que los perros lamieran sus llagas.
Hay un contraste real en este pasaje entre el rico y los perros. Mientras que los perros tenían suficiente compasión como para cuidar de Lázaro y de sus necesidades físicas, no había compasión en el corazón del rico. Mientras que el rico tenía todo lo necesario para sacar a aquel pobre hombre de su miseria, él se rehusaba a hacerlo.
Llegó el día en que el mendigo murió y fue llevado al cielo. La idea aquí es que aquel hombre fue a reunirse con Abraham y los otros que estaban en la presencia del Señor. Mateo habla de esto en el capítulo 8, versículo 11:
“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos.”
Algunas traducciones usan la frase “seno de Abraham”. La idea aquí ilustra cómo los judíos se reclinaban a la mesa para comer. Tenemos un ejemplo de esto en Juan 13:23, donde leemos:
“Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.”
Esta es una imagen de intimidad. El hombre pobre se unió a su padre espiritual Abraham y se reclinó con él en el gran banquete del cielo. El hecho de que esté reclinado en el seno de Abraham muestra que fue aceptado y amado. Estaba reclinado ante una mesa en un banquete y tiene todo lo que puede comer. Dios estaba cuidándolo, como su nombre sugiere.
El rico también murió y fue sepultado. Sin embargo, su situación fue muy diferente. Estaba en tormentos en el infierno. Levantó sus ojos a Abraham y le pidió que tuviera misericordia de él. Le suplicó que mandara a Lázaro a mojar la punta de su dedo en agua para que refrescara su lengua. Aunque el fuego no lo consumía, él estaba siendo atormentado por las llamas. Esta es una imagen del infierno. Es un lugar de tormento eterno.
En el versículo 25 Abraham responde:
“Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”
Abraham también le dijo al rico que era imposible que Lázaro cruzara el abismo que los separaba para tocar la lengua del rico con agua. Es importante que comprendamos lo que Abraham está diciendo; no habrá una segunda oportunidad cuando usted muera, no hay forma de pasar del infierno al cielo. Cuando se muere, el destino es sellado y no puede cambiarse. Ninguna oración cambiara nuestro destino. El abismo es tal que nunca nadie podrá cruzarlo.
Al ver que era imposible que Lázaro cruzara para aliviar su tormento, el rico entonces rogó a Abraham que enviara a Lázaro a la casa de su padre y advirtiera a sus cinco hermanos acerca de los tormentos del infierno. Él no quería ver que sus hermanos siguieran sus pasos. No deseaba un tormento tan horrible para ellos.
Abraham le recordó al rico que sus hermanos tenían la Ley de Moisés y las palabras de los Profetas. Que a ellos debían escuchar. EL rico creía que eso no era suficiente. Entendió como él mismo había dado la espalda a la Ley de Dios y a las palabras de los Profetas. Sentía que si alguien iba a ellos de entre los muertos, sus hermanos se arrepentirían de sus pecados. Sin embargo, Abraham le dijo al rico que si sus hermanos no escuchaban la ley de Dios ni a los profetas, tampoco serían convencidos si alguno se levantara de los muertos para hablarles. Este es un comentario muy triste, pero verdadero, acerca de la dureza del corazón humano.
La realidad del asunto es que todo lo que usted puede tener es la Palabra de Dios. Algunas personas están esperando un relámpago del cielo. Algunos quieren ver una señal de Dios o un milagro, pero Dios ha dado Su Palabra y eso es lo que ellos necesitan realmente.
El rico era culpable de tener duro el corazón tanto para las necesidades de los pobres y menesterosos a su alrededor como también para la verdad de Dios. Los Fariseos del tiempo de Jesús hacían lo mismo. Ellos veían a Jesús sanar a los enfermos. Lo vieron resucitar a Lázaro, el hermano de Marta y María, y aun así lo rechazaron. Sus corazones permanecieron endurecidos a la Palabra de Dios. Nada cambiaría sus mentes.
Hay muchas lecciones claves que es necesario analizar en este pasaje. Vemos que Dios se preocupa profundamente por los pobres y necesitados. Somos retados a volver nuestros corazones hacia los pobres y necesitados que están en medio nuestro. Vemos la dureza del corazón del rico hacia Lázaro y cómo Dios lo juzgó por eso.
En este pasaje se ve claramente la realidad del infierno, éste es un lugar real y debemos evitarlo a toda costa. Jesús aclara que cuando morimos nuestro destino será sellado. Hay un abismo entre el cielo y el infierno que no puede cruzarse aunque queramos.
También se nos muestra en este pasaje cuan duro puede ser el corazón humano. El escritor de Hebreos nos dice que si podemos escuchar la voz de Dios no debemos endurecer nuestros corazones. Escuche lo que dice a sus lectores en Hebreos 3:7-8:
“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto.”
Que Dios nos dé la gracia de escuchar y responder a Su llamado antes de que sea demasiado tarde.
Para Considerar:
- ¿Qué enseña este pasaje acerca de la preocupación de Dios por los pobres y menesterosos?
- ¿Cuál es su actitud hacia los que no tienen mucho en esta vida?
- ¿Cuál es la advertencia de este pasaje acerca del hecho de no escuchar la Palabra de Dios?
- ¿Qué fue lo que rompió la dureza de su corazón para que pudieras aceptar al Señor Jesús?
- ¿Qué aprendemos acerca de la irrevocabilidad de la muerte? ¿Habrá alguna otra oportunidad de arrepentimiento después de la muerte?
Para Orar:
- Agradezca al Señor que ablandó su corazón para que pudiera responder a SU Palabra.
- Pida al Señor que abra sus ojos a las necesidades que hay a su alrededor.
- Tome un momento para orar para que el Señor abra el corazón de un amigo o pariente que aún no lo conozca.
- Dé gracias a Dios por Su palabra que revela nuestras necesidades y la solución a estas necesidades en Cristo Jesús.
58 – El Siervo Obediente
Lea Lucas 17:7-10
Jesús comparte varias enseñanzas en esta sección de Lucas. En los versículos 7 al 10 Él habla del papel de un siervo en el reino de Dios. Como era Su costumbre, el Señor enseñó por medio de una parábola.
Jesús habló a sus oyentes acerca de un siervo que fielmente araba los campos de su amo y cuidaba de sus ovejas. Ese siervo estaba ocupado todo el día en el campo. Cuando regresaba a casa después de su día de trabajo, ¿le diría el amo: “ven y siéntate a comer”? (versículo 8) ¿Le prepararía el amo los alimentos de su siervo para que comiera? Esa no era responsabilidad del amo. Al siervo se le pagaba para servir al amo. El amo no servía al siervo. Cuando el siervo regresaba a casa del campo, su amo lo llamaba para que le preparara la cena y esperara por él. Sólo después que el amo había comido podía comer el siervo.
¿Sentiría el amo que le debía algo al siervo porque le había servido todo el día y porque había preparado sus comidas? No, el siervo estaba simplemente cumpliendo con su deber. No estaba haciendo al amo ningún favor especial. Le debía ese servicio a su amo. Si no lo hacía podía ser castigado. Jesús dijo a sus oyentes que es así como debemos ver nuestra relación con Dios. Cuando hemos hecho todo lo que tenemos la posibilidad de hacer, no estamos sino cumpliendo con nuestro deber como sus siervos.
Hay muchas cosas que necesitamos entender de este pasaje. Primero, éste no intenta decirnos que Dios no aprecia nuestro servicio y nuestra fidelidad a Él. Hay muchos otros pasajes en la Escritura que nos recuerdan que Dios si nota nuestras fidelidad a Él y la premia. En Mateo 25:21 Jesús cuenta otra parábola sobre cómo un amo recompensó a su siervo por su fidelidad:
“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”
La Escritura habla frecuentemente de la recompensa que espera a aquellos que sirven fielmente al Señor Jesús. Desde ahora Dios está preparando un lugar para nosotros en el cielo. Un día nos sentaremos a Su mesa y comeremos en el banquete que Él está preparando para los que fielmente lo honren en esta vida. Jesús usa un ejemplo de un amo terrenal para ilustrar que Él no está obligado a servir a Sus siervos. Sin embargo, el ejemplo de Jesús mostró otro camino; como amo, Él servía. Lavó los pies de sus discípulos y se preocupó por ellos. Aunque Dios no tiene obligación con Sus siervos, Él los alcanza con ternura y amoroso cuidado.
Segundo, necesitamos ver un ejemplo a seguir en este pasaje. Los Fariseos, que de seguro estaban entre los que estaban escuchando la enseñanza del Señor Jesús aquel día, eran un ejemplo del tipo de actitud que Jesús estaba tratando de condenar. Los Fariseos se creían superiores a otros. Sentían que porque obedecían la Ley de Dios estaban haciéndole un favor a Dios. Creían que Dios estaba en deuda con ellos porque le habían obedecido y honrado Su ley. ¡Qué fácil es para nosotros caer en esa trampa! Tal vez usted ha hecho mucho por el reino de Dios y cree que Dios le debe algo. He escuchado a personas decirme que, como ellos habían tenido que sufrir mucho, Dios les debía una bendición. ¿Cree usted que porque ha dejado todo para servirle, Él le debe un favor? ¿Cree usted que porque usted ha predicado el evangelio fielmente durante tantos años Dios está obligado a tratarlo mejor que a otra persona? Jesús condena esta actitud en esta parábola.
El Señor Jesús nos recuerda nuestro deber con Él y con Su reino. Cuando lo hemos dado todo, simplemente hemos hecho lo que Dios demanda de nosotros. Uno de los requerimientos para los que aceptan al Señor Jesús es que tomen su cruz y lo sigan (Mateo 16:24). Esto puede significar perder amigos y seres queridos, incluso dar nuestras vidas. Todos los que siguen a Cristo deben estar dispuestos a hacer esos sacrificios.
No nos felicitamos por hemos hecho simplemente lo que se esperaba que hiciéramos. Muchas personas se dan una palmadita en la espalda porque han sido obedientes. De cierta manera hemos bajado el nivel de exigencias. Sentimos que los que dan todo al Señor son personas muy especiales. Sentimos que han ido más allá del llamado del deber al entregar todo en el altar. Miramos a los misioneros que han dejado todo para servir al Señor y sentimos que están en una clase especial. Ensalzamos a nuestros pastores como si ellos hubieran hecho más de lo que Dios ha requerido de ellos. La realidad del asunto es que ellos sólo están siendo obedientes. Dios espera que todos hagamos lo mismo. Puede que no sea en el mismo llamado, pero todos somos llamados a dar todo lo que tenemos. Todos somos llamados a dar nuestros recursos, nuestra voluntad, nuestros corazones y nuestras mentes por la causa del Señor Jesús. Cualquier cosa menor que eso es menos que nuestro deber o nuestra obligación básica para con Dios. No felicitas a un obrero por hacer menos que lo que se requiere de él.
Hay otra cosa que necesitamos mencionar en este contexto. “El deber” puede ser una palabra muy impersonal. No honramos a Dios si le servimos por obligación y por deber si ese deber no está acompañado por el amor. El apóstol Pablo aclara esto en 1 Corintios 13:3:
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.”
Usted puede dar todo lo que tiene e incluso ofrecer su propio cuerpo para ser quemado en las llamas por puro deber o fidelidad al Señor, pero si esto no se hace en amor, carece de valor a los ojos del Señor. Jesús condenó las personas de su tiempo porque aunque honraban con sus labios, sus corazones estaban alejados de Él. En Mateo 15:8 dijo:
Él dijo en Mateo 15:8:
“Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.”
Es importante que el amor por Dios sea parte de nuestro servicio. Necesitamos servir y ofrecernos a Él por amor y devoción. Jesús no está enseñando un legalismo cruel en este pasaje. Él está llamándonos a dar nuestro corazón, alma y cuerpo, por amor y devoción a Él.
Cuando David habló sus últimas palabras a su hijo Salomón, esto es lo que le dijo, en 1 Crónicas 28:9:
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos.”
EL Señor Jesús no espera menos de nosotros hoy. Rendirse es un deleite para los que se ofrecen a sí mismos tal y como Dios lo requiere. Ellos dan libremente lo que tienen con gozo, con amor y con devoción entusiasta y sin reservas. Sin embargo, lo hacen con un sentido de humildad, percatándose de que han dado todo sólo han estado cumpliendo su deber básico.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la actitud que debemos tener en nuestro servicio?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del deber de Dios?
- ¿Ha rendido usted todo al Señor? ¿Qué está reteniendo aún?
- ¿Alguna vez ha sentido que Dios le debe un favor porque usted ha hecho mucho por Él? ¿Qué tiene que decir este pasaje acerca de ese tipo de mentalidad?
- ¿Está usted experimentando deleite y gozo en su servicio al Señor o le sirve simplemente por cumplir con un deber? ¿Por qué el amor y el gozo son un ingrediente tan importante en el servicio al Señor? ¿Cómo usted se siente cuando alguien hace algo por usted por deber pero sin amor?
Para Orar:
- Tome un momento para rendir su vida nuevamente al Señor.
- Pida al Señor que le dé más humildad mientras lo sirve a Él.
- Pida al Señor que aumente su deleite y su gozo en servir.
- Dé gracias a Dios porque Él gustosamente le dio todo lo que tenía a usted.
59 – Los Diez Leprosos
Lea Lucas 17:11-19
Jesús seguía su camino a Jerusalén. Viajaba a lo largo de la frontera de Samaria y Galilea. Se acercó a una villa cuando diez hombres enfermos de lepra salieron a su encuentro. Se detuvieron a cierta distancia y gritaron a Jesús que tuviera misericordia de ellos. De acuerdo con la Ley de Moisés, a un leproso no se le permitía acercarse a una persona sana. En Levítico 13:45-46 leemos:
“Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada.”
Los leprosos eran separados del resto de la sociedad. Es por esta razón que aquellos hombres se detuvieron lejos de Jesús y le gritaron que tuviese misericordia de ellos. Ellos no le dicen qué hacer, simplemente piden compasión.
Jesús no se acercó a ellos. Les respondió, “Id, mostraos a los sacerdotes” (versículo 14). Este era un paso importante en aquella cultura para que un leproso fuera declarado limpio y pudiera regresar a la sociedad nuevamente. Ir al sacerdote debe haber sido un paso de fe para aquellos leprosos. Se nos dice que fue sólo cuando obedecieron que fueron limpiados. Es importante para nosotros ver la idea aquí. Hay ocasiones en que el Señor nos llama a dar un paso de fe antes de ver que algo pase. Si no actuamos en base al conocimiento que tenemos, puede que ya nunca recibamos nada. Con frecuencia, Dios no nos da la imagen completa de una vez. En ocasiones sólo nos da el primer paso. Si estamos dispuestos a dar ese primer paso, Él nos muestra el segundo.
Los leprosos fueron sanados cuando iban de camino a ver al sacerdote. Uno de ellos, al ver que había sido sanado, regresó al Señor alabando a Dios en voz alta. Cuando vio a Jesús, se postró a Sus pies y le dio las gracias. Lucas menciona particularmente que aquel hombre era Samaritano.
Jesús lo vio y le preguntó por los demás. “¿No fueron diez los que fueron limpiados? ¿Dónde están los otros nueve?” (Versículo 17). Note que Jesús sabía que los diez habían sido sanados. Sin embargo, aquel hombre regresó para agradecerle por haber recibido sanidad. Jesús le dijo que se levantara y se fuera porque su fe lo había salvado.
Hay un punto importante aquí que debemos analizar. Cuando los diez leprosos llamaron a Jesús, Él les dijo que fuesen con el sacerdote que los examinaría y declararía puros. Ellos ofrecerían sacrificios y podrían regresar a su comunidad para vivir como personas normales. Jesús deja claro que los diez leprosos fueron sanados. Podemos suponer que los otros nueve continuaron su camino para ver al sacerdote y finalmente fueron declarados puros. Sin embargo, este Samaritano regresó a Jesús. ¿Desobedeció al Señor al no ir a ver al sacerdote? ¿Podría ser que ese hombre veía a Jesús como un sacerdote? Puede ser que se dijera a sí mismo: “Si hay un sacerdote ése es Jesús. Si hay un hombre que puede declararme puro ése es Él.” Esto es exactamente lo que hizo Jesús. Le dijo al hombre que se pusiera de pie. Su fe le había salvado. Al decirle esas palabras Jesús le estaba diciendo que quedaba sano y puro.
Hay ciertos puntos que debemos observar. Primero, necesitamos ver la compasión del Señor Jesús hacia aquel leproso Samaritano. Jesús se preocupaba por los que el mundo rechazaba. Él amaba a los leprosos. Él tenía compasión por el Samaritano. Otra persona lo habría rechazado, pero Jesús lo recibió.
De los diez que fueron sanados, aquel hombre regresó y agradeció al Señor. Los demás regresaron a su sacerdote, a sus tradiciones, rituales y a su vieja manera de vivir. Nueve de aquellos individuos se alejaron del Señor. No tenemos registro de que alguno de ellos regresara a Él. ¿Con cuanta frecuencia sucede esto en nuestros días? Hombres y mujeres son tocados y sanados por el Señor Jesús y se apartan de Él regresando a sus viejas maneras de vivir. Sin embargo, un hombre, no quiso hacer esto y regresó a Jesús a darle gracias y a darle honor. Su vida cambió radicalmente no sólo en lo exterior sino también en su interior.
Tal vez usted, al mirar atrás en su vida puede ver cómo el Señor Jesús le ha ministrado. Tal vez hace mucho tiempo usted tomó una decisión por el Señor Jesús pero, igual que esos nueve leprosos, se ha alejado de Él. No es demasiado tarde para que se dé cuenta de lo que usted ha hecho. No es demasiado tarde para que regrese a Él y se postre a sus pies. Ya no se aleje más. Regrese, corra de regreso a Él e inclínese ante Él en humilde sometimiento y adoración.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la compasión y el amor del Señor hacia los marginados?
- ¿Ha conocido usted individuos que han sido tocados por el Señor pero que se han alejado de Él? ¿Qué les impide regresar a Él?
- ¿Alguna vez ha sorprendido dando por sentadas las cosas que Dios le ha dado? ¿Por qué cosas tiene que estar agradecido al Señor en el día de hoy?
Para Orar:
- Tome un momento para agradecer al Señor por las bendiciones que Él le ha dado.
- ¿Conoce usted a alguien que se ha alejado del Señor igual que esos nueve leprosos? Tome un momento para orar para que Dios pueda convencerlos de su pecado y traerlos de vuelta a Él.
- Pida a Dios que le perdone por las veces en que ha tomado por sentadas sus bendiciones y no ha sido tan agradecido como debía ser.
60 – El Reino que Viene
Lucas 17:20-37
Una de las esperanzas centrales de la fe Judía era la venida del Mesías a establecer su reino físico. Ellos veían este reino como uno terrenal con el Mesías como su rey y gobernante. En una ocasión particular, los Fariseos le preguntaron a Jesús acerca del reino de Dios y cuando éste iba a venir.
Al responder esta pregunta, el Señor dijo a los Fariseos que el reino de Dios no vendría con señales que ellos pudieran observar. Es necesario hacer una distinción entre el regreso físico del Señor y la venida del reino de Dios. Vendrá en día en que el Señor Jesús regresará. Jesús nos dijo que a medida que se acercara el día de su regreso habrían señales en la tierra y en el cielo (ver Mateo 24). Sin embargo, Jesús les recordó a los Fariseos que la gente no podría decir eso acerca de la venida del reino de Dios (versículo 21). Jesús hace una clara distinción entre la venida del Reino de Dios y Su regreso a gobernar sobre ese Reino.
¿Qué es el reino de Dios? El reino de Dios es donde el hombre y la mujer inclinan sus corazones rindiéndose al propósito y señorío de Jesucristo. El territorio de ese reino no es extensión de tierra física, o países, sino el corazón de hombre y mujeres. Jesús reina como Señor en corazones y vidas. Este reino no se limita a fronteras políticas terrenales. Ni está limitado por barreras de idioma o culturales. Hombres y mujeres de todas las naciones están doblando sus rodillas al Señor Jesús. Están rindiéndose a Él en sus corazones como su único Rey y Señor. Su lealtad hacia Él es más grande que su lealtad a cualquier rey o gobernante terrenal. Ellos entregan su vida por Él y se han comprometido a servirle y honrarle. Su reino ya está aquí. Se está expandiendo por todo el mundo a medida que más mujeres y hombres se rinden a Él y a Su señorío en sus vidas.
Mientras que Su reino ya está aquí, Jesús les dijo a sus oyentes en el versículo 23 que un día Él regresaría para reinar físicamente sobre ese reino. Antes de Su regreso habrá muchos falsos profetas y falsos mesías. También dijo que a medida que se acerquen los días de Su regreso la gente se acercará diciendo, “Helo aquí”. Jesús advirtió a sus seguidores que no debían dejarse engañar por estas cosas ni debían seguir a esos falsos mesías. Cuando Él regrese físicamente a establecer Su reino habrá señales claras. Estas señales se verán en todos los lugares de la tierra; anunciará Su venida a todo el mundo. Jesús no vendrá silenciosamente. Habrá ponderosas señales en el cielo. Vendrá con resplandor de relámpagos, el cielo se iluminará de un extreme a otro de la tierra. Todos sabrán que el Señor está regresando; nadie tundra que decirle que Él está aquí porque Él lo hará muy evidente.
Otra señal del regreso físico del Señor será que sus seguidores sufrirán y serán rechazados por su generación (versículo 25). Jesús dice que en los días previos al regreso del Señor será igual que en los días de Noé. En aquellos días la gente no se preocupaba por las cosas del Señor. Estaban demasiado ocupados comiendo, bebiendo, casándose y entregando sus hijos para que se casen. Vivían sin preocuparse por el juicio. El hecho de que comían, bebían y se casaban indica que la vida era fácil y cómoda. En los días de Noé las personas estaban contentas con lo que tenían. No veían su necesidad de Dios. De pronto vino el diluvio y los destruyó.
Lo mismo sucedió en los días de Lot. La gente vivía su vida sin pensar en Dios y Su palabra. Se contentaban en beber, comprar, vender, plantar y construir. Aquellos eran días de bendición y prosperidad. No veían su necesidad del Señor. Tenían todo lo que querían. En un solo día, fuego y azufre cayó sobre Sodoma. La ciudad fue destruida. Todo aquello por lo que ellos habían trabajado les fue arrebatado. Murieron instantáneamente.
Jesús estaba diciéndoles a Sus discípulos que los días anteriores a Su regreso serían días en los que la gente no vería su necesidad de Dios. No se ocuparían de las cuestiones espirituales y rechazarían a los vivían para el Señor.
Cuando el Señor regrese, vendrá a juzgar. Los Fariseos estaban esperando al mesías para que estableciera un reino terrenal y los librara de sus opresores políticos. Esperaban ansiosamente y con gran deleite Su regreso. No notarían su primear venida porque no iba se parecía a lo que ellos habían pensado que sería. Incluso Su segunda venida los cogería por sorpresa.
En el versículo 31 Jesús habla de una persona que esté en la azotea de su casa cuando el Señor regrese, y de otro que esté en el campo. Jesús dijo a Su pueblo que cuando Él regrese no podrían empacar sus pertenencias, ni correr del campo a la casa y reunir sus posesiones para llevarlas con ellos. Estas cosas no les servirían de nada. La esposa de Lot volvió su vista a Sodoma cuando el juicio de Dios descendió sobre ella. Murió porque su corazón no estaba dedicado al Señor. Ella amaba sus posesiones.
¡Qué gran reto constituye este pasaje para nosotros! Dios nos ha bendecido con muchas cosas, pero no podemos permitir que éstas se hagan tan importantes para nosotros que no podamos desprendernos de ellos. Todo lo que tenemos nos será quitado en un instante. En los días previos al regreso del Señor, los hombres y las mujeres estarán atrapados en las cosas del mundo. Las cosas materiales los atarán y los mantendrán alejados de Dios. Se burlarán de los que estén dispuestos a dar todo por Su reino. Sin embargo, al final, ellos mismos perderán todo.
Cuando el Señor regrese, las familias serán divididas. Dos personas estarán en una cama pero sólo una será tomada para estar con el Señor. La otra sufrirá Su juicio. Aunque hayan sido cercanas en este mundo, serán separadas eternamente la una de la otra. Dos mujeres estarán trabajando juntas, moliendo granos, pero sólo una será llevada a estar con el Señor. Los Fariseos habían preguntado a Jesús acerca del Reino de Dios. Jesús les dijo que ese Reino estaba en los corazones y en las vidas de aquellos que lo amaban. Aunque los individuos descritos aquí estaban asociados entre sí, pertenecían a reinos diferentes.
Después de escuchar las enseñanzas de Jesús con respecto al reino, los discípulos le preguntaron dónde iban a suceder esas cosas. Jesús les dijo que allí donde estuviera el cadáver estarían los buitres. En otras palabras, igual que los restos pútridos atraían a los buitres, así la corrupción del pecado y la maldad de la tierra traerá el juicio de Dios y marcará el comienzo del reino físico de Dios.
Mientras tanto, el reino de Dios ya está en medio nuestro. Hombres, mujeres, muchachos y muchachas son añadidos a este reino diariamente al rendirse al señorío de Cristo y aceptar Su oferta de salvación. En el tiempo de Dios, el Señor regresará, establecerá su reino físico y reinará sobre los que le pertenecen a Él y a Su reino. ¿Es usted parte de Su reino hoy? ¿Se ha rendido usted a Su reino en su vida? Si es así puede esperar con gran deleite Su regreso.
Para Considerar:
- ¿Está el reino de Dios dentro de su vida? ¿Qué evidencia tiene de esto?
- ¿Está usted dispuesto a rendir todo lo que posee al Señor como un siervo de su reino?
- ¿Qué aliento encuentra usted en el hecho de que el Reino de Dios ya está aquí?
- ¿Qué evidencias hay de que el regreso físico del Señor Jesús se está acercando?
Para Orar:
- Pida al Señor que abra su corazón nuevamente a la realidad del Reino de Dios en su vida. Pídale que lo ayude a rendirse más completamente a Su presente reinado en Su corazón.
- Pida al Señor que alcance a sus amigos, vecinos y seres queridos y los acerque a Su Reino.
- Pida al Señor que por Su gracia usted pueda poner todo lo que posee en Sus manos para que Él lo use como mejor le parezca. Pídale que lo libre de amar el mundo y las cosas que en él hay.
- Tome un momento para alabar al Señor por la maravillosa promesa de que regresará a reinar físicamente sobre su Reino.
61 – El Juez Injusto
Lea Lucas 18:1-8
En el capítulo 17 del Evangelio de Lucas, el Señor les dice a sus discípulos que a medida que se acercaba el fin, habría una separación de Dios y Sus caminos. Los que amaban al Señor Dios serían ridiculizados. La vida para el pueblo de Dios se haría difícil. Él los exhorta a que no perdieran la esperanza porque Él traería justicia.
Jesús narra la historia de una viuda que estaba oprimida al ser tratada injustamente por individuos de su comunidad y fue al juez para que le hiciera justicia. El juez no temía a Dios, ni se preocupaba por el pueblo. Al juez no le preocupaban los problemas de ella. No había nada en el caso de aquella viuda que le trajera beneficio a él, por lo tanto le dijo que se marchara.
La viuda no se dio por vencida. Siguió yendo a verlo y pidiéndole justicia. Cada vez el juez le decía que se fuera. La viuda no se daba por vencida y persistía en su petición. Con el tiempo, el juez se dio cuenta de que aquella mujer no iba a dejarlo en paz hasta que le diera lo que pedía; en Lucas 18:4-5, se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.”
La viuda tuvo la justicia que buscaba, no porque el juez fuera un hombre honorable, sino porque ella siguió molestándolo.
Jesús dijo a sus oyentes que si un juez malvado hizo justicia a la viuda, cuanto más no haría Dios, que es perfecto, bueno y santo, que escucha el llanto de sus hijos día y noche. A este juez malo no le importaba la viuda, aun así le hizo justicia. Somos hijos de Dios. Él nos ama profundamente. A diferencia del juez malvado, el corazón de Dios es tocado y conmovido por nuestra condición.
¿Nos dejará Dios para después cuando clamamos a Él por justicia? ¿Nos responderá cuando le pedimos por las cosas que necesitamos en nuestro servicio a Él? A veces puede que sintamos que Dios es como este juez. Tenemos la sensación de que tenemos que suplicar un favor mientras que Él retiene sus bendiciones con mano férrea y no se desprende de ellas. Sentimos que no nos atrevemos a ir a Él porque no somos dignos de sus bendiciones. Esta viuda nos da un ejemplo. Ella no tenía nada que ofrecer al juez por sus servicios, pero aun así ella se presentó ante él.
Dios se deleita en ministrar a Sus siervos. Él ofreció a Su Hijo para salvarnos de nuestros pecados. Vea lo que nos dice el apóstol Pablo en Romanos 8:32:
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
El Señor ha invertido mucho en nuestras vidas. Nos ha adoptado como Sus hijos, y como tal se preocupa profundamente por nosotros y por nuestras necesidades. Si sus padres terrenales, pecadores, se preocuparon por usted y dieron provisión para cada una de sus necesidades como hijos, cuanto más no se preocupará Dios y proveerá para usted.
Frecuentemente tenemos una opinión superior de nuestros padres terrenales que la que tenemos de Dios. Aunque confiamos en nuestros padres terrenales, no confiamos en Dios. Confiamos en que nuestro empleador proveerá un salario para nosotros, pero no podemos confiar en que Dios va a proveer. Confiamos en nuestras escuelas y maestros para que nos enseñen y equipen para la vida, pero no podemos confiar en el Espíritu Santo para que nos entrene y nos guíe. Esto debe entristecer a nuestro Padre Celestial.
Jesús prometió que la justicia vendría para su pueblo. Él prometió que Dios no se haría ciego ante las necesidades de Sus hijos. Él escucharía y contestaría sus gritos de ayuda. Jesús terminó Su parábola con una pregunta importante: “¿Cuándo el Hijo del Hombre venga, hallará fe en la tierra?” (Versículo 8) Dios promete cuidarnos y tener en cuenta nuestras necesidades. Sin embargo, el problema es que nosotros muchas veces no confiamos ni creemos en Él. No tenemos la fe para creer que Él hará lo que dice. Muchos creyentes no pueden confiar en que el Señor provee y se preocupa por ellos. Tenemos dificultades en nuestro servicio y ministerio porque no tenemos fe para dar un paso adelante y confiar en lo que Él dice. Retrocedemos y no vemos la plenitud de su provisión. ¿Realmente creemos lo que Jesús dice aquí? ¿Creemos que Él cuidará de nosotros y proveerá para todas nuestras necesidades? Si es así, será evidente en nuestro andar y ministerio. Cuando Jesús regrese, ¿nos encontrará creyendo en Sus promesas y dando pasos de fiel obediencia? Que la gracia de Dios nos ayude a hacerlo.
Para Considerar:
- ¿Cómo nos reta esta sección en relación a la manera en que visualizamos a Dios?
- ¿Alguna vez ha dudado de Dios y Su provisión para usted? ¿Cómo esa duda ha dejado de honrar a Dios y a Su palabra?
- ¿Su vida y ministerio cristianos reflejan su confianza en Dios y Sus provisiones?
- ¿Alguna vez ha dejado de dar un paso por no confiar en la provisión y guía del Señor? ¿Cuál es el reto para usted en esta sección?
Para Orar:
- Pida al Señor que le ayude a entender Su provisión y sus cuidados de forma más profunda.
- Pida al Señor que le dé el valor para dar un paso de fe confiando en Su provisión y Su justicia.
- Agradezca al Señor por lo mucho que Él se deleita en cuidar de nosotros como sus hijos.
62 – El Fariseo y el Publicano
Lea Lucas 18:9-14
En las últimas meditaciones hemos examinado lo que Jesús tenía que decir a los líderes religiosos que menosprecian a los demás. El hermano del hijo pródigo sentía que merecía más honor que el hijo que había derrochado todos sus recursos. En la parábola del rico y Lázaro, el rico menospreció al pobre Lázaro toda su vida pero fue juzgado por eso al final. En la parábola del siervo obediente, el Señor nos recuerda que cuando hemos hecho todo, no hemos sino cumplido nuestro deber y por lo tanto no debemos jactarnos de ello. Los Fariseos sentían que ellos debían ser honrados porque cumplían fielmente con sus deberes. Jesús tenía mucho que decir a aquellos que se creían mejores que los demás por practicar su fe con mayor celo.
Es fácil compararnos con otros. Con frecuencia medimos nuestra espiritualidad de esa manera. Si somos más fieles que otros en nuestra asistencia a la iglesia, sentimos que somos más espirituales que ellos. Si dedicamos una hora para orar al Señor, sentimos que somos más espirituales que los que sólo dedican media hora. Si trabajamos para el Señor a tiempo completo sentimos que estamos por encima de los que tienen un empleo secular. Jesús nos recuerda en este pasaje que no podemos medir nuestra espiritualidad por estas manifestaciones externas.
Jesús narró una historia acerca de dos hombres que fueron al templo a orar. El primero era un Fariseo y el segundo era cobrador de impuestos. Los Fariseos eran conocidos por su estricta observancia de los requerimientos externos de Dios. El cobrador de impuestos, por su parte, era odiado por el la gente. Frecuentemente los cobradores de impuestos eran deshonestos en sus transacciones y cobraban más dinero del que se requería, llenando sus bolsillos a expensas de aquellos a quienes le cobraban. Estos dos hombres eran muy diferentes.
Cuando el fariseo se paró a orar consigo mismo y dio gracias a Dios porque no era como los otros que estaban allí ese día. Miró al cobrador de impuestos y dio gracias a Dios por no ser como él. Le decía a Dios que le agradecía porque nunca había sido ladrón, ni adúltero, ni injusto. Le record que ayunaba dos veces por semana y daba diezmos de todo lo que tenía. Miró todo lo que tenía y creyó que en cierto modo él era mejor que el cobrador de impuestos.
El cobrador de impuestos, estando lejos, reconoció que no era digno y no se atrevió siquiera a levantar los ojos al cielo. En vez de eso, humildemente pidió a Dios que tuviera misericordia de él porque sabía que era pecador. No tenía nada que ofrecer al Señor. Sabía que había llevado una vida terrible. Sabía que había robado y engañado a sus hermanos y hermanas. No había mostrado misericordia ni compasión por los que estaban en necesidad. El cobrador de impuestos se vio a sí mismo como alguien indigno de entrar en la presencia de Dios. Fue a arrepentirse y a buscar el perdón de Dios por su estilo de vida pecaminoso.
Cuando Jesús terminó su historia dijo que el cobrador de impuestos regresó a su casa justificado ante Dios pero el Fariseo no. Eso quiere decir que aquel cobrador de impuestos había regresado a su casa en una relación correcta con Dios, mientras que el fariseo, aunque muy religioso, estaba muy lejos de Dios. Dios escuchó la oración del cobrador de impuestos y lo honró, pero se rehusó a escuchar la oración del fariseo. Los que se exaltan a sí mismos serán humillados, pero los que se humillan a sí mismos, serán exaltados.
Lo que necesitamos entender aquí es que la norma por la que Dios nos juzga no tiene nada que ver con cuanto hacemos por Su reino. En la historia del hijo pródigo, el hermano mayor sintió que debía haber recibido una recompensa mayor porque se había quedado con su padre y lo había servido fielmente. Nos entristece pensar que la persona que está cerca de nosotros, que ha malgastado la mayor parte de su vida, pudiera tener una relación tan correcta con Dios como la nuestra.
Tal vez usted no ha sido muy fiel al Señor. Tal vez su vida de oración ha sufrido en los últimos años. Tal vez usted desea haber leído su Biblia o haber servido más diligentemente. ¿Dios lo rechaza a usted por eso? ¡Ciertamente no! Su amor por usted se mantiene igual. Él no lo ama más porque usted le sirva más, ni lo ama menos si le sirve menos. Es cierto que hay recompensas por el servicio fiel, pero la fidelidad no es necesariamente in indicio de la condición del corazón. Usted puede ser muy fiel en el servicio y estar lejos de Dios.
El Fariseo en esta historia parecía vivir para las disciplinas y logros espirituales pero no vivía para el Señor. Es muy fácil para nosotros caer en esa trampa. Algunas veces nuestra fe consiste en una serie de reglas. Vivimos para servir al Señor y lograr grandes cosas para Él. Vivimos por cualquier tipo de regulaciones. Tenemos nuestra correcta teología pero no tenemos una estrecha relación con Dios. El centro de nuestra atención es el servicio y la doctrina en vez de serlo Dios y nuestra relación personal con Él.
Dios no puede ser engañado por las cosas externas. Él mira el corazón. En esta historia, el corazón del Fariseo estaba lejos de Dios. Era un corazón henchido por el orgullo y la arrogancia. Se gloriaba de todo lo que hacía por Dios. Sentía que Dios le debía un favor. Por su parte, el cobrador de impuestos fue quebrantado delante de su Señor. Buscó a Dios con un corazón arrepentido. El Fariseo no vio su necesidad de Dios, el cobrador de impuestos sí. Dios abrió Su corazón al cobrador de impuestos, pero resistió al Fariseo.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez usted ha medido su relación con Dios comparándose con otros? ¿Qué nos enseña este pasaje?
- ¿Cuál es la verdadera medida de la espiritualidad?
- ¿Alguna vez usted se ha jactado de sus logros espirituales? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de esto?
- ¿Cuál es la diferencia entre servir a Dios y conocer a Dios?
Para Orar:
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted ha juzgado a su hermano o Hermana como el Fariseo de este pasaje.
- Agradezca al Señor porque Su amor por nosotros se mantiene constante. Dele gracias porque Él nos ama sin importar dónde estamos espiritualmente.
- Pida al Señor que le ayude a poner su corazón en Él y no en lo que usted puede hacer por Él.
63 – El Asunto del Divorcio
Lea Mateo 19:1-12; Marcos 10:1-12; Lucas 16:18
En la siguiente sección veremos las enseñanzas de Jesús en relación al divorcio. De acuerdo a la narración de Mateo, Jesús acababa de dejar la región de Galilea y se encontraba al este del Río Jordán. Como de costumbre, una gran multitud le seguía (Mateo 19:2; Marcos 10:1) Jesús sanaba enfermos y pasaba tiempo enseñando a la gente. Habían algunos fariseos entre la multitud aquel día.
Como siempre, los Fariseos estaban buscando una manera de atrapar a Jesús. No querían más que encontrar alguna falla el Él y probar que era un falso maestro. En esa ocasión, algunos de los Fariseos fueron a Jesús y le hicieron una pregunta acerca del divorcio. Ellos preguntaron, “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” (Mateo 19:3)
Había dos escuelas de pensamiento entre los líderes Judíos de aquella época en relación al divorcio. En Deuteronomio 24:1, Moisés dijo que un hombre podía escribir un certificado de divorcio para una mujer en la que encontrara “algo indecente”.
La Escuela de Shammai enseñaba que la expresión “algo indecente” se refería sólo al adulterio. Sin embargo, la Escuela de Hillel enseñaba que esa expresión hacía referencia a cualquier cosa que el esposo encontrara ofensiva en su esposa. Esto abría una puerta para que el hombre se divorciara de su mujer por cualquier razón. Esto era motivo de fuertes debates entre los judíos de los tiempos de Jesús. Cuando los Fariseos hicieron esta pregunta, estaban invitándolo a tomar parte en ese acalorado debate.
En Marcos 10:3, Él les preguntó, “¿Qué os mandó Moisés?”. Los Fariseos respondieron diciendo, “Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.” (Marcos 10:4)
Jesús explicó las razones por las que Moisés permitía el divorcio. Les recordó que Moisés permitía el divorcio debido a la dureza del corazón humano. Sin embargo, ese no era el deseo real de Dios para el matrimonio. Es necesario considerar esta afirmación más detalladamente. El plan de Dios es que el matrimonio dure para siempre; ese fue Su diseño desde el principio. Sin embargo, debido a la dureza de los corazones de las personas hubo ocasiones en las que el bien mayor sólo podía lograrse con el divorcio.
Entendemos aquí que la ley de Dios no trataba de hacer más difícil la vida a la gente, sino que estaba diseñada para el bien de Su pueblo. Hay ocasiones en las que el quebrantar la ley es para el bien mayor. Para ilustrar esto uso frecuentemente el ejemplo de un hombre que lleva a su amigo moribundo al hospital. Él sabe que su amigo puede morir si no lo lleva al hospital a tiempo. Mientras conduce hacia el hospital ve las señales de límite de velocidad al lado de la carretera. Como no quiere infringir la ley manejando a alta velocidad, conduce manteniéndose en el límite permitido, incluso sabiendo que su amigo puede morir si no se apura. ¿El bien mayor no sería ocuparse del amigo e ignorar la ley del terreno? ¿No sería mejor quebrantar la ley del terreno para salvar la vida de su amigo moribundo? La ley en si tiene en cuenta esto cuando permite que la policía o vehículos de urgencias excedan el límite de velocidad en caso de una emergencia sin poner ninguna penalización. Jesús enseñó que es aceptable infringir la ley del Día de Reposo si al hacerlo se mostraba compasión para con alguien en necesidad. Era aceptable rescatar una oveja de un pozo en el Día de Reposo o llevar a un buey a beber agua en ese día. La ley no era para destruir a las personas.
El legalismo pone a la ley antes que a la compasión, la misericordia y la justicia. El legalismo no pensará nada en relación s causar daños a una persona por el bien de la obediencia de la ley. Todos hemos visto iglesias aplastar a sus miembros en nombre de la ley de Dios. Jesús retó esa actitud. Moisés dejó espacio para la compasión. La ley era una pauta a seguir, pero nunca pretendió sustituir la misericordia y la compasión.
Jesús les recuerda a los Fariseos el plan original de Dios en la ley relacionada con el matrimonio. Dios creó al hombre y a la mujer desde el principio. Su intención fue que se unieran y se convirtieran en una sola carne. Jesús dijo que lo que Dios unió nadie lo debe separar. Dejó claro que si un hombre y una mujer se divorciaban de su pareja para casarse con otra persona, eran culpables de adulterio (Mateo 19:9). Al hablar de esto, Jesús estaba diciendo que el divorcio nunca era bueno. El propósito de Dios era que el hombre y la mujer superaran sus dificultades y estuvieran juntos de por vida.
Hay ocasiones, debido a la dureza del corazón, que no es del todo posible que las personas superen sus problemas. He visto situaciones en las que un mal matrimonio ha destruido la familia completa. La lucha entre los miembros de la pareja en el matrimonio fue tan intensa que los hijos resultaron heridos y los testimonios fueron destruidos. Algunas veces hay violencia y abuso físico y emocional. No debemos limitar el término “infidelidad” a un hombre o una mujer teniendo relaciones sexuales con otra persona. ¿Es también posible que un hombre sea infiel a sus votos matrimoniales al abusar de su esposa y destruir su familia?
Observe las respuestas de sus discípulos. Al escuchar esta discusión, se acercaron a Jesús y dijeron: “Entonces es mejor no casarse” (Mateo 19:10). Ellos ciertamente entendieron lo que Jesús estaba diciendo. Quedaron sorprendidos ante la seriedad del matrimonio y el reto de superar los problemas. Se preguntaron si no sería mejor que una persona nunca se casara antes que tuviera que lidiar con los problemas que surgirían si tenía una pareja. Sin embargo, Jesús les dijo, que todo el mundo no tenía posibilidad de vivir como soltero.
Jesús les enseñó que algunos podían vivir sin casarse. Esos individuos eran llamados “eunucos”. De acuerdo con Jesús, había tres tipos de eunucos. Los primeros eran los que nacían así. Ellos nacían con una discapacidad de índole física, mental o emocional que les impedía tener relaciones sexuales. El segundo tipo era el de los que habían sido hechos eunucos por el hombre. En aquellos días, los amos algunas veces castraban a los siervos que estaban a cargo del harén del rey. Podían tenerse confianza en esos hombres porque eran físicamente incapaces de tener actividad sexual. Otros en este segundo grupo se volvieron eunucos debido a crueles torturas de los hombres. Esos individuos eran objeto de tantos abusos físicos y emocionales que no eran capaces de establecer ningún tipo de relación íntima o sexual.
Hay un último tipo de eunuco. Éste, de acuerdo con la explicación de Jesús, es el que voluntariamente se ha consagrado al servicio a Dios. Para avanzar el reino de Dios, esa persona ha decidido que vivirá soltero o soltera. Pueden hacer a un lado sus deseos sexuales y su necesidad de compañía por el bien del reino de Dios. Pablo era uno de ellos. El mismo Jesús decidió no casarse, sino darse a sí mismo completamente por causa del Reino de Dios. Este es un don que se da a algunos pero no a todos. Jesús termina su enseñanza diciendo, “El que pueda aceptar esto que lo acepte” (Mateo 19:12) Es decir, si usted tiene el don de Dios de permanecer soltero para dedicarse al trabajo del reino, usted debe usar ese don y quedarse soltero. Por otra parte, si usted no tiene ese don, debe buscar pareja y contraer matrimonio.
La enseñanza del Señor es que cuando se escoge pareja para el matrimonio es necesario comprometerse con esa pareja para toda la vida. Ese es el propósito de Dios en el matrimonio. Jesús aclara dicho propósito pero tiene en cuenta la compasión debido a la dureza e inflexibilidad del corazón pecador del hombre. Aunque permite el divorcio en caso de “infidelidad”, Su voluntad para los creyentes casados es que hagan todos los esfuerzos para superar sus conflictos. La restauración no es siempre posible y ciertamente nunca es un proceso fácil, pero Dios nos dará fuerzas al confiar en Él y en Sus propósitos para nuestros matrimonios.
Para Considerar
- ¿Qué aprendemos en esta sección acerca del papel de la compasión en la práctica de la Ley de Dios?
- ¿Qué es el legalismo? ¿Qué es lo opuesto al legalismo? ¿Cómo encontramos un equilibrio?
- ¿Qué es el don del celibato? ¿Cómo usted sabe si tiene ese don? ¿Alguna vez ha conocido a alguien que tenga ese don en particular?
- ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el divorcio? ¿Es el divorcio siempre aceptable?
Para Orar
- Si usted está casado tome un momento para orar al Señor para que le ayude a usted y a su pareja a encontrar aliento el uno en el otro. Pídale que le ayude a encontrar una solución para los asuntos que los dividen como pareja.
- ¿Usted tiene el don del celibato? Pida al Señor que lo proteja y lo guarde para que pueda dedicarse completamente a Él y a Su servicio.
- ¿Conoce usted alguna pareja que esté atravesando crisis en su matrimonio? Tome un momento para orar al Señor para que les ministre y traiga harmonía su matrimonio.
- Pida a Dios que le dé mayor compasión, que lo libre de caer en el legalismo que nada tiene de compasión.
64 – Jesús Bendice a los Niños
Lea Mateo 19:13-15; Marcos 10:13-16; Lucas 18:15-17
Mientras Jesús ministraba, muchas personas se reunían alrededor de Él con sus problemas y dificultades. En este pasaje, los padres llevaban sus niños a Jesús para que le impusiera las manos y orara por ellos. Aquellos padres buscaban Su bendición en las vidas de sus hijos.
Cuando los discípulos veían venir a los padres con sus hijos los reprendían, no se nos dice por qué los discípulos actuaban de esa manera. Podía ser porque sentían que Jesús ya estaba demasiado ocupado atendiendo las otras necesidades que le rodeaban. Había personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos. Otros tenían necesidad de salvación. ¿Podía ser acaso que los discípulos consideraban que las necesidades de aquellos niños no eran lo suficientemente grandes para ocupar el tiempo del Señor?
Cuando Jesús escuchó lo que había sucedido, Marcos nos dice que se indignó. La palabra indignarse significa estar disgustado o incluso ofendido. Hace algún tiempo estaba hablando con una joven que se sentía muy herida porque sus amigos la estaban dejando fuera de sus planes. El Señor Jesús siente su dolor. Cuando los discípulos rechazaron a aquellos niñitos, hirieron al Señor Jesús.
Jesús utilizó esa situación para enseñar a los discípulos algunas lecciones muy importantes. La primera fue que ellos debían tener cuidado con la forma en que trataban a aquellos que Él amaba. No debían dar la espalda a aquellos niñitos o rechazarlos. Hacerlo era ofender al que los había creado y los amaba.
La segunda lección que el Señor enseñó a Sus discípulos tenía que ver con la naturaleza de aquellos a los que pertenecía el Reino de Dios. Jesús les dijo a Sus discípulos que el Reino de Dios pertenecía a los que “son como ellos”. La expresión “son como ellos” es importante. Él no está diciendo aquí que todos los niños pertenecen al reino de Dios o que todos los niños van al cielo. Más bien está diciendo que el cielo pertenece a los que tengan una actitud como la de los niños. Necesitamos analizar esto más detalladamente.
Hay muchas características propias de los niños que debemos mostrar como creyentes. Los niños tienen una humildad que nosotros, como adultos, muchas veces no tenemos. Los niños pequeños no pueden cuidarse a sí mismos, dependen totalmente de sus padres para que provean y cuiden de ellos. No tienen fuerza ni experiencia en la vida, tienen que confiar en la sabiduría y en la experiencia de sus padres. Ahí es donde el Señor quiere que todos nosotros estemos, en un lugar de absoluta dependencia a Él. Frecuentemente confiamos en nuestra propia fuerza. Dios nos llama a confiar en ÉL como un niñito confía en sus padres. El reino de Dios es para los que, como niños pequeños, confían total y absolutamente en su Padre celestial para todo.
Los niños pequeños no se preocupan por el futuro porque confían en que sus padres cuidarán de ellos. ¿Cuantas veces me he preocupado por no saber de dónde voy a sacar dinero para pagar las cuentas? He cuestionado la dirección y la guía del Señor. Necesitamos volver al lugar en que teníamos esa simple confianza infantil en nuestro Padre celestial. Jesús les recuerda a Sus discípulos que si alguien quiere entrar en el reino de los cielos tendrá que ser como uno de esos niñitos, humillándose y confiando absolutamente en el Señor.
Jesús estaba feliz de imponer Sus manos en aquellos niños y bendecirlos. Al hacerlo, demostró la importancia de los niños. También demostró la posición de Su corazón con respecto a aquellos que son ignorados y rechazados en la sociedad. Mostró que Él siempre tiene tiempo, incluso para los que parecen insignificantes. Nunca debemos dudar en ir a Él. Sus brazos siempre están abiertos para recibirnos y cuidar de nosotros.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de los peligros de rechazar o ignore a los que el Señor ama?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del interés de Jesús por los niños?
- ¿Qué características de los niños necesitamos demostrar en nuestro andar con Dios? ¿En cuales usted falla?
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la manera en que el Señor siente nuestros dolores y heridas?
- ¿Quiénes son las personas más ignoradas en su sociedad? ¿Cuál es el reto de este pasaje para su iglesia con respecto a esas personas?
Para Orar:
- Pida al Señor que abra su corazón para que usted pueda sentir lo que Él siente por los que le rodean.
- Agradezca al Señor porque Él se preocupa profundamente por usted y porque siempre tiene tiempo para usted personalmente.
- ¿Usted conoce a alguien que ha sido rechazado y apartado por la iglesia o por la sociedad? Tome un momento para orar por ellos y por sus necesidades. Pida a Dios que le muestre lo que Él quiere que usted haga con respecto a esto.
65 – El Joven Rico
Lea Mateo 19:16-30; Marcos 10:17-31; Lucas 18:18-30
Mientras Jesús estaba ministrando, un joven rico se le acercó y se postró delante de Él. Tenía una pregunta muy importante. “Maestro”, preguntó, “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (Mateo 19:16). Esta es una pregunta que muchas personas hacen incluso en la actualidad. El joven vino a Jesús porque estaba preocupado por su destino eterno. Él era de la opinión de que había algo que podía hacer para tener vida eterna. Siendo rico, estaba acostumbrado a tener todo lo que lo que quería. Obviamente, había escuchado a Jesús hablar acerca del tema de la vida eterna y quería tenerla.
Note aquí que el joven llama a Jesús “maestro bueno”. Al llamarlo bueno, sentía que Jesús tenía las cualidades necesarias para la vida eterna. Él respetaba Su vida y su ministerio, y creía que tenía que decir algo como maestro de la verdad. Sentía que si había alguien que sabía la respuesta a esta pregunta ese alguien era Jesús. Sin embargo, no estaba confesando que Él era el hijo de Dios. Vino a Él, no porque lo vio como el Mesías, sino porque lo veía como un maestro bueno que podía instruirlo acerca de la manera de encontrar la vida eterna.
Jesús rectificó aquella expresión “maestro bueno”. Retó la afirmación de aquel hombre, le recordó que había sólo una persona buena, esa era Dios mismo; todos los demás eran pecadores. ¿Por qué Jesús hizo énfasis en ese punto? Jesús entendió que el rico sentía que podía heredar la vida eterna siendo bueno o haciendo algo digno. Jesús estaba echando por tierra aquel argumento de ser lo suficientemente bueno como para tener vida eterna. Sólo Dios era bueno. El resto de nosotros nos quedamos por debajo de Su norma. Si tuviéramos que heredar la vida eterna siendo buenos, entonces ninguno de nosotros podría experimentar esa vida.
Entonces Jesús hizo referencia a una segunda idea errónea en la mente de aquel joven rico. Él creía que podía de algún modo heredar la vida eterna haciendo algo digno. Jesús le dijo que si quería tener la vida eterna debía obedecer los mandamientos. Necesitamos comprender que el Señor está tratando de demostrar a aquel hombre que es imposible tener la vida eterna haciendo cosas buenas. En todo el Antiguo Testamento vemos que el pueblo de Dios fallaba en el cumplimiento de los mandamientos de Dios. Ninguno podía llevar una vida de perfecta obediencia a la voluntad de Dios. Jesús le estaba diciendo el hombre que si quería heredar la vida eterna por medio de sus propios esfuerzos tendría que hacer lo que ninguna otra persona había hecho en la historia del mundo; vivir una vida perfecta. Eso era imposible.
Sin entender completamente lo que Jesús estaba comunicándole, el joven rico preguntó cuáles mandamientos debía obedecer (Mateo 19:18). En cierta manera estaba admitiendo que no era posible guardar todos los mandamientos. Tal vez podría guardar los más importantes. Jesús enumera algunos de los mandamientos que Dios dio a Moisés. Le dijo que no debía matar, ni cometer adulterio, ni robar, ni mentir. Debía honrar a su padre y a su madre y amar a su prójimo como a él mismo.
El joven rico pensó por un momento y dijo, “Todos estos los he cumplido. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:21) Al mirar su vida, creía que ya había obedecido esos mandamientos particulares, pero sabía en lo profundo de su ser que aún había algo q1ue le faltaba por hacer. No estaba satisfecho en su alma. Aún había un vacío en su vida. Vivía una buena vida pero no se sentía cerca de Dios. Era un hombre bueno pero, a pesar de eso, venía a Jesús con la convicción de que no iba a tener la vida eterna.
Aquel hombre entendía lo que tal vez muchas personas no entiendan. Sabía que sus buenas obras lo dejaban vacío. Es por eso que fue a Jesús. Fue preguntándole al Señor qué le faltaba. Había hecho todo de la manera correcta, pero no tenía la seguridad de la vida eterna. Muchas personas bajarán a sus tumbas engañadas al pensar que tienen la vida eterna porque hicieron buenas obras. Creo que ese hombre estaba buscando una respuesta sinceramente. Clamó a Jesús para que le mostrara qué faltaba.
En Marcos 10:21, Jesús respondió esta pregunta diciéndole al rico, “Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.” Jesús sentía su dolor. Marcos nos dice que Jesús lo miró y lo amó. Cuando Jesús le dijo a aquel hombre que vendiera sus posesiones, las diera a los pobres y abandonara todo y lo siguiera, identificó una barrera particular en la vida espiritual de aquel hombre. La barrera de las riquezas.
Las palabras que Jesús habló aquel día dieron en el blanco. El hombre se puso muy triste. Era un hombre rico y aún no estaba dispuesto a sacrificar sus riquezas para seguir a Jesús. Aquel era un precio demasiado alto que pagar. Él tenía otro dios en su vida. Adoraba el dios de la riqueza y las posesiones. Esto le impedía experimentar la vida que Jesús venía a ofrecer.
Note que Jesús amaba al joven rico y tuvo compasión de él pero eso no fue suficiente. El rico fue a Jesús con un corazón vacío en busca de respuestas pero eso no fue suficiente. Jesús le explicó lo que el hombre necesitaba hacer y cuál era la barrera que le impedía ir a la vida eterna pero, hasta donde sabemos, aquel joven rico se alejó de Jesús sin la seguridad de vida eterna. La razón de esto era que aquel hombre amaba sus riquezas más que a Jesús. No estaba dispuesto a abandonar las cosas de este mundo por la vida eterna que Jesús ofrecía. En la actualidad hay muchas personas así.
Al ver la respuesta de aquel hombre, Jesús se dirigió a Sus discípulos y les dijo que era muy difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. Les dijo que era más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que un para un rico entrar en el reino de Dios. El llamado de este mundo es muy poderoso. El amor al dinero y a las posesiones puede impedirnos ir al Señor. Necesitamos estar conscientes de la fuerza del dinero y las posesiones. Muchos han sido presa de esta tentación y han sacrificado el perdón de los pecados y la vida eterna en presencia de Cristo.
Cuando los discípulos vieron al hombre alejarse preguntaron al Señor quién podía ser salvo. Ellos entendían la atracción de las cosas del mundo. Aquel joven rico se alejó porque la fuerza de atracción del mundo era demasiado grande. Si Jesús no pudo convencer a aquel hombre, que estaba verdaderamente buscando la vida eterna, ¿cómo podrían ellos alguna vez convencer a alguien? Los discípulos entendieron lo difícil que era convencer a alguien para que siguiera al Señor. Pocas personas están dispuestas a abandonar todo para seguir al Señor Jesús, especialmente aquellas que tienen todo lo que necesitan en esta vida.
Jesús le record a Sus discípulos que la tarea de convencer a hombres y mujeres para que se conviertan en seguidores de Jesús era imposible en la sabiduría y fortaleza humanas pero, con Dios, todas las cosas eran posibles. Nunca seremos capaces de convencer a nadie para que se vuelva de las cosas del mundo a las cosas de Dios. No estamos solos en la tarea de alcanzar al mundo para Cristo. El Espíritu Santo va delante de nosotros preparando los corazones. Él viene con nosotros para darnos poder y se queda con aquellos con los que compartimos el maravilloso mensaje de esperanza en Cristo. Sólo cuando vamos en Su fuerza es que podemos tener éxito en alcanzar al mundo para Cristo.
Pedro le recordó al Señor que ellos habían dejado todo para seguirlo a Él. Sería bueno pensar que Pedro estaba tratando de alentar al Señor cuando el joven rico se alejó. Sin embrago, las intenciones de Pedro no eran tan honorables. Mateo 19:27 nos dice que se estaba preguntando cual sería el resultado de haber abandonado todo. “¿Entonces qué habrá para nosotros?”, preguntó (Mateo 19:27). ¿Que obtenemos de haber abandonado todo para seguirte a Ti?
Jesús le record a Pedro que ellos un día se sentarían con Él en los doce tronos y gobernarían las doce tribus de Israel. Los apóstoles reinarían con Cristo. Además de eso, Jesús les recordó a los discípulos que todo aquel que deje su casa o su familia por el Reino de Dios ganará cien veces más en el reino de los cielos y también recibirá la vida eterna. Realmente nunca sacrificamos nada por el Señor; sino que meramente invertimos en la eternidad.
Jesús concluyó Su conversación recordándoles a los discípulos que muchos de los que eran primeros en esta vida serán los postreros en los días que han de venir. La parábola del hombre rico y Lázaro es un ejemplo de esto. El hombre rico era primero en esta vida. Tenía todo lo que quería en este mundo, pero perdió todo en la vida que ha de venir. El segundo hombre rico no podía ver más allá de su situación actual. Amaba sus riquezas. Quería disfrutar esa riqueza en el presente. Se lajeó del Señor aquel día y perdió todo lo que tenía. A la larga perdería sus riquezas pero también perdería su oportunidad de heredar la vida eterna, Al quedarse con lo que tenía, estaba perdiendo todo.
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca del poder de las riquezas y las posesiones?
- ¿Qué aprendemos en este pasaje acerca de la dificultad del evangelismo? ¿Podemos persuadir o convencer a las personas de alejarse de las cosas del mundo? ¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en el evangelismo?
- ¿Cuál es el precio de la vida eternal? ¿Significa esto que no podemos tener nada en esta vida? ¿Dar todo significa que siempre seremos pobres?
- ¿Hay algo que usted no está dispuesto a rendir al Señor?
Para Orar:
- Examine su andar con el Señor. ¿Hay algo que falta? Pida al Señor que le revele qué es.
- ¿Conoce usted a alguien que esté siendo atraído por las cosas de este mundo? Tome un momento para pedir al Señor que entre en estas personas.
- Pida al Señor que le muestre cómo Él quiere que usted invierta en Su reino.
- Tome un momento para rendir todo lo que usted tiene al Señor para que Él lo use como la plazca.
66 – Los Obreros de la Viña
Mateo 20:1-16
Aquí hay una recompensa para los que sirven al Señor fielmente. Dios nos reta a hacernos tesoros en el cielo y no apegarnos a nuestras riquezas y posesiones terrenales tanto que no podamos darlas para el bien del reino. Ese era el problema del rico en la sección anterior. No podía dejar sus riquezas para seguir al Señor. Jesús les enseñó que los que dejaban todo para seguirlo a Él recibirían cien veces más y heredará la vida eterna (Mateo 19:27). Aunque hay recompensas en el cielo por el buen servicio, podemos llegar a pensar que Dios nos debe esas recompensas. El Señor Jesús enseña a sus discípulos sobre el peligro de esa actitud.
En esta parábola el Señor compara el Reino de los Cielos con un hombre que salió temprano en la mañana a contratar obreros para su viña. Encontró algunos que estuvieron de acuerdo en trabajar el día por un denario (la moneda de aquella tierra).
Más tarde, aquel día, cerca de las nueve de la mañana, el hombre salió de nuevo y encontró algunos hombres en la plaza que no estaban haciendo nada. Les dijo que fueran a su viña y él les pagaría el día de trabajo. Los hombres se unieron a los demás que ya llevaban tres horas trabajando.
El dueño de la viña volvió a salir aún más tarde, cerca del mediodía. Encontró más hombres y los envió a unirse a los demás. A las tres de la tarde encontró más y también a las cinco. Cada grupo fue uniéndose a los demás y trabajaron el resto del día.
Al llegar la noche, el dueño le pidió a su mayordomo que reuniera los obreros para pagarles. A los últimos en llegar se les pagó primero. Recibieron un denario por su trabajo. Cuando los obreros que habían sido contratados primero vieron esto, esperaban recibir más dinero porque habían trabajado por mucho más tiempo. Sin embargo, sólo recibieron un denario como los demás.
Cuando los obreros que llegaron primero vieron que les pagaron lo mismo que a los que contrataron al final, comenzaron a quejarse y a murmurar contra el dueño. Los últimos sólo trabajaron una hora y se les pagó el mismo salario que a los que trabajaron doce horas. Sentían que no estaban siendo tratados con justicia.
Sin embargo, el dueño de la viña les recordó a los obreros que ellos habían estado de acuerdo en trabajar por un denario y él les estaba dando lo que habían acordado. No los estaba tratando injustamente. Sin embargo, estaba mostrando generosidad a los demás. Mientras que ellos recibieron lo que merecían, los demás recibieron lo que no merecían. El dueño tenía el derecho de ser generoso.
Hay razones ponderosas en esta parábola que no debemos pasar por alto. Primero, necesitamos ver lo fácil que es para nosotros sentir celos de lo que los demás han recibido de Dios. ¿Alguna vez usted se ha sorprendido mirando a alguien y envidiando sus dones espirituales? ¿Cuántas veces ha deseado poder experimentar el mismo éxito que otra persona en el ministerio? Vemos que nuestro hermano no tiene problemas y nos enojamos con Dios porque no nos da lo mismo en la vida. ¿Cuántos problemas han existido en el cuerpo de Cristo porque no queremos que Dios honre a una persona por encima de otra? La obra de Dios en Corinto estaba siendo entorpecida porque el cuerpo de la iglesia pasaba mucho tiempo discutiendo acerca de cuál de los dones era el más importante (ver 1Corintios 12). Nunca avanzaremos el reino de Dios si no dejamos que Él imparta los dones como Él crea apropiado. El reino de Dios nunca avanzará si pasamos nuestro tiempo comparándonos con otros en vez de aceptar el propósito de Dios para nuestras vidas.
Hay algo mal en una actitud que no se regocija con las bendiciones de otra persona. Vemos esa actitud en nuestros hijos. Es un signo de inmadurez cuando no nos alegramos con otros porque no recibimos la misma bendición. El hijo mayor en la parábola del hijo pródigo estaba celoso por la bendición que su padre le había dado al otro hijo rebelde (ver Lucas 15:25-30)
Necesitamos entender que Dios tiene el derecho de hacer lo que desea con sus recursos. No entendemos que las bendiciones de Dios no son un derecho sino un acto de generosidad y compasión de Su parte. Dios no es injusto porque muestre generosidad y compasión con algunos. Imagine que usted está caminando por la calle y encuentra un mendigo. Por generosidad mete la mano en su bolsillo, saca unas monedas y se las da. Otros diez mendigos lo ven dándole un regalo a este hombre y se le acercan pidiendo lo mismo. ¿Sería usted injusto si no le da a cada uno de ellos la misma cantidad de monedas que le dio al primero? De ninguna manera la presencia de otros mendigos hace que su acto de generosidad con uno se convierta en un pecado.
Es igual con Dios. No está obligado a darnos nada a ninguno de nosotros, lo hace por generosidad y compasión. El problema con aquellos obreros no fue con el dueño de la viña sino con ellos mismos. Sus corazones estaban llenos de orgullo, celos y envidia. Se quejaron y murmuraron porque no querían que otros ganaran más que ellos. Estaban resentidos por la bendición de Dios en la vida de otros hermanos.
Esta parábola nos muestra cuán importante es que lidiemos con los celos y la envidia en nuestras vidas. Esta es una poderosa historia del corazón humano. Vemos una imagen de nuestros corazones en esta anécdota de estos obreros. Necesitamos pedir a Dios que rompa nuestro orgullo, nuestros celos y nuestra envidia porque no nos dejan alegrarnos en las bendiciones de Dios para la vida de otra persona.
Para Considerar:
- ¿Alguna vez ha sentido celos de un individuo porque él o ella ha recibido algo que usted no recibió? ¿Qué aprendemos de la actitud de nuestro corazón en esta parábola?
- ¿Cuánto de lo que recibimos de Dios es nuestro derecho y cuanto más es simplemente porque Dios es un Dios de gracia y de compasión?
- ¿Cuánto puede cambiar la manera en que vemos a Dios cuando entendemos que lo que recibimos de É les un regalo de gracia y no un derecho?
Para Orar:
- Pida al Señor que lo ayude a lidiar con los celos y la envidia en su vida.
- Tome un momento para agradecer a Dios por las bendiciones que le ha dado.
- ¿Tiene usted personas en su iglesia que son muy bendecidas por Dios de manera especial? Agradezca al Señor por las bendiciones que le ha dado a ellos.
67 – Jesús Predice Su Crucifixión
Mateo 20:17-28; Marcos 10:32-45; Lucas 18:31-34
Jesús iba de camino a Jerusalén. Sabía que se acercaba el momento en que entregaría su vida. Sus discípulos no se daban cuenta completamente de lo que se avecinaba. No entendían por qué Él tendría que morir. Jesús les recordó en esta sección que su tiempo con ellos estaba llegando a su fin.
En esta ocasión, el Señor llevó a sus discípulos aparte en el camino para hablar con ellos. Les recordó que iba a ser entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la Ley en Jerusalén, y ellos lo condenarían a muerte. Noten que Él se llama así mismo “Hijo del Hombre”. EL título enfatiza su humanidad. Él era el que vino como un niño y se identificó con nuestras debilidades y enfermedades. Como hombre sentiría nuestro dolor y moriría.
Jesús les advirtió a sus discípulos que los principales sacerdotes y los maestros de la Ley lo entregarían a los Gentiles. Iban a burlarse de Él, sería azotado y crucificado por ellos. En Lucas 18:31 les dice que esas cosas serían el cumplimiento de las palabras de los profetas. Todos los detalles y sucesos que iban a suceder estaban en el plan de Dios desde el principio de los tiempos.
Jesús también les dijo que iba a levantarse de los muertos al tercer día. El sepulcro no podría retenerlo. Él enfrentó su muerte con confianza en el plan de Su Padre. Él sabía que aunque tenía dificultades y pruebas, éstos eran el camino a la victoria. Debemos aprender a enfrentar los problemas con esa misma confianza. Nuestro Dios tiene el control. Nuestros compañeros humanos pueden perseguirnos y burlarse de nosotros; pueden azotarnos y matarnos, pero no pueden derrotarnos porque Dios está de nuestro lado y está obrando todas las cosas para Su propósito. ¿Qué pruebas está enfrentando usted hoy? Confíe en que Dios tiene el control. No deje que el enemigo le robe la confianza en su Padre celestial.
Lucas 18:24 narra que cuando los discípulos escucharon aquellas palabras no entendían lo que Jesús estaba tratando de decirles. Sabían que Jesús iba a morir pero no entendían por qué Él tenía que hacerlo. Lo escucharon decir que se levantaría de entre los muertos, pero no entendían cómo iba a ser posible eso. Las palabras de Jesús eran confusas para sus discípulos. Sólo fueron capaces de captar claramente lo que estaba diciendo Jesús cuando sucedieron los hechos.
Mientras Jesús hablaba con ellos, la madre de los hijos de Zebedeo (Jacobo y Juan) se acercó a Él con una petición. Marcos nos dice que fueron ellos quienes hicieron la petición. No está claro quién realmente la hizo. Puede que Jacobo y Juan le hubieran pedido a su madre que le pidiera esto a Jesús por ellos. Antes de este hecho, las madres llevaban a sus hijos a Jesús para que los bendijera. Aunque los discípulos reprendían a la esas madres para que no lo hicieran, Jesús insistía en que le permitieran llevarles los niños. Aquí tenemos un caso de la madre de Jacobo y Juan llevando sus hijos adultos a Jesús. Ella quería lo mejor para ellos.
Esta madre vino a Jesús y le pidió que les diera a sus hijos el lugar de honor en el reino que Él iba a instaurar. Puede que ella hubiera creído que el reino que Jesús instauraría era un reino físico en esta tierra donde Jacobo y Juan podrían tener una posición de autoridad. Ella le pidió que sus hijos se sentaran uno a su izquierda y el otro a su derecha en su reino.
Jesús no condenó a Jacobo, a Juan o a su madre por aquella petición tan atrevida; sin embargo les respondió que ellos realmente no sabían lo que estaban pidiendo. Les preguntó si podían beber de la copa que Él iba a beber. La copa a la que Jesús se refería era una copa de sufrimiento y muerte. Sin embargo, era más que una simple muerte. Jesús sufrió la muerte de un hombre perfecto e inocente. Murió como el cordero inmaculado perfecto para pagar por los pecados del mundo.
Al no comprender lo que Jesús estaba diciendo, Jacobo y Juan se sintieron seguros de que podrían beber de aquella copa. Estaban dispuestos a morir por el Señor y Su honra. Sin entrar en detalles de qué cosa iba a cumplirse con Su muerte, Jesús les dijo que ciertamente ellos serían llamados a morir por su Señor pero que el lugar de honor no lo daba Él. Esa autoridad pertenecía a Su Padre solamente.
Cuando los demás discípulos escucharon lo que Jacobo, Juan y su madre habían pedido se enojaron. Los discípulos estaban molestos porque sentían que Jacobo y Juan estaban tratando de adelantársele. En la última sección vimos la reacción de los obreros de la viña cuando los que fueron contratados últimos recibieron el mismo pago que los que habían trabajado todo el día. Aquí hay una reacción similar. Parece haber competencia entre los discípulos Estaban resentidos por la petición de Jacobo y Juan.
Al ver el conflicto entre ellos, Jesús los llamó para enseñarles una lección. Les llamó la atención acerca de la manera en que los gobernantes se enseñorean de las naciones, y les dijo que en el reino de Dios el que quiera ser más grande tendrá que hacerse servidor de todos. Les dio el ejemplo de Su mismo liderazgo y de lo que les había enseñado acerca de ir a la cruz a morir. Jesús, como el Señor de todos, era un siervo. Ganó su lugar de honor porque se hizo siervo hasta la muerte. El camino a la grandeza en el reino es a través del servicio humilde. Esto se demostró perfectamente en la vida y muerte de Jesús. Él no vino para ser servido como otros líderes del mundo; ÉL vino a servir. Si Jacobo y Juan iban a tener un lugar de honor, necesitaban ser humildes. El camino al verdadero honor es a través de la humildad.
Para Considerar:
- La muerte de Jesús fue anunciada por los profetas mucho antes de que sucediera. ¿Qué nos enseña esto acerca del control de Dios sobre las circunstancias? ¿Cómo te alienta esto en las pruebas que estás enfrentando hoy?
- ¿Qué aprendemos en esta sección sobre las peticiones atrevidas que llevamos al Señor y que no estamos realmente preparados para recibir? ¿Alguna vez ha hecho usted una petición así?
- ¿Cuál es la diferencia entre heredar un título y ganarse un título? ¿Por qué es importante para nosotros darnos cuenta de que el Señor Jesús heredó y se ganó Su título?
- ¿Cuál es el camino a la verdadera grandeza en el reino de Dios?
Para Orar:
- Dé gracias a Dios porque tiene el control de sus circunstancias.
- Pida al Señor que le quite el orgullo y lo haga más como Él.
- Dé gracias a Dios porque incluso en la realidad de la cruz no dejó de ministrar a los que estaban en necesidad. Pídale que lo convierta en ese tipo de siervo.
- Pida al Señor que le perdone por las veces que usted sintió la necesidad de competir con su hermano o hermana por un lugar de honor.
68 – Bartimeo
Lea Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-43
El Señor Jesús en esta región de Jericó. Una gran multitud lo seguía en su viaje. Mateo nos dice que dos ciegos estaban sentados al lado del camino cuando Jesús pasó (Mateo 20:30). Marcos y Lucas sólo mencionan un hombre en su relato. Aunque había dos, la atención se centra en uno. Marcos nos dice más de aquel ciego. Su nombre era Bartimeo, que significaba “Hijo de Timeo”
¿Por qué Marcos menciona específicamente el nombre del ciego y el de su padre? Es interesante señalar que el nombre “Timeo” en Hebreo viene de una palabra que significa “inmundo, contaminado o impuro” Bartimeo es el hijo del inmundo. ¿Hay alguna conexión entre la ceguera de este hombre y el nombre y carácter de su padre? Recuerde que los nombres eran significativos en los tiempos Bíblicos. Debe haber habido alguna razón para que el padre fuera llamado el inmundo. No es coincidencia que Marcos llame la atención acerca de esto específicamente.
Cuando Jesús pasó, Bartimeo le gritó, “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Marcos 10:47) Él se dirigió a Jesús como el “Hijo de David”. Al llamarlo de aquella manera, Bartimeo mostró que creía que Él era el Mesías que habría de venir del linaje de David. Bartimeo le pidió a Jesús que tuviera misericordia de Él. Su ceguera era una aflicción y apeló a la misericordia del Señor Jesús.
Es importante señalar la reacción de la multitud ante los gritos de Bartimeo. La gente lo reprendió y le dijo que se callara. Mientras más lo reprendían más él gritaba. Encuentro interesante que la multitud tratara de silenciar a Bartimeo. LA gente iba a Jesús todo el tiempo en busca de sanidad. ¿Por qué entonces aquellas personas trataban de apartar a aquel hombre en particular? ¿Tenía algo que ver con su nombre? Él era el hijo del “inmundo”. ¿Lo veían acaso como alguien que no era digno de la atención del Señor? ¿Su presencia les causaba repulsión? ¿Lo veían como impuro e inmundo?
Bartimeo no se desalentó por los intentos de la gente de que se callara. Él siguió llamando a Jesús. Su petición are audaz. No tenía el apoyo de los que lo rodeaban pero igual hizo su petición. Necesitamos más personas así que perseveren en oración hasta captar la atención del Señor.
La perseverancia de Bartimeo dio en el blanco. Jesús se detuvo y mandó llamarle. Alguien fue hasta él y le dijo, “Ten confianza y levántate, te llama” (Marcos 10:49). De esta sección deducimos que el corazón de Bartimeo fue quebrantado. Él estaba afligido por su condición. Llamó a Jesús con la certeza de que si no lo sanaba no había otra esperanza para él. Cuando escuchó que Jesús lo estaba llamando, su espíritu fue alentado. Marcos nos dice que arrojó su capa y fue a Jesús. ¿Hay algún significado en el hecho de que puso a un lado su capa? Como mendigo seguro que no tenía mucho más que aquella capa. Sin embargo, cuando escuchó que Jesús lo estaba llamando la puso a un lado. No tenía tiempo de ponérsela. Había cosas más importantes que hacer. Aunque aquella capa era una de las pocas cosas que poseía, la arrojó para ir a Jesús. Qué contraste con el joven rico que se alejó del Señor porque no estaba dispuesto a dar sus posesiones.
Jesús le preguntó a Bartimeo qué quería. Él le dijo a Jesús que quería ver. Jesús tuvo compasión de Él y tocó sus ojos (Mateo 20:34) diciendo “Vete, tu fe te ha salvado.” (Marcos 10:52). Quedó sano inmediatamente y siguió a Jesús alabando a Dios para el asombro de los que allí estaban.
Es significativo que Jesús hable de la fe de Bartimeo. Fue la fe en Jesús la que lo sanó. Su fe en Jesús era tal que incluso cuando todos trataron de silenciar sus gritos, él siguió pidiendo. Esta historia nos da un ejemplo de la fe que persevera. No se dio por vencido hasta tener una respuesta de Jesús. Necesitamos ver más ese tipo de fe. A su alrededor las personas le decían que se callara y no molestara al Señor con su petición, pero su corazón no dejó de insistir. Tal vez otros sentían que él no era digno, pero aun así él vino a Jesús. Él creía que el Señor lo recibiría incluso cuando los demás le daban la espalda. Cuando escuchó que el Señor lo llamaba dejó todo lo que tenía, arrojó su capa aun lado y fue a Él. Bartimeo nos da un maravilloso ejemplo a seguir.
Para Considerar:
- ¿Hay personas en su sociedad que generalmente son consideradas indignas? ¿Quiénes son? ¿Qué nos dice este pasaje acerca del amor del Señor para con ellos?
- ¿Qué aprendemos acerca de la fe que persevera? ¿Hay alguna petición que ha dejado de traer delante del Señor porque no ha visto una respuesta inmediata?
- ¿Alguna vez ha sentido que usted no es digno de ir delante del Señor o de llevarle sus peticiones específicas? ¿Qué nos enseña este pasaje?
Para Orar:
- Pida al Señor que le dé una fe que persevere como la de Bartimeo.
- Dé gracias al Señor porque a pesar de que todos somos indignos, Él escucha nuestras oraciones.
- Pida al Señor que le dé un corazón más abierto y más compasivo por los que son rechazados en nuestra sociedad.
69 – Zaqueo
Lea Lucas 19:1-10
Jesús estaba pasando por Jericó de camino a Jerusalén. Allí conoció a un hombre llamado Zaqueo que era cobrador de impuestos. Hay muchas cosas que necesitamos señalar sobre este hombre.
Primero, los cobradores de impuestos estaban entre las personas más odiadas en los tiempos Bíblicos. Ellos recogían dinero para las autoridades Romanas. Ganaban dinero cobrando más de lo que debían y quedándose con ese exceso de dinero. Generalmente, el gobierno Romano no decía nada sobre esta práctica. Su única preocupación era que se pagaran los impuestos.
En Segundo lugar, note que Zaqueo era jefe de los cobradores de impuestos, por lo tanto debía haber sido mucho más odiado por los Judíos de aquel tiempo. Era un hombre extremadamente rico lo que nos demuestra cuanto había engañado y robado a las personas de su comunidad. Esta debía ser la causa de mucha de la amargura de parte de los judíos en aquel tiempo.
En tercer lugar, el nombre Zaqueo parece venir de la palabra Hebrea que significa “puro”. Los de la comunidad que entendían el origen de su nombre y su significado habrían visto la hipocresía. Se llamaba “puro” pero su estilo de vida estaba muy lejos de serlo. Él era uno de los hombres más corruptos en su comunidad.
En el versículo 3 se nos dice que Zaqueo tenía interés en ver a Jesús. Lucas nos dice que quería ver quién era Jesús. No había dudas de que había escuchado sobre Él pero no había recapacitado en su mente acerca de quién era Jesús. Tenía mucha curiosidad. Quería ver por sí mismo de qué se trataban todos los comentarios que había acerca de Jesús. De hecho, Zaqueo estaba tan interesado en verlo que corrió adelantándosele, encontró un sicómoro y subió para poder verlo por encima de las demás personas cuando pasara.
Cuando Jesús pasó por el árbol dónde estaba Zaqueo, se detuvo y miró hacia arriba. Llamó a Zaqueo por su nombre y le dijo que necesitaba ir a su casa aquel día. Es necesario entender ciertas cosas en este versículo 5.
El Señor Jesús se detuvo bajo aquel árbol en particular, miró hacia arriba y llamó a Zaqueo por su nombre. Jesús sabía el nombre y sabía que Zaqueo tenía un lugar en el que Él y sus discípulos podían posar en su camino a Jericó. Jesús sabía todo sobre él.
El versículo 5 nos dice que Jesús necesitaba ir a su casa. Había una razón práctica para esto. Zaqueo era un hombre rico y podía ofrecerles hospitalidad. Sin embargo, más allá de esa razón práctica, había una razón espiritual mucho más profunda. Para que Jesús fuera a la casa de un cobrador de impuestos. Parece que Jesús conocía el corazón de Su Padre con respecto a Zaqueo. El Padre dirigió a Jesús a este hombre. Jesús sabía que Su Padre tenía un plan particular para Zaqueo.
Era importante que el Señor Jesús se dejara guiar y dirigir por Su Padre. De todas las personas en la multitud aquel día la última persona que alguien hubiera pensado que estaba lista para entregar su corazón y su vida al Señor era Zaqueo. Si dependemos de nuestro propio conocimiento y sabiduría no podemos ver el plan de Dios. Necesitamos tener presente esto. Necesitamos conocer Su dirección y Su iniciativa. El hecho de que Jesús le dijo a Zaqueo que necesitaba posar en su casa aquel día era un indicio de que Él sabía que Su padre tenía un propósito para Zaqueo.
Zaqueo bajó del árbol rápidamente. Estaba feliz de tener esa oportunidad de recibir a Jesús y sus discípulos en su casa. Cuando la multitud vio esto, comenzó a mostrar su odio por Zaqueo; y dijeron que Jesús “había ido a ser el huésped de un pecador” (Lucas 19:7) Se les hacía muy difícil a ellos el aceptar que el Señor Jesús se asociara con aquel hombre pecaminoso. Habían sido engañados por él y por su equipo de cobradores de impuestos.
Zaqueo sabía lo que la gente estaba diciendo de él. Entendió cuan odiado era en la comunidad. Entendió que estaba equivocado. Sin embargo, aquel día su corazón fue poderosamente tocado por el Espíritu de Dios. En la presencia de Jesús, Zaqueo fue quebrantado. Todos sus pecados vinieron a su mente. Supo que necesitaba hacer algo al respecto. No necesitó que nadie le dijera lo que debía hacer. El Espíritu de Dios estaba hablando a su corazón. Supo cuánto había engañado y robado a las personas de su comunidad; supo que no tendría paz en su corazón hasta que hubiera hecho las cosas bien. Aquel día, bajo la convicción del Espíritu Santo, Zaqueo se puso de pie y anunció que daría la mitad de sus bienes a los pobres y que si había engañado a alguno se lo devolvería cuadruplicado.
La Ley de Moisés requería que si un hombre cometía pecado contra otro tenía que reponerle y añadir una quinta parte más a la deuda. En Números 5:6-7 leemos:
“Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó.”
Parece que mientras que la ley Judía requería que se añadiera una quinta parte a la deuda, la ley Romana requería que la persona pagara cuatro veces lo que debía. Zaqueo respetó la ley Romana en esta ocasión. Él no estaba buscando una salida fácil, sino estaba deseoso de pagar el precio de su pecado. Aquel día se había roto una fuerte atadura en su vida. He aquí un hombre que entendió que todas las posesiones en el mundo nunca serían suficientes para satisfacer su alma. En Jesús él encontró la respuesta que el dinero no podía comprar. Cuando conoció a Jesús, la atracción por la riqueza y las posesiones parecieron perder valor. Él había vivido por el dinero, ahora había encontrado algo que era mucho más valioso. La salvación había llegado a su casa (Lucas 19:9). Una vida había sido radicalmente cambiada por el poder de Dios. Jesús fue alentado por lo que vio en Zaqueo. Le recordó a los presentes que esa era la razón por la que había venido a esta tierra. Para buscar y salvar a los que estaban perdidos igual que Zaqueo.
Hay algunas aplicaciones importantes para nuestras vidas en este pasaje. La primera tiene que ver con Zaqueo y la manera en que el Espíritu de Dios lo llevó al arrepentimiento y a la reconciliación con aquellos a los que había ofendido. Zaqueo no habría tenido ningún testimonio en la comunidad a menos que hiciera las cosas bien. La gente nunca lo aceptaría ni a él ni su palabra si no hubiera pagado lo que les había quitado. Podía haber hablado del Señor y no hubiera servido de nada. Sin esa reconciliación la gente lo habría seguido viendo como el hombre que los engañaba y les robaba el dinero. Cuando Zaqueo dio sus riquezas y devolvió cuatro veces lo que debía, aquella barrera fue rota. A partir de aquel momento él sería digno de su nombre. Sería visto como “el puro”. Ellos lo verían como aquel que trató tanto de estar a cuentas con Dios que dio todas sus riquezas y devolvió todo lo que debía. Ya no le debía más a ellos, ahora la gente lo respetaría, lo honraría y lo escucharía. Hay ocasiones en las que nuestro pasado bloquea nuestro ministerio y testimonio; por lo que es necesario que hagamos las cosas bien y nos reconciliemos con nuestros hermanos y hermanas antes de que podamos impactar este mundo.
Lo otro que necesitamos ver en esta sección es que cuando seguimos la dirección y guía del Señor Dios suceden cosas poderosas. Jesús no tuvo que hacer mucho en este pasaje, no tuvo que convencer a Zaqueo de que hiciera nada. Incluso no hay registros de que le hablara a Zaqueo de su estilo de vida. Jesús dio un paso en obediencia. El Espíritu de Dios hizo el resto. Creo que Dios está buscando personas a quien guiar para que cosechen el fruto maduro. ¿Cuántas veces hemos tratado de cosechar un fruto que aún no está maduro? Si escuchamos a Dios, Él nos mostrará las personas que Él está preparando para una gran obra. Si seguimos Su dirección veremos lo que el Espíritu de Dios puede hacer.
Para Considerar:
- ¿Qué aprendemos aquí acerca de la importancia de hacer las cosas bien con nuestros hermanos y hermanas?
- ¿Cuán importante es para nosotros ser sensibles a la dirección del Señor en nuestros ministerios?
- ¿Hay cosas con las que usted necesita lidiar antes de poder ser liberado para ministrar en el nombre de Cristo? ¿Está su corazón puro delante de Dios?
Para Orar:
- Pida el Señor que le revele cualquier área de su vida que necesite corregir.
- Pida el Señor que le dé fuerzas para obedecerlo y coraje para hacer las cosas bien.
- Pida perdón a Dios por las veces que ha dejado de ministrar siguiendo su dirección. Pida a Dios que le haga más sensible a ser guiado por Él en su vida y ministerio.
- Pida perdón a Dios por las veces que no sintió que Él podía obrar en la vida de un picador endurecido. Tome un momento para orar por alguien que parece estar firmemente atado a una vida de pecado. Pida a Dios que ablande su corazón.
70 – La Parábola de las Minas
Lea Lucas 19:11-28
El tiempo que Jesús pasó con Zaqueo le recordó la razón por la que había venido. Terminó su tiempo con Zaqueo diciéndole a la gente que Él había venido a buscar y a salvar a los que estaban perdidos (Lucas 19:10). La salvación de los perdidos requería Su muerte. Esto hizo que Jesús pensara en Jerusalén. Al acercarse a la ciudad, comprendió que el momento de Su muerte estaba cerca. Con la ciudad de Jerusalén cercana, las expectativas de la gente estaban aumentando. La multitud sentía que algo iba a suceder. Ellos esperaban ver a Jesús establecer Su reino y tomar Su trono. Jesús conocía sus pensamientos y les dijo esta parábola.
Un hombre de noble cuna se fue a un país lejano a recibir un reino. Sin embargo, antes de partir, llamó a diez siervos y le dio una mina a cada uno. Una mina era el equivalente al salario de tres meses. Obviamente, él esperaba estar lejos durante algún tiempo. EL amo les dijo a sus siervos que negociaran con aquel dinero hasta que él regresara.
Aunque los presentes no comprendían a cabalidad lo que Jesús estaba diciendo, nosotros podemos mirar atrás en el tiempo. Jesús era aquel hombre noble que marchó a ser coronado rey. A pesar de que el Señor siempre fue rey, por Su obediencia en la muerte demostró a todos que Él era digno de tal honor. Apocalipsis 5 describe una gran celebración en el cielo. Aquí a Jesús, como el Cordero que había sido inmolado, le es dado el rollo con el plan y el propósito de Dios para la humanidad. Sólo Él era digno de abrir el rollo porque había comprado hombres para Dios de cada tribu, lengua y nación. Escuche lo que los seres celestiales cantan al Cordero en Apocalipsis 5:9-10:
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
¿No describe esto algo de lo que sucedió cuando el Señor Jesús regresó al cielo después de su tiempo en la tierra? El cielo retumbó de alabanzas y gratitud. Él fue honrado como Rey de reyes y Señor de señores. Esto, en parte, es lo que la parábola parece estar describiendo.
Jesús continuó con la narración de la parábola. Dijo que los súbditos del nuevo rey lo odiaban. Le enviaron una delegación diciendo que no querían que fuera su rey. Las personas del tiempo de Jesús no lo aceptaron. Lo pusieron en una cruz como muestra definitiva de su rechazo. A medida que se acerca el día de la venida de Jesús y Su propósito podemos esperar mucho más rechazo hacia Él. Muchos se levantarán, se mofarán e incluso perseguirán a los que son del Señor. Jesús (ver Juan 16:1-4).
Cuando el rey regresó, mandó a buscar a sus siervos para ver lo que habían hecho con el dinero que él les había dado. Ellos se acercaron a su nuevo rey. El primero le dijo que había usado la mina y había ganado diez más. Él lo elogió por su fidelidad y le dijo que como había sido confiable tendría autoridad sobre diez ciudades. El segundo sirviente dijo a su amo que había ganado cinco minas más. Él le dio el mando de cinco ciudades. El tercer siervo trajo la mina que había recibido diciendo que la había guardado en un pañuelo. Le dijo que no había querido correr el riesgo de perder su dinero invirtiéndolo imprudentemente, por eso la escondió para no perderla.
Escuche la respuesta del amo a este tercer sirviente en Lucas 19:22-23:
“Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?”
Por su infidelidad, el amo le dijo a los que estaban cerca que tomaran su mina y la dieran al que tenía diez. Esta petición encontró cierta resistencia. Los sirvientes se preguntaron por qué el que ya tenía más minas era el que iba a recibir ésta. Dijeron, “él ya tiene diez” (versículo 25)
Sin embargo, el amo les dijo que el que era fiel con lo que tenía recibiría más. Por el contrario, los que no eran fieles, perderían incluso lo poco que tenían. Cuán importante es que usemos nuestros dones. ¿Le daría usted más responsabilidad a un obrero que ha demostrado ser infiel? ¿Confiaría a esa persona una responsabilidad mayor? El sentido común nos dice que una persona que es fiel en lo poco también lo será en cosas más grandes. Si usted quiere ser usado en grandes cosas debe primero probarse a sí mismo en las pequeñas.
Cuando el amo regresó al hogar después de ser Coronado rey, vino a hacer dos cosas. Regresó primero a recompensar a sus sirvientes por la manera en que habían invertido sus recursos. Sin embargo, también vendrá a juzgar a aquellos que lo habían rechazado como rey. En el versículo 27 el amo sentenció a muerte aquellos que no lo aceptaron como rey. Fueron llevados ante su presencia y ejecutados.
Cuando el Señor regrese, regresará como rey. Vendrá a recompensarnos por nuestro servicio fiel. ¿Nos hallará fieles cuando regrese? Jesús también vendrá a esta tierra a juzgar a los que lo han rechazado. Será un día difícil para ellos. No nos gusta pensar en ese tipo de juicio, pero el pasaje deja bien claro que habrá un día de juicio para todos los que se rehusaron a aceptar la oferta de Cristo para su salvación.
Esta parábola les recordó a Sus discípulos que Jesús los dejaría pronto. Sin embargo, regresaría como rey para juzgar y para recompensar. Mientras tanto, los dejaría trabajando para Él y preparando Su retorno. ¡Que nos halle fieles en el servicio a Él cuando regrese para establecer su reino físico!
Para Considerar:
- ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la importancia de ser fieles en las pequeñas cosas?
- ¿Qué dones le ha dado el Señor? ¿Cómo los ha estado usando? ¿Hay algo más que usted pueda hacer?
- ¿Cuál es la diferencia entre el reino espiritual que experimentamos ahora y el reino físico de Jesús?
Para Orar:
- Pida al Señor que le muestre cómo usar los dones que Él le ha dado.
- Dé gracias a Dios por los dones que le ha dado. Agradézcale porque ha decidido usarnos para esparcir Su reino.
- ¿Tiene usted un amigo o un ser querido que, al igual que las personas de esta parábola, ha rechazado al Señor como su Rey? Tome un momento para orar a Dios para que les muestre el error de sus caminos antes de que sea demasiado tarde.
Índice de Pasajes Bíblicos
Pasaje Capítulo
Mateo
Mateo 8:18-22 Capítulo 1
Mateo 8:19-22 Capítulo 35
Mateo 8:23-27 Capítulo 2
Mateo 8:28-34 Capítulo 3
Mateo 9:18-22 Capítulo 4
Mateo 9:23-26 Capítulo 5
Mateo 9:27-34 Capítulo 6
Mateo 9:35-38 Capítulo 8
Mateo 10:1-15 Capítulo 9
Mateo 10:16-33 Capítulo 10
Mateo 10:34-11:1 Capítulo 11
Mateo 13:54-58 Capítulo 7
Mateo 14:1-12 Capítulo 12
Mateo 14:13-21 Capítulo 13
Mateo 14:22-33 Capítulo 14
Mateo14:34-15:20 Capítulo 15
Mateo 15:21-28 Capítulo 16
Mateo 15:29-31 Capítulo 17
Mateo15:39-16:4 Capítulo 18
Mateo 16:5-12 Capítulo 19
Mateo 16:13-20 Capítulo 21
Mateo 16:21-23 Capítulo 22
Mateo 16:24-28 Capítulo 23
Mateo 17:1-8 Capítulo 24
Mateo 17:9-13 Capítulo 25
Mateo 17:14-21 Capítulo 26
Mateo 17:22-23 Capítulo 27
Mateo 17:24-27 Capítulo 28
Mateo 18:1-5 Capítulo 29
Mateo 18:6-14 Capítulo 31
Mateo 18:15-20 Capítulo 33
Mateo 18:21-35 Capítulo 34
Mateo 19:1-12 Capítulo 63
Mateo 19:13-15 Capítulo 64
Mateo 19:16-30 Capítulo 65
Mateo 20:1-16 Capítulo 66
Mateo 20:17-28 Capítulo 67
Mateo 20:29-34 Capítulo 68
Mateo 23:37-39 Capítulo 49
Marcos
Marcos 5:1-20 Capítulo 3
Marcos 5:21-34 Capítulo 4
Marcos 5:35-43 Capítulo 5
Marcos 6:1-6 Capítulo 7
Marcos 6:7-13 Capítulo 9
Marcos 6:12-13 Capítulo 11
Marcos 6:14-29 Capítulo 12
Marcos 6:30-44 Capítulo 13
Marcos 6:45-52 Capítulo 14
Marcos 7:1-23 Capítulo 15
Marcos 7:24-30 Capítulo 16
Marcos 7:31-8:9 Capítulo 17
Marcos 8:10-12 Capítulo 18
Marcos 8:13-21 Capítulo 19
Marcos 8:22-26 Capítulo 20
Marcos 8:27-30 Capítulo 21
Marcos 8:31-33 Capítulo 22
Marcos 8:34-9:1 Capítulo 23
Marcos 9:2-8 Capítulo 24
Marcos 9:9-13 Capítulo 25
Marcos 9:14-29 Capítulo 26
Marcos 9:30-32 Capítulo 27
Marcos 9:34-37 Capítulo 29
Marcos 9:38-41 Capítulo 30
Marcos 9:42-48 Capítulo 31
Marcos 9:49-50 Capítulo 32
Marcos 10:1-12 Capítulo 63
Marcos 10:13-16 Capítulo 64
Marcos 10:17-31 Capítulo 65
Marcos 10:32-45 Capítulo 67
Marcos 10:46-52 Capítulo 68
Lucas
Lucas 8:22-25 Capítulo 2
Lucas 8:26-39 Capítulo 3
Lucas 8:40-48 Capítulo 4
Lucas 8:49-56 Capítulo 5
Lucas 9:1-5 Capítulo 9
Lucas 9:6 Capítulo 11
Lucas 9:7-9 Capítulo 12
Lucas 9:10-17 Capítulo 13
Lucas 9:18-21 Capítulo 21
Lucas 9:22 Capítulo 22
Lucas 9:23-27 Capítulo 23
Lucas 9:28-36 Capítulo 24
Lucas 9:37-43 Capítulo 25
Lucas 9:44-45 Capítulo 27
Lucas 9:46-48 Capítulo 29
Lucas 9:49-50 Capítulo 30
Lucas 9:51-62 Capítulo 35
Lucas 10:1-20 Capítulo 36
Lucas 10:21-24 Capítulo 37
Lucas 10:25-27 Capítulo 38
Lucas 10:38-42 Capítulo 39
Lucas 11:1-13 Capítulo 40
Lucas 11:37-54 Capítulo 41
Lucas 12:13-21 Capítulo 42
Lucas 12:35-48 Capítulo 43
Lucas 12:49-59 Capítulo 44
Lucas 13:1-5 Capítulo 45
Lucas 13:6-9 Capítulo 46
Lucas 13:10-17 Capítulo 47
Lucas 13:22-30 Capítulo 48
Lucas 13:31-55 Capítulo 49
Lucas 14:1-6 Capítulo 50
Lucas 14:7-11 Capítulo 51
Lucas 14:12-24 Capítulo 52
Lucas 14:25-35 Capítulo 53
Lucas 15:1-7 Capítulo 54
Lucas 15:11-32 Capítulo 55
Lucas 16:1-18 Capítulo 56
Lucas 16:18 Capítulo 63
Lucas 16:19-31 Capítulo 57
Lucas 17:1-2 Capítulo 31
Lucas 17:3-4 Capítulo 33
Lucas 17:7-10 Capítulo 58
Lucas 17:11-19 Capítulo 59
Lucas 17:20-37 Capítulo 60
Lucas 18:1-8 Capítulo 61
Lucas 18:9-14 Capítulo 62
Lucas 18:15-17 Capítulo 64
Lucas 18:18-30 Capítulo 65
Lucas 18:31-34 Capítulo 67
Lucas 18:35-43 Capítulo 68
Lucas 19:1-10 Capítulo 69
Lucas 19:11-28 Capítulo 70